Big Red Mouse Pointer

sábado, 12 de noviembre de 2016

NH2 - Capítulo 053 - Encarrilamiento (Parte 1)

Alice volvió la cabeza de nuevo hacia la espalda de Davis tras haber echado una última mirada al trío que se alejaba, el joven caminaba apenas dos metros por delante de ella, lanza en mano abriendo la marcha, M.A. lo hacía a su lado escrutando con la mirada el terreno alerta de cualquier posible amenaza. La rubia deseó suerte interiormente a sus otros tres compañeros con sinceridad y se sumó a los dos jóvenes en la inspección de los alrededores a medida que avanzaban. A pesar del cartel de bienvenida que habían dejado atrás hacía apenas un minuto, aún tendrían que cubrir una pequeña distancia antes de entrar al pueblo propiamente dicho. El supuesto bosque que rodeaba Rockrose Newville no era tal, al menos en las inmediaciones del mismo, donde sobre el terreno llano apenas accidentado se extendían lo que en sus buenos tiempos debieron ser campos de cultivo, donde se salpicaban algunos árboles o arbustos aislados o bien en pequeños grupos.

―Sé que no va a hacer mucha diferencia ―observó M.A.―, pero propongo que dejemos la carretera y avancemos por la zona de los cultivos de la izquierda, por poca cobertura que ofrezcan tres árboles mal repartidos, al menos no estamos tan expuestos como sobre el asfalto.

―Bien mirado, hagámoslo así ―concedió Davis asintiendo y dejando la vía de doble carril a su derecha―. Permaneced atentos.

―Oye, aunque no estaba previsto en el plan original, ¿vamos a echar un ojo a las naves?―Preguntó Alice, refiriéndose a la construcción prefabricada que se alzaba a unos cien metros por delante de donde se encontraban.

Sus compañeros sopesaron por un momento la idea propuesta, sin dejar de prestar atención al incómodamente silencioso entorno por el que marchaban. Continuamente surgían ciertos sonidos, cada vez que soplaba una corriente de aire, haciendo crujir las ramas y hojarasca, y de cuando en cuando arrancando hojas de la vegetación sufriente pero viva, en su mayoría nogales y olmos; pero más allá de la respuesta natural al viento, todo parecía tranquilo, sin rastro de movimiento.

―Aunque el pueblo es pequeño y disponemos de casi dos horas completas para la exploración, una vez vayamos comprobando establecimientos o viviendas, el tiempo empezará a consumirse más deprisa ―juzgó el pelinegro, a la vez que variaba ligeramente su trayectoria para no toparse con el vallado metálico que, rodeando la mencionada nave, se alzaba delante―; eso sin contar además con las posibles complicaciones que puedan surgir. Así que, de momento, centrémonos en el pueblo en sí, que es nuestra prioridad.

―Es más, si volvemos con algo de margen de tiempo, podríamos echar un vistazo entonces.

―Buena idea, M.A, hoy te has levantado con la mente preclara por lo que parece ―sonrió con un aire bromista Alice, a la vez que reconociendo la sensatez de sus planteamientos.

―Buah, ojalá hubiera sido desde que me levanté, así no habría perdido contra un criajo preadolescente al baloncesto.

―¡Hey! Con Adán menos, ¿eh? ―Respondió la rubia protectora aún sabiendo que el apelativo no pretendía ser hiriente.

―No le hagas caso a tu novio, esta vez se queja de Adán, la próxima le echará la culpa a su mano chula ―aventuró Davis haciendo referencia a la prótesis de la mano del joven sin temor a que pudiera ofenderle, tal era la confianza que se habían ganado―, pero el caso es que mientras juegues con él, no esperes terminar con la victoria.

En vez de defenderlo, Alice giró la cabeza hacia el joven, llevándose la mano derecha con la que sostenía la falcata desenvainada al rostro para ocultar la amplia sonrisa que se le dibujó en el momento en el que vio la expresión de su pareja, con las cejas entre fruncidas y alzadas en una mezcla de incredulidad y resquemor mientras pensaba rápidamente una respuesta ingeniosa, ajeno a la ternura que despertaba esa predecible reacción en la chica que tanto quería. De pronto, primero la postura del pelinegro se tensó deteniendo su avance, y luego la mirada de M.A. adquirió un matiz de cautela a la vez que se tornaba calculadora según le pareció a Alice, cuya sonrisa se desvaneció apenas siguió la mirada del joven hasta el punto en el que había quedado fijada.

―Agachaos ―susurró Davis, obedeciendo él mismo la propuesta.

Dando la espalda al vallado metálico al parecer severamente oxidado, el grupo se avanzó a cuclillas al pequeño islote de vegetación que tenían justo al lado, casi al pie de la carretera. Al otro lado del asfalto, varios metros más adelante, aunque aún en la periferia del pueblo, dos figuras habían surgido de lo que parecía un taller de automóviles, o tal vez era solo un almacén. Alice desdobló el papel donde Puma había copiado el mapa del lugar para confirmar algo en lo que acababa de caer en la cuenta.

―Zombis ―sentenció M.A.―. Me pregunto si habrá más allí dentro.

―Ya decía yo ―murmuró Alice para sí misma antes de volver su mirada hacia la construcción de la que salían los dos torpes cadáveres andantes.

―Mientras sean solo zombis y no demasiados, está todo bajo control ―comentó el pelinegro volviendo su mirada hacia la rubia, cuya expresividad no quedaba limitada como la suya al carecer de traje―. ¿Qué tienes, Alice?

―Es ese almacén, o lo que sea ―la chica señaló un punto en el extremo nordeste del boceto, agradeciendo el detallismo de Puma a la hora de reproducir el original en la hoja―.Esto es una gasolinera, ¿os fijáis en esta figura?

―Oh, es la misma.

―Ahá. Así que aunque no viene marcado en el mapa, sabemos que debe tratarse de algún tipo de taller o almacén de la empresa de la gasolinera. Nuestra prioridad son víveres, así que por lo pronto, podemos evitar este encuentro para ahorrarnos tiempo.

―Aunque la idea es hacer este pueblo habitable para mover aquí el “campamento” ―dijo entonces M.A.―, con que, ¿no sería mejor ir limpiando ya para ahorrarnos luego el trabajo?

―No hacer el pueblo habitable, sino ver si lo es, corrección.

―Alice lleva razón esta vez, de momento, nada nos dice que luego descubramos que, por la razón que sea, este sitio no sea adecuado para trasladarnos. Y al margen, aunque pueda haber cosas interesantes allí dentro, la comida es lo primero durante esta exploración.

―No solo durante esta exploración, siempre, corrección ―parafraseó el rubio a su novia sintiendo un retortijón en el estómago al recordar que hacía ya varias horas del último bocado, el cual había sido además bastante frugal―. Muy bien, no llamemos su atención entonces, avancemos discretamente.

Los otros dos asintieron, y sin dejar de asir sus armas blancas en alerta, reanudaron la marcha en paralelo a la calzada buscando la cobertura de la vegetación en la medida de lo posible. Sin embargo, los dos seres decrépitos tampoco se habían detenido y ahora pisaban el asfalto, las contadas plantas y el avance sigiloso no les salvaría de ser descubiertos. Los jóvenes intercambiaron miradas, Davis se encogió de hombros de forma casual, Alice asintió.

―Será un visto y no visto ―estuvo también de acuerdo el rubio de la decisión tomada sin necesidad de palabras.

Alice se lanzó con sorprendente rapidez y agilidad hacia la criatura más cercana, trazando un arco en el aire hacia tras con su arma al mismo tiempo, como para coger más impulso para el único ataque que había planeado efectuar de forma instintiva. En lo que pareció un instante más tarde, con un desagradable crujido de huesos, el no muerto más alejado se desplomó carente de vida por segunda y última vez, habiéndole atravesado el cráneo la característica lanza del pelinegro; al siguiente, la hoja de la falcata de Alice cercenó la cabeza del enemigo que aún quedaba en pie limpiamente. M.A estudió vigilante el panorama, en busca de cualquier otra presencia no anunciada, mientras el pelinegro observaba a la chica rescatar la lanza de la sesera de su última presa. Alice se reunió con ellos trotando y, tras devolverle el arma a su amigo, procedió a frotar la hoja de la suya contra la hojarasca para limpiarla en la medida de los restos de su reciente encuentro.

―Creo que algo acaba de moverse al otro lado de la ventana rota de ese edificio ―señaló el rubio hacia la construcción de planta rectangular que se encontraba justo detrás del supuesto taller del que habían surgido los zombis―. Y más allá de creencias, ese... loquesea que hay en el próximo cruce se está arrastrando, parece.

―Bueno, se está incómodo cuando no ves a ninguno de los lugareños en un pueblo que tiene cerca de tres mil habitantes ―bromeó Alice más relajada después de haber pasado a la acción aunque fuera por unos cortos segundos―. ¡Y más en fiestas!

―Sí que es verdad que la tranquilidad absoluta te pone más tenso a medida que se prolonga, valga la ironía ―Davis atisbó una figura humanoide más deambulando por la calle a bastante distancia, por su inestable caminar, dedujo que sería un podrido más―. No hay que bajar la guardia, aislados o en parejas, los zombis solo son unos segundos de pausa en el camino, pero aparecidos por sorpresa o en grandes números...

―Oye, que lo sabemos, el apocalipsis no empezó ayer ―sacudió la cabeza M.A. fingiendo desaprobación, tomando en cuenta el consejo de su compañero.

―Casi-apocalipsis. El mundo aún tiene algo de vida en él, es solo que cojea... de las dos piernas.

―Y seguramente también esté manco ―añadió Davis suspirando.

―Aunque no creo que tengamos prótesis para él ―se rió el rubio mirándose de soslayo el brazo en el cual se encontraba la suya bajo el asfixiante traje.

―Joder, ¿pero qué...? ―Con cautela, Davis apretó el paso haciendo un ademán a los otros dos para que no se quedaran atrás.

Lo que M.A no había sabio identificar unos metros más atrás resultaba ser sin duda un felino de mediano tamaño, tal vez una pantera. El animal abría las fauces gesticulando en lo que parecía un intento de proferir algún rugido o similar, pero los leves sonidos entrecortados que se brotaban de su hocico eran apenas audibles mientras la criatura, con las garras clavadas en el terreno restregaba dolorosa y desesperadamente su vientre por el mismo.

―Es un lince...

La criatura orientó sus puntiagudas orejas hacia ellos y erizando el pelo de su lomo mostró sus prominentes colmillos mientras retrocedía un par de metros arrastrándose con movimientos bruscos.

―Parece que no pueda vernos ―observó también la rubia, conmovida por el visible sufrimiento de la criatura―. De todos modos, ¿qué demonios le pasa? Tampoco parece esta una zona de fuerte radiación, el entorno está en condiciones muy similares a la aldea en la que estamos parando.

―No tengo ni idea, pero se acercan más de nuestros anfitriones ―indicó M.A señalando hacia más delante de la carretera y luego a unos árboles por donde un solitario caminante putrefacto avanzaba atraído por su presencia.

―No podemos dejarlo así.

Los dos jóvenes miraron a Alice y luego se miraron entre ellos. Davis jugó con la lanza en su mano con experiencia haciéndola girar una vez antes de volver a agarrarla con fuerza.

―Los de la calle están aún lejos, yo me encargo de ese. No tardaré.

Quedando por un momento sola la pareja, Alice suspiró sin levantar la mirada del lince, el cual ya no reaccionaba de ninguna forma a su presencia a pesar de mantener sus orejas orientadas hacia ellos, volvía de nuevo a restregarse sobre la tierra.

―No podemos hacer nada, ¿verdad?

―Podemos... ―M.A. puso una mano sobre el hombro de Alice que se había acuclillado―. Debemos acabar con su sufrimiento, es cruel dejarlo así.

Ya lo sabía. Había visto morir a mucha gente a lo largo de los últimos dos años y pico, personas en su gran mayoría, a veces gente cercana, de tantas formas y tan macabras. Y, sin embargo, allí estaba, con el corazón dividido al ver estremecerse a aquel animal agonizante.

¿Por qué no dejaba de ser difícil y doloroso de una vez? ¿Cuánto tiempo tenía que permanecer viva en ese mundo delirante y corrompido para dejar de sentir esa opresión en el pecho? ¿Cuánto más sufrimiento, tortura, muerte y decadencia presenciar para insensibilizarse?

Alice se irguió y miró a su compañero.―Podrías pegarle un tiro en la cabeza, sería una muerte instantánea ―propuso ella.

―Tenemos siete balas, Alice, debemos reservarlas para cuando la situación lo exija a riesgo de vida o muerte.

―Claro ―se rindió la chica consciente de que su novio tenía razón. Alice dio un paso al frente con decisión pero este no le retiró la mano del hombro, sino que le dio un ligero apretón.

―No tienes por qué hacerlo tú.

―Lo sé.

Percibiendo la determinación en su voz, M.A retiró la mano de su hombro, permitiéndole avanzar. Curiosamente, tal vez intuyendo instintivamente su inminente muerte, la criatura se revolvió hacia la chica mostrándole su afilada dentadura, un segundo de vacilación detuvo a la joven antes de asestar la mortífera estocada con la falcata que sesgó su vida.

Davis se reunió con ellos en breve, pero no cruzó palabra alguna con ninguno de los dos, el ambiente desenfadado de hacía menos de dos minutos pareció quedar allí atrás, también muerto junto al cuerpo aún tibio del lince. En un silencio solo interrumpido por los breves intercambios necesarios para organizarse a la hora de deshacerse de algunos muertos vivientes que les salían al paso, aunque por su aproximación desganada y aislada, no se veían expuestos a ninguna amenaza seria. Los zombies eran uno de los peligros menos preocupantes en el nuevo mundo cuando además aparecían en reducidos números, pero en ese pueblo, daba la sensación de que eran bastante menos agresivos y más torpes en cambio.

Dejaron la carretera por la que habían venido tomando el desvío a la derecha y continuaron su camino por una calle más pobremente pavimentada, la cual ya se introducía en el pueblo propiamente dicho donde las casas se alzaban a ambos lados de la vía. Lo primero que les llamó la atención fue el estilo de los edificios: con una apariencia rústica y europea, las casas adosadas con las del resto de su manzana, principalmente de ladrillo, a menudo pintadas de blanco u otras tonalidades claras. Pese a que actualmente el estado de aquellas primeras viviendas estaba algo deteriorado, aún daba la impresión de lo peculiar del lugar.

―Es un sitio curioso cuanto menos ―comentó M.A. desde el flanco izquierdo de Davis, paseando la vista por los edificios entre curioso y vigilante.

―Oye, ¿no notáis algo... extraño en el aire? ―Preguntó Alice pensativa y algo incómoda. La muda respuesta de los otros dos le bastó―. En realidad no es nada, seguramente sea imaginación mía, no sabría decir que noto de raro, es más una sensación estúpida ―la chica suspiró como cansada―. Debe ser la escasez de comida de los últimos días, a ver si llegamos ya a alguna de las tiendas y encontramos algo.

Los gruñidos roncos que resonaban de fondo mezclado con varios otros sonidos, se fueron haciendo más audibles a medida que transitaban aquella calle. Provenían de la última casa a mano derecha antes de llegar al cruce que debían tomar hacia el norte. Asomándose primero Davis con precaución al marco de la ventana de la vivienda, el chico se encontró una escena singular a través del hueco abierto entre dentelladas de vidrio.

En efecto, no era más que la voz de un zombi cualquiera. En el interior de la casa de aspecto viejo e interior desordenado, podía apreciarse lo que parecía una familia de no muertos compuesto por cinco integrantes, quienes esparcidos por la estancia, así como estáticos en el tiempo, permanecían de pie aparentemente hipnotizados contemplando con la mirada perdida algunas zonas de la estancia, como suelos, objetos, muebles o paredes sin realizar ninguna clase de movimiento. Lo mas curioso de la escena era uno de los integrantes de aquella familia de no muertos, una mujer de complexión obesa, quien a diferencia del resto de podridos, permanecía sentada en una vieja silla de madera arrimada a una amplia mesa cubierta por una gruesa capa de polvo. Su mirada perdida recaía sobre un sucio plato situado a escasa distancia de la zombificada mujer, el cual, lleno hasta arriba de alguna clase de comida en avanzado estado de putrefacción, era un reclamo para las moscas que sobrevolaban el lugar atraídas por el olor a podredumbre. La visión de aquellos inquilinos de la vivienda y el análisis a primera vista de aquellos tres pares de ojos analizando rápidamente la escena en cuestión, llegaron a la conclusión ante su primera impresión, sobre la mas que segura la extrema pobreza de recursos que posiblemente pudiera haber en aquella vivienda, por lo que se ahorraron inspeccionarla y con ello correr algún peligro al enfrentar a aquel grupo de muertos vivientes. Además, a ninguno le apetecía enfrentarse a la “Big Mother”.

Puestos de nuevo en camino, dirección norte, el walkie de Adán en posesión de Davis hizo una emisión.

―Davis, ¿me recibes?

―Alto y claro, Eva ―respondió el apelado llevándose el aparato próximo a su rostro.

―De momento no ha habido ningún incidente, salvo algunos podridos dispersos, no hemos tenido ningún otro encuentro.

―Nosotros igual, si es lo peor que nos vamos a encontrar aquí, bienvenido sea.

―Y tanto ―suspiró la voz de la mujer antes de adquirir de nuevo una entonación más serio―, aunque ni se te pase por la cabeza relajarte, no estamos haciendo turismo.

―Lo sé, lo sé ―no pudo evitar sonreír el pelinegro detectando una sombra de preocupación en el tono autoritario de la joven.

―Eso espero. Bueno, cambiando de tema... ¿Tenéis algo que reportar vosotros?

―Nada importante de momento ―negó él―. Estaremos en contacto, tened cuidado por ahí.

―Descuida. Corto y cierro ―la estética del aparato cesó tan abruptamente como había surgido con la voz de la joven.

Davis volvió a colocarse el walkie en su cinto, desocupando de nuevo su enguantada mano izquierda a la vez que reanudaba la marcha con el resto del grupo. Pasada algunas calles, el olor que Alice notificó en un inicio se hizo mas que evidente para sus compañeros, golpeando con fuerza sus fosas nasales.

―Mirad eso, chicos... ―comentó Alice arrugando la cara mientras señalanba a una pila de restos humanos carbonizados a unos pocos metros de ellos, el cual despedía un fuerte hedor que obligaba a aquel trío a arrugar la nariz y los rostros.

Ante la sorpresa del dúo masculino, Alice rompió la formación echando a correr hacia la pila de cadáveres carbonizados llevándose una de sus manos a la nariz y boca en un intento de respirar la menor cantidad posible de aquel fuerte olor. Necesitaba ver algo, no tenía mucha idea, pero tal vez el estado de carbonización de los cadáveres pudiera decirle cuanto tiempo hacía que habían sido quemados.

―¡Pero qué haces! ―La reprendió nervioso M.A, subiendo el tono de más, lo que obligó a ganarse la atención de todos los paseantes que vagaban por aquella zona.

Consciente de que acababa de meter la pata al no controlar el volumen de su voz, M.A barrió con la mirada las cercanías rápidamente para analizar la situación, antes de centrar de nuevo su interés en la joven, que se había vuelto hacia él con una sorpresa que se transformaba por instantes en fastidio.

―¿Qué haces tú? ―Le reprochó ceñuda―. Ahora se nos echarán encima todos. Adiós a la discreción. ―respondió molesta volviendo rauda a su posición.

―¡¿Se puede saber que narices has ido a ver allí?! ―preguntó un histérico M.A sin dejar de contemplar a los podridos acercarse en todas direcciones.

―Necesitaba ver si llevaban mucho tiempo quemados. Esa pila de cadáveres no se ha juntado y quemado sola. Alguien lo ha tenido que hacer, por lo que es posible que no esté abandonada del todo esta aldea.

El rubio se tranquilizó ante la respuesta de su chica, tenía razón sobre lo que acababa de decir. ―¿Y bien? ¿Hace mucho que han sido quemados? ―preguntó llevándose la mano al mango de la pistola sin dejar de observar los alrededores.

―La verdad es que no tengo ni idea... ―respondió con cierta timidez. ―Pero si huele tan fuerte es porque no han debido de quemarlos hace mucho ¿no?

―Mira, no lo sé Alice, pero es posible que huelan así por la cantidad de cadáveres o por el combustible que le hayan echado a los cuerpos... ¡yo que sé! ―trató de ofrecer M.A otra alternativa. ―Pero no vuelvas a romper así la formación, es peligro. ―reprendió a su novia con el ceño fruncido.

Alice no pudo hacer mas que abrir la boca para tratar de responder al rubio que tenía delante, pero ninguna respuesta salió cuando el joven lancero se entrometió en la pequeña discusión de pareja.―Chicos, este no es el momento. Yo tampoco sé hace cuanto fueron quemados, cualquiera de los dos podríais tener razón, pero ahora no es el momento de discutir quien la tiene. Atravesaremos el parque ―decidió Davis, ubicando una detrás de otras más de una docena de figuras que se les aproximaban con paso vacilante desde distintas direcciones―, entre los arriates, con las plantas, y los bancos, será más fácil sortearlos para no tener que enfrentarnos a varios al mismo tiempo.

―Ya no parece que sean tan pocos ―asintió M.A sin dejar de sujetar el mango del arma que descansaba en su cinto―.Pareciera que tienden a hacinarse en el interior de los edificios.

―Lo que es la tienda de alimentación propiamente dicha está justo al norte de nuestra posición actual, tres manzanas más adelante ―expuso Alice estudiando el mapa que sostenía con la misma mano que su falcata, mientras con la otra abría parcialmente la cremallera de la mochila que cargaba a la espalda para tener más a mano los cócteles molotov―. Las dos calles paralelas al parque desembocan en una avenida perpendicular. Propongo que tiremos hacia la izquierda cuando tomemos la avenida y coger la primera salida, tirando por allí pasaremos de camino junto a la papelería, el mini servicio, la ferretería y un bar, aunque la papelería y la ferretería no son prioritarios, ya.

Así pues tomaron el camino de la izquierda de la avenida muy sigilosamente evitando el contacto directo con algunos podridos, atravesando una zona de hierba alta que les llegaba hasta la cintura al no haber nadie en el pueblo que se dedicara a cortarlas controlando su crecimiento. Apenas se dirigieron palabra alguna para evitar hacer el mínimo ruido posible mientras avanzaban entre aquel pequeño mar verde, pero de pronto para la sorpresa del trío escucharon una especie de chasquido proveniente de detrás de M.A que los inmovilizó durante un segundo antes de mirar hacia atrás. Justo a sus pies, entre todos aquellos manojos de hierbas altas que estaban pisando, se encontraba la mitad superior de un zombie cuya evidente inactividad hasta aquel preciso momento dio a entender que llevaba bastante tiempo ahí quieto, días, semanas, algunos meses quizá, pero la llegada de ellos tres provocó que se moviese buscando comida. Rápidamente M.A reaccionó sacando su Scramasax a tiempo para clavárselo en la cabeza antes de que pudiera alcanzar cualquiera de sus extremidades, acto seguido miró a Alice con una muda impresión en su rostro, ante el podrido que no había visto a simple vista y que de no haberse percatado de este, probablemente le hubiera arrancado un buen pedazo de carne de sus piernas o tobillos. Alice lanzó una mirada tranquilizadora al joven de agitada respiración, ya que solo había sido un susto, continuaron avanzando hasta llegar a el mini servicio.

La tierra crujía bajo los pies del trío de exploradores, quienes avanzando en su camino no se detuvieron a mirar ni un instante hacia atrás para ver al trío de compañeros de expedición del que se estaban separando. En perfecta alineación, Eva y su alabarda iban al frente, seguida de Maya y su martillo de guerra, finalmente acabando la formación con Puma y su reluciente espada nazarí. Sin mediar palabra alguna, el trío avanzaba a paso ligero con los cinco sentidos alerta inspeccionando con la mirada y los oídos todo aquel basto territorio que les rodeaba. El viento mecía levemente las hojas secas de las ramas de los árboles que habían por el camino, tan basto era el silencio que podían escuchar el aullar del viento mientras elevaba pequeñas nubes de arena del camino. No había nada interesante a la vista, árboles marchitos y arena, hasta que finalmente, ya suponiendo que estaban cerca del pueblo en sí, vieron a varios metros del sendero por el que caminaban, unas primeras construcciones de madera cerca de unos campos de cultivos marchitos. Era mas que obvio que se trataba de una granja, compuesta por una semi derrumbada y mas que visualmente abandonada vivienda de dos plantas, un establo, un granero, y un gran corral circular, cerca de los campos de cultivos, un pozo podía ser visto.

―Esperad un momento, ―detuvo Maya la marcha de sus compañeros deteniéndose ella súbitamente ―dejadme apuntar este lugar en el mapa, puede que algún día nos resulte interesante venir a este sitio a inspeccionar.

―Bueno, por lo que veo desde aquí hay un pozo, tal vez tenga agua. ―respondió Eva entrecerrando los ojos ante los haces de luz solar que daban de lleno a su rostro. ―Está bien, señala este lugar en el mapa.

―¿Creéis que habrá algo mas que esa posible agua en el pozo? Y respecto a ese posible agua que albergue el pozo ¿se podría beber? ―preguntó Puma no muy convencido de que aquel destartalado y polvoriento lugar pudiera contener algo de utilidad.

―No estoy segura si se puede beber o no, creo que según la procedencia de ese agua. Pero creo recordar que Davis y su grupo tenían un pozo del que sacaban agua mucho antes de unirse a nosotros. Y bueno, es posible que encontremos algunas herramientas, tablones de madera, cuerdas, cubos, y otras cosas por el estilo en el establo y el granero, y tal vez algo mas en esa vivienda, quien sabe, comida enlatada quizá o incluso hilos y agujas de tejer. ―respondió Eva aún con los ojos semi cerrados ante la luz solar. ―Pero ahora no hay tiempo para ponernos a inspeccionar ese lugar, ya lo haremos en algún otro momento.

―Bueno, esto ya está. ―comentó Maya colgándose de nuevo la mochila tras guardar el mapa. ―Sigamos.

El trío continuó con la marcha caminando por el mismo sendero que habían estado siguiendo desde el inicio, para la suerte del trío, ni un solo muerto viviente había aparecido desde que se separaron de Alice, Davis y M.A, todo estaba extremadamente tranquilo y silencioso por suerte o para desgracia de ellos.

―¿No es curioso que no nos hayamos topado con ningún zombie? ―preguntó Maya en un intento de iniciar alguna conversación entre sus mudos compañeros.

―Mmmm... Tampoco nos hemos topado con mas signos de vida humana mas allá de aquella granja, no veo tan raro que no encontremos ningún podrido por la zona teniendo en cuenta que aquí no hay absolutamente nada de lo que se puedan alimentar. Pero no te preocupes, apuesto a que pronto nos los encontraremos en el pueblo. ―respondió Eva seriamente sin prestarle mucha atención a su compañera, pues aunque no hubiera signo alguno de no muertos en la zona, no estaba dispuesta a dejar de contemplar los alrededores, mejor prevenir que curar. ―Será mejor que prestes atención Maya, hay muchos árboles por esta zona, y aunque no se vean muertos a simple vista, no significa que no pueda haber alguno oculto tras algún árbol esperando a que nos despistemos para asaltarnos.

―Si, claro, mantendré mi boca cerrada y mis ojos y oídos bien atentos... ―pronunció con unas carcajadas forzadas antes de mantener silencio total.

La joven se sentía un poco incómoda con la situación, aunque no era la primera vez que se percataba de una actitud así por parte de Eva, bueno, no solo de Eva, también de Puma. Ambos eran extremadamente serios cuando estaban de misión, se lo tomaban bastante a pecho, como cuando ella y Davis se encaminaron tiempo atrás con Eva hacia la guarida de Michaela Evans, la líder del grupo de Zodiaco. De camino a la base, Eva se mostró bastante seria y dispuesta a cumplir con su objetivo sin importarle mucho el tema de que Davis tuviera algunos problemas de movilidad, tan ensimismada estaba a cumplir su objetivo de salvar a Adán que no le importaba marcharse por su cuenta dejándolos a ambos atrás, aunque por supuesto aquella actitud pensó que fue por el tema de que Adán había sido secuestrado por aquella demente mujer, pero ahora se daba cuenta de que no era solo en aquella situación, siempre era así cuando estaba de misión y tenía un objetivo que cumplir, objetivo que se le metía entre ceja y ceja y del que tenía la necesidad de cumplir a como diera lugar. Ahora se daba cuenta de ello, y no solo Eva, Puma era exactamente igual a ella en ese asunto. Seriedad y cumplimiento del objetivo ante todo, no había momento para bromas, distracciones o comentarios estúpidos. Era incapaz no sentir la tensión de la situación, apostaba que el grupo de Davis, Alice y M.A se tomarían una situación como esta mas relajada que Puma y Eva, de hecho, pondría la mano en el fuego a que entre ellos se tolerarían varias bromas. Aquel sería un grupo mas comunicativo que aquel en el que iba junto a Eva y Puma.

Al final, como Eva predijo, tres o cuatro podridos les salieron al encuentro durante el trayecto al pueblo, por supuesto, no fueron problema algunos para ellos, una vez eliminados el viaje siguió tan serio y silencioso como en un principio. Una vez entraron al pueblo se percataron a simple vista de la baja o mejor dicho, nula actividad zombie que aquel pueblo daba a simple vista, en los cinco minutos que llevaban dentro no se habían topado con ningún zombie andando sin rumbo por el pueblo, el cual no era precisamente tan grande como para que pudieran estar tan ocultos y esparcidos como para no ser visto ni uno solo en los cinco minutos en los que habían estado andando ciegamente por aquellas calles. Aquel pueblo estaba compuesto de pintorescas casas de estilo europeo que le daban a aquel pueblo un toque bastante característico. El trío caminaba en completo silencio mirando en cada esquina, cada calle, cada casa ante la advertencia de Eva de mantener los ojos bien abiertos ante la extraña ausencia de no muertos en las calles.

―¿Chicas, oléis eso en el ambiente? ―preguntó Puma olisqueando el aire tratando de encontrar el origen que aquel olor extraño.

―¿No huele como a algo quemado? ―preguntó Maya identificando el olor con el de algo quemándose.

―¿Quemado? Mas bien diría carbonizado. Puede que haya algún incendio o algo por el estilo que se haya extinguido recientemente. O al menos, eso pienso, huele como si se hubiera quemado una gran cantidad de basura o algo por el estilo. ―respondió Eva pensativa. Tras unos momentos en silencio mirando el cielo en busca de alguna columna de humo inexistente, llevó la mano a su cinto para agarrar el walkie con el que contactaría con el otro grupo de expedición. ―Davis, ¿me recibes?

―Alto y claro, Eva. ―respondió el joven al otro lado del aparato sin hacer esperar a la joven que clamaba su presencia.

―De momento no ha habido ningún incidente, salvo algunos podridos dispersos, no hemos tenido ningún otro encuentro.

―Nosotros igual, si es lo peor que nos vamos a encontrar aquí, bienvenido sea.

Ante la respuesta de Davis, Eva frunció el ceño al interpretar que aquel grupo no se había percatado del olor a quemado en el ambiente, probablemente estuvieran lejos del origen de aquel olor, por no hablar que además el viento soplaba en la dirección en la que ella, Maya y Puma se encontraban, dirigiendo el olor a su posición.

―Y tanto. Aunque ni se te pase por la cabeza relajarte, no estamos haciendo turismo.

―Lo sé, lo sé. ―afirmó el joven sabiendo perfectamente a lo que iban.

―Eso espero. Bueno, cambiando de tema... ¿Tenéis algo que reportar vosotros?

―Nada importante de momento ―negó Davis dándole a Eva la indirecta afirmación una vez mas de que no había captado aquel olor―. Estaremos en contacto, tened cuidado por ahí.

―Descuida. Corto y cierro. ―pronunció antes de volver el aparato al cinto.

―Me llama la atención una cosa. ―comentó Puma cruzado de brazos. ―Cuando dijo que no había sucedido nada importante por el momento ¿se refiere a que tampoco se han encontrado zombies? ¿De ser así no lo habrán visto como algo extraño?

―No tienes porque. ―respondió Maya de inmediato. ―Que nosotros no hayamos encontrado zombies no significan que ellos tampoco, si los han encontrado y matado, entonces sería una situación común y normal que no vale la pena reportar.

―Ya, entiendo. ¿Y ese olor tampoco lo han notado?

―Es posible que estén mas lejos que nosotros del origen, además de que el aire sopla en esta dirección. ―comentó Eva. ―Bueno, eso no importa ahora, sigamos con lo nuestro, es cuestión de tiempo que encontremos podridos en el camino, me niego a creer que un pueblo de unos tres mil habitantes si mal no recuerdo, esté completamente vacío.

El trío comenzó de nuevo la marcha siguiendo las indicaciones de Maya, quien portando el mapa dirigía al grupo hacia el centro médico marcado en el mapa del pueblo. Y finalmente tras doblar una esquina de la misma calle en la que estaban, aquello que tanto clamaban apareció. Arrastrándose por el suelo, un no muerto de largas extremidades en un extremadamente avanzado estado de desnutrición, así como de descomposición,y que dejaba parte de su cráneo y otras zonas óseas visibles entre la piel grisácea, elevó con dificultad entre leves temblores la cabeza al sentir los pasos del grupo. El no muerto tendido en el suelo a penas tenía fuerzas para poder arrastrase a ellos, a medida que lo hacía, iba dejando en el camino un rastro de piel y sangre que se desprendía ante la leve fricción entre el asfalto y su torso desnudo. Al grupo le pareció repulsivo aquel ser, era mas un esqueleto andante que zombie.

Eva avanzó lentamente hacia él seguida por sus dos compañeros, y sin problema alguno clavó el pico de su alabarda en el cráneo del muerto viviente, para nada mas sacar el pico de aquella zona ósea que sobresalía entre la piel, ver como un líquido de un rojo oscuro salía de forma espesa del orificio, liberando un desagradable olor.

―Es como si acabaras de reventar un huevo podrido. ―pronunció Maya arrugando la cara ante el fétido olor.

Imitando la reacción facial de su compañera, Eva examinó a simple vista las condiciones del cadáver. ―Está esquelético, es como si no hubiera comido carne durante mucho tiempo y por ello comenzó a consumirse su propio cuerpo llevándolo a la putrefacción. ―comentó ante aquel desnutrido y putrefacto aspecto de la criatura. ―Tiene incluso el vientre hundido hacia dentro.

―Quizá este sitio lleve abandonado mucho mas tiempo del que pensábamos, y al no haber cuerpos de los que alimentarse, este y otros no muertos hayan comenzado a consumirse hasta desfallecer muriendo por el avanzado estado de descomposición de sus cuerpos. ―teorizó Puma ante el aspecto del no muerto y el comentario de Eva. ―Además, esa lentitud, es como si llevara mucho tiempo inactivo, sin cazar, como si fuéramos los primeros humanos que ve en mucho tiempo. Un zombie normal se hubiera percatado de nuestra presencia mucho antes, no hubiera necesitado que estuviéramos a una corta distancia para percatarse de nosotros.

