Big Red Mouse Pointer

sábado, 25 de febrero de 2017

RNH1: Pesadilla de un alma marchita

Capítulo 03 - Cristales de un espíritu errante

11 de Julio del 2012

El sonido del agua del mar llegaba a sus oídos, pero no podía ver el océano. Los gritos de una multitud golpearon sus oídos, pero no podía ver a nadie a su alrededor. Lastimeros gemidos le anunciaban la proximidad de los muertos, pero a ninguno veía. De hecho, no veía absolutamente nada. Una profunda y densa oscuridad lo cegaba. Tenía frío, mucho frío. Sus pies no tocaban superficie alguna. Sentía como su cuerpo se iba hundiendo lentamente. Abrió los ojos, y pudo finalmente vislumbrar una lejana luz sobre él, una luz temblorosa que bailaba en la superficie del agua. Alargó la mano en vano tratando de atrapar aquella luz, pero al percatarse de cuan lejana estaba de él, simplemente desistió. 

No sentía el aire penetrar en sus pulmones. ¿Acaso estaba muerto? Sin miedo ni sorpresa ante la situación, giró lentamente la cabeza a ambos lados percatándose como cientos de miles de cuerpos se hundían junto a él en aquel profundo y frío océano de oscuridad. Algunos de los cuerpos permanecían inmóviles, y otros desesperados luchaban por tratar de subir a la superficie y llegar a la luz, tratando de huir de aquella negra oscuridad que poco a poco tiraba de ellos hasta sus profundidades.

Que inútil, pensó en aquel momento al ver los intentos fallidos de algunos por salir a flote. Nada lograrían, aquel era el destino de todos aquellos sumergidos en aquellas aguas oscuras, hundirse lentamente hasta desaparecer consumidos por la negra y fría oscuridad. El joven observó con indiferencia la oscuridad que se abría bajo sus pies. De ahí venían los cánticos de los muertos. A pesar de no poder verlos, intuía que estos observaban con sus manos alzadas a las trágicas almas que se hundían con lentitud, deseosos de devorar aquellos desdichados. El joven entregado al destino, simplemente cerró los ojos sin hacer nada por evitar ser devorado por aquella densa oscuridad.

La sensación de hundimiento desapareció y sus ojos se abrieron nuevamente, aunque tan rápido como los abrió necesitó cerrarlos ante la cegadora luz que golpeó sus retinas. Trató de  abrirlos de nuevo, solo para percatarse de que se hallaba en una amplia sala blanca, y en el centro de esta, una camilla con una sábana ensangrentada cubriendo un pequeño cuerpo. Davis lo reconoció de inmediato.

—Tom... —susurró. —Lo siento...

Davis cerró los ojos con fuerza, no quería verlo, aquella visión...

—¿Me voy a morir?

La voz del chico lo sorprendió, abriendo los ojos pudo ver perplejo al joven frente a él. Serio, observaba al joven adolescente con aquellos vivaces ojos verdosos acusándolo mudamente por su crimen. Davis, inmóvil ante la visión que ante él se proyectaba, fue incapaz de articular palabra alguna, simplemente negó débilmente con la cabeza.

—Mentiroso. —acusó con un tono gélido de voz que provocó que el corazón del joven se detuviese por un instante. —Dijiste que no dejarías que nada me pasase, y ahora estoy muerto. —anunció alzando el dedo acusador. — Mentiste, me dejaste morir. Tú me mataste, es tú culpa. —acusó perforando sus temerosos ojos con aquellos penetrantes ojos verdes cargados de decepción e ira.

El joven tragó saliva nervioso. —No... Eso no... —las palabras no pudieron salir de su boca.

—Mentiroso. Es tú culpa. Morí por tu culpa. —repitió nuevamente. —Creí en ti, y tú me mentiste. Tienes que pagar por tu pecado.

Davis se sobresaltó cuando un duro y frío tacto se materializó en su mano derecha, una de sus pistolas. No comprendía porque la tenía en la mano, no la desenfundó. Sin poder alcanzar a entenderlo, con voluntad propia, su mano derecha se alzó encañonando al chico que tenía delante. Gotas de sudor frío recorrían su frente al no entender lo que pasaba. ¡¿Porqué su mano se movía sola?! Con la mano izquierda agarró su otra muñeca, y trató con fuerza de hacer descender el brazo en vano.

—No... Esto no es así... ¡¡No fui yo!!

—Me mentiste, me diste esperanzas que luego me quitaste. Me dejaste morir. —Repitió sin apartar la mirada de la de Davis. Sin titubear, el dedo del joven se colocó con voluntad propia sobre el gatillo. —Tú me mataste, ahora, paga por tus pecados.—comunicó dibujando una macabra sonrisa en su rostro.

—¡¡¡¡¡NOOOOOOOOOOO!!!!! —chilló el joven desgarrándose la garganta al sentir la presión de su dedo contra el gatillo.

Un sonoro disparo inundó la sala cuando el gatillo fue apretado, con una bala en la cabeza, el cuerpo sin vida de Tom se desmoronó en el suelo. La sangre, de un rojo brillante, comenzó a extenderse por el suelo contaminando aquel blanco impoluto en el que la sala estaba bañado. Davis, con su rostro y ropas impregnadas por las salpicaduras de sangre de su joven víctima, fue incapaz de impedir que las lágrimas desbordaran por sus ojos. 

Su mano se movió nuevamente colocando el cañón bajo su barbilla, justo en la zona en la que le colocó al Tom zombificado el arma antes de matarlo, y previniendo lo que sucedería cerró los ojos antes de que su dedo apretase una vez más el gatillo cometiendo el suicidio. Un segundo disparo se escuchó.

Sus ojos se abrieron nuevamente. Esta vez se encontraba sentado a los pies de la cama de sus padres, encorvado, sostenía en su mano derecha un folio blanco en el que en algún momento hubo un mensaje escrito para él de sus padres, ahora, aquel mensaje había sido sustituido por un montón de manchas de sangre seca impregnando la carta. 

En su mano izquierda, una foto de hacía varios años que en algún momento dejó patente la imagen de una familia que fue feliz, pero ahora, en blanco y negro, los rostros de los adultos y la niña de la foto salían distorsionados, como si se hubiesen movido en el mismo instante en el que la imagen fue tomada. En sus rostros nada podía distinguirse. 

El fondo era cubierto por una extraña oscuridad, aquel iluminado y bonito jardín había desaparecido por completo. Y por último el niño de la foto, su rostro... simplemente no tenía rostro, a diferencia del efecto movimientos que distorsionaba las caras de sus padres y de su hermana, él simplemente carecía de rostro, no tenía nariz, ojos o boca, todo ello había sido borrado de su rostro.

Se sentía débil, agotado y mareado, quería moverse, pero su cuerpo no le obedecía. Podía sentirlo, aquel olor a podrido que salía tras su espalda, aquel movimiento sobre la cama... Una mano grisácea reposó sobre su hombro. Inútilmente se esforzaba en moverse, pero ni un milímetro de su ser se movía, ni siquiera podía abrir la boca para gritar. 

Estaba aterrorizado. No necesitaba ver lo que tenía detrás para saberlo. Un par de cadavéricos rostros sobresalieron por encima de los hombros del joven. Con los ojos cubiertos por una membrana blanquecina, sus padres eran incapaces de identificar a su propio hijo. 

La zombificada mujer deslizó sus pútridos dedos por el rostro del horrorizado chico. Emitiendo aquellos fúnebres cánticos, aquel par de seres de ultratumba hundieron sus dientes en el cuello de su víctima, con tanta saña y brutalidad que aún incapaz de hacerlo por su estado de congelación física, el joven gritó por dentro ante aquel indescriptible dolor. 

Mientras la sangre salía a borbotones impregnando sus ropas, finalmente logró moverse, pero no a voluntad. Solo cuando las frías manos de sus progenitores tiraron de él hacia atrás para tumbarlo en la cama y sacarle mas cómodamente las entrañas, el joven pudo sentir como se liberaba de aquel estado de congelación.

Sus ojos se abrieron por tercera vez. Ahora el joven se ubicaba en una solitaria calle, y en el suelo, el cuerpo de Kyle permanecía tirado inconsciente. Sobre su cabeza se encontraba el pie de aquella abominación humanoide. Carente de armas propias por algún motivo, el joven no podía hacer nada más que observar temeroso desde su posición. 

No se podía mover, pero si que podía escuchar el cráneo del soldado quebrándose lentamente ante el peso de aquel pie. Finalmente cedió. La esfera cárnica que reposó hasta hacía unos instantes sobre los hombros del soldado estalló violentamente en el suelo, desperdigando sobre el asfalto sangre, huesos y sesos. Sentía rabia e impotencia, pero una vez más era incapaz de moverse o hablar. 

El joven apartó la vista de aquella imagen, sin embargo, un fuerte impulso lo forzó a volver la vista al frente. El abominable y terrorífico ser estaba parado ahora frente a él, fijando su ojo enloquecido e inyectado en sangre en su temerosa mirada. La criatura le empaló el torso con su poderosa garra. Una vez más pudo sentir un inmenso dolor recorrer todo su cuerpo. Como la vez anterior intentó gritar, pero su boca no se abrió. 

El monstruo sacó su garra dejándolo caer estrepitosamente sobre el asfalto, en donde lentamente su visión comenzó a oscurecer a medida que se iba desangrando sin poder hacer nada por evitarlo. Una vasta oscuridad lo consumió de lleno instantes antes de que una incontable cantidad de voces resonaran en su cabeza, acosándolo entre risas y acusaciones.

Impotente. Inútil. Fracasado. Cobarde. Patético. Despreciable. Culpable. Inseguro. Escoria. Infeliz. Mentiroso. Débil. Púdrete. Desaparece. Cobarde. Patético. Despreciable. Inútil. Escoria. Fracasado. Cobarde. Patético. Despreciable. Desaparece. Culpable. Mentiroso. Escoria. Infeliz. Débil. Patético. Idiota. Despreciable. Impotente. Inútil. Patético. Cobarde. Inútil. Escoria. Idiota. Escoria. Cobarde. Patético. Despreciable.  Mentiroso. Inseguro. Escoria. Infeliz. Mentiroso. Débil.  Idiota. Culpable. Impotente. Desaparece. Inútil. Patético. Desaparece. Púdrete... ¡¡MUÉRETE!!

Lentamente sus ojos se volvieron a abrir una vez más, pero esta vez, en el mundo real. Lo primero que vio fue un techo de baldosas blancas, un techo que no conocía. El joven se llevó la mano al pecho tratando de sentir los latidos de su corazón. Efectivamente, latía con fuerza, aún estaba vivo, no era otro sueño, ¿verdad? El joven frunció el ceño al recordar la pesadilla que acababa de tener. Lo sintió tan real, el dolor, la tristeza, la desesperación... 

Para él fue imposible no dudar de algo que le pareció tan real, y cuestionarse si realmente estaba despierto. Suspiró pesadamente y dejó caer su mano nuevamente contra el duro suelo sobre el que estaba tumbado, dejando de nuevo la vista fija en el techo. Aquellas pesadillas... Aquellas voces y risas acusándolo de tantas cosas... Era un inútil, un impotente que sin importar cuanto se esforzase en cambiar las cosas, estas nunca lo harían de la manera en la que a él le gustaría. No era más que un fracasado.

—¿Cuánto tiempo piensas pasarte mirando al techo? —preguntó una voz femenina.

La voz provino de una joven que vestía con una blusa blanca y unos vaqueros azules. Largos y ondulados cabellos castaños caían sobre sus hombros. Sus ojos castaños dirigían una viva y alegre mirada hacia el chico a unos metros de distancia. A ojos del joven, aquella chica era realmente hermosa. Su aspecto y su alegre tono de voz le hacían despertar recuerdos del pasado. Ambos compartían la misma edad.

—¿Crystal? —susurró el joven incorporándose lentamente.

—Cuanto tiempo sin vernos, Davis. —contestó la joven acercándose a él. —¿Cómo te encuentras?

—Ah... Algo confuso... —contestó con cierta timidez rascándose la nuca. —¿Qué haces aquí? ¿Dónde estamos?

—Iba con un grupo de civiles y militares a la base militar cuando escuchamos un montón de tiroteos y explosiones. Fuimos a ver si habían más civiles en peligro y os encontramos. Uno de los soldados disparó al monstruo que te tenía agarrado con un lanzagranadas a la espalda, dejándolo aturdido. Después cargamos contigo y con tu compañero, y nos refugiamos en este supermercado de la zona para que aquel monstruo no nos encontrara. —explicó la joven.

—Ya veo, así que fue eso lo que pasó... —comentó el joven frotándose la barbilla pensativo.

—Oye, ¿por qué tienes la mano derecha vendada? Es que te han...

—¿Qué? ¡No, no, claro que no! Es solo que me corté con un cristal hace un tiempo. No es que esté tratando de ocultar una mordedura.

—Ya veo. —suspiró la joven.

—Me sorprende que nos hayamos encontrado en mitad de este caos. —comentó Davis bastante cortado ante la situación.

—Bueno, no es tan raro si lo piensas. Hay muchos militares que están guiando grupos de civiles al centro de la ciudad, y teniendo en cuenta que ambos vivimos en el mismo barrio, no es muy raro que nos hayamos encontrado. —respondió con una sonrisa.—Por cierto, tu amigo se despertó hará diez minutos. Estaba hablando con otros soldados la última vez que lo vi.

—Compañeros del ejército americano supongo.

—No. Son miembros de los cascos azules de la ONU. —corrigió la joven.

—Ya veo...

—Un mal momento para volver de vacaciones ¿no? —preguntó con una triste sonrisa.

—Sí... No esperaba que la ciudad estuviese así al volver. Estuve unos días fuera con unos amigos como te comenté la última vez que nos vimos, y estuvo bastante bien la verdad, es una pena que tuviéramos que volver. Y ahora, estoy aquí... —contestó el joven echando un vistazo a las vitrinas y estanterías repartidas a su alrededor. —¿Y qué hay de ti?

—Me quedé en la ciudad mientras mis padres salieron con mi hermana de vacaciones. Quería pasar un tiempo con Jim para tratar de arreglar algunos asuntos de pareja. Tratábamos de dirigirnos a la base militar que hay en el centro de la ciudad cuando nos topamos con un grupo de evacuación y nos unimos a ellos.  Desde entonces estuve con ellos moviéndome hasta que te encontramos, y ahora estamos aquí. —contestó la joven.

—¿Jim está aquí?

—Sí, está con una niña del grupo. Le dije que quería estar a solas contigo hasta que despertaras.

—Ya...

Un incómodo silencio cayó una vez finalizó la conversación. Recuerdos y sentimientos del pasado afloraban. En un pasado distante, Crystal fue una amiga de la infancia de Davis. Ambos eran parte de un grupo de amigos que con el tiempo se había ido disolviendo. Él fue la causa de aquello. Tras un suceso en el pasado del joven, este sufrió una serie de cambios en su personalidad y su actitud, haciendo que los que fueron sus amigos en algún momento acabasen por alejarse. Sin embargo, solo una persona quedó al final resistiéndose a darle la espalda, y fue precisamente ella. 

El tiempo fue pasando, y Davis tan solo empeoró. No le puso fácil a Crystal el permanecer a su lado, por lo que la relación de amistad entre ellos se fue enfriando. A pesar de que ella trató con todas sus fuerzas mejorar la situación entre los dos, la forma de ser del chico la obligaba a alejarse de él, incluso aunque ella no quisiera hacerlo. Varios motivos hubo también de fondo, motivos relacionados con sentimientos de inseguridad, amor, celos y remordimientos. 

Ambos eran conscientes de aquella situación, pero aun así nunca lo hablaban. Con el tiempo, dos buenos amigos de la infancia acabaron por tratarse como unos simples conocidos que conversaban de vez en cuando. Aquello tuvo lugar especialmente cuando Jim se interpuso entre ellos. Davis no tenía nada en contra de él. Era un tipo popular, caía bien a todo el mundo, positivo, enérgico y radiante, era sin dudas el chico ideal para alguien como Crystal, todo lo contrario a él. Por aquel motivo dio un paso atrás con ella, acabando por desembocar todo en la relación actual entre ambos. Simplemente se apartó.

La joven se quedó mirándolo por unos instantes pensativa. Ella había llegado a conocer a Davis cuando era un crío, antes de que su personalidad cambiara bruscamente. Antiguamente, él era un chico muy enérgico que siempre estaba sonriendo. Extrovertido, bromista y positivo, era tan ardiente como una llama. Allá por donde pasaba deslumbraba haciéndose notar. Con el tiempo aquella llama acabó apagándose tras lo sucedido con su hermana, volviéndose todo lo opuesto a lo que era en aquel entonces, es decir, convirtiéndose en el chico que ahora tenía frente a sus ojos. 

No negaba que tiempo atrás se sintió muy unida a él, de hecho, admitía que llegó a sentir algo por Davis en el pasado. Por desgracia su actitud la hacía dudar constantemente acerca de lo que él sentía hacia ella, haciéndolo inaccesible al encerrar sus sentimientos dentro de una coraza que no se abría a nadie, ni siquiera a ella. Incapaz de poder encontrar la respuesta que ella buscaba, e incapaz de lograr abrir esa coraza para llegar a comprenderle, su interés hacia él fue desapareciendo cuando Jim apareció.

—No te agrada mucho Jim, ¿verdad? —preguntó con una sonrisa algo forzada.

—¿A qué viene eso? No tengo nada en contra de él. Apenas tenemos trato.

