Big Red Mouse Pointer

viernes, 27 de marzo de 2015

domingo, 22 de marzo de 2015

NH2: Capítulo 046 - La unión hace la fuerza

Después del estruendo, vino un silencio apenas interrumpido por las toses secas de aquellos que habían logrado salvarse milagrosamente del derrumbamiento y el eco de algunos cascotes sueltos terminando de desprenderse. La densa nube de polvo originada por la caída de los escombros fue disolviéndose lentamente, y la débil luz proveniente de la planta de la iglesia se filtró hasta las escaleras de piedra.


En el hueco de las escaleras, que hasta hacía unos segundos habían conducido al sótano, se adivinaban las figuras de todos los miembros del grupo. Ley, que había sido la primera en salir, se encontraba en los escalones superiores, cerca del umbral de la planta baja del edificio. Aún desorientada, no se permitió dejarse dominar por la confusión cuando arrancó la cabeza de un muerto viviente de sus hombros con un certero movimiento de su katana.


Detrás de la pelirroja, Johnny agarraba fuertemente la empuñadura de acero de la Tizona con ambas manos, sin llegar a blandirla, puesto que el espacio era tan limitado que no había espacio suficiente para que siquiera dos pudieran limpiar el camino. La tarea de abrirse paso recaía por completo en la audaz dama de cabellos rojos, que ni aturdida podía permitirse relajarse un instante.


―¿Estáis todos bien? ―Desde una posición intermedia, Davis preguntó a todos y a nadie en particular.

―Eso creo... ―respondió primero Eva, a la cual, siguieron las escuetas confirmaciones quejumbrosas de varios de ellos―. Oh, espera, Nicole, ¿qué tienes en la cabeza? ¿Estás...sangrando? ―La rubia se dio por aludida y retiró la mano de su sien izquierda. Además de suciedad, la palma estaba tintada de carmesí.

―Ah, no, no te preocupes. Es mejor de lo que parece. Solo me he golpeado la cabeza con algo, apenas es un arañazo ―Davis se alarmó, suponiendo que Nicole solo estaba tratando de restarle importancia, pero ella, adivinando los pensamientos del joven se frotó la zona con un ademán para que quedara a la vista la herida. Aún en aquel hoyo pobremente iluminado, el pelinegro pudo comprobar que la herida, efectivamente, no era seria y pudo relajarse―. Es duro que no confíes en mí después de pasar tanto tiempo los dos juntos ―intentó bromear ella.

―Es bastante habitual mentir para hacerse el héroe en estos tiempos, tendrás que disculparle, yo misma también pensaba que solo estabas restándole importancia al asunto ―medió Eva tratando de aliviar el pésimo ánimo en que se encontraban. De hecho, aún se encontraban entumecidos y los presentes tenían que lidiar con los grilletes de las cadenas aprisionándoles las muñecas.


Como si tratara de sacar fuerza de aquello para hacer el movimiento final, Ley gritó con rabia derribando al último de los muertos vivientes que habían anhelado vanamente disfrutar de sus presas. La joven se apartó ágilmente hacia un lado esquivando el cadáver, ya inerte, que cayó como un trapo escaleras abajo hasta que Davis detuvo su avance con su lanza, evitando que entrara en contacto con ninguno de ellos.


Johnny colocó su mano sobre el hombro de su amante, que resoplaba con los músculos aún en tensión, para indicarle que él se hacía cargo de la situación en adelante. Ley comprendió sin necesidad de palabras y dejó que el esquelético joven le rebasara y subiera primero. A continuación, propuso a los demás que salieran de allí con unas breves palabras después y se dispuso a salir de allí en pos del pelirrojo. Con movimientos lentos y algo torpes, los miembros del grupo accedieron a la propuesta, nada les retenía ya allí abajo.


Sin embargo, enseguida, Maya y Nicole que eran quienes estaban más retrasadas, prácticamente junto a la abnegada puerta en ruinas, se percataron de que no podían avanzar más de medio metro de donde se encontraban porque los extremos de las cadenas arrancadas habían quedado apresados bajo la pila de escombros a sus espaldas.


―Mierda, ¿en serio? No puede estar pasando... ―la castaña forcejeó un tanto para comprobar cuán firme era su agarre, pero no sintió ni siquiera un ademán de que aquello fuera a ceder.

―Puedes arrancarlas una vez más, ¿verdad que sí? ―Comentó tranquila Nicole con una voz modulada a Maya, casi como dando por hecho que aquello no era un inconveniente real.

―Eh, bueno... ―la aludida pareció dudar, algo que le sorprendió vagamente a la rubia. Al oír la conversación, Puma, que era el único además de ellas que aún no había ascendido hasta planta de la iglesia, se detuvo y se giró percatándose que algo fallaba―. Aléjate de ahí, Nicole, por si se desprende algún cascote en el intento, voy a forzarlo.


La joven obedeció sin objetar, retirándose lo poco que sus ataduras se lo permitían del muro de escombros. Puma observó en silencio, expectante, con uno de los dos machetes kukri que pertenecían originalmente a la ex‐policía en su posesión, el otro lo portaba su propietaria. Y cuando la castaña parecía decidida a emplear su fuerza sobrehumana para sacarles de aquel aprieto, un grito de exaltación les hizo dar un respingo.


― ¡Me cago en la gran puta! Quiero decir, ¡¿en serio?! Serán hijos de su perra madre... ―Escuchar a Eva proferir aquellos improperios, hizo que todos centraran su atención en ella. Puma incluso salvó la corta distancia que le quedaba para que la chica estuviera en su campo de visión―. ¿Estáis todos bien? ¿Sentís algún mareo, nausea o malestar de cualquier tipo? Mierda, mierda...

―Pero qué... ―Alice casi había dejado caer su cuchillo de combate al suelo por la sorpresa. Eva, parecía fuera de sí como si hubiera caído en la cuenta de que algo estaba fuera de lugar. Tremendamente fuera de lugar.

―Relájate muchacha, si hay más de esos rapaces por aquí solo los estás atrayendo con tus gritos ―reaccionó Johnny poniéndose alerta, vigilando sus alrededores.


Los envejecidos muros de piedra desgastada le respondieron con silencio, nada se adivinaba tras ninguna de las columnas ni de los restos de los astillados bancos. Si bien era cierto que la iglesia se veía desierta, no sabían qué podría haber en la zona circundante, tal vez había más de aquellos depredadores ávidos de carne o incluso sus atacantes no se habían alejado del lugar. Fuera como fuese, debían andarse con pies de plomo, ese tipo de respuestas tan escandalosas no podían aceptarse, ponían en peligro la vida de todos.


Y aún así, Puma no reparó en análisis objetivos, sino que fue directo hacia la joven y en pocas zancadas se plantó junto a ella y la tomó del brazo, ganándose toda su atención. La conocía demasiado bien como para saber que solo algo verdaderamente alarmante podía haber ocurrido para causar esa impresión en Eva.


―Hey, ¿qué pasa?


Eva devolvió el gesto del pelinegro, tomándole también del antebrazo y, sin necesidad de que se pronunciase palabra alguna, de pronto, lo comprendió. La mano de Eva se sentía gélida sobre su piel.


―Los cabrones... ―Puma se giró en derredor, no dejando margen a la duda por más tiempo cuando lo presenció con sus propio ojos―. ¿Desde cuándo no tenemos los trajes?


Era una pregunta estúpida a la que nadie dio respuesta verbalmente, pero tampoco fue necesario. Con un rápido vistazo, se miraron unos a otros, constatando aquel hecho. Había sido todo tan rápido ─despertar, encontrarse cautivos, ser atacados por zombis, después el derrumbe y deshacerse de los últimos muertos vivientes─ que habían pasado por alto algo que saltaba a la vista.


Habían estado desprovistos de sus trajes desde que habían despertado. No, de hecho, lo habían estado antes incluso de despertarse, aquellos mercenarios debieron habérselos quitado cuando estaban inconscientes por los efectos del gas somnífero, lo cual era perfectamente comprensible: en un mundo que dispararía cualquier medidor de radiactividad en la mayor parte de la superficie terrestre, un traje para protegerse era un bien muy preciado e imprescindible.


―Vamos a morir ―sentenció M.A. simplemente. No era un lamento, solo una afirmación objetiva.

―Obviamente. Pero no ahora ―el rubio miró a su hermana, deseando que sus palabras estuvieran cargadas de verdad más que cualquier otra cosa en el mundo―. ¿Alguno se siente mal? ―la joven trató de suprimir cualquier rastro de preocupación, mostrar serenidad y firmeza en situaciones desesperadas era virtud de buen líder.

―Cuando lo habéis dicho, de pronto he sentido que me encontraba fatal, pero si lo pienso fríamente, solo ha sido una sensación por la impresión de la noticia. Creo, que más allá del mal rato por los últimos acontecimientos, me encuentro... ¿bien? ―M.A. se agarró su miembro amputando, obedeciendo instintivamente a la falsa impresión de que le ardía terriblemente―. Todo lo bien que puedo encontrarme al menos. ¿Cómo estáis los demás?

―Yo estoy como un roble ―se limitó a decir Johnny al mismo momento en que Puma miraba inquisitivamente a Eva, a quien aún sostenía del antebrazo, en espera de su respuesta.


