Big Red Mouse Pointer

miércoles, 22 de enero de 2014

¿¿Alguien quiere conocer a Ley300??

Bueeeeno, tampoco es que va a repartir libros de Eneache autografiados... No por los momentos.

Pero por ahora pueden disfrutar de su imagen. Así que ladies and gentlemen, lo que ustedes tanto esperaban...


(Click en la imagen para tamaño completo la alternativa: Click aquí)

Fiuu... Al fin lo pude terminar. Yo hago las cosas con mucho amooor pero a veces el amor se me termina xDD sin embargo me complace el resultado. Tengo que decir también que no usé el mismo programa para cuando hice a Alice, por eso verán una ligera diferencia en la calidad aparte de varias cosas que aprendí por ahí por el maravilloso mundo del Internet para que quedara mejor... Así que bueno, disfruten.

#Puma

miércoles, 15 de enero de 2014

NH2: Capítulo 023 - No hay descanso, todo se va a la mierda.



La joven pelirroja miraba a su enemiga con cierto resquemor. Intentaba contener su ira respirando profundamente, mientras repetía mentalmente la palabra honor. Para su desgracia por más que hiciera le resultaba imposible disimular su odio. 

La mujer de cabello rizado esperaba inquieta el primer movimiento de su contrincante. Le sudaban las manos mientras su corazón se impacientaba en décimas de segundo. La tensión que soportaba la estaba matando poco a poco, dejando sus músculos engarrotados y produciéndole un ligero dolor de cabeza.

Ley consiguió centrar su cabeza en el combate, dejando a un lado sus problemas personales. No olvidó esa ira, aunque no pensaba guiarse ciegamente por ella. Podía costarle muy caro cegarse, pero sabía que aquel odio potenciaría su ataque. Finalmente esta comenzó a correr liviana, rumbo a su nerviosa contrincante.

En la calle de al lado el ambiente también estaba muy caldeado. Los soldados que escoltaban a la mujer de las pistolas, tenían a Johnny y a Will contra la pared. Estos estaban furiosos y no paraban de despotricar insultos sobre ellos.

—¡Callad ya! ¡Todos! —Gritó la mujer morena, apretando los cañones de sus pistolas, contra la cabeza de los dos chicos.

Los jóvenes guardaron silencio de mala gana, mientras la miraban llenos de desprecio. La treintañera sonrió con chulería alejando sus armas algunos centímetros.

—¿Creeríais que nos ibais a joder y nunca os íbamos a pillar? —Preguntó sarcásticamente mientras ponía cara de asco.

—Lo que no íbamos a hacer era quedarnos quietos mientras unos hijos de puta seguían conspirando bajo tierra. —Gruñó Will con resquemor.

—Nunca entendisteis bien el concepto de ser un soldado. Un buen soldado guarda silencio, no protesta y cumple sus órdenes sin rechistar. No se subleva, ni discute y mucho menos se mete en cuestiones políticas. No sois personas, sois peones en un tablero que vosotros no decidís. Sois máquinas de matar al servicio de vuestros dueños a los que les debéis sumo respeto. Sois los esclavos de los gobiernos, las multinacionales y las sociedades secretas. Perros adiestrados para hacer todo lo que se les diga, sin dudar ni un solo segundo. —Contestó la mujer con su grosero desprecio. 

—Somos personas con cabeza para pensar y decidir lo que queremos hacer. Yo no tengo dueño, ni acato ordenes que no me gusten. No pienso dejar que nadie me trate como a una marioneta, ni que me obliguen a hacer nada que no quiera hacer. Tengo voluntad propia y libre albedrío. Solo puedo darte la razón en una sola cosa. Soy una máquina de matar, pero al único servicio al que estoy es al mío propio. —Replicó Johnny con una de sus características muecas grotescas.

—¡Silencio! ¡Me da igual lo que tú consideres que seas! ¡Para nosotros solo sois unos desertores! —Gritó la histérica mujer perdiendo los papeles. 

—Desafiar a un gobierno es igual de peligroso que desafiar a una gran multinacional. Incluso a veces mas, ya que tenemos mas tropas a disposición. —Añadió amenazante uno de los soldados con su ronca voz.

—Ya lo hemos hecho antes, no nos vais a dar miedo ahora que sois cuatro gatos. Nosotros no destruimos vuestro imperio, fue vuestra codicia y vuestras queridas amigas las multinacionales. Llámalo karma si quieres, pero estáis pagando por todo lo que habéis hecho. No os quedan apenas soldados, vuestras tropas son simples agentes de inteligencia. Esos tipos son eficaces con ordenadores y despachos, en el campo de batalla están perdidos. No tenéis alianzas con nadie, solo sois unos viejos enclenques. Aunque nos matéis ahora, no hay esperanza para vosotros. No creáis que por que antes tuvierais poder por ser corruptos, vais a sobrevivir en este infierno en el que se ha convertido el mundo. —Dijo Will desafiante mientras la miraba con rencor.

En la calle de la izquierda también se palpaba la tensión. Ambos chicos se miraban con odio y rencor. Estaban quietos y en silencio, agarrando con fuerza sus armas blancas. Los dos esperaban que el otro dijera o hiciera algo.

—¿Por qué quieres verme a mí David? ¡Tu hermano está en la calle de al lado! —Gritó Jimmy enfadado con el joven, harto de esperar en silencio.

—¡Esa rata de cloaca no es mi hermano! ¡He venido porque tenemos algo pendiente! ¡Tu y yo! ¡Nadie más! —Contestó el musculoso chico gritando con mayor intensidad.

—Nunca pude creer que fueras tú. Aún no sé como mi mejor amigo pudo hacer eso. ¡Nos la clavaste por la espalda! ¡Lo peor es que nunca diste la cara! —Dijo el chico rubio con rabia, sintiéndose dolido al recordar el pasado.  

—Hay cosas más importantes que la amistad. Proteger a la patria por ejemplo. Lo que yo no pude creer es que fuerais capaces de hacer semejante barbarie. No hay mayor deshonor que lo que vosotros habéis hecho. Mis órdenes fueron controlar la situación desde otro lugar, pero no dudes que lo que yo mas quería era enfrentarme a ti cara a cara. —Respondió David muy seguro de la moralidad de sus actos.

—¡Nosotros si luchábamos por la patria! ¡Luchábamos por el pueblo y por la gente de  nuestro país!  ¿Y sabes que? ¡Tienes razón! ¡Tenemos algo pendiente y lo vamos a solucionar ahora! —Gritó el rubio lleno de ira, empuñando su estoque con fuerza.

David furioso, adoptó su pose combativa con suma rapidez. Una vez listo comenzó a correr agarrando sus pequeñas hachas con fuerza. El musculoso chico quería acabar con la situación lo antes posible. Solo pensaba en matar a su antiguo amigo.

A un par de calles a la derecha, la batalla estaba en su pleno apogeo. Las catanas chocaban entre sí una y otra vez, rechinando con fuerza cada escasos segundos. Las dos chicas se movían por la calle con suma agilidad, en una incesante lucha titánica. 

La estrategia de Ley era de ataque, mientras la de su contrincante era completamente defensiva. La pelirroja acosaba a su enemiga, tirándose casi encima repetidas veces para atacarla. Movía los brazos de un lado a otro intentando romper la defensa de su adversaria. Por el momento no tenía éxito ya que la joven del cabello rizado paraba todos sus golpes. Esto no la desanimaba ya que pensaba que tarde o temprano cometería algún error, del cual ella se podría aprovechar.

Desde allí las chicas podían escuchar los gritos que provenían de la otra calle. No se entendía nada, pero se notaba que estaban en medio de una fuerte discusión.

—¡Muertos de hambre será tu puta madre! —Gritó Johnny histérico, mientras su odio se hacía cada vez más fuerte.

—¡Me importa una mierda lo que digas! ¿Dónde cojones están los maletines que habéis estado robando? —Dijo alterada la mujer, mientras apretaba el cañón de su pistola contra la sien de Johnny.

—¡Puta quita tu asquerosa arma de mi cabeza! ¡Ahora! ¡Lo que a mí me importa una mierda es que me mates! ¡Así que zorra quita tu puta arma de mi maldita cabeza si no quieres que te joda! —Gritó Johnny aún más cabreado que antes.

La mujer no se retiró ni un milímetro, manteniéndose segura de sí misma. No pensaba ceder ante el chico. Ella no se rendía ante simples soldados, así que esta vez no iba a ser menos.

—¡Uno! ¡Dos! ¡Tres! —Contó Johnny con frialdad, para acabar agarrando a la mujer del cuello.

Cuatro soldados se echaron encima de él al instante, haciendo que soltara a la mujer rápidamente. Le pegaron unas cuantas patadas, para que comprendiera que debía calmarse.

La mujer tras toser repetidamente recuperó medianamente la compostura. Miró al joven con desprecio y le pegó la última patada, poniendo fin a los golpes que le estaban dando.  

Will miraba a su compañero tirado en el suelo sin saber que hacer, ni que decir. Se sentía impotente por ambas cosas. El chico también se odiaba a sí mismo por no parar la estupidez de su aliado, ni parar los golpes que le acaban de dar. En cierta parte pensaba que se lo tenía merecido por lo capullo que era, pero el odio hacia esas personas era mucho más fuerte que el que sentía por Johnny. 

—Te preguntaré a ti que pareces más sensato. ¡Cuéntamelo todo! — Dijo la mujer con un tono amenazante, mientras se acercaba a Will mirándolo desafiante.

Este guardó absoluto silencio con la cabeza gacha. No estaba dispuesto a hablar, aunque eso le costara la vida. Él nunca había sido ningún chivato y esta vez no iba a ser menos. Así que cerraría la boca hasta el fin de los tiempos, si eso fuera necesario.

Jimmy desde su posición también escuchaba todo el alboroto que se estaba formando en la calle de al lado. Estaba preocupado por sus compañeros, pero en aquel momento no podía irse a ayudarlos.

David le atacaba rápidamente, dejándole muy poco espacio para maniobrar. Todo esto le provocaba una sensación agobiante de la cual, no sabía como salir. Se sentía acorralado por su contrincante, el cual avanzaba con una brutal ferocidad.

El joven rubio obtuvo algo más de espacio, gracias a un error de su enemigo. Tal situación fue aprovechada para retroceder en una rauda carrera. Mientras el joven corría a toda velocidad, David lanzó una de sus hachas en la dirección del chico. El arma pasó justo al lado de su cabeza, ya que su enemigo no gozaba de una puntería infalible.

A los pocos segundos se escuchó un estruendo en la lejanía. Esto provocó que ambos miraran en la dirección de donde provenía el ruido. No parecía haber nada en las bocacalles de la izquierda, pero aquel gran porrazo que habían escuchado los había inquietado. 

Aquella interrupción no hizo que la pelea se terminara, a los pocos segundos volvieron a luchar entre si. Jimmy ahora con el espacio que había ganado se sentía mucho más cómodo y seguro. A David eso le daba igual, puesto que pensaba que solo tenía que llegar corriendo hasta él y todo sería pan comido. 

En la calle de al lado también habían escuchado el tremendo golpe que había sonado a lo lejos, pero no le habían prestado tanta atención como Jimmy y David.

La mitad de los soldados rodeaban a Johnny que aún seguía tirado en el suelo, en el más absoluto de los silencios. El resto de soldados rodeaban a la mujer, para que esta no volviera a sufrir ningún daño.

—Vamos a encontrarlos hables o no. La única diferencia es que si nos ayudas podrás seguir con vida. Tú decides… —Dijo tranquilamente la mujer, rebosante de confianza.

Will seguía mirando al suelo sin decir ni una sola palabra. Estaba completamente convencido de lo que hacía y nada le iba a hacer cambiar de opinión.

La mujer seguía a la espera de algún tipo de contestación por parte del soldado, cuando se escuchó un grito femenino.

—¡Ley! —Exclamó Johnny nada más escuchar el grito, mientras intentaba levantarse dolorido.

La pelirroja había caído al suelo, después de recibir una patada en mitad del pecho. Se había descuidado un poco al ver que su enemiga solo se defendía, cometiendo el error de dejarle un hueco libre para que la atacase.

La fémina de cabello rizado intentó clavarle la espada a la pelirroja cuando esta estaba en el suelo. Esto hizo que las catanas rechinaran una vez más, tras chocar entre si con fuerza. Ahora ambas atacaban y defendían, equilibrando de manera considerable el combate.

—¿Ni una sola palabra? —Preguntó la mujer extrañada, esquivando un golpe de su adversaria.

—Ni una sola Denise. —Contestó la pelirroja con mala cara, propinándole una buena patada en el pecho.

La chica gritó dolorida para acabar lastimándose la espalda contra el capó de un viejo coche. El fuerte dolor no le impidió levantarse lo más rápido posible, ya que sabía que su vida estaba en juego.

