Big Red Mouse Pointer

sábado, 21 de mayo de 2016

RNH: Juego de la Supervivencia

Capítulo 13 - La última aventura

12 de julio del 2012
07:50 de la mañana

El grupo había accedido al interior de un edificio a fin de descansar y recuperarse de sus heridas durante unas horas. Era sabido por todos ellos, que una vez llegaran al Mirror, con total seguridad deberían de enfrentarse al enemigo, un enemigo poderoso y sin escrúpulos formado por un conjunto de soldados pertenecientes a una pérfida organización. Y ellos... ¿Qué eran ellos? Una adolescente, una reportera de televisión, un investigador del ejército y un trío de policías del que además, uno de ellos era una oficinista. ¿Qué podría salir mal? Sin dudas, estaban en una situación muy favorable ante la amenaza a la que enfrentarían más adelante ¿verdad?...

Ante la necesidad de cuidar su salud y con ello aumentar las posibilidades de sobrevivir al enfrentamiento una vez pisaran territorio enemigo, no les quedó otra que hacer una parada en el trayecto por varias horas. Ashley y Débora ya descansaban en una de las habitaciones de la morada que ocuparon, mientras que Emi terminaba de tratar las heridas de su último paciente en el salón, Morís. Por otra parte, Nicole y Nick estaban rebuscando algo de utilidad en el sótano, tras buscar y no encontrar nada de utilidad en la vivienda que forzaron para entrar, todas sus esperanzas fueron puestas en el lugar en el que ahora buscaban, aunque desgraciadamente visto lo visto, todo parecía indicar que encontrarían lo mismo que en el resto de la vivienda, nada.

—¿Has encontrado algo Nicole? Yo no he dado con nada útil... —preguntó un desanimado Nick rebuscando entre la chatarra encontrada en el polvoriento sótano.

—Nada de utilidad, solo esta pequeña navaja entre todos los trastos. —informó guardando el pequeño utensilio en el bolsillo trasero de su pantalón. —Y esta caja de botellas de alcohol.

—¡Vaya, vaya, menudo descubrimiento! —exclamó con una sonrisa mientras se acercaba a Nicole para agarrar una de las botellas y mirar que clase de bebida era antes de devolverla a su lugar. —Dime Nicole, ¿eres de las que beben para olvidar?

—Que va, no me va eso de beber hasta emborracharme, a decir verdad no me gusta beber. El alcohol se me sube fácilmente a la cabeza, por lo que a diferencia de ti no estoy interesada en este alcohol.

—Ya veo, es una pena entonces. Ron, Whisky, Ginebra, Vodka... —fue revisando algunas de las botellas de la caja. —Hay varias clases de bebidas, nada mal. Déjamelas a mí, las compartiré con Morís.

—Está bien, subiré la caja al salón para que toméis un trago. —suspiró la joven mujer dirigiéndose a la escalera de madera que conducía al salón. —Pero tened cuidado con lo que tomáis, dudo que Emi tenga en su botiquín algo para la resaca.

La puerta de la entrada se abrió dejando ver a Emi asomándose a la entrada.

—Chicos, ya he terminado con Morís. —comentó mirando a sus compañeros situados cerca de la escalera de madera. —¿Hubo suerte?

—Nada de utilidad. —respondió Nicole de inmediato. —Tan solo una caja con bebidas alcohólicas.

—Cierto. ¿Te apetece echar un trago Emi? —ofreció Nick a la mujer que empezaba a descender por los viejos peldaños de madera.

—Si las circunstancias fueran otras no me importaría, pero la verdad es que llevamos todo el día moviéndonos de aquí para ya mientras luchábamos con monstruos, y ahora mismo me siento reventada, como todos, necesito tumbarme y dormir un poco. Gracias igualmente por la oferta. —rechazó cordialmente con una cansada sonrisa en el rostro. —Chicos, hay un problema con las medici... —la palabra no terminó de salir de su boca cuando el crujido de la madera la sorprendió haciéndola retroceder un par de peldaños.

Las carcajadas de Nick no tardaron en hacerse escuchar.

—Huy Emi, me da de que te vas a tener que poner a dieta y vigilar tu peso, ese crujido ha sido una advertencia de ello. —comentó soltando aquella pulla entre risas ignorando la ardiente mirada de fuego de la asiática.

Las risas de Nick cesaron ante un repentino codazo por parte de la mujer situado a su lado.

—No le hagas caso a este payaso Emi, estás muy bien físicamente, solo son esos peldaños que ya están viejos. —respondió con un agradable tono de voz tratando de disipar la ira de aquella mujer de ojos rasgados, la cual estaba preparándose para saltar sobre la yugular del hombre de piel oscura para tomar venganza por sus acusaciones hacia su no existente obeso físico. —¿Qué ibas a decir sobre las medicinas?

—Cierto, antes de que este payaso de feria me interrumpiera, iba a decir que nos hemos quedado sin medicinas, únicamente nos queda algunos elementos que por sí mismo sirven de poco, como vendas, tiritas o algodón. El bote de desinfectante está casi vacío. —informó mirando a Nicole e ignorando la presencia del hombre que yacía al lado de esta. —Con Morís ya he tratado todas vuestras heridas, así que me voy a dormir si ya no me necesitáis.

—Claro, que descanses Emi. Gracias por tus cuidados. —la despidió Nicole antes de que la joven asiática abandonara al dúo en aquel sótano.

Nicole se percató de como Nick se abanicaba con la mano mientras resoplaba.

—Incluso de madrugada hace calor, ¿verdad? Esta maldita ola de calor... No me quiero imaginar a que temperatura llegaremos a medio día y a la tarde. —suspiró la joven mujer quejándose por primera vez del clima veraniego de la ciudad. —Como me gustaría estar en estos momentos en la playa. —Nicole no pudo evitar recordar sus vacaciones pasadas en la playa cuando se fue unos días con Emi y Morís a Miami, lamentaba que en aquellas vacaciones Alan no pudiera haber ido, aunque no lo pareciera por su carácter, lejos de la ciudad, de la comisaría, y sobre todo, de su mujer, Alan era el juerguista del grupo, incluso más que Emi, y ya era decir. — ¿Oh? ¿Sucede algo? —preguntó la mujer al percatarse de como Nick se le había quedado mirando.

—No, nada, es solo que mientras te detenías a pensar en algo, me estaba preguntando como te verías luciendo un bikini negro o blanco. —respondió con naturalidad sin preocupación alguna en revelar sus pensamientos ante la mujer a los que iban estos dirigidos. —Me pregunto si te verías mejor con el negro o con uno de color blanco... —susurró pensativo mientras miraba de arriba a abajo el cuerpo de la mujer que tenía delante.

—¿Y? ¿Llegaste a alguna conclusión? —preguntó arqueando una ceja con cierto escepticismo ante los instantes que se tomó para pensar. —Es increíble, hombres... —suspiró la mujer atrayendo de nuevo la atención de Nick.

—No, la verdad es que me cuesta decidir con que color de bikini te verías mejor. Igualmente, con tu figura te verías bien con cualquiera de los dos. —respondió mostrando una sonrisa en el rostro. —Me pregunto si en un futuro, cuando salgamos de aquí, llegaremos a ir juntos a la playa o a la piscina, y así poder verte luciendo algún bikini con uno de esos colores. Mmmm... tal vez un bikini rojo...

—No te hagas ilusiones, guapo. —respondió secamente pasando por delante de él en dirección a las escaleras. —Vamos, muévete, ¿o es que tengo que cargar también contigo para sacarte de aquí además de llevar la caja de bebidas que TÚ vas a tomar? —remarcó la joven.

—Ah, lo siento, déjame llevarla yo. —respondió tratando de enmendar de inmediato su falta de caballerosidad.

—No, déjalo, puedo llevarla yo hasta el salón. —negó de inmediato ascendiendo los peldaños. —No quiero interrumpir tus pensamientos sobre cómo me vería con un bikini puesto, ya sé que los hombres no podéis hacer dos cosas a la vez. —respondió con claro sarcasmo al hombre que aún permanecía al final de la escalera.

—Oye, lo siento, solo bromeaba... —respondió ascendiendo la escalera tras ella.

Nicole ladeó la cabeza para responder algo, pero tan solo un grito salió de su boca cuando al poner mal el pie en uno de los escalones perdió el equilibrio cayendo hacia atrás. Nick reaccionó de inmediato agarrando a la mujer y siendo arrastrado por esta hacia el final de la escalera, cayendo de espaldas al suelo. Un alboroto se produjo cuando alguna que otra botella cayó de la caja rompiéndose contra el suelo.

—¡¿Estás bien, Nick?! —se preocupó la joven al escucharlo quejarse.

—Sí, bueno, me he golpeado la espalda, pero nada grave... —contestó haciendo una mueca con la cara. —Pero bueno, el dolor es el precio a pagar por encontrarme aquí tirado a solas, abrazando a una hermosa mujer que ha caído entre mis brazos. —bromeó mirando a la mujer cuyo rostro estaba tan cercano al suyo que el ser absorbido por aquellos profundos ojos azules era algo imposible de evitar.

Nicole suspiró ante la respuesta.

—Ya veo, sin duda estás bien si puedes decir cosas como esas. —respondió antes de levantarse quitándose de encima del hombre que amortiguó su caída. —Gracias por atraparme evitando que me golpeara. —agradeció extendiendo su mano para ayudarlo a levantarse tras dejar la caja de bebidas en el suelo.

—Ha sido un placer señorita. —respondió con una sonrisa tras levantarse y coger en aquella ocasión la caja de bebidas. —Deja que las lleve yo al salón, al fin y al cabo son para mí.

—Como quieras.

En el amplio salón, el dúo se encontraba a solas charlando sobre un largo sillón rojo. Una vez más, Nick rellenó su copa con algo de Ron. Las animadas charlas del dúo tocaban toda clase de temas, sus vidas antes de lo acontecido en Stone City, trabajo, personas que fueron y vinieron en sus vidas, anécdotas, y finalmente propósitos para días futuros, un futuro lejos de aquella caótica ciudad.

—Solo quiero empezar una nueva vida. He perdido a mi hermana, será duró cuando tenga que darles la noticias a mis padres. Después de que asimilen la idea y yo pueda tomarme un tiempo también para ello, continuaré ejerciendo mi profesión como ingeniero mecánico en armamento, en el departamento de investigación y desarrollo del ejército. — comentó explicando los primeros planes futuros que tenía en mente para cuando lograra salir con vida de Stone City. — Estaba diseñando algunas armas blancas mecánicas y electrónicas de estilo medieval que quería presentarles a los jefazos para ver si me dan el visto bueno para poder fabricarlas. Por ejemplo, una lanza retráctil de metal con un largo filo puntiagudo en cada extremo, o un arco dotado con visión nocturna, mira telescópica y mira láser, cuya munición tenga una pequeña carga explosiva que se detone automáticamente al perforar un cuerpo. Lo del arco es la última idea que tuve, aún debería de perfeccionarlo aún más, es solo una idea Beta en comparación a la lanza, quería añadirle al arco alguna manera en la que la flecha, por medio de algún dispositivo pudiera rastrear al objetivo asignado para no fallar el tiro.

—Lo de la lanza retráctil no suena mal, pero el arco... ¿De qué sirve teniendo los soldados armas de fuego?

—Bueno, es un arma secundaria potente y de largo alcance cuyo índice de mortalidad sería del cien por ciento. Personalmente no me parece tan mala idea, aunque claro, yo no soy el que dice si se crean o no los diseños de las armas que invento. Piénsalo bien, una pistola que suele ser el arma secundaria normalmente, no te garantiza que mates al objetivo al que disparas, ni es capaz de abatir a un objetivo a una gran distancia, el arco supliría todas esas carencias. Por supuesto, trataría de hacer el arco resistente, pero no muy pesado, para que le de mucha más movilidad al portador que la que le daría un rifle francotirador.

—Ya veo, aunque suena difícil de crear un arma de ese estilo. ¿Solo diseñas armamento?

—Que va, también pensaba en hacer elementos que mejoren la defensa de los soldados, pero por ahora no tengo nada en mente, solo tenía planes de algún día diseñar alguna clase de armadura o vestimenta especial que aumente la resistencia de quien lo lleve puesto.

—Entiendo. ¿Y qué más planeas? ¿Comunicarles la noticia de la muerte de tu hermana a tus padres y tomarte un tiempo en familia y el trabajo? No me parece mala idea tu visión, que conste, pero eso más que hacer una nueva vida, lo veo como retomar la que ya tenías.

—Sí, es cierto, realmente retomaría lo que ya tenía, solo que en esta ocasión me gustaría tener una relación con una hermosa mujer, comprar una casa para los dos, y quien sabe, tal vez formar una familia. Creo que ya con mis veintisiete años debería de empezar a planear esas cosas para el futuro. Hasta ahora había estado con otras mujeres, he tenido varias novias o algún que otro rollo temporal, pero nunca he planeado ir realmente en serio con ninguna de esas chicas con las que he tenido alguna relación como para llevar a cabo esa clase de propósitos —respondió sin dejar de mirar a los ojos a la mujer que tenía en frente. —Oye, Nicole, ¿tú crees en el amor a primera vista?

—¿Amor a primera vista? En absoluto. Creo en la atracción sexual a primera vista, pero en algo tan complejo como enamorarse de alguien nada más verlo no creo que exista realmente. —contestó antes de agarrar una botella aleatoria de alcohol para llenar una copa vacía.

—Pensaba que no bebías.

—Bueno, una o dos copas no me harán mal. —respondió dando el primer sorbo.

—Ya veo... Bueno, por una copa o dos tampoco es que se te vaya a subir el alcohol a la cabeza. Volviendo al tema en el que estábamos. ¿No crees que dos personas que se conocen tras pasar un día juntos, pueden sentir alguna clase de atracción el uno por el otro por la personalidad además de por el físico? No hablo de enamoramiento, pero si una atracción que podría conducir a algo más allá de un simple rollo porque ambos vean que esa persona tiene potencial para volverse una pareja estable para el otro.

Nicole permaneció unos instantes mirándolo en silencio antes de llevarse de nuevo la copa a los labios y terminarse la bebida de su interior.

—Quizá. —respondió simplemente observando la copa vacía.

Nick agarró otra de las botellas y la agitó en silencio ofreciéndole a su compañera, quien asintió acercándole el vaso para que se lo rellenara.

—Mira Nicole, no me andaré más con rodeos, te seré sincero. —suspiró el joven hombre devolviendo la botella a la mesa. —Me gustas mucho, ¿vale? Y si, sé que nos conocemos de hoy, pero me encanta tu forma de ser, he quedado fascinado por las cosas que me han contado de ti y por tu forma de actuar, y sinceramente, físicamente me atraes bastante. —declaró dejando la copa en la mesa y sujetando una de las manos de su compañera mientras la miraba a los ojos. —Sé que hablar de amor a primera vista puede ser algo surrealista, pero realmente me gustas y pienso que eres una pareja en potencia para mí, pienso que eres tú esa persona con la que podría compartir el futuro que te expuse antes. —comentó con el ceño fruncido y mirada decidida tratando de mostrarse lo más serio y sincero posible. —Nicole, me gustaría pedirte que me des una oportunidad para tratar de conquistarte y ver como realmente estoy hablando en serio. Cuando salgamos de aquí querría tener una cita contigo. ¿Qué opinas?

Tras tomarse la bebida del vaso recién lleno, lo dejó en la mesa y miró de nuevo a Nick pensando en sus palabras. Era obvio para ella desde un principio que eso de comprar una casa y hacer una familia y una vida junto a una hermosa mujer era una indirecta a ella. Era consciente que Nick le había puesto el ojo encima y había tratado de acercarse a ella desde el principio. Hasta ahora, no se había planteado seriamente como debía de tomarse aquello, o si debería de actuar de alguna manera hacia el comportamiento de aquel hombre.

Quería creer en sus palabras, que realmente le estaba hablando en serio y no era un simple mujeriego que tan solo quería lo que todo hombre de aquella clase. Su mirada decidida, la calidez y la fuerza de la mano que envolvía la suya, aquel rostro serio de ceño fruncido y lo que era evidente, aquella faceta suya de ser una persona sincera que decía lo que pensaba y sentía sin atisbo alguno de vergüenza, era lo que a Nicole la llevaba a entender que realmente hablaba en serio y podía confiar en sus palabras.

Tras unos eternos instantes en los que ambos permanecieron mirándose a los ojos en silencio, Nicole decidió responder a su pregunta.

—Está bien, te seré sincera como tú lo has sido conmigo. —respondió seriamente haciendo que Nick asintiera en el acto. —Nos conocemos de hoy, pero hemos estado todo el día juntos y hemos pasado por muchas situaciones. A decir verdad no voy a negar que físicamente me pareces atractivo, y que tu personalidad me agrada, aún más el tema ese de que seas sincero y digas lo que piensas y sientes. No has parado de preocuparte por mí y de ayudarme, incluso me salvaste un par de veces. No estoy segura si esto es lo correcto, solo nos conocemos de haber pasado todo un día juntos y puede que descubras una parte de mí que no te guste o te decepcione, o tal vez sea yo quien descubra eso.
—Tienes razón, es posible que eso pase. Pero por otra parte, puede que descubramos cosas fascinantes el uno del otro que nos lleve a sentir una mayor atracción mutua. Si no probamos no sabremos qué puede pasar.

Nicole y Nick miraron sus manos agarradas por unos instantes.

—Está bien, te daré una oportunidad, Nick. Podemos empezar ya a tratar de tener una relación y cuando salgamos de aquí tener una cita. ¿Te parece? —propuso con una sonrisa en su rostro.

—Claro, gracias Nicole. Prometo que daré lo mejor de mi para lograr conquistarte para que así permanezcas siempre a mi lado. —prometió el joven mirando a los ojos de la mujer que tenía en frente.

El silencio cayó de nuevo entre ellos, sin dejar de observarse, lentamente y con timidez, ambos comenzaron a acercar sus rostros hasta juntar sus labios en un beso. Lentamente, ambos se fueron acercando el uno al otro aún más entre besos y caricias. Nicole se recostó en el sillón mientras Nick se colocaba sobre ella besándole el cuello mientras entrelazaba los dedos de sus manos con los de la joven mujer. Dejándose llevar por el momento, Nick se apartó un poco de Nicole para quitarse la camiseta exponiendo su ejercitado torso. Siguiendo su ejemplo, la hermosa mujer liberó su dorada melena del cautiverio de su coletero antes de deshacerse de su camiseta y continuar con el intercambio de besos y caricias.

—Espera Nick. —lo detuvo antes de que pudiera quitarle el sujetador.

—¿Qué sucede? ¿Voy demasiado rápido? Si es así, lo siento, no quiero incomodarte. —respondió apartándose de ella preocupado de haberla molestado.

—No, no es eso. Pero aquí no me parece bien, las habitaciones están cerca del salón. —la joven se levantó del sillón agarrando la mano de Nick. — Vamos a una de las habitaciones vacías, donde nadie nos pueda escuchar.

—Está bien. —respondió con una sonrisa

Sin previo aviso y para la sorpresa de Nicole, Nick hizo gala de su fuerza agarrándola de los muslos y elevándola para cargar con ella. Con una pícara sonrisa en sus labios, Nicole rodeó el cuello del hombre con sus brazos antes de volver a besarle en los labios. Sin hacer ruido ambos se introdujeron en la habitación más cercana, cerrando Nick con el talón la puerta detrás de él.


Con un repetitivo y estridente sonido, el despertador comenzó a cumplir su función de despertar a la mujer que yacía dormida en la cama cercana cuando sus agujas marcaron la una en punto del mediodía. La luz del exterior pasaba a través de las ventanas inundando la estancia en un blanco resplandor, acompañado por el estridente sonido de algunos pájaros cercanos.

—Mmmm...

Una dubitativa mano trataba de alcanzar el estridente aparato de la mesilla a fin de silenciarlo, en vano, lo único que logró fue tirar los pequeños objetos sobre la superficie de la mesa. La joven japonesa aún permanecía sobre la cama de blancas sábanas, ataviada con una camiseta de tirantes y unos pantalones cortos que encontró en el armario de la habitación, empleándolo a modo de pijama.

Con dificultad, sus ojos oscuros se abrieron bañándose con la cegadora luz de la habitación. Con esfuerzo y pesadez, Emi se incorporó en la cama antes de alzar el brazo apagando el estridente despertador que como todos, había ajustado a la una del mediodía para levantarse, desayunar y continuar hacia el Mirror, aún tenían cinco horas hasta que la ciudad explotara, y el rascacielos estaba aún a dos horas a pie, o menos, si iban a paso ligero y no encontraban muchos zombis por el camino, tendrían incluso tres horas para infiltrarse y conseguir el helicóptero, iban bien de tiempo, aun así, era mejor darse prisa y no desperdiciarlo estando en la cama.

Sus pies desnudos tocaron el suelo encaminándose a un espejo cercano a fin de peinarse con las manos su descolocado corto cabello oscuro. Tras arreglar su cabello salió de la habitación en dirección al cuarto de baño para asearse, y después, regresar a la habitación para quitarse la vestimenta que usó de pijama y volver a vestirse con su atuendo normal.

La japonesa volvió de nuevo al salón ya aseada y vestida. Emi observó el reloj localizado en una de las columnas del salón, y tras eso, un termómetro localizado en una de las paredes.

—La una y media. Treinta y siete grados... —la joven limpió las gotas de sudor que comenzaban a aparecer en su frente sin poder evitar resoplar ante la temperatura que marcaba el termómetro. —Y no hay ni un alma, todos están aún acostados... —susurró cruzada de brazos tras dirigir una vez más la mirada al reloj.

Claro que por otra parte lo entendía. La noche había sido calurosa, le había costado dormirse a pesar del cansancio y dolor físico, no era de extrañar que los demás se hubieran despertado durante la noche en varias ocasiones debido a la ola de calor que había en la ciudad, debido a eso, se les debían de haber quedado pegadas las sábanas. La joven se dirigió en dirección a la habitación de Morís.

—¡Son la una y media! ¡Levanta el culo Morís! —alzó la voz golpeando la puerta con los nudillos. —¡Hace media hora que todos deberíamos de habernos levantado!

Tras colocar la oreja en la puerta escuchando una incoherente respuesta similar a una especie de queja por parte del ahora propietario de la habitación, la joven asiática se acercó a la habitación que Débora y Ashley compartían repitiendo el mismo proceso que empleó para despertar a Morís. La joven asiática se percató de las botellas y el par de copas sobre una pequeña y alargada mesa de madera y no dudó en acercarse, percatándose en el trayecto de unas prendas en el alargado sillón rojo cercano a la mesa.

—¿Y esto? —se preguntó a sí misma agarrando un coletero oscuro del sillón.

Una de las puertas se abrió atrayendo su mirada, se trataba de Morís. Con el torso descubierto y con mala cara, el hombre entró al salón rascándose la barba de poco más de una semana mientras resoplaba con pesadez.

—¡Puta calor, no he pegado ojo en toda la maldita noche! —se quejó malhumorado.

—Sí, yo tampoco he podido dormir mucho, a decir verdad. —respondió en cuanto el barbudo se acercó a ella. —Y me da que Nicole y Nick tampoco habrán dormido mucho, y no precisamente por la calor. —comentó sin poder evitar reprimir una pícara sonrisa en el rostro.

—¿A qué te refieres?

Emi le mostró el coletero que tenía en la mano para después señalar al par de camisetas pertenecientes a aquel dúo situadas en el sillón.

—Mmmmm... ya decía que había química entre los dos. —comentó acariciándose la barbilla.

—Tengo interés en preguntarle a Nicole como le ha ido la nochecita con Nick. —susurró olvidando por unos instantes la presencia del hombre que tenía a su lado. —Qué suerte tiene la jodía rubia esta... —suspiró desanimada.

—¿Suerte?

—Sí, bueno, Nick es atractivo de cara, y se nota que tiene un buen físico. Y no te molestes Morís, tú también tienes un buen físico por el ejercicio y las pesas que haces para mantenerte en forma, pero él tiene veintisiete y tú cuarenta y dos años, y la edad se nota por muy entrenado que estés... —comentó mirando el torso desnudo del hombre. —Ahora mismo Nick es el guapo del grupo, por favor no te ofendas.

Morís ante su argumento fue incapaz de contener un pesado suspiro.

—Por Dios, lo que hay que oír... No me ofendo. Evidentemente no voy a comparar mi cuerpo con el de un hombre que es quince años más joven que yo. Igualmente, no deberías de meterte en asuntos ajenos Emi, y menos aún en intimidades de ese tipo... —comentó con desaprobación.

—Es posible, pero Nicole y yo somos muy íntimas, nos contamos muchas cosas, es posible que me cuente que le pareció su experiencia con Nick. —respondió con cierta picardía en su mirada. —Además, he escuchado muchas veces que los hombres negros la tienen... —un carraspeo la interrumpió mientras indicaba algo con los dedos índices de las manos. —¡Nicole! ¡Muy buenos días, amiga! —respondió con una amplia sonrisa en el rostro al girarse para ver a la joven de dorada melena asomándose por la puerta de su habitación.

—Buenos días chicos. Esto... ¿Me podéis pasar las camisetas y el coletero, por favor?

Emi agarró las prendas requeridas por la mujer, y con malicia en los ojos y su sonrisa, la asiática se acercó a su compañera.

—Ya veo que tuviste una noche movidita, Nicole. Tienes el pelo muy alborotado ¿Acaso pasó un tornado por la habitación anoche? ¿O quizá se te ha echado alguna fiera encima? —comentó ofreciéndole las prendas.

—Oh, pues eso, mi querida metomentodo, es un secreto. —respondió guiñándole el ojo tras coger la ropa.

—Mmmm... es una pena, quería que habláramos de algo interesante. Quería saber si eso que dicen es un mito o una realidad. —comentó pensativa.

—¿El qué? ¿De qué querías que habláramos? —preguntó extrañada.

—De tamaños.

 

El silencio se hizo entre las dos ante la respuesta. Ambas se olvidaron por completo de Morís, quien en silencio se camuflaba con cualquier otro de los muebles de la estancia al ser ignorada por completo su presencia.

—¿Te haces a la idea de la imagen que estás dando de pervertida con esa clase de bromas? —preguntó con un suspiró.

—Mmmm... Las bromas de humor verde son las mejores señorita Collins, siempre hacen gracia. —argumentó en su defensa. —Además, por mucho que te guste hacerte la madura, sé que estas bromas en el fondo te hacen gracia.

—Y pensar en lo pura e inocente que era yo antes de conocerte... —suspiró de nuevo.

Ante la respuesta, las carcajadas de Emi no tardaron en escucharse.

—¡Por supuesto, tú eras pura, purísima Nicole! ¡Sobre todo eso, pura e inocente! —respondió entre carcajadas a las que Nicole no tardó en sumarse.

Desde la distancia, Morís veía la escena sin intervenir en absoluto sintiéndose como un extraño contemplando a un par de inmaduras adolescentes lanzándose indirectas de índole sexual. De no ser porque eran sus amigas y estaban a solas, preferiría actuar como si no las conociese de nada.

—Bueno, nos cambiamos y salimos en un momento. —comentó Nicole antes de cerrar la puerta y volver al interior de la habitación para cambiarse.

—Voy a ponerme una camiseta y me voy a dar una ducha rápida. —comentó el hombre de corto cabello castaño.

—Está bien, yo iré a ver que hay para hacer el desayuno.

—De acuerdo. —contestó antes de marcharse dejando a Emi sola en el salón.

En la cocina, Emi encontró todo lo necesario para el desayuno para todos. Sobre la encimera colocó un par de barras de pan, un par de cuchillos de untar, y un tarro de mermelada de fresa y otro de mantequilla, los elementos necesarios para hacer las tostadas. Necesitaba encontrar alguna tostadora para calentar el pan y hacerlo crujiente, por lo que comenzó a mirar en algunos de los armarios en los que se guardaban aparatos electrónicos para la cocina.

—¿Necesitas ayuda, Emi?

—¡Ashley, buenos días! —respondió animadamente al verla en la entrada de la cocina. —Sí, por favor. ¿Podrías hacer café?