―Es probable que sea eso Puma, de lo contrario no me explico como en este tiempo solo hemos visto a uno. Pero déjame recordarte que un zombie se descompone por el simple hecho de estar muerto, no necesita dejar de alimentarse para consumirse y morir de desnutrición. Lo que dijo Eva antes de lo de no comer y desnutrirse por ello era solo un ejemplo para describirlo. A los que nos hemos encontrado de camino al pueblo estaban en un estado de delgadez extrema como este. ―dio Maya su opinión recordando a los no muertos que se toparon antes de llegar, los cuales a pesar de ser capaces de andar por su cuenta, estaban en un estado similar.

Eva echó a andar seguida del dúo con tal de alejarse de aquel fétido olor, y hasta que no estuvo a varios metros alejada del cadáver, no se permitió tomar una bocanada de aire para llenar sus pulmones y poder abrir de nuevo la boca para dar una contestación a los comentarios de sus compañeros.

―No creo que sea del todo cierto lo que acabáis de decir. Si llevara tanto tiempo este lugar sin gente como para que los zombies acabaran en ese estado... ¿Cómo explicáis ese olor a quemado? Recientemente, o hace ya algunas horas debió de prenderse algo que liberara ese olor que hay en el ambiente.

Puma detuvo sus pasos obligando a las féminas a detenerse y a voltearse para mirarlo. ―Tienes razón, pero eso no explica porque hemos encontrado a varios zombies en semejante estado, pero lo que si hay claro en una cosa. ―comentó dirigiendo una mirada seria a sus compañeras. ―Además de nosotros y esos otros tres, tiene o tuvo que haber alguien mas en el pueblo.

Un pesado silencio cayó entre los tres. Se supone que querían tratar de tomar el pueblo de tener condiciones favorables para mudarse allí, pero el hecho de que otros pudieran saber de este, o que hubiera allí otro grupo de personas viviendo, suponía un grave problema para ellos. Ante el silencio de ellos, un débil cántico se escuchó al fondo de la calle, cuando la silueta de un cadavérico grupo de seis integrantes, aparecieron doblando la esquina. Se percataron a simple vista de ello, estaban en el mismo estado que los que anteriormente habían matado, presentando una extrema delagadez, sus estómagos se hundían hacia adentro, siendo visibles tiras de piel grisacea colgando, dejando ver zonas óseas de su cuerpo, lentamente, pero que muy lentamente, mas de lo que un zombie común pudiera moverse, aquellos sacos de huesos, o casi mejor dicho, esqueleto andantes, caminaban paso a paso hacia el grupo entre gemidos de baja frecuencia casi imperceptibles de no ser por el silencio del lugar.

―Son bastante lentos... ―comentó Maya con indiferencia. ―Si un zombie común lo comparo con una tortuga andando, estos serían como un caracol avanzando.

―Mejor para nosotros. ―comentó Puma avanzando pasando a la vera de Eva y Maya.

―¡¿A donde vas Puma!? ―exigió saber la castaña al ver a su compañero andar a paso ligero hacia el grupo de podridos. ―¡¿Acaso quieres que te muerdan!?

Haciendo caso omiso, el pelinegro paso a la vera, a no mas de un par de metros del conjunto de podridos a trote. Tan lentos eran que incluso a esa distancia no pudieron alcanzarlo aún extendiendo los brazos. Las mujeres se miraron cuando el llamado Puma alzó los brazos despreocupadamente al otro lado de la calle invitándolas a pasar.

―Deberían de haberte arrancado la yugular por romper la formación para hacerte el chulo. ―murmuró Eva antes de ir hacia su compañero un tanto irritada por la estúpida acción de Puma.

Maya no fue menos, no pensaba quedarse ahí sola. Aunque algo mas alejadas que metro y medio o dos metros de la vera del grupo de caminantes, las féminas cruzaron sin problema alguno a trote.

―¿Veis? No era para tanto.―comentó el joven mirando a aquellos esqueletos andantes aún a medio camino de ellos.

―Igualmente no vuelvas a hacer eso Puma. No rompas la formación, ves detrás de Maya y no te confíes. ―respondió Eva con el ceño fruncido. ―No sabemos si todos los zombies están en este estado, o si puede aparece un tío armado y volarte la tapa de los sesos mientras bajas la guardia para chulearte un poco de esos zombies frente a nosotras.

―Está bien. ―respondió simplemente con un suspiro volviéndose a colocar detrás de Maya. ―¿Por donde queda el centro médico, Maya?

―Bueno, hay que ir ahora por la izquierda bajando un par de calles en busca de la floristería Olivia y girar a la derecha. Después de girar a la derecha, en esa misma calle, deberíamos de encontrar la tienda de ropa Marily al final de esta. Volvemos a girar a la derecha y bajamos una calle mas para llegar al centro médico. ―comentó Maya leyendo el mapa.

―Está bien, entonces vamos a darnos prisa. ―comentó Eva echando un vistazo al reloj. ―Aún hay tiempo, pero mientras llegamos, buscamos y volvemos al punto de partida se nos pasarán las dos horas volando.

El grupo se volteó para mirar al grupo de no muertos al que le daban la espalda, aún a uno cuatro metros, daban una imagen bastante patética por la exagerada lentitud de estos. Tras intercambiar unas miradas en silencio encogiéndose de hombros, el grupo continuó por donde Maya indicó.

Las manos de la joven rebuscaban entre el cajón del cuarto de baño un peine y unas tijeras, tras varios días percatándose del problema que podría suponer su larga y oscura melena al no ir recogida, como por ejemplo solía hacer Nicole con un coletero, Jessica finalmente se había decidido a cortarse el pelo, al menos para quedarse el cabello en media melena. La joven se miró al espejo torciendo los labios con algo de desaprobación, siempre le había gustado llevar el cabello largo, pero a decir verdad ya lo tenía muy largo y podría suponerle un problema de llegar un zombie a atraparla agarrándola del pelo, y no era tampoco partidaria de llevar coleteros, le gustaba mas el pelo suelto. Entonces alguien llamó a la puerta del baño para su asombro.

―¿Jessica? ¿Estás bien? ―se escuchó la voz de Nicole al otro lado de la puerta.

―Sí, está abierta la puerta, pasa.

Ante la invitación, la joven mujer de dorados cabellos entró al baño. ―¿Se te pasaron ya las nauseas? ―comentó acercándose a la joven.

―Si, solo duraron un momento.

―Ya veo. Mmm... ¿que haces con esas tijeras? ―se interesó la joven al verla con ellas en las manos.

―Estaba pensando en cortarme el pelo y dejarme media melena. Pero no lo he hecho yo nunca sola, así que tampoco sé muy bien si me saldrá como quiero o si me quedará mal y desigualado. ―respondió mirándose así misma dudosa al espejo.

―¿Quieres que te lo corte yo? ―se ofreció Nicole con una sonrisa.

―Si, por favor, confío mas en tus manos que en las mías propias. ―respondió devolviéndole la sonrisa al tiempo que le daba el peine y las tijeras.

Nicole metió las tijeras en su bolsillo, dejando las puntas afiladas sobresaliendo por fuera de este, y cepillo en mano comenzó a peinar el cabello de su compañera. De arriba a abajo en vertical, la joven mujer cepillaba el oscuro cabello con delicadeza mientras planeaba por donde dejarle mas o menos la media melena. Finalmente con el cabello peinado, se dispuso a guardar el peine sobresaliendo de su bolsillo para agarrar la tijera dando el primer tijeretazo que hicieron caer los primeros cabellos oscuros al suelo.

―¿Qué tal te va con Davis, Jessica? ¿Todo bien?

―Si, la verdad es que últimamente van las cosas bien entre nosotros. Hace poco me apoyó con el tema de que Eva me entrenara como está haciendo con Inma.

―¿Eva? ¿Ella te va a entrenar? ―preguntó curiosa recién enterándose de aquello.

―Si, lo hablé con ella en la taberna, junto con Inma. La verdad es que me alegro que Davis me apoyara con eso y ella misma se ofreciera a entrenarme.

―¿Se ofreció? Vaya...

―¿Te molesta que sea Eva quien me entrene? ―preguntó preocupada pensando en que tal vez hubiera sido ella quien querría haberla entrenado.

―No, en absoluto, no cuestiono para nada las habilidades de Eva, sé que ella es buena para adiestrarte, por lo que no me molesta. Pero Jessica, estamos hablando de Eva, es una mujer muy dura y estricta, y te aviso de que no esperes a que te vaya a dar algún trato de favor o algo por el estilo, te entrenará duramente sin importar las condiciones en las que estés o cuanto te quejes. Deberás estar dispuesta a darlo todo y a soportar alguna que otra regañina. ―advirtió sin dejar de cortar la melena de Jessica.

―Si, soy consciente de ello, y estoy dispuesta a soportar su mal humor y sus entrenamientos por muy duros que estos puedan ser. ―respondió seriamente la joven mas que mentalizada de lo que le podría esperar teniendo a Eva como instructora. ―Necesito volverme en un miembro mas útil Nicole, por eso acepté a que me entrenara ella.

―Ya veo.

Ambas permanecieron en silencio escuchando únicamente el sonido de las tijeras de fondo. Jessica se percató a través del reflejo, que Nicole tenía una sonrisa en su rostro mientras permanecía en silencio.

―¿Por qué sonríes?

―Me estaba acordando de cierta amiga japonesa que tenía, la muy cabrona venía a molestarme a casa para que le cortara el pelo y así no gastarse dinero en la peluquería. ―comentó sin borrar la sonrisa del rostro. ―Solía cortárselo mucho ya que no le gustaba ni el pelo largo ni la media melena, a ella le gustaba dejarse el pelo corto, que no le llegara ni a la mitad del cuello, se lo quedaba un par dedos por debajo de la altura de la barbilla.

―¿Cabrona? ¿Te refieres a esa Débora Linson?

―No, ella es estadounidense, y la conocí durante los acontecimientos de Stone City. Me refiero a Emi Tanaka, una amiga de profesión con la que mantuve una buena amistad por muchos años, ella también estuvo conmigo durante el desastre de Stone. ―respondió parando a peinar de nuevo el cabello antes de volver a cortar con la tijera. ―Lo de cabrona... bueno, teníamos una amistad un tanto curiosa en la que nos lanzábamos pullas la una a la otra para meter la pata entre nosotras.

―Ya veo, por como hablas realmente debíais de ser muy buenas amigas. ¿Entonces era agente de policía como tú?

―No, que va, ella trabajaba en la zona de oficinas de la comisaría. Por cierto, si conoces a Débora y sabías algo de Emi, supongo que Davis te ha tenido que contar algo, ¿no?

―Si, me estuvo contando algunas cosas. Su historia en Stone City, la tuya, un poco sobre lo que a Maya y al resto le sucedieron en aquella ciudad, Esgrip, el Agua Gris, los supersoldados, como él y mas civiles estuvieron dos meses en el búnker tras la destrucción de Stone, y como os llegasteis a conocer vosotros dos y os decidisteis por tratar de encontrar a Maya y al resto. ―respondió haciendo memoria. ―No lo recuerdo todo, es mucho lo que me ha contado en plan resumido sobre todos esos temas.

―Ya veo, entonces conoces lo mismo que el resto del equipo probablemente. Toda esa información la intercambiamos entre nosotros en un hospital que tenía Puma bajo su mando, cuando Ley y Johnny se reunieron con nosotros el día en el que Dyssidia murió.

―Si, también me habló un poco de eso, lo de como os juntasteis con Puma y el resto y lo que sucedió hasta que me uní al grupo. ―respondió permaneciendo un instante en silencio viendo los mechones de pelo caer a medida que su melena iba volviéndose mas corta. ―Sabes, estaba pensando en como demonios el mundo acabó así... como ahora. ¿Esgrip habrá provocado que el mundo se destruyese?

Nicole permaneció unos instantes en silencio antes de responder.―Lo dudo, pero que tienen participación indirecta es mas que evidente, al fin y al cabo todo esto lo hizo su virus. Sabes, cuando el apocalipsis dio comienzo, creo, aunque no me hagas mucho caso, fue a inicios del dos mil trece, o al menos por aquella época fue cuando salieron las primeras pruebas de la existencia de no muertos en Europa, aunque los rumores se remontan algo antes, en África. Por aquella época, yo, Davis y el resto de nuestros compañeros vivíamos en Saffron City, una ciudad vecina a Stone City localizada muy al norte de Estados Unidos.

―¿Europa? Por aquella época hubo algunos ataques terroristas si mal no recuerdo. Grupos que provenían de zonas de África y querían conquistar Europa imponiendo su religión y modo de vida.

―Si, algunos grupos terroristas atacaban a Europa por medio de atentados, y entre ellos, se usó armas biológicas, de alguna manera obtuvieron el Agua Gris. Por supuesto, la Unión Europea trató de hacer lo que el Gobierno de Estados Unidos con Stone City, tratar de ocultar las pruebas como fotografías, grabaciones o testimonios de gente que con sus propios ojos habían visto zombies andando por las calles de algunos países de Europa en el que los atentados se llevaron a cabo, pero por supuesto, poco duró el intento de restringir la salida de información, estábamos hablando de países, no de una única ciudad.

―Si, recuerdo aquello, la noticia dio la vuelta al mundo cuando por segunda vez el mundo vio como los zombies caminaban por la Tierra de manera descontrolada. ―comentó Jessica haciendo memoria. ―Los rumores de África supongo que se debieron a que se probaron la efectividad de esas armas biológicas al intentar conquistar otros países africanos. Poco a poco se dieron mas casos de bioterrorismo en otras zonas del mundo como Corea del Sur, quien achacó el ataque a Corea del Norte en un intento de destruir y colonizar Corea del Sur por medio de una guerra entre ambas partes.

―Si, siempre hubo disputas entre las dos Coreas, hasta que finalmente la guerra estalló entre ellas y uno de los dos bandos empleó las armas biológicas a fin de lograr ganar el enfrentamiento bélico. ―comentó Nicole prácticamente acabando de cortarle el pelo a su compañera. ―Todo empezó en África, siguió en Europa y poco después en Asia y Australia, luego América del Sur y finalmente América del Norte, así se fue extendiendo el virus por el mundo poco a poco. Y por supuesto, el virus fue extendiéndose rápidamente gracias a la anarquía, la muerte, las guerras, y los bombardeos. Cuando los primeros casos llegaron a Estados Unidos, mucha gente comenzó a emigrar al Norte.

―A Canadá. ―respondió Jessica.

―Efectivamente, Davis y yo, junto a nuestros respectivos grupos tratamos de sobrevivir en la ciudad, pero debido a la depresión de Kyle tras la muerte de su familia, decidieron irse al Norte, a Canadá, aunque yo decidí quedarme protegiendo a los civiles, hasta que la situación acabó por ser insostenible por los zombies y la anarquía sembrada por los grupos de rebeldes que trataban de hacerse con lo que quedaba en la ciudad. Finalmente yo, Débora y Nick, junto a otra gente marchamos a Canadá en vehículos hasta que fuimos capturados por los mutantes, y... bueno, el resto ya lo sabes.

―¿Y qué sucedió con Emi y Morís? ¿Se fueron a España y Japón a pesar de la situación?

―No, no fue así. Verás, cuando ellos se fueron todavía no se habían cometido atentados bioterroristas en España, acababan de tener lugar unos atentados en Roma, Francia y Bruselas, y como ya te dije, se trató de ocultar lo de las armas biológicas, por lo que nadie sabía de ellas hasta poco después. Y respecto a Japón, aún no había sucedido el que se emplearan armas biológicas en Corea, por lo que el virus no había comenzado a propagarse por Asia.

―Ya veo... ¿Crees que fue Esgrip quien provocó esto? Solo ellos podían tener el virus.

―No lo sé Jessica, en verdad me parecería absurdo que Esgrip provocara intencionalmente esto tras lo que sucedió con Stone City. Debe de haber algún otro motivo que hiciera que el virus acabara en manos de terroristas y algunos países. Todo aquello tuvo efectos secundarios como el tema de la explosión de grandes reactores nucleares y otros efectos que conllevaron a que el mundo acabara bajo los efectos de la radiación. El apocalipsis no tuvo lugar en un solo día, fue sucediendo poco a poco.

―¿Crees que algún día encontraremos algún lugar seguro en el que vivir alejado de todos los males de este mundo? ―preguntó preocupada masajeándose el vientre.

―No lo sé Jessica, realmente no lo sé... ―suspiró la joven mujer entendiendo porque preguntaba aquello. ―Bueno, esto ya está.

Jessica se giró frente al espejo volteando la mirada para ver como le quedaba la media melena, ni muy larga ni muy corta, una longitud perfecta, le caía justo tocando sus hombros.

―¡Me queda genial, Nicole! ―respondió la joven al ver sus cabellos perfectamente igualados. ―¡Muchas gracias!

―De nada. ―respondió con una sonrisa.

Jessica salió del baño un momento a por un cepillo y un recogedor para recoger los largos cabellos oscuros del suelo.

―Oye, estuve pensando Nicole, ¿quieres que te corte yo el pelo? ya lo tienes largo por lo que veo por la longitud de la coleta. ―propuso terminando de barrer los cabellos.

La joven mujer de dorados cabellos se miró al espejo de perfil contemplando su coleta.

―Bueno, a decir verdad me gusta el pelo largo, pero si que debería de recortármelo algo, las puntas al menos. ―comentó a su compañera.

―Perfecto entonces, deja que yo me ocupe. ―respondió soltando el cepillo y el recogedor para agarrar el peine y las tijeras. ―¿No prefieres media melena como la que me has dejado a mi? ¿O el pelo corto como tu amiga Emi? ―preguntó peinando los cabellos de la joven mujer tras haberse quitado el coletero dejando libre sus largos cabellos.

―No me desagrada la media melena a decir verdad, pero prefiero mantener por ahora mi melena, con las puntas es suficiente. Respecto al cabello corto... a decir verdad no me gusta nada, no me pega, aunque no te negaré que en un par de veces me lo dejé tan corto como Emi o mi madre por probar a ver como me quedaba, ella también solía llevar el pelo muy corto. Una de las veces que me corté tanto el pelo fue cuando conocí a Davis.

―Ya veo, entonces solo las puntas. ¿Cómo se llamaba tu madre?

―Linda, era fiscal en Stone City, aunque luego se mudó con Michaela y mi padrastro Ryan Evans a otra ciudad por culpa de lo peligrosa que se estaba volviendo Stone, yo me quedé en la ciudad quedándome también con la casa, ya que decidí ejercer mi profesión en mi ciudad natal.

―Ya veo. Mmmm... ¿Te parece si te corto cuatro dedos de medida? ―comentó usando sus dedos para calcular por donde cortar

―Mmmm... Vale, está bien.

Nada mas obtener la aprobación, la joven de media melena oscura comenzó a cortar el cabello de su compañera. Dorados cabellos cayeron lentamente al suelo del baño entre tijeretazo y tijeretazo.

―¿Tú también viniste de Estados Unidos, Jessica?

―Que va, yo soy canadiense. Vivía en una ciudad cercana a Mississauga con mi padre, mi hermano y mis abuelos antes de que los primeros casos zombies llegaran a Canadá, Brampton.

―Creo que escuché que tu madre había muerto ¿cierto? En un accidente de tráfico creo que me dijo Davis.

―Si, falleció cuando mi hermano y yo éramos pequeños. Nuestra educación cayó principalmente sobre mi padre, aunque contaba con la ayuda de mis abuelos para ayudarle a criarnos. Cuando mi padre trabajaba, yo y mi hermano ayudábamos a mis abuelos en una floristería que llevaban entre los dos. Mi abuela me decía de trabajar con mi hermano en esa floristería cuando tuviera mas edad, pero... tenía en mente otra cosa, dedicarme a la política. Quería estudiar política en la universidad, aunque no llegué ni a pisarla por todo el tema del apocalipsis zombie y radioactivo.

―Política... ―comentó con algo de desaprobación. ―Mmm... me las he visto con varios políticos corruptos, gente que aún mostrándoles pruebas a la cara son tan cínicas que siguen negando los hechos. Lo siento, pero le tengo cierto resentimiento a la política por los cara duras a los que me he encontrado en mas de una ocasión. ¿Porqué trabajar en la política? Me refiero, te ganarás muchos enemigos, no solo hablo de la ciudadanía, sino de tus contrincantes y aquellos corruptos que se lanzarán sobre ti si intentas hacer lo correcto y actuar contra ellos.

―No es por el dinero, Nicole, simplemente por ayudar a la gente. Cuando vi lo de Stone City y como el Gobierno estadounidense no arrojó luz al asunto lavándose las manos, me sentí bastante indignada, como todo el mundo al que le sentó la respuesta del Gobierno como un jarro de agua helada. Aunque lo de ser política me vino de mucho antes, al escuchar las quejas de mi padre y otras personas cada vez que protestaban por las leyes injustas que el Gobierno le ponía a la ciudadanía, o por los corruptos que nos gobernaban. Pero ahora, con el paso del tiempo... Bueno, no me veo como política, dudo que tenga madera para ello. Soy insegura con las nuevas experiencias, carezco de carisma y liderazgo, también soy un poco introvertida con la gente a la que acabo de conocer, aunque eso no es tan problemático a decir verdad, en seguida suelo soltarme con la gente en cuanto hablo un poco con ellas.

―Siéndote sincera Jessica, yo tampoco te veo de política ni nada por el estilo por las mismas razones que acabas de decir. Para ser político necesitas tener mucha cara también, ser extrovertida, carismática, y estar siempre segura de ti misma, de las decisiones que tomes y las cosas que digas. Y tú misma admites que careces, o mejor dicho, que te cuesta en un principio ser así, y en la política debes mostrarte de esa manera desde el principio.

―Si, lo sé, pero bueno, ya no importa nada de eso. ―respondió cepillando el pelo de la joven mujer tras acabar con la faena de cortarle las puntas. ―Bueno, esto ya está.

Nicole se miró un momento al espejo agradeciendo a Jessica el trabajo realizado, estaba satisfecha hasta donde su compañera le había cortado. Nicole metió la mano de nuevo en el bolsillo para sacar el coletero oscuro y hacerse su típica coleta.

―Oye Nicole, ¿por qué no te dejas el pelo suelto? Me refiero, eres una mujer atractiva y te queda bien el pelo recogido en una coleta, pero personalmente opino que suelto te favorece mas.

―Mmmm... ―Nicole se miró al espejo ordenándose un poco los cabellos.―Bueno, la verdad es que desde niña casi siempre he llevado el pelo recogido en una coleta, me resulta mas práctico, pero creo que ya va siendo hora de dejar la coleta de lado y dejarme el pelo suelto, me gusta también como me queda así. ―respondió guardando de nuevo el coletero en el bolsillo optando por dejarse de ahora en adelante el cabello suelto. Jessica recogió el cabello dorado del suelo con el cepillo y el recogedor. ―¿Sabes? Desearía poder lavarme ahora el pelo con agua caliente y champú para dejármelo mas libre y fresco. No, que digo, una ducha o un baño caliente, aunque supongo que eso es mucho pedir para estos tiempos... ―comentó cepillando su melena rubia.

Jessica fue a tirar el pelo a la basura y a devolver el cepillo y el recogedor a donde lo dejó, para después volver al baño con su amiga.

―Una ducha, ropa nueva y limpia, perfume... ―suspiró Jessica peinando con las manos su media melena. ―Oye Nicole, podríamos proponerle al grupo ir a por ropa y productos de higiene corporal mañana, en la segunda expedición. Creo que es necesario asearse y usar ropa nueva, la que tenemos está manchada o rota por algunas zonas.

―Me parece bien lo de la ropa, pero sin agua para asearnos, los productos de higiene no nos servirán de nada.

―Tenemos agua Nicole, en el lago que hay en el bosque, si lográramos sacar agua y transportarla de algún modo a la aldea, podríamos calentarla y usarla, puede que no para un baño, pero si para asearnos de una forma decente y lavarnos todo el cuerpo con los productos de higiene corporal que se traigan de la segunda expedición al pueblo. ―expuso Jessica su idea.

―Si, es una buena idea, pero no sabemos como transportar tanta agua para todos los que somos desde el lago a la aldea. Y respecto a los productos, bueno, no sabemos si habrán allí.

―Bueno, eso es comentárselo al resto y ver si a ellos se les ocurre una manera de transportar el agua. Y los productos de higiene digo yo que debe de haber, puede que ya no estemos en una ciudad como en Mississauga, pero en un pueblo debe de haber algún comercio que venda esa clase de productos. ―respondió mirando a su compañera.

―Si, es posible, cuando nos reunamos todos deberías de proponer tu idea, estoy seguro que a todos les interesará. Al fin y al cabo, los demás también necesitan ropa limpia y asearse. ―comentó Nicole con una sonrisa mientras colocaba un dorado mechón de su cabello tras la oreja. ―Por cierto, debería de ver que hacen Adán e Inma, desde que nos separamos tras despedir al grupo hace ya rato, no los he vuelto a ver. ¿Vienes?

―No, voy a ir a la taberna un rato, tengo algo que hacer. ―se excusó la joven.

―De acuerdo, nos vemos mas tarde. ―se despidió la mujer de dorada melena abandonando el baño.

Poco después de abandonar la casa, sería Jessica quien lo hiciera tras dudar unos instantes en si debería de llevar puesto el traje que la protegía de la radiación, pero visto que incluso Nicole había decidido quitárselo por un rato, ella también salió de la casa sin su segunda piel puesta encima.

Los pasos del grupo capitaneado por Eva no se detenían, por el camino se toparon con mas podridos, los cuales en el mismo estado que los anteriores, presentaban tal inactividad que podías pasar tras ellos a unos pocos metros de distancia y no se percataban de tu presencia. Como árboles, permanecían parados en varios lugares con la mirada perdida en el suelo, paredes, escaparates, viviendas... completamente ensimismados, eran realmente sencillos de evadir con simplemente andar un poco alejados de ellos.

―Están inactivos. ―comentó Puma observando a aquellos a los que veía a distancia. ―Sin duda, esto debe de llevar mucho tiempo abandonado para que acaben en este estado. Aunque lo del olor ese a algo quemándose...

El pelinegro trataba de buscar una explicación a como era posible que se dieran aquel par de sucesos que se contradecían así mismos. Si los zombies estaban tan inactivos se debía a que aquel lugar debía llevar mucho tiempo abandonado, pero por otra parte ese olor producido por alguna hoguera en algún lugar del pueblo era signo evidente de que debía de haber alguien mas.

―No solo inactivos, también son pocos. ¿Cuántos hemos visto en ese estado desde que hemos entrado al pueblo? ¿Doce tal vez? ―trató de echar cuentas Maya. ―¿No se supone que en este pueblo vivían en torno a tres mil habitantes? ¿Acaso se han ido todos salvo una veintena tal vez?

Ante el mutismo de Eva y Puma, quienes en el interior de su cabeza trataban de darles vueltas a las preguntas que Maya hizo, la joven de cabello castaño no pudo evitar sobresaltarse ahogando un grito de impresión cuando nada mas girar la cabeza hacia una de las ventanas de la casa tras la que se refugiaban, un cadavérico rostro prácticamente consumido hasta el punto de marcarse el cráneo en la piel facial, la observaba al otro lado del cristal balanceándose muy lentamente a izquierda y a derecha. De piel gris oscura, y cabello alborotado, el sonriente ser masculino de ultratumba desprovisto de labios, permanecía “mirando” a través de las oscuras y vacías cuencas de los ojos a la joven que impresionó con su aspecto.

―Vamos, solo es un zombie, Maya. Además, sin ojos no puede verte, no eleves la voz o comenzará a dar golpes contra el cristal atrayendo al resto. ―susurró Puma a su compañera colocando la mano en el hombro de esta.

La castaña asintió con la cabeza dando los primeros pasos adelante haciendo que Eva retomara también la marcha. Ocultándose tras árboles, viviendas y demás mobiliario urbano que encontraban por las calles del pueblo, trataban de esconderse de la mirada de aquellos a los que no podían evadir pasando por detrás de ellos. Finalmente lograron llegar a la calle en la que se encontraba la floristería Olivia, la cual usaban de referencia para saber que estaban en el camino correcto.

Maya se asomó a través de la vitrina del local, en su interior, bañado parcialmente por la luz solar que entraba por la vitrina, se podía observar multitud de elementos que una floristería suele comercializar tirados por el suelo, como si un tornado hubiera pasado por su interior arrasándolo todo. Tiestos, sacos de tierra, paquetes de semillas, algunas plantas marchitas y otras en mejor estado yacían en el suelo junto a muchas de las estanterías y vitrinas en las que anteriormente se exponían los productos de la tienda a los clientes que entraban a comprar. Nada de utilidad, pero aún así era un lugar que ya venía apuntado en el mapa original del panfleto que Inma y Jessica habían encontrado en la iglesia, igual que la tienda de ropa.

―Mmmm... hay semillas para cultivar plantas de tomates y otras hortalizas. ―comentó Maya mirando a través del cristal. ―Podríamos cultivarlas.

―Me parece una buena idea Maya, pero de ser así deberá de ser tras conquistar el pueblo. ―comentó Eva acercándose a mirar tras la vitrina.―Ahí dentro hay tiestos grandes, tierra y abono para cultivar.

―¿Y la radiación no podría ser un problema para el crecimiento de la planta? ―cuestionó Puma abriendo la puerta y accediendo al local ante la mirada de sus compañeras.

La tierra y los cristales crujían bajo las botas de Puma, todo estaba hecho un desastre en el interior del local. Maya y Eva entraron también al interior. Dentro, todo estaba en silencio, vacío y parcialmente oscuro.

―Tomates, pimientos, calabaza, zanahoria, repollo, lechuga, sandía, pepino... Hay bastante de lo que elegir para cultivar. ―comentó Maya cogiendo varios paquetes de semillas del suelo. ―Va a ser necesario que comencemos a producir nuestros propios alimentos, no siempre vamos a tener latas de comida por ahí ocultas esperando a que las descubramos.

―Yo no entiendo de plantas, pero supongo que eso tardará bastante en crecer ¿no? ―preguntó Eva no muy puesta en el tema del cultivo.

―Bueno, detrás de los paquetes de semillas vienen instrucciones de las condiciones que necesitan para crecer y el tiempo que tardará en salir las hortalizas y madurar. ―respondió la joven de cabello castaño mirando la parte trasera de un paquete de semillas de tomate.

―¿Y la radiación no será un problema? ―preguntó Puma desde el fondo de la estancia mientras examinaba el lugar.

―No lo sé, pero igualmente según lo visto en la aldea, la radiación debe de ser muy baja, no creo que tenga efectos perjudiciales para el crecimiento de las plantas.

―Pero estamos hablando de la aldea, está a cierta distancia del pueblo. La radiación puede variar, Maya.

―Bueno, eso tendremos que evaluarlo de alguna manera, tal vez examinando el escenario que comprende todo el pueblo. Si encontráramos animales en buen estado, o plantas, serían un signo de que la radiación puede ser nula o extremadamente baja como para ser perjudicial. Recuerda que no está todo el mundo sumido en la radiación, hay zonas en donde no hay, según Nicole, la zona en la que se levanta la base de Michaela estaba libre de radiación, no sería descabellado pensar que hubiera mas zonas con radiación cero. ―argumentó la joven dejando el paquete de semillas en el suelo y echando un vistazo a su al rededor.

―Lo entiendo, pero el problema es como saber si el lugar en el que estamos tiene radiación, cero, baja, media o alta, Maya. ―comentó Eva en esta ocasión. ―Aquí ninguno tenemos muchos conocimientos que digamos sobre radiación, por lo que incluso examinando la flora y la fauna puede seguir dejándote en duda. Ojalá tuviéramos el medidor de radiación que Davis tenía, podríamos salir de dudas.

―¿Qué pasó con él? ―se interesó con Puma al recordar que Davis tenía un objeto tan útil.

―Davis y Nicole tiraron sus mochilas militares tiempo atrás para huir de una horda zombie cuando todos nos encontrábamos por la zona donde estaba la base de Michaela, el detector iba en alguna de las dos, al perderse las mochilas también se perdió el medidor.

―Una pena. ―respondió el joven. ―Nos hubiera sido bastante útil para detectar las zonas con poca o nula radiación. Al no saber la radiación que hay allá por donde vamos siempre llevamos los trajes estos puesto, aunque estemos en una zona donde no haya radiación.

―De hecho eso nos pasó en la base de Michaela, estuvimos con los trajes puestos pensando que era también una zona radioactiva, aunque al ver a la gente sin trajes pensamos que tal vez no había o era muy baja, o que simplemente no había trajes para todos. Hasta que Nicole no lo comentó no pudimos confirmarlo. Es un coñazo llevar casi todo el día la mierda esta puesta. ―se quejó la líder del equipo.

Mientras Puma y Eva hablaban, Maya se paseó por la zona percatándose de que todas las plantas estaban muertas, salvo las de climas muy secos, como los cactus o plantas de áloe vera. Sobre el mostrador, la joven encontró un libro sobre plantas, además de una máquina registradora con varios billetes que la joven no tardó en coger.

―Mirad lo que he encontrado. ―comentó la joven captando la atención de sus compañeros caminando hacia ellos con un fajo de billetes en la mano. ―Y pensar que antiguamente esto movía el mundo y la gente se mataba y pisoteaba por un puñado de estos...

―Y ahora no sirve mas que para limpiarse el culo. Es papel sin valor alguno. ―comentó con una carcajada seca. ―Es irónico, como lo mas valioso de la sociedad, lo que hacía que esta avanzara en multitud de campos, ha acabado siendo lo mas inútil del mundo.

Maya lanzó los billetes al aire antes de abandonar con sus compañeros la floristería, dejando todo aquello atrás, con la posibilidad de volver para cultivar de lograr hacerse con el pueblo y si las condiciones de la radiación de la zona no suponían problema alguno para las plantas ni para ellos a la hora de consumir sus frutos.

El grupo continuó eliminando a algunos podridos por la zona de los que era imposible esconderse o tratar de evitar, con su alabarda, Eva no tuvo problema alguno para acabar con los pocos que encontró por el camino. Realmente la misión de exploración estaba siendo mucho mas sencilla de lo que imaginaban, parecía que simplemente estaban dando un paseo, todo gracias a la situación en la que los zombies se encontraban, muy desperdigados los unos de los otros, aletargados y en un estado de descomposición muy avanzado. Si las cosas eran así como hasta ahora, el tomar el pueblo no sería tan complicado después de todo, aunque todavía quedaba algo que le llamaba la atención, y era la gente que tuvo que provocar aquella hoguera en algún punto del pueblo que tras extinguirse bañó el ambiente del pueblo en un desagradable olor.