La pelirroja intentó golpearla mientras se levantaba, pero su enemiga se defendió sumamente bien. Ley iba a por todas intentando terminar lo antes posible, ya que no sabía cuanto tiempo podría aguantar el dolor del brazo.

Un segundo estruendo aún más fuerte que el anterior, alertó a la chicas poniéndolas todavía más tensas. Aquel ruido vino acompañado de un chirrido sobrecogedor y un desgarrante quejido animal.  A los pocos segundos comenzó a notarse un gran temblor en el suelo, que parecía no cesar jamás.

Al otro lado de los edificios estaban mucho mas preocupados por aquel incidente. Los soldados se miraban entre sí con inquietud a la espera de nuevas órdenes. La mujer empezaba a sudar por los nervios, considerando que opción le convenía más. Will y Johnny también estaban nerviosos, mirando el lugar donde habían tenido que tirar las armas. 

—Aún tenemos unos minutos, podemos seguir intentándolo un poco más. —Ordenó la mujer con una falsa seguridad.

—No podemos retrasarnos mucho. —Añadió uno de los soldados, mientras miraba nervioso a su jefa.

Johnny en aquel momento solo pensaba en que podía hacer para recuperar su preciada arma, mientras Will se preparaba para asumir su inminente muerte.

En la otra calle mientras el temblor continuaba haciéndose más intenso, los dos chicos continuaban peleando sin prestar atención a lo que ocurría.

—¿Porqué no te rindes ya a la muerte? —Preguntó David con todo su odio.

Jimmy no contestó, prefiriendo ahorrar sus fuerzas para el combate. Otra vez se sentía acorralado por su enemigo, volviendo a experimentar aquel intenso agobio.

—¡Estás cansado y hambriento! ¡Sabes que no puedes ganar! —Gritaba David intentando desanimar al rubio.

Se sentía frustrado al ver que no obtenía ninguna clase de respuesta. La verdadera razón de David era que sabía que tenía poco tiempo para terminar la contienda y no quería aplazarla para otra ocasión.

Jimmy se sintió algo desanimado al ver que su cansancio no era ningún secreto. Sabía que David se aprovecharía de esa desventaja y la utilizaría en su contra. Necesitaba seguir aguantando, ya que prácticamente no tenía ocasión de atacarle y solo podía retroceder. 

David consiguió alcanzarle en uno de los antebrazos. No le dio de lleno, pero logró derramar las primeras gotas de sangre de su enemigo. Su satisfacción le distrajo brevemente, consiguiendo que su rival le devolviera el golpe.

Tras gritar por su corte, Jimmy atravesó una de las manos de David con su viejo estoque. Su enemigo gritó desgarradoramente, mientras su sangre se derramaba pringando todo el suelo. Después de esto el rubio intentó atacarle de nuevo, pero esta vez su contrincante lo esquivó con sus bastos reflejos.

Se escuchó un tercer estruendo, pero esta vez sonó muchísimo mas cerca. El temblor se hizo más fuerte, haciendo que lo que quedaba de los semáforos se tambaleaban de un lado a otro.

—¡Venga acabemos con esto ya! ¡No hay tiempo! —Gritó David dolorido, mirando su mano mal herida.

 Jimmy luciendo sus avanzadas técnicas de esgrima, clavó su estoque en el hombro de su enemigo. Este soltó dos dolorosos berridos, uno cuando notó el frío acero entrar y otro cuando salió desgarrándole la piel.

David furioso de estar mal herido, contraatacó con toda su fuerza. Los tres primeros golpes fueron esquivados por el rubio, pero con el cuarto consiguió herir el costado del chico.

Ambos furiosos y doloridos, contraatacaban con todas sus fuerzas. Ponían todo su empeño en el combate, pero ambos eran tan buenos que apenas lograban alcanzarse. Esto les angustiaba tremendamente ya que sabían que no les quedaba tiempo.

El temblor poco a poco se había convertido en bastos golpes que pegaban con brutalidad contra el suelo. Estos porrazos incrementaban su fuerza rápidamente, haciendo que todo se tambalease con ferocidad.

Mientras los chicos peleaban comenzaron a entrar en la calle una especie de lobos mutantes. Estos al principio no se percataron de su presencia, hasta que ya los tenían demasiado cerca. Ambos se giraron para acabar con los lobos mas cercanos, dejando a medias su anterior combate.

Jimmy traicioneramente aprovechó que David estaba distraído, para vengarse de él clavándole el estoque en el brazo izquierdo. Este vociferó quejumbroso atrayendo aún más a los lobos mutantes.

Estos estaban ya demasiado cerca de ellos, tenían que elegir si pelear entre sí o salvarse de la inminente amenaza. 

—Esto no va a quedar así… —Dijo David dolorido, alejándose frustrado matando todo lo que se ponía en su camino.

Antes de que el chico terminara de marcharse, comenzaron a entrar más animales mutantes. Esto le dificultó aún más su marcha, pero no frenó del todo su avance. 

—¡Claro que no! —Vociferó el rubio mientras intentaba ponerse a cubierto antes de que empezaran a llegar los animales más grandes y lo pisotearan.

Jimmy se escondió entre unos escombros, pasando prácticamente desapercibido por los lobos. Aprovechó la pausa para reparar su traje nqb con un poco de plástico negro y casi medio rollo de cinta aislante.

 Los lobos empezaron a entrar en la calle de al lado, alertando a todos y poniéndolos aún mas histéricos. Los soldados comenzaron a disparar a las feroces criaturas, descuidando la vigilancia de los chicos. Estos aprovecharon para ir corriendo a donde habían tenido que tirar sus armas, escondiéndose cuidadosamente del fuego enemigo.

—¡Will vamos! ¡Tenemos que ir a por Ley! —Ordenó Johnny al ver que su compañero iba algo retrasado.

—¿Y que pasa con Jimmy? —Preguntó el joven algo molesto.

—Jimmy debe de estar muerto. Las criaturas vienen de donde él estaba. —Respondió el grotesco chico, sin preocuparse de la reacción de su compañero al escuchar sus frías palabras.

Algunas criaturas deformes de gran tamaño comenzaron a entrar en la calle, provocando aún más caos del que ya había. Cada vez iban entrando más y más, forzando a los soldados a retroceder temerosos de su vida.

—¡Sufre hija de puta! —Gritó Johnny disparando con su potente escopeta, alcanzando una de las piernas de la mujer.

Esta calló al suelo en el acto, gritando y maldiciendo al joven con toda su ira. Este incidente provocó el descuido de algunos soldados, ya que al mirar lo que ocurría expusieron su vida a las feroces criaturas.

Will y Johnny no dejaron pasar la oportunidad, disparando sin cesar a los soldados que podían alcanzar. Se habían atrincherado entre unos escombros, protegiéndose levemente contra el ataque mutante.

—A esa perra nos la vamos a llevar. —Murmuró Johnny mientras recargaba su escopeta.

—Céntrate primero en que no nos maten. —Añadió Will consternado, acabando con la vida de un feo animal deforme.

En la calle de al lado podían escucharse todos los disparos junto con los gruñidos de los animales mutantes. Esto alertaba a la pelirroja, la cual se preguntaba en su interior por el estado de sus compañeros.

En aquel momento Ley y Denise luchaban con todas sus fuerzas, moviéndose de un lado a otro por toda la calle. Aquel cuerpo a cuerpo era sumamente intenso, se atacaban con todo lo que podían. Usaban tanto las catanas como sus piernas y brazos, incluso cualquier cosa con la que se topaban por el suelo.

En uno de los golpes que propinó la pelirroja, Denise fue alcanzada de lleno en mitad del pecho. Aquella patada la hizo caer al suelo y perder su catana a unos metros de ella. Esta comenzó a arrastrarse por el suelo, intentando alcanzar un trozo de tubería que había tirado un poco más delante.

Ley en un sutil y ágil movimiento rasgó el traje de la joven, blandiendo su espada con férrea decisión. Cuando estaba dispuesta a darle de nuevo a la chica, escuchó un gruñido detrás de ella.

—¡Puta mierda! —Gritó dándose la vuelta dispuesta a atacar.

 Con suma rapidez la joven logró quitarse de en medio al lobo, atravesando su cráneo de un lado a otro. Justo después se dio prisa en volver a su anterior combate. Corrió para apartar la tubería de una patada, cuando Denise la estaba cogiendo para atacarla.

En pocos segundos el lugar se llenó de animales mutantes de gran tamaño, los cuales corrían nerviosos pisoteando todo lo que pillaban. Esto hizo que ambas chicas se preocuparan de quitarse de en medio para no ser aplastadas.

—¡Ley! —Gritó Johnny alterado, entrando en la calle con la mujer inconsciente a hombros.

Esta se giró levemente para mirarlo, pero continuó con su pelea. Denise había recuperado su arma, así que la pelirroja decidió continuar con el combate.

—¡Para! ¡Vámonos Ley! —Gritó Will con cierta desesperación.

—¡No! —Contestó la pelirroja a gritos con toda su ira, cortándole un brazo a Denise en un descuido de esta.

El brazo de la joven calló al suelo aún agarrando la catana con su delgada mano. Este acto fue observado con detenimiento, proporcionándole a Johnny una inquietante euforia.

—¡Si nena! —Grito el grotesco chico, totalmente emocionado.

—¡No tenemos balas! ¡Vámonos! —Gritó Will intentando ponerse a cubierto.

Ley estaba cegada por su odio y tenía que terminar lo que había empezado. Tras cortarle el brazo, le cortó el otro y la tiró al suelo con una patada, mientras la joven gritaba por el extremo dolor. Una vez su enemiga estaba en el suelo, pisó con fuerza su estómago para que no se levantara.

—Me llevaré tu catana en compensación por tu vil traición. —Dijo la pelirroja sonriente por su inminente victoria.

La joven se agachó para quitarle la máscara a su adversaria y posteriormente, pisarle la cara repetidas veces mientras la maldecía por su traición. 

—¡Puta zorra de mierda! ¡Espero que te guste tanto como a mí! ¡Jódete jodida perra sucia! —Gritaba la pelirroja después de clavarle la catana en el estomago y retorcerla varias veces.

Todo aquello era como un sueño para Johnny, le encantaba ver escenas de pura violencia extrema. Disfrutaba con todo aquello como si de un juego se tratase, por no añadir que odiaba tanto a esa chica que el placer de verla sufrir ya era todo un sueño.

—¡Toma hija de puta! —Gritó la pelirroja poniendo fin a la agonía de Denise, atravesando su cuello brutalmente.

—¡Vámonos joder! —Gritó Will de nuevo desesperado y asustado por la situación.

Ley reaccionó esta vez, corriendo hacia sus compañeros intentando esquivar a los mutantes, no sin antes arrebatar la catana de los dedos sin vida de Denise.

—¿Dónde esta Jimmy? —Preguntó la pelirroja extrañando su presencia.

—Ni idea. —Contestó Johnny empezando a correr para salir de allí.

—¡Espera joder! ¡Vamos a por él! —Ordenó Ley corriendo hacia la calle de al lado.

—¡Es una locura! —Gritó Will nervioso, cogiendo a la pelirroja del brazo.

—¡Vámonos! ¡Corred! —Gritó Johnny metiéndoles prisa.

A un par de calles al lado, Jimmy aún luchaba por su supervivencia. Estaba acorralado por algunos deformes animales, a los que intentaba matar para poder salir de allí. Había estado perdiendo mucho tiempo reparando su traje, teniendo que pagar ahora un alto precio.

Logró deshacerse de un par de ellos, consiguiendo una pequeña vía de escape. Corrió através de ella intentando evitar ser pisoteado por alguna de las grandes criaturas. Estas cada vez eran más y estaban más nerviosas. 

Cuando consiguió llegar hasta la siguiente calle, se dio cuenta de que se habían marchado sin él. Solo había más mutantes y algunos cadáveres de soldados, tirados por el suelo llenos de sangre.

Después de esto intentó llegar a la siguiente calle, con la esperanza de que hubiera alguien allí. Para su desgracia estaba solo, allí no había más que un cadáver sin brazos. No perdió el tiempo en ir a ver de quien era el cadáver, puesto que tenía bastante prisa por salir de allí.

No recordaba bien donde habían dejado el coche, pero tenía bastante claro la zona en la que estaba aparcado. Necesitaba llegar allí antes de que los demás se fueran sin él. También rondaba en su cabeza la idea de que pudieran estar muertos, pero aún así necesitaba llegar al coche.

Se puso en marcha lo más rápido posible, inquieto por la brutal estampida de aquellas grotescas criaturas. Intentaba quitarse de en medio a todas las que se le acercaban peligrosamente, despreocupándose ligeramente de las demás. 

La travesía se puso más complicada según iba avanzando, agobiando  intensamente al rubio. Cada vez se encontraba con más podridos, alterando al joven que sentía que era demasiado peso para él solo. Necesitaba encontrar a sus compañeros rápidamente.

