Big Red Mouse Pointer

sábado, 5 de marzo de 2016

RNH: Juego de la Supervivencia

Capítulo 11 - El ataque de los muertos vivientes

Nicole y Nick corrían ascendiendo las escaleras todo lo rápido que podían, en el último dispositivo explosivo que vieron durante su huida, la cuenta atrás indicaba que faltaban solo diez minutos para la detonación de las cargas. El dúo se encontraba recorriendo la segunda de las tres plantas que comprendían las áreas de oficinas, desgraciadamente no estaban solos.

Michaela antes de irse había pulsado una serie de botones del panel de control del superordenador para despertar a unas criaturas que habían permanecido dormidas hasta aquel preciso momento, sumergidas en un extraño líquido en el interior de unos tanques de vidrio localizados en una de las áreas de investigación de los laboratorios. Aquellos seres compartían ciertos rasgos con los reptilianos que enfrentaron horas antes en la superficie, como eran los dos pares de brazos, su larga cola y la complexión de un hombre culturista, por lo demás era unos seres totalmente distintos.

Se podría decir que si las criaturas con las que se enfrentaron anteriormente eran una especie de híbrido entre humano y reptil, estas eran una bestia híbrida entre humano y anfibio. Su piel era negra con manchas amarillas, como la de una salamandra, era totalmente lisa y de aspecto húmedo y escurridizo. Carecía de garras para atacar, pero por otra parte ya habían comprobado que tenía una larguísima y rápida lengua con la que podían atacar a distancia, y cuyo grosor y velocidad de impacto eran tal, que no sería muy descabellado pensar que era capaz de atravesar un cuerpo humano como si de una lanza se tratara.

También había que tener en cuenta que poseía la fuerza de un culturista, por lo que sus golpes podían ser realmente fuertes. Por lo demás, sus primos reptilianos no tenían nada que envidiar a estos, de hecho, ya habían comprobado que estos eran mucho más débiles al carecer de la piel escamosa que recubría el cuerpo de sus primos, por no hablar de que no parecían seguir órdenes de ningún líder, ya que actuaban de manera independiente unos de otros, tampoco parecían poseer cierto nivel de inteligencia como sus primos reptilianos, o al menos, eso es lo que por sus acciones se intuía. Como última desventaja a añadir a aquellas criaturas, había además que mencionar que sus movimientos eran torpes y lentos respecto a sus primos reptilianos. Sin duda estas criaturas eran una versión más débil a la que enfrentaron horas antes en la calle.

Una serie de proyectiles de nueve milímetros perforaron la cabeza de la criatura más cercana al dúo. Quedaba poco, ya estaban al llegar a la primera planta de las oficinas, después quedaba la sala de recepción y abandonar el ayuntamiento. Una de las criaturas saltó colocándose frente a la pareja, emitiendo un sonido similar al sonido de un sapo, pero mucho más fuerte y grave, a la par que con su boca abierta dejaba ver aquella húmeda y asquerosa lengua que asomaba retorciéndose como una enorme lombriz.

Nicole aún apoyada en Nick dirigió el cañón de su arma apuntando al rostro de la criatura ¡¡bam!! ¡¡bam!! ¡¡bam!! Tres proyectiles acertaron de lleno en garganta, lengua y frente de la criatura, obligando a esta a desplomarse sin delicadeza alguna sobre su espada.

—Nick, solo me quedan dos balas... —anunció Nicole.

—Pues tendremos que darnos prisa. No pienso soltarte para detenerme a usar mi arma, eso sería perder tiempo y retrasar nuestra huida, si vamos rápidos es precisamente porque estoy cargando en parte contigo para ayudarte a desplazarte.

Nicole se liberó de Nick apartándose unos pasos.

—No te preocupes, estoy algo mejor. Sigo bastante cansada y dolorida, pero puedo hacer un último esfuerzo para llegar al final. No nos queda mucho para salir de aquí. —anunció la mujer dispuesta a continuar sin la ayuda de Nick. —Será mejor que uses la escopeta, con dos balas de pistola no podré hacer mucho.

Es cierto que gracias a que Nick estaba cargando en parte con ella ofreciéndose a sí mismo como punto de apoyo para Nicole, ella podía moverse más rápido sin agotarse en exceso debido a su condición física tras el enfrentamiento con Michaela, pero por otra parte inhabilitaba a Nick de usar su escopeta y lo retrasaba a él. Las criaturas que les perseguían eran lentas y torpes, lo que era una gran ayuda para ambos, quienes debido al estado físico de Nicole no podían huir corriendo como les gustaría, lo más rápido que podían desplazarse era trotando.

Pero a pesar de aquella torpeza y lentitud por parte de las criaturas, sus lenguas eran realmente rápidas, y necesitaban de un arma para protegerse de ellas, la escopeta de Nick. Por esto mismo, Nicole quien se encontraba algo mejor decidió tomar la decisión de salir de allí por su propio pie recorriendo lo poco que les faltaban para salir a la superficie.

Nick no parecía muy conforme, no confiaba del todo en que Nicole ascendiera las últimas plantas sin ayuda alguna.

—Está bien, pero si sientes que te cansas de nuevo no dudes en usarme de punto de apoyo otra vez. —recordó iniciando de nuevo la marcha ascendiendo las escaleras que conducían a la primera planta de las oficinas. Tras asentir con la cabeza, Nicole lo siguió.

Morís y Carley corrieron en la recepción hasta las escaleras que descendían a la primera planta de las oficinas.

—¡¡El disparo ha venido de ahí abajo, era la escopeta de Nick!! —puntualizó Carley descendiendo con Morís en busca de sus compañeros.

Nicole y Nick fueron acorralados por cuatro de las criaturas, lentamente, las bestias se acercaron emitiendo sus característicos sonidos dejando asomar aquellas serpenteantes lenguas. El dúo pegó espalda con espalda alzando sus armas con el fin de mantener a raya al grupo de criaturas.

—Joder... Estábamos tan cerca de salir de aquí... ¡¡Y ni siquiera sabemos cuánto tiempo nos queda para escapar de este lugar!! —comentó Nick sintiéndose agobiado ante la situación.

Nicole apuntaba a un lado y a otro a las dos criaturas que se le acercaban, con dos balas no podría hacer gran cosa... ¿Qué podía hacer? No quería morir en aquel lugar, debía de reagruparse con sus compañeros y contarles lo sucedido. Fue en ese instante que un característico sonido atrajo su mirada hacia las escaleras ascendentes que se encontraba a unos pocos metros de ella. ¿¡Pasos!? Si, eran los sonidos de unas rápidas pisadas que se acercaban a ellos descendiendo las escaleras. Cuando logró ponerle rostro a las personas que descendían las escaleras sintió un enorme alivió.

—¡¡Chicos, aguantad!!— gritó Carley dejando ver su silueta con Morís a su espalda.

No resultó demasiado complicado para aquel dúo bien armado acabar con aquel grupo de débiles criaturas. Aunque el mérito realmente se puede decir que se lo llevo Carley, la velocidad de disparo de su M16 acribilló a dos de las criaturas en segundos, mientras de Nick y Morís se ocuparon de las dos restantes.

—Dios mío Nicole ¿Qué te ha pasado? —se interesó Carley al percatarse del estado físico de su compañera.

—Ahora no hay tiempo para eso. —recordó Morís colocando la mano sobre el hombro de Carley. — Tenemos que salir de aquí de inmediato, alguien ha puesto unos explosivos y el lugar se va a ir a la mierda en cuestión de minutos. —les recordó a Nick y Nicole. —¡Vamos, tenemos que salir pitando de aquí! —incitó el antiguo agente de la ley siendo el primero en marchar hacia las escaleras ascendentes por las que vino siendo seguido por sus tres compañeros restantes.

El grupo ascendió las escaleras hasta llegar a la recepción.

—¡¡Por aquí, rápido, rápido, se nos agota el tiempo!! —advirtió Carley llevando la cuenta atrás en su cabeza.

La puerta que conectaba el ayuntamiento con las instalaciones de Esgrip se abrió violentamente de una patada propinada por Morís.  

Nicole sentía que ya estaba comenzando a llegar a su límite, su cuerpo volvía a quejarse del dolor y el agotamiento que soportaba, pero ignorándolo, la joven agente de policía continuó corriendo ascendiendo aquellas escaleras, no iba a rendirse, no ahora que estaba a punto de lograr salir de allí. Con sonoros y rápidos pasos lograron llegar a la recepción del ayuntamiento.

—¡¡¡Veinticinco segundos!!! —informó Carley al ver el dispositivo que anteriormente había observado con Morís.

Por desgracia, un sonido detuvo al grupo obligándolo a detenerse.

—¡¡Nicole, aguanta!! —Nick corrió hacia su compañera, quien cargando con su estado físico no pudo evitar tropezar precipitándose contra el suelo de la recepción. —¡¡Morís, ayúdame a cargar con ella!! 

El dúo masculino ayudó a su compañera a ponerse en pie, y colocándose cada uno a un lado de Nicole, pasaron los brazos de la joven tras sus cuellos para ayudarla a desplazarse rápidamente.

—¡¡Diez segundos!! ¡¡Rápido!! —alertó Carley abriendo la puerta de entrada al ayuntamiento.

El grupo logró salir por la puerta a toda prisa. Corriendo por el asfalto necesitaban alejarse todo lo que pudieran para que la explosión no les alcanzara. —¡¡Vamos por ese callejón!! —señaló con su dedo índice la castaña encabezando la carrera seguida de sus compañeros.

00:03, 00:02, 00:01, 00:00...

Los sonidos de una devastadora tormenta anunciaron la demolición del edificio segundos antes de que este saltara por los aires. Cientos de fragmentos de diversos tamaños salieron despedidos en todas direcciones, algunos de un tamaño considerablemente grande se precipitaron sobre vehículos y edificios cercanos ocasionando una gran cantidad de daños. Sin poder hacer nada, el grupo fue engullido por una gran nube de polvo y escombros, al tiempo que la onda expansiva recorrió la zona reventando los cristales de los edificios cercanos y lanzando al grupo a unos metros por los aires hacia el interior del callejón.

Tras precipitarse violentamente contra el suelo, Nicole no pudo evitar soltar un grito de dolor, grito que no alcanzó sus oídos ni al resto de sus compañeros, pues un agudo y molesto pitido en su oídos censuraba su propia voz. Sus compañeros yacían por los suelos, retorciéndose como gusanos ante el doloroso impacto contra la dura superficie del suelo. Todo daba vueltas, su cuerpo temblaba al intentar levantarse, y ese molesto pitido en sus oídos... Nick le decía algo, le gritaba mientras gateando trataba de incorporarse tratando de llegar a ella. Nicole no pudo continuar soportando el sobre esfuerzo físico y sin más, sus fuerzas le fallaron obligándola a estamparse contra el suelo perdiendo la consciencia en el acto...

Esta historia se remonta hacía varios años en el pasado, hacia mi infancia. Cuando tenía seis años, mis padres, Sam y Linda, se divorciaron. Yo por aquel entonces era demasiado pequeña como para comprender que significaba exactamente algo como el divorcio, aunque con el tiempo comencé a comprenderlo, probablemente desde el momento en que mi padre abandonó la casa para no volver y tuve que ir a verle a su nuevo hogar, pasando a veces el día con él y otras veces con mi madre, aunque era con ella con quien vivía principalmente.