—Me llamó la atención que preguntarás por él, y después te quedaras callado. —explicó. —Es un buen tipo, me cuida y me quiere, a pesar de que a veces tengamos nuestras discusiones.

—Bueno, supongo que las discusiones de pareja son normales.

—¿Sí? ¿Acaso tienes novia, Davis? —preguntó interesándose en el tema.

—No, claro que no. Mis padres también discutían a pesar de que se querían mucho. Por eso supongo que es normal. —contestó el joven desviando la mirada de ella.

—Ya veo.

—¿Por qué lo preguntaste?

—Nada, es solo... Bueno, que realmente desde hace mucho no sé gran cosa de ti. A veces cuando hablo contigo siento como que te conozco menos de lo que imagino. —contestó haciendo desvanecer su sonrisa. —Oye Davis, aprovechando que estamos a solas y en estas circunstancias, quiero preguntarte algo que siempre he querido saber, pero que nunca he podido preguntarte.

—Dime.

—Huyes de mí, ¿verdad? —preguntó mirándolo seriamente a los ojos.

El joven no contestó de inmediato. Simplemente permaneció mirándole a los ojos algo sorprendido por la pregunta. ¿A qué venía ahora eso? No era el momento ni el lugar para hablar de cosas que a aquellas alturas carecían ya de importancia. Ya era demasiado tarde en su relación como para tocar aquellos asuntos. 
Sin embargo, conocía a Crystal, y por la manera en la que le sostenía la mirada en silencio, era bastante obvio que iba en serio con la pregunta. Si se negaba a responder, probablemente se enfadaría. Aparentemente había estado cuidándole todo el tiempo que permaneció inconsciente, así que al menos le debía una respuesta.

—No, claro que no. ¿Por qué haría eso?

—Mientes. 
—contestó sin dudar. —Cuando te mando algún mensaje por alguna red social, o cuando te hablo cuando nos cruzamos en la universidad, te limitas a dar respuestas breves y cortantes. Apenas me preguntas algo, y cuando lo haces estoy segura que es por compromiso. No pones mucho de tu parte para tratar de tener una conversación agradable y fluida. No te interesa saber de mí, si es que no soy yo quien inicia la conversación primero. Hola. Adiós. ¿Qué tal estás? —pronunció la joven algo molesta. —No sueles pasar de ahí conmigo. Sé que por cosas del pasado nuestra amistad se fue enfriando con el tiempo, pero antes al menos mostrabas más interés. Desde que estoy con Jim, ese mínimo interés por tu parte desapareció por completo y comenzaste a abrir aún más distancia conmigo.

—¿Qué bicho te ha picado, Crystal? ¿A qué viene toda esta conversación? Es rara. No tengo nada en contra tuya.

—El bicho me picó hace muchísimo tiempo, Davis. ¿Sabes por qué salgo con esto ahora? Porque nunca me has puesto fácil el hablar contigo. No me has dado la oportunidad de sacarte el tema. Pero ahora estamos solos, y teniendo en cuenta de que vamos a viajar juntos y no te va a quedar más remedio que relacionarte conmigo, tenía que aprovechar la ocasión. Creo que ahora es el mejor momento, antes de que otros se metan de por medio. 
—respondió sentándose en el suelo frente a Davis. —A pesar de todo, me sigo considerando tu amiga, incluso aunque tú ya no me veas como tal. Dejemos las apariencias de lado, ambos sabemos que pasa algo entre los dos. Por ejemplo, hubo una ocasión en que nuestras miradas se encontraron en el patio, y tú te hiciste el tonto y disimulaste como si no me hubieras visto y seguiste adelante. En otra me percaté de que me miraste de reojo cuando Jim y yo nos besamos, y cuando te diste cuenta de que te vi, miraste para otro lado. 

—¿No te lo estarías imaginando? —trató de defenderse el joven. —Es verdad que no hablamos mucho, pero suelo estar muy ocupado, yendo de aquí para allá. Suelo quedar con mis amigos cuando salgo de clases, y me marcho con ellos. Supongo que simplemente no se ha dado la ocasión de charlar tranquilamente. Jim está casi siempre contigo, y si no, estás con tus amigas. Eso de que te vi y me dice el tonto, realmente no es así, no me di cuenta de que estabas ahí. Y lo de verte de reojo, sí, lo admito. ¿Qué hay de raro? Solo me llamó la atención veros, nada más.

Crystal sabía que Davis continuaba mintiendo. Lo conocía bastante bien para saber cuando no decía la verdad. Desde niño, nunca se le dio muy bien mentir. Aquellas situaciones no fueron las únicas. Evadir miradas, hacerse el tonto, cambiar de pasillos, mezclarse entre la gente para pasar desapercibido... A eso había que sumarle aquellas conversaciones breves y algo cortantes, carente de interés. Una cosa es que la relación se enfriase y ambos se distanciasen, pero otra cosa era ya evadirla por completo.  

—Sé que al acabar las clases quedas con esos hermanos y te vas a pasar el rato con ellos, pero incluso así, podrías pararte a hablar conmigo por una vez, aunque sea en el patio durante el tiempo que dura el descanso. Hace mucho que ni siquiera trato de quedar contigo fuera de la universidad, porque siempre me pones excusas para no vernos. —le reprochó. —Oye, necesito que me... —la joven se calló al escuchar unos pasos acercándose.

La figura de un joven de cortos cabellos rubios y ojos azules los interrumpió. A su lado, una niña de ojos y cabello oscuro lo acompañaba. Debía de tener unos ocho años por su apariencia. Respecto al chico, Davis lo reconoció de inmediato. Se trataba de Jim, la pareja de Crystal. Algo más alejando del dúo, pudo ver a Kyle siguiendo la estela de estos. 

—Veo que ya te has despertado, Davis. ¿Todo bien? —preguntó el soldado acercándose al joven.

Davis se levantó del suelo alejándose de Crystal.

—Sí, estoy bien. ¿Cómo te encuentras tú? Ese bicho te dio una buena paliza.

—Bueno... No tengo ningún hueso roto, por suerte, aunque tengo bastantes moretones...

—Hola Davis. Hacía tiempo que no te veía. —saludó Jim alzando la mano con una sonrisa.

—Sí, hacía tiempo. 
—contestó.  Me alegro de verte, Jim.

—¿Qué haces aquí? Pensaba que te ibas a quedar con Diana hasta que yo volviese con Davis una vez despertase. —pregunto Crystal a su pareja tratando de ocultar su malestar por la interrupción. 

La joven se sentía frustrada por aquello. Tras mucho tiempo, había logrado arrinconar por fin a Davis a solas para hablar de lo que sucedía entre ellos. Podía encararlo de una vez por todas. Era consciente de que aquella conversación podía estar fuera de lugar, y era un tanto forzada. Quizás no era el momento ni el lugar. Davis podía enfadarse por aquello con ella. A pesar de todo, a la joven no le importaba en absoluto. Aquella circunstancia era una espina que tenía clavada desde hacía demasiado tiempo. Un asunto no resuelto que necesitaba solucionar a como diese lugar. Ahora le habían chafado aquella oportunidad.

—Kyle quería comprobar el estado de Davis, y me pidió que lo trajera aquí. 

—Entiendo...

—Deberíamos volver con el resto. Están terminando de comprobar las rutas que tomaremos para llegar a la base militar. Pronto partiremos. —advirtió Kyle.

—Está bien. —contestó Davis tomando sus pertenencias del suelo.

—Fue una suerte que esa cosa no os matase, y tan solo acabaseis inconscientes y con algunas heridas. —comentó Jim.

—Fue un milagro, la verdad. Pensé que moriríamos allí cuando esa cosa sobrevivió a todo lo que le echamos. —contestó Kyle suspirando. —Tuvimos suerte de que aparecieseis.

El grupo se dispuso a reagruparse con el resto. Kyle encabezó esta vez la marcha junto a Jim y Diana, dejando más atrás de Davis y Crystal. La joven tenía intención de seguir hablando con su "amigo", quedando algo más apartados del resto, pero Jim la llamó obligándola a ir con él. Esta se unió a la conversación que su novio tenía con el militar, dejando de lado su seriedad luciendo nuevamente una agradable sonrisa. 
Davis vio como Jim la tomó de la mano, mostrándose cariñoso con su pareja. En cierto modo, le molestaba un poco ver aquello.

No había sido sincero con Crystal, pero tampoco veía necesario serlo. A aquellas alturas ya nada importaba. Ni siquiera en las circunstancias actuales de su amistad podían decir que eran amigos, al menos por su parte. Crystal no se equivocó en el juicio que lanzó sobre él, y en todas aquellas acusaciones, pero consideraba que las cosas estaban bien como estaban. Las cosas eran como debían de ser, pensó. Era lo mejor para ambos. 

La joven ladeó el rostro echando un vistazo hacia atrás, mirando a Davis de reojo caminar tras ellos algo distraído, quedándose algo atrás respecto a ellos. Iba mirando las estanterías vacías de los pasillos que cruzaban de aquel supermercado, pero era obvio que tenía su mente en algún otro sitio. 

Llegando al recibidor del supermercado, Davis se percató de la multitud de civiles que allí había reunidos. Era sin dudas un grupo muy numeroso, compuesto de varias decenas de personas. Algunos se reunían en pequeños grupos charlando, otros simplemente descansaban, y algunos aprovechaban el rato para comer algunos de los alimentos que transportaban, o que habían encontrado inspeccionando el local. Pudo ver algunos niños corretear entre las estanterías jugando.

El joven observó como Kyle dirigió sus pasos a un mostrador en el que varios soldados pertenecientes a las milicias de la ONU se reunían. Uno de ellos señalaba en un mapa de la ciudad las rutas a tomar hasta la base militar. Por algunos comentarios que lograba captar desde lejos, parecían debatir sobre como evitar las hordas que habían llegado a la zona centro, en donde varias milicias luchaban por detener su avance hasta la base militar. 

Por otra parte, Jim y Crystal se reunieron con un grupo de gente joven. Las caras de algunos de ellos se le hacía ligeramente familiares. Pensó que debían de ser algunos estudiantes universitarios a los que conocía de vista, o personas con las que se cruzó en alguna que otra ocasión por su barrio. El chico no quería entrometerse en los asuntos de los militares acercándose a Kyle, y tampoco le apetecía entablar conversación con Jim y Crystal. 

Mucho menos hablar con algunos de los desconocidos con los que compartía techo en aquel supermercado. No le interesaba en absoluto la vida ni las circunstancias de aquella gente como para intentar socializar con ellos. Simplemente decidió quitarse del medio, e internarse entre los pasillos del local para pensar en sus cosas. Quizás de paso encontrase algunos suministros que guardar en su bolsa deportiva, aunque lo dudaba.  

Mientras tanto en el mostrador, siete militares, uno del ejército americano y seis pertenecientes a los cascos azules, debatían sobre la ruta a seguir. Kyle aprovechó para preguntar algo a lo que no paraba de darle vueltas desde que él y Davis confrontaron a aquella criatura.

—Oye Bryan. —abrió conversación con el que parecía ser el líder de aquel grupo miliar. —¿Puedo preguntarte algo?

—Dime Kyle. ¿Qué sucede?

—Lo que está sucediendo en esta ciudad... ¿Los de la ONU sabéis algo? 

—No, lo siento. Todo lo que el cuerpo de cascos azules conocemos del tema, probablemente sea la misma información que conocéis la milicia americana. No se nos explicó demasiado. No tenemos ni idea de por qué está sucediendo todo esto, ni como dio lugar. Nos pusieron en contexto sobre la situación, y nos mandaron a ayudar. —explicó. —¿Por qué lo preguntas?

El grupo de cascos azules dirigió su atención a Kyle, quien permaneció en silencio pensativo. 
Toda la milicia destinada a resolver la situación de la ciudad fue enviada entre secretismo y desinformación. Apenas habían sido informados de las circunstancias que rodeaban a la ciudad. Sabían que debían de levantar una base militar en la zona central de la ciudad, equiparla adecuadamente para alojar un numero importante de personas, elevar muros y barricadas, y efectuar evacuaciones ciudadanas. 

La información que llegó a manos de ellos provenía del propio cuerpo policial de la ciudad. Varios reportes sobre las primeras desapariciones, extraños avistamientos en el bosque, ataques a ciudadanos, cadáveres desmembrados, imágenes, testimonios de ciudadanos, e incluso de algunos policías que comenzaron a investigar el caso. Todo aquello fue la información que dieron a la milicia americana y a los cascos azules antes de partir a Stone City. 

Originalmente se pensaba que la amenaza debía de tratarse de un asesino psicópata que se ocultaba en el bosque. No solo mataba a sus víctimas, también las devoraba. En ningún caso se reportaron ataques por arma blancas o de fuego. El atacante iba a morder y arañar en todas las ocasiones. Se pensaba incluso que este sujeto cometía aquellos ataques bajo el efecto de alguna sustancia estupefaciente, pues muchos reportaban extraños comportamientos en el agresor. 

Aquello no tardó en venirse a bajo, pues se llegaron a reportar varios ataques en zonas distintas y al mismo tiempo, lo que confirmaba que no era un único agresor el que se ocultaba en el bosque, eran muchos más. No fue hasta el reporte de ciertos agentes de policía, en el que se pudo leer por primera vez la palabra "zombi" en sus páginas. En el informe Collins, la agente reportó que seres de la ficción de terror habitaban los bosques de la ciudad. Criaturas que no sentían dolor al ser atacados, ya fuese por un arma blanca o una de fuego. Aquellas criaturas eran lentas, pero tenían bastante fuerza. El único punto débil era la cabeza. Destruírsela era la única forma de acabar con ellos. 

El Gobierno no le dio credibilidad alguna. Al parecer la agente gozaba de cierta reputación dentro del cuerpo policial, no se trataba de una policía cualquiera. También era hija de una famosa fiscal que falleció hacía algunos años. Ni siquiera teniendo en cuenta esto, se la tomó en serio. Escribir aquello incluso la perjudicó, llegando a desprestigiar a la agente. Fue tomada por loca junto a los compañeros que la apoyaban. Teniendo en cuenta la seriedad de la situación, y la desaparición de algunos agentes de policía que investigaban el caso, se consideró una broma de muy mal gusto. 

En el informe Anderson, se especificaba que aquellas criaturas parecían carecer de inteligencia, consciencia, capacidad de comunicarse, o recuerdo alguno de quienes fueron alguna vez. Tratar de interactuar con ellos como si fuese una persona racional era un error. No eran de movimientos rápidos, y únicamente buscaban morder y arañar a quien sea con quien se cruzasen. Aquel informe sin embargo, no hablaba nada sobre aquellos que eran corredores. Eran conscientes de que la mayoría eran lentos, tal y como se explicaba, pero había una minoría que eran bastante rápidos y ágiles, teniendo un comportamiento muy agresivo. 

En el informe Miller, se afirmaba que varios agentes fueron mordidos, y en un plazo no superior a los 15 minutos tras el fallecimiento, volvían a la vida como muertos vivientes. El mordisco era el método de zombificación, aunque no se descartaba que pudiese haber algún otro. En la ciudad, y en referencia al informe Miller, la milicia pudo comprobar de primera mano que aquellos 15 minutos que se especificaban no era del todo cierto. Se había podido comprobar que el tiempo de infección variaba según las características del infectado, como era por ejemplo el estado de salud, la altura, el peso o la edad. 

Además de aquellos reportes, el jefe de policía Alan Walker presentó un video grabado por él mismo sobre una incursión en el bosque de Stone, en donde quedaba patente un encuentro con aquellas criaturas. Aquello fue la prueba decisiva que apoyó con fuerza aquellos informes policiales, que hasta la visualización del video, fueron tratados como fraude o broma de mal gusto. Sin embargo, incluso con aquel video, muchos dudaron de su veracidad. 

Aquella fue toda la información y directrices que se presentó a la milicia americana y a los cascos azules por parte de sus superiores antes de ser mandados a la ciudad. Zombis o no, Stone estaba siendo atacada por algo o alguien, y el número de muertos y desaparecidos era alarmante. El pánico reinaba en las calles, y ni la propia policía era capaz de gestionar la crisis. Aquello era motivo suficiente para mandar todos aquellos recursos y efectivos a la ciudad. 

Para finalizar, se entregó una serie de pautas que especificaban la manera de cooperar entre las milicias y el cuerpo policial de la ciudad. En conjunto deberían de llevar a cabo las evacuaciones y la contención de la amenaza. A pesar de la información y las órdenes que recibieron, era más que evidente que algo no encajaba. Había demasiadas lagunas y cortinas de humo en lo que se refería al origen de la tragedia. 

¿De verdad el Gobierno sabía tan poco sobre la situación como decía? En el fondo sentía que les ocultaba algo. ¿De dónde salieron aquellos seres? ¿Cuál era su origen? Por lógica aquellas criaturas no deberían de existir, eran seres de ficción creados por la mente humana. No pudieron aparecer sin más de la noche a la mañana como por arte de magia.

¿Por qué el Gobierno tardo tanto en actuar a pesar de poseer aquella grabación y los informes? ¿Y por qué se controla tanto la información que emiten los medios de comunicación sobre los sucesos de la ciudad? Era como si tratasen de ocultar algo de cara a la ciudadanía. 

¿Y esas milicias desconocidas que estaban cazando a personas por la ciudad? Ni siquiera se les informaron de ellas, y era evidente que no eran cuatro locos pegando tiros al azar. ¿Por qué en los informes no se hablaba de los monstruos que había por la ciudad, más allá de los zombis? Nada tenía sentido.