Jimmy tropezó con unos escombros, cayendo al suelo con fuerza. Iba tan deprisa que ni se había dado cuenta de ellos y ahora lo tenía que pagar. Su estoque había caído a escasos metros de él, pero en el camino se interponía una apestosa criatura.

—¡Joder! ¡Puta mala suerte! —Refunfuñó el rubio, levantándose del suelo raudo.

Intento esquivar al putrefacto ser, para acabar siendo agarrado por él. La criatura forcejeaba con el rubio intentando acercarlo para morderle, dando tirones con una basta fuerza. Jimmy usando su inteligencia tiró con ambas manos del brazo medio descompuesto, arrancándolo de cuajo tras un par de repeticiones.

Cuando consiguió quitarse de encima al podrido recuperó su estoque rápidamente. Una vez ya empuñando con fuerza su espada se dispuso a correr tanto como le fuera posible. Después de atravesar algunas calles, observó a lo lejos unas siluetas que corrían en la misma dirección en la que él iba. Estaba claro que no eran podridos puesto que estaban peleando contra ellos. En su interior volvió a brillar la esperanza en medio de tanta desesperación, al pensar que aquellos debían ser sus amigos.

—¡Esperadme! —Gritó Jimmy con todas sus fuerzas.

—¡Chicos esperadme! —Volvió a gritar al ver que no se habían dado la vuelta.

Esta vez tampoco tuvo éxito, pero eso no frustró sus esperanzas. Continuó corriendo lo más rápido posible, intentando ganar todo el terreno que podía.

Ley iba delante despejando el camino con la catana, pensando en el destino de su compañero. No le hacía ninguna gracia tener que estar huyendo sin él, en su corazón la joven sentía que estaba traicionando a un amigo. La situación era bastante fea y la misión estaba por encima de todos, pero aún así se sentía mal por su camarada.

Will iba detrás cubriendo a Johnny el cual ya no tenía ni una sola bala. Will no veía necesario cargar con aquella mujer inconsciente, pensando que no serviría de nada y encima les retrasaría. No abrió el pico ya que sabía que Ley querría que se la llevasen para interrogarla. El pelinegro guardó silencio todo el trayecto, pensando en lo mal que había salido todo. Se sentía agobiado con la idea de haber dejado a Jimmy a su suerte, sin saber si estaba vivo o muerto. 

—¡Parece que me odiéis por haber dicho que Jimmy estaría muerto! —Gritó el pelirrojo enfadado.

—¡Es culpa tuya cabrón! ¡Teníamos que haber ido a por él antes que por Ley! —Contestó Will malhumorado.

—¡Joder! ¡Los putos mutantes venían de ahí! ¿Qué querías meterte en medio de la estampida? ¡La próxima vez vas y que te maten! ¡Puto payaso de mierda! —Gritó Johnny mostrándole todo su desprecio.

—¡Rata asquerosa! ¡Tendrían que haberte pegado una paliza más fuerte! ¡Deberían haberte matado! ¡Puto psicótico de mierda! ¡Eres despreciable! ¡Eres un puto enfermo! —Insultaba Will lleno de ira, disparando a quema ropa a un podrido que se le acercó por la derecha.

—¡Nazi de mierda! ¡Porque nuestro campo no es de exterminio! ¡Si estuviéramos en Auschwitz te metía en la cámara de gas! ¡Eso si! ¡No sin antes comerme tus ojos en un par de tostadas! —Contestó furioso el pelirrojo, esquivando un par de cadáveres que yacían en el suelo.

—¡Callad ya! ¿No os dais cuenta que no es momento para discutir? ¡Joder! ¡Concentraos! —Ordenó disgustada Ley, atravesando el cráneo de uno de los putrefactos seres que les cortaba el paso.

Ambos chicos cerraron la boca a regañadientes, mirándose con desprecio cada vez que cruzaban alguna mirada. Ninguno de los dos tragaba al otro, haciendo que la relación cada vez fuera más tensa.

Johnny se dio la vuelta al darse cuenta de que alguien los estaba siguiendo de lejos. Era un contratiempo que no le hacía ninguna gracia. Giró su cabeza pero no veía bien quien era, así que decidió pararse a observar.

—¿Quién coño nos sigue? —Pregunto el esquelético chico con bastante desprecio.

—¡Es Jimmy! —Dijo Will después de mirarlo detenidamente.

—¡Vamos! —Ordenó Ley corriendo hacia Jimmy.

—Paso, os espero aquí. La tía esta pesa un huevo. —Respondió Johnny, suspirando.

Jimmy se alegró profundamente al ver que eran sus compañeros, sintiéndose aliviado de ver que seguían con vida. Se apresuró a reunirse con ellos, para poder salir de una maldita vez de aquel lugar.

Una vez todos juntos continuaron el camino hacia el Jeep. Tenían la suerte de que cuanto más se desviaban hacía el coche, más se alejaban de la trayectoria de los deformes animales.

Por el camino empezaron a ver cada vez más y más zombies, mientras más se alejaban de los mutantes. Al principio los chicos esquivaban la gran mayoría, hasta que se hizo imposible ignorarlos.

Ley y Jimmy iban a la cabeza del grupo, aniquilando con sus espadas a cualquier criatura podrida que se les acercara demasiado. Justo detrás iba Johnny a toda prisa cargando con la mujer, la cual estaba completamente inconsciente. Al final del todo estaba Will cubriendo la retaguardia con las pocas balas que le había dado el rubio, intentado crear un perímetro de seguridad.

Esta estrategia les funcionó bastante bien al principio para hacerse paso entre los muertos vivientes. Siguieron avanzando hasta que llegó un punto que era casi imposible continuar. Las criaturas bloqueaban la senda, ansiosas por comer carne fresca. Eran tantas cortando el camino, que Ley y Jimmy no iban a ser capaces de abrir un hueco entre ellas. 

—¡Dad la vuelta! ¡Tenemos que dar un rodeo! —Ordenó Ley a voces, cortando el cuello de uno de los podridos.

—¡Por aquí! —Gritó Johnny metiéndose por uno de los callejones de la izquierda.

Todos le siguieron lo más rápido posible para reagruparse en el callejón. Una vez allí vieron a Johnny mirando nervioso los edificios de la pequeña y oscura callejuela. 

—¡Allí! ¡Tenemos que subir por esa escalera de incendios! ¡Es la única que no está rota! —Vociferó el grotesco joven señalando el tercer bloque que había.

Ley y Jimmy se volvieron a poner en cabeza para matar a toda criatura que les cortara el paso. Ambos estaban exhaustos pero sabían que no podían bajar el ritmo si querían seguir con vida. Estaban invirtiendo todas las fuerzas que les quedaban en intentar llegar sanos y salvos al coche.

—¡Venga chicos ya queda poco! —Exclamó Will intentando animar a sus amigos.

Cuando consiguieron llegar a la escalera, dejaron que primero subiera Johnny con la mujer. Jimmy y Ley protegían a sus compañeros mientras estos conseguían llegar a la vieja escalerita de incendios. 

Cuando Will estaba subiendo las criaturas se estaban aglomerando alrededor de los chicos. Ambos agotados intentaban quitárselos de en medio con la mayor brevedad posible. Cada vez eran más los que se les echaban encima, provocando que los chicos tuvieran importantes subidas de adrenalina.

—¡Subid ya! —Gritó Johnny histérico, tirando un cacho de verja a los podridos para ayudar a sus amigos.

—¡Tú primero! —Ordenó Ley con su tono más autoritario repleta de confianza.

Jimmy asintió raudo para posteriormente subir con la ayuda de Will. Johnny apoyaba su amiga desde arriba, arrojándole a las criaturas todo lo que encontraba en el suelo. Tiraba piedras de los escombros de la vivienda vecina, junto con hierros de la verja que arrancaba ya que estaban casi sueltos.

—¡Nazi cuando suba Jimmy entre los tres la subimos rápido! —Mandó el pelirrojo algo alterado.

—¡Sangre sube! —Gritó Will tras asentir al escuchar la orden de Johnny.

Los tres chicos cogieron a la pelirroja con fuerza de los brazos y tiraron hacia arriba. Una fea y medio descompuesta criatura agarró la pierna derecha de Ley intentando tirarla al suelo. La joven forcejeó un poco con la derecha y cuando vio que no se podía soltar, le atizó una patada con la izquierda. Después de eso los tres chicos consiguieron subirla rápidamente a la destrozada escalera de incendios.

Una vez todos estuvieron arriba pudieron relajarse un poco tras los convulsos acontecimientos. Comenzaron a subir por la vieja escalerita, la cual no estaba rota del todo, pero estaba en un espantoso estado. La verja que protegía de una eventual caída estaba medio suelta, y por algunas partes era completamente inexistente. Faltaban también algunos escalones y por si no fuera poco, la escalera se balanceaba levemente mientras andaban sobre ella.

—¿Creéis que por los tejados podremos llegar? —Preguntó Jimmy algo pensativo.

—No sé, pero por ahora es la mejor opción. Por ahí abajo no se puede ir, es imposible entre los mutantes y los podridos. —Contestó Ley seguidamente, poniéndose en la cabeza de la fila.

—Si esto sigue así la cosa se va a poner muy fea. ¿Llegaran al campo algún día? Cada vez hay más estampidas de mutantes. —Dijo Will integrándose en la conversación.

—Por ahora estamos teniendo suerte, pero deberíamos estar preparados por si acaso. —Contestó Jimmy preocupado por el asunto.

—¿Pero por que hay tantas estampidas? Al principio esto no pasaba. —Dijo Will intentando encontrar una respuesta que le resolviera su duda.

—Antes había más humanos, ahora que ya apenas quedan van a por los mutantes. Tienen que comer carne fresca así que esa también les vale. Los animales mutados huyen de ellos y al final se lía todo esto. —Respondió el pelirrojo con cierto desprecio hacia Will.

Cuando consiguieron llegar a la azotea del bloque por la sinuosa escalera, se pusieron a observar el panorama intentando buscar el mejor camino. Sabían que tenían que dar un rodeo ya que el camino más corto era prácticamente imposible. Los tejados que iban en la dirección que querían ir, estaban demasiado separados unos de otros como para poder ir por ahí.

—Si vamos recto nos acercaremos bastante al Jeep. Lo único malo es que una vez allí no sabremos como está todo eso. Lo mismo está plagado de podridos que nos cortan el paso y aún tendríamos que andar un par de calles. —Expuso la pelirroja, dejando que sus compañeros decidieran.

—Yo es la única opción que veo, no hay ninguna otra salida. Tendremos que probar  haber si hay suerte. —Añadió el rubio bastante convencido de lo que decía.

—Si, yo lo veo guay. Podría salir bien, además es o esto o volver abajo. —Contestó Johnny de acuerdo con sus compañeros.

—Bueno si no hay más remedio, tendremos que ir por ahí. Yo no lo veo buena idea pero si vosotros lo veis, pues nada… —Respondió Will bastante temeroso y desconfiado.

Los chicos se pusieron en marcha inmediatamente, saltando por los tejados que estaban bastante juntos los unos de los otros. Todos los bloques de esa acera estaban prácticamente unidos por sus azoteas, facilitando la ruta de los jóvenes soldados.

—¿Vamos a hablar de lo que ha pasado? ¿Jimmy donde estuviste metido? —Preguntó Will bastante desconcertado por los hechos.

—He visto a David. —Susurró el rubio ausente, tras un amargo silencio en el que reflexionó si hablar o no.

—¡¿Mi hermano?! —Exclamó Johnny totalmente conmocionado, dejando caer al suelo a la mujer inconsciente que llevaba a cuestas.

Will y Ley se pararon impresionados por la noticia mirando con preocupación al soliviantado Johnny, el cual estaba perturbado por el impresionante dato que acababa de escuchar. El joven estaba completamente inmóvil intentando asimilar aquella información, la cual había removido todos sus sentimientos más profundos.

—¿Estás bien Johnny? —Preguntó preocupada la pelirroja, mientras cogía sus manos en señal de apoyo.

El esquelético chico no dijo ni una sola palabra, se quedó como si no hubiera escuchado a su compañera. Estaba inmerso en sus pensamientos, se encontraba totalmente alejado de la realidad en aquel momento. Solo se limitó a quedarse inmóvil y ausente durante prolongados minutos.

—¡Vámonos! —Exclamó Johnny seriamente, tras volver en sí después del shock.

—¿No quieres hablar de ello? —Preguntó Jimmy con preocupación.

—¡No! ¡Ahora no! —Contestó el pelirrojo de mala manera.

—¿Estás seguro? —Preguntó el rubio dudando sobre la respuesta de su compañero.

—¡Joder! ¡Te he dicho que ahora no cabronazo! —Gruñó el esquelético joven bastante irritado por la presión que ejercía Jimmy con tanta insistencia.

Los chicos continuaron el resto del camino por los tejados en completo silencio. Todos estaban preocupados por el estado de Johnny, tras las intensas noticias que había recibido. El joven a simple vista parecía estar bien, pero todos sabían que por dentro no era así.