—Claro. ¿Sabes dónde está el café? —preguntó entrando en la cocina.

—Me parece haberlo visto en la despensa de allí. —señaló el lugar en cuestión tras encontrar la tostadora. —¿Ya te has aseado?

—Sí. Débora sigue aún medio dormida, por lo que he tenido uno de los dos cuartos de baños libre para mi sola. Cuando volví del baño para cambiarme de ropa, Débora estaba despierta, pero le costaba levantarse de la cama. —respondió agarrando el bote de granos de café.
—Vaya, otra a la que se le han pegado las sábanas. —comentó enchufando la tostadora y disponiéndose a cortar el pan. —Por cierto, voy a hacer dos tostadas para cada uno, y tenía pensado en hacer una de mantequilla y otra de mermelada. ¿Te parece bien una de cada?

—Sí, claro. —respondió de inmediato preparando la cafetera y lo elementos necesarios para hacer el café. —Y sobre lo de Débora, es que ha hecho bastante calor esta noche. La habitación que escogimos solo tiene una ventana pequeña, así que mucho aire no entraba.

—Sí, hoy la calor está siendo mortal, es agobiante.

—En el bosque no se nota tanto el calor del verano, se está más fresco por el clima húmedo y las sombras de los árboles. Pero aquí en la ciudad, es insoportable...

—Bueno, ya estoy. —anunció Morís entrando en la cocina ya aseado y cambiado. —Buenos días, Ashley.

—Buenos días, Morís.

—Joder, pues sí que te has dado prisa. Hará quince minutos que te has ido a la ducha.

—Es que el agua sale muy fría, así que no me ha apetecido alargar mucho la ducha. ¿Os ayudo con algo?

—Ahora que lo dices me he fijado antes que en esta casa usan calentador eléctrico, normal que si no se pusiera durante un rato, no hubiera agua caliente. Mmmm... Ashley está terminando de hacer el café, y yo las tostadas. Podrías ir limpiando la mesa grande. Am, también recoge las botellas y los vasos que Nicole y Nick dejaron en la mesa chica.

—Ahora mismo. Por cierto, esos dos se han levantado ya y se han metido a darse una ducha juntos, no creo que tarden mucho en venir al no tener agua caliente, también vi a Débora entrando en el otro baño. —informó buscando en uno de los cajones un paño y un limpiacristales para limpiar de polvo y suciedad la mesa sobre la que desayunarían.

—¿Nicole y Nick están juntos?

—Pues eso parece, desde ayer por la noche. También nos hemos enterado esta mañana de la noticia. —respondió Emi colocando las primeras parejas de tostadas en algunos platos.

Un rato después, todos los miembros del grupo se encontraban sentados alrededor de una gran mesa de madera desayunando mientras charlaban entre ellos. La animada charla trataba de los planes que tendrían cada uno de ellos cuando salieran de la ciudad. Débora trataría de buscar empleo como reportera en otra ciudad, pero antes de eso, trataría de compensar todos los malos recuerdos y experiencias de Stone City visitando a su familia y pasando un tiempo con ella, así como salir constantemente de fiesta con amigas suyas, y tal vez liarse con algún tío macizo, lo que sea, pero necesitaba reemplazar todas esas malas experiencias por algunas buenas para lograr subir la moral y poder seguir adelante con su vida tratando de olvidar todo lo que había vivido en Stone.

Morís quería volver a ver a su hijo, lo último que supo de él por su exmujer, fue que se iría unas semanas de camping con unos amigos. Tenía ganas de volver a verle, al estar viviendo ambos en ciudades distintas y al vivir principalmente con su madre, no podían verse mucho por el trabajo de Morís y sus estudios a pesar de que como padre e hijo están muy apegados el uno al otro. Una vez pasara un tiempo con su hijo llevándolo de caza a algún bosque como solían hacer en algunas ocasiones, viajaría a España a ver a su hermano y su familia. Desde hace bastante tiempo le había insistido con que fuera de viaje a verlo a España en unas de sus vacaciones y pasara un tiempo allí viviendo, tenía pendiente el ir de pesca con su hermano y sus sobrinos, aunque por supuesto, antes le tenían que enseñar a pescar.

Emi planeaba viajar a Japón a visitar a sus padres y a su hermano mayor, hacía un año y medio que no los veía, y por lo que sabía desde hacía un par de meses, se había vuelto tía al haberse convertido su hermano en padre, ahora tenía un sobrino al que podría conocer una vez fuera a visitar a toda su familia para pasar un tiempo con ellos en su ciudad natal. 

Nicole por su parte, no lo tenía demasiado claro, lo único que sabía es que quería ir a visitar a su padre, Sam Collins, y a su padrastro, Ryan Evans. A día de hoy y a pesar de las circunstancias de la vida de ellos tres, Nicole aún permanecía en contacto con ambos, pero hacía mucho que no se veían cara a cara.

Tanto Nicole, como Morís y Emi, tenían planeado volver al cuerpo policial tras tomarse un tiempo para ellos mismos. Nick por su parte volvería a pasar un tiempo con la familia, retomaría su trabajo y continuaría su relación con Nicole mirando hacia un futuro juntos. Por otra parte, Ashley no tenía planes algunos de futuro, ella oficialmente estaba desaparecida, y no tenía familia esperándole en ninguna otra parte, ni amigos, ni mucho menos algún lugar en el que acogerla, simplemente no tenía futuro alguno fuera de Stone City más allá de vivir en soledad como medianamente pudiera.

Pero por suerte, tanto Nicole como Nick, quienes no tenían planes de abandonar los Estados Unidos, le ofrecieron quedarse con ellos hasta que ella misma decidiera independizarse por su cuenta y hacer su vida cuando pudiera, hasta entonces, ambos le ofrecieron esa oportunidad que felizmente cogió y agradeció desde lo más profundo de su ser. Todos tenían planes de futuro, objetivos por los que luchar y esforzarse en salir de la ciudad con vida. Terminada la charla, el grupo recogió sus pertenencias y se dispuso a emprender de nuevo su viaje, solo que en esta ocasión por el tiempo perdido irían a paso ligero y sin detenerse para nada, aún tenían alrededor de cuatro horas para llegar al Mirror y conseguir uno de los helicópteros con los que de huir de Stone City hacia su próximo objetivo, el futuro.

Hacía media hora que el grupo había emprendido el camino hacia el Mirror tras salir de la casa. Hasta ahora, no habían tenido problema alguno, extrañamente no se habían topado con ningún solo caminante o ser infernal. Las calles, tan tranquilas como desiertas bajo el abrasador sol veraniego, a veces parecían torcerse en la lejanía ante la visión de los integrantes del grupo, efectos de la calor. Ni una ligera brisa, ni un solo sonido, aquella carretera por la que circulaban estaba completamente muerta. A izquierda y derecha, grandes bloques de pisos se erguían al cielo como gigantescas montañas. Nicole detuvo sus pasos obligando con ello a detener a quienes iban tras ella.

—¿Sucede algo? —preguntó Emi al ver detenerse súbitamente a su compañera.

Nicole no respondió, simplemente permaneció quieta en el sitio observando analíticamente todo el escenario que los rodeaba. Morís se acercó a su compañera para contemplar como con su ceño fruncido, la mujer parecía buscar algo.

—Ya veo que no es solo cosa mía. —susurró Morís. —Tú también te has dado cuenta ¿no?

—Sí, hace unos minutos. Pensaba que serían alucinaciones mías por el calor, pero ahora estoy segura de que no es así.

El resto de integrantes del grupo, en silencio se percataron de como Nicole y Morís hablaban algo por lo bajo teniendo una de sus manos sobre el mango de las pistolas. Algo malo sucedía y únicamente aquellos dos parecían haberse dado cuenta de ello.

—¿Nicole? ¿Qué está sucediendo? —quiso saber Emi alarmada ante el comportamiento del dúo.

—Manteneos alerta, no estamos solos. —respondió Morís observando hacia las alturas.

—¿Zombis? —preguntó Ashley observando los callejones que se abrían a ambos lados de la carretera.

Los ojos de halcón de Nicole recorrieron las alturas de los edificios rastreándolos, hasta que estos se detuvieron haciéndole saltar todas las alarmas. Allí, en uno de los edificios del margen izquierdo, a varios metros de ellos, una silueta humana oscura podía apreciarse portando un rifle francotirador entre sus manos. Tan rápido como Nicole ahogó un grito de impresión, un veloz punto rojo se proyectó en su pecho. Lentamente el dedo se colocó sobre el gatillo del arma enemiga, disponiéndose a apretarlo para liberar el poderoso proyectil que perforaría el corazón del blanco señalado.


—¡¡NICOLE!! —Gritó Morís en cuanto sus ojos se toparon con el intenso punto rojo. Sin delicadeza alguna, el hombre le dio un empujón a su compañera apartándola del objetivo enemigo al hacerla caer estrepitosamente contra el asfalto de la carretera. —¡¡A CUBIERTO!!

Ante el mandato solicitado por el miembro de más edad del grupo de supervivientes, todos acataron su orden sin rechistar. Árboles, esquinas de edificios, vehículos estacionados en la carretera, cualquier cosa que pudiera servir como obstáculo para evitar el fuego del arma enemiga fue utilizado como un escondite del que resguardarse de aquellos mortíferos disparos. Nicole se descolgó el rifle para disparar desde su cobertura. Apoyando parte del arma sobre el capó del vehículo tras el que se resguardaba, trató de apuntar al francotirador situado en lo alto del edificio, no obstante era evidente que la había visto alzar el arma contra él y ahora trataba de ocultarse de su mirada.

Un potente disparo sonó acompañado de un grito femenino y el sonido de cristales reventando, no había sido ella, ni el francotirador al que apuntaba. Nicole volteó rápidamente la cabeza para mirar hacia atrás para percatarse de como Emi contemplaba asustada el cristal del vehículo tras el que se ocultaba con Débora, no había duda, habían tratado de asesinarla de un disparo a la cabeza, pero por suerte, Emi había logrado evitar que su cabeza reventara en pedazos sanguinolentos consciente o inconscientemente, siendo el cristal del vehículo el que se esparció en diminutos trozos en vez de su cráneo.

¡¿Otro francotirador?! Aquel disparo había venido de la zona sur de la carretera. Nicole había visto al primer francotirador situados en uno de los edificios al norte de la carretera, iba equipado con armadura militar, no le cabía duda alguna de que se trataban de los soldados de Esgrip, querían a Ashley. El láser rojo apuntó de nuevo a la cabeza de Emi, mientras que un segundo láser apuntó a la distraída Nicole. La rubia a tiempo logró agacharse al percatarse por el rabillo del ojo de como aquella mortal luz rojiza apuntaba a su sien, siendo el vehículo tras el que se ocultaba el que acabó siendo perforado por la bala del rifle.

—¡¡¡¡EMI CORRE!!!! —gritó Nick a pleno pulmón.

La asiática no dudó ni una milésima de segundo, sus veloces pasos trataron de huir a la cobertura más cercana mientras aquel punto rojo iba tras ella. Un grito femenino se escuchó instantes después de que otro disparo fuese realizado. La joven asiática tropezó evadiendo el disparo, el cual impactó contra el tronco del árbol más cercano a la mujer. Nicole no podía hacer nada, el láser rojo tras de ella rastreaba el vehículo en el que se ocultaba para disparar a la mínima que Nicole mostrara alguna parte de su cuerpo. Emi se levantó y corrió en dirección a uno de los callejones del margen derecho a fin de escapar del láser del francotirador que la tenía en el punto de mira, sin embargo sus pasos se detuvieron súbitamente.

¡¡Pasos!! Aquel pensamiento cruzó por las mentes de todos los presentes ante un conjunto de rápidos y sonoros pasos que se acercaban hacia la calle en la que se localizaban. Cuatro figuras ataviadas en un oscuro traje de carácter militar aparecieron por el callejón al que Emi trataba de acceder, pero ante la visión de aquellas figuras armadas con subfusiles MP5 sus pasos retrocedieron tratando de volver a la cobertura de la que salió mientras pegaba algunos tiros aleatorios con su P90 a sus perseguidores.

Débora dudaba si debía de salir de su escondite, estaba expuesta al francotirador de la zona sur, quien además tenía su mira puesta en Emi. Por otra parte si salía, el del norte al verla salir de su escondite podría dejar a Nicole para apuntarla a ella y acribillarla. Morís y Nick dirigieron sus armas hacia el grupo que iba tras Emi, cuando de repente la asiática gritó de dolor ante un disparo alcanzado por uno de los soldados en su hombro izquierdo.

—¡¡¡EMI!!! —gritó Nicole al ver la sangre impregnando la camiseta de su compañera en la zona en el que el disparo fue efectuado.

—¡¡Chicos detrás nuestra!! —advirtió Ashley deteniendo los dedos de ambos hombres instantes antes de apretar los gatillos de sus armas para abrir fuego.

Cuando el dúo masculino se giró mirando hacia el callejón que la joven señalaba, otro cuarteto de soldados emergió con sus armas alzadas, estaban rodeados. Emi trató de ponerse en pie tras haber tropezado de nuevo al intentar evadir algún que otro disparo, pero la bota del soldado que efectuó aquellos disparos pisó su espalda devolviéndola al suelo impidiéndole la acción de levantarse, sin reparo, el soldado dirigió el cañón del arma a la nuca de la asiática ante la mirada de sus compañeros.

Impotentes no podían hacer nada, tenían un francotirador apuntando desde el norte de la calle y otro desde el sur, y a la izquierda y a la derecha de la calle a un cuarteto de soldados armados con subfusiles. Nicole se percató en aquel momento, desde un principio no habían tenido oportunidad de hacer frente a militares de la organización, la situación actual era prueba de ello.

—¡¡Soltad las armas!! —gritó uno de los soldados. —¡¡Levantad las manos que podamos verlas!!


No podían hacer nada, los láseres rojos de las armas apuntaban a zonas vitales del cuerpo de todos y cada uno de los integrantes, como la cabeza y el corazón. No había posibilidad alguna de luchar o resistirse, a la mínima acción todos podrían acabar muertos, por lo que siguiendo las órdenes del soldado todos dejaron sus armas en el suelo y levantaron las manos. Con un movimiento de cabeza de aquel hombre, el resto de soldados atraparon a todos los integrantes del grupo y los alinearon frente al hombre que parecía mandar sobre ellos, obligándolos a arrodillarse sobre el asfalto.

Aquel soldado se dirigió lentamente hacia Ashley. De entre los militares allí presente, aquel hombre destacaba especialmente por su atuendo militar, completamente distinto al del resto de soldados que iban a cara descubierta portando un atuendo algo más básico. Una máscara de gas negra con lentes rojas, coderas y una armadura ligera negra de aspecto resistente que cubría prácticamente todo el cuerpo salvo las manos y los brazos, Nicole ya había visto antes aquel equipamiento, solo que la primera vez que lo vio lo llevaba una mujer, no un hombre.

—¡Ashley Moore! ¡Cuánto tiempo! —exclamó el soldado quitándose la máscara mostrando una amplia sonrisa. —¿Cuánto ha sido? ¿Tres años desde la última vez que nos vimos?

—Tú... —susurró la joven con desprecio.

—Vaya, ya veo que aún me recuerdas bien. Eso me gusta Ashley, yo y el resto también te hemos tenido mucho en mente. ¿Sabes? Estoy seguro que a la capitana le gustará volver a verte. Le has dado muchos problemas a la organización.

Ashley apartó la mirada de aquel despreciable hombre. Sin nada más que decir, aquel soldado comenzó a pasearse observando los rostros de aquellos que permanecían arrodillados ante el líder.

—¿Quién demonios eres? —preguntó Nicole con el ceño fruncido.

—Cierto, debería de presentarme a los amigos de Ashley, es muy maleducado por mi parte. —retrocediendo unos pasos miró de frente a Nicole y al resto de sus compañeros. —Mi nombre es Marcos Anderson, pertenezco a las fuerzas militares de Esgrip en Estados Unidos. Presto servicio aquí, en las instalaciones de Stone City. Pero ojo, no soy ningún líder ni nada por el estilo como es probable que penséis, aunque sí que tengo cierta fama y respeto en la organización, y estoy un nivel por encima de los soldados comunes, pero realmente no soy el líder de estos soldados que os retienen, solo me estaban ayudando a atraparos. Yo soy un simple soldado, un miembro del respetado equipo militar de los Silver Wolfs, grupo encabezado por mi capitana y uno de los cuatro altos mandos militares estadounidenses, Michaela Evans. —pronunció hinchando su pecho orgulloso. —Mucho gusto en conocerlos, chicos.

Marcos Anderson, uno de los miembros del equipo dirigido por Michaela y una de las personas involucradas en el proyecto de los supersoldados. Era un tipo alto de complexión musculosa.

—¿Cómo habéis dado con nosotros? —preguntó Morís tras la presentación del soldado.

—Coincidencia, la verdad. Estábamos buscando a Ashley, algunos soldados que están de misión por la ciudad informaron de que habían visto deambulando por la ciudad a una chica solitaria con sus características. Y mira tú por donde, os vi desde lejos descubriendo que iba ella con vosotros y decidimos tenderos una trampa. —comentó llevándose la mano a la cintura mientras observaba con cierta superioridad a la panda de civiles que habían atrapado satisfactoriamente. —Bien, llevad a Ashley al coche, la llevaremos al Mirror.

—Señor Anderson. ¿Qué hacemos con el resto de civiles? —pregunto uno de los soldados de menor grado que cooperaban con Marcos. —¿Los matamos?

Marcos tardó unos instantes en responder mientras observaba los rostros de aquellas personas.

 —El objetivo era únicamente encontrar a Ashley. Pero de todos modos nos los llevaremos también, puede que la capitana los quiera para algo, además, creo que alguno de ellos tenía la carpeta de documentos que los jefazos le dieron a los altos mandos en la reunión de hace varios días. —comentó mirando la mochila que Emi llevaba a su espalda. —Curadle a la china esa el disparo del hombro, no quiero que manche el vehículo.
—Soy japonesa, no china, imbécil. —pronunció con rabia.

—Chinos, japoneses, coreanos... Qué más da, todos me parecéis iguales. —respondió despreocupadamente. —Dejadlos inconscientes con vuestras armas, muchachos.

Emi fue la primera en caer abatida en el suelo ante el potente golpe de la culata de la MP5 de uno de los soldados. Ante aquella visión, el resto de compañeros de Emi trataron resistirse a ser golpeados con las armas de fuego, entre insultos de toda índole despectiva contra la persona llamada Marcos, nada pudieron hacer cuando uno a uno fueron sucumbiendo ante los dolorosos golpes que les produjo la pérdida de la consciencia.

Sus oídos captaban una conversación incomprensible y le dolía horrores la cabeza, como si la hubieran golpeado con algo. Lentamente Nicole abrió los ojos contemplando sus propias botas y el suelo compuesto de azulejos blancos. Con dolor en el cuello, la mujer alzó la cabeza para percatarse de inmediato en la situación en la que se encontraba. En línea recta, ella, Morís, Emi, Nick y Débora permanecían sentados a una silla atados con cuerdas a estas, así como de pies y manos. Frente a sus compañeros, el conocido como Marcos Anderson permanecía sentado sobre una silla de madera observándola en silencio, a ambos lados del perro de Michaela, un par de soldados de apariencia femenina se encontraban en la sala, una rubia y la otra pelirroja.

—Oh, ya veo que has despertado Nicole. ¿Cómo te sientes? ¿Quieres una aspirina? Puedo hacer que alguno de los soldados te traiga alguna.

—Vete a la mierda... —respondió sin ganas. —¿Qué lugar es este? ¿Dónde está Ashley? ¡¿Qué le habéis hecho?! —preguntó alterándose ante la ausencia de la joven en la sala.

—Estamos en el rascacielos Mirror, el lugar en donde la gente importante de la compañía que está destinada en Stone City será evacuada en helicópteros. La mayoría de los miembros importantes de la rama científica han sido ya evacuados. Solo quedamos los militares. Respecto a Ashley, no te preocupes por ella, está en un lugar seguro. Pero por otra parte pienso que deberías de preocuparte de ti misma. —finalizó con una pérfida sonrisa. —Señorita, ya no os necesitamos para nada, y los documentos que incriminan a Esgrip ya os los hemos arrebatado.

La puerta doble de la sala se abrió de par en par para dejar paso a un hombre de piel oscura con semblante serio. Su mirada se dirigió a sus compañeros de profesión sin detenerse ni un solo instante en mostrar el mínimo interés por los allí cautivos. Percatándose de la presencia del hombre de esbelta musculatura, Marcos y el par de mujeres soldados se giraron para realizar un saludo militar.

—¿Qué le trae aquí señor Simon?

—Marcos. ¿Has acabado ya con mis chicas? —respondió con una voz grave. —Les prometí que les daría un descanso después de que te ayudaran a llevar a estos aquí mientras estaban inconscientes.

—¡¡Tú, no me des la espalda cuando te estoy preguntando!! —advirtió Nicole tratando de llamar la atención de Marcos interrumpiendo la conversación. — ¡¿Dónde coño has metido a Ashley?! ¡¿Qué vais a hacer con ella?!

—No seas maleducada mujer. —respondió Marcos girándose hacia ella. —¿Acaso no ves que estamos hablando?

—¿Quién es esa? —exigió saber el hombre negro de similar físico al de Marcos. —Sabía que tendríamos invitados, pero no sé por qué motivos los has traído aquí contigo, son unos civiles, solo necesitábamos a Ashley.

—Se llama Nicole. Esta mujer es familia de Michaela. Por eso la traje aquí con sus compañeros, puede que Michaela quisiera verla por última vez, además, tenía que quitarles los documentos de Esgrip que tenían en su poder —respondió simplemente sin darle mucha importancia a la rubia alborotadora. —Ashley viajaba con ella y su grupo. Ahora que tenemos a Ashley y recuperamos los documentos, ya no los necesitamos para nada. Los mataremos, Michaela está muy ocupada como para hacerle una visita por lo que se ve.

—Ya veo. —comentó dirigiendo sus pasos a la mujer de dorados cabellos. El hombre la agarró bruscamente de la barbilla y elevó su rostro para que le mirara a los ojos. —No le veo parecido alguno con Michaela, Marcos. ¿Realmente son familia?

—Son hermanastras. No comparten lazos sanguíneos.

—Así que era eso. ¿Y por qué va a permitir que la matéis? —preguntó sintiendo curiosidad mirándola. —¿Ordenes de Esgrip?
—En absoluto. Simplemente esta mujer y Michaela se odian. Es una especie de guerra personal o algo de eso. —respondió sin darle mucha importancia.

—¿Eres otro perro de Michaela? —preguntó Nicole con el ceño fruncido al hombre que le sujetaba la barbilla sin poder evitar apartar la mirada de sus ojos.

Simon no pudo evitar empezar a reírse como si acabara de contarle algún chiste. Soltándole la barbilla a Nicole, volvió junto a Marcos y el par de soldados.

—Señorita. —comentó dirigiendo una mirada a la mujer que permanecía atada a la silla. —No soy uno de los perros de tu hermanastra. Soy Simon Clifford, uno de los cuatro miembros del alto mando militar de Esgrip en Estados Unidos, concretamente ejerzo mi profesión en Chicago, pero actualmente igual que los dos altos mandos restantes, estoy en Stone City con mi grupo ayudando con el desastre de la ciudad. Tengo el mismo rango que Michaela en la organización, por lo tanto no soy un perro, soy el puto amo. —respondió con una amplia sonrisa en su rostro. —Hablando de los otros dos altos mandos militares, ¿dónde están? Deberían de estar ya aquí.

—El doctor Javier informó que encontró el cadáver del alto mando Ripper y su equipo de camino al Mirror. Cerca del cadáver, encontraron también al don nadie del sargento Riley y sus soldados.
—Entonces mi querida Ripper la palmó ¿no? Es una pena, echaré de menos las peleas de gatas entre ella y Mich. —respondió con una carcajada. —Evans tiene que estar más que contenta con que su rival haya caído en combate. ¿Qué hay de Alexander?

—El equipo del sargento Ronald nos informó de que encontró los restos del cadáver del alto mando Alexander y su equipo cerca del bosque. Solo usted y Michaela son los altos mandos militares que aún quedan con vida en Stone City.

—Entiendo... —respondió pensativo con la mirada en el suelo mientras se cruzaba de brazos. — ¿Y los altos mandos científicos? ¿Sobrevivieron? —respondió mirando de nuevo a Marcos algo más serio.

—El doctor Javier y su gente fueron los primeros en venir. Javier trajo tres de los cadáveres de esa gente a la que Esgrip vigilaba para usarlos como conejillos de indias para sus experimentos. Poco después llegó el doctor Payne con su grupo de científicos. Y por lo que se cree, aunque no hay nada totalmente confirmado, suponemos que la doctora Lucy y el doctor Barboza han fallecido. El laboratorio que le cedieron a Barboza en la ciudad ha sido completamente destruido, notificamos un aviso de confirmación para la autodestrucción de la instalación. Respecto a Lucy, sabemos que uno de los ferrocarriles de la base que le cedimos se puso en marcha y abandonó la ciudad hace varias horas en la madrugada.

Simon se frotó la barbilla pensativo.

—Alexander, Ripper, Lucy y Barboza, la mitad de los altos mandos que Esgrip tiene en los Estados Unidos han perecido. ¿Se sabe la circunstancias de sus muertes?

—Solo las de Ripper y Alexander. El grupo en el que se encuentra Maya acabó con Ripper y su equipo según nos comentó una de las soldados del sargento Fénix, una tal Anna Sanders. Esa chica logró piratear el sistema de seguridad de la comisaría y hacerse con el control de las cámaras de la ciudad hasta que cayeron los dos primeros misiles y destruyeron todo el sistema de vigilancia. Por otra parte, las bestias acabaron con el equipo de Alexander. Respecto a Lucy y Barboza, intuimos que el grupo de Maya también tuvo algo que ver con ello, pero no estamos del todo seguros.

—¿Y qué ha sucedido con el grupo de Maya? ¿No lograsteis capturarlos?

—No. Desgraciadamente parece que escaparon con toda seguridad en el tranvía que había en las instalaciones en las que Lucy trabajaba.

Simon permaneció un rato en silencio con la mirada perdida en el suelo.

—Bueno, está bien, ya no se puede hacer nada. Los altos mandos que hemos sobrevivido tendremos que redactar unos informes para los jefes sobre lo que ha estado sucediendo en la ciudad. No les va a hacer ni puñetera gracia lo de que hayan muerto cuatro de los altos mandos y no hayamos capturado a Maya y a los suyos. —comentó cruzado de brazos arrojando su mirada a los rehenes que los observaban en silencio desde sus posiciones empapándose de la información que aquellos dos intercambiaban frente a sus narices. —Decías que no te servían esos de nada ¿no?

—En efecto, pensábamos en eliminarlos. —respondió mirando a la fila de rehenes. —¿Por? ¿Los quieres para algo?

—Mmmm... yo no, pero podrías darle las mujeres a mis hombres para que se diviertan un rato hasta que nos vayamos de esta jodida ciudad. Me gusta recompensar a mi equipo por su buen trabajo. Han llegado al final vivos y cumpliendo sus objetivos, por lo tanto que menos que darles una recompensa. ¿Mich no os da regalos o reconocimientos de vez en cuando por vuestro trabajo?

—Bueno... Silver Wolfs es el equipo personal de un alto mando militar que menos miembros tiene, solo somos cuatro contando con la capitana. Así que no le merece la pena darles recompensa a tres tipejos. Lo más parecido a una recompensa es el privilegio de actuar como nos salga de los huevos mientras cumplamos las misiones. Nos permite ser independientes de ella muchas veces actuando por nuestra cuenta y haciendo las cosas a nuestra manera, mientras logremos el objetivo ella está conforme. —respondió con algo de desgana.

