Big Red Mouse Pointer

miércoles, 27 de febrero de 2019

NH2: Capítulo 062 - Amoralidad (Parte 3; Final)

La puerta de madera se abrió, y la figura del chico ingresó a su vivienda particular cerrando la puerta tras él. Con pies de plomo, el joven atravesó el salón dirigiendo sus pasos hacia el baño. Una vez entró, Leonard suspiró con pesadez al contemplar su reflejo en el espejo del baño. Se veía realmente horrible, pensó. Pálido como un muerto, presentaba unas profundas ojeras negras bajos sus párpados, y de su frente, numerosas gotas de sudor caían, sudor que empapaba sus rubios cabellos aplastándolos contra su cabeza dándole un sucio aspecto. De nuevo, su nariz y labio inferior habían comenzado a sangrar. Y el dolor de su ojos izquierdo, morado e hinchado, era también una auténtica molestia para él. Sus manos, vendadas hasta los antebrazos, presentaban múltiples manchas de sangre impregnando la tela blanca. El joven abrió el espejo, el cual, era además un pequeño armario donde guardaba algunas medicinas.

Leonard agarró un rollo de vendas, algodón, y desinfectante, después, cerró nuevamente el armario observándose momentáneamente en el espejo. Tras eso, colocó el tapón del lavabo y lo llenó con algo de agua de una de garrafa de 5 litros que tenía en el baño para asearse. Lentamente se quitó las vendas dejándolas caer al suelo. Múltiples cortes de diversas dimensiones, tanto viejos como nuevos, se extendían a lo largo de su piel entre sus manos y antebrazos, mezclándose con los oscuros moretones a causa de los fuertes golpes que Tyler, e incluso la propia Michaela le habían propinado. El joven procedió a lavar los nuevos cortes con algo de jabón para eliminar la sangre de su piel. Todas aquellas heridas, no eran otra cosa que las secuelas de los entrenamientos intensivos de Michaela tanto en el combate cuerpo a cuerpo, como en el entrenamiento con cuchillos y otras armas filosas.

Llevaba doce días entrenando de forma intensiva junto a Tyler, su rival, y la persona a la que debía de superar en todas las modalidades en las que la reina inmoral le adiestraba. Entrenar, entrenar, y más entrenar, aquello era lo único que hacían día a día, solamente entrenar. Tanto él como Tyler habían sido apartados de las tareas de reconstrucción de la base para dedicar todo el tiempo posible a los entrenamientos, teniendo bastante contacto diario con Michaela. Y las horas libres que tenía, las usaba principalmente para comer y dormir. No tenía ni fuerzas ni ganas para otra cosa después de aquellos duros entrenamientos. Si seguía a aquel ritmo, pronto sus extremidades se desprenderían de su cuerpo.

En total hacía 70 horas semanales de formación en lo que se podía llamar un auténtico entrenamiento espartano. En total había dado 840 horas de entrenamiento en tan solo 12 días, aquello era una auténtica barbaridad. Sin embargo era su deber, su único deber al día, entrenar y entrenar para poder estar al nivel de un soldado de Esgrip y poder llamarse a sí mismo pupilo de Michaela.

Anna, Fox y Marcus le dieron una formación básica en el manejo de armas blancas y de fuego, defensa personal y supervivencia. Sin embargo, Michaela había ido tanto con él como con Tyler varios pasos más allá del nivel básico. En el manejo de las armas, habían aprendido técnicas para mejorar la precisión y amortiguar el retroceso de las armas cuando dispararan, ya estuviesen quietos o en movimiento, técnicas avanzadas en combate con armas blancas similares a cuchillos, navajas, machetes o espadas cortas, y a manejar armas variadas de fuego, o incluso técnicas para mantener cuidadas las armas blancas y de fuego y evitar así que se deterioraran con el tiempo. En cuanto al combate cuerpo a cuerpo, Michaela les enseñó a predecir los movimientos del enemigo a través de leer el lenguaje corporal de su contrincante, así como técnicas más avanzadas de combate con las que podían matar o romper huesos a sus rivales en pocos movimientos, o incluso a detectar los puntos vitales del cuerpo humano.

También aprendieron técnicas más complejas a la hora de sobrevivir o curar heridas. Aprendieron a fabricar algunas trampas o armas rudimentarias, a emplear los colores para camuflarse, a recolocar un hueso, a leer el entorno en el que se movían a la hora de buscar un objetivo móvil, o incluso a saber como actuar en caso de una amputación. Aquello no solo fue una formación teórica, Michaela trataba de que fuese lo más práctica posible. Tanto él como Tyler habían acabado agotados y heridos en sus diversos entrenamientos intensivos, pero debía de reconocer que gracias a todos esos conocimientos, estaba mucho más preparado que antes para sobrevivir en diversos ambientes.

El agua se tiñó con la rojiza coloración de la sangre del chico. Leonard arrugó el rostro sintiendo algo de dolor al lavar los cortes con el agua y el jabón. Aquellos entrenamientos eran muy peligrosos, iba varios pasos más allá de a los que estaba acostumbrado con los altos mandos. Temía que en uno de esos entrenamientos con armas blancas o de combate cuerpo a cuerpo, acabase con algún hueso roto o un miembro amputado. El joven procedió a secarse delicadamente con una toalla una vez acabó de lavarse mientras se miraba al espejo. No le vendría mal un baño para quitarse el olor a sudor, relajarse y tener una mejor imagen, sin embargo, estaba demasiado cansado, sentía que aquel agotamiento se acumulaba más y más conforme pasaban los días. Cada día debía levantarse a las 6 de la mañana, de lunes a domingos, para entrenar a lo largo de 10 horas diarias, divididas en 4 tipos de entrenamientos de entre 2 y 3 horas de duración. A las 23:00 de la noche finalizaba el entrenamiento diario, y nada más salir, procuraba volver a su nueva casa y acostarse para estar nuevamente en pie a las 6 de la mañana.

El joven tomó un poco de algodón que impregnó de desinfectante, y comenzó a aplicárselo a cada uno de los nuevos cortes que decoraban su piel. Estar bajo la tutela de Michaela tenía sus ventajas, desde luego, había recuperado la mayoría de cosas que Serge le quitó aquella noche, ahora tenía una casa propia, por lo que no tenía necesidad de volver a la escuela, podía pedir recursos cuando los necesitase, comida, agua, medicinas, objetos... y además, no había vuelto a tener problemas ni con los civiles ni los militares, todos le tenían respeto, aunque fuese a regañadientes. Por otra parte, el contacto diario con Michaela, le había hecho ver algunas facetas semiocultas de ella que normalmente solían estar eclipsadas con aquella imagen de dictadora demente. Sentía que aquella mujer, en un pasado lejano, había sido una personal normal y corriente que sentía y padecía como cualquier otro mortal, sin embargo, algo en su vida debió de convertirla en la mujer que era hoy en día. ¿La sociedad tal vez? ¿Algo relacionado con esta? ¿La falta de cariño de sus padres quizás? ¿O tal vez algo más? Puede que fuese incluso todo aquello a la vez.

Había algo que había logrado comprender al estar tanto tiempo con ella, y es que, en el fondo, Michaela no era tan mala después de todo. Ella simplemente quería crear una sociedad en los que los más desafortunados del viejo mundo pudiesen tener la oportunidad de vivir y ser felices, oportunidad que la sociedad antigua les había negado por la moral, costumbres y creencias implantadas con el tiempo. Estaba a favor de esa clase de mundo, lo apoyaba, él mismo había sido castigado de cierta forma por esa sociedad. Sin embargo, a pesar de estar a favor de aquella nueva sociedad, obviando algunos detalles con los que no terminaba de estar de acuerdo, había algo en particular que le desagradaba, y no era otra cosa que el camino que Michaela había decidido tomar para alcanzarla.

Había algo que le había quedado claro en la manera de actuar de Michaela a la hora de alcanzar sus objetivos, y era que para ella, el fin sí que justificaba los medios. Por eso mismo estaba dispuesta a purgar los valores del viejo mundo, y con ellos a las personas que los defendían, como era el caso de Nicole, así como todo aquel que fuese un estorbo para que alcanzase sus metas por cualquier otro motivo. No estaba de acuerdo con ese método de hacer las cosas por muy a favor que estuviese con su visión de futuro, sin embargo, lo aceptaba a regañadientes. Sabía que solucionar las cosas de aquella manera no era lo correcto, porque matar y todas esas cosas estaban mal, al menos, en la vieja sociedad. Pero había algo que tenía que reconocer, y es que hacer lo políticamente correcto no siempre solucionaba las cosas cuando las dos partes enfrentadas tenían intereses tan dispares que el mutuo acuerdo era algo imposible. En esos casos, uno debía de mancharse las manos para que la situación avanzase hacia alguna dirección. Tal y como sucedía en las guerras.

Simplemente, no le quedaba más remedio que mirar hacia otro lado mientras dejaba que las cosas siguieran su curso. Durante todo el tiempo que había estado entrenando con Michaela, había podido aprender varias cosas sobre Nicole, e incluso, había podido vislumbrar algunos aspectos de la relación entre ambas. No sabía si Michaela le mentía o no, pero desde luego, no parecía hacerlo. Había algo que tenía claro, y es que, Nicole jamás permitiría que alguien como Michaela crease ese futuro por medio de aquellos métodos. Por esa misma razón, entendía que su papel era mirar hacia otro lado sin hacer nada, dejando que las cosas pasasen como debiesen de pasar, aunque eso significase que Nicole o Michaela muriesen junto a sus ideales. Era un dilema moral en el que solo una de las dos podía seguir adelante con sus planes, pasando por encima de la otra. Nada podía hacer al respecto.

Él lo tenía claro. Apoyaba a Michaela, ya que su visión le beneficiaba. No estaba a favor de los métodos, pero los aceptaba. No le gustaba la vieja sociedad que defendía Nicole y la gente como ella, y desde luego, no quería saber nada de aquella mujer que le abandonó a su suerte tras utilizarle. ¿Quién lo diría? Al principio creyó que Nicole era la heroína de la historia y Michaela la villana, sin embargo, Nicole lo utilizó y lo abandonó, y Michaela lo perdonó y lo acogió. Al final, ni el bueno es tan bueno, ni el malo es tan malo. Si en un caso hipotético Michaela y Nicole se reencontrasen y se enfrentasen, él tomaría a Nicole como su enemiga, tanto a nivel personal como por sus intereses de futuro.

Leonard se puso los nuevos vendajes y cambió el agua del lavabo. Tras quitarse la camiseta, el joven contemplo en el espejo su torso plagado de golpes y magulladuras de sus combates con Tyler. El joven echó algo de jabón en una esponja que humedeció en el agua para limpiar con mucha delicadeza su martirizado cuerpo. Tal vez a la noche se daba un baño, pero ahora, simplemente se asearía un poco, se cambiaría de ropa, y se acostaría hasta el siguiente entrenamiento, necesitaba descansar aunque fuese un poco después de haber estado tres horas liándose a golpes con Tyler. El agua fría aliviaría un poco el dolor y los moretones que plagaban su torso.

No podía decir que le agradase Michaela, o que estuviese totalmente de acuerdo con las cosas que hacía o decía, pero al menos, ahora la entendía un poco más. Respetaba las cosas que hacía por los intereses que él mismo tenía, aunque en el fondo no los compartía. Las cosas eran como eran y ya está. Él no era más que un mero espectador. No se podía hacer feliz a todo el mundo, y por una vez, las tornas cambiarían respecto a la antigua sociedad. Era el momento de que ahora la gente como él o Michaela pudiesen tener un futuro y una vida plena. Michaela pensaba en todas las personas como ella, en un bien común, aunque este solo se aplicase a un colectivo. Siempre pensó que Michaeala se preocupaba solo de si misma y de nadie más. Parecía haberse equivocado con ella en ese aspecto. El joven continuó aseándose, para después irse a descansar hasta que fuese hora del siguiente entrenamiento.

El replicar de unas botas oscuras perturbaban el silencioso y solitario pasillo blanco. Una figura femenina embutida en negro corrompía el blanco impoluto en su avance. Ante sus andares tranquilos y seguros, el sensor del suelo se activó a su paso abriendo de inmediato la puerta electrónica situada al final del pasillo. Sin detener sus pasos, Michaela atravesó la entrada hacia el área de los laboratorios subterráneos localizados bajo el gran edificio de oficinas desde el que gobernaba sus dominios. Lo primero que sus oscuros ojos captaron, fue el enorme emblema de color azul plasmado en una de las blancas paredes tras la recepción, una cadena del ADN con un nombre bajo esta, Esgrip. Victoria no estaba allí esperándola como habían acordado, por lo que decidió permanecer allí a la espera de que su subordinada se presentase.

Como en el resto de sus dominios, aquellas instalaciones también estaban provistas de electricidad, todo un lujo en aquellos días. Afortunadamente la estampida animal no provocó ningún problema grave en el cableado que transmitía la electricidad producida por el parque eólico situado fuera de la base hasta el interior de esta. Desde luego, aquel parque eólico había sido muy útil, y un elemento fundamental para levantar su territorio aislando entre barricadas una pequeña zona de la ciudad. Hacía bastante desde aquellos tiempos, pensó. Tuvo que invertir una gran cantidad de recursos, tiempo y mano de obra para levantar aquel imperio cuando ella y su equipo quedaron huérfanos.

Esgrip tenía habilitado aquel parque eólico en el pasado para redirigir la electricidad no solo a las instalaciones bajo su base, sino también, a otras instalaciones secundarias por la zona, las cuales, no tenía interés en utilizar, por lo que simplemente se limitó a saquearlas y mover los recursos importantes a las instalaciones bajo su base. Además, poseían varios generadores y baterías para almacenar la electricidad que no se utilizase. Y con el tiempo, ordenó implantar varias placas solares en lo alto de varios de los edificios más altos de la base que proporcionase un ingreso extra energético. Afortunadamente en aquella zona daba bastante el sol y solía haber muchas corrientes de viento.

Esgrip ya no existía como tal, ahora en su lugar, estaba Zodiaco, la nueva Esgrip fundada por ella con viejos miembros de la organización que habían logrado sobrevivir y reunirse de una forma u otra. Aún recordaba la última misión que realizó para Esgrip como miembro del alto mando. A inicios del apocalipsis, tras despedirse de Matt, Zoey y Marcos, cada uno con una misión distinta, acudió a encontrarse con el profesor Fred, alto mando de la rama científica de Esgrip en Canadá, por orden del profesor Javier para que le ayudara con la investigación sobre una extraña piedra negra que Esgrip había estado buscando por años. La misión pintaba mal por la escasez de medidas de seguridad, recursos, y el número de muertos que atacaban las instalaciones en las que Fred trabajaba, ubicadas en un pueblucho de mala muerte, ocultas como una empresa farmacéutica para pasar desapercibidas entre los pueblerinos.

Levantaron un campamento alrededor de las instalaciones en las que acogieron a los civiles que quedaban con vida, sin embargo, el mantener en pie aquel campamento era una tarea difícil, pues el número de muertos iba aumentando día a día atraídos por la concentración de vivos, y por si fuera poco el lidiar con los enemigos en el exterior, también tuvieron que resolver un incidente por el cual varios científicos acabaron infectados y zombificados causando estragos dentro de las instalaciones. Al inicio de la misión contactaba cada pocos días con el profesor Javier y el profesor Payne para hacerles un reporte de los avances de Fred con la piedra, así como para saber sobre como iban Matt, Zoey y Marcos con sus misiones, o los avances que Javier hacía con Alice y los gemelos Allen y Riliane. Sin embargo, con el tiempo fue cada vez más complicado contactar con Javier y Payne, hasta el punto en que nunca más logró volver a contactar con ellos.

Lo último que supo era que Payne se dirigía a Canadá transportando la baliza consigo para ayudar a Fred con sus investigaciones debido a las conexiones que había entre ambos artefactos, sin embargo, él fue dirigido a las instalaciones sobre las que posteriormente ella crearía su imperio, en donde debía de reunirse con él llevando a Fred y la piedra con ella. Sin embargo, la misión fue un total fracaso. La cosa se descontroló y los muertos entraron en las instalaciones, y tanto Fred como la piedra quedaron encerrados en su interior. Aunque trataron de entrar por varios días a los laboratorios, les fue imposible por el número de enemigos y la escasez de recursos. No lo dudaron ni un instante, y teniendo en cuenta que no lograban contactar con Esgrip desde hacía varias semanas, así como la situación en la que se encontraban aquellas instalaciones, dieron a Fred por muerto y la piedra por perdida. Tras eso se pusieron en marcha hacia las instalaciones más cercanas de Esgrip, en las que se toparía con Payne, quien llevaba consigo la baliza.

Por primera vez, los Silver Wolfs fracasaron, pensó la mujer apoyándose contra la mesa de la recepción. Zoey y Matt no lograron hallar el paradero de Alberto, ni lograron acabar sin levantar sospecha con Nicole, Davis y sus respectivos grupos. Marcos tampoco logró derrotar al grupo de Maya, ya que seguían con vida. Y ella fue incapaz de llevar a Fred y la piedra a las instalaciones en las que se encontraba ahora mismo. Sin embargo, el destino era muy caprichoso. Gracias a que Zoey y Matt no asesinaron a Davis Taylor, este logró con el tiempo hallar el pueblo en la que ella y sus soldados estuvieron de misión, y no solo encontraron la piedra guardada en el maletín que Javier le dio para transportarla, sino que además, Fred había logrado permanecer con vida todo aquel tiempo, aunque al final acabó muriendo.

Por otra parte, al no morir Nicole a manos de sus dos subordinados, Davis logró seguir adelante a pesar de la muerte de sus compañeros. Y gracias a que Marcos no asesinó al grupo de Maya, Payne cruzó caminos con Puma, y posteriormente, este lo haría con el resto de su grupo, así como con Davis y Nicole, quienes custodiaban el maletín con la piedra. Finalmente, Payne robó el maletín a costa de su vida, y ahora, estaba en su poder, igual que la baliza. El doctor Payne había tratado ganarse la confianza de Puma para engañarlo y llevarlo por órdenes suyas a su imperio, en donde sería apresado y utilizado como conejillo de indias para sus experimentos. Al final fracasó en aquello, Puma nunca pisó la base, aunque si lo hizo el resto de sus compañeros, a pesar de que lograron escapar después. El destino es increíble, ¿verdad? Desde luego, parecía sonreírle, como si fuese una especie de elegida o algo así, y le estuviese dando señales para que siguiese adelante con sus planes. Se podría decir que lo suyo fue un fracaso a medias con lo de Fred y la piedra, ya que de una forma u otra acabó en sus manos. La mujer comenzó a pasear por la sala algo cansada de esperar a Victoria.

—¿Dónde coño se habrá metido esta cuatro ojos? se dijo así misma algo harta de esperar.

—Mi señora... —se escuchó la voz de Victoria tras ella. —¡¿Lleva mucho tiempo aquí?!

—10 minutos por lo menos... —le contestó con un suspiro. —¿Se puede saber donde te habías metido?

—Discúlpeme... Tuvimos un problema con uno de los especímenes. Pero ya está todo controlado.

—¿Con cual de ellos? —quiso saber frunciendo el ceño.

—Con el mutante clase B. El efecto de los sedantes comenzó a desvanecerse, por lo que tuvimos que aumentarle la dosis.

—Entiendo. Bueno, llévame a los laboratorios y muéstrame los avances.

—Sí, mi señora. Sígame. —indicó la mujer ajustándose las gafas.

Finalmente, tras descender por unas escaleras, ambas mujeres llegaron al área de investigación. Aquí y allá, decenas de cubículos de techos y y paredes de un material sólido y transparente, se repartían por todo lo largo y ancho de la sala blanca, color que impregnaba hasta el último recoveco de aquellos laboratorios. En el interior de aquellas decenas de cubículos, personal científico empleaba el material de investigación de Esgrip para llevar a cabo las investigaciones mandadas por Michaela. A su paso y el de Victoria, los científicos allí encerrados eran incapaces de no levantar brevemente la cabeza para observar a la líder suprema hacer acto de presencia en sus dominios. Era inusual verla por allí.

—Mi señora, creo que le complacerá saber que hemos hecho hasta día de hoy 60 balas de 9 milímetros con un pequeña dosis del Agua Gris en su interior, y estamos fabricando otra tanda de 10.

—Perfecto. Id mandándome a mi despacho las balas producidas, yo me encargaré de almacenarlas con el resto de munición de la base.

—De acuerdo.

—¿Qué hay de las cobayas que te entregué?

—¿Los guerrilleros? Bueno, los hemos usado en estos días para continuar con los avances de la creación de humanos con la capacidad de adaptarse al Agua Gris. Sin embargo no ha habido suerte. Una vez más hemos obtenido los mismos resultados.

Victoria y Michaela se detuvieron frente a una puerta al final de la sala que conducía al área de experimentación, y sin hacerse demorar, Victoria la abrió cediéndole el paso a su líder. Nada más entrar, Michaela contempló aquella amplia sala, llena de decenas y decenas de jaulas de vidrio reforzado, la mayoría de ellas vacías. No necesitó buscar mucho con la mirada para hallar a los guerrilleros que apoyaron a Braun en la rebelión. Frente a ella, a varios metros desde la entrada, en una gran jaula se podían apreciar a los guerrilleros uniformados moviéndose de manera lenta y perezosa. A medida que se acercaban hacia el recinto en el que estaban encerrados, Michaela pudo ver las distintas secuelas de los experimentos realizado en los cuerpos de aquellos cadáveres andantes. Las puertas de aquella jaulas permanecías aseguradas por medio de un cierre electrónico.

