Big Red Mouse Pointer

miércoles, 5 de abril de 2017

RNH1: Pesadilla de un alma marchita

Capítulo 04 - Decadencia

11 de Julio del 2012

La noche comenzaba a caer sobre Stone City, y el grupo de supervivientes de la masacre acontecida había tenido la necesidad de resguardarse en una vivienda abandonada para sanar sus heridas. Sobre un viejo sofá, Kyle con el torso al descubierto recibía los tratos médicos de Karen, quien a pesar de tener unos conocimientos algo limitados en medicina, resumiéndose simplemente a los conocimientos mas básicos sobre estos, podía asegurarle que la bala que recibió en el hombro había salido sin problema, aunque por otra parte, entre eso y la puñalada que recibió en el mismo hombro, muy cerca de la herida de bala, le hacía el brazo inservible por el momento. En silencio, la joven mujer le trataba la herida empleando los elementos del botiquín de Davis. Mientras tanto, en la misma sala pero algo mas alejados, Shaun y Diana charlaban sentados alrededor de una pequeña mesa mientras picaban algo de comida que encontraron por la casa, comida basura en general, algunas bolsas de gusanitos, patatas fritas, y un par de refrescos. Por otra parte, aún mas alejado, Davis observaba el exterior a través de una de las ventanas del amplio salón. Sentado en una silla de madera y arrimado a una pequeña mesa, el joven apoyaba la barbilla sobre la palma de la mano contemplando su propio reflejo en el cristal, y a veces, el exterior, silencioso y vacío en el que los juegos de sombras producidas por la últimas luces del atardecer arrojaban cantidad de figuras ensombrecidas distintas por todo lo largo de la calle.

Ignorando las conversaciones breves y espontáneas entre Karen y Kyle, o los diálogos sin importancia entre Diana y Shaun, el único sonido que el joven ausente era capaz de recibir con claridad era el del tic-tac de las manecillas del reloj situado en la misma mesa sobre la que se apoyaba. Sus ojos depararon en el reloj, una y otra vez contemplaba el movimiento de aquella manecilla que medía los segundos, aquel horrible tic-tac taladraba su cabeza. Extrañamente sentía que sonaba con bastante fuerza y claridad, para él al menos, cuyo sonido parecía sobreponerse a las voces de las otras cuatro personas allí presentes. Segundo a segundo, el tiempo se escapaba sin preocupación alguna por las necesidades de la vida humana . Segundo a segundo, la vida circulaba de manera constante por todo el mundo, sin ser perturbada por las desgracias o el sufrimiento de las personas. Ahora, a cada segundo, en todo el mundo estaba naciendo gente y muriendo gente, unas personas reían y otras lloraban, justicias e injusticias acontecían a los humanos víctimas del caprichoso destino. Y él, ¿qué hacía él? Nada. Tan solo observar impasible el constante sonido y el movimiento de las agujas del reloj, a la par que de vez en cuando observaba sin motivo alguno su reflejo en la ventana o lo que había al otro lado de esta. Su vida se escapaba a cada segundo que transcurría sin hacer nada por evitarlo, aún consciente de esto, él decidió tomarse semejante capricho.

Hace calor, pensó el joven. Stone City estaba viviendo una ola de calor aquel verano, aunque por otra parte, reconocía que prefería el calor al frío, odiaba el frío, aquella sensación no la toleraba bien. Nuevamente con la mente en blanco, volvió a deparar sin motivo alguno en el reloj, quien con determinación no cesaba en su labor de marcar los segundos que iban muriendo rápidamente en el tiempo. Karen observó al chico a lo lejos, al fondo de la habitación por un tiempo. Kyle evidentemente se había percatado de ello, incluso del motivo de aquella mirada.

—Ese chico... —susurró Karen. —Me preocupa.

Kyle no supo bien que decir, con pesar observó a Davis en la distancia. Comprendía a que se refería, él también estaba preocupado, especialmente, por lo que tenía lugar dentro de aquella cabeza. Temía por su estado psicológico y moral.

—Perdió recientemente a sus padres, su casa, y los dos únicos conocidos que encontró con vida. —susurró Kyle. —Es normal que no se encuentre bien en estos momentos...

—Siento de alguna manera que su estabilidad mental está un tanto distorsionada... —susurró Karen mirando de nuevo al soldado continuando con el vendaje de las heridas de su hombro. —Ese chico no está bien, se ve claramente con observar su actitud, o al mirarle a los ojos.

—Es probable que sea el que peor lo está pasando de todos nosotros. Me prometí cuidar de él y sacarlo de este infierno, pero...

—¿Pero?

—No sé si podré cuidar de él, temo que su inestabilidad de alguna manera lo haga tirar la toalla para continuar adelante por su propio pie. Ya vi en el ejército casos de gente que perdiendo la cordura se volvieron peligrosos, no solo para ellos mismos, sino también para los que les rodeaban... —contestó con cierta pesadez en sus palabras. —Es un chico débil emocionalmente, probablemente tan frágil como el cristal. Siento que se ha visto dañado por todas las circunstancias por las que ha pasado en este tiempo, incluso con experiencias del pasado, si sigue así es cuestión de tiempo que acabe por romperse.

—Tú haz lo que puedas por él, nosotros te ayudaremos. —comentó Karen. —Pero si acabase sucediendo algo con él y fracasaras en el intento de protegerlo y salvarlo de todo esto, no te atormentes ¿está bien? Como soldado sabes que no puedes salvar siempre a todos, y por mucho que hagas, por muy entrenado que estés, no dejas de ser un simple mortal, tienes tus limitaciones...

—Sí, lo sé. Pero me compadezco de él, siento que tengo la necesidad de sacarlo de aquí con vida. Ese chico ha pasado por muchas cosas, lo sé. No quiero que acabe muriendo en este infierno en donde ha perdido todo lo que tenía. Debe de haber esperanza para él, un futuro en el que pueda disfrutar y alegrarse de haber sobrevivido a todo esto...

—Eso es algo muy noble por tu parte, pero recuerda que tú tienes a gente que también te está esperando lejos de este infierno. Limítate a hacer lo que puedas por él, eres un soldado Kyle, no un salvador. Perderás a uno, pero habrás salvado a otros cuantos en su lugar, no debes de martirizarte si llegase a suceder el peor de los casos.

—Lo sé... Soy un soldado, no un salvador. —susurró frunciendo el ceño mientras observaba los vendajes de su hombro.

—Bien, esto ya está. —comentó la mujer levantándose del sofá.

—Gracias, Karen. —contestó poniéndose con cuidado nuevamente la parte superior de su uniforme militar. —Supongo que el brazo cuanto menos lo mueva mejor ¿no?

—Exacto. Aunque tengas peor puntería, procura usar la pistola con la mano izquierda, y cuando sea imprescindible. De todas maneras Shaun y yo vamos con vosotros, os ayudaremos a llegar a la base militar sin problemas. —respondió con una sonrisa. —Da... —Karen se cortó al contemplar la ausencia del joven que observaba a través de la ventana en silencio. —Se lo guardaré yo en la bolsa deportiva. —comentó por lo bajó dispuesta a guardarle el botiquín en la bolsa.

Shaun se levantó de su asiento cuando Diana se ausentó para ir al servicio, y tras contemplar la pasiva actitud de Davis, prefirió irse a donde Karen y Kyle se encontraban charlando entre ellos.

—Bueno, ¿cuando proseguiremos la marcha? Cuanto antes dejemos que oscurezca peor. —comentó el joven observando a su hermana sentándose en el sofá en el que Kyle se encontraba. —¿No íbamos a buscar a ese tipo?

—La retomaremos lo antes posible. Primero debemos llevar a Kyle, Diana y Davis a la base para que sean atendidos adecuadamente y descansen. —contestó Karen.—Respecto a la misión... —la soldado suspiró. —Killer no me ha contactado para decirme nada. Estoy preocupara por él, Desmond y Nayeli.

—¿De qué misión habláis? —preguntó Kyle intrigado. —¿Tenéis a mas miembros de vuestro grupo fuera?

Karen y Shaun intercambiaron una mirada. La joven mujer pensó por unos instantes en si debía de hablarle del tema, aunque era un compañero de armas, así que suponía que no importaba intercambiar información con él a pesar de ser de las fuerzas del ejército americano y no un miembro de los cascos azules.

—Verás, ¿escuchaste algo sobre la supuesta cura que los científicos del Gobierno estaban diseñando a base de sus investigaciones?

—Sí, algo escuché sobre el tema, pero pensaba que no era mas que un simple bulo.

—Bueno, al parecer no es así, existe una cura, o un prototipo al menos. Al parecer un tipo llamado Alberto robó las pocas muestras de las que se disponían y los datos de su elaboración, y sin que nadie sospechase abandonó la base militar. Mandaron a un equipo de los cascos azules al no haber operarios de la milicia americana disponibles para ir a capturar a ese tipo, capturarlo y recuperar lo que robó. El grupo era el nuestro, además de mi hermano y yo, también hay otro tres miembros, Nayeli, Desmond y mi pareja, Killer. —reveló la mujer observando al soldado americano.

—Espera, a ver si me he enterado. ¿Existe una cura a esto?

—Todo esto, lo que le ha pasado a esta ciudad, ha sucedido por el brote de un virus desconocido hasta la fecha, y los científicos del Gobierno han logrado crear un supuesto prototipo para combatir el virus, pero aún no ha sido probado ni perfeccionado como para ser aplicado a las personas. —contestó Shaun. —Es lo único que sabemos.

—¿Y como es posible que ese tipo robara de dentro de la base aquello y se haya marchado de rositas? Estamos hablando de una base con militares por todos sitios defendiendo la zona.

—Al parecer era un científico que vino desde fuera de Stone City, con otra identidad, y documentación falsa para infiltrarse haciéndose pasar por otra persona. Aunque después de desaparecer se investigó sobre él obteniendo su verdadera identidad. Tras cometer el robo, intuyo que aprovechando su tapadera y el caos de la base con el tema de organizar a tantos civiles con los pocos efectivos que hay, lograría salir de la base sin demasiado esfuerzo. Killer dijo de dividirnos para buscarle, ya que previamente logramos dar con él, pero se nos escapó y tratamos de cubrir mas terreno separándonos. —comentó Karen.

—Sí, y de eso hace ya unas horas, creo. Y ni hemos encontrado al tipo, ni hemos vuelto a poder contactar con nuestros compañeros. —se quejó Shaun.

—Ya veo. —susurró Kyle pensativo.

—Cuando os escoltemos a la base continuaremos con nuestro objetivo. —comentó la soldado observando a su hermano un tanto impaciente por el resultado que estaba teniendo la misión que se les encomendó. —Esperaremos un rato mas para que descanséis un poco mas y os preparéis antes de partir. Queda aún un buen tramo hasta allí.

—Está bien, gracias. Aún necesito algo de tiempo para estar de nuevo listo para salir ahí fuera. —le agradeció el soldado latino con una sonrisa.

—Bien, yo iré a la cocina a tratar de contactar con mis compañeros por walkie. —contestó Karen devolviéndole la sonrisa antes de abandonar la estancia.

Shaun por su parte se fue a buscar a Diana, quien tardaba mucho, para ver si estaba bien o necesitaba algo. Kyle suspiró agotado, sus músculos se sentían pesados, aunque a decir verdad no eran solo sus músculos los que sentía pesados, también sus párpados. El soldado bostezó, tenía sueño, el día estaba siendo mas duro de lo que pensaba, y no había logrado dormir bien desde que se pusieron en marcha las evacuaciones. Desgraciadamente para él, no podía echarse una cabezadita en aquel tentativo sofá sobre el que estaba sentado. Ahora que lo pensaba, habían comenzado a apoyar en las evacuaciones el día nueve, y estaban a once, prácticamente había estado tres días sin poder conciliar el sueño mas allá de unas pocas horas, su cuerpo le estaba pasando ahora factura ante la falta de descanso y el agotamiento físico. Sentía sus ojos cargados y llorosos, por lo que el joven hombre se frotó los ojos tratando de aliviar aquel hormigueo que delataba su fatiga física.

Suspirando con pesadez, miró a donde Davis aún permanecía alejado del resto, completamente ensimismado en su lucha interna. Con cansancio y pesadez, el soldado se levantó de su asiento en su afán de tratar de evitar quedarse dormido, y sin vacilación alguna se acercó a Davis para tratar de entablar conversación con él. El joven vio a Kyle agarrar la silla situada al otro lado de la mesa para sentarse cerca de él, y sin decir nada, ambos permanecieron unos momentos en silencio, observando las luces y sombras proyectadas por el atardecer imparable. Ya en el firmamento se veían varias estrellas, y la silueta de la luna comenzaba a verse.

—¿Cómo te encuentras? —preguntó el joven rompiendo el silencio en la sala.

—¿Ah? Bien, bien, esto no es gran cosa. Karen me ha tratado la herida y te ha guardado el botiquín en tu bolsa. La parte mala sobre a lo que a mi me respecta es que no puedo usar el brazo derecho para nada hasta que las heridas no se cierren. Eso será un inconveniente si nos surge un problema de camino a la base.

—Ya veo... —susurró mirando nuevamente a través de la ventana.

Kyle dibujó una media sonrisa torcida en su rostro no muy conforme con aquella respuesta. Nuevamente, parecía haber cambiado de nuevo a aquella faceta fría, seria y reservada que mostró cuando lo conoció. Ahora que lo pensaba, lo había conocido esta mañana, pero habían pasado por tantas cosas en aquellas pocas horas, que tenía la sensación de que había transcurrido mucho mas tiempo del que realmente había sucedido desde que ambos se conocieron. Para Kyle, era tan evidente que era casi palpable la inestabilidad mental que Davis debía de estar soportando por dentro. Con las horas, con lo que había sucedido, parecía haberse abierto algo mas a él, pero ahora sentía que había vuelto al punto de partida. No obstante tampoco podía quejarse, era normal estar en semejante estado después de todas las puñaladas seguidas que el destino le había dado en tan solo un día, y sin saber siquiera si este aún tenía otras cuantas dagas guardadas para él, para clavárselas en lo que aún quedaba de día...

—¿Escuchaste lo que me comentaron de ese tal Alberto, Killer y la supuesta cura ya confirmada del Gobierno al virus este? —preguntó tratando de entablar conversación.

—Sí.

Un nuevo silencio cayó entre ambos. Entonces Davis se sorprendió al sentir las manos de Kyle cogiendo su mano derecha. Unas manos grandes y ásperas, en contraste con las suyas que eran mas chicas y suaves. Obviamente en ambas manos se notaba a la perfección cuales eran unas manos de alguien que se dedicaba a hace trabajos fuertes que desgastaban y pulían las manos, respecto a alguien que no estaba acostumbrado al trabajo. Los ojos de Kyle examinaban su mano derecha, en donde una venda sucia, ensangrentada y un tanto suelta le cubría un corte que el joven se hizo en su casa.

—Davis, la herida se te ha tenido que abrir, tienes manchas de sangre. También convendría que te la lavaras, la desinfectaras, y te cambiases las vendas. Con el estado en el que están y la herida abierta, es posible que se te infecte. —comentó mirándole a los ojos antes de soltarle la mano.

Davis observó la palma de su mano. Ciertamente, lucía de todo menos higiénica y segura para la correcta curación de su herida. Había pasado por muchas cosas en tan pocas horas, y el no poder evitar dejar la mano tranquila había provocado que el constante abrir y cerrar de la mano, golpes y raspaduras, hiciese que la herida no lograra cerrarse correctamente.

—Supongo que tienes razón. —contestó sin muchas ganas de hablar. —En un rato me lavo, me desinfecto y me pongo otras vendas.

—Voy a por el botiquín y te las cambio yo si quieres. —se ofreció levantándose del asiento.

—Gracias. —contestó viéndolo comenzar a alejarse. —¿Pero por qué te preocupas tanto por mi? Eres un soldado, no un salvador, como dijo Karen. —pronunció deteniendo los pasos de Kyle.

—¿Lo escuchaste? —preguntó girándose para ver al joven observándolo con un rostro indiferente.

—Por encima. Estoy de acuerdo en lo que dijo, por lo que pienso que no deberías de prometerte a ti mismo algo como sacarme con vida de aquí, ni siquiera apegarte a la vida de un civil cuando tú tienes la tuya propia, mas aún teniendo algo que perder si mueres tratando de salvarme, a diferencia de mi tienes una familia que te espera en esa base. —comentó sin ningún ápice de emoción en su tono de voz.

Kyle no supo que responder a ello. No sabía si porque lógicamente tanto él como Karen tenían razón, bien porque él mismo no quería aceptar un hecho como ese, o tal vez por la sorpresa que le produjo escuchar aquellas duras palabras de Davis, en el que él mismo parecía rechazar la idea de ser salvado si su propia vida corriese peligro, dispuesto a aceptar la muerte si le llegaba la hora, o incluso, si era debido a las tres cosas. Kyle suspiró con pesadez rascándose la nuca.

—¿Por qué? No estoy del todo seguro a pesar de que lo mas lógico es anteponer mi vida a la tuya. La misión y la promesa con mi familia son mas importantes que la vida de un solo civil, en teoría, al menos. —comentó observando la mirada indiferente de Davis. —Chico, eres muy joven como para rendirte tan rápidamente. La vida es una hija de puta que te pisoteara y te escupirá mil veces, eso es así, pero del mismo modo que es muy cruel, puede ser muy benevolente con los que realmente se esfuerzan y luchan contra ella, al final, esas personas pueden acabar siendo recompensadas en el futuro.

—¿Futuro? Eso es algo que hoy por hoy doy por perdido, Kyle.

—Mira, Davis, si a mi me ha enseñado algo la vida es que tanto para bien como para mal, nada dura para siempre. No eres vidente, no puedes saber si en el futuro, después de esto, te esperan mas desgracias, o al contrario, la salvación y la recompensa que mereces por todo el sufrimiento que has tenido que soportar. Además... —El soldado pareció avergonzase ante algo que pasó por su cabeza. —Mira, no sé por qué, pero por algún motivo te veo como a mi hijo en versión adolescente, siento que tengo que cuidar de ti, supongo que el sentimiento este paternal me afecta con los críos.

—Tengo diecinueve tacos, no soy un crío. —replicó el joven.

—Y yo veintisiete tacos, chaval.

—Ocho años tampoco es tanto.

—Ocho años son ocho años, además hablo de paternalismo.

—No sé yo... —contestó alargando la última sílaba.

—¿Es que quieres tener siempre la última palabra? —preguntó perplejo por la tonta discusión entre ambos.

—Sí.

Kyle suspiró pesadamente.

—Bueno, yo que sé, es solo un sentimiento, te veo y por algún motivo veo a mi hijo. No puedo dejarte sin mas aceptar la muerte. No puedo dejarte en el estado en el que estás sin mas.

Davis guardó silencio por unos momentos mirando a Kyle. —Gracias, aprecio tu preocupación. —contestó con una sonrisa. —Pero hablando en serio Kyle, no soy tu hijo, tu verdadero hijo está esperándote tras los muros de la base, es de él de quien realmente te tienes que preocupar. Asegúrate de volver y no dejarlo solo con tu mujer, no sería agradable que con ellos se repitiese la misma historia que tuviste tú con tus padres. —comentó observándole seriamente.

—Lo sé. Davis, simplemente procura no hacer ninguna locura, ¿está bien? —contestó seriamente el soldado.

Aquella respuesta sorprendió al joven, pero antes de que pudiese dar alguna clase de respuesta, Karen volvió a la estancia. La joven soldado comunicó que no había logrado obtener respuesta del resto de sus compañeros. Se la veía desanimada a ojos de ambos chicos.

—Bueno, no he logrado contactar con nadie, y ya ha habido tiempo para descansar, creo que deberíamos de seguir antes de que anochezca mas... —comentó Karen algo decaída.

En ese momento Shaun llega con Diana a la sala. Solo necesitó ver el rostro de su hermana para comprender que el intento de ponerse en contacto con sus compañeros fue totalmente inútil.

—Supongo que no pudiste hablar con ellos.

—No. Siguen sin cogerme las llamadas.

—¿Y vosotros dos donde habéis estado metidos? —preguntó Kyle curioso ante todo el tiempo que estuvieron ausentes.

—Al parecer Diana estaba curioseando por la casa tras ir al baño y se quedó jugando un rato con los juguetes de una habitación de los niños que vivían en la casa. —contestó Shaun.

—Ya veo. A todo esto, voy a por el botiquín para desinfectarle y vendarle a Davis una herida que tiene en la mano. Cuando acabe seguimos con la marcha.

—Está bien, pero no tardes mucho. —contestó Karen sentándose en una silla cercana.

Diana se sentó en el sofá en silencio, bostezando, comenzando a ser víctima del sueño. Shaun por su parte encendió la televisión, pero el canal de noticias de Stone City no tenía señal, el resto de cadenas no hablaban de la circunstancia de la ciudad, y si alguno lo hacía, no contaba nada relevante en si acerca de lo que sucedía realmente en Stone. Probablemente la propia milicia americana continuaba entorpeciendo por órdenes del Gobierno el que los periodistas sacasen información acerca de lo que estaba sucediendo ahora mismo en la ciudad, como llevaban haciendo días con los medios de comunicación del resto del país. Tras tratarle nuevamente la herida y cambiarle las vendas Kyle a su compañero, ya con todos preparados, abandonaron la vivienda adentrándose nuevamente en las calles de la ciudad.

A paso ligero, el grupo se adentraba entre las distintas calles y callejones tratando de evitar todos los grupos numerosos de muertos vivientes que andaban sin rumbo fijo por las solitarias calles de la ciudad. Lo que el grupo no sabía era que nuevamente estaban siendo vigilados desde el preciso momento en el que habían abandonado la vivienda, no, en verdad, incluso antes, cuando habían sido avistados dirigiéndose a esta. Tres siluetas humanas se movían a varios metros de distancia saltando por los tejados de los edificios cercanos, pasando de uno a otro empleando las lianas metálicas expulsadas por sus lanzagarfios. En silencio, ocultando sus presencias, tres militares vestidos con una oscura armadura negra ligera y unas máscaras antigas de lentes rojas, les seguían simplemente el paso con esa única misión, por el momento.

—Creo que deberíamos de ir informando ya a la jefa. Tú, ponte en contacto con ella y coméntale la situación —ordenó un soldado de voz varonil al otro miembro masculino del trío—. Y date prisa —le insistió ajustándose la correa con la que se sujetaba a su espalda un cajón metálico alargado.

—Está bien, dame un momento. —contestó escribiendo un mensaje en su PDA.

Michaela, hemos localizado al grupo en el que viajan los hermanos Karen y Shaun Owens, compañeros de Killer, el soldado del ejército de la ONU relacionado con Alberto. No tenemos contacto visual con Killer ni con los dos miembros restantes del equipo, solamente hemos localizado a los hermanos. Con ellos van dos de los supervivientes que la compañía mantiene vigilados. El civil Davis Taylor, quien tal vez pueda tener alguna relación directa o indirecta con Maya y Dyssidia por su amistad con los hermanos Allen y Riliane, y el soldado Kyle Morales, asesino de la comandante Miley Ronald, al servicio del Alto Mando Simon Clifford.

La respuesta por parte de la líder del equipo no tardo en aparecer respondiendo al comunicado de su subordinado.

Está bien, Dawson. Tú y tus compañeros continuad con el plan hasta que me reúna con vosotros, tardaré algo mas de la cuenta, hasta entonces no os dejéis ver ni les perdáis el rastro. He tenido un pequeño encuentro con una vieja conocida en el ayuntamiento que me ha retrasado un poco con la misión.

Está bien, se lo diré a los otros dos.

Bien. ¿Te llegaron los datos del superordenador de las instalaciones designadas a Payne bajo el ayuntamiento?

Sí. En cuanto tenga un rato libre los mandaré a la sede principal.

Perfecto. ¿Cuál es vuestra posición actual?

Estamos ahora en la calle Warren. Moviéndonos por los tejados de los edificios con la ayuda de los lanzagarfios.

De acuerdo. Si cambiáis de localización avísame, pararé cerca para no desvelar nuestra posición, iré en mi moto.

De acuerdo.

—¿Ya te comunicaste con la jefa?—preguntó la mujer del trío de militares.

—Sí. Dice que mas tarde se reunirá con nosotros, le ha salido un inconveniente en el ayuntamiento. —contestó el joven soldado apellidado Dawson. —Oye, Marcos, ¿qué pasó con el grupo de Maya?

—Escapó de la trampa que les coloqué en la biblioteca pública. Les solté algunas de las criaturas de la corporación antes de reunirme con vosotros, para que los acorralasen y acabasen con todos ellos. Se cree que escaparon, ya que mandé a un grupo de reconocimiento a la zona, pero cuando llegaron la biblioteca estaba casi derrumbada y ardiendo en llamas, por lo que me comunicaron que era imposible entrar a comprobar si había cadáveres, solo pudieron ver a simple vista rastros de alguna batalla previa a la destrucción del edificio. —contestó el soldado de mayor edad del trío.

—¿Y las cámaras de vigilancia? Debe de haber varias por la zona. ¿No había alguien usándola para vigilar? —preguntó la joven mujer observando al grupo al que vigilaban avanzando por la calle ignorantes de la presencia militar que los acechaban.

—¿Crees que si hubiera alguien estaría aún sin saber que pasó con ellos, Sullivan? Se supone que Lucy estaba empleando las cámaras de vigilancia de la ciudad para redactar sus informes acerca de las armas biológicas en combate real desde la comisaría de policía, y para controlar los movimientos de Acteón y sus betas por la ciudad, así como la situación de los grupos que la organización vigila. Pero lleva unas horas totalmente inlocalizable, por mas que trato de ponerme en contacto con ella para obtener la información del grupo de Maya no obtengo respuesta de ella.