Finalmente llegaron a la calle en la que se situaba la tienda de ropa Marily. A través de su vitrina, la cual estaba cubierta de anuncios que mostraban ofertas en la ropa de temporada otoño e invierno, muy típica en un país frío como Canadá. Salvo por algunas perchas, podía apreciarse que el interior del establecimiento se encontraba en buenas condiciones, aunque en su interior, por lo menos dos o tres podridos podían ser vistos.

―No deberíamos de entrar, no tiene sentido pararse aquí ahora. ―explicó Eva continuando el paso haciendo avanzar al dúo que se quedó por unos instantes mirando la ropa tras la vitrina.

―Pues creo que no estaría mal coger ropa nueva y limpia. ―comentó Puma echándole el ojo a unas botas militares de aspecto reluciente y completamente limpias, al contrario que las suyas, cuyas suelas comenzaban a despegarse por los laterales y cuyos cordones estaban algo roídos, por no hablar de la capa de suciedad que cubría ambas botas. ―No me vendría mal conseguir unas botas antes de que se me estropeen estas... ―suspiró antes de seguir a Eva, quien ya iba distanciada unos metros doblando la calle para llegar a aquella en la que el centro médico debía de localizarse.

Maya resopló al sentirse obligada a quitar la mirada de aquellos montones de ropa que allí permanecían a la espera de que alguien se hiciera con ella, había varias piezas de ropa que le encantaría pillarse, pero desgraciadamente Eva no se paraba, y estaba rompiendo la formación al permanecer ahí parada, por lo que de inmediato trotó hacia Puma adelantándose a él volviendo a ocupar su posición frente a él.

―¿Ves? Ni nos ha esperado la señorita Eva, luego si soy yo se mosquea. ―suspiró Puma teatralmente. ―Soy un incomprendido, señorita Maya.

La joven fue a responder algo cuando ella y su compañero se dispusieron a doblar la esquina para cambiar de calle, pero la contestación no llegó a salir de su boca, en consecuencia junto a su compañero fruncieron el ceño alzando sus armas al contemplar lo que había a unos metros frente a Eva, quien estaba a una escasa distancia de ellos.

―¿Decías que había pocos, Maya? ―preguntó Eva mirando por encima del hombro viendo como sus dos compañeros se acercaban por detrás con el martillo de guerra y la espada nazarí alzadas.

A unos cuantos metros, una pequeña marea negra permanecía quieta balanceándose al unísono con leves cánticos mortuorios frente al centro médico y en las escaleras que ascendían hacia el edificio, todos apelotonados en la puerta, una pequeña marea de no muertos se localizaba. ¿Treinta? ¿Sesenta? ¿Ochenta tal vez? Los no muertos aletargados no se habían percatado de los tres humanos que los observaban a unos metros de distancia de ellos.

―Y ese es el centro médico... ―comentó Puma leyendo el letrero. ―No va a ser fácil entrar al interior con todos esos ahí...

―Pues algo tenemos que hacer, tenemos que ir a dentro de alguna forma. No podemos tampoco acercarnos mucho, por muy descompuestos e inactivos que estén, son una gran cantidad que podría rodearnos en un pequeño descuido que tengamos. ―advirtió Eva analizando la situación.

―No solo eso, la mayoría de los zombies que hemos encontrado, incluso los que vemos ahora están prácticamente hechos unos sacos de huesos, pero eso no quiere decir que entre ellos no pueda haber algún zombie normal, o incluso de los que corren. ―puntualizó Maya siendo incapaz de distinguir el físico que todos los muertos que aquel grupo presentaban.

―¿De los que corren? ―preguntó Eva mirando a su compañera. ―No me seas gafe, por favor. Lo que menos nos conviene es que nos topemos con esos corredores toca pelotas.

―Entonces solo queda una manera de hacer las cosas, abrirnos camino matándolos. ―propuso Puma. ―Son muy lentos, tal vez entre los tres podemos hacer que se dispersen y hacernos un camino hasta acceder al local.

―De acuerdo, si no hay otra forma... ―suspiró Maya no muy conforme en meterse en aquella marea de muertos.

El viento mecía los oscuros cabellos del joven, quien en silencio miraba a Inma practicar el tiro con arco contra una improvisada diana. Si mal no recordaba, ella había asistido a clases de tiro con arco durante unos años, aunque por supuesto, el arco simplemente lo usaba para practicar aquel deporte, no como arma, por eso el arco lo tenía Adán en vez de ella. La verdad es que Adán estaba impresionado de la buena puntería de la joven, de seis tiros había acertado cuatro de ellos en el centro, y los dos restantes cerca de este.

―¡Tus tiros son impresionantes, Inma! ―alabó el joven aplaudiendo la puntería de su compañera. ―¡¿Me enseñarías a disparar con tanta precisión?! ―solicitó el joven sabiendo que aún su técnica de tiro no era tan buena, lo que le provocaba fallar muchos de los disparos que realizaba.

―¡Claro, será un placer para mi, Adán! ―respondió con una radiante sonrisa. ―Aún te falta técnica, pero no tienes tan mala puntería, pienso que eres un diamante en bruto que con pulirla puede realmente brillar con fuerza y aumentar mucho su valor.

―¡Genial, muchas gracias Inma! ―exclamó el joven lanzándose a abrazar a su nueva maestra, quien en respuesta frotó con su mano libre la espalda de Adán.

―¿Qué te parece si empezamos ahora? ―comentó la joven de cabellos castaños alejándose del chico para recuperar las flechas lanzadas.

―¡Si! ―respondió entusiasmado.

Inma le pasó el arco y el carcaj a Adán, y arrodillándose a su lado comenzó a manejar sus brazos flexionándolos y colocándolos en determinada posición. ―No los mantengas tan rígidos, Adán. ¿Ves? Déjalos así flexionados, como te estoy poniendo yo los brazos. ―comentó poniéndoselos en una posición perfecta.―Recuerda poner los brazos siempre en esta posición.

―¡De acuerdo!

―Perfecto. Ahora tienes que controlar tu respiración, una respiración agitada, igual que con un arma de fuego, puede provocar que el tiro se desvíe de tu objetivo. Instantes antes de disparar contén la respiración. ―recomendó la joven. ―Dispara.

Cortando el viento, la flecha fue lanzada al objetivo en el que Adán puso el ojo, pero desgraciadamente esta salió errada a causa del viento. Los labios del joven se torcieron ante el fracaso cuando la flecha quedó algo lejos del centro de la diana.

―No te preocupes, Adán. ―trató de reconfortar frotándole la espalda aún arrodillada al lado del joven colocándole de nuevo los brazos. ―Tienes que... ―la joven se cayó unos instantes cuando por el rabillo del ojo vio algo dorado meciéndose en el viento. ―vigilar la dirección en la que sopla el viento. Si va hacia la izquierda, trata de seleccionar el objetivo y apunta un poco hacia la derecha. Prueba. ―recomendó viendo a Adán tensando la cuerda del arco.

Inma miró tras de si para ver a una mujer cuyos dorados cabellos danzaban en dirección al viento. Cruzada de brazos algo alejada del dúo, se llevó el dedo índice a sus labios sonrientes rogando por el silencio de la joven para no interrumpir el tiro de Adán. El joven soltó de la cuerda liberando el rápido y alargado proyectil, que una vez mas se desvió, en esta ocasión se aproximó algo mas al centro, pero la flecha descendió mas en comparación al último tiro.

―Maldita sea... ―murmuró Adán con el ceño fruncido.

―No te rindas Adán. Venga, prueba otra vez, pero apuntando un poco mas hacia arriba y mas a la derecha. ―aconsejó colocándole de nuevo los brazos de manera correcta.

El joven controló su respiración mientras tensaba la cuerda dispuesto a soltarla apuntando al centro de la diana, siguiendo las indicaciones de Inma. Sin mover ni un milímetro la posición de los brazos de la manera en la que Inma se los colocó, soltó de la cuerda al tiempo que expulsaba por la boca el aire retenido. De lleno. Justo en el centro de la diana la tercera flecha de Adán fue localizada a los ojos de las dos mujeres espectadores.

―¡¡Le di, Inma!! ―exclamó el joven estallando de alegría tras el esfuerzo invertido en la concentración para efectuar el tiro.

―Eso está genial Adán. ―respondió acariciándole la cabeza con una amplia sonrisa por el tiro certero del chico.

―¡¿Probamos otra vez?! Me ha llevado tres intentos para acertar. ―propuso el joven.

―Pues...

El joven fue a solicitar una vez mas que le siguiera ayudando, pero entonces sus ojos se vieron atraídos por la mujer que permanecía algo alejada de ellos.

―¡Hola, Nicole! ―saludó el chico con una amplia sonrisa.

―Hola chavalín, ¿entrenando el tiro con arco? Ese disparo ha sido muy bueno. ―felicitó Nicole.

―¡Si, gracias Nicole! ―respondió con una radiante sonrisa. ―¡¿Seguimos intentándolo, Inma!?

―Mmmm... Creo que mejor otro día, se está levantando aire y va a ser complicado disparar así. Si tuvieras algo mas de puntería y experiencia entonces no habría problema, pero para un principiante como tú le será complicado disparar calibrando bien la dirección del viento y ajustando la puntería. Mejor seguimos otro día cuando no haya aire, y así practicamos la precisión ¿te parece? ―propuso la joven de cabellos castaños con una sonrisa. ―Cuando tengas la precisión necesaria entrenaremos en días que haga algo de viento para que mejores tus disparos aún con ese obstáculo en el ambiente.

―Vale, está bien. ―respondió el joven antes de ir a por las flechas para devolverlas al carcaj.

―¿Qué haces por aquí, Nicole?

―Bueno, acabo de estar con Jessica que le he estado cortando el pelo, y me ha estado comentando de decirles a los que vayan mañana de expedición de conseguir ropa nueva para todos y productos de higiene corporal para asearnos. Me dijo que podríamos comentar cuando estuviéramos todos el buscar una manera para coger agua del lago, transportarla hasta aquí, calentarla y usarla para asearnos.

Inma resopló ante la propuesta de Jessica que Nicole le transmitió. ―Si, por Dios, no hay nada mas que quiera que asearme con agua caliente, gel y champú. Además, con los malditos trajes antiradiación la transpiración es un poco...

―Ya, te entiendo. Y ponernos ropa nueva y limpia... Me encantaría ponerme algo nuevo que fuera de mi estilo y no conformarme con ropa cualquiera que encuentre por ahí que ni siquiera me pega. Y lanzar toda mi ropa actual a una hoguera. ―comentó riendo junto con Inma.

―Si... Veo que tú también te has quitado al final el traje de protección. ―comentó Inma, quien como Nicole también se lo decidió quitar por un tiempo.

―Si, y Jessica, es que realmente son muy molestos... Además de que la zona esta no parece estar muy afectada por la radiación, probablemente sea muy baja, incluso el resto también ha estado unas horas sin el traje y no les ha pasado nada. ―comentó viendo a Adán volver. ―Por cierto, con lo de Jessica y el agua del lago, estuve pensando mientras os buscaba, que tal vez podríamos pescar algo si tuviéramos los medios necesarios, por si acaso el grupo de Davis, Alice y M.A regresan sin alimentos.

―¿Sabes pescar, Nicole? ―preguntó Adán al escuchar aquello.

―No, la verdad es que nunca lo he hecho, pero tampoco creo que sea tan difícil, ¿no?

―Bueno, da la casualidad de que yo sí sé pescar. ―informó Inma un tanto orgullosa de su habilidad. ―Un amigo me enseñó cuando estaba en España. Y no es por presumir, pero no se me da nada mal. ―comentó echándose flores a sí misma de brazos cruzados y con la cabeza en alto, mostrando una sonrisa confiada a ambos.

―¡Vaya, eso es genial Inma! ―exclamó Nicole agradeciendo que su compañera tuviera aquella útil habilidad. ―¡Entonces no hay problema si contamos contigo!

―Pero... ¿Hay peces en ese río? ¿No estarán afectados por la contaminación? De no ser así... ¿también se podría beber de ese lago?―preguntó Adán dudoso.

―Si el lago no está contaminado, después de hervir el agua para matar a los microorganismos se puede beber, y también asearnos con ella. Y además, de no estar contaminado, supongo que debería de haber peces... Respecto a la radiación, si es tan baja, no debería de haber problema. El ser humano ha estado durante mucho tiempo recibiendo constantemente radiaciones las veinticuatro horas del día por parte de las tecnologías, como la televisión o el WiFi, y nunca nos ha pasado nada. No nos han salido bultos, ni malformaciones, ni nada por el estilo, así que, pienso que en bajas cantidades, no debería de ser un problema para nosotros. Por lo tanto, si el agua es potable y se hierve, la podemos usar no solo para asearnos, también para beber o pescar.

―Pero, Nicole, tú estás hablando sobre otro tipo de radiación ―puntualizó Inma―. La radiación de la televisión no tiene la energía suficiente para provocar mutaciones, pero las que generaron las explosiones de las bombas sí, así que no estaría yo muy segura de que los niveles bajos no nos afectan.

―Bueno, Inma, imagino que si nos afecta, pero no creo que sea de la misma forma que la radiación que fabrica un tercer ojo en las ranas. En lugares donde eso ocurre, la acumulación de radiación revienta cualquier medidor, y dudo que este sea el caso.

―Sí, ahí te doy la razón, pero los bajos niveles de radiación también pueden crear problemas, aunque tengas que estar mucho tiempo expuesto para que aparezcan... De todas formas, yo también pienso que no pasará nada por alimentarnos de ese lago. Sólo corregía tu pequeño lapsus.

―¿Cómo sabéis de radiación? ―preguntó Adán curioso.

―De la universidad. Recuerdo haber dado algún tema sobre radiación, y algo se me quedó, pero poca cosa. ―comentó Nicole.

―Yo leí hace tiempo un artículo al respecto, por curiosidad.

―Ya veo... ¿Y la caña de donde la vais a sacar?

―Eso es lo complicado. ―suspiró Inma.

―Se me hizo ver una caña en la casa en la que encontramos ayer el alambre para fabricar las antorchas. Podríamos ir a mirar. ―propuso Adán.

Las dos mujeres asintieron de acuerdo a la propuesta del joven. De camino, Adán paró en la casa que tenía asignada junto a Eva, Puma, Maya e Inma para dejar su arco y carcaj en la habitación antes de seguir. Poco después de dejar su equipamiento bajó de nuevo a la calle para seguir con Nicole e Inma hacia la casa en cuestión.

―Por cierto, Adán, ¿has continuado con la escritura y la ortografía? ―preguntó Inma tras un tiempo sin saber sobre los avances del chico.

―Si, estoy escribiendo una novela con el material que Ley me dio, estoy redactando la historia de todos nosotros, de lo que hemos estado viviendo. ―comentó el chico andando entre Inma y Nicole.

―¿Escribiendo una novela? Vaya, suena interesante. ¿Y qué nombre le has puesto?

―Nuestra Historia.

―¿Nuestra Historia? ―preguntó Inma curiosa. ―¿Por qué ese título?

―Porque básicamente hablo sobre nosotros, es nuestra historia juntos, aunque desde mi punto de vista, claro. Pero lo acabo de empezar. Solo he hecho una pequeña sinopsis de que va el libro, y después he hablado de mi haciendo una pequeña biografía sobre mi, como hacen muchos autores en las primeras páginas de sus novelas.

―Suena interesante, la verdad. ―comentó Nicole en aquella ocasión. ―Me gustaría poder leerla algún día cuando esté acabada.

―¡Claro, cuando la acabe todos podréis leerla! ―respondió animado. ―Aunque antes tengo que haceros entrevistas a todos.

―¿Entrevistas?

―Si, quiero que Nuestra Historia tenga un comienzo, y ese comienzo para la mayoría de vosotros fue Stone City por lo que sé cuando os escuché narrar lo que vivisteis cuando estábamos con Ley en el hospital de Puma. Pero no me acuerdo de todo, por eso necesito haceros las entrevistas e ir tomando apuntes de lo que me vayáis diciendo. Quiero que tú seas la primera Nicole.

―¿Yo? ¿Por qué no empezar con Puma o Davis? Ellos también estuvieron en la ciudad cuando aquello pasó.

―Lo sé, pero tú viviste la caída de la ciudad de principio a fin, por eso quiero entrevistarte a ti primero. Además de redactar tu historia en Stone City, también escribiré algunas cosas de ti como persona, en plan como la biografía que yo he hecho, como una de las protagonistas quiero que se sepa de ti como persona, mas allá de como superviviente.

―Ya veo. Entonces escribirás un poco sobre mi vida y mi historia en Stone. Bueno, no me parece mal.

―¡Perfecto! Pues primero escribiré de ti y de tu historia en la ciudad. Luego le haré las entrevistas a Puma, Maya, M.A y Alice. Y por último entrevistaré a Davis, ya que él también estuvo separado de los demás. ―informó el joven con todo planeado desde hacía tiempo.

―Vaya, que planificado todo. ―comentó Inma sorprendida de como se lo estaba montando en la cabeza la estructura de la novela.

―Quiero redactar primero los acontecimientos de Stone City entrevistando a los que aún quedan de los tres grupos, escribir un poco sobre ellos y sus historias en esa ciudad, y también lo que sucedió con los supervivientes de los tres grupos tras escapar de Stone City hasta que el apocalipsis zombie y radioactivo los alcanzó, como lo de Davis y Nicole tratando con la ayuda de sus grupos encontrar a Maya y al resto. Con eso tendré el comienzo de todo escrito, lo que sucedió previo a llegar a la situación actual. ―comento el joven pensativo sin dejar de andar. ―Después entrevistaré a Inma y Jessica para hablar de ellas y escribir sus historias antes de que el grupo se formara y entraran a este. Tendré que entrevistar por segunda vez a los que les hice la primera entrevista para saber que hacían durante el apocalipsis, antes de que el grupo se formara, contando por ejemplo que hacían Nicole y Davis antes de unirse a nosotros, o Puma antes de encontrarnos con él y Florr, lo de Alice en Esgrip, o lo del resto viviendo en Almatriche con Naitsirc. También redactaría en ese punto mi historia con Eva antes de unirnos al grupo.

―Mmmm... Con tanto para escribir me da de que vas a tener para mas de una novela, una saga diría yo. ―comentó Nicole imaginando el volumen de información escrita que Adán recogería.

―Si, lo sé, lo tengo en mente. Y después pues me toca ir escribiendo la historia actual, desde que nos comenzamos a juntar todos poco a poco en Mississauga hasta ahora, pasando por el hospital de Puma, el hotel Sozza, cuando conocimos a Hawk, todo el tema de Michaela y lo que vivimos en su base, el tiempo que estuvimos con Ley y su gente en el búnker, hasta ahora, lo mas actual, que es estar aquí en la aldea tratando de sobrevivir y ocupar el pueblo de Rockrose Newville. Aunque claro, tendré que seguir haciéndoles unas entrevistas a algunos, ya que no he estado siempre presente en todos los momentos importantes en los que han sucedido cosas. ―informó el chico percatándose de lo sorprendidas que estaba dejando a Nicole e Inma, sintiéndose orgulloso por ello.

―¿Y los eventos futuros también los escribirás? ―preguntó Nicole visualmente sorprendida.

―Claro, también los eventos futuros. Aunque tarde años en escribir todo, quiero recopilar en varias novelas toda nuestra historia para que otros la lean en un futuro.

―¡Eso es increíble Adán! ―exclamó la castaña ante el propósito que se había mentalizado el chico.

―¡Es increíble lo que piensas hacer, es un trabajo realmente duro y que necesita de mucha dedicación, pero ánimo, te estaremos apoyando!

―¡¡Gracias, chicas!!

No tardaron mucho tiempo en llegar llegar a la casa en cuestión, en el sótano de esta había multitud de herramientas, rollos de alambre, bombillas, tablones de madera, cubos...

―¡Mira Inma, la caña! ―anunció el joven Adán saliendo de entre la multitud de cachivaches con la caña en mano.

Nicole e Inma dejaron de rebuscar entre tanta chatarra cuando el joven encontró el objeto en cuestión. Dirigiéndose hacia él con cuidado, el dúo de féminas procuraba no tropezar con alguno de los muchos objetos que estaban tirados por los suelos, la escasa luminosidad procedente de la puerta abierta del sótano no dejaba ver bien a que había en el suelo.

―¡Me sorprende que hayas encontrado la caña entre tantas cosas y con tan poca luz! ―exclamó Inma agarrando la caña y comprobando el buen estado de esta. ―Ahora necesitaría algún cubo ancho y hondo para meter los peces.

―Creo que vi antes unos cubos cerca de los rollos de alambre. ―comentó Nicole dirigiéndose al lugar en cuestión.

Inma fue a seguir a Nicole cuando pisó algo que la hizo detener sus pasos, una pequeña figura. ―Vaya, que oportuno, un cebo de plástico. ―comentó cogiendo uno del suelo, junto al que cogió, otros de diversas formas y colores yacían esparcidas por el suelo, no muy lejos de una caja de cartón volcada.

―El cubo. ―le entregó la mujer de cabellos dorados a su compañera.

―Está bien, ahora salgamos de aquí, tened cuidado con lo que pisáis no vaya a ser que tropecéis con algo. ―aconsejó la joven de cabellos castaños saliendo del sótano junto a sus compañeros.

―¿Es divertido pescar? ―preguntó Adán siendo el último en salir de la casa cerrando la puerta tras de si.

―Bueno... hay que esperar mucho y tener bastante paciencia, los peces suelen tardar en picar, y a veces ni pican... Espero que ese no sea el caso. ―respondió soltando un suspiro.

―Am, ya veo... ―comentó el joven un tanto desilusionado al entender que no era tan emocionante como él imaginó en un principio. ―Oye Nicole, luego me gustaría empezar la entrevista, cuando tengamos algo de tiempo.

―Claro, no hay problema. Podríamos hacerlo esta noche cuando ya estemos todos reunidos y no haya nada mas de lo que encargarse. Después de que cenemos lo que sea que tengamos para cenar.

―Chicos, me puedo ir yo a pescar por mi cuenta al lago. Iros vosotros a hacer la entrevista esa. ―propuso Inma al escuchar a sus dos compañeros.

―¿Estás segura? ¿No quieres que vayamos contigo? ―preguntó Adán ante la proposición de Inma.

―Si, además me vendrá bien estar un rato sola y en silencio, concentrándome y pensando en mis cosas mientras espero a que algún pez pique el anzuelo. ―contestó con una sonrisa.

―Bueno, está bien. ―comentó Nicole. ―Llévate algún arma, puede que aparezca algún zombie o cualquier otro bicho que intente atacarte.

―Sobre eso... Mi única arma es una pistola sin munición, todas las balas se las ha quedado Eva para administrar la munición que aún tenemos.

―Cierto, ella tiene toda la munición... mmm...

―¿Por qué no te llevas mi arco y mi carcaj? ―le propuso Adán.

―Tengo las manos cargadas, no puedo llevar el arco.

―Espera aquí. ―comentó Nicole antes de dejarlos a paso ligero para introducirse en la casa en la que vivía con Jessica, Alice, Davis y M.A.

La joven de dorada melena no tardó mas de cinco minutos en volver con un cinturón al que iban adheridos a ambos lados un par de fundas de cuchillo. Nicole le colocó el cinturón ya que ella tenía ambas manos ocupadas con la caña y el cubo.

―¿Son tus Kukris? ―preguntó al ver ambos machetes a cada lado de su cintura perfectamente guardados en sus fundas. ―¿Me los dejas usar?

―Por supuesto, no puedo dejar que salgas sola sin ningún arma, puede que aparezca algún zombie que trate de atacarte. Mantén los ojos bien abiertos Inma.

―De acuerdo, muchas gracias Nicole. Volveré en un rato. ―respondió con una sonrisa antes de dirigirse al lado situado a cierta distancia de la aldea.

―No estoy muy segura de si debería de ir sola... ―comentó viéndola alejarse sin poder evitar recordar el incidente con el puma la noche pasada.

―Seguro que no pasa nada, Nicole. Ella sabrá cuidarse de suceder algo. ―comentó dirigiéndose hacia la casa en la que vivía con Eva, Puma, Maya e Inma. ―Por cierto Nicole, estás muy guapa con el pelo suelto, perdón por no decírtelo antes. Creo que es la primera vez que te veo así, siempre te veo con la coleta puesta, y la verdad es que te queda mejor el pelo suelto. ―comentó el chico andando por delante de su compañera.

―Muchas gracias, Adán. Fue idea de Jessica el dejarme así el pelo. ―respondió con una sonrisa pensando en que normalmente los hombres no solían percatarse de los cambios que las mujeres se hacían en el cabello.

―También me di cuenta de que te cortaste las puntas.―Una vez mas Nicole volvió a pensar lo mismo acerca de los hombres y en como un niño como Adán no se le había escapado ni el detalle de que se había cortado las puntas. Nick desde luego no se hubiera percatado ni lo mas mínimo en el pasado, solo se percataba de los cambios radicales como aquellas dos veces en las que se cortó el pelo similar al estilo de su madre.―¿Y Jessica? Hace rato que no la veo, desde que despedimos al resto.

―Pues después de cortarle el pelo y hablar un rato con ella le propuse el venir conmigo a buscaros, pero dijo que tenía algo que hacer en la taberna. ―comentó echando un vistazo el local en cuestión situado a varios metros de ellos.

―Ya veo, bueno pues dejémosla si está ocupada. ―comentó colocando la mano en el manillar de la puerta de la vivienda. ―Pasa. ―invitó entrando en el edificio seguido por Nicole.

―Muy bien, hemos llegado a uno de los puntos claves del mapa, aunque me temo que aquí no encontraremos muchas provisiones. ―anunció Davis algo desanimado al ver que lo de “mini” era bastante literal.

―No seas pesimista hombre, menos es nada.―respondió M.A. analizando el lugar con su mirada en busca de algo de comida que llevarse a la boca.

―Chicos, apenas hay un par de chocolatinas en mal estado, y bolsas de golosinas ya abiertas. Esto ha sido saqueado estoy segura, y al ver esos cuerpos quemados diría que hace poco.―expuso la joven su opinión arrodillada analizando los restos del suelo de aquel mini servicio.

M.A. ni corto ni perezoso se agacho junto a su novia, y quitándose la máscara de su traje de protección, cogió una de las chocolatinas algo escacha y abrió el envoltorio para comérselo.

―¿En serio?― Preguntó Alice a su chico mientras lo miraba con cara de asco.

Davis no pudo evitar soltar una pequeña risa al ver el gesto de su compañero, que justo en el acto le tiró otra de las chocolatinas medio escachadas del suelo para que también se la comiese, cortándole al pelinegro la risa en el acto. Davis dudó unos segundos mientras miraba a su compañero rubio que le había dado la chocolatina, pocos segundos después incapaz de sucumbir a la tentación, ambos comenzaron a devorar la chocolatina como si se les fuese la vida en ello.

―Venga Alice no te cortes, si lo estás deseando―. Tentó M.A. mientras le ofrecía otra chocolatina a la joven, las dos que aún quedaban las guardó en su mochila.

―Está bien, mi madre siempre decía que a buen hambre no importa pan duro―.Dijo la rubia mientras sacudía el polvo y retiraba un pelo del envoltorio de la chocolatina que el joven recogió del sucio suelo de aquel lugar, antes de abrir la chocolatina algo asqueada.

Tras comerse la chocolatina a M.A. le rugieron las tripas, aquella chocolatina no era suficiente y parecía haber provocado la furia de su estomago que pedía mas. Los tres jóvenes siguieron buscando hasta el último rincón de aquel mini servicio, sin encontrar apenas nada que se pudiese comer o usar para algo, seguían estando muertos de hambre y no encontraban nada que fuese a quitárselo, así que decidieron abandonar el lugar e ir a su siguiente parada, el bar Daddy Moon.

Para su sorpresa nada mas salir del mini servicio se encontraron con tres zombies muy cerca de la entrada del local, se habían precipitado a salir sin cuidado y casi los tenían encima, sin pensarlo volvieron rápidamente adentro para salvar sus vidas.

―Vaya, eso si que no me lo esperaba, debieron de oír el ruido y vinieron atraídos por nuestra presencia― .dijo Davis mientras sujetaba la puerta.

―Pues como no pensemos rápido en algo van a atraer a mas zombies a la puerta, y nos será imposible salir ya que no hay puerta trasera―. informó Alice sujetando la puerta junto a su compañero.

―Muy bien, Alice tú abre la puerta y prepárate para entrar en combate si la cosa sale mal, yo atacaré desde que abras, M.A. tú cúbreme las espaldas. Muy bien chicos a la de tres...1, 2... ¡3!―anunció Davis mientras daba “saltitos” preparándose para la batalla.

Alice miró a Davis fijamente mientras agarraba el pomo de la puerta esperando a que su compañero terminara la cuenta atrás, una vez lo hizo, rápidamente abrió la puerta para que su compañero acabase con aquellos horripilantes zombies que aún siendo solo cuatro, los había arrinconado en aquel mini servicio. Nada mas abrir, uno de los zombies que estaban apoyado en la puerta cayó al suelo. Davis se agacho clavándole su Scramasax en la cabeza dejándolo sin vida, y tropezando el paso al resto de zombies. Al levantarse se vio cara a cara con otro zombie que seguía los pasos del anterior, casi sin percatarse, M.A. se adelantó a él salvándole la vida a su amigo, cubriéndole las espaldas tal y como él le pidió que hiciese, mientras tanto Alice que estaba tras la puerta sacó medio cuerpo para ocuparse del tercero que ya estaba entrando por la puerta, clavándole su cuchillo de combate en la cabeza. Los tres zombies muertos habían ocupado la entrada apilándose unos encima de otros al caer muertos en la misma zona, lo que provocaba que el cuarto y último no pudiese entrar, así pues intentó llegar a Alice que la tenía mas cerca. La joven volvió a ponerse detrás de la puerta quedando atrapada. El zombie parecía no ver a los dos jóvenes varones y golpeaba la puerta con la que se cubría Alice intentando devorarla.

Rápidamente Davis con Scramasax en mano y pasando sobre los cuerpos ya caídos de los tres zombies, alcanzó la cabeza del ultimo, terminando así con todos ellos. M.A. comenzó a apartar los zombies del camino para dejar libre la salida, mientras Davis se ocupaba del zombie que había caído frente a la puerta tras la que Alice se ocultaba para que pudiese salir.

―Gracias Davis, apartemos el resto y prosigamos ―propuso la joven mientras salía de detrás de la puerta.

―Para eso estamos, para cubrirnos las espaldas ―sonrío el joven a su amiga.

―Muy bien chicos ¿ahora qué? ― preguntó M.A. una vez terminó de retirar los putrefactos cuerpos.

―Pues según el mapa estamos cerca de un bar, el Daddy Moon, es el siguiente punto en el que debemos pararnos.―comentó Alice mirando el mapa.

Ejerció presión sobre la barra metálica que anexionaba ambos extremos a nivel vertical de la puerta que garantizaba el acceso principal al único bar disponible en aquella aldea. Para una luchadora que había adquirido la insana costumbre de la acción incesante, su desplazamiento de la expedición que se desarrollaba durante su estado de quietud la había sumergido en un océano de aburrimiento. La entrada a aquella lujuria alcohólica le suponía otra posibilidad de evasión tanto de este como del martirio ante el que se había rendido desde su huida de la cárcel inmoral. Y así sucedió.

—¿Pero qué haces?

El caprichoso destino se inclinó hacia los deseos de Nicole cuando esta presenció a una inquieta Jessica examinando ansiosa la calidad del suministro de alcohol que ante ellas se exponía.

—Tinto. Reserva de doce años. Doce años son muchos. Vaya que sí. Este tiene toda la pinta de ser un vino de los caros. Me sorprende que lo tengan aquí —comentaba la chica horadando en la curiosidad con la que el desconocimiento de aquel local le honraba.

—No quiero interrumpir la fiesta, pero..., ¿para esto querías venir a la taberna? ¿Para ponerte a catar vinos? —reclamó Nicole indignada por su concepción de un comportamiento inaudito en ella.

—No exactamente —se defendió procediendo a argumentar sus acciones—. Estoy retirando las botellas para hacer hueco en los estantes. Así, después de hacer el inventario de la comida que consigamos en las expediciones, podemos colocarla en un lugar público, porque si la dejamos en alguna de las casas nos arriesgamos a que alguien coja algo a espaldas del resto. Todos estamos medio muertos de hambre, así que será mejor llevar un control que no acabar tirándonos de los pelos porque ha desaparecido una lata de atún. Además, deshacernos del alcohol le vendrá bien al hígado de ya sabes quién. Como siga bebiendo al ritmo que llevaba ayer y esta mañana, va a pillar una cirrosis de aúpa.

—Eso ni te lo discuto —apoyó su reflexión evocando a cierto sujeto de hígado invencible—. Me parece una idea estupenda, Jessica. Gran iniciativa por tu parte.

—Gracias —contestó ruborizándose ante el espontaneo elogio.

Jessica retornaba a los estantes con pretensión de concluir la ocupación encomendada cuando una feroz contracción de su estómago la detuvo por completo. Nicole se sobresaltó al observarla soltar la botella que cargaba sobre una de las mesas y precipitarse desesperada hacia el baño de la taberna, alentándola a emprender atemorizada su persecución hasta que consiguió alcanzarla justo cuando la acometida inicial de su vómito ya se había desplegado sobre el retrete. Indecisa acerca de la ayuda que debía prestar, Nicole retiró los cabellos que se posaban sobre el rostro de la embarazada para disminuir el malestar general que probablemente la acosaba.

Permanecieron unidas en el nauseabundo y claustrofóbico lavabo durante unos minutos que se eternizaron hasta el infinito, batallando contra los siete impíos asaltos que su estómago le había preparado. Jessica se desplomó una vez finalizado el vaciado de su molestia carente de cualquier mínimo ápice de energía que le permitiese incorporarse, estimulando a su caritativa compañera para transportarla mediante un vasto esfuerzo al exterior de aquel monumento a la insalubridad.

—Ah, Dios… El embarazo me está descomponiendo —compartió mientras se acurrucaba sobre la silla más cercana con la que tropezaron soportando un agotamiento físico significativo.

—Deberías ir a casa y descansar un rato. Yo me ocuparé de los estantes —se ofreció Nicole con una intensa aflicción hacia el malestar espontáneo de su compañera.

—Creo que prefiero quedarme aquí. Además, no creo que pueda ponerme en pie —argumentó Jessica a la par que apoyaba sus brazos sobre la mesa que acompañaba a su asiento para tratar de reprimir los mareos que todavía perforaban su cerebro.

—Como quieras. Si necesitas algo, estoy aquí, ¿vale? —insistió la rubia, recibiendo una rotunda afirmación que tan sólo logró apaciguar una mínima parte de su intranquilidad.

Con sus sentidos todavía alarmados, Nicole retrocedió lentamente hasta alcanzar el área donde se almacenaba ordenadamente el alcohol del local para rematar la idea original de su amiga. Ya había extraído un par de botellas de alcohol barato cuando Jessica emprendió otra conversación.