Los no muertos se dirigieron al cristal en un intento absurdo de llegar a ellas, la mayoría andando, y unos pocos corriendo. Ambas mujeres, observándolos con total indiferencia, pensaban en lo patético que se veían aquellos seres tratando de morderlas o agarrarlas estando el cristal reforzado separándolos. Michaela suspiró. 35 zombis se agolpaban contra el cristal. 20 de los lentos y 15 rápidos. No todos los podridos eran guerrilleros, 5 de ellos fueron civiles en un pasado lejano.

Varios especímenes de armas bio-orgánicas habían quedado olvidadas y encerradas en sus jaulas de vidrio reforzado cuando Esgrip murió. Los científicos y Payne, quienes vivían ocultos en las instalaciones hasta la llegada de Michaela y sus soldados, habían decidido dejarlos allí encerrados sin darles uso alguno, ocultos en la oscuridad de la sala, cogiendo polvo, sin alimentarlos, y cerrando la sala bajo llave para más seguridad, olvidándose completamente de aquel lugar. Preferían pensar que aquella sala no existía, y mucho menos los seres que habitaban en aquellas jaulas. Entre las armas vivientes creadas por Esgrip, había 5 no muertos en una de las jaulas, en otra un grupo de 4 seres con aspecto de reptil, una jauría compuesta de 6 cánidos infectados estaban encerrados en otra, y en una más, se hallaba una de aquellas extrañas criaturas con pinzas y aspecto híbrido entre un humano y un ciempiés que soltaba aquel gas tan venenoso por la boca. Seres bastante peligrosos.

Sin embargo, la sala prohibida fue abierta por orden de Michaela, quien decidió emplear aquellas criaturas para trabajar con ellas. Y por si fuese poco para los científicos que allí trabajaban, a su líder se le ocurrió la idea de bajar al subsuelo a varios especímenes de mutantes que mandó a capturar para encerrarlos e investigarlos. Las investigaciones se centraron principalmente en crear varios modelos más resistentes y efectivos de los controladores mentales que Payne creó originalmente para Esgrip, y además, en investigar a los mutantes y sus características para el combate. Uno de ellos fue utilizado para el proyecto Chimera, un clase B, el cual fue un éxito, logrando provocar una mutación forzada en la criatura mejorándola en todos los sentidos, y a su vez, volviéndola más violenta y destructora.

Sin embargo, aquello fue visto con malos ojos por parte del cuerpo de científicos, pensaban que Michaela estaba cruzando algunas fronteras que no debían de ser cruzadas. Aquellos seres no eran obra de Esgrip, no sabían bien como controlarlos. Los mutantes eran criaturas que en algún momento fueron seres humanos. Normalmente los humanos morirían al vivir durante un tiempo prolongado bajo altas exposiciones de radioactividad, sin embargo, algunos lograban sobrevivir, y bajo la influencia de un parásito, germen, o virus, ambos seres mutaban creando una simbiosis que reescribía toda la estructura del individuo anfitrión, transformándolo con el tiempo en alguna clase de mutante.

Aquellos seres por si solos eran realmente peligrosos y complicados de controlar, y forzar a un monstruo de esos a mutar en algo nuevo y volverlo aún más letal, podía ser un peligro extremo para todos en caso de que alguno llegara a escapar. Pensaron especialmente aquello cuando la Chimera asesinó y devoró cruelmente al resto de mutantes con los que estaba encerrado. Tan solo se logró salvar a uno de los especímenes de la masacre, otro clase B, que fue encerrado en otra jaula aparte. Posteriormente corrieron un grave peligro el día que Michaela ordenó sedar a la criatura para ponerle el nuevo prototipo de controlador mental que lograron diseñar con el tiempo.

Finalmente llegó el día que Michaela la sacó de las instalaciones, un auténtico respiro para los científicos al no tener a esa cosa tan volátil allí encerrada. La reina inmoral la uso para acabar con el grupo de Nicole, pero hubo un problema, el controlador mental no era lo suficientemente bueno para controlar los violentos impulsos de aquella monstruosa criatura, ni lo suficientemente resistente a golpes o sacudidas, por lo que se estropeó fácilmente durante el combate dejando a aquel monstruo completamente libre y lejos de la voluntad de Michaela. Desde luego, tanto para la líder suprema como para el cuerpo de científicos de la base, el hecho de que un grupo de humanos acabasen con aquel ser era toda una hazaña. Sin dudas, era una de las criaturas más volátiles jamás creada por científicos de Esgrip, compitiendo casi con el ser más poderoso creado por la organización, Acteón.

Desgraciadamente no todo acabó con la muerte de la criatura. Tras probarla en combate y recavar datos, Michaela ordenó a su equipo científico emplear al mutante sobrante para forzarlo a mutar y crear una segunda Chimera, así como perfeccionar los prototipos de los nuevos controladores para hacerlos más efectivos y eficientes para poder controlarla mejor. Por ahora había logrado usarlos para mantener controlado a las criaturas comunes creadas por Esgrip, pero con los monstruos que eran especialmente violentos y poseían cierto rango de inteligencia, el efecto del control mental era menor. Con un ser como aquel en su poder, ni ella ni su ejército debían de mover ni un solo dedo para acabar con sus enemigos. La criatura por si misma sería más que suficiente.

Un grito de dolor y odio penetró los oídos de ambas mujeres atrayendo su atención hacia un punto concreto. Sus pasos se agilizaron hacia el fondo de la sala, apenas les llevó un par de minutos toparse con el ser que emitía aquellos chillos graves y grotescos. Un grupo de 6 hombres ataviados con batas blancas yacían en pie frente a una de las jaulas, introduciendo por varios orificios unas clases de lanzas que emitían descargas eléctricas contra la criatura que yacía dentro del habitáculo. La criatura humanoide embistió con fiereza la pared de cristal haciéndola vibrar ligeramente tratando de defenderse de las descargas, pues solo así el grupo de científicos retiraban aquellos aparatos alargados que tanto le molestaban.

Michaela contemplo a la criatura una vez estuvo más cerca. Su cuerpo estaba terriblemente mutado y sus miembros desproporcionados, sin embargo, aún eran visibles sus diversos atributos masculinos, los cuales podían diferenciar el sexo de la criatura. Combinado su grotesco cuerpo con su altura, aquel ser era un tanto repulsivo de ver. Despojado de ropas y alejado de toda clase de higiene, su sucio cuerpo emitía un fétido olor que pasaba a través de los orificios de la jaula, haciendo a Michaela y Victoria arrugar la nariz cuanto más se acercaban.

—Do... lor... —pronunció aquel ser con dificultad en cuanto las lanzas comenzaron a penetrar nuevamente por los orificios dirigiéndose a su cuerpo. —Matar... Dol... or... No...

Michaela y Victoria detuvieron sus pasos atrayendo la atención del grupo de científicos, quienes veloces sacaron las lanzas que se dirigían a la criatura maltratada.

—¿Qué ha sucedido con el sedante? —preguntó Victoria al ver que aún no estaba el clase B dormido. —¿Aún no le habéis aumentado la dosis como os ordené?

—Sí, lo hicimos. —respondió uno de los científicos. —Pero se resiste a caer dormido.

—¿Cómo? —exclamó Victoria.

—El sedante es de efecto rápido, pero aún no ha caído bajo su efecto. Tras suministrárselo con la pistola se puso muy violento y arremetió contra la estructura de la jaula.

—Exacto. Por eso se nos ocurrió usar las descargas eléctricas para detenerlo y agotarle. Puede que así caiga antes bajo el efecto del sedante.

—Está tratando de luchar por mantenerse despierto. —ordenó Michaela sin quitarle la mirada de encima a la criatura, quien a su vez, no se la quitaba a ella. —¿Aún te acuerdas de mi, cabrón? —preguntó acercándose aún más al cristal con una sonrisa en el rostro.

Entonces, la criatura cargó con un grito de rabia contra el cristal en un intento de alcanzar a Michaela. La fuerza fue tal, que el vidrio tembló con más violencia que la sacudida anterior, sin embargo, a diferencia de Victoria y el grupo de científicos quienes retrocedieron de inmediato, Michaela no lo hizo. Sin inmutarse, le mantuvo la mirada firme al ser que la observaba con rabia a través de la pared de cristal.

—¿Aún recuerdas a tu compañero? ¿Recuerdas en lo que se convirtió? ¿Aún no has olvidado como mató a otros de tu tribu y como estuvo a punto de acabar contigo? ¿Te acuerdas de como invadí a tu grupo con mis soldados y artillería para mataros y raptaros a unos pocos para mis experimentos?

—Acordar... —pronunció claramente. —Tú... Enemigo...

—¡Vaya! —exclamó con sorpresa. — ¡Me sorprende que un monstruo con una capacidad de razonamiento tan limitada recuerde todo eso! —los ojos de Michaela emitieron un brillo perverso y curioso. —Puede que no seas una criatura tan estúpida después de todo. Sin embargo, si me guardas rencor, eso significa que... ¿Sientes?

Victoria y el cuerpo de científicos contemplaron a Michaela hablando con la criatura, sintiendo una mezcla entre fascinación y horror. ¿Acaso aquellos seres son capaces de sentir? ¿Esos monstruos? La capacidad de razonamiento es una cosa, hasta un perro callejero es capaz de pensar guiándose por instintos y experiencias, pero algo tan complejo como sentir o crear lazos con otros seres era algo más complejo, algo que únicamente era exclusivo de humanos y determinadas criaturas que habían sido “humanizadas” por las personas a lo largo de la historia.

—Yo... Matarte... Devorarte... Amigos... Sufrir...

—¡¡Fascinante!! —exclamó aún acercándose más al cristal. —¡¿Podéis sentir?! ¡¿Crear lazos ente vosotros?! ¡¿Unos monstruos que se alimentan incluso de otros humanos?! ¡¡¡Interesante!!!

—Su... supongo... —la voz de Victoria atrajo la mirada de Michaela. —Que debido a que su capacidad intelectual es superior al de las criaturas que Esgrip creaba, y a que su mente no ha sufrido una degeneración especialmente avanzada, los mutantes de clase B, que son los más inteligentes de entre estas clases de criaturas, sean lo suficientemente complejos como para crear sociedades y lazos sentimentales entre ellos. Puede que no se guíen simplemente por instintos o necesidades como algunos animales que se juntan en manada para cazar o reproducirse. —explicó Victoria pensativa. —Al fin y al cabo fueron humanos, y una de las características que nos diferencia especialmente a los humanos de entre el resto de seres vivos es la capacidad de sentir, así como la de crear lazos sentimentales con los de nuestra especie, e incluso con otras.

—¿Con tal grado de inteligencia hasta esa criatura puede sentir? —preguntó uno de los científicos. —¡Me niego a creer que una bestia así pueda comprender algo como el amor, el odio o la melancolía!

—Tiempo atrás la sociedad pensaba que los animales no sentían ni sufrían. Y eso era un pretexto para hacer cualquier cosa con ellos sin el mínimo ápice de remordimiento. —le contestó Victoria. —Con el tiempo, la sociedad fue comprobando que eso no era así, que sufrían y sentían como los humanos, aún cuando no eran capaces de expresarse bien o emitir sonidos que nos lo hiciesen indicar. Aunque había gente aún defendiendo esos pensamientos, incluso que los animales no tienen alma.

—Eso último no es del todo cierto. —respondió Michaela. —La personas sabían que los animales sufrían. Si le rajas la garganta a un cerdo con un cuchillo, este gritará y tratará de huir. Si matas a la pareja de un cisne, el que quede pasará toda su vida solo, aún teniendo a otras hembras cerca. Si riñes a un perro porque hizo algo malo, este agachará la cabeza y la cola mientras mantiene cierta distancia contigo mirándote a los ojos o apartándote la mirada. Si matas a la cría de un simio, su madre cargará con su cadáver aún cuando se esté descomponiendo. Los animales tienen sentimientos, y sufren, la gente lo sabe, y lo ha sabido siempre. El problema, es que hay intereses en juego que repercuten en el sufrimiento de los animales, y es más fácil argumentar que no sienten nada. La caza, la pesca, la industria alimentaria, los espectáculos como los circos o los zoológicos, la venta de mascotas, u otras industrias que afectan a los animales a través de la destrucción del ecosistema, e incluso en campos como la medicina o la investigación, en todo eso se somete y se utiliza a los animales sin tener en cuenta lo que estos puedan sentir. Todo está ligado a satisfacer a los humanos a través del sufrimiento animal, incluso, la propia soberbia humana nos hace sentir que tenemos todo el derecho sobre la vida del resto de criaturas del planeta. Es así de simple.

—Sí, lo comprendo. Nosotros también hemos empleado en muchas ocasiones a animales para experimentar con el Agua Gris, y gracias a esos animales hemos ido haciendo avances en nuestras investigaciones.

—En efecto. —respondió Michaela. —Supongo que con el mutante es lo mismo. Por ser un monstruo, y por mis propios intereses, doy por sentado que no siente, y mucho menos que sea capaz de crear lazos con otros de su especie. Pero parece que me equivocaba por su reacción. Ahora me pregunto si Acteón también tenía estas capacidades debido a su alto nivel de inteligencia respecto al resto de criaturas de Esgrip. Aunque reconozco que me cuesta creer que un ser que antiguamente fue humano y que ahora se alimenta de ellos sea capaz de tener esas emociones y pensamientos tan complejos. Me pregunto que sentías o pensabas las veces que has asesinado y devorado a otros seres humanos, mutante. —dijo mirando a la criatura, quien simplemente le respondió con un gruñido antes de alejarse hasta el fondo de su jaula de cristal con movimientos perezosos.

—Puede que a pesar de retener esas cualidades humanas ya no se considere uno de los nuestros. —respondió uno de los científicos.

—Es posible. O tal vez sea por mera supervivencia que se alimenta de otros humanos además de animales. Al fin y al cabo, el canibalismo ha existido entre los humanos. Incluso en los tiempos modernos existían tribus en algunas partes del mundo que lo practicaban sin remordimiento alguno.

—Parece que está empezando a sucumbir al efecto del sedante. —comentó Victoria viendo a la criatura sentarse en una esquina de la jaula visiblemente cansada. —Es fascinante que haya mostrado por primera vez sentir preocupación u odio por algo que le sucedió a sus compañeros. Supongo que se debe a que has bajado aquí y te ha visto acercarte.

—Sí, debe saber que yo soy aquí la líder y quien ordenó que se hiciesen todas aquellas cosas con él y sus compañeros. —Michaela suspiro. —Con sentimientos o sin ellos, tú vas a ser la siguiente Chimera. Clase B, tú te transformarás en lo mismo en lo que se convirtió tu compañero y estarás bajo mi control. Te transformarás en una bestia, olvidando aquellos pensamientos que en cierto modo aún conservas de cuando eras humano.

La criatura la miró mientras luchaba por mantener sus ojos abiertos, y sin nada que añadir, simplemente le gruñó incapaz de hacer nada más.

—Mi señora, dejemos el resto del trabajo al equipo. Creo que deberíamos seguir con el reporte de los avances del resto de investigaciones.

—De acuerdo.

Victoria y Michaela volvieron sobre sus pasos hacia el área de investigación, moviéndose nuevamente entre los muchos cubículos en los que el cuerpo de científicos realizaban sus trabajos. Ambas féminas se dirigieron a la siguiente sala, el área de desarrollo. Michaela entró tras Victoria, y nada más dar un par de pasos a su interior, algo en el ambiente la sobresaltó.

—¿Qué demonios...? —susurró la mujer desconcertada.

—¿Mi señora? —preguntó Victoria extrañada al verla parada en la entrada. —¿Sucede algo?

Michaela no respondió de inmediato. La mujer sentía que el aire de aquella sala estaba cargado de una extraña energía. Tan solo necesitó dar un par de pasos al interior de la estancia para sentir un escalofrío recorrer su espalda en reacción a la atmósfera del lugar. Era extraño, pero tenía la sensación de haber sentido esa clase de energía en algún lugar.

—¿Mi señora? —preguntó nuevamente Victoria.—¿Está usted bien?

—Victoria...

—¿Sí? ¿Sucede algo? —preguntó inocentemente.

—¿No notas algo extraño en el ambiente? —quiso saber frunciendo el ceño.

—No. —contestó de inmediato. —¿Sucede algo?

—No, no es nada... —respondió la reina inmoral inquieta. —Continuemos con lo que me tenías que enseñar.

—Sí.

Ambas mujeres continuaron internándose en la sala. A diferencia de las anteriores, aquel área de los laboratorios era más simple y pequeña. A lo largo de la sala, varias decenas de mesas de trabajo se extendían. En los laterales, amplias estanterías y cajas acumuladas guardaban toda clase de herramientas de trabajo. El personal allí apostado, se reunían en pequeños grupos al rededor de las mesas llevando acabo la fabricación de diversos artefactos.

Michaela siguió a Victoria hasta una de las mesas en cuestión, no muy pendiente de lo que tenía alrededor aún ensimismada por aquella extraña energía que inundaba aquella sala, y de la que Victoria no parecía percatarse. Sentía que a medida que más se internaba en la sala, mayor era la densidad de aquella energía en el ambiente.

—Mi señora, ya estamos. —anunció la voz de Victoria sacándola de sus pensamientos.

—¿Qué? Ah... —Michaela tardó unos instantes en recordar el motivo por el que estaba allí. —¿Y bien? —preguntó mirando al grupo de trabajo que rodeaba una de las mesas.

—Mi líder. —habló una mujer joven de bata blanca. —Hemos estado perfeccionando el ratio de alcance entre el controlador mental y el aparato transmisor. Hemos logrado expandirlo al menos un par de kilómetros más.

—Perfecto. —respondió la líder suprema. —¿Y qué más?

—De momento... Nada más. —contestó la mujer. —Tenemos unos planos para un artefacto de menor tamaño respecto al collarín que empleamos en la Chimera y el resto de criaturas. Pensábamos en crear una especie de chip que se aplicase en la nuca de la criatura. Es más pequeño y estaría más oculto, por lo que es menos probable que se dañe durante el combate. Por otra parte mantendría las mismas características respecto al collarín, salvo por el ratio de alcance.

—Entiendo. Sin embargo, quiero que se mejoren sus estadísticas. —dijo algo defraudada ante los avances con los controladores mentales. —De nada me sirve que reduzcáis el tamaño y aumentéis el ratio de alcance si algunas de las criaturas son capaces de oponer resistencia a los controladores. La Chimera y los mutantes pueden resistirse al control mental conforme pasan el tiempo con el dispositivo instalado. Lo mismo pasa con los reptiles esos inflados de esteroides que creó Esgrip. Las criaturas que son extremadamente violentas, o con una determinada capacidad de razonamiento o de consciencia, logran acostumbrarse con el tiempo a los impulsos que los controladores les suministran a sus cerebros para mantenerlos bajo control. Es necesario intensificar la potencia de esos aparatos para evitar esta resistencia por parte de los sujetos.

—Me ocuparé personalmente de que se cumpla con sus exigencias, mi señora. —aseguró Victoria percatándose del descontento de su líder con los pocos avances logrados con los dispositivos de control mental.

—Bien. Espero más resultados. —contestó viendo al grupo de científicos agachar la cabeza sin nada más que decir. —Muéstrame los siguientes resultados.

—Sí. Por aquí, mi señora. —dijo Victoria mostrándole el camino.

La reina inmoral continuó caminando tras Victoria mientras ignoraba completamente lo que su subordinada le iba diciendo por el camino. Aquella energía... La había sentido antes, ¿pero en donde? Aquella pregunta le traía de cabeza, y no solo eso, ¿por qué solo ella era capaz de sentirla? Michaela frunció el ceño ante los interrogantes sin respuestas que acudían a su cabeza. Cada vez era más pesada la carga energética en el ambiente, era cuestión de tiempo que hallara aquello que la producía, y tenía la sensación que Victoria la estaba llevando en la dirección acertada.

—Mi señora. —dijo Victoria deteniéndose. —Ya hemos llegado.

Michaela elevó la mirada por encima del hombro de Victoria, no tardando en hallar con sus ojos oscuros, a un par de metros sobre una mesa de trabajo, la piedra y la baliza que robó al grupo de Nicole, objetos que pertenecieron en algún momento a Esgrip. No muy lejos de ambos artefactos, se localizaban un par de rocas antiguas de grandes dimensiones en las que se podía ver una especie de extraños gusanos casi del tamaño de un brazo humano fosilizados. Cerca de estos, había un aparato similar a un radar a medio construir, entre otros aparatos, piezas y herramientas.

Michaela y Victoria se acercaron a la mesa. Nadie más que ellas se encontraban alrededor de ella. Lo supo nada más ver la piedra y la baliza, aquella energía que tan solo ella era capaz de percibir en el ambiente provenía de aquellos elementos. La reina inmoral frunció el ceño y extendió su mano hacia la piedra negra ante la desconcertante mirada de Victoria. A penas a unos milímetros de tocar el artefacto con las puntas de sus dedos, varios calambres procedentes del objeto la hicieron dudar en tocarlo.