—¿Los betas de Acteón? Pensaba que la organización descartaba los monstruos que no salían acordes a sus exigencias. —contestó Dawson.

—Bueno, las versiones beta no son fallos como tal. Son útiles, solo que son versiones mas débiles y simples respecto al producto estrella de la compañía.

—Ya veo.

—Chicos, los objetivos se están alejando, deberíamos seguir moviéndonos. —informó la joven mujer apartando la mirada del suelo para observar a sus acompañantes.

—De acuerdo Sullivan. A ver cuando acabamos esto... No me agradan mucho los aparatos estos para moverme por las alturas... —comentó Marcos observando el lanzagarfios que empuñaba.

—¿Miedo a las alturas? —preguntó la fémina con un ligero tono de burla en su voz.

—No. Claro que no tengo miedo a las alturas. Se lo tengo a estos aparatos. —contestó aparentemente molesto. —Parece tan frágil, siento que la cuerda metálica se romperá en cualquier momento mientras estoy pasando de un edificio a otro.

—Ya, a mi tampoco me sorprendería que se te rompiese el cable. —Suspiró Dawson. —Tiene que ser difícil resistir el peso de todo ese exceso de músculos que tienes. —comentó con cierta malicia.

—Cierra el pico y mueve el culo, viejo. —contestó siendo el primero en abandonar el tejado empleando el lanzagarfios.

—Justo a su ego narcisista. Eso debió de doler. —comentó Sullivan riendo por lo bajo antes de seguirle el paso a Marcos.

No obstante, el rostro de Dawson cambió a uno mas serio una vez que sus compañeros de equipo se alejaron. Sin decir nada, el joven se asomó por el tejado para ver con gravedad como el grupo se alejaba mientras derrotaban a algunos muertos vivientes que les salían al encuentro. Para Dawson, el problema, lo que realmente le preocupaba, no era precisamente que se estuviesen alejando, era mas bien lo que sucedería una vez la líder de los Silver Wolfs, Michaela Evans, se reagrupase con ellos tres dando paso a la segunda parte del plan. Lanzando un pesado suspiro, el joven soldado apretó el gatillo de su lanzagarfios y abandonó el tejado de la edificación sobre la que se encontraba, siguiéndole el paso a sus dos compañeros de armas.

Mientras tanto, en el suelo, Shaun, Karen, Davis, Diana y Kyle proseguían en su marcha a la base militar, en donde una vez llegaran acabaría la aventura para la mayoría de ellos. Por aquel entonces ya la noche había caído, hacía ya tiempo atrás que los últimos rayos de sol se habían desvanecido ganando las sombras la eterna batalla contra la luz del atardecer.

—¿Cómo llevas el hombro, Kyle? —preguntó Davis, quien durante todo el trayecto se había dedicado a caminar en silencio tras el resto de sus compañeros. —¿Aún te duele?

—No, bueno, un poco, pero no es para tanto. No te preocupes por mi, Davis. —contestó sin dejar de observar cada rincón de la calle por la que transitaban.

—Oye, ¿y tú como te hiciste la herida de la mano? ¿No te habrán mordido, verdad? —preguntó Karen sujetando el walkie en la mano.

—No. Solo me corté, nada mas.

—Ya veo.

—Oye, y tu novio, Killer, ¿realmente ese es su nombre? Es algo extraño para ser el nombre de una persona.

—No, es solo un mote por el que le gusta que le llamen. Se llama... —pero la joven soldado no terminó de responder cuando se vio interrumpida por Shaun.

—¿Sigue sin contactarte?

—No, no he recibido ningún comunicado por su parte, ni de Desmond, ni Nayeli... Temo que...

—Tranquila, estarán bien. —se anticipó su hermano a la respuesta que su hermana iba a emplear. —Puede que se les hallan estropeado los walkies, o estén en una zona donde no halla cobertura, o simplemente estén demasiado liados con la misión... No te pongas en lo peor, ¿de acuerdo? Estamos hablando de Killer, es un buen soldado, igual que los otros dos, seguro que están bien.

La joven suspiró y asintió pesadamente con la cabeza tratando de confiar en sus palabras. Diana, absorta por completo de la situación que les rodeaba, libraba internamente una frenética batalla contra el sueño. Davis observó con curiosidad a la pareja de hermanos.

—Tengo curiosidad. —comentó Davis atrayendo la mirada del trío de adultos. —¿Cuáles son las funciones de los cascos azules exactamente? ¿Qué os diferencia de otros ejércitos?

—Como cuerpos militares formados para crear y mantener la paz mundial, la mayoría de nuestras funciones giran en torno a esta. —contestó Karen. —Viajamos por el mundo para resolver conflictos bélicos o los efectos producidos por un gran desastre. Hacemos cosas como supervisar el alto el fuego durante una guerra, ayudar y proteger a las víctimas de grandes desastres, desarmamos e inmovilizamos a combatientes... En general, velamos por la paz y la justicia en el mundo.

—Básicamente, a diferencia de otros ejércitos, nosotros no servimos a los intereses de un país determinado. Trabajamos para todo el mundo. —añadió Shaun. —Nuestros métodos por lo general son mas pacifistas respecto a los ejércitos generales de cada nación, que tienen fines y métodos mas bélicos. Nosotros anteponemos el pacifismo primero, y la violencia después, si no queda otra que emplearla para proteger a otros o a nosotros mismos.

—Los miembros del ejército de la Organización de las Naciones Unidas está formado por militares y policías de diferentes partes del mundo, gente capacitada que los países miembros de la ONU ponen en servicio para cooperar en la resolución de problemas bélicos y desastres a gran escala en zonas determinadas del mundo. —añadió Kyle otra de las diferencias.

—Mmm... En ese caso, realmente la ONU no tiene un ejército propio, mas bien es como que alquila miembros para sus filas a los Gobiernos de otros países. —comentó Davis pensativo.

—Sí, es algo así. —respondió Shaun.

—Entonces, si el ejército de la ONU está suministrado por el efectivo dispuesto por los gobiernos de distintos países... ¿Eso significa que otros países saben lo que está sucediendo aquí? —preguntó el joven intrigado. —Si cedieron parte de sus milicias para enviarlas a la ciudad, deben de saber que sucede aquí, ¿no? Dudo que manden efectivos sin saber a donde van y que van a hacer.

Un basto silencio y un intercambio de miradas entre el trío militar fue la muda respuesta que obtuvo de primeras. El joven se percató de aquello, y extrañado, volvió a preguntar lo mismo.

—Siéndote sincera, Davis... —contestó Karen. —No estoy segura de si el resto de Gobiernos del mundo lo saben, y si lo saben... No nos informaron de lo que realmente sucedía.

—¿Quieres decir que no sabías nada de lo que pasaba cuando os enviaron aquí? —preguntó intrigado.

—Yo no sabía nada, ni Shaun, ni el resto de mi equipo, ni otros de nuestro compañeros. Nosotros vinimos aquí para resolver un problema relacionado con asesinatos y las desapariciones en masa por parte de un grupo numeroso de personas no identificadas, alguna clase de grupo organizado, posibles terroristas... Nos imaginábamos algo como eso al principio. Nos enviaron aquí para descubrir que sucedía y ayudar ante la alarma social generada por la ciudadanía ante un problema que ni las propias autoridades de la ciudad eran capaces de resolver. —contestó la joven militar sin detener sus pasos .—No se nos dio prácticamente detalle alguno de los criminales tras todas aquellas matanzas y desapariciones, ni la manera de actuar, ni siquiera acerca de la situación general de la ciudad. Simplemente nos mandaron con esa misión.

—Stone City no paraba de salir en los medios de comunicación con todo esto. Pero que Stone fuese conocida fuera de sus fronteras no era algo nuevo. Años atrás, mucha gente desapareció en la ciudad y no se la volvió a encontrar, normalmente eran vagabundos, prostitutas, drogadictos, y gente a la que la sociedad solía ignorar por lo que eran. Aunque también desapareció gente normal y corriente, ciudadanos de a pie. Hombres, mujeres, niños, ancianos, negros, blancos... Gente de toda clase. Todos desaparecieron sin dejar rastro, aquellos casos de desapariciones hasta la fecha no han sido resueltos. —añadió Shaun haciendo memoria. —También hace muchos años, hubo un extraño asesinato que también quedó sin resolver, y que se cree relacionado con el tema de las desapariciones. Una joven pareja había sido encontrada calcinada dentro de su vehículo cerca de las afueras de la ciudad. Los cadáveres presentaban heridas de bala, así como gran parte del vehículo estaba cubierto de los orificios provocados por estas. Debido a la zona en la que fue encontrado el vehículo y a las horas de la noche o de la madrugada en las que tuvo lugar el asesinato, nadie se percató de aquello hasta la mañana siguiente. No se supo nunca acerca de quien o quienes asesinaron a esa pareja o el motivo del asesinato, ni siquiera, del paradero del hijo de la pareja asesinada.

—Los medios internacionales se hicieron eco de toda esa red de desgracias que se fue dando a lo largo de varios años, hasta el día de hoy. Mas aún, cuando la policía de la ciudad fue incapaz de resolver todas aquellas desgracias hasta la actualidad. Si sumas eso, y el desastre actual, no es muy extraño que la ONU y el ejército americano hallan acudido a ayudar ante la nueva desgracia en la que Stone City se está viendo sumergida. —comentó Karen. —Mi hermano, yo, y el resto de cascos azules no supimos nada de los zombies hasta que estuvimos ya en la ciudad y se nos informó de todo en la base militar.

Shaun se quedó unos instantes observando a Kyle mientras Karen hablaba. Su actitud seria pero tranquila no parecía dar indicios alguno de sorpresa acerca de lo que le escuchaba a su hermana decirle a Davis. Aquella actitud le extraño bastante, por lo que no pudo evitar preguntarle para tratar de saciar sus dudas.

—Oye Kyle. Tú sabías de esto antes de llegar aquí, ¿verdad?

La pregunta de Shaun atrajo las miradas de Karen y Davis hacia el soldado, quien al verse objeto de las miradas de sus compañeros, suspiró pesadamente.

—Sí, yo sabía lo del tema de los zombis antes de llegar a la ciudad, unos días antes de hecho. Se nos dio información a través de los reportes de los policías de la ciudad, documentos que solo el Gobierno tiene en su poder, así como un vídeo de una misión en las montañas próximas a la ciudad que recogía los sucesos que un grupo de policías vivió tratando de buscar a unos compañeros desaparecidos en una antigua operación. La misión de Stone estaba calificada como alto secreto, no podíamos decirle nada a nadie, si revelábamos la verdad desatando el pánico social fuera de la ciudad, el castigo para nosotros sería muy severo. No nos quedó otra que guardar silencio para evitar que cualquiera información saliese de la ciudad —contestó el joven soldado americano con un semblante serio a sus compañeros. —Un extraño virus, zombies, gente muriendo y desapareciendo por toda la ciudad, asesinatos macabros en masa, la ineptitud de la policía a la hora de tratar de resolver las cosas... Por no hablar de la manera tan torpe y lenta en la que el Gobierno estadounidense reaccionó sobre el tema... Si todo aquello se filtraba y el mundo se hacía eco de lo que realmente sucedía, mas aún teniendo en cuenta el historial de Stone de años atrás, todo acabaría desencadenando en un revuelo internacional de gran magnitud que no beneficiaría a nuestro Gobierno.

—Ciertamente, el Gobierno y la autoridades competentes de la ciudad serían a los que mas perjudicaría todo este incidente. El Gobierno de los Estados Unidos es uno de los gobiernos mas poderosos y influyentes del mundo, si el resto de naciones supiesen lo que este ha permitido que sucediese, la desconfianza y los conflictos internacionales con los Estados Unidos podrían suponer un declive para el poder del país. —comentó Davis pensativo tras escuchar a sus compañeros. —El Gobierno de los Estados Unidos está implicado en esto. Puede que ellos no fuesen los causantes, pero la manera en la que actuó ha provocado la situación actual.

—No sé si los gobiernos que mandaron a sus efectivos a servir bajo las órdenes de la ONU, o si la mismísima Organización de las Naciones Unidas saben la verdad o no sobre los zombis y toda esta mierda, o si por el contrario a ellos también les engañaron diciéndole lo que a nosotros para que nos mandaran aquí. —dijo Shaun mostrándose bastante serio. —Yo lo único que sé es que el Gobierno estadounidense está completamente desesperado por ocultar lo que pasa a los propios ciudadanos de Stone, a los medios de comunicación, y al resto del mundo para no perder el poder que los Estados Unidos tiene respecto al resto del planeta.

—La verdad es que estoy sorprendido... No era consciente de todas las sombras que envolvían a la ciudad... —susurró Davis pensativo. —Cientos de desapariciones, aquel asesinato sin resolver, la extraña manera de actuar del Gobierno, la ineptitud de las autoridades de la ciudad, los zombies... De alguna manera siento como que todo está relacionado.

—Yo pienso igual. —contestó Kyle. —Antes en el supermercado, estuve hablando con los cascos azules sobre el tema, sobre que las cosas parecían tener alguna clase de relación unas con otras. Pero bueno, no tiene sentido pensar en eso, dudo mucho que algún día sepamos la verdad de lo que está sucediendo en esta ciudad. Además, apuesto que aún quedan muchos mas enigmas por descubrir.

Cuando Davis quiso contestar a Kyle dando nuevamente su opinión, este se tuvo que tragar su propia contestación cuando una gigantesca explosión sobresaltó a todos, quienes con la guardia baja no pudieron evitar ocultar el susto producido por el impactante sonido. Volteando sus cabezas al lugar de donde se produjo, varias calles atrás, en el margen derecho, una gran bola de fuego y humo sobresalió entre los edificios de alrededor de la explosión.

—¡¿Eso era el ayuntamiento?! —exclamó Davis impactado.

—¡¡A cubierto!! —advirtió Kyle siendo el primero en divisar la amenaza aérea que se dirigía a la posición en la que se encontraban. —¡¡Caen escombros!!

Corriendo a ocultarse como podían, los miembros del grupo comenzaron a escuchar los primeros impactos de los cimientos que habían salido volando por los aires a muchos metros de altura por la explosión, cayendo ahora peligrosamente en un radio de varios metros a la redonda. Rocas de dimensiones variadas, desde una pelota de tenis, hasta el tamaño de un vehículo comenzaron a llover golpeando con fuerza casas, comercios, vehículos, mobiliario urbano, y algún que otro muerto viviente por las proximidades. Karen y Davis tuvieron que salir alejándose rápidamente de detrás del vehículo tras el que se ocultaban al ver como desde los cielos un gran pedazo de escombro de casi el mismo tamaño del vehículo se dirigía peligrosamente a ellos. Por suerte, la única víctima del golpe fue el vehículo que habían utilizado como cobertura, el cual había quedado completamente destrozado ante el increíble impacto.

—¡¿Estáis bien?! —preguntó Shaun oculto bajo el techo de un comercio cercano junto con Diana, a la cual envolvía entre sus brazos protegiéndola. —¡Karen, Davis!

—¡Sí, estamos bien! —contestó su hermana al otro lado de la calle mientras se levantaba del suelo junto con Davis. —¡¿Qué demonios fue eso?!

—El ayuntamiento de la ciudad, es lo único que se me ocurre debido a la zona en la que ha sucedido la explosión. —contestó Davis.

El grupo observó desconcertado la zona en la que se había visto aquella gran llamarada, ahora, toda la zona estaba envuelta en una gran nube de humo y polvo. Por otra parte, ya no se veían mas escombros caer del cielo, podían estar tranquilos.

—¿Cómo pudo explotar el ayuntamiento? —preguntó Shaun reagrupándose con sus compañeros junto a Diana.

—Eso no pudo explotar solo, alguien ha debido de hacerlo. —susurró Kyle mirando con seriedad en la dirección en la que anteriormente se había localizado el ayuntamiento de la ciudad. —Tal vez hayan sido mas soldados de esos que trataron de eliminarnos...

—¿Cómo estás seguro de eso, Kyle? —preguntó Davis.

—No he dicho en ningún momento que esté seguro. Ni siquiera veo por qué motivo alguien haría explotar ese edificio. Pero si lo pensamos, es lo mas probable, al menos si lo comparamos con que hubiese sido un civil o un militar aliado. —Kyle suspiró pesadamente arrascándose la nuca. —Está bien, sea como sea lo mejor es continuar avanzando a paso ligero, quien sabe si quien ha hecho explotar el ayuntamiento está en las cercanías, o si nos toparemos con grupos numerosos de zombis atraídos por el escándalo.

—Está bien, continuemos. —contestó Karen siendo la primera en dar los primeros pasos.

A paso ligero, el grupo continuó recorriendo la aparentemente interminable calle que aún continuaba extendiéndose varios metros al frente hasta la intersección mas próxima. Mientras tanto, siguiendo los pasos del grupo, varios metros por delante, el trío de soldados recibió la llegada de la líder de los Silver Wolfs, lista para ejecutar el siguiente paso del plan. Quitándose la máscara de vidrios rojizos, una mujer de largos cabellos oscuros se dejó ver ante la mirada de sus tres subordinados.

—¡¡Wao!! ¡¿Pero que te ha pasado?! —exclamó Marcos al ver su rostro amoratado.

—Es... una larga historia. —suspiró haciendo caso omiso al asombro de sus compañeros. —Lo primero es lo primero, la misión. Después ya os contaré que me ha sucedido en el ayuntamiento. —contestó encaminándose hacia el bordillo del tejado para ver a lo lejos al grupo acercarse. —Informe, Dawson.

—Karen y Shaun Owens, dos miembros del ejército de las Naciones Unidas. Kyle Morales, soldado del ejército americano. Davis Taylor, civil, lo mismo con la niña. Localizamos al grupo mientras perseguíamos en secreto a los Owens, quienes llegaron alertados por un tiroteo organizado por la sargento Ronald contra un numeroso grupo de civiles y soldados de la ONU. El soldado de las milicias americanas acabó con la sargento, y junto al resto de cascos azules, acabaron con su pelotón. Tras encontrarse los allí abajo presentes, entraron a una vivienda a descansar un tiempo, y hasta ahora les hemos estado siguiendo el paso. —informó resumidamente el joven militar de oscura armadura.

—¿Qué hay del resto del equipo de los Owens? ¿Se sabe algo del perro de Alberto? —preguntó apartando la vista de la calle para observar a su subordinado.

—Negativo. El grupo se separó para buscarlo, y hasta ahora no se han vuelto a reagrupar. La mujer, Karen Owens, ha estado todo este rato con el walkie en mano, tratando de contactar en varias ocasiones con sus compañeros. No obtuvo resultados. Respecto a Alberto, no se ha vuelto a saber nada desde que Lucy lo encontró empleando las cámaras de vigilancia de la ciudad, cuando este se encontró con el grupo de los hermanos Owens antes de separarse.

—Ya veo...

—A todo esto, Michaela... —se metió Marcos en la conversación. —Respecto a Lucy, he tratado de contactar con ella en varias ocasiones, pero no me coge las llamadas desde hace unas horas.

—¿Qué no te lo coge? ¿Cómo que no te lo coge? —preguntó un tanto desconcertada. — Se supone que debe de estar en su puesto durante la misión, metida en la comisaría empleando las cámaras para cumplir los objetivos que se le habían asignado.

—Lo siento, Mich. Eso es todo lo que te puedo decir, por lo demás no sé mas que tú.

La mujer de oscuros cabellos se quedó unos momentos en silencio lanzando la vista al suelo. Las cosas estaban yendo bastante mal para ellos, nada estaba saliendo como lo habían planeado. Era imposible contactar con Lucy, el paradero de Alberto seguía siendo desconocido, lo mismo con Killer y sus dos compañeros, quienes por el momento no se habían reagrupado con los Owens, por no hablar de aquel encuentro fortuito con su querida hermanastra, cuyos compañeros tenían en su poder la documentación de Lucy que dejaba mas que patente la conexión de su compañía con los sucesos de la ciudad... Un momento... Los documentos de Lucy... ¿Los tenían sus compañeros?

—¿Qué sucede, Mich? —preguntó Sullivan al verla demasiado pensativa.

La mujer de oscuros cabellos elevó la mirada ante la pregunta.

—Algo me dice que Lucy o está muerta, o ha abandonado su puesto de trabajo. —contestó con un semblante serio a sus tres compañeros de equipo.

—¿Por qué lo dices? —quiso saber Dawson.

—Bajé al complejo subterráneo bajo el ayuntamiento para recopilar toda la información del superordenador para pasártela. Desgraciadamente me percaté de que alguien me había visto entrar al ayuntamiento y me estaba siguiendo por las instalaciones subterráneas. —contesto con desgana.

—¡¿Te siguieron?! ¡¿Quién?! —preguntó Sullivan.

—Una agente de policía. Una vieja conocida mía que al parecer encontró la carpeta de documentos de Lucy. Gracias a esos documentos ella y sus amigos saben todo acerca de lo que está pasando en la ciudad, nuestra organización, e incluso lo de los bombardeos.

—Supongo que se lo quitaste, ¿no? —preguntó Dawson. —O los mataste al menos.

—No. La carpeta de documentos la tenían unos amigos suyos, quienes tenían que estar en algún sitio ocultos. Traté de acabar con ella, pero es una mujer dura de pelar, la verdad, está casi a mi nivel en combate. Tras terminar de enviarte la información activé el sistema de destrucción de la instalación y vine tan rápido como pude. Ella y el tipo que la acompañaba ya deben de estar muertos, en el estado en el que los dejé tras el combate sería difícil que hubiesen sobrevivido a la explosión del ayuntamiento. —la mujer se quedó unos instantes en silencio echando una mirada nuevamente al grupo que continuaba acercándose mientras hablaban. —Si ella y sus compañeros tienen los documentos de Lucy, solo me queda pensar que o está muerta, o por lo que sea ha abandonado su posición. Y respecto a los documentos, no hay problema, sus compañeros morirán junto a la ciudad mañana. No hay de que preocuparse.

—Ya veo, entonces no hay problemas con que esos documentos hallan caído en manos de esa gente. —comentó Marcos.

Michaela apartó la vista de la calle para observarle unos instantes de pies a cabeza. —Entonces... Dices que no sabes nada sobre el grupo de Maya, ¿no es así? —preguntó clavando una feroz mirada en su subordinado. —Tenías una misión, ¿recuerdas?

—Sí, lo sé. Encontrar al grupo y asesinarlo. Traté de dar con ellos coordinándome con Lucy para saber el paradero del grupo y tenderles algunas trampas empleando algunos de los monstruos de la organización. La última vez que supe algo de ellos fue por la zona de la biblioteca pública, les solté algunas de las criaturas y tras eso, tras perder el contacto con Lucy, no volví a saber de ellos. —contestó el soldado no muy preocupado por la mirada de su jefa. —Este par me avisaron de que dieron con los Owens, por lo que me fui a reunir con ellos para tratar de dar al final con Alberto. Pero no te preocupes, Mich, contacté con el alto mando Ripper, le pedí que se hiciese cargo de mi tarea teniendo en cuenta que ella se está ocupando de acabar con la milicia y los civiles que pilla por medio junto al sargento Riley y sus respectivos pelotones. —se excusó el soldado quitándole peso al asunto. —Si daban con ellos solo tendrían que asesinarlos a todos.

—Bueno, si se ocupan ellos supongo que está bien. El capturar a Alberto y recuperar todo lo que robó a Esgrip y a los científicos de la base es vuestra principal prioridad. —contestó antes de soltar un pesado suspiro. —Cuando acabe aquí marcharé a las instalaciones de Barboza y después a las de Lucy, quiero saber si sus empleados saben algo de ella.

—Está bien.

—Jefa, el grupo se acerca. —comentó Dawson echando un vistazo a la calle.

—Bien, pues vamos allá. Preparados para el siguiente paso, chicos.

Sin descanso, los pasos de los supervivientes no se detenían en su objetivo hacia la base militar. Un basto silencio cubría la larga calle y sus alrededores tras la impactante explosión del ayuntamiento de la ciudad. La reconfortante brisa veraniega era lo único que, junto a los pasos del grupo, producía algún sonido al mecer las ramas de los árboles cercanos y al desplazar la basura que se amontonaba por las calles. Ninguno de los presentes había vuelto a hablar tras la explosión por el temor de ser descubiertos por los causantes de la explosión o por los grupos de muertos vivientes que con toda seguridad se moverían en dirección a la explosión de hacía un rato. Los ojos de los supervivientes rastreaban cada rincón de la interminable calle ante la mala iluminación de la misma.

Bajo la constante luminosidad intermitente por parte de algunas de las farolas que aún funcionaban, Kyle y los hermanos Owens observaron signos de una antigua actividad militar en la zona. Varios vehículos habían sido volcados y estratégicamente colocados a modo de cobertura. Otros en cambio habían sido colocados a modo de barrera para cortar el avance de los zombies calle abajo, desgraciadamente aquella improvisada barrera ahora estaba abierta por muchas zonas, signo mas que evidente del fracaso al tratar de contener los miles de muertos vivientes que se dirigían al centro de la ciudad. Casquillos de balas, algunas armas, rastros de sangre, y multitud de cadáveres se extendían por lo largo de la calle hasta la intersección mas próxima, a donde el grupo logró llegar.

—Parece que el intento de contenerlos fue en vano. —comentó Karen entrando en mitad de la intersección.

El grupo observó como en el centro de esta, los indicios de la batalla continuaban extendiéndose entre los vehículos colocados como coberturas. Norte, sur, este y oeste, las cuatro vías en las que la intersección se abrían habían sido cortadas también con vehículos, pero como ya venía observando durante la caminata, aquellas cuatro barreras también habían sido abiertas por el avance zombie. Davis observó a su alrededor, el número de civiles, soldados y zombies muertos y tirados sobre el asfalto era muy elevado, a simple vista, diría que entre todos los cadáveres sumarían poco mas de un centenar.