—Oye, Nicole… —susurró atrayéndola sutilmente para que atendiese a su misteriosa llamada.

—¿Qué pasa, Jessica? —se inquietó al contemplar el pensamiento de su semblante decaído.

—Este niño… que llevo dentro de mí… es un embarazo de riesgo. De mucho riesgo. ¿Verdad? —reconoció elevando su mentón para contactar visualmente con las pupilas de la rubia, quien se sintió instantáneamente embaucada por un sentimiento de confusión mental.

—Hoy en día, salir a la calle es una actuación de riesgo —se sinceró intentando alejarla de unos pensamientos de tal perjuicio para su frágil salubridad.

—Lo sé, pero esto es distinto. Me siento un peligro constante, como si cargara con una bomba de relojería —confesó abstraída en sus razonamientos—. Has visto lo que acaba de ocurrir. ¿Y si hubiese pasado en mitad de una horda de podridos o escondiéndonos de alguien? Habría puesto en peligro a todos. Cada vez siento que tengo menos control sobre mi propio cuerpo.

—Tienes que relajarte… —la apoyó Nicole aproximándose nuevamente hasta la mesa en la que la reflexiva chica se localizaba.

—Nicole, necesito… hablar contigo. Llevo tiempo dándole vueltas a algo en mi cabeza —reveló afrontando con coraje la petición que iba a efectuar.

—Por supuesto. Puedes confiar en mí —asintió con suma ternura.

—Es que… Cada vez que pienso en el bebé, me vienen a la cabeza las miles de mujeres que han muerto a causa de su embarazo —reveló entrecortando inconscientemente su respiración.

—Hey, eso no va a pasar, Jessica… —trató de aplacar su comentario vanamente.

—Lo siento, pero no puedo creerte —decretó con convicción—. Si ellas morían a pesar de que disponían de recursos médicos y vivían en un ambiente no hostil, ¿qué va a ser de mí?

—Pero, Jessica… —susurró con voluntad fallida de entrelazar sus manos como signo de apoyo.

—Es mi hijo, y lo quiero con toda mi alma, pero también tengo mucho miedo por lo que pueda pasarme a mí. No sé si el día de mañana podría ponerle a él por encima de mí. No lo sé, la verdad —desveló permitiendo distinguir cierta vergüenza personal en su testimonio—. Necesito pedirte, por favor, Nicole, que lo hagas tú por mí si yo no pudiera. Tienes que mantener la vida de mi hijo por encima de la mía, y no dejarme ser egoísta por miedo. Sé que Davis no se atrevería a hacerlo, por su propio temor y por su amor hacia mí, pero confío en que tú lo harías. Necesito que me lo prometas. Necesito que me mantengas en el camino correcto, en lo que debe ser. Por favor…

La integridad de Nicole enmudeció atónita. Su súplica angustiosa ni siquiera se incluía entre las posibilidades de diálogo que baraja, y se tornaba más inusual incluso tras los avances observados en su relación con Davis. El arduo sacrificio por el que rogaba alentó por primera vez la creencia de que la profunda alma de Jessica poseía una fortaleza mucho mayor de lo que aparentaba ser su manifestación carnal. Quizá incluso más que ella misma…

—Te prometo, Jessica, que haré todo lo que esté en mi mano para que ese bebé y tú viváis —se comprometió con estridente firmeza en su juramento.

—No es eso lo que necesito que me prometas —denotó con una sutil mirada de insatisfacción.

—Pero es lo máximo que puedo darte —se justificó manifestando su desacuerdo con respecto a la decisión de su amiga—. No tienes que poner a tu hijo por encima de ti. Confía en mí. Saldréis adelante. Te lo prometo.

Jessica examinó a Nicole dubitativa. Era perfectamente consciente de que las pretensiones que Nicole constituía se basaban en su propio bienestar, por lo que contemplarla sonriendo a su lado le generaba un insondable apoyo prácticamente impagable, pero también provocaba el aumento de un sentimiento que se había presentado en su vida con gran regularidad. Inseguridad.

―¡¡Puma por el frente izquierdo!! ¡¡Maya por el frente derecho!! ¡¡Yo iré de frente!! ―ordenó la joven de cabellos castaños cuando la marea de podridos se acercó a ellos en formación de abanico. Eva tuvo que ponerse seria cuando se percató que no todos estaban en un avanzado estado de descomposición e inactividad, entre esa mayoría había otros zombies comunes que presentaban mejor aspecto físico al no estar en un estado tan avanzado de descomposición como el resto de sus compañeros, quienes andando a paso ligero adelantaban a aquellos que se movían con extrema lentitud. ―¡¡Haced que se separen en tres vertientes y eliminad a todos cuantos os sea posible!! ¡¡Hay que hacerse un camino entre todos ellos para acceder al centro médico!! ―imperó la líder del equipo.

―¡¡De acuerdo!! ―contestó el dúo al unísono.

Las botas de Maya sonaron con fuerza ante su rápido avance contra los zombies mas cercanos a su posición. Agarrando el martillo de guerra con ambas manos saltó contra el objetivo mas cercano alzando por encima de su cabeza el arma bélica, el cual descendió con total fiereza y brutalidad posible contra la cabeza del podrido en cuanto los pies de su dueña tocaron suelo de nuevo. Con un sonoro chasquido, fragmentos de hueso procedente del cráneo del caminante volaron en todas direcciones junto a salpicaduras de sangre y de una masa grisácea procedente del machacado cerebro del no muerto. Caído el primero, la cabeza del martillo barrió a izquierda y derecha la mandíbula y la sien del par de zombies mas cercanos que se le aproximaban por ambos laterales, reventando las zonas óseas en el que se produjo cada impacto. La joven alzó el martillo y con total brutalidad golpeó el cuerpo de una farola cercana provocando que el metálico y molesto sonido originado por el choque atrajera a parte del grupo hacia su posición.

―Suerte que la calle es ancha... ―susurró por lo bajo al ver por lo menos a una veintena de sacos de huesos andantes acercándose a ella.

Ni tres segundos le tomó derribar al trío de podridos mas cercano. De tres tajos rápidos y secos ejercidos con la espada nazarí, Puma decapitó a los tres objetivos que tenía delante. No podía dejar que le rodearan, por muy lentos y descompuestos que estuvieran, en grandes grupos podían ser un problema si llegaban a rodearte. El joven de oscuros cabellos corrió hacia los mas próximos soltando veloces tajos horizontales que obligaba a los enemigos a perder la cabeza ante su avance. Sus instintos le advirtieron del peligro inminente cuando hacia su izquierda uno se acercó a paso ligero con ambos brazos en alto a la espera de ser capaz de arrancarle un trozo carne. Puma ante la corta distancia al percatarse de que era un zombie común, no le quedó otra que dar varios pasos atrás lanzando un tajo horizontal con su sable cercenando con ello los dedos de las manos de caminante para impedir que lo pudiera agarrar, así tan pronto como la acción fue ejercida, confiado dio un paso adelante haciendo descender el filo que había elevado sobre su cabeza para incrustarlo de un tajo entre ceja y ceja al podrido. Finalmente logró atraer la atención de otro puñado de zombies.

―¡¡Seguid así, dispersadlos y eliminad a los que podáis para reducirlos en número!! ―ordenó Eva ejecutando un movimiento ascendente con su alabarda que atravesó al caminante mas próximo de un tajo que subía desde su entrepierna a la cabeza, marcando en sangre en camino que el filoso borde de la alabarda se había abierto entre la pútrida carne. ―¡¡La mayoría están en extremo avanzado de descomposición y son extremadamente lentos, pero aún así tened cuidado, que no os rodeen, a pesar de la condición física de la mayoría no dejan de ser zombies!! ¡¡Cuidado con los normales, son algo mas resistentes a ser cortados, atacadlos con fuerza para que el hueso no sea obstáculo para el filo de vuestras armas, y no os confiéis, recordad que los comunes son mas rápidos que estos sacos de piel y huesos andantes!!

El puntiagudo pico de la alabarda perforó entre ceja y ceja a otros de esos sacos de piel y huesos andantes, sin dudas sus cuerpos eran muy débiles, por lo que no se necesitaba de golpes muy rápidos y fuertes para cortarlos sin que los huesos y la carne opusieran mucha resistencia a las armas blancas, tenían una resistencia baja respecto a un zombie normal y corriente. De un tajo seco y descendente, el filo con forma de hacha de la alabarda abrió en canal a otro podrido cercano separando su cuerpo en dos mitades.

―¡¡Id avanzando mientras os hacéis huecos, y no dejéis que los tres grupos se junten formando de nuevo uno solo!! ―informó avanzando a paso ligero decapitando a los podridos cercanos barriendo con el filo en forma de hacha a izquierda y a derecha sin dejar de guardar distancias con el enemigo. Al ser poseedora de un arma de larga distancia que la dotaba con esa ventaja de atacar sin necesidad de acercarse mucho a su objetivo, no tenía problema en ser quien mas se iba internando entre los muertos vivientes. ―¡¡Seguid así!! ―animó antes de de cercenar ambas piernas a un zombie común para posteriormente hundirle el filo curvado de la alabarda en mitad del cráneo.

El trío no dejó de avanzar decapitando, reventando y cercenando a todos los zombies que se colocaban por delante mientras se hacían un camino. Con energéticos movimientos en pequeñas fracciones de segundo eliminaban a varios seres putrefactos con multitud de ataques encadenados por medio de sus armas blancas, y por su puesto, ante todo vigilando que los putrefactos seres no se disgregaran mas de la cuenta rodeándolos. Finalmente con una masacre a sus espaldas, el trío logró entrar al centro médico a paso ligero antes de que la marea volviera a unirse en un solo grupo, aunque por suerte el número de no muertos había descendido por lo menos a una treintena. Con sus hombros bajando y subiendo de manera exagerada mientras trataban de tomar aire ante el conjunto de enérgicos ataques lanzados hasta que lograron acceder al edificio, Puma y Eva colocaron un sillón alargado cercano contra la puerta del centro médico para evitar que los podridos lograran abrir la puerta.

Los tres se sentaron en el mismo sillón que colocaron como obstáculo para recobrar el aliento durante unos momentos, sintiendo las manos de los putrefactos seres de ultratumba arañar la puerta al otro lado de esta. A primera vista el interior del centro daba ya la impresión de que no era muy grande, de hecho no tenía una segunda planta. Solo una gran sala de espera con una recepción al fondo, unos sillones, una pequeña mesa al lado de los sillones con varias revistas y periódicos, un par de macetas marchitas y unos cuadros de arte abstracto. A ambos lado de la estancia un par de pasillos anchos con varias puertas que daban a distintas habitaciones se abrían. Y nada mas, no tenía escaleras que ascendieran o descendieran a ningún sitio.

―Creo que será mejor que nos separemos e inspeccionemos todo el edificio. ―propuso Eva. ―Coged todo lo que sea necesario, cualquier cosa de utilidad, ¿de acuerdo? Aspirinas para el dolor de cabeza, rollos de vendas, antisépticos, preservativos, tiritas, termómetros, jeringuillas, esparadrapo, tijeras, guantes de látex, gel desinfectante para las manos, cremas para quemaduras y otros problemas de la piel, analgésicos, laxantes, gasas, algodón, agua oxigenada, medicamentos para las náuseas, o pinzas, son varias de las cosas que podéis coger. ―Eva miró al reloj torciendo los labios ante las manecillas del reloj.

―¿A qué viene esa cara? ―preguntó Puma. ―¿Se nos está haciendo tarde?

―Si, nos hemos pegado demasiado tiempo para tratar de entrar pasando entre los zombies de ahí fuera... ―respondió disgustada por la hora que el reloj marcaba. ―¡Tenemos prisa por lo que en diez minutos tenemos que estar aquí con lo que hayamos podido encontrar! ¡Os recuerdo que tenemos que reunirnos con los otros tres a las siete en punto de la tarde frente al cartel del pueblo, son las seis y media!

―¿En media hora nos dará tiempo a llegar? ―preguntó Maya.

―Si, si nos ponemos un cohete en el culo. ―respondió Puma.

―Bueno, no pasa nada que lleguemos un poco tarde, si es así contactamos con esos tres por el walkie para que nos esperen. La verdad es que en dos horas no nos ha dado tiempo a nada prácticamente, de la aldea al pueblo hay cerca de media hora de camino a pie, y luego el tema de buscar la calle y el atravesar al grupo de zombies...

―Deberíamos venir mañana mas temprano e invertir una o dos horas mas. No hemos recorrido ni un diez por ciento del pueblo seguramente. ―propuso Maya ante el comentario de su compañera.

―Si, es verdad. A la noche lo hablamos cuando planeemos la segunda expedición de mañana. ―respondió la joven pensativa.

Maya recordó entonces el encargo de Jessica, el de buscarle algún libro de medicina o del parto para así poder estudiar junto a ella medicina y poder ayudarla cuando tratara a los miembros del grupo. A toda prisa debería de tratar de encontrar algún libro de interés mientras encontraba los suministros médicos que Eva solicitó.

―¡Bueno, medicamentos y elementos médicos, ya os he dicho muchas de las cosas que podéis buscar, así que adelante! ―ordenó la líder de equipo marchándose hacia la recepción para comprobar si había algo de interés ahí.

Mientras, Puma y Maya tomaban cada uno un pasillo diferente a paso ligero para inspeccionar todas las salas en busca de lo que se necesitaban. Las dos horas se estaban acabando, pronto deberían volver sobre sus pasos para reunirse con Alice, Davis y M.A y volver juntos a la aldea en donde Inma, Nicole, Adán y Jessica los esperaban. En dos horas no les dio tiempo a examinar el pueblo entero, ya lo harían en una próxima expedición, esta era mas que nada para echar un primer vistazo, coger recursos y comentar con el resto la situación cuando todos se reagruparan de nuevo en la aldea.

Las anaranjadas luces del atardecer se reflejaban en la superficie del lago parcialmente helado. En silencio, con viento, Inma comenzaba a sentir el frío en su cuerpo mientras trataba de pescar, desde que se había separado de Nicole y Adán había logrado pescar algo. Sus ojos se dirigieron al cubo localizado a un metro a su vera. Nadando en el interior del espacioso cubo, cuatro truchas de unos treinta centímetros nadaban tranquilamente sin ser conscientes de que serían parte de la cena de aquella noche.

―No pican mas... Pufff... ―la joven miró de nueva insatisfecha a aquellos cuatro peces, no eran muy grandes y solo eran cuatro, para diez personas no iban a ser suficiente alimento.―Y para colmo apenas hemos comido algo... ―susurró sintiendo su estómago rugir por cuarta vez desde aquella escasa comida de hace unas horas. ―Deben de estar al venir de la expedición. ―comentó para si misma por el descenso de la gran bola de fuego en el horizonte.

Diez minutos mas y finalmente logró pescar una quinta trucha, de un tamaño igual a las otras cuatro. Ya era hora de acabar, había permanecido bastante tiempo pescando y pasando frío para tan solo cinco peces no muy grandes para diez estómagos muertos de hambre, no merecía la pena pasar media hora mas para un pez mas. Agarrando el cubo y la caña, la joven de cabellos castaños comenzó a caminar de nuevo hacia la aldea, pero por el camino sus pies se detuvieron cuando por el rabillo del ojo vio una silueta entre los árboles. Con el ceño fruncido Inma miró en dirección a la que vio la silueta dirigirse, desde luego no podía ser un zombie, andaba de una manera demasiado “humanizada” como para ser un muerto viviente.

Inma se adentró entre los árboles del bosque en busca de la silueta. ¿Sería algún bandido de por la zona? Desde luego no era un zombie, no se movía como tal, y andaba bien erguido como cualquier persona normal, sin dudas era una silueta de una persona no infectada. ¿Tal vez sería Nicole? ¿Tal vez Adán, o Jessica? No, eso no era posible, Adán quedaba descartado, no era la figura de un niño, si no de alguien de mas altura, y Nicole y Jessica tampoco podían ser, ambas debían de estar en la aldea. Inma detuvo de nuevo sus pasos, si se trataba de un bandido, lo mejor sería hacerle un ataque sorpresa. La joven dejó la caña y el cubo con los peces a los pies de un árbol, y empleando uno de los machetes Kukris de Nicole, talló una señal en la corteza para recordar en que árbol había dejado sus pertenencias.

Las hojas y la tierra crujían bajo sus pies, agarrando el mango del machete de nuevo enfundado por si sucedía algo, avanzaba observando en todas direcciones a fin de evitar un posible ataque sorpresa. La verdad es que no era descabellada la idea de que pudiera ser un bandido, al fin y al cabo, según el mapa del panfleto que encontraron ella y Jessica, además de Rockrose Newville, había otras aldeas y pueblos distribuidos por la zona, puede que algún pueblo o aldea cercana estuviese habitada, viviendo aquella gente de ir saqueando el resto de pueblos y aldeas vecinas. ¿Estará sola esa persona? ¿Puede que hubiera mas por la zona buscando la aldea en la que ella y sus compañeros se asentaban? De ser así... Bueno, Nicole estaba en la aldea protegiéndola junto a Jessica y Adán, probablemente se percataran si alguien accediera a la aldea, ya que había que mover los vehículos estacionados en las entradas al pueblo, probablemente se percatarían de que los vehículos se habrían... ¡¡Mierda!! ¡¡Se había dejado la “puerta” delantera de la aldea abierta al no tener a nadie para cerrarla desde el otro lado cuando salió a pescar!! No importa, Nicole se percataría de cualquier intruso fácilmente, conociéndola, cosas como las huellas de las botas en la tierra o pequeños detalles dejados por la intrusión de personas de fuera de la aldea, no pasarían por alto para una mujer tan detallista y analítica como Nicole.

Finalmente vio de nuevo la silueta a lo lejos, a varios metros de distancia. Un viejo granero quemado, no lo había visto anteriormente, pero ahí fue donde aquella persona entró, probablemente tratando de buscar recursos. A paso ligero tratando de ocultar tanto como le fuera posible sus pasos, Inma avanzó, tenía que asaltar a aquella persona en un lugar cerrado como aquel si quería obtener la ventaja otorgada por un ataque sorpresa. Diez metros, siete, cinco, cuatro... El granero estaba frente a ella, y apoyada en una de las paredes laterales de la edificación escuchando los sonidos procedentes de su interior, así como la propia sombra derramada en el suelo por los juegos de luces y sombras producidas por el atardecer, era obvio que aquella persona estaría en frente nada mas doblar la esquina para entrar de frente a la edificación quemada.

La joven inspiró y expiró un par de veces concentrándose, era el momento de serle útil a sus compañeros y defenderles de un posible enemigo. Se sentía nerviosa, pero no le quedaba otra, ella misma se dijo que quería ser fuerte para poder proteger a Maya y al resto de sus compañeros, como Jessica, ella también estaba dispuesta a todo y a abandonar la segunda posición para ir al frente a luchar. Pero... ¿Sería capaz de matar a un ser humano? Nunca había llegado a ese extremo, estábamos hablando de un ser humano con capacidad de sentir, razonar, hablar... , no de un zombie, una criatura ya muerta, un cascarón vacío carente de razón o sentimiento alguno. La joven no pudo evitar apretar con mas fuerza el mango de uno de los Kukris, mango que no había soltado ni un solo instante hasta que había llegado al granero. ¿Y si no era hostil? Puede que solo fuese un simple superviviente buscando recursos, no tenía que ser un bandido peligroso que se dedicara a hacer daño y a robar a otros supervivientes ¿verdad?

Suspirando una última vez, la joven se dispuso a doblar la esquina agachada viendo la entrada al edificio a escasa distancia. En cuclillas, aún agarrando el mango del Kukri, la joven entró al edificio ocultando sus pasos para dialogar o desarmar y maniatar de alguna manera a aquella persona, según fueran sus intenciones. Un sonido de madera crujiendo se escuchó entonces nada mas entrar al edificio.

―¡Aghgggggh! ―chilló un grito femenino.

En la blanca sala iluminada por el anaranjado color del atardecer, Maya se acercó a una estantería de la sala de pacientes en la que estaba, multitud de libros de medicina reposaban allí correctamente colocados. Tras buscar rápidamente leyendo algunos títulos, la joven castaña encontró un par que le podían ser de utilidad a Jessica. Agarrando un par de libros, comenzó a ojear su interior muy por encima, viendo que mas allá de la información escrita, estos estaban además lleno de dibujos explicativos.

―Un libro sobre el embarazo y el parto, y un manual de primeros auxilios. ―comentó antes de guardarlos en su mochila. ―No puede quejarse.

La joven rápidamente comenzó a abrir vitrinas, armarios y cajones en busca de cualquier elemento que pudiera serle de utilidad.

―Un fonendoscopio... ―susurró para si misma―¿Será de utilidad?

La joven sabía que todo se iba a guardar en su mochila, y los dos libros que tenía ya dentro ocupaban cierto espacio, eran pequeños, pero un tanto gordos, y Eva no sabía nada de los libros, mas bien era un favor que le estaba haciendo a Jessica. La joven tras unos instantes pensándolo lo metió en la mochila junto al paquete de jeringuillas y un par de termómetros que encontró en otras salas de consulta médica. La joven esperaba que a Puma le estuviese yendo mejor con el tema de los medicamentos, porque por ahora ella no había encontrado nada mas allá de aquellos tres elementos de uso médico, las jeringuillas, los termómetros y el fonendoscopio.

No había tiempo, ya habían pasado cinco de los diez minutos y a pesar de que había ido a todo correr para examinar por encima cuatro de las ocho salas del pasillo, dudaba mucho que le diera tiempo a rebuscar en las otras salas, y estaba segura que se estaría saltando cosas útiles por no buscar bien por las prisas. De inmediato Maya salió corriendo a la siguiente sala.

Por otra parte Puma había logrado encontrar un pequeño almacén con algunos armarios repletos de cajones con extraños nombres médicos. A medida que abría las cajas, la mayoría de armarios tenían los cajones completamente vacíos, pero por otra parte había otros armarios con algunos medicamentos que Puma no tardó en coger ignorando por completo de que podrían tratarse, ya se encargaría después de identificarlos Eva, no había tiempo para detenerse a leer que era lo que había cogido. Metiendo todos los botes de medicamentos en uno de los cajones vacíos que desencajó de uno de los armarios, el joven salió a paso ligero de la sala, pasando por encima de un par de cadáveres zombificados que presentaban heridas de bala en la cabeza.

Eva encontró tras la recepción en una caja de cartón, en su interior descubrió un botiquín en el interior de una bolsa de plástico transparente, por supuesto, estaba completamente vacío. Era especioso, serviría para guardar todos los medicamentos que encontraran en esta y en próximas expediciones. Y sobre el mostrador, un bote pequeño de gel desinfectante para las manos.

―¿Oh? Vaya, ¿que tenemos aquí? ―comentó para si misma agarrando un bote de plástico repleto de caramelos. ―Cogeré algunos para Adán. ―fue abrir el bote y sacar un puñado de caramelos, tantos como en su mano pudieran caber. Después devolvió el tarro de los caramelos a su sitio.

La joven miró de nuevo el reloj sabiendo que era imposible que llegaran a tiempo, por lo que decidió informar a Davis de ellos. Agarrando el walkie de su cinto, Eva comunicó con el joven.

―Aquí Davis. ¿Sucede algo, Eva?

―Si, quería comentarte que estamos aún en el centro médico, hemos tardado en llegar por culpa de los zombies del pueblo. No vamos a llegar a la hora justa así que esperadnos un poco por favor, trataremos de llegar lo antes posible.

―Claro, no hay problema, nosotros también hemos tenido algunos problemas que nos harán llegar algo mas tarde al punto de encuentro. Dos horas no son nada aquí, se pasan volando.

―Si. ―suspiró la mujer. ―Para la próxima tendremos que ir mas temprano para no ir con tanta prisa...

―Bueno, no te preocupes, si llegamos antes que vosotros os esperamos.

―De acuerdo Davis. Corto y cierro.

La joven salió de detrás de recepción al no encontrar nada. Y a los pocos momentos Puma y Maya llegaron a la misma estancia.

―Muy bien, justo a tiempo. ¿Qué habéis encontrado?

Los tres se acercaron a una mesa cercana en la que sacaron lo que habían recolectado.

―Un fonendoscopio, un paquete de seis jeringuillas, un par de termómetros, tres rollos de vendas y un paquete de algodón. Y luego Jessica me encargó que le trajera algún libro. ―comentó colocándolos sobre la mesa. ―Un libro es sobre el embarazo y el parto, y el otro un manual de primeros auxilios.

―Mmmm... Ocupan un volumen importante en la mochila... ―comentó Eva no muy satisfecha con el espacio que esos dos libros ocupaban. ―¿Por qué quiere esos libros? Lo del embarazo y el parto imagino que es para ir preparándose. ¿Pero y el manual?

―Me ha pedido que la coja como mi pupilo, y he aceptado. Le voy a enseñar lo que sé de medicina y pienso que el manual le vendrá bien. Es mejor tener a dos médicas en el grupo que a una sola, ¿no? Si le pasa algo a una, la otra seguirá ahí. ―argumentó Maya.

―Entiendo, bueno aunque no entraba en los planes me parece bien que cogieras esos dos libros. Puma, ¿qué tienes tú?

―Ni idea, medicinas, pero no me he parado a comprobar que he cogido. ―respondió colocando el cajón sobre la mesa.―Bueno, salvo una cosa que reconocí a primera vista.

―¿Qué cosa? ―preguntó Eva viendo a su compañero sacar lo que había recolectado del cajón a la mesa.

―Los preservativos. ―respondió colocando un par de paquetes sobre la mesa.

―Ya veo... ―ignorando los preservativos, Eva comenzó a examinar el resto de medicamentos. ―Un par de botes de aspirina para la cabeza, otro par de botes de antisépticos, un bote de jarabe para la tos, un bote de analgésicos y una crema para dolores musculares, ademas de los dos paquetes de preservativos.

―Oye pues no está mal, vamos bien servidos en cuanto a medicamentos. ―comentó Maya asombrada del bote que llevaban. ―¿De dónde has sacado tanto? ¿Había mas?

―Hay un almacén donde se guardan medicamentos y otras cosas por el estilo clasificados en cajones, en distintos armarios. Y a decir verdad, la mayoría de cajones están vacíos, por lo que intuyo que ya hubo gente aquí antes saqueando. Encontré algunos podridos en el almacén que presentaban heridas de bala en algunas zonas del cuerpo, y la sala estaba hecha un caos cuando entré. Pero si desgraciadamente creo que todo esto es lo que había en ese pequeño almacén. Puede que hubiera algo mas si hubiera buscado mejor, me salté algunos cajones, pero la verdad es que con todo tan vacío dudo que haya algo mas allí. ―respondió Puma.

―Bueno, es normal, en los centros médicos no suelen tener medicamentos, para eso están las farmacias. Tenía pensado en que pasáramos por la farmacia tras coger material médico, pero creo que mejor lo dejamos para la expedición de mañana y conformarnos con lo que hemos encontrado, que tampoco está mal.

―Está bien ¿Y tú que has encontrado Eva?

―Un botiquín vacío en el que guardar todo esto, unos caramelos para Adán, ―enfatizó con fuerza aquello último― y un gel desinfectante para las manos.

―Pues podemos guardar los medicamentos en el botiquín, en la mochila no van a caber con los dos libros, los artículos médicos y las tres molotovs que llevo dentro. ―propuso Maya.

Eva estuvo de acuerdo, y metió todo lo que Puma encontró y el gel desinfectante en el botiquín, el cual le entregó a Puma para que lo llevara agarrando del asa, ya que el solo necesitaba una mano para manejar su espada nazarí mientra ella y Maya necesitaban ambas manos para manejar sus armas blancas. Después Eva le entregó los caramelos a Maya para que los guardara en su mochila.

―He contactado con Davis, le dije que nos retrasaríamos un poco. Ellos al parecer tampoco llegarán a tiempo.

―La verdad es que me sorprende que hayan pasado ya dos horas tan rápidamente. ―comentó Maya. ―No me he dado cuenta del paso del tiempo con la exploración y lo del enfrentamiento con los zombies.

―Y hablando de zombies... ¿Por donde vamos a salir? ―preguntó Puma. ―Por la puerta de entrada es obvio que no, están todos esperándonos al otro lado de esta.

―Yo he visto una salida de emergencia en el pasillo que estuve explorando. Puede que de a una salida trasera. ―respondió Maya colgándose de nuevo la mochila a su espalda tras recoger sus cosas.

―Está bien, vamos allá. ―comentó la líder de equipo siendo la primera en ir adelante, seguida por Maya y finalmente por Puma siguiendo la formación. No tardaron nada en cruzar el pasillo y dar con la puerta. ―Bien, vámonos de aquí.

El manillar descendió ante la mano de Eva, quien en cuanto vio la puerta abrirse levemente mostrando una profunda oscuridad a través de la pequeña abertura, como si un fuerte calambrazo le diera en la mano, soltó de inmediato el manillar de la puerta teniendo ante sus compañeros una violenta y extraña reacción al intentar retroceder. Ante la sorpresa de los presentes la puerta se abrió de golpe emitiendo un fuerte sonido cuando se produjo un portazo entre la puerta y la pared. Del otro lado de la puerta un no muerto en avanzado estado de descomposición apareció entra la oscuridad logrando agarrar el cuello de Eva con ambas manos, quien por unas décimas de segundo no logró retroceder lo necesario para evitar aquellas pútridas manos.

―¡¡Eva!! ―exclamaron sus compañeros al unísono antes de percatarse como otros putrefactos seres emergían de la oscuridad del pasillo.

Eva vio la cara de aquel ser extremadamente cerca de ella. Presentaba los síntomas de la mayoría de los podridos que vio, vientre hundido, delgadez extrema, y un avanzadísimo estado de descomposición hasta el punto en el que partes óseas se mostraban entre aquella delicada, grisácea y podrida piel que se caía a trozos. A pesar del aspecto físico, el no muerto tenía bastante fuerza física. Sabía que incluso en semejante estado físico, no podía subestimarlos cuando se trataban de grandes grupos, y ahora tampoco debía de subestimarlos en cuanto a su fuerza física.

Puma se lanzó a quitárselo de encima logrando estamparlo contra la pared mas cercana. Con sus puños, el joven emprendió una y otra vez un rápido conjunto de puñetazos contra la sien ósea de pútrido ser de ultratumba. La intensidad de los golpes iban quebrando rápidamente la parte del cráneo expuesta, hasta que finalmente logró quitárselo de encima siendo incapaz de no manchar su traje de protección con multitud de gotas de sangre rojo oscuro.

Un par se acercó a Puma aprovechando que bajó la guardia para acabar con el acosador de Eva. Devolviéndole el favor, Eva avanzó de unas zancadas por la vera de Puma ejecutando un solo golpe horizontal con su alabarda cuyo rápido y potente tajo cercenó la parte superior del cráneo del dúo de fétidos caminantes, dejándolos únicamente con la parte inferior del cráneo.

―¡Retroceded por el pasillo, este lugar es muy estrecho y estamos muy cerca de ellos! ―advirtió Eva siendo la primera en retroceder. ―¡Guardad distancias!

Con un movimientos ascendente del martillo de guerra, Maya pulverizó la mandíbula inferior del podrido mas cercano haciéndole saltar los dientes por los aires. Cinco de los podridos vestían con lo que en antaño fueron batas blancas, las cuales ahora se encontraban impregnadas por gruesas capas de suciedad y sangre. Sin dudas debían de ser los médicos que trabajan allí, ahora los tres lo entendían, el porque tanto zombie a las puertas del centro médico. En el interior del edificio había gente ocultándose, el personal médico, y civiles en su mayoría.

No tardaron mas de cinco minutos en acabar con aquella quincena de podridos. Puma vio en el suelo una pistola, cerca de uno de los cadáveres, no tardó en cogerla.

―Se le ha debido de caer del bolsillo al caer muerto al suelo. ―comentó echándole un vistazo. ―Vacía, no le queda ni una bala.

―Deben de haber sido ellos quienes dispararon contra los zombies que encontraste en el almacén. ―respondió Maya observando el arma que Puma tenía entre las manos antes de dejarla caer al suelo de nuevo. ―¿Qué harían todos ahí encerrados?

―Probablemente no tenían a donde huir y el centro médico era el mejor sitio posible por los medicamentos y el material sanitario. También es posible que hubiera aquí gente herida que necesitara ser tratada, y debido a ello y a la situación fuera, decidiesen quedarse aquí resguardados. O tal vez les pilló aquí algún incidente con todos esos zombies impidiéndoles salir. Quien sabe, eso es irrelevante. Lo que me extraña es que se quedaran aquí hasta morir y convertirse... ¿Qué hay de la salida de emergencia? ―comentó Eva dirigiéndose hacia ella pasando entre los cadáveres.

Eva, seguida por Maya y Puma, recorrió el pasillo a oscuras tras la puerta que conducía a aquella salida de emergencia. En el interior de ese pasillo había un fuerte olor a sangre, y de hecho, mientras lo recorrían, Eva estuvo a punto de resbalarse en una ocasión por algún charcos de sangre que eran imperceptible para la vista por aquella oscuridad.

―Es muy estrecho... ―se quejó Maya al percatarse de que dos personas andando una junto a la otra ocupaban por completo el ancho del pasillo. ―Debieron de estar muy apelotonados estando todos aquí metidos. Pudieron salir por la puerta, estaba abierta.

Finalmente el trío vio al final del oscuro pasillo un leve hilo de luz anaranjada. Una puerta casi cerrada en su totalidad allí se hallaba, a penas visualmente abierta, dando de cara a un callejón infestado por al menos una veintena de podridos.

―Es posible que los zombies entraran en algún despiste y los mordieran en el pasillo. ―comentó Eva. ―Bueno, eso da igual. Por lo que veo están inactivos, parados como estatuas mirando hacia algún lado completamente distraídos. Podemos salir y dirigirnos rápidamente a la derecha, hay un camino que probablemente nos lleve de nuevo a alguna carretera. Si vamos rápido no podrán cogernos. ―Propuso la joven viendo a sus compañeros asentir en silencio. De inmediato se dispusieron a realizar lo que Eva planeó, dejando atrás el centro médico.

Poniéndose rumbo al bar, Eva se puso en contacto con Davis a través de su walkie.

―Aquí Davis, ¿Sucede algo Eva?

―Si, quería comentarte que estamos aún en el centro médico, hemos tardado en llegar por culpa de los zombies del pueblo. No vamos a llegar a la hora justa así que esperadnos un poco por favor, trataremos de llegar lo antes posible.

―Claro, no hay problema, nosotros también hemos tenido algunos problemas que nos harán llegar algo mas tarde al punto de encuentro. Dos horas no son nada aquí, se pasan volando.

―¡¿Dos horas ya?! ―preguntó una sorprendida Alice a M.A algo confusa. El tiempo había pasado mas rápido de lo esperado entre una cosa y otra.