Una vez llegaron al final del camino se sentaron a descansar y a observar por donde podrían bajar. La escalera de incendios de aquel bloque estaba rota y no llegaba al primer piso. Ciertamente aquella escalera no estaba para bajar por ella, pero la de los anteriores bloques directamente es que ni estaba ahí.

—¿Qué hacemos? —Preguntó el rubio rompiendo el eterno silencio que se había apoderado de ellos.

—Solo hay dos opciones viables. Uno, bajamos por esta escalera rota con riesgo de pegarnos una buena hostia. Dos, seguimos por los tejados hasta encontrar otra escalera con la posibilidad de alejarnos bastante más de lo que estábamos antes. Vosotros decís. —Dijo la pelirroja planteando las opciones al grupo.

—No podemos alejarnos más, esta tía pesa un huevo. —Contestó Johnny harto de la situación.

—Yo prefiero continuar. Hay bastantes podridos ahí abajo y encima la escalera está rota. No es una opción, no tiene sentido. —Opinó Will poniéndose en contra del pelirrojo.

—Esperad, vamos a pensar. —Respondió Jimmy intentando que no estallara una discusión entre sus dos amigos.

El rubio se asomó a la escalera de incendios intentando buscar una solución que contentara a Will para poder convencerle, ya que él mismo pensaba que era una chorrada alejarse más del Jeep. Después de un buen rato observando y cavilando, saltó corriendo del suelo donde estaba sentado para reunirse con sus compañeros.

—Chicos, ya está. Hay una especie de cable uniendo unos cuantos escalones que están sueltos. Una vez que pasemos ese tramo, podemos quitar el cable. Ese tramo de peldaños de la escalera caerá, pero nosotros podremos atarlo a la parte final y descender. Eso hará bastante ruido, así que tendremos poco tiempo. El cable no llegará hasta abajo pero nos acortará bastante cacho, como dos pisos o así. No os preocupéis por que abajo ay un contenedor, caeremos en él y saldremos corriendo a toda prisa. —Explicó Jimmy rápidamente, convencido de que todos estarían de acuerdo.

Todos asintieron y se pusieron en marcha lo antes posible. Descendieron por la destrozada escalera de incendios, intentando hacer el menor ruido posible para pasar desapercibidos. 

—Tengo una idea. Para ganar algo más de tiempo, dos cogeremos el tramo suelto mientras atáis el cable y bajáis. —Susurró la pelirroja, justo después de ocurrírsele la idea.

—Yo lo sujeto contigo. —Contestó Will inmediatamente.

Jimmy y Johnny quitaron el cable, mientras Ley y Will hacían fuerza para sostener el pesado trozo metálico. Una vez retirado el rubio y el pelirrojo bajaron hasta el final de la escalera rápidamente. Cuando estaban abajo, mientras Johnny ataba el cable, Jimmy sacaba su cinta aislante de la mochila. El rubio la usó para rodear el cuerpo de la mujer, atándolo al de Johnny para que esta no se cayera.

—¡Ufff! ¡Joder! ¡Como tardan los cabrones! ¡Esto pesa como su puta madre! —Gruñó Ley notando como se gastaban sus últimas fuerzas inexorablemente.

Johnny descendió el primero por el cable, cayendo con éxito en el contenedor sin hacerse daño. Jimmy lo siguió raudo por la cuerda, mientras su grotesco amigo caía sobre las botellas de plástico de la basura.

Johnny esperaba dentro del contenedor, mientras Jimmy se disponía a salir fuera para encargarse de los podridos más cercanos. Una vez el rubio salió de la basura con suma velocidad, llamó a sus compañeros con un corto silbido. Cuando estos recibieron la ansiada señal, soltaron rápidamente el pesado tramo de escalera.

El basto ruido ocasionado por el tremendo porrazo metálico llamó la atención de las descompuestas criaturas. Esto hizo que Will y Ley se apresuraran lo más posible, consiguiendo que casi se cayeran rodando por las escaleras.

—¡Baja tú primero, tienes que ayudar a Jimmy! —Le gritó histérico Will a la pelirroja.

La chica le hizo caso y descendió la primera por el cable. Will la seguía de cerca intentando ir lo más rápido que podía. 

—¡Joder! ¡Perdona! —Exclamó la chica al caer al contenedor y golpearse accidentalmente con Johnny.

Will saltaba a la basura mientras la pelirroja salía a ayudar a Jimmy, el cual se veía bastante agobiado por el exceso de putrefactos seres a su alrededor. La joven nada más salir del contenedor le rebanó la cabeza a un podrido que acosaba a su amigo, asegurando su retaguardia con la catana manchada de sangre. 

Una vez estuvieron todos fuera recuperaron la formación original y continuaron avanzando todo cuanto podían. Había bastantes criaturas, pero había bastante más espacio del que tenían antes para poder maniobrar.

Tras el último gran esfuerzo consiguieron llegar al coche después de tanto. Johnny soltó a la mujer en uno de los asientos traseros, dejándola rápida y descuidadamente ahí tirada. Ley y Jimmy mataban a las criaturas cercanas mientras Will y Johnny se subían al vehiculo para arrancarlo.

—¡Nena subiros! —Gritó el esquelético joven haciendo rugir el motor del Jeep.

Ley y Jimmy subieron inmediatamente, ansiosos por marcharse del lugar y llegar a casa. Cuando ambos subieron el pelirrojo aceleró, poniendo en marcha el coche y atropellando a un par de criaturas con él. Se alejaron a toda velocidad dirigiéndose a un lugar más amplio y desahogado.

Una vez lograron alejarse de la zona invadida y salir del paso de las criaturas, pudieron observar mejor lo que ocurría desde la distancia. Se veía una gran masa de putrefactas criaturas que avanzada en la dirección en la que se alejaban los animales mutantes a toda velocidad. Podían ver el pueblo y sus afueras, ver la destrucción que todo aquello había provocado. 

—El mundo se ha vuelto loco. —Susurró Jimmy con el corazón lleno de tristeza.

—Cualquier sitio puede convertirse en peligroso en cualquier momento. —Añadió la pelirroja también apenada al observar todo lo que ocurría.

—¡Por eso necesitamos uno de esos Bunkers! —Exclamó la chica tras un breve silencio que dedicó a mirar el suelo del coche.

—Hablando del tema… ¿Qué coño ha pasado para que nos llevemos a esta mujer? —Preguntó el rubio algo desconcertado por aquel hecho que no llegaba a entender.

—¡Es verdad! ¿Qué coño a pasado mientras nosotros estamos separados? —Preguntó Ley justo después de escuchar la pregunta de su compañero.

—Cuando vosotros os fuisteis, tuvimos Johnny y yo una discusión con ella y con los soldados. Nos han visto, saben lo que hemos hecho. No sé donde pero una vez que fuimos a por uno de esos maletines, ellos se lo acababan de llevar y nos vieron ir a buscarlo. Desde entonces han puesto algunos hombres por si nos acercábamos a por otro maletín. A veces nos hemos adelantado, pero otras no. A partir de ahora tendremos que tener más cuidado. Querían que les contáramos donde guardábamos los maletines robados, no soltamos prenda ninguna y la cosa se puso tensa. A este chulito le pegaron porque no puede mantener el pico cerrado. Todos los soldados están muertos y nos llevamos a esta para sacar información. —Explicó Will informando a sus compañeros.

—¿Por qué está inconsciente? —Preguntó Jimmy, observando a la mujer de reojo.

—Le aticé con la escopeta en la cabeza. —Comentó Johnny pavoneándose de ello.

—¿Y vosotros que? —Preguntó Will sumamente intrigado.

—Ahí estaba la puta de Denise. Yo flipo, la habían entrenado con una catana. Esa tiparraca hasta el último momento pretendió ser mi versión mejorada. Creo que no hay que decir más, cuando habéis visto como quedó su asqueroso cadáver. Ella quería hablar durante la pelea, pero yo solo quería matarla. Los traidores solo merecen muerte. Si ella quiso luchar contra nosotros en el golpe de estado, ella eligió su propia muerte. No se puede traicionar a los camaradas de esa manera. —Contó la chica del mal humor.

—¿Denise? A saber a quienes más tienen los hijos de puta estos. —Añadió Jimmy asombrado y dubitativo.

—¿Jimmy mi hermano está vivo? Ahora si quiero hablar del tema. —Susurró Johnny algo ausente.

—¿Seguro? —Preguntó el rubio intentando no volver a herir a su amigo.

—Si, ahora si. —Contestó el pelirrojo intentando mantenerse sereno.

—Se fue con vida, pero estaba herido y su traje rajado por algunos sitios —Respondió Jimmy brevemente.

—Cuéntame que pasó. —Dijo Johnny temeroso de lo que pudiera escuchar.

—Le pregunté que porque había elegido verme a mí y no a ti. Me dijo lo de siempre, que eras una rata de cloaca y que tenía algo pendiente conmigo por que era un traidor. Quiere acabar con nosotros y no va a parar hasta que lo consiga. Ha mejorado bastante, yo casi no podía con él. Menos mal que la estampida me salvó. Nos odia Johnny, a todos nosotros nos odia. Igual que no le perdonamos que nos traicionara en el golpe, él tampoco perdona que nos subleváramos contra el estado. Como no pudo luchar contra nosotros aquel día cara a cara, quiere hacerlo ahora sobretodo porque los otros tienen interés en vernos muertos. —Contó joven de ojos azules mirando al suelo y con la melena rubia casi tapándole los ojos.

—¡Que hijo de puta! —Gritó Johnny malhumorado, pegando un pequeño acelerón con el coche.

—Bueno vamos a relajarnos que ya bastante hemos tenido hoy. Vámonos a casa, comemos y descansamos. Es lo que nos hace falta, yo no puedo más. El brazo me duele tanto que ya ni lo siento. Estoy muerta, últimamente no paro. Joder, me he hecho un montón de kilómetros hasta que os encontré. Ya si a eso le sumamos toda la caña que llevamos metida, es inhumano esto ya. Vivo en un campo de concentración y trabajo como un prisionero haciendo esfuerzos inhumanos. Vale que el mundo se ha ido a la mierda, pero un poco de descanso no nos vendría mal. —Dijo Ley bastante irritada por el dolor y el extremado cansancio.

—Coge un calmante de la guantera y duerme nena, no te preocupes. —Dijo el pelirrojo con suma amabilidad.

El resto del camino fue completamente en silencio ya que Ley y Jimmy se durmieron al poco rato. Johnny y Will no se llevaban tan bien como para ponerse a charlar ellos dos solos. El pelirrojo se dedicó por completo a conducir y llegar lo antes posible. El pelinegro se puso a pensar en su compañero caído, mientras vigilaba que no se despertara la hostil mujer. Will derramó un par de lágrimas por Carroña en absoluto silencio, sin que su compañero se diera cuenta si quiera de aquello.

—Ley despierta, vigila a la mujer mientras estos bajan a abrir la verja. —Dijo Johnny dándole un par de toquecitos a su compañera.

—Mm, si. —Contestó desconcertada la pelirroja abriendo lentamente los ojos.

—¡Jimmy! ¡Despierta! ¡Joder Jimmy! —Gruñía Will zarandeando al rubio.

—Ya voy, ya voy. —Respondió el joven con los ojos aún cerrados.

Ambos abrieron la verja del campo para que pudiera pasar el Jeep. Una vez entró el coche, estos volvieron a cerrarla cuando se metieron dentro del recinto. Guardaron el vehículo junto con el resto ya debajo de techo, terminándolos de relajar del todo. Habían vuelto a casa y se podían quitar las mascaras ya que estaban en las entrañas del complejo. 

—¿Por fin no? Que alivio poder estar aquí otra vez. —Dijo la pelirroja tras soltar un bostezo.

Los jóvenes cogieron las cosas del coche y se adentraron en los túneles. Johnny se desvió en uno de ellos con la mujer a cuestas, dispuesto a encerrarla y encadenarla para que no fuera un problema. El resto se dirigieron a una de las salas comunes que estaba vacía.

—Will trae mantas y nos echamos ya a dormir por dios. —Pidió Jimmy completamente exhausto. 

El pelinegro asintió y trajo de la sala vecina unos viejos sacos de dormir que tiró al suelo rápidamente.

—¿Esto os vale? —Preguntó Will malhumorado por el cansancio.

—Lo que sea, yo solo quiero dormir. —Contestó la pelirroja metiéndose en uno de ellos dispuesta a descansar.

Sus dos compañeros la imitaron al instante, derrotados por el sobreesfuerzo que habían tenido que hacer. Ley se durmió la primera seguida de Jimmy. Will aprovechó que ambos dormían para llorar en silencio la muerte de su amigo una última vez antes de dormir. El pelinegro se quedó dormido llorando poco antes de que Johnny apareciera en la estancia. Este cuando llegó  puso su saco al lado de sus compañeros y se quedó dormido nada más meterse en él.  