―Yo como un roble hace tiempo que no estoy, pero tampoco me encuentro peor que de costumbre. Por tanto... o estamos todos muertos, o aún no hemos acusado síntomas de radiación. No quiero sonar optimista, pero también queda la conveniente tercera opción de que esta zona sea libre de radiactividad.

―Al menos no es la primera ―opinó la silenciosa Alice entonces, enfundando su cuchillo de combate. No añadió nada más y no recordaba habérselo expuesto a todos, pero de algún modo, los presentes captaron el mensaje.

―De modo que solo quedan las otras dos ―Puma, por las propiedades del agua gris, sabía que no tenía razón para temer los efectos de la radiación, pero de algún modo, la estampa de quedar allí indemne mientras veía morir en terrible agonía a sus compañeros y amigos ─a Eva─ le pareció aún más terrible, y en su interior, se aferró a la posibilidad de la tercera opción.

―Siendo objetivos, al menos podemos afirmar que esta no es una zona de elevada radiactividad, así que nos atendremos a eso de momento, en el peor de los casos, en breve empezaremos a sentir los efectos, pero mientras aún estamos bien, actuemos con eficiencia ―estudió Ley, el tiempo era oro, en ese momento más que nunca. El recuerdo grabado a fuego en su memoria de la última vez que vio a Rojo con vida le obligaba a pensar con rapidez, no podía dejarse morir―. En los vehículos tenemos los trajes para emergencias, pero obviamente, que nos roben el equipo no es una emergencia que podamos permitirnos prever, así que solo dos. El camino de vuelta es bastante largo y sabemos al menos que en los terrenos donde está la base la radiactividad es relativamente elevada, como claramente no estamos hablando de vehículos herméticos a excepción de los dos que se pongan los trajes, el resto quedaría completamente expuesto.

―¡Eso no podemos permitírnoslo!

―Lo sé, hermano, solo estoy exponiendo los hechos, soy comandante de personas vivas, no de cadáveres, así que es obvio que no voy a proponeros que nos suicidemos.

―Esperad, ¿dónde está Nicole? ―Finalmente, Davis advirtió la ausencia de su querida compañera, quizás porque era en ese tipo de situaciones en las que esperaría que la joven aportara su punto de vista y propio análisis de los hechos.

―Vaya, se me ha ido completamente de la mente, siguen ahí abajo ―informó Puma, soltando en ese momento a la castaña―, me refiero a Nicole y Maya, al ser las últimas en escapar del sótano, parece que sus cadenas quedaron atrancadas bajo la montaña de restos ―Davis ya se había encaminado en busca de las dos damas que faltaban―. Aunque me extraña, ―murmuró el pelinegro más pensativo que para el resto de sus compañeros―, contaba con que Maya ya se hubiera sacado de allí.


―Lo hemos oído todo, Davis, estamos metidos en un buen fregado, ¿eh?

―¿Cómo os encontráis vosotras?

―Estamos bien las dos. Como el resto, supongo ―a Nicole incluso se le había empezado a coagular la sangre de la herida en la sien―. Pero bien jodidas también, estamos atrapadas.

―No puede ser en serio, todos estamos cargando con estos grilletes como presidiarios, pero esto es ya mala suerte ―el pelinegro llegó hasta ellas y colándose entre las dos chicas, primero forcejeó con las ataduras de la rubia y luego con las de la castaña, pero sin éxito, era obvio que ya habían intentado al menos eso antes que él. Nicole simplemente se encogió de hombros y Davis centró toda su atención en Maya como si hubiera caído en la cuenta de algo repentinamente―. ¿No puedes arrancarlas?

―Ya lo ha intentado antes y ni siquiera ha hecho ademán de soltarse o ceder ―se adelantó Nicole a la persona a quien se había dirigido esa pregunta originalmente.


El chico tuvo la impresión de que de no haber hablado la rubia, por alguna razón Maya seguiría sin haber contestado a algo tan simple. En ese momento, no era importante de todos modos. Maya no podía liberarlas, era todo lo que había que considerar de aquello. Sin perder un segundo más, explotó sus demás opciones, primero confirmando por Nicole que el machete no servía para romper los firmes eslabones de acero, y después acercándose a estudiar la entrada lapidada para ver si podía hacer algo. Los escombros de vigas y concreto eran tan pensados, que la sola idea de desplazarlos era humanamente impensable y, según parecía, sobrehumanamente irrealizable.


Cuando Davis empezaba a maldecir su suerte mientras arremetía una y otra vez contra la imperturbable pared fuente del derrumbamiento, e incluso trataba de hacer palanca introduciendo su lanza por algunos huecos hasta que daba la impresión de que la partiría si seguía haciendo fuerza, Nicole y Maya, conscientes de que el joven empezaba a perder la paciencia cargado de buena fe, le propusieron e insistieron en que se relajase y no le prestase atención a eso de momento. Este, sin embargo, se negó ofuscado a rendirse, y solo siguió insistiendo con más ímpetu incluso


―Davis, para ya, déjalo estar. Al menos por ahora ―dijo la rubia agarrando el arma retráctil para que se detuviera por un momento y atendiera a razones en vez de dejarse dominar por las emociones. Él, reaccionando por fin, soltó su lanza en un acto de desesperación, no se le ocurría nada mejor que hacer y no podía quedarse tranquilo viendo aquella situación, así que no barajaba dar su brazo a torcer como una opción.


―¡Maya, Nicole, Davis! ―La voz exaltada de Alice captó el interés del trío―. ¡Tenemos la llave! ―la figura de la chica se dibujó a contraluz en lo alto, en el umbral que delimitaba el final de las escaleras. Sin hacerse de rogar, la joven bajó apresuradamente los escalones―. Las llaves de los grilletes. Ven aquí, Davis ―pareció casi ordenar Alice agarrando la mano derecha del joven e introduciendo una llave normal y corriente algo oxidada en la ranura de sus grilletes―. Dame un segundo ―con un leve chirrido, el mecanismo de apertura se activó y su muñeca quedó liberada.

―Qué demonios, ¿así de fácil? ―murmuró incrédulo él.

―Así de idiotas, diría yo ―M.A. se había asomado al hueco de las escaleras―. Estaban tiradas en el suelo, sin más. ¿A qué estaban jugando estos retrasados? En vez de matarnos, se molestan en dejarnos encadenados e incluso las armas blancas a nuestra disposición. Y encima tiran ahí arriba la jodida llave de los grilletes ―mientras el rubio hablaba, Alice procedía a liberar a las dos que quedaban―. Es que no lo entiendo, es más trabajo arrastrar el peso de un puñado de gente y encadenarlos que pegarles un tajo cuando ni siquiera están conscientes. No sé cómo una panda de subnormales de ese calibre ha podido sobrevivir tanto tiempo.

―La inteligencia es importante para sobrevivir en un mundo como este, pero la suerte es también un elemento que influye mucho ―respondió simplemente Davis.

―No cabe duda, esa piara de desgraciados es la prueba viviente de ello.


Alice puso los ojos en blanco. La insistencia del joven en aquel aspecto resultaba algo casi infantil, a todos se les había ocurrido ya que no fuera el grupo más inteligente de mercenarios en el planeta, pero comentar ese punto con tanto entusiasmo, tampoco era mucho más inteligente.


―Bueno, con esto ya está, vamos con el resto ―declaró Alice, cuando hubo terminado de liberar a Nicole que era la que quedaba.


No hubo objeciones. Sin demorarse más, Davis cedió el paso a las dos chicas para que gozaran de su merecida libertad hasta entonces negada. Extrañamente, M.A. demostró no haber acudido allí solo para insultar a sus atacantes y les indicó que le siguieran.


Ni Ley ni los demás parecían encontrarse presentes en el interior del edificio, Davis quiso preguntar dónde se habían metido, pero decidió no hacerlo, porque entendía que obtendría la respuesta en breves momentos. La iglesia, de aspecto lúgubre y visiblemente maltratada por las inclemencias del ambiente y del deterioro de su estructura, invitaba a guardar un silencio religioso. El pórtico por el que se accedía al interior estaba cerrado, la raída puerta de madera estaba de nuevo encajada en el marco, posiblemente resultado de la acción de alguno de los miembros del grupo ausentes en ese momento para evitar la entrada de invitados indeseados.


Y allí, en una de las naves laterales, a pocos metros de la escalera de entrada al sótano por la que habían subido, se encontraba una porción de suelo que se había hundido con la demolición. M.A. se encaminó hacia la parte dañada y cuando descendió por entre los escombros, los demás le imitaron. De este modo, pronto se reunieron con los miembros que faltaban en la sala ruinosa, que se correspondería con la habitación contigua al sótano, la misma por la que sus captores se habían marchado hacía ya varios minutos.


―Obviamente, no esperaban que sucediera el derrumbamiento ―Eva estaba comprobando la puerta que conducía al lapidado sótano, cerrada a cal y canto con varios seguros―. Se supone que nos hemos colado donde pretendían que no entrase nadie, una coincidencia desafortunada para esos desgraciados.