—Vaya capitana más rata tenéis, ya podría pagaros una cena en un buen restaurante de vez en cuando, dinero no le faltará. Debería de mimar un poco más a sus subordinados, un equipo unido es más fuerte. Nosotros somos ocho miembros en mi equipo contando conmigo, y somos como una gran familia, nos protegemos los unos a los otros. Trato de fomentar esa clase de relación entre nosotros.

Marcos tuvo que contenerse unas repentinas carcajadas ante el comentario de su superior.

—¿Mimar? Para esa mujer mimarnos es coger un látigo y azotarnos con él sin piedad para que le hagamos caso. —respondió con una amplia sonrisa en el rostro.

Simon, a diferencia de Marcos, no reprimió unas fuertes carcajadas ante el comentario de aquel hombre.

—Esta Mich es única... Nunca cambiará. —Simon chasqueó los dedos mirando por encima de sus hombros. —Mitchelle, Brenda, decidles a los muchachos que hoy tienen fiesta. Que se presenten aquí y se lleven a estas damas, por cierto, invitad también a los hombres del sargento Fénix, ellos también merecen un recompensa por su arduo trabajo, creo que están todos en la zona restaurante comiendo. Vosotras iros ya a descansar. —inmediatamente asintieron al recibir las órdenes, el dúo de mujeres soldados abandonaron de inmediato la sala para ir a llamar a otros de sus compañeros.

No tardaron más de cinco minutos en venir tres hombres de Simon, un par de ellos de cabello rubio, y otro castaño para desatar a Emi, Nicole y Débora y llevárselas a rastras de la sala mientras escuchaban los improperios por parte del dúo masculino que trataba inútilmente de hacer que soltaran a sus compañeras y las dejaran en paz.

Mientras Débora y Emi gritaban tratando de zafarse de las manos de los soldados que las retenían sacándolas a la fuerza de la sala, Nicole a diferencia de sus dos compañeras, avanzaba en silencio sin retenerse, prefería emplear el tiempo del trayecto hacia el lugar al que las llevarían para tratar de encontrar alguna manera de librarse de los soldados, liberar a Morís y Nick, conseguir algunas armas, puesto que las suyas se las habían arrebatado, y buscar a Ashley.

Tras recorrer varios pasillos, las mujeres fueron arrojadas como meros sacos de carne al interior de la estancia. El cuarto, completamente vacío y sin ventanas, era únicamente iluminado por una lámpara en el techo que bañaba la estancia con una luz amarillenta. Los soldados obligaron a las mujeres a quitarse la ropa, pero estas no obedecieron, trataron de resistirse increpando con insulto y amenazas a aquellos hombres. Colmada la limitada paciencia de los soldados, uno de estos trató de arrancarle la ropa a la fuerza a Emi.

En un intento de defender a su compañera, Débora agarró al hombre tirando de él para que soltara a la mujer que luchaba para que aquel lujurioso hombre no le quitara los pantalones como ya había hecho con su camiseta. Sin demasiado esfuerzo, el soldado se volteó encajando un codazo en el mentón de la mujer que no dejaba de molestarle, la cual cayó contra el suelo como un títere al que le habían cortado las cuerdas. Con impotencia, Nicole no podía hacer nada más que observar todo aquello mientras sentía las fuertes manos del soldado que le sujetaban desde su espalada ambos brazos, impidiendo movimiento alguno para que esta tratara de impedir la violación de alguna de sus dos compañeras.

—¡Tú, ocúpate de esa! —advirtió el soldado a uno de sus compañeros señalando a Débora. —La asiática es mía. —anunció lamiendo el cuello de la asustada Emi, quien aún en la situación en la que estaba, trataba de apartar con sus manos el cuerpo del hombre que la abrazaba con brusquedad mientras le llenaba el cuello de babas.

En el suelo, Débora trataba de quitarse de encima al hombre que trataba de bajarle a la fuerza el pantalón a la mujer. Todos los intentos de defensa por parte de la mujer sucumbieron a un puñetazo propinado por aquel hombre que la dejó por unos momentos aturdida, siendo incapaz de poner resistencia alguna cuando aquel hombre le bajó la cremallera del pantalón para posteriormente comenzar a quitárselos bruscamente.

Nicole sentía una profunda impotencia por lo que sus ojos captaban, tenía que ayudarlas a como fuera lugar. Las manos que se aferraban a sus brazos le recordaron que su captor no la dejaría moverse ni un milímetro, una vez que acabaran de satisfacer sus fantasías sexuales con Emi y Débora, ella sería la siguiente. Un grito agudo la obligó a dirigir su mirada a Emi, quien no paraba de gritar de dolor mientras era zarandeada por su captor.

—¡Estate quieta, puta! —exigió con rabia hundiendo el pulgar en la herida de bala que la asiática tenía en el brazo, el cual previamente había sido curado y vendado por alguno de los soldados. Pero ante la tortura de su captor, la herida comenzó a abrirse de nuevo impregnando las vendas de un rojo intenso. —¡Si te resistes será peor para ti, puta china! —anunció altamente excitado metiendo la mano por dentro del pantalón a medio desabrochar de la mujer.

Débora trataba de resistirse tanto como podía tras recibir un segundo puñetazo en la sien. Aquel hombre le agarraba con fuerza uno de sus pechos tras quitarle la camiseta y los pantalones dejándola en ropa interior. Entre babosos besos que recorrían su vientre y aquella alterada respiración masculina, la mujer agarraba del pelo al hombre entre sollozos tirando de él hacia atrás en un intento de apartar la boca del hombre de su cuerpo.

Nicole estaba inquieta, no podía seguir viendo aquello. Una incontrolable rabia se estaba apoderando de ella ante aquellos despreciables actos por parte de los soldados de Esgrip. ¡¿Pero qué demonios podía hacer ella en esa situación?! Cautiva, sin armas y contra tres soldados... ¡¿No había posibilidad alguna de evitar aquellos actos inmorales?! La joven dejó caer su mirada al suelo abatida ante aquel odio e impotencia que recorría cada fibra de su ser.

—¿Te preocupan tus amigas, rubita? Deberías de preocuparte por ti, pronto me encargaré de ese culito que tienes. —le susurró al oído el soldado que la retenía detrás de ella. —Estoy deseando divertirme contigo, en cuanto esos dos se tiren a tus amigas.

Ante el comentario, Nicole cerró los puños y apretó los dientes con fuerza. Con su rostro ensombrecido al no dejar de escuchar los gritos, llantos y ruegos de sus compañeras, la joven mujer elevó lentamente la cabeza para contemplar con un rostro serio las escenas que tenía lugar frente a ella.

—¡¡Dejadlas en paz!! —exigió con un alto y claro tono de voz que ninguno de los soldados pudo pasar por alto. —¡¡Yo soy suficiente mujer para vosotros tres!! —gritó con total seriedad mostrando una mirada cargada de determinación enmarcada por su ceño fruncido. —¡¡No mostraré resistencia alguna, podréis hacerme todo lo que queráis. Pero a cambio dejadlas a ellas en paz!!

Los tres soldados la contemplaron en silencio de arriba a abajo con miradas cargadas de lujuria. Realmente aquella mujer era muy atractiva, por eso mismo la dejaron para el final, ella era la guinda del pastel. Pero ya estaban comenzando a desesperarse, querían tirarse ya a alguna, y las dos a las que intentaban forzar no se dejaban de resistir. Tal vez ir directamente a por el postre no era tan mala idead.

—¿Habéis escuchado, chicos? Dice que es suficiente mujer para los tres. —comentó con burla. —¿Os apuntáis a un cuarteto, muchachos?

—¿Realmente no se resistirá? Esta me tiene ya hasta los cojones. No sé cuántas veces tendré que golpearla para que deje de resistirse. —discrepó el soldado que retenía a Débora.

—Hey, tú, suéltame. —le pidió la joven a su captor, quien ante la señal de sus compañeros obedeció.

Nicole dio un par de pasos adelante, y frente a los soldados se quitó la ropa por sí misma, quedándose únicamente en ropa interior. Los soldados quedaron embobados perdiendo sus miradas entre las seductoras curvas del cuerpo de la mujer, quien ante sus ojos lucía con unas bragas y sujetador negro que realzaba sus pechos. Percatándose de que había logrado captar toda la atención masculina, la joven mujer se quitó el coletero liberando su larga melena dorada incitando aún más al trío masculino.
Los que hasta hacía unos instantes habían tratado de abusar de Emi y Débora, habían perdido por completo el interés en ellas, ignorando el hecho de que en cuanto tuvieron oportunidad se alejaron de ellos contemplando con estupor la acción que su compañera estaba llevando a cabo para que aquellos hombres las dejaran en paz. Se estaba sacrificando por ellas.

—¿Esto es prueba suficiente? Como he dicho, me dejaré hacer todo lo que queráis sin oponer resistencia. A cambio os pido que no le toquéis ni un pelo a las dos. —exigió con un semblante serio.

—Está bien. Te utilizaremos a ti, a tus amigas las dejaremos en paz. Podría decirle al resto de compañeros que se desahogaran contigo y dejen a las otras dos en paz, pero no te podría prometer nada, ellos tienen libertad de hacer lo que quiera con vosotras. —respondió uno de los soldados. —Tienes suerte de que nosotros os tratemos de una manera más civilizadas, dudo que el resto de compañeros que están esperando su turno os traten tan bien como nosotros, ellos irán al grano probablemente.

—Si se los dices a tus compañeros me harías un favor, no quiero que ellas sufran... A mí me podéis hacer lo que queráis.

—Está bien. Entonces señorita, con su permiso utilizaremos tu cuerpo. Es probable que aunque sea una violación incluso te acabe gustando, es sexo al fin y al cabo. —respondió con una pérfida sonrisa en los labios.

El trío de soldados comenzó a acercarse a ella rodeándola cuando de repente se abrió la puerta de la sala para el asombro de los allí presentes.

—Hey tíos, dicen las chicas que si queréis emborracharos que vayáis vosotros a por las botellas, ellas están descansando mientras echan una partida de póquer con el capitán. Los hombres de Fénix esperan su turno en la zona restaurante mientras terminan de comer, así que olvidaos de pedirles algo, y yo no voy a mover el culo para traeros a vosotros las botellas, así que si las queréis acompañadme. —informó un joven soldado de oscuro cabello asomándose a través de la puerta. —¡Por cierto, no veas como está la rubia! —exclamó silbando al contemplar el cuerpo de la joven mujer. — Daros prisa que hay otros que también queremos divertirnos. Con tanto trabajo llevo tiempo sin irme de putas, estoy harto de conformarme con cascármela en los baños.

—¡Que sí coño, no te pongas pesado que ya llegará tu momento! —gritó uno de los soldados irritado. —Cuando acabemos te avisamos. Vosotros dos rubiales, id a por una de botella de Whisky para cada uno de nosotros, os esperaré aquí.

—Está bien, pero no empieces sin nosotros.

—Eso, no tengas cara, que encima vamos a por las botellas mientras tú te quedas aquí. Que menos que esperarnos.

—Que sí, largaos ya.

Los soldados abandonaron la estancia dejando solo a su compañero vigilando a las chicas. Por supuesto, aquel no era un hombre de palabra, por lo que tenía intención de empezar a disfrutar de aquella mujer antes de que sus compañeros regresasen.

—Bueno, cielo, eres toda para mí. —comentó quitándose la camiseta tirándola al suelo junto al resto de su equipamiento militar. —Y por cierto, si intentas hacer algo, te rajaré el cuello, ¿queda claro? —amenazó sacando un cuchillo de su bota para que la joven mujer comprendiera que iba en serio con la amenaza.

Sin más preámbulos, el soldado agarró a Nicole del brazo pegándole un tirón para atraerla hacia él y envolverla entre sus brazos. La joven mujer no pudo evitar reprimir una cara de asco al sentir aquella cálida y húmeda lengua y labios recorriendo su cuello desesperadamente. Los ojos azules de la joven se dirigieron hacia el mango del cuchillo que sobresalía en la bota del soldado.

Si tan solo tuviera una mínima oportunidad para agarrarlo, no dudaría ni un solo instante en clavárselo en el cuello a aquel cerdo desgraciado que la retenía, desgraciadamente en la situación en la que se encontraba, retenida por ambos brazos del hombre, aquello sería imposible. La simple idea de pensar que iba a ser violada por aquel asqueroso hombre la horrorizaba, pero estaba dispuesta a vender su cuerpo a cambio de la seguridad de sus compañeras.

Nicole cerró los ojos y sus puños con fuerza al momento en el que la mano de aquel asqueroso soldado agarró con fuerza uno de sus pechos mientras que con la otra mano apretaba el trasero de la mujer, a la que no paraba de babosear el cuello. Los ojos de Nicole se abrieron de nuevo para dirigirse al dúo femenino que permanecía arrinconado en una de las esquinas de la sala, quienes contemplaban la escena con rabia e impotencia por la situación de Nicole.

El soldado retrocedió alejándose unos pasos de la chica con la que se desahogaría con una sonrisa en su rostro.

—Vamos, quítate lo que aún llevas puesto, quiero ver como terminas de desnudarte por ti misma, eso me pone cachondo. —exigió entre risas mientras se desabrochaba el cinturón y la cremallera del pantalón. —Te voy a dar tan fuerte que te voy a partir las piernas. —respondió entre molestas risas.

—¡¡Déjala en paz, cabrón de mierda!! —se envalentonó a exigir Emi desde su posición.

—¡Cállate zorra! Tienes suerte de que le prometí a la rubia que no te haría nada, si no ya te hubiera cosido la cara a ostias. —respondió irritado mirando por encima del hombro. —Venga, quítate la ropa tú o de lo contrario lo haré yo. —exigió una vez más sintiendo ya su paciencia limitada por la lentitud que la mujer demostraba. —¡¡Así está bien, venga, quiero verte las tetas, buenorra!! —exclamó entusiasmado en cuanto vio a la mujer frente a él tratando de quitarse el oscuro sujetador.

Desgraciadamente para el soldado, aquella alegría duró poco cuando algo impactó contra su espaldas, su propia bota. Montando en cólera, el hombre se volteó para observar a Emi retrocediendo gateando hasta la esquina de la habitación en la que anteriormente se encontraba con Débora. Localizada la causante del golpe, el soldado se encamino furioso a ella.

—¡¡Me tienes hasta la polla, china de mierda!! ¡¡Se acabó, no voy a pasarte la mano más!! —sin delicadeza alguna, su mano envolvió violentamente el cuello de Emi, a quien amenazó con el puño en alto.

Nicole trató de interceder cuando el primer puñetazo encajó contra el rostro de su compañera, pero algo que halló en su campo visual detuvo el intento de socorrer a Emi. Un pequeño objeto sobresalía del bolsillo de su pantalón trasero, el cual yacía no muy lejos de ella en el suelo. ¡¡La navaja que encontró en la vivienda en la que se refugiaron!! Nicole se había olvidado por completo de aquella pequeña arma, y por lo que se veía, el soldado tampoco se había percatado de ella.

Tan rápida y cautelosamente como pudo, se acercó y alargó la mano para agarrar el pequeño arma que empuñó con fuerza. Un segundo grito se escuchó cuando Débora fue golpeada de un puñetazo en el vientre al tratar de separarlo de Emi. Collins, con el filo de la navaja desenvainada comenzó a dirigirse a la espalda del hombre tratando de ocultar sus pasos, por suerte, al estar descalza no era muy difícil ocultar sus pisadas.

Débora tirada en el suelo elevó la vista al percatarse del objeto que Nicole portaba en una de sus manos. A una escasa distancia, Nicole no se molestó en continuar ocultando su presencia, tan rápido como pudo acortó distancias con el agresor de Emi y Débora de una zancada mientras lanzaba una puñalada desde el frente derecho en dirección a uno de los laterales del cuello del hombre.

Aquel hubiera sido sin dudas un golpe mortal, pero ante la sorpresa del grupo femenino, el movimiento no logró llevarse a cabo, con un rápido giro sobre sí mismo, el soldado había logrado agarrar fuertemente la muñeca de Nicole deteniendo el trayecto del filo de la pequeña arma blanca. Nicole no pudo evitar ahogar un grito ante su sorpresa, se había percatado de sus intenciones de alguna manera. Violentamente, con un rostro completamente serio, el soldado retorció la mano de Nicole obligándola a liberar un grito de dolor.

—Pensaba que no te ibas a resistir. —respondió con un tono carente de emoción alguna. —¿Crees que soy estúpido? Soy un soldado entrenado por Esgrip. Me percaté de inmediato que algo sucedía detrás de mi cuando no te escuché defender a tus compañeras y cuando la mujer esa de pelo castaño miró detrás de mí. Veo que no merece la pena tratar de portarme bien contigo, directamente debería de haberte violado por la fuerza, tendría que haberte arrancado yo mismo la ropa interior y haberme dejado de tonterías contigo. —el soldado golpeó de una patada el vientre de Nicole apartándola de él, y mientras la joven mujer trataba de incorporarse, el soldado se abrochó de nuevo la cremallera y el cinturón del pantalón. —Tal vez lo mejor sea matarte y violar tu cadáver mientras aún esté caliente. —comentó encaminándose hacia ella tras sacar una vez más el cuchillo de su bota.

—¡¡Déjala en paz hijo de la gran puta!! —con un grito de guerra, Emi saltó a la espalda del soldado tapándole los ojos con ambas manos mientras trataba de arañarle el rostro con las uñas. —¡¡Nicole tengo a este hijo de perra, date prisa!!

—¡¡Nicole, la navaja!! —advirtió Débora sujetando la muñeca de la mano en la que el soldado portaba el arma. —¡¡Rápido!!

—¡¡Soltadme putas de mierda!! —exclamó tratando de quitárselas de encima.

Nicole, tan rápido como pudo se levantó del suelo y corrió hacia su objetivo con el filo de la navaja por delante. Ante el inminente peligro, trató de quitarse a las dos mujeres de encima, quienes aguantando los golpes y bruscos movimientos de aquel toro salvaje, no estaban dispuestas a soltarlo. Para cuando logró hacer que Emi se soltara de su espalda, ya fue demasiado tarde, el filo de la navaja se incrustó completamente en la garganta del soldado. Con una mirada cargada de odio contra el hombre que tenía en frente, Nicole giró un cuarto la muñeca antes de sacar del tirón el filo de la navaja de la garganta de la víctima, la cual cayó al suelo desangrándose rápidamente hasta morir.

—¡¿Estáis bien chicas?! —se preocupó Nicole acercándose a sus compañeras.

—Dentro de lo que cabe sí. —respondió Débora de inmediato.

—Por lo menos no ha logrado violarnos. —suspiró Emi. —¿Tú estás bien, Nicole?

—Claro, no te preocupes. Chicas, vamos a ponernos de nuevo la ropa y salir pitando de aquí antes de que vengan más soldados. Tenemos que ayudar a los chicos, encontrar nuestras armas y dar a Ashley antes de salir de aquí cogiendo un helicóptero de la azotea. —informó a sus compañeras mientras se vestían todas de nuevo. Una vez vestida Nicole rebuscó entre el equipamiento militar que aquel tipo tiró al suelo mientras se desvestía. —Emi, toma esta pistola, te será útil. Pero ten cuidado, úsala solo si es necesario, no me gustaría que los soldados se percataran de que nos hemos escapado. Débora, tú usa el cuchillo de ese tipo, yo me quedaré con la navaja. —informó la joven mujer haciendo entrega de las armas a sus compañeras. —Vamos a hacer lo siguiente. Vosotras dos encontrad a Nick y Morís, y una vez se unan a vosotras buscad las armas y reunámonos en la azotea.

—¿Estás segura que es bueno separarnos? ¿No deberías llevar tú la pistola? —preguntó Débora dudosa ante las órdenes de su compañera.


—Estoy bien con la navaja, no os preocupéis. Y sí, nos separaremos, si descubren a alguien probablemente sea a mí, ya que estaré andando a ciegas buscando a Ashley, de ese modo, si me descubren tratarán de capturarme, por lo que los soldados se olvidarán de vosotras por un tiempo y así podréis salvar a Nick y Morís y recuperar las armas. —respondió decidida ante su plan. —Chicas, vayámonos ya, no quiero estar más tiempo aquí arriesgándome a que lleguen más soldados y nos pillen.

Las chicas asintieron con la cabeza dispuestas a llevar a cabo el plan de su compañera. Las mujeres abandonaron la sala con un objetivo claro en mente, y escuchando de fondo las voces y risas de los soldados proveniente de alguna sala de la lejanía, las tres dividieron caminos.

En una espaciosa sala con las ventanas cerradas y las persianas bajadas, una luz blanca proveniente de una lámpara del techo envolvía la sala en cierta frialdad y soledad. Una gran y larga mesa rectangular de madera se situaba en mitad de la estancia, con varias sillas hechas del mismo material situadas a ambos lados de ella. Algunos cuadros, macetas y una máquina expendedora de agua, así como un par de sillones rojos adornaban la sala de reuniones. Unos rápidos dedos tecleaban las teclas del teclado de un ordenador portátil blanco situado sobre la mesa, inundando la silenciosa estancia con el rápido sonido de las pulsaciones.

Un vasto silencio cayó con la muerte del sonido de las pulsaciones antes de dar paso a un rítmico sonido creado por las uñas de la mano de la impaciente persona sentada frente al ordenador, quien con sus uñas golpeaban en determinado orden la mesa de madera creando aquel sonido. Un suspiro, la paciencia se le estaba acabando, llevaba rato tratando de hacer una videollamada que nadie respondía.

—No te desesperes capitana, el estrés es malo, hace que te salgan arrugas en la cara ¿sabías? —rompió la voz de Marcos el rítmico sonido del golpear de las uñas sobre la mesa. —Deberían de contactar pronto, esa Anna vio que habían logrado llegar a la base militar por medio de las cámaras de la ciudad. —la capitana chasqueó la lengua en respuesta a su comentario, a lo que Marcos lanzó un pesado suspiro.

Finalmente un agudo sonido se emitió en respuesta a la llamada del portátil, abriéndose una ventana en la pantalla en el que el rostro de un par de personas se materializó, un hombre y una mujer de aspecto joven. Marcos se levantó de su asiento ante una señal de su capitana y de inmediato se acercó a la pantalla del portátil.

—Zoey Sullivan y Matt Dawson informando, capitana Evans. —anunció la voz femenina proveniente del monitor. —Le pido disculpas por no haber respondido a ninguno de sus mensajes, no estábamos en el momento ni en el lugar adecuado para responder a ellos. —aclaró inmediatamente al leer el rostro serio de su superior.

—¿Por qué habéis tardado tanto en contactar? Según he visto por las cámaras mientras aún funcionaban, llegasteis a la base hace algunas horas. —exigió saber Michaela con una voz tan seria como amenazante.

—Hemos entrado satisfactoriamente en la base militar como nos pediste, y estamos en con el grupo de Davis Taylor, Kyle Morales y Karen Owens. Hemos tenido que pasar por una serie de inspecciones para comprobar que no habíamos sido mordidos y estábamos bien de salud, además de que nos registraron y quitaron todas las armas. —informó el joven masculino del dúo yendo al grano. —Entre eso, el intentar alejarnos de los otros tres y encontrar un sitio en el que establecer comunicación, hemos tardado un tiempo en poder contactar con vosotros.

Michaela y Marcos permanecieron un instante en silencio tras la explicación de aquel joven de curioso aspecto. Físicamente era como cualquier chico normal, pero a simple vista sobresaltaba algo que lo hacía distinto a los demás, volviéndolo visualmente llamativo para cualquiera que se cruzara con él, su cabello era de un gris pálido, prácticamente blanco. Por supuesto, no era su única característica física llamativa, pero si la más distinguible a simple vista, incluso desde lejos.

—¡Tienes muchas cosas que explicarme Dawson! —exigió Michaela visualmente irritada. —¡¿Por qué coño te separaste de Zoey y te largaste con Taylor por tu cuenta?! ¡¿Y qué fue esa mariconada que vi por las cámaras tras cargarte a uno de los especímenes especiales de la organización que andaba por ahí suelto?! —preguntó golpeando la mesa con el dorso de su puño. Marcos y Zoey observaron a Matt al igual que la capitana sin decir absolutamente nada, esperando las explicaciones del joven. —¡¿Qué pasa?! ¡¿Ahora es cuando te da por salir del armario?! Te lo dejaré claro Dawson, no tengo nada en contra de que te gusten las salchichas o las almejas. ¡¡Pero quiero saber por qué coño ha tenido que ser con él, con uno de nuestros objetivos!!

No solo Marcos, sino también al otro lado de la pantalla, Zoey y Matt, eran incapaces de no sentir aquella espesa capa de tensión que alcanzaba no solo la estancia en la que Evans y Anderson se localizaban, sino también aquel lugar al otro lado de la pantalla en el que el par de jóvenes estaban.

—Bueno, desde siempre he sospechado que le gustaba a Davis, entre eso y que éramos amigos de la infancia, aquel beso y el tema de tener una relación no es más que una estratagema mía para poder acercarme a él sin que sospeche en absoluto de mí. —respondió simplemente a la última pregunta efectuada por su superior. —No tengo intención alguna en traicionar a Esgrip, sé perfectamente que la traición se paga con la muerte. Además, mi capitana, tú misma nos dabas libertad para actuar como quisiéramos mientras cumpliéramos nuestros objetivos, ¿verdad? Entonces no veo el problema, mi intención es asesinarlo a él y a los otros dos una vez obtenga la información necesaria.
Michaela entrecerró los ojos ante su respuesta mientras permanecía en silencio por unos instantes.

—Está bien entonces, pero como se te ocurra hacer algo que demuestre que estás traicionándonos, yo misma te rebanaré la cabeza. Te recuerdo que a pesar de ser uno de los supersoldados de Esgrip, he sido yo quien te ha entrenado, todo lo que sabes es gracias a mí, conozco perfectamente tus defectos y puntos débiles, que no se te olvide. —amenazó lanzándole una gélida mirada al muchacho, quien en silencio asintió con la cabeza. —¿Qué hay de vuestra misión, Zoey?

—Bueno, lo del paradero de Alberto aún no sabemos absolutamente nada. Todavía no tenemos la confianza como para preguntarle a Karen sobre él y el resto de su equipo original, si le preguntáramos directamente habiéndonos conocido recientemente sería muy sospechoso, pensábamos en hablar con ella poco a poco y tratar de que nos acabe contando su historia y todo lo que sepa sobre ese tipo.

—Lo de Alberto ya da igual. —comentó Marcos. —Unos soldados nos informaron que vieron a un tipo con sus características metiéndose por una de las alcantarillas de la ciudad, no pudieron encontrarlo, así que con toda seguridad ha debido de huir de la ciudad por el sistema de alcantarillado, y a saber a donde habrá ido. Desde luego espero que huya lejos, porque después de robarle a Esgrip información, muestras del virus, entre otras cosas, va a necesitar estar muy lejos de las garras de la compañía para no acabar descuartizado por estas. Y lo del grupo de Karen, aparentemente ese Killer y sus compañeros han ido muriendo, solo queda ella con vida.

—Hablando de Alberto y las cosas que robó. Si mal no recuerdo había robado unas muestras de la supuesta vacuna que los científicos del Gobierno crearon contra el Agua Gris. ¿Habéis averiguado algo de esa supuesta vacuna? ¿Existe realmente? —preguntó Michaela sin demasiado interés en algo que para ella no era más que un estúpido rumor que se hizo circular para calmar a la ciudadanía.

—Tampoco sabemos nada. —comentó Matt en esta ocasión. —A decir verdad, apenas hemos tenido tiempo para recopilar información, necesitamos más tiempo.

—Entiendo. ¿Qué hay de lo del misil? ¿Habéis informado a nuestro topo?

—En efecto, está al corriente de que estamos aquí, y le hemos dado la orden de informar y correr la voz del misil cuando sea el momento necesario para que todas las personas de la base sean evacuadas al búnker subterráneo. Él se encargará de todo.

—Bien, por el momento no tenemos más trabajos que daros. Por ahora preparaos para el misil, y en el búnker tratad de averiguar si es verdad lo de la vacuna esa, y tratad de saber qué es lo que esa Karen conoce de Alberto, puede que sepa algo que nos sea de utilidad para dar con él. Aprovechad la situación para convivir y formar amistad con esos tres para que os podáis acercar a ellos sin que sospechen, tendréis tiempo para ello, como sabréis, una vez la ciudad quede en ruinas con su destrucción, el gobierno tardará un tiempo en dar con el búnker y evacuaros en helicópteros de lo que quede de Stone City.