Johnny fue el primero en despertar después de varias horas de sueño. Cuando abrió los ojos lo primero que vio fue a su compañera durmiendo profundamente. Él la miró un par de minutos y se levantó silenciosamente, intentando que ninguno se diera cuenta de que se marchaba.

A la hora siguiente se levantaron Will y Jimmy más o menos a la misma vez. Ambos se sentaron en el suelo a comer un par de latas de atún mientras se terminaban de espabilar.
Después de las latas cogieron una cerveza y la compartieron como buenos camaradas.

—¡Chicos venid! ¡A Johnny se le ha ido la pinza! —Gritó una chica morena que irrumpió en la estancia abruptamente.

Ley se despertó alterada por los gritos de la chica y se levantó de un salto. Miraba desconcertada de un lado a otro intentando comprender que pasaba.

—¿Qué coño as dicho de Johnny? ¿Qué pasa Effy? —Preguntó alterada la pelirroja.

—¡Venid! ¡Está torturando a una menda y la va a matar! —Contestó a voces la chica, saliendo de la habitación rápidamente.

Los tres fueron detrás de la joven imaginándose lo peor. Conocían bien a Johnny y sabían que después de recibir noticias de su hermano estaría desquiciado. Los tres se culpaban por haberse dormido en vez de asegurarse de que a su amigo no se le fuera la cabeza demasiado.

Se escuchaban los gritos de la mujer por todo el pasillo. Aquellos alaridos ensordecedores les estaban taladrando el cerebro con lentitud. Se apresuraron todo lo posible, no querían que la mujer muriera antes de ser interrogada en condiciones.

—Yo entro, a mí me hará caso. —Dijo Ley segura de sí misma, parándose justo delante de la puerta.

La pelirroja entró dentro mientras el resto se quedó fuera intentando escuchar que ocurría dentro. 

—¿Qué haces aquí? —Preguntó el grotesco joven desconcertado, sosteniendo un ensangrentado palo de madera.

Ley se quedó en silencio unos minutos mirando la sangrienta y macabra escena. La joven miró a la desnuda y apaleada mujer, mientras meneaba la cabeza de un lado a otro disgustada. La mujer tirada en el suelo tenía un aspecto bastante demacrado. Era un despojo humano encadenado a la pared, llorando histérica por el intenso dolor que sufría.

—Johnny esto no está bien. —Dijo decepcionada, mientras lo miraba como si fuera un extraño.

—Nena, yo… —Intentó excusarse el chico, antes de que su compañera lo interrumpiera dándole un guantazo en la cara.

—¡Nena no! ¡Estoy harta! ¿Es que tienes que violar a todas las prisioneras? ¿No vas a cansarte de ser un capullo? ¡Joder frena un poco el sadismo! ¡Hay que interrogarla! ¡No puedes torturarla y matarla antes! —Gritó Ley sumamente enfadada.

—Lo siento. —Dijo Johnny entristecido mientras dejaba caer el palo al suelo.

El esquelético y hundido chico salió de la habitación sin decir ni una sola palabra, dejando la puerta abierta y marchándose casi como un fantasma. Ley lo miró con cierto sentimiento de culpabilidad. Ella empezó a pensar que había sido demasiado dura con él, después del mal trago que se había llevado el chico.

—¡Johnny espera! —Gritó la joven corriendo detrás de él, dándole un pequeño empujón al resto que observaban atónitos como el chico se iba.

Ley lo estuvo persiguiendo por los pasillos, mientras él corría a esconderse a una de las habitaciones más profundas del complejo. Johnny entró en la estancia y se tiró de rodillas al suelo llorando, para posteriormente golpear lleno de ira el suelo con sus puños.

—Johnny cariño, levántate. —Dijo con dulzura la pelirroja, secándole con suavidad las lágrimas.

—¿Por qué eres la única que se preocupa por mi? —Preguntó entristecido el chico, alzando la mirada para ver el rostro de la joven que tan importante era para él.

—Por que eres alguien especial. —Contestó sentimentalmente la pelirroja ofreciéndole la mano para levantarse.

—Siempre me has demostrado que estabas ahí, pero nunca me habías dicho eso ni nada parecido. —Respondió agradecido el esquelético chico, iluminándosele los ojos al mirar a su compañera.

Johnny se levantó ayudándose de la mano de Ley. Una vez en pie la abrazó con todas sus fuerzas y comenzó a llorar para desahogarse. Esta lo abrazó también intentando consolarlo, haciéndole sentir mejor.

—Siempre he sido una puta mierda. Nunca le he importado a ese maldito cabrón. Mientras mi jodido padre se drogaba y violaba a la zorra de mi madre, él aprovechaba para torturarme y reírse de mí con sus estúpidos amigos. Yo solo quería que él estuviera orgulloso de mí, que mi hermano mayor se preocupara por mí alguna vez. Odio a las personas, odio al mundo y al ser humano. Los asesinaría a todos, les haría sufrir hasta el último segundo. No confío en nadie, no les doy mi cariño a las personas. Nadie se merece que le dé nada. Rojo y Jimmy siempre han sido mis amigos, pero nunca les he mostrado afecto. Cuando Rojo murió me arrepentí de haber sido siempre tan frío con él. Aún así con Jimmy que sigue vivo me sigue siendo imposible mostrar ese afecto. No quiero acercarme a las personas, pero contigo es diferente. Eres tan dura, pero quieres tanto a las personas que es imposible no tenerte cariño. Miras siempre que es correcto hacer con los que te rodean, como cuidar a los tuyos aunque tengas que sacrificarte sin tener su cariño cerca. Eres la única que puede sacarme de la mierda, la única que ha intentado mantener mi mente sana. —Dijo el chico entre amargos llantos sacando todo el dolor que llevaba dentro.

—No necesitas que él esté orgulloso de ti, tú eres mejor que tu hermano. Tú también mantienes mi mente en buen estado, consigues que no me vuelva loca en este mundo de chalados. Aunque seas más distante proteges siempre a los tuyos. Eres muy fuerte y pareces estar siempre entero, te admiro por muchísimas más cosas, pero sobre todo por eso. —Contestó la joven acariciándole el pelo, para acabar dándole un beso en un lado de la frente.

Johnny se secó las lágrimas, mientras intentaba sonreír tanto como podía. Despeinó a su compañera bromeando y acto seguido le sacó la lengua con una de sus grotescas muecas.

Ambos salieron de la estancia y caminaron por los pasillos para encontrarse con el resto de la gente. Se cruzaron con un Jimmy sonriente que les echó el brazo por lo alto, mientras se ponía en medio de los chicos.

—Vamos a celebrar que hemos traído bastantes recursos, así que vamos a la fiesta chicos. —Comentó el rubio entusiasmado por la idea.

—¿Fiesta? —Preguntó Ley desconcertada.

—Bueno fiesta… Comeremos más de lo habitual, beberemos alcohol y echaremos unas risas. — Respondió alegre el chico, recogiéndose la melena rubia en una improvisada coleta.

—Creo que es lo que necesito. —Añadió el pelirrojo con una media sonrisa.

Los tres jóvenes se reunieron con casi todo el resto de los soldados en una gran estancia. Allí había botellas de whisky, ginebra y ron, al lado de una mesa con bastantes latas de conserva.

—¿Unas sardinas y unas anchoas? —Preguntó Johnny guasón, señalándole las latas a la pelirroja.

—¡Por supuesto! —Exclamó la chica sumamente hambrienta.

Mientras ambos se ponían las botas, Jimmy se acercó a Will y a otro soldado rapado. Aquel soldado estaba bastante nervioso y entusiasmado. Eso no hacía más que preocupar al rubio ya que aquel soldado era conocido por tener malas ideas.

—¿De que habláis chicos? —Preguntó el delgado chico, parándose al lado de los dos soldados.

—Dice Walter que ha encontrado un B-2 Spirit con una bomba nuclear, dos bombas de racimo CBU de 750 Ib y una bomba de clase 2.000 Ib. Pretende cargarse a los podridos de la zona con eso, yo ya le he dicho que no es buena idea.

—¿Qué? ¡Ni se te ocurra! ¿Qué coño haces? ¿Quieres llamar la atención de todos esos putrefactos muertos vivientes? —Protestó Jimmy desquiciado por la barbarie que se le había ocurrido a su compañero.

—Está bien chicos, está bien. Yo solo pretendía quitarnos enemigos en este infierno llamado mundo. —Contestó Walter disgustado por la negativa.

Este se fue a por una botella de whisky y posteriormente se puso a hablar con el resto de soldados. Will y Jimmy se quedaron unos segundos mirándolo por si se marchaba solo. No se fiaban ni un pelo de aquel soldado suicida.

—¿Este tipo esta bien del coco? Cualquier día nos mete en un lío. —Añadió el rubio molesto, tras marcharse el joven rapado.

—Yo ni siquiera me creo que haya encontrado eso, vete a saber lo mismo lo a soñado. —Contestó el pelinegro sacudiendo la cabeza de un lado a otro.

—Bueno da igual, vamos a beber que estos ya están contentos. —Dijo Jimmy señalando a Ley y Johnny.

—Pero si acaban de llegar, es imposible que ya estén borrachos. —Refunfuñó Will siguiendo a su compañero hasta las botellas.

—Bueno pero ya los he visto beberse casi media botella, estos tragan que flipas. —Explicó el rubio entre risitas.

—Odio a ese capullo y cada día le odio más. La verdad es que estoy frito por que se lo carguen. —Dijo en voz baja el pelinegro, sincerándose con su mejor amigo.

—¡Tío! Ahí te has pasado… —Respondió disgustado Jimmy, mirando la luz pasar por el cristal de la botella.

—Sé que es tú amigo, pero yo no le aguanto. Lo siento. Intentaré pasar un poco del tema, haber si no me calienta mucho. —Se disculpó Will algo avergonzado, quitando y poniéndole el tapón al Whisky. 

Johnny estaba animándose con eso de tener ginebra que compartir con su compañera. Había dejado a un lado los asuntos que tanto le preocupaban, para poder disfrutar del momento. Sabía que cualquier día podía ser el último y no quería desperdiciar el final de su vida amargado.

—Está tremenda esta ginebra. Sobre todo sabe mejor después de probarla casi un año después. —Expresó la pelirroja mostrando una alegre sonrisa.

—Mejor estará cuando te fumes esto conmigo. —Añadió el esquelético chico liándose un porro de marihuana.

—¡Eres la polla Johnny! —Exclamó Ley entusiasmada por el momento.

—¿Recuerdas que antes siempre pasábamos las vacaciones así? —Preguntó el joven sonriente.

—Si, con Jimmy, Rojo y mi hermano, disparando a viejas latas y botellas que poníamos sobre un tronco cortado que había detrás del río. —Dijo Ley entristeciéndose un poco al echar de menos la presencia de Rojo y de su hermano.

—¡Ey! ¡Ey! No te pongas triste. Pronto conseguiremos un bunker y nos traeremos a M.A. —Añadió Johnny intentando animar a su compañera, mientras le daba un cálido abrazo.

Will se quedó perplejo observando a sus dos amigos. Jamás había visto a Johnny mostrar cariño hacía un ser humano, amenos que hubiera estado apunto de morir.

—¡Tío! ¡Tío! ¡Tío! ¡Mira! ¡Le está dando un abrazo! Lo nunca visto. —Exclamó el pelinegro completamente asombrado, dándole toquecitos en el brazo al rubio para que se percatara del asunto.

—¡Hostias! ¡Esto es algo histórico! ¡Que pena no tener una cámara de fotos! —Contestó Jimmy tras ver la rara escena.

—Pobrecita Ley que después de perder a Rojo se siente sola y se tiene que conformar con abrazos del sádico este. —Dijo Will despectivamente, dejando claro lo poco que le gustaba Johnny como persona.

—Sangre es su amiga, pero creo que él se a hecho ilusiones. Coño si le está dando un abrazo y en público. Con lo poco que le gusta parecer un ser humano delante de la gente. —Respondió el rubio con ganas de cotillear.

—Es que no es un ser humano, es una aberración de la naturaleza. Un ser enfermizo y repugnante. Sinceramente me alegré cuando lo apalearon. —Refunfuñó Will dejando al aire el desprecio que sentía por el pelirrojo.

—¿Qué hizo cuando le pegaron? —Preguntó Jimmy lleno de curiosidad.

—Se quedó tirado en el suelo como la rata que es. Es cierto que le dieron una buena como para levantarse en el momento. Aunque eso no es escusa, ni siquiera se movió hasta que escuchó gritar a Ley. En ese momento saltó del suelo como si no hubiera un mañana. —Contó el pelinegro con cierta arrogancia.

—¿Lo ves? El chaval está obsesionado. —Añadió el joven rubio con una pícara sonrisa.

—¡Hostias! ¡No te lo pierdas! ¡Sangre le está cantando al oído aquella canción que tanto nos gustaba! —Dijo Will llamando la atención de su compañero.