―Lo que tenemos que hacer a continuación está claro no, lo siguiente ―todos le prestaron atención a Ley, que estaba mirando alternativamente los restos de una cámara de vigilancia echada totalmente a perder en el suelo y la segunda puerta de la estancia, una más moderna y cuidada que la otra―. Esta es sin duda la entrada a una de las bases subterráneas de esos cerdos, y no sé hasta qué punto están al tanto de lo ocurrido aquí, pero contamos con que han dejado de recibir señal de una de las cámaras de vigilancia que, de haber grabado algo, ha captado cómo este sitio se ha ido a la mierda, así que lo más normal es que envíen cuando antes a un equipo a que evalúe la situación aquí. Aprovecharemos la ocasión.

―¿Así que vamos a seguir adelante con la misión inicial? ¡Es una locura! ―Uno de los soldados bajo el mando de la joven pelirroja mostró su desacuerdo poniendo en palabras los pensamientos de varios de los presentes―. El plan ha salido de culo, estamos desarmados, a excepción de un par de juguetes de mano, y para colmo estamos expuestos a la jodida radiación, ¡¿y aún así vamos a entrar?!


Una intensa llama de furia se encendió en los vivaces ojos de Ley, que en un ágil movimiento, recorrió los metros que le separaban de su subordinado como una exhalación y colocó el filo de su preciada catana a escasos milímetros de la yugular del susodicho. La acción bastó para congelar al hombre justo dónde estaba, sin atreverse a dar un paso atrás siquiera, mientras sentía cómo era succionado por aquellos intensos irises de su capitana.


―Los muertos no pueden entender porque están muertos, pero a veces me da la impresión de que un muerto terminaría entendiendo antes lo que un necio como tú no comprende ―al oír esas duras palabras, el joven se percató de que ella estaba sopesando realmente entre matarlo o dejarlo vivir en aquel instante―. La causa es más importante que la vida de cualquiera de nosotros, así que no me importa si es una locura o no, vinimos aquí a hacer algo, y eso vamos a hacer, ¿queda claro, soldado?

―Sí, señora. A tenor de los últimos hechos, mi mente se ha sembrado de confusión, disculpa mi insensatez ―respondió con rigidez haciendo un saludo militar, reconociendo quién estaba al mando allí.

―Mientras no pierdas de vista a quién le debes lealtad, todo estará bien. Pase esta vez, pero no te está permitido volver a dudar, porque la duda de uno lo convierte en el eslabón débil de la cadena y pone en riesgo al resto del equipo y a la misión.

―Además ―intervino Johnny con un tono más desenfadado, no pretendiendo desacreditar a su amante, sino relajar un poco el ambiente una vez que percibió que su camarada había vuelto a entrar en razón―, necesitamos trajes, ahí dentro tiene que haberlos a patadas. Y aparte, no me seas marica, habrá que devolvérsela doblada a esos mamonazos.

―Estoy con Johnny, más por lo que concierne a los trajes que otra cosa, pero sí ―señaló Nicole―. Lo que sí, solo contamos con armas blancas y ni siquiera tenemos una para cada uno, así que estaremos en clara desventaja, tenemos que preparar alguna estrategia rápida.

―Pegarnos a la pared junto a la puerta y darles una bienvenida sorpresa es lo único que se me ocurre ―comentó Alice haciendo algunos movimientos rápidos con su cuchillo de combate, dando a entender a qué se refería con ‘sorpresa’―. Como mínimo, tendremos más posibilidades si la distancia que nos separa-


Un sonido seco, el ruido de algún tipo de intrincado mecanismo activándose, provocó que la rubia dejase su declaración inconclusa. Las miradas de cada uno de los presentes se concentraron en el mismo punto y fuente de aquel chasquido: la puerta blindada. No hubo más margen de reacción, ni tampoco tiempo para preparar algún plan ni siquiera medio improvisado, tenían que actuar en ese instante.


Un grupo conformado por cuatro personas, equipadas con sus trajes anti-radiación y sus subfusiles cargados en mano quedó expuesto a la vista del grupo casi de improviso al otro lado del umbral de la puerta. Sin haber tenido tiempo de procesar la acción mentalmente, Davis realizó una maniobra tomando tensando su brazo derecho hacia e impulsar su lanza retráctil en dirección al adversario que estaba en primera línea. Acto seguido, sin esperar a comprobar que su ataque hubiera acertado en el blanco, el pelinegro hizo un quiebro a su izquierda para apartarse de la línea de tiro del enemigo en caso de que abrieran fuego enseguida.


Johnny, igual de raudo, se había lanzado por delante de Ley contra sus contrincantes desde el flanco derecho, que era donde se encontraba. Manejar correctamente una espada requería más práctica de lo que pudiera parecer en las películas, más aún si era tan pesada como aquella reliquia, pero el joven tenía cierta idea de su uso y no pensaba permitir que un obstáculo como ese pusiera en peligro su vida y mucho menos la de Ley. El enemigo que se encontró amenazado por el embiste del pelirrojo quitó el seguro a su arma preparado para coser a balazos al pelirrojo, pero este hizo una finta con su delgado cuerpo y haciendo una carga con la Tizona a dos manos lleno de pasión, dejó caer la hoja con una destreza inusitada el hombro del soldado, atravesando el traje, cortando la carne viva y fracturándole limpiamente los huesos.


El alarido de la mujer a la que Johnny acababa de provocar tal herida mortal, pareció acompañar de manera casi cómica el sonido gutural que su compañero profirió cuando la lanza de Davis le alcanzó en pleno pecho con tal acierto que lo mató casi al instante.


Se oyeron unos disparos antes de que pudieran derribar a los dos objetivos hostiles que seguían suponiendo una amenaza para el grupo. Puma esquivó la munición que atentaba contra su vida a duras penas debido a la cortísima distancia a la que se encontraba de la boca del cañón del subfusil. Alice había tenido tiempo de reaccionar e imitar la acción de Davis, lanzando su cuchillo de combate hacia el mismo hombre del que Puma trataba de deshacerse, pero su puntería no fue tan certera y pasó junto a su objetivo sin rozarlo siquiera.


Puma, empuñando el machete kukri que le había facilitado Nicole, amagando un ataque con el arma blanca, aprovechó el movimiento defensivo que realizó su contrincante para agarrar con su mano libre el cañón del arma y obligar a que apuntara hacia el suelo, de forma que las balas solo supusieran amenaza para las baldosas y no parar sus compañeros y amigos. Acto seguido, trazó un arco en el aire con el machete y cercenó el cuello de su adversario, acallando al instante los rugidos de la munición destrozando el suelo y haciendo que brotara una fuente carmesí frente a él en un espectáculo ciertamente macabro.


El cuchillo de Alice había producido un tajo en el gemelo del cuarto asaltante de manera casi providencial, hecho que facilitó considerablemente la libertad de movimiento para Eva poder asestar una patada nada femenina, pero no por ello carente de estilo, en el estómago de su oponente, arrebatándole a continuación el arma de las manos aprovechando que había relajado su agarre y golpeándole con la culata la máscara de protección, incrustándola dolorosamente en el rostro que estaba destinado a resguardar.


Todo transcurrió casi de forma paralela y en un breve lapso de tiempo. Cuando quisieron darse cuenta, lo único que quedó por hacer fue rematar a quienes aún no habían sido eliminados sino tan solo derribados, labor de la que se encargaron Johnny con la Tizona y Ley con su catana.


―¿Qué coño ha sido todo eso? ―Dejó escapar M.A. un pequeño silbido―. Ha sido tan rápido que solo ahora me siento idiota por no haber llegado a colaborar en nada.

―Nah, eso es lo de menos, no tenías arma y estabas a tomar por culo de lejos ―apuntó Johnny limpiando la sangre de la hoja de su espada europea en el traje de una de las víctimas sin consideración ninguna.

―Quedémonos con las armas, no son las nuestras, pero nos van a venir de lujo ―dicho y hecho, Puma se hizo con los subfusiles a excepción del que Eva seguía sosteniendo después de haberlo arrebatado en pleno enfrentamiento.


Ley se había adelantado y había atravesado el umbral, pisando la entrada del refugio enemigo. Las paredes cubiertas por planchas metálicas contrastaban en gran medida con las de piedra de la sala medio derruida que les había conducido hasta allí, y un arco, con una estilizada puerta acristalada, señalaba la entrada a un corredor que en pocos metros se convertía en una escalera que conducía hacia las entrañas de la tierra.


―Como poco no vamos a poder usar estos trajes, los hemos destrozado por completo, así que, ¿a qué esperamos? Terminemos cuanto antes.

―Acabemos pronto, tampoco quiero dar pie a Adán para que se preocupe porque no llegamos. Es cierto, gracias por crear la distracción, Alice, si ese tipo hubiera llegado a apretar el gatillo, no tendría oportunidad de acordarme de Adán ahora mismo.

―Ah... ―Alice quedó sorprendida por el amable agradecimiento de Eva y a la vez avergonzada de reconocer que aquello solo había sido una coincidencia fortuita―. No hay de qué, estaría bien si la próxima vez puedo evitar que tengas que ensuciarte las manos en vez de solo ayudar.

―¡Qué dices, tonta! Somos un equipo, ¿no? Si nos complementamos, podemos enfrentarnos a lo que se nos presente ―M.A. malinterpretó el tono inseguro de voz de la rubia y habló con entusiasmo con intención de animarla, creyendo que tal vez pudiera sentirse culpable por solo haber podido ayudar.