Con el tiempo mi madre comenzó una relación con un hombre divorciado llamado Ryan Evans, un profesor de artes marciales quien con el tiempo se volvería mi padrastro y junto a su hija Michaela Evans, mi madre y yo, formaríamos una nueva unidad familiar yéndonos a vivir los cuatro juntos. Los años pasaron felizmente para la nueva pareja, pero no podía decirse lo mismo para las nuevas hermanastras, ambas chicas eran demasiado diferentes. No tardaron en darse cuenta de lo distintas que eran la una de la otra, desde la primera vez que se conocieron ambas sabían que no podían llevarse bien, ambas intuyeron eso nada más conocerse.

Aquellas niñas a pesar de ser tan diferentes trataron de llevarse bien por el bien de sus padres, pero aun así, aquella convivencia regida por la falsedad entre ambas no duró mucho. Recuerdo que una vez escuché a escondidas a mi madre y a Ryan hablando en la cocina acerca de Michaela, él y su antigua esposa Megan, acerca de qué tipo de relación familiar había en aquel antiguo matrimonio, si es que así se le podía llamar a aquellos años de falsedad que vivieron Ryan y Michaela con aquella mujer.

Michaela tuvo una infancia bastante lamentable, una madre que la odiaba, la maltrataba y despreciaba, su existencia fue fruto del engaño de su madre con otro hombre, su auténtico padre biológico, al que nunca conoció. Michaela desde su más tierna infancia se vio envuelta de actos inmorales que fueron destruyendo su ser, teniendo gran parte de la culpa el trato que su madre tuvo con ella, y la respuesta que Ryan tenía con aquellas situaciones entre madre e hija, Michaela nunca conoció algo como el amor de una familia.

Ryan no es su padre biológico, debido a eso y a su estado emocional durante y tras su relación con Megan, él no pudo criarla como un padre, y por lo tanto, no pudo darle tal cariño, no obstante cuando él y Michaela se quedaron en la calle cuando Megan les dio la espalda a ambos abandonándolos, él decidió cuidar de ella hasta que fuera mayor de edad, dejándole conservar su apellido a pesar de que no fuera su auténtica hija.

Por otra parte mi infancia fue todo lo contrario a la suya, desde el momento en que nací fui una bendición para mis padres, quienes me criaron dándome todo el amor y la atención que podían, tenía una familia que me quería y siempre estaba rodeada de buenos amigos. Incluso tras el divorcio de mis padres continué teniendo una buena relación con mi padre, quien con el tiempo comenzó a crear una nueva familia con una nueva mujer, no se podía decir lo mismo con Michaela y su madre, a quien no volvió a ver después de que esta renunciara a su custodia.

Michaela es mi hermanastra mayor, y por lo tanto siempre ha tenido la obligación de cuidar de mi aunque no le gustara la idea. Con el paso del tiempo, cuanto más tiempo pasaba con ella, más me percataba de sus miradas, gestos y palabras que irradiaban odio, rencor y envidia hacia mí, nunca me lo afirmó abiertamente, pero con el tiempo llegué a intuir que ella quería ser como yo, quería poder disfrutar de aquellas cosas que a mí me hacían feliz, trató de imitar mi forma de ser, actuar y hablar, aunque a su modo, por supuesto. Pero de nada sirvió, era demasiado diferente a mí, jamás pudo parecerse a mí en ninguno de los aspectos que trató de imitar, ella fracasó.

Siempre pensé que yo era alguna clase de ideal para ella, un ideal que Michaela quería alcanzar para poder disfrutar y obtener la felicidad de la que yo siempre dispuse y ella no, en cambio, como resultado únicamente obtuvo la desesperación y la frustración. Con el tiempo dejó de tratar de imitarme y comenzó a buscar problemas conmigo, de una forma u otra siempre buscó el verme sufrir y fracasar, tratando muchas veces de ser un obstáculo para mí, a partir de ese momento en el que intentó pagar conmigo su fracaso en la búsqueda de la felicidad, nuestra rivalidad llegó a su punto más alto llevándonos al odio mutuo, hasta entonces simplemente tratábamos de ignorarnos o teníamos algunas riñas, pero desde aquel momento en el que me declaró abiertamente la guerra nuestra malograda relación terminó de romperse, simplemente no podíamos ignorar una la presencia de la otra cuando nos encontrábamos bajo el mismo techo.

En mitad de la oscuridad Nicole abrió los ojos. Pudo percatarse por la tenue iluminación que entraba a través de la ventana que se encontraba en una habitación. Sí, había vuelto a la casa que tomó como refugio para pasar la noche ella y su grupo, las voces del piso de abajo y la luz amarillenta que asomaba bajo la puerta así se lo confirmaban. Con esfuerzo, Nicole se incorporó en la cama y encendió la lámpara de la mesilla que yacía a su lado. Tras levantarse, se dirigió a un amplio espejo para contemplarse en él. Estaba en ropa interior y sus cabellos dorados aún permanecían sueltos cayendo sobre sus hombros, aunque eso ya lo sabía sin necesidad de verse a sí misma en un espejo. 

Mirándose a sí misma reflejada con nitidez, pudo ver gran parte de su cuerpo decorado con manchas oscuras de diversos tamaños, cada una en representación de uno de los golpes que Michaela le había propinado, por otra parte, los cortes superficiales que habían decorado su cuerpo con una carmesí coloración habían sido desinfectados y tapados con unas tiritas que de inmediato Nicole se quitó, contemplando que aquellos cortes presentaban mejor aspecto tras recibir los cuidados de Emi, ya no sangraban y habían comenzado a cerrarse.

Su aspecto realmente era lamentable, por suerte, a excepción de algunos moratones del rostro y los brazos, el resto junto a la mayoría de cortes se podrían ocultar bajo la ropa. Hablando de ropa, la suya había sido cruelmente desgarrada, necesitaría otra... Echando un vistazo, vio su ropa vieja tirada sobre un escritorio, y encima de una silla un nuevo top que Emi escogió.

—Esta mujer piensa en todo. ¿Qué haría sin ella? —se dijo a sí misma acercándose a la silla sin poder reprimir una sonrisa de satisfacción.

Un pantalón vaquero negro y una camiseta corta azul componían su nueva vestimenta, al lado de la silla, en el suelo, descansaban sus botas militares. Sobre el escritorio, alejado de los sucios y desgastados vaqueros azules y su camiseta de tirantes blanca desgarrada y manchada de sangre, su armamento y reloj de pulsera esperaban a ser recogidos por su portadora. No tardó mucho en cambiarse con la ropa nueva y equiparse de nuevo con sus armas, tras contemplar la hora en su reloj el cual marcaba las tres y cinco de la mañana, se dispuso a abandonar la habitación para ver a sus compañeros en la planta baja.

Bajando los peldaños de la escalera que comunicaban la primera planta con la planta baja de la casa, las voces de Nick y Emi llegaban a sus oídos. Tras llegar al salón contempló una escena en la que tan solo aquellos dos permanecían hablando de pie al lado de una ventana, mientras que bañados por una luz amarillenta en una estancia parcialmente iluminada por una única lámpara de baja potencia, podían apreciarse a Carley y Débora dormir en un amplio sillón, igual que Liam y Morís, quienes descansaban en un par de mecedoras.

Nicole desveló sus pasos al entrar al salón atrayendo las miradas de sus dos compañeros.

—Hola chicos. —saludó con una sonrisa.

—¿Nicole? ¿Qué haces aquí? Deberías de estar arriba descansando. —respondió Emi acercándose a ella con Nick. —Todavía no estás bien, tu cuerpo debería de dolerte aún. —la regañó la joven asiática.

—No te preocupes Emi, estoy mucho mejor gracias a tus cuidados y me siento algo más descansada tras haber podido dormir unas horas. Me duele un poco el cuerpo al moverme, pero puedo soportarlo perfectamente, tampoco es para tanto. Gracias. —se excusó tratando de quitarle importancia al asunto.

—¿Seguro que estás bien, Nicole? Te dieron una buena paliza ahí abajo. —quiso asegurarse Nick. — No deberías de hacerte tanto la fuerte, es recomendable descansar tras lo que pasó con esa mujer.

—Tranquilo, tranquilo, de verdad que estoy mucho mejor. Me siento más descansada y el dolor de mi cuerpo es algo similar a tener agujetas, no es para tanto, de verdad chicos...—respondió algo agotada de la insistencia de sus compañeros.

Emi iba a volver a protestar, pero aquella acción se vio totalmente ahogada cuando la voz de Morís se entrometió en la charla de aquel trío. —Si dice que está bien, es que está bien, no le insistáis más, pesados. —pronunció el miembro de más edad en el grupo abriendo los ojos e incorporándose de la mecedora obligando a esta a mecerse adelante y atrás suavemente.

—¿Tú no estabas dormido? —preguntó una Emi algo molesta por la intromisión entre ella y su paciente.

—Más o menos. ¿Crees que estando la situación como está puedo dormir a pierna suelta? Por no hablar que ni siquiera habéis bajado la voz mientras hablabais vosotros dos. Tan solo estaba descansando la vista. —debido a la conversación entre aquellos cuatro, Débora, Carley y Liam comenzaron a abrir los ojos poco a poco. —Además, estoy más interesado en saber que sucedió allí que en conciliar el sueño. Nicole ¿Podrías decirnos quien era esa persona que vimos salir del ayuntamiento, y por qué os encontramos en tan mal estado saliendo del edificio antes de que volara por los aires?

Todos permanecieron en silencio mirando a Nicole, pues era más que obvio que no solo Morís, sino todos los allí presentes querían saber que había sucedido en aquel lugar tras sentir la explosión del ayuntamiento y ver el estado en el que Nick y Nicole volvieron tras su expedición.

—A decir verdad... —comentó Nick en esta ocasión atrayendo las miradas de Nicole y el resto. —A mí también me gustaría saber que sucedió exactamente allí, cuando te encontré estabas peleando con aquella mujer que trataba de asesinarte. Y hay otra cosa que quiero saber. ¿Qué es eso que dijo aquella mujer acerca de que la ciudad volará por los aires? —ante aquella pregunta, Emi, Débora y Morís intercambiaron miradas recordando lo comentado en los informes de Esgrip que hallaron en la comisaría.

Sosteniendo la mirada seria que Nick le dirigía, Nicole abrió la boca para responder antes de que Carley y Liam pudieran decir algo respecto a lo que Nick acababa de preguntar.

—Está bien, responderé a tus preguntas. Dejadme deciros lo que sé acerca de todo este asunto, es acerca de lo que ya te comenté hace algunas horas Nick, sobre los documentos esos que encontramos que incriminaban a Esgrip con lo que estaba sucediendo en la ciudad. —respondió Collins mirando seriamente a todos sus compañeros antes de empezar a dar explicaciones.

Nicole explicó al grupo acerca de cómo ella, Débora, Morís y Emi encontraron en la comisaría unos documentos que alguien se dejó en la sala donde se encontraba el panel de control que monitoreaba todas las cámaras de vigilancia de la ciudad. En aquellos documentos se incriminaba a la empresa farmacéutica Esgrip por la información ahí redactada como la causante de todo lo que estaba sucediendo en la ciudad. Había una serie de misiones redactadas en los informes, por una parte estaba la misión de vigilar a una serie de personas de la ciudad, aquellos documentos tenían información detallada acerca de esas personas.