―Si ―suspiró Eva a través del walkie. ―Para la próxima tendremos que ir mas temprano para no ir con tanta prisa...

―Bueno, no te preocupes, si llegamos antes que vosotros os esperamos.

―De acuerdo Davis. Corto y cierro.―terminó la joven.

―Chicos debemos darnos algo de prisa si queremos inspeccionar el bar y volver a la hora que habíamos acordado.―Dijo Davis tras la charla con Eva.

―Eso depende. ¿Cómo de lejos esta el bar? ―Preguntó el rubio.

―Está bastante cerca según el mapa, puede que a menos de cinco minutos.―contestó Alice a sus compañeros.

―Está bien... a paso ligero chicos.―Dijo Davis poniéndose a caminar el primero en la formación.

Alice y M.A quedaron a unos pasos detrás de él para poder hablar en voz baja.

―Estoy preocupada por él, intenta disimular con una sonrisa y alguna que otra broma, pero su mirada no es la de antes.―mencionó Alice hablando con su novio mientras miraba los pasos de Davis, como si vigilará por si la escuchara.

―¿A que te refieres? Él está bien, como siempre. ―respondió M.A riendo por lo bajo bastante seguro de su punto de vista.

―Dios, ¿como puedes no darte cuenta? Es tu amigo, que digo amigo, sois casi hermanos, por muchos que actúe de una manera o sonría sus ojos dicen otra cosa. ―Contestó Alice un poco molesta con su chico.

―No sé, quizás solo tenga hambre.

―M.A. creo que deberías hablar con él, seguramente este preocupado por Jessica y el bebé. Debe de estar pasándole mil cosas por la cabeza a cada segundo. Si le pasaría en un mundo sin apocalipsis zombie, imagina como lo pasará en un mundo como este.―Dijo Alice algo irónica.

―Bah, los chicos no hablamos de esas cosas...―el joven fue interrumpido antes de seguir.

―¡Dios! ¿Cómo puedes ser tan sexista? Hablaré yo con él, a veces me pregunto que vi en ti... ―contestó muy furiosa mientras aceleraba el paso .

―¡Hey, espera un segundo! Era una broma...―advirtió M.A cogiendo del brazo a su amada.

―Emm, chicos ¿por que no habláis los dos? ―dijo Davis girándose de cara a sus compañeros.

Alice y M.A. se sorprendieron al saber que Davis lo estaba escuchando todo.

―Venga ya chicos, que no estoy tan lejos. ―comentó el joven riendo ante la falta de cautela entre sus compañeros.

Alice y M.A se acercaron al joven, uno por la derecha y otro por la izquierda.

―Es cierto que tengo muchas cosas en la cabeza, pero igual que todos, no lo estoy pasando peor que nadie, pero si de forma diferente. Al principio solo era yo, ¿sabéis? Si moría, pues moría, y era fallo mio. Luego sentí una especie de responsabilidad con Jessica, ella no es como tú Alice, o las otras chicas, siento que ella me necesita y tenía una responsabilidad, su vida era prioritaria a la mía, y ahora voy a tener un hijo... un bebé inofensivo y vulnerable que depende única y exclusivamente de sus padres, es un blanco fácil para monstruos y humanos que nos salgan por el camino, además de que puede poner en peligro a todo el mundo si llora, atrayendo la atención de los enemigos hacia nosotros al desvelar con su llanto nuestra localización, hay que cargar con él en brazos,tendremos que detenernos para cambiándole de pañales, alimentarlo cada unas pocas horas... Estará siempre en peligro, aunque estemos en el lugar mas seguro de la Tierra... ―Davis se calló de inmediato al darse cuenta de sus propias palabras y de lo que podía estar insinuando al quejarse de aquellas cosas que aunque pudiesen parecerlo, no era algo que realmente dijese con maldad. ―Lo siento chicos no sé que me ha pasado...―se disculpó reteniendo unas lágrimas que asomaban por sus ojos.

―No te preocupes, necesitabas sacarlo de una manera u otra, pero quiero que sepas que no se trata solo de ti, de Jessica o del bebé, somos una familia, no te pongas todo el peso en tus hombros, te ayudaremos.―respondió Alice.

―Si lo sé, pero aún así no desaparece esa preocupación que tengo desde el día en el que me enteré del embarazo de Jessica...―contestó Davis agachando la cabeza tratando de no mirar a sus compañeros a los ojos.

―Y yo que pensaba que era lo mas importante en tu vida...―respondió M.A para quitarle hierro al asunto, consiguiendo sacarle una sonrisa a su mejor amigo, quien le pone su manoo en el hombro como si entendiera que aquella era su forma de demostrar que le importaba.

―Mirad, ya hemos llegado.― anunció Davis al levantar la vista al frente.

Los tres jóvenes entraron a aquel bar señalado en el mapa hecho por Puma, el Daddy Moon. El local era mas pequeño de lo que pensaban, aún así había comida que se podían coger. No parecían haberlo saqueado a fondo, ya que quedaba algunos croissant, café molido, y unas botellas de agua que metió M.A en su mochila. El resto de comida estaba estropeada y caducada, así que no había mucho mas que hacer allí, el tiempo se les echaba encima y apenas habían cogido nada antes de tener que volver con el grupo, así que se dirigieron al mercado mas cerca en el mapa de los dos que habían marcado en este.

―Menuda decepción, pensaba que encontraríamos algo mas que esas tres boberías en el bar, empiezo a pensar que este no es un buen lugar para vivir. ―se quejó un M.A decepcionado.

―Aún es pronto para decir eso, estoy segura que en el mercado si que habrá comida, ya si no hay ahí, si que podremos decir que esto es una mierda.―respondió Davis.

―Necesitamos que este lugar sirva, ya nos toca que nos pase algo bueno...―dijo Alice algo triste.

Aquella maldita rama bajo sus botas la delató, y el grito femenino emitido por el “bandido” frente a ella paralizó por unos instantes sus sentidos dejándola completamente en blanco. Incapaz de hacer o pensar en nada, Inma quedó inmóvil como una estatua en el sitio, de cuclillas.

―¡¡Joder, Inma, que susto me has dado, por el amor de Dios!! ―exclamó una alterada Jessica llevándose la mano al pecho al sentir los frenéticos latidos de su corazón. ―¡¿Por qué diablos no dices algo en vez de entrar de esa manera?! ¡¿Qué haces ahí agachada?! ―la joven recobró por un momento la calma. ―Me habías asustado, pensé que podrías ser algún enemigo.

―Jess... ―susurró la joven costándole un poco reaccionar. ―¡¿Jessica?! ¡¿Qué haces aquí?! ―preguntó tan sorprendida como la propia mujer de oscuros cabellos que tenía en frente. ―Y... lo siento, no quería asustarte así... Es que vi a alguien y pensé que sería alguna persona en busca de recursos, por lo que decidir seguirla para evaluar si era o no un amenaza. No esperaba para nada encontrarte en este sitio. ¿No deberías de estar en la aldea?

―Está bien, no importa. Y lo de la aldea, bueno, estaba aburrida y sin nada que hacer, así que vine aquí para mirar si en el granero había cosas que pudieran ser útiles para sacar y transportar agua del lago a la aldea. ―comentó echando un vistazo al entorno.

―Am, si, lo del agua para asearnos , Nicole me lo ha comentado. ¿Y como sabías de este sitio?

―Aquí fue a donde vinieron a parar el grupo de Eva cuando se separaron de nosotros en la carretera. Si sales de aquí y giras doblando la esquina izquierda, verás el vehículo en el que viajaban empotrado contra el lateral izquierdo del granero. Esta mañana Eva nos comentó en la taberna a donde fueron a acabar tras separarse de nosotros ¿recuerdas?

―Mmmm... si, ahora que lo dices recuerdo que lo mencionó.

―Exacto. También comentó que en el granero vio bidones de metal entre otras cosas inútiles que aparentemente habían logrado sobrevivir al incendio de la edificación. Por lo que pensé en que tal vez viniendo aquí podría encontrar algo útil para transportar el agua, por ejemplo esos bidones de metal que para ella eran inútiles, para mi, sería geniales para poder almacenar grandes cantidades de agua. ―comentó Jessica volteándose para ver media decenas de bidones metálicos verdes.

―Ya veo, vienen bien para rellenarlos de agua. El problema es que aunque ahora no pesen mucho, una vez estén llenos de agua será muy difícil cargar con ellos desde el lago hasta la aldea. ―respondió Inma tras acercarse con Jessica al conjunto de bidones.

―No hay problema con eso. Mira. ―mencionó señalando con el dedo índice a algún lugar del interior de aquel granero.

Al fondo del granero se encontraba un viejo carro de maderar. El granero gracias a Dios no había sido consumido en su totalidad por la llamas, al contrario que otras dos edificaciones localizadas a unos metros, que por sus restos carbonizados parecían una especie de vivienda y un establo, el granero en cambio solo había sucumbido a las llamas poco mas de la mitad de la edificación.

―Ya veo, usaríamos el carro para cargar los bidones llenos hasta la aldea. Pero... dudo que nosotras dos, incluso con la ayuda de Nicole y Adán, fuéramos capaces de llevar el carro con seis bidones llenos hasta la aldea. Además, el terreno del bosque es un poco desigualado, tiene algunos hoyos y pendientes. ―comentó la joven de cabellos castaños viendo el tema del transporte algo problemático.

―Bueno ¿y para que están los hombres? ―respondió Jessica sin contemplar la misma dificultad que su compañera. ―Aquí lo de tomar el pueblo, la organización de las expediciones y el resto de cosas lo estamos administrando todo las mujeres del grupo, deberán de mover un poco el culo y ayudar con lo del transporte del agua. Que demuestren que esos músculos están para algo mas que decorar. ―sentenció con un suspiro.

―Vaya, si que eres directa. ―comentó un tanto sorprendida ante el comentario.

―Deben de ser las hormonas.

―Es curioso, pero desde que te conozco siempre he tenido la sensación de que eres una chica muy recatada a la hora de pensar, actuar o decir cosas. Esta vez has soltado lo que piensas de una forma muy directa.

―Me considero una chica recatada, pero eso no significa que sea extremadamente introvertida y reservada. Cuando estoy con gente a la que acabo de conocer y con los que no tengo confianza alguna, si que soy introvertida, reservada e incluso insegura, no lo voy a negar. Pero por otra parte, cuando he superado esa pequeña barrera y obtengo algo de confianza y me siento cómoda con los que me rodean, aún siendo retaca en mi forma de ser, puedo hablar yendo directo al grano y actuar de una manera algo mas extrovertida y abierta con los que me rodean.

―Mmmm... cierto, recuerdo que cuando te uniste al grupo y te conocimos por primera vez eras bastante callada y dudabas de como hablar o actuar con los otros, no te despegabas de Davis y Nicole, principalmente te dedicabas a mirar al resto desde un lugar un poco apartado.

―Hago lo mismo que Davis.

―¿Lo mismo que Davis? ¿A qué te refieres?

―Me refiero a que observo a las personas y a la situación que me rodea con ese grupo de personas para aprender como son aquellos con los que convivo y la situación en general. Así aprendiendo un poco de las formas de ser de cada uno, sé como acercarme a ellos.

―Mmmm... Davis... ―comentó pensativa. ―Entiendo lo que dices, pero Davis cuando entró tenía una actitud muy distinta a la tuya. Socializaba poco, diría que lo hacía cuando no le quedaba otra, y estaba casi siempre con Nicole. También me percaté que era muy observador con todos, no se le pasaba ni una, igual que Nicole, ambos analizaban a las personas del grupo. Pero hay una diferencia entre vosotros dos, y es que Davis era muy desconfiado y pasota a diferencia de ti. Tú charlabas de vez en cuando con algunos tratando de socializar y de caer bien, te acercabas a la gente, eras amable... Pero él además de que era bastante desconfiado en general con todos, también transmitía cierta hostilidad con determinados miembros del grupo como Eva, Puma, y Dyssidia.

―¿En serio? ¿Así se comportaba? ―preguntó Jessica un tanto sorprendida ante lo que Inma decía acerca de su pareja. ―Sé que no congenió bien con Puma y Eva al inicio, los veía como posibles enemigos por lo que sé, y bueno, también conozco su historia con Dyssidia y lo que tenía contra ella, pero me sorprende que se comportara de esa manera tan fría y hostil... Cuando se encontró por primera vez conmigo y mi grupo no se mostró así, desconfiado si, pero no hasta ese punto de pasar de todo y llegar a ser un poco hostil...

―Personalmente pienso que estando en el hospital de Puma sentía que se había metido en la guarida del lobo él solito, y que por ello estaba expuesto a cualquier situación problemática, llevándolo a comportarse así para que nada lo sorprendiera. Probablemente Nicole y la circunstancia de los dos era lo único que lo mantenía quedándose en el hospital con nosotros, de no ser por ambas situaciones, probablemente se hubiese marchado, o eso es lo que pienso.

―Si, Davis me dijo que sospechó de él desde el inicio, su acogida fue demasiado teatral. Se había percatado de que Puma quería el maletín, que eso era lo único por lo que él no los echó a los dos de su hospital. También me dijo que si no les pegó un tiro entre ceja y ceja e intentó conseguir el maletín tan pacíficamente, fuese probablemente porque vosotros estabais conviviendo con él y le perjudicaría que vierais a Puma actuando de una manera tan sanguinaria, y que además él y Nicole son gente entrenada y con experiencia sobre sus hombros que habían visto sus verdaderas intenciones desde el inicio, obligándolos a no bajar la guardia cuando él o Eva estuvieran cerca.

―Si, pienso que es por eso por lo que Davis tenía esa actitud. Nicole por otra parte era mucho mas extrovertida y abierta con todos, no tenía problemas en socializar con nadie, incluso con Puma y Eva, de los que también sospechaba, aunque a diferencia de Davis, no se le veía tanto el plumero, ella mas que ser distante y hostil, era cuidadosa con esos dos. El Puma de antes, el del hospital, era una persona mucho mas oscura que el Puma que tú conoces ahora, de hecho era llamado por sus presos El General.

―Ya veo...

―Te entiendo Jessica, lo de tu actitud digo, supongo que es normal sentirte como que sobras en un grupo en el que todos se conocen y han vivido varias experiencias juntos. A mi también me pasaba lo mismo, era estar con el grupo al principio y sentir que no encajaba. Cada vez que los escuchaba hablar de Stone City o a mi prima y al resto lanzándose indirectas o charlando de ciertos temas que no conocía, me sentía así constantemente, como una extraña, lo único que podía hacer en situaciones como esa era apartarme y observar de lejos. Aún así trataba de socializar con todos por mi prima y por mi, tenía mentalizado que iba a estar con esas personas por mucho tiempo, por lo que no me quedaba otra que tratar de acercarme a todos.

Ambas permanecieron en silencio por unos instantes sin quitar la vista del carro de madera.

―Si, es una reacción natural, pero con el tiempo esa sensación acaba desapareciendo. ―respondió Jessica― Creo que deberíamos irnos ya, mañana podemos venir a por esto y hacer lo del agua para asearnos. Voy a proponer la idea luego a la noche, cuando estemos todos juntos de nuevo. Ahora que he encontrado aquí los elementos necesarios para el transporte, no debería de haber problemas.

Ambas compañeras salieron juntas del granero dispuestas a ir de nuevo a la aldea.

―Por cierto, ven conmigo un momento, dejé en un árbol una caña de pescar y un cubo que tengo que recoger.

―¿Una caña y un cubo de pescar? ―comentó la joven de oscuros cabellos siguiendo a Inma.

―Si, es que Nicole propuso lo de pescar y conseguir algo de comida en el caso en el que Davis, M.A y Alice no encontraran alimentos para cuando volviesen. He estado bastante rato pescando en el lago y he conseguido capturar cinco truchas.

―¿Pescar? ¿Pero no será peligroso por la radiación? Me refiero, aunque por lo que se ve aquí la radiación es bastante baja por lo que se intuye de todo lo que nos rodea, ¿no será un peligroso igualmente? Aunque baja, sigue habiendo radiación.

―Ya hemos hablado de eso, y no, no te preocupes, no es peligroso. Incluso podremos beber agua del lago tras hervirla.

―¡Eso es una buena noticia, entonces! ―exclamó Jessica ―Eso quiere decir que no debemos preocuparnos por el agua para beber y asearnos.

―Exacto. ―comentó viendo el árbol en el que dejó la marca a pocos metros frente de si.

―¿Esos no son los Kukris de Nicole? ―preguntó al percatarse del par de machetes de empuñadura negra y blanca.

―Si, me los dejó Nicole por si me encontraba con alguna amenaza.

―Ya veo.

Finalmente llegaron al árbol e Inma cogió de nuevo la caña y el cubo, y junto a Jessica se encaminaron a la aldea de nuevo, los miembros de la expedición debían de estar al llegar.

El equipo liderado por Eva había dejado el centro médico atrás, por las calles, andaban evitando a los podridos, los cuales dispersados vagando como almas en pena, a penas eran conscientes de los humanos que andaban por las calles fantasma de aquel pueblo abandonado. El sol poco a poco iba ocultándose de la mirada de trío de exploradores.

―¿Creéis que Davis y el resto habrá encontrado alimentos y agua? Me muero de hambre. ―comentó Maya escuchando por no sabía cuantísima vez el sonido de su estómago rugiendo.

―Eso espero... Yo también estoy muerta de hambre...

―Pues yo estoy muerto por no encontrar un puto paquete de cigarrillos... ―se quejó Puma tras todo el día aguantando sus ganas de fumar. ―¿No podemos pararnos a buscar algún estanco? ¿No venía alguno en el mapa señalado, Maya?

―Lo siento Puma, pero no recuerdo que viniera alguno señalado.

El joven suspiró. Llevaba todo el día sin fumar, y ayer se le acabó el último cigarrillo, por lo que estaba comenzando a sentir el “mono” de querer fumar y no poder.

―Mira el lado positivo, tal vez a lo tonto acabas dejando de fumar, como M.A. Con todo lo que hemos vivido y la ausencia de tabaco, él acabó olvidándose de fumar.

Puma chasqueó la lengua no conforme con su respuesta. ―Pues mira tú que bien. ―suspiró irritado al ser comparado con aquel tipo. ―Dijiste que no crees ¿verdad? Es decir, no estás segura.

―Bueno... no estoy segura, la verdad...

―¿Es que no puedes pasar ni un solo día sin fumar? ―se entrometió la voz de Eva harta de sus lloriqueos. ―Te recuerdo que tenemos que reunirnos con esos tres.

―Esos tres pueden esperar ¿no? Pues que le eche Maya un vistazo al mapa, no será nada mas que un vistazo. De haber un estanco iré yo solo si queréis y me reuniré mas tarde con vosotras.

―¡No! ―exclamó Eva deteniendo el paso y volteándose mirando a su compañero. ―¡No se va a romper la formación ni vas a hacer lo que te salga de los huevos! ¡Tómate esto en serio como antes de que llegáramos aquí, que los zombies no sean prácticamente amenaza alguna ni nos hayamos encontrado con los que quemaron lo que sea, no significa que ya puedas pasarte la cautela y la atención por el forro de los cojones! ―dictaminó la joven de ceño fruncido mirando al hombre situado detrás de Maya.

―Tú misma lo has dicho, los zombies no son prácticamente una amenaza, y dudo que a estas alturas descubramos quien provocó el olor ese asqueroso que envolvía el pueblo cuando llegamos.

―¡¿Y qué Puma?! ¡¿Quién sabe si a la vuelta de la esquina nos espera una horda de zombies o unos tíos armados?!

Mientras el dúo discutía, a Maya se le ocurrió algo. ¿Por qué no mirar el mapa y si había un estanco tirar de sus nuevas habilidades de ver el futuro? Si tocaba a Puma una vez tomada su decisión de ir, podría ver su futuro de que sucedería si iba al estanco. A lo largo del día había tenido varias visiones, y también la noche anterior al tocar a algunas personas. En reacción a la visión de ese futuro, un dolor y malestar general se desencadenaba en todo su cuerpo, dolor y malestar que cambiaban de intensidad, según su teoría, como de lejos en el tiempo estuviesen los hechos que contemplaba en su visión. Visiones que además no eran demasiado claras, solían ser abstractas y venían en su cabeza como imágenes estáticas, olores, sonidos o sensaciones.

―Pienso que no sucedería nada si vamos, Eva. ―comentó Maya. ―Los zombies no son demasiado problemáticos, y lo que causaron la quema esa, no creo que nos encontremos con ellos, la hoguera esa intuyo que está lejos de nuestra posición, si nos ha llegado el olor debe de ser por los movimientos del viento. Además, si no se mete un cigarrillo en la boca va a estar insoportable las próximas horas. ¿Prefieres aguantar sus pataletas o comprobar si hay algún estanco e ir a por tabaco?

―Piénsalo de esta manera, también les damos a los otros tres mas tiempo para reunirse con nosotros. Ellos tienen que ir comprobando varios comercios alimenticios, es probable que tarden si tienen que estar de comercio en comercio.

―¡Venga que si, mira a ver si hay algún estanco y vamos si es que hay uno cerca! ―permitió visiblemente irritada―¡No tengo intención de seguir aguantando las pataletas de este porque no tenga con lo que ennegrecerse los pulmones!

Maya se descolgó la mochila para sacar el mapa, y con su dedo índice comenzó a rebuscar entre la multitud de marcas .

―Veamos... El parque, el bar Daddy Moon, la casa rural, el ayuntamiento, la floristería Olivia, el centro médico... ¡Ah, aquí hay un estanco! ―exclamó la joven de cabellos castaños señalando un punto en concreto del mapa. ―¡Está muy cerca, casi al lado del centro médico, no nos tomaría mucho tiempo llegar!

―¿El centro médico? ―preguntó Eva mirando hacia la izquierda para ver la estructura del edificio que habían dejado atrás a unos pocos metros de distancia. ―Supongo que deberemos dar un rodeo y movernos por la parte trasera del edificio para no toparnos con los zombies de la entrada.

―Si, venga, démosno prisa que no está muy lejos. ―propuso Puma de inmediato. ―Maya, guíanos.

―De acuerdo. ―Maya colocó la mano en el hombro del joven hombre. ―Pero vayamos con cuidado ¿de acuerdo?

―Si, claro, no te preocupes por eso.

Maya le quitó la mano del hombro y permaneció un momento en silencio ojeando el mapa a la espera de la visión. El viento seguía alzándose mientras la temperatura continuaba bajando a medida que la gran esfera de fuego iba desapareciendo en el firmamento. Ya por aquel entonces, el desagradable olor que había percibido el grupo de expedición al llegar al pueblo prácticamente había desaparecido. Y allí, bañados por las luces anaranjadas del atardecer, en aquella carretera fantasma, Maya, Eva y Puma permanecían en completo silencio.

―¿Maya? ¿Algún problema? ―preguntó Eva ante el súbito silencio de la joven y el tiempo que estaba invirtiendo en analizar el mapa entre sus manos en busca de la calle en el que el estanco se localizaba. ―¿Maya?

―Ah... ―la joven frunció el ceño al no sentir ninguna clase de dolor y malestar que anunciara la visión. ―Si, perdón, estoy bien, vamos. ―respondió la joven echando a caminar en el sentido contrario al que habían estado viajando.

Eva y Puma intercambiaron una breve mirada antes de seguirla colocándose ambos en sus posiciones de formación, siendo guiados por las indicaciones de la joven. No tardaron mas de diez minutos en llegar pasando por la zona trasera de la edificación médica, quitándose del medio a los no muertos que les salieron al paso. Frente a ellos se encontraba el edificio que andaban buscando, el estanco.

Puma entró en el local en busca de su tesoro, el cual encontró de inmediato cruelmente pisoteado y destrozado por el suelo del local. Paquetes de tabaco y su contenido eran esparcido aquí y allá por el local, así como fragmentos de vidrio de las vitrinas de los mostradores, entre otros objetos de pequeño tamaño que allí se comercializaban.

―¡No tendré que preocuparme por el tabaco durante mucho tiempo! ―exclamó el joven mirando a las estanterías que aún tenían paquetes de tabaco intactos.

Pisando la multitud de cigarrillos y cajetillas del suelo, Eva y Maya entraron viendo a su compañero buscando alguna marca buena de cigarrillos. La dueña de la alabarda se acercó al mostrador, en donde vio una caja de cartón con paquetes de chicles.

―¿Hay espacio para algunos paquetes de chicles en la mochila? ―comentó agarrando un paquete de chicles de fresa y otro de menta, de unos veinte chicles por paquete.

―Si, cabrán dos paquetes, aunque no sé en donde guardará Puma los cartones. ―respondió Maya señalando al joven con el dedo índice, quien entre sus manos llevaba tres cartones de tabaco con diez cajetillas cada uno. ―Entre el mapa, los cócteles molotovs, los caramelos, los libros y los artilugios médicos, la mochila ya está casi al tope de su capacidad, cabrán los chicles, pero no esas cartones tan grandes.

―¡Tú! ¡¿Has escuchado lo que ha dicho Maya?! ―advirtió Eva al joven localizado en la otra punta del estanco. ―¡Solo un paquete de tabaco!

―¡¿Cómo que un paquete solo?! ¡Eso no es nada, Eva! ―se quejó al voltearse al escuchar a su compañera abrir una vez mas la boca para quejarse. ―¡Un paquete me lo fumo enseguida!

Maya desconectó por un momento de aquella charla entre el dúo, había algo que le preocupaba. Había tocado el hombro de Puma, y no había recibido ninguna visión... ¿Por qué no había reaccionado de ninguna manera? Las visiones se daban por el contacto con alguien, como Davis, Nicole y Adán, tras haber tenido contacto directo con ellos se desencadenaron las visiones, mas tarde o mas temprano, pero acabaron apareciendo. ¿Por qué con Puma no había sido así? Le había tocado el hombro ¿no? La joven frunció el ceño al venirle a la mente una teoría al respecto. Contacto directo... Ahora que lo pensaba, la visión que tuvo del puma asesinando a Nicole se produjo cuando la agarró del brazo en la taberna, llevaba las mangas remangadas, y la segunda visión de Nicole tuvo lugar en la iglesia, cuando le agarró la mano, en la que vio una visión de ella y Adán charlando. Por otra parte con Davis, sucedió cuando le agarró la mano para ver el anillo que Jessica le regaló, en aquel entonces se desencadenaron dos visiones, la de Davis hablando con Eva en la taberna, y la de él siendo asesinado por alguien en un futuro. Y finalmente Adán, a él le tocó la cabeza y vio la conversación que tendría él y Nicole, pero apareciendo en aquella ocasión Eva y el escenario en el que tendría lugar.

Contacto directo, piel con piel... Sus manos desnudas tocaron una parte del cuerpo de aquellas personas no cubiertas por sus ropas o el traje antiradiación. ¿Podría ser que las visiones solo se desencadenasen cuando había contacto piel con piel entre ella y otra persona? Visto desde ese punto de vista, sería entendible porque no hubo visión tras tocar el hombro de Puma, él llevaba el traje de protección puesto, igual que ella, y sus manos estaban cubiertas por los guantes del traje, no solo eso, anteriormente antes de llegar al centro médico, Puma le había tocado a ella el hombro y tampoco sucedió nada, cuando se topó con la cara del muerto viviente en aquella casa. Si, tiene sentido... O ¿no? Ahora que recordaba, le tocó la mano a Nicole tras la charla entre ella y Adán, y no se produjo ninguna visión a pesar de que ambas tenían sus manos libres de la protección de los guantes en aquel momento. ¿Qué quería decir eso? ¿Tal vez para ver las visiones era necesario el contacto piel con piel, pero no siempre tenía que suceder las visiones cada vez que se daba esa situación? No estaba segura, pero desde luego la única manera de probar la teoría era llevándola a la práctica. Debería toca a personas en zonas cubiertas por la ropa y en zonas que estuviesen desnudas, solo así comprobaría si ese contacto piel con piel era necesario para tener las visiones, y también si siempre que tocaba a alguien en una zona desnuda sucedían, o solo a veces.

―¿Maya? ―llamó Eva ante la ausencia mas que evidente de la joven.

―¿Qué? Dime Eva... ―respondió saliendo del estado de desconexión.

―Abre la mochila para guardar los dos paquetes de chicle ―solicitó la joven. ―Y las cuatro cajetillas de tabaco de Puma.

―Am, si... ―respondió simplemente descolgándose la mochila y recibiendo los paquetes de chicle y de tabaco, que inmediatamente guardó en la mochila llena. ―Ya está, creo que deberíamos irnos.

Eva miró el reloj, y la expresión facial de su rostro lo dijo todo. ―Las ocho menos veinticinco... ―informó antes de salir del estanco con Maya y Puma siguiéndola en silencio.

―Creo que deberías de intentar de ir dejando el tabaco, Puma. ―comentó Eva iniciando una vez mas el viaje hacia la salida del pueblo a fin de reunirse con Davis, Alice y M.A para volver todos al pueblo de nuevo. ―No me quiero imaginar como te pondrás cuando estés por varios días o semanas sin encontrar un cigarrillo que ponerte en los labios.

―No tienes porque preocuparte por mi Eva. Que tú dejaras el tabaco no significa que yo lo vaya a dejar, ya es difícil para mi, mientras tu te fumabas un par de vez en cuando, yo me fumo cajetillas enteras, ya es un poco tarde para mi. Aunque tampoco he dicho que quisiera dejarlo, es uno de los poco placeres que aún me quedan. ―alegó el joven en su defensa.

―Como quieras, pero el día en que estés varios días sin fumar y tengas el mono, te aconsejo que te guardes tus pataletas para ti solo.

―No veas como estás hoy conmigo, primero esta mañana echándome en cara mi poca educación con lo de dar yo primero los buenos días, después esta mediodía con el tema del alcohol, y ahora con los cigarrillos. Me da de que te quedaste con ganas de seguir discutiendo o de liarte a ostias ayer por la noche con Nicole y ahora estoy pagando yo esa rabia acumulada que no pudiste soltar. ―se quejó ante la actitud irritada de la joven.

―No es eso, Puma. Me irrita que estés tan pasota y despreocupado con todo. Lo del alcohol fue porque teníamos que venir aquí de expedición y te estabas poniendo a beber como un cosaco, ¿es que querías venir borracho a este lugar sin conocer lo que nos deparaba este sitio? Y respecto a lo de los cigarrillos, me fastidia que sabiendo que tenemos que ir al punto de encuentro y que llegamos tarde, quieras pararte y desviarte del camino para coger unos puñeteros cigarros, proponiendo de ir tú solo si era necesario, lo que significa romper la formación, y te recuerdo que cuando llegamos aquí ya la rompimos una vez cuando te pusiste a pavonearte al cruzar al lado de aquel grupo de zombies. ¡Por supuesto que estoy irritada, tengo por lo que estarlo! ―respondió la joven sin dejar de andar ligera hacia adelante. ―Y no metas a Nicole en esto, ella no tiene nada que ver con que esté irritada.

Puma chasqueó la lengua inconforme. ―Vale. ―respondió simplemente para no iniciar alguna discusión con la irritada líder del grupo de expedición.

Maya únicamente podía seguir caminando en silencio, suspirando para sus adentros por los conflictos entre ambos compañeros. La verdad es que Puma estaba algo despreocupado y confiado con la situación, probablemente porque aquel pueblo no tenía grandes peligros, pero aún así debía de entender a Eva, aunque los zombies estuviesen en un avanzado estado de descomposición y se encontrasen aletargados, eso no significaba que fuesen completamente inofensivos, tenían tanta fuerza como un zombie común en buen estado, y a pesar de su extrema lentitud, si un grupo grande te rodeaba podría ser una situación muy peligrosa, y ya ni hablemos del tema de quien originó el tema de la hoguera. Por otra parte no podía evitar pensar que la actitud de Puma no fuese únicamente por la facilidad de la misión, si no también por las circunstancias que le rodeaban, como él le contó horas atrás en la taberna.

Puma había perdido el hospital, a Crow y al resto de presos, también a Payne, y los aparatos, todo aquello por lo que luchó y por lo que ensució sus manos haciendo cosas de dudosa moralidad, por no hablar de las pérdidas de Selene, Dyssidia, Florr, Ley y sus compañeros. Ahora se encontraba en una situación en la que su vida no tenía un objetivo claro mas allá de simplemente vagar sin rumbo en la vida sobreviviendo, y encima se encontraba rodeado de gente que no eran sus amigos, ni confiaba demasiado en ellos, mas de lo justo y necesario, no eran mas que simple compañeros de supervivencia con los que colaborar en dicha tarea, por lo demás no les importaba la mayoría de ellos, lo único que aún le quedaba y le importaba era Eva, Adán y ella misma, y probablemente el tabaco y el alcohol también le ayudaran a sobrellevar algo la situación. Puma era alguien que desde pequeño no había tenido una vida normal como cualquier otro niño, desde pequeño se había involucrado en asuntos turbios con su hermano, era una persona que se esforzó, luchó y sufrió por tantas cosas que luego la propia vida le quitaba injustamente frente a sus ojos sin que pudiese hacer nada por evitarlo, como a su hermano y a Eriel, antes de la situación actual que lo rodeaba, y al final, lo que quedaba de todo aquello fue el Puma que ella y Eva tenían delante. Un hombre sin un objetivo claro en la vida que simplemente se movía mas que por si mismo, por aquellos que le importaban aún, un hombre que había perdido el camino y que no sabía hacia donde ir, una marioneta de un destino incierto que lo aguardaba.

―¡Inma, Jessica! ―llamó Adán agitando un brazo a un lado y a otro saludándolas desde el porche de la taberna.

Nicole salió en ese instante del local para ir a recibirlas en cuanto estas llegaron al porche.

―¿Qué tal fue la captura? ¿Lograste pescar algo, Inma? ―preguntó la mujer de dorada melena.

―Si, no es gran cosa, pero algo es algo. ―informó la joven dejando el cubo en el suelo.

Adán no tardó en asomarse con Nicole a ver el interior del cubo, en donde cinco truchas nadaban tranquilamente ignorantes al destino que les esperaba.

―No son muy grandes... ―comentó Nicole torciendo los labios un tanto decepcionada.

―Somos diez personas, cinco se quedarán sin comer pescado. ―mencionó Adán metiendo el dedo índice en el agua mientras trataba de rozar el cuerpo escamoso de algunas de las truchas.

―Lo siento, pero es lo que he podido conseguir. ―suspiró Inma.―Espero que hayan logrado encontrar Davis y los otros dos algo mas para comer...

―Bueno, no importa, hiciste un buen trabajo pescando, Inma. Lo único que se me ocurre para que todos comamos pescados, es que los cortemos a la mitad, de cada pez sacaremos dos mitades, lo que serían diez mitades en total, así todos tenemos un trozo de trucha para comer.

―Me parece bien. ―aprobó Jessica ante el planteamiento de Nicole. ―A todos nos vendría bien comer pescado y dejarnos de tantas latas en conserva y frutos secos. Además el pescado tiene muchos nutrientes que nos vendrá bien tomar.