―Trabajo en equipo, ¿eh? Creía que habías dicho que te sentías “idiota por no haber colaborado en nada” ―habló Maya tratando de bromear, incluso atreviéndose a parafrasear al muchacho.

―Dijo ella. Tampoco tú has llegado a hacer nada ―respondió él a la defensiva, ligeramente afectado por aquella cruel puñalada.

―Ya ―contestó la castaña simplemente, zanjando la conversación.


―Vaya, ¿es una cámara de descontaminación quizás? ―Preguntó Nicole junto a Ley analizando con la mirada la sala de la que habían salido sus atacantes.

―Me gustaría creer que existe algo tan conveniente, pero lo dudo. De lo que no me cabe duda es de que ese pequeño aparato acoplado a la pared es un medidor de radiación. Contador Geiger, ¿no era? Aunque parece bastante anticuado, supongo que si está aquí es porque todavía funciona.

―Deberíamos comprobar entonces a qué nivel de radiación hemos estado expuestos, ¿no crees? ―Preguntó Johnny a Ley, obteniendo una contestación conforme por su parte.


Fue Eva la que se aproximó al aparato, fijado a la pared de forma rudimentaria, y lo encendió. El resto de los miembros aguardó en silencio, vigilando con atención las acciones que realizaba la castaña, a excepción de Puma, que también se acercó al contador para brindarle apoyo a la chica y comprobar el resultado que indicaba el medidor. Un leve sonido similar a las interferencias de la televisión cuando se quedaba sin señal, sonó en una serie de pausados intervalos.


―Parece estar roto ―opinó uno de los dos soldados bajo las órdenes de la joven pelirroja―. Suena bastante chungo.

―No es un sonido agradable, no, pero debería ser música para nuestros oídos ―respondió extrañamente Eva―. No soy experta en el tema, pero hasta donde sé, según los resultados del contador, el nivel de radiación al que estamos expuestos es sorprendentemente bajo, de hecho, parece casi inexistente. Lo ideal sería confirmarlo con un dosímetro, pero como no parece que haya uno aquí, habrá que conformarse al menos de momento. ―Saber aquello pareció quitarles un gran peso de encima.

―En fin, no sabemos qué margen de acción tenemos, así que deberíamos ponernos en marcha enseguida.

―Pero, Ley, esta puerta tiene un código de seguridad que hay que introducir en caso de que se cierre ―comentó uno de sus subordinados inspeccionando la misma detenidamente―. Eso quiere decir que si se cierra por lo que sea, nos quedamos sin vía de escape segura.

―Buena observación, podríamos haber cometido un grave error de habernos precipitado. Sugiero entonces que se quede alguien armado en la retaguardia asegurando esta salida, no, no lo sugiero, es una orden ―la joven líder señaló al hombre que había hablado y su compañero, cada uno provisto de un subfusil del que se acababan de apropiar―. Os confío esa misión, salvaguardad este paso, ¿alguna objeción?

―No, señora ―contestaron ambos al unísono haciendo un saludo militar.

―Gracias, confío en vosotros ―agregó ella suavizando un poco su voz―. Muy bien, el resto venís conmigo. No sabemos exactamente a lo que nos enfrentamos, pero según los datos recabados no deberían suponer demasiado problema a no ser que nos topemos con las unidades militares, algo que sucederá tarde o temprano, por lo que movámonos deprisa.

―Vamos entonces ―estuvo conforme Puma, que además depositó el subfusil que aún poseía en el único brazo de M.A., de modo que, a excepción de Maya, todos poseían ahora al menos un arma―.


Ley asintió con la cabeza y se aproximó a la puerta de cristal que conducía a las escaleras, no fue necesario el uso de fuerza bruta, la puerta no tenía ningún tipo de seguridad, por lo que se abrió sin problema, dejando al grupo comenzar su expedición, alertas ante cualquier cosa que se les presentase en el camino.


Con pasos ligeros, procedieron en formación de fila de a dos de forma inconsciente, la anchura del corredor escalonado les resultaba bastante conveniente en caso de que tuvieran algún encuentro indeseado, aunque no tuvieron ninguna sorpresa desagradable en todo el trayecto.


La pelirroja se pegó de espaldas a la pared izquierda mientras Johnny hacía lo mismo contra la opuesta, y a una señal de la joven, ambos se asomaron discretamente por la esquina. Lo que se abría ante ellos era un espacioso corredor de blancas paredes ricamente iluminado por numerosos tubos fluorescentes. El penetrante olor a algún tipo inclasificable de ambientador se filtró por sus fosas nasales, aportando una especie de sensación de irrealismo a los infiltrados.


El pasillo estaba desierto y se extendía a derecha e izquierda ampliamente, la decoración, además de ser de gusto cuestionable, era escasa, pero fue razón de más para que las negras cámaras de vigilancia semicirculares resaltaran demasiado.


―Es imposible seguir adelante sin delatar nuestra presencia, apenas pongamos un pie ahí fuera, estaremos declarando nuestro asalto ―puso al tanto a los demás Ley.

―Si ese es el caso, voto porque avancemos diligentemente, y cuando encontremos a alguien le preguntemos amablemente dónde guardan los trajes, tendría sentido que los tengan en una sala cercana donde estén a mano cuando tengan que salir al exterior.

―No sé yo, Davis ―objetó sin embargo Nicole―. Quiero decir, la iglesia parece más una puerta trasera que una entrada principal y sabemos al menos que no tienen razón para temer ahí por la radiación, así que tiene sentido que los almacenen más bien cerca de la salida habitual.

―Eso da igual realmente, porque tanto si los tienen por aquí como si no, es lo que hay ―dijo Alice encogiéndose de hombros a pesar de que en realidad estaba en tensión por la situación―. Secundo la idea de Davis, sonsaquémoselo al primero con el que nos encontremos.

―Tiene sentido, bien entonces. Iremos todos juntos, si alguien se separa por la razón que sea, nos vemos en la puerta, ¿está bien?

―Está bien, hermana, te seguimos.


Sin esperar la opinión de nadie, Eva se movió con rapidez y se asomó la primera al pasillo alzando su nueva arma y apuntando a una de las cámaras, destrozándola antes de deshacerse de la otra sin desperdiciar munición; obviamente no podía destruir cada una de todas las cámaras que cubrían aquella estructura, pero al menos les daría una ligera ventaja cuando tuvieran que retirarse al haber creado un punto muerto. A su espalda, los miembros del equipo ya habían salido al descubierto y corrían en la misma dirección.


De repente, un estridente sonido intermitente inundó el lugar, los vigías habían hecho saltar la alarma. Alertados por el persistente pitido, algunas puertas del corredor se abrieron de par en par, saliendo por ellas unas pocas personas que parecían huir despavoridas hacia algún punto concreto, dejando inconclusas las labores que habían estado realizando hasta ese preciso instante.


―¡No abráis fuego! Están desarmados ―indicó imperativa Nicole, logrando que M.A. relajara su dedo sobre el gatillo de su arma y dejase de apuntar, motivado por lo repentino de la escena.


Davis atrapó por el cuello de la sudadera a un hombre que acababa de aparecer por la puerta junto a él y lo empotró contra la pared con un gesto violento. El afectado dejó escapar un alarido por la sorpresa y el golpe que acababa de recibir en su espalda y después trató de zafarse intentando retirar las manos del pelinegro junto a su cuello. Pero aquello no fue suficiente para que el joven relajara su presa, sino que lo incitó a ejercer aún más fuerza.


―¡Por favor, no me matéis, yo no sé nada! ―suplicó el desconocido, y todos supieron en ese instante, que aquel tipo era el indicado para lo que necesitaban, ingenuo y cobarde, la persona perfecta para sonsacarle cualquier tipo de información.

―Vaya, ¿nada sobre qué? Porque ni siquiera hemos hecho ninguna acusación ―No pudo evitar burlarse ligeramente Davis, visiblemente sorprendido de la expresión aterrada del hombre y sus patéticos ruegos.

―¡Nada de nada! ¡Os lo juro! ¡Yo solo soy un don nadie aquí abajo!

―Entonces nadie lamentará tu muerte, supongo ―soltó Puma de forma casi casual para divertirse un poco a su costa.

―¡N-no es verdad! ¡Os lo suplico, no me matéis! ¡Muerto no os sirvo de nada-!

―Oh, cállate ya, calzonazos ―interrumpió Johnny su torrente de súplicas―. Aunque ahí le has dado, muerto no nos sirves de nada, veremos a ver si vivo cambia la cosa: queremos saber dónde guardáis los trajes NBQ, y lo queremos ya ―exigió.

―P-pero eso no puedo decirlo, el almacén es también el arsenal y si encontráis más armas con las que-


Se oyó un golpe seco cuando el pelirrojo le hincó la rodilla en la boca del estómago al desconocido sin ninguna delicadeza. El agredido se encogió de dolor, perdiendo la respiración durante unos cortos segundos. Davis vaciló por un momento, pero no lo liberó.


―Creía que no querías morir, demuéstralo. ¿Dónde están los trajes? ―insistió con sequedad el pelirrojo, su voz amenazante ―el aludido tosió varias veces tratando de recomponerse a duras penas.