—¿Sabéis lo que son las armas biológicas? —preguntó Kyle a los cascos azules.

—Sí. Es cuando se utiliza un patógeno como arma. —contestó Bryan cruzándose de brazos.

—¿Patógeno? ¿Qué es eso? —quiso saber el soldado más joven, Ricky.

—¿No sabes que es? —preguntó con una sonrisa burlona un hombre de piel oscura. —¿Cómo no vas a saber que es un puto patógeno?

—Dímelo tú entonces, Cole. —preguntó algo molesto al único miembro del grupo con conocimientos médicos. —Eres el cerebrito del grupo, siempre lo sabes todo.

—Un patógeno es un agente biológico que puede causar una enfermedad o producirte alguna clase de daño, por ejemplo un virus o una bacteria.

—¿No pudiste decir simplemente un virus? —replicó algo irritado.

—Es que no tiene que ser un virus precisamente, te dije que una bacteria es otro ejemplo. —contestó con una sonrisa de oreja a oreja.

—Venga ya, no empecéis.—cortó Bryan rápidamente la conversación entre aquellos dos.

—Vosotros dos siempre igual... —se quejó otro soldado algo más mayor.

—Tú no te metas, Finn. —replicó Ricky con el ceño fruncido. —De todas maneras... ¿Cómo se usa exactamente un patógeno como arma?

—A lo largo de la historia se han utilizado las armas biológicas en guerras. En la edad media ya se usaban. Cuando había una guerra y uno de los bandos se retiraba a encerrarse y protegerse tras las murallas, el bando enemigo cargaba los cadáveres en catapultas y los lanzaban al otro lado de esas murallas. Con el tiempo todos esos cuerpos se iban descomponiendo, generando enfermedades que pasaban a las personas que se protegían tras las murallas. —comentó otro de los soldados.

—Richard tiene razón. —contestó Kyle. —Hay muchos otros casos en la historia. En la segunda guerra mundial, Japón atacó a China empleando armas biológicas que previamente habían probado con humanos a los que tenían como prisioneros y como sujetos de experimentación.

—¿Y a dónde quieres ir a parar con todo esto, Kyle? —preguntó Bryan interesado.

—¿Y si lo que está pasando en esta ciudad es lo mismo? ¿Y si todo esto es cosa de alguien que ha estado manipulando distintos patógenos hasta crear uno que es posible que le devuelva la vida a los muertos? ¿Y si el Gobierno de alguna manera lo sabe, y por eso se andan con tanto secretismo? Dudo que yo sea el único que piensa que saben más de lo que dicen, ¿verdad? —contestó Kyle.

—Te diría que has visto muchas películas de ciencia ficción. —contestó la única mujer del grupo. —Pero...

—¿Pero? ¿Qué piensas, Amber? —preguntó Cole.

—Bueno, hay muertos vivientes y monstruos andando por las calles de esta condenada ciudad, y estoy segura de que los putos políticos de este país saben algo que no nos han contado. Simplemente nos han mandado a hacer todo el trabajo sucio. 
—respondió dando su opinión. Respecto a lo de las armas biológicas, sé que a veces se intenta crear patógenos nuevos a partir otros ya existentes, así que la posibilidad de haber creado algún virus nuevo a partir de otros no es tan descabellado...

—¿Entonces estaríamos hablando que esto es un ataque bioterrorista? —preguntó Finn.

—No lo sé, pero no descarto la posibilidad. —respondió Kyle pensativo. —Es obvio que todo esto tiene que tener detrás una mano humana, y eso me lo confirmó la criatura con la que luchamos yo y el civil al que estoy escoltando a la base.

—¿A qué te refieres? —preguntó Richard. —¿Qué te confirmó eso?

—Tenía en uno de sus ojos la lente de una videocámara. Es obvio que alguien tuvo que sustituirle el globo ocular por alguna cámara pequeña, y a puesto a que alguien puede ver lo que ve esa criatura. Además, ese monstruo lo soltó ante nuestras narices un helicóptero. Eso demuestra que hay una mano humana tras lo que esta sucediendo en Stone City, por lo que no es descabellado pensar en la idea de un ataque bioterrorista. 

—Pero... ¿Se puede crear un monstruo con un patógeno modificado? —preguntó Ricky.

—Mmmm... ¿Es posible crear un arma bio-orgánica? —se preguntó Cole en alto.

—¿Qué es un arma bio-orgánica? —preguntó Amber. —¿No es lo mismo que un arma biológica?

—No, no, son cosas distintas. Un arma bio-orgánica es un organismo complejo, como un animal, una planta o un ser humano que es modificado genética y físicamente a través de sustancias como patógenos y cosas así, buscando alterar las cualidades de ese determinado organismo para un fin, en este caso, para ser usado como un arma. Ya no sería un simple virus, si no algo infectado por este el que actuaría como arma.

—Entonces los zombis y las demás criaturas serían armas bio-orgánicas, ¿no? 

—Bueno, las armas bio-orgánicas no sé hasta que punto son reales o no. Escuché que hay científicos que experimentan genéticamente con animales y plantas alterando sus cualidades con algún fin. Pero si lo que dice Kyle es cierto, entonces estamos hablando de armas bio-orgánicas reales.

El grupo permaneció unos instantes en silencio meditando sobre aquella conversación. La teoría que se estaban montando se basaba en lo que habían visto en su tiempo en la ciudad. No tenían pruebas, pero en cierto modo todo tenía más sentido si lo pensaban así. 

—Ahora que recuerdo... —retomó Finn la conversación. —Escuché que los científicos del Gobierno estaban trabajando en algo, en una clase de cura para una enfermedad...

—¿Una cura? Entonces el Gobierno sabía que esto lo causó un virus o algo por el estilo. —añadió Amber. —¿Por qué no nos dijeron nada de eso?

—Quizás el equipo científico lo descubrió en su estancia en la ciudad. Sé que tomaron especímenes de infestados para investigarlos. 

—Mmm... Tal vez. 

—De todas formas tengo entendido que alguien robó esa cura y huyó con ella de la base militar. Un equipo de los nuestros fue enviado a recuperarla. 

—Entonces... ¿Es cierto? ¿Hay cura? —preguntó Kyle.

—No te lo puedo confirmar. Son solo cosas que escuché de otros compañeros. —contestó Finn.

—Ya veo...

—Oye, creo que deberíamos de volver al trabajo.— comentó Bryan.

Kyle y el resto miraron a su alrededor para ver como varios civiles los miraban cuchicheando. Temían que pudieran haber escuchado algo de la conversación, por lo que para no levantar más sospechas y apresurarse en continuar con la evacuación, centraron nuevamente la atención en la labor que tenían entre manos. 

Paseando entre las estanterías, Davis pensó que preferiría haberse encontrado con Allen y Riliane en vez de con aquella pareja. Ahora que lo pensaba, ¿qué sucedió con los hermanos? ¿Lograrían ponerse a salvo? ¿Se habrán topado con algún grupo de evacuación y habrán tomado rumbo a la base militar? No sabía nada de ellos desde que se separó de ambos tras regresar a la ciudad. Sea como sea, esperaba que ambos se encontrasen bien. 

Había estado huyendo de Crystal, tal y como esta sospechaba. Todo de lo que lo acusó era cierto. En el pasado, llegó a estar enamorado de ella, pero fue un estúpido que dejó pasar la oportunidad de conquistarla. Cuando comenzó con Jim, prefirió apartarse del medio. Jim era una mejor opción que él. Probablemente ella nunca lo habría visto como algo más que un amigo. 
Otro motivo por el cual se alejaba de ella, era que Crystal le recordaba una parte de su vida pasada que preferiría olvidar. 

Ella misma se declaraba amiga suya, pero desde su perspectiva, siempre pensó que seguía a su lado por pena. Lo natural habría sido alejarse de él, tal y como hizo el resto. Solo era una carga para otros. Respecto a Jim, no, la verdad es que no le agradaba demasiado. En cierto modo le desagradaba su relación con Crystal. Él fue uno de los amigos que le dio de lado en el pasado. En cierto modo albergaba algo de resentimiento hacia él por eso, pero no podía culparle. El joven distraído no paraba de pensar en aquello. 

Fue en ese instante que un sonido detrás de él lo sobresaltó, obligando al joven a girarse desenfundando una de sus pistolas. Rápidamente se arrepintió de sacarla. Frente a él, su arma encañonaba a aquella niña de antes, Diana era su nombre. La chica lo miraba sin mover ni un músculo. No sabía si permanecer quieta o echar a correr.

—Lo siento, no quería... —susurró el joven enfundando el arma. —M
e sorprendiste, Diana. 

—Perdón. Solo estaba dando un paseo buscando chucherías. —respondió la joven tímidamente.

—Ah... Chucherías... Creo que vi en el pasillo diez, al lado de la zona de la panadería. —contestó el joven. —¿Sabes dónde está?

—Sí. 
—respondió asintiendo. 

Sin mediar palabra, la niña salió corriendo en busca de aquellas chucherías. Debía de encontrarlas antes que los otros niños, o se quedaría sin ellas. Davis suspiró ante su bochornosa acción. Encañonar a un niño... No pudo evitar recordar la pesadilla que tuvo con Tom, en donde le apuntó con su pistola para después apretar el gatillo. ¿Qué demonios le pasaba? ¿Es que acaso se estaba volviendo loco? El joven resopló con amargura. ¿Por qué reaccionó de aquella manera? Estaba en un supermercado con otros civiles y militares. No había peligro alguno como para reaccionar así. 

—Estás muy nervioso, Davis. 

Jim salió de uno de los pasillos. El joven de rostro serio, dirigió una severa mirada al muchacho. Para Davis era obvio que Jim había visto lo que sucedió con Diana hacía tan solo unos instantes.

—¿Qué haces aquí? 

—¿A qué vino eso? 

—Solo me sorprendió, nada más.

—¿Solo? Estás bastante raro. Te he estado observando.

—¿Desde cuándo?

—Desde que te piraste sin decir nada.

Un tenso silencio intoxicó el ambiente entre ambos jóvenes. Tanto Jim como Davis no se tragaban demasiado, a pesar de que en el pasado fueron amigos. Para Jim, el tema de que había algo entre él y su novia era obvio. Sabía que no había sentimientos amorosos por el que pudiese perder a Crystal, al menos por parte de esta, pero aún así era consciente que había asuntos sin resolver entre ellos dos. No entendía como ella podía continuar tratando de acercarse a él. No valía la pena. Aunque a Jim no le agradaba Davis, trataba de ser cordial con él por la amistad que llegaron a tener alguna vez. 

—Está bien, supongo que simplemente estás alterado. 
—suspiró. Es normal después de que estuvieses a punto de morir a manos de aquella cosa. Además, encontrarte con Crystal y conmigo repentinamente supongo que también tuvo que cogerte desprevenido. —contestó sin querer dar más vueltas al tema. —Pero ten cuidado con tu arma, apuntar a una niña pequeña con ella no está bien. Cualquiera podría pensar que eres alguna clase de amenaza. Un zumbado.

—No soy ninguna clase de amenaza.—contestó algo molesto por el comentario. —Y tampoco un zumbado. 

Jim se quedó unos instantes observándolo de arriba a abajo ante el tono que empleó para responderle. Se acababa de poner a la defensiva por su consejo. Realmente le irritaba aquella actitud suya. No le había dicho nada malo, pero Davis tenía por costumbre desde hace mucho de ir de víctima y dramatizar las cosas. 

—Dime Davis, ¿has vuelto a verlos? Alex, Dana, Serge, Matt, Rachel... 

Davis no respondió. 

—Ya veo... No han vuelto a querer saber nada de ti. Te dejaron solo, igual que yo. A diferencia tuya, Crystal y yo aún tenemos contacto con Rachel, Dana, Serge y Alex. Matt fue una excepción al resto. Él tampoco quiso alejarse de ti por voluntad propia. Aunque al final tuvo que hacerlo, ¿no? Tengo entendido que se mudó a otra ciudad.

—¿A qué viene sacar el tema? 

—Seguro que piensas que nosotros somos los malos de la película, ¿me equivoco?

Davis no respondió.

El problema no fuimos nosotros, eras tú. Fuiste tú el que se alejó de todos, Davis. Entiendo que lo pasaste mal, y tratamos de estar contigo, pero tú mismo nos rechazaste. Te encerraste en ti mismo, y no querías saber de nadie. —explicó el joven acercándose más a Davis. —No me agrada tu forma de comportarte con Crystal. Es la única que ha querido seguir a tu lado a pesar de todo, exceptuando a Matt, y aún así la rechazas.

—Eso es mentira.

—¡¿Mentira?! ¡Por favor Davis, deja de engañarte a ti mismo! —exclamó visiblemente irritado. —Seamos claros, tienes celos porque yo y Crystal estamos juntos. No tuviste el valor de decirle lo que sentías, y por eso me adelanté. Eres un impotente, y pagas tus fracasos con los demás. Te encerraste en ti mismo y te alejaste de todos. No te dejaste ayudar por más que lo intentamos. Encima actúas como si nosotros te hubiéramos hecho algo malo. 
—le recriminó el joven a la cara. —Es injusto que trates así a Crystal. Ella tan solo intenta ser tu amiga. ¿Te molesta que esté conmigo y no contigo? Eso no es problema suyo, es tuyo. No puedes culpar a otros de tus problemas. 

—Yo no...

—¡Silencio! —exclamó interrumpiéndole. —No quiero excusas por tu parte. Cuando termine de hablar, entonces respondes. —Jim se cruzó de brazos frunciendo el ceño. —Tratar la amabilidad y la preocupación de una persona con desprecio me parece horrible por tu parte. Si fuese ella, ya te habría mandado a la mierda hacía mucho. —declaró sin intención de guardar apariencias. —Llevo tiempo observándote desde la distancia, y la verdad es que no te reconozco. Eres una persona completamente distinta a aquella de la que una vez fui amigo.

—Las personas cambian, ¿sabes? 

—Dije que guardases silencio hasta que acabe. —respondió con un tono muy cortante. —Sé que tienes un par de amigos, y nadie más. De no ser por ese par de hermanos, estarías completamente solo. No pones esfuerzo en socializar o dar una buena imagen de ti al resto. Cuando te veo en la universidad, tienes cara de amargado siempre. Eres un "pupas" que solo sabe quejarse y revolcarse en su propia miseria. No pones mucho empeño en cambiar las cosas. ¿Es que acaso te gusta estar así? ¿Qué demonios pasó contigo, Davis? ¿En qué clase de persona te has vuelto? —Jim era plenamente consciente de que aquellas palabras podrían herirle o enfadarle, pero la verdad es que no le importaba demasiado. Debía de afrontar la realidad, le gustase o no. —Yo no siento pena por alguien como tú. Muchas de las cosas que te han sucedido, te las has buscado tu solito. Responsabilízate de tus palabras y tus acciones, y no eches la culpa de lo que te pasa a otros. 

Davis cerró con fuerza los puños y tensó su mandíbula. Trataba de contener el impulso de pegarle un puñetazo en la cara a aquel idiota que tenía delante. ¿Quién demonios se creía que era para hablarle así? ¿Qué bicho les picó a Crystal y a él para tocar temas del pasado? ¿Es que no podían simplemente dejarle en paz? Jim se percató de la reacción del joven, para él era evidente que reaccionaría así, e incluso, daba por sentado que podría tratar de golpearle por lo que dijo. No le preocupaba en absoluto. Si quería una pelea no tenía problemas en dársela. 

—¿Qué sabrás tú de mí? Te atreves a juzgarme sin tener ni puta idea de nada. —gruñó el joven furioso.

—Te lo repito, no me das pena. No necesito saber más de ti que el simple hecho de ver como te comportas. Tus actos hablan por ti. —contestó el rubio sosteniéndole la mirada. —¿Quieres golpearme? Adelante. Hazlo. ¿Qué te lo impide? Si crees que así arreglarás tu patética vida y tu triste existencia, adelante, paga tu odio y frustración conmigo como haces con todos. —le tentó el joven antes de propinarle un leve empujón.

A pesar del empujón y todas aquellas provocaciones, Davis trató de controlar sus impulsos. Sus palabras, más que ofenderle, le herían. En el fondo sabía que Jim tenía razón en lo que dijo, al menos hasta cierto punto. Él apartó a todos de él, a pesar de que trataron de ayudarle. Comprendía que se fuesen de su lado, pero al mismo tiempo les culpaba por hacerlo. Era un impotente que no sabía como solucionar sus problemas, por lo que prefería autoengañarse y mirar hacia otro lado. 

Tampoco le gustaba la relación entre Jim y Crystal, pero fue culpa suya no revelar sus sentimientos a tiempo. Sabía que no era justo comportarse con Crystal de la manera en la que lo hacía. Y sí, de no ser por Allen y Riliane, estaría completamente solo. No se le daba bien socializar, aunque tampoco se esmeraba en hacerlo. Era un tipo algo frío y distante a ojos de otros. Aunque la verdad era que disfrutaba más de la soledad que de la compañía de otros. 

—Huir de los problemas y pagar tu frustración con los demás no te llevará a ningún sitio. Solo empeorarás más la situación. Si no encaras el problema, este te va a perseguir siempre. No sé que sientes hacia Crystal, pero no tengo intención de dejar que te entrometas. Es mi novia, ¿te enteras? Tampoco me agrada verla detrás de ti mientras tú le pagas con desprecio. Si no quieres relacionarte con ella díselo simplemente, y aléjate de nosotros.