―Mmmm... me dan un poco de pena. ―susurró Adán haciendo con el dedo ondas en el agua.

―Adán por favor, saca el dedo del agua. ―advirtió Nicole. Adán de inmediato obedeció a su compañera. ―No queda otra, si se han pescado es para consumirlos, ¿o prefieres pasar hambre?

―No, claro que no, pero, me da pena que haya que matarlos...

―Así es la vida, Adán. ―respondió Inma ante su comentario. ―Los seres vivos nos comemos unos a otros para alimentarnos y vivir, así es la cadena alimenticia dictada por la madre naturaleza. Las truchas también se alimentan de otros seres vivos para vivir, como insectos, y creo que peces mas pequeños que ellos.

―Bueno, siempre puedes volverte vegetariano. ―comentó Jessica pensativa. ―¿Te gustan las verduras, Adán?

Ante la pregunta el joven arrugó la cara.

―¡Puaj, que asco, las odio! ¡No quiero volverme vegetariano! ―declaró mirando ahora a los peces con otros ojos.

―Bueno, pues si no quieres comer verdura ya sabes lo que hay, cariño. ―respondió Nicole con una sonrisa en su rostro.

―¿Ya han vuelto los demás? ―preguntó Jessica echando un vistazo a su alrededor.

―Que va... es extraño, pero aún no han vuelto. Adán y yo hemos estado dando un paseo por la plaza hace un rato, y eran las siete y media cuando veníamos hacia la taberna. Puede que se hayan distraído por el camino o estén viniendo hacia aquí, no sé cuanto tiempo se tarda andando desde la aldea al pueblo. ―respondió Nicole cruzándose de brazos. ―Pero bueno, yo estaba limpiando un poco la taberna, podríais ayudarme a limpiar el lugar y ordenar un poco las cosas para cuando vuelvan hacer de cenar las truchas y lo que traigan.

―Me parece bien. Las cosas están desordenadas tras ponernos con lo del recuento de armas y los demás preparativos para la expedición. ―comentó la joven de oscuros cabellos.

―Pues vamos. ―invitó Nicole a entrar a las chicas para que le ayudaran.

―De acuerdo, pero voy a dejar la caña en mi habitación y bajo ahora a ayudaros. Jessica por favor, entra el cubo con los peces en la taberna. ―solicitó cogiendo el cubo del suelo para entregárselo a su compañera.

―Está bien. ―respondió la joven recibiendo el cubo.

―Yo quiero quedarme aquí en el porche para vigilar si vienen.

―Está bien Adán, avísanos cuando los veas llegar.―respondió Nicole antes de entrar en la taberna con Jessica.

―¡Vale!

Caminando en dirección al mercado, los tres jóvenes se percataron de un sonido de pasos muy lentos. Justo doblando una esquina apareció un zombie, pero no era uno normal y corriente como los que estaban acostumbrados a ver, al menos en cuanto al estado físico se refería. Estaba casi esquelético, en una avanzado estado de descomposición, se le veían algunos huesos entre aquellas tiras de piel y carne podrida y grisasea, extremadamente delgado y con el vientre metido hacia dentro dándole un horrible aspecto, el zombie se movía con un caminar excesivamente lento. Ni si quiera se había percatado de la presencia de los tres amigos que estaban muy cerca, los tres jóvenes nunca habían visto un zombie en esas condiciones y les extraño mucho, pero sabían lo que había que hacer, y Davis el líder de aquel grupo se dirigió a él y le cortó la cabeza con su cuchillo para evitar posible peligro futuro.

―¿Lo habéis visto? ―preguntó Davis extrañado mirando a la pareja de novios.

―Daba bastante asquito la verdad, debe de ser de los primeros zombies, por eso están tan descompuestos. ―dijo M.A. analizando por encima aquel cuerpo sin cabeza.

―¿Qué mas da? Tenemos que ir al mercado ya, el tiempo se nos hecha encima. ―advirtió Alice sin darle tanta importancia a la descomposición de aquel cadáver.

Los tres volvieron a ponerse en marcha de camino al mercado mientras Alice sujetaba el mapa a medida que se dirigían a la zona marcada. El camino estaba despejado de podridos, por suerte para ellos, en sus cabezas no desaparecía la idea de que aquel lugar podría ser un hogar, la ilusión no la habían perdido, al menos no del todo.

―Deberíamos poder verlo ya, no lo entiendo... ―dijo Alice mirando el mapa y aquella calle vacía.

M.A. y Davis lo buscaban con la mirada hasta que por fin se percataron de ello.―Ahí esta, parece mas grande de lo que imaginaba.―dijo Davis viendo la edificación a unos metros.

―Los mercados suelen serlo, luego no lo es tanto cuando no encuentras los cereales que te gustan―respondió M.A con ironía.

Davis soltó una risa algo tímida, como si no quisiera reírse por que la situación no estaba para eso, pero no pudo evitarlo.

―En serio, no sé como te hace tanta gracia todas las estupideces que dice, jajajaja―contestó Alice entre risas.

―Venga vamos, dividámonos y coged todo lo planeado, solo espero que haya lo que buscamos.― dijo Davis ya poniéndose serio.

Los tres entraron en el mercado y se dividieron por distintos pasillos de este, con movimientos lentos por si había algún zombie o humano cerca. Por el pasillo que se encontraba Davis habían un montón de latas de carne, atún, habichuelas, millo que se conservaban y no se habían caducado, metió en una bolsa de plástico que encontró mientras buscaba aquel pasillo todas las latas que pudo, dejando allí bastante comida para que pudiesen volver y comer durante mas tiempo. En el pasillo donde M.A se encontraba había agua embotellada, el joven no dudó en meter en la mochila cuanto pudo a pesar de que le pesará bastante, a pesar de que no habían muchas botellas sobrantes, por lo menos si quedaban las suficiente como para llenar dos o tres mochilas mas de pequeña capacidad como la suya. Mientras, en el pasillo de Alice se encontraban las galletas, dúlces y demás golosinas, algunas estaban ya caducadas y otras no, por lo que cogiendo las que no lo estaban metió todo cuanto pudo en su mochila suponiendo que sus compañeros se harían con otras cosas, los dos habían llenado sus mochilas, y Davis la bolsa con los recursos que encontraron, pero aún quedaba en aquel súper bastante comida como para volver en próximas expediciones. Tras revisar todos los pasillos y coger alguna que otra cosa mas volvieron a la zona de la entrada.

―No esperaba tanta comida la verdad, esto es genial, podríamos volver mas adelante a por el resto ―propuso M.A muy excitado al descubrir que el mercado tenía tanta comida.

―Ya barajaremos esa opción, pero si es una gran noticia para el grupo, puede incluso... que finalmente pudiésemos establecernos en el pueblo algún tiempo gracias a esas reservas de comida.―propuso Davis ilusionado pero con cautela.

―Yo no termino de verlo, aquellos cuerpos quemados... ¿Y si hay alguien mas? Si, hay bastante comida, pero como mucho para unos pocos meses si lo administramos todo muy bien. No sé, os veo demasiado ilusionados después de llevarnos tantas decepciones como hasta ahora.―expresó Alice algo desmotivada saliendo de aquel mercado.

M.A. se dispuso a salir detrás suya para hablar con ella, pero Davis le puso la mano delante para que no fuese.

―Esta vez déjame a mi. ―se ofreció el joven pelinegro saliendo tras la rubia.

―Alice...


―No soy una niña, no tiene que venir uno de los dos detrás de mi a consolarme.

―Lo sé, y no es mi intención. ¿Acaso existe consuelo en este mundo? Solo podemos apoyarnos, darnos golpecitos en la espalda unos a otros y seguir adelante, como hiciste conmigo hace un momento, ¿lo has olvidado?

―No es que este triste o quiera suicidarme, solo que siempre nos pasa lo mismo, llegamos a un nuevo lugar y nos ilusionamos como si por fin pudiésemos vivir felices y tranquilos como en los cuentos de hadas, ¿pero sabes que? Eso no pasará, me remito a las pruebas, hasta ahora esa temática se ha repetido una y otra vez ¿Por que esta vez va a ser diferente?

―No lo será, pero entre catástrofe y catástrofe necesitamos esto, un tiempo de descanso y donde poder vivir, otros no tienen ni eso.

―Lo sé... ¿Sabes a cuantos amigos hemos perdido ya? Y grandes guerreras como Ley, ni siquiera los mas fuertes sobreviven en este mundo.

―Cierto, y aunque duele porque ellos ya no están, nosotros si, y debemos seguir adelante para que sus muertes no hayan sido en vano.

―Lo sé...

―Debes seguir luchando, tienes que seguir, lucha por M.A...

―No, luchare por mi. ―concluyó Alice la conversación.

Las palabras del joven la habían ayudado a volver a ser la chica valiente y luchadora que era antes de darle un bajón momentáneo. En ese momento salió M.A del mercado y miró a Davis con una sonrisa, los tres jóvenes se volvieron a poner en marcha rumbo al punto de encuentro con el otro grupo mientras avanzaban en silencio analizando la zona una vez mas buscando posibles podridos. Analizando el pueblo por si al final resultaba que pudiesen vivir allí, M.A no pudo evitar imaginarse viviendo en una de esas casas pequeñas junto con Alice.

―Me encantaría vivir aquí, cuando era pequeño vivía en un pueblo, ¿sabéis? No era exactamente como este, pero en algo si que se le parecía. ―dijo M.A recordando su tierna infancia.

―Visto un pueblo, visto todos. ―respondió Alice, quien no era muy de pueblos.

―No es cierto, un pueblo se diferencia en la gente, no en las casas o en los supermercados. Hay pueblos con las típicas viejas cotillas que están todo el día en la calle analizando todo en busca de algo de lo que hablar, hay pueblos donde la gente ni siquiera sale a la calle por que están todo el día enganchados a la los programas del corazón...

―Estaban.―corrigió Davis como si simplemente quisiera molestar a su amigo.

―Si bueno ya me entendéis. Luego hay pueblos donde se ven siempre niños jugando en las calles, y otros donde siempre están metidos en sus casas jugando a la Nintendo, en fin, hay muchos tipos de pueblos. ―dijo M.A. muy convencido.

―Vale hay muchos tipos de pueblos, solo has dicho dos, pero si, dos ya son muchos.―respondió Davis una vez mas para picar a su amigo.

Alice no pudo evitar soltar una carcajada al ver lo absurdo de la conversación. ―Upss se me ha escapado, jajajaja ―respondió Alice temiendo que algún zombie o psicópata la hubiese oído.

―Reíros si queréis, esta claro que no tenéis ni idea de pueblos... ―contestó M.A algo molesto.

―¿Sabéis? Yo también me veo viviendo aquí, me imagino en una de estas casa con Jessica y el bebe, como si fuese un mundo normal y corriente, viviendo en medio de la casa de Alice y la de Maya, que mejor final para nuestra historia.

―¿Alice? ¿Por que dices “la casa de Alice”? Será mi casa. ―preguntó M.A en tono bromista.

―Ya claro, eso si te dejo vivir conmigo, mi amor .―contestó Alice dándole unas palmaditas en el hombro a su pareja.

Entre risas no muy escandalosas los tres jóvenes seguían caminando de vuelta al punto de encuentro siguiendo los pasos antes dados. Cuando por fin llegaron al punto de encuentro y para sorpresa de estos, sus compañeros de expedición aún no había llegado.

―¿Pero... donde están, y si les ha pasado algo?―preguntó Davis preocupado.

―No adelantemos acontecimientos, aún es la hora justa, puede que simplemente se hayan retrasado un poco, no saquemos las cosas de quicio.―contestó Alice tranquilizando a el líder de la expedición.

―Si en veinte minutos no han vuelto iremos a buscarlos ¿De acuerdo? ―propuso M.A para tranquilizar a Davis.

―Esta bien, pero veinte minutos, ni uno mas.―contestó Davis muy serio.

―Davis está muy desinquieto ¿verdad? ―susurró Alice a M.A.

―Nah, solo esta deseando volver, como todos, él no es de los que se desinquietan.―le respondió el joven.

―¡Ey, Davis, Jessica estará bien! ―exclamó Alice mientras colocaba su mano en el hombro de su compañero.

―Lo sé, pero este ha sido un día muy largo... ya sabes...―respondió Davis con cara de cansado.

Los tres amigos se quedaron en silencio mirando la zona por donde deberían aparecer el otro trío de jóvenes, a los doce minutos de llegar el grupo de Davis pudieron ver como se acercaban Maya, Puma y Eva, parecían bastante agotados y caminaban rápido, pero sin correr.

―Llegáis tarde. ―dijo M.A mirando a los recién llegados.

―Vosotros dijisteis que también os retrasaríais ―respondió Puma en un tono algo borde.

―Si, pero aún así llegamos antes.―contestó M.A algo pícaro.

―¿Estáis bien? ―preguntó Davis dirigiéndose rápidamente a su amiga Maya.

―Si, algo cansados pero bien, no veas la de cosas que nos han pasado, luego te cuento... ¿Y vosotros? ―preguntó Maya.

―Estamos bien, nadie ha salido herido, que es lo que cuenta.―respondió Davis sonriendo a la joven ya mas tranquilo al verlos sanos y salvos.

―¿Habéis conseguido lo que hemos venido a buscar? ―preguntó Alice.

―Mas o menos, volvamos a la aldea por favor, luego intercambiamos batallitas, solo quiero ver a Adán y acostarme un rato.―propuso Eva.

Los seis jóvenes parecían estar de acuerdo entre si de que volver lo antes posible era lo mejor, ya se habían retrasado un poco de la hora y el grupo de la aldea estaría preocupados. En la media hora que duró el camino de vuelta se pusieron al día en cuanto a lo que habían recolectado y en anécdotas haciendo el camino mas corto, cuando por fin llegaron a la aldea pudieron ver como Adán los estaba esperando ansioso.

Al cabo del rato Inma se reunió con Nicole y Jessica en la taberna, mientras que Adán jugaba con un palo en el exterior haciendo dibujos en la arena, vigilando en la dirección por la que el grupo debería de llegar. En el interior de la taberna, las chicas habían estado recolocando las mesas y sillas devolviéndolas a sus puestos originales.

―Jessica, Inma, ¿podríais limpiar la barra y las mesas con unos paños y el limpia cristales? Están guardados tras la barra, en alguno de los armarios de abajo. ―solicitó Nicole mientras barría el local.

Ambas, con un par de paños y compartiendo el limpia cristales comenzaron a sacar brillo a la barra y a las mesas del local.

―¿Cómo llevas el corte de la mano, Nicole? ―preguntó Inma limpiando una de las mesas.

―Bien, prácticamente lo tengo ya curado. No me duele. ―comentó mirándose la palma de la mano en la que le estalló el vaso la noche pasada.

―¿Y qué hay de ti y de Eva? No es por meter la pata, pero entre vosotras dos hay cierta tensión, y lo notamos el resto cuando estáis las dos en el mismo lugar.

―Mmmm... si te refieres a si la odio, no, no lo hago. Lo que pase con Eva y yo ahora mismo no me importa, sigo molesta por lo de ayer con ella, y supongo que ella estará igual conmigo, así que lo mejor es dejar pasar un tiempo y ver para donde va la situación entre nosotras. Pero ya te digo que por mi parte no tendré problema alguno en cooperar con ella en temas de supervivencia, en esos casos dejaré de lado mis temas personales con ella.

―¿Quieres decir como este medio día? ―preguntó Jessica limpiando tras la barra. ―Este medio día tú y Eva no habéis actuado de manera agresiva cuando nos volvimos a reunir todos en la taberna para planificar la expedición, y cuando habéis intercambiado algún comentario tampoco lo habéis hecho de forma agresiva. Supongo que ella piensa como tú y separa sus problemas personales del trabajo.

―Tal vez... ―suspiró la mujer. ―Igualmente espero que no haya mas altercados entre nosotras, no me gustaría que Adán lo volviera a pasar mal viéndonos discutir como la otra noche. Además, tampoco me gusta verme así a mi misma, ni que otros me vean sacando lo peor de mi como en aquella discusión, tuve una actitud muy poco madura al actuar de aquella manera, pegando gritos, diciendo palabrotas y a punto de llegar a las manos con ella... Vaya imagen tuve que dar...

Inma y Jessica intercambiaron una breve mirada desde sus localizaciones. Ciertamente, no dio muy buena imagen, sorprendió bastante ver a Nicole mostrarse de aquella manera tan violenta. Normalmente la imagen de Nicole era la de una mujer tranquila, amable, madura e inteligente que a la hora de resolver los problemas trataba emplear sus propias habilidades siendo estas guiadas por su astucia y conocimientos, no era de las que resolvían las cosas por medio de una violencia carente de razón alguna que simplemente se apoyaba en el propio odio y agresividad que sentía en aquellas situaciones problemáticas.

―No te preocupes por eso Nicole, es normal, todo el mundo se enfada, no se puede estar siempre de buen humor. ―respondió Jessica tratando de quitarle peso al asunto.

―Es verdad, y en un grupo en donde convives con varias personas es algo también normal, en la vida siempre hay discusiones y conflictos, no puede ser todo siempre pacífico. Tarde o temprano, por las circunstancias o por la forma de pensar o hacer las cosas entre unos y otros acaba habiendo discusiones. ―comentó Inma.

―Ya, lo sé, es normal... Por cierto Jessica ¿has pensado ya nombre para el bebé? ―preguntó tratando de cambiar de tema. ―¿De cuanto estás?

―Pues estoy de dos meses, casi tres diría yo... ―comentó algo pensativa sin llevar muy bien la cuenta de los días. ―Lo del nombre... bueno, quería hablarlo con Davis para ver que nombres tendría él en mente, pero creo que es aún demasiado pronto para hablar de eso. Había pensado en que si es niña la podría llamar Sara.

―Sara Taylor ¿eh? ―contestó Nicole sin dejar de barrer el suelo. ―El nombre de la hermana de Davis.

―¿Davis tenía una hermana? ―preguntó Inma ante el comentario de Nicole.

―Si, tenía una hermana pequeña llamada Sara, falleció en un accidente de tráfico cuando Davis era un niño. Fue atropellada por un vehículo que se dio a la fuga, Davis lo presenció todo sin poder hacer nada. Fueron unas trágicas navidades para Davis y su familia, él acabó cayendo en una depresión al echarse así mismo las culpas de lo que sucedió, y considero que aquel acontecimiento fue uno de los que marcó su forma de ser en el pasado. ―respondió Nicole incapaz de evitar pensar en como era Davis cuando lo conoció. ―Jessica, ¿estás segura de que de ser niña deberías de llamarla Sara?

―¿Te refieres a que llamarla Sara Taylor sería como devolver a la vida a la hermana de Davis obligándole a recordarle aquellos momentos cada vez que viese a esa niña? ―preguntó Inma entendiendo de inmediato a lo que Nicole se refería.

―Si, básicamente es eso lo que quiero decir. Y además del nombre, pienso que físicamente puede ser similar a ella. Hace tiempo Davis me enseñó una foto suya, pelo oscuro y ojos negros. Jessica, tú y Davis tenéis el pelo oscuro, por lo que la niña saldría con el mismo color de pelo, y hay probabilidades por parte de los genes de Davis de que salga también con los ojos negros. Nombre, apellido, color de ojos y cabellos... sería casi como una reencarnación de la hermana fallecida de Davis. ―explicó Nicole mirando a su compañera tras dejar el cepillo y el recogedor apoyados en una pared cercana tras terminar de limpiar el suelo.

―Bueno, reencarnación... dudo que los rasgos sean iguales, y la personalidad, pero si, sé a que te refieres Nicole. ―comentó la joven de cabellos oscuros. ―Sería casi como una reencarnación física de ella.

―Oye, pero puede que ya lo tenga superado ¿no? Hace ya muchos años desde que era un niño. ¿Que edad tiene Davis?

―Veintiuno, bueno, dentro de un par de meses veintidós, pero si, veintiuno por ahora. ―respondió Jessica.

―Lo dicho, hace por lo menos diez años que pasó eso, no sé a que edad tuvo aquella pérdida, pero supongo que lo tendrá ya superado. ―explicó Inma. ―Además, si la pusiéramos como una supuesta reencarnación, ¿no le serviría a él para cuidar y proteger a esa hija de la manera en la que no pudo proteger a su hermana en el pasado?

―Es posible que Davis también pueda interpretarlo de la manera que dices, Inma. Se supone que él ya aceptó el pasado y lo dejó atrás. ―respondió Nicole. ―Igualmente Jessica, coméntalo con él cuando le vayas a sacar el tema de buscar un nombre para el bebé en caso de que sea chica o chico.

―De acuerdo.

―Y por cierto Jessica. ―volvió a iniciar Nicole la charla. ―Creo que deberías de hablar con Davis sobre el futuro de vuestro bebé.

―¿Aún no tenéis pensado en que queréis hacer con él? ―preguntó Inma. ―Deberíais de ir planeando ya con antelación como le daréis un futuro y lo que necesita.

―Yo tengo pensado en que quiero colaborar con el grupo de forma activa y pasiva con el fin de volverme mas fuerte para proteger a mi bebé, a Davis, al grupo, y a mi misma. Voy a entrenarme y fortalecerme para saltar al peligro a ayudar al resto y participar en misiones, quiero ser un miembro mas activo, por eso Eva me va a entrenar, y además quiero ayudar a los heridos mediante los conocimientos médicos que me transmita Maya, así cuando tenga el embarazo muy avanzado y no pueda seguir yendo al frente para ayudar en las misiones, puedo colaborar con los conocimientos médicos que aprenda gracias a que ella ha aceptado a enseñarme lo que sabe. Quiero participar para que este grupo sea fuerte y unido, y así darle a mi bebé una familia mas allá de Davis y de mi. También le pedí a Maya que me trajera si podía algún libro que hable sobre el embarazo y el parto, para ir preparándome a mi misma cuando llegue el momento.

―Eso está muy bien, Jessica, veo que te lo estás tomando en serio. ―respondió con una sonrisa la joven de cabellos castaños. ―Y me parece genial que mi prima te enseñe sus conocimientos, seguro que le vendrá bien tener a una ayudante, y al grupo una segunda médica.

―¿Y Davis? ―Preguntó Nicole cruzada de brazos con el ceño fruncido.

Jessica se quedó un instante en silencio cabizbaja, viendo su reflejo en la barra de madera de la taberna que previamente había estado limpiando. ―No lo sé, Nicole. Llevamos mucho sin hablar del tema, y cada vez que hablamos tengo la sensación de que intenta cambiar de tema o darme las respuestas de siempre. ―respondió cerrando los puños con algo de rabia.

Nicole intercambió una preocupante mirada con Inma. Sí, ella también lo había notado, a diferencia de Jessica, Davis no sacaba casi nunca el tema del bebé ni con ella ni con el resto del grupo, aunque no le daba demasiada importancia creyendo que hablaría de eso con Jessica, pero aparentemente no era así. Sentía que Davis aceptaba aquel hecho, que iba a ser padre y que debía de hacerse cargo de aquel bebé, era su responsabilidad, así como estaría al lado de Jessica para apoyarla, pero ahí quedaba todo, en admitir las cosas. ¿Acaso Davis estaba tomando cartas sobre el asunto como Jessica? ¿Sabía como le daría a ese bebé lo necesario? ¿Estaba siquiera pensando en que podría hacer en el futuro por aquel bebé? Realmente no le gustaba admitirlo, pero... ¿Acaso le ilusionaba que aquel bebé naciera? Jessica lo pasó mal, pero con el tiempo fue aceptando su situación y lo que tenía creciendo dentro de ella, con el tiempo comenzó a ilusionarse y preocuparse por aquella vida que nacería de ella... ¿Davis sentía la misma ilusión por aquel nacimiento?

Nicole frunció aún mas el ceño. ―Hablaré yo con él. ―respondió seriamente.

―No, Nicole, déjalo... Puede que aún sea pronto, ya hablaré yo con él y le propondré algo para asegurarle un futuro al bebé. Davis ha estado ocupado, y no habrá tenido tiempo para ponerse a hablar del tema... ―solicitó de inmediato al percatarse del tono de voz empleado por su compañera.

―Lo siento Jessica, pero realmente tengo que hablar con él, siento que está perdido con todo este asunto, y quiero tener unas palabras con él y saber su opinión respecto al bebé.

―Pero él dijo que lo cuidaría y que estaría conmigo, Da...

―Jessica, deja que Nicole se encargue, y deja de excusarlo por favor. ―interrumpió Inma. ―Después de escuchar lo que habéis dicho, no puedo evitar pensar que a Davis se le viene demasiado grande lo de tener un bebé. Sé que tú en el fondo, aunque quieras negarlo, lo sabes tan bien como nosotras. Nicole es una mujer madura, se le dan bien los niños por lo que veo por el trato que tiene con Adán, y entre ambos hay mucha confianza, deberías dejarle a ella hablar con él para tratar de concienciarle de lo que tiene entre manos.

―Jessica, de nada sirve prometer y decir cosas si no hay pruebas para demostrar lo que dice, en un mundo como este no se puede ir posponiendo algo como el planear y tratar de lograr un futuro para un bebé. Deja que yo le hable del asunto y le saque su opinión respecto al bebé y si planea hacer algo con el tema.

Jessica suspiró pensando durante unos instantes la proposición de Nicole. ―Está bien, pero no lo agobies mucho, puede que él aún esté asimilándolo. Con todo lo que ha pasado con el tema de Michaela, Ley y ahora esto, no habrá tenido mucho tiempo para pensarlo seriamente, o al menos eso quiero pensar. ―respondió finalmente.

Las puertas de la taberna se abrieron para dar paso a Adán. ―¡Ya vienen! ―anunció el joven antes de volver a salir del local seguido por el trío de mujeres.

El trío de mujeres no tardó en abandonar la taberna siguiendo los pasos del joven, quien para cuando salieron para ver a los recién llegados, ya se estaba fundiendo en un abrazo con Eva. Un sonoro bostezo fue el saludo de Puma al grupo de mujeres.

―¿Llegáis cansados, em? ―preguntó Nicole observando al agotado joven.

―Si, vamos a cenar, me fumo un par de cigarrillos y a la cama... ―respondió siendo el primero en entrar a la taberna sin esperar a nadie.

―¿Cenar? ―preguntó Jessica. ―¿Habéis logrado encontrar suministros?

―Si, tenemos algunas cosas para comer. ―contestó Davis de inmediato siguiendo los pasos de Puma.

―Vaya, si que están cansados... ―comentó Inma al ver el rostro de Davis y sus pocas ganas de hablar.

―A mi me duelen los pies de tanto caminar... ―suspiró Alice. ―No hemos parado de movernos.

―¡Ja! ―exclamó Eva. ―Qué poco aguante tenéis Alice, deberíais de haber pasado lo que nosotros con los zombies, eso de ir matando decenas para entrar a un edificio es un gran gasto de energía, sumado a la caminata rápida para reunirnos con vosotros y las incesantes tonterías de Puma. ―expuso la joven antes de bostezar y mirar el reloj de pulsera. ―Las ocho y media... Si que se hizo tarde... Vamos dentro, Adán.

―¡Si!

Finalmente todos entraron en la taberna para ver lo que el grupo de expedición había traído. Acercándose a una de las mesas, ambos grupos comenzaron a poner sobre la mesa los recursos que habían obtenido para que todos vieran el botín con el que se hicieron. Por parte del grupo de Maya, el cual tenía como objetivo hacerse con medicamentos y utensilios médicos, lograron obtener un espacioso botiquín de plástico en el que guardaban las medicinas y demás productos médicos que habían logrado recolectar, como era un par de botes de aspirina para el dolor de cabeza, otro par de botes de antisépticos, un bote de jarabe para la tos, un bote de analgésicos, una crema para dolores musculares, un gel desinfectante para las manos y dos cajas de preservativos. Por otra parte de la mochila que Maya portaba, esta sacó de su interior un fonendoscopio, un paquete de jeringuillas, un par de termómetros, tres rollos de vendas y un paquete de algodón como parte de los materiales médicos que hallaron en el centro médico.

―También tengo un par de libros para Jessica, uno informativo sobre el embarazo y el parto, y un manual de primeros auxilios. ―comentó sacando ambos libros cediéndoselos a su compañera.

―¡Muchísimas gracias Maya, les daré mucho uso! ―exclamó alegremente adueñándose del par de libros.

―¡De nada, Jessica! ―respondió con una sonrisa. ―Luego tengo para Adán un puñado de caramelos y un par de paquetes de chicles que Eva cogió para ti. ―informó entregándole aquellos dulces suministros al joven.

―¡¡Guau, muchas gracias Eva!! ―agradeció con una sonrisa de oreja a oreja. ―¡Ya no recuerdo cuando fue la última vez que comí alguna chuchería!

―Ni se te ocurra comerte los caramelos hasta que no cenes. ―advirtió Eva al ver el joven dispuesto a abrir uno de los envoltorios de uno de los caramelos.

―Vaaaaaleeee ―respondió resoplando al ver su tentativa de comerse aquel caramelo frustrada por la advertencia de su hermana.

―Y cuatro cajetillas de tabaco. ―anunció Maya dejándolas sobre la mesa.

―¡Mis! ―enfatizó Puma. ―cajetillas de tabaco, gracias. ―comentó haciéndose de las cajetillas.

―¿De quien iban a ser si no? Eres el único aquí que fuma. ―respondió Maya de inmediato. ―Bueno, eso es todo por nuestra parte.

―¿Y vosotros? ¿Qué habéis traído para cenar? ―preguntó Inma mirando a Davis.

El trío dejo ambas mochilas y una bolsa sobre la mesa en la que vaciaron su contenido. Seis latas de atún, cuatro botes de albóndigas, tres latas de sardinas, un bote de pepinillos, seis latas de maíz, un bote de aceitunas, cuatro botes de frijoles, un par de botes de salchichas, un par de botes de melocotones en almíbar, un bote de rodajas de piña, un bote de judías verdes, y tres botes de champiñones fueron el conjunto de comida enlatada que Davis sacó de la bolsa de plástico que cargaba. Alice por su parte sacó de su mochila un paquete de rebanadas de pan de molde, tres paquetes de galletas, un par de chocolatinas, un paquete de frutos secos mezclados y una bolsa de gominolas que velozmente se agenció Adán. Por otra parte M.A sacó de su mochila un par de botellas grandes de agua y cuatro pequeñas.

―¡¡Increíble!! ―exclamó Adán tan sorprendido como el resto de sus compañeros al ver aquel gran botín alimenticio.

―¡Esto es mucho! ―comentó Inma mirando la fecha de caducidad de varios de los productos. ―Ninguno caducado...

―La verdad es que ha sido una suerte encontrar aquello, aún hay mas suministro en el mercado del que cogimos esto, estimo que hay para unos pocos meses. ―comentó Davis pensativo. ―Hay otros dos mercados en el pueblo si mal no recuerdo.

―Ya veo, ya... Entonces no fue necesario que fuese a pescar esta tarde. ―suspiró Inma.

―¿Pescar?

―Si, esta tarde fui de pesca al lago por si no encontrabais nada para comer. Logré pescar cinco truchas el tiempo que estuve ahí, no son muy grandes, pero Nicole las cortará a la mitad y las cocinará para tener cada uno un trozo de pescado para comer.

―¿Pero s..

―Si, se puede. ―se adelantó Inma a la duda de Davis. ―Lo hemos hablado Nicole y yo y no hay problema con consumir peces o agua del lago, en caso del agua debe de ser tratada para consumirla. El nivel de radiación en esta aldea se intuye que es baja, por lo que no debe de haber problemas, de hecho los peces físicamente están en buen estado, no se le ve malformación alguna.

―Mmmm... ya veo, no tengo conocimientos sobre radiación, pero si decís eso es porque tendréis algunos conocimientos del tema.

―Si, algo básico que dimos en la universidad. No os preocupéis.

A pesar de sus palabras, Eva parecía dudar un poco, pero decidió por una vez confiar en la palabra de Inma y Nicole, al fin y al cabo ellas tenían algunos conocimientos sobre el tema de la radiación, y ella como la gran mayoría de los presentes en la sala no.

―Bueno, vamos a administrar lo que aquí tenemos. ―propuso Eva. ―Respecto a las medicinas y aparatos médicos, quiero que sea Maya, quien es lo mas parecido a una médica en el grupo, quien se encargue de guardar y administrar los recursos médicos que tenemos. ―anunció entregándole el botiquín con todos los productos médicos, así como los cachivaches médicos que le entregó una vez los metió todo en la bolsa en la que Davis transportaba las latas de comida. ―Ten cuidado con los termómetros y demás cosas de cristal. A partir de ahora tú te harás responsable del uso de los medicamentos entre las personas del grupo ¿De acuerdo?

―De acuerdo, no te preocupes, yo me ocuparé de ello. ―respondió de inmediato cogiendo el botiquín y la bolsa. ―Los pondré en algún lugar seguro.

―Bien, ahora, respecto a los alimentos... ―suspiró Eva mirando todo lo que el otro equipo puso sobre la mesa. ―Veamos que hago con esto...

―Esta tarde estuve haciendo algo de limpieza en algunas de las estanterías de la taberna. ―comentó Jessica. ―Pensé en tirar varias botellas de alguno de los estantes para colocar todos los alimentos que tengamos a la vista de todos, si algo llegase a faltar cualquiera podría notarlo.

Eva miró una de las estanterías vacías que Jessica había vaciado expresamente para aquella situación.

―Ya veo, muy bien Jessica, me parece una buena idea. Iba a poner a alguien para que se hiciese responsable de los recursos alimenticios, pero estando a la vista de todos es mejor. ―respondió la joven de cabello castaño sonriendo a la joven de cabellos oscuros por su idea. ―Jessica por favor, coloca la comida y el agua que tenemos en el estante.

―De acuerdo, Eva. ―respondió inmediatamente agarrando las dos botellas grandes de agua.

―Espera, yo te ayudo. ―se ofreció Inma a echarle una mano a su compañera.

―M.A, ¿has usado la munición de pistola?

―No, no fue necesario, nos hemos defendido con las armas blancas en todo momento.

―Está bien, entonces vacía el cargador y entrégame las balas, tú también Puma. Mañana las repartiré de nuevo, hasta entonces continuaré custodiando la poca munición que tenemos. ―Ante la orden el dúo masculino comenzó a vaciar los cargadores para entregarle las catorce balas de ambas pistolas a Eva.―Dadme también los cócteles molotovs que aún tengáis.

―Nosotros no hemos usado ninguno. ―comentó Alice sacando aquellas bombas caseras de su mochila.

―Ni nosotros, no nos han sido de utilidad en esta ocasión. ―respondió Maya sacando las suyas de la mochila.

―Está bien. Oye Inma, ¿sobraron mas cócteles molotov? ―preguntó Eva viendo a la joven colocando algunas latas de comida en la estantería.

―Si, algunos sobraron. ¿Quieres que te los de?

―Si por favor, llevamelos luego a mi habitación, administraré también las bombas caseras.

―Está bien.