―E-está...bien ―cedió sin haber ofrecido apenas resistencia, había sido carne fácil―. Os daré las indicaciones y-

―Ah, no, de eso nada. Tú nos guiarás hasta el lugar, el único modo de asegurarnos de que no tratas de engañarnos y no nos perdemos con tus indicaciones es que nos lleves tú mismo.

―Y una vez hayamos llegado, te doy mi palabra de que te dejaremos escapar indemne ―añadió Nicole con un tono pacifista, actuando bastante comprensiva―. ¿Aceptas el trato?


Pese a la pregunta, el hombre parecía seguir sopesándolo mentalmente, haciendo que Johnny chasqueara la lengua tratando de contener su irritación y Ley apartara la mirada de él, más interesada en buscar a otro a quien sonsacarle la información porque el tiempo jugaba en su contra. Los ojos de la pelirroja se abrieron cuando adivinó unas figuras con uniformes militares apareciendo en el corredor por la esquina del extremo opuesto.


A voz en grito, ordenó la retirada del equipo hacia el interior de las instalaciones. Los miembros se replegaron con prontitud, desapareciendo de la línea de tiro de sus perseguidores. Davis, después de sopesarlo en cuestión de unas milésimas, afianzó su agarre en aquel desgraciado con una mano, pero lo liberó de la otra con la que desplegó su lanza retráctil, y tiró de él llevándoselo con ellos.


―¡¿Qué cojones necesitas pensarte tanto idiota?! ¡Es tu vida lo que estamos ofreciendo a cambio! ¿Por qué no aceptas el puto trato de una maldita vez? ―Le imprecó el pelinegro, sintiendo una oleada de emociones mezclándose en su interior.

―¡Joder, joder, está bien! ―Reaccionó tembloroso el susodicho―. Os llevaré, no está muy lejos de aquí, pero necesitaréis un pase de seguridad militar.

―¿Tú no tienes uno de esos? ―inquirió M.A.

―¡Qué va! Solo los miembros de seguridad tienen.

―Ya nos encargaremos de eso más tarde, por ahora, llévanos al almacén ese que dices.

―Davis, Eva, id en cabeza escoltando a nuestro amigo, cubriremos la retaguardia ―informó Ley.


Sin más demora, el grupo se reorganizó con las nuevas indicaciones, y se pusieron en marcha a paso apresurado. La alarma y las luces de emergencia hacían que sus corazones se aceleraran aún más, porque no les dejaba olvidar ni por un segundo que estaban metidos de lleno en territorio hostil.


Una ráfaga de metralla enemiga a poco estuvo de alcanzarles de lleno. De forma casi milagrosa, se resguardaron tras los salientes y recovecos que se dibujaban a lo largo de los pasillos. M.A. y Eva, los únicos equipados también con armas de fuego, devolvieron el ataque al menos para persuadir a sus adversarios de que se acercaran más a su posición sin salir malparados. Sirvió aquella táctica, deteniendo el avance frontal de la unidad de combate enemiga. Sin embargo, pronto se encontraron con que de permanecer allí cubiertos por más tiempo, se encontrarían acorralados, porque aún les seguían sus perseguidores por la retaguardia.


―¡¿Cuántos son?! ―Preguntó Nicole alzando la voz para hacerse oír por encima de todo aquel concierto de desagradables ruidos.

―¡Desde aquí no los veo, pero he visto al menos a tres, aunque sospecho que son más! ―Respondió Eva al mismo nivel―. Maldita sea, ―refunfuñó para sí misma―, esto se está yendo a la mierda.

―Ya estábamos en la mierda en el mismo momento en el que nos quedamos sin trajes allá arriba ―apuntó M.A., el único que había llegado a oír la maldición de la joven debido a la proximidad.

―Sí, supongo que llevas razón, pero de seguir así, no lo contamos seguro ―Eva, sin descubrirse, volvió a devolver fuego a sus atacantes para no favorecerles el avance.

―Y aún así, ya lo dijo mi hermana, la vida de cualquiera de nosotros es un precio más que justo si es por la causa, así que supongo que moriremos aquí abajo...

―La misión... ―pareció meditar ella―...tiene sentido, no termino de entenderlo, pero por lo que conozco a Ley, entiendo que si dice eso, es porque lleva razón. Sin embargo, morir aquí no aporta nada a la misión, más bien repercute negativamente. Un suicidio que no brinda fruto no es un suicidio heroico, sino el acto de un estúpido que no aprecia ni su vida ni sus ideales; y Ley no es así ―dicho esto, aprovechando que M.A. era ahora quien brindaba cubierta tiroteando con su subfusil, Eva buscó a Ley con la mirada, resguardada en el lado opuesto del corredor―. ¡Ley, sugiero que nos hagamos con los trajes y salgamos cagando leches de aquí!

―¡A estas alturas, ya contaba con eso! La situación nos supera, si queremos que el riesgo al que nos hemos expuesto no sea en vano, tendremos que alegrarnos con salir vivos de esta con los trajes ―reconoció la joven estratega. Johnny colocó la mano sobre su hombro, tratando de transmitirle que hacían todo lo que estaba a su alcance, que no se sintiera frustrada por no poder abarcar tanto como quisiera. Aquella decisión era la correcta.


Debido al enorme estrés del que era presa, el hombre que habían secuestrado de guía se vio obligado a delatar una vía alternativa para llegar al almacén, una información que había preferido callarse en un principio pensando que los miembros de seguridad se desharían de aquel grupo de intrusos y volvería a ser libre; sin embargo, ese pensamiento ingenuo dejó de ser válido cuando sus supuestos salvadores abrieron fuego indistintamente sobre sus captores y él.


M.A. terminó de vaciar su cargador, impidiendo por unos preciosos segundos que sus adversarios encontrasen una sola apertura para contraatacar, con ese tiempo que ganó, Eva, Ley, Puma y él mismo, alcanzaron la puerta que Maya mantenía abierta en el lado opuesto del pasillo, por la cual ya se habían escabullido de la escena todos los demás. Una vez estuvieron todos dentro, atrancaron la puerta con el mobiliario de oficina que encontraron para obstaculizar el paso a sus perseguidores en la medida de lo posible y a continuación volvieron a emprender la carrera.


―¿Es esto quizás? ―Eva mostró la tarjeta de plástico que acababa de adquirir hurgando entre los bolsillos del uniforme del soldado inconsciente en el suelo, ella misma lo había derribado.

―¡Sí! ¡El pase! ¡Aprisa, el almacén está a la vuelta de esa esquina!

―¡Por fin, joder, siento que me van a estallar los pulmones y se me va a salir el corazón por la boca! ―Gruñó M.A. jadeante―. ¡No nos detengamos entonces ahora!

―Hermano, seguid vosotros adelante y conseguid los trajes, yo mantendré aquí la guardia.

―¡¿Pero qué dices?! ―No pudo dar crédito Alice.

―Tiene sentido. Tendremos que volver por donde hemos venido, es la única salida que conocemos, así que no podemos permitirnos el lujo de dejarnos acorralar como ratas aquí. Yo me quedaré con ella.


Entre la adrenalina y la confusión, las palabras finales de Johnny devolvieron un poco de sentido común al grupo, haciéndoles reaccionar. Encabezados por Davis que escoltaba a su guía temporal, el grupo reemprendió la marcha una vez más. Sin embargo, Puma, quien iba cerrando la comitiva, de pronto se detuvo y por unos segundos observó como sus compañeros, cómo Eva, se alejaban dejándolo atrás al no percatarse de que se había quedado allí atrás. Acto seguido, se dio media vuelta y se reunió con Johnny y Ley, estando esta última apostada contra la pared, observando inquisitivamente a un grupo de militares en la distancia que pronto desapareció de su rango de visión.


La perspicaz guerrera se había percatado de algo que ningún otro había apreciado de no haber estado con los cinco sentidos puestos. Aquella pequeña unidad de hombres armados no parecía ir tras ellos, de hecho, todo lo contrario, habían ignorado por completo su camino y parecían tener prisa en alejarse en una dirección totalmente distinta. De no haber llevado un sospechoso maletín bastante vistoso consigo, tal vez la pelirroja no habría reparado en ellos, o tal vez habría celebrado que desconocieran su paradero; pero lo llevaban.


Ley devolvió la mirada a los dos hombres que la acompañaban y asintió conforme cuando constató que el pelinegro había captado el gesto que le había dirigido disimuladamente momentos antes. “Buena elección, Pumita, realmente te voy a necesitar.”


―Puede que no salgamos con las manos vacías de aquí después de todo ―comprendió Johnny.

―Puede que no ―coincidió el pelinegro apretando con fuerza la empuñadura del machete kukri que aún portaba.

―Aunque estamos en seria desventaja, parecemos caballeros salidos de una historia medieval, pero eso contra las automáticas nos va a poner en un apuro ―se lamentó el pelirrojo con una torcida sonrisa en el rostro, demostrando más bien, que más que temerla, aquella situación podía llegar a divertirle.

―En marcha ―sentenció resuelta Ley.

* * *

El grupo había llegado al búnker hacía un par de horas. Primero se habían deshecho de las ropas que habían llevado durante aquella interminable jornada, habían estado expuestas al ambiente por leve que fuera la radiación, y acto seguido habían pasado a hacerse una revisión médica para comprobar cuál era el estado de salud. Will y Jimmy casi habían atosigado a preguntas a su estimada general apenas se hubieran bajado de los camiones.