—Está bien capitana, haremos lo que mandas.

—Por cierto Mich. —dijo en aquella ocasión Zoey colocándose un mechón de pelo tras una de sus orejas. —¿Qué tal van las cosas por ahí? ¿Habéis logrado vuestros objetivos?

—Mas o menos... —respondió con un evidente tono de inconformidad en sus voz. —Tenemos a Ashley con nosotros, hemos recuperado la carpeta de documentación de Esgrip que Nicole había encontrado en la comisaría, y también la hemos capturado a ella y a su grupo.

—Aunque por otra parte hemos tenido algunos problemas. —intervino Marcos en la conversación. —Alexander, Ripper, Lucy y Barboza han fallecido. Solo quedan cuatro altos mandos con vida, Michaela y Simon por una parte, y luego Payne y Javier por otro, esos dos deben de estar ya lejos de la ciudad. El equipo de Maya ha huido de la ciudad, por lo que no hemos podido capturarlos. Luego está el tema de Alberto... ¿Sabes? A decir verdad creo que las misiones que nos han encomendado las altas esferas han sido un fracaso en su mayoría. —comentó pensativo cruzándose de brazos. —¿Qué hemos conseguido realmente?

Michaela suspiró con una profunda pesadez.

—Capturar a Ashley, quitarle a Nicole y los suyos los documentos, eliminar civiles y soldados por la ciudad, y destruir todas las pruebas de nuestras actividades al destruir los cuatro laboratorios de la ciudad. —comentó Michaela nada animada ante el resultado de las misiones. —Por cierto Matt ¿Enviaste toda la información que descargaste de los cuatro superordenadores a la sede principal de Washington?

—Claro, en cuanto los descargué de esos ordenadores por medio del dispositivo que les pusiste, empecé a enviar todos esos datos a la sede principal para que no se perdieran todas las investigaciones que se hicieron en Stone, así que no te preocupes por eso, he mandado todos los datos sin problemas.

—Perfecto.
—¿Qué pasó al final con el tema de la traición de Lucy? ¿Lograste obtener los datos de los laboratorios que Esgrip le cedió? —preguntó Zoey interesada.

—Claro que los obtuve, Zoey. Uno de sus ayudantes nos avisó de que estaba actuando a espaldas de la compañía. Aparentemente no tuvo que usar el sistema de control de las cámaras en la comisaría para redactar su informe sobre las armas biológicas en combate real contra soldados y otros de los monstruos que hay por la ciudad. Nicole solo encontró la carpeta de documentos que nos dieron a los altos mandos en la reunión de hace unos días, nada más. Probablemente solo usara las cámaras para vigilar al grupo de Maya para sus propios fines. Según uno de sus ayudantes, estaba obsesionada con ese tal Silver, al parecer trató de reunirse con él en varias ocasiones, dejando su puesto de trabajo, incluso empleó uno de los controladores mentales en él para doblegar su voluntad. También sé que le inyectó al cadáver de Puma una muestra del Agua Gris logrando revivirlo y transformarlo en otro supersoldado. Todo lo hacía a espaldas de la organización. Cuando llegué a sus instalaciones no estaba. Fui a colocar el dispositivo para que Matt descargara los datos desde su PDA, y me enteré de todo el tema de las andadas de Lucy por uno de los ayudantes que tenía allí. Al final no volé por los aires aquel complejo subterráneo, quería que, de volver Lucy, sus ayudantes la siguieran espiando para que me contaran que más cosas estaba haciendo a espaldas de Esgrip, además de esperar a que ella llegara al Mirror con su personal para tener unas palabras con ella, por eso no volé las instalaciones, quise dejar más tiempo para que regresara a sus dominios y partiera con su gente aquí. Le dije a aquel hombre que viniera a este sitio para ser evacuado junto al resto del personal científico a la hora acordada, y que de no estar Lucy para cuando abandonaran las instalaciones, se encargara él de iniciar la secuencia de autodestrucción del complejo, que no la esperara si no había regresado para aquel momento. Cuando abandonaron la instalaciones Lucy no había vuelto del exterior, pero al no volar los laboratorios por los aires, imagino que debió de llegar a las instalaciones y detener la cuenta atrás.

—Bueno, las instalaciones de Lucy no son las únicas que no volaste por los aires. El complejo que manejaba Barboza tampoco lo volaste por los aires. Solo hiciste explotar las instalaciones de Payne y Javier cuando estos ya las habían abandonado tras acabar con sus asuntos. Destruiste dos de los cuatro complejos subterráneos. —puntualizó Marcos mirando a su superior. —Se podría decir que solo hiciste la mitad de tu trabajo.

—Pero tenía intención de hacerlo, Marcos. —respondió de inmediato con algo de irritación en su respuesta cuando su subordinado cuestionó la efectividad de la misión que debía de realizar. —Barboza necesitaba algo más de tiempo para terminar unos asuntos suyos, por lo que cuando fui a colocar el dispositivo para la extracción de datos, él mismo se comprometió a activar la secuencia de autodestrucción cuando abandonara con su equipo las instalaciones para venir al Mirror. Igualmente las instalaciones de Barboza volaron por los aires, así que no hay ningún problema. Las instalaciones de Lucy no se destruyeron, pero quedaron inaccesibles tras la caída del misil. Por lo tanto los cuatro complejos han sido teóricamente destruidos al fin y al cabo. El trabajo está hecho Marcos. —Michaela se levantó de su asiento soltando un pesado suspiro. —Os tengo que dejar ya, tengo cosas que hacer.

—Por cierto Mich. —interrumpió Zoey la acción de su superior de cortar la llamada. —Esa Nicole de la que me hablaste antes, tu hermanastra... ¿Cómo que la organización no la tenía vigilada si sabía de los planes de Esgrip?

—Pues porque ella, por muy agente de la ley que sea, no es más que una ciudadana normal y corriente que no tiene ninguna clase de relación con Esgrip directa o indirectamente, hasta que encontró esos documentos de Lucy. Hasta que no me encontré con ella en las instalaciones que Payne dirigía bajo el ayuntamiento, ella no existía ni para mí ni para Esgrip, no había motivo alguno para que Esgrip la vigilara o conociera su existencia y la de sus compañeros. Pero no te preocupes, tenemos los documentos y ella y su grupo no saldrán con vida de este edificio. Corto y cierro. —dijo apagando el monitor antes de que aquel par de jóvenes pudieran decir algo más.

Michaela apagó el ordenador ante la mirada de Marcos.

—¿Por qué me miras así, Marcos? ¿Tengo algo en la cara? —preguntó dirigiendo una mirada irritada a su compañero.

—¿Por qué estás tan cabreada?

—¿Tú por qué crees? ¿Acaso no has estado aquí mientras conversábamos los cuatro? Marcos, hemos cumplido con la mitad de las misiones que los jefazos nos mandaron. Entre todas las unidades activas hemos eliminado a civiles y soldados, se han destruido los cuatro complejos subterráneos tras sustraer toda la información de los ordenadores principales, capturamos a Ashley, recuperamos los documentos de Lucy y este par ha logrado acceder a la base militar e informar a nuestro agente de lo del misil para evacuar a la gente al búnker subterráneo. —comentó cruzándose de brazos sin apartar la mirada del hombre que aún permanecía sentado en su asiento escuchando a su superior. —Pero por otra parte, hemos perdido a cuatro altos mandos, de los cuales, uno de ellos, Lucy, nos ha traicionado y no ha hecho su trabajo de redactar el informe de la efectividad de las armas biológicas en combate real por la ciudad, las cuales debía de observar por las cámaras de vigilancia, además de vigilar e informar de los movimientos importantes de la gente a la que Esgrip mandó a vigilar. Alberto se ha escapado, Zoey y Matt no han logrado información alguna sobre él o de la supuesta vacuna. Además, Maya y su grupo ha escapado de la ciudad, y algunas de las personas de su grupo tienen enlaces con la organización, lo que supone un problema de llegar a revelar información o tratar de tomar represalias contra la empresa de alguna forma.

—Entiendo, y eso, como Simon me comentó antes, son cosas que tendréis que transmitirles a los jefes por medio de unos informes que tendréis que redactar, ¿no? Vamos, que se os va a caer el pelo, os culparán probablemente de los fracasos a los cuatro altos mandos que aún estáis con vida.
Michaela resopló con frustración.

—Por el amor de Dios, no me lo recuerdes, con lo mal que llevo yo eso de morderme la lengua y agachar la cabeza soportando que me echen una bronca. Y ahora tengo que actualizar los documentos de Lucy sobre la gente que Esgrip mandó vigilar, tengo que quitar de la carpeta los perfiles de los que están muertos y dejar solo los vivos.

—¿Los de Lucy? ¿Y tú carpeta de documento? —preguntó extrañado.

—La mía me la dejé en casa, sabía de memoria mis objetivos, por lo que no necesitaba cargar con la carpeta por todos sitios. Mi casa debe de ser ahora un montón de escombros apilados, así que esos informes se han perdido.

Nada más responder, alguien tocó la puerta de la sala antes de acceder al interior de esta. Una mujer afroamericana cuyo largo cabello oscuro era recogido en una larga coleta. Con una sonrisa en los labios y una mirada cargada de seguridad y admiración, hizo una pequeña reverencia hacia la, para ella, admirada figura de Michaela Evans.

—Am, eres tú, Anna. —comentó con indiferencia mirándola de pies a cabeza. —¿Qué haces aquí? ¿No te mandó el sargento Fénix a prepararte para la evacuación como el resto de tus compañeros? Nos iremos dentro de cuarenta minutos.

—No se preocupe por eso, mi señora, yo ya estoy lista para cuando nos vayamos, no tengo nada que hacer más que esperar al momento de la evacuación. —respondió con una sonrisa. —He venido a traerle este papel en el que tengo apuntado el nombre de las personas a las que Lucy debía de vigilar y que han muerto hasta el momento en el que el sistema de cámaras de la ciudad cayó por el misil. —comentó entregándole el papel.

—Mmmm... Alice, Allen, Riliane, Jose, Brian, Cristian, Eriel, Killer, Shaun, Nayeli, Desmond, Nika y Silver. Trece personas de veintidós que eran originalmente. Eres muy eficiente, Anna, pero hay algo que me llama la atención. —comentó levantando la vista del trozo de papel para mirar a los ojos de la mujer.

—¿Qué es? ¿Hay algo raro?

—¿Cómo sabes que Silver y Nika murieron? ¿Y cómo sabías que el grupo de Maya escapó usando uno de los tranvías de las instalaciones de Lucy?

—Ah, eso, bueno, logré piratear las cámaras de vigilancia del complejo de Lucy, y por medio de las cámaras que hay en la zona del tranvía pude ver como ambos morían y el resto del grupo escapaba, incluso pude presenciar la muerte de Lucy.

—Ya veo, entonces la muerte de Lucy es oficial si lo viste tú misma. Antes lo de su muerte solo era una suposición nuestra. La verdad es que nos ha venido de maravilla tener a la mejor hacker de Esgrip con nosotros. Has hecho parte del trabajo de Lucy, el de vigilar a esos grupos de personas e informar de sus movimientos. Esa maldita Lucy, comencé a sospechar que algo iba mal cuando no reportaba ningún movimiento por parte de esa gente y era imposible localizarla o entablar contacto con ella. Agradezco tu trabajo, Anna. —comentó colocando la mano en el hombro de la mujer. —Ahora ve a descansar o hacer lo que quieras hasta que tu capitán os llame.

—Señora Evans, quería comentarle algo. —informó con una mirada cargada de seguridad en sus ojos.

—No tengo mucho tiempo, así que dispara de una vez y no te andes con rodeos.

—De acuerdo. Señora Evans, usted es un miembro poderoso y respetado dentro de la jerarquía de Esgrip en Estados Unidos, usted carga con mucha experiencia y logros a su espalda, así como el equipo al que lidera, los Silver Wolfs. Todo el mundo cuando la ve nota su presencia y poderío, por donde usted pasa tod...

—¡Al grano, soldado! —exclamó cansada de tanta palabrería y peloteo por parte de la mujer. —Tengo cosas que hacer, te dije que no te andaras con rodeos. —le recordó frunciendo el ceño.

—Sí, lo siento mi señora. —se disculpó bajando la mirada. La joven carraspeó e hinchó sus pulmones de aire antes de ir al grano del asunto. —Me gustaría abandonar el equipo del sargento Fénix y entrar a servir a los Silver Wolfs, señora Evans.

Michaela la observó durante unos instantes en silencio cruzada de brazos.

—Déjame aclararte algo, Anna. En mi equipo tengo a un experto en la realización de trampas y torturas físicas, Marcos. Yo soy experta en el combate cuerpo a cuerpo y en el uso de explosivos. Cuento con una médica en el grupo que además es una ladrona y una espía de primera, Zoey. Por último, tengo a Matt, quien es un experto en mecánica e informática, y aunque no sea tan bueno como tú, sus conocimientos en informática me bastan. Además, él es un miembro especial en mi grupo por ciertas habilidades especiales de las que dispone. Ya tengo un informático en el grupo y no necesito otro. Aclarar que mis soldados están entrenados en el manejo de armas blancas y de fuego, así como también tienen conocimientos de supervivencia y combate cuerpo a cuerpo, además todos saben conducir un vehículo y pueden actuar de manera independiente a la hora de realizar las misiones y cumplir los objetivos sin que tenga que estar yo siempre encima de ellos coordinándolos. Sabiendo la cualificación de mi equipo, ¿qué otra cosa podrías ofrecerme tú, Anna? ¿Qué podrías ofrecerme que yo aún no tenga en los Silver Wolfs? —preguntó mirándola como a un ser insignificante que era indigno de ingresar a su valioso equipo.

Anna no supo que decir, nada más pudo bajar la cabeza mirando en silencio al suelo al sentir su orgullo como una hacker de primera categoría y una soldado eficiente completamente pisoteado ante las palabras de aquel miembro del alto mando. No era digna de compararse con alguno de los tres miembros de los Silver Wolfs, ni siquiera de mirar a los ojos a la tan respetada como temida figura de Michaela Evans a los ojos.

—Le pido disculpas por hacerle perder su valioso tiempo, mi señora. —respondió con un arrepentido tono de voz.

Michaela se giró e intercambió una mirada con Marcos, quien observando en silencio la escena desde su silla se encogió de hombros mostrando una clara indiferencia ante la visión de la desanimada mujer. Ciertamente él tampoco la veía con madera para estar en Silver Wolfs, todos los miembros se especializaban en un par de campos por lo menos, además de tener habilidades propias, como era el ingenio y la frialdad de Michaela, el atractivo físico y la astucia de Zoey para manejar a los hombres, las habilidades del Agua Gris que Matt poseía, o la resistencia y fuerza física de Marcos, las cuales, a la hora de la verdad, se veían eclipsadas por las habilidades de Matt, pero lo que este no poseía, era la manera de actuar y pensar de Marcos de forma objetiva, dejando los sentimientos de lado.

Esa Anna ni siquiera estaba preparada para entrar a formar parte de un equipo de un miembro del alto militar, como en Silver Wolfs, en el resto de equipos de los otros altos mandos militares, todos sus miembros estaban especializados al menos en un par de campos y contaban con habilidades propias, pero esa mujer solo era un hacker que podía ser realmente útil si le ponías un ordenador delante, era la mejor hacker de Esgrip, sin dudas, pero por lo demás no era más que otro soldado del montón, cuyas habilidades no tenían nada de especial.

—Eres muy eficiente Anna, y una gran hacker, sin dudas, pero actualmente no te necesito en mi equipo. No eres más que otro soldado más cuyas habilidades no destacan especialmente si no tienes un ordenador delante. —le respondió llevándose una mano a la cintura mientras que con la otra guardaba la lista de Anna en el bolsillo del pantalón. —Pero anímate, no voy a decir que sea imposible entrar en mi equipo. —mencionó captando la mirada de la mujer. —Si eres capaz de mejorar lo suficiente como para sorprenderte y demostrarme que realmente te necesito en mi equipo, te daré un puesto. Tal vez en un futuro te deje servir a mi lado si me demuestras que eres digna de ello. Quien algo quiere algo le cuesta, y ya te advierto que soy una mujer muy estricta con los asuntos del trabajo, si no estás a la altura para impresionarme te recomiendo que abandones la idea de servir a mi lado. —respondió con una mirada franca y un rostro serio colocándole a la mujer las cartas sobre la mesa.

—En ese caso mi señora, continuaré formándome para servir a su lado en un futuro. —comentó realizando un saludo militar. —Me despido, no quiero robarle más de su preciado tiempo.

—Haces bien, ya me has hecho perder mucho... —respondió con cierto tono de amargura en su voz.

Sin nada más que decir, Anna abandonó la sala en silencio. Michaela se volvió a girar para ver a Marcos, quien en su rostro se reflejaba una sonrisa burlona después de que la mujer se marchara en silencio.

—Vaya lameculos es la tía esa. —pronunció con una carcajada. — Pero, ¿no crees que has sido algo cruel capitana? Eso de darle sueños inalcanzables... ¿Realmente piensas que podría acabar formando parte de los Silver Wolfs? —preguntó con escepticismo.


—Por supuesto que no, ni borracha apostaría por ella. Pero cuanto antes se dé de bruces contra la realidad mejor para ella. Bueno, voy a actualizar los informes de Lucy y a ver que tal está Ashley. Te veo en un rato. —se despidió la mujer alzando la mano antes de salir de la sala cerrando la puerta detrás de sí.

Emi y Débora lograron acceder a la sala en la que Morís y Nick eran retenidos. Por suerte no había ningún soldado dentro o fuera de esta, aparentemente aquel par de hombres atados no corrían riesgo alguno de fugarse o causar alguna clase de problema, por lo que no le habrían dado importancia alguna el permanecer allí montando guardia, más aún cuando podían pasar sus últimos momentos en Stone City descansando o tomando alguna que otra bebida alcohólica mientras jugaban al póquer. Una vez en el interior, el dúo masculino no tardó en reaccionar al ver aquel par de rostros femeninos.

—¡¡Emi, Débora!! —exclamó Morís sorprendido ante la llegada de aquel par de mujeres. —¡¿Estáis bien?! ¡¿Cómo os habéis escapado?!

—¡¿Y Nicole?! ¡¿Qué ha pasado con ella?! —exigió saber un Nick alertado ante la ausencia de la presencia de la fémina de dorados cabellos.

—Estamos bien, Morís. Ha sido una larga historia, ya os lo contaremos si logramos salir de esta. —respondió Débora deshaciéndose de las cuerdas que ataban al hombre a la silla. —Gracias a Nicole no nos han hecho nada grave.

—No te preocupes Nick. Ella está bien. —respondió Emi en aquella ocasión acercándose al hombre para liberarlo de sus ataduras. —Se ha ido por su cuenta a buscar a Ashley. Debemos de reunirnos con ella en la azotea del edificio.

—¡¿Cómo?! ¡¿Pero está loca está mujer?! —exclamó indignado ante la respuesta de la asiática. —¡¿Cómo demonios se ha ido por su cuenta?!

Morís y Nick se levantaron de sus asientos frotándose las muñecas al sentirlas liberadas de las cuerdas. En su piel, estas habían dejado una señal rojiza. Tan pronto como fueron liberados, el dúo masculino no se privó de estirar su cuerpo ante el entumecimiento de este al permanecer ambos tanto tiempo sentados en una misma posición.

—Nicole se fue a buscar a Ashley, lleva una navaja consigo. Además de tratar de encontrarla, ella decidió hacer de cebo para los soldados en caso de ser descubierta, si ese fuese el caso, todos tratarían de atraparla y centrarían su atención en ella, por lo que nosotros podríamos movernos más libremente por el lugar. —informó Emi ante la irritada pregunta de Nick tras haber conocido el hecho de por qué aquella mujer no se encontraba con ellos en la estancia. —Es por eso que decidió irse por su cuenta. Ha sido decisión suya, Nick. Creo que se siente culpable por no haber impedido que capturaran a Ashley, al fin y al cabo, ella le prometió protegerla y sacarla de la ciudad.

—Entiendo, pero aun así... —respondió casi con un susurro no muy convencido de lo que Emi acababa de decir. —Estamos en la base enemiga, es muy peligroso ir por ahí sola, y una mierda de navaja no le va a servir de nada contra unos soldados armados.

—Cuando a esa mujer se le mete algo en mente, es difícil hacerle cambiar de opinión, tiene una gran determinación a la hora de cumplir las cosas que se propone. —comentó Morís cruzado de brazos. —Tampoco me parece bien que vaya por ahí sola, pero si es su decisión habrá que respetarla. Además, con toda probabilidad Nicole es la más entrenada del grupo, por encima de mí, es una excelente tiradora, especialmente con armas de larga distancia, sabe manejar el cuchillo, tiene buenos reflejos y un físico bien entrenado, además es una chica inteligente, y ya no hablemos de sus habilidades en el combate cuerpo a cuerpo, reparte ostias como panes, créeme, lo sé de primera mano.

—¿Lo sabes de primera mano? —preguntó Débora sorprendida. —¡¿Nicole te ha pegado?! ¡¿A un grandullón como tú?!

Morís no pudo evitar reírse a carcajadas ante la sorpresa de su compañera.

—Nicole y yo entrenamos nuestras técnicas de combate cuerpo a cuerpo a veces cuando tenemos algo de tiempo libre, y la verdad es que da unos golpes que te pueden quedar tonto. —comentó en tono humorístico. —Aunque es normal, desde que era una niña ha sido entrenada por su padrastro en las artes marciales. De entre los agentes de la comisaría, es uno de los miembros más cualificados en el combate cuerpo a cuerpo.

—Es verdad, Nicole es increíble. —comentó Emi en esta ocasión. —Nicole es una mujer muy polivalente. Ha trabajado en toda clase de casos, como asesinatos, corrupción, robos, agresiones, violaciones, secuestros, entre otra multitud de casos que tienden a darse en la ciudad habitualmente. Además de que también ha ejercido de instructora con los policías novatos que llegaban a comisaría, incluso ha liderado en varias ocasiones a grupos de agentes actuando de capitana. También ha participado en grandes operaciones policiales como por ejemplo en la detención de grandes redes de tráfico de drogas o explotación sexual, incluso en detener los movimientos de algunas mafias de la ciudad y capturar a los integrantes de estas. Nick, no te preocupes, Nicole es lo mejor de lo mejor de la policía de Stone City, es una chica prodigio dentro del cuerpo policial. Sin dudas es una mujer que ha ascendido en varias ocasiones de puesto y ha recibido muchos reconocimientos porque se lo ha ganado a pulso. Sabiendo como es esa mujer, estoy segura que estará bien por su cuenta. —aseguró con una sonrisa en el rostro mientras colocaba la mano en el hombro de su compañero.

—Sí, he escuchado antes cosas que me has contado de Nicole, no pongo en duda su talento y habilidades, pero aun así ella es una contras tantos soldados... —Nick soltó un pesado suspiro. —Está bien, confiemos en ella y en que nos volveremos a encontrar.

—Bien dicho, Nick. —aprobó Emi su cambio de actitud alzando el pulgar.

—Hablando de Nicole. —comentó Débora atrayendo la atención de sus compañeros. —Dijo que debíamos de encontrar nuestras armas antes de dirigirnos a la azotea.

—Pero no sabemos dónde tienen nuestras armas... —respondió Morís.

—Nosotras si sabemos dónde están. De camino hacia aquí las vimos desde lejos dentro de una sala, sobre una mesa. El problema es que había algunos soldados rondando por la zona, por lo que no pudimos recuperarlas. La mayoría de los soldados están en pasando el tiempo en alguna de las salas, supongo que esperando a que llegue la hora de la evacuación.

—Entiendo. —Morís tras escuchar la explicación de Débora, se percató de que Emi portaba una pistola en la mano. —¿De dónde sacaste el arma? ¿Y tú ese cuchillo, Débora?

—Se lo quitamos al soldado que Nicole mató con la navaja.

—Pues eso significa que tarde o temprano encontrarán ese cadáver y se percatarán que habéis escapado. —mencionó Nick preocupado. —Deberíamos darnos prisa e ir a por las armas antes de que algunos de los soldados descubran el cadáver y se percaten de vuestra ausencia.

Los cuatro asintieron de acuerdo a lo mencionado por Nick, y sin mediar ni una palabra más abandonaron la sala, guiados por el dúo femenino que se encaminaban hacia la estancia en la que vieron las armas. Mientras, Nicole recorría uno de los pasillos sin desvelar sus pasos, con los ojos y los oídos bien atentos a la espera de poder captar algún sonido o movimiento que pudiera delatar la localización de algún enemigo próximo. En el trayecto, la joven mujer había visto a varios soldados patrullando por la zona, de los que se había estado ocultando para poder continuar su búsqueda de Ashley.

Sus pasos lentos pero decididos, recorría en silencio un pasillo fantasma lleno de entradas a otros pasillos a ambos lados de este, hasta que para su sorpresa, sus pies bruscamente se detuvieron al golpear algo de lo que a primera vista no se percató, cayendo de bruces al suelo. No tardó ni una milésima de segundo en comprender el motivo por el que había tropezado con algo que la obligó a caer contra el suelo. Tras ella una presencia se manifestaba, y para su buena suerte, no podía ser otra que esa precisa presencia.

—Cuanto tiempo querida, ya te extrañaba. —comentó con burla en sus palabras. —¿Quieres que te eche una mano para levantarte, Nicoleta?

Nicole resopló pesadamente ante la voz que sonaba a su espalda. Con un claro rostro de desagrado, Nicole se puso en pie mientras se volteaba para ver el rostro de Michaela, quien con una sonrisa triunfante se alegraba de haber logrado hacer que su hermanastra tropezara poniéndole la zancadilla.

—¿Nicoleta? ¿En serio, Michaela? —preguntó con escepticismo arqueando una de sus cejas.

La mujer de oscuros cabellos rio ruidosamente ante la respuesta de Nicole.

—Odiabas que te llamara así de niña, ¿recuerdas? Te llamaba así porque de chica te gustaba llevar dos coletas, que por cierto, te quedaban horrible cariño. —comentó con un suspiro al finalizar las carcajadas. —Ya veo que has logrado fugarte de los soldados, debería de dar la alarma para que den con tus compañeros, apuesto a que no te habrás fugado tú sola dejando a los tuyos atrás. Eso es más típico de mí que de ti. —comentó dirigiendo la mirada al walkie que reposaba en el cinto, el cual hizo ademán de apropiarse de él.

No tardó ni una milésima de segundo en percibir a sus sentidos advertirla del ataque inminente. Retrocediendo un par de pasos echando su cuerpo hacia atrás, el rostro de Michaela logró salvarse de aquel veloz reflejo plateado que se dirigió a su rostro. La tentativa de ataque de la mujer de dorados cabellos no se detuvo ahí, tan pronto como lanzó el primer golpe encaminó un segundo en forma de puñalada directa al ojo derecho de la mujer de oscuros cabellos, quien con una amplia sonrisa en su mezquino rostro ya había calculado la trayectoria del ataque de la portadora de aquella pequeña navaja.

Con un golpe rápido y seco del canto de su mano, Michaela cambió el curso de la trayectoria de la mano que empuñaba aquella pequeña navaja, mano que atrapó al mismo instante que la apartó de la dirección de su rostro, envolviendo la muñeca de Nicole con toda su mano para al mismo instante retorcérsela ejecutándole una llave que inmovilizó rápidamente todo el brazo de la mujer de dorados cabellos.

Aún incapaz de reaccionar ante la sorpresa de la velocidad con la que Michaela le había inmovilizado todo el brazo en un par de míseros segundos, nada pudo hacer cuando se topó de lleno con el rostro de su hermanastra a escasa distancia del suyo, aquella visión fue acompañado de un brutal golpe en su abdomen provocado por un puñetazo lanzado por la fémina de oscura cabellera, quien con todas sus fuerzas hundió tanto como pudo su puño en el abdomen de la mujer, haciendo girar el puño a medida que lo hundía en el cuerpo de su adversaria.