Ambos permanecieron en silencio sin nada que añadir. Jim analizaba con detenimiento la figura cabizbaja y silenciosa de Davis. Lo despreciaba por la persona en la que se había vuelto. Por lo que le hacía a otros con su actitud, y por lo que se hacía así mismo. Davis había empeorado con los años, volviéndose una persona dañina y destructiva, en especial con él mismo. Sin embargo, en el fondo no lo odiaba. Era consciente de su historia. Lo de su hermana, sus padres, y como todo aquello le afecto en silencio con el paso de los años. 

Podía comprender hasta cierto punto su forma de ser, pero incluso así, no podía perdonarle el hecho de que con su comportamiento hiriese no solo a la gente que le rodeaba, sino también a él mismo. Debía de pasar página y seguir adelante, pero no lo hacía. ¿Por qué quedarse estancado en una parte de su pasado? A sus ojos, aquel muchacho no era más que un cadáver ambulante. Por dentro, estaba tan muerto como cualquier zombi que deambulaba por la ciudad.  

Davis era incapaz de vivir el presente, o vislumbrar el futuro. Tan solo caminaba de forma errante en un pasado distante. Como un alma ya marchita, meramente le quedaba pudrirse hasta dejar de existir. Una existencia tan patética como la suya, tan solo podía encontrar un trágico final. 

—No entiendes nada. Nadie me entiende... —susurró el joven sin levantar la vista del suelo.

—No te entiendes ni tú mismo, Davis.

—Cállate... —respondió el joven con un susurro.

—Siempre estás huyendo. ¿Es que crees que esa es la solución?

—Cállate...

—No tienes salvación si continúas por ese mismo camino. Tan solo hallarás un infierno.

—Cállate...

—No hay esperanza para ti.

El rostro de Davis se arrugó de ira mostrando los dientes, y sin previo avisó se abalanzó a golpear el rostro de Jim. Previniendo aquella reacción más que evidente, desvió el puñetazo con su antebrazo instantes antes de contraatacar con un golpe certero el rostro de su adversario. Davis retrocedió algo aturdido, pero Jim no avanzó para continuar atacándole.

—¿Te duele, Davis? —preguntó al ver al joven enfurecido. —Así es como la vida te trata. Por cada vez que huyes de los problemas, y por cada vez que golpeas a otros con tu odio y frustración, la vida te devuelve todos esos golpes con más fuerza de la que tú pones al tratar de afrontar las cosas a tu manera. La vida te golpeará más y más duro si continúas comportándote de esa forma tan cobarde. Al final, la vida te acabará dando un golpe tan fuerte que no serás capaz de soportar. Debes de aprender a plantarle cara.

Davis limpió con el dorso de su puño un leve hilo de sangre que le bajaba del labio inferior. Odiaba a Jim. Quería destrozarlo por todo aquello, pero tenía razón. Pero eso no quitaba que para él fuera imposible luchar contra la clase de vida que le había tocado. No sabía de otra manera más que de huir de los problemas. Aquella era la única “salvación” a la que podía llegar a acercarse. Davis abandonó sus ganas de pelear, y apoyó su espalda en una estantería cercana mirando a Jim.

—Aunque me cueste admitirlo, tienes razón. Soy una persona patética que no es capaz de encarar la situación, y pago mi frustración con otros. —confesó el joven. —Mi hermana murió por mi culpa. Mis padres afectados por su muerte me desatendieron por años. Me alejé de mis amigos perdiéndolos. Mis abuelos murieron. Amé a una chica a la que dejé marcharse con otro por culpa de mi inseguridad y cobardía. Me quedé solo. No, a decir verdad, siempre he estado solo. Desde que me encerré en mí mismo tras la muerte de mi hermana. Solo, amargado, triste, impotente... 
—confesó. Tengo o tuve, ya no lo sé, dos amigos a los que incluso a ellos les ponía límites a la hora de acercarse a mí. Nunca dejé que Allen y Riliane me conociesen y comprendiesen tan bien como ellos querían. Evitaba hablarles de mis problemas personales. Por eso, incluso estando con ellos siempre me sentía solo. 

—Al menos estás reconociendo tus errores. —dijo Jim sin quitarle la mirada de encima.

—Que los reconozca no va a cambiar nada. —respondió. —Desde que estoy aquí las cosas han ido a peor. Es como si el pasado me estuviese persiguiendo desde que llegué a la ciudad.

—¿A qué te refieres?

Un chico murió por mi incompetencia. Encontré a mis padres muertos. Abandoné para siempre la casa en la que crecí. Kyle estuvo a punto de morir a manos de aquel monstruo por no haberle podido defender como debía. Incluso yo estuve a punto de morir. Y ahora, encañono a una niña con mi arma. —explicó el joven aguantándose las ganas de llorar. —Y lo único que sé hacer es llorar y huir de todo. —Davis miró a Jim a los ojos. —No puedes hacerte a la idea de hasta que punto me odio a mi mismo. Ni hasta que punto he estado soportando todo esto durante casi ocho años... Y hay más, mucho más. —susurró el joven con una mirada vacía y triste. —Yo ya no tengo futuro alguno. Lo poco que tenía lo he perdido junto a esta ciudad. No sé que será de mí cuando salga de esta ciudad, si es que logro salir.

El joven de ojos verdes no pasó por alto aquella mirada, era un reflejo de su propia alma. No sabía todo aquello por lo que había pasado a lo largo de todos aquellos años, pero era consciente de algunas de las cosas, y otras se las imaginaba. Davis tuvo una vida desdichada que lo afectó como persona, y lo moldeó a base de desgracias por ocho años hasta volverlo en la clase de persona que era. Comprendía que tuvo una vida horrible hasta ahora, y que pudiese soportar toda aquella carga él solo por tantos años era una auténtica proeza. Todo un martirio con el que estuvo cargando y conviviendo en silencio.

—Siento lo de tus padres, de verdad. Comprendo tu sufrimiento, pero aún así, eso no justifica tus reacciones ante los problemas que se te han presentado en la vida. Haciendo lo que haces tan solo generarás más problemas que tendrás también que soportar, haciendo la carga más pesada.—contestó el joven. —Algún día esa carga te aplastará, Davis.

Unos pasos irrumpieron en la escena sorprendiendo a ambos jóvenes, quienes vieron la figura de Crystal apareciendo de entre las estanterías. Para ambos chicos era obvio de que los había estado escuchando a escondidas. Al final, las preguntas de Crystal habían obtenido respuestas.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Jim.

—Lo mismo que tú, espiaros. —contestó colocándose a su lado. —Opino lo mismo que Jim. Entiendo que lo has pasado mal, pero no puedo justificar tu comportamiento. Davis, necesitas abrirte a otros, pero no lo haces, y encima te alejas de las personas que tratan de acercarse a ti. Las personas no pueden superar todos sus problemas por si mismas, necesitan a otros que les ayuden a sostener esa carga.

—¿Y por qué otros me ayudarían con mis problemas? ¿Qué obligación tienen? 

—Ninguna. —respondió Jim. —Pero se supone que los amigos deben ayudarse y apoyarse en los momentos difíciles. No solo están para irse de fiesta y pasar buenos ratos. Para ese tipo de cosas te vale cualquiera. Los amigos de verdad van a estar a tu lado cuando te sientas mal, y no todo el mundo está dispuesto a hacer eso por ti, Davis. Solo lo hacen personas a las que realmente les preocupas, porque te quieren y te aprecian. Les saldrá de forma natural el querer ayudarte cuando lo necesites. 

—Es como dice Jim. Tu problema es que siempre estás solo, y aún con amigos, no dejas que se acerquen a ti más de lo estrictamente necesario. Si no te abres a los demás, siempre vas a estar solo. 
—le aclaró la joven. Nadie logrará comprenderte, y por lo tanto tampoco podrán ayudarte. Eso conllevará a que la gente se aleje de ti, y a que tú te alejes de ellas. Cuando no puedes entender a una persona, en cierto modo por muy amigos que seáis, siempre existirá esa incomodidad de saber que realmente no conoces tan bien a quien tienes delante. Eso es lo que me sucede contigo. Es esa soledad Davis, la que ha originado muchos de tus problemas. 

—Sí, lo sé, pero también soy consciente de que es más fácil decirlo que hacerlo. —respondió con el ceño fruncido. —Ya sabéis la verdad sobre mi comportamiento, es todo lo que tengo que decir. Os pido disculpas por haberos tratado injustamente todo este tiempo. El problema soy yo, no vosotros. —explicó antes de abandonar el lugar a paso ligero.

—¡Tsk! Huyendo de nuevo. —se quejó Jim.

—Déjalo, necesitará tiempo para pensar en todo esto.

—¿Pensar, Crystal? Ambos sabemos como es él. Toda la palabrería le ha entrado por un oído y le ha salido por otro. No tiene determinación alguna para obligarse a cambiar. Prefiere huir y negar las cosas. Es un caso perdido.

—Discrepo, cariño. Ha admitido sus problemas frente a nosotros y se ha disculpado. El primer paso es admitirlo, el siguiente es esforzarse en cambiar. Seguro que ha comprendido que el que más se perjudica con su comportamientos es él mismo.

Jim suspiró. 

—Tienes demasiadas esperanzas en un tipo como él. Deberías rendirte. No tiene caso depositar esperanzas en una persona que no tiene motivo alguno para cambiar, solo sigue adelante como un alma en pena vagando sin un rumbo fijo. ¿Acaso no lo escuchaste? Él mismo lo dijo. —contestó discrepando de la opinión de su pareja. 

—Las personas pueden cambiar, Jim. Solo que a unas les lleva más tiempo que a otras.

Jim resopló queriendo olvidarse del tema de Davis. Ya se habían dicho todo lo que se tenían que decir, no tenía sentido seguir hablando de él. El joven miró a su pareja, quien seguía con la mirada puesta en la dirección en la que Davis se marchó, y para sorpresa de esta, el muchacho la tomó por la cintura. 

—Bueno, ahora que estamos a solas... Tengo ganas de besarte. —Jim hizo el ademán de besar los labios de su pareja, pero esta se alejó impidiéndoselo. —¡¿Eh?! ¿Qué fue eso? ¿Me acabas de hacer la cobra, Crystal? —preguntó algo sorprendido ante la reacción de su novia.

—Sí. Te vas a quedar con las ganas esta vez. Es mi castigo por el puñetazo que le diste a Davis, y por haberle dicho algunas cosas bastante crueles. 
—respondió. Te excediste un poco, Jim.  

—Oh... ¡Vamos!

—No.

—Está bien, supongo que me lo merezco por haber sido tan rudo con él... —contestó de mala gana.

—Exacto. El primer paso es admitirlo, y el siguiente cambiar. —respondió burlándose de él. —Tu excesiva sinceridad puede ser a veces un problema, ¿sabes? No tienes tacto.

Jim no pasó por alto aquel último comentario. Sabía que Crystal no lo había dicho tan en broma como parecía. Era obvio que le molestó que fuese tan crítico con Davis durante la conversación que tuvieron. Crystal debía de pensar que él también se podía aplicar algunas de las cosas que le dijo a Davis. Por otro lado, últimamente habían tenido varias discusiones de pareja a raíz de su falta de tacto, y la excesiva sinceridad por su parte. 

Jim siempre decía a la cara todo lo que pensaba, tanto lo bueno como lo malo, especialmente lo malo. Además lo hacía tal y como se le pasaba por la cabeza. En muchas ocasiones, no pensaba en los sentimientos de la otra persona, ni en como pudiese tomarse sus palabras. Nunca había sido muy bueno en entender los sentimientos de otros. Aquella situación le había hecho en varias ocasiones tener problemas en su relación con Crystal. 

—La bronca que le eché, y la lección que traté de darle tuvo que sonar algo hipócrita por mi parte, ¿verdad?

—Sobre todo la parte esa de no pagar tus problemas con otros. También lo de pagar con desprecio la amabilidad de los demás. O inlcuso eso de que tu mala actitud hace que los demás se alejen de ti. Especialmente esa última.

El joven suspiró con resignación. 

—Trato de cambiar poco a poco. Sé que mi carácter es algo difícil de llevar en ocasiones, y tengo dificultades para controlar las cosas que digo. Ponerme en el lugar de otros no es precisamente mi fuerte. Sé que a veces te he dicho algunas cosas fuera de lugar cuando he estado enfadado o estresado. Incluso cuando tú has estado mal por alguna circunstancia, mi falta de tacto solo te ha hecho sentir peor. Lo siento, cariño. —dijo reconociendo sus errores. —Hago lo que puedo para intentar ser más sensible, y tener también más autocontrol. Pero con él es distinto, Crystal. Mientras él solo sabe disculparse y huir de las cosas sin hacer nada por cambiar, yo sí tengo la intención de hacerlo y corregir mi comportamiento. —aseguró.

—Eso no lo sabes. No puedes juzgarle así, sin más. Ni tú ni yo sabemos que puede suceder de cara al futuro con él. 
—le reprochó.Tal vez nuestras palabras, su propia vida, su desesperación, o incluso otras personas, lo obliguen a cambiar. Quien sabe, tal vez algún día conozca a una chica que lo haga feliz, o a unos amigos que estén con él hasta el final sin importar las circunstancias. Si se diera ese caso, estoy segura que Davis podría comenzar a sentir más cariño hacia sí mismo, a sentir que la vida tiene un sentido, y a comenzar a disfrutar de esta. Estoy segura que así se llenaría ese vacío lleno de carencias que tiene, obligándole a volverse una mejor versión de sí mismo. —contestó mirando seriamente a su pareja. —Confío en que tarde o temprano lo logrará.

—Está bien, quizás no debería de haberlo juzgado así... 
—dijo a regañadientes. Creo que es difícil que lo logre por su forma de ser, pero supongo que no es algo imposible. —contestó sin terminar de compartir el optimismo de su pareja. —La cuestión es si será capaz de soportar su desesperación hasta ese día, o si de lo contrario acabará sucumbiendo ante esta.

—No lo sé, Jim. —Crystal suspiró. —Necesita tiempo para pensar en lo que le hemos dicho. Además, ha perdido a sus padres recientemente, y ese niño del que cuidaba murió sin que pudiese hacer nada para evitarlo. Es normal que esté con el ánimo por los suelos.

—Ya, supongo que es lógico. 
—contestó. ¿Sabes? Siempre pensé que tras lo de su hermana, su relación con sus padres era casi inexistente.

—Eso no significa que no los quisiese en el fondo, Jim. Además si... —la joven se calló de inmediato mirando detrás de su pareja.

—¿Qué pasa? —preguntó Jim antes de darse la vuelta. —Ah, Diana.

La chica se encontraba frente a la pareja desenvolviendo el envoltorio de un caramelo que rápidamente se introdujo en la boca. Crystal no la había visto ni escuchado llegar, simplemente la vio ahí sin más, detrás de Jim.

—Ya he ido a por los caramelos, ¿queréis? —ofreció sacando un puñado de ellos del bolsillo.

—No, pero gracias Diana. —contestó Crystal con una sonrisa.

—Ahora no me apetece, tal vez luego.

—Tal vez luego no hayan, Jim. —contestó Diana de inmediato.

—Bueeeeeeno, solo uno para luego. —contestó cogiendo uno. —Mmmm... es de limón. Cogeré otro... —entonces el joven se percató de algo. —Un momento, todos son de limón...

—Claro, es que estos son los que no me gustan. Los otros me los comí ya.

Crystal se rió ante la respuesta. 

—Se come lo bueno y a ti te deja lo malo, pobre Jim. —se burló esta dándole unos toquecitos en el hombro provocando la risa de Diana.

—Bueno, supongo que el limón es mejor que nada... —comentó guardándose el caramelo. —Deberíamos ir ya con el resto.

—Está bien. Vamos Diana.

—¡Vale!

El trío se encaminó por uno de los pasillos hasta llegar a la entrada del local. Tiempo después, el pequeño grupo de militares explicaron en voz alta la ruta que tomarían tratando de evitar todos los peligros posibles. Una vez se organizó a todos los civiles, el grupo partió abandonando la instalación.

Las calles estaban vacías y silenciosas, tan solo el grupo de evacuación circulaba por estas. Los militares formaron un cordón de seguridad distribuyéndose para rodear al grupo, dejando a todos estos en el centro. De aquella forma estarían atentos a cualquier amenaza que pudiese venir desde cualquier dirección. Dado el caso de un ataque, podrían servir de barrera para cubrir a los civiles.

Los ojos de Crystal se fijaron en la espalda de Davis, quien caminaba a unos metros por delante de esta. La joven avanzó entre las personas que la rodeaban hasta que pudo alcanzar al joven. 
Crystal dio un leve toque sobre el hombro del chico llamando su atención. 

—Oye Davis. 

—Dime.

—¿Cómo estás?

—Más calmado. 
—contestó mirándola a los ojos.  Perdí un poco los papeles antes en el supermercado, lo siento. Supongo que la situación me está superando. Están pasando demasiadas cosas a mi alrededor en muy poco tiempo. A penas soy capaz de asimilar todo lo que me ha estado pasando últimamente...

—Es normal. Perdiste a tus padres, tu hogar, al chico ese que mencionaste, y encima estuviste a punto de morir. Supongo que en tu situación yo estaría igual. Lo de antes fue una situación algo tensa, prácticamente te acorralamos para hacerte hablar. —respondió no muy orgullosa de aquello. —Pero no nos quedó otra. Necesitaba arreglar este asunto contigo. Y Jim también tenía asuntos pendientes contigo, y aunque no lo creas, en el fondo las cosas que te dijo no fueron para herirte. Él solo quería que entendieras la situación para que recapacitases.