―¿Y qué hay del pueblo? ¿Es posible que nos vayamos allí a vivir una temporada? ―preguntó en aquella ocasión Nicole, quien hasta entonces había estado en silencio escuchando a sus compañeros.

―Preferiría hablar de eso mas tarde. ―respondió Eva. ―Hay algunos asuntos de los que debemos hablar, ahora deberíamos de cenar y después hablar de eso.

―Vale.

Dicho aquello Nicole se separó del grupo para irse tras la barra de la taberna dispuesta a vaciar en el fregadero el agua del cubo en el que nadaban los peces y comenzar a prepararlos. Poco después de eso todos se marcharon a sus habitaciones dejando a Nicole y a Adán a solas. La joven mujer tenía sobre una tabla de madera las cinco truchas lavadas y dispuestas a ser cortadas a la mitad en cuanto encontrara un cuchillo para aquella labor, mientras, el joven Adán estaba sentado solo y lejos de Nicole, dándole la espalda. A pesar del intento de Adán por pasar inadvertido, los oídos de Nicole interceptaron el sonido del envase de plástico de un caramelo arrugándose.

―Adán, ¿no te dijo tu hermana que nada de comer caramelos hasta después de cenar?

El joven tardó unos instantes en responder al percatarse de que a pesar de que trató de ser lo mas silencioso posible, la joven mujer lo había descubierto.

―No se lo digas a mi hermana, por favor ―suplicó el joven poniéndole cara de pena a la mujer. ―Solo es uno, y me comeré todo lo de la cena... ―aseguró sin dejar de mirarle a los ojos a la mujer cruzada de brazos.

―Mmmm.... Está bien, pero solo ese, ni uno mas. No vaya a ser que se te acabe quitando el apetito con lo que te han traído y tu hermana me eche la bronca por no llamarte la atención. ―suspiró agarrando un cuchillo.

―¡De acuerdo! ―exclamó levantándose del asiento. ―¿Puedo ayudarte?

―Mmmm... si, tengo ya el pescado limpio y preparado, ahora iba a cortarlo a la mitad. Necesito algunos ingredientes para que no quede muy soso, aunque no sé si encontraré aquí algunos... ―suspiró pensativa.―Busca entre los armarios a ver si hay aceite, sal, papel de aluminio y pimienta, supongo que con eso haremos algo, limón y ajo ya dudo mucho que encontremos...

―De acuerdo, buscaré por toda la taberna. ―comentó dejando todas las chucherías que le trajeron en la estantería de la comida.

―Se me hizo ver que aquí habían las cuatro cosas que te pedí, pero no recuerdo en donde se me hizo verlas, busca bien. ―comento haciendo el primer corte a una de las truchas. ―Mmmm... ―la joven miró hacia la estantería de la comida y agarró uno de los botes de champiñones y los dos botes de salchichas, los cuales se llevó de inmediato tras el mostrador.

Adán no tardó mas de diez minutos en encontrar lo que Nicole le pidió, de inmediato la mujer colocó cada una de las dos mitades de los cinco pescados en un trozo de papel de aluminio, y tras echarles el aceite, la sal, los champiñones y la pimienta los cubrió con el papel envolviéndolo bien. Tras hacer un fuego en la chimenea empleando algo de leña que sobró de la noche pasada, unos paños sucios y algo de alcohol, Nicole colocó un recipiente sobre el fuego en el que introdujo los cinco envoltorios con las truchas en su interior.

―Me ocuparé de vigilar que se hagan. Adán, coge cubertería para todos y ve colocándola en las mesas.

―¿Vas a cocinar algo mas? Ese pescado creo que es poco teniendo en cuenta que apenas hemos comido algo en todo el día. ―preguntó acercándose a un armario en donde se encontraba la cubertería.

Nicole suspiró.

―Bueno, teniendo en cuenta que esto debe durar unos días y que no hay gran cosa que pueda combinar en un plato, haré las salchichas. De postre pensé en hacer taquitos con las rodajas de piña y servir el paquete de frutos secos. Carne, pescado, fruta y frutos secos, será una comida para reponer energías.... Mmmm... Adán tráeme también la bolsa de las rebanadas de pan cuando puedas, también la piña y los frutos secos. ―solicitó echando el contenido de los dos botes de salchichas en una olla y un poco de aceite.

Adán terminó de colocar los vasos, platos, tenedores, cuchillos y servilletas en las mesas mientras Nicole controlaba el tiempo de elaboración del pescado. Al momento el joven le llevó el pan, el bote de piña en almíbar y el paquete de frutos secos variados.

―Está bien, esto ya está. ―comentó la mujer colocando el pescado envuelto en una bandeja. ―Voy a servirlos en los platos, por favor pon la olla con las salchichas al fuego.

―¡Vale!

Nicole se fue acercando a cada mesa, y abriendo el papel de aluminio caliente y por medio de una cuchara, comenzó a servir un mitad del pescado cocinado con algunos champiñones en cada plato. Mientras, Adán le daba de vez en cuando vueltas a las salchichas con un tenedor siguiendo las instrucciones de Nicole de darle vueltas hasta que se dorasen. La joven mujer se acercó a la barra para cortar las rodajas de piña en almíbar en taquitos y echarlos en un cuenco de cristal, una vez lo hizo volvió a las mesas llevándose consigo la bolsa con las rebanadas de pan, y por medio de una cuchara comenzó a servir algunos taquitos de piña en cada plato, a un lado del pescado, y depositando sobre las servilletas una rebanada de pan.

―¿Cómo van las salchichas, Adán? ―preguntó acercándose a mirar el interior de la olla.

―Ya casi están hechas. Les estoy dando vueltas sin dejar que se junten o se quemen. ―informó el joven cocinero.

―Perfecto, voy a servir algo de agua a las mesas y a echar los frutos secos, cuando estén avísame.

―Está bien.

Nicole llenó diez vasos con el agua de una de las botellas grandes que M.A trajo, poco después procedió a abrir el paquete de frutos secos variados y a echarlos en cinco cuencos pequeños, uno por mesa, teniendo en cuenta que en cada mesa habría dos personas.

―¡Nicole, esto ya está! ―anunció Adán atrayendo la atención de su compañera.

La joven mujer se acercó a la posición de Adán. ―Perfecto, ves a avisar a todos de que la cena ya está hecha, yo serviré las salchichas en los platos. ―comentó colocándole la mano en el hombro al joven.

―¡Vale!

Nicole vio al chico salir corriendo de la taberna y de inmediato se dispuso a echar en los platos las salchichas. No tardaron mas de cinco minutos en llegar a la taberna.

―¡Vaya, que bien huele Nicole! ―exclamó la voz de Jessica siendo la primera en entrar al local.

―Puede que esté algo soso o sintáis que le falta algo, desgraciadamente faltaban algunos ingredientes que me hubiesen servido para darle mas sabor a la comida. ―suspiró Nicole desde el otro lado de la barra.

―¡¿Pero que dices, Nicole?! Tiene muy buena pinta. En estos tiempos esto sería un plato de restaurante de cinco estrellas. ―respondió M.A siendo el primero en sentarte.

―¡Tú, quieto parado! ―advirtió Alice con el ceño fruncido. ―Te esperas a que empecemos todos a comer, no te adelantes.

Eva miraba aquellos platos un tanto insegura de que el haber empleado tantas cosas hubiese sido una buena idea, pero lo que no podía negar eran los gruñidos de su estómago y aquel delicioso olor a comida caliente, por lo que decidió no protestar en aquella ocasión.

―¿No es esto mucha comida? ―preguntó Inma. ―Me refiero, está genial y normalmente no me quejaría, pero pienso en que no deberíamos de gastar tanto.

―Si, estoy de acuerdo, pero esta es una excepción. ―argumentó Nicole. ―Apenas hemos comido algo hoy, estamos todos muertos de hambre, seis de nosotros han estado de expedición, Jessica ahora que está embarazada comerá algo mas de la cuenta, y la noche pasada tuvimos una cena muy justa. Por una vez que hagamos un pequeño banquete no creo que pase nada.

―Opino igual. ―contestó Puma en aquella ocasión. ―Davis y la pareja dicen que había muchos mas recursos en el mercado, no veo malo que por una vez tiremos un poco la casa por la ventana, además, no he estado dos horas y pico andando muerto de hambre como para llegar y comerme una mísera rebanada de pan. ―refunfuñó sentándose en una de las sillas. ―No voy a esperar a nadie, así que a espabilarse. ―anunció agarrando el tenedor y el cuchillo.

―¡Eva, vamos a comer, tengo hambre! ―sugirió el joven tirando del brazo de su hermana para arrastrarla hacia una mesa próxima.

―No tires Adán, ya voy, ya voy... ―resopló la joven ante los incesantes tirones de brazo que su hermano le ocasionaba.

Todos rápidamente cogieron sitio para comenzar a cenar antes de que se enfriara el plato variado que Nicole y Adán hicieron de cena para aquella noche. Muertos de hambre, no se cortaron en devorar el plato mientras charlaban los unos con los otros. Davis y Jessica hablaban sobre los que habían estado haciendo ambos mientras estuvieron separados. M.A y Nicole charlaban acerca de gustos culinarios y la cena de aquella noche. Inma y Alice hablaban sobre sus vidas pasadas, antes del apocalipsis, cuando el mundo era un lugar normal y corriente. Maya y Puma comentaban sus impresiones acerca de la expedición al pueblo. Eva y Adán por otra parte, hablaban acerca de las clases de tiro con arco que Inma le daría. Una vez todos terminaron de cenar y conversar, se reunieron para hablar sobre la expedición y planear también la que se llevaría a cabo al día siguiente.

―Bien, contestando a la pregunta anterior de Nicole. ―inició Eva la charla de pie en mitad de la estancia, siendo rodeada por sus compañeros de equipo. ―No nos ha dado tiempo a ver gran cosa, las dos horas han expirado increíblemente rápido. La situación es la siguiente, hay zombies, pero lo bueno es que la gran mayoría de ellos están en un estado de descomposición bastante avanzado, sus cuerpos están prácticamente consumidos, la piel se les cae a jirones y sus vientres están hundidos hacia dentro, además, están en un estado de letargo, sus sentidos apenas parecen funcionarles para detectarnos, a eso hay que añadirles que son extremadamente lentos, salvo algunos que están en mejor estado. Trabajando juntos y coordinándonos veo factible la posibilidad de tomar el pueblo tras exterminar a los podridos del lugar. No son una gran amenaza.

―¿Y el tema de los recursos? ―preguntó Jessica.

―Bueno, visitamos el centro médico. ―intervino Maya en aquella ocasión. ―Buscamos rápidamente para coger lo primero que pilláramos por la falta de tiempo, pero a pesar de que conseguimos algunas cosas, dudo que haya mas medicamentos ocultos allí, tal vez haya algo, pero poca cosa, probablemente lo único bueno que tenga el centro médico sean libros de medicina y artículos médicos.

―Había también una farmacia por la zona, si mal no recuerdo. ―comentó Puma. ―Puede que allí haya mas medicamentos.

―Pensábamos en pasar por el centro médico, pero no teníamos tiempo, debíamos de reunirnos con el grupo de Davis. ―dijo Eva resoplando. ―Mañana debemos ir mucho mas temprano.

―¿Y qué hay de los alimentos? ¿Realmente habrá para unos pocos meses? ―preguntó Nicole en aquella ocasión cruzándose de brazos.

―¿Y hay mas chucherías? ―quiso saber Adán frunciendo el ceño.

―Em... si hay mas chucherías, al menos en donde nosotros recogimos los alimentos. ―comentó Davis. ―Y mas o menos es una estimación, hay buenos recursos en donde cogimos estos, y hay otros dos mercados que no hemos visitado, por lo que intuyo que habrá para unos pocos meses si los administramos bien. Respecto a bares y pequeños comercios, en los pocos en los que hemos entrado, no había casi nada de utilidad.

―Hemos llegado a intuir que el pueblo lleva mucho tiempo abandonado. ―contestó M.A en aquella ocasión. ―Tanto por el estado de los zombies, como por la cantidad de recursos.

―Bueno, yo no diría tan rápidamente que está abandonado... ―comentó la voz de Alice atrayendo las miradas de todos.

―¿Qué quieres decir, Alice? ―preguntó la joven de media melena oscura.

―Bueno, hemos encontrado indicios de que en algún momento hubo gente que estuvo saqueando algunas zonas por las que pasamos, además...

―¿Además?

―Además alguien provocó alguna hoguera en el pueblo para quemar una pila de cadáveres unas horas antes de que nosotros llegásemos. Cuando llegamos había un olor a algo quemado en el aire, el grupo de Davis descubrió una pila de cuerpos carbonizados. Eso nos hace pensar que tuvo o tiene que haber alguien en ese pueblo. ―se adelantó a responder Eva.

El silencio cayó en la taberna, sabían lo que eso significaba, puede que a otro grupo de la zona se le hubiera ocurrido la misma idea de tomar el pueblo, o por el contrario, ya había allí gente viviendo y lo que ellos estaban haciendo era invadir un pueblo con personas.

―Hay que hacerse con ese pueblo sea como sea. ―comentó Puma atrayendo miradas. ―Aquí no hay nada, ni tenemos a donde ir, allí en ese pueblo hay comida, agua, medicinas, material médico, ropa, semillas para cultivar, casas, edificios de interés... Intuyo que podría ser nuestro nuevo hogar por unos meses, y encima los podridos no son una gran amenaza, no podemos dejar pasar esta oportunidad. ―nadie dijo nada por unos instantes. ―Además, dudo que haya gente allí viviendo, apostaría a que otro grupo de personas tratan de hacerse con el pueblo.

―¿Por qué lo dices? ―preguntó Nicole.

―Por los podridos, si hubiera gente allí viviendo no estarían en ese estado, ni habría tantos recursos, lo único que se me ocurre es que alguien de fuera del pueblo esté tratando de hacerse con este eliminando a los zombies del lugar poco a poco. De haber gente allí viviendo, los no muertos serían mucho mas activos, ¿no creéis?

―Es una posibilidad. ―respondió Inma. ―Por la zona hay otros pueblos y aldeas, puede que haya otro grupo de personas viviendo en alguna de ellas.

―Opino igual que Puma. ―comentó Nicole. ―No podemos perder la oportunidad de tomar el pueblo, tenemos que adelantarnos y tomarlo antes de ser ese el caso.

Todos quedaron en silencio meditando la situación. ¿Habría que luchar y llegar a asesinar a otros humanos para poder conquistar el pueblo? No era algo muy moralmente correcto que digamos, pero todos sabían la situación, eran ellos o los otros. A la mayoría no les gustaba la idea de tomar el pueblo a la fuerza y reclamarlo luchando contra otros, pero por supuesto, esa gente que provoco la hoguera harían exactamente lo mismo de llegar a toparse con ellos tratando de reclamar el pueblo. Si no hacían nada y lo dejaban a manos de esas otras personas, lo único que les quedaba era vagar sin rumbo y con apenas algunos recursos hasta encontrar algún sitio en el que vivir.

―Estoy de acuerdo con tomar el pueblo, aunque eso signifique tomarlo a la fuerza. ―la voz de Jessica sorprendió a todos, precisamente era de ella y de Inma de las que nadie esperaría escuchar algo como eso. ―Pero antes me gustaría que de encontrarnos con esa gente habláramos con ellos y tratásemos de convivir, estamos hablando de un pueblo entero, deberíamos de poder convivir sin problema, incluso podríamos repartirnos unas áreas del pueblo para no tener que vernos. ―Jessica pensaba en su bebé, necesitaba de un lugar donde tenerlo, necesitaba recursos para mantenerlo, y estaba dispuesta a luchar por conseguir eso, aunque ello significase matar a otros que no aceptasen la propuesta de convivir juntos.

―¿Crees que podemos plantearles algo como la convivencia? ―le preguntó Eva dubitativa.

―No sabemos que clase de personas son, pueden que sean violentos, si, pero también es posible que sean pacíficos, gente que solo quiera sobrevivir, como nosotros.

El silencio cayó una vez mas momentáneamente.

―Está bien, si llegamos a encontrarlos trataremos de hablar y llegar a un acuerdo, pero a la mínima sospecha o ataque contra nosotros tendréis que prepararos para lo que eso supondrá, tendremos que actuar de ser hostiles. ―respondió Eva cruzada de brazos con la mirada perdida en el suelo.

―En conclusión, se estima que hay recursos de varios tipos para vivir varios meses allí sin problemas, los zombies no serán complicados a la hora de hacer limpieza, por lo que juntando ambas cosas el pueblo es una apuesta muy jugosa teniendo en cuenta nuestra situación actual, el único problema es que hay gente que sabe del pueblo y ha estado en este en varias ocasiones. ―resumió Puma.―A pesar de que no todos han hablado intuyo que estáis todos a favor de tomar el pueblo de forma pacífica tratando de llegar a un acuerdo con esa gente, de lo contrario, si no hay acuerdo alguno, estaréis dispuestos a matar por ese pueblo.―Todos asintieron en silencio aceptando la realidad que podía suponer hacerse con aquel pueblo.

―Bueno, tomada la decisión vamos a planear la expedición de mañana. ―Propuso Eva. ― Vamos a... ―Eva se cayó al ver la mano de Jessica alzada. ―¿Sucede algo, Jessica?

―Si, tengo unas propuestas para la próxima expedición.

―¿En serio? Pues adelante, explícate.

―Estuve pensando en que podríamos asearnos y cambiarnos de ropa, creo que a todos nos viene bien lavarnos y tirar nuestras ropas sucias y rasgadas por otras nuevas. Para asearnos había pensado en usar el agua del lago, podemos transportarla hasta la aldea, filtrarla y hervirla para usar el agua limpiar para lavarnos, y utilizar también productos de higiene corporal, como gel o champú, apuesto a que debe de haber en alguno de los tres mercados de pueblo algo para lavarse. También estaría bien coger ropa nueva para todos, si mal no recuerdo había una tienda de ropa en el pueblo.

―Mmm... Asearnos y cambiarnos de ropa, ¿em? La verdad es que estoy de acuerdo en que a todos nos vendría bien asearnos con agua caliente y jabón corporal, y también conseguir ropa nueva. ―respondió Eva pensativa. ―¿Pero como transportamos el agua del lago hasta aquí?

―Ya había pensado en eso. En el granero en el que os estrellasteis encontré un carro de madera y varios bidones de metal para recoger agua. El terreno es irregular, por lo que varias personas fuertes deberían de tirar del carro con los bidones llenos desde el bosque a la aldea. Había pensado en que los hombres podrían hacer eso, y que las mujeres nos ocupáramos de la expedición, nosotras podemos ir a buscar la ropa y los productos de higiene corporal.

―Mmmm... Si, no me parece mala idea, la verdad es que el terreno es complicado, y mas con una carreta llena de bidones con agua, deberían de ocuparse los chicos en ese caso. ―comentó mirando a los hombres del grupo.

―Por mi no hay problema, no me importa quedarme aquí y ocuparme del tema del transporte del agua. ―comentó Davis.

―¿Puma? ¿M.A?

―No hay problema. ―respondió el rubio.

―Bueno, al menos tendré algo mas de tiempo para fumar tranquilamente sin nadie que me agobie.

Eva suspiró ante el comentario de Puma.

―Pues ya está, las mujeres vamos a la expedición mientras los hombres se ocupan de transportar el agua. Supongo que además del transporte deberán de hacer una hoguera o algo por el estilo para calentarla, y coger algo con lo que filtrar el agua y retener la suciedad que pueda tener. ―comentó mirando a Jessica.

―Claro, también hay que hacer eso, así a la tarde o a la noche cuando vengamos de la expedición podemos asearnos.

―Me encantaría lavarme con agua caliente, la verdad. ―susurró Maya. ―La última vez que me lavé fue con agua fría, y no fue para nada agradable.

―También había pensado en otra cosa, podríamos ir a la farmacia, allí deberían de tener pastillas potabilizadoras para usarlas con el agua del lago y poder beberla.

―Me parece una buena idea, Jessica. Así aprovechamos para comprobar que tiene la farmacia para nosotros. ―respondió de acuerdo con la proposición de su compañera.

―Yo también tenía una sugerencia. ―comentó Nicole en aquella ocasión. ―Fuera está ya muy oscuro, las antorchas de la noche pasada se han consumido y no hay material necesario para hacer mas antorchas. Pensé en que podríamos pasar por alguna ferretería y conseguir algunas pilas y linternas para alumbrarnos en la noche.

―De acuerdo, me parece bien Nicole. ―respondió la joven de cabellos castaños. ―¿Alguna otra sugerencia? ¿No? ―preguntó mirando al resto de sus compañeros, quien en silencio negaban con la cabeza. ―Bien, mañana por la mañana planeamos la expedición con mas detalle, por ahora solo diré que iremos temprano, y seguiremos el plan de la última expedición, dos grupos de tres personas con un objetivo cada uno. Uno de los grupos se ocupará de ir a por la ropa y las pastillas potabilizadoras, y otro a por los productos de higiene corporal y las linternas. Mañana lo hablamos mejor, ya es tarde y estamos todos cansados. ―comentó viendo los rostros de algunos de sus compañeros.―Podéis retiraros.

Todos acataron la ordenanza salvo ella misma y Nicole, orientando su deseo de descanso hacia sus respectivas habitaciones. Eva permaneció en el bar con intención de comprobar los recursos alimenticios de los que disponían mientras la rubia recogía los enseres utilizados en la cena.

—Espero que el “banquete” de hoy no nos pase factura —horadó repentinamente un asfixiante silencio la primera mientras revisaba un grupo de latas de conserva—. Este tipo de lujos no están muy a la orden del día.

—Comer se ha convertido en un lujo, sí, pero lo seguimos necesitando. No se puede hacer nada con el estómago vacío —defendió Nicole férrea su decisión al tiempo que depositaba unos platos sucios en el fregadero del local.

—Lo sé, lo sé… Sólo espero que no tengamos que arrepentirnos. Por nuestro propio bien, será mejor que ese pueblo no dé problemas graves. Lo necesitamos para ayer si pretendemos seguir respirando —expresó sumamente convencida de su afirmación.

Ignorando la verborrea de su pesimista compañera, Nicole agarró una servilleta que utilizó para limpiarse las manos mientras se mentalizaba acerca de las palabras que se disponía a desplegar.

—Eva, necesitamos hablar —expresó con seriedad antes de acomodar sus brazos sobre la barra de servicio.

—Señor, perdónala, porque no sabe lo que hace —declaró desinteresada activando las alarmas de reacción intrínsecas de una Nicole que procuraba mantenerse serena—. Te escucho, Nicole.

—Bueno, yo… Quería pedir perdón por toda la mierda de la otra noche. Después de lo que pasó con Ley y los suyos, había acumulado mucho estrés, y encima estaba borracha, muy borracha… Menudo show montamos.

—Vaya… —exclamó Eva expresando gratamente la sorpresa que acababa de invadirla—. Eso ha sido… bastante inesperado. Será que no estoy acostumbrada…

—Ya… —reflejó Nicole su decepción ante su evasión—. ¿Nunca se han disculpado contigo? Me cuesta creerlo.

—Pocas veces, si te soy sincera. Adán es una excepción, claro, pero la mayoría de personas con las que he convivido no eran de ese estilo —expuso posponiendo su actividad de comprobación de recursos para centrar su plena atención en la conversación—. Con Puma, por ejemplo, cuando tiene tabaco, le pido un cigarro, y si me lo da sin rechistar, sé que estamos bien.

—No sé por qué, pero no me sorprende… —reveló la rubia su desagrado en la elocuencia de su mueca—. Bueno, sí que lo sé…

—Estás perdonada, Nicole, y… te pido perdón igualmente, porque yo también me pasé mucho. Es peor mezclar alcohol con impotencia que con pastillas, según mi experiencia —se sinceró con una calma que había resultado inesperada para su receptora—. Debería terminar de organizar la comida. Yo también estoy cansada.

—Me gustaría hablar antes de otro tema, si no es mucha molestia. Sólo será un momento. Te lo prometo —forcejeó intentando mantenerla adherida al dialogo razonable que había manifestado misteriosamente.

—Tú dirás —aceptó está mientras proseguía con su quehacer dispuesta a escucharla.

—Verás… —titubeó acerca del procedimiento por el cual se disponía a abordar el problema—. A pesar de todo el esfuerzo que estamos haciendo, siento que este grupo está dividido en dos.

—No lo sientes. Es que lo está… —afirmo Eva con indiferencia—. Si me estás preguntando por una solución, lo siento, pero no tengo ni puta idea. Tengo bastante con mis propios problemas.

—Yo también tengo problemas propios, Eva, pero lo que corresponde al grupo nos afecta tanto a ti como a mí, y no debería ser la única que se preocupe por solucionarlo —le espetó Nicole con una firmeza implacable en su energía—. Ahora mismo no tenemos nada, y no vamos a conseguir salir adelante si estamos rotos.

—¿Y qué quieres que haga? Ya te lo he dicho. No tengo ni puta idea de cómo solucionarlo. Mi especialidad es destruir, no construir.

—Mira, voy a ser sincera —anunció Nicole incrementando aún más su seriedad con respecto al asunto—. No estoy hablando esto contigo porque nos tengamos simpatía, sino porque tú eres la única persona con la que puedo contar ahora mismo para que no nos estalle todo en la cara. Tan sólo mira a tu alrededor. Davis y Jessica necesitan centrarse en su bebé, M.A y Alice atraviesan una etapa de cambio personal, Inma no está preparada, Maya está como perdida, y Puma… No sé ni cómo tratar con él.

—Y yo soy lo que queda, ¿no? —se burló exhibiendo su acentuada ofensa.

—No, Eva… —se aventuró a explicarse antes de que la sorprendiese con un brutal mordisco en la yugular—. Quiero salir adelante, quiero que todos salgamos adelante, pero no puedo hacerlo yo sola. Necesito tu ayuda, Eva, y no porque seas lo que queda, sino porque somos las únicas que podemos hacerlo. Por nuestra propia supervivencia, necesitamos que el grupo funcione, pero no vamos a conseguirlo si está roto y nosotras nos dedicamos a separarlo más, como hicimos con la bronca de la otra noche. Yo tampoco sé que hacer para solucionarlo, pero lo averiguaremos. Dos cabezas piensan más que una. Ya no te pido que seas mi amiga, pero necesito que seas mi aliada. Por favor… Tienes que ayudarme…

Eva permaneció unos interminables segundos con su mirada incrustada en las honradas pupilas de Nicole, las cuales aguardaron inquietas la resolución de la petición, que se emitió a través del tono de voz más pacífico que jamás hubiese avistado en la joven.

—Vale. Cuenta conmigo.

—Gracias… —exhaló Nicole finalmente liberada de una discusión cuyo desenlace concebía más violento.

Cerró sus párpados un instante sintiendo en sus venas un gozo inesperado, y en el momento en que volvió a observar el rostro de su nueva aliada pudo atisbar un ademán tan insólito y singular en ella que nunca había sido capaz de captarlo durante sus meses de convivencia. Casi parecía un sueño extraño, pero no era más que la pura realidad asombrándola de nuevo. Eva le sonreía.

El viento frío mecía las corta cabellera castaña de Maya, a su alrededor, la espesa oscuridad de la noche lo inundaba todo, mirase por donde mirase, no era capaz de ver nada a una larga distancia. Sin impedimento alguno se encaminaba hacia la casa vecina en busca de cierta chica de cabellos oscuros. Tras llamar un par de veces tocando la puerta del edificio la joven entró escuchando voces provenientes del salón. En la estancia Alice, M.A y Jessica mantenían una entretenida charla sentados en un largo sofá a la luz de las cálidas llamas de la chimenea.

―¿No es muy tarde para que estéis aquí de cháchara? ―saludó la joven.

―¿No es muy tarde para visitas? ―respondió M.A con una sonrisa confiada.

―Touché. ―respondió de inmediato. ―¿De qué hablabais? ―preguntó sentándose en el brazo del sofá.

―Del apareamiento de las ballenas. ―contestó M.A.

―Vaya, que interesante, cuéntame mas. ―solicitó Maya con fingido interés.

Jessica y Alice fueron incapaces de no reírse ante la conversación de dúo.

―Realmente hablábamos de tonterías sin mucha importancia. Recordábamos algunas anécdotas y cosas graciosas que nos han sucedido a los tres alguna vez. ―contestó Alice con una sonrisa.

―Ya veo, aunque una conversación sobre el apareamiento de esos cetáceos tampoco sonaba mala. Oye Jessica ¿puedo hablar contigo?

―Claro. ―respondió la joven. ―Vamos a mi habitación.

Dejando a la pareja en el salón, Maya y Jessica llegaron a la habitación que la joven compartía con su pareja.

―Verás, quería pedirte si me podrías dar el desinfectante tuyo y los pañuelos, me gustaría almacenarlos en el botiquín.

―Claro, un momento que lo busco. ―respondió buscando la mochila en el baúl de la habitación.

―Y también el libro de primeros auxilios, el del embarazo puedes quedártelo tú para ir leyéndolo. Es que había pensado en que si te voy a enseñar lo que sé de medicina, mejor será que tenga yo el libro, así te puedo dar clases.

―De acuerdo, no me parece mal. ―comentó pasándole los pañuelos y el desinfectante que le quedaban. ―Y aquí el libro.

―De acuerdo, gracias.

―Bueno, ¿y como lo hacemos? Lo de las clases.

―Había estado pensando en hacerlas por las mañanas, podríamos buscar un lugar en el que estar tranquilas mientras te enseño algunas cosas. Mmmm... si mal no recuerdo había una pequeña escuela tras la taberna, podríamos ir ahí. ―propuso Maya.

―De acuerdo, me parece genial. ¿A qué hora?

―Mmmm... ya vendré yo a buscarte, ¿de acuerdo? ―comentó colocándole la mano en el hombro por unos instantes. ―Me voy ya, hasta mañana.

―Que descanses, Maya.

A paso ligero la joven comenzó a descender los peldaños de madera de la escalera que conectaban ambas plantas de la casa, esperaba a una visión, había decidido comprobar su teoría entre aquella noche y mañana. Le había tocado el hombro a Jessica, una zona cubierta por la manga de su camiseta, y por el momento no venía nada a su mente. Sabía que debía de espera un tiempo, las visiones no sucedían al instante, unas tardaban mas que otras según su teoría, dependiendo como de lejos en el tiempo estuviese ese suceso.

―¿Ya te vas? ―preguntó la voz de Alice.

―¿Am? Si, ya vine a por lo que quería y hablé con Jessica. Tengo el libro de primeros auxilios para darle clases mañana y los pañuelos y el desinfectante para el botiquín. ―comentó mirando los objetos que cargaba.

―Bueno, pues que descanses. ―anunció M.A.

―Vale, adiós. ―se despidió la joven abriendo la puerta con una amplia sonrisa en el rostro. ―Ya sabéis a quien pedirle los preservativos si necesitáis. ―recordó instantes antes de cerrar la puerta tras de si, impidiendo respuesta alguna por parte del joven.

En silencio, sus pasos continuaron alejándose de la casa vecina hasta la morada en la que habitaba con sus otros compañeros y su prima. La visión no llegaba, ya había pasado varios minutos y dudaba que le viniese, no sentía ninguna clase de malestar. Su mano fue a agarrar el pomo de la puerta de la vivienda en la que residía cuando este giró repentinamente obligando a la puerta a abrirse.

―¿Adán?

―¿Ah? ¿Maya? Pensaba que ya estabas dormida. ―comentó el chico.

―Am, tuve que ir a ver a Jessica para pedirle unas cosas. ¿A donde vas?

―A la taberna, me olvidé las chucherías que Eva y Alice me trajeron del pueblo. Quiero guardarlas yo, al ser tantas no sabría si alguien coge mis chucherías.

―Mmmm... ya veo. Podrías repartir algunas y quedarte tú con el resto, son muchas y se te pueden picar los dientes.

―¡No! ―exclamó repentinamente. ―Son mis chuches, y al primero al que meta la mano en la bolsa le meto gusanos en la cama. ―expresó su descontento ante la idea de la joven frunciendo mucho el ceño.

―¿Gusanos? ¡Que asco, Adán!

―Pues a mi no me dan asco, iría al bosque y excavaría hasta encontrar algunos que recogería para metérselos a alguien entre las sábanas. ―aseguró cruzándose de brazos aún con el ceño fruncido.

―Entiendo, entonces mas me vale no acercarme a ellas. Aunque la tentación... mmmm...

―¡Maya!

La joven no pudo evitar romper a carcajadas ante la seriedad del chico con sus chucherías.

―Vale, vaaaaaleeeeee, no me acercaré a ellas, pero si se te pican los dientes es tu problema, luego no te quejes cuando te tengan que quitar un diente atándolo con una cuerda al pomo de una puerta. ―comentó entre risas antes de acceder al interior de la casa dejando a Adán en el exterior tratando de imaginarse lo que Maya dijo.

―Mmm... tal vez deba de compartir alguna... una por cabeza, si, eso será suficiente. ―comentó para si mismo mientras marchaba alegremente a la taberna.

Alice y M.A estaban en el sofá abrazados cuando ella decidió que era hora de irse a la cama.

―M.A ¿Te parece si nos vamos ya a la habitación? Hoy ha sido un día muy largo y estoy muy cansada.―dijo la rubia.

―Pues claro, ¿quieres que le pida uno a...―M.A fue interrumpido.

―¿Es que no me oíste lo de cansada? ―preguntó Alice sabiendo a lo que se refería su pareja.

―Buenas noches a todos y todas. ―dijeron la pareja casi a la vez mientras se dirigían a su cuarto a dormir, siendo contestados por Jessica con un “hasta mañana”.

―Mañana volverá a ser un día duro, será mejor que descansemos bien.―dijo el joven.

―Si, mañana tengo expedición con las chicas, sé que es raro, pero se me apetece bastante ir con Maya y Nicole, son dos de las chicas con las que mas conecto aquí.―comentó la rubia.

―Te hiciste muy amiguita de Puma cuando estuviste en el Sara Abello, pero ahora estáis mas distanciados, ¿paso algo allí?...

―Em... ¿Estás preguntando que si nos enrollamos? ¿En serio?.

―No, no, no, solo digo que según me dijiste habíais hecho migas allí, pero aquí parecéis desconocidos, solo eso.

―Siempre hemos sido amigos desde Stone City, solo que a veces tienes mas conversación con unos que con otros por distintos motivos, en ese momento por ejemplo estaba allí yo sola y solo lo conocía a él.

―Vale, vale, no te pongas a la defensiva solo preguntaba.

―Esta bien, ahora me toca preguntar a mi, y “no te pongas a la defensiva” ¿Que coño te pasa?

―¿A que te refieres?...―preguntó algo indignado por el tono de la joven.

―Hoy llevas todo el día raro, riéndote de todo y haciendo chistes sin parar, a que viene esa actitud.

―Yo siempre he sido muy bromista, ya sabes...

―M.A. soy tu novia. ¿Por qué nunca te sinceras conmigo? ¿Tanto te cuesta abrirte a mi?