Por otra parte había otro tipo de objetivos que hablaban acerca de asesinar a los civiles de la ciudad, extraer datos informáticos de unos superordenadores localizados en los complejos subterráneos de cierta organización, movimientos militares, evacuación de la gente de la compañía, entre otras cosas, y finalmente resuelto todos los objetivos, bombardear la ciudad con una serie de misiles. Tras explicar todo lo contenido en los informes, Nicole pasó a revelar lo sucedido en el complejo subterráneo bajo el ayuntamiento, así como la relación que tenía con la mujer que trató de asesinarle. Tras responder a todas las preguntas, el silencio cayó en el grupo.

—Decías que había gente a la que Esgrip vigilaba, ¿no? —rompió Liam el silencio causado ante la serie de revelaciones. —¿Nos vigilan también a nosotros? ¿Por qué buscan a esas personas?

—Pues la verdad es que no me he parado a leer los informes de esas personas detenidamente, solo las de algunas relacionadas con Esgrip y por encima. No sé exactamente por qué la organización esa está tras esas personas, pero si algunos trabajan o trabajaban para Esgrip, es probable que la compañía quiera silenciarlos, aunque solo son suposiciones, no tengo ni idea de por qué están tras todos ellos. —respondió Emi mirando al joven preocupado. —Respecto a si estamos nosotros en los informes, no, no aparecemos en ellos. —la joven asiática agarró la carpeta de documentos de la organización y comenzó a ojear los perfiles de las personas recogidas en los documentos. —Tenemos a Alice, Dyssidia, Eriel, Maya, Ley, Puma, Silver, Jose, Cristian, Brian, Allen, Riliane, Nika, Lithium, Killer, Desmond, Shaun, Nayeli, Karen, Davis, Kyle y Ashley. Son veintidós personas a las que se le tiene bajo vigilancia, aunque por otra parte según una nota que hay previa a los perfiles de estas personas, los datos se van actualizando según se vea por medio de las cámaras de vigilancia si alguien muere o hay que vigilar a alguien nuevo y mandar un informe personal sobre esa nueva persona a la que se deba de vigilar. Parece que todas estas personas están relacionadas directa o indirectamente unas con otras o con Esgrip. —comentó mirando a los compañeros que la observaban. —Pero de nosotros no hay rastro alguno.

—Bueno, al menos es un alivio saber que no están detrás de nosotros. —suspiró Carley aliviada. —Es probable que esa tal Michaela piense que tú y Nick habéis muerto en la explosión. —comentó mirando a Nicole. —Y respecto a nosotros, no tiene de lo que preocuparse, supuestamente no sabemos lo del bombardeo a la ciudad, por lo tanto no importa donde estemos, mientras continuemos en Stone moriremos junto a la ciudad, y esos documentos se perderán también.

—¿Y no podemos hacer nada al respecto? No sabemos cuándo comenzarán a bombardear la ciudad, tal vez en unas horas, mañana, en un par de días... —preguntó Débora frustrada ante la situación en la que se encontraban.

—Espera, déjame echar un vistazo al tema del bombardeo. —respondió la joven asiática rebuscando entre las hojas de los informes de Esgrip. —Mmmm... veamos... Mmmm... ya veo... —susurraba para sí misma leyendo rápidamente el informe.

—¿Encontraste algo, Emi? —quiso saber Nicole tras unos minutos de lectura.
—Sí, aquí viene la localización y hora a la que comenzarán los bombardeos a la ciudad. —respondió elevando la mirada de los informes para observar a sus compañeros. —Al parecer bombardearán la ciudad por áreas, lanzarán un misil por cada área, cuatro en total. El primer misil caerá en las afueras y los límites de la ciudad, donde los primeros casos de canibalismo tuvieron lugar, la explosión destruirá el bosque, los campos y demás zonas rurales del lugar. Por otra parte el segundo misil caerá en la zona industrial y los suburbios, ambos misiles están programados para caer sobre las zonas asignadas dentro de unas horas, concretamente a las seis y media de la mañana.

—A las seis y media de la mañana... —susurró Nicole echando un vistazo a su reloj. — ¡Eso es dentro de tres horas!

—En efecto, y nosotros no estamos demasiado lejos de las zonas que el segundo misil bombardeará. —respondió Emi mirando seriamente a su compañera. —Necesitamos alejarnos mucho más, la onda expansiva puede ser muy peligrosa si nos alcanza.

En la estancia, todos los presentes comenzaron a intercambiar comentarios preocupantes ante la situación. ¿Serían capaces de alejarse lo suficiente del radio de la explosión y la onda expansiva antes de la hora del bombardeo? Con todos esos seres que deambulaban por las calles en busca de carne fresca, el tratar de alejarse de la zona sería complicado.

—Respecto al tercer misil, este caerá en la zona residencial, en donde se localiza gran parte de la población de la ciudad. Y el último misil barrerá el centro de la ciudad, en donde se encuentran la base militar y la mayor parte de los grandes comercios de la ciudad. Esas áreas están programadas para destruirse a las seis en punto de la tarde.

—¿Por qué destruir la ciudad por partes? Es extraña la manera en la que quieren hacer desaparecer la ciudad. —preguntó Liam ante el extraño sistema del bombardeo por el cual la organización había decidido destruir la ciudad junto a todo rastro de Esgrip que la implicara con lo sucedido a Stone. 

—¿Hay algún motivo para ello?

—Efectivamente Liam. —respondió la asiática de inmediato. —Al parecer Esgrip quiere darles un tiempo a sus agentes para cumplir con las misiones asignadas por toda la ciudad. Vigilar, encontrar y capturar objetivos, asesinatos, recopilación de datos, evacuaciones... Todo lleva un tiempo. Además ten en cuenta que está el hecho de que la ciudad está infestada de criaturas, y probablemente de grupos militares que aún estén buscando civiles por la ciudad para llevarlos a la base militar, todo eso son obstáculos que dificultan la labor de los agentes de la organización. —explicó echando un vistazo rápido a los informes que tenía entre sus manos.

El joven rubio de ojos verdes se llevó las manos a la cabeza dejándose caer en la mecedora.

—Vamos a morir... no hay nada que hacer... Esto se acabó... —susurró abriendo sus ojos de par en par fijando la mirada en el suelo, el joven comenzó a caer en la desesperación. —No importa lo que hagamos, vamos a morir, es imposible que salgamos de la ciudad a pie antes de que esta sea destruida.

—Tranquilízate Liam, habrá algo que hacer, no podemos tirar la toalla fácilmente. —trató de animar la mujer de corto cabello castaño mientras dirigía sus ojos oscuros a la figura del desesperado universitario. —Vamos, anímate, aún hay tiempo para pensar en algo.

—¡Pensar en algo, Carley! ¡¡Pensar en algo!! —reaccionó violentamente el joven incorporándose hostilmente mirando a la mujer localizada frente a él. —¿¡Pero en qué mundo vives!? ¿¡Acaso no te das cuenta que ya estamos muertos!? ¡¡Desde el principio lo hemos estado!! ¡¡Si no son los zombis, será el bombardeo lo que acabe con nosotros!! —respondió alzando la voz sin importarle lo que el resto pudiera pensar acerca de su actitud.

—Hey, rubiales, el tonito de voz me lo vas bajando, ¿te queda claro? —encaró Emi levantándose de su asiento para defender a su compañera antes de que esta pudiera responder por sí misma. —Ella te ha hablado bien, haz tu lo mismo.

—¿¡Hablar bien!? Pufff... no me hagas reír. ¿¡Te importa la educación más que la situación actual!? —preguntó mostrándose indignado mientras hacía exagerados gestos con sus delgados brazos. —¿¡A quien coño le importa la educación en un momento como este? 

—¿Ya estamos muertos dices? —respondió en esta ocasión la mujer a la que fue dirigida principalmente la frustración del joven, no obstante, a diferencia de este Carley respondió tranquilamente con toda la educación que pudo. —¿Entonces por qué no te quedas refugiado en esta casa mientras nosotros nos vamos y tratamos de salir de la ciudad por nuestro propio pie? Ya que estamos muertos, no tenemos nada que perder si intentamos salir de esta situación por nuestra cuenta.

Ante la intervención de ambas mujeres, el joven se mordió el labio inferior sin saber lo que contestar, no quería quedarse solo, pero tampoco creía que pudieran hacer nada por salir de la ciudad. ¿Nadie entendía la situación? Iban a morir hiciesen lo que hiciesen. Ellos eran los adultos y no parecían ver la realidad que tenían frente a sus ojos.

—Deberías de ser más positivo muchacho, si nos quedamos aquí esperando a que la muerte caiga sobre nosotros, entonces sí que no habrá salvación alguna. Es mejor morir intentando salir de aquí que morir sin haber hecho nada para tratar de evitarlo, como Carley ha dicho, si vamos a morir tampoco tenemos nada que perder. —se alzó la voz más veterana del grupo.

—¿Tú también piensas igual, Morís? Tú eres el más mayor de los que estamos aquí, el que más experiencia tiene, pensaba que tú serías más realista y te darías cuenta que no hay nada que hacer. —arremetió esta vez contra el barbudo cuarentón.

—No entiendo por qué dices eso Liam. Nuestro objetivo es ir a la base militar, ¿no? Solo debemos de ir allí, informar y mostrar los documentos a quienes estén al mando allí para que lleve a todas las personas al búnker situado bajo la base antes de que caiga el último misil. —entró Débora en la conversación tratando de resolver el problema del joven.

—Es imposible. —respondió Liam de inmediato. —¿Realmente crees que nos dará tiempo a llegar a la base a pie? Nos falta casi media ciudad más por cruzar hasta llegar allí, ten en cuenta que vamos a pie, toda la ciudad está llena de monstruos, y el tiempo continúa avanzando mientras hablamos. Además no es solo llegar allí, es tratar de encontrar al jefazo del lugar, contarle todo y que se crea nuestra historia. Sería complicado llegar a tiempo, además, no me equivoco al decir que aquí estamos todos agotados tras estar todo el día moviéndonos por la ciudad luchando contra los zombis, prácticamente no hemos dormido, y a Nicole le han dado una soberana paliza, por lo que está dolorida aunque diga que no es verdad, nos retrasaría al no estar en perfectas condiciones para moverse, sería un estorbo si tenemos que estar cuidando de ella y aminorando la marcha para que ella nos pueda seguir. —expresó con el ceño fruncido mientras alzaba el dedo acusador contra la mujer de dorados cabellos.

—Oye chaval, te estás pasando ya y me estás empezando a tocar las narices, si no te calmas te voy a tener que calmar yo por las malas. —respondió en tono amenazante Nick mientras daba un par de pasos hacia adelante encarando con el ceño fruncido al joven desquiciado.

Ante la intimidatoria respuesta del hombre, Liam no pudo hacer otra cosa que retroceder sintiéndose increpado ante la desafiante actitud de Nick.

—¡¡So... solo estoy diciendo la verdad!! —respondió tartamudeando mientras lentamente trataba de colocarse tras la mecedora. —¡Esa mujer nos retrasará! ¿¡Qui... quién le dijo a ella de salir a ayudar a un desconocido!? ¡Solo los policías son tan estúpidos como para ayudar a gente desconocida en situaciones peligrosas! —acusó una vez más levantando el dedo índice contra la mujer que permanecía en silencio desde su posición escuchando lo que Liam tenía que decir de ella.