—Los grupos de civiles debieron de pasar por esta calle de camino al centro de la ciudad, atrayendo a gran cantidad de muertos vivientes tras ellos. —comentó Kyle mirando los cadáveres que se esparcían en todas direcciones.

—Esta zona me suena. —dijo Davis mirando a su alrededor. —Creo que mas o menos esta calle podría considerarse parte de la zona residencial de la ciudad. Creo que ya hemos logrado dejar los suburbios atrás.

—¿La zona residencial? —preguntó Shaun.

—Sí.

—Entonces eso es bueno por una parte, y malo por otra... Estamos mas cerca de la base militar, si salimos de aquí solo quedará atravesar el centro de la ciudad hasta encontrar la base, adentrándonos entre las calles comerciales. Por otra parte, al estar aquí, estamos en una de las zonas donde mas número de personas de la ciudad viven. Es probable que nos encontremos con un mayor número de enemigos respecto a los que nos hemos ido encontrando antes. —comentó Shaun mirando a Davis.

—Ya veo... ¿Y qué camino seguimos? Viendo el panorama, no sabría decir que camino nos convendría coger para mantenernos alejados de los zombies...

—Tenías un mapa, ¿no?

—Sí. —contestó comenzando a sacarlo de su bolsa deportiva.

—Vamos a echarle un vistazo para buscar la ruta mas corta.

Mientras el dúo hablaba acerca de la situación, Karen observaba a su alrededor que los militares muertos eran tanto del ejército americano como de la ONU. Le apenaba ver a tantos compañeros caídos, mas aún sabiendo que probablemente hubiesen muerto dejando a sus familias, sus amigos y sus vidas atrás, lejos de Stone, en sus ciudades de origen, o en los países de los que venían, en caso de los cascos azules fallecidos. Por no hablar también, de que probablemente al igual que ella, Shaun y Kyle, todos aquellos soldados habían muerto sin saber realmente lo que estaba sucediendo a ciencia cierta en la ciudad, así como con total seguridad, sus familias y amigos tampoco sabrían mucho acerca de los detalles exactos de las muertes de sus seres queridos.

Karen lo sabía bien, sabía que aquel sufrimiento, que aquellas mentiras, y aquellas sombras que rodeaban los acontecimientos de la ciudad no acabarían aunque el problema en ella acabase por solucionarse de alguna manera. Después, el calvario continuaría para los seres queridos de todas aquellas personas que habían muerto en la ciudad, así como era consciente de que por muchos velos que las personas de las altas esferas corriesen en torno a lo sucedido en la ciudad, la verdad acabaría por salir de alguna manera causando un gran revuelo a nivel internacional. Para ella, ocultar por siempre todo lo que estaba sucediendo en la ciudad era algo completamente imposible. Todo eso era demasiado grande como para ser ocultado a los ojos del mundo para siempre.

Por otra parte, ajena a los adultos, Diana observaba casi sin inmutarse los cadáveres que se amontonaban por todos sitios, alejando la mirada de aquellos que lucieran terroríficos o desagradables a simple vista. Kyle se percató de aquello y se acercó a hablar con ella. Ahora que lo pensaba, la chica no era muy habladora que digamos, incluso menos que Davis, que ya era decir... Aunque suponía que era normal, era aún muy pequeña, además, probablemente apenas entendiese lo que estaba sucediendo a su alrededor, por no hablar de que se encontraba completamente sola sin sus padres, pasando su cuidado de mano a mano de adultos y gente que ella desconocía por completo y que habían decidido hacerse cargo de ella temporalmente, como fue el caso de Crystal y Jim, quien sabe si alguien mas se ocupó de ella antes que aquella pareja, y ahora, eran ellos los que debían de cuidarla.

—¿No te dan miedo? —le preguntó el soldado arrodillándose a su lado.

—No —contestó tímidamente—. Algunos parecen dormidos.

—Ya veo...

—¿Está toda esa gente muerta? —preguntó mirando al soldado con una mirada inocente.

—Sí Diana, esa gente está muerta —contestó con un suspiro.

Aquella pregunta le confirmó finalmente el nivel de inocencia de la joven, inocencia que la protegía de la realidad que la estaba rodeando en aquellos precisos momentos. Tal y como pensaba, era demasiado pequeña para entender lo que veía o lo que escuchaba, y menos aún la gravedad de las situaciones que se daban a su alrededor.

—¿Qué edad tienes, Diana?

—Siete.

—Siete años... Ya veo... —comentó pensando para si mismo que rondaba la edad que él mismo imaginaba. —¿Estás cansada?

—Sí. Tengo mucho sueño. —contestó asintiendo con lentitud.

Era bastante evidente el agotamiento físico de la chica. Su rostro se veía bastante agotado, pero desgraciadamente aún no podría dormir hasta que llegasen a la base militar, aún quedaba mucho tramo que recorrer hasta llegar.

—Pues deberás de aguantar un poco mas, aún falta por llegar. Si ves que no puedes me avisas y te llevo yo en brazos. —le propuso el soldado con una sonrisa.

—Vale. Mmmm...

—¿Mmmm? ¿Qué pasa?

—¿Mis papás estarán también muertos? —preguntó mirándole a los ojos.

Kyle torció los labios. Lo veía en sus ojos, aquella niña de mirada tímida e inocente le estaba preguntando por algo delicado e importante como era la muerte de una persona, en este caso de sus padres. No obstante, la mirada y el tono de voz derrochaban tal inseguridad que le transmitían a Kyle la impresión de que ni siquiera ella sabía bien que le estaba preguntando. Para él, probablemente Diana no entendiese que era la muerte, ni lo que significaba que una persona muriese, mas aún si esa persona era alguien cercano a ti. Por unos momentos el soldado envidió su inocencia. Aquel escudo natural que protegía a todos los niños de la maldad del mundo real. Desgraciadamente, aquello era algo que con el paso de los años iba desapareciendo, a medida que las personas crecían haciéndose conscientes de la verdad que giraba en torno a la sociedad y al mundo que les rodeaba, contaminándose con aquella desagradable realidad que formaba el mundo de los adultos.

Un mundo en blanco y negro donde la felicidad no estaba asegurada, un mundo donde podías ser pisoteado y olvidado, un mundo plagado de injusticias y sacrificios, un mundo en donde no todos lograban terminar sus vidas con un final feliz. Muy por el contrario al mundo utópico que los dibujos animados solían pintarles a los niños, haciéndoles ver que ser adulto era algo “guay”, pues ser adulto era sinónimo de ser libre y hacer lo que uno quisiese. Para ellos, ser adultos era no tener que ir a la escuela y que nadie te castigase o regañase por ello, no hacer deberes ni tener a nadie que te esté mandando constantemente, suponía también trabajar de cualquier cosa que quisieses ganando mucho dinero, tener un coche muy rápido, una casa muy grande, familia, tiempo libre, una pareja muy atractiva, y toda la libertad para ser y hacer lo que uno quisiese. Que lejos de la realidad... Los niños deseosos de crecer para ser adultos, y los adultos queriendo muchas veces volver a ser niños... Bendita inocencia.

—No te preocupes por eso. Seguro que están bien, Diana. —contestó el soldado con una sonrisa acariciando la cabeza de la chica de oscuros cabellos.

—Vale. —asintió con algo mas de ganas mostrándole una pequeña sonrisa.

Un disparo sobresaltó a los presentes, y después, un grito. Kyle tardó unas décimas de segundos en reaccionar, y cuando lo hizo, rápidamente agarró a Diana para lanzarse junto a ella a cubrirse tras un autobús volcado apenas a dos metros de distancia de ellos. Karen por su parte reaccionó de igual manera ocultándose rápidamente tras un gran contenedor de basura en el margen derecho de la acera.

—¡¡Shaun!! —exclamó Davis al verlo caer al suelo.

El miembro de los cascos azules cayó casi al mismo tiempo que el disparo fue efectuado. En el suelo, este se retorcía agarrándose la pierna, de la cual emanaba una gran cantidad de sangre que impregnaba de la carmesí coloración el pantalón del soldado. Otra bala silbó por el oído de Davis, quien de inmediato se agachó y trató de ocultarse tras un vehículo cercano arrastrando a Shaun por los antebrazos. Tras las dos primeras balas, una lluvia de estas comenzó a caer con crueldad contra las coberturas tras las que se cubrían los supervivientes. Kyle no tardó mucho en dar con sus atacantes. A varios metros de distancia, en el tejado de un edificio de varias plantas, cuatro militares con un uniforme oscuro les disparaban desde aquella localización.

—Has fallado, Sullivan —comentó Marcos observando a la chica que miraba hacia sus objetivos a través de la mira de un rifle. —Podrías haberle dado en la cabeza.

—No te preocupes por eso, Marcos. —comentó antes de mirar hacia el soldado situado a su espalda. —Mira.

La joven mujer uniformada le mostró una bala con la punta cristalizada, y en su interior, un líquido grisáceo que se agitaba con los movimientos de la joven. Marcos lo comprendió entonces. Aquello no era una bala normal y corriente, era una bala con un compartimento de cristal que tenía en su interior una dosis del virus que provocó la tragedia zombie en Stone City.

—Ya veo. —intervino Michaela. —Esa bala mata de forma certera sin importar en que parte del cuerpo se introduzca.

—Si no te mata la bala, te matará el virus. —completó Dawson.

—Bingo. —contestó la joven animadamente —No importa a quien matemos, ya sea a Karen o a Shaun, con que uno solo muera y acabe desesperándose, el que quede hará lo imposible para reunirse con los otros tres miembros de sus grupos, y tal vez así logremos dar con el maldito Alberto de una vez por todas.

—Ya veo, bien pensado. —contestó Marcos.

—No ceséis el fuego. Separadlos, no me importa quien, pero al menos debemos de separar a uno del rebaño. —ordenó la líder del grupo antes de apretar el gatillo de su subfusil descargando una lluvia de balas contra el vehículo tras el que Davis y Shaun se refugiaban. —¡¡Vamos!!

Ante su orden, el trío de soldados se esparció por todo lo largo del tejado buscando posibles ángulos por los cuales obligar mediante sus disparos a salir a los supervivientes de sus coberturas. Un intercambio de fuego se produjo cuando finalmente Kyle y Karen comenzaron a disparar en dirección a la localización del grupo militar.

—Parece que ya dieron con nuestra ubicación —informó Sullivan apretando el gatillo de su rifle.

Michaela chasqueó la lengua tras echar un breve vistazo a su reloj. Tenía demasiada prisa como para pegarse ahí media hora intercambiando fuego con aquellos supervivientes, por no hablar que corría el riesgo de que por accidente alguno de los disparos de sus hombres acabaran matando a quienes no debían de asesinar. Mientras tanto, Davis observaba a Shaun a su lado, dolorido, el miembro de los cascos azules no hacía mas que apretarse la herida de bala para tratar en la medida de lo posible perder la menor cantidad de sangre.

—¡Davis! —se escuchó la voz de Karen atrayendo la mirada del joven. —¡¿Cómo está mi hermano?! —preguntó tras el cubo de basura sintiendo las balas enemigas impactando contra este.

—¡Le han disparado en la pierna, dentro de lo normal no parece demasiado grave! —contestó el joven de inmediato. —¡Pero necesita atención médica lo antes posible!

Karen suspiró con frustración. —¡Está bien, déjame que piense en algo para llegar hasta vosotros! —informó mirando las coberturas mas cercanas a su alrededor.

Desgraciadamente para ella, la siguiente cobertura mas cercana estaba casi a cinco metros de distancia, y las balas casi le silbaban en la oreja. Salir por un tiempo superior a cinco segundo o incluso menos podría ser fatal. Por otra parte, Kyle observaba en la distancia a Shaun quejándose en el suelo mientras Davis hablaba con él tratando de calmarlo mientras le vendaba por encima su herida empleando los recursos de su botiquín. Por lo que intuía por las voces y la situación, parecía que la bala debía de haberle perforado algún hueso que le impedía mantenerse en pie. El soldado miró frustrado la situación. Estaban todos arrinconados, él se quedó sin munición en la pistola, la cual no había podido manejar bien al hacer uso de su mano izquierda, y a su lado, Diana se abrazaba con fuerza a él asustada.

Davis logró hacerle un improvisado vendaje tras echarle un chorro de desinfectante directo a la herida de bala de la pierna. El joven no sabía muy bien que hacer, no tenía conocimientos médicos de ningún tipo, por lo que simplemente pensó en impregnar bien la herida de desinfectante para evitar que se produjese alguna infección, y posteriormente, se la vendó para tratar de controlar algo mejor el sangrado sin tener constantemente que emplear las manos para tapar el agujero de bala. Aquello era todo lo que pudo hacer por él. El joven se percató entonces de las palmas de sus manos, estas estaban impregnadas de la sangre de Shaun. Absorto por unos instantes ante aquella visión, el joven dirigió una mirada al soldado que apoyado contra el vehículo no podía hacer otra cosa mas que quejarse. Davis sabía bien que Shaun no podría salir de ahí por su cuenta, la bala tuvo que dañarle algún hueso. El joven cerró los ojos unos instantes, inspiró y espiró un par de veces tratando de poner su mente y sus latidos en orden, y finalmente abrió los ojos para observar a Shaun bastante decidido. No podía dejarlo morir, no podía volver a permitir algo como eso de nuevo.

Kyle entonces se percató de que Diana le señalaba en una dirección, y cuando quiso ver en aquella dirección, una imagen lo sorprendió a la par que lo horrorizó. Corriendo entre la lluvia de balas, Davis se acercaba a su posición cargando con Shaun a su espalda. Los disparos silbaban peligrosamente cerca de sus oídos, algunas incluso las veía pasar frente a sus ojos por unas milésimas de segundo, otras incluso, llegaron a rozarse desgarrándole ligeramente algunas zonas de la ropa o abriendo heridas superficiales en la piel, dejando emanar la sangre a través de aquellas rozaduras. Por extraño que pareciese, los disparos simplemente llegaban a hacerle eso, ninguno le acertaba, de hecho, parecía que la lluvia de balas iba amainando...

No obstante Kyle dejó de pensar en aquella extraña situación cuando Davis acabó cayendo a medio camino por el peso de Shaun y sus movimientos bruscos tras recibir otro tiro en el hombro y muslo derecho. Kyle rápidamente salió de su escondite para recoger a Shaun, a quien agarró de los antebrazos y comenzó a arrastrar hacia el autobús en el que Diana esperaba. Davis mientras apretaba el gatillo de sus pistolas tratando de conseguirle tiempo a Kyle, aún sabiendo del altísimo riesgo que corría estando ahí completamente al descubierto. Tras él, Karen le apoyaba con el fuego de su arma mientras corría en dirección al bus de cobertura en cobertura.

Visto que finalmente se movían, Michaela sonrió con malicia. —Vamos a acabar con esto ya.— anunció agarrando una granada de fragmentación de su cinto.

—Espera, ¿qué pretendes hacer? —se interpuso rápidamente Dawson cesando el fuego. —¿Contra quien la vas a lanzar?

—Contra ese chico. ¿Contra quien si no? —contestó clavando una mirada penetrante en él. —¿Y quien te dijo que cesaras el fuego contra los supervivientes, soldado?

—Pero, Michaela, ¿y si lo matamos? Le necesitamos. —insistió el joven soldado.

—Tengo que tomar medidas, acabarán por percatarse de que los disparos contra él están siendo errados a propósito. Confío en que sobrevivirá y huirá a su cobertura original. La explosión los asustará tanto que no les quedará otra que tomar una decisión que los obligue a moverse, las coberturas no los salvarán de mis granadas.

—¿Pero y si muere? ¿Y si no le da tiempo a llegar a la cobertura y huir de la explosión? Tenemos la oportunidad de continuar con esto, si muere, separar a otro del grupo será mucho mas complicado. Esa mujer, Karen, casi ha llegado al autobús, ha estado moviéndose de cobertura en cobertura en todo momento. Ese chico es la única oportunidad de pasar a la siguiente fase de la misión. —se resistió el joven a acatar la decisión tomada por su líder.

Sullivan y Anderson miraron al dúo extrañados. En parte entendían la insistencia de Dawson acerca de no poner en peligro al objetivo que se les estaba sirviendo en bandeja, pero por otra parte, apostaban a que Evans sabía bien lo que se hacía, no por nada era un miembro del alto mando de la rama militar de la organización.

Michaela resopló cansada de la insistencia de su soldado. —Deberías de confiar mas en tu líder, Dawson. Sé lo que hago.—contestó clavando en él una mirada amenazante.

—Per... —el joven tuvo que tragarse sus propias palabras.

Apenas había tenido una fracción de segundo para ver como su líder desenfundaba su característica arma blanca. La larga y ancha hoja de un amenazante machete Kukri de oscura empuñadura reposaba peligrosamente sobre su hombro, rozando el cuello del joven subordinado. Un escalofrío recorrió su espalda al percatarse de cuan lento había reaccionado ante ese ataque sorpresa. Los penetrantes ojos oscuros de la mujer perforaban su mirada sin clemencia alguna.

—Me estoy hartando de tus insistencias, soldado. Recuerda cual es tu posición aquí. Yo soy la líder de este equipo y tú solo un soldado a mis órdenes, estás para obedecerme, solo limítate a callar y a servir, da solo tu opinión cuando te lo pida. Si no eres capaz de hacer eso... —la peligrosa amenaza de la mujer terminó cuando el soldado asintió en varias ocasiones de acuerdo a sus palabras. —Así me gusta. —respondió seriamente guardando el Kukri en su funda.

Sin nada mas que decir, la mujer le quitó la anilla a la granada y la lanzó en dirección a Davis. Los oídos del joven rápidamente captaron el repicar de la granada al caer al suelo rebotando a medida que se desplazaba hacia él. ¡¿Una granada?! El joven no tardó nada en salir corriendo, por suerte, logró evadir la explosión, pero no el impulso que lo lanzó contra un grupo de cadáveres.

—¡¡Davis!! —exclamó Kyle preocupado al verlo volar por los aires.

Un segundo repicar metálico alarmó a los supervivientes nuevamente.

—¡¡Otra granada!! —gritó Karen habiendo llegado ya al autobús usado como cobertura.

La explosión no se hizo de rogar. No hubo heridos, pero varios trozos de miembros proveniente de los cadáveres dañados por la explosión volaron por los aires a modo de lluvia de carne. Aquellas coberturas no los protegerían de las explosiones, si no salían de allí pronto... morirían. Davis se incorporó sobre los cadáveres al escuchar la segunda explosión, aquellos cuerpos habían amortiguado la caída.

—¿Ah?

El joven se percató que bajo su mano reposaba un pequeño objeto metálico. El joven de inmediato lo recogió reconociendo lo que era.

—Una granada de humo... —susurró el joven sintiendo que algo le venía a la mente. —Es la única forma, ¿no?

El joven observó tras el autobús a Karen sujetando a Shaun, y a Diana abrazada a Kyle. Estaban arrinconados, no podían huir a ninguna parte con aquella lluvia de balas, y las granadas cada vez caían mas cerca de la posición en la que se encontraban. Una tercera explosión lo sobresaltó. Entonces su mirada se cruzó con la de Kyle. Aquel soldado americano le había salvado la vida y le había ayudado en otras muchas ocasiones desde que lo había conocido en la mañana, debido a eso, estuvo en dos ocasiones a punto de morir sin que él pudiese hacer nada. Una fue cuando lucharon contra aquella criatura humanoide, y la otra, cuando estuvo a punto de ser abrasado por el lanzallamas del asesino de Crystal, en ambas ocasiones quien le salvó la vida fueron otras personas, no él. Kyle entrecerró los ojos al parecer comprender que algo extraño estaba pasando por la cabeza del joven que lo miraba con seriedad mientras a veces dirigía una breve mirada a algo que tenía en la mano.

—¿Qué demonios planeas, Davis? —susurró extrañado.

El joven hizo unas claras señales a Kyle, quien de inmediato comprendió lo que planeaba.

—Déjate de temeridades, muchacho... —susurró negando con la cabeza cuando la cuarta explosión sonó especialmente cerca.

Davis, sin embargo, ya había tomado una decisión. —Lo siento, Kyle. Esta es la única forma. —susurró sonriendo al soldado.

Levantándose de entre los muertos, el joven corrió hacia el centro de la intersección quedando totalmente al descubierto, con su pistola en una mano, disparando contra los soldados enemigos, y con la granada de humo en la otra, la cual no tardó en lanzar en cuanto la anilla fue quitada.

—¡¡¡CORRED!!! —gritó el joven en cuanto el humo comenzó a extenderse rápidamente por la zona.

Michaela observó aquello con una amplia sonrisa. —¡Rápido Marcos, cierra el cerco! —ordenó viendo a Karen y Kyle corriendo cargando con Shaun y Diana hacia una de las cuatro salidas. —¡Rápido, antes de que el chico se reagrupa con ellos!

El soldado abrió un cajón metálico alargado en el suelo que había estado transportando durante todo el viaje, cogiendo de su interior un mortífero arma, un lanzacohetes. Davis, sin dejar de apretar el gatillo de sus pistolas, ocultándose por el humo de la granada, pudo ver a sus compañeros saliendo finalmente de la intersección, y tan rápido como pudo los siguió antes de que el humo terminase de desvanecerse dejando nuevamente el campo de batalla al descubierto.

—¡A ese edificio, Marcos! —señaló la líder de los Silver Wolfs. —¡Derríbalo!

Tan rápido como pudo, el soldado se arrimó al bordillo del tejado cargando el potente arma, seleccionando con la mira un edificio no muy grande que aparentemente estaba algo deteriorado por algún incendio previo. Una fuerte explosión sonó, y el misil cruzó la distancia en tan solo unos pocos segundos, dejando una estela de humo a su paso. Con una gigantesca explosión, una gran parte del edificio se vino abajo cortando el paso a Davis, impidiéndole reunirse con sus compañeros ante la avalancha de escombros proveniente del edificio medio derribado.

—¡¡Davis!! —exclamó Kyle desde el otro lado.

La gran nube de humo y polvo resultante de la avalancha no permitía ver del todo las figuras de los que estaban a un lado y a otro de los escombros.

—¡Estoy bien! ¡Nos vemos en la base, Kyle! —respondió el chico desde el otro lado de los escombros.

—¡Está bien! ¡Ten mucho cuidado!

—¡De acuerdo!

El joven de inmediato comenzó de nuevo a escuchar unos disparos cerca de él, el humo estaba desapareciendo, por lo que no le quedó otra que salir corriendo de la intersección tan rápido como pudo tomando un camino distinto al de sus compañeros. Michaela y sus soldados observaron al joven alejándose rápidamente sin hacer nada por detenerle. El joven corrió unas cuantas calles abajo hasta que sus ojos depararon en una conveniente motocicleta negra con las llaves puestas aparcada junto al bordillo derecho de la calzada. Davis pensó que, debido a la tan malditamente casual circunstancia de encontrarse ahí el vehículo con la llave puesta, este debía de pertenecer sin lugar a dudas a alguno de los soldados que les habían tratado de asesinar atrás en la intersección. Sabía manejar una motocicleta, por lo que no había problemas en usarla para llegar antes a la base militar. El joven, al acercarse, deparó en una pequeña bolsa negra, en su interior había un par de granadas incendiarias, una granada cegadora, otras dos granadas de fragmentación, tres bombas adhesivas, y un revolver SW del modelo quinientos, su cargador estaba repleto. Sin dudas, aquello terminaba de confirmar que aquel vehículo pertenecía a alguno de los militares que trataron de asesinarle a él y a sus compañeros, y ahora, como compensación, él se quedaría con la moto y el contenido de la bolsa.

A gran velocidad, el vehículo se movía por las calles oscuras de la ciudad. No tardaría mucho en llegar en aquel vehículo a la velocidad que iba, sin tráfico, podía sobrepasar la velocidad genérica en la calzada. Pero, entonces, el joven se percató de una figura humanoide a varios metros de él, sosteniendo algo grande que emitía un extraño sonido metálico cuyo sonido iba aumentando de volumen. Aquella silueta en mitad de la calzada le cortaba el paso, por lo que no le quedó otra que ir aminorando la velocidad del vehículo, y con ello, viendo mas claramente entre las sombras nocturnas que era aquel ser que se interponía entre él y su camino. Un escalofrío recorrió su espalda en cuanto reconoció aquel ser.

—¡¿Otra vez él?!

La criatura humanoide de algo mas de dos metros de altura rugió con ira al reconocer el rostro del joven que se aproximaba a él a velocidad lenta en el vehículo de dos ruedas. Su enloquecido ojo inyectado en sangre se detuvo de lleno mirando al joven que logró sobrevivir al anterior enfrentamiento contra él. Davis se percató de que lo había reconocido. La criatura sujetaba con la mano derecha el cañón del potente y pesado arma que cargaba a modo de guadaña, una Gatling. A pesar de que la criatura era delgada, pero muy musculada, dejaba mas que patente la fuerza que poseía al sostener con la mano el peso de la Gatling, cargando a su vez en su espalda con el cajón metálico que portaba la munición de esta.

El joven rápidamente pisó a fondo el acelerador tratando de huir, instantes antes de que la criatura gritase rabiosa apretando el gatillo del arma soltando una veloz lluvia de balas. Desgraciadamente, a pesar de la velocidad y el movimiento en zigzag que Davis hacía, varias balas impactaron de lleno contra el vehículo, reventando las ruedas y agujereando la carrocería, obligando al vehículo a lanzar a su conductor por los aires antes de derrapar sobre el asfalto hasta estrellarse contra una pared de una vivienda cercana.