—Tsk...

Sin dudarlo ignoró los calambres y la agarró de inmediato envolviéndola con toda su mano. Tan pronto como sintió el frío y duro tacto de la piedra oscura, una descarga de energía subió veloz de su mano a su cabeza.

—¡¡¿Ah?!!

La reina inmoral se sobresaltó de inmediato frente a su subordinada, la cual tuvo una reacción similar al contemplar a su líder perder la compostura inesperadamente. Michaela retrocedió perdiendo el equilibro soltando la piedra en el trayecto.

—¡¡Mi señora!! —exclamó Victoria apresurándose a agarrarla antes de que cayera al suelo.

Los ojos de la reina inmoral se tornaron en blanco. La energía en el ambiente se esparció y revolvió a su alrededor. Fugaces y veloces flashes de luces e imágenes invadieron su mente con toda clase de sensaciones. Un océano de basta oscuridad. La figura de un anciano de extraños rasgos contemplándola desde la lejanía. Un bastón de extrañas características flotando en la nada. Decenas de rocas con gusanos fosilizados apiladas. Un grupo de extraños mutantes persiguiendo y masacrando a seres humanos que portaban armas rudimentarias. La piedra oscura. La baliza. Dos artefactos desconocidos. Una estructura de grandes dimensiones y forma extraña. Gritos. Sangre. Fuego. Disparos. Unas ruinas con extraños grabados en medio de la nada. Un pitido largo e intenso irrumpió en medio de las visiones, y entonces, las voces y rostros de Maya, Puma, Alice, Matt, Ashley y ella misma acudieron veloces a su mente. Finalmente, un fuerte fogonazo de luz malva la expulsó de su trance.

—¡¡Michaela!! —llamó Victoria tratando de que su líder entrara en sí.

La mujer cerró los ojos con fuerza sintiendo como rápidamente sus sentidos volvían a la normalidad, y cuando volvió a sentirse consciente, abrió nuevamente sus ojos contemplando el preocupado rostro de Victoria, quien aún la sujetaba para que no cayese al suelo. El rostro pálido y desconcertado de Michaela era un poema para Victoria, quien no comprendía que acababa de sucederle a su líder.

Michaela se incorporó brúscamente alejándose de su subordinada para apoyarse con la mano izquierda en la superficie de la mesa de trabajo. La mujer llevó su mano derecha al rostro, mirando entre sus dedos con completo estupor la piedra oscura y la baliza frente a ella. Sus ojos, abiertos lo máximo posible, fijaba sus pupilas oscuras en ambos objetos sintiendo la energía que desprendían calmarse nuevamente. Sin embargo, algo en su interior se sentía extraño, alterado. Su corazón latía a gran velocidad, su temperatura corporal aumentaba. Algo en su interior se movía entre sus venas, lo notaba.

—El Agua Gris. —susurró.

El virus en su interior había reaccionado a la energía que emanaba aquel par de artefactos. Una energía que no había notado, ni mucho menos le había afectado, cuando era un ser humano corriente, pero que tras su resurrección ahora sí podía sentir.

—Ese viejo y su bastón... Aquel lugar oscuro... —susurró quitándose lentamente la mano del rostro. —No eran un sueño, ni una alucinación... Eran reales. —Michaela miró la palma de su mano lentamente aún sintiendo los movimientos del virus revolviéndose en su interior. —La piedra, la baliza, el viejo del bastón, aquel lugar oscuro, los fósiles, el Agua Gris... Todo, todo eso está relacionado. —dijo aumentando paulatinamente su nivel de voz. —¿Esgrip sabía todo lo que hay detrás de esto? ¿Lo sabrían Javier o Payne? ¿Por qué nunca me dijeron nada a pesar de que me mandaron a ayudar a Fred con la piedra? ¿Por qué a mi, un alto mando, no me informaron de estas cosas? —Michaela no salía de su asombro. Sentía que Esgrip le había estado ocultando cosas sobre el virus y su relación con los artefactos. En cierta manera se sentía dolida e irritada ante todos los enigmas que comenzaban a surgir en su cabeza. — ¿Pero qué demonios era todo eso que he visto? Ese anciano, el bastón, las ruinas, esas personas, esas criaturas... ¡No entiendo nada! —exclamó aporreando la mesa de trabajo con los puños.

—¿Mi... señora...? —llamó Victoria la atención de su líder. —¿Está usted bien? —quiso saber aún sin entender la situación.

—¡¡Victoria!! —exclamó volteándose hacia ella. —¡¡Quiero que busques a fondo en toda la documentación de Javier, Lucy y Payne todo lo referente a los artefactos y el origen del Agua Gris, y me informes de lo que encuentres!!

—¡A sus órdenes! —exclamó nerviosa ante su repentina orden. —Pero antes le debo de informar de los avanc...

—¡¡No me importan!! —se adelantó a lo que su subordinada iba a decir. —¡¡Ponte ya!!

Victoria se sobresaltó ante su enfado, y velozmente asintió abandonando la estancia para disponerse a realizar la labor que Michaela le había mandado.

—¡Un momento! —escuchó Victoria la voz de Michaela tras ella.

—¿Qué sucede, mi señora?

—Quiero que busques información de alguien en particular. —dijo mirándola a los ojos. —Un antiguo miembro del alto mando científico de la época en la que yo era capitana, antes de entrar al alto mando. Fue el tutor de Lucy y Alyssa Warren. También fue el creador del Agua Gris, y por algún motivo desapareció y Esgrip volvió todo lo referente a él material confidencial. Busca a fondo información de él. Mira en toda la documentación, archivos, bases de datos...Pregunta incluso a los científicos más veteranos si saben algo de él. No recuerdo el nombre de aquel tipo, sin embargo, juraría que su nombre empezaba por H, pero no estoy segura. Busca hasta debajo de las piedras cualquier información sobre él.

—¡A sus órdenes!

Sin nada más que añadir, Lucy abandonó a Michaela en aquella sala dispuesta a iniciar lo antes posible la labor que su superior le había encomendado. La reina inmoral se quedó en silencio observando nuevamente los materiales dispuestos sobre la mesa de trabajo. El virus en su interior se había alterado tras recibir aquella descarga de energía, sin embargo, poco a poco sentía como este se calmaba en su interior. Todas aquellas imágenes que visualizó en su mente la hacían sentir ansiosa, quería respuestas. Sin embargo, de todas aquellas visiones había una que le llamaba especialmente la atención, el bastón. Aquel extraño bastón que irradiaba aquella luz malva... Era extraño, pero por algún motivo sentía como si la llamase. Michaela cerró los ojos agobiada al no poder comprender nada de lo que acababa de sucederle, y con un pesado suspiro, abrió nuevamente los ojos para mirar el reloj de su muñeca.

—Ya casi es la hora del siguiente entrenamiento de esos niños. —susurró refiriéndose a Tyler y Leonard. —Debería de darme prisa y hacer así tiempo hasta que Victoria obtenga resultados.

Sin nada más que hacer en aquel lugar, Michaela se marchó para encontrarse con sus pupilos para iniciar el próximo entrenamiento. Las horas fueron pasando, y el sol fue desapareciendo dando paso a la noche. Ya todos en el reino de la inmoralidad fueron finalizando sus quehaceres para irse a acostar y estar en pie a la mañana siguiente para continuar con sus labores diarias. Sin embargo, había algunos integrantes de aquella comunidad que debían de hacer horas extras.

El sonido de unas botas llegaron a los oídos de Leonard y Tyler, quienes en completo silencio esperaban fuera del despacho de Michaela por orden de esta. El dúo adolescente lanzó una mirada hacia las escaleras viendo emerger la figura de Fox. Cuando el alto mando orientó su mirada a los dos adolescentes, no pudo evitar dibujar una sonrisa maliciosa en su rostro.

—Que animados os veo, muchachos. —saludó con sarcasmo. —Que buenos amigos estáis hechos. Sí, señor. Sois la viva representación de la unidad y la fraternidad.

Dijo con sarcasmo viendo a uno y a otro localizados en los extremos opuestos de aquel descansillo tratando de evitarse todo lo posible. La tensión en el ambiente era tal que Fox necesitó tan solo un par de segundos para darse cuenta de la incomodidad de ambos chicos. Sin embargo, no era solo por su mera presencia, aquel ambiente lo creaban ellos mismos. Como el gato y el perro, tanto un adolescente como otro no toleraban estar juntos en un mismo lugar debido al desagrado mutuo entre ambos chicos a causa de sus múltiples enfrentamientos, y a la falta de entendimiento. Los entrenamientos eran una excepción, no tenían otra opción que verse las caras por orden de Michaela.

Sin embargo, fuera del horario de entrenamiento, ambos jóvenes procuraban no cruzarse por la base tratando de evitar un conflicto entre ambos, conflicto que podía derivar en un castigo a mano de Michaela. Como parte de la “aristocracia” militar de Michaela, no podían dejar ver públicamente sus desacuerdos. Al fin y al cabo, Michaela y su gente debían de dar la imagen de unidad ante los civiles para que no hablasen o dudasen de su control y mandato.

—Os veo hechos mierda. —comentó entrando al descansillo.

Nuevamente no recibió respuesta. Tanto Leonard como Tyler estaban demasiado agotados y doloridos como para seguirle la corriente al soplapollas de Fox, quien tan solo soltaba aquellos comentarios provocativos buscando irritar a los muchachos. Ya habían finalizado todos los entrenamientos diarios, y sus cuerpos clamaban por un descanso para reponer energías. A penas les dio tiempo a bañarse y cambiarse de ropa tras su último entrenamiento cuando les avisaron de que Michaela reclamaba la presencia de ambos.

—Bueno, veo que ninguno responde a mis comentarios, que pena... —dijo encogiéndose de hombros. —¿Y bien? ¿Qué hacéis aquí, chicos? Ya es muy tarde como para que unos niños estén aún levantados.

—Michaela nos citó para evaluar los resultados de nuestros entrenamientos. —respondió Tyler mirando a través de una ventana.

El joven se sentía irritado, más de lo que estaba ya en un principio. Ya no solo tenía que compartir un espacio con el subnormal de Leonard, sino que además hizo acto de presencia el payaso de Fox, diciendo gilipolleces como era tan usual en él. Si no fuese porque Michaela estaba encerrada en su despacho y quería verle, ya se habría marchado de allí a dormir a su casa. Necesitaba descansar y desconectar de todo lo que tenía alrededor.

—¿Y qué hacéis aquí fuera, chavales?

—Michaela está reunida con Victoria. —contestó esta vez Leonard mirando al alto mando. —Tenemos que esperar aquí hasta que acaben de hablar.

—Ya veo...

Sin nada más que lo atase en aquel descansillo, Fox caminó en dirección a la puerta para golpearla con sus nudillos, y sin esperar siquiera respuesta, el alto mando entró al despacho. Ya una vez dentro, Victoria y Michaela dirigieron una mirada al recién llegado.

—Muy buenas noc...

—¿Te dio alguien permiso para entrar? —preguntó la reina inmoral desde su mesa. —¿No, verdad? ¿Entonces que haces aquí si no te he dado permiso, Fox?

—Oh, que ruda... —comentó con una leve carcajada cargada de falsedad. —Habría estado encantado de hacer compañía a los dos porteros que tienes esperando en la puerta, pero es importante, mi señora. —anunció acercándose a la mesa de su líder.

—¿Tan importante como para interrumpir mi reunión con Victoria? —preguntó levantando una de las cejas escéptica ante sus palabras.

—Mutantes clase B. —pronunció deteniendo sus pasos junto a la científica.

—¿Qué sucede con ellos?

—Me ha informado uno de nuestros vigilantes que ha avistado a un par merodeando por las cercanías a la base.

—¿Cómo de cerca están? —quiso saber frunciendo el ceño.

—A una hora de aquí, más o menos. —contestó. —Y vienen en nuestra dirección.

—¡¿Cómo demonios saben que estamos aquí?! —exclamó Victoria algo exaltada.

—No lo saben. —contestó Michaela. —Pero son buenos rastreadores, por lo que probablemente deban de haber encontrado alguna clase de pista sobre actividad humana por la zona, y deben de estar acercándose a nosotros.

—¿Pistas de actividad humana? —preguntó Victoria ajustándose las gafas.

—Tal vez algunos indicios de nuestra últimas expediciones, algún civil que haya vagado por ahí, o cualquier otra cosa por el estilo. Esas criaturas solo salen de las zonas en las que habitan con sus grupos cuando hay alguna clase de amenaza, o si necesitan encontrar comida. —respondió Fox.

—Deben de estar de expedición. —contestó Michaela. —Si esos mutantes nos encuentran, no dudarán en llamar al resto de su grupo para atacarnos.

—¿Entonces qué? ¿Era o no más importante lo que tenía que decirle que su conversación? —preguntó Fox con una sonrisa soberbia.

Victoria enmudeció al escucharle preguntar aquello con tantas confianzas. La mujer miró de reojo la reacción de su señora ante el impertinente comentario del alto mando.

—¿Oh? Que osado eres al hablarme así, Steve. Por menos he cortado gargantas, ¿sabes?... —aseguró con una sonrisa. —Pero sí, es más importante, lo admito. Al fin y al cabo... —dijo mirando a Victoria. —La investigación que te mandé realizar no ha dado frutos, Victoria...

—Lo siento, mi señora. —se disculpó bajando la mirada. —Pero no encontré absolutamente nada revelador que no supiésemos ya de antes.

—Entiendo... —contestó algo desanimada.

Michaela quedó en silencio meditando la situación. La baliza únicamente servía para alejar dentro de un determinado ratio de la base a seres con un alto índice de contaminación por el Agua Gris, es decir, humanos o animales zombificados, incluyendo además a especímenes alterados por los efectos de la radiación. Por lo tanto, la baliza era completamente inútil contra los mutantes, y las defensas que rodeaban su base eran únicamente a prueba de zombis y humanos, por lo que aquellas criaturas podrían derribarlas a base de fuerza bruta. Si aquellos seres entraban en la base estarían perdidos.

—¿Y bien, mi señora? —preguntó Fox tras dejarla meditar por unos instantes. —¿Qué hacemos?

—Mmmm... Me da a mi que vas a tener que salir de cacería nocturna esta noche, Fox.

—Que bien... —dijo con ironía ante su orden.

—Quiero que formes un equipo, los localicéis y exterminéis. Y de paso, recuperad sus cuerpos, serán utilizados para la ciencia.

—De acuerdo, mi señora. —respondió dándose la vuelta dispuesto a marcharse

—Y quiero que te lleves a esos niños contigo.

—¡¿Cómo?! —exclamó volteándose para mirar a su líder. —¡¿Está de broma, verdad?!

—¿A ti te parece que esté bromeando? —preguntó con un rostro serio.

—¿Pero por qué quieres que los lleve conmigo?

—Para que aprendan. —respondió.— El día de mañana serán soldados, y quiero que vean como actúa un cuerpo militar ante una amenaza. Quiero que vean lo que espero de ellos de cara al futuro.

—Entiendo... —contestó a regañadientes. —Sin embargo, no esperará que pasen a la acción, ¿verdad? Esos niños solo saben enfrentarse a zombis y a humanos, nunca antes han combatido con un mutante.

—¿Acaso no me has escuchado? —preguntó frunciendo el ceño harta de escuchar sus quejas. —Dije que quiero que aprendan, que vean como actuáis, no he dicho nada de que tengan que enfrentarse a los mutantes. ¿Te has enterado o tengo que hacerte un dibujo explicativo para que te enteres?

—No. Está todo muy claro, mi señora.

—Así me gusta. Cuando esté tu equipo listo, llévate a los niños. Y ahora cuando te vayas diles que entren a mi despacho.

—A sus ordenes, mi líder. —afirmó ejecutando un saludo militar antes de salir del despacho.

—Tú también puedes irte, Victoria. Ya veré que hacemos con este tema...

—De acuerdo. Descanse, mi señora.

—Igualmente. —contestó con un suspiro viéndola salir al tiempo que Leonard y Tyler entraban. —Bien, ahora vosotros...

—¿Quería vernos para analizar nuestro progreso en los entrenamientos, verdad? —preguntó Tyler tratando de que Michaela fuese al grano.

—Sí, pero ahora tengo otros planes para vosotros.

—¿Otros planes? —preguntó Leonard instantes antes de llevarse la mano a la boca para bostezar.

—Lo siento, pero vais a tener que hacer un entrenamiento extra.

Aquellas palabras fueron como si una jarra de agua fría con hielo les cayese en la cabeza, jarra incluida. Sus cuerpos y mentes estaban agotadas y martirizadas por aquellos fuertes entrenamientos a los que estaban siendo sometidos por la propia Michaela. Ambos chicos tan solo querían acabar la conversación en su despacho para irse inmediatamente a la cama, y dormir todo lo posible antes de tener que madrugar al día siguiente para proseguir con aquellas clases. Sin embargo, toda esperanza de descanso tras aquella charla se acababa de ir a la mierda.

—¿Qué clase de entrenamiento extra? —quiso saber Tyler, quien trataba de mantener la compostura frente a Michaela todo lo que podía para no mandarla a tomar por culo a la cara. —¿Es que no es suficiente lo que hacemos ya?

—No. La verdad es que no.

Aquella afirmación desencajó el rostro de ambos adolescentes, cuyos esfuerzos y sufrimiento en cada uno de aquellos entrenamientos habían sido pisoteados con extrema facilidad por la propia instructora de aquellas clases. Michaela observó el lenguaje no verbal de ambos chicos tras responder aquello, y era bastante evidente por sus miradas y facciones, que como mínimo, la debían de estar poniendo de perra mal parida dentro de sus cabezas mientras la asesinaban cruelmente con la mirada. Sin embargo, aquello le daba completamente igual, ya estaba acostumbrada a recibir aquellas clases de miradas y pensamientos. Michaela dibujó una ligera sonrisa en su rostro, mezcla de burla y satisfacción.

—¡¿Y se puede saber que co...

Tan solo bastó una mirada de su líder para que el joven se mordiese la lengua y rectificase sobre lo que iba a decir, osadía que como mínimo le habría valido una patada en la boca por parte de la bota de su líder.

—¿Ibas a decir algo, Tyler?

—No, mi señora. —escupió con impotencia y desagrado.

—Eso pensaba. —le respondió con una amplia sonrisa satisfactoria.

—¿Y qué vamos a tener que hacer, Michaela? —preguntó Leonard en aquella ocasión.

—Vais a ir ahora de expedición con Fox. —anunció. —Me ha informado de que un par de mutantes están rondando cerca de la base, y no podemos permitir que nos encuentren.

—¿Ahora tiene que ser? Es muy peligroso ir por la noche andando por la ciudad.

—Más peligroso es dejar que nos encuentren, Leonard.

—¿Pero por qué ahora? —insistió Tyler.— Podríamos esperar a las primeras luces de la mañana, así habría algo más de visibilidad. Y de todos modos, ¿por qué nosotros? ¿Es que Fox y su grupo no son capaces de ir solos a por ellos?

—Porque me sale del coño. —contestó Michaela de inmediato. —Más claro no te lo puedo decir.

—Pero...

—Ni pero ni ostias. —respondió. —Esta es mi casa y estas son mis normas, las cumples y punto, te gusten o no.

—Tsk...

—¿Y cuál es nuestra función? —quiso saber Leonard, optando por tener una actitud más pasiva a fin de no irritar aún más a Michaela. —¿Vamos a luchar contra esas cosas? Nunca antes hemos peleado con mutantes...

—Y no tendréis que hacerlo. Simplemente quiero que hagáis la función de reporteros fuera de mis muros, y me informéis de todo lo que sucede durante la expedición.

—Entiendo. —respondió Leonard. —No parece complicado.

—No lo es.

Michaela se levantó de su silla y se dirigió a uno de sus armarios buscando algo. En cuanto encontró lo que buscaba, lo colocó sobre la mesa y volvió a sentarse.

—¿Una cámara de fotos y una libreta? —dijo Tyler viendo los elementos que Michaela dispuso en su mesa. —Así que es cierto que vamos a jugar a ser periodistas...

Ante aquellas palabras, Michaela lo fulminó con la mirada, lo que provocó que Tyler velozmente agachase la cabeza evitando el contacto visual con su líder.

—Ten mucho cuidado, Tyler. Te estás pasando, y a la próxima o te corto la lengua, o te mando a pudrirte bajo tierra con tus putos padres, ¿te parece? —respondió amenazante.

—Me disculpo por mi insolencia, mi señora. —contestó con un tono de voz más suave. —No volverá a pasar.

—No, no volverá a pasar. —respondió de inmediato. —Estoy segura de ello, Tyler.

—¿Entonces que debemos de hacer con esto? —preguntó Leonard orientando de nuevo la conversación al tema principal.

—Podrías aprender un poco más de Leonard, Tyler. Parece que él si sabe como comportarse frente a su líder. —pronunció Michaela sabiendo que aquello le sentaría al muchacho como una patada en los huevos. —Bien, tú, Leonard, te encargarás de tomar fotografías de todo lo que consideres relevante, y Tyler de anotar lo que suceda en las misión.

—Entendido. —contestó Leonard.

—Vale. —respondió Tyler.