—¡Baja ese dedo antes de que te lo corte! —gruñó el afroamericano mostrando su dentadura ante la rabia que sentía hacia aquel charlatán. —¡Nicole no fue quien propuso ir a buscar a aquella mujer, fui yo quien se lo propuse a ella pensando que era una civil que se dirigía a la base militar como nosotros! ¡Por lo tanto no hables si no tiene ni puñetera idea de las cosas, la culpa es mía en ese caso! —ante el gruñido del defensor de la mujer de dorada cabellera, Liam no pudo evitar sentir sus piernas temblar mientras dirigía constantemente su mirada a la entrada de la sala.

—¿¡Cómo puedes decir eso de que ayudar a un desconocido en una situación como esta es algo estúpido que solo pueden hacer los policías!? —alzó Emi la voz sin ocultar la irritación que Nicole y Morís estaban ocultando ante aquellas palabras dichas por el joven universitario. —¿¡Y qué hay de ti!? ¿¡Acaso tú no eras un extraño al que decidimos ayudar a llegar a la base militar!? ¿¡Preferías que nos hubiéramos negado y os hubiéramos dejado llegar por vuestra cuenta!? —la joven asiática no le había causado buena impresión Liam desde el principio, pero había preferido aguantarlo y excusar sus modales por la situación que actualmente envolvía a la ciudad, hasta ahora, ya no iba a aguantar más tonterías ni faltas de educación por un adolescente malcriado. —Es bastante hipócrita decir que no ayudemos a los desconocidos cuando tú nos exigiste a nosotros que te ayudáramos a llegar a la base sin conocerte de nada. —Emi solía ser una chica tranquila, simpática y extrovertida, pero era bien sabido por Morís y Nicole que esta tenía bastante carácter cuando algo la sacaba de sus casillas, como era este el caso.

—¡¡No... nosotros, os sal... salvamos a vosotros! —se defendió el joven tartamudeando ante la acusación. — De no ser porque nosotros aparecimos, aquellos monstruos os hubieran matado, nos teníais que ayudar por eso.

—¡Serás cretino! —pronunció un rabioso Nick encaminándose ante el asustadizo Liam. Sus pasos no llegaron demasiado lejos cuando una cálida mano lo agarró del brazo. Tras girarse pudo ver el rostro serio de Nicole, quien no apartaba su mirada del joven que trataba de ocultarse tras la mecedora.—¿Nicole?

—Es verdad, no lo voy a continuar negando, me duele todo el cuerpo por la paliza que me dio Michaela allí abajo, cada movimiento que hago, mi cuerpo se queja lanzándome un dolor algo más intenso que el de unas simples agujetas como dije antes. Por otra parte no tendréis que preocuparos de mí, trataré de seguir vuestro ritmo, pero si veis que no puedo no os detengáis, seguid adelante que ya os alcanzaré, por lo tanto mi estado físico no será un problema. Y es verdad, vosotros nos salvasteis, de no ser porque aparecisteis en el último momento, es posible que hubiéramos muerto a manos de aquellas criaturas, os agradezco vuestra ayuda Liam, Carley y Nick. —explicó la acusada con un tono neutro de voz, carente de emoción alguna en sus palabras, era difícil saber que sentía en aquel preciso momento. —Respecto a lo de que estamos perdidos lo entiendo en parte, opino igual que tú en cuanto a tu razonamiento de no llegar a tiempo a la base militar para la hora del bombardeo. No obstante, no pienso morir aquí, trataré de salir de la ciudad de otra manera, y sé cómo hacerlo. 

El grupo se quedó observándola en silencio. Mientras todos habían estado discutiendo con Liam, ella había estado pensando en otra alternativa de salir de la ciudad al tener el mismo punto de vista del joven. En realidad había una alternativa más que evidente, la habían tenido desde el momento en que aquellos documentos cayeron en sus manos, aunque por otra parte aquella alternativa a elegir no sería fácil.

—Emi, dijiste que iban a evacuar al personal de Esgrip que aún permaneciera en la ciudad ¿verdad? —ante su pregunta, la asiática algo más calmada respondió afirmativamente. —¿Vienen en esos documentos el lugar y hora de evacuación?

—Sí, las evacuaciones se llevarán a cabo en varios horarios. A las doce en punto de la mañana se evacuará a los científicos de más alto rango de la organización. A las dos en punto de la tarde al resto de personal científico. A las cinco y media a los principales grupos militares, estos serán los últimos para que puedan finalizar sus misiones antes de abandonar la ciudad. Las evacuaciones se llevarán a cabo en helicópteros, en el aeropuerto situado en la azotea del rascacielos Mirror, en la zona residencial.

—Ya entiendo. —comentó Morís. —Ahora sé cuál es esa alternativa para salir de la ciudad, quieres que entremos en ese edificio y tomemos uno de los helicópteros para salir de aquí, ¿cierto?


—Exactamente, es la única opción posible. Tú sabes pilotar helicópteros, por lo que no habrá problemas.

—Claro, déjame a mí el tema de pilotar ese aparato.

—Aunque... —la débil voz de Carley atrajo las miradas de sus compañeros. —Eso significa que todas esas personas que están en la base no sabrán nada sobre el bombardeo, puede que no se den cuenta a tiempo y mueran en la explosión, hombres, mujeres, niños...

Carley miró con tristeza a sus compañeros al pronunciar aquella última palabra. No pudo evitarlo, ella era profesora en una de las escuelas de la ciudad, al pensar aquella idea de que los niños que se encontraban en la base morirían a causa de la explosión, no pudo evitar sentir una puñalada en su corazón.

Incapaz de reprimir el rostro de aquellos niños y niñas a los que daba clase, se sintió dolorida al saber que no podría hacer nada para ayudar aquellos pobres niños de la base, era como aquellos alumnos zombificados que trataron de atacarla a ella y el resto de sus alumnos en el aula, aquella experiencia se quedaría permanentemente agarrada en lo más profundo de su corazón. Nicole se sentía impotente ante la situación descrita por Carley, le gustaría ayudarles de alguna manera, aun así sabía que era imposible.

—¿¡Y qué importa esa gente!? —volvió Liam a la carga haciendo desvanecer el silencio que momentáneamente reinó en la sala. —Nadie de allí ha hecho nada por nosotros, no debería de importarnos ¿no? Todos los días muere gente desconocida en el mundo y a nadie le importa, ¿verdad? Solo tenemos que preocuparnos de nosotros mismos, tampoco es que podamos hacer algo por ellos, ¿no? — la actitud insensible del joven hizo que las miradas críticas de sus compañeros cayeran sobre él obligándolo a cerrar el pico ante la reacción.

—Esa es la única vía posible para salir de aquí, llegar al Mirror y robar uno de los helicópteros. Pero no será fácil como os imaginareis, nos estaríamos metiendo en la guarida del lobo. —comentó Nicole observando seriamente a sus compañeros, en especial a Liam. —Eso significa que tendremos que jugarnos la vida para alcanzar nuestro objetivo.

Todos permanecieron un momento en silencio pensando en lo que Nicole acababa de decir, estaban hablando de robar uno de los helicópteros de la malvada empresa causante de la catástrofe de la ciudad, y por lo tanto, entrar a ese edificio sería entrar en la guarida del enemigo, era imposible no pensar que algún enfrentamiento se desencadenaría una vez fueran descubiertos. Además, sabían que eran grupos militares los que estaban bajo el mando de Esgrip, y por lo tanto no trataban con aficionados, y ni siquiera sabían cuántos les estarían allí esperando, por otra parte ellos solo eran seis personas: tres policías, un universitario, una reportera de televisión y una profesora de escuela. ¿Tendrían alguna posibilidad? Quien sabe, pero no perderían nada por intentarlo.

—Por mi bien, iré a donde tú vayas Nicole. —respondió Morís colocando la mano en el hombro de su compañera.

—Cuenta también conmigo, puede que no sea una tiradora experta como vosotros dos, pero los conocimientos básicos en medicina que aprendí en aquellos cursillos os serán útiles. —se hizo notar Emi de inmediato.

Nick se quedó un momento mirando la mano de Nicole, esta aún no le había soltado el brazo y parecía no haberse percatado de que aún lo sujetaba.

—Yo también voy con vosotros Nicole, aunque si me devuelves el brazo primero, te lo agradecería. —respondió con una varonil voz el afroamericano mostrándole una sonrisa a la mujer de dorados cabellos.

—Am, lo siento, no me di cuenta, Nick. —respondió de inmediato soltándole en el acto. —Gracias chicos. ¿Carley? ¿Débora?

—Por mi vale, no quiero quedarme aquí sin hacer nada. —contestó Carley inmediatamente.

—Lo mismo digo, voy con vosotros. —afirmó Débora tras su compañera.

Fue entonces cuando todas las miradas cayeron sobre Liam esperando su respuesta. ¿Vendrá? ¿Se quedará? Ya nada les sorprendía de un tipo como él.

—¿Y bien, Liam? —preguntó Nicole tras unos momentos en silencio que el joven invirtió en pensar en que debería hacer. —Nosotros nos vamos a ir y no vamos a volver a por ti, ten esto en cuenta. ¿Vienes o te quedas?

—Iré con vosotros, no quiero quedarme aquí solo. —respondió con un tono de voz que daba a entender que no estaba del todo convencido, pero aun así iría.

—Bueno, entonces nos preparamos y salimos de inmediato. —Nicole miró de nuevo su reloj frunciendo el ceño. —Hemos pasado media hora discutiendo del tema, será mejor que nos demos prisa en salir de aquí, el misil caerá en unas pocas horas.

El grupo se tomó unos minutos para prepararse y recuperar sus pertenencias antes de abandonar la casa que tomaron como refugio. Fuera era de noche, en el cielo nocturno se podía avistar la luna y el mar de estrellas. Caminaron juntos y en silencio mirando en todas direcciones tratando de pasar por aquellas calles iluminadas por las farolas para evitar que una amenaza les atacara de entre las sombras de la noche. Todo estaba en silencio, vacío, sus pasos eran el único sonido que llegaban a sus oídos.

—Llevamos ya hora y media andando. —comentó Liam bostezando. —¿Ya estamos en la zona residencial? ¿O aún estamos saliendo de los suburbios?

—Hace ya rato que hemos entrado, Liam. Sólo fíjate a tu alrededor. Mira los edificios que hemos estado viendo desde hace rato: bloques de pisos, algunos rascacielos, casas con garajes, grandes piscinas y jardines. Además, ya hemos pasado por algunos comercios medianos, algunos restaurantes, y un par de locales destinados al ocio. Esta zona tiene muchos parques y monumentos. Las cosas que estamos viendo mientras andamos son propios de esta zona de la ciudad. En los suburbios no encontrarías las mismas cosas que hay aquí. —comentó Nicole respondiendo a su duda. — Emi y yo vivimos en esta zona de la ciudad. Mi casa no está muy lejos de aquí.

—Yo también vivo por esta zona. —respondió Débora. —Ojalá el tema del desmadre zombi me hubiera cogido aquí. Lo hubiera tenido más fácil para llegar a la base militar, pero no, me tuvo que coger trabajando por la zona de los suburbios —se quejó la mujer de cabellos castaños suspirando ante su suerte.