Por suerte, el joven fue lanzado hacia una pequeña zona de tierra y hierba en mitad de la calzada, evitando golpearse la cabeza o a quemarse al derrapar por el asfalto. Tan rápido como pudo, Davis se levantó y ocultó tras un árbol cercano. La criatura trató de volver a apretar el gatillo, pero ni una sola bala salió del cajón de munición de la Gatling, por lo que, ahora inservible, la criatura optó por quitarse su armamento y se dirigió hacia donde Davis se ocultaba escuchando los pasos de la criatura acercarse.

Al mismo tiempo...

—Bien, ya está. Ha costado obligar a esas ratas a salir de sus escondites. —suspiró Michaela—. Sullivan, te dejo a cargo del siguiente movimiento.

—Está bien. En ese caso, me retiro. Tengo que cambiarme de ropa antes de ir a cumplir con la misión. Ya os informaré acerca de como van las cosas —contestó la joven.

—Bien. Marcos, tú y... —la mujer se detuvo al sentir vibrar su PDA en el bolsillo de su pantalón. —¿Una videollamada?—Michaela extrañada contestó a esta. Viendo a un hombre materializarse en la pantalla de su dispositivo, la mujer no pudo evitar sorprenderse al reconocer la cara del individuo que solicitaba su presencia.—Señor Charles, ¿a que se debe su llamada? No le esperaba en absoluto.

Aquel tipo no debía ser otro que Charles Phoenix, pensaron los tres miembros restantes de los Silver Wolfs, uno de los cinco miembros fundadores de Esgrip, quienes, desde las altas esferas, fuera de la ciudad, estaban controlando a través de los altos mandos de la rama científica y militar los movimientos de la organización en Stone City.

—Alto mando Evans, he tratado de localizar al alto mando Lucy, pero esta no contesta a mis llamadas. He preguntado acerca de su paradero a Payne, Javier y Barboza, sus compañeros tampoco saben nada acerca de ella. Uno de tus soldados debía de cooperar con ella para la realización de una de las misiones asignadas, ¿sabes algo de ella? —preguntó con una voz muy tranquila y varonil.

—Lo siento, señor, pero ni yo ni mi soldado sabemos nada de su ubicación. Mi soldado, Marcos Anderson, tenía una misión que realizar con ella, pero él mismo me ha reportado que tampoco ha sido capaz de contactar con Lucy —comentó ahorrándose el dato de que ciertos supervivientes tenían en poder sus documentos.

—Ya veo, en tal caso tendré que asignarle una misión a tu equipo.

—¿Una misión de última hora? ¿De que se trata? —preguntó extrañada.

—La criatura conocida como Acteón está fuera de control. Estoy controlando lo que la criatura ve a través de la microcámara implantada en la cabeza mientras vigilo sus constantes vitales en mi monitor. Ha sido gravemente dañado tras varios enfrentamientos con grupos armados, entre ellos, por algunos de los objetivos de la compañía. La tasa de daño ha alcanzado el punto crítico forzándolo a pasar a la fase Berserker, ahora, el virus debe de encontrarse muy inestable dentro de su organismo. —informó el superior de Michaela.

—Ya veo. ¿No puede usted influenciar su manera de actuar desde ahí?

—No. Simplemente puedo ver lo que la criatura ve, la única persona capaz de darle órdenes al monstruo es Lucy, pero sin ella, la criatura está suelta sin vigilancia, incapaz ya de distinguir entre amigo y enemigo. Ya ha acabado con varios soldados de la organización destinados en Stone, tenéis que pararle los pies antes de que continúe matando a nuestros hombres o pueda interceder en las misiones de alguna manera.

—De acuerdo, señor. ¿Dónde se encuentra?

—Le estoy mandando las coordenadas actuales de su posición a la PDA, podréis ver en donde se localiza en todo momento.

—De acuerdo, nosotros nos haremos cargo, señor Phoenix.

—Eso espero.

Sin mas que decir, el hombre cortó la comunicación. Cuando Michaela quiso dar órdenes a sus subordinados, una fuerte explosión a lo lejos los sorprendió.

—¡¿Qué fue eso?! —preguntó Sullivan sorprendida.

Entonces la PDA volvió a vibrar, recibiendo con ello la localización GPS de la localización de Acteón. Michaela frunció el ceño mientras escuchaba mas disparos y algunas explosiones. Entonces miró en la dirección aquella.

—Algo me dice que el chaval se ha encontrado con nuestro nuevo objetivo —comentó la líder del equipo no muy contenta con la noticia—. El chip de Acteón lo localiza a varias calles en esa dirección, dirección a la que ha ido también ese civil.

—Maldita sea... —susurró Dawson por lo bajo.

—Si lo mata, toda la misión para tratar de localizar a Alberto se irá a la mierda. —comentó Marcos pegándole un puntapié al bordillo del tejado.

—¿Qué hacemos, jefa? —preguntó Sullivan frunciendo el ceño tras la máscara de lentes rojas.

—No nos queda otra que ir a apoyar a ese chico, no podemos permitir que esa cosa lo mate. Deprisa. —ordenó siendo la primera en dirigirse a la puerta que conectaba el tejado con el resto del edificio, dispuesta a abandonarlo.

Hombro derecho, bíceps izquierdo, pierna derecha, rodilla izquierda, vientre, mejilla derecha, garganta, pectoral izquierdo, dorso de la mano derecha... Davis tensó la mandíbula frustrado ante el resultado de sus disparos, por mas que sus Glocks rugían perforando distintas zonas del cuerpo de la criatura, esta continuaba acercándose a paso lento pero decidido hacia él, haciendo caso omiso a aquellos disparos. Mientras el joven continuaba abriendo distancias entre él y la criatura usando sus armas para ello, este se había percatado que aquel monstruoso ser presentaba varias alteraciones físicas respecto a la primera vez que lo vio. Su torso presentaba varios bultos o tumores palpitantes del tamaño de un puño, su garra izquierda, anteriormente recta y de aproximadamente unos treinta centímetros, parecía haber crecido casi el doble de su tamaño original, curvándose hacia abajo los filos de sus garras a modo de ganchos.

Davis entonces se sorprendió, cuando tras bajar unos instantes la guardia al percatarse de aquellos cambios físicos, la criatura flexionó las piernas y se abalanzó a una gran velocidad contra él, acortando peligrosamente los varios metros de distancia en tan solo unos pocos segundos. Como acto reflejo, las piernas del joven se flexionaron obligándolo a agacharse, evadiendo un rápido y mortífero ataque de aquellas garras curvadas que con total certeza lo hubiesen decapitado antes incluso de haberse podido percatar de ello. No obstante, un puntapié por parte de la criatura lo lanzó con agresividad contra unos cubos de basura que el joven volcó con el impacto.

Los cubos metálicos formaron un gran alboroto al caer al suelo esparciendo su interior cuando estos fueron golpeados por el cuerpo de Davis en suspensión, quien tan rápido como pudo procuró levantarse, no sin antes sentir un indescriptible dolor en el abdomen que lo obligó a escupir cierta cantidad de sangre. Hinchando su pecho, la criatura rugió como una bestia enfurecida. Sus pasos se dirigieron rápidamente al joven incapaz apenas de mantenerse de pie al tratar de hacer el esfuerzo de intentar en la medida de lo posible soportar y adaptarse al dolor latente de su abdomen. Rápidamente apuntó y apretó el gatillo. ¡¡PUM!! Una única bala fue necesaria en aquella ocasión para frenar de lleno la tentativa de ataque de la criatura, la cual gritando histérica de dolor cayó arrodillado al suelo.

El joven sacó pecho, enderezó la espalda, y apretó con fuerza los dientes aún conteniendo el dolor, retrocediendo varios pasos sin bajar ninguna de las dos pistolas, incapaz aún de comprender por qué en aquel momento había logrado detener al monstruo con un solo disparo. Lentamente, la criatura comenzó a enderezarse, y entonces Davis lo vio. Uno de aquellos extraños bultos presentaba una herida de bala, ahora, aparentemente irritada por el daño ocasionado por esta, se veía muy enrojecida, expulsando alguna clase de extraña viscosidad por el orificio de bala. Davis lo entendió nada mas verlo, ya sabía lo que hacer. La criatura rugió y los dedos de su mano derecha reventaron en una orgía de sangre, haciendo emanar entre la carne cinco largas garras óseas curvadas como su garra izquierda. De su ojo enloquecido, nariz y oídos, ríos de sangre empezaban a emanar.

Davis apretó el gatillo nuevamente reventando dos de aquellos bultos en cuanto la criatura dio un par de pasos para acercarse a él. En respuesta al daño recibido, su torso pareció entonces inflarse presentando un aumento desproporcionado de su masa muscular respecto a la parte inferior de su cuerpo. Las balas continuaron saliendo de los cañones de su pistola, pero en aquella ocasión, la criatura corrió hacia él cruzando sus brazos para protegerse de los proyectiles enemigos. El joven nuevamente se agachó para evadir un movimiento decapitador lateral de una de sus garras, y habiéndolo visto hacia unos minutos, se vio venir el nuevo puntapié de la criatura, lo cual lo obligó a dar un pequeño salto hacia atrás para evadirlo, acto que fue seguido por otro movimiento acto reflejo que lo ayudó a evadir un ataque ascendente de su garra derecha, el cual pudo esquivar echando cuerpo hacia atrás, viendo el filo de estas pasar frente a sus ojos por apenas unos centímetros. Debido a la corta distancia, pudo perforar un nuevo bulto instantes antes de que la criatura intentase ensartarle el abdomen con una de sus garras. Rápidamente corrió hacia atrás abriendo una distancia prudencial entre ambos.

Nuevamente lo vio incorporarse poco a poco tras parecer haberse sobrepuesto al dolor del disparo, pero cuando fue nuevamente a apretar los gatillos de sus armas, estas carecían de munición. Tan rápido como le fue posible, devolvió las pistolas a sus fundas y se equipó su escopeta. Debía recordar también que su bolsa deportiva estaba abierta, y en su interior estaban las cosas que encontró en la bolsa negra de la motocicleta. También se había percatado de algo, mas allá de que aquellos bultos eran su punto débil, y es que a diferencia de su primera batalla contra él, ahora sus ataques parecían ser mas mecánicos, salvajes, y aleatorios, careciendo de la inteligencia que en el anterior encuentro parecía aplicar a sus movimientos, haciéndolos a su criterio, mucho mas letales ante la dificultad de tratar de predecirlos. El monstruo rugió y dio desde su sitio un tremendo salto dispuesto a caer sobre Davis aplastándolo. Pero rápidamente percatándose de la zona exacta en la que caería, el joven saltó hacia la zona con césped, dando una voltereta ayudándolo a desplazarse aún mas lejos de la zona en la que la criatura cayó.

Tan rápido como se puso en pie, un escalofrío recorrió su cuerpo, dejándose llevar por la intuición, se tiró al suelo evadiendo la veloz garra de la criatura que se encontraba justo detrás de él, siendo aquella espeluznante garra atrapada en el tronco del árbol mas cercano a Davis. El joven se volteó y apretó el gatillo de la escopeta velozmente a tiempo de que la otra garra se precipitase sobre su cráneo. La criatura rugió de dolor cuando varios de sus bultos reventaron expulsando grandes cantidades de aquel líquido viscoso. El joven se levantó del suelo y echó a correr mientras la criatura se resistía al dolor y trataba de liberar su garra del tronco opresor. ¡Tenía que aprovechar bien aquellos instantes para planear su próximo ataque! Su cuerpo comenzaba a agotarse de tanto moverse y evadir los ataques ayudándose de su instinto. Realmente tenía que darle gracias a sus tíos por todo ese entrenamiento militar que le enseñaron durante todos aquellos veranos, si no fuera por esos entrenamientos, hubiese muerto sin dudas alguna en el primer ataque de la criatura. Conocimientos básicos en supervivencia, armas blancas, armas de fuego y defensa personal, por no hablar de todo aquel ejercicio que le obligaban a hacer para que estuviese en forma. Siempre había pensado que todo aquello en la vida real no le hubiese valido para absolutamente nada, o casi nada, pero hoy por hoy podía decir que se equivocaba, realmente era gracias a todo eso que aún estaba con vida. Todo aquello era lo que en aquellos precisos momentos marcaba claramente la diferencia entre vivir o morir.

Davis corrió tanto como le fue posible hacia el vehículo mas cercano cuando comenzó a escuchar el tronco del árbol crujir. Una furgoneta grande de reparto era el objetivo elegido. Rápidamente la rodeó y colocó las tres bombas adhesivas que tenía en su bolsa bajo el vehículo, la trampa estaba lista, solo tenía que hacer que se dirigiese allí y... ¡Un momento! Un sonido lo alarmó. El joven rápidamente rodeó el vehículo para percatarse para su sorpresa que el árbol había caído partido al suelo, pero la criatura ya no se encontraba allí. Nuevamente se refugió tras el vehículo. Aún le quedaban tres disparos en la escopeta, desgraciadamente debido a la situación no podía pararse a recargar, debía de estar con los ojos bien abiertos. ¿Dónde demonios había ido? No lo había escuchado moverse en ningún momento, ahora, podría estar acechándolo oculto entre las sombras de la calle a la espera de un leve despiste suyo para saltar a rebanarle la cabeza. El joven tomaba y expulsaba aire repetidamente, estaba cansado, ya el dolor de la patada que le propinó la criatura había sido reducido a un simple malestar que podía soportar, pero por lo demás, su cuerpo se estaba agotando ante el ritmo frenético al que lo sometía corriendo y evadiendo tan rápido como le era posible.

El joven tragó saliva, aún tratando de contener sus respiraciones y los latidos de su corazón, sus oscuros ojos examinaban todo el escenario posible dentro de su rango de visión, ayudándose de su oído para detectar cualquier sonido sospechoso que pudiese delatarle el paradero de la criatura. Davis alzó el arma y se separó a paso ligero del vehículo saliendo al descubierto, girando a izquierda y derecha con el cañón de la escopeta por delante, el joven se movía lentamente agachado observando cada rincón a ambos lados de la calle, detrás de cada objeto o vehículo, las entradas a callejones, lo alto de los árboles cercanos... pero no daba con aquella mala bestia. Arena, rocas, desprendimiento... Davis velozmente se giró al detectar un sonido, y allí, encaramado a un muro de ladrillos de un gran comercio en el margen izquierdo de la calle por medio de sus garras, la criatura alertada al haber sido detectada, continuó trepando velozmente por el muro instantes antes de impulsarse en este contra Davis. El joven se lanzó hacia un lado tratando de evitar el golpe, y tan rápido como pudo, se levantó, justo para verse sorprendido por el rostro de la criatura peligrosamente cerca de él, especialmente, sus mandíbulas. Un fuerte sonido metálico se escuchó cuando estas se cerraron con fuerza contra el cuerpo metálico de la escopeta que Davis empleó como escudo para protegerse del mordisco.

Uno de los brazos de la criatura se alzó dispuesto a desgarrar su cuerpo lateralmente. Ante la tentativa de asesinato, viéndose incapaz esta vez de evitar el ataque con solo alejándose, agachándose o de cualquier otra manera similar, el joven rápidamente metió la mano derecha en la bolsa deportiva mientras que con la izquierda continuaba haciendo presión contra el arma que la criatura mordía. Un sonido metálico se escuchó, y rápidamente Davis lanzó a sus pies la granada cegadora instantes antes de que cerrase los ojos y la garra en alto de la criatura cediera en dirección a su hombro y cuello. Un potente haz de luz se tragó las figuras del chico y la bestia. Davis abrió los ojos para ver a la criatura aturdida al no haber cerrado los ojos como hizo él, con la visión temporalmente ciega ante el fuerte deslumbramiento, el monstruoso ser abrió la mandíbula soltando la escopeta dejándola caer para emitir un grito de furia, a la par que lanzaba golpes a diestro y siniestro con sus garras en un desesperado intento de matar a su atacante. No obstante, para cuando comenzó a recuperar la visión y querer darse cuenta de la situación, el joven huía rápidamente calle abajo, hacia un vehículo mal estacionado. Furiosa, la criatura corrió hacia él haciendo sonar los filos de sus garras haciéndolas rozar contra el asfalto de la carretera. El chico sabía que en apenas unos pocos segundos le alcanzaría a la carrera, debía llegar rápidamente a la furgoneta.

Apretando los dientes, corrió tan rápido que en varias ocasiones sintió que estuvo a punto de tropezar, pero la situación requería forzar a sus piernas a semejante carrera, pues podía prácticamente sentir el aliento de la criatura ya en su nuca. Le dolía el respirar, sus latidos eran fuertes, pero es que la comparación de que casi tenía el aliento en su nuca no era del todo una exageración, metro y medio era lo que le separaba de las garras del enfurecido ser. Un grito peligrosamente cerca le puso los pelos de punta, forzándolo a derrapar sobre el asfalto deslizándose bajo el vehículo instantes antes de escuchar un fuerte golpe.

—¡¡¡No, joder!!! —exclamó al ver al vehículo a punto de volcar sobre él ante el impacto de la criatura, por suerte, logró estabilizarse de la embestida. —¡¡Aaaarrrrggg!!

Davis sintió un fuerte dolor ascender por varias zonas de su cuerpo. Por breve que fuese, el derrapar sobre el asfalto le hizo feas raspaduras por casi todo el margen derecho de su cuerpo. Cálidos ríos de sangre bajaban de su brazo hasta su mano, y por su pantalón, algunas manchas pequeñas de sangre comenzaban a teñir la parte derecha de sus vaqueros oscuros. Dolía, y mucho, no era capaz de ver el estado de la pierna, aunque suponía que no estaba tan mal en comparación a su brazo, el tejido duro y resistente de su pantalón había suavizado en parte el roce por el asfalto. Por otra parte, llevaba puesta una camiseta corta que dejaba sus brazos completamente al descubierto, lo cual ocasionó unas heridas bastante desagradables por uno de los laterales del brazo, codo, y mano, dejando algo visible la carne en ciertas zonas del roce en el que la piel había sido superficialmente abierta por la fricción. Sentía el brazo algo débil, incluso le temblaba. La sangre discurría entre sus dedos cayendo gota a gota al asfalto de la vía. Tensando la mandíbula y los ojos soportando el dolor que aquella acción le había producido, fue nuevamente sorprendido cuando escuchó las garras atravesar la carrocería del vehículo, instantes antes de que las ruedas comenzasen a elevarse poco a poco del suelo. Davis corrió alejándose sacando algo de su bolsillo, necesitaba alejarse.

—¡¡¡¡AAAAAARRRRRRRRGGGGGHHHHHH!!!!

Acteón poco a poco comenzó a elevar sobre su cabeza el pesado vehículo de reparto, dispuesto a usarlo como objeto arrojadizo para aplastar a aquel insignificante ser humano que tanto se le estaba resistiendo. Davis detuvo sus pasos agotado, y cuando vio que el vehículo estaba ascendiendo a la altura del pecho de la criatura, rápidamente se agachó dándole la espalda para apretar sin pensárselo dos veces el detonador de las bombas adhesivas. Una brutal explosión se produjo transformando al vehículo en una enorme bola de fuego y metal que lanzó al monstruoso ser varios metros atrás, estrellándose de lleno contra el muro de un comercio, abriendo un gran boquete en este instantes previos a que toda la pared terminase por derrumbarse. Por otra parte, aún cubierto, Davis no pudo soportar la onda expansiva producida por aquellas tres explosiones, por lo que su cuerpo nada pudo hacer cuando fue lanzado a unos metros por los aires, obligándolo a caer y rodar por el asfalto.

Su cerebro se sentía saturado ante las constantes alarmas que el cuerpo le mandaba en consecuencia a los daños que su anfitrión había recibido. Le dolía, mucho, demasiado... Le dolía prácticamente todo el cuerpo, el cual no le facilitaba las cosas al no parar de mandarle dolorosas señales desde los distintos miembros de su cuerpo afectados por los golpes, magulladuras, roces y cortes. Inspiraba y espiraba, una y otra vez, semiausente, tirado en el suelo como un muñeco sin vida, su cuerpo apenas le respondía. Sus ojos depararon en su mano cubierta de sangre, la cual descendía sobre el oscuro asfalto, mientras de fondo, era capaz de escuchar aún el crepitar de las llamas de los restos de la furgoneta ardiendo. ¿Ya lo había matado? ¿Podría descansar ya? Solo quería quedarse ahí tirado, en mitad de la carretera sin hacer ni pensar en nada. Estaba demasiado agotado y dolorido como para obligarle a su cuerpo a ponerse nuevamente en pie. Ya era hora de descansar... Pensó cerrando los ojos... No obstante no tardó mucho en volver a abrirlos. ¡No! ¡Aún no! El joven sacó fuerzas desde lo mas recóndito de su cuerpo para tratar de ponerse en pie. En el intento, sus brazos flaqueaban, temblaban violentamente tratando de levantarse, por lo que tuvo que usar su pierna derecha, y después la izquierda para levantarse del suelo, aún con esfuerzo.

Nuevas heridas se habían abierto, ahora en rostro, cabeza, y la parte izquierda de su cuerpo tras el golpe y las vueltas que dio por el asfalto, mas sangre emanaba de sus nuevas heridas tiñendo su piel. A pesar de como se sentía, debía de asegurarse de haberlo matado, pues la otra vez él y Kyle pensaron que lo habían hecho tras detonarle a sus pies la granada que el soldado le lanzó, y cuando quisieron darse cuenta, su terrorífica silueta oscura continuó allí de pie, observándolos entre las llamas. Tensando la mandíbula, observó los restos de la furgoneta ardiendo y los escombros de la pared del comercio en donde la criatura se estrelló. El joven, con cierta lentitud sacó de su bolsa las dos granadas de fragmentación de las que disponía, y con un esfuerzo titánico para su magullado y fatigado cuerpo, las lanzó contra aquellos escombros. La fuerte explosión terminó de derrumbar medio comercio haciendo saltar la zona por los aires.

—Si ese hijo de puta no ha muerto con todo eso... —susurró antes de caer de rodillas al suelo.

El joven permaneció con la vista fija observando la zona en donde el cuerpo de la criatura debía de estar enterrado bajo las llamas y escombros. Pero entonces, casi imaginándose que es lo que sucedería, los escombros salieron despedidos por los aires cuando la criatura salió de bajo de ellos gritando como una bestia salvaje.

Una sonrisa irónica se dibujo en su rostro.

—¿Por qué coño tuve que hablar?... —susurró sin saber si reír o llorar ante la situación.

La criatura salió de entre los escombros cubierta de sangre. Acteón se retorció de dolor de repente, y de su espalda, dos hileras paralelas de cuatro formaciones óseas comenzaron a emerger entre la carne a modo de largas y anchas placas. De su pecho, ya con todos los bultos reventados, un bulto comenzó a emerger segregando una extraña mezcla entre la sangre de la criatura y aquel líquido de aspecto viscoso que segregaban los otros bultos cuando eran reventados. Davis se fijó que aquel a diferencia de los bultos comunes, era muy distinto. Sobresaliendo bastante del cuerpo de la criatura, y de mayor tamaño, casi igual que la cabeza del mostró del que emergía, formaba una esfera perfecta recubierta de una especie de capa negra de aspecto endurecido. Por toda la esfera se podía apreciar una gran cantidad de extraños poros que parecían dilatarse y contraerse mientras de ellos salía aquella extraña mezcla de fluidos.

Sus pistolas estaban sin munición, y su escopeta se encontraba tirada a varios metros de él, incapaz casi de caminar, tenía claro que el moverse rápido para huir o evadir un ataque era completamente imposible para su estado físico. El cuerpo del joven se hinchaba una y otra vez con cada bocanada de aire, la cálida sangre aún continuaba emanando de sus heridas, cayendo gota a gota sobre el oscuro asfalto en el que se encontraba de pie. Ambos permanecieron mirándose visiblemente fatigados y doloridos, humano y criatura estaban aparentemente en sus límites, y ni uno ni otro se atrevía a lanzarse a la ligera contra el otro. Davis cayó en cuenta que aún le quedaba un último arma en su bolsa deportiva, la cual no dudó en sacar y contemplar en silencio como su última esperanza. Brillando bajo la luz de las farolas blanquecinas, el acero plateado de aquel potente revolver reflejaba su desagradable apariencia, aquel rostro magullado y manchado de su propia sangre, se veía horrible, pensó incapaz de no poder evitar dibuja media sonrisa en su rostro. No obstante, se lamentó de aquello, hasta sonreír le resultaba doloroso.

El joven alzó lentamente el arma, cogiéndola con ambas manos apuntando con ella a la criatura que comenzó a dar sus primeros pasos hacia él. Gotas de sudor caían por su frente. ¿Sería capaz de apretar el gatillo y acertar en ese punto concreto? Su cuerpo dolorido no estaba quieto, sus rápidos latidos y sus frenéticas respiraciones tampoco se lo ponían fácil, el arma se movía demasiado. Cinco balas disponía en el cargador, ¿cuantas necesitaría para derribarlo? ¿Moriría con aquellos potentes disparos? ¿Lo dejaría al menos inconsciente? El joven sacudió la cabeza al ver venir a la criatura. Davis trago saliva antes de colocar el dedo en el gatillo, se sentía muy nervioso, las dudas nublaban su mente llenándosela de mensajes desesperanzadores. ¡¡PUM!! El primer disparo acertó en la garganta, la criatura no obtuvo reacción alguna tras ello, simplemente detuvo por un mero instante sus pasos antes de continuar acortando distancias. ¡¡PUM!! El segundo disparo acertó en donde el corazón de la mala bestia debía de hallarse, aún así, tan solo sirvió para detenerlo nuevamente unos instantes. Cálmate, Davis, se dijo así mismo. Aunque aquello era difícil con tan solo observar como la criatura se acercaba a paso lento pero decidido, derrochando soberbia ante la situación actual del joven, viéndolo como un simple humano endeble y frágil como un cristal con aquella condición física.