—Leonard, tú te llevarás la cámara de fotografía instantánea, y esa caja de ahí con varios cartuchos de repuesto. Y tú, Tyler, coge la libreta y el bolígrafo. —Ambos adolescentes tomaron sus nuevas posesiones para la misión que debían de realizar con el equipo de Fox. —Bien, coged vuestro equipamiento y preparaos para la expedición.

Los jóvenes asintieron con la cabeza y se marcharon dejando atrás a Michaela. En tan solo quince minutos, ambos adolescentes se prepararon y se reunieron con Fox y algunos de sus hombres en la entrada sur de la base, una veintena de soldados en total, contando con el propio alto mando. Una vez fuera de los dominios de Michaela, todo estaba sumido en un basto silencio, a excepción del sonido que emitían las pisadas del grupo de Fox, quienes estacionaron los vehículos en los que se habían desplazado para acercarse a sus objetivos sin hacer ruido. La noche cubría con su oscuro manto las solitarias calles aledañas a la base. Tal era el silencio, que incluso el murmullo del viento era claramente perceptible a los oídos de Fox y los suyos. Las calles estaban muertas. No había ni un mísero muerto viviente deambulando por ellas, ni un mero atisbo de vida o movimiento más allá del grupo militar que iba en busca de los mutantes. Al grupo de expedición no le tomó mucho hallar a las dos criaturas, pues siguiendo las indicaciones que les dio el informante y los rastros que las propias criaturas dejaban a su paso, encontrarlos fue tarea fácil.

—Contacto con el enemigo, mi capitán. Los objetivos están aproximadamente a veinte metros de nosotros. —informó uno de los soldados de Fox observando a ambas criaturas por unos prismáticos. —¿Procedemos al ataque?

—Vamos a rodearlos primero. —contestó Fox. —Vosotros seis, rodeadlos por la derecha. Vosotros otros seis, por la izquierda. Y vosotros siete venid conmigo. Nosotros atacaremos de frente. Y... —Fox echó un vistazo a su espalda para localizar a Leonard y Tyler observándole en silencio. —Vosotros venid conmigo por el momento, siempre detrás de nosotros, ¿queda claro, críos?

—Como ordenes. —contestó Leonard.

—Vale. —respondió Tyler.

—Bien, esperaremos a que entren en esta calle, no es demasiado amplia, por lo que no tendrán por donde huir. Cuando dé la señal saldremos todos de las calles colindantes a rodearles y dispararemos a matar, ¿entendido, muchachos?

Los soldados asintieron, y de inmediato se separaron siguiendo las órdenes de su superior. En completo silencio, manteniendo las distancias y ocultándose todo lo que podían de la mirada de ambas criaturas, los soldados fueron acercándose y acortando distancias para asaltar al par de mutantes que caminaban sin percatarse que estaban siendo vigilados por un grupo de humanos.

Pacientemente, y ya ubicados, Fox y sus hombres esperaron al momento en el que los mutantes se acercasen lo suficiente para acorrarlarlos y acribillarlos con sus armas de fuego, una vez el capitán del equipo hiciese la señal correspondiente.

—Es la primera vez que veo mutantes como esos. —pronunció Tyler desde su escondite.

—¿La primera vez? —preguntó Fox sin dejar de observar a los mutantes acercarse. —¿Es que nunca has visto a ningún mutante antes de llegar a la base de Michaela?

—Sí. Pero los que vi tenían malformaciones que se asemejaban a una fusión entre humano y animal, o algo similar... Al menos actuaban como animales salvajes.

—Ya veo. Vistes algunos mutantes de clase A. —respondió. —Ojalá fueran de esa clase. No sería muy distinto a cazar a unos animales salvajes y rabiosos. Sin embargo, estos son más inteligentes y fuertes que esas bestias asalvajadas con las que te has topado.

—Yo tampoco he visto a esta clase antes. —añadió Leonard. —Pero sí que he visto a humanos y animales zombificados con distintas clases de mutaciones en el cuerpo, como extremidades extras, o una armadura formada de costras extendiéndose por todo el cuerpo.

—Clase Z. Sí, esos son también algo jodíos, pero solo por la resistencia que tienen por el endurecimiento de la epidermis. Por lo demás, son simples humanos y animales zombis que actúan como cualquier otro normal de su especie.

—¿Cuántas clases hay? —preguntó Leonard.

—Varias. El A, el B, el C1, C2 y Z. Por ahora conocemos cinco clases, y dos de ellas las creamos nosotros. —respondió mientras veía tranquilamente como la pareja de mutantes estaban a punto de llegar a donde él esperaba. —Apuesto a que hay gente que no sabe que existen estas criaturas. No son tan comunes como los zombis. —lentamente Fox elevó el brazo en señal a los otros grupos que lo observaban desde sus escondites esperando al ataque. —Vosotros quedaos aquí a cumplir vuestro objetivo, ¿queda claro? —dijo mirando de reojo a los dos adolescentes, quienes asintieron de inmediato. —Bien. Empecemos.

Fox hizo una señal con la mano antes de bajar el brazo, y de inmediato los tres grupos comenzaron a avanzar agachados hacia los objetivos. Y entonces...

—¡¡FUEGO!! —gritó Fox saliendo de su escondite.

Los tres grupos de soldados emergieron de inmediato a través de varios callejones vaciando sus cargadores contra los objetivos, los cuales trataron inmediatamente de cubrirse con sus brazos el rostro mientras gritaban de ira y dolor. Aquellas balas los matarían, sin duda, sin embargo la mutación en sus cuerpos había fortalecido su epidermis, músculos y huesos, dotándolos de una mayor resistencia al daño y al dolor. Ambos seres debían de cambiar a una ofensiva de inmediato antes de que el daño fuese lo suficientemente alto como para matarlos. Con rapidez, ambas criaturas dieron un brutal salto separándose cada una en una dirección distinta. Como un peso pesado, ambas cayeron en dirección a dos de los grupos de soldados a las órdenes de Fox. Apenas en una fracción de segundo en las que los soldados trataron velozmente de alejarse de las criaturas, estas asesinaron a un soldado en uno de los grupos y a un par en el otro con unos simples y letales golpes que decapitaron a uno de los soldados y desmembraron a los dos restantes.

—¡¡AGRUPAROS!! —Exclamó Fox.

Los tres subgrupos velozmente obedecieron el mandato de su capitán. Por separado eran débiles, especialmente a corta distancia con aquellas criaturas. La mejor opción sería enfrentarlas juntas entre todos. Los dos grupos que combatían a los mutantes velozmente se dispersaron huyendo de su objetivo, sin embargo, aquellas criaturas no tenían intención de dejar escapar a los que serían su próxima y tan ansiada cena. Con un potente y desagradable grito, ambos mutantes corrieron en dirección a los soldados de Fox.

—¡¡Cubramos a los nuestros!! —ordenó a su equipo, siendo el primero en avanzar apretando el gatillo de su arma.

La balas salían disparadas a gran velocidad contra las criaturas, sin embargo, inteligentes, no dejaban de moverse zigzageando o dando saltos con el fin de aminorar la puntería de Fox y los suyos.

—¡¡Estos hijos de puta no dejan de moverse, señor!!

—¡¡Cállate y dispara!!

La furia de las armas eran ensordecedora. La calle se iluminaba de manera intermitente con las ráfagas de disparos de cada una de las armas. Sin embargo, aquello no hacía dudar a los mutantes. Con increíble intelecto y crueldad, el más adelantado agarró en la carrera al soldado más próximo por la nuca, y elevándolo del suelo lo empleó como escudo contra las balas sin cesar su carrera hacia su nuevo objetivo, Fox. El soldado cautivo cesó en sus gritos en el momento en el que el fuego amigo lo acribilló sin atisbo alguno de duda. A grandes zancadas, el mutante acortó velozmente la distancia suficiente como para cargar contra Fox de un único impulso.

—¡¡¡CUIDADO!!! —gritó el alto mando cuando ya el mutante estaba peligrosamente cerca de él.

A sus órdenes, todos se apartaron del camino de la bestia cuando esta atravesó la formación impactando con brutalidad contra varios vehículos cercanos. Tan pronto como Fox se puso en pie para apretar nuevamente el gatillo, la criatura se volteó veloz para lanzar contra él como objeto arrojadizo el cadáver de su subordinado.

—¡¡Señor!! —exclamó uno de los soldados.

Fox fue impulsado a varios metros de distancia cuando el cuerpo del soldado acribillado impactó contra él con fiereza. Desorientado ante el brutal golpe y caída contra el suelo, el alto mando luchaba por quitarse de encima el peso del cadáver de su subordinado.

Con un fuerte chasquido metálico, el segundo mutante arrancó un ya doblado poste de metal con una señal de tráfico en su extremo superior, dispuesto a emplearla como arma contundente contra sus víctimas. Las armas se alzaron nuevamente abriendo fuego cuando la criatura cargó contra los soldados más cercanos. Con tremenda brutalidad, el mutante dibujó varios veloces y pesados arcos horizontales y verticales con el poste mientras avanzaba hacia los soldados aporreándolos brutalmente, y lanzándolos por los aires rompiendo varios huesos en el trayecto.

Mal, algo había salido completamente mal, pensó Fox una vez se quitó al muerto de encima y se reincorporó al combate. En principio la idea era buena. Asaltar y rodear a dos objetivos en una calle no demasiado amplia, cerrándoles toda escapatoria y dándoles poco margen de movimiento. Sin embargo, el escenario se había vuelto un arma de doble filo en el momento en el que no fue capaz de prever que aquellos seres saltarían inesperadamente aterrizando encima de ambos grupos. Ahora, no solo los mutantes no podían escapar, sus soldados tampoco lo podían hacer. Había poco margen de movimiento y escapatoria en aquella estrecha calle.

El mutante al que Fox y algunos de sus soldados se enfrentaban optó por cubrirse tras un vehículo al carecer de arma con el que atacar a sus objetivos armados. Cesando en los disparos, Fox ordenó con unos movimientos de cabeza a dos de sus soldados más cercanos que rodeasen el vehículo para acribillar a la criatura que se escondía tras él. Cuando el mutante sintió las pisadas acercarse, y para sorpresa de Fox y los suyos, aquel ser se puso en pie, y agachado, empujó velozmente el vehículo arrastrándolo por el suelo en dirección a Fox y los tres soldados que le acompañaban.

Velozmente apretaron el gatillo de sus armas en vano, pues el vehículo actuó como un escudo móvil que detenía las balas cubriendo al ser que tras él lo empujaba. Fox y los suyos cesaron rápidamente los disparos para lanzarse al suelo apartándose de la trayectoria del vehículo cuando este fue impulsado hacia adelante por un puñetazo de la criatura. En apenas unos segundos, el maltratado vehículo cruzó hasta el otro lado de la calle colisionando con un local cercano, llevándose a uno de los soldados que luchaban contra el segundo mutante en el trayecto.

Uno de los soldados que se lanzó al suelo trató de levantarse velozmente para encarar a la criatura que tenía tras él, sin embargo, esta, habiéndose percatado de su proximidad con el soldado, lo agarró con fuerza de una de sus piernas, y antes de que el subordinado de Fox pudiese reaccionar de alguna forma, la criatura lo elevó sobre su cabeza para estamparlo con extrema brutalidad contra el suelo frente a los ojos de Fox y el resto del equipo. Ni un grito fue siquiera capaz de articular antes de que su cráneo reventase contra el duro y frío suelo que hasta hace unos instantes pisaba, esparciendo sobre este parte de sus sesos bañados en sangre.

—Humano... Frágil... —pronunció antes de emitir algo parecido a unas extrañas carcajadas.

—¡¡¡ACABAD CON ÉL!!! —gritó Fox viendo como aquel era su noveno soldado caído en combate.

Desprotegido, la criatura comenzó a verse superada ante el fuego concentrado de las armas de Fox y seis soldados más. Acribillado, trató de correr a la cobertura más cercana, sintiendo como las balas perforaban su cuerpo y extremidades, sin embargo, apenas a unos metros, el ser cayó de boca al suelo, demasiado débil ante la pérdida de sangre. Fox y los soldados que iban con él no lo dudaron, y veloces corrieron cuando la criatura trataban con todas sus fuerzas ponerse en pie. Una vez lo rodearon y dirigieron sus armas a la criatura agonizante, la acribillaron sin piedad en el suelo segando finalmente la vida de uno de ellos.

Mientras toda la acción se desarrollaba, Leonard y Tyler tomaban fotografías y apuntes desde su escondite sin hacer ruido alguno, llevando a cabo la labor que Michaela les encomendó.

—Ese estúpido de Fox no contó con que la calle era demasiado estrecha para el combate, tanto para los mutantes como para sus propios soldados, menudo imbécil está hecho. Sus hombres tienen que estar más ocupados de defenderse de los ataques y abrir distancias que de apretar el gatillo. —comentó Tyler con desprecio. —Me encargaré de reflejar esto en los apuntes para Michaela.

—Por una vez estoy de acuerdo en algo contigo. —añadió Leonard sacando otra fotografía que después colocó en el suelo junto a un pequeño montoncito de cinco fotografías apiladas una sobre otra. —Si ese imbécil no se espabila, van a matar a todos sus hombres.

Sin nada que añadir al comentario de su acompañante, Tyler inició a escribir sus primeras palabras en el cuaderno cuando el sonido de unos castañeos llegaron a sus oídos. El joven detuvo momentáneamente el bolígrafo extrañado y elevó la mirada al combate. Probablemente se lo habría imaginado, pensó escuchando los sonidos de la batalla. Sin prestar más atención trató de empezar nuevamente su labor, sin embargo, apenas fue a retomar la escritura, nuevamente escuchó aquel castañeo, solo que esta vez algo más claro.

—¡¿Quieres dejar de hacer ese puto ruido?! —se quejó el joven lanzando una mirada despreciable a Leonard.

—¡¿De qué hablas?! ¡No estoy haciendo ningún ruido, imbécil!

Justo cuando Tyler estaba al abrir la boca para responderle, aquel castañeo llegó nuevamente a sus oídos, y esta vez, incluso a los de Leonard. Los jóvenes se quedaron observándose unos instantes en silencio, entendiendo que ninguno de los dos era el causante de aquellos irritables castañeos. Lentamente, ambos chicos voltearon la cabeza para mirar tras ellos.

Una alta figura inhumana se erguía tras ellos. Cadavérico y extremadamente demacrado. Podrían haberlo confundido con un no muerto común por sus rasgos, sin embargo tan solo precisaron de unos instantes para ver que no era un muerto viviente más. Era algo que jamás habían visto. Lentamente la criatura fue caminando hacia ellos entre extraños temblores con paso firme, careciendo del típico paso titubeante de los muertos vivientes comunes. Era llamativo a los ojos de los jóvenes sus largas extremidades. Brazos y piernas estaban provistas de una longitud superior a las de un humano común, especialmente sus piernas. Igual de llamativa era su piel, la cual provista de una coloración marrón oscura, se ajustaba a su estructura ósea como un traje de neopreno, dejando asomar algunos fragmentos de hueso negro entre la carne y la piel de aquel ser.

Lentamente Leonard y Tyler se pusieron de pie retrocediendo sin darles la espalda a la criatura... ¡No! ¡A las criaturas! Los jóvenes habían estado demasiado ensimismados contemplando aquellos ojos rojo sangre que los observaban con ansiedad que ni siquiera se habían percatado del resto de seres que caminaban dispersos tras aquel que tenían en frente. ¡¿Cuántos eran?! ¡¿10?! ¡¿15?! ¡¿20?! ¡¡¿30 quizás?!! ¡¡¿Qué eran aquellas cosas?! Su aspecto era tan intimidante como desagradable... La criatura movió sus dedos lentamente captando la mirada de los chicos. Tanto en manos y pies, la criatura mostraba unas alargadas uñas curvas extremadamente afiladas que sin duda empleaba como arma. Y entonces, aquella cosa se detuvo observándolos. Leonard no dudó en desenvainar su espada y Tyler su pistola.

—Por fuera es distinto a los demás, pero no deja de ser otro muerto viviente... —dijo Tyler instantes antes de encañonar a la criatura localizada a metro y medio de ellos. —Solo hay que disparar a la cabeza.

Sin titubeo, el joven apretó el gatillo errando el tiro. En el momento adecuado, los temblores de la criatura hicieron que la bala simplemente le rozase la sien. Fox percibió el sonido del disparo apartando momentáneamente la mirada del combate. Inesperadamente la criatura aumentó la intensidad y velocidad de sus castañeos haciéndolo bastante irritante al oído de los chicos, y como un efecto onda, los seres tras él incrementaron también la velocidad y el sonido de sus castañeos cesando su marcha.

—¡¿Qué está pasando?! —preguntó Leonard captando el cambio en el ambiente.

Las criaturas comenzaron a mostrarse más activas cuando todas centraron su mirada carmesí en el dúo de adolescentes. Algo iba a pasar, no... ¡Algo les iba a pasar! Leonard y Tyler retrocedieron al sentir un aura peligrosa envolver a todas aquellas criaturas. Aquellos seres se pusieron en cuatro patas, y con un sonoro chasquido, sus rodillas se hundieron hacia dentro, dando a sus piernas un aspecto similar al de un animal cuadrúpedo.

—Corre... —susurró Leo. —¡¡CORRE!!

Tan pronto como lo dijo, Leonard abandonó su escondite seguido por Tyler adentrándose al campo de batalla. A unos metros frente a ellos, el equipo de Fox continuaba su lucha con el mutante restante. El alto mando observó dos figuras acercarse en su dirección, por lo que cesó en sus disparos de inmediato.

—¡¿Pero qué coño hacéis fuera del escondite, críos?! ¡¡Es muy peli...

No pudo terminar su frase cuando una criatura cuadrúpeda apareció corriendo a gran velocidad hacia los chicos, con movimientos casi arácnidos, y tras él, otro grupo de numerosas criaturas del mismo estilo.

—¿Pero que cojones es eso? —pronunció al ser la primera vez que veía aquellos seres.

Tyler observó tras su hombro a la criatura peligrosamente cerca de él emitiendo un estridente grito.

—¡¡Al suelo!!

Ante la advertencia del joven, tanto él como Leonard se lanzaron al suelo para ver instantes después a la criatura volando por encima de ellos. El dúo se levantó velozmente para ponerse en guardia intuyendo que la criatura se voltearía para arremeter contra ellos, sin embargo para su sorpresa, tan pronto como aquel ser tocó el suelo con sus cuatro “patas”, continuó en dirección recta hacia el grupo de Fox y el mutante.

—¡¡Enemigos por la derecha!! —anunció Fox orientando el cañón de su arma ante la nueva amenaza.

Los gritos de la manada de criaturas alertaron a Leonard y Tyler, quienes veloces se apartaron de su camino ocultándose en un callejón en el margen derecho de la calle. El numeroso grupo de criaturas pasó a gran velocidad por el lugar en el que habían estado hasta hacía unos meros instantes, ignorando por completo la existencia de los chicos para dirigirse hacia Fox y sus soldados.

Tan sorprendidos como impactados ante el ataque sorpresa, los soldados intentaron actuar de inmediato para hacer frente a la nueva amenaza aún cuando no habían logrado neutralizar al mutante restante. Fox se apartó veloz del camino de uno de ellos sorprendido por la velocidad de la criatura y sus movimientos arácnidos, los cuales hacían difícil acertar en el objetivo con su metralla. Aquel ser pasó de largo ignorando a Fox al tiempo que removía su mandíbula dirigiéndose a un soldado distraído que trataba de hacer frente al mutante junto a otros de sus compañeros.

Un sonido desconocido llegó a sus oídos cesando sus disparos. Ignorante del peligro que se cernía sobre él, el soldado miró hacia su derecha para apenas un par de segundos después ser embestido y lanzado contra el suelo.

—¡¿Qué?! ¡¿Qué demonios?!

Su mente estaba en shock ante la imagen del rostro de aquella nueva criatura apenas a unos centímetros de su cara. Desprovisto de su arma, el soldado contempló como lentamente la mandíbula de la criatura que yacía sobre él reteniéndolo en el suelo se desencajaba aumentando considerablemente el tamaño de su boca. Antes de que el soldado pudiese reaccionar de alguna manera, o siquiera comprender la situación, su rostro fue arrancado de cuajo ante las potentes mandíbulas de la criatura, la cual arrancó piel, carne y huesos desatando una auténtica orgía de sangre que baño por completo su bronceado rostro cadavérico. En cuestión de segundos cundió el pánico. Descontrol, e incertidumbre se apoderaron de las mentes del equipo de Fox ante la nueva amenaza que repentinamente se lanzó contra ellos acabando con la vida de algunos compañeros.

—¡¡Reagruparos de inmediato!! —ordenó Fox. —¡¡Retroceded, y no dejéis de apretar el puto gatillo contra esas cosas!!

Los soldados actuaron de inmediato siguiendo las órdenes de su superior. Los gritos de algunos de los soldados rezagados llegaban a los oídos de aquellos que huían a la carrera dirección a Fox. Mientras tanto, desde su nuevo escondite en un callejón, Tyler y Leonard observaban lo que estaba sucediendo con expectación. Los soldados de Fox estaban cayendo como moscas ante la superioridad numérica de los enemigos en el campo de batalla y el espacio reducido de la calle. Entonces Tyler escuchó movimiento tras él y miró por encima del hombro para ver a la figura de Leonard recorriendo a paso ligero el callejón con sus pertenencias.