—¿Y de que te serviría? Habrías muerto. Si no estuvieras con nosotros no sabrías lo del misil, como la gente esa que está en la base. —dijo Liam con un tono de indiferencia en su voz. —¿Tú también vives por aquí, Morís?

—No, yo vivo en el centro de la ciudad. Queda muy lejos de aquí, por lo que me tengo que desplazar en coche para ir al trabajo. También suelo llevar a Emi y Nicole a la comisaría todas las mañanas.

—¿Sí? Qué casualidad. Yo también soy del centro de la ciudad. —respondió Liam ante el comentario sin poder reprimir otro bostezo. —¿Y vosotros dos? Venga, hablemos de algo para evitar que me duerma.

—Yo y Carley somos de los suburbios. —comentó Nick. — Solía vivir con mi hermana, aunque a veces paso un tiempo lejos de la ciudad por temas de trabajo.

—Yo vivía sola en una casita decente en los suburbios. Antes de trabajar en la escuela en la que estaba ofreciendo mis servicios como maestra vivía en otra ciudad ejerciendo mi profesión en otra escuela. Debido a mi trabajo, el tema de las mudanzas y los cambios de escuelas en las que trabajo, no he podido conocer a nadie con quien empezar una relación ni una familia. Por eso vivo sola. Tampoco tengo a nadie importante para mí en esta ciudad. —comentó la mujer acerca de su situación antes de verse salpicada por la catástrofe zombi. —Tú estabas en la zona de los suburbios cuando pasó esto de las evacuaciones, ¿no Liam? ¿Qué hacías allí si vives en el centro de la ciudad?

—Pues estaba visitando con mis padres a unos amigos suyos. Cuando la cosa comenzó a ponerse fea y los militares y los medios de comunicación comenzaron a decir eso de no salir de casa, los amigos de mis padres nos ofrecieron quedarnos unos días en su casa hasta que fuera más seguro salir al exterior. Y luego ya sabéis el resto de la historia, mis padres y sus amigos murieron a manos de los zombis y yo me quedé solo, fui evacuado por un grupo de soldados en el que estaban Débora, Carley y Nick junto a otros civiles, por el camino hacia la base militar los monstruos nos atacaron y los civiles nos dispersamos en grupos huyendo del peligro. —Respondió el universitario observando una lata de refresco en mitad de la carretera a unos metros de él.

—¿Cómo lo llevas, Nicole? —preguntó Nick mirando a la mujer que iba la última en el grupo.

—Bueno, aún me duele el cuerpo, pero puedo seguir este ritmo bien. No te preocupes, Nick. —respondió la joven mujer observándolo con una sonrisa en el rostro.

Nicole tenía varios moratones por el rostro. Las ojeras comenzaban a dejarse ver, y su piel estaba algo pálida. Aquella mujer estaba realmente cansada y dolorida, físicamente estaba más desgastada que el resto de los integrantes del grupo, pero aun así no se quejaba, y seguía adelante. Nick no podía evitar pensar que a pesar de la tonalidad de su piel, las ojeras y los moratones de su rostro, aquella mujer continuaba luciendo hermosa a sus ojos. Aquellos cansados ojos azules aún brillaban mientras lo miraban, y su sonrisa continuaba siendo tan bonita como cuando la había visto por primera vez sonreír cuando físicamente se encontraba en mejor estado.

No lo iba a negar, le había gustado físicamente aquella mujer desde que la vio por primera vez, pero a medida que la conocía más, que la observaba y compartía tiempo con ella, no podía evitar sentirse atraído hacia su forma de ser. Era una mujer increíble y no iba a negar que estaba enamorándose de ella.
Siempre había sido un enamoradizo. Había tenido varias relaciones con varias mujeres, pero Nicole era distinta a cualquier otra de las mujeres que había conocido y con las que acabó teniendo una relación sentimental. Si salían vivos de Stone City, estaba dispuesto a ganarse su corazón y declararse con el fin de poder tener a su lado a una mujer tan increíble como era Nicole Collins.

—Mmmm... ¿Por qué me miras así, Nick? —preguntó la mujer de dorados cabellos.

—¿Qué?

—Te me has quedado mirando por unos momentos sin decir nada. —respondió sonriendo.

—Am, lo siento, es solo que estaba pensando en la mujer tan increíble que eres, Nicole. —respondió desviando la mirada de ella para mirar de nuevo al frente. —Pienso que eres una mujer fuerte, tanto física como mentalmente. Mientras estabas dormida, Emi me estuvo contando que clase de policía eres y la reputación que tienes en la comisaría. Me sorprendió mucho la manera en la que Emi me contaba acerca de tu faceta de agente de la ley. Me di cuenta que te admira como policía, y la verdad es que lo entiendo. Por lo que he escuchado, realmente eres alguien admirable, no solo como policía, sino también como persona. —comentó el hombre sin dejar de andar centrado en las historias que Emi le narró acerca de Nicole como agente de policía.

Nicole no respondió de inmediato. Únicamente permaneció observando su espalda sin entender por qué había empezado a ponerse nerviosa tras escuchar las palabras del hombre que caminaba frente a ella.

—Bueno, no es para tanto. Morís también es un gran agente y una gran persona, he aprendido mucho de él. Es como un padre para mí. —respondió la joven echando un vistazo al hombre barbudo que caminaba más adelante con Liam, Débora y Carley.

—Cierto, no dudo de ello en absoluto, Emi también me ha comentado acerca de Morís. Suele ser normalmente tu compañero de trabajo. El problema es que la persona que me interesa realmente no es Morís. Eres tú, Nicole. —respondió sin dejar de darle la espalda.

—Vaya, vaya, que directo nos ha salido este hombre, ¿verdad, Nicole? —intervino la joven japonesa con una mirada pícara dirigida a su compañera ante la declaración de aquel hombre. —Por tu forma de hablar parece que estas enamorado de mi compañera de ojos azules, hombretón. —trató de averiguar sin poder evitar ocultar su maliciosa sonrisa.

—Siento si soy demasiado directo, pero soy un hombre al que no le gusta andarse con rodeos. —respondió con su varonil voz observando a la asiática que se había acercado a él a fin de escuchar la respuesta a su pregunta. —Además, creo que Nicole es una mujer atractiva y con una gran personalidad. No me parecería mala idea el enamorarme de alguien como ella, Emi. —respondió finalmente sonriendo a la mujer que lo observaba con curiosidad. —¿Satisfecha con mi respuesta?

—Oh, sin duda, señor Nick, sin duda. —respondió Emi con un tono bromista antes de girarse para mirar a Nicole—. ¿Has escuchado eso, Nicole? Este hombretón ha puesto sus ojos en ti y dice que no le importaría enamorarse de alguien como tú, si es que no está ya enamorado. No sé tú, pero yo apruebo vuestra relación. Me parece un tipo legal. Creme, tengo buen ojo para elegir a los hombres. Contad con mi bendición. —apoyó elevando el pulgar hacia su compañera. —Entonces Nicole... —pronunció clavando en su compañera una mirada maliciosa.

Nicole comenzó a sentirse algo incómoda, conociendo a su amiga, era cuestión de segundos que le pidiera su opinión acerca de lo que Nick acababa de decir. ¿Estaba obligada ahora a darle alguna respuesta de si a ella le gustaría o no tener una relación sentimental con él? No tenía intención de hablar de algo como eso delante de todos, aquello era un asunto entre ella y Nick que prefería hablar con él a solas. —¿¡Qué tú lo apruebas!? ¿¡Desde cuando necesito que apruebes que tenga una relación con un hombre!? —Trató de desviar la conversación fingiendo estar molesta con su compañera.

—Desde que soy tu amiga. Mi deber es protegerte de los babosos que quieren poner las manos en las seductoras curvas de tu cuerpo. —respondió con cierto orgullo.

—Ya veo, amiga. —enfatizó la última palabra—. Por si no te has dado cuenta ya tengo una edad, y he tenido varios novios. Sé cómo pueden ser los hombres y sé cómo manejarlos, sé cuidar de mí misma. Así que en vez de perder el tiempo protegiéndome de los babosos, ¿no es mejor que te dediques tú a encontrar pareja y dejar de meterte en los asuntos amorosos de los demás? Dices que tienes buen ojo para elegir a los hombres ¿no? ¿Entonces porqué a estas alturas sigues soltera, amiga? —respondió con una sonrisa cargada de malicia fingiendo un falso ataque hacia su compañera.

Ante tal respuesta el resto de compañeros, salvo Liam, no pudieron evitar reírse por lo bajo.

—Te acaba de dar en toda la boca, Emi —intervino un divertido Morís siendo incapaz de ocultar su sonrisa ante la puya que Nicole le soltó a su querida amiga Emi.

—Pero que perra estás hecha, Nicole. —respondió la víctima mostrando una sobreactuada indignación ante la respuesta de su amiga—. Que fuerte, y yo que solo estaba velando por tu seguridad, pero que desagradecida estás echa, mala pécora. —Nicole y Emi rieron por un momento ante la actuación de ambas amigas—. Bueno, está bien, no meteré más las narices donde no me llaman. ¿Contenta rubita?

Antes de que Nicole pudiera abrir la boca para tratar de responder a Emi, una serie de repetitivos, fuertes y metálicos sonidos se escucharon por toda la calle haciendo detener al grupo de personas con el corazón en un puño. Todas las miradas se dirigieron a una lata de refresco vacía que rodaba sobre el asfalto, y de inmediato cambiaron de dirección hacia el causante de semejante escándalo, un joven que se encontraba con los ojos cerrados y la cabeza hundida en los hombros ante su propia sorpresa por el escándalo que formó al patear aquella lata vacía.

—¿¡Pero tú eres retrasado o qué coño te pasa niño!? —asaltó una Emi perdiendo los nervios tras unos segundos inmersa en un letal silencio.

—¡Joder, Liam, se supone que estamos tratando de pasar inadvertidos para los zombis! —riñó esta vez Morís frunciendo el ceño ante su estúpida acción. —¡Haz el favor de pensar un poco en las condiciones en las que estamos ahora!

—Este tío es tonto. —susurró Nick negando indignado con la cabeza observando al muchacho.

Carley, Débora y Nicole no hicieron más que resoplar mientras lanzaban algunas miradas alrededor tratando de observar si había movimiento entre las sombras.

—¡Per... perdón, yo... yo no lo hice adrede, de verdad! Solo estaba pensando en mis cosas y le di una patada a la lata sin tener en cuenta el escándalo que podía causar... —trató de excusarse al percibir las miradas irritadas de sus compañeros de equipo.

Un lastimero gemido atrajo la atención del grupo hacia un no muerto que apareció doblando una calle atraído por el sonido de la lata. Todos permanecieron unos momentos en silencio, observando a la criatura caminar lentamente hacia ellos.

—Solo es uno. No hay problema, ¿verdad? —comentó el joven con una sonrisa torcida en el rostro.

—No, claro que no. —respondió Morís de inmediato—. Pero tú lo has atraído hacia nosotros y tú te vas a hacer cargo de él. Muchacho, ve y mátalo. —señaló con el dedo a la criatura que se detuvo al llegar a la lata vacía de refresco.

—De acuerdo, no hay problemas. Ya he matado a otros. —respondió tímidamente desenfundando la pistola.