—Pues para no querer hacerme daño con sus palabras fue a machete conmigo. 

—Ya, bueno... Jim no tiene su lado empático muy desarrollado que digamos. Y sí, a veces cuando suelta lo que piensa puede ser algo...

—¿Capullo?

—Sí, un capullo. 

—Vaya, no has dudado en insultar a tu novio. —dijo algo sorprendido.

—Es que lo es. —reafirmó. —Hemos tenido muchos problemas de pareja a raíz de ese comportamiento. A veces me entran ganas de mandarlo a la mierda, pero luego recuerdo que tiene otras muchas cosas buenas que compensa un poco ese gran defecto que tiene. Además, el intenta como puede mejorar ese aspecto de su personalidad. 

—Menos mal que lo intenta... —pronunció sin compartir su punto de vista.

—Ya... Hace lo que puede, supongo. —contestó. —Como te dije, nos quedamos en Stone para arreglar algunos asuntos entre nosotros. Últimamente hemos discutido bastante por unos asuntos u otros, y ese comportamiento suyo no ha estado ayudando precisamente a que las cosas mejorasen. Quisimos aprovechar las vacaciones para dedicarnos algo de tiempo en pareja y tratar de arreglar las cosas.

—Ya veo.

—De todos modos, te pido disculpas por aquel mal rato.—dijo con total sinceridad. También en nombre de Jim. 

Davis no respondió al instante. Aún estaba algo irritado por aquella situación de antes,  y el simple hecho de estar hablando con Crystal, aunque esta fuese de buenas maneras con él, le hacían sentir ligeramente incómodo. 

—Supongo que era la única forma. 
—respondió devolviendo la vista al frente. —Reconozco que de haber podido me hubiese escaqueado de la situacion. No me agrada hablar de asuntos del pasado, y tengo problemas más importantes de los que preocuparme ahora mismo que de todo aquello. —confesó sin importarle la opinión de la joven que caminaba a su lado. —Pero supongo que me siento un poco mejor tras soltarlo. 

—¿Ves? Aunque fuese obligado, lo soltaste. Admitiste las cosas y ahora te sientes algo más liberado. Te has quitado una carga más de entre todas las que llevas, y tienes que continuar haciéndolo.

—No es fácil... —respondió. —E incluso admitiendo las cosas, eso no significa que algo vaya a cambiar. El daño está hecho, y el pasado no puede ser cambiado. 

—Lo hecho, hecho está. Pero no es inútil admitir las cosas y encarar tus problemas. 
—contestó. —Tampoco dije que fuese fácil. Pero si no te libras de tus problemas y aprendes de ellos, nunca vas a estar bien contigo mismo, y por lo tanto no vas a lograr ser feliz. Por no hablar que en un futuro podrías volver a cometer esos mismos errores que tantos problemas te han estado causando, y que tantas secuelas han dejado en ti.

—Ya...

—Como te dije antes, a pesar de todo me sigo considerando tu amiga. Déjame ayudarte, por favor. Cuando salgamos de la ciudad sigamos manteniendo el contacto. —le propuso. Intentemos recuperar el tiempo perdido mientras tratamos de solucionar tus problemas. 

—No creo que a Jim le agrade.

—No creo que ponga mucho impedimento. Aunque no seáis amigos y tenga muchas cosas en contra tuya, pienso que en el fondo siente algo de preocupación hacia a ti. De lo contrario, ¿piensas que se hubiera tomado la molestia de soltarte todo aquel sermón?

—No estoy muy seguro si aquello fue un sermón para ayudarme, o para pisotearme poniéndome como lo peor.

—Jim no es un chico con maldad que hace daño a otros para divertirse. Tiene buen corazón, y considero que lo hizo para que te dieras cuenta de las cosas. En ocasiones la verdad duele, Davis. 
—contestó. De pequeños erais buenos amigos. Cuando comenzó a cambiar tu personalidad a raíz de tus problemas, él era uno de los que más se empeñaban en ayudarte del grupo. Trataba de comprenderte, de verdad que lo hacía. Por eso sé que lo que te dijo no lo hizo realmente con maldad. —defendió la joven a su novio de la mala impresión que Davis tenía de él. —No descartaría la posibilidad de que si logras cambiar y tener más trato con él, aquella amistad del pasado pueda revivir.

—Quién sabe... —contestó no muy convencido.

—¿Sabes? Después de escuchar porque me evitabas, creo que ahora es momento de que sea yo quien me sincere contigo.

—¿Sincerarte? 

Crystal asintió.

—A mí también me gustabas, Davis. 
—confesó. — Pero debido a esa personalidad tan hermética que tenías me era imposible comprenderte. Era incapaz de saber qué sentías o pensabas acerca de mí, bueno, no solo acerca de mí, sino también sobre muchas otras cosas. A medida que tu antigua personalidad iba desapareciendo y te ibas encerrando más en ti mismo, comencé a sentir que eras otra persona distinta a la que conocí en un principio. Tú timidez e inseguridad no te permitieron declararte, y debido a ello nunca supe acerca de tus sentimientos hacia mí. Me perdiste cuando Jim se me declaró, y yo me cansé de tratar de averiguar acerca de lo que yo era para ti. —contestó mirando al frente con un semblante serio. —Ahora sé que sentías algo hacia a mí, pero ya es muy tarde. Pero aún así Davis, no debes de huir. Ya nos hemos sincerado el uno al otro y ya es imposible hacer nada, solo queda seguir adelante. El pasado no puede ser cambiado. Lo que sí te aconsejaría es que la próxima vez que te enamores, no hagas lo mismo. Ya lo hiciste una vez y te arrepentiste. Procura evitar que la historia conmigo vuelva a suceder en un futuro. De lo contrario, te volverás a hacer daño a ti mismo y a la otra persona.

—Ya... —contestó el joven sin mucha confianza en sí mismo.

—Sé que para ti es difícil, pero tienes que hacerlo. Tienes que abrirte más para mostrar tus sentimientos a otros y lograr así crear lazos con otras personas. Mientras seas incapaz de hacerlo, siempre estarás solo.

El dúo quedó en silencio por unos momentos, caminando uno al lado del otro. Aquellas últimas palabras habían resonado con fuerza en la cabeza del joven. Crystal tenía razón. Si hiciese eso estaba seguro que podría librarse de muchos de sus problemas, pero... ¿Cómo podía hacer aquello? No tenía ni idea de cómo empezar aquel cambio personal. 

—Yo solo no puedo realizar un cambio tan drástico como ese en mi personalidad. No puedo hacerlo solo, ni en poco tiempo. Crystal... ¿Me ayudarías a mejorar como persona? —preguntó dudoso de si debía pedirle algo como aquello.

—Claro. Los amigos están para estas cosas. Como amiga tuya no puedo pasar por alto tu sufrimiento, Davis. Te ayudaré a abrirte y a acercarte a otros. A que te quieras más a ti mismo. A que seas más honesto contigo, y con los demás. Y también, a que logres disfrutar un poco más de la vida. —respondió con una amplia sonrisa.

—¿Estás segura? No será fácil. Puede que te acabes hartando de mí, y me des por un caso perdido. Además, no tienes tampoco la obligación de ayudarme, es mi problema... —respondió en tono pesimista. —Probablemente caiga muchas veces en el camino...

—Lo importante es levantarse e ir avanzando en el cambio, Davis. Además, realmente es mi obligación ayudarte. Soy tu amiga, y ya eso me obliga ayudarte si estás pasándolo mal. Ahora que ya está todo hablado y aclarado entre nosotros, podemos volver a tener una buena amistad como la de antes, ¿no te parece?

—Sí, supongo que tienes razón.

—Pues ya está decidido. No te preocupes, te ayudaré a quitarte la carga que llevas sobre tus hombros.

—Gracias, Crystal.

—No hay de qué, Davis.

El joven esbozó una sonrisa en silencio, sin dejar de caminar hacia delante. Por primera vez desde hacía mucho tiempo, se sentía a gusto caminando junto a ella. Ya no tenía la necesidad de seguir huyendo o de mentirle para no tener que encarar sus problemas con Crystal. Bueno, eso no era cierto. Aquellos problemas no eran con ella, sino consigo mismo. Las figuras de Crystal y Jim habían sido dos recordatorios constantes de su trauma por los acontecimientos del pasado. De la persona que fue y de lo que tuvo, respecto a quién que era ahora. Sin embargo, ahora podía estar junto a ellos y mirarles a la cara. Ya no tenía esa necesidad de evitarlos. Se sentía algo liberado tras haber confesado.

—Por cierto, ¿y los padres de esa niña? —preguntó Davis fijando la mirada unos metros más adelante, en donde la Jim caminaba junto a Diana mientras conversaba con algunas personas.
—¿Está sola?

—Eso parece. La encontramos por ahí sola y perdida. 
—respondió. Se separó de sus padres mientras eran evacuados a la base militar. Un grupo de zombis los atacaron y se separó del grupo. 

—¿Crees que sus padres habrán llegado vivos a la base?

—No tengo ni idea, pero espero que sí. Sería muy triste que no fuese así. Se quedaría sola. No tiene a otros parientes en la ciudad. —contestó. —Igualmente, rezo porque estén bien y puedan reencontrarse.

—Me sorprende lo positiva que eres. Teniendo en cuenta lo que está pasando, probablemente la situación sea otra...

—Si eres negativo solo vas a ver el lado malo de las cosas. Siendo positivo, incluso a lo malo le puedes sacar algún aspecto bueno, y motivarte a ti mismo a seguir adelante. Hay que tener fe en las cosas, Davis. La esperanza es lo último que se pierde.

—Entiendo, supongo que debería de aplicármelo a mí mismo.

—Sí, pienso igual. Eres demasiado negativo, y eso no es bueno.

—Ya...

Ambos continuaron caminando en silencio con la vista al frente. Los rayos del sol calentaban ya bastante, el calor del verano se había estado empezando a notar ya en la mañana. Salvo por las conversaciones entre los civiles, todo lo demás estaba muy tranquilo. Davis miró por el rabillo del ojo a Crystal. Con la vista al frente, sonreía mientras sus largos y ondulados cabellos castaños se mecían levemente con la brisa veraniega que se había levantado hacía unos momentos. 

Se sentía relajado con ella a su lado, logrando estar lo suficientemente distraído como para silenciar por unos momentos aquellos pensamientos autodestructivos que rondaban por su cabeza. Aquel momento era el único de relax que había tenido desde que llegó a la ciudad. Aunque solo fuese por aquellos instantes, había logrando alcanzar un efímero momento de paz.

—¡Paren un momento! —anunció Bryan.

El soldado alzó el puño en alto frenando el avance de la formación. ¿Qué sucedía? ¿Por qué paraban justo ahora? Davis no observaba nada más que una calle amplia y vacía, salvo por la presencia de ellos mismos. El resto de los cascos azules se acercaron al frente para preguntar al compañero por el motivo de la alarma. Tras unos murmullos entre estos, los militares se alejaron del grupo que escoltaban para encaminarse hacia el centro de una intersección próxima. Davis se movió entre los civiles para alcanzar la posición en la que Kyle montaba guardia.

—¿Qué sucede?

Kyle no respondió de inmediato. Frunciendo el ceño extrañado, el soldado dirigía su mirada unos metros más adelante, en donde los cascos azules parecían haber encontrado algo que llamaba su atención. 

—No lo sé, voy a comprobarlo. No te alejes del grupo de civiles. —respondió antes de alejarse.

—¿Qué pasa, Davis? —preguntó Crystal acercándose al joven.

—No lo sé. Ha dicho que iba a comprobarlo.

Kyle no tardó en alcanzar a sus compañeros de armas. 

—¿Qué sucede? ¿Por qué paramos? 

Kyle se abrió hueco entre los soldados que se apelotonaban observando algo. En el suelo, justo en el centro de la intersección, un maniquí vestido con ropas militares yacía tirado en el camino del grupo, sosteniendo entre sus manos un cartel con el mensaje: “Mala suerte, soldados”.

—¿Qué demonios es esto? —preguntó el latino.

—Me llamó la atención desde la distancia. Pensé que no era más que otro compañero de armas caído. A medida que nos acercábamos, me percaté de que solo era un maniquí con las ropas de la milicia americana. —contestó Bryan.

—¿Qué hará aquí esto? —preguntó Amber.

—¿Y el mensaje? ¿Por qué tiene ese cartel? —quiso saber Finn golpeando suavemente con la punta de la bota el maniquí inerte.

—Mala suerte, soldados... —repitió Kyle pensativo. —Podría ser...

El sonido de un disparo inundó la calle, y un grito de terror hizo el resto. Aterrorizados, los civiles comenzaron a separarse cuando uno de los miembros del “rebaño” cayó muerto de un tiro a la cabeza. Como gallinas descabezadas, los civiles corrían en todas direcciones empujándose y tirándose unos a otros sin dejar de gritar. Sin clemencia, una lluvia de balas golpeó con fiereza el rebaño, masacrando indiscriminadamente a los civiles.

—¡¡¡NOS ATACAAAAAAAAN!!! —gritó Kyle alzando el arma.

—¡¡Buscad cobertura!! —ordenó Bryan.

Soldados de origen desconocido comenzaron a emerger tras varios vehículos. Armados con fusiles, disparaban contra sus objetivos sin abandonar sus escondites. Para Kyle y los cascos azules, era evidente que aquello había sido una emboscada predeterminada. Debían de haberlos estado siguiendo, mientras otros, calculando la ruta que estaban tomado, montaron la trampa para asaltarlos. Por la dirección en la que el grupo había llegado, un cuarteto de militares salieron de sus escondites evitando que los civiles huyesen sobre sus propios pasos.

Dos de ellos se refugiaron tras las columnas de un comercio cercano, y los otros dos tras un gran contenedor de basura situado sobre la acera. En los edificios localizados en el margen izquierdo de la vía, sobre uno de los tejados, otro par de soldados permanecían tumbados apuntando a los civiles con un par de fusiles francotirador.

Un par más apareció por la vía izquierda de la intersección, localizándose tras un vehículo próximo. Por la vía derecha, otros dos doblaron una esquina corriendo rápidamente hacia la cobertura más cercana. Era toda una encerrona. En total, había diez soldados distribuidos por toda la zona. La única vía de escape era la zona sur de la intersección. Kyle y el resto de los soldados se ubicaban resguardados en mitad de la intersección, cubriéndose del fuego enemigo tras varios vehículos abandonados, y tratando en la medida de lo posible devolverles la ofensiva con sus propias armas.

Muchos de los civiles comenzaban a correr desde el norte de la calle hacia donde ellos se encontraban, dispuestos a huir de la zona por el sur. Por el norte, a izquierda y a derecha, los disparos masacraban a muchos inocentes, sin hacer distinción entre adultos o niños. Era una masacre. Los cuerpos inertes y los heridos caían al suelo, solo para ser pisados por las personas que huían del lugar. La sangre comenzaba a teñir el asfalto y las aceras, y los gritos se fundían con el rugido de los disparos. 

Para Kyle y el resto, el quedarse en mitad de la intersección no era una opción. Tarde o temprano avanzarían, los acorralarían, y los asesinarían. Sin embargo, correr hacia la vía sur implicaba abandonar las coberturas y dar la espalda al enemigo. En tal caso, serían un blanco fácil. Kyle observaba confuso como los civiles corrían hacia ellos. El joven soldado brasileño buscó con la mirada a Davis, hasta que logró ubicarlo huyendo entre la multitud.

—¡¡¡DAVIIIIIIIIIS POR AQUÍ!!! —Alertó al joven tras el vehículo que usaba de cobertura.

Davis logró visualizar a Kyle a varios metros más adelante llamándole. El chico ubicó a Crystal, quien se encontraba con Jim y Diana, y tras alertarles de que le siguieran, emprendieron la marcha hacia Kyle y los soldados. Junto a ellos, otros muchos civiles corrían en la misma dirección.

—¡¡¡Aquí Finn, solicito ayuda inmediata del equipo más cercano a la intersección de la calle Wilson!!! — comunicó el soldado por su walkie. —¡¡¡Un grupo de militares desconocidos está abriendo fuego contra nosotros y los civiles que transportamos hacia la base militar!!! ¡¡¡Necesitamos apoyo inmediato de cualquier unidad cercana a nuestra ubicación!!! 

Finn asomó la cabeza sobre la cobertura para ver la situación. Cuando se aproximaba nuevamente el walkie a los labios para lanzar otra petición de ayuda, un proyectil de nueve milímetros le perforó el ojo derecho.

—¡¡Joder, han matado a Finn!! —gritó Ricky presenciando el momento en el que su compañero cayó muerto. —¡¡Hijos de putaaaaaa!!

—¡¡Maldita sea, cúbrete Ricky!! —exclamó Amber al ver como imprudentemente su compañero se asomaba más de la cuenta para disparar contra los soldados enemigos. —¡¿Cole, te queda aún munición en ese lanzagranadas?!

—¡¡Me queda para un disparo!! 

—¡¡Tenemos que cubrir a los civiles hasta que lleguen a nuestra posición!! —comentó Kyle apretando el gatillo contra los soldados de la vía izquierda.