El cuerpo de la mujer convulsionó involuntariamente hacia adelante sintiendo como su respiración se detenía por unos instantes, así como su visión comenzaba a tornarse borrosa. Sin detenerse a contemplar el rostro dolorido de Nicole, la capitana de Silver Wolfs agarró con violencia a la joven del cabello, y sin dudarlo ni un instante golpeó la cabeza de la mujer contra la pared más cercana, con toda la violencia que fue capaz de ejercer. Finalmente la navaja terminó de resbalar de entre los dedos de la mujer, quien acabó por derrumbarse como un títere al que le habían cortado las cuerdas sobre aquel suelo de azulejos que se extendía por todo el pasillo.

Michaela la miró con una mirada que denotaban tanto indiferencia como desprecio ante la mujer que yacía dolorida en el suelo. No había logrado oponer tanta resistencia como la que logró oponer en su enfrentamiento en los laboratorios, a pesar de que no llevaba su uniforme militar puesto, y por lo tanto, no portaba la armadura que le otorgaba aquella gran defensa que poseyó durante el enfrentamiento en las instalaciones bajo el ayuntamiento de la ciudad.

Ciertamente, no hacía tanto tiempo desde aquella batalla, era más que probable que el cuerpo de Nicole aún permaneciera resentido por la paliza que le dio en aquella ocasión, sin dudas aquello era el único motivo por el que había cedido tan rápidamente con una simple llave de inmovilización y un par de golpes. Michaela colocó el pie sobre la cabeza de Nicole, sin borrar aquel rostro carente de emoción alguna. Tras unos instantes en silencio suspiró al no ver respuesta alguna por parte de su víctima, quien simplemente yacía tirada en el suelo incapaz de defenderse.

—Que aburrido... — comentó sin quitar aquella mirada vacía de la imagen de su hermanastra. Se tomó unos segundos de silencio antes de suspirar una vez más quitando su bota de la cabeza de la mujer. —Te lo dije en aquel lugar Nicole, me entrenaron para ser una máquina de matar, para eso utilizo las artes marciales, para hacer daño a otros. Tú en cambio, únicamente usas tus conocimientos en artes marciales para la defensa personal. Eso, y mi falta de escrúpulos para matar a alguien con mis propias manos me hacen estar un paso por delante de ti. Eres fuerte Nicole, pero yo lo soy más.

—¿Entonces por qué no te dejas de pavonear de tus habilidades, cierras la boca, y me pegas un tiro? ¿No que me odias? ¿A qué coño viene tanta charla y lo de que te aburre la situación? —respondió irritada ante las estúpidas muestras de orgullo de la mujer. Necesitaba tiempo, tenía que pensar en algo para ganarle tiempo a sus compañeros y tratar de quitarle en algún despiste aquel walkie. —¿Qué te esperabas, que nos liáramos a ostias como en los laboratorios a pesar de mi condición física? Tras darme aquella paliza, estuve corriendo en una maratón por las calles de la ciudad, la onda expansiva del misil me lanzó por los aires, y uno de esos soldados me golpeó en la cabeza con la culata de su arma, y ahora esto. Después de todo lo que mi cuerpo ha soportado desde entonces, es normal que no sea capaz de defenderme apropiadamente. ¡Pero créeme, si estuviera en plenas facultades te deformaría la cara a puñetazos!

—¿Oh? ¿Estás molesta pequeña rata? Por supuesto que me pavoneo de mis habilidades, ¿por qué motivo no debo de hacerlo? Soy fuerte gracias a ellas, estoy orgullosa de lo que sé hacer. —respondió sonriendo a la mujer. —Me sorprende que clames por tu muerte. ¿A qué viene eso de que me calle y apriete el gatillo? ¿Tan poco valoras tu vida?

—Mientras mis compañeros logren salir de aquí con vida, me da igual lo que me pase a mí. —respondió cambiando su posición de permanecer tendida en el suelo, a estar arrodillada observando a la mujer que tenía delante.

—Mírala, ahí va otra vez con lo de anteponer la vida de otros ante la suya. Me aburres cielo, no lo entiendo. No eres policía ahora, no estás cobrando un dinero, aunque imposible, sabes cómo salir de la ciudad, ¿y aun así continúas mirando más por la vida del resto a la tuya propia? Para alguien como tú, sin duda ser policía debe ser fácil, siempre haciendo lo correcto luchando por el orden y la justicia. Un buen oficio para ti. —comentó con un suspiro. —Un oficio por el que puedes actuar siguiendo tus ideales.

Nicole permaneció cabizbaja con su rostro cubierto entre sombras ante la respuesta de la mujer. Resoplando de aburrimiento, Michaela desenfundó su pistola y apuntó a la cabeza de la joven mujer mientras se acercaba a recoger la navaja, sin quitarle en aquella ocasión la mirada de encima a Nicole, quien permanecía arrodillada en el suelo cabizbaja, para evitar así algún truco más por parte de su adversaria. Recogida la navaja y guardada en el bolsillo trasero de su pantalón, agarró el walkie acercándoselo a la boca para iniciar conversación con uno de sus aliados.

—Sargento Fénix, aquí Michaela Evans. ¿Me recibe?

—Aquí Fénix, le escucho alto y claro, señora Evans. ¿Qué sucede?

—Me he topado con una de las prisioneras paseando por uno de los pasillos y armada con una navaja. No sé cómo se han escapado de los soldados de Simon, pero es probable que las otras dos también estén por ahí moviéndose libremente, es posible que hayan ido a salvar a sus dos compañeros. Ordene a sus unidades buscar a esos supervivientes y a eliminarlos.


—Ya lo sabía señora Evans. Dos soldados del equipo de Simon han encontrado el cadáver de uno de sus compañeros. Acabo de avisar a mis hombres para que den con las mujeres.

—Ya veo, entonces está bien. Corto y cierro.

Cesada la voz del sargento al otro lado del walkie, y sin tener asuntos pendientes con Nicole, solo le quedaba apretar el gatillo y eliminarla. Pero por algún motivo se sentía insatisfecha de hacerlo de aquella manera tan fácil. La odiaba con toda su alma. Ella era todo aquello contra lo que luchaba, todo lo que odiaba, era una clara representación de todo aquello de lo que ella misma había carecido desde el momento en el que nació. Ella era el ideal inalcanzable que acabó por odiar y contra el que acabó por rebelarse.

Tenía realmente motivos personales para odiar a aquella persona, pero por algún motivo no podía evitar en dudar si debía de apretar el gatillo, probablemente se debiera a que esperaba un final más emocionante en el último encuentro entre las hermanastras. No sentía absolutamente nada en aquel momento, tan solo aburrimiento, indiferencia, nada de emoción o placer ante la persona que estaba por ejecutar.

—Un trabajo acorde a mí en el que trabajar siguiendo mis ideales, luchar por el orden y la justicia, si, suena bien, pero las cosas no son tan sencillas... Ser policía no es tan fácil como piensas. —susurró la joven mujer aún cabizbaja.

Michaela se quedó en silencio mirándola completamente ensimismada al escuchar la voz de Nicole. Aún con aquel debate interno en mente, Michaela observó a la mujer de rostro sombrío que permanecía arrodillada sin elevar mirada del suelo. Se tomó unos instantes en silencio antes de pensar en lo que le acababa de decir y responder, había tardado en reaccionar, pero en sus palabras detectó un leve trazo de oscuridad. Soltando un suspiro y agitando levemente la cabeza con los ojos cerrados tratando de evadir sus pensamientos, se preparó para pedirle explicaciones acerca de lo que acababa de decir.

—¿A qué te refieres con que no es tan sencillo? Se supone que como agente de la ley y el orden, luchas por la justicia de los ciudadanos de Stone, ¿no? Justicia, orden, moralidad... ¿No son cosas que entran dentro de tus ideales? En un oficio como ese, deberías de poder seguirlos sin problemas. —respondió sin demasiado interés.

—Dime, Michaela. ¿Sabes lo que es la moralidad? ¿Y la inmoralidad? —preguntó aún sin elevar el rostro perdida en sus pensamientos. —La moralidad son un conjunto de creencias, normas, valores y costumbres de carácter noble que llevan a cabo un conjunto de personas para garantizar la convivencia en la sociedad. La moralidad está orientada a llevar a la práctica el buen comportamiento, como la tolerancia, la honestidad, la justicia, entre otros valores morales. Básicamente la moralidad es un modelo de conducta del ser humano en la sociedad.

—Y la inmoralidad por otra parte es lo mismo pero en sentido inverso. Son un conjunto de acciones, creencias, pensamientos... que no son aprobadas por la sociedad al ser lo opuesto a la moralidad, es decir, hacer lo que no es políticamente correcto. Hacerles daño a otras personas, robar, la venganza, el egoísmo... son algunas prácticas inmorales. —continuó Michaela. —Sí, sé el significado de ambas palabras, es lo que en términos religiosos se llamaría el bien y el mal. —comentó sin quitarle la mirada de encima a la mujer. —Según esas definiciones, tú serías un ejemplo a seguir, mientras que yo no. Sin duda, una heroína justiciera como tú que antepone la vida de otros a la tuya misma sin recibir ninguna compensación, serías la viva imagen de la palabra moralidad. Debes estar orgullosa, como policía puedes vivir sin problemas siguiendo esos ideales a los que te aferras. O al menos eso se supone, ¿no? —preguntó curiosa por las anteriores respuestas de la mujer.

—El bien y el mal no es algo tan sencillo de juzgar, es algo más complejo de lo que parece. —Nicole permaneció unos instantes en silencio. —Cuando ves a un hombre armado y muy asustado agarrando y encañonando a un chico inocente al que amenaza con asesinar si no obedeces sus condiciones, ¿qué harías en mi lugar si el obedecer a sus condiciones implica fugarse con el chico y la posibilidad de perderlos a ambos? ¿Obedecer, o dispararle a matar sabiendo que tienes la oportunidad?

Michaela entrecerró los ojos pensativa ante la pregunta.

—Conociéndote lo acabarías asesinando de poder hacerlo. No te arriesgarías a perder a ambos de vista y que luego acabara asesinando al chico que secuestró. —respondió seriamente.

—Efectivamente, dispararía de tener un objetivo claro. Salvo al chico y...

—Te conviertes en una heroína por salvar la vida del inocente. —completó Michaela ardiendo en curiosidad.

—O en un villano. —Michaela lentamente dejó de apuntar a Nicole sin dejar de observar su rostro sombrío con profundo interés. Ambas permanecían en silencio en aquel largo y vacío pasillo. Michaela sin entender por qué, había comenzado a percatarse de algo a través de la extraña actitud y las palabras de Nicole. —Salvas la vida del chico y públicamente te vuelves una heroína, a la que vitorean en los medios informativos, a la que le dan un reconocimiento y felicitan por su valiente acción. Si, una heroína que hizo lo correcto de cara a la sociedad. Pero, por otra parte, mientras eres una heroína para unos, eres una villana para otros, para una mujer viuda, unos niños pequeños huérfanos, unos padres... Gente que te odiarán por asesinar a un hombre que era hijo, marido y padre, una persona con profundos problemas que no pudo evitar dejarse llevar por la situación, un hombre que además tenía algunos problemas mentales, que era acosado por los problemas de la vida diaria, un hombre que, desesperado, trató de hacer lo mejor para su familia. —respondió casi susurrando. — Esa heroína pública cierto día se topa con la familia de la víctima, ganándose toda clase de insultos y maldiciones, un profundo odio por arrebatarles a un hombre que en el fondo no era malo. Al final una duda acaba surgiendo en tu cabeza.

Michaela era incapaz de ocultar su asombro mientras Nicole narraba ocultando su mirada de ella. Aquella mujer de dorados cabellos tenía algo que estaba empezando a despertar un profundo interés en ella, su corazón no era tan puro como pensaba, lo veía, su corazón estaba manchado por situaciones de la vida que escapaban a sus manos.

—¿Que era esa duda que surgió en la cabeza de esa heroína? —respondió ardiendo en un profundo interés que ni ella misma comprendía. —¿Que era, Nicole?

—¿Había otra solución? Tal vez en ningún momento tuvo intención de disparar al chico, simplemente lo usó para poder escapar de la situación, nada más. Tal vez si hubiera hablado más con él hubiera logrado haber llevado todo a un desenlace distinto, el chico se hubiera salvado y él no hubiera muerto. Pero no podía saber lo que haría ese hombre, por lo que disparé sin pensar en otra cosa más allá de salvar la vida del inocente. En ese momento en el que me encontré con la familia del hombre asesinado, me hice consciente de la responsabilidad de mis actos, y de cómo había situaciones de las que no era consciente y me eran imposible de manejar. Fui una heroína para unos y una villana para otros. En ese momento comprendí que la moralidad y la inmoralidad, el bien y el mal, están separados por una línea extremadamente fina.

—Para salvar a uno, sacrificaste a otro. Para hacer feliz a unos, les quitaste la felicidad a otros. —comentó Michaela con sus ojos abiertos de par en par sin quitarle la vista de encima a la mujer. Como un depredador hambriento acechando a una jugosa presa. —Comprendiste que no puedes llevar una vida siguiendo siempre tus ideales. Tarde o temprano estos te acaban traicionando.

—No fue la única vez, otras muchas veces hacer lo correcto implicaba oponerme a mis propios ideales. Mirar para otro lado en casos de famosos corruptos de la ciudad, incluso entre compañeros de oficio, o permitir que la justicia permitiera a criminales ser absueltos de sus crímenes o recibieran un castigo patético. Con el tiempo comprobé que el mundo es injusto. Yo solo soy una herramienta de la justicia. —Michaela dibujó una amplia sonrisa en su rostro de manera involuntaria. —Con el tiempo comprendí que mis actos en el cuerpo policial no siempre ayudaban a la gente, y en algunas ocasiones perjudicaban a unos para poder ayudar a otros.

Michaela se llevó la mano al rostro tratando de ocultar aquella psicópata sonrisa dibujada en su pérfido rostro mientras observaba a través de sus dedos con los ojos abiertos de par en par a la mujer de rostro sombrío, aquella demente mirada de ojos negros estaba contemplando lo que había dentro de Nicole, más allá de toda esa mierda moral que la componía, manchas de corrupción teñían su corazón, y ahora se estaba percatando de aquello que extrañamente la atraía tanto, aquel lado oscuro que estaba mostrándole a través de su narración.

—Tus ideales, la vida, te traicionan en muchas situaciones impidiéndote lograr tus objetivos. Ir en contra de mis ideales, si, muchas veces lo he hecho, la justicia para la que trabajas no es justa como tal, la justicia no existe para todos.

Escuchar aquellas palabras, aquel sentimiento que transmitía, aquella visión... Era realmente excitante para la mujer de cabellos oscuros, le complacía lo que veía, sentía y escuchaba, esa pequeña parte oscura de su corazón que le estaba mostrando, era realmente interesante, el que fue su ideal en el pasado estaba siendo corrompido por la propia vida, justicia e ideales que defendía.

—En nuestro último encuentro dijiste que el mal nunca desaparecería del mundo mientras el ser humano existiese. Si, yo también lo sabía, comprendía bien tus palabras. No importa a cuantos mate, a cuantos encierre, a cuantos criminales castigue en un intento de detener sus viles actos, no importa contra cuantos luche empleando la justicia, siempre, siempre aparecen más personas malas que se dedican a hacer daños a otros para beneficiarse del daño causado. Asesinos, ladrones, chantajistas, pederastas, violadores, corruptos, secuestradores, narcotraficantes, matones, mafias... Es un no parar, por cada uno que logro sacar de las calles de Stone City, aparecen cinco nuevos.

—Sí, tienes razón, no puedes hacer nada. Por cada uno que quites del medio, cinco nuevos aparecen. No puedes hacer nada por medio de la justicia y tus ideales, estás atada de pies y manos por estos mismos. —comentó Michaela alegremente sin borrar aquella macabra y perversa sonrisa de su rostro.

—Pero aun así...

—¿Pero aun así? —respondió con su demente rostro parcialmente oculto por la palma de su mano. 

—¿Qué más sentiste? Cuéntamelo Nicole, cuéntamelo. Rebélame tus sentimientos. —solicitó ansiando embriagarse de la oscuridad de aquel puro y noble corazón.

—Recuerdo a mi madre y a Alan. Una fiscal y un capitán de la policía que fielmente seguían sus ideales, luchando por lo que ellos creían que era lo correcto, soportando las continuas puñaladas que la vida les daban. Personas cuya motivación era volver de esta una ciudad mejor en la que sus familias, amigos y ellos mismos pudieran vivir sin problemas, haciendo una vida feliz y tranquila en la que pudieran salir a la calle sin miedo a que alguien les hiciera daño. Dos personas que murieron haciendo lo que siempre han hecho, proteger a otros siguiendo sus ideales y aquel objetivo. Querían cooperar con la sociedad para hacerla mejor, hacerla más sensible, consciente y humana ante la gente que se dedicaba a hacer daño al más desfavorecido. —La sonrisa de Michaela comenzó a borrarse lentamente ante sus palabras, aquel demente rostro comenzaba poco a poco a desvanecerse. —Ser policía no es fácil, en absoluto, y menos para alguien como yo que debe verse traicionada muchas veces por sus ideales y la justicia que defiende, a pesar de oponerme contra mi voluntad a mis ideales, continuaré luchando por ellos. Linda y Alan no tiraron la toalla y siguieron haciendo lo que pensaban que eran lo correcto, por eso... —Nicole elevó la vista del suelo, clavando en los ojos de la demente mujer sus profundos ojos azules cargados de tanta voluntad, esperanza y determinación que casi le dieron a aquella mirada la habilidad de perforar los ojos de la propia Michaela. — ¡¡Yo tampoco me voy a rendir, lucharé y seguiré buscando hasta encontrar la manera de luchar contra las injusticias de este mundo por medio de mis ideales, sin tener que oponerme a estos!! —declaró con una voz alzada y cargada de seguridad que obligaron a Michaela a cambiar súbitamente aquel rostro demente y extasiado de mal ajeno por una cargada de desprecio e ira al verla recobrar su espíritu. —¡¡Igual que tú estás orgullosa de tus habilidades, yo estoy orgullosa de esos principios, valores e ideales que defiendo y bajo los que me rijo!! —anunció poniéndose lentamente en pie obligando a Michaela a apretar sus dientes de rabia mientras retrocedía un par de pasos alzando la pistola.

—¡¡No eres más que una humanista utópica sin causa alguna!! —declaró con fuego en los ojos. —¡¡Algún día todo aquello de lo que te sientes orgullosa acabará por traicionarte, la vida no es justa para nadie, tú misma lo has dicho!!

—Es verdad, la vida no es justa, y mis ideales, la justicia que defiendo y la vida misma me traicionarán una y mil veces tratando de hacer lo que es correcto, pero aun así tengo esperanzas de que debe de haber algún método para hacer las cosas de otra manera. Un método en el que pueda hacer justicia sin hacerle daño a nadie, no quiero ser una heroína justiciera para la mayoría y una villana para una minoría. —confesó con el ceño fruncido sin apartar aquella significativa mirada de los ojos de Michaela.

—¡¡¡ESO ES IMPOSIBLE, NICOLE!!! ¡¡¡LA VIDA NO ES JUSTA. DA GRACIAS A QUE HA SIDO TAN BENÉVOLA CONTIGO PORQUE NO ES ASÍ CON TODOS, TARDE O TEMPRANO TENDRÁS QUE VER LA REALIDAD DE ESTE MUNDO INJUSTO!!! —chilló la mujer encañonando a Nicole sujetando aquella pistola fuertemente con ambas manos. —¡¡¡MIENTRAS UNOS VIVEN UNAS VIDAS FELICES, OTROS SUFREN!!! ¡¡¡PARA SALVAR A UNOS HAY QUE SACRIFICAR A OTROS!!! ¡¡¡PARA QUE UNOS SEAN FELICES HAY QUE QUITARLES LA FELICIDAD A OTROS!!! ¡¡¡ASÍ SON LAS COSAS EN ESTE JODIDO MUNDO!!! —Nicole no titubeó ante los chillos histéricos y el arma que apuntaba a su cabeza. Lo sabía, realmente sabía lo que Michaela decía, y por qué lo decía, pero quería creer que había una forma de hacer las cosas de otro modo. —¡¿Por qué te niegas a ver la realidad?! Tienes una visión demasiada utópica del mundo, Nicole. Tú misma me dijiste en nuestro último encuentro que sabías que una sociedad tan utópica como la tuya no podría existir. ¡¿Entonces por qué demonios te aferras a esas estúpidas creencias?!

—Porque al igual que mientras existan los humanos siempre habrá gente mala, por otra parte habrá gente buena que se dedique a hacer lo correcto, mientras eso sea así, procuraré luchar por lo que creo, no para hacer esa imposible utopía, pero si para manipular la balanza de la moralidad y la inmoralidad humana y favorecer a la moral. De ese modo podré alcanzar, o mejor dicho, rozar, aquello por lo que personas como mi madre y Alan han luchado. —respondió seriamente.

Michaela sintió aquellas declaraciones como un puñal ardiente perforando su cuerpo. Con rabia, pero conteniéndose a sí misma, trataba de no apretar el gatillo. Ante su asombro, Nicole dio un par de pasos adelante haciendo que su frente chocara suavemente con el frío cañón de la pistola. Sin miedo, la mujer de dorados cabellos sostenía en silencio aquella significativa mirada que no se apartaba de los ojos de Michaela.

La portadora del arma lo sabía, no había miedo o duda en sus ojos, recordar a aquellas dos personas, a las que ella también conoció en el pasado, le habían devuelto el espíritu que por unos instantes había perdido dejándole ver aquel vulnerable lado de Nicole durante los instantes en el que permanecieron conversando. 

Ambas mujeres permanecieron en silencio sin dejar de mirarse fijamente la una a la otra, hasta que finalmente Michaela aparentemente pareció calmarse, y sin dejar de apuntar a la mujer, ni quitar el dedo del gatillo, retrocedió varios pasos guardando distancias.

—Eres realmente ingenua, Nicole Collins. Tú misma estás cavando tu propia tumba. Nada podrás hacer, las propias situaciones de la vida continuarán obligándote a oponerte a tus ideales lastimándote más y más hasta que la esperanza que tienes sea erradicada por completo de ti, y tu espíritu acabe cayendo por su propio peso destruyéndote a ti con él. Así es la vida, si no luchas contra ella o te adaptas a esta, ella misma acabará por matarte. —Advirtió con el ceño fruncido lanzando una mirada cargada de seriedad a la mujer cargada de esperanzas.

—Tú lo sabes mejor que yo ¿verdad? No quisiste permanecer en el lugar en el que la vida te puso desde que naciste. Por lo que intentaste adaptarte y evolucionar, cambiarte a ti misma por tu cuenta, pero no pudiste. Únicamente te quedó una cosa, luchar contra la vida misma. —Respondió con semblante serio.

Michaela y Nicole quedaron en silencio al no obtener respuesta por parte de Michaela, pero aun así, Nicole sabía que tenía razón. Sabía sobre su pasado antes de que su “padre”, Ryan Evans, y su madre Linda se volvieran pareja y se casaran uniendo tanto sus vidas como la de sus hijas.

—No lo sabes todo de mí, Nicole. Viví muchas cosas cuando entré en Esgrip, cosas que me ayudaron a cambiar y a ser como soy ahora. —Contestó tan seria como la mujer que tenía frente a ella. Ambas permanecieron otro instante en silencio. —Ashley ¿Quieres verla? Te puedo llevar con ella si es lo que deseas. —le prepuso con un rostro hierático que no revelaba emoción alguna a la mujer de dorados cabellos. —No entiendo por qué te importa tanto esa chica a la que acabas de conocer como para tener la estúpida idea de andar por ahí sola en un edificio plagado de soldados, y más aún en tu condición física. Si me dijeras que es uno de tus otros amigos bueno, podría entenderlo, pero arriesgarte por ella... Es estúpido.

—Le prometí que la protegería y la sacaría de aquí. Ha sufrido mucho por culpa de tu organización, durante muchos años, incluso cuando logró huir de vosotros no fue capaz de volver a tener una vida normal junto a su familia y amigos. Ashley ha pasado todo un calvario desde que fue capturada hasta ahora, ha sufrido injustamente durante muchos años... ¿Qué más motivos necesito para apiadarme de una pobre chica? —respondió seriamente clavando sus ojos azules en aquel par de ojos oscuros de Michaela.

Michaela frunció el ceño ante su repuesta, y durante unos instantes permaneció intercambiando una silenciosa mirada con la mujer de dorados cabellos.

 —La gente como tú me parece estúpida, Nicole. Me pregunto cuánta gente haría lo mismo por ti. Actuando así solo lograrás que la gente dependa y se aproveche enteramente de ti. —comentó con desagrado bajando ligeramente el cañón de la pistola. —Todas las personas hacen cosas por otras por algún motivo, por beneficiarse de algo, tal vez a nivel económico, o simplemente para que les devuelvan un favor del que aprovecharse posteriormente. Dar sin recibir nada a cambio, que acto tan estúpido. Ya te comenté en nuestro último enfrentamiento lo que pienso sobre tu forma de actuar, así que no voy a volver a repetirme—suspiró la mujer de oscuros cabellos. —Te llevaré con ella para que la veas por última vez. Camina por delante de mí. Si intentas hacer algo no dudes en que dispararé. —le advirtió mirándola amenazante.

Nicole asintió en silencio sin responder a su comentario, dejando de lado el hecho de que Michaela hubiera cambiado de tema permitiéndole vivir por el momento. Ciertamente, Nicole tampoco podía entender a una persona con los razonamientos de Michaela, alguien que solo se movía por puro interés y que únicamente pensaba en sí misma y en nadie más. Siguiendo las órdenes de la mujer de oscuros cabellos, Nicole caminó por uno de los pasillos siguiendo las indicaciones de la mujer que caminaba tras ella apuntándole a la espalda con su arma, mujer que no le apartaba la mirada de encima mientras se sumergía una vez más en sus pensamientos recordando los momentos que acababan de vivir ambas en aquel pasillo.

No tardaron mucho en acceder a un gran comedor. En el interior de la gran sala elegantemente amueblada, Nicole reconoció algunas caras. Tras la barra de un pequeño minibar establecido en una de las esquinas de la sala, el alto mando Simon agitaba una coctelera mientras mantenía una conversación con tres mujeres soldados, de las cuales dos de ellas, la rubia y la pelirroja, ya las había visto anteriormente cuando despertó en aquel lugar, y junto a esas dos, otra mujer de cabellos oscuros se encontraba junto al capitán y sus dos compañeras. Las tres mujeres charlaban con su líder mientras esperaban sentadas en las acolchadas butacas del minibar a la preparación del alcohólico brebaje.

A lo lejos, en uno de los laterales de una amplia mesa de madera, cómodamente sentado y con las botas sobre la mesa, Marcos ojeaba una revista deportiva de caza y pesca. En otro par de asientos de aquella mesa, un par de hombres de cabello rubio uniformados con su vestimenta militar charlaban entre ellos, los había reconocido de inmediato, eran dos de los soldados que trataron de violarla a ella y a sus compañeras. 

En una pequeña mesita de cristal, un hombre equipado con uniforme militar se rascaba sus oscuros cabellos mientras observaba pensativo un puzle a medio hacer sobre la mesa, aquel joven hombre era el que irrumpió en la sala obligando a los dos rubios a abandonar la estancia para que los acompañaran a coger unas botellas de alcohol. Observando pensativo por una de las ventanas, un hombre de cabello canoso observaba el exterior con un cigarrillo entre sus labios. Y finalmente, en una esquina de la sala, atada a una silla, Nicole pudo ver a Ashley cabizbaja.

—Buenas. —saludo con desgana la capitana Evans cerrando la puerta doble de madera tras de sí. —Traigo visita.