La pelirroja le cantó el estribillo de una canción a Johnny, animándolo al recordarle viejos tiempos con la nostálgica canción de antaño. El chico sonrió como hacía años, sintiéndose algo más liberado de sus pesadas cargas.

El pelirrojo estaba harto de que sus dos compañeros le observaran como si fuera protagonista de un programa de salsa rosa, pero aquella canción había hecho que en aquel momento le diera igual todo. Escuchar esa melodía hacía de la ocasión unos segundos completamente especiales. 

Ley se alegró bastante al ver que estaba pudiendo ayudar a su amigo cuando más lo necesitaba. Al ayudar al joven se sintió tan bien que incluso se olvido por unos instantes de lo mal que iba todo.

—¿Vendrás conmigo a buscar a mi hermano? —Preguntó el grotesco joven temeroso de recibir una negativa.

—Cuando sepas donde está, yo iré contigo. —Contestó Ley con toda seguridad.

—Ya se donde está. Me lo dijo la mujer cuando la estaba torturando. —Añadió Johnny  pensativo, tras darle un par de buches a la botella.

—¿Quieres ir ahora? —Preguntó Ley rápidamente con disposición de ayudar a su compañero. 

—Si no te importa, me gustaría hacerlo mientras antes mejor. —Respondió el joven nervioso.

—Está bien, no digas más. Ve al Jeep yo te esperaré en la verja. —Añadió la pelirroja con total confianza.

Johnny se marchó raudo sin ni siquiera despedirse de sus compañeros. Cuando este se marchó la joven le dio un gran trago a la ginebra, para posteriormente tapar la botella con su respectivo tapón.

—Chicos me voy con Johnny a hacer una cosa al exterior, espero que podamos volver pronto. —Se despidió Ley sin soltar ni una palabra de lo que pasaba.

Esta se marchó con la botella en la mano, dejando a sus compañeros completamente atónitos. Ley se puso la máscara y se dispuso a salir al exterior. Esperó al pelirrojo en la verja, la cual abrió y cerró nada más apareció Johnny.

Una vez en el vehículo se dispusieron a salir de la zona, no sin antes encontrarse con el nervioso Walter. Ambos extrañados de verle fuera montado en una de las motos, intercambiaron unas raras miradas tras esconderse para que él no los viera.

—No sé a donde coño va, pero no me hace ninguna gracia. De todas formas no quiero que nos vea, si no nos joderá el plan. —Dijo el pelirrojo esperando a que se marchara.

Cuando le perdieron de vista se fueron de allí a toda velocidad, intentando no cruzarse con él. El pelirrojo quería llegar a su destino lo antes posible, ya había esperado dos años y no iba a esperar más.

—¿Dónde está? —Preguntó Ley intentando orientarse.

—Se esconde en el molino de detrás de la colina. Está aquí al lado. —Respondió el joven algo ausente.

El resto del camino transcurrió en absoluto silencio. Johnny se dedicaba a pisar el freno siempre que podía y a atropellas podridos que encontraba por el camino. Ley miraba el infame paisaje bebiendo sin parar de la botella que se había llevado. Levantaba levemente su máscara para poder beber rápidamente sin necesidad de quitársela del todo.

Cuando llegaron aparcaron el coche cerca, escondiendo el vehículo detrás de la colina. Ley terminó de un trago la poca ginebra que le quedaba y lanzó la botella lo más lejos que pudo. Johnny sacó de debajo del asiento delantero un viejo y sucio machete oxidado, pretendiendo matar con él a su odiado hermano mayor.

Ambos rodearon la colina cuidadosamente hasta tener justo en frente el estropeado molino. Johnny entró primero intentando no hacer ruido, seguido de su compañera a escasos metros.

El pelirrojo le hizo una señal a Ley para que esta se detuviera y se quedara allí esperando. Él siguió avanzando por el viejo molino, guiado por el sonido de una hoja metálica afilándose. Observó tras una puerta abierta, viendo a su hermano en calzoncillos afilando su pequeña hacha. Tenía una de las manos vendadas y una profunda herida en el mismo brazo. 

—¡Por fin nos vemos cabronazo! —Gritó Johnny con rabia, mirando a su hermano con todo el odio y rencor que guardaba dentro.

—¡Hombre si la rata de cloaca viene a verme! —Dijo David empuñando su hacha, pero aún sentado sobre una pequeña mesita.

—¿Por qué coño tienes que ser tan hijo de puta David? —Preguntó dolido el pelirrojo quitándose la máscara.

—Pelea como un hombre, muere como tal y deja de ser una sucia rata. —Contestó el musculoso chico levantándose lentamente.

—¿Ni siquiera al final me vas a decir unas buenas palabras? —Preguntó el joven intentando hablar más con su hermano.

—¡Cállate rata! —Gritó David abalanzándose sobre Johnny.

Este impulsivamente se echó hacia atrás, aunque esto no lo salvó de ser alcanzado. David rozó su hacha contra la piel de su hermano, rasgándole la ceja izquierda superficialmente. Johnny tras gritar por el corte, amputó la mano herida de su despreciable hermano con el machete oxidado. 

Este vociferó pero no se detuvo más que un par de segundos. Contraatacó con fuerza lleno de ira, haciendo retroceder al pelirrojo. Este se vio completamente acorralado y echó a correr, dejando su espalda al descubierto. Estaba tan cegado por su odio que no peleaba razonablemente. 

David le pegó una patada por detrás tirándolo al suelo de boca. Johnny perdió su machete a escasos metros, haciendo que David se confiara y tirara su hacha al suelo. El musculoso chico se echó encima del esquelético joven, pegándole fuertes puñetazos por toda la cara. 

—¡Me da vergüenza tener un hermano como tú! ¡Eres un esmirriado! ¡Una rata sin fuerza que se esconde en las cloacas para que no acaben con su vida! —Gritó David lleno de odio y desprecio.

—¡Tu si que eres despreciable! —Gritó Johnny con ira, justo antes de propinarle a su enemigo un brutal cabezazo en el pómulo derecho.

—¡Puto imbécil! —Vociferó David algo aturdido, pegándole una patada en la boca a Johnny mientras se levantaba a por el hacha.

—¡Te odio! —Gritó el pelirrojo lleno de ira sin alcanzar el machete, mientras su hermano se disponía a clavarle el hacha en el torso.

—¡¡¡Johnny!!! —Gritó Ley histérica al ver que iban a matar a su amigo inminentemente, mientras clavaba su catana atravesando a David de un lado a otro por detrás.

—Como no, la zorrita pelirroja. —Dijo David con cierto sarcasmo, dejando ver una macabra sonrisa al reírse con sangre cayendo por su boca.

Johnny completamente conmocionado por el shock observó en absoluto silencio la grotesca escena, mientras asimilaba que Ley le acababa de salvar la vida que le iba a arrebatar su propio hermano.

La pelirroja retorció con fuerza su espada, desgarrándole el interior brutalmente. Tras unos segundos de quejidos de su victima, finalmente sacó de un férreo tirón la catana de su interior. Cuando tiró de ella con fuerza el musculoso chico soltó su último grito de agonía, mientras la sangre que salía de su pecho manchaba el rostro descompuesto de Johnny.

El cuerpo sin vida de David cayó al suelo como pesado plomo. Sus ojos abiertos y apagados quedaron mirando a Johnny fijamente para toda la eternidad. El pelirrojo jamás olvidaría aquella expresión de esos ojos vacíos mirándole. El joven aún seguía conmocionado sin poder moverse. Solo miraba engarrotado el cadáver de su odiado hermano tirado en el suelo. Era una imagen que no podría borrar de su mente en lo que le quedase de vida.

—¿Estás bien Johnny? —Preguntó Ley preocupada, agachándose para mirarle a los ojos, después de lo que había hecho.

El chico seguía ausente contemplando el rostro de David. Sus ojos sin brillo le atormentaban con esa mirada tan fría, pero a la misma vez tan intensamente fuerte. No podía apartar la mirada de todo aquello, ni siquiera podía mover un solo músculo por más que quería. 

—Johnny yo… Lo siento. Iba a matarte y no podía permitirlo. Johnny háblame, dime algo por favor. —Insistía desesperada Ley una y otra vez, intentando hacer que el joven reaccionara.

Él seguía completamente inmóvil con la mirada perdida, observando con conmoción aquel cadáver que antaño había sido su hermano. Ley se agachó delante del esquelético chico acariciándole con dulzura la cara, tarareando aquella canción que tanto le gustaba al joven.

Ella repitió una y otra vez la melodía esperando obtener alguna clase de respuesta. La única que tubo mientras cantaba fueron las lágrimas de Johnny resbalando por su ensangrentado rostro. 

Ley echó la cabeza del chico sobre su hombro, abrazándole con fuerza al mismo tiempo que enredaba sus dedos en el despeinado pelo de Johnny. La chica continuó tarareando la melodía hasta que repentinamente el esquelético joven la besó. Esta no se apartó y sin pensarlo continuó besándole hasta que él se calmó.

—Lo siento, sé que no debería haberlo hecho. Antes mientras dormías te escuché llorar por Rojo, esto no ha estado bien. Lo siento, pero lo necesitaba. Necesitaba algo bello después de este infierno. —Se disculpó Johnny avergonzado, tras dejar de besar a la chica.

El pelirrojo se levantó aún lleno de vergüenza, colocándose la máscara rápidamente. Salió de la estancia intentando olvidar todo lo ocurrido, e intentando poder volver en sí lo antes posible. No estaba tan conmocionado, pero aún se sentía fuera de sí.

—¡Hostia puta! —Gritó Johnny al ver que los alrededores del molino se habían llenado de putrefactas criaturas.

Ley se puso en cabeza blandiendo la catana con su avanzada técnica, eliminando a los asquerosos seres que se ponían en su camino. El pelirrojo la ayudaba como podía con el machete, pero realmente eran demasiados para él. El chico no era tan bueno como ella o Jimmy con las armas blancas, lo suyo eran las armas de fuego ya que era un excelente tirador.

Consiguieron rodear la colina y volver al Jeep sin graves problemas. Una vez allí la delgada chica se encargó de los podridos, mientras su compañero arrancaba el coche. Cuando el motor rugió Ley se subió en él de un salto, no sin antes clavarle la catana en el cuello a uno de esos demacrados seres.

Por el camino de vuelta al campo de concentración reinó el silencio, mientras los pensamientos gobernaban en la sombra. Ley no se podía quitar de la cabeza todo lo que acababa de pasar. Había matado al hermano de su amigo, cuando era él quien debía haberlo matado. Encima después se habían estado besando y lo último que ella quería era hacerle daño. Sus sentimientos no eran los mismos que los de él, pero en aquel momento no pensó en las posibles consecuencias. Simplemente se dejó llevar, ella llevaba un tiempo mal y Johnny en ese instante necesitaba que algo le saliera bien. El chico había necesitado amor en una situación tan desoladora y ella se lo había dado unos breves minutos. 

—¿Serias capaz de quererme algún día? —Preguntó avergonzado el pelirrojo cuando se paró en frente de la verja del campo.

—Yo… —Empezó a decir Ley antes de ser interrumpida por Jimmy que iba gritando, mientras corría desesperadamente hacía ellos.

—¿Habéis visto a Walter? —Preguntó el rubio una vez estuvo lo suficientemente cerca.

—¿Qué pasa? —Preguntó Johnny con preocupación.

—¡El cabrón a encontrado un bombardero y quiere tirar las tres bombas que tiene! ¡La explosión puede complicar bastante las cosas! —Gritó Jimmy medio asfixiado intentando coger aire.

—¡¡¡Hijo de puta!!! ¡Le vimos cuando salíamos de aquí! ¡Se llevó una de las motos! ¡Como lo pille lo mato! —Vociferó Ley llena de rabia mientras abría la verja.

Los chicos se apresuraron en aparcar el Jeep y buscar al resto de sus compañeros lo antes posible. Tenían que estar preparados para cualquier contratiempo que pudiera ocasionar el pirado de Walter.

—¿Alguien sabe donde está? ¿Dónde había encontrado el bombardero? —Preguntó Johnny asumiendo parte del liderazgo.

—Por la zona del acantilado en un hangar. —Contestó Effy rauda, intentando ayudar todo lo que pudiera.

—¡Escuchadme chicos! ¡Le hemos visto salir hace ya bastante rato! ¡Un grupo debe dirigirse a buscar ese hangar y detener a nuestro loco camarada! ¡El resto tenemos que tenerlo todo listo por si la cosa se pone fea y hay que huir de aquí! ¡El grupo que buscara el hangar lo decidirán Jimmy y Will! ¡Ya sabéis como funciona esto! ¡En marcha! —Informó y ordeno Ley con un tono autoritario, mientras ella también se ponía las pilas.

Jimmy y Will se pusieron a reclutar soldados para salir lo antes posible. Escogieron a cinco y se prepararon para salir en escasos minutos. El resto se pusieron a las órdenes de Johnny y Ley para empaquetar las cosas importantes.