—¿Piensas atraer a más zombis hacia nosotros, Liam? —preguntó Débora al ver sus intenciones. —¿No tienes algún cuchillo o cualquier arma por el estilo para matarlo sin hacer ruido?

—No, no tengo ningún arma blanca, solo mi pistola. Además ¿cómo crees que me voy a arriesgar a acercarme tanto para matarlo? Podría morderme y matarme ¿sabes? —se mostró ofendido ante la propuesta de la castaña.

—Por el amor de Dios... Nicole préstame tu cuchillo, lo haré yo. —solicitó Nick recibiéndolo de inmediato de manos de la mujer.

A paso ligero Nick se alejó de sus compañeros para acercarse al caminante que permanecía inmóvil contemplando la lata del suelo ignorando la presencia del grupo humano localizado a unos metros. La criatura de sucia y desgastada vestimenta se balanceaba lentamente sin apartar la vista del objeto inanimado. A sus pies, su alargada sombra oscura se materializaba en la anaranjada luz de la farola situada en uno de los márgenes de la acera. Cuanto más se acercaba, más fuerte podía escuchar aquel fúnebre canto que aquella sirena muerta emitía. 

El rostro de la joven fémina zombificada permanecía completamente oculto por sus largos y oscuros cabellos, su piel pálida y decorada por sangre propia o ajena, le daba un aspecto macabro. Lentamente, no solo sus gemidos aumentaban en intensidad, también aquel extraño hedor que emitía un cuerpo muerto que había comenzado a descomponerse. Nick no pudo evitar arrugar el rostro ante la respuesta de sus fosas nasales al captar el aroma de la muerte.

Finalmente, sus pies se detuvieron a unos escasos metros del no muerto, agarrando con fuerza la empuñadura del cuchillo de Nicole, no pudo evitar extrañarse de algo extraño en aquella zombi, sus movimientos eran idénticos al de cualquier otro zombi común, pero por algún motivo sentía algo distinto en aquella no muerta.

—¿Por qué se ha detenido? —susurró Emi a Nicole.

—Ni idea, pero algo debe de suceder para que se detenga a poca distancia... Emi ¿no te parece que sus movimientos son más fluidos que los de otros zombis que nos hemos encontrado?

—¿Fluidos? —la asiática observó detenidamente sus movimientos. —Ahora que lo dices, se mueve como un zombi normal, pero es cierto que sus movimientos son algo más vivos, por llamarlos de alguna manera...

Nicole frunció el ceño pensativa, algo iba mal. Había matado a muchos zombis desde que Stone City comenzó a sucumbir al apocalipsis y sabía que había dos clases de muertos vivientes, la clase más común era lenta, torpe y descerebrada, no solía suponer demasiado problema el enfrentarlos o el huir de ellos, pero por otra parte había otra clase que era muy distinta a los primeros en todos los aspectos, los zombis de aquella segunda clase eran rápidos, ágiles y con cierta inteligencia primitiva para cazar a sus víctimas, eran una auténtica amenaza.

—¡¡Nick detente!! —gritó Nicole descolgándose su rifle Dragunov ante la atenta mirada de sus compañeros.

No obstante, a pesar de haber escuchado la voz de Nicole, el mencionado hizo caso omiso cuando observó a la criatura alzando la cabeza para mantener contacto visual con él.
Entre sus cabellos, su fúnebre rostro femenino podía apreciarse, dejando entrever aquella pupila rojiza inyectada en sangre que lo observaba entre aquellos mechones de pelo oscuro que cubrían parcialmente su rostro.

Los gruñidos de la muerta viviente comenzaron a aumentar de intensidad al percatarse de la figura humana localizada frente a ella. Bajo la luz de las farolas, nuevas sombras comenzaron a proyectarse sobre el iluminado asfalto de la carretera. Nick retrocedió lentamente con el filo del cuchillo por delante. A esas alturas ya se había percatado de que no era un zombi común. El ser del inframundo lanzó un grito a pleno pulmón antes de acercarse corriendo a Nick para abalanzarse sobre él y arrancarle el cuello de cuajo.

Apenas pudo reaccionar con un grito ahogado al ver ante su sorpresa como la distancia de unos pocos metros entre él y la chica zombificada se acortó tan rápidamente que prácticamente la tenía ya encima. El olor se intensificó cuando sus manos estuvieron al agarrar el cuello de su víctima cuando se encontraba a tan solo un par de zancadas de esta, pero gracias a aquel ángel de la guarda de dorados cabellos, una bala perforó el cráneo de aquel ser del inframundo aprovechando que Nick tropezó con sus propios pies al tratar de darse la vuelta para huir, logrando salvar con ello su vida.

Ante el disparo, el resto de sombras proyectadas de los cadáveres andantes localizados a la vuelta de la esquina comenzaron a moverse más rápidamente alarmados por el sonido, llenando al unísono el lugar de un conjunto de desquiciados gritos y gruñidos de rabia. Desenfundando sus armas de fuego el grupo se preparaba para lo peor mientras animaban a Nick a regresar a toda velocidad con ellos. Nada más lograr reagruparse Nick con sus compañeros devolviéndole a Nicole su cuchillo de inmediato, dos, cuatro, diez, veinte, una enorme horda de cientos de infectados dobló la calle persiguiendo al grupo a toda velocidad mientras este trataba de huir corriendo a ciegas por la carretera. Nicole sabía que debían de ocultarse en algún lugar.

Estaban en clara desventaja por el simple hecho de que ellos estaban vivos y los zombis muertos. Ellos se cansarían tras un tiempo corriendo, pero para aquellos zombis una sensación como era el cansancio no existía, por lo tanto no dejarían de correr tras ellos hasta que lograran abalanzarse sobre sus cuellos. ¿Pero a dónde huir? Solo había calles y más calles, así como edificios con las puertas aparentemente cerradas, igualmente tampoco podían pararse a comprobar si había alguna abierta. Gritaban alto como una manada de animales rabiosos sedientos de sangre.

Aquellos alocados y espeluznantes gritos obligaban a los corazones humanos a bombear de una manera ferviente mientras la adrenalina se hacía con el control del cuerpo de aquellas personas. Sin dejar de correr, el grupo conformado por siete personas lanzaban disparos a ciegas a fin de lograr matar a algún que otro veloz no muerto de aquella pestilente y fúnebre horda de ultratumba.

Jadeaban rápidamente, sus ojos se movían en todas direcciones en busca de una escapatoria mientras el sonido de sus pasos era silenciado por el coro de gritos de aquellos seres. Corrían y corrían tan rápido como podían de la rápida horda de no muertos. Una brisa veraniega comenzó a alzarse meciendo las ramas de los árboles haciendo sonar el sonido de sus hojas, aquella normalmente agradable brisa nocturna estaba en aquella ocasión cargada del mismo pestilente aroma a descomposición que aquellas criaturas despedían. Y por si no fueran pocos, nuevos corredores emergían de los oscuros callejones a izquierda y a derecha sumándose a la gran marea pútrida. Un grito femenino alarmó al grupo obligándolo a volver la vista atrás.

—¡¡¡NICOLE!!! —chilló Nick al ver a la mujer precipitándose contra el suelo.

Liam, el más cercano a la mujer trató de acercarse rápidamente a ayudarla a levantarse. Desgraciadamente, la visión de aquella marea de zombis rabiosos corriendo hacia él como alma que lleva el diablo hizo detener sus pasos congelándolo en el sitio. Aquellos gritos y gruñidos endemoniados invadieron sus oídos penetrando en su cerebro, haciendo desencadenar una reacción de puro terror. Nicole lo supo en cuanto sus miradas se cruzaron al contemplar aquel rostro desencajado por el miedo mientras retrocedía unos pasos negando con la cabeza.

—Lo siento... —susurró sin apartar los ojos de la mujer que trataba de incorporarse por su cuenta. —¡Lo siento, no puedo hacerlo! —de inmediato el joven se giró corriendo torpemente de nuevo en la dirección del grupo.

—¡Maldito cabrón! —gritó Nick echando a correr hacia la mujer pasando por al lado del joven que corría en dirección contraria.

Nicole desenfundó y alzó velozmente la pistola para abatir a los primeros zombis que comenzaron a acercarse a ella por la izquierda y la derecha. Aun así, no era tan rápida. Por cada uno que eliminaba se le acercaban dos nuevos. Eran demasiados para ella sola, así como demasiado rápidos como para matarlos de un solo disparo en la cabeza.

Nick corrió a socorrer a la joven mujer, siendo respaldado por las ametralladoras de Emi y Carley, así como las pistolas de Débora y Morís.

—¡No os paréis! ¡Van a cogernos y matarnos si seguimos quietos! —gritó Liam algo más alejado de su grupo dudando en si esperar o echar a correr. —¡No podemos hacer nada por ella! ¡Nos van a matar si la ayudamos!

—¡¡Vete a tomar por culo, Liam!! —gritó Emi al escuchar aquellas palabras.

—¡¡Lárgate tú si quieres!! ¡¡Nosotros no abandonamos a los nuestros!! —gritó en esta ocasión Morís presionando una y otra vez el gatillo de su pistola mientras cambiaba una y otra vez de objetivo.

El universitario estaba inquieto. No quería quedarse allí, pero tampoco quería quedarse solo.
Los zombis, en su ansia por devorar carne, saltaban y trepaban por los coches estacionados por la carretera a fin de llegar lo más rápido posible a las dos presas que se habían separado de su grupo. Cuando Liam volvió a mirar, Nick y Nicole estaban regresando hacia el resto sin dejar de ser protegidos por las armas de sus cuatro compañeros, quienes les cubrían las espaldas de todos aquellos que se acercaban demasiado a la pareja.

—¡¡Vamos!! —gritó Morís encabezando la marcha siendo inmediatamente seguido por el resto de sus compañeros—. ¡¡Muévete Liam!! —le gritó al joven, que estaba a una escasa distancia más adelantado que él.

Nicole jadeaba intensamente. Su maltratado cuerpo le estaba pasando factura. Percatándose de que Nicole estaba volviendo a quedarse atrás, Nick la agarró de la mano y tiró de ella para no soltarla, no iba a permitir que volviera a caer, aquellos seres les pisaban los talones. La horda comenzó a abrirse como un abanico, persiguiendo al grupo de humanos tanto por la carretera como por la acera, saltando por encima de los vehículos y metiéndose por callejones buscando acorralar a los humanos.

Algunos incluso saltaban hacia los integrantes del grupo que tenían más cercanos con sus bocas abiertas en busca de darles un mordisco en cualquier parte del cuerpo. Debido a esta maniobra que los seres de ultratumba estaban llevando a cabo para cazarlos, no tuvieron más remedio que tirar de nuevo de la munición para abatir aquellos que se acercaban peligrosamente a ellos. El agotamiento estaba empezando a hacer mella en todos ellos. Tenían que hacer algo.

—¡¡Nos están acorralando!! —gritó Débora sin dejar de correr observando como las criaturas trataban de cerrarles el camino por ambas direcciones de la carretera. —¡¡Necesitamos hacer algo ya!!

—¡¡No lo vamos a lograr!! ¡¡Van a matarnos!! —alzó Liam la voz sintiendo como su corazón estaba a punto de salirle por la boca.