Todos los presentes devolvieron el saludo sin pasar por alto la compañía de Michaela, aunque por supuesto, todos sabían de quien se trataba, una de las mujeres cautivas que se habían logrado fugar, y, la asesina de la navaja que acabó con la vida de uno de los hombres de Simon.

—¿Qué hace ella aquí, Michaela? Deberías de haberla matado. —comentó Simon con su ceño fruncido ante la invitada. —Ha matado a uno de mis hombres, Josh.

—¡Es verdad, Michaela! ¡Esa mujer ha asesinado a uno de nuestros compañeros! —se levantó uno de los rubios molesto ante la presencia de la civil. —¡¿Por qué demonios la traes aquí?!

—¡Deberías de haberle pegado un tiro y haber acabado con ella! —saltó el otro rubio tan irritado como su compañero.

—¡¡Jason, Gary, cerrad la puta boca!! —ordenó la grave voz de Simon dejando la coctelera sobre la barra del bar para observar con el ceño fruncido a sus subordinados. —¡¡Os recuerdo que os estáis dirigiendo a un alto mando, una superior!! ¡¡Habladle como se merece!! —exigió golpeando la mesa con el dorso de sus puños.

—¡¡Pero mi capitán, Josh era nuestro compañero!! —respondió Gary de inmediato.

Jason estaba a punto de abrir la boca para tratar de apoyar a su compañero, pero aquello quedó en un intento cuando siquiera antes de poder abrir la boca un vaso fue lanzado rápidamente en dirección al dúo de rubios, quienes gracias a sus reflejos pudieron evadir el impacto apartándose de la trayectoria del objeto de cristal, provocando que este estallara con un fuerte sonido contra la pared tras la pareja de rubios.

—¡¿Acaso no me habéis escuchado?! ¡¡Si osáis a volver a hablar de esa forma tan impertinente a un superior o no obedecer mis órdenes, os daré un castigo ejemplar a vuestra falta!! —advirtió Simon con una potente voz que destruyó por completo el ambiente que había antes de la llegada de Michaela.

—¡¡Señor, sí, señor!! —respondieron con voz alzada y al unísono aquel par de soldados.

—Eso está mejor. —contestó el capitán con una sonrisa dejando de lado el mal carácter mostrado por unos instantes. —Así me gusta chicos, que sigáis mis órdenes sin rechistar. Bobby por favor, coge la escoba y el recogedor del armario de la limpieza y recoge los trozos de cristal. —solicitó con un tranquilo tono de voz mirando al pelinegro que aún permanecía con el puzle a medio hacer.

—En seguida señor Simon. —respondió de inmediato levantándose del asiento para realizar la tarea encomendada por su superior.

—Bueno ¿ya están todos más tranquilos? ¿Se acabó el numerito? —preguntó Michaela con descaro en sus palabras. —Por lo que sé, vosotros dos encontrasteis el cadáver de vuestro compañero ¿no? Bueno, ¿qué coño hacía el solo con esas tres mujeres? ¿Por qué no estabais con él? —exigió saber lanzando una mirada desafiante al par de soldados, los cuales no fueron capaces de responder al entender de inmediato con aquella pregunta lo que aquella mujer estaba insinuando.

—Fueron a por unas botellas de alcohol con Bobby. —respondió tranquilamente Simon de brazos cruzados.

—¿Entonces dejaron solos a su compañero porque se fueron a por algo con lo que emborracharse, no? Ya veo, y en consecuencia a esa insensatez de dejarlo solo con tres mujeres, vuestro amigo acabó muriendo. Entonces la culpa de la muerte de vuestro amigo es vuestra, así que a mi dejadme de gilipolleces. —respondió adentrándose con Nicole aún más en la estancia.

—¡¡Pero son mujeres!! —respondió Gary con rabia al ver como aquella mujer los declaraban como los únicos culpables de la muerte de su amigo. —¡¡Y estaban desarmadas!! ¡¡No podían hacer nada contra Josh!!

Inmediatamente finalizada la contestación del soldado, el sonido de un vaso golpeando la barra del bar advirtió a Gary de que una contestación más de aquel tipo haría que aquel objeto que por el momento permanecía en la mano de su capitán, acabaría por estallar contra su cabeza de no cambiar el tono de sus contestaciones.

—¡¡Oye Gary te estás pasando!! —saltó su compañera pelirroja. —¡¿Qué coño tiene que ver que sean mujeres?!

—¡Tú no te metas en donde no te llaman Brenda, no empeores las cosas! —arremetió visiblemente molesto el rubio contra su compañera de equipo.

—Es verdad, no subestimes a las mujeres Gary. De unas cuantas ostias te puedo dejar por los suelos ¿sabes? No necesito armas para tumbar a un hombre. —se entrometió la mujer de cabellos rubios apoyando a su compañera pelirroja.

—¿Ahora tú Michelle? Joder, no estoy subestimando las habilidades de la mujer, pero... ¡Joder, los hombres somos físicamente más fuertes!

Michaela comenzó a reír ganándose la mirada de los presentes.

—¿Has escuchado, Gary? Dice que de unas cuantas ostias te tumba. —respondió animadamente. — Yo solo necesito una para dejarte por los suelos. —aseguró clavando una confiada mirada en los ojos del soldado.

—No quiero subestimarla señora Evans, pero dudo que de un solo golpe pueda tumbarme. Soy un hombre entrenado, un militar, sé defenderme perfectamente. Usted es un alto mando solo porque los jefazos la eligieron por sus logros como capitana de equipo, nada más. Pero como persona, estoy seguro que tú y yo no somos muy distintos, hemos debido de recibir el mismo entrenamiento, por lo que dudo que de un solo golpe seas capaz de tumbarme, de unos cuantos tal vez sí, pero de uno, no lo creo.

—¿No lo crees? ¿Qué te parece si te lo demuestro, soldadito? —ofreció con cierta hostilidad en sus palabras.

Simon rio ante las agallas de su subordinado. —Así me gusta Gary, dile lo que le tengas que decirle haciéndote responsable de tus palabras, no te quedes cayado soldado, pero recuerda, siempre con el respeto y la educación que merece un superior. —aprobó soltando el vaso que sostenía en la mano.

—Si dices eso es porque no sabes mucho de la señora Evans, ¿verdad, Gary? —insinuó Miranda, la mujer de cabello oscuro. —¿Acaso no has escuchado de que Michaela Evans es de entre los cuatro altos mandos militares la más adiestrada en combate cuerpo a cuerpo? Según escuché, practica las artes marciales variadas desde su infancia, mucho antes de entrar a la organización. Según escuché una vez de Lucy, cuando la señora Evans entró a Esgrip como recluta, a medida que pasaba el tiempo y le hacían evaluaciones en el adiestramiento en el combate cuerpo a cuerpo, era la soldado que más calificación sacaba de entre los soldados de su promoción. No dudaría en eso de que podría tumbarte de un solo golpe.

—Y déjame decirte otra cosa, Gary. —se escuchó de nuevo la voz de Simon. —Los jefazos no nombra a alguien en un alto mando solo por los logros que consigue esa persona y su equipo para la compañía, eso solo se hace a la hora de nombrar a alguien como sargento. A un alto mando se lo coge por sus logros, reputación y habilidades, por ser superiores a los sargentos y restos de soldados comunes de Esgrip, al fin y al cabo, los altos mandos están en los más alto de la jerarquía militar, y por eso deben ser no solo superiores en rango, sino también en habilidades, los altos mandos deben de demostrar que merecen el puesto que tienen. Créeme si te digo que la mujer que tienes delante es probablemente el miembro del alto mando estadounidense con mayor prestigio y adiestramiento. No por nada se ha ganada el título de El Perro Guardián de Esgrip. —comentó sirviendo el cóctel en el vaso que anteriormente había preparado como objeto arrojadizo.

Gary avergonzado ante lo narrado por Simon y Miranda, hizo una reverencia ante la mujer que tenía delante y que hasta hace unos momentos no les había dado mucho crédito a sus palabras. Ciertamente no iba a negar que no conocía nada de Michaela más allá de ser un alto mando, por lo que la veía solo como una mujer que sostenía un alto rango que se le había otorgado, nada más.

—Le pido mis más sinceras disculpa señora Evans. Me arrepiento de haberla subestimado y juzgado sin realmente haber conocido nada acerca de su persona. Por favor, acepte mis disculpas. —solicitó con un tono de voz sumiso ante la presencia de la mujer.

Mujer que resopló aburrida de todo el numerito que se estaba montando desde que llegó con Nicole a la sala. Por suerte la rubia que yacía a su lado no había abierto el pico para molestar, únicamente permanecía observando la situación mientras le echaba de vez en cuando alguna mirada a Ashley, quien yacía aparentemente inconsciente en una esquina de la estancia.

—Sí, vale, venga, acepto tus disculpas. ¿Algo más? —exigió algo estresada por la situación en la que se había metido sin saber bien como.

—Sí, y es que no estoy de acuerdo en que la culpa sea nuestra por haber dejado durante un rato a Josh con las mujeres. Ellas solo son tres civiles y un soldado que adem...

—Es vuestra culpa porque debisteis de haber buscado bien si tenían algún arma oculta entre la ropa, como ha sido el caso. Y también por subestimar a tres desconocidas. La tía esta que está aquí a mi vera más callada que un muerto, es casi tan buena como yo en el combate cuerpo a cuerpo. ¿Ves estos moratones y heridas de mis brazos y cara? Me los hizo ella no hace mucho —comentó mostrándole algunos de los signos de la batalla en los laboratorios subterráneos. —Además es policía, está acostumbrada a tratar con lo peor de la sociedad. Por si sola esta mujer es peligrosa, no necesita de armas para defenderse y tumbar a un hombre. Por lo tanto si, consciente o inconscientemente la culpa es vuestra. Y te digo, no, os digo otra cosa, en ningún momento he dicho que no la fuera a matar, por supuesto que lo haré, pero yo decidiré cuando y como, lo referente a lo que le pase a esta mujer solo me concierne a mí, ¿queda claro? —advirtió pasando por la vera del soldado sin esperar contestación alguna.

Gary fue a contestar, pero Simon se adelantó. 

—Me parece bien, no me importa cómo o cuando, mientras la mates está bien, quiero que se vengue la muerte de Josh, ojo por ojo y diente por diente. —exigió Simon con seriedad en su grave voz.

—Creo que ha quedado clara mis intenciones, Simon. —comentó volteándose para mirar al hombre tras la barra con un rostro irritado. —Tú, siéntate ahí. —le indicó a Nicole con el dedo el sillón más cercano. —Ni se te ocurra hacer nada. —la irritada mujer caminó hacia el hombre de cabello canoso quien silenciosamente observó la escena desde su posición junto a una ventana. —Sargento Fénix, ¿te han reportado tus soldados si han capturado o eliminado a alguno de los compañeros de la mujer que he traído?

—Nada mi señora. Di la orden de inspeccionar el edificio, lo único que me notificaron antes de que llegara usted aquí, es que los dos hombres que acompañaban a esa mujer habían escapado. Pero no se preocupen, darán pronto con ellos, son solo cuatro personas, y yo tengo por ahí buscándolos a mis soldados. Es cuestión de tiempo que los encuentren y eliminen. —comentó el hombre de aspecto serio.

—Bien, así me gusta.

—Señora, vi a Anna hace rato por los pasillos. ¿Ya acabó el trabajo que le encomendó?

—¿Anna? Ah, sí, claro, ella. Si, hizo un buen trabajo, cuando acabó lo que le pedí la dejé marchar para que descansara hasta la hora de la evacuación. ¿Dejó aquí los informes de Lucy? Tengo que actualizarlos luego.

—Sí, lo dejó en esa mesa de allí, junto a su equipamiento y resto de pertenencias. —señaló el sargento a una mesa de medio tamaño localizado en una de las esquinas de la sala.

—Perfecto. —dejando sus asuntos con el sargento Fénix y comprobando que el ambiente de la sala se había vuelto a relajar al volver cada uno a lo que estaba haciendo antes de que ella llegara. Dirigió su mirada a Marcos, quien no había levantado ni una sola vez la mirada de la revista de caza y pesca. —Tú, mueve el cuello y despierta a esa, lleva mucho tiempo durmiendo. —le exigió a su subordinado apoyando las manos en la mesa de madera mirando al hombre de la revista. —Y quita esos pies de la mesa.

—Jefa, ¿podría pedírmelo con más educación? No sé, con un por favor y un tono más calmado de voz estaría bien. —respondió sin levantar la vista de la lectura. —pero como respuesta solo obtuvo un pesado silencio, y aunque la revista le tapaba la visión de la mujer, sentía como su mirada estaba a punto de hacer un agujero en la revista que sujetaba entre sus manos. —Ya voooooooy. —anunció con un pesado suspiro cual niño pequeño obedeciendo una orden de su exigente madre. A paso ligero se acercó a Ashley, a la que meció lentamente tratando de despertarla. Aquellos meneos no la hacían abrir los ojos, por lo que recurrió a darle suaves guantazos en el rostro. —Heeeeeey, despierta que ya va siendo hora. —¡¡¡Heeeeeeeeyyyyyyyy!!! —alzó más la voz arrimándose al oído de la joven, en vano no despertaba.

Marcos se giró para contemplar a su líder. —Te dije que la despertaras, ¿no me has escuchado, Marcos? —exigió cruzada de brazos. —¡Que se despierte ya!

El hombre se encogió de hombros y se giró de nuevo hacia la chica inconsciente. Fuerte y rápido, así fue el brutal tortazo que hizo volcar la silla hacia un lado sobresaltando a todos los presentes ante el sonido de ambos impactos, el de la caída de la silla contra el suelo y el del mismo tortazo que logró despertar a la joven de su inconsciencia.

—¡¡¡ASHLEY!!! —gritó Nicole sobresaltada ante la violencia ejercida por aquel hombre.

—¡¡No te he dicho que te levantes!! —recordó encañonándola con su pistola desde su posición.

Ni Fénix, ni Simon y su equipo hicieron otra cosa que observar a la joven de cabellos rubios, quien yaciendo en el suelo con los ojos como platos, no entendía que sucedía o donde estaba, ni siquiera quienes eran las personas de su alrededor, así era tal el grado de desorientación que la joven sufría ante aquel repentino despertar. Ashley lo sentía, su respiración se entrecortaba así como las pulsaciones de su corazón iban a un ritmo frenético, estaba tan asustada como desorientada. Las manos de Marcos agarraron la silla colocándola de nuevo en su posición.

Tardó unos segundos en reaccionar ante el rostro del hombre que la había despertado, pero finalmente recordó quien era aquel hombre y la mujer de oscuros cabellos que estaba a unos metros tras de él, así como la mujer de dorados cabellos que la observaba desde el sillón con una clara expresión de preocupación en su rostro. 

Ya lo recordaba, habían sido emboscados en la calle por Marcos y varios soldados de la organización, después la golpearon a ella y al resto con las armas dejándolos a todos inconscientes, y ahora estaba ahí, rodeada de gente que conocía y otra que no, atada a una silla incapaz de realizar movimiento alguno.

El silencio duró unos instantes hasta que fue cortado por una serie de ruidosos y repetitivos sonidos que provocaron que a Nicole se le encogiera el corazón al tiempo que miraba hacia la puerta cerrada de la sala, disparos.

—Sargento Fénix, vaya con sus hombres a ver que sucede y a dar caza a los compañeros de esa mujer. Lo que se escucha es un tiroteo, es probable que los objetivos hayan conseguido armas de fuego. —ordenó mirando hacia el hombre canoso. —Cuando sea la hora de la evacuación espéranos en la azotea con tus hombres, independientemente de que hayáis matado o no a ese grupo de civiles, al fin y al cabo morirán cuando caigan los misiles. Llega con tu equipo a la azotea un poco antes de la hora de evacuación, si llegáis tarde os quedaréis aquí, no tengo intención de esperar a nadie.

—De acuerdo señora Evans. —comentó desenfundando la pistola antes de abandonar la sala para reunirse con su equipo.

Con un integrante menos en la sala, el resto de los presentes dirigieron de nuevo su atención a Michaela y Ashley.

—Buenos días, Ashley. —saludó la mujer de oscuros cabellos acercándose a la chica. —Ya era hora de despertarse ¿no? Mira, te he traído a Nicole aquí, estaba preocupada por ti. —comentó haciéndole una señal a la mujer para que se acercara un poco, obligando a sus pasos a detenerse cuando se acercó a determinada distancia. —Ya conoces la historia de Ashley, ¿verdad, Nicole?

—Sí, me contó sobre lo que le hicisteis, lo que vivió en aquellas instalaciones y como escapó. —respondió seriamente con el ceño fruncido.

—Ya veo. —Michaela miró a Ashley de nuevo. —Está bien si lo sabes, así me puedo ahorrar muchas cosas. —comentó mirando de nuevo a Nicole. —Maya fue puesta en libertad, únicamente la secuestramos para chantajear a su hermana y que no traicionara a la organización. Ella a pesar de que adaptó el virus, no dio signos algunos de poseer habilidades sobrehumanas, por lo que se pensó que era posible que fuera inmune al virus. Tras liberarla la mantuvimos a ella y a su hermana en vigilancia, queríamos observar si con el tiempo presentaba alguna clase de anomalía, pero no fue así, continuó su vida normal sin sufrir efectos del Agua Gris. Pero eso cambió, a través de las cámaras, una de las soldados de Fénix vio a Maya actuar de forma negligente, como una bestia, poseyendo una fuerza sobrenatural cuando trató de asesinar a sus propios compañeros de equipo. Desgraciadamente ella y su grupo han logrado huir de la ciudad. —comentó con un tono inconformista en sus últimas palabras. —Matt en cambio, se quedó en Esgrip sirviendo en mi equipo, los Silver Wolfs. Es un miembro valioso por sus habilidades sobrehumanas, actualmente está con una compañera suya realizando una de las misiones que se le encomendó. —Michaela se volteó mirando de nuevo a Ashley. —¿No te alegra escuchar que aquellos dos con los que conviviste, y que se sacrificaron para que tú pudieras escapar aún estén con vida, Ashley? —preguntó con una media sonrisa dibujada en el rostro.

—Entonces... Matt acabó trabajando para vosotros... —susurró mirando a la infame mujer costándole asimilar sus palabras. —¿Cómo es eso posible? Él os odiaba por las cosas que le hicisteis, y si mal no recuerdo, tú y la organización estuvisteis implicados de alguna manera en la muerte de sus padres...

—No es imposible doblegar la voluntad humana Ashley, no importa cuánto te resistas y luches contra algo, la mente humana tiene un límite para soportar el daño externo, una vez ese límite es superado, las personas acaban por doblegarse volviéndose completamente vulnerables. Hay muchas torturas físicas y psicológicas para lograr destruir el espíritu humano, por muy fuerte que sea este. Durante mucho tiempo, yo y Marcos tuvimos que domesticarlo de muchas maneras diferentes, él por medio de las torturas físicas, y yo de la psicológicas. A día de hoy el Matt que conociste está muerto, ahora, él es otra persona en todos los sentidos imaginables.

—Eso es horrible... —susurró la joven.

—Dime Nicole. ¿Sabes de la increíble habilidad regenerativa de Ashley? —preguntó ignorando el comentario de la chica.

—Sí, se regenera rápidamente, pero cuanto más lo usa, mayor es la posibilidad de que sufra un ataque al corazón que la acabe matando. —respondió con el ceño fruncido a la mujer de oscuros cabellos.—No importa como de grande o profunda sea la herida, su cuerpo la regenera automáticamente.

—En efecto, lo de los ataques al corazón son parte del efecto secundario que el Agua Gris le produjo—respondió antes de volver de nuevo la vista a la chica que permanecía atada a la silla. —Es increíble una habilidad así. ¿Por qué no la vemos para que veas la grandeza de las habilidades con las que Esgrip le dotó?

—¿Verla? —preguntó Nicole extrañada.

Antes de que Nicole o cualquiera de los asistentes pudieran reaccionar de alguna forma, dos proyectiles de nueve milímetros perforaron una de las rodillas de la joven Ashley originando desde los más profundo de la joven tiroteada, un fuerte grito de dolor ante aquel par de heridas causadas por ambos impactos, así como por aquella visión de ese par de orificios sangrantes abiertos en su piel.

—¡¡¿PERO QUE COÑO HACES PUTA DEMENTE DE MIERDA?!!—Gritó Nicole alarmada dando unos pasos al frente hacia la mujer de oscuros cabellos, pero de inmediato su tentativa de tratar de acercarse a ella y Ashley se vieron frustrados cuando Marcos la sujetó de los hombros impidiéndole continuar avanzando. —¡¿A qué demonios viene eso?!

—Observa. —respondió simplemente señalando la rodilla de la joven.

Tras Michaela, Simon se acercó con su equipo para contemplar aquel milagro de la ciencia de Esgrip. La herida comenzó a cerrar el camino que ambas balas abrieron por dentro de la piel de la joven, expulsando lentamente los casquillos, los cuales cuando comenzaron a ser visibles a medida que salían del cuerpo de la chica, los allí presentes salvo Michaela y Marcos, fueron incapaces de ocultar su asombro ante lo que estaban viendo con sus propios ojos. Finalmente ambos casquillos sobresalieron de entre la piel hasta caer al suelo de azulejos instantes antes de que ambos agujeros de bala se regeneraran por completo cerrándose y volviendo la zona dañada a su aspecto original.

—¡Es increíble! —mencionó un fascinado Simon. —¡Había escuchado de sus habilidades, pero es la primera vez que lo veo, estoy sin palabras!

—Si no fuera por ese efecto secundario suyo... —comentó Michaela con desgrado observando el rostro lloroso de la chica. —¿Os imagináis tener soldados con esa capacidad regenerativa?

—¡Sería increíble! —comentó Simon aún impactado ante lo que vio.

—Sin dudas. —respondió Michaela echando un vistazo al reloj de su muñeca. —Chicos, es casi la hora de irnos. Debemos de ir a la azotea. Marcos, desata a Ashley y llévala contigo. Tú Nicole me vas a acompañar a la azotea también.

—¿No dijiste que la ibas a matar? —preguntó el hombre de piel oscura mirando a la mujer de dorados cabellos.

—Por supuesto, pero quiero llevarla a la azotea para que vea como nos vamos con Ashley en los helicópteros dejándola a ella atrás, su vida acabará junto con esta ciudad cando caigan los dos últimos misiles. Quiero destruirle toda esperanza. —comentó mirando a la mujer con una pérfida sonrisa en el rostro.

—Está bien.

El grupo compuesto de soldados se apropió de nuevo de sus pertenencias equipándose de nuevo con todos los elementos que componían su equipamiento militar, y sin más dilación abandonaron la estancia camino al tejado del edificio llevándose a Nicole y Ashley con ellos.

Por otra parte, paralelamente al encuentro de Nicole y Michaela, el grupo formado por Emi, Morís, Nick y Débora habían logrado acceder a la sala en la que se ocultaba el material armamentístico del grupo por medio del sigilo y la poca atención de los guardias que paseaban por la zona. Por suerte, estas continuaban cargadas, tras recoger Emi la mochila en la que guardaban los diferentes recursos del grupo y tras leer un mapa de la infraestructura de la edificación localizado en una de las paredes de aquella misma sala en la que hallaron sus armas, el grupo capitaneado por Morís se decidió a ir hacia la azotea del edificio en donde se volverían a encontrar con su compañera Nicole.

Desgraciadamente comprendieron que aquello no iba a ser tan fácil cuando el peligro se anunció por medio de unas voces masculinas que advirtieron a viva voz del hallazgo de un cadáver aliado y la fuga de las tres mujeres que fueron apresadas. La noticia no tardó en correr como la pólvora entre los alertados soldados, quienes abandonando sus pacíficas y relajadas actividades, agarraron sus armas y comenzaron a inspeccionar el edificio poco después de recibir las órdenes por walkie de su sargento para encontrar y eliminar a los civiles fugados.

Para su desgracia el camino hacia el tejado del edificio no fue fácil, durante el camino se toparon con pequeños grupos de soldados viéndose obligados a involucrarse en un tiroteo para poder continuar adelante sin ser capturados. Habían llegado demasiado lejos como para que aquel rascacielos se transformara en su tumba.

En su ascenso hacia el tejado del edificio enfrentando tras coberturas a los pequeños grupos de soldados que les salían al frente, no podían evitar recordar cada uno algunas de sus experiencias en Stone City: Las evacuaciones y batallas sin fin tratando de contener a las enormes masas de monstruos en las zonas afectadas de la ciudad, el descubrimiento del cadáver de Tom en el hospital Santa María, el encuentro con Débora Linson en una de las calles de la ciudad y la posterior muerte de Alan Walker a manos de aquel humanoide de la Gatling, el regreso a la solitaria comisaría de policía en la que encontraron los documentos de Esgrip y en donde tuvieron que enfrentar a sus antiguos y zombificados camaradas, el encuentro con Nick Fisher, Liam Miller y Carley Foster, los laboratorios bajo el ayuntamiento, las persecuciones huyendo de los zombis, la muerte de Liam en el autobús, la iglesia, la discoteca, el encuentro con Ashley, la explosión de los misiles o la fatídica despedida final de Carley Foster en la floristería, así como los últimos pacíficos momentos que vivieron todos en aquella casa antes de ser capturados, fueron muchos de los recuerdos que pasaron por la mente de aquellas cuatro personas, habían vivido tanto en tan pocos días, habían sufrido y luchado tanto, no, aquel sitio no podía volverse en sus tumbas, debían de huir de allí en helicóptero con Nicole y Ashley a como diera lugar.

De camino a la azotea, el grupo vio por otro pasillo a lo lejos, a un grupo más numeroso de soldados dirigiéndose en dirección a la azotea. El equipo iba encabezado por un hombre de cabello canoso, quien iba hablando con una mujer de piel oscura, y tras aquel dúo el resto de la tropa. Eran más que ellos, no podían arriesgarse a enfrentarse a ese grupo o estaban acabados, tendrían que ir hacia a la azotea por el pasillo en el que ya se encontraban para evitar encontrarse con ellos.

El grupo cruzó por varios pasillos siguiendo adelante, no se habían vuelto a topar con soldados, probablemente, aquel tipo canoso habría hecho retirar a sus tropas para escapar de la ciudad, no quedaba mucho para abandonar Stone City antes de que aquel par de misiles destruyeran lo que aún quedaba de la ciudad.

Con Morís encabezando el grupo con su pistola en mano, observaba minuciosamente cada una de las esquinas y pasillos que se abrían a ambos lados del que estaban recorriendo. De inmediato, el oído de Morís captó el sonido de unos pasos hacia su izquierda que lo obligaron a girar la cabeza para contemplar el pasillo que en esa dirección se abría, desgraciadamente para él, nada pudo hacer cuando inmediatamente miró en aquella dirección, un hombre de robusta musculatura se le abalanzó con puño en alto golpeándolo en la sien con fiereza, dejando al veterano del grupo por los suelos.

—¡¡Morís!! —exclamó la sorprendida Emi al ver a su compañero caer.

—¡¡¡¡MARCOS!!! —Gritó ardiendo en furia el hombre de piel oscura, quien no tardó ni una centésima de segundo en alzar su escopeta contra aquel hombre.

Antes de que Nick pudiera apretar el gatillo para reventar en mil pedazos la cabeza de aquel maldito hombre que tantos problemas les había dado al grupo, este alzó el dedo índice moviéndolo a un lado y a otro en señal de negación ante la ofensiva del portador de la escopeta. Ante aquella leve distracción que hizo dudar por unos instantes a Nick a apretar el gatillo, una comitiva formada por tres hombres y tres mujeres armados doblaron el pasillo colocándose entre Marcos y el grupo de civiles con sus armas alzadas.

—¡¡Bajad las armas si no queréis transformaros en un colador viviente!! —amenazó Brenda, la mujer de rojizos cabellos.

—¡Gary, no pierdas de vista a la china esa! —advirtió la mujer de oscura cabellera al contemplar a Emi sujetando con fuerza el mango de su arma.

—¡De acuerdo, Miranda! —comentó el rubio cambiando el objetivo de su arma hacia la mujer de rasgos asiáticos.