—¡Llevaos la radio! ¡Mantenedme informada! —Exclamó Ley antes de darle un abrazo al rubio para despedirse de él.

—¡Joder! ¡Nunca podemos estar tranquilos! —Refunfuñó Ley mientras arramblaba con todas las armas blancas y las metía en una gran bolsa de deporte.

—¿Es la vida del soldado no? —Preguntó retóricamente Johnny algo ausente.

—Bueno en Oriente medio tampoco lo pasábamos muy bien que digamos. —Añadió la pelirroja intentando quitarle importancia al asunto.

—¿Estuvisteis mucho tiempo allí? Yo solo estuve un año antes del golpe. —Dijo Effy integrándose en la conversación.

—El suficiente. —Contestó Johnny un tanto borde.

Ley se quedó pensativa al limpiar la catana que le había arrebatado a Denise. Esta era prácticamente igual que la que ella había perdido en Stone city en una explosión, justo antes de encontrar la que ahora tenía en un bazar chino. 

—¿Qué pasa pelirroja? —Preguntó Johnny acercándose a la chica.

—Es como la que yo tenía. —Respondió Ley totalmente ausente.

La delgada pelirroja miraba ambas catanas pensativa, sin saber cual utilizar y cual guardar en la mochila. Parecía una tontería, pero realmente era algo bastante importante.

—¿Por qué no te llevas esa? La tuya esta bastante deteriorada. Esta está en mejor estado y se ve de mejor calidad. —Dijo el esquelético joven, señalando la catana que antes había pertenecido a Denise. 

—Creo que te haré caso, ciertamente tienes razón. Esta es mejor, es una Nihonto. Está hecha con Tamahagane en un Tátara. En Japón eran de las más caras. —Contestó Ley con cierto entusiasmo.

Realmente no le hacia gracia llevar un objeto de Denise, pero le encantaba aquella catana. La que ella había tenido resultó ser un gustazo para usarla. Sus cortes eran mucho más limpios y la espada era mucho más resistente.

—¿Tamahagane? ¿Tátara? ¿De que mierda hablas? No sé que de que coño estás hablando. —Dijo Johnny confuso, mostrando una extraña mueca de desconcierto.

—Acero y horno japonés. ¿Lo coges o que? —Respondió la pelirroja con algo de chulería, guardando la otra catana con el resto de armas blancas.

Johnny hizo uno de sus grotescos gestos, para posteriormente guardar todas las balas en unas grandes mochilas. El resto de soldados aprovisionaban los alimentos y las armas de fuego en otras mochilas. Todos se movían sumamente deprisa, se notaba que estaban acostumbrados a ser eficientes y que habían tenido un buen entrenamiento.

—Nena termina de guardas las balas que yo voy a ir a por la marihuana. No tardo nada. Siempre todo lo que sale lo guardo en unos botes dentro de unas bolsas deportivas, por si algún día hay que salir corriendo de aquí. —Dijo el pelirrojo rápidamente, dándole la mochila medio llena a Ley.

—Vale, no tardes. —Aceptó con amabilidad Ley, siguiendo con la tarea que su compañero había dejado a medias.

Johnny tardo diez minutos en ir y volver cargado con su alijo, sonriente de poder llevarse consigo una buena mercancía. Bastante horrible era todo como para encima tener que huir sin nada que poder fumar. Sabía que lo más probable es que tarde o temprano se quedara sin nada, pero quería atrasar ese momento todo lo posible. Incluso había bastantes probabilidades de que pensara en pegarse un tiro cuando aquello ocurriera. 

Un tremendo estruendo sonó en la lejanía, acompañado de un gran temblor. Las sólidas paredes hechas de capas de piedra debajo del grueso cemento se estremecieron, dejando a los soldados atónitos en toda la estancia. Comenzaron a ponerse nerviosos y a mirarse los unos a los otros.

—¡Calmaos! ¡Si los del puesto de vigilancia nos avisan de que hay peligro nos vamos! ¡Sacáis primero al científico y después a los de tareas de vital importancia! ¡Los buenos tiradores se dividirán en dos equipos! ¡Equipo uno de escolta con los que salgan primero! ¡Equipo dos conmigo asegurándose de que todos salen de aquí con vida! ¡El destino serán los Bunkers de la zona B o los de la zona D! ¡Tendremos que improvisar según desde donde llegue el enemigo! ¡Puede pasar cualquier cosa! ¡Desde podridos hasta mutantes e incluso ambas cosas! ¡Hasta que no salga el último estaré cubriendo el lugar! ¡Sacad todos los vehículos y la gasolina que podáis! ¡Dejadme la vieja moto por si la cosa se pone demasiado fea! ¡Los mismos equipos y la formación de siempre! ¡En marcha demonios del inframundo! ¡Moved el jodido culo! —Ordenó con autoridad Ley, liderando a los escasos soldados, subida desafiante sobre una vieja mesa del centro de la sala.

La radio de la pelirroja comenzó a pitar, llamando rápidamente la atención de la chica. Esta pulsó uno de los botones de la radio, para posteriormente quedarse a la espera. La señal se entrecortaba repetidas veces, desesperando a la delgada joven que se impacientaba por momentos. 

—¡Lo a hecho! ¡La ha tirado! ¡No le encontramos! ¡Solo vimos esa luz cegadora en la lejanía! ¡Cambio!—Dijo alterado repetidas veces el rubio, comunicándose al otro lado de la radio.

—¡Si lo encuentras derríbalo antes de que tire las otras dos que tiene! ¡Yo aquí ya he dado órdenes! ¡Está todo listo! ¡Intentad volver lo antes posible! ¿Me recibes? ¡Cambio! —Contestó Ley con firmeza, dando un pequeño paseíto mientras hablaba por la radio.

—¡Recibido! ¡Cambio y corto! —Respondió el chico antes de cortarse la señal.

Tras la breve conversación la pelirroja enganchó la vieja radio a su cinturón y continuó con su tarea. Esta vez se trataba de comprobar que todas las armas de fuego estuvieran listas para la batalla. No quería sorpresas de cargadores medio vacíos o armas encasquilladas. 

—¿No debería ir ella primero? ¿Por qué no intenta ponerse a salvó para poder dirigir mejor al equipo? Si quiere arriesgar la vida tendría que ir en la línea de vanguardia y no atrás. —Preguntó Effy extrañada al pelirrojo, mientras miraba a Ley desconcertada.

—Se nota que nunca as estado en el campo de batalla con ella. El capitán del barco no lo abandona hasta el final y el barco somos nosotros. No va a huir del barco si este se hunde, no se va a marchar hasta que el último hombre este a salvo. Ella va a estar en la línea de vanguardia, y la línea de vanguardia esta aquí. No es la de mayor rango realmente, pero cuando la cosa se pone fea la obligamos a hacer de líder. Gracias a ella hemos salvado el culo demasiadas veces. Los verdaderos líderes no se quedan a salvo para poder dirigir mejor a sus soldados, predican con su ejemplo en la línea de vanguardia. Hay que tener muchos cojones para eso, determinación y estar loco para ir en plan suicida. He aprendido de ella que por más descabellado que parezca el plan, a veces eso es lo que lo hace funcionar. Cuando hay que evacuar, desalojar o toca retirada, el objetivo es que todos logren salir con vida. No sé ni siquiera porque te consideras un soldado, no sabes nada excepto disparar bien. —Contestó seriamente Johnny, mirando a la joven con cierto desprecio por su ignorancia.

El pelirrojo le dio la espalda a Effy con arrogancia, acercándose a Ley tras darle un trago a una botella que había sacado de una bolsa. No pretendía ponerse borracho, pero si venía una difícil situación necesitaría un par de tragos.

—Yo me voy a quedar hasta el final, tienes un hueco en el Jeep. ¿Por qué te vas a quedar con la moto de la segunda guerra mundial? Aunque le quitamos el sidecar sigue siendo muy incomoda de conducir. Es el peor vehículo que tenemos, aunque al menos es estadounidense. —Dijo el grotesco chico con cierta preocupación.

—Te vas a quedar casi hasta el final. Mi deber es que salgáis todos antes de salir yo. Además si a mí me pasa algo y estos no vuelven, tendrás que ser tú quien se ponga al mando. El resto no están capacitados aún. No olvides que tenemos un objetivo. Solo quería pedirte algo. Si a mí me pasara algo y se consiguiera el objetivo, tú tendrías que buscar a mi hermano y llevarlo a los Bunkers secretos. —Comentó Ley con seriedad, asegurándose de que todo quedara claro.

—No te preocupes nena, yo cumpliré con mi parte. Nada de esto quiere decir que vaya a dejar que te pase algo. Si lo que quieres es que salga antes lo haré, pero tú vendrás justo detrás mía. —Contestó con confianza el pelirrojo, recargando su escopeta rápidamente.

Jimmy lideraba el grupo de búsqueda, mientras que Will conducía el robusto camión. Los chicos estaban sumamente nerviosos al haber escuchado la explosión. No sabían donde buscar a Walter sabiendo que él había cogido ya el bombardero. Conducían con cautela en la dirección en la que habían visto la luz cegadora. No querían acercarse al epicentro de la radiación, pero necesitaban ver si veían el bombardero.

—Solo me acercaré quince kilómetros más. —Comunicó Will seriamente.

—¡Hostia puta! ¡Mirad a la derecha! —Gritó Jimmy histérico, observando la gran mole de podridos que avanzaban en la dirección de la explosión.

En aquel momento el pequeño grupo pudo observar casi encima de ellos el gran bombardero, atravesando el cielo como una poderosa ave metálica. Estaba dando la vuelta para volver a alejarse de ellos.

—¡¿Cómo coño se supone que derribo yo eso?! ¡Sangre está loca! ¿Qué piensa que llevo un lanzacohetes o que? —Gritaba histérico Jimmy una y otra vez, torturándose sin saber que hacer.

—Si cogió el bombardero ese por aquí cerca, quizás allí encontremos algo para derribarlo antes de que se líe más. —Sugirió rápidamente Will, dando un volantazo para cambiar de dirección.

—¡Vamos a buscar ese hangar cerca del acantilado! —Ordenó entusiasmado el rubio, mostrando una escurridiza sonrisa.

Will aceleró tanto como pudo, intentando llegar a la zona del acantilado rápidamente.  El lugar no estaba demasiado lejos, ciertamente estaba a cinco minutos de donde se encontraban.

—¡Ey! ¡Ey! ¡Para ahí! ¡Eso no es un hangar pero es un campamento militar! ¡Busquemos haber si hay algo que podamos utilizar! —Ordenó Jimmy con un atisbo de esperanza.

El pelinegro acató la orden parando lo más cerca posible de aquel desolado e improvisado campamento militar, el cual daba escalofríos al estar repleto de sangre y muerte. El grupo liderado por Jimmy se puso en formación con el rubio a la cabeza, avanzando rápidamente por la seca tierra del campo.

Parecía no habitar ningún peligro en aquel lugar, haciendo que se concentraran más en la búsqueda de armamento para derribar el bombardero. No encontraban más que cadáveres y algunos cartuchos de balas de pistola tirados por doquier. El sitio era grande y aún les quedaba bastante por investigar, pero tenían la esperanza de encontrar algo rápidamente. 

—Estamos perdiendo el tiempo. —Comentó Will algo desilusionado, mientras rebuscaba histéricamente. 

—¡No me jodas! ¡Cierra el puto pico y busca! —Dijo molesto Jimmy, lanzándole una mirada asesina al pelinegro.

Uno de los soldados del grupo silbó, haciendo un gesto para que se acercaran. El resto fueron corriendo ansiosos por ver que había encontrado. Se ilusionaron pensando en un potente lanzacohetes, para luego encontrar una vieja batería antiaérea.

—¿Enserio está esta mierda aquí? Solo encontramos trastos viejos, parece que nos ha mirado un tuerto. Seguid buscando algo mejor chicos. —Dijo Jimmy decepcionado, mirando detenidamente la desfasada artillería.

—Hombre mejor que nada es tío. ¿Has cogido uno de estos antes? Creo que es un Flak de Alemania. —Añadió Will fascinado por el viejo artilugio.

—Tío este cacharro es manual, nunca he cogido estas mierdas. Además tío yo iba en un tanque, no me ponía con las baterías antiaéreas. Solo hay dos proyectiles y no sé usar este cañón. Además esto es una mierda, esto creo que se usaba más para destruir tanques que para derribar aviones. Con esto no hacemos nada, es demasiado mediocre. Hay que seguir buscando, estoy convencido de que tiene que haber algún lanzacohetes por aquí. Incluso una buena batería antiaérea. —Contestó Jimmy gruñendo, mirando nervioso los alrededores. 

—Jimmy si hay aquí artillería de la segunda guerra mundial, no creo que encontremos nada mejor. Nadie en su sano juicio traería esta reliquia de museo si tuviera un armamento superior. Es de idiotas. —Dijo Will con su pesimismo natural,  rebuscando en unas cajas cercanas.