Morís contempló la situación. Ciertamente, como Débora había dicho, los estaban acorralando. Era cuestión de minutos que lograran cerrarles toda escapatoria posible. Vista la situación, por poco que le gustara la idea, solo había una única opción para no terminar muriendo en aquella situación. Miró a cada uno de sus compañeros. Estaban agotándose rápidamente y, cada vez, aquellas criaturas se acercaban más. Al menos en un par de ocasiones Emi estuvo a punto de ser mordida, Nicole y Nick en seis, por lo menos.

A Liam le había estado a punto de caer uno de encima. De no haber sido por el tirón que Carley le dio del brazo al momento justo hubiera acabado muriendo bajo las fauces de aquel infectado.

Todos había logrado evitar aquellas muertes gracias a que todos vigilaban sus espaldas y la de los compañeros que tenían más cercanos, por no hablar de la gran ayuda que otorgaban las armas de fuego para abatirlos antes de que lograran morder a alguno, pero, por desgracia, la munición de cada una de las armas iba mermando rápidamente, y en aquella situación era imposible detenerse a recargar, teniendo en cuenta que la munición la llevaba Emi en su mochila. No había otra opción posible.

—¡¡Escuchadme todos!! —gritó Morís sin dejar de correr—. ¡¡Debemos de separarnos!! ¡¡Es la única opción para tratar de sobrevivir!!

—¿¡Estás loco!? —protestó Liam de inmediato—. ¿¡Cómo vamos a estar solos por nuestra cuenta!? ¡¡Es una locura!!

—¡¡Es la única manera que tenemos de sobrevivir a esto, por lo tanto, deja de quejarte de una vez, o de lo contrario haz lo que te dé la gana y muere solo!! —respondió cansado de sus quejas—. ¡¡Todos iremos al rascacielos Mirror como planeamos antes, y allí nos encontraremos!! ¡¡Tenemos que separarnos y correr cada uno por un camino distinto para romper la horda!! —Morís tragó saliva y tomo unas bocanadas de aire antes de continuar hablando—. ¡¡Marchaos cada uno con la persona que tengáis más cercana!! ¡¡Qué nadie se marche solo!!

—¡¡Si esa es la única forma que tenemos de no morir aquí, me parece bien!! —aprobó Emi dispuesta a llevar a cabo el plan de Morís.

Nadie más dijo nada, por lo que Morís comprendió que les gustara o no la idea, aquellas personas la llevarían a cabo si aquella era la única forma de escapar a la situación que atravesaban.

De inmediato, los siete miembros del equipo se dispersaron por caminos distintos introduciéndose por los callejones que se abrían a ambos lados de la acera o cambiando de calle. Carley y Liam se marcharon juntos. Por otra parte, Débora, Morís y Emi, y, finalmente Nicole con Nick, y tras todos ellos, la marea de infectados se dividió en tres grupos, logrando de aquella manera Morís y el resto no acabar totalmente acorralados por las criaturas.
Tenían un punto de encuentro al que acudir. Si todo le iba bien a cada uno de los miembros de aquel grupo se volverían a ver una vez más para continuar con su escapatoria de Stone City.

—¡Vamos a ese autobús Liam! —propuso Carley entre jadeos señalando el vehículo en cuestión.

El dúo entró en el bus escolar cerrando las puertas tan pronto como entraron y ocultándose tras los primeros asientos instantes antes de que la horda zombi que los perseguían doblase la esquina de la calle en la que el vehículo se localizaba. Alejados de las ventanas del vehículo esperaron a que aquel torrente de podredumbre andante se alejara, en completo silencio y tratando de ocultar sus agitadas respiraciones eran capaces de sentir como las criaturas pasaban corriendo por ambos lados del vehículo sin dejar de gritar y gruñir como animales rabiosos, eran como un gran río que se partía en dos por una gran roca localizada en el centro de este para después volver a juntarse ambos cauces en uno solo.

Arrodillados y hechos una bola, ocultaban sus rostros entre sus rodillas mientras trataban de calmarse y controlar su respiración, si entraban estarían perdidos, no había posibilidad alguna de escapar del interior del vehículo si todos aquellos muertos vivientes entraban dentro. Ambos rezaban por no ser encontrados.

La puerta del local se abrió y cerró de golpe en cuanto Nicole y Nick entraron al interior del oscuro edificio.

El dúo se colocó a ambos lados de una ventana para ver al torrente de difuntos pasar de largo por delante del local, sin ruido alguno y sin dejar ser ver, esperaron expectantes a que pasaran todos de largo sin que pusieran su interés en aquel edificio en el que ambos se ocultaban. Finalmente el último de los seres se marchó siguiendo a la horda, Nicole y Nick se apartaron de la ventana para mirarse el uno al otro.

—Estoy preocupada por el resto. —susurró la joven mujer mirando a su acompañante. —Me pregunto si estarán todos bien... —sus ojos azules cayeron al oscuro suelo del edificio preocupada ante la posibilidad de que alguno de sus compañeros no hubiera logrado escapar de aquellas criaturas.

Nick observó parcialmente la figura de Nicole oculta entre las sombras del edificio, tan solo la luz del exterior que entraba por las ventanas eran la única fuente de luz que le permitía ver en parte la figura de la preocupada mujer.
Dando un par de pasos adelante, el joven hombre colocó las manos sobre los hombros de la mujer mientras la miraba a los ojos tratando de infundirle ánimos.

—Yo también me preocupo por el resto, pero ahora debemos de preocuparnos únicamente de nosotros dos. —respondió el hombre apretando suavemente los hombros de la mujer. —Además estarán bien. Morís es un excelente tirador y un policía muy experimentado por lo que sé, Emi tiene conocimientos médicos básicos, y Débora es alguien que hará una gran labor de apoyo a los otros dos, eso no me cabe ni la menor duda. Después tenemos a Carley, lleva un arma rápida y muy útil, además es una persona en la que se puede confiar para que vigile tu espalda, el inconveniente que tiene es que debe de cuidar del muchacho ese... —aquella referencia a Liam la dijo con un tono de voz que emanaba algo de desprecio, Nicole no pasó aquello por alto. —Si alguien tuviera que morir, lo mejor sería que fuera Liam, de lo contrario es posible que él le cause serios problemas a Carley, podría perder ella la vida por sacar a ese muchacho de algún lío en el que se haya metido él solito. No confío en él, ya viste lo que pasó cuando te caíste poniéndote en peligro.

Nicole frunciendo el ceño colocó sus manos sobre las de Nick para quitarlas suavemente de sus hombros. Nick se percató de que había dicho algo que parecía haberla molestado, ante ello no supo que decir al no comprender el motivo de su molestia.

—No deberías de hablar así de él. Es cruel desearle la muerte a alguien que no ha hecho nada para merecérselo. —respondió sin elevar mucho el tono de voz. —A mí también me parece un tipo desagradable como a ti y al resto, no confiaría en él ni borracha, pero desearle la muerte me parece excesivo. —ante la seria mirada de la mujer de dorados cabellos, Nick no fue capaz de responder a su comentario. —Además, que hiciera bien o mal a la hora de echarse atrás en ayudarme antes es algo cuestionable, aunque no me gustara lo que hizo de abandonarme a mi suerte, tengo que reconocer que su reacción fue algo lógico y normal en alguien que tiene miedo al enfrentarse a una situación que le supera, al menos hizo el intento de venir a por mí... Supongo que algo es algo. —mencionó aquello último no muy convencida. —Incluso cuando dijo aquello de que yo solo retrasaría al grupo por mi condición física no dije nada porque estaba diciendo la verdad, yo os retraso, prueba de ello fue cuando me caí y os puse a todos en peligro cuando tratasteis de ayudarme.

—Lo siento, tienes razón, no debería desearle la muerte a Liam por eso. —respondió tras unos segundos en silencio. —Solo espero que no le cause problemas a Carley... —suspiró observando a Nicole asintiendo satisfecha ante su respuesta. —Por ahora deberíamos de permanecer aquí y descansar, físicamente necesitas descansar y yo también, pero especialmente tú por tú estado. Además, esa horda aún debe estar por la zona buscándonos, es mejor esperar a que no sean capaces de dar con nosotros y se alejen del lugar para que podamos salir de aquí y llegar a nuestro objetivo sin problemas.

—Me parece bien, pero antes debemos de comprobar si este lugar es seguro, hemos entrado completamente a ciegas al edificio que está con todas las luces apagadas, tal vez no estemos solos. —respondió Nicole echando un vistazo a la infinita oscuridad que se abría ante ellos. —Será mejor que continuemos hablando en bajo por si acaso.

—Está bien. Pero... ¿si encendemos las luces no desvelaremos nuestra posición? —preguntó en voz baja dudando de si encender las luces era la opción correcta.

—Es posible que se vean atraídos por la luz, pero de igual modo han pasado de largo. De seguir por la zona tardarán un tiempo en volver y darse cuenta de las luces, en ese tiempo podemos buscar los interruptores y bloquear las ventanas con algo para que no se vea la luz desde el exterior.

—Está bien, pero aquí no veo ni una mierda con todo a oscuras... ¿Dónde está el interruptor? ¿Nicole? —la joven desapareció en unos instantes en cuanto el hombre le quitó la vista de encima. —¿Nicole?

Ante él la estancia se iluminó revelando el interior del local de blancas paredes y suelo de madera. Típicos elementos de un local de tal ambiente se localizaban por toda la estancia: una barra de bebidas, mesas, sillas, sillones, grandes pantallas, focos, máquinas de humo, láser, espejos, micrófonos, altavoces y otros sistemas de sonidos eran algunos de los elementos del local. Al fondo una salida de emergencia y un pasillo que probablemente llevara a los baños. En el centro una gran pista de baile LED. Nicole volvió junto con Nick, quien con el ceño fruncido no apartaba la mirada de la pista LED.

—Ya veo, ahora entiendo por qué decías que bajáramos la voz.

—Sí, se me hizo escuchar a veces un sonido desde la oscuridad, y parece que no me equivocaba. —respondió la mujer seriamente mientras desenfundaba la pistola. —Yo me encargo de ellos, tu escopeta hará demasiado ruido al disparar.

—Está bien. ¿Cómo sabías donde estaba la luz?

—Solía frecuentar siempre que podía esta discoteca con Emi y otras chicas del trabajo los sábados por la noche. Por lo que sé bien donde están la mayoría de las cosas aquí.

Atraídos ante la luz que bañaba la amplia estancia y la presencia del dúo de humanos localizados frente a la entrada del local, un cuarteto de podridos se puso en pie abandonando el festín que se estaban dando con los intestinos de un par de cadáveres para centrar su atención en la mujer y el hombre que miraban hacia ellos.

Con unos lastimeros gemidos y alzando sus brazos dieron sus primeros pasos sobre la oscura pista de baile en dirección a la mujer que sostenía la pistola entre sus manos, quien sin dudarlo ni un momento alzó el arma contra ellos dispuesta a apretar el gatillo. En vano, aquella acción no se llevó a cabo. Nicole escuchó algo encima de ella, dejándose llevar por la curiosidad tanto ella como Nick no pudieron evitar soltar un grito ahogado cuando elevaron la vista y algo se descolgó del techo de la discoteca para caer sobre ellos.

Liam y Carley elevaron los rostros de sus rodillas al no escuchar ruido alguno, la horda se había alejado de ellos. Con cautela Carley asomó la cabeza por una de las ventanas del vehículo para comprobar que realmente la apenas iluminada calle había sido completamente despejada de zombis rabiosos.