—¡¡Capitán Simon!! ¡¡Señora Evans!! ¡¡Por aquí!! —advirtió la mujer de dorados cabellos, Michelle, alzando la voz desvelándole su posición a ambos superiores.

—¡¡Tenemos al grupo de civiles, capitán!! —informó el joven de oscuros cabellos, Bobby.

—¡¿A dónde coño crees que vas?! —exclamó el segundo rubio al ver a Morís incorporándose con la mano en su sien dispuesto a volver junto a sus compañeros.

—Déjalo que vuelva con los suyos Jason, no puede hacer ya nada. —comentó Marcos dejando al veterano camarada del grupo de civiles volver con los suyos.

No tardaron mucho en aparecer aquellos a los que el grupo de soldados clamaban, sus superiores. Michaela Evans arrastrando del brazo a Nicole Collins consigo, y Simon Clifford obligando a Ashley a moverse por delante de él, hicieron aparición en el pasillo.

—¡Nicole! ¡Ashley! ¡¿Estáis bien?! —preguntó Débora sobresaltada al ver a ambas compañeras cautivas por aquellas dos personas.

—La cosa no es preguntarse si ellas están bien, es preguntarse si vosotros estaréis bien. —respondió Michaela ante el comentario de la mujer de cabellos castaños.

—¡¡Déjalos en paz!! —exigió una exaltada Nicole al contemplar los rostros de sus compañeros. —¡¡Ellos no tienen nada que ver, es a mí a quien me quieres, yo soy la que ha planeado todo esto y quien mató al soldado aquel!!

Michaela la miró con indiferencia.

—¿Entonces quieres ser tú quien asuma el castigo por las acciones de tus compañeros? —preguntó mirándola de arriba a abajo.

—¡Si! —respondió alto y claro con el ceño fruncido. —¡Yo soy quien ha provocado toda esta situación! ¡Yo recibiré el castigo en vez de ellos! —Nicole se llevó la mano al pecho decidida. —¡¡Vuelca toda tu ira contra mí!! —exigió con unas palabras que produjeron un brillo en los ojos de la mujer que la agarraba del brazo impidiéndole escapatoria o acción posible.

Con una amplia y pérfida sonrisa en los labios, aún con aquel extraño y escalofriante brillo presente en sus oscuros ojos, los presentes se sobresaltaron ante aquella malévola deformación facial que instantáneamente se desveló por unos instantes como el reflejo de la más pura esencia que componía a aquella mujer de oscura melena. Con un violento empujón marcando distancias entre ella y Nicole, la imponente mujer alzó su arma sin dudar ni un solo instante.

—Está bien. —respondió instantes antes de apretar el gatillo sin vacilación alguna.

Hombro izquierdo y muslo derecho, fueron los lugares del cuerpo de Nicole al que aquel par de balas de nueve milímetros fueron destinadas a penetrar la carne del objetivo asignado. Dos grandes e intensas rosas rojas no tardaron en crecer. Pétalos rojos cayeron sobre el suelo de azulejos cuando la mujer gritó de puro dolor cayendo al suelo.

—¡¡¡NICOLEEEE!!! —Vociferó Nick abalanzándose junto al resto de sus compañeros a ayudar a la compañera tiroteada.

Un vulgar improperio se formó en la garganta de Morís al tiempo en su rostro se reflejó la ira interna que sentía ante aquel vil acto mientras trataba de agarrar la Phyton que descansaba en su cinto en un intento de perforarle el cráneo a aquella mujer con la potencia de su revólver, desgraciadamente para él, todo quedó en un intento cuando nada más levantar la mirada pudo contemplar el arma de aquella mujer apuntando a la sien de Ashley.

La complacida sonrisa de Michaela al ver detenido la tentativa del furioso agente de la ley adelantándose a sus acciones, sirvió aún más para avivar las llamas del odio reflejada en las perforantes miradas de los compañeros de Nicole que recaían sobre ella. Siendo incapaz de no quejarse del dolor, Nicole yacía aún herida, pero viva, en el suelo, envuelta entre los brazos de Nick.

—Si sois inteligente, no intentaréis ninguna clase de acción estúpida. —aconsejó Michaela sin eliminar aquella sonrisa de su rostro. —Ahora nos vamos a la azotea para abandonar la ciudad en helicóptero, y me llevaré a Ashley conmigo. Si tratáis de impedírmelo o hacer cualquier otra estupidez por el estilo, no dudéis en que apretaré el gatillo. —dicho aquello dirigió su mirada a la dolorida mujer que la contemplaba desde el suelo. —Os recomiendo que aprovechéis los últimos minutos de vida que os queda para ayudar a Nicole y morir juntos como buenos amigos en la explosión. —comentó antes de bajar el arma.

Marcos la observó con duda en los ojos, Michaela se percató de ello pero prefirió ignorarle aquella pregunta muda que le hizo con la mirada.

—Bien, vámonos. Simon, vamos adelante con Ashley. Diles a tus hombres que vayan tras nosotros cubriéndonos por si Nicole y compañía tienen la estúpida idea de atacarnos de espalda a pesar de que les advertí que encajaría una bala en la preciosa cabecita de la chica a la que tratan de proteger y salvar. Marcos, tú también vas tras nosotros. —comentó Michaela dando los primeros pasos hacia adelante tirando del brazo de Ashley.

—Ya habéis oído a Evans soldados, haced lo que ha dicho, cubridnos. —ordenó Simon siguiendo a Michaela.

El equipo de Simon obedeció sin rechistar la orden de su líder, aunque no estaban muy de acuerdo con el mandato de Michaela, pero si era una orden de su líder, no iban a discutirla. Con Simon y Michaela yendo al frente con Ashley entre los dos, el equipo de Simon se repartió en dos filas de tres siguiendo los pasos de ambos altos mandos, y tras ellos seis, Marcos cerraba la formación. A marcha ligera, empuñando sus armas y alertas de un posible ataque, la formación continuó avanzando hasta introducirse por uno de los pasillos desapareciendo de la vista del grupo de civiles.

Emi se quitó su mochila de encima y rebuscó en el interior hasta encontrar el botiquín, necesitaba atender a su compañera para que el sangrado se detuviera, ya fuera de la ciudad, se encargarían de llevar a Nicole a un hospital para que le dieran una mejor atención médica. Por suerte para la joven mujer, las balas habían salido del cuerpo sin ocasionar daños graves en el cuerpo de Nicole, con limpiar, desinfectar y vendar la herida sería suficiente para detener el sangrado. Mientras atendía a Nicole, la joven de nacionalidad japonesa arrojó fuera de la mochila toda la munición de la que disponía aún para que el grupo recargara sus armas.

Nicole con la ayuda de Emi se levantó del suelo, ante la atenta y preocupada mirada del grupo solo pudo sonreír en un intento de infundirles ánimo.

—Cuando esto acabe... me daré una larga ducha caliente y dormiré durante una jodida semana entera... —pronunció simplemente ante el silencio de sus camaradas.

Sus compañeros sonrieron con tristeza ante el comentario, no lo querían admitir ante la mujer que tanto estaba esforzándose jugándose su integridad física, la cual estaba realmente dañada respecto a cualquier otro miembro del grupo por todos los dolores y cansancio que su cuerpo estaba cargando desde hacía varias horas, no querían que lo próximo que Nicole se jugara fuera su vida, y menos por protegerlos a ellos. Querían salir de la ciudad, por supuesto, habían sufrido tanto que no podían simplemente morir allí... ¿Pero qué hacer si los superaban en números y matarían a Ashley de intentar hacer algo? Nicole se percató de los conflictos internos que estaban teniendo lugar en las mentes de sus compañeros, sin duda, la impotencia y la desesperanza se vislumbraba en sus ojos.

—Amigos, puedo intuir en lo que estáis pensando. —comentó Nicole con una voz tranquila y agradable que atrajo la mirada de sus compañeros. —Todo este viaje ha sido un auténtico juego de la supervivencia en el que si no jugábamos bien nuestras cartas, el precio a pagar podría haber sido la muerte. —añadió observándolos con un rostro tranquilo a los allí presentes con una mirada compasiva y una leve sonrisa dibujada en sus labios. —Hemos perdido mucho, nuestras casas, nuestras vidas normales, nuestro trabajo, familia, amigos, compañeros... Hemos perdido tanto... —dijo Nicole casi con un susurro. —En estos días hemos visto cosas horribles, gente muriendo, monstruos sacados del mismísimo infierno comiendo carne humana... Es horrible, lo sé, todo aquello por lo que hemos pasado en estos últimos días. Pero es precisamente por todo eso que no podemos quedarnos aquí sin más aceptando la derrota y esperando a la muerte. —comentó guardando un momento de silencio. — Chicos, durante todo nuestro viaje me he llevado bastantes golpes, he acabado más de una vez inconsciente, Michaela me dio una soberana paliza en la que podría haber muerto, por todo eso mi cuerpo está cubierto de cortes y moratones. He sido perseguida por una marea de zombis y luchado contra un horroroso ser en una discoteca a pesar de mi condición física. Poco después, soy lanzada varios metros por los aires por una onda expansiva para acabar aterrizando sobre un vehículo. Mas tarde, a pesar de dormir varias horas y haber descansado, aun cargando con todas esas cicatrices físicas aún bien latentes en mi cuerpo recordándome todo por lo que he pasado hasta ahora, me acaban pegando un golpe en la cabeza con la culata de un arma, me intentan violar, me golpean y ahora me disparan. —comentó mirando al rostro de sus cuatro compañeros. —No solo es el daño físico que estoy soportando, también el daño psicológico. Haber perdido mi vida y mi trabajo, haber visto la comisaría de policía en la que tantos años serví hecha un desastre, y teniendo que disparar a los que antiguamente fueron mis compañeros de oficio, y ver la ciudad en la que crecí yéndose al infierno fueron un duro golpe para mí. No solo eso, las muertes de Tom, Alan, Liam, Carley, mi encuentro con Michaela y el descubrimiento de la verdad acerca de que ha provocado todo esto a la ciudad y el motivo por lo que lo perdí todo. Y también el hecho de haberle prometido a Ashley protegerla y sacarla con vida de aquí y no poder haber evitado que la secuestraran, todo eso también me daña. Pero a pesar de todo, y por todo lo que acabo de decir, no tengo intención de rendirme, mientras continúe con vida trataré de abandonar la ciudad y así asegurarme que todo este sufrimiento físico y mental realmente ha merecido la pena.

—Te entiendo Nicole, de verdad que te entiendo... —comentó Morís con rostro abatido. —¿Pero qué podemos hacer? Tú estás herida, pudo matarte, tus condiciones físicas son las peores de entre nosotros cinco. Nosotros solo somos cinco personas, civiles además, y ellos son militares armados que nos triplican en número o tal vez más, quien sabe cuántos habrá. Por no hablar de que si vamos tras ellos matarán a Ashley. ¿Qué podemos hacer?

—Seguir y luchar sin importar la situación. Prefiero perder intentándolo todo a morir arrepintiéndome de no haber intentado hacer todas las acciones posibles para cambiar la situación. ¿Acaso no querías volver a ver a tu hijo e irte a España una temporada con la familia de tu hermano a tomarte unas vacaciones y aprender a pescar? ¿Y tú Emi? Llevas como año y medio sin ver a tu familia, y has sido tía no hace mucho, ¿no quieres volver a ver a tu familia y conocer a tu sobrino? ¿Y tú Débora? ¿No querías visitar a tu familia, salir con tus amigas, ligarte a un tío macizo y volver a ejercer tu profesión como reportera? —finalmente los ojos azules de Nicole se dirigieron al joven de piel oscura. —Tú Nick, tienes que volver con tu familia y decirles lo de tu hermana, necesitan tu apoyo para llevar esa situación, también tienes que volver al trabajo y presentar todos esos proyectos que tienes en mente. Además, te recuerdo que tú y yo tenemos una cita pendiente después de esto, se supone que ibas a conquistarme y demostrarme que merece la pena estar a tu lado al demostrarme que vas en serio, ¿ya te has rendido? —preguntó cruzándose de brazos antes de volver a mirar a todos. —Yo también tengo cosas que hacer fuera de aquí, y Ashley merece un futuro lejos de este lugar y de las garras de Esgrip, por eso no me rendiré, mientras siga con vida iré a rescatar a Ashley para salir con vida en uno de esos malditos helicópteros. Necesito vuestra ayuda amigos. —solicitó cargando una significativa mirada llena de esperanza en los ojos de sus compañeros.

—Bueno, ya lo dijimos en aquella casa cuando estábamos planeando venir aquí. —comentó Emi. —Si vamos a morir de todas formas, ¿que perdemos intentándolo?

—Tienes razón, además, no podemos dejar que las muertes de Alan, Liam y Carley, quienes murieron ayudándonos fueran en vano. —mencionó Débora en aquella ocasión. —Debemos intentarlo. Ahí fuera, en alguna parte, hay un tío buenorro esperando a conocerme. —respondió divertida desencadenando algunas tímidas risas entre sus compañeros.

—Cierto, tengo que ver a mi hijo y a mi hermano. Y Emi también debe de ver a su familia, estoy seguro que la extrañarán mucho tras tanto tiempo sin verse. —respondió mirando a sus compañeros con una mirada decidida.

—Y yo tengo que ver a mi familia y pasar un tiempo con ellos, e iniciar mi propia familia con el ángel aquí presente, aunque antes tendré que conquistarla, aunque lo haré, lo sé. —respondió confiado mostrando una sonrisa en su rostro.

—Bueno, ya estáis tardando en coger las armas y acompañarme. ¿Tienes mi rifle, Emi?
—Sí, pero está sin munición, y en mi mochila no quedaba. La poca que tenía la utilizó Morís para abatir a algunos soldados con tu rifle. Solo tengo tu pistola, está cargada. También tengo tu cuchillo. —respondió ofreciéndole las armas que Nicole cogió de inmediato.

—Entiendo, entonces deja el rifle en el suelo, ya no lo necesito. Ahora debemos de averiguar por qué pasillos han ido Michaela y Simon.

—No hay problema por lo de tener que averiguar el camino. Nosotros sabemos por dónde ir, lo vimos en un mapa que encontramos en la sala donde estaban nuestras cosas. —comentó Débora.

Morís le explicó a Nicole cual era el camino que Michaela y Simon estaban tomando, pero también le reveló que había un segundo camino que llevaba a un segundo acceso a la azotea, teniendo que pasar una sala previa hasta esta. Nicole de inmediato propuso dividirse en dos grupos, Morís y Nick irían tras Michaela y Simon para tratar de ser una distracción de alguna manera y así permitirles a las chicas llegar por el otro camino a la azotea para asegurar un helicóptero y tenderles una emboscada.

Desgraciadamente por culpa de la herida de bala del muslo, era algo problemático para Nicole moverse libremente, por lo que Débora la tendría que ayudar a avanzar a paso ligero, suerte que el disparo del hombro fue en el hombro izquierdo y no en el derecho, si no hubiera sido problemático alzar el brazo para apuntar con el arma. Planeado aquello el grupo se separó deseándose la mejor de las suertes.

Michaela. —llamó Simon la atención de su compañera.

—¿Por qué dejaste a ese grupo de civiles con vida? ¿Y a esa mujer? Es obvio que le pegaste un tiro en el muslo y en el hombro para herirla, pero no para matarla. ¿A qué vino esa actitud de una mujer con tan poca compasión como tú con sus enemigos?

—Bueno, va a morir igualmente cuando caiga el misil, ¿no? Ella y sus compañeros, así que no veo nada malo. Creo que matarla de un tiro a la cabeza es demasiado compasivo para ella. Prefiero que viva hasta el último segundo para que contemple la ciudad a la que tanto estuvo protegiendo por años a través de su cargo como agente de la ley siendo completamente destruida, viendo como tampoco pudo proteger ni salvar a Ashley, y como tampoco fue capaz de escapar con vida de Stone City tras todo por lo que ha pasado tratando de hacerlo. Quiero que muera sintiendo la impotencia y viendo todas sus esperanzas siendo destruidas. El daño moral le afectará más que el físico. Quiero destruir su espíritu primero, después, que el misil se ocupe de destruir su cuerpo.

—¿Seguro que es eso? ¿No será que te has apiadado de ella por ser tu hermanastra? —cuestionó el hombre de piel oscura.

—¿Pero qué dices? ¿Estás loco o qué? Por supuesto que no. Acabo de decirte por qué motivo lo he hecho. —respondió irritada ante la pregunta de su compañero de alto estándar jerárquico.

—Está bien, si es así como dices supongo que no hay problema. Primero destruyes su espíritu, y después su cuerpo se destruirá con la ciudad que ha estado protegiendo. Eres realmente mezquina Evans. —respondió riendo por lo bajo.

—¡¡ALTO!! —un par de varoniles voces se escucharon a lo largo del pasillo tras silenciarse el rápido conjunto de pisadas que doblaron el pasillo más cercano al que la formación militar se encontraba.

El grupo de militares se detuvo para mirar cómo tras ellos, las figuras masculinas identificadas como Morís y Nick les aguardaban con escopeta y pistola en mano. El escuadrón compuesto por los soldados de Michaela y Simon alzaron las armas de inmediato esperando una orden por parte de ambos miembros del alto mando.

—Vaya, veo que debéis de valorar poco a Ashley como para presentaros aquí a pesar de amenazaros con matarla si intentabais algo. —respondió Simon algo sorprendido por la estupidez del dúo masculino. —¿Y las mujeres? —preguntó percatándose de que detrás de ellos no llegaban las tres integrantes femeninas del grupo de civiles.

Michaela por su parte no se sorprendió en absoluto, ni siquiera por el mutismo de aquel dúo al no responder a la pregunta del alto mando Simon, para ella era obvio lo que pasaba y por qué solo aquel par de hombres se encontraban ahí solos.

—Las mujeres deben de dirigirse a la azotea por el otro camino para asegurarse algún helicóptero. —respondió seriamente. La reacción facial de aquel par de hombres le reveló que estaba en lo cierto. —No tenemos que quedarnos todos aquí, será mejor que nos adelantemos para evitar que nos quiten los helicópteros. Marcos, te encargo a esos dos. —ordenó aligerando el paso, llevándose a Ashley a rastras.

—Gary, ocúpate tú también. El resto conmigo. —imperó Simon siguiendo los pasos de Michaela, y tras él, el resto de su equipo, quedando los cuatro hombre solos en mitad del pasillo.

—¡Bueno, bueno, señores! —exclamó Marcos con una amplia sonrisa en el rostro. —En vez de quedarnos en tensión sobre que pareja disparará primero, ¿por qué no hacemos esto más justo con un combate cuerpo a cuerpo?

—¿Combate cuerpo a cuerpo? —preguntó el rubio extrañado ante la proposición. —Deberíamos simplemente disparar y ya.

—Bueno, acabo de decirlo ¿no? Es para salir de la tensión y la duda de cuál de nosotros cuatro se atreve a apretar primero el gatillo, y a esta distancia, cualquiera de los cuatro podemos morir, incluso, no me extrañaría que los cuatro acabáramos muertos. Por eso para hacerlo más justo y tener todos mayor posibilidad de vivir, podemos hacer nuestro enfrentamiento a puñetazo limpio. Además, ¿no te gustaría vengar a tu amigo Josh? Estos hombres son amigos de la mujer que lo mató, podrías devolverle el golpe por dos y desahogarte.

—Pero el capit...

¡¡¡¡BAAAAAAMMM!!!!

Sobresaltados ante el inminente y sorprendente escopetazo, así como por la repentina ausencia de luz en el pasillo, nada pudieron hacer cuando las armas comenzaron a rugir entre las sombras.

Una de las puertas de acceso a la azotea del rascacielos se abrió para dar paso al trío de mujeres del grupo de civiles, quienes tratando de pasar inadvertidas trataron de ocultarse tras la cobertura más cercana, un aspirador de aire industrial, al contemplar a varios metros cuatro vehículos aéreos, y cerca de ellos, un grupo de hombres y mujeres soldados, y entre los que Nicole logró identificar al llamado sargento Fénix, quien ordenaba a sus unidades ir subiendo a un par de helicópteros para el despegue inminente.

—Tenemos que conseguir uno de esos helicópteros a como dé lugar, chicas. —susurró Nicole a las compañeras que se situaban a su lado.

—Pero son muchos, ¿cómo vamos a lograr conseguir uno de los helicópteros? —preguntó Débora contemplando dubitativa la pistola que sujetaba entre sus manos—. Además, van mejor armados que nosotros.

Nicole permaneció unos instantes en silencio pensativa cuando escuchó las hélices de un par de helicópteros girar con fuerza. Las tres mujeres se asomaron por encima del tuvo del aparato industrial para ver dos de los helicópteros despegar con el sargento Fénix y sus unidades, quedando tan solo un par de helicópteros para Michaela y Simon.

—Genial, eso ha sido un golpe de suerte. —comentó una animada Emi al ver el camino hacia los helicópteros completamente despejado.

Todas las tentativas por parte de las féminas de ir corriendo hacia los helicópteros se vio completamente frustrada cuando una segunda puerta de hierro de la azotea chirrió al abrirse desde el otro lado. Ashley fue la primera persona en cruzar por esa puerta, y tras ella, una pistola apuntando a su nuca, pistola que sujetaba firmemente Michaela, quien fue seguida por la comitiva formada por Simon y sus soldados. Las tres mujeres permanecieron ocultas tras el gran tubo de ventilación tras el que se ocultaban, tratando de pasar inadvertidas de la mirada de la mujer de oscuros cabellos.

—Michelle, ve encendiendo el helicóptero para cuando lleguen Marcos y Gary largarnos de aquí de inmediato. —ordenó Simon a su subordinada, quien de inmediato subió a uno de los aparatos. —Miranda, tú ve encargándote de poner a punto el otro.

—Ashley, querida, es hora de que vayamos nosotras con Miranda a esperar a Marcos e irnos juntas de la ciudad. Tú y yo tenemos mucho de lo que ponernos al día. —comentó Michaela alegremente deseando saber cómo había logrado esconderse de Esgrip los últimos años.

El trío femenino contempló aquello desde su escondite, viendo como el primer helicóptero comenzaba a mover lentamente sus aspas. Nicole echó un vistazo a su reloj para contemplar el tiempo que quedaba hasta la explosión, el cual no eran más que quince míseros minutos.

—Tenemos que impedir que Michaela, Ashley y esa soldado accedan al helicóptero, de lo contrario será difícil volver a sacarlas de su interior para poder meternos nosotros. —informó Nicole a sus compañeras con el ceño fruncido.

Débora ante la sorpresa de sus compañeras se puso en pie exponiendo su cuerpo justo cuando Miranda estuvo al acceder a la cabina del piloto, y sin titubeo alguno apretó el gatillo desvelando su posición y la de sus compañeras. Tres disparos errados fueron efectuados impactando contra el cuerpo del vehículo volador.

—¡¡A cubierto!! —gritó Simon nada más escuchar el primer disparo. —¡¡Formación de ataque, disparen a matar!! —ordenó desenfundando un revolver de la funda de su cinto.

Emi y Nicole se unieron al intercambio de fuego cubriéndose como Débora tras la cobertura que eligieron desde un inicio, disparando mayormente a ciegas por encima del tubo, no podían arriesgarse a asomar la cabeza y que les pegaran un tiro entre ceja y ceja.

—¡Lo siento Michaela, pero yo ya no voy a seguir jugando a tu jueguecito de dejar a tu hermanastra viva para que se la cargue el misil! —anunció un irritado Simon apretando el gatillo. —¡No voy a dejar que nadie más de mi equipo muera! —Michaela no se molestó en responder, simplemente mantuvo a Ashley cautiva observando como Simon y su equipo descargaban aquella letal lluvia de plomo contra la dañada y agujereada cobertura que las tres mujeres tenían como escudo contra las balas.

—¡¡Nicole, van a destrozarnos!! —chilló Emi al sentir una bala rozando su oreja.

—¡¡Joder!! —blasfemó la mujer de dorados cabellos disparando aleatoriamente en diversas direcciones por encima de la cobertura. —¡¡Aguantad, chicas!!

Un chillido masculino indicó a las chicas que una de las balas de sus armas acertó en uno de los objetivos enemigos.

—¡¡Bobby!! —gritó Jason al ver a su compañero cayendo al suelo tratando desesperadamente de taponar con su mano el orificio de su garganta. —¡¡Joder!! —gritó al ver como pocos instantes después de recibir el tiro, su compañero falleció en el suelo.

Mientras aquella perdida tuvo lugar en el bando militar, un agudo chillido de dolor se escuchó en las filas de Nicole, cuando una bala atravesó sin clemencia el hombro expuesto de Débora.

—¡¡Débora, aguanta!! —anunció Emi acercándose a ella de cuclillas a fin de sacar el botiquín de su mochila para atender a su compañera.

Ante la retirada de Emi, y tras el fuego cesado por la joven herida de cabellos castaños, el fuego enemigo se intensificó con una única pistola haciéndoles frente. Nicole miró de reojo a Débora siendo rápidamente atendida por su compañera asiática, si no hacían algo acabarían muertas.

Nicole elevó la mirada contemplando la agujereada pared que tenía en frente tratando de pensar en algo mientras agarraba uno de los cargadores de pistola que sobresalía de la mochila de Emi, la cual tirada en el suelo y ante la urgencia del momento, la asiática no había deparado en que su interior se esparciese parcialmente por el suelo. Tras recargar el arma, Nicole agachó aún más la cabeza cuando varias balas pasaron velozmente sobre su dorada cabellera. Si no hacían algo pronto, estarían acabadas.

Las hélices del helicóptero tripulado por Michelle ya giraban con fuerza y velocidad esparciendo el polvo del suelo. Tanto Michaela como Simon contemplaban la puerta esperando a que las figuras de Marcos y Gary apareciesen de un momento a otro para poder largarse del edificio rápidamente, el tiempo continuaba avanzando. Finalmente, la silueta de Marcos se contempló al otro lado de la puerta por la que Michaela y compañía habían accedido al tejado.

—¡Marcos y Gary ya están aquí, podemos irnos! —anunció Brenda.

Pero el entusiasmo de poder escapar finalmente de la ciudad fue completamente destruido cuando las figuras de Morís y Nick aparecieron tras Marcos, siendo más que apreciable la ausencia de Gary.

—¡¡Alto el fuego!! —gritó Michaela al ver a su subordinado comprendiendo la situación de inmediato.

—¡¡Alto el fuego!! —volvió a gritar Simon haciendo callar el rugir de las armas. —¡¿Dónde está Gary?!

—¡Muerto! —anunció Morís de inmediato. —¡Y pronto también lo estará este si no hacéis lo que os pedimos!

El trío de féminas asomaron la cabeza de su escondite al escuchar la voz de Morís, quien apuntaba a Marcos con la pistola dispuesto a pegarle un tiro en la cabeza de ser necesario. Tras el veterano policía, Nick apuntaba al grupo de soldados con su escopeta en mano. Simon frunció el ceño disgustado por la noticia, había perdido ya a tres de sus hombres.

—¡¡Señor, no hay tiempo!! —gritó Michelle desde el asiento del piloto. —¡¡Solo quedan nueve minutos!!

A Simon, disgustado, no le quedó otra que ordenar de mala gana a su equipo entrar al helicóptero, dejándole a Michaela el asunto de Marcos. La mujer de cabellos oscuros observó con rabia al hombre cautivo, quien presentaba heridas de balas en brazos, piernas y pecho, básicamente estaba casi agonizando, pero vivo, si era atendido adecuadamente podría salvar su vida, y en el helicóptero podría darle un apaño temporal hasta llevarlo a un hospital.

—¡¿Pero qué coño has hecho, Marcos?! ¡¿Tan difícil era apretar el puto gatillo y matarlos?! —gritó llena de rabia hacia el incompetente de su subordinado.

—Iba de chulito. Quería que nos enfrentáramos a un combate cuerpo a cuerpo en vez de simplemente matarnos a tiros. —respondió Nick con burla en sus palabras. —Marcos no debe de ser muy inteligente como para proponer algo como eso a dos hombres armados en una situación de vida a muerte en la que el tiempo es oro.