―No es a ti, me cuesta abrirme en general, a ti y a Maya son de las pocas con las que me he abierto de verdad.

―Es que no lo entiendo, perdiste tu hogar y tu familia, perdiste amigos, luego me perdiste a mi, luego tu mano, tu hermana...

―Pero te recuperé, estás aquí y eso me llena de felicidad, y si, puede que ahora haga el bobo y no sea el momento, pero quiero cambiar, quiero empezar a valorar lo que tengo en este mundo de mierda y no solo estar enfadado todo el tiempo por lo que he perdido, quiero levantarme y agradecer que te tengo cada hora y segundo de mi vida, quiero ser feliz en este mundo de tristeza, quiero vivir a tope por que puede que muera mañana, y si yo no soy feliz, no puedo hacerte feliz...―M.A. no pudo evitar romper a llorar tras aquellas palabras.

―Yo... te quiero.

Alice y M.A. se fundieron en un abrazo fuerte, seguido por un besos mientras ambos lloraban, los dos se acostaron en la cama y se quedaron dormidos abrazados en cuestión de minutos.

La tierra crujía bajo los pasos de Davis, quien emergiendo en la oscuridad en plena noche y sin fuente alguna de luz venía de alguna dirección completamente solo.

―Davis. ―lo llamó una voz femenina.

―¿Qué haces aquí, Nicole? ―se sorprendió de verla allí, en la plaza.

―Estaba dando una vuelta, quería disfrutar de la tranquilidad de la soledad y la oscuridad de la noche, a veces me gusta salir a dar una vuelta sola en la noche, cuando todo está en silencio. ―comentó sentada en uno de los bancos. La joven mujer miró hacia el reloj localizado en lo alto en mitad de la plaza, aunque no hubiese fuente de luz alguna, la noche no era completamente oscura, forzando los ojos pudo mas o menos adivinar la hora que era, las once y cuarto de la noche. ―¿Y tú? ¿También fuiste a pasear a solas?

―Si, bueno, fui a comprobar que todas las entradas a la aldea estaban cerradas, y también a dar una vuelta y pensar en mis cosas. ―respondió el joven de pie frente a ella.

Nicole se le quedó mirando a los ojos por unos instantes completamente en silencio.

―Oye Davis, siéntate conmigo, tenemos que hablar de algo. ―propuso dando unas palmaditas al banco, indicándole que se sentara a su lado.

Davis se sentó junto a ella, y ambos permanecieron en silencio por un rato con la cabeza alzada al cielo nocturno plagado de estrellas y una luna resplandeciente. La oscuridad, el silencio, la brisa fresca meciendo sus cabellos, realmente era agradable, aunque hiciese algo de frío...

―¿De qué quieres hablar, Nicole? ―preguntó quitando la vista del cielo para mirar a su compañera.

―Quiero que me seas sincero, Davis. ―comentó mirando esta vez a los oscuros ojos del joven. ―Me preocupa el tema del bebé que vas a tener con Jessica. ―nada mas decir aquello el joven apartó la mirada de sus ojos para arrojarla al suelo, aquel gesto no paso desapercibido para ella. ―¿Qué piensas de ese bebé? ¿Qué harás con él?

―Cuidarlo, ¿qué otra cosa esperas que haga con él? ―preguntó con una pequeña risa ante la obviedad a aquella pregunta.

Nicole se percató de como Davis, quien aparentemente estaba calmado, entrelazaba los dedos de sus manos con fuerza al tiempo que se inclinaba hacia adelante sin apartar la vista del suelo. Para alguien como ella, quien aprendió gracias a su antiguo compañero Morís Anderson a interpretar el lenguaje no verbal de las personas, era mas que obvio que Davis estaba inquieto ante sus preguntas.

―¿Y como cuidarás de él? ¿Qué harás? ―preguntó con una voz neutral.

―Pues buscando alimento, ropa y medicinas para ese bebé, y protegerlo de las amenazas. ―respondió simplemente.

―¿Cuando harás eso?

―Pues cuando nazca, ¿no? ¿Cuándo si no?

Ambos permanecieron en silencio unos instantes. A medida que mas presionaba, mas se percataba de que Davis se sentía molesto con el interrogatorio. Pero tenía que hacerlo, tenía que obligarlo a pensar seriamente en las cosas.

―Te diré lo que pienso sobre todo este tema, Davis.

―Mmm... está bien. ―respondió elevando la mirada para ver a su compañera.

―Pienso que no tienes ni idea de nada, dices de proteger al bebé en el momento en el que nazca, ¿pero que sucedería si nace en un momento en el que estemos mal? Sin agua, sin comida, sin medicinas, ni refugio, andando por ahí rezando por encontrar algo que llevarnos a la boca o un techo bajo el que dormir. Davis, debes de empezar ya a mentalizarte de que vas a ser padre, y que va a venir un crío o una cría a este podrido mundo, no puedes dejar las cosas para el futuro, debes de ir moviéndote ya y preparar cosas para cuando nazca. Jessica ya ha empezado, ella está tratando de socializar con todos, está entrenándose con Eva para volverse fuerte y protegerte a ti, a su bebé, a ella misma y a todos nosotros, y así ser de utilidad, todo eso para unificar mas al grupo y tratar por su parte de crearle una familia a ese bebé, además de que va a aprender medicina con Maya, y le ha pedido un libro sobre el embarazo para aprender sobre ello y prepararse así misma para cuando llegue el momento de dar a luz. Davis, mi impresión es que estás huyendo de tu responsabilidad, tienes miedo, no sabes que hacer, y aunque no me gusta admitirlo, es posible que incluso no quieras que ese bebé nazca. ―expresó Nicole su opinión.

―¡¿Cómo que no quiero que ese bebé nazca?! ¡Es mi hijo, Nicole! ―expresó algo ofendido por aquella suposición de su compañera.

―¿Entonces, Taylor? ¿Por qué tengo, tenemos, Jessica incluida, la sensación de que huyes?

Davis se mordió el labio inferior apartando de nuevo la vista de Nicole para arrojarla al suelo.

―Estás siendo deshonesto contigo mismo, Taylor. Sé sincero y cuéntame a mi que es lo que piensas, lo que temes, lo que sientes... ―solicitó con una voz seria mientras miraba al joven con el ceño fruncido.

Davis sabía que cuando Nicole le llamaba por su apellido, Taylor, bien era porque estaba enfadada con él o le estaba hablando muy en serio, no aceptaría gilipolleces ni respuestas poco serias.

―Está bien, te seré sincero. ―susurró el joven. ―Quiero que nazca ese bebé, por supuesto, pero en condiciones normales, no en estas... ―confesó con un rostro cubierto en sombras.

Nicole comprendía a que se refería con una situación normal y no en la actual, era algo mas que evidente, por lo que decidió no decir nada al respecto.

―Ese bebé nació por accidente, por culpa de nuestra insensatez al no controlar nuestros impulsos, por culpa de no pensar con la mente en frío de la posibilidad de que al consumar nuestro amor y nuestros deseos se pudiese concebir algo dentro de Jessica. No es que siempre que una pareja mantiene relaciones la mujer queda embarazada, pero siempre existe la posibilidad, eso es lo que nos pasó, se dio esa posibilidad. Sé que es cruel decir algo como eso, que fue un accidente, pero esa es la verdad, nosotros tuvimos la culpa de ello. ―susurró entrelazando con fuerza los dedos de sus manos mientras perdía la mirada en la oscuridad del suelo. ―. Hablaré de mi, no de Jessica, ya veo que está haciendo cosas como dices mientras yo no hago nada. Déjame decirte algo Nicole, quiero y querré a ese bebé que Jessica lleva en su interior, es mi hijo, o hija, es mío. Yo formé parte de eso, por lo que tomaré la responsabilidad de hacerme cargo de esa vida.

―¿Lo cuidarás porque es tu deber como implicado en el accidente? ¿O por qué realmente lo quieres? ―preguntó con el ceño fruncido.

―Ambas. Yo en el futuro quería ser padre, por supuesto, esto de tener un hijo estaba en mis planes futuros, pero no era así como lo quería... Nicole, tengo miedo... ―susurró el joven elevando el rostro para ver a su compañera.

El ceño fruncido y la mirada desconfiada y analizadora de Nicole se esfumaron al instante en el que vio aquel par de ojos oscuros brillando ante las lágrimas que retenía, junto a aquella voz quebrada, la joven mujer no pudo evitar sentir todas las ganas de atacar y presionar a Davis desvanecerse.

―¿Miedo? ¿De qué tienes miedo, Davis?

―De que se muera en mis brazos a causa de mi inexperiencia y mi impotencia... Lo sabes tan bien como yo, este no es un mundo en el que se deba de concebir vida... Zombies, mutantes, radiación, bandidos, psicópatas como Michaela, viajes sin rumbo, falta de comida, agua, medicinas y de un techo bajo el que vivir... Nicole, siento pavor en el simple hecho de pensar en un futuro incierto, pavor de pensar que esa criatura puede morir entre mis brazos sin ser capaz de hacer nada para evitarlo, tan solo observando como muere poco a poco... ―comentó el joven antes de arrojar su mirada húmeda y perdida al suelo, hundiendo el rostro entre las sombras.

Nicole se quedó en silencio viendo al joven afectado. Davis era un tipo que solía ocultar sus problemas tras una sonrisa, trataba de ir de fuerte mientras trataba por sus propios medios de arreglar sus asuntos sin pedirle ayuda a nadie. Pero en aquella ocasión hundido, incapaz de hacer nada ni de luchar contra algo imposible como el futuro, como método defensivo únicamente había estado huyendo casi inconscientemente de aquel problema, tratando de evitar la desesperación.

―Mmmm... entiendo lo que quieres decir, Davis. Pero tienes que buscar una manera, por difícil que sea, de darle un futuro. ―aconsejó colocando la mano en el hombro del joven.

Davis no pudo evitar soltar una extraña risa.

―¿Acaso es posible luchar contra el futuro? ¿Es posible luchar contra lo que no conoces? ―preguntó mirándola por el rabillo del ojo con una extraña mirada.

―No debes de rendirte Davis, sé que es difícil, siéndote sincera, a mi tampoco se me ocurriría, no puedo saber que deparará el futuro, pero lo que si sé es que, de tener un hijo, movería cielo y tierra por él, lo protegería y amaría con todo mi ser. ―aseguró con una mirada seria antes de que el joven apartara de nuevo la mirada.

―Gracias por tus palabras, pero aún no puedo evitar sacarme este miedo e impotencia de la mente. No sé que hacer... Si se muere, sufriría mucho, y ya no digamos Jessica, quien lo habrá llevado nueve meses en su interior, para ambos sería un golpe del que sería difícil de recuperarse y que probablemente dejara heridas y cicatrices internas a ambos... ―susurró perdido en sus pensamientos. ―Si tuviera la edad de Adán sería otro asunto... pero un bebé es completamente dependiente de sus padres para vivir...

―Davis, no puedes pensar en si una gran cosecha será buena o mala cuando ni siquiera has plantado las semillas ni preparado el terreno. Comprendo tu preocupación, es normal preocuparse por el futuro de tu hijo, y aún mas en este mundo... Pero tú mismo lo has dicho, vivimos andando hacia un futuro incierto, no sabemos si será malo o bueno. Si algo me ha enseñado la vida, es que tanto para bien como para mal, las cosas no duran para siempre. Tienes que vivir el presente y prepararte para el futuro.

El joven miró de nuevo a Nicole en silencio meditando lo que acababa de decir.

―¿Crees que puede haber un futuro bueno en un mundo como este? ―le planteó a su fiel amiga.

―Aunque sea difícil, y te cueste creerlo, si, lo creo. Fíjate, el pueblo ese que queremos conquistar es prueba de ello, es un sitio en el que nos podremos asentar por unos meses sin problema, luego, cuando ya no podamos vivir ahí, pues ya pensaremos en que hacer, Davis. Puede que el futuro sea incierto, pero somos nosotros quienes tenemos la capacidad de cambiar al menos parcialmente el futuro. Si quieres algo bueno para tu hijo, te recomiendo que hagas como Jessica y empieces ya, pequeños actos pueden tener grandes consecuencias.

―Pequeños actos pueden tener grandes consecuencias, ¿em? ―repitió con una triste sonrisa.

―Si, pero si lo único que haces es huir e ignorar las cosas, ten por seguro que todo esto entonces si que acabará mal para ti, Jessica, y en especial para el bebé. Debes de empezar a moverte ya y no esperar al final si no quieres que tus peores miedos se hagan realidad.

―Entiendo... ―respondió pensativo, aunque al mismo tiempo no del todo convencido. ―Trataré de hacer cosas como Jessica para evitar que esto acabe mal, aunque sigo pensando que es difícil que no acabe así teniendo en cuenta la realidad en la que nos movemos.

―Eso está bien, empieza con pequeños actos, cosas que creas que puedan condicionar de cara al futuro a la situación de ese bebé. Y ánimo, no te rindas, aunque ahora pienses que lo que hagas no tendrá gran repercusión en el futuro. ―le aconsejó frotándole la espalda. ―Además, te recuerdo que tú y Jessica no estáis solos, me tienes a mi, a Maya, a M.A y a los demás para ayudaros.

Davis sonrió momentáneamente ante su comentario, una leve sonrisa de gratitud.

―Oye Nicole, si a mi me sucediera algo en el futuro... ¿Ayudarías a Jessica a cuidar de nuestro hijo? ―preguntó desviando de nuevo la mirada, pero esta vez al cielo nocturno.

―Por supuesto, eso ni se pregunta Davis, lo cuidaría como si fuese mio. ―aseguró la joven. ―Yo quería ser madre, Nick y yo teníamos planes para ello, pero desgraciadamente sucedió todo esto, Nick murió y con él aquel proyecto de concebir una vida juntos... ―comentó con un tono melancólico de voz. ―Bueno... ―suspiró.― Si no puedo ser mami Nicole, seré la tita Nicole. ―respondió con una amplia sonrisa en el rostro.

Davis fue incapaz de no reírse ante su comentario final.

―¿Tita Nicole? Mmmm... no suena mal, estoy seguro que sabrás ayudar a Jessica a llevar a tus sobrinos por el buen camino. ―dijo Davis haciendo desvanecer aquella actitud oscura con una sincera sonrisa que se dibujó en su rostro.

―Bueno, creo que deberíamos irnos. ―propuso antes de bostezar. ―¿No vamos a dormir, Davis?

―Claro. ―respondió asintiendo con una sonrisa en el rostro.

El dúo se fue paseando en silencio, andando uno al lado del otro disfrutando de aquel momento en compañía. Davis, aún con dudas, había decidido en meditar lo que había hablado con Nicole y poner en marcha aquellos pequeños actos que podrían supuestamente cambiar el futuro de su bebé, lo que si estaba totalmente de acuerdo, es que huyendo e ignorando la situación no arreglaría nada. Por otra parte, Nicole se sentía satisfecha, estaba segura de que aquella conversación le habría servido para plantearse la situación y hacer algo al respecto.

Ambos no tardaron mucho en llegar a la casa, pero antes de entrar a la morada que compartían con Jessica y la pareja compuesta por Alice y M.A, los pies de Nicole se detuvieron obligando a los de Davis a detenerse también cuando este ya agarraba el pomo de la puerta de entrada.

―¿Sucede algo?

―No, nada, entra tú. ―comentó ante de acercarse a paso ligero a una pequeña figura que venía de la taberna. ―¡Hey, Adán!

―Ni...mmm.. le... ―balbuceó algo incomprensible. ―¿Qu.. mmm... qui?

―¿Qué? ―Tras acercarse mas, Nicole no pudo evitar suspirar cuando al verlo mas de cerca comprendió el motivo de sus balbuceos. ―No hables con la boca llena, no es de buena educación. Mastica, traga, y luego habla. ―regañó la joven mujer al chico con los carrillos hinchados de gominolas que costosamente trataba de masticar e ingerir.

Adán alzó la mano solicitándole un momento de espera mientras llevaba a cabo la acción de tragarse todas aquellas chucherías de la boca. Nicole cruzándose de brazos suspiró una vez mas esperando al joven que, mientras masticaba, miraba en varias direcciones en silencio a la espera de finalizar su labor.

―Vale, ya.

―¿Pero cuantas te has metido en la boca?

―Mmmm... no lo sé, un puñado entero, todo lo que mi mano pudo coger.

―Eres un ansioso. ―suspiró ante su respuesta. ―Tienes que tener cuidado, podrías atragantarte.

―Vale, las comeré de cinco en cinco entonces. ―respondió el joven.

―Tú sabrás. ―Nicole suspiró una vez mas.―Oye tengo que darte una cosa, quédate aquí, la cojo de mi habitación y bajo en un instante.

―De acuerdo, aquí espero. ―respondió metiendo una vez mas la mano en la bolsa de chucherías.

No tardó mas de cinco minutos en volver con el joven.

―Toma, es... una carta... ―le ofreció a Adán.

―¿Para quién? ¿Para mi?

―No, no es para ti, mmm... podría decir que para mi. Es una carta en la que me desahogo, en la que expongo mis sentimientos y pensamientos actuales, la hice ayer para liberar algo de la negatividad que tenía encima.

―Mmm... ¿Y para que me lo das? ¿Si es una carta tuya no deberías de guardarla como algo personal? Supongo que si es una confesión sobre como te sientes, esto no sería muy distinto a una página de un diario.

―Si, lo sé, pero pensé que te vendría bien para tu libro, si vas a escribir de mi, del resto y de lo que estamos viviendo, pienso que esta carta te ayudaría a redactar y conocer mas los acontecimientos actuales y en mi caso, mis circunstancias.

―Mmm... Entiendo, me puede ser muy útil para cuando redacte los acontecimientos de ahora en la novela. Me ayudará mas a comprenderte a ti. ―comentó ojeándola.

―Lo que si te pido es un favor.

―Dime. ―respondió quitando los ojos de la carta.

―No quiero que se la enseñes a nadie, al menos por ahora, prefiero que solo la leas tú.

―¡Claro, no te preocupes, no se la enseñaré a nadie mas del grupo! ―Afirmó con una sonrisa. ―Muchas gracias por confiar en mi y darme esta carta con tus sentimientos y pensamientos personales, me ayudará mucho para acercarme mas a la situación actual cuando escriba los eventos de ahora en la novela.

―Perfecto―respondió con una sonrisa.

―Mmm... ―Adán metió la mano en la bolsa de chuchería. ―Toma.

―¿Am? ¿Me das tres de tus chucherías? ―preguntó aceptando las pequeñas y coloridas gominolas con forma de frutas.

―Si, normalmente le daría como mucho una a cada uno, pero como me has confiado esto te doy dos mas. ―respondió con una amplia sonrisa.

―Muchas gracias, cielo. ―contestó antes de besar la cabeza del chico. ―Bueno, me voy ya, que descanses. ―se despidió dándose la vuelta y caminando dirección hacia la morada en la que habitaba con sus compañeros.

―¡Igualmente Nicole, que descanses! ―la despidió antes de encaminarse también a su casa a descansar.

Nada, no hubo visión por parte de Jessica, aunque la cosa no acababa ahí, tenía que tocar a mas gente en zonas cubiertas y descubiertas de ropa a fin de ver cuando se daban las visiones. Tenía que comprobar su hipótesis de si era estrictamente necesario el contacto piel con piel para desencadenar visiones, estaba casi segura de ello, pero aún recordaba la vez en la que tocó a Nicole y no se desencadenó visión alguna a pesar de tocar su mano desnuda. Necesitaba encontrar a alguien mas. La puerta de la estancia se abrió en aquel instante dando paso a Inma, sin dudas, sus plegarias habían sido escuchadas.

―Vaya, mira tú por donde, que conveniente. ―comentó la joven. ―¿De donde viene, señorita Inma?

―Acabo de darle las molotovs a Eva. ―respondió cerrando la puerta.― ¿A qué te refieres con conveniente? ―comentó a medida que entraba en la estancia.

―Verás, estoy investigando lo de mi habilidad y deduzco que es necesario el contacto piel con piel, aunque con Nicole tuve una excepción al cogerla de la mano y no venirme ninguna visión.

―Mmm... ¿Y por qué llegaste a esa hipótesis?

―Porque todas las visiones que he tenido hasta ahora se han producido cuando mi mando desnuda ha tocado una parte desprovista de ropa de otra persona. Por otra parte probé a tocar a alguien en una zona cubierta por la ropa o el traje de protección, a Puma y Jessica, y no me vino ninguna visión ni malestar. Lo de Nicole fue una excepción.

―Ya veo, y ahí es donde entro yo, ¿no? ―dedució la joven.

―Efectivamente, mi querida Inma, efectivamente, te usaré como conejillo de indias para comprobar mi hipótesis.

―Adelante. ―suspiró Inma.

―Mmm... veamos que pasa si te toco en la pierna, está cubierta por el pantalón. ―comentó posando la mano en la pierna de su prima dejándola ahí unos instantes en silencio.

Antes de una visión siempre solía venirle un malestar general, dolores de cabeza, temblores, mareos, la sensación de que todo daba vueltas a su alrededor... a eso se le sumaban otros efectos no dolorosos pero si molestos, como sequedad en los ojos y en la boca, o un pitido en el oído, para instante después venirle la visión abstracta a la mente mientras padecía aquel mal rato, mal rato que aseguraba según su hipótesis ya demostrada, variaba según como de lejos en el tiempo pudiese estar las visiones aquellas.

―Nada. ―comentó rompiendo el silencio. ―Puede que realmente sea mediante el contacto piel con piel.

Inma le ofreció su mano.

―Agarra mi mano, si es así, deberías de tener una visión mía en cuanto nuestras manos estableciesen contacto. ―comentó Inma.

Maya asintió con la cabeza, y de inmediato agarró la mano de Inma con sus dos manos, en silencio esperaba el desagradable anuncio de las visiones. Inspiró y expiró, una y otra vez con los ojos cerrados, por unos minutos ambas quedaron así, unidas por sus manos hasta que finalmente... Ahí estaba. Un pitido en sus oídos comenzó a materializarse, y acompañado de una presión en la sien, fueron los primeros indicios que advirtieron a Maya de la visión que estaba por desencadenarse.

―¿Maya? ¿Estás bien? ―preguntó preocupada al ver a su prima cerrar con fuerza los ojos mientras apretaba los dientes. ―¿Maya?

No podía responder, el pitido, cada vez mas fuerte le impedía poder escuchar la preocupación expresada por su prima, y el dolor de cabeza tampoco ayudaba mucho. Un olor pútrido le ocasionaban nauseas que trataba de contener, pero los mareos no se lo ponían fácil. Era capaz de escucharlo, tres voces femeninas conversaban unos diálogos incomprensibles. Sonidos, olores, era la primera vez que se manifestaban antes de las visiones, las cuales no tardaron en aparecer mostrándole una señal de precaución y un semáforo, una calle desierta con viviendas y callejones a ambos lados, una carretera cortada por vehículos, innumerable sombras emergentes avanzando en una dirección, gritos femeninos... Maya abrió pesadamente los ojos, frotándose la sien por el dolor de cabeza, poco a poco fue notando como los síntomas iban desvaneciéndose.

―¿Y bien? ¿Qué has visto, Maya?

La joven suspiró sin respuesta alguna, concentrada en buscar alguna lógica a lo que acababa de ver. Voces y gritos femeninos, era obvio que se trataban de Inma y otras dos de las chicas que mañana la acompañarían en la expedición. Semáforo, señal, aquella calle cuya carretera acababa cortada por algo que la bloqueaba, era sin dudas un punto concreto del pueblo, y aquel olor putrefacto y el grupo de sombras no podía ser otra cosa que un grupo numeroso de zombies, teniendo en cuenta que lo último que escuchó fueron gritos, era mas que obvia lo que había presenciado con aquellas visiones.

―Ya veo... ―susurró Inma tras escuchar lo que vio Maya y la interpretación de ello. ―Entonces estaré atenta, si veo una calle con un semáforo y una señal de precaución insistiré para no ir por ella.

―Eso está bien... ―susurró la joven.

―Oye, ¿estás bien, Maya? ―preguntó colocando la mano en el hombro de su prima.

―Si, es solo... de repente estoy agotada, no es mas que eso...

―¿De repente? ¿Cuantas visiones has tenido hoy?

―Mmmm... Cinco en todo el día, una de Nicole, otra de Adán, dos de Davis y una tuya.

―Ten cuidado, no te sobre esfuerces, tal vez sea malo usar en exceso la habilidad...

Maya suspiró. ―No es nada, solo cansancio, como si hubiera estado todo el día corriendo una maratón. ―respondió quitándole importancia al asunto.

―Mmmm...

―Voy al baño, ahora vuelvo, y deja de darle vueltas que no pasa nada, solo es cansancio, nada mas. ―respondió a la muda preocupación reflejada en la mirada de su prima instantes antes de abandonar la estancia cerrando la puerta tras de si.

Los pasos de Maya se detuvieron abruptamente cuando esta se estampó de lleno con un adormilado Puma, quien en su afán de conciliar un placentero sueño a fin de recuperar las energías gastadas en la expedición, había ascendido por las escaleras de madera con el objetivo de llegar a su habitación, chocando con la joven de cabellos castaños instantes después de salir esta de la habitación en la que residía con su prima.

―Lo siento, Puma, no te había visto. ―se disculpó la joven viendo a su compañero.

―Pues debería de estar mas pendiente señorita Maya, los ojos están para algo. ―respondió con una sonrisa.

―¿Oh? Vaya, eso también se puede aplicar a ti, ibas mirando al frente, por lo que pudiste ver la puerta abrirse si hubieras estado atento ¿cierto? ―contestó cruzándose de brazos.

―Mmmm... ―el joven respondió con un sonido evitando darle la razón. ―¿A donde ibas a estas horas? Pensaba que ya te habrías acostado.

―Iba al baño, Inma debe de estar por acostarse, ahora cuando vuelva del baño pensaba en unirme a ella. ¿Viste a Eva y Adán?

―Si, hace un momento se fueron a dormir, yo me iba ahora también. ¿Por qué lo preguntas?

―Am, nada en realidad, es solo que vi a Adán fuera y quería saber si ya se había recogido, y bueno, tampoco había visto a Eva en la casa desde la cena en la taberna.

―Mmmm... ya veo. Entonces si es solo eso seguiré mi camino si no te importa, los grandes felinos necesitamos tomar unas buenas horas de sueño. ―comentó sintiendo el peso de sus párpados.

―Adelante, no te molesto mas. ―contestó apartándose hacia un lado. ―Que descanses.

―Igualmente. ―respondió con desgana antes de bostezar en voz alta.

Tras haber ido al baño y cerciorarse que finalmente era la única que no permanecía encerrada en su habitación tras comprobar que estaba el resto de la planta baja vacía, volvió a su habitación en la que halló a Inma profundamente dormida, ella como su prima, no tardó en tumbarse en la cama y dejarse llevar por el sueño y el cansancio.

La pareja de rubios habían dejado el salón dejando a Jessica sola, hasta que al poco rato Davis llegó a casa, y a los pocos minutos Nicole. El trío en el salón decidió hablar un poco sobre diversos temas antes de irse a dormir a sus habitaciones.

―Oye, ¿no notáis a M.A... diferente? ―preguntó Jessica. ―Su actitud quiero decir, está... raro últimamente, aunque no digo que esté mal, solo que es extraña su actitud bromista y alegre.

―Mmmm... Ahora que lo mencionas si, también me había dado cuenta pero no le di muchas vueltas. ―respondió Nicole pensativa. ―Normalmente M.A es el típico ogro gruñón que se queja y se caga en todo lo cagable de este mundo, ese tipo de personas al que a veces te entran unas ganas de soltarle un par de ostias bien dadas para que se calle cuando se le va la pinza. ―comentó incapaz de ocultar una leve sonrisa pérfida al imaginar algo.

Davis y Jessica intercambiaron una mirada ante esa leve y fugaz sonrisa que tan solo permaneció unos instantes dibujadas en el rostro de Nicole.

―¿Alguna vez te han entrado ganas de soltarle un par de guantazos? ―preguntó Davis leyendo la mente de su compañero.

―Bueno, no voy a negar que en dos o tres ocasiones me han entrado bastantes ganas cuando se le ha ido la cabeza y se pone a desvariar y a poner de puta para arriba a todo el mundo. No aguanto a la gente que se pone desquiciada por todo y quieren resolver las cosas por las malas siempre. ―comentó recordando alguno de esos momentos en los que el joven perdía la cabeza haciéndolo enfrentarse a algunos de sus compañeros.

―Personalmente imaginaba que estaría mas deprimido y tal, por lo de su herma y sus otros amigos. ―comentó Jessica. ―Es un tanto extraño, desde ayer por la noche le ha cambiado el chip.

―Pienso que lo que M.A quiere es forzarse así mismo a cambiar, es el M.A de siempre, pero se está esmerando en cambiar el chip como método de autodefensa para combatir la pérdida de su hermana y de todas las putadas que le han ido pasando, supongo que piensa que con enfadarse y pagar su ira con todo y con todos no soluciona sus problemas, si no que los empeora mas. ―comentó Davis pensativo. ―Ayer por la noche tuve una charla con él, y mas o menos eso es lo que intuyo por la charla aquella y la que tuve esta mañana con él cuando estábamos jugando al baloncesto con Alice y Adán. Está triste, sufre por supuesto, y seguro que se le irá la pinza de haber una situación que lo provoque, pero aún así se está esforzando en cambiarse así mismo para tratar de sobrevivir a la pérdida de Ley, para no continuar lastimándose así mismo, ni hacer que la gente que le importa se preocupen por él. ―Nicole y Jessica se quedaron mirándolo en silencio meditando su opinión respecto a M.A.―Tengo que admitir que a mi también me irrita cuando se pone como una cabra, pero en el fondo, por lo que veo y hasta donde lo conozco, sé que no es mala persona, pero es un idiota que se guarda para si mismo las cosas, y no contento con ello, hace cosas que lo lastiman aún mas.

―Mmmm... Me recuerda a alguien. ―respondió Nicole inmediatamente.

Davis se rió ante el comentario. ―Lo sé, yo también tiendo a guardarme las cosas para mi mismo, pero nuestra respuesta al problema que tengamos es distinta, yo soy mas pasivo en la actitud que tengo, mientras él es más agresivo. ―respondió a su amiga. ―Igualmente, como dije, esa es mi opinión sobre su cambio de estado, M.A quiere disfrutar de lo que aún le queda, su pareja y sus amigos, al fin y al cabo, no sabe cuando puede morir él o aquellos que le importan, no quiere arrepentirse de que suceda algo y lo último que ha vivido con esa o esas personas sea un rato desagradable por culpa de su mala actitud o por estar siempre deprimido y alejándose de todo y perdiéndose buenos momentos con sus allegados. ―Davis se quedó en silencio un momento pensando en algo. ―Esto lo creo aún mas fuertemente debido a algo que me comentó sobre ese chico... mmmm... Naitsirc, si mal no recuerdo, la última vez que estuvo con él estaba muy enfadado y se quiso largar del grupo, el chico trató de impedírselo y hablar con él, y como respuesta lo golpeó pagando con él su ira, después, cuando se volvió a encontrar con él fue cuando se topó con su cadáver y acabó por arrepentirse por lo que le hizo injustamente, no podría pedirle perdón por aquello. A eso súmale también el tema de Ley largándose y abandonándolo cada dos por tres por su misión, al final la perdió, y le hubiera gustado estar mas tiempo con ella, pero ahora está muerta, lo mismo con los amigos que él y su hermana tenían en común.

―Comprendo... ―respondió Jessica. ―Se esfuerza en cambiar para sobrellevar la situación actual y para no lamentar cosas de las que se pueda arrepentir respecto a la gente que le rodea y que le importa, y con ello, protegerse así mismo del dolor que se inflige así mismo con su actitud o sus acciones...

―Cada persona tiene su propia manera de sufrir y soportar el dolor de sus almas. Unos lloran desconsoladamente sin saber bien como liberarse de ese sufrimiento intentándolo todo, a veces logran encontrar la manera de solucionar las cosas al intentar hacer todo lo posible por olvidarse de ese dolor, pero en otras ocasiones, forzar las cosas podría llegar a tener el efecto contrario a lo deseado. Otros huyen tratando de ignorar el problema al no saber como enfrentarse a ello, actuando como si nada sucediese a la espera de que con el tiempo las cosas se solucionen de alguna manera, hay muchos que piensan que el tiempo lo cura todo, pero eso no es del todo cierto. Otros sufren en silencio tratando de ahogar las penas en tabaco, alcohol o drogas, mientras se hunden en la oscuridad de la desesperación que los va matando por dentro poco a poco, obligando a esas personas a encerrarse en ellos mismos y no dejarse ayudarse por otros, ni haciendo nada por ayudarse a si mismos, simplemente sufren desde las sombras. Otros incluso, llegan a tal desesperación en el que el dolor es insoportable, y destrozados por dentro solo ven una manera de acabar con ese sufrimiento, el suicidio... ―comentó Nicole observando a sus compañeros.

―Ninguna de esas opciones es la solución para librarte del sufrimiento. ―respondió Jessica. ―Está bien el tener un tiempo para sufrir, para desahogarte, o para estar solo y pensar en tus cosas, pero huir, llorar, o encerrarse en uno mismo no solucionará nada, y mucho menos el suicidio o el ahogar las penas en tabaco, alcohol o drogas, lo único para lo que sirve esas situaciones es para empeorar las cosas. Desde mi humilde opinión, pienso que las cosas hay que pensarlas, meditarlas bien, y tras desahogarte por medio del llanto o la reflexión, pensar en buscar una solución, y por supuesto, pedirle ayuda a alguien, las personas normalmente no son capaces de salir por si mismas de sus desgracias emocionales, la pareja, la familia o los amigos, gente de confianza son las que te pueden dar el impulso a salir de ese sufrimiento. Además, guste o no, hay que seguir adelante sin importar la situación, las personas no podemos estancarnos en el pasado, hay que avanzar para poder vivir y no repetir los errores del pasado, así como disfrutar de lo que uno tiene, es por eso que ahora comprendo algo mas la actitud de M.A y el cambio ese, él quiere hacer lo que acabo de decir.

―Mmmm... Si, yo pienso lo mismo. ―contestó Davis. ―Oye no sé vosotras, pero estoy cansado y me voy a dormir ya, mañana será un día duro. ―suspiró el joven levantándose del sillón.

―Espera, voy contigo, tengo que estar descansada para mañana. ―respondió Jessica levantándose junto a él.

―Bueno... ―suspiró Nicole. ―No voy a quedarme yo sola aquí, me retiraré también.

El trío abandonó la estancia y se dispuso a subir las escaleras para dirigirse a sus habitaciones, mañana sería un día duro para todos y necesitaban estar descansados. Tras despedirse, cada uno ingresó a su habitación dispuestos a dormir.




#Proyecto Alice, Sacedog, Naitsirc y Maya.