Después de realizar todas las comprobaciones necesarias, dos horas después, Ley, Puma y Johnny se separaron de los demás, portando el pelirrojo el curioso maletín que no había soltado desde que se reencontraron con ellos a la salida de la base enemiga. A excepción de los dos subordinados de Ley, quienes permanecieron en el búnker principal, los demás miembros de la expedición se retiraron de allí con sus pertenencias hacia el búnker que se había acomodado para ellos.


Una vez hubieron llegado, Alice detuvo a M.A. para separarlo de los demás y así poder hablar con él a solas.


―Menuda locura de salida, esta hermana tuya es un culo inquieto, ¿eh?

―Tiene muy claro cuál es su objetivo ―respondió fatigado por las dificultades del día el rubio―, lo cual me alegra y a la vez me hace sentir envidioso, tengo tanto que aprender de ella... Aunque sí, no puede estarse quita simplemente en un solo sitio, hay cosas que piensa que deben hacerse al precio que sea.

―Casi muero hoy, ¿o no? ―Preguntó Alice con un tono de voz casi inaudible.

―¿De verdad lo preguntas? Es obvio que casi te muerden allá en el sótano de la iglesia, yo lo vi – respondió M.A. captando al vuelo que era aquella la causa por la que la chica solo hubiera hablado de sí misma cuando todos habían estado al borde de la muerte en más de una ocasión a lo largo del día.

―Si lo pregunto es porque no estoy segura ya de mí misma; no sé cómo soy ni qué límites tengo, si soy inmune a la radiación y me devolvieron a la vida con el virus, ¿quién no te dice que no me afecten las mordidas? Y si... ¿y si no puedo morir...? Quiero decir, los zombies también volvieron a la vida pero ya no son humanos, pero yo sí. ¿Y si soy inmortal? ¿Y si estoy destinada a veros morir a todos y yo seguir viva hasta quedarme sola? ¿Y si...? ―La voz angustiada de Alice se disolvió en un sombrío murmullo incomprensible, con la cabeza gacha, dejó aquella última pregunta inconclusa.

―¡Alice, ya basta! Deja de decir tonterías, claro que puedes morir, pero no será ahora ni en muchísimos años. Ninguno de nosotros vivirá para siempre y muchos puede que ni lleguemos al mes que viene, pero tú eres fuerte, inmune a muchos de los peligros de este mundo, e inteligente; si es seguro que alguno de nosotros sobreviva mucho tiempo, esa serías tú… Al menos más que yo seguro, pero esa no es razón por la que preocuparse, sino que agradecer ―compartió con ella el rubio.

―¿Quién es el que dice tonterías ahora? Deberíamos dejar de auto-compadecernos y seguir hacia delante… Siendo sincera, no es lo que siento, pero sé que es lo que debería pensar.

―Te entiendo… ―admitió con los hombros caídos M.A.. El chico alcanzó a Alice por la cintura y al acercó hacia sí, abrazándola sobre su pecho, tratando de transmitirle la calidez que ella buscaba y, al mismo tiempo, buscando en ella la luz que a él le faltaba para no perder la esperanza.


―Chicos, esto de tener un búnker separados del resto me parece cada vez más absurdo ―dijo Eva dirigiéndose a todos que acababan de entrar en la salón común. Se encontraba demasiado irascible, producto del cansancio acumulado.

―Pero es más cómodo así, Eva. Apenas conocemos a los camaradas de Ley, ni ellos tampoco a nosotros. No disfruto el estar aquí encerrado, pero es lo más seguro que me he sentido en muchísimo tiempo ―dijo Davis mientras dejaba sus pistolas y su lanza en el mueble que estaba a ello destinado. Cuando entraron en el almacén, aún recordaba la expresión de confusión en la cara de Eva cuando advirtió que Puma se había quedado atrás, pero aún con esas, se habían puesto de acuerdo rápidamente para cargar con trajes NBQ suficientes para todos, y además, habían conseguido recuperar el equipo que les habían robado en la iglesia porque lo habían dejado allí por ser el arsenal más cercano.

―Davis tiene razón; puede que, pensándolo bien, estemos mejor solos y unidos, ¿no es algo así como si fuéramos lo más parecido a una familia? Más o menos nos conocemos bien entre nosotros, nos guardamos las espaldas y le confiamos nuestra vida al compañero que tengamos al lado ―dijo Nicole mirando a Davis.

―Si mi hermana estuviese aquí te diría que eso es una estupidez y que ella no confía en nadie más que en sí misma ―Maya rio melancólica ante la idea de aquella escena, la verdad es que la escena le había venido a la mente espontáneamente, y las palabras habían salido de sus labios sin haberlas pensado―, claro, si estuviera aquí… ―murmuró finalmente Maya desconsolada cuando se dio cuentas de que no tenía ganas de reírse, ni de nada realmente, mientras Davis le colocaba la mano encima del hombro.

―La verdad no creo que nos conozcamos tan bien. Davis y Nicole llegaron hace relativamente poco y, bueno, yo misma podría decir que soy bastante ‘nueva’ aquí, porque, hay que ver, algunos os conocíais de hace años ―dijo Inma como si pensara en voz alta. Todos los presentes la miraron y cayeron en la cuenta de que era una rectificación correcta―. No me malinterpretéis, también yo prácticamente me considero nueva en la ‘familia’, solo digo que aún deberíamos conocernos mejor, pero ni siquiera tenemos tiempo para eso y a veces pienso que es mejor así, de lo contrario te encariñas con personas que luego mueren, haciéndolo más doloroso. ―En aquel momento, todos supieron que se estaba refiriendo especialmente a Naitsirc, con el que había hecho muchas migas hasta que este había muerto.


―Cariño ya va siendo hora de irse a dormir ―Eva acarició la cabeza a su hermano alborotándole ligeramente el cabello, hacía un rato que no había dejado de abrazarlo y hacerle caricias y sin darse cuenta, lo tenía algo agobiado.

―Eso de la hora de dormir son cosas del pasado, Eva, las horas ya no existen ―respondió Adán, pero a pesar de ello acató la petición de su hermana obedientemente mientras ella se quedaba quedado en blanco ante la respuesta de una de las que eran las personas más jóvenes del mundo actual.


Nicole, que pasaba por delante de la puerta de la habitación de los dos hermanos, se tomó la libertad de acercarse al umbral de la puerta que estaba abierta al oír al pequeño y ver la cara que se le había quedado a Eva.


―Deberías estar orgullosa de él, es un chico listo ―compartió con ella la rubia.

―Sí, soy consciente, pero no puedo dejar de preocuparme a cada segundo por él, es como si todos los días de mi vida y a todas horas llevara un peso enorme en la espalda del que no pudiese liberarme ni durmiendo… Dios mío, eso ha sonado fatal, no digo que mi hermano sea una carga, solo... ―dijo avergonzándose de sus propias palabras, el agotamiento le estaba jugando una mala pasada, para ella su valiente hermano menor era su mayor fuente de fortaleza y esperanza, todavía se encontraba en ocasiones sorprendida cuando aprendía algo valioso del inocente chico que ella misma no se había parado a pensar antes. Lo quería mucho.

―Tranquila, te entiendo, no te preocupes. Nosotros prácticamente solo tenemos que preocuparnos de salvarnos el culo y, mientras estamos en ello, intentamos ayudar a los demás; pero tú tienes una responsabilidad mayor, salvar primero el de otra persona, y además el tuyo. Eva, supongo que puedes deducirlo, pero lo pondré en palabras: te aseguro que todos los de aquí presentes daríamos la vida por ese pequeño. Como comenté antes de retirarnos, somos una familia y Adán es el imprescindible benjamín querido por todos ―sonrió Nicole con dulzura y sinceridad.

―Muchas gracias, Nicole; sé que el chavalín despierta ese tipo de sentimientos en la gente con corazón como para apreciarlo, pero a veces necesitamos oír cosas que sabemos, no tanto por confirmarlas, sino como por oírlas. Gracias, de verdad, jamás pensé “hacer amigas” en un mundo así ―dijo Eva mientras la abrazaba de improviso, pillando a la rubia por sorpresa.


―¿Qué tal todo? ―Preguntó Maya sin más propósito que romper el silencio que se había apoderado de la habitación.

―Sinceramente no se qué contestarte a eso, ¿bien? ¿Mal? Lo que antes nos parecía estar mal ahora nos parece una tontería y lo que ahora nos parece estar “bien” es resulta que termina estando mal, no sé si me entiendes ―suspiró Inma algo mas depresiva que de costumbre.

―Claro que te entiendo, pero bueno, dentro de lo que cabe creo que sí que estamos bien, estamos a salvo, y por suerte seguimos vivas ―dijo Maya carente de entusiasmo, intentando animarla a pesar de que ni siquiera prestaba atención a lo que decía.

―¿Por suerte? Eso piensas. A veces no sé si nosotras somos las afortunadas o si lo es Dyss, ella no tendrá que estar luchando día a día y sufriendo, ella está descansando, ella no tendrá que luchar más, para ella finalizo la pesadilla ―objetó Inma algo molesta, llevándose la impresión de que su prima estaba algo retraída y no le estaba prestando demasiada atención.