Ley estaba nerviosa esperando noticias de Jimmy. No habían vuelto a escuchar nada, así que suponía que la cosa tampoco iría tan mal. Había cogido la manía de toquetear la radio cada cinco minutos para comprobar que estaba bien. No sabía porque tardaban tanto en contactar, esperar allí sin hacer nada la ponía histérica.

—Nena relájate, ya llamará. Estarán liados por eso no contactan. —Dijo con ánimo Johnny intentando calmar un poco a su compañera.

—Esto es una mierda, se está jodiendo todo. —Susurró desganada la pelirroja, mirando pensativa al suelo.

—Dímelo a mí. —Añadió con sarcasmo el esquelético chico, dando porracitos en la pared con sus sucias y desgastadas botas militares.

 La vieja radio comenzó a pitar, sobresaltando a los pelirrojos como si de una alarma se tratase.

—¡Informa de la situación! ¡Cambio! —Ordenó Ley autoritariamente, pulsando el botón de la radio.

—¡Te ne…sito! ¿Me re…ibes? —Contestó el rubio entrecortadamente, perdiéndose la señal momentáneamente.

—¡Repite! ¡Jimmy repite! ¡Cambio! —Gritó Ley una y otra vez, sin recibir absolutamente ninguna respuesta.

La señal se había cortado completamente, frustrando brutalmente las esperanzas de la joven. 

—¡Funciona puta mierda! —Gritó desesperada Ley pegándole un par de porrazos a la vieja radio.

Al par de minutos volvió a pitar de nuevo. La nerviosa chica apretó el botón una vez más y esperó haber si obtenía alguna clase de respuesta. No escuchaba absolutamente nada, desesperándose aún más.

—¿Jimmy? ¿Me recibes? —Preguntó Ley al borde de un ataque de nervios.

—¿Ley? ¿Estás ahí? —Contestó Jimmy a los pocos segundos.

—¡Si! ¡Infórmame! ¡Cambio! —Dijo la chica algo más tranquila, apoyándose contra la pared.

—¡Necesito que vengas! ¡No voy a poder derribar el bombardero sin ti! ¡Aquí hay algo que podríamos usar! ¡Solo tú puedes manejarlo! ¡Cambio! —Informó el rubio brevemente.

—¡Jimmy no puedo irme de aquí! ¿No podéis usarlo vosotros? ¿Qué es? ¡No puedo dejar todo el peso aquí sobre Johnny solo! ¡Cambio! —Explicó Ley malhumorada, suspirando enfadada por tener que hacerlo todo.

—¡Es un Flak! ¡Solo hay dos proyectiles! ¡No nos la podemos jugar! ¡No hay nada más! ¡Tú ya has utilizado artillería manual y antigua! ¡Estamos al lado del acantilado en un campamento militar improvisado! ¡No tardes! ¡Walter sobre vuela la zona en círculos! ¡No sé que se propone! ¡Cambio! —Respondió el rubio a toda velocidad, nervioso por todos los acontecimientos.

—¡Recibido! ¡Cambio y corto! —Aceptó rápidamente la pelirroja, poniéndose en marcha con una ejemplar determinación.

—Yo estaré cuidando esto, pero vuelve. —Se despidió sonriente Johnny, abrazando a su compañera antes de que partiera.

—Me llevo la radio, avísame si pasa algo. —Dijo Ley con preocupación, poniéndose la máscara de gas que llevaba colgada al cinturón.

La pelirroja cogió la que antes había sido la catana de Denise, guardándola en una funda que llevaba atada en su espalda. Acto seguido cogió una pistola y un par de cartuchos de balas de nueve milímetros, para posteriormente dirigirse al garaje casi corriendo.

Sacó las llaves de una caja metálica de color verde, moviéndose rauda por la estancia para no perder tiempo. Se subió casi de un salto en la vieja moto, arrancándola agresivamente acto seguido.

Una vez fuera del campo aceleró tanto como el motor se lo permitía, llegando a coger una gran velocidad para el vehículo que llevaba. Esquivaba con destreza a todas aquellas criaturas que se interponían en su camino. No estaba dispuesta a perder ni un solo segundo más de lo que fuera necesario, tenía que llegar tan pronto como pudiera.

Comenzó a ver el bombardero sobrevolando los cielos, cortando las contaminadas nubes como si de un cuchillo se tratase. El avión se estaba alejando de la zona a la que ella se dirigía, haciendo que esta se desesperara aún más por llegar.

Cuando Ley iba por la autovía a toda velocidad vio como Walter soltaba otra de las bombas. Esta cayó con fuerza silbando mientras rompía el aire, para acabar explotando y causando un gran estruendo.

El proyectil cayó sobre un valle que se podía divisar desde aquella posición. La explosión aniquiló a una basta mole de podridos que pululaban por el basto terreno. Desde donde se encontraba Ley no se podía ver si todos habían muerto ya que realmente estaba lejos, pero podía divisarse el caos y la destrucción que había provocado.

La joven logró llegar unos minutos después al campamento militar, aparcando la vieja motocicleta al lado del camión que se había llevado Jimmy. Echó a correr a toda velocidad para adentrarse a buscar a sus compañeros, esquivando con suma agilidad todos los cadáveres que yacían en el suelo.

Will subido en unas cajas metálicas silbó al verla de lejos, haciéndole gestos con los brazos para llamar su atención. Esta llegó corriendo saltando por encima de cajas y mesas que estaban entre ella y sus compañeros.

—Buscamos haber si había algo mejor, pero no encontramos nada aparte de balas de pistola. —Dijo desanimado el pelinegro, guiando a la joven entre todo aquel alboroto.

—Vamos a ver en las condiciones en las que está. —Comentó intrigada Ley, andando distraída por aquel sangriento lugar.

A la joven se le iluminaron los ojos al ver la vieja batería antiaérea. Sentía una gran fascinación por las armas antiguas y sobretodo si podía usarlas. Lo examinó detenidamente en silencio un par de minutos, concentrada en comprobar que estaba en buenas condiciones.    

—¡Esta maravilla estará lista para usarse en unos minutos! ¡Dadme unos segundos para que la prepare! ¡Traedme los proyectiles! —Exclamó eufórica Ley acariciando el viejo y sucio acero.

—Hasta ahora no he sabido que habías usado uno. —Comentó Will algo dubitativo, cogiendo los pesados proyectiles con la ayuda de Jimmy.

—Bueno este en concreto no, pero otro modelo si. En una de las batallas más duras me salvó la vida uno similar a este. Tras quedarnos incomunicados y sin armas prácticamente, conseguimos conquistar un puesto de una facción yihadista. Tuve que usar sus armas y todas eran bastante antiguas. Ya sabes las armas que ya nadie quiere en el primer mundo se las venden al resto. De todas formas, no sé porque no lo habéis usado vosotros. Menuda mierda de soldados estáis hechos, es artillería pesada no un cañón del siglo dieciséis. Ni que tuvierais que mezclar la pólvora como en los primeros explosivos del mil trescientos. —Dijo Ley malhumorada, preparando la vieja artillería.

—Tía sabes que estamos acostumbrados a la buena vida, las buenas armas y sobretodo las modernas. Acostumbrados a usar cosas automatizadas esto se nos viene grande y solo tenemos dos proyectiles. —Contestó a la defensiva Will, cruzándose de brazos nada más acercar los proyectiles.

—¡Paletos mirad y aprended! —Chuleó pavoneando la pelirroja, terminando de poner apunto el cañón.  

—¿Has orientado bien los grados? ¿Ese es el ángulo? ¿Estás segura? —Preguntó preocupado Jimmy, observando dudoso la vieja maquinaria.

—Mas o menos sí, es que sois unos capullos. Lo estoy haciendo yo sola todo. ¿Al menos sabréis meter un proyectil no? —Se quejó malhumorada Ley, mirándolos con mala cara.

—Si, señora marquesa. —Contestó vacilando el rubio, introduciendo uno de los proyectiles.

—Solo dos disparos, así que escuchadme con atención. Os quiero totalmente concentrados. Yo manejaré esto para apuntar con la mayor precisión posible, pero Jimmy tienes que estar atento para meter rápido el segundo proyectil por si fallo el primer disparo. Me pondré de una posición que llegue para disparar, así que solo concéntrate en eso. Will tú organiza a los soldados alrededor nuestra. Esto hace un ruido espantoso, no es como la artillería pesada de nueva generación. Si esas hacen ruido, esté bonito Flak nos va a dejar sordos. Posiblemente no escuchéis más que un pitido algunos segundos, incluso minutos. —Explicó con facilidad Ley mientras se preparaba para usar aquella reliquia armamentística.

Todos se prepararon concienzudamente, observando el bombardero volar por la zona. Guardaron silencio para no distraer a la pelirroja mientras apuntaba para destruir aquel avión que tantos problemas les estaba causando. 

—¡Venga bonito! ¡Arréglame el día! —Exclamó Ley eufórica, justo antes de apretar con fuerza para disparar el pesado cañón.

El proyectil alcanzó la cola del humeante avión, sin llegar a derribarlo de los cielos. Este continuó volando irregularmente, intentando estabilizarse pero sin mucho éxito. Al recibir el impacto surcaba las nubes prácticamente sin control. 

El tremendo estruendo los dejó medio sordos, escuchando un desgarrador pitido que zumbaba en sus cabezas. Se habían tapado los odios pero prácticamente no había servido de nada. El espantoso ruido del Flak atrajo la atención de los podridos de la zona. En escasos segundo los chicos se vieron rodeados por putrefactas criaturas babeantes, las cuales avanzaban sin cesar. 

Will intentaba asegurar el perímetro con el resto de soldados, viéndose prácticamente desbordado. Jimmy metió el último proyectil en el cañón, para acto seguido avisar a Ley con un toquecito en el hombro. La agresiva chica giró la manivela rápidamente, moviendo el ángulo del cañón con una impecable destreza. Una vez ajustado le metió un porrazo al pulsador, disparando su último tiro confiada de dar en el blanco.

El bombardero fue alcanzado de lleno, cayendo desde gran altura en llamas. Colisionó con una gran explosión, alcanzando a toda una multitud de descompuestos seres malolientes.

Ley hizo un gesto de retirada, ya que aún escuchaba el horrible pitido en su cerebro y no oía nada más. Se fueron replegando como dieron, retrocediendo poco a poco por el infestado lugar.

Los podridos les ganaban terreno con facilidad, llegando a alcanzar a uno de los soldados. El pobre hombre fue devorado con ansias por los feroces muertos vivientes. Jimmy dejó paso a Ley, parándose a disparar a todos los que estaban más cerca. Will se quedaba atrás por más que intentaba seguir el paso de los demás. 

La radio de Ley comenzó a pitar repetidas veces, alterando aún más a las ya de por sí violentas criaturas. La chica no podía contestar, preocupándose terriblemente al no saber que ocurría. Si Johnny llamaba era que algo importante pasaba y eso no era buena señal.

Los zombies consiguieron separar a Jimmy y a Ley del resto del grupo. Estaban prácticamente acorralados, casi sin ninguna vía de escape. Ambos jóvenes disparaban sin cesar intentando hacerles un hueco al resto para que pudieran pasar.

La radio volvió a sonar una y otra vez. La chica estaba loca por contestar, pero si dejaba de disparar sus amigos morirían. Se resignó de nuevo, intentando autoconvencerse de que nada grave ocurría en el campo de concentración.

Jimmy se subió encima de unas cajas, eliminando a un feo y asqueroso muerto viviente que iba a morder a Will. El pelinegro aprovechó que uno de los zombies se estaba comiendo a otro de los soldados, haciéndose hueco para acercarse más a donde se encontraba el rubio.

—¡Vete Sangre! ¡Allí te necesitan! ¡No pierdas ni un segundo más! ¡Luego iremos nosotros! —Gritó lleno de valor Jimmy, matando a un par de podridos para facilitarle el camino a la pelirroja. 

—¡No os voy a dejar aquí! —Contestó Ley con su natural cabezonería, disparándole a una putrefacta criatura que agobiaba a Will.

—¡Joder! ¡Vete ya! ¡Johnny te necesita! ¡Confía en nosotros coño! —Vociferó enfadado el rubio, quitando de en medio a otro descompuesto ser que había en el camino de la pelirroja.

Ley asintió y disparó sus dos últimos tiros, ayudando a Will considerablemente a ganar terreno. Guardó la pistola y sacó la catana con suma rapidez, aprovechando cada segundo que tenía. 

—¡Volved cabrones! —Se despidió Ley con un nudo en la garganta, cortándole el cuello a un zombie que le cortaba el paso.

Echó a correr como alma que lleva el diablo, eliminado a las criaturas que no podía esquivar. Su preocupación aumentaba por segundos, enloqueciendo su mente gradualmente. Esta tortura mental se incrementó cuando consiguió llegar a la moto y arrancarla, poniéndose en marcha a toda velocidad...

#Ley300