Davis cerró por un momento los ojos, a costa del riesgo que aquello pudiese implicar. Poco a poco trató de tranquilizarse, tratando de sincronizar su respiración con los latidos de su corazón. A su alrededor, ya no se escuchaba el crepitar de las llamas, ni el viento meciendo los árboles, ni siquiera las pisadas de la criatura acercándose, todo lo que llegaba a sus oídos eran sus propios latidos y su respiración sincronizándose. Lentamente abrió los ojos, relajó sus hombros y se enderezó algo mas, marcando con la mirada aquella esfera negra. El joven colocó nuevamente el dedo en el gatillo, y sin prisa alguna, lo apretó con suavidad liberando la poderosa bala del interior del cañón en el que permanecía prisionera a la espera de poder salir. Veloz como un rayo, la bala surcó la distancia entre ambos seres, resistiéndose a la brisa veraniega que envolvía el escenario de batalla. Finalmente...

—¡¡¡¡AAAAAARRRRRRRRGGGGGHHHHHH!!!!

La criatura gritó. No obstante aquella esfera oscura llena de poros no había sido destruida ante el impacto de bala, pero aquella capa oscura se llenó de grietas tras absorber el potente disparo del revolver. Aún habiendo sentido aquello a pesar de no haber muerto, la criatura continuó haciendo alarde de su aparente inmortalidad. Con fuego en los ojos, la criatura nuevamente fue sorprendida al comprobar que incluso en aquel estado le había ocasionado un fuerte dolor al resquebrajar las defensas de su punto vital. Él, Acteón, un arma bio-orgánica que en antaño fue un ser humano, un poderoso ser modificado biológicamente siendo dotado de habilidades sobrehumanas capaz de liquidar a cualquier ser viviente sobre la faz de la Tierra, estaba siendo derrotada y llevada al extremo por un simple ser humano. No, no era simplemente un ser humano, durante todo el tiempo que fue destinado a aquella ciudad con unas misiones programadas a cumplir para sus creadores, otros grupos de seres humanos se habían enfrentado a él, la gran mayoría pereció en los enfrentamientos, pero otros pocos habían logrado sobrevivir dañándolo lo suficiente como para forzar a su cuerpo a mutar para sanar sus heridas haciéndole pasar a la fase Berserker. Con un leve hilo aún de inteligencia y consciencia, la criatura carente de sentimientos alguno, no pudo evitar pensar en si realmente era tan poderosa viendo lo que otros seres humanos habían logrado hacerle. Tal vez, había menospreciado el potencial de los seres humanos. Tal vez, no era tan invencible como se pensaba él mismo y sus creadores que era. Aquel pensamiento lo hizo entrar en cólera, y con un grito de guerra se lanzó contra el joven a asesinarlo de una vez por todas.

¡¡PUM!! La criatura se protegió a tiempo con su antebrazo absorbiendo con este el impacto de la bala. Solo un disparo en el revolver, tan solo un ataque por parte del ser humano, no obstante, la criatura era incapaz de comprender porque aquel humano no dudaba, no mostraba miedo y nerviosismo en su mirada, aquello le enfurecía aún mas. La bestia gritó en cólera a pleno pulmón, un grito tan grande y cargado de rabia que cualquiera en las próximas manzanas a la redonda sería capaz de escucharlo con toda claridad. Odio, miedo, resentimiento, nervios, puro instinto animal... Una volátil combinación comenzó a nublar y perturbar la poca inteligencia, juicio y consciencia de la criatura. Su alocado ojo casi se salía de su órbita, dilatándose al máximo dejando correr ríos de sangre por este ante la gran excitación que le causaba la ansiedad de estar a punto de rebanarle la cabeza a ese chico con una de sus garras. Otro grito de desesperación y ansiedad absoluta fue lanzado, sucumbiendo a sus instintos mas animales, la criatura dio un fuerte salto hacia adelante acortando la distancia por completo. ¡Ya lo tenía! Alzó veloz su garra sobre su cabeza, a un simple metro de distancia del humano, y ahogado en su propia ansiedad y excitación, la criatura volteó su ojo hacia atrás poniéndolo en blanco, y como un rayó descendió sin compasión alguna la garra curvada sobre la figura humana que tenía en frente parada. Y entonces...

—¡¡¡¡MUEREEEEEEEEEEEEEEEEE!!!! —Logró articular con una voz profunda y gutural.

Una extraña sonrisa pareció dibujarse en su rostro. Pero entonces...

¡¡¡¡¡PPPUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUMMM!!!!

Un rugido atronador envolvió toda la calle por un mero instante, y entonces, el silencio se volvió a adueñar de ella. La criatura se quedó detenida en el sitio como una estatua, igual que el portador del revolver humeante que tenía frente a él, cara a cara. Grandes cantidades de sangre se derramaron a sus pies, y entonces, él cayó al suelo como un peso muerto, entendiendo que aquella excitación lo obligó a acercarse tanto que dejó su pecho completamente al descubierto, tan cerca que fue imposible no fallar el disparo. Tal fue la potencia, que la capa protectora oscura ya dañada que recubría el núcleo vital de la criatura reventó junto a esta ante el disparo, el cual llegó incluso a salir por la espalda de la bestia. Lentamente, su visión fue sucumbiendo a la oscuridad, viendo únicamente al joven de aspecto endeble y quebradizo bajando el arma, observándolo en silencio mientras retrocedía aún dudoso de lo que pudiese suceder. Él, tan poderoso como era, había caído ante aquel frágil chico, él había pecado de soberbia al subestimar a los seres humanos, pues el que parecía ser el mas débil de todos con los que se había topado, había sido quien le había dado finalmente el toque de gracia. Llegando a aquella conclusión, su consciencia se apagó por completo.

El revolver vacío se escurrió entre sus dedos precipitándose sonoramente contra el suelo. La criatura ya no se movía, aunque le pareciese imposible de creer, finalmente parecía haber muerto. No obstante, no quiso confiarse, por lo que tan rápido como pudo, se acercó a coger su escopeta y se encaminó abandonar la zona calle arriba, tan rápido como su afectado cuerpo le permitiese. Pero entonces, sus pasos se detuvieron y miró hacia atrás, a varios metros, el monstruoso ser seguía tendido en el suelo, sin haberse movido ni un mero milímetro. Davis metió la mano en su bolsa y sacó entonces la granada incendiaria que aún le quedaba, y volvió a mirar el cadáver de la criatura.

—Por si acaso... —susurró ante de arrojarla hacia el cadáver.

La granada explotó, y frente a sus ojos, vio el cuerpo cubierto en llamas. Ni un solo movimiento ante el daño causado por estas, parecía que finalmente, la criatura había muerto. Sin sentir felicidad alguna ante aquel logro, el joven se volteó y continuó moviéndose calle arriba arrastrando el peso de su fatigado y dolorido cuerpo en dirección a la base militar.

La noche seguía tranquila. Silenciosa y solitaria, la calle por donde la figura de Davis se movía lucía completamente desierta. La suave brisa veraniega hacían sonar las hojas de las ramas de los árboles cercanos. En el firmamento, un cielo claro y despejado se veía gobernado en lo alto por la resplandeciente luna llena. Por suerte, si es que podía llamarlo así, desde que había dejado atrás el cadáver de la bestia hacía ya bastante rato, no se había vuelto a topar con ni un solo muerto viviente en todo el largo trayecto que llevaba. Aquello no lo tranquilizaba ni mucho menos, en teoría, en aquella zona de la ciudad es en donde mas actividad zombie debería de haber. Pero por otra parte, sabía que con su cuerpo en el estado actual le sería imposible huir si fuese necesario. Desde que se puso en marcha tras la batalla, no había detenido sus pasos ni un solo instante para descansar. A pasos lentos pero decididos, el joven continuaba adelante. Pero entonces, sus pies se detuvieron cuando el joven tropezó. Cayendo apoyado sobre un vehículo, el joven dejó sobre una de las ventanillas un rastro carmesí de sus dedos aún teñidos de su propia sangre, emanada por las múltiples heridas de sus brazos. Apoyado contra la puerta del vehículo, el joven inspiró y espiró un par de veces, antes de despegarse velozmente sobresaltado por el susto ocasionado por un muerto viviente que golpeó el cristal desde el interior del vehículo.

El joven lo observó algo sorprendido. Desesperado, parecía que tratase de morder o lamer aquellas marcas de sangre que sus manos habían dejado sobre el cristal. Le parecía realmente desagradable, más aún, cuando aquel muerto viviente lucía como un joven adolescente de cabellos y ojos oscuros, dándole un ligero aire a su propio rostro, el cual observó por unos instantes reflejado en el cristal sobrepuesto al rostro del muerto viviente al otro lado de este. Frunciendo el ceño, el joven negó con la cabeza, no quería acabar así, como aquel chico zombificado. Debía de reconocer algo, a pesar de que estaba dispuesto a aceptar la muerte si perdía la batalla contra la supervivencia, no quería decir que se fuese a dejar asesinar por las criaturas que deambulaban por la ciudad o por soldados como con los que antes se topó. Ahora mismo, él no era mas que un simple peón deambulando por el gran tablero de ajedrez en el que Stone City estaba representado, viviendo una aventura dirigida por alguna fuerza superior, una fuerza que lo dirigiría a cual fuese su destino en aquella partida, aquella deidad era la que él mismo conocía como el destino. Solo estaba siendo utilizado al criterio y entretenimiento por tan macabra deidad que manipulaba las vidas humanas a su antojo, simplemente por divertirse. ¿Viviría? ¿Moriría? ¿Continuaría con su sufrimiento? Quien sabe. El joven continuó andando en aquella dirección, todo recto hacia alguna parte, en busca del centro de la ciudad.

Destino, la fuerza sobrenatural que actúa sobre los seres humanos y los acontecimientos que estos viven a lo largo de sus vidas y del que ninguno puede escapar. Cruel para unos, benévola para otros. Las personas dicen que son dueñas de su propio destino, siendo estos los únicos capaces de cambiarlo, pero, ¿hasta que punto era eso cierto? Una sola tragedia puede ser el inicio de una madeja llenas de ella, una madeja de oscuros hilos que se enrollan alrededor de las personas atándolas de pies y manos, incapacitándole todo movimiento, hasta el punto en que la persona ya no pueda hacer nada por si misma para escapar de aquellas ataduras. Algo así era la situación que le envolvía a él desde hacía años. Una tragedia sola desencadenó en otras muchas, otras muchas afectadas por la ley de causa y efecto, tantas fueron las ataduras que a su alrededor se enrollaron unas con otras, que el escapar de ellas se le hizo completamente imposible. El destino, la vida, Dios... como demonios quisiera llamarlo, era realmente cruel y caprichoso, utilizando las vidas humanas como meros juguetes en los muchos tableros en los que la vida y las circunstancias de esas personas se habían convertido, escribiendo el principio y el fin de cada una de las vidas humanas a su antojo. Los humanos no eran capaces de cambiar sus destinos, un mero mortal, un insignificante peón en un tablero de ajedrez, un simple personaje ilustrado en los párrafos escritos del libro de tal deidad no podía cambiar lo que esta había escrito ya en el libro de la vida. Las acciones humanas podían variar las situaciones, los caminos a tomar, pero al fin y al cabo, todos los caminos acabarían conduciendo al mismo desenlace.

Los pasos del joven se detuvieron ante aquel razonamiento. Con el rostro cubierto en sombras, cabizbajo, el joven apretó con fuerza sus puños. Tal razonamiento acerca del destino solo lo hacía llegar a una única conclusión. Apretó los dientes con fuerza. Su vida se tornó a oscura cierto día, tras cierta tragedia. Causa y efecto trajeron de la mano continuas desgracias a su vida. Uno a uno, los oscuros cordeles del destino se fueron alborotando y formando nudos a medida que se enrollaban por todo su cuerpo. Con el paso de los años, Davis Taylor se había vuelto un lobo solitario. Siempre solo, silencioso, pasando desapercibido en la vida y para todas aquellas personas que le rodearon a lo largo de esta. Uno a uno sus mas allegados se fueron alejando de él física y emocionalmente. Sus padres, o el grupo de amigos al que Crystal y Jim pertenecían fueron algunas de esas personas. La gente no le interesaba tampoco acercarse a una presencia sombría como la suya, seria, silenciosa, indiferente, distante... Por lo que lo mejor era ignorar tal presencia. Inclusive, aquellos dos hermanos, los únicos amigos que tuvo tras todo aquellos, Allen y Riliane, físicamente estaban con él, pero emocionalmente no era así, probablemente, porque él mismo no los había dejado acercarse a él, tal vez por temor a descubrir sus tragedias y verse contaminados por el aura de la desgracia que le rodeaba, aura que tal vez les desagradara y los espantara de su lado. Sí, superficialmente eran amigos, pero a la hora de la verdad, en cuanto al apoyo necesario para superar los baches de la vida, continuaba solo.

Tom falleció en el hospital poco después de conocerlo, sus padres habían muerto de una sobredosis de pastillas en su propia casa, después perdió a Crystal y Jim tras creer que podría recuperar la amistad con ellos tras salir de la ciudad, y ahora, se había separado de Karen, Shaun, Kyle y Diana.

—Detente... —se susurró a sí mismo el joven.

Fuera de la ciudad, nadie le esperaba ya. Sus tíos, con los que pasaban las vacaciones de verano se habían mudado a otra ciudad, y desconocía a donde, y sus abuelos, habían fallecido ya algunos años atrás. ¿Sabes lo que esto significa? Surgió una pregunta en su cabeza.

—Para ya...

Evidentemente. Todo era muy claro para él. El destino no puede ser cambiado por las manos de los seres humanos, cuyas únicas intervenciones solo modificaban el camino a tomar. Pero al final todos los caminos se dirigen al mismo lugar, y preso de su destino, como otros humanos, él no era menos. Su historia inició con una tragedia y acabaría con otra peor. Durante su historia siempre estuvo solo, y así acabaría con esta. Solo, de principio a fin. Ignorado por todos, odiado por algunos, despreciado por otros. No importa que hiciese, moriría solo a causa de alguna otra tragedia. A nadie le importaba aquel chico, era prescindible en la vida. Una tragedia debía acabar con otra tragedia.

—¡¡Detente ya!! —exclamó el joven saliendo de sus pensamientos.

Nuevamente, su mente lo había comenzado a torturar hasta el punto de llegar a aquella conclusión. El joven se abrazó a sí mismo, tratando de dejar la mente en blanco. ¿Por qué su mente le hacia aquello? ¿En que momento se había vuelto tan cruel consigo mismo? ¿Cuándo había comenzado a torturarse de aquella manera por cada paso en falso que cometía en su vida? ¡Ah! ¡Cierto! Tal desgraciada vida no podía poseer amor propio. Él era el causante de todas sus tragedias, él era el culpable de todo lo que le sucedía. Tal ser egoísta, incapaz de ver como sus acciones dañaban a otros, no podía recibir otra cosa que aquella tortura por sus pecados. ¡Cierto! ¡Cierto! Esa era su justicia contra su propia moral e identidad. Aquella era la forma de purgar sus pecados. Un ser desgraciado no puede ver la luz tras las tinieblas que lo envuelve. Una patética vida como la suya tan solo puede estar destinada a generar mas y mas desgracias sobre si mismo y aquellos que le rodean. Aquello era lo justo. El único culpable de todo, no era otra persona que él mismo.

Davis cayó arrodillado sobre el asfalto, abrazándose con fuerza a sí mismo, nada pudo hacer cuando de las sombras que nublaban sus ojos, cálidas lágrimas fueron derramadas. Fue voluntad propia sufrir de aquella manera todos aquellos años, todo fue culpa suya, pensaba su propia mente, en contra del criterio de la voluntad del propio chico, el cual trataba de revelarse contrarrestando aquellos dolorosos pensamientos. Davis observó las palmas de sus mandos ensangrentadas. ¿Realmente merecía vivir de aquella forma? Si iba a morir solo, pues siempre lo había estado, y a causa de una desgracia producida por todas las anteriores, ¿por qué debía de seguir luchando? ¿Por qué seguir cargando con ese peso en el que su propia vida se había transformado? ¿Por qué seguir sufriendo? ¿Por qué tuvo que pasar aquella desgracia que originó todas las demás? ¿Por qué la vida era tan cruel e injusta con él? Un cristal estalló, devolviéndolo a la realidad.

El joven se puso lentamente en pie para observar tras él. Aquel chico joven zombificado, en su ansía viva por alimentarse de una vida ajena, acabó rompiendo la ventanilla del vehículo saliendo a través de esta. Una sonrisa irónica se dibujó en su rostro. No era solo que físicamente tuviese un aire a él, incluso, por curioso que fuese, su atuendo compartía los mismos colores que la ropa que llevaba en aquellos momentos, oscura, decorada con el rojo de las salpicaduras de la sangre. A pasos lentos pero decididos, el no muerto se encaminó hacia Davis. ¿Será esta una señal? ¿Acaso es una indirecta del destino acerca de como acabaré? Pensó su mente observando la fúnebre marcha con la que el muerto viviente danzaba a su posición entre aquellos lastimeros gemidos.

—¡Hey! ¡Joven, ven aquí dentro!

Davis se sorprendió al escuchar un voz a lo lejos, detrás de él. Su mirada deparó en el margen derecho de la calle, en donde una mujer de edad avanzada ataviada con unas características vestimentas lo llamaba desde dentro de un edificio, con la puerta medio abierta.

—¿Una monja? —se preguntó a sí mismo algo confuso.

—¡Vamos chico, no te quedes ahí o te morderá ese demonio! —le advirtió haciéndole señales con la mano para que entrase al edificio.

Davis se puso en pie, y sin mucho en que pensar o hacer al respecto, simplemente decidió ir hacia ella, ingresando con esta al edificio, una vieja parroquia. La madera del suelo sonaba a cada paso del joven, siendo estos transmitidos por el eco a través de toda la estancia. Prácticamente a oscuras, tan solo iluminado por varias velas, la amplia estancia lucía lúgubre. Bajo la luz de las velas, estatuas santas eran repartidas a izquierda y derecha de la sala. Al fondo, un gran altar, y sobre esta, varios vitrales coloridos que representaban algunas escenas bíblicas. En medio de la estancia a izquierda y derecha, separado por una larga y polvorienta alfombra roja, varias filas de bancos de madera habían situados. Sobre la cabeza del joven, colgaba una vieja lámpara de araña con varias velas encendidas. Habiendo tanta vela encendida, el joven se preguntó como era posible no haber visto la iluminación del edificio desde fuera, aunque en seguida cayó que las ventanas en las que la luz daba, tenían sus persianas bajadas hasta abajo del todo y las cortinas corridas, impidiendo que la luz pudiese ser percibida desde fuera. La mujer de oscuras vestimenta colocó una tabla de madera sobre unos soportes en la puerta para asegurar que nada la abriese desde fuera.

—Joven, ¿qué te ha pasado? ¿Por qué estabas ahí fuera solo? —preguntó la monja de avanzada edad. —¿Estás bien, hijo?

—Ah... Sí, estoy... bien... —susurró el joven observando sus brazos.

—¡Madre mía! ¡¿Pero que te ha sucedido en los brazos?! ¡¿Y en el rostro?! ¡Estás horrible! —se preocupó la anciana tocando con delicadeza el brazo derecho del joven contemplando mas de cerca las heridas abiertas. —Tengo que curarte esto inmediatamente antes de que se te infecte y de que sigas perdiendo sangre.

—Ah... No hace falta, puedo ocuparme de mi mismo, tengo un botiquín con algunas cosas... —contestó tímidamente ante la preocupación de la anciana.

—No, no, eso ni hablar. Deja que te lave y te sane las heridas. Pareces cansado, no te muevas. Siéntate en uno de los bancos que vengo ahora con alguna cosas. —contestó sin admitir un no por respuesta pasando rápidamente por la vera del joven.

—¡Clara! —se escuchó una voz grave.

La monja y el joven observaron en la dirección de la que provino. Un hombre vestido con las ropas de cura entró en la estancia a través de un pasillo. Un anciano con un rostro familiar para Davis. ¿Ah? Ya se acordaba sobre ese tipo, tenía cierta fama en la ciudad, y no muy buena para ser exactos.

—¡Ah, Ben! —exclamó la mujer—. Voy por algunas cosas para curar al chico.

—¡Expúlsalo de aquí inmediatamente! —exclamó con el rostro enrojecido. —¡Le han mordido! ¡¿Acaso no ves la sangre?! ¡¿Es que quieres atraer a los demonios por medio de ese niño?!

¿Niño? Se preguntó Davis. Tenía diecinueve años, tampoco era un niño, aunque por otra parte no negaba que físicamente no aparentaba su edad, mucha gente solía quitarle uno o dos años de los que realmente tenía. Siempre pensó que era por la altura, no era muy alto, era de una estatura media, y sus facciones tal vez eran algo infantiles, ¿debería dejarse crecer la barba para aparentar ser mas maduro? No, que tontería acababa de pensar, nunca le había agradado la barba. Por otra parte, aquel tipo se trataba de Ben McGregor, un cura de ideas ultra católicas y conservadoras, famoso por su lucha contra el imperio LGBT, la demolición de la ley del aborto, y la recuperación de las viejas costumbres, entre otras cosas. Una perla vamos, el pobre lo tenía todo. Ejercía su oficio eclesiástico en la catedral de la ciudad, en pleno corazón de los suburbios. A pesar de tener a muchos seguidores, también tenía muchos detractores que se oponían a sus ideales arcaicos. Había escuchado de que trabajaba con una mujer ayudándole con sus labores, una tal Clara Bell, aunque nunca la había visto a diferencia de aquel cura, hasta ahora que la acababa de conocer. La mujer por otra parte, no parecía estar en la misma sintonía que él por lo que intuía entre la reacción de uno y otro respecto a él. Desde luego, aquella mujer debía de ser una auténtica santa para trabajar con semejante personaje.

—¿Atraer? ¿Ese niño? Hablas como si fuese un intruso, que en cierta medida lo soy, pero eso se aplica también a ti, ¿no es así? No es este el lugar en el que llevas a cabo tu labor como cura. No es la casa en la que vives, por lo que a mi criterio tú eres tan intruso como yo. —contestó clavando una gélida mirada en los ojos del cura, incapaz de evitar mostrarse claramente irritado y borde hacia la figura del anciano. —Pensaba que el deber de los curas y la gente de fe que predica la palabra de vuestro Señor, tenían como labor el ayudar a otros, no viéndolos en mal estado coger y echarlos de una patada. —El rostro del anciano se arrugo irritado ante sus palabras, pero fue incapaz de decir nada, al menos por el momento. —Igualmente, no me han mordido. Estas heridas me las hice al deslizarme sobre el asfalto tratando de sobrevivir del ataque de una criatura. No tiene de que preocuparse.

Murmurando algo, el hombre se fue por donde vino. Clara sonrió entonces y observó a Davis.

—Quédate ahí. Ahora vuelvo.

—De acuerdo.

Davis se sentó finalmente en el banco, sintiendo sus huesos agradecerle el descanso tras no haber parado de andar desde hacía bastante rato a pesar de su estado físico. El banco crujió un poco al echarse hacia atrás, la madera era algo vieja a pesar del grosor de esta. El joven bostezó, y mientras esperaba, comenzó a recargar sus armas. Finalmente al cabo de un rato la mujer volvió a la estancia principal para sentarse junto a Davis en el banco, colocando entre ellos un botiquín de primeros auxilios y un baño de plástico lleno de agua y una toalla húmeda.

—Voy a limpiarte la sangre que se te está secando en la piel. El agua está fría para bajar la inflamación de las heridas. Luego te aplico un poco de desinfectante y una pomada, y por último te pongo unas vendas para que no se te ensucien ni se te vuelvan a abrir las heridas. ¿Está bien? —comentó preparando las cosas.

—Realmente no hace falta que haga esto. Yo puedo. —comentó el joven.

—No es molestia. Como tú has dicho, nosotros tenemos que ayudar a los desamparados, no echarlos a patadas. —comentó con una sonrisa. —¿Por donde tienes heridas de las raspaduras?

—Todos los brazos, manos, algo en las piernas, en la cabeza... —comenzó a enumerar guiándose por el dolor.

—¿Tan grave fue lo que hiciste para acabar así?

—Derrapé por el asfalto, me golpearon, me caí desde algunos metros por el aire rodando nuevamente por la carretera... Entre otras cosas..

—Mmmm... Ya veo. Me sorprende que un simple chico haya sobrevivido a eso. No necesito mas para imaginar que debiste de enfrentarte al ataque de algunas de esas criaturas que hay por la ciudad.

—Ni yo me lo creo... —suspiró el chico.

—Vale, necesito que te quites la camiseta para comprobar si debajo de ella tienes mas heridas.

Obedeciendo la petición de la anciana, dolorosamente, el joven se quitó lentamente la camiseta tratando de ignorar los ruegos de sus huesos y músculos ante el movimiento. La mujer le examinó la espalda y el pecho, tenía algunas rozaduras menores, moretones, y arañazos, no obstante creyó que no era necesario tratarle nada, con el paso de unas horas comenzarían a curarse por si mismas.

—El costado derecho lo tienes peor. —comentó echando un vistazo.

La anciana cogió la toalla humedecida en el agua fría y la retorció un poco antes de aplicársela al joven a la zona, el cual como acto reflejo ante el frío y la reacción de las raspaduras apretó los dientes y los ojos con fuerza aguantando la reacción de su cuerpo.