—¡Hey! —llamó Tyler al chico que se alejaba, sin embargo Leonard no se detuvo ni se volteó. —¡¿A dónde coño vas?!

El joven siguió a Leonard a la carrera hasta que llegó a él y lo agarró del brazo. Sin miramientos, le pegó un tirón para que se voltease y le mirase a la cara.

—¿A donde crees que vas?

—¿No es obvio? —respondió soltándose del agarre de Tyler dando otro tirón. —Me voy.

—¡¿Cómo dices?!

—Me voy. Me fugo. Huyo. ¿Sigues sin pillarlo, Tyler? Fox y los suyos no pueden contener a esas criaturas por las circunstancias en las que están, y una vez mueran, el mutante o esas otras cosas vendrán a por nosotros. Lo mejor es salir de aquí cuanto antes.

—De nuevo lo estás haciendo...

—¿El qué? —preguntó extrañado.

—¡¡Huir!! —exclamó enfadado.— ¡¡Como un puto cobarde que se lava las manos dejando que el resto salga perjudicado!!

Leonard no respondió de inmediato. No tenía porque darle explicaciones a ese imbécil, y tampoco quería perder el tiempo en ese callejón. Las vidas de Fox y sus soldados eran limitadas, y una vez cayese el último de ellos, Tyler y él serían los siguientes. Debía de huir mientras aún estaba Fox y sus soldados vivos y entreteniendo a esas criaturas.

—Sí, huyo como un cobarde lavándome las manos. —contestó con frialdad. —No le debo nada ni a Fox ni a nadie dentro de esa condenada base militar. Ahora que estoy fuera y tengo esta segunda oportunidad para huir de Michaela y su imperio no la voy a desaprovechar. Si no nos matan esas cosas, nos matará Michaela con esos putos entrenamientos extremos. Yo sé lo que voy a hacer, y llevo en mi mochila todo lo que necesito para sobrevivir un tiempo fuera. Huye tú también o quédate aquí. Es tu elección.

Antes de que Tyler pudiera responderle, el joven se volteó y huyó a la carrera ignorando sus gritos e insultos. El joven de oscuro cabello tensó la mandíbula sintiendo odio hacia la figura de Leonard. Otra vez lo hacía, otra maldita vez... Huir y dejar que el resto se sacrifique o sufra por sus acciones mientras él se lava las manos del asunto, tal y como cuando llegó a la base de Michaela por primera vez, o cuando la rebelión de Braun... Solo le importaba él mismo y nadie más. Traición. Aquella palabra acudió veloz a su mente.

Lo que hacía era traición hacia Michaela al huir del campo de batalla y de la influencia de la reina inmoral. Tyler se llevó la mano a la pistola que descansaba en su cintura para comprobar que estaba ahí. Sabía lo que tenía que hacer, capturar y entregar a Leonard ante su líder suprema acusándolo de traición. Si hacía aquello, estaba seguro que Michaela lo recompensaría, y Leonard recibiría su merecido castigo de la mano de la reina inmoral. Sí, deseaba realmente aquello más que nada. Quería que Leonard sufriese por su cobardía y egoísmo, pues alguien como él no merecía vivir. Decidido, Tyler corrió tras la figura del traidor.

El mutante observó curioso a aquel grupo de criaturas lanzarse a la caza de los humanos. Le estaban quitando la comida a él y a su grupo, y aquello no le agradaba. Eran veloces, letales y ansiosos. Los humanos estaban teniendo problemas para acabar con ellos, sin embargo, habían logrado acribillar a unos cuantos con sus armas.

Su mirada irascible deparó en uno de aquellos seres, que arrodillado devoraba el cadáver de uno de los soldados a gran velocidad. Aquellos seres apenas masticaban, engullían carne y hueso por igual. Hacía tan solo unos instantes que había cazado al humano y ya había devorado por completo su cabeza y cuello, ahora, estaba desmenuzando con sus garras el torso sacando las tripas y costillas del cadáver hacia fuera para tragarse sus órganos sanguinolentos. La sangre del soldado impregnaba casi todo su rostro y cuerpo con un brillante rojo carmesí, emitiendo un sonido líquido y desgarrador cada vez que introducía sus manos dentro del soldado.

En unos pocos minutos aquel ser habría engullido por completo aquel cadáver sin dejar apenas rastro alguno de él. El mutante gruñó ante aquellos seres que le estaban arrebatando su comida, y cogiendo nuevamente la señal de tráfico con la que había estado aporreando a los soldados minutos antes, se encaminó hacia aquella criatura. El mutante emitió un sonoro rugido antes de correr hacia su objetivo. Apenas elevó aquel ser la cabeza del cadáver que devoraba, el mutante lo golpeó en el rostro con extrema violencia empleando la señal de tráfico. Por unos segundos, el cuerpo de la criatura voló por los aires antes de estamparse sobre el asfalto con la cabeza reventada por el letal impacto.

—Débil... —pronunció el mutante. —Frágil como el resto.

Entonces algo sucedió. Pronunciadas aquellas palabras tras el asesinato perpetrado por el mutante y su arma de metal, todas aquellas criaturas cesaron de inmediato en sus ataques contra los humanos o dejaron de alimentarse de sus cadáveres para dirigir su atención a lo sucedido.

—¡¡¡FUEGO!!! —ordenó Fox aprovechando la distracción de las criaturas.

Una lluvia de metralla cayó con extrema fiereza y letalidad contra la fila más cercana de aquellas extraños zombis. Las balas perforaron sus cráneos matándolos en el acto. Eran tan débiles como los zombis comunes si les disparabas en la cabeza, sin embargo, la culata de Fox había comprobado de primera mano la gran resistencia que poseían aquellos seres a los golpes. Y visto que algunos de sus soldados emplearon en vano el cuchillo para quitárselos de encima, era obvio que incluso apuñalarles en el cráneo no era demasiado efectivo. Había que atravesarles la cabeza con algo veloz y potente como una bala para matarlos al instante. Los no muertos se voltearon y corrieron en dirección al mutante haciendo sonar con intensidad sus mandíbulas emitiendo aquel desagradable castañeo. ¡¡Iban a atacar al mutante!!

Armado con la señal de tráfico, el mutante se preparó para el ataque en masa. Desde todas direcciones, las criaturas corrieron en su forma cuadrúpeda a gran velocidad hacia su nuevo objetivo. Con energía, la señal de tráfico se balanceó a izquierda y a derecha, una y otra vez, asestando poderosos golpes contra la primera línea enemiga, mandando por los aires a los primeros no muertos en acercarse a la bestia. Uno saltó encaramándose a su espalda y asestando un potente bocado en el hombro derecho del mutante, un enorme pedazo de carne fue arrancado del cuerpo de la criatura. La sangre corrió a raudales tiñendo de un rojo carmesí la espalda del mutante. Liberando un poderoso grito de dolor de su garganta, la criatura agarró por la nuca al zombi y lo lanzó hacia adelante tirándolo de espaldas al suelo. Antes de que aquel pútrido ser pudiera incorporarse, el mutante elevó la señal de tráfico sobre su cabeza para hacerla descender en picado contra el cráneo del no muerto, haciéndolo estallar en pedazos.

Enfadado y dolorido ante la mordedura de su víctima, el mutante corrió penetrando entre las filas enemigas. Veloz y enérgicamente batió la señal de tráfico en todas direcciones aporreando a todos los zombis cuadrúpedos que se acercaban a atacarle. Uno saltó en su dirección, pero raudo en reflejos el mutante lo atrapó en pleno vuelo y lo lanzó contra el suelo para instantes después machacarle la cabeza de un pisotón. Otros dos saltaron hacia él, uno encaramándose nuevamente a su espalda y otro a su torso.

El mutante trató de quitárselos de encima, sin embargo, en cuanto aquel par de criaturas sintieron la mano del mutante tratando de alejarlos de él, ambos seres clavaron sus filosas y curvadas garras en la piel y carne de su presa para no soltarse de ella. Como garrapatas, aquellos seres trataban de infligir dolor a su víctima si trataba de despegarlas de su cuerpo. Ambos seres descolocaron sus mandíbulas para propinar una potente dentellada en el pecho de su víctima y en el hombro previamente herido. El mutante aulló de dolor al sentir como los dientes de esos seres perforaban su carne, la machacaban, y desgarraban enérgicamente para engullirla lo antes posible.

El mutante no paraba de gritar de dolor. Aquellas mandíbulas cortaban y trituraban la carne a gran velocidad, en apenas un par de minutos triturarían sus huesos y llegarían a sus órganos internos. Su gran mano agarró al que tenía encaramado a su torso de la cabeza, y apretando los dientes despegó con fuerza a la criatura de su cuerpo. Un grito de dolor surgió de su garganta en cuanto las garras del zombi salieron del interior de su cuerpo, desagarrando la carne y la piel hacia afuera. El mutante lanzó a su atacante por los aires, y velozmente corrió a quitarse de encima al que tenía abriéndole un boquete en su hombro. Cuando el no muerto sintió los dedos del mutante rozarle, este clavó aún más profundamente sus garras en el cuerpo de la criatura, y si eso no fuera poco para frenar los intentos del mutante para quitárselo de encima, mordió brutalmente la carne de su víctima dejando de masticar a fin de resistirse al agarre de este y ejercerle aún más dolor.

El mutante chilló dolorido. Comenzaba a sentirse débil, la señal de tráfico comenzaba a pesar, y sus movimientos empezaban a ralentizarse. Estaba perdiendo mucha sangre, pensó. Había dos agujeros en su cuerpo de grandes dimensiones por el que no dejaba de escapar su sangre, y si aquella criatura continuaba comiéndose su carne agrandando aún más el agujero abierto en su hombro, en poco tiempo acabaría muerto. En cuestión de segundos, ante la debilidad e incapacidad de la criatura para quitarse al enemigo de encima, varias criaturas saltaron sobre él desencajando sus mandíbulas para propinarles unos grandes y profundos mordiscos por diversas zonas de su cuerpo.

El mutante apenas pudo chillar cuando se vio abordado por varios de aquellos seres devorándolo vivo. La sangre emanaba a borbotones bañando los rostros de aquellos seres encaramados a su cuerpo como garrapatas. La señal de tráfico cayó al suelo con un sonoro golpe metálico ante la mirada atónita de Fox y los suyos. El mutante sentía su respiración pesada, sus piernas temblaban, y su visión se oscurecía. La mirada de la criatura deparó en el no muerto más cercano, quien cesando su voraz apetito dejando de morder el hombro izquierdo de su víctima, fijó sus ojos inyectados en sangre en los del mutante. Por unos segundos, ambas criaturas se miraron con curiosidad.

El mutante por unos instantes logró un estado de lucidez en su memoria. Recuerdos distorsionados volvieron a su mente. En el pasado, como humano, recordaba huir de los muertos tratando de sobrevivir a ellos. Vio a mucha gente morir devorada por estos, siempre les tuvo miedo. Sin embargo, cuando se transformó en la bestia que era hoy en día, aquellos seres jamás volvieron a ser una amenaza para él, pero ahora... Lentamente el no muerto cuadrúpedo acercó su rostro al cuello del mutante desencajando su mandíbula. El mutante lo miró con indiferencia, demasiado distraído en sus propios pensamientos, lo cuales por una vez desde que tenía uso de razón como mutante, se habían mostrado lúcidos, conscientes, y significativos para él, justo ahora, en sus últimos momentos, el monstruo comenzó a recordar.

Los zombis también fueron humanos en algún momento, como él. ¿Acaso ellos aún tendrán recuerdos como humanos encerrados en lo más profundo de su cerebro, tal y como él los tenía? ¿O tal vez no? Con aquella pregunta en su cabeza, sintió como las mandíbulas del no muerto de cerraron brutalmente contra su garganta arrancándola de cuajo. La sangre salió a borbotones tiñendo el rostro del zombi, y como un títere sin cuerdas, el imponente mutante se desplomó muerto en el suelo.

En cuestión de segundos, el cuerpo de la criatura desapareció de la mirada de Fox y sus soldados cuando todos los zombis cuadrúpedos se amontonaron sobre su víctima para devorarla ansiosos. Fue entonces ante aquella visión que Fox reaccionó. Era ahora o nunca.

—¡¡¡ACRIBILLADLOS A TODOS DE INMEDIATO!!!

Todas las armas se alzaron, y sin hacerse demorar dispararon a bocajarro contra la gran jauría de zombis devorando a su víctima. El grupo militar avanzó lentamente sin cesar en sus disparos. Fox sabía que el tenerlo a todos reunidos en un mismo punto y distraídos era la mejor forma de acabar con todos ellos, no podía dejar pasar aquella oportunidad. Debían de masacrarlos a todos antes de que terminasen de devorar al mutante.

Avanzando a paso ligero entre las calles abandonadas y oscuras, Leonard trataba de alejarse del campo de batalla, ya iba quedando atrás el sonido de los disparos, no podía detenerse ni un momento. En cuanto todo acabara, si Fox y los suyos sobrevivían, seguramente saldrían a buscarle. Tenía lo necesario para sobrevivir fuera por un tiempo, iba armado con su Beretta M9 guardada en la funda de su cinturón a la derecha de su cintura, y a la izquierda, se encontraba enfundada su espada Gladius, y por último, llevaba su clásica navaja guardada en el bolsillo de su pantalón. En su mochila guardaba un traje para protegerse de la radiación que Michaela le cedió a él y a cada miembro del equipo durante la misión fuera de la base, también un par de cargadores para su pistola, la fotografía de él con sus padres, la cámara, y los repuestos que le dio Michaela para llevar a cabo el objetivo que le ordenó durante la misión.

Con eso al menos podría vivir lejos de la base por un tiempo, sin embargo, debería de concentrarse en buscar algún refugio temporal para esconderse y pasar la noche. A la mañana siguiente se esforzaría en buscar comida, agua, medicinas y alguna clase de mapa para orientarse, ya que no tenia nada de eso en su mochila. Pero ahora lo primordial era huir de Fox y los suyos. Los disparos apenas se escuchaban ya. El joven miró el reloj de su muñeca, llevaba al menos quince minutos andando ligero, y afortunadamente no se había topado aún con ningún zombi por el camino. Si todo seguía igual de bien, pronto escaparía de las garras de Michaela.

—¡Alto ahí! —exclamó la voz de Tyler a su espalda.

Los pasos de Leonard se detuvieron de inmediato y el joven se volteó. Frente a él, Tyler le apuntaba con su pistola. El joven entendió de inmediato la situación. La mirada de Tyler era muy clara, como su objetivo. Debió de haberlo previsto, pensó algo arrepentido por no haber tomado medidas con su compañero antes de marcharse del lugar.

—¿Por qué haces esto, Tyler? No lo entiendo. —preguntó el joven confundido.— ¿Por qué no aprovechas para escapar como yo? ¿Acaso estás conforme con la vida que llevamos en esa base?

—No lo estoy, pero es todo lo que me queda. Fuera, a donde vas, no hay un futuro ni un lugar al que ir. Si te marchas de la base lo único que te espera es un infierno plagado de muerte y miserias. Michaela me dio una segunda oportunidad cuando debió de haberme colgado públicamente por ser hijo de unos traidores y haber estado conspirando a sus espaldas. Pero no lo hizo, me perdonó la vida, y además me ascendió dentro de la jerarquía de la base. Me hizo alguien allí dentro. Ya no soy un simple civil. Ahora todos me tienen respeto, incluso la propia milicia tras haberme vuelto en aprendiz de Michaela. No he olvidado todo lo que nos hizo, ni el motivo por el que murieron mis padres y el resto de guerrilleros. No la puedo perdonar. Pero... Es todo lo que tengo, y debo de mantenerlo si quiero sobrevivir allí dentro. Lo apostamos todo aquella noche y perdimos. No hay nada que hacer, solo puedo aceptar la realidad que hay a mi alrededor, aunque no me guste.

—Tsk... —Leonard se sentía insatisfecho ante su respuesta. Le parecía increíble que después de haber perdido a sus padres a causa de Michaela y sus esbirros decidiese agachar la cabeza y mostrarse leal a ella. No le importaba que no hubiese un futuro allí fuera a donde él iba, lo único que le importaba era ser libre y morir por sí mismo y no en nombre de una demente como aquella mujer. —¿Entonces vas a capturarme y entregarme a Michaela? ¿Es por eso por lo que estás aquí apuntándome con tu arma?

—Sí, pero no lo hago por lealtad a ella. Es por un motivo personal. —reveló el joven avanzando lentamente hacia Leonard. —Te odio, Leonard Lewis. Eres una persona cruel, cobarde, egoísta y sin escrúpulos. Todo lo que haces es por tu propio bien, aunque eso signifique herir a otros en el camino. Tu vida no tiene valor alguno para mí. Por tu culpa han sufrido muchas personas inocentes. Cuando llegaste a la base, durante la rebelión de Braun y los guerrilleros, e incluso ahora con los miserables de Fox y los suyos... Por eso considero que debes de ser castigado, en nombre de todos los que han sufrido por tus acciones cobardes y egoístas. No hay mejor manera de que seas castigado que entregándote a Michaela, y de paso, me ganaré su aprobación con tal de mantener mi estatus en la base.

—Ya veo... Me sorprende que te molestase que abandonara a Fox. ¿Ahora te cae en gracia ese cabrón?

—No me importa en lo más mínimo ese bastardo. Simplemente me has demostrado con esto último que no importa cuanto cambie la situación, incluso aun perdonándote la vida y dándote una segunda oportunidad como hizo Michaela tras tu traición... Tú nunca cambiarás, Leonard... Eres un peligro para cualquiera que se cruce contigo. Por eso no mereces piedad alguna, debes de ser juzgado. Tú... —el joven quedó en silencio un instante. —No eres tan diferente a Michaela o sus altos mandos. En cierto modo me recuerdas a Marcus, ¿sabes? Solo haces lo que te conviene, sin cuestionarte nada, ni los medios, ni las repercusiones... Solo buscas tu propio beneficio, como él.

—¿Se te ha ido la pinza? Estás exagerando las cosas. Las comparaciones son odiosas... ¡Yo no soy como ellos! —se defendió el joven recordando como Serge llegó a compararlo anteriormente con Marcus en una ocasión. —¡¿Quién eres tú para juzgarme, don perfecto!? ¡¿Qué sabe alguien como tú de mi y mi forma de actuar?!

—¡¡¡BASTA!!!! —exclamó enfadado. —Sé todo lo que tengo que saber sobre ti. Muchas personas fueron injustamente castigadas cuando llegaste a la base por no querer mancharte las manos, yo incluido. Ibas a escapar de la base durante la rebelión, y te ibas a marchar sin decir nada, dejando a toda la gente inocente de la escuela atrás, hombres, mujeres, ancianos, niños... No te importaba que muriesen esa noche. ¡Y ahora vuelves a marcharte dejando a Fox, a sus soldados, y a mí atrás! ¡¡Eres un peligro, Leonard!! Te odio, te odio por todo eso. Y pensar que mis padres y los demás murieron por un futuro en el que tu ibas a estar... Tsk... ¡Eres despreciable!

—No voy a negar que lo que hice estuvo mal, sin embargo... Tú hubieras hecho lo mismo en mi lugar, Tyler.

—¡¡MENTIRA!! —exclamó enfurecido dándose un golpe el pecho con la mano izquierda.— ¡Yo jamás hubiese hecho eso! ¡Yo no soy como tú!

—Cierto... Tú no eres como yo, por eso no puedes comprender ni tolerar mis acciones. —contestó tranquilamente. —Está bien, acepto lo que hice, pero si lo que quieres es que pida perdón no lo voy a hacer. No pensé en ningún momento en toda esa gente que se vio afectada por mis acciones cuando llegué a la base, ni en todos los que pudieron morir en aquella rebelión, y ni mucho menos me voy a parar en pensar en el destino de Fox y los suyos. Tampoco en el tuyo. No hay nadie que me importe dentro de esa base. Yo realmente... —el joven quedó unos instantes en silencio. —¡¡Realmente los odio a todos!!

—Mal nacido... —gruñó Tyler ante las palabras de Leonard.

—No sois unos santos. Ni tú, ni nadie de allí. Quien no me golpeaba, me insultaba, o me metía en problemas, se volvía cómplice mirando para otro lado. Hombres, mujeres, ancianos, niños... Todos sois igual de culpables. Por eso me alejé de todos durante todo este tiempo. Por eso solo pensaba en mi mismo. Por eso es que os odio a todos.

—Todo eso te lo buscaste tú... —contestó Tyler. —No atendías a razones, por lo que no quedó de otra que recurrir a esos métodos para doblegarte y detener tus acciones para que Michaela dejara de hacernos daño. Tú te buscaste el odio y el desprecio del resto. Tú, Leonard, tú, eres el responsable de todo lo que te ha pasado.

—No estaba dispuesto a traicionar la memoria de mis padres. No quería volverme un monstruo más dentro de aquel lugar manchando mis manos de inmoralidad. Temía que el día en el que muriese y me reencontrase con mis padres, ellos no me reconociesen por culpa de lo que me había convertido.

—Tus padres están muertos. ¿Qué importaba eso? Para sobrevivir uno tiene que hacer lo que debe hacer. Eso es así, te guste o no. Ninguno de nosotros tuvimos elección a la hora de mancharnos las manos, pero tú...