—¡¡Tienes muchos músculos y muy poco cerebro, pedazo de subnormal!! —arremetió de nuevo víctima de la situación y el tiempo que continuaba avanzando sin clemencia alguna.

—¡¡Hagamos un intercambio, Marcos por Ashley!! —propuso Morís alzando la voz ante el sonido de las aspas del helicóptero mientras él y Nick, arrastrando a Marcos con ellos, se acercaban lentamente a sus compañeras, quienes salieron de su escondite para reunirse con ellos. —¡¡Decídete de inmediato, no tenemos tiempo!!

Michaela se mordió el labio lanzando una furtiva y ardiente mirada contra su subordinado, quien lleno de sangre, no se atrevía a mirarla a los ojos. Lo tenía claro, necesitaba a Marcos, a pesar de su poco cerebro y limitada inteligencia, le era leal y probablemente lo necesitara en el futuro a su lado tras la repentina actuación de Matt con Davis, por no hablar de la cabeza hueca de Zoey.

Sin dudas, Marcos era el mejor fichaje de su equipo. Por otra parte, Ashley no era vital, era un objetivo importante para la organización ya que querían experimentar con ella para lograr crear otro supersoldado con sus habilidades, pero logrando superar ese efecto secundario que la hacía inútil. Únicamente la necesitaban para la experimentación.

—¡¿Vas a dejar a Ashley por el incompetente de Marcos?! —preguntó Simon desde el interior del helicóptero sorprendido ante la acción de Michaela.

—¡¡Sé lo que me hago, así que no me agobies tú también!! —respondió soltando a Ashley al tiempo que Morís dejaba libre a Marcos.

—¡Haz lo que quieras, pero serás tú quien le des explicaciones a los jefes!

Marcos hizo ademán de todas sus fuerzas para correr junto a su líder, quien ya tenía medio cuerpo dentro del vehículo volador. Ashley por su parte corrió hacia Nicole, quien se aproximó a recibirla. Marcos apretó el paso cuando se cruzó con Ashley corriendo a grandes zancadas soportando todo el dolor que aquella acción conllevaba, logrando llegar e introducirse al helicóptero tan rápido como pudo cuando este comenzaba a quedar suspendido en el aire.

—¡Nicole! —llamó la joven corriendo despreocupadamente hacia su compañera una vez Marcos se alejó de ella.

La mujer de dorada cabellera contempló con una complacida sonrisa a la chica correr hacia ella y su grupo, pero aquella sonrisa no duró mucho, el soleado sol veraniego hizo brillar un objeto tras Ashley que atrajo de inmediato la atención de Nicole. En el helicóptero suspendido en el suelo, con una amplia y macabra sonrisa enmarcada en su rostro, Michaela la observaba sosteniendo su pistola en la mano, pero su objetivo no era ella, era Ashley.

—¡¡¡ASHLEEEEEEEY!!! —gritó a pleno pulmón emprendiendo una carrera hacia la joven al entender las oscuras intenciones de su hermanastra.

Un veloz escalofrió recorrió su columna y la de sus compañeros cuando un disparo fue efectuado, sonido que al unísono obligó a los pies de Ashley frenar en seco obligando al cuerpo a desmoronarse abruptamente contra el duro suelo de la azotea. Un disparo en la parte trasera le produjo la muerte inminente a la inocente e ignorante Ashley, quien cayó muerta antes de poder comprender que lo estaba. Michaela observó durante unos instantes a Nicole recogiendo el cuerpo de la chica del suelo mientras gritaba su nombre incapaz de hacer otra cosa. Tras la mujer de dorados cabellos, sus compañeros efectuaban disparos contra el vehículo volador que de inmediato abandonó la azotea dirigiéndose al horizonte.

—¡¡Nicole no hay tiempo para eso ahora!! ¡¡Deja el cuerpo y salgamos pitando de aquí!! —recordó Morís corriendo hacia la cabina de piloto del helicóptero para ponerlo en funcionamiento rápidamente.

Emi se agachó colocando la mano en el hombro de Nicole, quien aún permanecía con el cuerpo de Ashley entre sus brazos.

—¡¡Nicole reacciona, ya no puedes hacer nada por ella!! —exclamó zarandeando a la mujer.

—¡¡Rápido, todos a bordo!! —llamó Débora a sus compañeros desde el interior del vehículo. —¡¡Solo quedan cinco minutos!!

—¡¡Nicole no te quedes ahí, vamos dentro!! —llamó Nick a media distancia del helicóptero.

La mujer de dorados cabellos pasó la mano por el rostro de la joven fallecida cerrando sus ojos, los cuales abiertos únicamente reflejaban en aquellos iris azules el rostro de Nicole.

—Lo siento mucho Ashley, por favor, perdóname por no haber podido protegerte ni haber logrado sacarte de la ciudad. Por favor, perdóname por no haber mantenido mi promesa. —susurró con los ojos llenos de lágrimas mientras dejaba el cadáver en el suelo y cogía el lazo rojo manchado de sangre que la joven llevaba en sus rubios cabellos como recuerdo de aquel día y de aquella promesa.

—¡¡¡NICOLE, VAMOS!!! —gritaron todos sus compañeros antes de que la joven entrara al helicóptero instantes antes de que despegara dejando el Mirror atrás.

A máxima velocidad, el helicóptero tripulado por Morís surcó el cielo pasando a través de la ciudad, y por encima de la base militar, en la cual ninguno de los compañeros que viajaban en la cabina trasera pudieron llegar a apreciar actividad alguna, parecía desierta.

Nicole y el resto pensaron que de alguna manera podrían haberse enterado de la llegada de los misiles, o incluso podrían haberse refugiado cuando cayeron los dos primeros que destruyeron por una parte las afueras y los límites de la ciudad, y por otra parte la zona industrial y los suburbios, en un intento de salvarse de un posible bombardeo en la ciudad posiblemente aprobado por el Gobierno de los Estados Unidos.

Sea como sea, Nicole y el resto de sus compañeros deseaban que aquellas personas permanecieran a salvo en el búnker para que posteriormente fueran evacuadas por el Gobierno. Nicole contempló la hora en su reloj, eran las seis en punto de la tarde, y efectivamente, los dos misiles llegaron a su hora, por suerte, el helicóptero acababa de salir de la ciudad, y con ello del rango de la explosión.

Mirando todos por las ventanillas, vieron dos objetos fugaces surcando el firmamento dejando una estela de humo tras ellos, y de inmediato, con un poderoso rugido el infierno se desató por segunda y última vez sobre Stone City erradicando lo que aún quedaba de la ciudad en pie.

Un par de tremendas llamaradas se alzaron hacia los cielos extendiendo a sus pies un ardiente manto que destruiría e incineraría todo lo que tocase a una increíble velocidad. Aunque la explosión no logró alcanzarles, el helicóptero detectó una serie de violentas turbulencias que sacudió el aparato volador por unos instantes cuando fue alcanzado por la onda expansiva de las explosiones.

Poco después de eso, el silencio y la tranquilidad reinó dentro del vehículo volador. Nicole abrió los ojos tras quedarse dormida inconscientemente, por unos instantes le costó recordar que es lo que había sucedido y donde se encontraba, pero al contemplar a través de la venta la puesta de sol y las nubes anaranjadas que se movían lentamente movidas por la brisa veraniega, lo recordó todo. Miró su reloj para percatarse que había permanecido casi dos horas dormida, ya habían dejado muy atrás Stone City, y con ello sus vidas.

Nicole miró a su alrededor para contemplar a Emi y Débora dormidas con la cabeza apoyadas en las paredes laterales del vehículo, a Morís controlando el helicóptero en silencio disfrutando de aquel paisaje de luces y sombras que el atardecer veraniego le ofrecía en primer plano, y, no muy lejos de ella, a Nick observando el exterior por una de las ventanillas completamente ensimismado, siendo incapaz de evitar que sus ojos se cerraran de vez en cuando a causa del sueño, visión que provocó que una sonrisa se dibujara en el rostro de Nicole.

Llevándose la mano a su coleta, se quitó el cintillo negro que aprisionaba sus cabellos, dejando a su dorada melena libre de nuevo cayendo sobre sus hombros, antes de dirigir aquel par de ojos azules una vez más al exterior, hacia aquella hermosa y tranquila puesta de sol que le recordaba que finalmente, todo había acabado.

 

 

Epílogo

Saffron City
15 de Octubre de 2012

Había pasado poco más de tres meses desde el incidente de Stone City, todos los medios de comunicación del mundo se habían hecho eco de aquella basta tragedia, tan basta como misteriosa, el origen que provocó lo acontecido en Stone y lo que acabó con la aniquilación de la ciudad completa era envuelto en un oscuro misterio más que jugoso para los conspiranoicos de la multitudes de teorías caóticas acerca de la destrucción de una gran ciudad como era Stone.

Fuera de la ciudad fantasma, antes de que esta fuera envuelta en el caos, ya los primeros ataques caníbales y desapariciones fueron filtrándose fuera de la ciudad por varios medios de comunicación, en especial por Internet, entre otra información del día a día en una Stone que iba sucumbiendo poco a poco al virus del Agua Gris.

El gobierno, así como entre otras instituciones, trataban de desmentir toda aquella información filtrada por los medios y los propios ciudadanos a la gente fuera de la ciudad, mientras procuraban eliminar todo rastro de los medios de comunicación e Internet acerca de lo que realmente sucedía en Stone City.

Finalmente de nada sirvió todo aquello cuando la situación de Stone City se descontroló por completo y el ejército tuvo que actuar cooperando con la ONU y las fuerzas de la ley y el orden de la propia ciudad, acabando finalmente todo en la misteriosa erradicación de la ciudad entre la madrugada y el atardecer del doce de julio del dos mil doce, en el que cuatro misiles aniquilaron la ciudad por partes, primero los límites y las afueras de la ciudad, y por otra parte la zona industrial y los suburbios al amanecer, y por último, la zona residencial y el centro de la ciudad al atardecer.

Los estadounidenses se echaron sobre el Gobierno, así como la propia prensa no solo nacional, sino también la internacional, otras organizaciones como la ONU entre otras también se lanzaron al cuello del Gobierno exigiendo respuestas de lo que había sucedido en Stone City, y quien había autorizado un bombardeo para esterilizar la ciudad.

La respuesta del Gobierno estadounidense fue como un jarrón de agua helada lanzada a la cara contra el mundo que exigía respuestas inmediatas, el Gobierno simplemente alegó, no saber nada acerca de los misiles que fueron lanzados contra la ciudad, eran de origen desconocido.

Con aquella simple respuesta y algunas supuestas pruebas entregadas a los medios, además de algunas conferencias poco reveladoras, el Gobierno estadounidense se lavó las manos, inclusive, llegaron a insinuar un posible atentado bioterrorista por parte de alguno de los muchos enemigos que los Estados Unidos de América poseía, así como el lanzamiento de los misiles, pero nada quedó claro.

Por supuesto, los ciudadanos estadounidenses y el resto del mundo no quedó conforme ante aquella respuesta, sentían que le tomaban el pelo, era imposible que el Gobierno de un gran Estado no supiera algo como eso, los rumores de que el Gobierno ocultaba algo no tardaron en emerger entre la ciudadanía, pero desgraciadamente para esta, no existían pruebas para incriminar al Gobierno con la aniquilación de la ciudad. Dos meses tras la destrucción de la ciudad, una flota de helicópteros llegó a las ruinas de Stone City para evacuar a los civiles que sobrevivieron a la hecatombe resguardados en el búnker subterráneo sobre el que la base militar fue levantada.

Civiles, y algunas unidades militares y científicas pertenecientes a la ONU, el ejército americano y el Gobierno estadounidense, estuvieron esperando por unos días la ayuda fuera del búnker, montando algunos campamentos, y tirando de recursos y energía de emergencia para mantener en funcionamiento algunos aparatos eléctricos, haciendo pintadas y multitud de señales en el suelo para que la flota de aire pudiera localizarlos a todos sin problemas.

Una vez evacuados, medios de comunicación, autoridades, y el propio Gobierno entrevistó a multitud de supervivientes en un intento de obtener testimonios de lo que vieron en la ciudad. El mundo entero estaba pendiente de las constantes noticias y relatos desgarradores de las vivencias vividas por los entrevistados, el mundo era incapaz de imaginar tales horrores que todas aquellas personas debieron de pasar.

No solo fue durante los eventos de Stone City, durante los dos meses que pasaron confinados en aquel búnker, el número de civiles era muy superior al de militares activos, sin saber que habría en el exterior y sin saber cuándo o siquiera, si llegarían a ser rescatados, grupos de civiles comenzaron a dar problemas de convivencia con otros grupos o los propios militares causando tensiones constantes por los recursos, las armas o el poder dentro del búnker, por lo que a los pocos militares que quedaban no les quedó otra que formar entre los civiles a algunos grupos de voluntarios que les ayudaran a mantener a raya a los civiles alborotadores, dándoles instrucciones de cómo actuar, incluso enseñándoles algunas llaves de inmovilización y algunos movimientos para confrontar a alguien que mostrara algún comportamiento agresivo.

 Debido a las tensiones en el búnker, no tuvieron otra que salir al exterior para que tomaran aire fresco y tratar de hacer alguna señal a la espera de los helicópteros acabaran pasando para encontrarlos, cosa que al final sucedió.

El Gobierno ofreció a los supervivientes toda clases de ayudas, como las relacionadas con la atención a nivel moral y emocional, así como en salud, además de dotarles de unas pagas y viviendas sociales, todo ofrecido por el Gobierno a fin de lograr que ayudar a todas las víctimas de la gran tragedia de Stone City a recuperarse de las secuelas de lo allí vivido y volver a reincorporarse a la sociedad. Por otra parte, gracias a un contacto de Nicole, ella y su grupo quienes estaban establecidos en una ciudad vecina a Stone, Saffrone City, lograron localizar a tres personas que Esgrip vigilaba durante los acontecimientos de Stone City. Aunque les costó, lograron dar con ellos.

La tierra crujía a sus pies, el cielo, cubierto de un mar de nubes negras, así como la fría brisa otoñal que mecía las ramas casi desnudas de los árboles, auguraba lluvias inminentes. Lenta pero decidida, sus pasos se encaminaban hacia el gran monumento situado en el centro del gran cementerio de Saffron City.

Con sus grandes alas desplegadas y ataviada con una larga toga, una doncella hecha en mármol blanco alzaba la vista y sus manos hacia el cielo cubierto de nubes clamando mudamente el nombre de Dios. Bajo los pies descalzos del ángel de mármol, en el pedestal, se podía leer en una placa de oro una inscripción:

“En memoria de las víctimas de Stone City.

Que Dios os acoja en su gloria.

Vuestras familias y amigos jamás os olvidarán.

Descansad en paz.”

El gran monumento hecho en memoria de las víctimas de la tragedia que se alzaba en mitad del cementerio, sobre una cuadrícula de césped, era lugar de encuentro simbólico entre las víctimas y los amigos y familiares que habían logrado sobrevivir o vivían fuera de la ciudad. Bajo la figura del ángel, sobre el césped sobre el que se edificaba, cientos de ramos de flores de diversas clases y colores descansaban como ofrenda a las víctimas. Sus ojos azules fueron dirigidos hacia una figura de negro detenida en mitad del césped, observando de frente a la estatua en completo silencio.

La mujer de corta cabellera rubia, quien había decidido cortar su larga melena para dejarse un estilo de pelo igual a su fallecida madre, por encima de los hombros, se volteó mirando a las cuatro figuras que caminaban tras ella sin decir nada, dos hombres y un par de mujeres, quienes al igual que la mujer de cortos cabellos rubios, habían decidido ir de negro en su visita al monumento a los caídos en la tragedia.

Todo estaba en silencio, nadie hablaba, ni un solo ruido se escuchaba más allá del clamar del frío viento y el baile de las hojas secas y caídas en el suelo. Nicole y sus compañeros observaron al chico de oscura gabardina agachándose para colocar entre la marea de ramos, el suyo propio, compuesto de rosas blancas que depositó a los pies de la figura angelical. Los pasos de Nicole se dirigieron a la estatua de mármol colocándose al lado del joven de oscura vestimenta sin decir nada, y en completo silencio dejó un ramo de rosas rojas junto al ramo que el joven acababa de depositar.

Mirándolo de reojo a la distancia en la que se situaba, pudo contemplar que se trataba de un chico joven, que no tendría más de veinte años y era algo menor de estatura que ella, sus cabellos y ojos negros lo identificaban como a la persona a la que buscaba. Contemplando con semblante serio el rostro del ángel de mármol, suspiró con una mirada triste antes de darse la vuelta volviendo sobre sus pasos, dándole la espalda a la mujer de rubios cabellos.

—¿Davis Taylor? —preguntó la mujer girándose para contemplar la espalda del joven.

—¿Quién eres? —preguntó volteándose con el ceño fruncido ante un rostro que por unos instantes le pareció familiar. —¿Nos hemos visto antes? —preguntó cuando la fría brisa otoñal comenzó a alzarse un poco más fuerte meciendo los oscuros cabellos del joven.


—Sí, de vista nos topamos una vez, pero es posible que no lo recuerdes. Me llamo Nicole Collins, como tú, soy una superviviente de Stone City, fui agente de policía en la ciudad. —se presentó la joven cuyos dorados cabellos se mecían a la velocidad del suave viento. —Y ellos son, Morís Anderson, Nick Fisher, Débora Linson y Emi Tanaka. —presentó al cuarteto que se acercó a Nicole y al joven Davis. —Es un placer conocerte Davis. —pronunció con una sonrisa alzando la mano.


Davis observó la mano de la joven durante unos instantes antes de corresponder al apretón de manos.

—Igualmente Nicole. Me alegro que no seas otra de esas reporteras que buscan a los supervivientes para entrevistarlos. Son unos acosadores. —respondió devolviéndole la sonrisa.

—Sobreviviste en Stone City con la ayuda de tus compañeros mientras en tu viaje fuiste perdiendo a personas importantes para ti, familia, amigos... supongo que por eso estás aquí, para entregarles una ofrenda al igual que yo, ¿me equivoco? —comentó al tiempo que ambos se soltaban de las manos. —Lograste llegar a la base militar, sobreviviste en el búnker y fuiste junto a tus compañeros voluntario para ayudar con los temas de la convivencia entre los civiles durante los dos meses que estuvisteis allí encerrados.

—Sí, así es. Supongo que lo habrás leído o visto en alguna de las entrevistas que me hicieron a mí y a mis compañeros.

—Exactamente, estuve informándome de todos los testimonios de las entrevistas a la gente que sobrevivió a la destrucción de la ciudad, entre ellos tú. ¿Te suena el nombre de Esgrip? —preguntó mostrándose más seria ante la pregunta planteada al joven.

—¿Esgrip? No, no tengo ni idea de que es eso. —respondió de inmediato.

Nicole permaneció nos instantes pensativa.

—¿Y los nombres de Eriel, Allen, Maya, Desmond, Dyssidia o Ley te suenan? —preguntó cruzada de brazos con el ceño fruncido.

Por supuesto, no necesitaba respuesta para saber que así era, cuando escuchó el nombre de Allen se percató de como el joven fruncía el ceño cambiando su mirada neutral por una mucho más seria.

—Sí, conozco algunos de los nombres que acabas de decir. ¿Qué sabes de ellos?

—Te lo contaré todo referente a esas personas, a Esgrip, a mi historia en Stone City y en lo que a ti te involucra, así como el motivo por el que te he estado buscando, Davis Taylor. —respondió mirando seriamente al joven. —Pero aquí no, preferiría que fuese en un lugar más cerrado, aunque antes... Tú y yo conocimos a un niño llamado Tom, sé que entraste con él al hospital Santa María y después saliste sin él, Tom ya estaba muerto para aquel entonces. ¿Tú lo mataste, Davis?

Tras unos instantes de silencio el joven asintió. No sabía de qué manera se enteró de aquello, pero estaba seguro que lo acabaría sabiendo cuando tuvieran aquella charla.

—Sí, yo lo asesiné, pero fue en defensa propia. Él había enfermado, traté de hacer todo lo posible por salvarlo, pero fue imposible, se transformó en uno de esos seres y trató de morderme. —respondió con cierto tono de impotencia en la voz, y cuyo triste reflejo en su mirada le dio a entender a Nicole que no estaba mintiendo.

—Comprendo... —susurró viendo a Emi y Morís, quienes con una expresión como la suya, no pudieron evitar recordar con tristeza la visión del cadáver de Tom.

Un pesado silencio cayó entre los presentes cuando un conjunto de pasos dirigió las miradas de todos a un punto concreto entre las tumbas, cuatro figuras se acercaban.

—¿Ya has acabado, Davis? —preguntó un hombre de aspecto latino.

—¿Ah? Si, estaba a punto de regresar con vosotros Kyle, pero me he encontrado con estas personas. —respondió al recién llegado lanzando una mirada a Nicole y su grupo.

Tras el hombre, Kyle Morales, un par de mujeres y un joven hicieron acto de presencia, Karen Owens, Zoey Sullivan y Matt Dawson. Sin dudas, los ojos furtivos de Nicole cayeron sobre el joven del cuarteto.

—Deberíamos de irnos Sace, va a llover enseguida. —propuso el joven de peculiar aspecto.

—Lo sé Matt, pero quiero presentaros a unas personas antes.

Cabello de tonalidad gris pálida, casi blanco, aquello fue en lo primero en lo que Nicole y su compañeros se fijaron. Piel pálida, ojos grisáceos, Matt... Nicole no pudo evitar reaccionar recordando la historia de Ashley acerca del único miembro masculino de los supersoldados de Esgrip, aquel que acabó trabajando para Esgrip sirviendo en las filas de Michaela, pero aunque sus sospechas saltaron de inmediato, no podía estar segura al cien por ciento y acusarle de ser el mismo Matt que trabajaba para Michaela, lo único que recordaba en palabras de su propia hermanastra era que estaba de misión con una compañera en Stone City. ¿Por qué estaría aquí y ahora con Davis y el resto?

—¿Quiénes son ellos, Davis? —preguntó Karen curiosa ante aquellos nuevos rostros.

Davis hizo las presentaciones entre ambos grupos, y les contó lo que Nicole le había dicho acerca de quién era y los temas de los que quería hablar con ellos.

—Así que policía ¿eh?, ¿nos hemos metido en algún problema o algo por ese estilo, agente? —preguntó Zoey con una sonrisa en sus labios observándola con una mirada atrevida mientras su media melena oscura danzaba al viento.

—Ex agente. —corrigió de inmediato Nicole. — ya no ejerzo mi labor, por el momento al menos. —por supuesto, tenía intención de volver al mundo policial en algún momento, pero por ahora tenía otros asuntos pendientes. —Y si, estáis metidos en un lío, aunque no sois conscientes del peligro que corréis por lo que me he dado cuenta.

—¿Qué clase de líos son esos? —preguntó la mujer de larga cabellera castaña, Karen.
—¿A alguno de vosotros cuatro os suena el nombre de Esgrip? —preguntó la varonil voz de Morís observando al cuarteto.

Nicole por su puesto se fijó en las reacciones faciales que Matt pudiera tener, pero nada llamó su atención al momento de negar con la cabeza.

—¿Esgrip? No estoy muy seguro, pero ¿no es una corporación farmacéutica que opera por todos sitios? —preguntó Kyle mirando al hombre barbudo.

—Sí, es una farmacéutica, al menos de cara al público. —respondió Nicole adelantándose a su compañero. — Cerca de aquí han abierto un restaurante, ¿que os parece si vamos a comer allí? Tendremos tiempo suficiente para hablar de todo lo necesario mientras comemos.

—¿Qué decís chicos? A mí me parece bien. —preguntó Davis mirando a sus compañeros.

—A donde sea, pero no quiero seguir aquí. —respondió Zoey de inmediato cuando varias gotas de agua cayeron sobre su rostro. — Me he alisado el pelo y se me va a ir a la mierda con la humedad junto al maquillaje. Cualquier sitio está bien mientras tengamos un techo bajo el que cubrirnos. —comentó visiblemente molesta e inquieta ante la amenaza líquida caída del cielo.

—Solo son unas gotitas de agua, tampoco es para tanto mujer. —comentó Nick riéndose ante el terrorífico rostro que la mujer puso ante la caída de otras cuantas gotas sobre su maquillado rostro, así como en su arreglado y estilizado cabello.

—Eso lo dices porque eres hombre. —saltó Débora riñendo la actitud de su compañero. —Vosotros siempre vais igual a todos lados, no valoráis el aspecto físico y los cambios de look de la misma forma que nosotras.

—Efectivamente, un hombre no puede entender la preocupación de una mujer por su aspecto. —contestó Zoey algo molesta por la risa del hombre de piel oscura.

—Ciertamente solo son unas gotas de agua, pero a mí tampoco me gustaría mojarme por la lluvia y cogerme un buen resfriado. —mencionó Karen con la vista alzada al cielo cubierto de nubes, más preocupada por su salud que por el aspecto de su cabello.

—Pues venga, ya estáis tardando. Muevan el culo damas y caballeros. —advirtió Emi iniciando la marcha hasta la salida del cementerio siendo seguida por el resto de las personas allí presentes.

En unos instantes, lo que comenzó como una leve llovizna empezó a transformarse poco a poco en un aguacero que obligó al grupo a huir rápidamente del cementerio para dirigirse al restaurante en cuestión resguardándose bajo los balcones, salientes y fachadas de comercios y viviendas cercanos que encontraran por el camino.

Quedando los últimos en el grupo, Matt y Zoey intercambiaron una mirada de gravedad, finalmente Nicole Collins y su grupo habían dado con uno de los grupos a los que Esgrip vigilaba durante los acontecimientos de Stone City, aquello supondría problemas, y para colmo, por unos instantes Matt llegó a pensar que Nicole lo conocía de algo, probablemente ella hubiera escuchado la historia de los supersoldados por parte de Ashley o Michaela, por aquel relato, si hubiera llegado a saber de su peculiaridad física dotada por los efectos secundarios del Agua Gris, no sería de extrañar que hubiera pensado que era el mismo Matt.

Sabiendo de Nicole y compañía por Michaela y Marcos, a partir de ahora deberían de tener cuidado, especialmente él, quien tendría que tratar de demostrar ser otro Matt distinto al que ella escuchó, para ello usaría el mismo engaño que con Davis, justificando sus cambios físicos a un fuerte tratamiento contra un cáncer que padeció en el pasado. Tendrían que contactar con sus otros dos compañeros de Silver Wolfs para notificar el fatídico encuentro entre Nicole y Davis para recibir órdenes, muchos problemas estaban a punto de caerles encima.

—Tenemos que defender nuestra coartada Matt. Si esa mujer nos descubre estaremos en grandes problemas. Y tal vez es cosa mía, pero casi que no ha despegado los ojos de ti desde el momento en el que te ha visto aparecer. —susurró Zoey con un semblante serio viendo a sus compañeros alejarse.

—Lo sé. Después de la comida y tras escuchar todo lo que tiene que decirles a esos tres, tenemos que contactar con Michaela y Marcos para que nos digan qué hacer. No sé muy bien cómo reaccionar ante esto y la mirada que me lanzó esa mujer... —comentó viendo la espalda a lo lejos de Nicole caminando junto a Kyle y Emi.

—Esto se está poniendo feo, y no me gusta nada. —comentó la joven mujer chasqueando la lengua.

Ambos permanecieron unos instantes observando en silencio al grupo alejarse charlando entre ellos, ignorando la presencia del dúo del mismo como que ellos ignoraban la presencia de la creciente fuerza de la lluvia. Davis finalmente se percató de la ausencia del dúo, quien girándose hizo un gesto con la mano llamándoles para que no se quedaran ahí empapándose.

Intercambiando una última mirada ante el giro que la situación había dado de manera inesperada, Matt y Zoey fueron a reagruparse, retomando nuevamente sus papeles en aquella farsa. Debían de continuar defendiendo aquel numerito para poder continuar con Davis y el resto sin levantar sospecha alguna.

 
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