—Soy Clara Bell. ¿Cómo te llamas, hijo?

—Davis Taylor.

—Davis, bonito nombre. Eres muy joven, Davis, ¿cómo que estás tú solo por aquí?

—Iba con un grupo de militares que me llevaban a la base militar, pero unos tipos nos atacaron y nos forzaron a dividirnos para huir. Desde entonces no los he vuelto a ver, y quedé con ellos en volver a encontrarnos en la base militar.

—Ya veo. A nosotros también nos llevaban unos militares junto a otros civiles allí escoltándonos. Desgraciadamente los monstruos nos atacaron y nos separamos. Queríamos volver a la catedral, pero estábamos algo lejos, por lo que decidimos Ben y yo venir aquí, a la parroquia Santo Domingo, para refugiarnos con unos amigos, el cura y las monjas que trabajaban aquí, pero cuando vinimos, no había nadie esperándonos. —comentó la mujer secándole la herida antes de coger unas gasas y unos productos médicos para aplicarle en la herida.

—¿Cómo sabías que estaba en la calle? —preguntó tratando de ignorar el dolor de alguna clase de pomada que le estaba aplicando sobre las raspaduras del costado.

—Escuché un cristal estallando y me asomé, entonces te vi a ti. —contestó terminando con la herida de su costado. —Vale, esto ya está, puedes ponerte la camiseta. Ahora me encargo de tus brazos.

—De acuerdo. Oye, ¿qué le pasaba al cura ese? Aquella reacción fue un tanto hostil para venir de un cura... —preguntó poniéndose nuevamente la camiseta.

—Bueno... Desde que los muertos volvieron a andar sobre la Tierra ha comenzado a tener ese comportamiento, puede ser que le supere la situación, o simplemente sea miedo. Desde que hemos llegado se ha pasado gran parte del día encerrado en una de las habitaciones rezando. —comentó con un tono triste de voz mientras retorcía la toalla humedecida para limpiar la sangre de los brazos del chico.—Siempre ha sido un hombre difícil, recto, y cabezota como él solo, pero últimamente se le está yendo demasiado la cabeza por todo este asunto... Por lo general, aunque es a veces algo problemático, no suele mostrarse tan hostil.

—Ya...

En silencio, la monja continuó con su labor sin decir nada mas. Rato después, el joven llevaba sus brazos vendados desde la altura de los bíceps hasta la mitad de sus manos. En el costado derecho, la rozadura había sido oculta con una gasa y esparadrapo. Por lo demás, las piernas, al igual que el torso, decidió no tocarlo al no ver los daños especialmente graves. Y finalmente en la cabeza, simplemente le había limpiado algunas heridas de la frente y la cabeza, y aplicado con una gasa la misma pomada que al resto de las heridas, pomada que desinfectaba las heridas y ayudaba a que se cerrasen.

—Esto ya está. He curado todas tus heridas. ¿Quieres que te ponga una tirita en la herida de la frente?

—Ah, no, con haberla limpiado y haberle echado la pomada es suficiente. Gracias por todo, Clara. —contestó el chico levantándose del banco de madera.

—De nada, joven —contestó comenzando a recoger las cosas.

—Deja que la ayude.

—No. No hace falta, yo puedo.

—No es molestia. Tú no aceptaste un no por respuesta antes, permíteme esta vez no aceptar el tuyo. Que menos que ayudarla tras haber tratado mis heridas. —contestó agarrando el baño de agua rojiza con la toalla en su interior.

—Está bien, gracias. —respondió con una sonrisa metiendo todos los utensilios médicos en el botiquín.

—¿Ya acabaste con él, Clara? —preguntó el cura saliendo nuevamente de su habitación.

—Ah, Ben, sí, ya le curé todas sus heridas.

—Bien, entonces ya puede marcharse.

—¡¿Cómo dices?! —exclamó la mujer sorprendida. —Pero Ben... —la anciana no terminó de contestar cuando notó la mano de Davis sobre su hombro.

—No se preocupe, me marcharé en cuanto deje esto en su sitio. —contestó seriamente el joven.

—Bien, me alegro de que estés de acuerdo con la idea. Ahora, si me disculpáis, volveré a leer la biblia a mi habitación, solo salí a ver si ya había acabado Clara contigo. Por favor no hagas ruido con la puerta al salir. —comentó dirigiéndose nuevamente hacia la habitación de la que salió.

Clara se percató por la mirada del joven que aquello le molestó, no obstante decidió guardar silencio. A diferencia de ella.

—El chico se queda, Ben.

El hombre de oscura vestimenta detuvo sus pasos y la observó sorprendida por haberle contestado.

—¿Perdón? —preguntó creyendo no haberla escuchado bien.

—Lo que has oído, el chico se queda. Porque lo digo yo.

—Ese muchacho solo nos traerá problemas Clara. ¡Él es el culpable de todo esto! ¡Él y todas las personas de su generación! —contestó frunciendo el ceño mientras señalaba a Davis con el dedo.

La monja resopló harta. —¡Déjate de decir tonterías, viejo cascarrabias! ¡Solo sabes culpar a la gente sobre lo que pasa sin motivo alguno! —respondió también frunciendo el ceño.

—¡¿Sin motivo, Clara?! —exclamó visiblemente irritado. —¡Esa generación representada por el chico de detrás de ti no es mas que una generación depravada!

—¡Ah, por favor, pero que tanda de sandeces dices Ben!

—¡¿Sandeces dices?! ¡¿Es que necesitas que te recuerde los pecados que esta generación promueven y defienden?! —contestó haciendo violentos movimientos con las manos. —¡Hombres y mujeres que mantienen relaciones carnales con personas de sus mismos géneros, depravados sexuales que incitan a lo prohibido! ¡Mujeres que dicen ser hombres, y hombres que dicen ser mujeres! ¡Atentados contra la vida que se desarrollan en los vientres de las mujeres, aborto lo llaman! ¡Actos lujuriosos fuera del matrimonio! ¡Escuelas que les meten ideas homosexuales a los niños en la cabeza, y que junto a la ciencia no paran de crear a cientos de ateos, a cientos de adoradores del demonio! —argumentó el cura fijando por unos instantes sus ojos llameantes en los de la anciana que se atrevía a ir en su contra. —¡¿Qué mas ejemplos necesitan para abrirte los ojos, Clara?! Las generaciones actuales violan todos y cada uno de los mandamientos y doctrinas del libro sagrado, alejándose de la palabra de Dios y condenando a las nuevas generaciones a seguir sus mismos pasos. —el cura guardó unos instantes silencio para respirar, y después, puso la mirada en Davis. —¡Por vuestra culpa el infierno se ha llenado y ahora los muertos andan sobre la Tierra! ¡Es culpa tuya, alma pecaminosa! —exclamó apuntándole con el dedo.

Tras escuchar aquello en silencio, Davis mostró media sonrisa en su rostro, una sonrisa para nada agradable a los ojos del cura. El joven dejó el baño de agua en el suelo y dio unos pasos al frente para dejar de estar resguardado tras la figura de Clara. Con una sonrisa que desbordaba soberbia, y una mirada provocadora, el joven se paró a poca distancia mostrándose de manera descarada ante el anciano de oscura vestimenta.

—Ya me harté de escuchar tus palabras, viejo. —contestó con una voz fría.

El cura de inmediato notó el ambiente tenso. Para él era obvio que el chico buscaba problemas, se estaba poniendo chulito con él, y no le consentiría que un niñato cegado por el pecado se atreviese a quedar por encima de él.

—¿Crees que a mi me importa, niño?

—Bien, empecemos punto por punto. —contestó poniéndose extremadamente serio. —Me encargaré de tumbar la doctrina que tan apasionadamente defiendes. Puede que tengas mucha labia, y te sepas expresar mejor que yo, pero a diferencia de ti, yo tengo esto. —contestó dándose golpecitos en la sien con su dedo índice.

—¿Tener el qué? ¿Una cabeza hueca? Mi doctrina en la correcta, es la que sigue la palabra de Dios, la palabra correcta que lleva a la salvación eterna y que promulga la correcta moral entre las personas. Es esta la verdade... —pero entonces el cura tuvo que detener su discurso ante una fuerte carcajada del joven cargada de sarcasmo.

—¡¡No te atrevas a darme lecciones de moral a mi, cura!! —exclamó el joven alzando la voz visiblemente irritado. —¡¡Antes de dedicarte a darle lecciones de moralidad, apréndelas e incúlcatelas tú primero!! —contestó con el ceño fruncido.

—¡¿CÓMO TE ATREVES A DECIRME SEMEJANTE COSA, PECADOR?! —gritó fuera de sí al ser interrumpido por la respuesta del joven.

—¡Primer y segundo punto! —exclamó el chico alzando un poco. — La homosexualidad y la transexualidad. Según la iglesia, lo toman como pecados porque no se da con la misma frecuencia que la heterosexualidad, por eso lo consideráis ya como algo antinatural, o incluso como una enfermedad. Déjame decirte algo, cualquier persona que critique eso, debe de saber que esos estados se desarrollan en el feto durante la etapa de crecimiento dentro del vientre materno, es algo relacionado con los genes y cromosomas si mal no recuerdo, al menos así lo defienden las teorías mas recientes. Es algo que tú no eliges, del mismo modo que no puedes elegir nacer con los ojos azules o verdes. No es una enfermedad ni un trastorno, ya que no afecta negativamente a la persona a la hora de vivir su vida día a día. Además, usando el sentido común, nadie lo elige por el simple hecho de que a nadie le gusta sufrir, y en esta sociedad aún hay gente que trata de hacerte daño por una tontería como es el tener una orientación sexual distinta a la mayoría de personas. —El joven con el ceño fruncido observaba al hombre sobre el altar, tan rojo que parecía que estaba a punto de salirle fuego por sus orejas. —Por otra parte, es obvio que debe de predominar la heterosexualidad. El ser humano como ser biológico tiene la necesidad de reproducirse para evitar extinguirse como especie. Hay teorías que indican además de que la homosexualidad es un limitador natural para evitar la superpoblación de una especie, la nuestra en este caso. Además, como detalle de interés, no es tan antinatural cuando hay muchas especies animales documentadas en las que se da la homosexualidad, como en perros, leones o primates, entre otros, e incluso dándose entre animales en plena naturaleza, la única especie homófoba conocida, es la humana.

—¡Pero el libro sagrad....!

—¡Además, hablando de depravación! —interrumpió antes de que pudiese decir algo. —La iglesia tiene una doble vara de medir respecto a esto. Es depravado y pecaminoso ser homosexual o transexual y mantener relaciones carnales con personas de tu mismo género, ¿no es así? Toda esa gente va directa al infierno sin importar lo que hagan en vida. Pero por otra parte, sí existe perdón y salvación para todos esos curas pederastas que han abusado sexualmente de niños. Pero no pasa nada, porque son siervos del señor, Dios manda al infierno a los depravados homosexuales y transexuales antes de nacer, sin importar lo que hagan en vida, pero si eres cura se te perdona, porque claro, es peor ser homosexual o transexual que ser un cura pederasta que somete a todo tipo de prácticas sexuales a niños a los que traumatizan de por vida. Esa es la doble vara de medir de la iglesia, la cual ha mostrado en varias ocasiones perdonando a sus compañeros pederastas, justificándolos echándoles la culpa a las víctimas por incitarles, o simplemente callándose como putas ante los pedófilos que han ido saliendo en la iglesia. Y si tanto odia según tú Dios a esta gente, ¿porque siendo tan todopoderoso como es no los erradica o deja de hacer que nazca gente así? Seguro que no le costaría nada.

—¡Cómo te atreves a hablar de semejantes blasfemias! ¡Esas cosas son ment...

—¡Tercer punto! —interrumpió nuevamente. —Las mujeres tienen derecho a decidir sobre su cuerpo. ¿Es correcto? ¿Es incorrecto? Es un dilema moral del que no estoy del todo seguro sobre lo que pensar. No obstante, si que estoy a favor de eso. No te puedo decir que esté completamente a favor del aborto en todos los casos, pues habiendo métodos anticonceptivos al alcance de todos, no entiendo como puede haber embarazos no deseados. Crear vida conscientemente para después destruirla por la supuesta comodidad de no usar un preservativo...—el joven se detuvo unos instantes. —No obstante, hay situaciones como el de una joven que es violada y queda embarazada, un accidente como quien bien dice, o unas series de circunstancias en las que no se pueda criar a la criatura que llevas dentro, o que llevar en adelante el proceso implique la destrucción de la vida de los padres en algún sentido. En esa serie de casos si que estoy completamente a favor. —el joven suspiró. —Probablemente haya gente que incluso a mi me critiquen por no estar a favor en todos y cada uno de los casos, o que tengan un punto de vista menos objetivo y científico que yo respecto a la etapa de formación de un feto, acerca de cuando considerarlo o no humano, pero a día de hoy pienso eso.

—¡El aborto es un atentado contra la vida! ¡No hay caso posible en el que ser flexible respecto a eso!

—¡JA! No me hables de eso, cura. Está históricamente demostrado y con pruebas sobre el tema de que la propia iglesia en la antigüedad cometía abortos desde las sombras. Algunos indicios hablaban de que las propias monjas permitían el aborto a gente adinerada o madres solteras. En otros casos incluso, las monjas mantenían relaciones sexuales con los curas y eran obligadas a abortar bajo cámaras subterráneas debajo de iglesias y conventos.

El cura, enrojecido aún mas de ira si cabe. Se sentía completamente atacado por todas direcciones, incapaz siquiera de poder defenderse con sus opiniones. Realmente le estaba sacando de quicio aquel tipo.

—Cuarto punto. Ya lo comenté antes, por lo que no pondré especial hincapié en el tema. El ser humano como especie debe de reproducirse para perdurar en la Tierra como especie dominante. Pero tampoco somos animales en celo, ¿verdad?No tenemos que mantener relaciones sexuales únicamente para reproducirnos. ¿Qué hay de malo emplear el sexo para transmitir lo que sientes hacia la persona a la que amas de una manera mas intensa que no sea por simples actos o palabras? ¿Qué hay de malo en usar métodos anticonceptivos para evitar abortos, sufrimiento por embarazos no deseados, o enfermedades sexuales? No se está atentando a la vida de ninguna forma al impedir que los espermatozoides lleguen al óvulo, son simples células sin vida o consciencia como tal.

El joven se detuvo un momento, pero al ver que el cura simplemente permanecía allí callado, rojo como un tomate asesinándolo mil veces con aquella mirada que casi se le salían de los ojos, continuó hablando.

—Quinto punto. Mis estudios llegan hasta los universitarios, tengo diecinueve años, y te puedo asegurar que jamás se me ha dado ningún tipo de ideas a mi ni a nadie para volvernos homosexuales ni nada por el estilo, ya te dije que nadie se vuelve porque sí, se nace así. Simplemente te dan la educación para formarte como persona y respetar a otros aunque sean distintos a ti, además de los conocimientos que se deben de impartir para desarrollar la mente de los estudiantes. Pero en cierto modo entiendo que ataques a la educación y a la ciencia, son los Némesis de la iglesia, pues como bien dijiste antes, generan ateos por lo general. —una sonrisa maliciosa se dibujó en el rostro del chico. —Ciencia y educación, ambas cosas forman a las personas con conocimientos generales del mundo, dándole explicación a aquello que las personas no conocen, haciéndoles poner los pies en la Tierra para que no sean unos crédulos y tengan la capacidad de pensar por si mismos. La sociedad necesita ser curiosa y cuestionarse las cosas para avanzar en el futuro. Evidentemente eso a la iglesia no le conviene, prefiere a gente crédula que se crea cualquier cosa que la iglesia diga, pues esta es la respuesta para todo, ¿no es cierto? Es preferible tener a una panda de borregos que sigan vuestras doctrinas a rajatabla, os conviene. —la sonrisa maliciosa se esfumó de su rostro para dar paso a uno nuevamente serio. — Históricamente está mas que demostrado. Antiguamente la iglesia no permitía la educación, los libros, ni las escuelas. Muchos científicos y pensadores libres fueron asesinados también por esta, por aquel motivo, para evitar que la gente empezase a pensar por si misma. Y todo eso está recogido históricamente en los libros, con pruebas al respecto. —contestó tranquilamente sin salir de su perpetua seriedad, sin dejar en ningún momento de clavar su mirada en la del cura. —Preferís que la gente siga pensando que cuando hay una tormenta es porque Dios está enfadado, a que sepan que es un fenómeno natural que se produce por la proximidad de dos o más masas de aire de diferentes temperaturas. El contraste, junto a los fenómenos físicos producidos por esta mezcla, genera en una serie de inestabilidades o reacciones como lo son los truenos, la lluvia, el viento o el granizo.

El cura siguió en silencio, observándolo desde la distancia con apreciable desprecio e indignación en su mirada. Al no obtener respuesta, Davis siguió.

—Sexto punto, tu libro sagrado. No negaré que la historia de esta sea verdad, al menos, hasta cierto punto. Hoy en día existe cientos de ediciones por todo el mundo de un mismo libro, en donde la historia sufre modificaciones, se le añaden algunas cosas, o se le quitan otras, incluso, se exageran a veces las cosas. Antiguamente la iglesia era lo mas corrupto que había, con tal poder e influencia que a veces parecía estar incluso sobre los reyes. Teniendo en cuenta además a la población inculta, ¿quién me dice a mi que la Biblia y sus palabras no han sido modificadas a lo largo de la historia por las manos de aquellos con poder en la iglesia para usarla para sus propios fines? La religión al fin y al cabo es un arma que ha jugado un importante papel para bien, o, normalmente según mi criterio, para mal en muchos sucesos decisivos a lo largo de la historia.

Davis observó que seguía sin hablar. Echando un breve vistazo detrás de él, Clara se había sentado en un banco cercano tras él guardando silencio, no obstante, a diferencia de Ben, ella tenía una mirada serena, no parecía sentirse ofendida ante sus palabras. Visto el silencio, Davis continuó, acercándose mas a la conclusión sobre la conversación.

—Séptimo y último punto, nosotros somos adoradores del demonio, y extendemos el mal y todas esas chorradas... Cuan hipócrita puede ser la religión. Seré breve, no necesito mucho para lanzarte la siguiente estocada. Tú, promulgas el odio hacia los que aman de diferente forma, tratas de esclavizar el cuerpo de la mujer al impedirle usar su vientre como crea conveniente, te dedicas a criticar, juzgar y castigar a los libres pensadores y a todos aquellos a los que no siguen tu fe a raja tabla, dices defender la vida, pero luego deseas que la homosexualidad sea erradicada, sabiendo lo que eso significa... —Davis cerró los puños y frunció aún mas el ceño. —Déjame decirte una cosa, con tus mensajes, solo estás promulgando el odio, el sometimiento, el sufrimiento y la desigualdad, cuatro cosas que son todo lo contrario a lo que supuestamente es la palabra de Dios, amor, respeto, felicidad y paz entre todos sus hijos. Supongo que sabes cuales son los siete pecados capitales, ¿no es así? Lujuria, soberbia, ira, pereza, gula, envidia y avaricia. Tu boca está contaminada por el pecado representado por el propio Satán, la ira. Promueves todo aquello contra lo que va realmente la palabra de Dios, y aún así te haces llamar siervo del Señor... —Davis no pudo evitar soltar una breve carcajada cargada de ironía y sarcasmo. —No me hagas reír... Sí, reconozco que soy ateo, básicamente no puedo creer en una deidad que se contradice a sí misma, una deidad a mi criterio inmoral. No puedo creer que sus palabras expresen igualdad y amor para todos sus hijos cuando según vosotros, por sus acciones odia y condena a otras personas sin un motivo de peso real. Por ejemplo con el tema de los homosexuales y los curas pedófilos.

—Joven... ¡Arderás en el infierno por decir semejantes acusaciones contra el nombre de Dios! —exclamó alzando el dedo contra la figura de Davis.

Media sonrisa cargada de malicia se dibujó en su rostro.

—¿El infierno dices? Bueno, supongo que no un mal lugar al que ir. Por lo menos el demonio es mas justo y honesto que tu Dios, al menos él juzga a todos por igual sin importar sexo, creencias, sexualidad, color de piel, o riqueza, sí, tratará a todos mal, pero al menos no será un hipócrita como al Dios que defiendes, que se contradice a sí mismo. —La mirada que el joven clavó en sus ojos se sintió como un tiro para el cura que la recibió. —Incluso desde mi punto de vista, yo me siento incluso mas santo que tu Dios, yo al menos no voy haciendo daño a otras personas ni obligándoles a vivir como a mi me conviene que vivan.

—¿Cómo te atreves a... —sorprendido ante semejante blasfemia, fue incapaz de terminar la frase.

—Conclusión. —pronunció el joven con tranquilidad. —Dejando de lado todo lo que dije yo solo sé una cosa. Respetando a todo el mundo, sean negros, blancos, hombres, mujeres, ricos, pobres, homosexuales, heterosexuales, judíos o cristianos... Lo único que sé, es que la gente puede ser mas feliz. A día de hoy en la sociedad aún no se ha logrado destruir los distintos tipos de odio que hay, pero sí que se han minimizado mucho mas. Hoy las personas con distinta orientación sexual a la heterosexual pueden salir a la calle a hacer su vida normal, como cualquier otra persona, sin sentirse odiados e increpados por ciertos colectivos. El hombre negro no es esclavo del hombre blanco, dos personas de dos coloraciones distintas de piel pueden ser amigos. Una mujer es respetada y valorada, teniendo los mismos derechos que un hombre, y pudiendo verse como lo que son, mujeres, seres humanos, y no como seres inferiores al hombre, fábricas de bebés, o vaginas con patas. Por suerte, actualmente una persona puede recibir educación, formarse, pensar libremente y dirigir su futuro como le convenga, siendo consciente del mundo que le rodea.Todo eso, esa tolerancia, ese respeto, son lo que a mi criterio lleva a los seres humanos a lo que realmente debería de ser la palabra de Dios, y todo ello se ha conseguido a través de grandes sacrificios, a través de muchas muertes y sufrimiento a lo largo de la historia... Nuestra generación por suerte ha ido evolucionando en esos aspectos, y las generaciones siguientes deberían de seguirlos si quieren una sociedad y un futuro sin temor en el que puedan ser libres y felices...

El silencio del cura y la monja continuaban presentes en la sala, uno ardiendo de rabia y resentimiento, y otra calmada y serena. Davis por otra parte se tranquilizó mas, cambiando aquellos ataques y actitud desafiante por otra mas tranquila, optando con la conclusión no el atacar al cura, sino en defender todo lo que la sociedad había logrado a costa de miles de muertes y de todo el sufrimientos con los distintos logros sociales que se habían logrado a lo largo de la historia, tratando de que aquel tipo que escupía y pisoteaba todo lo que se había logrado en la sociedad lo entendiera de una vez.

—Pero la gente como tú no entiende ni valora eso, simplemente se dedica a escupir y pisotear ante todos esos logros que se adaptan mas a lo que debería ser la palabra de Dios, que a la que vosotros os encargáis de predicar y meterle a la gente en la cabeza bajo amenazas de ir al infierno, vuestra palabra y versión de Dios. Hipocresía y golpes en el pecho, eso es lo que define a las personas de tu calaña. No os importa en lo mas mínimo esas muertes y ese sufrimiento que han sido provocados por los actos y las palabras como las tuyas, actos y palabras que por siglos han predicado el odio y la desigualdad hacia otros en vez del amor y la igualdad entre todos. Todos, independientemente del motivo, somos seres humanos, sentimos y padecemos igual. Ninguna persona ha nacido para sufrir, vida solo hay una, y hay que disfrutarla, ser felices, ser libres, cumplir cada uno sus metas en sus vidas sin que otras personas te hagan sufrir o llevar una vida que no quieres. —dijo el joven demostrando una actitud mucho mas serena que antes. —Mientras las personas no se hagan daño a si mismas, ni a otras mediante sus actos, todo el mundo es libre de vivir como quiera... Si Dios realmente fuese justo, juzgaría a las personas por el nivel de maldad y de bondad en sus corazones, y no por otra cosa. Por eso mismo soy ateo, porque no puedo creer en un Dios que promueve todas esas cosas que tú defiendes con ese afán. Apuesto a que si pudieras, tú y otros de tu calaña revivirían a la santa inquisición para exterminar a los que no piensen ni sean como vosotros. —contestó clavando una mirada seria y sincera en la mirada del cura. —Ahora dime, ¿realmente crees que es mi generación la que promueve la inmoralidad en todas sus caras como bien has dicho antes? Y respecto a lo que sucede en esta ciudad, no sé cual es el motivo real, pero dudo que Dios o el demonio estén detrás de esto, y menos aún por los supuestos actos pecaminosos de mi generación...—el joven guardó silencio unos instantes.

Finalizada la conclusión del joven, y su defensa contra los ataques del cura hacia él y las personas de su generación, un basto silencio cayó en todo el edificio santo. Ambos se quedaron observándose mutuamente sin decirse nada. Uno miraba con mirada tranquila y segura, y otro, con odio y resentimiento. Algo mas lejos, sentada en uno de los bancos, Clara observaba a uno y a otro desde sus sitios. A Ben sobre el altar, y a Davis frente a este. Su mirada, distinta a la de Davis y Ben, observaba al joven con una mirada de comprensión y lástima, y por otra parte, su mirada se tornaba mas crítica, pero también lastimera al observar a Ben. Había un ambiente extraño en la iglesia, a pesar de la tensión del momento entre ambas partes, Clara intuía tras escuchar a ambos y observar sus maneras de reaccionar, que debajo de toda aquella crítica y odio hacia la postura de uno hacia el otro, había algo mas escondido, algo que a pesar de no lograr del todo comprender, le causaba lástima, especialmente hacia Davis, quien aparentaba a sus ojos seguridad, fortaleza y tranquilidad ante su postura hacia Ben.