—Tú tenías a tus padres contigo, y tenías amigos. Supongo que es normal que no puedas entenderme.

—No hay nada que entender. Fuiste un egoísta y un cobarde. Eso es todo.

—Supongo que tú y yo nunca nos entenderemos. —concluyó Leonard la conversación. —No voy a ir contigo, Tyler.

—Entonces, no hay otra opción. Te llevaré conmigo quieras o no, Leonard.

—Pues tendrás que apretar ese gatillo, pero correrás el riesgo de matarme. —le advirtió el joven. —Si llevas mi cadáver no podré recibir el castigo que tanto quieres, ¿no es así? Por otra parte Michaela y los altos mandos son conscientes de que nos llevamos mal. Fácilmente podrían creer que me asesinaste por motivos personales aprovechando la situación. Eso sería una traición, ¿sabes? Asesinar a un compañero por un tema personal. Como tú, yo también soy un aprendiz de Michaela, y por lo tanto tengo su protección. Además, no tienes pruebas para acusarme de traición en caso de asesinarme.

—Cabrón...

Leonard sonrió para sus adentros. Sabía que Tyler no podía matarlo así sin más, o de lo contrario se metería en problemas con Michaela. Por lo tanto Tyler no le dispararía, estaba seguro de ello.

—Sin embargo tú tampoco puedes sacar tu arma y dispararme. —añadió Tyler al planteamiento que Leonard expuso. —Si lo hicieras desvelarías tu posición a Fox o a otras criaturas como las que hemos dejado atrás y que pudiesen estar por la zona. No te conviene delatar tu ubicación, Leonard.

—Lo sé. —contestó simplemente. —No estaba tampoco en mis planes abrir fuego contra ti, a no ser que fuese estrictamente necesario. —el joven de ojos azules permaneció unos instantes en silencio observando a su rival. —Entonces... ¿Esto es lo que realmente quieres, Tyler? ¿Estás seguro de que no quieres huir ahora que puedes?

—Ya te di mi respuesta.

—Ya veo...

Ambos jóvenes clavaron sus miradas el uno en el otro sin nada que añadir. Leonard y Tyler eran muy distintos, nunca habían alcanzado a comprenderse, y probablemente nunca lo harían. En aquella historia, los dos eran inocentes, y al mismo tiempo, ambos eran culpables. Solo había una forma de resolver aquella disputa. Ninguno de los dos tenía intención de ceder. Para lograr su objetivo, tendrían que vencer al oponente que tenían delante. Ambos chicos comenzaron a avanzar uno frente al otro. Leonard desenvainó su espada Gladius, y Tyler su machete.

El joven de ojos verdes avanzó velozmente con machete en mano, y Leonard le siguió empuñando su espada corta. Cuando estuvieron próximos inició el coro metálico. Una y otra vez los aceros de sus armas impactaron el uno contra el otro. Izquierda, derecha, arriba, abajo, horizontal, vertical... Combinaciones de veloces ondas plateadas se dibujaban tratando de alejarse mutuamente el uno del otro. A su vez, ambos chicos se esforzaban en mantener sus reflejos agudizados tratando de bloquear o evadir los ataques de su contrincante.

Estaban bastante igualados, había que admitirlo. Ni Leonard ni Tyler podían asegurar cual de ellos dos se vería victorioso de aquel combate. Ambos jóvenes estaban acostumbrados a practicar el combate con armas blancas entre ellos durante los entrenamientos de Michaela, por lo que podían predecir algunos de los movimientos de su adversario. Sin embargo, Leonard tenía la ligera ventaja de que su Gladius poseía una hoja algo más extensa que la del machete de Tyler, lo que le permitía confrontar mejor el arma enemiga.

Un potente choque metálico se produjo, y Leonard se vio impulsado hacia atrás al bloquear el golpe de Tyler. El joven trató de enderezarse y ponerse en formación cuando su contrincante cargó velozmente hacia él. Leonard se impulsó hacia adelante lanzando un golpe con su espada en la dirección contraria al la hoja del machete de Tyler. Ambos filos colisionaron reteniéndose mutuamente intentando que uno cediera a favor del otro llevados por la presión que cada propietario ejercía sobre su arma.

—¡Ríndete, Leonard!

—¡Jamás! ¡No volveré a pisar nunca ese condenado lugar!

Ambos adolescentes se distanciaron con un salto hacia atrás abriendo distancias. Tan pronto como se distanciaron, nuevamente colisionaron. Uno, dos, tres y cuatro golpes consecutivos se escucharon. Como un dueto, cuando uno avanzaba el otro retrocedía siguiéndole el ritmo.

Tyler retrocedió rápidamente entre frecuentes jadeos evitando otro golpe de Leonard. El joven estaba sorprendido ante la situación, realmente era imposible decir a ciencia cierta cual de los dos era mejor. Tyler cargó nuevamente contra Leonard produciendo una consecución de estallidos metálicos. Gotas de sudor impregnaban la frente de ambos jóvenes, quienes jadeando empezaban a bajar el rendimiento en sus movimientos. Ninguno estaba dispuesto a ceder, y sabían que para lograr su objetivo debían de derrotar al rival que tenían enfrente, sin embargo, analizando el combate, a ambos chicos no les parecía descabellado pensar en la posibilidad de que todo acabase en un empate, y eso no es lo que querían. Los estallidos de metal no cesaban, así como la coreografía de ambos formada por sus veloces esquives. Sin embargo...

—¡¡¿Ah?!!

Leonard vio asombrado como su Gladius escapó de su mano ante su débil agarre y el brutal barrido diagonal del machete de Tyler. El joven instintivamente saltó hacia atrás abriendo una distancia prudencial con su rival y el machete que portaba. Confiado de su victoria, Tyler dibujó una sonrisa soberbia en el rosto al ver como Leonard recurrió a su navaja para continuar haciéndole frente.

—¿Eso es todo? ¿Realmente crees que con esa navaja podrás detener mi machete, Leo?

El joven frunció el ceño ante la gravedad de la situación, pues con la navaja en mano la balanza de la victoria se inclinaba hacia Tyler. Debía de pensar en algo. Tyler flexionó las piernas preparándose para cargar nuevamente contra él. ¡Debía de hacer algo de inmediato! El joven del machete avanzó raudo hacia su objetivo y Leonard lo imitó. Era un suicidio. La pequeña hoja de aquella navaja no era rival para el filo del poderoso machete, aquello era una realidad que Leonard sabía, al igual que el permanecer quieto no era una opción. Con un grito de guerra, Tyler balanceó la hoja de su machete en dirección al pecho de su rival. No quería matarlo, pero sí herirlo para que no pudiese defenderse.

El filo plateado del machete se reflejó en los ojos azules de Leonard, e instintivamente se lanzó al suelo derrapando para evitar el golpe. Tyler observó sorprendido como la figura de su rival se deslizó por el suelo evitando su ataque. Tan rápido como su cuerpo terminó de desplazarse localizándolo tras su contrincante, Leonard se levantó sin perder ni un instante. Velozmente se impulsó hacia adelante agarrando con fuerza la navaja en una de sus manos con el fin de incrustar su filo en la espalda de su adversario.

—¡Maldito!

Tyler velozmente se volteó al sentir la presencia de Leonard tras él, y tropezándose por un instante perdiendo el equilibrio al intentar retroceder, respondió a la ofensiva enemiga lanzando una cuchillada horizontal con su machete. Un impacto metálico se escuchó y Leonard saltó hacia atrás abriendo distancia. El filo del machete de Tyler logró golpear y repeler la hoja de su navaja errando su ataque. El joven del machete se enderezó y se puso en guardia encarando nuevamente a su contrincante. Leonard sabía que no podía repetir de nuevo esa táctica de esquive, por lo que debía de pensar en algo que le proporcionase un golpe de gracia a su contrincante sin encararlo directamente.

El joven analizó minuciosamente a su rival pensando en una nueva táctica, debía de haber algo que le pudiese ayudar... Entonces el joven recordó algo que Michaela le dijo en uno de sus entrenamientos: “A veces el factor sorpresa puede ser clave a la hora de derrotar a tu rival en un combate. Provocar situaciones absurdas e ilógicas pueden ser de ayuda para confundir a tu rival. Solo haz algo que tu oponente no espere que harías dentro de la situación en la que os encontréis, y aprovecha esa breve confusión para asestar tu golpe de gracia. Es algo muy arriesgado, la táctica te puede salir muy bien o muy mal. Sin embargo, si logras el efecto deseado, puedes lograr darle la vuelta a la situación si estás en un apuro.”

—Algo que no espere que haga dentro de la situación en la que nos encontramos... —susurró pensativo.

—¿Aún quieres seguir con esto, Leo? —preguntó Tyler al ver que su contrincante no podía defenderse de ninguna de las maneras. —¡¡Ríndete y acepta por una vez las consecuencias de tus acciones, traidor!!

Ignorando las palabras de Tyler, el joven de ojos azules ubicó su espada tirada en el suelo, tras su rival, no muy lejos de él. Era obvio que no podía alcanzarla si no pasaba por el lugar en el que Tyler permanecía en guardia, y una vez realizada la táctica de esquive, su contrincante estaría alerta por si volvía a repetirla, por lo que volver a hacerla no era una opción viable. Podría usar su pistola, sin embargo, eso le podría poner en peligro, y... ¿Ah? El joven se percató entonces de algo a lo que no había prestado atención desde hacía rato, y no era otra cosa que los disparos del grupo de Fox. Hacía rato que ya no se escuchaban, por lo que el combate debía de haber concluido de alguna manera. Fuese como fuese, debía de salir de allí lo antes posible, pues ya fuesen Fox y sus soldados, o aquellas criaturas, acabarían dando con él, ya que no estaba demasiado lejos de aquel campo de batalla.

—¡Se acabó! —exclamó Tyler ante el silencio de contrincante. —¡No hay nada que puedas hacer con esa navaja, Leonard. Estás acabado! —Tyler comenzó a avanzar a paso ligero recortando distancias con su rival.

—Navaja... —susurró Leonard observando el arma que empuñaba. —¿Y si...? —Entonces observó como Tyler emprendió una carrera hacia él dispuesto a capturarlo. —Es todo o nada. —se dijo así mismo antes de correr también en dirección a su contrincante.

Tyler no pudo evitar reírse hacia sus adentros al ver como corría en su dirección. Parecía no comprender su propia situación, estaba acabado y parecía no querer admitirlo. Esa navaja no era arma suficiente para detenerlo, aquello era una realidad que Leonard parecía ignorar o desconocer. Una vez lo golpease y le quitase su única arma de las manos, tan solo tendría que... ¡¿Ah?! El joven detuvo sus pensamientos cuando vio a Leonard frenar bruscamente en su carrera y lanzar velozmente su navaja hacia él. El chico del machete frenó velozmente apartándose de la trayectoria del arma blanca, la cual pudo ver pasar volando por encima de su hombro. ¡¿Acababa de desprenderse de su única arma de aquella manera tan absurda?! ¡¿En qué demonios pensaba aquel imbécil?!

—¿Qué se supone que tratabas de... —el joven volteó la vista para ver a su enemigo cuando... —¡¿Ah?!

Su mirada de ojos verdes se topó de lleno con los ojos azules de Leonard, y antes de que pudiese darse cuenta, Tyler cayó al suelo al ser embestido por su contrincante. Nada pudo hacer cuando el machete escapó de sus manos. Desconcertado ante la caída y la situación, el joven cedió momentáneamente en todas sus defensas. Pobremente trató de forcejear con Leonard cuando en tan solo unos segundos el joven enroscó sus miembros en torno a su cuerpo inmovilizándole. Como una serpiente asfixiando a su presa, Leonard aprisionó con uno de sus brazos el cuello de Tyler, mientras que con el otro inmovilizaba su mano derecha, y con sus piernas se agarraban con fuerza a la cintura y los muslos de su contrincante para no soltarse.

—¡¿Qué tratas de hacer?! Le... ¡¡Ah!!

El joven no pudo acabar la frase cuando el brazo de Leonard apretó con fuerza su cuello cortando el flujo de aire a sus pulmones. Tyler al comprender que trataba de asfixiarlo, intentó de golpear las costillas de Leonard con su puño izquierdo. El joven de ojos azules apretó los dientes con fuerza tratando de resistir aquellos golpes a medida que aumentaba la fuerza de su agarre y la opresión que ejercía con sus músculos sobre el cuerpo de Tyler. Paulatinamente, con el paso de los segundos, Tyler comenzó a golpear más débilmente las costillas de Leonard. Con el rostro completamente rojo, el joven comenzaba a perder el conocimientos ante la falta de oxígeno a sus pulmones. Ahora lo entendía, no es que hubiese fallado el tiro cuando le lanzó la navaja, es que aquello era lo que quería, simplemente quería distraerlo por unos instantes para tumbarlo y llevarlo a la situación en la que se encontraban ahora. Debía de admitirlo, había subestimado a Leonard en combate. Y ahora se encontraba ahí tirado en el suelo, sin nada que poder hacer a punto de morir asfixiado.

—¡¡¡¡RÍNDETE, TYLER!!!! —gritó Leonard sin aflojar su agarre.

Entonces, ante el miedo a morir, Tyler levantó débilmente su mano derecha y dio un par de palmadas leves en el brazo de Leonard expresando su rendición. Tras unos instantes de duda, Leonard finalmente lo soltó para alejarse de él. Tyler permaneció tirado en el suelo tomando grandes bocanadas de aire, mientras que Leonard se ponía en pie y se alejaba un poco de él recuperando su navaja del suelo.

—¿Por qué? —preguntó Tyler entre fuertes jadeos. —¿Por qué no me has matado?

—No tengo tiempo que perder contigo. —respondió mirándolo con rabia. —Ahora, aprovecha que te doy esta segunda oportunidad y piensa bien que quieres hacer. Puedes volver con Michaela y vivir bajo su sombra, o puedes marcharte por tu cuenta y vivir libre el tiempo que te queda.

—¿Compasión? Ja... ¡¿Tú mostrando compasión por mi?! —pronunció con desprecio mientras veía como Leonard se agachaba a recuperar su Gladius del suelo. —No creas que voy a cambiar lo que pienso de ti por algo como esto... —dijo observando la espalda de Leonard mientras llevaba su mano a la cintura. —No voy a perdonarte, ni dejar de sentir odio hacia ti solo por haberme perdonado la vida... Leonard...— El mencionado vio aquel movimiento por el rabillo del ojo una vez recuperó su espada. —¡¡¡MUERE!!!

Velozmente el joven sacó su pistola de la funda al tiempo que Leonard se volteaba. Fue rápido. Apenas elevó Tyler la pistola en el aire para apretar el gatillo, la hoja de la Gladius ascendió velozmente desde el suelo cercenando la mano del joven. Ante los ojos verdes de Tyler se reflejó su propia mano empuñando la pistola, suspendida a varios metros de altura.

—¡¡¡¡¡¡¡¡¡Aaaaaarrrrrrrggggggggghhhhhhh!!!!!!!!!

La sangre del muchacho se deslizó a lo largo del filo ascendente de la Gladius, y gota a gota, esta comenzó a derramarse por el suelo. El joven, entre gritos y llantos se sujetó su muñón sanguinolento, observando a lo lejos su mano derecha tirada en el suelo.

—¡Por aquí, capitán! ¡El grito vino en esta dirección!

Leonard dirigió su mirada hacia el lugar del que vino el aviso. Parecía que Fox y los suyos habían sobrevivido al combate contra aquellas criaturas, y en nada estarían allí plantados. Debía de darse prisa y marcharse de allí.

—Se acabó, Tyler.

—¡¡Maldito!! ¡¡Pagarás por esto!! —exclamó el joven lleno de ira.

—Hasta siempre, Tyler. Espero que te encuentren antes de que mueras desangrado. —sin más que decir, el joven guardó su Gladius en la funda y se marchó a toda prisa del lugar.

—¡¡¡¡¡¡LEONAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAARD!!!!!!

El joven huyó con todas sus pertenencias sin mirar atrás, escuchando de fondo aquel grito de rabia y desesperación provenir de la garganta de Tyler. Al cabo de varios minutos corriendo sin detenerse y metiéndose por varias calles, el joven logró alejarse lo suficiente como para que los soldados de Fox no pudieran dar fácilmente con él. Jadeando se detuvo un instante a recuperar el aliento. La calle estaba vacía, como todas por las que había pasado, lo cual le resultaba extraño, sin embargo, quería pensar que por una vez estaba teniendo suerte.

Lentamente comenzó a avanzar por la calle, contemplando el cielo nocturno y estrellado. Era realmente hermoso, pensó el joven. El silencio deleitaba sus oídos. Y el viento fresco de la noche llenaba sus pulmones. Sin embargo... El joven detuvo de nuevo sus pasos ante un extraño sentimiento de insatisfacción. Llevando su mano al pecho, el joven no pudo evitar evocar el rostro de Nicole en su mente. ¿Por qué pensaba ahora en eso? Se preguntó a sí mismo. Era libre, por fin... Sin embargo... Estaba solo. El joven no pudo evitar recordar la propuesta de Nicole sobre unirse a su grupo e iniciar una nueva vida juntos. Sin embargo, aquello nunca pasaría. Leo sonrió con tristeza.

—Fui demasiado ingenuo... —susurró. —Siempre he estado solo, y siempre lo estaré. Solo me tengo a mi mismo. —el joven comenzó nuevamente a caminar. —No existen los finales felices en un mundo como este. Ahora soy libre y puedo vivir como quiera. Ya no tendré que matar o jugarme la vida en nombre de nadie. —entonces el joven se detuvo un instante al contemplar algo tirado a lo lejos en la calle. —¿Qué es eso? —se preguntó mientras se acercaba a comprobarlo.

Una vez se acercó, comprobó que se trataban de un par de mochilas militares. Eran grandes y espaciosas, y lo mejor de todo era...

—¡¿Están llenas?! —exclamó sorprendido.

Leonard comprobó el contenido de ambas mochilas. Había varias botellas de agua, latas y paquetes de alimentos que aún no habían caducado, varios botes de medicamentos, paquetes de munición para pistolas y fusiles, e incluso un par de medidores de niveles de radiación, una brújula, un mapa y alguna que otra cosa más. El joven no se lo podía creer, había un poco de todo entre ambas mochilas. Él solo podía estar algunas semanas tirando de aquellos suministros sin problemas. Le había tocado la lotería, sin embargo... Era demasiado extraño que aquello estuviese allí. Entonces recordó que Nicole viajaba con su equipo cuando la capturaron los soldados de Michaela tras separarse de sus compañeros. ¿Quizás pertenecían a su grupo? Aquellas mochilas debían de llevar ahí tiradas cerca de dos semanas, que es el tiempo que había pasado desde que Nicole se marchó de la base con su grupo, que fue el mismo día en el que fue capturada y llevada a la base.

Sin duda, aquello debía de ser un buen augurio en relación a su libertad y la nueva vida que llevaría de ahora en adelante lejos de aquella base. Sin embargo, aquellas mochilas eran muy grandes, mucho más que la suya, por lo que no podía llevarse las dos. El joven tomó una de ellas y la llenó con un poco de cada tipo de recurso, incluyendo lo que él llevaba ya en su propia mochila. Los suministros que sobraron los dejó dentro de la mochila restante.

Se sentía mal dejando aquellos víveres atrás, pero él solo no podía cargar con todo, ya pesaba lo suficiente la nueva mochila que se acababa de equipar. Sin nada más que hacer allí, el joven continuó su camino con suministros suficiente para algunas semanas. Además, llevaba con él un lector de niveles de radiación, que le sería de mucha ayuda para saber por donde moverse lejos de la radiación. Ahora, buscaría un lugar seguro para pasar lo que quedaba de noche, y a la mañana siguiente continuaría moviéndose para alejarse del lugar todo lo que pudiese.

Unos pasos apresurados avanzaron por las escaleras del edificio de oficinas en dirección al despacho de Michaela. Un semblante serio se dibujaba en el rostro de Fox. Una vez llegó a la puerta del despacho, tocó con los nudillos y entró al interior de la sala. Dentro, Michaela estaba reunida con Victoria, Serge y Marcus, quienes dirigieron sus miradas al recién llegado.

—Oh... Ya has vuelto. —dijo Michaela al verle entrar a su habitación.

—Sí, mi señora.

—Estas muy serio, Fox. —comentó Marcus. —¿Sucedió algo?

—¿Dónde están los mocosos esos? —preguntó Serge al no verlos con él. —¿No fueron contigo de misión?

—Callaos. —ordenó Michaela. —Informa, soldado. ¿Qué ha pasado?

—Nos topamos con los objetivos tal y como dijo, mi señora. Sin embargo, era un grupo más numeroso del que esperábamos. Algunos mutantes nos acecharon desde las sombras y nos atacaron. —mintió. —Muchos de mis hombres murieron. Traté de hacer todo lo que estuvo en mis manos. El plan era perfecto, pero nunca nos imaginábamos que algunos nos atacarían por sorpresa. —Fox decidió omitir algunos detalles de la historia por su bien. No podía contar que metió la pata con el escenario en el que tuvo lugar el encuentro. Era demasiado estrecho para enfrentar a aquel par de mutantes, e ignoró por completo aquel hecho confiándose de la situación. —Sin embargo, logramos realizar el objetivo que se nos encomendó.