—¡Cole, entra en esa licorería! —señaló Brian con el dedo al edificio localizado en el margen derecho de la vía.—¡Mira a ver si puedes subir al tejado y ocuparte de esos putos francotiradores!

—¡Déjamelo a mi!

A medida que varios de los civiles corrían en dirección hacia Kyle y compañía, muchos de ellos caían muertos al suelo, al ser sus espaldas diana para los proyectiles enemigos. 

—¡¡¡Aaaaaaaahhhhhh!!!

Un grito femenino proveniente de la garganta de Crystal alertó a Davis y a Jim, quienes tras echar la vista atrás la vieron caer al suelo.

—¡¡Crystal!! —gritaron al unísono.

Cuando Davis se iba a encaminar a ayudarla, Jim colocó la mano en el pecho de este frenando su tentativa de socorrerla. 

—Tú llévate a Diana. Yo me ocuparé de Crystal.—ordenó.

—Está bien. —contestó cogiendo rápidamente en brazos a la chica. —¡Date prisa!

Nada más correr Davis en dirección a Kyle y el resto de militares, Jim se acercó rápidamente a su novia tendida en el suelo y trató de levantarla, sin embargo, esta gritó de dolor al tratar de levantarse. El joven no tardó en percatarse de la causa de su dolor. Crystal había recibido un tiro en la pierna derecha.

—¡¡Joder Crystal, te han disparado!! —anunció horrorizado viendo la sangre deslizándose por la piel de la joven.

—¡¡No me digas!! —exclamó sarcástica.—¡¿Y Diana?!

—Se la llevó Davis, estará bien. ¡Vamos! —respondió ayudándola a avanzar.

Las lluvia de balas no cesaba. Gritos de dolor y angustia conformaban el violento campo de batalla. Lo cuerpos de los civiles sin vida comenzaban a amontonarse por el suelo, haciendo caer a los que corrían hacia la milicia aliada. Kyle y los cascos azules trataban como podían de devolver los disparos, a pesar de que la propia estampida de civiles hacía complicado el intercambio de fuego entre ambos bandos sin que los civiles no salieran perjudicados.

Davis logró atravesar la línea aliada con Diana en brazos. Kyle le ordenó junto a los civiles que llegaron con él que fueran calle abajo, y encontrasen algún lugar en el que refugiarse. Los francotiradores fueron abatidos por Cole, quien desde el tejado de la licorería había logrado tener una vista perfecta del tejado sobre el que estaban apostados, y sin dudarlo ni un solo instante invirtió su último disparo del lanzagranadas para hacerlos volar por los aires. Desgraciadamente para él, aquel disparo delató su posición, y los soldados de la vía derecha no tardaron en disparar contra él, obligándole a tener que ocultarse rápidamente.

—¡Cole baja aquí, te necesitamos! —gritó Bryan.

Kyle vio entonces entre la multitud a Jim cargando en brazos con Crystal. Los disparos enemigos eran próximos a ellos, pues los civiles tras la pareja, actuándo involuntariamente como escudos humanos, iban cayendo rápidamente asesinados al suelo.

—¡Kyle, deja que os ayude! —solicitó Davis trasladándose a la cobertura en la que su compañero se refugiaba. 

—¡¿Davis?! ¡¿Qué demonios haces aquí?! ¡¿Y Diana?!

—La he dejado con una pareja de civiles, cuidarán de ella. Necesitáis ayuda, ¿no? Soy de los pocos civiles armados que hay. Los demás están con sus familias protegiéndolas. Deja que os ayude, yo no tengo a quien proteger en ese grupo.

—No es buena idea, Davis. Deberías de estar protegiendo a Diana en vez de estar aquí, esto es demasiado peligroso.

—Ya te dije que ella está bien. Vosotros necesitáis ayuda, Kyle. —insistió el joven mirándole a los ojos. —Uno de los soldados a muerto y muchos civiles están cayendo, necesitáis toda la ayuda que sea posible.

Kyle suspiró pesadamente ante su insistencia. Sabía que no le haría caso por mucho que le dijese de marcharse con el resto de civiles. 

—Está bien, pero ten mucho cuidado. No salgas tras este vehículo, y procura no exponerte demasiado a la hora de disparar, ¿queda claro? 

—Por supuesto.

—Bien.

Davis pudo ver a Jim logrando pasar junto a Crystal calle abajo, siguiendo la estela del resto de civiles. Se alegró de ver como lograron atravesar la intersección. Frente a él, a varios metros, los que no pudieron yacían tirados por la vía cubiertos en charcos de su propia sangre, hombre, mujeres, ancianos, niños... Algunos incluso seguían vivos retorciéndose en el suelo de dolor. No podían hacer nada por ellos. Rescatar a los heridos que quedaron en el camino conllevaría salir de las coberturas, y eso los haría un blanco fácil.  

Conforme los civiles huían hacia la calle sur, los soldados apostados al norte no tuvieron de otra que salir de sus escondites para avanzar hacia ellos. Las coberturas eran muy pocas a su disposición, lo que jugó en su contra cuando Kyle y compañía lograron abatirlos. Sin embargo, no había sido una victoria como tal. Aquellos militares habían muerto, pero a cambio, Ricky y Richard, de los cascos azules, perdieron la vida durante el intercambio de disparos, recibiendo un balazo en la garganta y en la cabeza respectivamente. Por otro lado, Davis y Kyle lograron eliminar a los otros dos soldados establecidos en la calle al este de la intersección. En la vía oeste, tan solo quedaba el par restante. 

—¡Solo quedan dos! —anunció Cole desde su cobertura.

Todo parcía buenas noticias, el conflicto estaba por terminar una vez acabasen con aquellos soldados restantes. Sin embargo, un grito de terror proviniente de la calle al sur de la intersección auguró malas noticias. 

De las calles próximas a la vía en la que los civiles se establecían, varios grupos de zombis aparecieron atraídos por los gritos y los disparos. En su mayoria, eran lentos y torpes, pero algunos eran rápidos y ágiles. Por si no fuera poco el haber logrado sobrevivir a un tiroteo indiscriminado, ahora el grupo de supervivientes debía de lidiar con los muertos que trataban de darles caza. Varios civiles tenían armas blancas, como cuchillos, palas, o barras de acero. Unos pocos, tenían alguna escopeta o pistola con la que poder defenderse mejor de los no muertos. Sin embargo, una gran parte de los civiles se encontraban desarmados. 

—¡¡Joder!! —exclamó Bryan ante la situación calle abajo. —¡¡¡Tenemos que hacer algo!!!

—Bryan, tú, Cole y Amber id a ayudar a los civiles. Davis y yo nos ocupamos de los dos que quedan. 

—¡Está bien, Kyle! —contestó Bryan asintiendo con la cabeza. —¡Cole y Amber, conmigo!

—¡De acuerdo! —contestaron al unísono.

En ese instante uno de los soldados enemigos asomó tras su cobertura, dispuesto a disparar a los cascos azules al verlos desplazarse. A penas tuvo a Amber en su punto de mira, un proyector de 9 milímetros perforo su frente. 

—¡Bien hecho, Davis! 
—le felicitó Kyle por el tiro certero. ¡Solo queda uno!

—¡Ya no tiene a dónde huir, Kyle!

—Sí. Vete tú con Bryan y el resto, yo me ocupo del que queda.

—¿Estás seguro?

—Sí. Solo es uno, y allí atrás necesitan ayuda.

—De acuerdo, no tardes en acabar con él. —contestó antes de marcharse a ayudar a los civiles.

Cuando Kyle observó al frente pudo ver una visión que le llamó la atención. El soldado restante salió con las manos en alto. Kyle no tenía intención de dejarlo con vida, por lo que apretó el gatillo sin pensárselo. ¡¿Pero qué demonios?! Pensó al no obtener la respuesta que esperaba por parte del arma. Estaba completamente descargada, y desgraciadamente no le quedaban más cargadores a mano. El soldado enemigo se percató de aquello.

—Parece que te has quedado sin munición, soldadito. —contestó andando hacia Kyle.— ¿Qué te parece si lo resolvemos de otra forma?

—¿A qué te refieres? —contestó Kyle saliendo con precaución de detrás del vehículo.

—Mi objetivo es asesinar a todo civil y soldado del ejército americano y de la ONU con los que me tope. Aún sin armas de fuego, emplearé mi cuchillo y mis puños para continuar realizando mi trabajo. —contestó el soldado. —Supongo que en tu inventario dispondrás de un cuchillo al menos, ¿no es así?

—Ya veo... Me estás diciendo que resolvamos esto a puños y cuchillo, ¿no es así?

—Por supuesto. Has matado a mis compañeros. No creerás que te dejaré salir con vida de esta, ¿verdad? —respondió parándose a un par de metros de Kyle.

—Lo mismo digo. Habéis masacrado a mis compañeros, y a muchos civiles inocentes. No te voy a dejar salir indemne de esta. —contestó desenfundando su cuchillo militar.

—Bien, será interesante ver de qué pasta está hecho un soldado del ejército americano en combate a corta distancia. —contestó antes de quitarse el casco de su uniforme.

Kyle pudo ver el rostro del soldado. Se trataba de una mujer joven de ojos azules, y largos cabellos rubios recogidos en una larga coleta. En sus cabellos, un pasador con forma de calavera adornaba, y en su ceja derecha una pequeña cicatriz presentaba. Tenía una mirada confiada y decidida. Aquella mujer desprendía un aura bastante fuerte y hostil. 

—Soy la sargento Miley Ronald. No me subestimes por ser mujer, soldadito. —contestó con una sonrisa.

—Kyle Morales, del ejercito americano. ¿A qué cuerpo militar perteneces?

—Actualmente estoy obedeciendo órdenes de uno de mis superiores, el alto mando Clifford. Él me dio la orden de asesinar a todo civil y militar con los que mi equipo se topase. —contestó con una amplia sonrisa. —Es lo único que te diré, no revelaré nada más sobre mi organización o los planes de esta.

—¿Entonces por qué me contestaste eso?

—Porque vas a morir. Y por cortesía por haberte presentado. —contestó colocándose en posición de combate con su cuchillo militar en mano. —Prepárate, Kyle Morales.

Kyle se colocó también en posición defensiva, dispuesto a entablar un combate a muerte con aquella mujer. Con una amplia sonrisa en el rostro, la soldado se lanzó hacia su contrincante sin vacilación. Los cuchillos replicaron con fiereza ante el choque de sus filos. Rápida y negligentemente, la soldado comenzó a enlazar sucesivos golpes desde diversas direcciones, lanzando una ofensiva que Kyle con rápidos reflejos evadía o repelía con su arma. Ambas figuras parecían bailar enérgicamente intercambiando letales pasos de baile, al son del sonido del impacto del acero de sus cuchillos.

Davis y los cascos azules luchaban contra los grupos de muertos vivientes que llegaban desde todas direcciones. El número de civiles fallecidos no dejaba de aumentar a manos de aquellos seres. Davis y Jim se esforzaban en abatir a tantos zombis como podían. Sentadas sobre el suelo de asfalto, Diana y Crystal se ocultaban tras un vehículo estacionado, en donde esta última se trataba la herida de bala con los recursos del botiquín de Davis. Los chicos intentaban repeler como podían a los zombis que se acercaban al vehículo.

—Davis, voy a necesitar que te quedes a nuestro lado hasta que acabemos con estos cabrones. —solicitó Jim. —En su estado, Crystal necesita ayuda para desplazarse. Aunque no me agrade admitirlo voy a necesitar tu ayuda. No puedo ayudarla a moverse y protegerla al mismo tiempo con tantos zombis cerca. Tampoco puedo estar atento de ella y de Diana al mismo tiempo...

—Está bien, no me moveré de vuestro lado. —contestó disparando a un zombi próximo.

—Gracias... —susurró Jim en bajo.

—¿Qué decías? —preguntó al no escucharle por el sonido del disparo.

—¡Tsk! ¡Qué molesto eres! ¡No tengo intención de repetirlo! —contestó irritado.

Las risas de Crystal sorprendieron al dúo. 

—Vaya Jim, decir eso te debió de resultar complicado teniendo en cuenta lo orgulloso que eres. —comentó con una amplia sonrisa.

—¿Decirme el qué? No le escuché. —preguntó Davis sin comprender.

—Te ha dado las gracias por quedarte a su lado, y ayudarle a protegerme. —contestó la joven de cabellos castaños. —¿Ya has guardado el botiquín en la bolsa de Davis, Diana?

—Sí, ya está todo guardado dentro. —contestó antes de entregársela a su dueño.

Davis y Jim intercambiaron una breve mirada en silencio ante la respuesta de Crystal.

—De nada. No tengo intención de huir otra vez de vosotros. —contestó el joven cortando aquel contacto visual al sentirse avergonzado por decir aquello.

—Eso está bien... —respondió Jim también mirando para otra dirección.

—Que poco honestos sois ambos. Desde luego, que malo es el orgullo en los hombres. —suspiró. —Diana, ayúdame a levantarme, por favor.

—Sí.

Mientras Davis se colgaba su bolsa deportiva, observó a Crystal poniéndose en pie con evidente dificultad, requiriendo de la ayuda de Diana para ello.

—Oye, ¿realmente crees que deberías de levantarte? —preguntó Jim preocupado.

—Deberías de quedarte ahí sentada y descansar. Te han disparado en la pierna. Debe de dolerte el simple hecho de mantenerte en pie. —comentó Davis frunciendo el ceño ante el visible esfuerzo que la joven empleó para ponerse en pie.

Crystal sonrió ante la preocupación de ambos. 

—Agradezco vuestra preocupación, pero no me puedo quedar aquí dependiendo de que me cubráis hasta que el peligro pase. Quedarnos aquí quietos es peligroso. —contestó con una sonrisa en su agotado y pálido rostro.

—¿Te duele? —preguntó Diana preocupada.

—Solo un poquito, pero no te preocupes, estoy bien. —contestó acariciando la cabeza de la chica. —Me esconderé con Diana allí dentro. —comentó señalando a la acera de enfrente, en donde se ubicaba una pequeña frutería. —No quiero ser una molestia para vosotros, y ahí dentro estaremos mejor cubiertas que ocultas tras este coche.

—No eres una molestia, Crystal. Jim y yo podemos cubrirte hasta que la situación mejore.

—Tiene razón, los dos podemos con ello. Así que no seas tonta y quédate aquí con nosotros. —contestó rápidamente Jim.

—¡Centraros los dos! —respondió la joven molesta. —¡¿Qué sucederá cuando se os acaben las balas?! ¡¿Qué pasará si nos rodean en mi estado?! ¡¿Y toda esa gente inocente que está muriendo?! —exclamó clavando una mirada enfurecida en ambos chicos. — ¡No os he pedido que seáis mis guardaespaldas! ¡No quiero que sigáis defendiéndome cuando hay tanta gente en peligro, y sois de los pocos con un arma de fuego! —afirmó saliendo tras el vehículo, y echando a andar con dificultad hacia la frutería llevando consigo a Diana.

—¡¡Es peligroso que vayas por tu cuenta estando tan mal herida!! —contestó Jim agarrándola del brazo.

Crystal le observó con fiereza a los ojos ante aquel gesto. 

—¡¿Por qué no lo entiendes, Jim?! No necesito que me protejáis, pero sí que hay otra gente que lo necesita. ¡!Maldita sea, chicos!! ¡¡Hay niños entre esas personas!! —exclamó enfurecida. —Yo solo soy un estorbo para vosotros. No puedo moverme bien por la herida de bala, y si nos rodean estaremos en graves problemas. Vuestran munición se agotará en algún momento, y hay demasiados zombis por la zona. Me ocultaré en esa frutería con Diana, ahí los muertos no nos verán, y vosotros no tendréis que estar aquí parados por nosotras expuestos al peligro. Id a ayudar a las personas que podáis. No os preocupéis por nosotras. 

Ciertamente la situación era crítica. Davis y Jim alzaron la vista al panorama que les rodeaba. Los muertos, rápidos y lentos, daban caza a los supervivientes que a las malas trataban de luchar o huir como buenamente podían. Aquellos seres no paraban de llegar a la zona desde todas direcciones. La mayoría de los civiles no tenían armas con las que repeler a las criaturas, y los que las tenían, hacían el intento de salvar sus propias vidas o la de sus seres queridos sin demasiado éxito. 

Los muertos comenzaban a superar en número a los vivos, y la ubicación de la calle en el que todo aquello tenía lugar no ayudaba demasiado a tratar de huir de la escena. Una larga calle comercial repleta de viviendas, comercios, callejones, y vehículos abandonados. Muchos civiles desarmados trataban de ocultarse en el interior de algún edificio, pero muchos de estos estaban completamente cerrados, impidiendo entrar desde el exterior.

No es que hubiese zonas amplias por las que huir con facilidad abandonando aquella calle comercial, como un paque o una avenida próxima, por ejemplo, y muchos de los supervivientes que lograron sobrevivir al tiroteo tenían algunas heridas de bala que les dificultaba la movilidad. Los remanentes de los cascos azules trataban de salvar a tantos como podían, pero su ayuda no suponía demasiada diferencia respecto a las vidas que consumían los seres de ultratumba. 

Muchos cadáveres yacían ya sobre el asfalto siendo el festín de algún muerto viviente. Disparos, gritos, llantos, y cánticos fúnebres se mezclaban en una grotesca canción que ensalzaba lo dramático de la situación. Davis y Jim intercambiaron una mirada. Gente inocente estaba muriendo por no tener con lo que defenderse, y Crystal tal y como dijo, podía mantenerse a salvo con Diana en el interior del local. Debían de hacer algo para ayudar. 