Finalmente, el cura habló tras negar con la cabeza en silencio.

—No voy a ser yo quien te juzgue, pecador. Dios lo hará como mejor lo considere, estoy seguro que cuando lo haga, lamentarás todo lo que has dicho. Sí, lo harás. —contestó convencido asintiendo con la cabeza repetidas veces. —No perderé el tiempo discutiendo contigo, no tienes la razón en nada de lo que has dicho. Un mero mortal no puede luchar contra la palabra de Dios, esa es la realidad, y cuando te llegue tu hora, recibirás el castigo ejemplar que mereces por todas esas blasfemias y calumnias que has dicho.

Sin nada mas que decir, el cura se marchó a paso ligero a encerrarse nuevamente en su habitación a tratar de alcanzar la calma con la lectura de su libro sagrado. Los hombros de Davis descendieron con pesadez al resoplar con lentitud. Por lo general, no era un chico que le gustase el enfrentamiento, y menos provocarlos él. Desgraciadamente le llevaban los demonios ante el cinismo y la hipocresía de algunas personas o sus actos injustos hacia otras personas que no merecían ser víctimas de ningún ataque deliberado. Él no era precisamente el típico héroe justiciero que luchaba por la paz y la correcta moral activamente, él era de los que preferían apoyarla y fomentarla desde un segundo plano. Pero en aquella ocasión no le quedó otra que salir al frente a defender lo que él consideraba que era lo correcto. El joven se sentó en un banco de madera situado al lado contrario de la fila en la que Clara se hallaba sentada. El silencio aún permanecía apoderándose de la estancia.

Cabizbajo, Davis no se percataba de la silenciosa mirada que la monja colocaba sobre él, simplemente se centraba en continuar en tranquilizarse a sí mismo, mientras que por algún extraño motivo, se planteaba si estuvo bien haberse enfrentado de aquella manera a aquel tipo, o si habría ganado la discusión contra él. En cierto modo intuía que sí, que ganó al no haber querido aquel tipo seguir con la discusión, pero por otra parte era incapaz de no pensar que todo aquello fue una pérdida de tiempo, alguien como él no cambiaría nunca aquellos dañinos pensamientos. Cuando las cosas van mal, es muy fácil echarle la culpa a otros y mirar hacia otro lado, ignorando el peso de tus acciones o de tus palabras. Él sabía bien lo que era eso. Entonces el joven se recostó en el banco y miró hacia la derecha, percatándose de que en un banco cercano estaba Clara observándole en silencio. Ambos se quedaron observándose por unos instantes.

La anciana seguía observándole en silencio con una pequeña sonrisa en el rostro y una mirada cargada de comprensión y lástima. Davis apartó entonces la mirada. Ciertamente, ella era una monja, una mujer de Dios, al igual que el cura, por lo que su ataque a la religión debió de haberle molestado también a ella. En cierto modo se sentía avergonzado, ella lo había acogido, le había tratado sus heridas y había estado dispuesta a enfrentarse a Ben para que se quedase en la iglesia descansando y a salvo de las amenazas del exterior. Todo aquello que dijo, aquellos ataques con la religión, debieron de ofenderla mucho, pues era consciente de que dijo cosas bastante graves.

—¿Qué pasa en estos momentos por tu cabeza, joven? —preguntó finalmente la anciana desde su asiento con una voz tranquila y agradable. —¿Hay algo que te perturbe la mente?

—Mmmm... Sí, todo lo que dije, todos esos ataques... Soy consciente de la gravedad de mis palabras. No me importa en lo mas mínimo como le hayan sentado a ese tipo, pero por otra parte me siento mal por haberte podido ofender al tener ideas religiosas como las suyas —contestó el joven desde su asiento.

—Ah, ya veo, es eso. Te mentiría si te dijera que no me sentí ofendida por algunas cosas que dijiste, pero tampoco fue para tanto. —El joven se volteó sorprendido al escucharla, lo cual hizo que la mujer riese por lo bajo. —Me explico. A pesar de ser lo que soy y de creer en lo que creo, comprendo perfectamente tu punto de vista, y estoy a favor de muchas de las cosas que dijiste. Que la gente que trabajamos para la iglesia tengamos las mismas creencias no significa que todos las llevemos a la práctica de igual manera. La visión de Ben hacia la religión es muy estricta y de la vieja escuela, yo soy algo mas liberal en ese sentido. De hecho, pienso que a pesar de tener una misma creencia, cada cual la interpreta de una forma distinta. Yo creo en Dios, y creo que su palabra transmite amor y paz, no odio y sufrimiento como dices. Como tú, no estoy de acuerdo en muchas de las cosas que hace o dice Ben, pero en el fondo, no es tan mala persona como piensas que es. Solo está asustado, se le ha ido algo la cabeza con todo esto y le ha dado a sus creencias un giro de tuerca mas porque necesita en lo que creer y en lo que apoyarse.

—Ya... —contestó simplemente. —Igualmente, me disculpo, no quería ofenderte a ti. Realmente pienso lo que dije, aunque no meto a todos los miembros de la iglesia en el mismo saco a la hora de juzgarlos, se que dentro de la iglesia hay personas y personas, mi opinión va mas para criticar y atacar a esos miembros mas ultras y conservadores de la institución, quienes se dedican a ir hablando del daño que hacen en la sociedad determinados tipos de personas, o determinados tipos de actitudes que en verdad, no hacen daño a nadie, a diferencia de ellos que provocan daños y sufrimiento al predicar el odio a los cuatro vientos. La iglesia como la política, son herramientas creadas para un buen fin, pero la gente que está en posesión de esas herramientas a veces las usan mal, para perjudicar a otros y beneficiarse a ellos mismos, ensuciando de esa manera la herramienta. Y a mi personalmente, me cuesta contenerme ante esa gente que esta dispuesta a pasar por encima del esfuerzo y los costes empleados para lograr hacer algo bueno para la sociedad solo para beneficiarse de ello —explicó el joven tratando de justificar su actitud hostil de hacía unos instantes.

La monja suspiró.

—Ciertamente, tus palabras no andaban desencaminadas respecto a algunos asuntos. Y también tengo que reconocer que no siempre estoy de acuerdo con la manera en la que la gente que trabaja para la iglesia emplea y predica la palabra de Dios. Pero, como bien has dicho, la institución no tiene la culpa, es quienes trabajan para ella. —la anciana se levantó con algo de dificultad quejándose ante el esfuerzo. —Esto de envejecer es un lastre... —suspiró dirigiéndose al banco en el que Davis estaba sentado para situarse a su lado, y entonces, la anciana de oscuras vestimentas agarró las manos del chico. —Tus palabras estaban llenas de resentimiento, y comprendo por qué, aún así, espero que algún día encuentres a tu Dios y no reniegues de él.

—¿Mi Dios? —preguntó algo confuso. —¿Te refieres a Alá, Buda, Dios...? Soy ateo, Clara, ya expliqué por qué motivo no creo ni en el dios cristiano ni en ningún otro. Para mi, Dios, la religión, la iglesia, son armas caídas en malas manos que han sido el epicentro de conflictos bélicos y socioculturales que han causado muerte y sufrimiento por todo el mundo a lo largo de la historia. No puedo creer en algo que genera esas cosas. No me parece ético ni moral causar tanta muerte y sufrimiento por un ser que apuesto a que nadie ve, siente o escucha.

—Te equivocas en lo que acabas de decir. Yo si lo veo, lo siento y lo escucho cada día, y en todas partes.

—¿De verdad? —preguntó con escepticismo.

—No sería monja si no fuese así. Veo a Dios cada vez que paso por el parque y veo a los niños pequeños jugando y correteando entre los columpios. Escucho a Dios con el canto de las cigarras en verano, y el sonido de las hojas de las ramas de los árboles mecidas por el viento del verano en un atardecer. Lo siento cuando la humedad del invierno carga el ambiente poco antes de llover, y en las frías gotas de lluvia que caen sobre mi rostro. Dios es la vida misma, Davis.

El joven se quedó unos instantes en silencio mirándola a los ojos antes de contestar.

—Todo eso, las cigarras, la lluvia, el viento, el frío, son procesos naturales, cosas que suceden sin que Dios tenga que estar detrás de todo ello —contestó desviando la mirada.—Además, si Dios fuese la vida misma, entonces este es muy cruel. Hace sufrir a personas sin motivo alguno, ahogándolos en desesperación...

Clara creyó haber entendido algo en aquella frase, algo que encajaba en la posición que mantuvo con su disputa con Ben. Ciertamente, ahora le cuadraban las piezas. La joven mujer torció los labios generando algunas arrugas en su envejecido rostro.

—Entiendo. Tú no crees en Dios porque lo odias —contestó con una mirada cargada de lástima—. Por algún motivo, algo en tu vida te ha hecho o te está haciendo sufrir durante mucho tiempo. Probablemente piensas que la vida, Dios, es injusto y cruel contigo por tratarte de una forma que no mereces, pero Davis, piensa en una cosa —comentó captando la mirada del joven. —A veces, Dios nos pone a prueba en la vida porque tiene un regalo o un premio de mucho valor para nosotros, una recompensa, y necesita ver si nosotros somos merecedores de esa recompensa que nos quiere dar, y debemos de demostrárselo con nuestra actitud. Puede que ahora lo veas todo negro, pero mas adelante, cuando Dios vea que eres merecedor de su regalo, te lo dará, y apuesto a que ese regalo te dará la recompensa merecida por todo ese tormento y sufrimiento que has tenido que pasar durante un tiempo. El pueblo de Moisés, los israelitas, no llegaron a la tierra prometida que manaba leche y miel, lejos de la esclavitud de Egipto, hasta que no demostraron ser dignos del regalo de Dios, cuando pasaron años andando por el desierto, siguiendo adelante sin importar las circunstancias que los rodeaban y fustigaba día tras día. Al final, Dios les dio aquella basta tierra en la que vivir libres, una tierra grande y fértil con la que fueron recompensados tras todos esos años andando por el desierto superando las constantes pruebas de Dios.

Ambos quedaron en silencio. Davis a pesar de escuchar eso, no podía evitar tener a su escéptica consciencia la cual a parte de escéptica, era negativa, dudando de las palabras de la monja. Clara se percataba con solo mirarle a los ojos de las dudas y contraargumentos que su mente debía de estar creando para no creer en sus palabras.

—¿No quieres creer en Dios como un ente invisible con voluntad propia y demás? Pues cree en Dios como el destino, la vida o el karma como algunos lo llaman. Con lo de encontrar a tu Dios me refería a encontrar tu salvación, tu esperanza, tu felicidad, tu motivo para creer y acogerte a algo que quieras con todo tu ser. Un motivo para disfrutar de la vida en todos sus ámbitos, porque detrás de cada cosa, está Dios. Él no quiere el sufrimiento, ni el odio, todos somos sus hijos, y un padre, un buen padre, jamás querría nada malo para sus hijos, solo querría lo mejor para ellos. A veces los padres se enfadan y castigan a sus hijos por algo, y no es por hacerles daño o porque simplemente quieran hacerles sentir mal, es simplemente para que aprendan para la vida y sean conscientes de que algo han hecho mal, algo que podría perjudicarles en el futuro. Después de un castigo, hay una recompensa, Davis —contestó con una sonrisa.

—Lo siento, Clara —contestó tras unos instantes de silencio levantándose del asiento.

La mujer se percató de la sombra que por unos momentos cubrió el rostro del chico. No sabía quien era realmente, ni por lo que había pasado para rebosar de tantísima desesperanza en su corazón. Tal vez sus palabras fueron en vano, pues un alma errante como él parecía haber aceptado una pesadilla en la que le había tocado vivir, renegando de Dios o cualquier tipo de esperanza por un futuro mejor.

—Lo que le dije a Ben es lo que realmente pienso. Dios es cruel, injusto, e hipócrita. Tus palabras no me harán cambiar de opinión, yo jamás encontraré a mi Dios porque tal cosa no existe. —comentó dándole la espalda—. Y si así fuera, además de ser como pienso que sería, no le importaría una mierda sus hijos, simplemente prefiere quedarse en su trono sentado viéndolos sufrir viviendo toda clase de desgracias. Dios, la vida, el destino, el karma, todo es la misma mierda al fin y al cabo, todo eso de existir tendría la misma finalidad, jugar con la vida de las personas como si de muñecos se tratasen, importándoles lo mas mínimo lo que los seres humanos sentamos acerca de esas pruebas que nos impone como dices. —el joven cabizbajo apretó los puños con fuerza. —Esa es la realidad para mi. Esa es la realidad que vivo. La realidad que veo, escucho y siento cada día de mi vida.

Un tenso silencio cayó entonces. Clara no sabía que decir, ni que hacer, por lo que simplemente cabizbaja, decidió guardar silencio. Cada palabra que decía, gesto o acción le revelaba cada vez mas cuanto debía de haber sufrido aquel chico a pesar de lo joven que era. Sabía que se negaría a seguir escuchándola, pero aún así, esperaba que sus palabras de algún modo hubiesen calado en él, o en el futuro, tuviese algún efecto sobre él. Finalmente, un portazo sobresaltó al dúo rompiendo aquel silencio entre ambos. El cura, Ben, salió de su habitación nuevamente mostrando un humor de perros. Descendió por el altar a paso ligero con su Biblia bajo el brazo, y tan solo lanzó una mirada de odio y rencor a la figura del joven, el cual no dudó en corresponderle con la misma mirada. A paso ligero, continuaba hasta la puerta de entrada al santo edificio.

—¡Ben! —exclamó Clara levantándose de su asiento y siguiendo sus pasos. —¡¿Se puede saber a donde vas ahora?!

—¡Lejos de ese infiel! —se detuvo girándose para alzar el dedo ante la figura de Davis a varios metros de distancia.—¡Ya con eso último que ha dicho no pienso quedarme aquí mas! ¡Ese tipo es un demonio! —exclamó con la cara totalmente roja.
Ante aquella acusación, una sonrisa maliciosa se dibujó en el rostro del joven, sonrisa que el cura no pasó por alto. —¡Me voy! ¡La cólera de Dios caerá sobre él y sobre nuestras cabezas si continúa contaminándonos con sus perversas palabras! ¡Nos quiere llevar al lado oscuro con sus palabras! —contestó revelando de aquel modo que había estado escuchando la conversación desde su habitación.

—Ben.... —llamó el joven. —Yo soy tu padre... —pronunció imitando la respiración de Darth Vader antes de estallar a carcajadas.

—¡¡¡IMPRESENTABLE!!! ¡¡¡OJALÁ ARDAS EN EL INFIERNO DEL AVERNO, MALDITO PECADOR!!! —chilló montando en cólera.

—¡Ya basta Ben, cálmate! —exclamó Clara casi viendo como los ojos del cura estaban por salirse de sus órbitas. —¡Y tú Davis, deja de meter la pata con él! —le pidió mostrándose ante el joven con el ceño fruncido.

Davis sonrió y elevó las manos en el aire.

—Está bien, solo era una broma. —contestó divertido antes de dejarse caer sobre un banco cercano y girarse para observar al cura. —¿Y bien? ¿Realmente vas a salir ahí fuera tú solo? ¿Con todos esos seres salidos de las entrañas del infierno deambulando por ahí?

—¡Dios y la Biblia es todo lo que necesito! —contestó alzando mas la cabeza. —¡Mi Dios me indicará el camino apartando a las malas bestias de él!

—Adelante pues, ahí tienes la puerta. —contestó sin mucha importancia señalándosela. —Pero cuando tu Dios no te haga ni caso, luego no vuelvas llorando. Tu Dios ha abandonado a todo el mundo en esta maldita ciudad... —finalizó susurrando aquello último antes de bajar la mirada al suelo.

—Clara, vente conmigo —ordenó el cura agarrándola de la muñeca.

—¡No! —contestó de inmediato soltándose de un tirón. —¡No voy a dejar al chico aquí solo! ¡Salir afuera es un suicidio!

—Si dices esas palabras es porque dudas de Dios... —susurró mirándola de pies a cabeza con evidente desprecio. —Sus palabras ya han comenzado a meterse en tu mente... Si dudas de tu Dios ya no eres digna para ser una elegida de este.

Sin nada mas que decir siguió adelante dispuesto a abandonar el edificio dejando allí a Clara y Davis. El cura quitó la tabla de madera de los dos soportes de la puerta que servían junto a esta como mecanismo de seguridad para impedir que la puerta se abriese.

—¡Espera Ben, no salgas a la calle solo! —rogó Clara siguiendo sus pasos.

—¡Ya está todo dicho! ¡No te atrevas a acercarte a mi, Clara, las palabras de ese demonio te han contaminado! —contestó abriendo la puerta de un tirón.

—¡¡¡BEEEEEEN!!! —gritó Clara aterrorizada en cuanto lo vio chocar contra algo que entraba al tiempo que él trataba de salir.

—¿Eh? ¿Qué es... —sus palabras se detuvieron de repente al alzar la mirada.

Frente a él, a tan solo unos breves centímetros de distancia, una figura envuelta en ropas ensangrentadas y de piel grisácea se hallaba de pie frente a sus narices. Un violento temblor se apoderó de su cuerpo cuando sus ojos se fijaron en aquellas pupilas cegadas por una tela blanquecina. Unas manos grisáceas agarraron lentamente su rostro por ambos lados, y un fúnebre gemido le heló la sangre instantes antes de que una hilera de dientes se cerrara con fuerza y fiereza sobre su garganta arrancándosela de cuajo.

Clara gritó de espanto viendo a Ben caer al suelo bañado en su propia sangre mientras aquel ser yacía sobre él arrancándole grandes pedazos de carne con sus dientes. Incapaz de gritar, el cura simplemente mostraba algunos espasmos en el suelo mientras era devorado aún con vida. Davis observó aquello horrorizado, pero lo que mas le causó pavor eran todas aquellas sombras tras el primer zombie que se acercaban a la iglesia, algunas incluso corriendo entre violentos gritos.

—¡Tenemos que irnos de aquí! —exclamó el joven levantándose de su asiento. Pero entonces las ventanas estallaron y varios zombies se lanzaron a la carrera hacia la figura de la monja.—¡¡¡CLARAAAAAAA!!!—gritó el joven desenfundando sus pistolas.

La anciana comenzó a forcejar con uno de sus zombificados atacante que le triplicaba en fuerza. Entre gritos, la monja era incapaz con su fuerza y avanzada edad resistir aquella violencia con la que la criatura la atacaba. El otro par se acercaba tratando de hincarle el diente a la mujer que yacía en el suelo luchando por su vida. ¡Bam! ¡Bam! ¡Bam! Tres proyectiles de nueve milímetros fueron liberados a gran velocidad del interior del cañón de las pistolas duales de Davis atravesando la sien de los tres infectados. El joven corrió hacia la anciana que trataba de ponerse en pie por su cuenta mientras los no muertos, afortunadamente de los lentos, comenzaban a entrar en la estancia dirigiéndose a ellos, mientras otros preferían unirse a devorar los restos sanguinolentos de Ben esparcidos por el suelo.

—¡Tenemos que salir de aquí de inmediato! —exclamó el joven ayudándola a ponerse en pie. —¡Vamos!

Pero cuando trató de tirar de ella, Clara le pegó un empujón soltando su mano. Davis se extrañó ante aquel acto, pero entonces lo comprendió tras detenerse unos instantes a observarla. Parte del tejido de la manga de su oscura vestimenta había sido arrancado dejando expuesto una desagradable marca de mordedura de la que emergían ríos de sangre que impregnaban el resto de la manga. Agotada, dolorida, con los ojos llenos de lágrimas y entre fuertes respiraciones, la anciana negó lentamente la cabeza.

—Vete tú... —contestó apoyándose en un banco cercano. —Sé lo que pasa cuando te muerden...

El joven miró tras ella, al menos una decena de cadavéricos seres se encaminaban a la monja a pasos lentos pero decididos atraídos por el olor de la sangre. El cuerpo de la anciana temblaba, su piel se iba volviendo pálida rápidamente.

—¡Ven conmigo, Clara! ¡No puedo dejarte aquí! ¡Tú me recogiste del exterior, ahora no puedo abandonarte! —exclamó el joven acercándose a ella escuchando los gemidos cada vez mas cerca de ellos. —¡Vamos!

—No... Hijo, tanto tú como yo sabemos que solo sería una molestia para ti. Soy una anciana, no puedo correr ni moverme con la misma velocidad que tú ni siquiera andando ligero, además, estoy sangrando, el olor de mi sangre los atraerá constantemente hacia nosotros. —comentó con apreciable esfuerzo. Los gritos de los rabiosos seres de ultratumba se escuchaban a lo lejos en la calle. —Yo ya soy vieja, he vivido todo lo que tenía que vivir, ahora es mi momento de reunirme con el creador. Pero tú, Davis, eres aún muy joven como para quedarte aquí a morir.

El joven echó la mirada al suelo disgustándose profundamente al escuchar aquello. Nuevamente, alguien estaba muriéndose frente a sus ojos incapaz de hacer nada por evitarlo... No le gustaba verla así, tan agotada y dolorida, y dejarla allí pasto de las bocas de aquellos seres infernales le parecía cruel.

—Davis, por el amor de Dios, ¡¡vive!! —exclamó la mujer atrayendo su mirada. —¡Vete, no dudes mas! —la anciana se detuvo un momento sintiendo que con cada palabra que salía de su boca se le iban las fuerzas. —Detrás del altar hay una salida, ve por allí y saldrás por la parte trasera del edificio. ¡Rápido!

—Lo siento... Lo siento mucho... —contestó sintiendo un profundo dolor en su pecho antes de darle la espalda y salir huyendo del lugar.

La anciana lo vio desaparecer en apenas unos segundos, dejándola finalmente sola con todos aquellos muertos vivientes a su espalda y los restos de Ben en aquel mal iluminado y ahora silencioso edificio. La anciana miró atrás para ver casi una quincena de muertos vivientes apenas a unos metros de distancia, sus manos la alcanzarían en breve. Apretando los dientes, la mujer se enderezó y caminó tan rápido como su dolorido, agotado y viejo cuerpo le permitía. Sus pasos se detuvieron en en un armario cerca del altar, y sacando una llave de uno de los bolsillos de su vestido, abrió las puertas de este para coger lo que había en su interior.

—No sé que haría el padre Mike con esto oculto en su habitación, pero ahora me va a servir a mi... —susurró la anciana echando un vistazo a la veintena de muertos vivientes que andaban sobre la larga alfombra roja. —Dios está conmigo. No temo a la muerte.

La anciana se colocó frente al altar sujetando una escopeta de aspecto antiguo, teniendo en su bolsillo varias balas para el arma. Alzando el arma contra los muertos vivientes, la anciana contempló sin temor alguno a un par de seres entrando a toda prisa por las ventanas, gritando como animales salvajes, aquel par de seres corrían hacia su dirección empujando a sus compañeros mas lentos.

—Rezaré por tu alma, joven, espero que algún día encuentres a Dios en tu vida... —susurró la anciana teniendo al joven Davis en la cabeza instantes antes de apretar el gatillo.

Jadeando, sus rápidos pasos se detuvieron cuando unos disparos se escucharon a lo lejos, y poco después, un grito. El joven se volteó para observar a lo lejos, calle abajo, el edificio del que había escapado dejando a Clara sola. Davis se abrazó a sí mismo dolorido ante el suceso, sintiendo las latentes heridas tratadas y vendadas que le recordaba nuevamente la manera en la que Clara le había acogido y ayudado, y como él a cambio, no pudo protegerla teniendo que dejarla atrás. Bajo las vendas que envolvían sus brazos y parte de sus manos, sentía las heridas provocadas tras el enfrentamiento con la criatura humanoide gritarle advirtiéndole a través de dolorosas sensaciones que tras haber sido tratadas, habían empezado lentamente a cerrarse, pero si continuaba corriendo aquel ritmo, nuevamente se volverían a abrir, igualmente su costado le repetía el mismo mensaje. Por suerte, las heridas de las piernas, torso y cabeza no eran especialmente graves ni muy grandes, por lo que no debía de aguantar también las quejas que estas les transmitían a su cerebro a través de dolorosas sensaciones.

Davis, habiendo dejado muy atrás el edificio santo, continuó hacia adelante rumbo a la base militar, esta vez, caminando lentamente para calmar las dolorosas sensaciones de las heridas de su cuerpo. Lo sabía, que aquellos zombies se acercasen a la iglesia había sido su culpa. Tras el enfrentamiento con la criatura humanoide, muchas heridas se habían abierto por su cuerpo, heridas de las que brotaban sangre que no limpió en ningún momento ni quiso contener hasta encontrar un sitio adecuado para hacerlo, dejando y siendo consciente de ello, un rastro de sangre allá por donde pasaba, dejando caer sobre el asfalto gotas de esta, dejando algunas marcas, o el simple olor en el ambiente. Por culpa de aquello, y de la discusión que abrió con Ben en la que tanto uno como otro alzaron la voz, los muertos vivientes de las cercanías habían encontrado la ubicación en la que se encontraban escondidos, ocasionando con ello tanto la muerte de Ben como la de Clara.