—¿Cuántos mutantes eran? —preguntó Michaela frunciendo el ceño.

—Cinco, mi señora.

—¿Y qué más, soldado?

—Procedimos a la eliminación de los objetivos satisfactoriamente, sin embargo, hubo un problema.

—¿Un problema? —preguntó Marcus extrañado.

—Durante el transcurso del combate fuimos atacados por un grupo numerosos de unas criaturas que nunca antes había visto. Parecían zombis, pero al mismo tiempo eran distintos a estos. Su aspecto era más intimidante y demacrado. Podían desencajar su mandíbula a la hora de morder, y hacían unos sonidos muy raros con ella, como una especie de castañeo. He traído los cadáveres de algunos ejemplares para analizarlos en los laboratorios.

—Mmmm... Puede que solo sean zombis alterados por la radiación. —comentó Serge. —No sería nada extraño que hubiese varias versiones del zombi mutante.

—No parecía sufrir efectos de radiación en su cuerpo. No poseía costras, tumores, ni deformaciones típicas de la exposición a los altos niveles de radiación. Simplemente parecía un zombi rápido mejorado. Incluso asesinaron y devoraron a algunos de los mutante entre unos cuantos.

—Teniendo en cuenta lo que dices... —se escuchó la voz de Victoria atrayendo la atención del resto. —Existe la posibilidad de que sea una evolución de los zombis rápidos.

—¿Una evolución? —preguntó Michaela extrañada. —¿Eso es posible? Nunca escuché nada por el estilo en las investigaciones que hacía Esgrip a la hora de crear a sus criaturas.

—Bueno, en Esgrip nunca se ha dado el caso de una evolución natural. Pero si lo piensas, no es imposible que el virus mute por necesidades del anfitrión. Es algo así como las bacterias que se vuelven fuertes contra los fármacos. Los virus también son capaces de evolucionar. Cambian su estructura con tal de afrontar una amenaza y adaptarse a ella para sobrevivir. —aclaró Victoria. —No sabemos lo que hay ahí fuera con exactitud, pero es posible que por unos motivos u otros el virus esté evolucionando con tal de sobrevivir. Solo es una conjetura mía, debo de analizar los cuerpos de esos seres para darte una respuesta más precisa. Pero teniendo en cuenta lo que dijo Fox, es lo más probable. Tal vez... Estén evolucionando para poder seguir alimentándose.

—¿Para seguir alimentándose? —preguntó Serge extrañado. —Ya lo hacían siendo zombis normales.

—Bueno, no hay muchos seres humanos por ahí hoy en día, Serge. —puntualizó la mujer ajustándose las gafas. —Fox dijo que cazaron y devoraron a algunos de los mutantes, por lo que es posible que esa evolución esté orientada a la necesidad de buscar nuevas presas de las que alimentarse. Además, teniendo en cuenta eso de que corren de forma cuadrúpeda, son más resistentes, y desencajan la mandíbula para morder en una mayor proporción, es la teoría más lógica que se me ocurre a ese proceso evolutivo.

—Súper zombis. —pronunció Michaela atrayendo la mirada de sus soldados. —Eso es lo que son básicamente, una versión mejorada de los zombis rápidos que creó Esgrip. Que curioso...

—Sin embargo son igual de débiles que los normales al pegarles un tiro en la cabeza. —puntualizó Fox. —Pero por otra parte es más complicado darles. Esos mamones son bastante rápidos y voraces, aunque me he fijado que les cuesta cambiar de dirección mientras corren.

—¿Y qué sucedió con Tyler y Leonard, soldado?

—Ambos se marcharon del lugar durante el combate, no sé a ciencia cierta el motivo. Tras acabar con las criaturas fuimos a buscarlos, no andaban muy lejos. Encontramos a Tyler herido con la mano derecha cercenada. Al parecer tuvo una disputa con Leonard, quien trató de fugarse durante el enfrentamiento. Tyler trató de evitarlo, pero el rubiales le cortó la mano y huyó. El chico está vivo y lo he mandado a la enfermería para que lo traten.

Entonces un silencio cayó en la sala y todos dirigieron su mirada a Michaela, quien desde su mesa parecía mostrarse pensativa ante la situación que Fox acababa de describirle. Sorprendentemente para todos, lejos de ver y escuchar una reacción de ira por parte de Michaela ante la noticia de Leonard, esta simplemente suspiro.

—Pues bueno, no es que me sorprenda la noticia, la verdad... —respondió sin darle muchas vueltas al asunto. —Tampoco creo que vaya a poder sobrevivir mucho tiempo allí fuera solo. Si es que esto me pasa por ser buena... Les das la mano y te cogen el brazo. —dijo encogiéndose de hombros. —Ya veré que hago con el tullido de Tyler. ¿Algo más de lo que informar, Fox?

—Nada, mi señora.

—Bien, pues todos a vuestra puta casa. Que la que está aquí se muere ya de sueño.

Finalizado el reporte todos abandonaron el despacho para ir a dormir a sus casas, era demasiado tarde y mañana habría muchas cosas que hacer.

Sus pasos finalmente se detuvieron ante una pequeña casa abandonada. Tras mirar a un lado y otro de la solitaria calle Leonard entró con precaución. La puerta chirrió, y en silencio, el joven aguardó unos segundos a la espera de que algún inquilino indeseado de la vivienda acudiera ante el sonido de la puerta. Nada. Toda la casa estaba sumida en un vasto silencio, y nadie iba a recibirle. El joven entró finalmente cerrando la puerta tras él. Sus pasos recorrieron silenciosamente la casa comprobando que todo estuviese en orden. Tras comprobar todas las habitaciones y asegurar puertas y ventanas, el joven se echó sobre una de las camas para pasar la noche. Estaba realmente cansado, necesitaba dormir, pensó el chico acurrucándose sobre la cama.

“Mi nombre es Leonard Lewis. ¿Cuál es tu nombre? Ya que me has pedido que me identifique tú también deberías de hacerlo ¿no?”

“Soy Nicole Collins.”

“Mira, Nicole, no quiero problemas, ¿vale? No soy ninguna amenaza para ti, solo soy alguien que está aprovechando la rebelión para abandonar este infierno. Por lo tanto sigue tu camino, yo seguiré el mio. “

“Te propongo un trato. Es mejor cooperar que mantener esta lucha sin sentido.”

“Está bien, pero no me la juegues.”

“Tranquilo. Puedes confiar en mí.”

“Estoy cansada física y moralmente, tan solo quiero despertar de esta pesadilla de una vez... Solo quiero eso, saber que esto solo es una pesadilla y nada le ha sucedido a nadie. Yo he sido quien ha arrojado a una posible lenta y dolorosa muerte a todos mis compañeros sin poder intervenir de ninguna manera para salvarlos. Lo que quiero es que nada de esto haya pasado.”

“Nicole, estaba pensando que si tú y esos compañeros de los que me hablaste no tenéis una ruta de escape, podéis venir conmigo.”

“Me alegro de que me ayudes a encontrarlos y huyamos contigo, gracias por la propuesta Leo. Eres un cielo.”

“Creo que no eres mala persona, a pesar de haber asesinado, tus actos tienen un origen distinto a los de los tres mosqueteros que conozco. Todos los crímenes que has hecho han sido en nombre de Michaela. Para mí, el único culpable aquí de todo el daño que hayas hecho ha sido ella. Tú eres inocente.”

“No soy mejor que ella.”

“Tus actos no son los que hablan por ti, son el motivo por el que los has llevado a cabo. La única culpable aquí que carga con tus malos actos es Michaela Evans, a quien declaro culpable por sus crímenes y por usarte como una marioneta mediante el chantaje, amenazas, y agresión, obligándote a ejercer crímenes en su nombre contra tu voluntad.”

“Leonard, ven conmigo. Únete a mi grupo.”

“No creo que sea lo mejor. Seguramente se molesten por meterme en el grupo sin el consentimiento del resto de integrantes.”

“No te preocupes. Si ellos se meten de por medio yo me haré cargo del asunto. Yo saldré en tu defensa. No tienes nada que temer.”

“Desde que estoy aquí eres la única persona que me ha tratado por lo que soy, un niño de catorce años. Me recuerdas tanto a mi madre... El físico, la manera en la que me hablas, y tus muestras de cariño... Yo... Lo siento... No debo verte como a mi madre, no quiero sustituirla, siento que eso podría ser como una traición hacia ella y no puedo cargarte a ti tampoco con algo como eso, no puedo depender de ti y lanzarte una responsa... No, una carga como es esa de ser madre.... Perdóname... Yo...”

“No pasa nada cariño, no debes de disculparte. No me importa que dependas de mí, no me importa cargar con una responsabilidad como la que tu madre ha cargado cuidando de ti, ni que me veas como tu madre. En realidad, solo me importa una cosa, y es que seas feliz, a mi lado y al de mis amigos. Leonard, no te preocupes.”

“¡¡Por favor Nicole, sácame de aquí, llévame contigo!! ¡¡No quiero estar aquí, tengo miedo!!”

“Tranquilo cariño, te sacaré de aquí, te lo prometo.”

“Tengo que darme prisa en encontrar a mis amigos y traerlos aquí, pero no puedo hacerlo sin ponerte en peligro, y necesito sacarte de aquí sano y salvo. Por eso necesito que te quedes aquí.”

“Por favor, ten cuidado.”

“Lo tendré, no te preocupes. Te prometo que volveré y nos marcharemos de este sitio los dos junto con mis compañeros. Hasta entonces, espérame aquí.”

“¿Para qué has hecho todo esto? ¿Para acabar de este modo? Solo, herido, dolorido y sin escapatoria... ¿Y Nicole? ¿Qué haces solo? ¿Es que te ha abandonado? Esforzarte y arriesgarte tanto para acabar así... Que patético. Nicole no podrá ayudarte en esta ocasión, Leonard.”

“Los amigos de Nicole la llamaron por walkie, y no dudó ni un instante para huir con ellos. Leonard, Nicole te abandonó. No miró atrás. No pronunció tu nombre en ningún momento. Huyó tan rápido como supo de sus compañeros y se libró de mi. Te dejó atrás a tu suerte, cielo. Las personas como nosotros no le importamos nada, por eso te utilizó para poder encontrar a sus amigos sin morir en el intento, y luego, te abandonó. ¿Por qué preocuparse por la vida de un chico que conoció aquella misma noche y que ha manchado sus manos con la inmoralidad? Alguien que ha golpeado, robado, e incluso matado a otros. Alguien que mira por sí mismo y estuvo dispuesto a huir dejando atrás al resto de civiles inocentes sin importarle en lo más mínimo lo que les pasara. A sus ojos, no eres más que otro villano, Leonard. Alguien como ella jamás podrá comprendernos, Leo. Solo somos villanos a los que odiar, encarcelar o asesinar. Simplemente escoria.”

El joven apretó con fuerza la colcha de la cama arrugándola, e incapaz de contener sus sentimientos, un par de lágrimas surcaron su rostro en silencio. Aquello era el amargo sabor de la traición, pensó. La gente buena no existe, ni siquiera él podía decir que fuese buena persona. Al final, solo puedes confiar en ti mismo. Finalmente el joven cerró los ojos tratando de dormirse, mañana iniciaría su nueva vida en libertad, y aquello era todo lo que le debía de preocupar.

En mitad del silencio y la oscuridad, una voz la llamó. Sus ojos oscuros se abrieron de improvisto en respuesta a la llamada. La tirana no necesitó más de tres segundos para comprender en donde estaba. Un vasto silencio sumía el lugar, y un océano de una profunda negrura se extendía allá hasta donde su mirada alcanzaba. No había suelo, techos o paredes, solo la nada. Michaela se incorporó poniéndose en pie para examinar el nuevo lugar en el que se hallaba. Sí, lo conocía bien, ya había estado ahí una vez, justo antes de resucitar de entre los muertos con el Agua Gris.

No sabía como había llegado allí, sin embargo, recordaba haberse acostado en su cama, y ahora se encontraba en aquel mundo de oscuridad. La mujer comenzó a caminar silenciosa hacia todas partes y ninguna a la vez. Sus pupilas oscuras lo estaban buscando, sí, a aquel anciano. No era capaz de verlo, pero por algún extraño motivo percibía su presencia. Entonces la mujer detuvo sus pasos.

—¡Muéstrate, viejo decrépito! ¡Sé que estás ahí oculto! —exclamó mirando hacia un punto en la lejana negrura. —¡Tú y yo tenemos mucho de lo que hablar!

Escuchando sus gritos, un destello malva emergió de la oscuridad, junto a este, la silueta de aquel extraño anciano.

—¡¿Qué eres?! ¡¿Qué es este sitio?! —preguntó directamente sin moverse de su posición. —¡¿Qué relación tienes con el Agua Gris?! ¡¿Y con los artefactos de Esgrip?! ¡¿Qué demonios es lo que quieres de mi?! ¡¡Contesta, y si intentas algo volveré a golpearte como la última vez!!

Sin embargo el anciano permaneció en completo silencio, observándola desde una distancia prudencial. Entonces Michaela deparó en el bastón que sostenía en una de sus manos. Aquel objeto no era un bastón normal y corriente, pues era capaz de sentir una energía irradiar de él similar al que emitían los artefactos.

—¡¿Qué es ese bastón?! —exclamó señalándolo con el dedo índice. —¡¡Responde!!

Entonces para sorpresa de Michaela, el cuerpo del anciano se desvaneció repentinamente llevándose consigo el brillo malva.

—¡¿Qué demonios?!

Entonces un escalofrío recorrió su espalda alertándola del peligro. Michaela vio por el rabillo del ojo el resplandor malva justo detrás de ella, y como acto reflejo, la mujer se lanzó al suelo evadiendo un golpe del bastón directo hacia su cabeza. Aquel ser había intentado atacarla por la espalda. Michaela se puso rápidamente en pie cuando vio la figura desvanecerse nuevamente.

—Con que quiere pelea... Bien, ¡si eso es lo que quieres te la voy a dar, viejales! —aseguró cerrando sus puños.

Nuevamente sintió un calambre tras ella, y veloz se volteó para detener con su antebrazo el golpe del bastón. En las facciones del anciano pareció emerger la sorpresa ante el bloqueo de su objetivo. Michaela sin embargo sonrió con malicia antes de encajar una patada en el abdomen del anciano impulsándolo hacia atrás dirección al suelo.

—¿Dos veces la misma estrategia, viejo? Eso no te va a funcionar contra mi. —dijo caminando en dirección a su contrincante.

Entonces este lanzó el bastón hacia su dirección, el cual con aparente vida propia salió girando a gran velocidad sobre si mismo en dirección a la cabeza de Michaela. La mujer se agachó evadiendo el artefacto giratorio, el cual, se perdió en cuestión de segundos entre la oscuridad. Michaela comenzó a mirar en todas direcciones concentrándose en el bastón, el cual a veces podía sentir de alguna extraña forma que no entendía. ¡¡Detrás!! La mujer se lanzó al suelo escuchando al bastón sobrevolar sobre su cabeza a gran velocidad para volver a la mano del anciano como un boomerang. Michaela se puso en pie sorprendida. Era capaz de controlar aquel objeto a distancia, destruyendo cualquier ley científica existente en el mundo humano. La mujer vio al anciano levantarse con la ayuda del bastón.

—Si tuviera aquí mi kukri lo rajaba en canal. —susurró imaginando por un instante sostener el arma que Nicole le robó en su mano derecha. Pero entonces, en respuesta a aquel deseo un calambre recorrió su mano derecha. —¡¿Pero qué...

Casi invisible, la figura de su arma apareció en su mano, frágil y endeble. En cuestión de segundos el objeto comenzó a desvanecerse de su mano ante la mirada atónita de Michaela. ¿Qué había sido eso? ¡Era su machete kukri! ¡¿Cómo era posible?! Tan solo había deseado tenerlo en su mano derecha imaginado sentir su forma y peso en aquel preciso momento, pero aquello era...

—Solo he tenido que imaginarlo... —susurró viendo al anciano volatilizarse nuevamente. —¡¿Acaso...

Michaela cerró un instante los ojos e imaginó nuevamente el peso, la forma, el agarre, el color, y las características del objeto sintiendo nuevamente aquel calambre en su mano derecha, y entonces como por arte de magia su mano se cerró entorno a la firme empuñadura de su machete. No comprendía como aquello había sido posible, no salía de su asombro, pero era algo que en aquel preciso instante no iba a cuestionarse. En su mano derecha empuñaba el machete kukri de negra empuñadura que Nicole le robó durante la rebelión de los guerrilleros. Estaba ahí físicamente, era capaz de sentir su peso, el contorno de la empuñadura, su firmeza... No era un espejismo. Un calambre subió entonces por su columna, y Michaela veloz miró hacia arriba.

El anciano se materializó al instante para propinarle un golpe en la cabeza con su bastón, sin embargo, rauda en reflejos interpuso el filo de su kukri entre ella y la firme estructura del bastón del anciano. Su figura estaba boca abajo, flotando sobre la cabeza de Michaela violando la ley de la gravedad por completo. Aquel ser contempló el arma que aquella mujer acababa de materializar con extrema sorpresa. Ante su despiste, Michaela lo tomó con fuerza de su barba y lo acercó a ella para dibujar un veloz arco plateado en dirección al cuello del anciano, quien se desvaneció microsegundos antes de que el filo de aquel arma cortase su cuello sin el más mínimo titubeo. Nuevamente apareció frente a Michaela, a algunos metros de distancia.

—Por los pelos, viejo. —pronunció Michaela con una sonrisa en el rostro. —Eres bastante escurridizo, tengo que admitirlo. —dijo caminando tranquilamente en dirección al anciano y su bastón. —Dime lo que quiero saber, será lo mejor para ti.

—¡Vahnur!

Finalmente el anciano habló, y con fuerza clavó el bastón en el suelo. Al instante, un temblor desequilibró a Michaela, quien flexionó las rodillas tratando de no caer al suelo sin entender que sucedía.

—¿Pero que...

Cerca del anciano, una figura comenzó a emerger del suelo. Un ser humanoide similar a un no muerto se alzó de entre la oscuridad. Michaela pensó que se trataba de un zombi normal, pero no era así. La mujer se puso de inmediato en guardia flexionando las piernas y alzando sus puños en alto mientras sujetaba en su mano derecha el mango del kukri con el filo apuntando hacia delante. Aquel ser dio unos pasos hacia adelante, era escuálido, sus pupilas desprendían un apagado fulgor malva, y sus manos estaban provistas de unas garras extremadamente afiladas. Aquel ser elevó las manos al “cielo” y arqueándose hacia atrás, liberó un aterrador grito asalvajado y sanguinario que Michaela nunca había escuchado antes. La criatura flexionó sus rodillas y emprendió una carrera hacia su víctima. Su velocidad era considerable.

En segundos llegó hacia donde Michaela se localizaba, y sin titubear un instante alzó su garra para desgarrar de manera brutal el rostro de su víctima. La mujer se agachó en el momento indicado y bordeó a su contrincante por un lateral para colocarse a su espalda. Tan rápido como la criatura se giró para encararla nuevamente, el filo del machete se incrustó en su frente. La mujer sacó de un tirón el filo y golpeó su abdomen para alejarlo.

—Muchos chillos y muchas garras, pero al final es siempre lo mismo. —dijo volteándose para ver al anciano en la distancia. Michaela procedió a dar un par de pasos cuando escuchó un ruido tras ella que la obligaron a voltearse de inmediato. —¡¿Qué?!

La criatura no había caído de espalda al suelo, simplemente retrocedió y soportó su propio peso en una de sus piernas flexionada para no perder el equilibrio. Entonces, la criatura se enderezó resistiéndose a la muerte. Michaela retrocedió asombrada. Sabía que había atravesado su cerebro, no había dudas en aquello, pero aún así no había muerto. El extraño ser de ojos malva se lanzó nuevamente hacia Michaela, quien decidió enfrentarlo de frente. Velozmente bloqueó uno de sus desgarres por la izquierda con su antebrazo, y tan rápido como lo hizo evadió otro de estos por el sentido contrario. Una patada en el pecho hizo retroceder a la criatura haciéndole perder el equilibrio, y sin tiempo que perder, la mujer golpeó su rostro encajando varios puñetazos directos. La criatura cayó al suelo, pero en segundos se levantó enérgicamente.

—Eres duro...

La criatura nuevamente se lanzó al ataque. Varios golpes se intercambiaron entre uno y otro. Haciendo alarde de sus técnicas de combate, reflejos, y maestría con el kukri, Michaela bloqueó varios golpes para acabar por cercenar una de las manos de la criatura. Si no caía atravesándole el cerebro, simplemente habría que reducir su peligrosidad. Un letal tajo horizontal cercenó su cabeza, la cual carente de movimiento alguno cayó al suelo finalmente “muerta”.

—Tsk... ¿No es suficiente?

La criatura aún sin cabeza permaneció en pie lanzando golpes aleatorios en el aire. Varios golpes combinados con el filo de su kukri cercenaron la última mano de la criatura y una de sus piernas. Seguía vivo. Michaela no entendía como algo así era posible. ¿Acaso era inmortal? Aquel ser tirado en el suelo y desprovisto de una de sus piernas se impulsó fuertemente embistiendo a Michaela lanzándola también al suelo. La mujer trató de quitárselo de encima, sin embargo el muy cabrón no dejaba de moverse. En un intento de apartarlo, penetró la columna vertebral del no muerto con su arma, y finalmente, el cuerpo se detuvo. Michaela se lo quitó de encima y se puso en pie viendo el cadáver completamente inerte. La columna vertebral había sido su punto débil, no la cabeza. Entonces volteó su mirada al anciano.