―Deja a Dyss al margen, por favor. Lo siento, pero yo no puedo verlo así, la vida que tienes es un regalo, Inma, uno muy grande por el que debes seguir peleando hasta el último aliento, y si no entiendes eso, ¿cómo puedes levantarte cada mañana? ―Insistió Maya algo indignada por las palabras de su prima.

―¡¿Qué cómo puedo levantarme?! Ni siquiera yo lo sé, supongo que por inercia. ¿Sabes? ¡A veces me gustaría haber sido yo la que hubiese muerto en lugar de Dyss-!―Reconoció Inma gritando, haciendo que todos se enteraran del tema de conversación a pesar de no estar allí presentes.


Acto seguido y sin dejar terminar a su prima, Maya le pegó una cachetada a esta, no soportando oír esas palabras que consideraba suicidas y no quería aceptar que salieran de los labios de Inma. La joven se quedó mirando a su prima con la mano en el cachete que había recibido el impacto y, sin mediar palabra, se tumbó en la cama, una vez acostada empezó a llorar desconsoladamente, pero Maya se resistió a asistirla, porque quería que le doliera para que no olvidara la estupidez de las palabras que habían salido de su boca. Contenerse de abrazarla le rompió el corazón a la castaña, porque ver así a Inma se le hacía insoportable, pero tenía que aguantarlo.“Dyss no está aquí Inma, tendrás que perdonarme por no querer conformarme con que sobrevivas, sino que quiero además vivas. Vive mucho, Inma, por mí, por Dyss.”


―¿Todo bien? Parece que me evites ―le confió Jessica preocupada a Davis, sentándose junto a él mientras le acariciaba la espalda al joven y depositaba un suave beso cargado de dulzura en el pómulo.

―Nada de eso, solo estoy cansado y sin ánimo para nada ―murmuró Davis con la mirada cargada de agotamiento.

―Entonces vayámonos a dormir ―propuso Jessica para que el joven descansara tras el largo día, podía percibir lo exhausto que se encontraba el Davis al que tanto amaba sin necesidad de mayores explicaciones.

―Está bien, va a ser lo mejor ―dijo Davis tomando a su chica con delicadeza por la mejilla y deseándole buenas noches con un suave beso en sus labios.


―Oye, Inma, ¿sigues despierta? ―Susurró Maya en la oscuridad de la estancia. Inma pareció emitir algún sonido a modo de respuesta que la castaña tomó como respuesta afirmativa―. Hay algo que necesito contarte, algo importante que no puedo decirle a nadie más... La verdad es que ni siquiera creo que cambie nada por contártelo, pero me basta con que puedas escucharme y... ―Maya forzó la vista en la oscuridad, se levantó de su cama y se acercó a su compañera de habitación, solo para descubrir que estaba completamente dormida―. No importa, puedo esperar, no es tan urgente, prefiero que descanses ahora. Lo siento ―seguramente llevaba dormida desde hacía rato. Maya sonrió levemente con afecto y, con cuidado de no despertarla, besó la mejilla aún húmeda de su prima.


―Maya, ¿sigues despierta? ―Preguntó Davis cuando descubrió a la chica sentada en el salón abrazándose las rodillas para mantener el calor aparentemente.

―Veo que tú también ―respondió la joven algo irónica al hacer este una pregunta cuya respuesta resultaba evidente.

―No consigo dormir. Mi cuerpo está agotado, pero mi mente no para de dar vueltas, me es imposible conciliar el sueño ―se lamentó Davis acercándose a la joven dispuesto a entablar una conversación.

―Te entiendo, yo estoy igual ―Maya apartó la mirada del joven.

―¿Es por la pelea que tuviste hoy con Inma? ―Se aventuró a preguntar Davis, sin saber a ella le haría gracia tocar el tema―. Lo siento, pero pudimos oírlo claramente.

―Tranquilo, no es para menos con el grito que pegó, supongo.

―Bueno, la familia es así: se pelean y luego vuelven a hablarse como si nada ―sonrió desenfadado Davis, provocando que ella no pudiera evitar sonreír del mismo modo al menos durante un instante.

―No sé, la verdad es que me preocupa bastante, ¿y si un día se rinde? ¿Y si un día deja de luchar? ¿Y si llegara a…suicidarse? ―Dijo Maya poniendo en palabras esa preocupación.

―No digas tonterías, Inma no es así, de lo poco que la conozco siempre la he visto luchar, siempre quiere aprender más para sobrevivir, por lo que se ha cambiado mucho desde que me uní al grupo. Solo ha tenido un bajón y es normal, ya estaba tardando. Ha tenido que pasarlo muy mal cuando ha visto que su prima a la que tanto quiere no llegaba estar tarde. Ya verás cómo mañana o pasado estará mucho mejor ―afirmó Davis seguro de sus palabras.

―Eso espero, Davis, porque no puedo perderla a ella también, simplemente…no puedo ―dijo una Maya más triste y vulnerable que de costumbre.

―No es solo lo de Inma lo que te atormenta, ¿verdad? ―preguntó el pelinegro con un poco de incertidumbre, siendo el ligero estremecimiento de la chica toda la confirmación que precisaba para saber que había acertado―. Si no fuera por Nicole, no me habría dado cuenta, honestamente, pero desde allí en las escaleras del sótano esta tarde... Maya, ¿qué te pasa? No puedo creer que sea una tontería, sé que es más serio de lo que pueda ocurrírseme ahora mismo... No sé si voy a poder ayudarte, pero al menos puedo escucharte, ¿quieres compartirlo?


Maya escondió la cabeza entre sus rodillas y negó moviendo el cuello a derecha a izquierda desde esa postura. El joven al verla así, le dio un cálido abrazo; un abrazo que consiguió hacer por Maya mucho más que todas aquellas palabras que le había dedicado. Sin embargo, pese a que Maya tenía ganas de romper a llorar como una cría, no lo hizo.


―¿Es un abrazo privado o podemos unirnos? ―Se oyó una voz masculina a sus espaldas.

―M.A., Alice ¿tampoco podéis dormir? ―Davis liberó a la castaña de su abrazo cuando se percató de que esta parecía avergonzada por la escena.

―En realidad veníamos por otros motivos... ―contestó Alice dibujando círculos sobre el pecho del rubio con una sonrisa pícara―. Es broma ―aclaró entonces sacando la lengua.

―Vaya, veo que ahora estás más animada ―reconoció Maya.

―Bueno, eso intento al menos. Sigo sin saber qué soy o cuáles son mis límites, y tengo miedo de quedarme sola, pero hay que seguir adelante ¿no? ―Se rindió Alice mientras se mordía el labio.

―Díselo a mi prima ―suspiró Maya dramáticamente para darle algo una nota de humor al asunto, de tal forma que provocó la risa de todos los presentes.

―Chicos, deberíamos bajar la voz o se los despertaremos a todos ―se recompuso primero Davis pensado mas en Jessica que en ‘todos’. Los otros tres estuvieron de acuerdo y se relajaron también―. Con que aquí estamos otra vez ‘los 4 fantásticos’ ¿casualidad o destino? ―Dramatizó esta vez el pelinegro refiriéndose al cuarteto que formaban.

―Yo no creo en el destino. Las cosas pasan y punto ―soltó M.A. mirándose el brazo .

―Que las cosas pasen y punto es el sinónimo largo de destino, M.A. ―quiso burlarse Maya―. Yo sí creo que todo pase por algo, ya sabes. No creo que conoceros fuera cosa de casualidad, no sé, al menos es lo que me gusta pensar ―dudó Maya, como si pensara que nadie iba a entenderla.

―¿Qué más da si existe o no? La cosa es que estamos aquí y eso es lo importante ―zanjó Alice intentando no ponerse de lado de su novio o del de su mejor amiga.

―Chicos, la verdad es que tengo miedo... ―confesó Davis de repente como si se hubiera estado aguantando las ganas de decirlo desde hacía minutos.

―Es normal, todos tenemos miedo. Hasta Ley tiene miedo, estoy segura. ―sonrió maliciosa Maya. M.A. no pudo evitar reírse al oír la referencia a Ley, su hermana sin duda era una chica dura, pero no tanto por tener o no miedos, sino porque tenía unas convicciones tan firmes, que a la hora de la verdad no dejaba que sus miedos se interpusieran en su camino.

―No me refiero a en general. Tengo miedo por mi hijo. ¿Cómo va a traer Jessica un bebe al mundo? A este mundo. No puedo dormir, ni dejar de pensar en otra cosa últimamente cada vez que la veo. Es horrible y una locura ―admitió Davis que había conseguido hacer muchas migas con esas tres personas a las que les contaba su más profundo miedo actualmente.

―Es lógico tenerlo, Davis, pero así están las cosas ahora y no podría tenerlo en mejor lugar y en mejor momento de este ‘viaje’ o lo que quiera que sea. Aquí es donde se le ha dado la oportunidad de nacer y porque sea una vida injusta, no es razón para negársela, las personas solo tenemos una vida y tenemos que aferrarnos a ella con todo lo que tenemos ―Alice cayó en la cuenta de que creía aquello realmente en caso del bebé de Jessica, entonces, ¿por qué no podía pensar lo mismo de sí misma? ― Aquí, con nosotros, estará bien y a salvo, deberías estar tranquilo por esa parte ―dijo Alice para tranquilizarlo y creyéndolo firmemente.