—Está bien, ayudaremos a esas personas. —contestó Jim tras uno segundos pensándolo detenidamente. —¿Has oído, Davis?

—Sí, estoy de acuerdo. —contestó asintiendo con la cabeza. —Nosotros nos ocupamos de ayudar a esa gente Crystal, tú descansa allí dentro.

La joven asintió. 

—Gracias por entenderlo chicos. —contestó.

Sin más que decir, Crystal y Diana se retiraron del lugar dispuestas a ocultarse en el interior de aquella frutería abandonada. Davis y Jim se miraron sin decirse nada, y asintieron al unísono antes de ir a socorrer al resto de civiles ante la amenaza zombi.

El cuchillo de Kyle cayó al suelo con un sonoro golpe metálico. Sin perder oportunidad, la soldado lanzó otra serie de golpes que Kyle evadió tirando de sus rápidos reflejos. A penas vio la oportunidad, atrapó la mano de la mujer ejecutándole una llave que le obligó a soltar el arma.

—Ya estás inmovilizada y desarmada. Si me cuentas más acerca de para quién trabajas y que está pasando en esta maldita ciudad puede que te deje con vida. —contestó jadeando mientras sentía el cálido fluir de la sangre por varios cortes superficiales que le había hecho aquella mujer en sus brazos y manos.

La sargento Miley jadeaba tan agotada como el hombre que inmovilizaba sus brazos. Sin embargo, no estaba dispuesta a rendirse tan fácilmente. Aún tenía energías para continuar luchando contra aquel hombre. 

—Te lo dije antes, ¿verdad? —contestó dibujando una amplia sonrisa en el rostro.

—¿El qué? —pregunto Kyle sin entender.

—¡Que no me subestimes por ser una mujer! —exclamó antes de echar la cabeza atrás propinándole un cabezazo a Kyle.

La mujer se escapó alejándose de su captor. Tan pronto como tuvo la oportunidad de ver una abertura en las defensas del soldado, la sargento Miley golpeó el pecho de Kyle con un par de puñetazos, encajando un tercero en su abdomen. Kyle apretó la mandíbula y trató de soportar el dolor de aquellos golpes, recomponiéndose lo suficientemente rápido como para bloquear con sus brazos un par de puñetazos laterales dirigidos a su rostro. Raudo, con el canto de sus manos repelió lateralmente un par de directos. 
Aquella mujer sabía combatir, era obvio. Era rápida, y sus golpes no eran precisamente flojos. 

Kyle lanzó un directo al rostro de su adversaria, ataque que está repelió con su antebrazo antes de golpear de una patada la rodilla de Kyle, forzándolo a arrodillarse ante ella. A penas pudo reaccionar cuando la mujer propinó un puntapié en el mentón, lanzándolo de espaldas al suelo. Kyle se recompuso soportando aquel dolor, y levantándose rápidamente, alzó sus brazos bloqueando una rápida sucesión de puñetazos. 

El joven soldado vislumbró un golpe por el lateral derecho, logrando deternerlo antes de que impactase en su rostro. Tan rápido como lo detuvo, propinó una patada en el abdomen de la sargento, obligándola a alejarse unos metros. Kyle necesitaba abrir distancias para tener más maniobra de ataque. A penas se dispuso a atacar, Miley lo frenó en seco lanzando una patada lateral hacia su cuello. Kyle detuvo aquel golpe con su brazo, viendo frustrado su tentativa de ataque. Miley repitió el mismo golpe a la inversa, desencadenando en el mismo resultado.

Ambos decidieron abrir distancias entre ellos.

—Eres buena, lo reconozco. —contestó entre jadeos.

—Me han entrenado bien, aunque tú tampoco lo haces nada mal. —contestó con una sonrisa. —Pero creo que lo mejor será acabar con esto de una vez. Antes del enfrentamiento solicité refuerzos, y deben de estar al llegar. Por tu bien, si quieres salir con vida de esta, será mejor que te esfueces más en tratar de derrotarme. 

Kyle maldijo a aquella mujer pasa sus adentros. Si no acababa pronto el combate, e iba con los cascos azules restantes para tratar de sacar a los que pudiesen con vida de aquella extrecha calle comercial plagada de zombis, llegarían aquellos refuerzos y acabarían con todos. El joven soldado se planteaba que estrategia debía de emplear para finalizar aquel combate en unos pocos pasos. La sargento se percató del instante de distracción que aquellas palabras produjeron en su contrincante, quien parecía estar pensando en algo. Sutilmente, de bajo de la manga sustrayó un cuchillo de pequeñas dimensiones que tenía oculto. 

Kyle reaccionó en cuanto la mujer tomó el filo del arma por la punta, e hizo el ademán de lanzarlo hacia él. En unos segundos el cuchillo atavesó la poca distancia que se abría entre ambos adversarios, y como pudo, Kyle trató de cubrirse el rostro con los brazos. El soldado gritó de dolor cuando la cuchilla penetró su antebrazo derecho. 
¡Maldita sea! Kyle no pudo evitar sentirse furioso consigo mismo. Había estado tan encerrado en sus pensamientos por unos instantes, que no percibió como aquella mujer sacaba aquella cuchilla. Si tan solo hubiese tardado un segundo más en reaccionar, lo que hubiera perforado habría sido su garganta, pues ahí fue a donde apuntaba.

—Una chica tiene que ir siempre bien preparada. —comentó a modo de burla.
 
La mujer aprovechó el momento de dolor del soldado para acortar distancias con él. Confiada, iría dispuesta a rematarle con unos movimientos. Probablemente le propinaría un par de golpes para romper su pobre defensa y atontarlo, después lo inmovilizaría con una llave, se colocaría a su espalda, y por último le partiría el cuello. Sería fácil y rápido, pensó. Kyle vio a la mujer ya prácticamente encima suya para cuando quiso reaccionar. Apretando los dientes con fuerza, sustrajo el cuchillo de su antebrazo de un único tirón. 

Kyle evadió un puñetazo lateral agachándose a tiempo, para ensartar la cuchilla en el abdomen de la sargento Miley, a quien la puñalada freno en seco. ¡¿Qué demonios?! Exclamó Miley para sus adentros al sentir el filo del acero atravesar su piel. Sus mirada desconcertada descendió hacia el hombre agachado frente a esta, quien le devolvía una mirada impasible. Cuando la mujer se disponía a decir algo, Kyle sacó veloz el cuchillo del abdomen, y de un movimiento ascendente perforó la garganta de la sargento. 

Furiosa y desconcertada, trató de insultar al hombre que tenía delante, sin embargo, todo quedó en un intento. La sangre emanaba a borbotones de su garganta impidiéndole a hablar. Retrocediendo unos pasos intentó sacarse el cuchillo, pero Kyle propinó una patada en su sangrentado abdome lanzándola de espaldas al suelo, impidiéndole hacerlo. 

—Se acabó. —pronunció Kyle viéndola retorcerse en el suelo. 

Sin necesidad de deparar más en ella, el soldado recuperó su cuchillo del suelo. Tras dedicarle una última mirada se dio media vuelta y corrió calle abajo, hacia donde los civiles luchaban por su vida. Miley alzó la mano en un absurdo intento de querer retenerlo o atraparlo. No aceptaba el resultado, ella no podía acabar así. Tenía demasiada furia que liberar hacia aquel desgraciado, sin embargo, aquella herida le impedía hablar. A penas unos instantes después, observando al hombre alejarse, su visión se tornó oscura. La muerte descendió sobre ella.

Los gritos de los civiles, los cánticos de los muertos, los disparos de las armas de fuego llegaban a sus oídos anunciándole la tragedia que allí estaba teniendo lugar. Debía de ir rápido allí, tenía que alertar a Bryan y al resto de los refuerzos enemigos antes de que fuese demasiado tarde.

—¡¡¡Ambeeeeeer!!! —gritó Cole al ver a su compañera acorralada por los muertos vivientes.

—¡Cole, ayúdame, estoy sin munición! —solicitó viendo a su compañero a lo lejos.

Pero el soldado dudó, a su al rededor, muchos civiles le gritaban por ayuda viéndose acorralados por los zombies. Eran tantos los enemigos, eran tantos los que gritaban por ayuda, eran tanto los llantos y lamentos de las víctimas... Era tanto el caos que se extendía a su alrededor que tomar la decisión de a quién debía de salvar le estaba resultando completamente imposible. Entonces a sus oídos llegó los gritos de Bryan. Cole se giró para ver a su espalda como su compañero, quien tratando de salvar a un grupo de civiles, se le echaron un par de muertos vivientes encima, quienes no dudaron en hincarle el diente. Cole observó horrorizado la escena, como mas y mas de aquellos seres se agrupaban para devorar el cadáver de su compañero y sacarle las entrañas. El casco azul se giró para tratar de ir a salvar a Amber, pero para cuando quiso hacerlo, lo primero que vio detuvo de lleno sus primeros pasos. En el suelo, un tumulto de zombies se arrodillaban devorando el cadáver de su compañera, de la que tan solo podía ver una mano asomada entre el grupo de zombies, quienes ignorando todo lo demás que les rodeaban, únicamente centraban toda su atención en devorar a su víctima.

Cole palideció, ya ignorando los gritos de ayuda de los civile, el soldado comenzó a entrar en estado de shock. Su arma resbaló de entre sus temblorosas manos, completamente ido y con el juicio nublado, el soldado sacaba los ojos de sus órbitas dirigiendo aquella horrorizada y perdida mirada al grupo de muertos vivientes que devoraban a Amber. Ensimismado observó las palmas de sus temblorosas manos, tenía miedo, todos estaban muriendo a su alrededor y nada podía hacer para arreglar aquella caotica situación. Con las lágrimas asomando por sus ojos, el soldado se llevó las manos a la cabeza mientras lanzaba su mirada al suelo del asfalto.

—No hay nada que hacer, todos vamos a morir. —susurró con la voz quebrada. —Nos convertiremos también en esas cosas.

El soldado centrado en sus negativos pensamientos era incapaz de escuchar a Kyle llamándolo. Ya no importaba la misión, no importaban los civiles, ya nada importaba, todos morirían en esa maldita ciudad, y después, despertarían como otros de esos seres y se dedicarían a matar a gente para comerse sus entrañas mientras se iban pudriendo lentamente. Cayendo de rodillas, el soldado Cole no fue capaz de ocultar ya su miedo, perdiendo completamente la compostura tan solo pudo llorar incapaz de contener sus temblores. No quería morir, no quería transformarse en una de esas cosas. ¡¡Tan solo quería volver a casa con su familia!! ¡¡Quería decirle a su mujer e hijos cuanto los quería!! ¡¡¡No podía morir así!!!

—¡¡¡COLEEEEEEEEEEEEEEE!! —gritó Kyle a pleno pulmón mas cerca de la zona donde la masacre tenía lugar. —¡¡¡REACCIONA COLEEEEEEEE!!!

El hombre se levanto débilmente del suelo dirigiendo su temblorosa mirada al hombre que corría exhausto hacia su posición. ¿Kyle? Aún permanecía con vida... Pero acabaría muriendo si se acerba, el caos lo consumiría como a sus compañeros y a todos aquellos civiles que perecían entre llantos y agónicos gritos. No te acerques, pensaba el soldado. Quiso advertirle, pero sus labios no se movían para advertirle de que se alejara del lugar, su cuerpo no reaccionaba como quería, este no paraba de temblar.

Fue en ese preciso instante en el que ambos soldados se miraban fijamente el uno al otro desde sus posiciones, cuando un sonoro disparo inundó la calle, y el cuerpo del último casco azul que quedaba con vida cayó estrepitosamente contra el suelo. Sin poder hacer nada para evitarlo, Kyle vio como alguien le disparó por la espalda, y para él era mas que evidente que solo podía ser un enemigo. Los refuerzos de aquella mujer habían llegado.

Un grito femenino alertó a Jim y Davis, quienes acababan de ayudar a una familia que estaba siendo acosada por un grupo de muertos vivientes. Tras girarse al identificar automáticamente el grito de Crystal, una horrible visión les heló la sangre. Yaciendo la joven en el suelo junto a Diana, Crystal se sujetaba en brazo al recibir un disparo tratando de proteger a la chica tras ver como cuatro hombres armados comenzaron a disparar negligentemente hacia la dirección de los civiles mientras se acercaban a paso ligero a estos. Uno de ellos no dudó en apuntar a la niña, por suerte la joven a tiempo logró empujarla al suelo recibiendo ella el disparo en el brazo, por el que ahora la sangre se deslizaba tiñendo su pálida piel de un intenso rojo carmesí.

—¡¡¡CORRE DIANAAAAA!!! —gritó la joven herida exaltada.

La chica asustada se levantó rápidamente del suelo y corrió hacia Davis y Jim, quienes impresionados ante la escena no fueron capaces de reaccionar. Crystal, sentada en el suelo incapaz de moverse observó a su espalda a un hombre de complexión fuerte portando un arma temible que dejaba asomar por su gran boca negra una lengua de fuego. ¡¡¡Un lanzallamas!!! Cruzó velozmente aquel pensamiento por la mente de la joven al reconocer el arma. Temblando con lágrimas en los ojos, pálida y completamente horrorizada, vio como el hombre que la portaba apuntó el cañón de su arma contra ella.

Crystal volteó de la cabeza mirando hacia la posición de los jóvenes petrificados. Unas lágrimas surcaron tímidamente sus pálidas mejillas. Extendiendo el brazo clavando en Davis y Jim una mirada cargada de ruego, nada pudo hacer cuando a punto de poder articular palabra alguna, una gigantesca nube de fuego la engulló por completo. Con un desgarrador grito de dolor y terror, la figura oscura de Crystal se retorcía entre las llamas. Aquellas lágrimas, aquel ruego mudo, aquel desgarrador grito y aquella horrible visión de la joven retorciéndose entre las llamas, encogió los corazones de ambos jóvenes, quienes por algún motivo eran incapaces de hacer que sus cuerpo se movieran, casi sin parpadear, lo único que podían hacer es mirar con horror la escena. Las lágrimas brotaron de los ojos de Jim, quien intentó pronunciar el nombre de la chica, pero inútilmente su garganta no le permitía articular palabra alguna. Inconscientemente, el cuerpo de Davis temblaba ante el horror que acababa de contemplar, rígido como una estatua, sin apenas respirar, era incapaz de reaccionar de ninguna forma posible.

—Cryst... —susurró Jim con dificultad. —Cryst... —el nombre de la joven no terminaba de ser pronunciado.

Davis, aún en estado de shock, dirigió la mirada ante el joven que inútilmente trataba de pronunciar aquel nombre. Sus lágrimas desbordaban silenciosamente incapaz de controlar los temblores de su cuerpo.

—Cryst...

Un sonido sobresaltó al impresionado Davis, y ante sus ojos, Jim cayó muerto de un tiro a la cabeza. Con los ojos abiertos, pálido, aún las lágrimas brotando de sus ojos, en los que el horror habían quedado marcado. Davis vio entonces como el mismo soldado que asesinó a Jim ahora lo apuntaba a él con su pistola. Davis tragó saliva, su cuerpo continuaba sin reaccionar, y los llantos de Diana, a quien sujetaba de la mano no paraban de llegar a sus oídos. Su corazón latía con fuerza, su respiración se entrecortaba, y su cuerpo no dejaba de temblar violentamente. Hasta ahí había llegado, ahora era su turno. Su viaje había acabado. Sus temblorosos ojos depararon en como el soldado colocaba el dedo en el gatillo apuntándole con una sonrisa.

Pero para su asombro, una ráfaga de disparos le sobresaltaron, y el soldado que estaba apunto de apretar el gatillos para asesinarlo cayó muerto al suelo de inmediato. El joven logró moverse al escuchar la voz de Kyle tras él. El soldado, visiblemente sofocado y armado con uno de los fusiles de los cascos azules le acababa de salvar la vida.

—¡¡¡¡CORRE DAVIIIIIIIIIIIS!!!! —gritó a pleno pulmón.

El joven deparó en Diana, quien le observaba con sus ojos enrojecidos por el llanto, y rápidamente se espabiló, tirando de ella corrió en dirección a un vehículo cercano para ponerse a salvo mientras escuchaba el intercambio de fuego entre Kyle y los tres soldados restantes. El sonido de las llamas de aquel letal arma llegaba a sus oídos. Asomándose sobre el vehículo pudo ver como el soldado que quemó viva a Crystal repetía el mismo proceso con con los civiles y zombies mas cercanos. Mientras, los otros dos soldados disparaban contra Kyle, quien tuvo que resguardarse tras un vehículo volcado. Davis observó la situación, el número de civiles en la calle había disminuido de manera alarmante, una gran cantidad de ellos estaban siendo pasto de los dientes de los no muertos, otros continuaban siendo acosados por estos, y otros mas inteligente agarraron a sus seres queridos y huyeron del escenario de la masacre adentrándose por calles aleatorias. Davis estaba preocupado por Kyle, era mas que evidente que estaba agotado, y en su cuerpo presentaba varios cortes sangrantes.