—¡Y ahora vas tú! —exclamó caminado hacia él.

El viejo pareció emitir un sonido similar a una risa, y clavando nuevamente el bastón en el suelo, hizo emerger un grupo de aquellos mismos seres ante la mirada impotente de Michaela. Ocho nuevos enemigos se alzaban de entre las sombras. Sus ojos malvas resplandecían entre la oscuridad dando un aspecto tenebroso a aquellos seres de ultratumba. Michaela retrocedió. No podía con ellos, era imposible para ella sola. Entonces una idea surcó fugaz su mente al contemplar el filo de su arma.

Era un hecho que aquel machete que sostenía en su mano no era real, el original estaba en posesión de Nicole en algún lugar. Sin embargo, había logrado crear una réplica real dentro de aquel mundo oscuro que funcionaba igual que el objeto original, poseyendo sus mismas cualidades. Para replicarla solo había necesitado vislumbrar su figura en su mano derecha, aunque aquello no había sido suficiente, tuvo que ser más precisa, recordar su peso, su forma, tacto, tamaño, función, color, y otros datos para recrear a la perfección el objeto que ahora empuñaba. Cuanto más precisa fuese la composición de la réplica, mayor sería su fidelidad respecto al objeto original.

Por otra parte había logrado deducir otra cosa tras su batalla con aquella criatura y el anciano. Aquel lugar no respetaba las leyes del mundo humano. Sin embargo, el concepto de muerte sí parecía existir allí, pensó mirando por el rabillo del ojo el cadáver inerte de la criatura. Por ahora, tanto ella como el anciano habían mostrado ser capaces de crear cosas dentro de aquel sitio, incluyendo en el caso del anciano, un ser “vivo”, o mejor dicho, la réplica de una criatura que existe en el mundo real. Si ambos eran capaces de hacer lo mismo, ella también sería capaz de... Michaela cerró los ojos. Gritos de histeria alcanzaron sus oídos.

Género, identidad, altura, peso, edad, voluntad, conocimiento, habilidades, material, colores, personalidad, sentidos, lealtad... Un calambre comenzó a recorrer su cuerpo, desde sus pies hasta su cabeza. El suelo comenzó a vibrar, y ocho figuras comenzaron a materializarse entre las sombras de aquel lugar. El anciano del bastón abrió sus ojos de par en par observando con estupor lo que aquella mujer estaba haciendo frente a sus ojos.

—¡¡¡STRETVAR!!!

Ante el grito enfurecido del anciano, las ocho criaturas saltaron con sus garras en alto dispuestos a aterrizar sobre Michaela para hacerla pedazos. Sin embargo, lejos de sentir miedo al ver a aquellas criaturas suspendidas en el aire, la reina inmoral dibujo una alargada y perversa sonrisa en su rostro.

—Fuego. —susurró.

Un potente estruendo se escuchó provenir tras la mujer, y como marionetas sin cuerdas, las ocho criaturas fueron repelidas en el aire para caer estrepitosamente contra el suelo. Ocho cañones, ocho cañones humeantes eran sostenidos por las manos de ocho siluetas ocultas tras la reina inmoral.

—¡¡¡RROZVAL!!!

Gritó el anciano enfurecido al ver a sus creaciones dispersas por el suelo. Finalmente aquella mujer lo había comprendido, había logrado comprender como funcionaban las reglas del mundo donde él habitaba. Amenazado, el anciano la tomó como un verdadero peligro ahora que acaba de descubrir como manejar el poder de aquel lugar. Nuevamente, el anciano clavó el bastón al suelo e invocó otras siete criaturas más, quince en total. Veloz apuntó a Michaela desde la distancia con su bastón, y el grupo de criaturas fueron hacia el objetivo designado.

—La columna vertebral es el punto débil de esos seres. No dudéis a la hora de apretar el gatillo, la munición es irrelevante para vuestras armas. —ordenó a las siluetas tras ella. —Ya sabéis que hacer. No defraudéis a vuestra reina. —la mujer con una amplia sonrisa alzó la mano en dirección a las criaturas. —¡Fox, Marcus, Anna, encargaros de los cinco de la izquierda! —ante su mandato, sin nada que decir, los tres altos mandos de Zodiaco emergieron de entre las sombras con su equipamiento militar correspondiente para acabar con los objetivos establecidos por su reina. —¡Braun y Serge, a por los cuatro a la derecha! —los dos mencionados emergieron entonces tras ella corriendo dirección a los objetivos. —¡Ahora os toca a vosotros, mis lobeznos! —exclamó emocionada por la situación. —¡¡¡Zoey, Marcos y Matt, acabad con los seis restantes sin piedad!!! —finalmente los tres miembros del antiguo equipo de Silver Wolfs abandonaron las sombras para entrar a escena.

El silencio de aquel mundo oscuro fue destruido ante el incesante sonido de los cañones de los ocho caballeros de la reina inmoral. Vivos o muertos, allí habían acudido ante su llamado. Soldados adiestrados en el arte del asesinato, con experiencia combatiendo contra monstruos, y cada cual con sus propias habilidades y conocimientos. Entre ellos había un soldado muy especial en el que el anciano deparó con curiosidad, Matt Dawson. Como Michaela, él había sido uno de los humanos que lograron adaptarse al virus del Agua Gris, obteniendo habilidades especiales, como una fuerza sobrehumana superior a la media del resto de personas, una mayor tolerancia al daño físico y al agotamiento, y un enorme desarrollo de sus cinco sentidos que lo volvían un soldado espectacular y muy equilibrado en combate. Sus distintas habilidades estaban en un perfecto equilibrio entre ellas. Sin dudas, él era lo más parecido que Esgrip logró conseguir en la creación del siguiente eslabón evolutivo de la especie humana por medios artificiales. Él solo podía ocuparse de dos de aquellas criaturas a la vez.

Michaela observó como la situación había cambiado por completo, y aprendió algo nuevo en el proceso de creación. No era necesario precisar todos los datos para crear algo si estos eran innecesarios, como era la consciencia, las emociones, el dolor, el cansancio, o la capacidad de hablar de sus soldados, o la necesidad de emplear la munición para que las armas disparasen. Simplemente necesitó imaginar que las armas disparaban sin más, sin tener en cuenta el proceso de recargar para que estas disparasen la munición. Y respecto a sus soldados, únicamente tuvo que imaginarlos como meros robots que cumplían cualquier orden que se les diese sin rechistar. La mujer, con una sonrisa soberbia en su rostro comenzó a caminar a pasos ligeros atravesando el campo de batalla en dirección al anciano, y este a su vez, comenzó a moverse hacia ella con bastón en mano. A su alrededor, las creaciones tanto de uno como de otro se enfrentaban con fiereza perturbando el silencio y la tranquilidad que solía reinar en aquel oscuro lugar.

Entonces repentinamente Michaela emprendió una carrera hacia su objetivo con su machete listo para el combate. El anciano la imitó, y cuando ambos se encontraron muy cerca, este se volatilizó. Michaela velozmente frenó para voltearse lanzando una veloz hoz plateada que chocó con la férrea estructura del bastón. Nuevamente se volatilizó, y sus sentidos la alertaron. Nuevamente dibujó un arco ascendente causando la nueva colisión. De forma sucesiva, el anciano se volatilizó una y otra vez atacando con su bastón desde diversos ángulos, golpes que Michaela con velocidad evadía o bloqueaba con el filo de su arma. Arriba, de frente, detrás, arriba, detrás, derecha, izquierda, de frente, derecha, arriba, detrás... ¡¡Por debajo!! Michaela retrocedió al tiempo que hacía descender la hoja de su kukri al sentido inverso del bastón ascendente. Otro impacto. Nuevamente se volatilizó frustrado. No sabía bien por qué, pero Michaela era capaz de sentir cada vez más la energía de aquel bastón, detectando por donde vendrían los ataques del anciano.

—¡De frente!

Una colisión tuvo lugar entre el machete y el bastón. Tanto Michaela como el anciano se miraron mutuamente a los ojos, a pocos centímetros de distancia. La mujer llevó su mano izquierda a la espalda.

—¿Cuánto tiempo vas a seguir así, viejo? Sabes perfectamente que no podrás vencerme con esta táctica. Sé en donde te encuentras en cada momento.

—¡Fvurbe!

—¡¡Habla en cristiano, viejo!!

Entonces el frío acero del cañón de una pistola plateada se posó bruscamente en la frente del anciano. Michaela pudo ver por unos instantes el miedo reflejado en los ojos de su contrincante antes de apretar el gatillo de su Desert Eagle. Un potentísimo estruendo sonó, pero aquel hijo de puta volvió a desvanecerse microsegundos antes de que apretase el gatillo de su pistola mágnum. Una vez más, el portador del bastón apareció, pero esta vez a varios metros de distancia de la mujer del machete y la pistola plateada.

—¿Ah? ¿Por qué te has ido tan lejos ahora? ¿Es que tienes miedo? —se burló la mujer caminando hacia él tranquilamente.

El anciano se sentía frustrado. No estaba saliendo nada como lo había planeado, en absoluto. Contemplando el escenario, pudo ver ya a la mayoría de sus creaciones aniquiladas. En poco tiempo las que aún seguían en pie serían meros cadáveres sin vida tirados por el suelo. Entonces el anciano levantó nuevamente el bastón en alto para invocar a más de sus súbditos cuando...

—¡¡¡ZOEY!!

Apenas le dio tiempo a reaccionar cuando logró volatilizarse antes de que una bala del rifle francotirador de la mujer mencionada le atravesase la sien de un disparo. Nuevamente emergió en otro punto del escenario, ahora estaba lejos y a salvo para...

—¡Matt!

El dueño del bastón alzó raudo la cabeza para ver la figura de un chico de cabello plateado precipitarse desde las alturas con el puño en alto. Veloz se desvaneció cuando el atacante cayó al suelo golpeándolo con extrema brutalidad con su puño derecho. Nuevamente emergió, comenzaba a sentirse cansado.

—¡Marcos!

Sintiendo una presencia tras él, el anciano se volteó y retrocedió a tiempo viendo una fina línea horizontal plateada cruzar frente a sus ojos. Nuevamente se volatilizó cuando el dueño del machete se disponía a lanzar otro de sus ataques. Nuevamente emergió en otro punto, irritado y visiblemente agotado. Un sonido se escuchó, y el dueño del bastón vio a la última de sus criaturas caer inerte al suelo.

—¡Fox, Anna, Marcus, Serge, y Braun, abrid fuego!

El anciano se volteó al ver a los mencionados alzar sus armas en alto, y veloz hizo que el bastón quedase suspendido en el aire frente a él y comenzase a girar sobre si mismo a una velocidad extrema. Los cañones de los miembros de Zodiaco no se hicieron esperar. Una fuerte tormenta de metralla fue expulsada hacia el objetivo, sin embargo, se vio protegido de los disparos al emplear el bastón giratorio como escudo que repelía el fuego enemigo. Comenzaba a verse superado en su propio terreno. Había subestimado a aquella mujer. No terminaba de creérselo, que una simple humana que estaba allí por segunda vez lograse tan rápidamente comprender el mecanismo por el que se regían las leyes de aquel mundo, y fuese capaz de dar la vuelta a la situación de una manera tan magistral que había logrado acorralarle a él, el dueño y señor de aquel mundo oscuro. Simplemente no quería admitir que algo como eso estaba pasando. ¡¡Aquello no podía estar pas..

Sus pensamientos se vieron detenidos cuando un escalofrío recorrió su columna vertebral ante el frío acero que presionaba su nuca. No la había sentido, ni siquiera había escuchado sus pasos acercarse tras él, estaba tan agotado y distraído bloqueando la metralla de los súbditos de aquella mujer que no se percató en lo más mínimo de como se acercó sigilosamente para colocarle el cañón de la mágnum en la nuca.

—Fin del juego, viejo.

El anciano frunció el ceño frustrado. Estaba contra la espada y la pared. Detrás estaba la mujer de la mágnum, delante sus súbditos disparándole sin cesar, y a su alrededor, los tres que le atacaron previamente ya le apuntaban con sus armas alzadas desde distintos ángulos. Se acabó, pensó. Había tratado de tomar el control sobre esa mujer, del mismo modo que lo había intentado con aquella que respondía al nombre de Maya tiempo atrás al resucitar por segunda vez, sin embargo, jamás había previsto que algo como lo que estaba pasando fuese a suceder. Si continuaba con el combate, la mujer que le encañonaba lo acabaría matando.

—Ahora... ¿Vas a responder a mis preguntas? ¿O prefieres que te saque las respuestas a mi manera? No creo que te vaya a gustar que te las saque yo, viejo.

Entonces, el anciano elevó las manos en alto en señal de rendición. Michaela dibujó media sonrisa en el rostro complacida ante su decisión.

—Así me gusta. ¡Dejad de disparar! —ordenó a los soldados de Zodiaco, quienes obedecieron de inmediato. —Bien, y ahora... ¿Ah? —Michaela colocó su oscura mirada en el bastón suspendido en el aire, el cual comenzó a irradiar una luz de color malva. Por algún motivo se sentía atraída hacia él desde el momento en el que lo vio por primera vez, o más bien, por la energía que emitía. —¿Por qué está brillando? ¿Qué esconde este bastón del que no te separas? —sin dejar de apuntar, la mujer alzó la mano dispuesto a cogerlo.

Entonces el anciano velozmente encajó un codazo en el abdomen de Michaela haciéndola retroceder. Tan pronto como hizo aquello tomó el bastón y... ¡¡¡¡BUM!!! La bala de la mágnum rozó la mejilla del anciano justo cuando se volteó para alumbrar a Michaela con la cegadora luz malva. Sin poder hacer nada, la mujer sintió como algo tiró con una fuerza extrema de ella alejándola de inmediato del lugar. En apenas unos segundos, el anciano, sus creaciones, y el mundo oscuro se alejaron hasta desvanecerse, y...

—¡¡¡Ah!!!

Sobresaltada, el cuerpo de Michaela botó involuntariamente en la cama despertándola de su sueño. Michaela permaneció unos momentos sentada en la cama, con el corazón latiéndole a gran velocidad. Miró rauda a un lado y a otro para ubicarse en su propia habitación. Aquello había sido bastante inesperado. Sus pies descalzos tocaron el suelo de su habitación, y pensativa se dirigió a la ventana más cercana para ver a través de ella. Fuera se mostraba su imperio en plena noche. No había sido un sueño, no sabía como explicarlo, pero estaba muy seguro de ello. Todo había sido real.

Aquel mundo, aquella experiencia... Había sido como un sueño, o mejor dicho, como una pesadilla en vida. Era todo tan extremadamente real, que no cabía duda en que no podía ser todo aquello un producto de su mente. Michaela observó su reflejo en el cristal pensativa. No lo comprendía bien, pero creía tener una teoría sobre todo lo que acababa de pasar analizando lo que vivió en ese sitio.

Aquel mundo solo era accesible cuando la consciencia se desconectaba del cuerpo, pues aquello era un plano astral al que físicamente no se podía acceder. Su mecanismo no era muy distinto al de un sueño o una pesadilla. Podían existir elementos que en el mundo real no, o simplemente no poseías físicamente, ya fuesen objetos o personas. Solo bastaba con recrearlo con la mayor precisión posible para que fuese una copia del objeto o la persona real. No existían leyes que regían el mundo humano, como el tiempo, el espacio, o la gravedad. Y podías sentir emociones o sensaciones como eran el miedo o el dolor.

Era justamente como un sueño o una pesadilla muy realista, la diferencia, es que aquel mundo iba varios pasos más allá, pues todo era real, incluso la muerte dentro de aquel mundo. Sobreentendía que si morías en ese mundo morías en el mundo real. Tal vez sería algo así como una muerte cerebral, que derivaría a una muerte en vida en la que el cuerpo probablemente quedase en estado vegetativo de por vida, ya que solo moriría la mente, no el cuerpo. Teniendo en cuenta de que en aquel mundo tan solo iba su propia consciencia, y tanto ella como el anciano se encontraban en el mismo lugar, ¿sería aquel sitio alguna clase de consciencia colectiva?

Si llegó allí no fue por voluntad propia, fue aquel anciano quien la llevó a aquel mundo astral. El motivo del por qué la arrastró allí sería probablemente el de asesinarla, aunque no entendía bien el porqué. Ni siquiera por qué ella podía crear cosas dentro de aquel mundo. ¿Será que cualquiera allí dentro puede hacerlo? ¿Tal vez solo ella y el viejo? Demasiados enigmas se sumaban a los que ya tenía de por si. Debía de reconocer que se sentía fascinada por aquel mundo y el poder que conllevaba estar allí, si fuese capaz de controlarlo de alguna manera y llevar a quien quisiera allí dentro... Una sonrisa malévola se dibujo en su rostro.

—Ese mundo sería un lienzo en blanco en el que expresar toda la creatividad de mi mente.

Podría torturar, destruir, e incluso matar a sus enemigos, y si era alguna clase de consciencia colectiva, significaba que podía meter a más de un individuo allí. Realmente se sentía fascinada por aquel lugar y las miles de posibilidades que existían allí. No podía negar que estaba deseando volver para continuar embriagándose de un poder de tal magnitud. Sin embargo... La sonrisa se fue de su rostro. Aquel no era su mundo, no lo podía controlar, ni siquiera sabía aún cual era el poder que el Agua Gris le había otorgado. Pero la sensación de tener habilidades sobrenaturales como las que experimentó allí era algo asombroso y fascinante.

Michaela se dio media vuelta para meterse en la cama de nuevo. Aún había demasiadas cosas que no comprendía, pero sin duda, aquel anciano era la fuente de todas sus dudas, estaba segura de ello. Si volvía a ese mundo, la próxima vez se esmeraría más en acorralarlo y sacarle las respuestas, aunque fuese a ostias. Con una sonrisa perversa, la mujer imaginó la escena.

—Hasta que nos volvamos a ver, viejo. No te olvides de mi. —susurro antes de cerrar los ojos.

La blanquecina luz de la mañana penetraba a través de las ventanas de la casa en la que el joven Leonard se alojaba. Lentamente comenzó a abrir los ojos volviendo del mundo de los sueños. El joven se incorporó satisfecho, hacía tiempo que no dormía tantas horas seguidas. El chico se tomó su tiempo para desayunar, asearse y prepararse para proseguir su marcha.

Una vez fuera, el chico se movió guiándose por medio del lector de radiación, buscando alejarse lo máximo posible de las zonas de peligro. En esta ocasión no tuvo tanta suerte, poco a poco fue encontrándose a varios muertos vivientes por las calles por las que pasaba, sin embargo no eran mucho impedimento a la hora de avanzar en su camino. Entonces algo llamó su atención mientras subía calle arriba, algo sonó dentro de un local cercano. Curioso, se desplazó con cautela al interior de un pequeño supermercado.

Juraría que desde fuera vio algo moverse entre las estanterías. Probablemente fuese un zombi, pensó, pero algo en su interior le decía que no era así, su forma de moverse era distinta. Con sigilo fue atravesando algunas de las estanterías con la mano en el cabezal de su espada, y entonces...

—¡¡Ah!!

El joven se sobresaltó al ver unas latas caer de una estantería cercana, sin embargo, pronto bajó la guardia al comprobar que no se trataba de una amenaza como tal.

—Solo era una rata... —suspiró devolviendo a su funda la Gladius a medio sacar.

El pequeño roedor observó al chico unos instantes antes de escabullirse entre los productos del balde en el que se localizaba.

—Tanto para una simple rata...

El joven se volteó, y antes de que pudiese reaccionar, una figura frente a él lo tumbó en el suelo rápidamente. El chico trató de levantarse y sacar su Gladius para combatir al enemigo, maldiciéndose a sí mismo por relajarse y bajar la guardia. Sin embargo, el pie de su agresor le pisó con fuerza el brazo para que no pudiese desenfundarla de su vaina mientras le apuntaba con el filo de un hacha al cuello.

—¡No te muevas! —ordenó una voz femenina. —¡Chicos, venid aquí!

En cuestión de segundos dos figuras emergieron rápidamente en el pasillo listos con sus armas blancas empuñadas.

—Espera, ¿este no es... —el joven no terminó la frase cuando su compañera le interrumpió.

—¡¿Leonard?!

El joven al escuchar su nombre se relajó por un momento y deparó en el rostro de la chica que lo mantenía tirado en el suelo. Tardó unos instantes en reconocerla, sin embargo, nunca pensó en ver a un rostro conocido de la base de Michaela frente a él. Aunque en este caso, eran tres los rostros conocidos, ya que no tardó en reconocer a los otros dos que iban con la chica.

—¿Lilith? —pronunció el nombre de la chica que lo tumbó.

El joven no sabía si sentirse contento o decepcionado de toparse con ellos tres, pues no sabía ni que hacían ahí, ni cuales serían sus intenciones, además de que tampoco tenía demasiada relación con ellos tres. Tan solo le quedaba observar que harían ellos tres con él para ver como debería de actuar.



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