―Sí, supongo que aquí estará bien, pero también temo morir sabéis, y que crezca sin un padre. Ley nos enviará a misiones en la que nos jugamos nuestra vida sin una garantía, es el trato que hemos hecho, y quiera o no pongo mi vida en peligro. ―Davis preocupado dejó escapar un pesado suspiro.

―Eso no va a pasar ―Maya le puso la mano sobre el hombro.

―¿Cómo estas tan segura? ―pregunto Davis.

―Porque lo sé, soy una bruja, ¿no te lo había dicho antes? ―Dijo Maya con una mirada amigable y de tranquilidad―. Yo te protegeré.

―Oye si te lo dice Maya debes creerlo ―rió M.A. despreocupadamente refiriéndose a toda la gente que ha salvado, incluido él.

―En otra vida, esta conversación sería sobre cosas absurdas, nos inventaríamos historias, nos pelearíamos ,nos apoyaríamos y nos reiríamos a carcajadas con nuestras bromas, en otra vida… ―murmuró Alice soñadora.

―En otra vida no nos habríamos llegado a conocer... ―dijo Maya.

―¿No decías que estábamos predestinados a conocernos? ―Cuestionó Davis con algo de picardía.

―Predestinados no es la palabra, aunque sí, pero en un apocalipsis zombie, no en el mundo perfecto que hubiera sido de no haber habido virus ni organizaciones secretas, vivíamos en lugares muy separados ―se defendió Maya algo indignada.

―¿Y qué pasa con internet? ―puso en duda M.A.


Todos empezaron a reír como si de ese mundo alternativo se tratase, mientras se miraban unos a otros contagiándose mutuamente la risa. Aquella era una forma bastante curiosa y positiva de poner punto final a un día que había sido tan completo.


―Dios, esto es absurdo ―opinó riendo Alice―, pero me gusta.

―Sí, deberíamos repetirlo en un futuro ―estuvo de acuerdo Davis, que esa noche había soltado ese miedo que había cargado solo él mismo como un secreto.


Los chicos se dispusieron a volver a dormir hasta que la voz de Maya los detuvo.


―Chicos, prometedme algo... ―dijo Maya seria.

―Si Maya, lo que sea ―respondió rápido Davis recordando la conversación que habían mantenido ellos dos antes de que llegasen M.A. y Alice.

―Si llegara a perderme a mí misma, o antes de que eso pase... quiero que sea uno de vosotros el que me mate, no dejéis que lo haga Inma, por favor, jamás querría hacerla pasar por una experiencia así ―dijo Maya preocupada por su querida prima. El rubio que conocía el que mejor aquel temor de la castaña fue el primero en reaccionar.

―Claro Maya, dalo por-

―¡NO! Eso no va a pasar, seguiremos juntos hasta el final, realmente estamos juntos en esto desde el principio -incluso Davis estuvo en Stone City- y juntos lo terminaremos.


Nadie dijo una palabra, todos se miraron y fue como un golpe de valentía y esperanza para ‘los cuatro fantásticos’, esa noche no dormirían como hacía meses que no lo hacían, en un mundo sin esperanza, el más mínimo reflejo de esta era todo lo que necesitaban para ser...felices, aunque fuera por una sola noche.




#Maya
#Proyecto Alice

Forma de lectura alternativa de la historia:






viernes, 13 de marzo de 2015

Mejor personaje de la sexta ronda (Resultados)

Aquí les traemos por sexta vez en NH2 la lista de vuestros personajes favoritos de la ronda, una ronda con pocos capítulos pero muy intensos. Se han registrado unos 157 votos, por lo que los autores estamos muy contentos y agradecidos, simplemente GRACIAS.


1º- LEY (1,6,2,4,2)



Ley recupera su tan ansioso primer puesto, el que tuvo en la primera ronda de NH2 hace ya algún tiempo, y no es para menos, ya que Ley vuelve y esta vez para quedarse, como la líder nata que siempre fué, siendo la cabeza ya no del grupo, sino de un grupo grande de supervivientes con su propio búnker y soldados.

2º- ALICE (3,4,4,6,1,8)



Alice sube como la espuma en esta sexta ronda colocándose en una segunda posición que no había tenido hasta la fecha. Cuidado Ley, esta chica de armas tomar también quiere recuperar el primer puesto.

3º- JOHNNY (1) y PUMA (5,2,1,4,1,3)



Johnny es uno de esos personajes que aparecen nuevos y ya se convierten automáticamente en el favorito de muchos. Pierde el primer puesto para cedérselo a su colega, pero la sigue de cerca desde el tres, junto con otro de los grandes favoritos Puma, que repite posición una ronda mas, era hasta la fecha el único que había repetido en la primera posición.

4º- FLOR (7,6,5,10)  y EVA  (8,7,4,5)



Flor consigue su mejor posición en su despedida, un gran personaje que se queda atrás como muchos otr@s tras una muerte inesperada. Junto a ella, otra que cada vez gusta mas a la gente, Eva.

5º- MAYA (2,1,2,4,3,4)  y WILL (nuevo)




Maya se coloca en su posición mas baja hasta la fecha perdiendo su tan merecidos primeros puestos, pero no hace una bajada muy espectacular y se queda a mitad del Top. Junto a ella un nuevo personaje Will, que por lo que parece a gustado bastante. ¿Nuevo candidato para robar el trono?

6º- INMA (5,4,3,2,8)



Inma se queda solita en la posicion 6, no es ni su mejor ni su peor posición. El personaje cuenta ya con un rico protagonismo y desarrollo que hace encantar la mayoría. ¿Conseguirá algún día el 1º puesto?

7º- DAVIS (4,7,6,6,2,4)  y ADÁN (7,6,9)



Davis vuelve a bajar, él y Adán se quedan en la séptima posición de una lista llena de personajes que encantan, lo que no esta nada mal.

8º- M.A. (4,3,3,6,3,6)  , JIMMY (nuevo)  y NICOLE (7,5,6)




M.A. hace su peor posición hasta la fecha, el personaje que está desde el principio de la aventura aún no ha conseguido una primera posición, pero si que ha tenido buenas posiciones casi siempre, como Nicole que siempre se mantiene a mitad de lista. Les acompaña un nuevo personaje, Jimmy.

9º- JESSICA (nueva)



Jessica viene como nueva para NH2 y se coloca en la posicion 9, nada mal para haber aparecido casi a final de ronda y en pocos capítulos.

10º- PAYNE (11) y FOX (nuevo)



Payne y Fox se colocan en el top10. Para Payne es una subida desde su posición anterior.


11º- MICHAELA  (nueva)



Y en última posición tenemos a Michaela, un nuevo personaje que seguro que dará mucha guerra.

jueves, 12 de marzo de 2015

Resultados de la encuesta al mejor capítulo de la 6º ronda

Aquí venimos una vez mas con la lista de vuestros capitulos favoritos de la última ronda,esta vez hemos tenido 137 votos y queremos agradecerlo enormemente,sois los mejores,aquí los resultados:

1º - Cap 42: La divina providencia (Ley) 
Ley volvia con todo lo alto con un super capitulo largo y que definia la nueva tanda de
aventuras de los personajes principales,con el regreso al grupo y siendo la jefa de sus 
propios soldados.

2º Cap 41: Brutalidad policial (Puma)
La segunda parte del capitulo de Puma se cuela en el segundo puesto,superando con creces a su anterior capitulo,este por desgracia será el ultimo del autor en una larga temporada,dejando un gran vacio en el fin ¿Quién ocupara ahora los primeros puestos?

3º Cap 44: Dualidad (Nait)
Naitsirc se coloca una vez mas en el tercer puesto como en la ronda anterior,esta claro que sus capítulos siempre mantienen un nivel de calidad sin bajar y creando historias que enganchan a tod@s.

4º Cap 41: Brutalidad policial (Puma)
El primer capitulo de Puma se cuele entre medio de Naitsirc y Sacedog, un gran logro
 teniendo en cuenta que tiene dos capitulos en la lista,y es muy difícil mantener la calidad 
en ambos.

5º Cap 43: Un mundo de luces y sombras (Sace)
El capitulo de Sacedog se coloca está vez en 5º posición,en las dos anteriores rondas se 
colocaba el primero y tampoco se puede ser siempre el numero uno, aun asi su capítulo no 
era para menos.

6º Cap 39: Sin Título (Maya)
Si Sacedog bajaba en esta ronda algunos puestos,le pasa exactamente lo mismo a Maya 
que en esta ocasión se conforma con la sexta posicion, no olvidemos también que en esta 
ronda han habido menos capítulos que de costumbre.

7º Cap 45: Ataque Sorpresa (Alice) 
Una vez mas Alice se conforma con la última posición de la lista, pero tampoco es que sea
con 0 votos, lo que no esta nada mal,como dato curioso decir que fue el capitulo mas corto 
de la ronda.





domingo, 1 de marzo de 2015

Dios creó al hombre y luego... a Eva.

Tan sencillo como que te traigo un tercer boceto para tu regocijo, cariño.

Click en la imagen para ampliar.


Bueno, la lista en de muchachos en espera vuelve a cambiar... Próximos en llegar: Nicole, Davis y M.A...

¡Hasta luego!