—Se han marchado Liam, ya podemos salir de aquí. —susurró la mujer observando en la dirección en la que la horda marchó rápidamente. En respuesta a su comentario, un grito de Liam la sobresaltó. 

—¡¡Liam!! —exclamó girándose hacia el joven alzando su arma, la cual de inmediato bajó al percatarse del motivo de su espantoso grito. —Oh, Dios mío... —susurró ante la escena que había pasado por alto por las prisas.

Entre la oscuridad, bañados por la tenue luz que entraba por las ventanas de una farola cercana, podía verse un escenario horrible decorado con grandes salpicaduras de sangre por el suelo y los sillones.

Multitud de pequeños cuerpos pálidos y ensangrentados sin vida se encontraban en extrañas posiciones sobre los asientos y el suelo, y en su mayoría, los cadáveres se localizaban al fondo del vehículo, unos sobre otros formando una pequeña montaña de cadáveres en la que los cuerpos se aplastaban los unos a los otros. A excepción de dos o tres cadáveres, el resto eran niños y niñas que no aparentaban tener más de diez años.

Alrededor de los cuerpos multitud de objetos coloridos podían apreciarse, mochilas, lápices, libretas, algún que otro juguete, chaquetas de talla pequeña entre otros enseres de aquellos tristes niños podían observarse ante el desolado escenario.

No hacían falta palabras para comprender que había sucedido allí dentro, en aquella prisión metálica sin escapatoria en la que aquel vehículo se había transformado en el momento en el que los zombis entraron a él. Con solo observar sus pálidos rostros y sus terroríficas facciones podía apreciarse cuan sufrimiento y terror sintieron aquellos pobres niños en sus últimos instantes de vida.

Tal vez entraron por la puerta, o por las ventanas rotas del vehículo, fuese como fuese, aquellos niños trataron de alejarse de los no muertos huyendo entre gritos de desesperación al fondo del autobús mientras veían como muchos de sus compañeros perecían a manos de aquellas terroríficas criaturas, y allí, de alguna manera trataron de romper el cristal para escapar, pero en vano todos perecieron al no lograrlo, o al menos aquello era lo que indicaba la multitud de huellas de manos ensangrentadas de aquel cristal que cerraba toda escapatoria a los indefensos niños.

Liam observó a Carley al percatarse de la reacción de la mujer. Con un rostro abatido, la mujer era incapaz de evitar derramar unas lágrimas mientras se tapaba la boca con una de sus manos tratando de aguantar el dolor que emanaba de su corazón ante aquella impactante escena. Ella, quien como profesora siempre había estado rodeada de niños pequeños que jugaban, correteaban y reían a su alrededor se vio afectada al ver tantas almas inocentes muertas, siendo incapaz de evitar recrear la escena de lo que debió ocurrir en el autobús en su cabeza.

La mujer cerró pesadamente los ojos tratando de negar aquella visión en un intento de que esta no quedara grabada en sus retinas, ya era suficiente con la experiencia que obtuvo de matar con sus propias manos a algunos de sus alumnos zombificados para salvar al resto de los niños de su clase, no quería que otra visión de tal gravedad se grabara en su mente para siempre. Liam la observó temblar incapaz de dejar de derramar lágrimas en silencio, se sentía mal por ella. El joven colocó la mano sobre su hombro preocupado por su bienestar, pero él no era capaz de hacer nada por ella más que estar ahí en silencio, a su lado hasta que se sintiera mejor para continuar.

¿Qué podía hacer ante esa situación? Nada, solo esperar. Deseaba poder ayudarla o decirle algo para que se sintiera mejor, pero nunca había sido muy bueno con las palabras, ni para reconfortar a alguien.

Unas manos grisáceas emergieron sobre los hombros de Carley ante el descuido de esta y su acompañante, ante la visión de aquellas manos y el fétido olor a podredumbre Liam se percató a tiempo de la situación. 

Rápido y sin delicadeza alguna, el joven empujó a la abatida mujer tirándola al suelo, siendo en consecuencia el cuello del universitario oprimido por aquellas manos pálidas en lugar del cuello de la maestra.

El rubio agarró en un ataque de histeria las muñecas del no muerto tratando de que lo soltaran, y en consecuencia un feroz bocado arrancó un pedazo de carne de su antebrazo obligando al joven a gritar de dolor y miedo al ver los ríos de sangre emanar por todo su brazo. Fue aquel espantoso grito lo que devolvió a la aturdida Carley a la realidad, cuando quiso darse cuenta un desquiciado Liam gritaba al tiempo que trataba de quitarse al zombificado conductor del autobús de encima. Carley aún en el suelo apuntó con su arma al podrido, pero antes de poder apretar el gatillo, algo pequeño y frío la agarró con fuerza del brazo.

De entre la oscuridad, debajo del asiento del vehículo más cercano a la mujer, un rostro infantil masculino emergió mostrando los dientes mientras emitía aquel canto de sirena típico de los de su especie a la vez que la observaban con aquellos ojos eclipsados por una membrana blanquecina, típica en la mayoría de los no muertos con los que Carley se había encontrado.

Un segundo grito de Liam obligó a Carley a reaccionar haciendo que se pusiera en pie alejándose del zombificado niño que se arrastraba por debajo del asiento. Cuando miró de nuevo al joven, pequeños cuerpos lo sujetaban de las piernas hincando con saña sus dientes en ellas. Liam no podía parar de gritar mientras lloraba observando cómo se lo estaban comiendo vivo, bañado en su propia sangre.

Uno a uno, los cadáveres comenzaron a ponerse en pie acercándose entre gemidos al joven universitario, aunque por supuesto, los no muertos también se habían percatado de su presencia.
Carley alzó su arma incapaz de apuntar a los pequeños zombis que se agarraban a las piernas del joven, sin evitar pensar en que era probable que acabara disparando también a Liam.

—¡¡Carley!! —exclamó el joven alzando la mano hacia la impotente mujer. — ¡¡Ayúdame!! —pidió entre lágrimas mientras su rostro no dejaba de deformarse por el miedo y el dolor que se habían apoderado de él.

Antes de que la mujer pudiera reaccionar de alguna manera, una sombra de un hombre adulto emergió de uno de los asientos para morder con fiereza la mano del joven, quien en respuesta gritó mientras escuchaba sus huesos crujir ante la potente mandíbula del no muerto.
La ametralladora de Carley temblaba entre sus manos mientras sentía como el zombificado niño la agarraba del tobillo mientras trataba de salir de debajo del asiento para poder abalanzarse sobre su cuello.

 ¿¡Qué podía hacer!? Sus pulsaciones iban rápido mientras su mente se congelaba ante la visión de Liam sufriendo mientras se lo comían vivo. Por ambas direcciones del autobús, los muertos vivientes les cerraban toda escapatoria mientras se acercaban lentamente al desquiciado universitario, mientras otros trepaban torpemente por encima de los asientos dirigiéndose a Carley.

—No... esto no puede estar pasando... no puede... —susurraba la mujer con una voz temblorosa presa del miedo que comenzaba a poseerla. —Dios mío, ayúdanos...

Tratando de huir de la manada de zombis rabiosos, los rápidos pasos del grupo formado por Morís, Emi y Débora los condujeron a un edificio santo, una parroquia de la zona. Nada más entrar y cerrar la puerta de madera del edificio, la horda de no muertos la embistieron con gran fuerza, obligando a Morís y Emi a utilizar sus propios cuerpos para que esta no se abriera mientras Débora buscaba algo con lo que mantenerla cerrada, para que sus compañeros pudieran alejarse de la puerta sin preocuparse de que los zombis que había al otro lado la tiraran abajo. Débora encontró una tabla que colocó sobre dos soportes situados a ambos lados de la puerta que impediría que esta se abriera, actuando aquello como único cierre de seguridad de aquella puerta y permitiendo a Emi y Morís alejarse de esta.


No tardaron en darse cuenta que no estaban solos, no muy lejos del altar, media docena de seres cadavéricos devoraban lo que en antaño fue un ser humano, ahora, tan solo quedaba una vestimenta oscura hecha jirones, sangre, restos de carne y huesos. El cadáver estaba irreconocible.

—Creo que ese montón de carne era el padre Ben McGregor. —comentó Débora—. Nick, Carley y Liam comentaron antes que él y la monja Clara iban a ir a una parroquia para recibir la ayuda de unos amigos cuando decidieron separarse de ellos.

—¿Ben McGregor? —preguntó Emi. —Tengo la sensación de que escuché ese nombre en alguna que otra ocasión.

—Es un cura de la ciudad con ideas religiosas muy radicales en mi opinión, es muy conservador y tiene fama de ser un auténtico gilipollas. No lo conozco en persona, pero si escuché hablar mucho de él y lo he visto montando algún que otro numerito frente a la catedral de la ciudad, en mitad de los suburbios. Es una persona bastante odiosa a la que la gente critica duramente. —explicó Morís sin demasiada importancia observando desde la puerta los restos del cura.

—¡¡Ah, cierto!! —exclamó Emi tras escuchar aquello. —Recuerdo que algunas personas denunciaron al tipejo ese por montar escándalos públicos.

Los zombis se levantaron tras escuchar la charla de aquellos tres, y lentamente comenzaron a acercarse al trío aun masticando algunos pedazos de carne chorreantes de sangre que teñía barbilla y boca de cada uno de los no muertos allí presentes. Tras cerciorarse por sus movimientos que eran lentos, el trío de humanos alzó sus armas apuntando a la cabeza de las tres primeras futuras víctimas de sus armas de fuego.

Pero entonces, con un fuerte sonido, un puño perforó la puerta de madera para envolver a Morís el cuello con el brazo como si tratara de estrangularlo. Ante la sorpresa, Emi agarró el brazo del no muerto tratando de que este soltara a su compañero, mientras que Débora por su parte cubría a ambos abriendo fuego contra los caminantes que se acercaban a ellos. Uno, dos, tres de los seis no muertos sucumbieron al fuego de Débora, pero sin previo aviso, una figura emergió de las sombras derribándola, ocasionando que su arma rodara por el suelo.

Ambas mujeres forcejeaban en el suelo, una para morder, y otra para no ser mordida. Clara, una monja de mediana edad y compañera de Ben se había transformado en un muerto viviente, y ahora trataba de morderle el cuello para arrancarle un pedazo de carne del que alimentarse. A pesar de la edad de la mujer de oscura vestimenta, Débora tenía que reconocer que tenía fuerza.

El trío de no muertos restantes que se encargó de no dejar rastro de Ben, se dirigió hacia Emi para disfrutar del segundo plato de la noche. Por otra parte Débora estaba forcejeando con una zombi que trataba de morderla, mientras que Morís aún seguía luchando por zafarse del fuerte brazo que lo agarraba tratando de estrangularle.

¿Qué debería de hacer? ¿Salvar a uno de sus dos compañeros? ¿Salvarse a ella misma? ¿O tratar de salvar a ambos sabiendo que era probable que ella acabara muriendo? Y por si no fuera poco ante la decisión que debía tomar en un corto periodo de tiempo, algunos zombis rabiosos trataban de entrar por las ventanas rotas a la vez, obstaculizándose los unos a los otros el pasar a través de las pequeñas ventanas de la catedral. El tiempo se acababa, debía de hacer algo si no quería que los tres murieran en aquel lugar.


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