Davis volvió a refugiarse tras el vehículo llevándose las manos a la cabeza. ¡¿Cómo pudo pasar aquello?! ¡¿Cómo pudieron morir Jim y Crystal ante sus ojos sin haber podido hacer nada para tratar de evitarlo?! ¡¿Por qué no corrió antes con Diana a un lugar seguro?! De no ser por Kyle, él y la niña hubiesen muerto a manos de aquellos tipos. La muerte de Crystal fue horrible, espantosa, y la de Jim, morir incapaz siquiera de terminar de comprender lo que acaba de pasar frente a sus ojos... Las lágrimas de Davis desbordaron. ¡¿Iban a morir?! ¡¿Moriría Kyle ahora también?! Davis observó por el rabillo del ojo a Diana, quien echa un ovillo lloraba desconsoladamente abrazada fuertemente a sus rodillas.

El joven se limpió las lágrimas, debía de ser fuerte al menos delante de ella. El joven se dispuso a tratar de animarla diciéndole de que todo saldría bien y que la protegería, no obstante, aquel intento de animarla quedó únicamente en sus pensamientos cuando el rostro de Tom apareció en su mente. Cierto, a Tom le dijo lo mismo y al final no pudo hacer nada para salvarlo. Darle esperanzas a una niña sin poder prometer realmente que la sacaría de allí... No tenía sentido decirle aquello sabiendo que es probable que ambos murieran en aquel sitio... Nuevamente, se sintió un ser desgraciado e impotente, nuevamente, era incapaz de hacer nada por cambiar la situación por su cuenta. Por lo que simplemente pudo abrazar a la niña en un intento de consolarla en silencio a la espera de que sucediese lo que tuviese que suceder. No podía ayudar ahora a Kyle, todas sus armas de fuego, escopeta y ambas pistolas estaban descargadas, tendría que pararse a sacar la munición de la bolsa deportiva y cargar cada una, pero prefería estar preparado para coger a Diana y salir corriendo si Kyle no lograba frenar a esos soldados. Salir ahora de su escondite significaba la alta probabilidad de que él o la niña fueran disparados por la espalda mientras se alejaban corriendo.

El grito de Kyle sorprendió a Davis, quien negligentemente se separó de Diana para asomarse por encima del vehículo sin pensar en la posibilidad de ser descubierto o recibir un tiro en la cabeza. Tras un vehículo oscuro, Kyle se apoyaba en este sentado en el suelo mientras agarraba su hombro, del que una mancha roja emergía impregnando aquella zona de su uniforme militar. Le habían dado. Dolorido, soportando el dolor, trataba de alcanzar agarrar el arma para continuar el intercambio de fuego, pero el simple echo de mover levemente su brazo derecho, y con ello el hombro herido, en donde además, previamente había sido apuñalado por la sargento. Aquella herida le hacía sentir un fuerte dolor que le impedía agarrar el arma como debía para disparar. El corazón de Davis latía con fuerza a la par que sus ojos enrojecidos por las lágrimas se salían de sus órbitas presenciando como aquellos soldados encabezados por el del lanzallamas se acercaban peligrosamente a la posición de Kyle. Apretando con fuerza la mandíbula y los ojos, el soldado agarró el arma sintiendo un intenso dolor por parte de la herida, y sin pensárselo se asomó nuevamente por encima del vehículo apretando el gatillo. Los disparos errados ante la mala puntería del soldado incapaz de sujetar bien el arma con ambas manos, tan solo sirvió para que los enemigos retrocedieran. Un leve chasquido metálico abrumó a Kyle. Sin munición. Rápidamente se tuvo que cubrir tras el vehículo cuando una nueva lluvia de balas salió disparada hacia su localización.

Davis y Kyle intercambiaron una silenciosa mirada desde sus posiciones. Kyle era consciente del miedo de Davis, lo veía perfectamente en aquella desconsolada y horrorizada mirada. El joven soldado herido cerró los ojos con pesar por unos instantes, antes de volver a abrirlos clavando nuevamente su mirada en la se Davis. El joven entonces recibió una respuesta cuando desde la distancia pudo ver los labios de Kyle moverse. “Lo siento”. El soldado negó lentamente con la cabeza, no podía hacer nada. Aquel era el fin, ya no podía continuar protegiéndole mas.

—Con que ahí estabas. —dijo una voz masculina que atrajo su atención.

Uno de los soldados, ya muy cerca de él y Diana se acercaba con el arma alzada, sin dudas, no importa cuanto se alejase, si apretaba el gatillo de su fusil los disparos serían certeros. El joven envolvió a Diana tratando inútilmente protegerla con su cuerpo.

—No abras los ojos, Diana. —susurró Davis a la joven que se aferraba con fuerza a él.

—No es nada personal joven, solo cumplo órdenes. —contestó el militar deteniendo sus pasos con el arma alzada.

Davis cerró los ojos sin dejar de cubrir a Diana esperando a que el soldado apretase el gatillo y los fusilase. Escaparon de aquel soldado gracias a Kyle, pero ya no habría una segunda vez, ya Kyle no podría protegerlos, y el nada podría hacer para evitar el cruel desenlace de su historia. Era el fin para Davis Taylor. Kyle era capaz de escuchar las llamas del poderoso armas clamando por él, mas y mas cerca sentía los pasos del portador de tan temible arma que lo quemaría vivo como hizo con aquella chica, Crystal. Había hecho todo lo que había podido, pero aún así... Bryan, Cole, Amber y el resto, no pudo salvar a ninguno, ni a Crystal, Jim, Diana, ni al resto de civiles, todos habían ido muriendo cruelmente sin que él pudiese salvar a ni uno solo. El soldado, esperando su muerte vio a lo lejos al militar enemigo apuntando a Davis y a Diana a los lejos, cuyos cuerpos no veía al estar ocultos tras el vehículo. Davis Taylor, el joven al que se prometió así mismo proteger y escoltar hasta la base militar para que lograra sobrevivir al infierno en el que la ciudad se había convertido... Al final no lograría protegerlo, como aquella otra vez contra aquel demoníaco ser, si él y Davis sobrevivieron fue por la aparición de Bryan y el resto, no por mérito propio...

El joven soldado estadounidense se compadecía de aquel chico. Su mirada, su forma de hablar, incluso su propia apariencia, en si, sin que hubiera necesidad de palabras de por medio, desde un inicio fue capaz de percibir en él el aura de la tragedia rodeándole. No sabía gran cosa de su pasado mas allá de lo que él brevemente le contó de su relación con sus padres, pero era capaz de intuir que aquel chico había pasado por muchas circunstancias trágicas desde su niñez, situaciones que lo habían moldeado bajo una triste apariencia. Por una charla que tuvo con Jim, tuvo la sensación de que era tal y como él se imaginaba, aunque este no le comentase gran cosa de Davis mas allá de la relación que Crystal y él tuvieron con Davis en algún momento del pasado. Un chico arropado por la tragedia que vuelve a su ciudad natal para hallarla sumida por la muerte y el caos, para posteriormente abandonar la casa en la que se crió tras encontrar los cuerpos sin vida de sus padres, estar apunto de morir a manos de una horrible criatura y finalmente acabar así, apunto de encontrar la muerta mientras a su alrededor, esta y el sufrimiento cargan el ambiente trágico que los rodean. Un trágico final para una trágica existencia.

El soldado del lanzallamas rodeó el vehículo para detenerse frente al soldado herido, quien sacó de su bolsillo la fotografía en la que él aparecía con su mujer e hijo. Se lamentaba de no poder cumplir tampoco la promesa de volver junto a ellos, sabía que prometió tal cosa, que haría lo imposible para volver con vida al lado de aquellos a los que amaba, pero era imposible cumplir aquella promesa ahora, Dios, y la suerte le habían abandonado por completo. El joven soldado dibujó una triste sonrisa, esperaba que su hijo creciese sano y fuerte y llevara una vida de provecho aún sin que él estuviese a su lado para verlo crecer y guiarlo a lo largo de su vida. Y su mujer, esperaba que de alguna manera encontrase la felicidad aunque fuese en los brazos de otro hombre, y que tuviese la fuerza necesaria para guiar a su hijo por el buen camino aunque él ya no estuviese para apoyarla o consolarla en los malos momentos en los que ella misma perdiese el rumbo por las duras y variadas dificultades de la vida. Al final, irónicamente el destino le había puesto en el mismo lugar que a su padre biológico, él también abandonaría a su familia, y su mujer, así como su madre en el pasado, debería cuidar del chico sola. María era una mujer fuerte, y Kevin inteligente, tenía la esperanza de que aunque él no estuviese con ellos, ambos sabrían seguir adelante y superar juntos los obstáculos que encontrasen por el camino, tenía fe en su familia.

Kyle elevó la mirada para hallar la boca del lanzallamas a poca distancia de su rostro. El momento había llegado. Sosteniendo la foto entre sus dedos, el soldado Kyle Morales observó brevemente el cielo rojizo del atardecer que sobre su cabeza se expandía antes de mirar a los ojos del soldado enemigo que tenía en frente. Estaba preparado. Un disparo se escuchó, sobresaltándose cerró los ojos con fuerza al pensar en Davis y Diana, para ellos ya había acabado aquella pesadilla. Ahora solo esperaba a que fuese su turno para despertar. Un par de tiros llegaron a sus oídos apenas unos instantes tras el primero. Un sonido metálico se escuchó y el soldado abrió los ojos con sorpresa al hallar al soldado del lanzallamas muerto de un tiro en la cabeza. Kyle se levantó con algo de esfuerzo del suelo para ver que había sucedido, y frente a él, una mujer y un hombre armados y ataviados con el uniforme de los cascos azules se encontraban con sus armas humeantes. En el suelo, los dos soldados enemigos restantes yacían muerto, y al otro lado de la calle, de detrás del vehículo, las figuras de Davis y Diana aparecieron.

Kyle suspiró aliviado, los refuerzos que Finn había solicitado habían llegado. Estaban a salvo. Con la mano en el hombro, tapándose la herida, Kyle se acercó lentamente al dúo de cascos azules al mismo tiempo que Davis lo hacía con Diana cogida de la mano.

—¿Estáis todos bien? —preguntó la mujer de largos cabellos castaños.

—¡¿Qué demonios ha sucedido?! —preguntó el hombre que la acompañaba.

Kyle y Davis se giraron para ver a sus espaldas el panorama que dejaba con los ojos como platos al dúo recién llegado. Cadáveres, cadáveres y mas cadáveres se esparcían por toda la vía, bien calcinados o con sus tripas expuestas por las manos de sus voraces asesinos, quienes ajenos a todo lo que les rodeaba, únicamente prestaban toda su atención en hinchar sus vientres con las vísceras de sus víctimas. Calle arriba, otra gran cantidad de cadáveres yacían desperdigados por el suelo víctima de un fusilamiento masivo. Civiles, soldados enemigos, cascos azules, sus cuerpos se encontraban por aquí y allá bañados en su propia sangre, víctimas de la barbarie acontecida.

—Sí, estamos bien... Mas o menos... —comentó Kyle aún sintiendo su herida de bala latente. —Soy miembro del ejército americano, Kyle Morales. Estaba con un grupo de miembros de los cascos azules escoltando a un gran grupo de civiles cuando fuimos asaltados por una milicia desconocida que abrió fuego indiscriminadamente contra nosotros, luego los zombies se sumaron y... —el soldado suspiró. —Bueno, ya veis lo que ha sucedido.

—Llegamos tarde entonces... —susurró el soldado ajustándose el casco azul sobre su cabeza. —¿Solo habéis sobrevivido vosotros? ¿Queda alguno de los nuestros con vida?

—No. Solo quedamos nosotros tres, otros civiles han huido como han podido ante el caos que se nos han venido encima. Respecto a vuestros compañeros, todos han muerto, lo siento. —contestó Kyle.

—Ya veo... Por cierto, soy Karen Owens, él es mi hermano Shaun. Escuchamos la llamada de emergencia y venimos lo mas rápido que pudimos. —contestó la joven mujer de ojos castaños. —Me alegro de que al menos hayamos logrado llegar antes de que esos tipos os asesinaran.

La mirada de los cascos azules depararon en el joven adolescente y la niña. En silencio, el chico dirigía una mirada vacía a algo en la lejanía, mientras la chica se escondía tras él cubriéndose tras su espalda. Los tres soldados miraron en la dirección en la que el chico absorto miraba. Un cadáver femenino se hallaba carbonizado a varios metros, y no muy lejos, el cuerpo sin vida de un chico de cabellos rubios.

—Eran conocidos suyos. —comentó Kyle.

—Ya veo... —contestó Karen. —¿Cómo te llamas, chico? —preguntó tras unos instante observando al joven de mirada perdida.

—Davis Taylor... —susurró sin apartar la mirada del carbonizado cuerpo de Crystal. —Y la chica es Diana.

—Diana y Davis ¿em? ¿Sois hermanos? —preguntó Shaun.

—No, no tenemos ninguna clase de parentesco. —contestó logrando apartar la vista del cadáver carbonizado. —La chica iba con los civiles, perdió a sus padres. —contestó mirando al dúo de salvadores con una mirada seria.

—¿Con los civiles? ¿Por qué hablas como si no pertenecieses al grupo? —preguntó Karen.

—Es porque Davis y yo íbamos por nuestra cuenta antes de unirnos al grupo. —contestó Kyle de inmediato.

—Ya veo. Siento lo de esos amigos tuyos. —contestó Karen.

La mujer no obtuvo respuesta alguna. Mostrándose frío como un témpano de hielo, el joven se mostraba inexpresivo. Su mirada, tono de voz, forma de contestar, incluso su propio aspecto lo hacía parecer ausente, daba la sensación de que no era mas que un robot sin sentimientos que tan solo respondía de manera mecánica y automática a las preguntas que se le realizaban.

—¿Os dirigíais a la base militar? —preguntó tras apartar la mirada del joven desolado.

—Sí, íbamos hacia allí. —contestó Kyle fatigado.

—Estás herido. —comentó Shaun. —Creo que deberíamos encontrar una zona en donde descansar y tratarte la herida de bala.

—Estoy de acuerdo. —contestó Karen. —No nos vendrá bien ir por ahí contigo sangrando y atrayendo a todo el vecindario. —la soldado observó la hora en su reloj. —Son casi las ocho y media, todavía estamos muy lejos de la base. Teniendo en cuenta la circunstancias... —comentó echando una discreta mirada a Davis y Diana. —A que estás herido y hay monstruos por todas partes, tal vez lleguemos a primeras horas de la madrugada. El centro de la ciudad es un nido de esos muertos vivientes, y además hay muchos de los que corren, por lo que será complicado atravesarlo sin que nos surja algún problema por el camino con esos seres.

—Y hablando de seres... —comentó Shaun alzando el dedo apuntando tras la espalda de Kyle. —Parece que algunos están ya fijándose en nosotros. —comentó viendo como varios abandonaban los cadáveres de los que se alimentaban para acercarse a pasos lentos pero decididos a ellos.

—Entonces deberíamos de ir largándonos ya. —contestó Kyle.— ¿Por un casual no tendréis algún arma que os sobre? Estoy completamente desarmado y sin munición. Solo tengo mi cuchillo, pero donde se ponga un arma de fuego que se quite todo lo demás.

—Tengo una pistola como arma secundaria. Voy bien con mi fusil, puedes quedártela. —contestó Shaun entregándole su arma y un par de cargadores.

—¿Tú vas bien con las armas? —le preguntó Karen a Davis.

—¿Ah? —reaccionó el joven nuevamente desconectado de la conversación. —Perdón, ¿que decías?

—Que sí vas bien de armas. Veo que llevas una escopeta y un par de pistolas contigo.

—Ah... Sí, bueno, tengo munición pero las armas las tengo descargadas. Necesito un sitio seguro para recargarlas. —contestó el joven con cierta timidez.

Dicho aquello, Karen asintió y echó a andar seguida de Shaun, y tras ellos, Kyle, Davis y Diana. El joven soldado observó a por el rabillo del ojo a Davis, comenzaba a temer por su cordura, temía que enloqueciese dejándose llevar por todo lo que estaba sucediendo a su alrededor, algo en él, en el aura que lo rodeaba no iba bien. Deseaba llegar lo antes posible a la base militar para que estuviese a salvo y lejos de toda la muerte y el caos que recorría la ciudad. Por otra parte, con Diana cogida en brazos, quien iba con los ojos cerrados por orden de Davis, no pudo evitar dirigir una desconsolada y abatida mirada al cruzar al lado de los cadáveres de Jim y Crystal. Apretando con fuerza los los dientes y los ojos trató de evitar llorar nuevamente, aunque a decir verdad, ya no le quedaban mas lágrimas por derramar, pero el dolor de no haber podido hacer nada por evitar aquello aún permanecía fuertemente arraigado y latente a su corazón.

El joven abrió los hombros al sentir la pesada y firme mano de Kyle sobre su hombro, quien en silencio lo miró directamente a los ojos con el ceño fruncido, negando con la cabeza lentamente, quiso transmitirle su apoyo así como su consejo de no continuar torturándose mas con aquello. El joven asintió con pesar y volvió nuevamente la vista al frente, siguiendo al dúo de cascos azules. Sus sombras se proyectaban sobre el asfalto, mientras tras ellos, la masacre quedaba atrás, con tan solo los lentos pasos de los zombies tratando de alcanzarlos en vano. Como reflejo de la tragedia acontecida hacía tan solo unos momentos, el cielo que sobre sus cabezas se alzaba lucía con una brillante coloración carmesí, como la de toda la sangre derramada a espaldas de los supervivientes, quienes a paso lento pero decidido, continuaban caminando en completo silencio en dirección en la que el gran y rojizo astro solar se iba lentamente ocultando, desapareciendo el firmamento acabada la grotesca función que contempló desde la tranquilidad de su butaca, en lo alto del imperturbable cielo del atardecer. 





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