Nuevamente, había perjudicado a otros con sus acciones, y nuevamente, había perdido a otros sin ser capaz de hacer nada por evitarlo. ¿Ah? ¿Y luego creían Ben y Clara en la existencia de Dios? ¿Acaso un Dios permitiría la muerte de gente inocente solo por imponerle a otra persona una prueba para ver si es o no digna de su regalo? Y si... Sí, era lo mas probable, Clara se equivocaba por completo. Davis sonrió con cierta malicia en el rostro sin dejar de caminar arrastrando los pies, no muy distinto de como un no muerto se movía. Evidentemente, Dios no le estaba poniendo una prueba, ni tenía ningún regalo para él, simplemente le estaba castigando por el crimen que cometió en el pasado. El joven alzó la mirada a la calle que se abría frente a él con la mirada perdida.

El silencio de la soledad y las sombras de la noche lo rodeaban. Calles vacías, viejos periódicos siendo arrastrados por la brisa nocturna veraniega... Las pocas farolas existentes en las calles parpadeaban cada dos por tres, haciendo aparecer y desaparecer la blanquecina luz que emitían de manera intermitente. Las hojas de los árboles cercanos sonaban suavemente con la caricia del viento. Allí, en aquella solitaria calle, la figura del joven vagaba sin ser consciente ya del rumbo que sus pasos aleatorios daban, similar a los pasos, forma de andar, y casi de moverse de un muerto viviente, el joven a simple vista perdía cualquier cualidad humana que a simple vista pudiese ser identificada como tal por unos ojos ajenos. Durante bastante rato, el joven anduvo como un alma errante por las diversas calles aleatorias que sus pasos tomaron ignorando a la consciencia del joven, la cual no paraba de ser atacada una y otra vez por la crueldad de su mente. Al fin y al cabo, si lo pensaba bien, su mayor miedo, su mayor debilidad, e incluso su peor enemigo, no era otro que él mismo.

Un sonido metálico lo sobresaltó despejando las tinieblas que abrumaban su mirada. ¿Ah? Rodando por el suelo, una lata golpeada inconscientemente había sido lo que le había devuelto la consciencia nuevamente. Davis se llevó la mano al rostro frotándose con pesadez. Suspiró y miró a su alrededor. Nada había, nada mas que su propia, solitaria y triste existencia en aquel sitio. Sin prisas pero sin pausas, como quien da un paseo ignorando los peligros ocultos en las sombras de una ciudad infectada de zombies, soldados y otras criaturas, el joven continuó andando camino a la base militar, con el ánimo por los suelos, ignorante de las amenazas que se acercaban a toda prisa hacia él alertadas por el sonido.

Unos rápidos pasos llegaron a sus oídos, y Davis se detuvo de inmediato. Su corazón tembló con brusquedad, unos escalofríos recorrieron su columna vertebral. Lentamente, el joven fue volteándose, hasta que sus ojos temerosos hallaron a la silueta negra a varios metros de distancia, parada en mitad de la calzada observándole de pies a cabeza entre suaves gruñidos, oliendo con fuerza el olor de la sangre que aún emanaban las heridas vendadas del joven.

—No... —susurró retrocediendo unos pasos. —No me jodas... No ahora...

Era obvio para él por las reacciones, los pasos y sus enérgicos movimientos, ese no era precisamente lento. El zombie dio unos pasos adelante aumentando el tono de sus gruñidos, tanteando con la vista la zona y al chico del que venía aquel delicioso olor a sangre que tan loco lo estaba volviendo. Davis negó lentamente con la cabeza a medida que retrocedía lentamente desenfundando sin brusquedad sus pistolas duales. Solo era uno, ¿cierto? Entonces, ¿por qué su corazón latía con tanta fuerza? ¿Por qué aquellos escalofríos? ¿Por qué aquel miedo? El no muerto enseñó los dientes al joven en señal de hostilidad. Davis sabía que algo no iba bien, tenía la corazonada, de que estaba a punto de suceder algo terriblemente malo para él. La criatura comenzó a temblar violentamente mientras sus gruñidos y respiraciones se intensificaban, y entonces...

—¡¡¡AAAAAARRRRRGHHHH!!!

Gritó extendiendo sus brazos, fijando sus ojos inyectados en sangre en la figura del joven contra el que iba a lanzarse. Davis trató de apuntar al cráneo del no muerto en cuanto lo vio correr hacia él entre violentos gritos, pero entonces, el joven se sobresaltó al escuchar unos cubos de basura caer al margen derecho de la calle, y tras eso, una decena de muertos vivientes salieron a la carrera hacia él, y del margen izquierdo, otra decena salió de un callejón también alertados por el grito del primero. Davis rápidamente echó a correr cual alma que lleva el diablo. Poco mas de una veintena de rápidos seres de ultratumba le seguían corriendo a su espalda, gritando como animales salvajes en estado de euforia ante la presa que tenían delante. Davis corrió y corrió tanto como podía, lanzando de vez en cuando algún disparo aleatorio hacia atrás, la mayoría de las veces en vano. Frente a él se abría una intersección a unos metros, giraría a la derecha para tratar de ocultarse unos meros segundos de la vista de sus cazadores y meterse en un local, si continuaba corriendo calle arriba en línea recta, jamás desparecería del campo visual de sus perseguidores. Sus respiraciones estaban alterándose, su cuerpo nuevamente comenzaba a mandarle dolorosos avisos acerca de sus heridas abriéndose ante el esfuerzo físico que estaba haciendo al correr a la máxima velocidad que su cuerpo le permitía.

¡Ya está! Pensó el joven entrando en la intersección, ahora tenía que girar a la izqui... ¡¡JODER!! Sus pasos se detuvieron peligrosamente antes de girar al contemplar la horrorosa visión de un numeroso grupo de cadáveres ambulantes llenando la calle en la que iba a meterse. Rápidamente, los no muertos se giraron al escuchar los pasos del joven y los gritos de sus compañeros a lo lejos, y nuevamente...

—¡¡¡AAAAAARRRRRGHHHH!!!

Davis cambió por la ruta frontal, calle arriba. Entre esos y los que le seguían, medio centenar de muertos vivientes iban tras sus pasos. Otra intersección cruzó hacia adelante, y un nuevo grupo salió a la carrera de una de las calles que se abrían a la derecha de esa intersección. Mas... ¡¡Cada vez mas y mas iban tras él!! Salían a su encuentro grandes grupos de locales y viviendas con las puertas abiertas, callejones, calles... No, no podía ser verdad... ¡¡No!! Sus pasos corrían, sus disparos continuaban acertando mayormente en zonas no mortales para las criaturas. Eran tantos, ¡¡TANTOS!! Casi un centenar corría tras él gritando como animales rabiosos. ¡Por detrás, por la izquierda, por la derecha! Trataban de acorralarle. Le dolía el pecho, sus heridas se estaban abriendo, lo notaba, sus piernas a veces le jugaban la mala pasada de parecer que estaban a punto de tropezar y hacerles caer debido al agotamiento. Miró a izquierda, miró a derecha, algunos muertos vivientes saltaban sobre vehículos cercanos estacionados en fila tratando de llegar antes a él.

Esto no puede estar pasando, pensaba el joven. No puede, no, no, no, no puede, no... ¡¡¡NOOOOOOOOOOO!!! Le dolía mucho al respirar, sus piernas estaban fatigadas, sus heridas habían comenzado a sangrar humedeciendo las vendas, su corazón latía realmente fuerte. ¿Era esto el miedo? ¿La adrenalina? Sus pies tropezaron haciéndolo caer al suelo.

—¡¡¡AAAAAARRRRRGHHHH!!!

Rápidamente se levantó, no sin antes atinar unos disparos a los no muertos mas cercanos en la cabeza. Nuevamente continuó la frenética huida hacia adelante, mas y mas, y mas adelante, pero... ¡¿A donde demonios estaba dirigiéndose?! Cada vez eran mas y mas los que se unían a la horda. Mas y mas gritos, hasta el punto en que le era casi imposible escuchar incluso sus propios pensamientos. No podía pensar. No sabía que hacer ni a donde ir. No sabía hacer nada mas que correr hacia adelante sin ningún lugar al que dirigirse. ¡¡¡AAAAAhhhhhhh!!! ¡Le dolía demasiado el pecho! Sus respiraciones eran fuertes, y muy, muy dolorosas, las piernas estaban en su límite, ¡¡¡CASI LO HABÍAN COGIDO!!!

—¡¡¡¡¡¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!!!!

Gritó con todas sus fuerzas desesperado, dejándose llevar por el miedo y la ansiedad. No podía mas, no podía, estaba sobrepasando los límites de la resistencia de su cuerpo. Dolor, fatiga, confusión, miedo, adrenalina, sudor, lágrimas, sangre... Aún así seguía forzando a su cuerpo,¡¡¡ mas, mas, mas, mas, mucho mas!!!! Había ascendido varias calles en una misma dirección, había cruzado varias intersecciones... Sus pies se entrelazaban a punto de cometer un nuevo tropiezo, tal era la velocidad, tal era la sensación de la adrenalina en su cuerpo, que prácticamente no sentía el suelo que pisaba, no sentía sus pies, no sentía nada... Estaban tan, tan jodidamente cerca de él, que casi podía sentir el aliento de las criaturas en la nuca, casi sentía que le rozarían los hombros con los dedos con solo alargar el brazo.

—¡¡¡¡AAAAAAARRRRRRRRGGGGGHHHHH!!!!!

Gritó fuera de si forzándose mas, mucho, pero que mucho mas a continuar... Tanto que no le extrañaría que se torciese un tobillo, o incluso se le quebrase el fémur de una de las piernas. Apenas le llegaba el aire a los pulmones, dolía tanto, tantísimo, su vista se nublaba, a veces, a veces sombras aparecían en su campo visual cegándole... Si caía, no volvería a levantarse, lo sabía, nunca mas... ¡¡NO ME JODAS!! Pensó al ver una gran alambrada cortándole el paso. ¡¡A TOMAR POR CULO!! El joven, incapaz de detener sus pasos llevado hacia adelante por el efecto de la inercia y por el temor de saber que el parar un miserable segundo sus pasos significaba la muerte asegurada por la tremenda cercanía de las criaturas, Davis saltó a la alambrada con intención de trepar por ella y saltar hacia el otro lado.

Trepó y trepó, hasta que sintió unas manos aferrándose a una de sus zapatillas deportivas, y otra a su pierna izquierda. Los primeros no muertos ya pusieron sus manos en él, tirando de él tratando de hacerlo caer, mordiendo sus zapatillas con fuerza. El joven sintió la ansiedad apoderándose de él en cuento la mandíbula de uno de los infectados se cerró con fuerza sobre su pie. Aún protegido por la zapatilla, el joven era capaz de sentir en la piel de su pie todos y cada uno de aquellos dientes. Velozmente sacó la pistola y disparó a bocajarro sobre los cráneos de los seres que trataban tirarlo de la alambrada impidiéndole seguir trapeando por ella.

¡Bam! ¡Bam! ¡Bam! ¡Bam! ¡Bam! ...

Por cada uno que mataba, siete mas lograban llegar a él. Guardó la pistola y se quitó a unos cuantos del medio a base de golpearles el rostro con sus pies mientras continuaba trepando. Algunos comenzaban a saltar tratando de agarrarlo de una pierna para tirarlo abajo, incluso, había sentido las manos de aquellos que saltaban lograr tocarles o arañarle en las piernas. La alambrada temblaba, aquellos seres la agitaban con fuerza tratando de desestabilizar al chico para hacerlo caer.

—No mires abajo... No mires abajo... No mires... —susurró el joven.

No obstante, su mente lo tentó a mirar abajo. Pálido, el chico contemplo a veinte, treinta, no... ¿cuarenta? ¿Cincuenta? ¡¿Tal vez mas?! Incontables muertos vivientes se agrupaban agitando la alambrada, y otros aún estaban corriendo hacia ella. Davis agitó la cabeza y continuó subido por la alta alambrada, justo para acabar fijándose que arriba del todo había varias espinas metálicas. Davis cerró los ojos y se mordió el labio inferior frustrado e impotente, allí encaramado a una alta alambrada de espinos, y en el suelo, un incontable grupo de zombis rabioso por morder su carne. Tragó saliva nervioso, y con los ojos llorosos continuó ascendiendo. El clavarse las espinas en las manos al lograr llegar a la cima fue inevitable. Apretando con fuerza la mandíbula, soportando el dolor de aquellas espinas metálicas clavándose en su carne y arañándosela haciendo emanar la sangre, el joven trató de pasar con todo el cuidado del que era capaz para herirse lo menos posible. Pasó una pierna, y luego otra, y entonces... El joven ahogó un grito cuando una embestida de los no muertos le hizo perder el equilibrio cayendo al otro lado de la alambrada.

—¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAARRRRRRRRRGGGGGGGGGHHHHHHHHH!!!!!

Davis gritó con todas sus fuerzas hasta vaciar todo el aire de sus pulmones al caer desde una altura de tres metros sobre el asfalto, aterrizando sobre la parte izquierda de su cuerpo. No obstante, aquello no fue el único dolor indescriptible que bombardeó con fiereza su cerebro, pues su pierna derecha había sufrido un corte por parte de una de las afiladas espinas de metal, corte del cual emanaba la sangre, cuyo olor excitó aún mas si cabía las hordas de muertos al otro lado de la alambrada, quienes con bestialidad la zarandeaban tratando de tirarla abajo. Retorciéndose como un gusano ante el indescriptible dolor que estaba sintiendo en aquellos momentos, el joven, con una fuerza de voluntad y resistencia sobrehumana, trató de levantarse gritando a pleno pulmón de dolor. Apretando tan fuerte los dientes que sentía que se le iban a partir, dio los primeros pasos adelante, sin apoyar mucho en el suelo el pie derecho, y continuó adelante, como había estado haciendo en toda aquella huida, adelante, sin saber a donde ir o en donde acabaría. Solo sabía una cosa, con semejante zarandeo, aquella alambrada acabaría cediendo con total seguridad.

Respirando con fuerza, casi arrastrando la pierna dejando una rastro de sangre tras de sí, el joven siguió, ignorando por completo su consciencia, que congelada, no le decía absolutamente nada, tan solo lo hacía seguir adelante de manera mecánica. Tras ascender varios metros, sus pies se detuvieron. Frente a él se alzaba un enorme muro cortando la calle, negándole la posibilidad de seguir adelante. En el margen derecho había una puerta metálica, pero desgraciadamente estaba cerrada por el otro lado. No había escapatoria. El joven se sentó en el suelo apoyándose contra el muro, viendo a unos metros de distancia a los no muertos gritando y zarandeando la alambrada. Observó su pierna, estaba sangrando. Las vendas de sus manos y brazos, y sentía que las del costado, estaban humedecidas ante las nuevas heridas producidas por los clavos, y las antiguas heridas nuevamente abiertas. Le dolían los músculos y los huesos de la caída, su cuerpo finalmente había sobrepasado sus límite dejándolo ya inmóvil en el suelo, no tenía fuerzas para ponerse en pie de nuevo. Le dolía hasta la última fibra de su ser, físicamente estaba reventado ante la fatiga. Ya había llegado su final, ya no podía seguir mas adelante, y pronto, esos seres tirarían la alambrada y lo devorarían vivo...

El joven cabizbajo y con el rostro cubierto en sombras, se quedó mirando con total indiferencia a la alambrada que algunas de las criaturas trataban de trepar mientras otras luchaban por echarla a bajo. Ben se lo dijo, Dios le daría su castigo merecido, y la hora de ser juzgado finalmente le había llegado. La poderosa deidad alzaba su puño montado en cólera hacia su figura, tal ser que se atrevía a insultarle y cuestionar su existencia en su propia casa debía de ser juzgado con mano firme, por eso, y por todos los crímenes que había cometido. Una existencia que solo vivía para herirse así mismo y a los que le rodeaban no debía de existir en su creación, tal existencia debía de permanecer arrojada en las llamas de averno junto al resto de existencias de similar naturaleza. El castigo divino estaba a punto de caer sobre su cabeza en cuanto el puño de la poderosa deidad lo aplastase allí cual mero e insignificante insecto. Ser devorado vivo por todos aquellos centenares de bocas provistas de dientes sería su castigo, una muerte lenta y dolorosa que haría desaparecer de la faz de la Tierra hasta el último pedazo de su carne, para acabar dividido y encerrado en cientos de trozos en el interior del vientre de las criaturas. Sí, un final trágico acorde de una trágica y patética existencia como la suya. Estaba dispuesto a aceptar el juicio divino sobre el que él cayera... Una extraña sonrisa se dibujo en su rostro ensombrecido.

—¡Jajajajajajaja! ¡¿En qué demonios estoy pensando?! —se dijo así mismo—. ¡¿Dios?! ¡¿Castigo?! ¡¡Gilipolleces!!

El joven alzó la vista al cielo nocturno. Sobre su cabeza, una gran luna llena podía apreciarse, rodeada de cientos de estrellas y algunas nubes oscuras. A su alrededor, el viento mecía las ramas de algunos árboles cercanos. Y, apoyado en el muro, allí estaba él, contemplando su pistola Glock. No obstante, a pesar de sus desvariaciones acerca de Dios y el castigo divino que estaba lanzando contra él, no negaba en absoluto el hecho de que mereciese ser castigado, o que aquel fuera un final perfecto para alguien como él. Varios rostros, varias escenas, varias voces acudieron con fuerza a golpear su mente sin clemencia. El rostro agotado de Clara pidiéndole que se marchara dejándola atrás, los gritos histéricos de Ben condenándole al infierno, Shaun manchado de sangre tras ser disparado, la oscura figura de Crystal retorciéndose entre las llamas, las duras palabras acusadoras con las que Jim le atacó en la tienda, la pesadilla que tuvo, las dos veces que Kyle estuvo a punto de morir ante sus ojos sin poder hacer nada para evitarlo, los cadáveres de sus padres fallecidos sobre la cama de matrimonio, la foto en la que salía él de pequeño con sus padres y su hermana en el jardín de su casa, Tom zombificado tratando de morderle, el rostro de los amigos que se fueron alejando de él con el paso de los años, la última vez que vio con vida a los hermanos Allen y Riliane... Aquellos fueron algunas de las cosas que acudieron a su mente clavándose como estacas. Todo, absolutamente todas aquellas muertes, aquel odio, aquel desprecio, aquella indiferencia, todo lo había provocado él mismo. Ahora, era hora de pagar por sus pecados.

—Una bala... —susurró comprobando el arma que tenía en mano. —No necesito mas.

Un fuerte sonido metálico inundó la escena atrayendo su mirada, finalmente, habían logrado tirar la alambrada. Llevados por la desesperación y ansiedad, decenas de veloces muertos vivientes corrieron hacia el joven sentado en el suelo, gritando como animales salvajes en pleno estado de euforia. Los oscuros ojos de Davis observaba con indiferencia a los cadáveres ambulantes correr hacia su posición.

Una extraña sonrisa se dibujó nuevamente en su rostro, una sonrisa que en contraste con el significado de la acción, expresaba total resignación y tristeza.

—Mentira. —susurró tras unos instantes en silencio. —No estoy aceptando la muerte ni el castigo que merezco. Otra vez estoy huyendo de la situación.Tengo miedo de morir devorado vivo, tengo miedo de volverme en una de esas cosas. Huir es lo único que sé hacer. —sin mas dilación colocó el cañón de su arma sobre la sien derecha, y el dedo en el gatillo. —Huir e ignorar los problemas, eso es lo único que sé hacer, eso es lo que he hecho toda mi vida resignándome a aceptar las consecuencias que mis actos pudiesen tener. Incluso hasta el final, no soy capaz de ser honesto conmigo mismo, incluso al final, no puedo dejar de actuar de esta forma tan patética... —las lágrimas surcaron su rostro mientras su sonrisa se ensanchaba.

La suave brisa veraniega mecía las ramas de los árboles, esparciendo el perfume de la sangre con él. Coros de gritos procedentes de las gargantas de las bestias resonaban por todos los rincones. En lo alto, la luna contemplaba lo que en la tierra sucedía desde lo alto de su mar oscuro, silenciosa e indiferente. ¡¡¡PUM!!! Entonces, por un mero instante, una luz y un sonido rompieron el equilibrio nocturno procedentes de cierto callejón, y tras aquella efímera perturbación, nuevamente la luna, la brisa y los zombies continuaron como principales protagonistas de aquella caótica noche caída en desgracia...





Los rápidos pasos del grupo se dirigieron hacia el lugar en el que hacía rato había tenido lugar la batalla. Cuatro soldados uniformados estuvieron escuchando los disparos y explosiones durante todo lo largo de la calle que tuvieron que recorrer, hasta que finalmente llegaron hallando lo que estaban buscando.

—¡¡Mi moto!! —exclamó la mujer de largos cabellos oscuros. —¡¡Sabía que la había dejado aparcada cerca, sabía donde, no me equivocaba!! ¡¡Esto explica porque demonios no estaba donde la dejé!! ¡¡Ese maldito hijo de perra me la robó!! —se quejó pateando el vehículo repleto de agujeros de bala.—¡¡La ha dejado inservible!!

—Vamos jefa, ya habrá momento para llorar, patear culos o comprarte otra. Lo que buscamos era otra cosa, deja de llorar por tu motocicleta. —suspiró Marcos colocando la mano en el hombro de Michaela. No obstante, rápidamente se arrepintió cuando en respuesta esta le agarró la mano torciéndosela inmovilizándole el brazo por completo. —¡¡Argh!! ¡Vale, vale, está bien! ¡No te toco! —exclamó retractándose de inmediato de su acción ante la respuesta y la mortífera mirada que obtuvo por parte de la mujer ante su gesto.

—¡No estoy de humor para tus comentarios bromistas, Marcos! —dijo soltando de inmediato a su subordinado.

La mujer pasó por su vera golpeándole el hombro para dirigirse a algo en particular que había captado su atención en mitad de la calzada.

—Joder... Que malas pulgas tiene esta mujer... —dijo el soldado girando su muñeca tratando de aliviar el dolor.

—Vaya, mosquear así a la jefa es peligroso, Marcos. Podría haberte cercenado los huevos con su machete por esas confianzas. —comentó Dawson.

—A Marcos siempre le ha gustado vivir al límite —añadió Sullivan entre risas.

—¡Tsk! ¡Cerrad el pico de una vez! —se quejó pasando entre el dúo para ir a donde Michaela se encontraba.

Los cuatro se reunieron frente a una figura grotesca agujereada y carbonizada. El cuarteto no salía de su asombro, acerca de como un simple civil había sido capaz de derrotar a Acteón, el arma definitiva creada por la organización para la que trabajaban.

—Vaya... Tengo que reconocer que estoy sorprendida. —comentó Michaela contemplando el cuerpo inerte. —No solo tiene la osadía de robarme mi moto y mi armamento, también ha acabado con Acteón en modo Berserker.

—¿Seguro que ese tipo es solo un civil? —preguntó el otro miembro femenino del cuarteto.

—Sí. Solo un mísero civil, nada mas. —contestó Dawson de inmediato. Echando un vistazo a su alrededor, observó todos los rastros de sangre que había por la zona, así como que el cuerpo del civil no se hallaba en el escenario de la batalla. —Parece que ha sobrevivido, no se ve su cadáver por ninguna parte.

—Por no hablar de que hay tantos rastros de sangre aquí y allá que es imposible saber cual es la sangre del chico y cual la del bicho. —suspiró Marcos pateando el cadáver del suelo.

—Será complicado dar con él ahora. —comentó Michaela. —Sullivan, te asigné a ti la misión de encontrar a nuestro héroe, pero me da que vas a tener que recibir la ayuda de Dawson.

—¡¿Qué?! ¡Era mi misión! ¡No necesito a este tipo detrás de mi como si fuese una niñera! —exclamó la joven disconforme. —¡Puedo trabajar sola, lo sabes!

—Aquí se hace lo que yo diga y punto —respondió de forma tajante sin siquiera girarse a observarla. —Además, iréis por separado para abarcar mas terreno. Cuando lo encontréis ya sabéis que hacer.

—Está bien... —contestó disconforme.

—Vale. —respondió Dawson. —Entonces... —el joven se detuvo unos instantes.

—¿Qué sucede? —preguntó Marcos al ver como dejó de hablar.

No obstante, no obtuvo respuesta. Los ojos del joven permanecieron clavados en el cadáver de la criatura, percibiendo un sonido que tan solo él tenía la capacidad de escuchar con total claridad.

—¿Dawson? —preguntó Michaela.

Entonces el joven rápidamente desenfundó el arma apuntando a la criatura.

—¡No está muerto! —exclamó retrocediendo varios pasos.

La criatura abrió su ojo y velozmente se puso en pie. Ante aquella sorpresa el trío restante se alejó de él guardando distancias.

—¡¡¡¡AAAAAARRRRRRRRGGGGGHHHHHH!!!!

La criatura rugió despertando de entre los muerto para ver a un nuevo grupo de seres humanos apuntándole con sus armas a unos metros de él.

—¿Cómo sabías que estaba vivo? —preguntó Marcos.

—Pude captar los latidos de su corazón reanimándose, y después su respiración.

—Pudiste avisar en cuanto lo escuchaste y no haber esperado a que se levantara —contestó Sullivan de mala gana.

—¡Silencio! —se impuso la voz de la líder del equipo. —¡Silver Wolfs, preparados para iniciar combate contra la criatura Acteón! ¡A mis órdenes atacáis!

—¡De acuerdo! —contestó el trío de subordinados al unísono.

Una nueva batalla estaba por librarse a la par que Davis llegaba a la parroquia en la que conocería a Ben y Clara. El inmortal Acteón se negaba a aceptar su muerte a pesar de todo el daño que había recibido en sus combates previos, esta vez no se contendría, esta vez, pasaría a la segunda etapa del modo Berserker suprimiendo absolutamente todo lo que quedaba de inteligencia y consciencia para aumentar su poder regenerador y ofensivo. Quería vengarse del daño que le hicieron los humanos, especialmente aquellos que le crearon, y ahora, era el momento de la venganza.





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