Una mujer con gafas de sol, de cabello corto y
rubio, caminaba acompañada por un joven vestido con una gabardina
negra. Davis Taylor y Nicole Collins deambulaban bajo el carmesí
atardecer por aquel paisaje otoñal de grandes mantos de hojas secas que
crujían al pisarlas y de sombras arrojadas al suelo por los árboles
desnudos, los cuales se abrían a izquierda y derecha de la pareja. Ambos
se encontraban paseando por un solitario parque, siendo el punto de
mira de una experta francotiradora, Zoey Sullivan, quien acechaba a su
víctima desde lo alto de un edificio con un rifle francotirador
Dragunov. Una brisa fría mecía el cabello de la asesina, quien con la
mira de su arma fijada en la dorada cabeza de Nicole, dibujó en su
rostro una perversa sonrisa. Por fin podría dar caza al objetivo que
Esgrip les había encomendado a ella y Matt asesinar.
—Descansa en paz, señorita Collins. —murmuró la mujer mientras colocaba el dedo en el gatillo.
¡¡¡PAM!!!
Un
fuerte golpe despertó a Zoey de sus sueños, quien se incorporó dando un
salto mientras observaba en todas direcciones con los ojos como platos,
preparada para enfrentarse a cualquier cosa que hubiese provocado aquel
ruido. No le costó mucho encontrar al causante de aquel escándalo. En
un intento por escapar de allí, un joven trataba de salir de aquella
jaula de madera en la que se encontraban encerrados como pájaros,
privados de su libertad. Matt cargó contra la puerta y se lanzó hacia
ella con todo su cuerpo, intentando derribarla, pero sin resultado
alguno.
Zoey se apoyó en la pared, cruzándose de brazos. La joven
soltó un pesado suspiro tras echar un vistazo a su alrededor. Lo de los
mutantes, la desaparición de Davis, el secuestro de Karen y Kyle a
manos de esos seres, así como las cuevas no habían sido una pesadilla, para su
desgracia. Todo aquello había sucedido de verdad. Entonces, echó un
vistazo a un rincón de la celda y vio al grupo de presos tumbados en el
suelo o hechos un ovillo, todos unos cerca de otros, compartiendo el
calor corporal. Zoey no pudo evitar sorprenderse de la pasividad de los
presos. Parecían no escuchar aquellos golpes. Sólo se limitaban a
dormir, excepto los más curiosos, que miraban sin interés al joven con
los ojos semiabiertos.
—No vas a conseguir nada, Matt, déjalo ya. La gente quiere dormir y con esos ruidos son incapaces.
—No,
tengo que salir de aquí. Ni te imaginas lo culpable que me siento...
—contestó este girándose para mirar a Zoey con una mirada cargada de
remordimientos y de miedos.
Las miradas de Zoey y Matt se
encontraron por unos instantes, y ésta pudo entender que el joven se
sentía culpable por no haber evitado que aquellos seres se llevaran a
sus compañeros.
—Lo pasado, pasado está. Ya no puedes hacer nada. —dijo la joven sin darle mucha importancia a lo ocurrido. Al fin y al
cabo, no podían cambiar lo que había ocurrido horas antes.
—¡No voy a rendirme tan fácilmente!
—Está
bien, cuando hayas podido tirar esa pesada puerta, me avisas. Yo
intentaré echar una cabezadita. Estaba teniendo un sueño bastante
interesante hasta que me despertaste. —contestó Zoey con cierta molestia
mientras se volvía a sentar en el suelo.
Matt se quedó unos
momentos en silencio mientras contemplaba como Zoey se apoyaba en la
pared y cerraba los ojos. Después, examinó un momento la puerta,
pensando, y tras unos instantes haciéndolo, observó las palmas de sus
manos al mismo tiempo que tomaba una decisión en su mente. Cerró los
puños con fuerza y miró a los presos, que dormían sin hacerle caso
alguno.
Matt apretó más sus puños y cerró con fuerza los ojos
mientras se hundía en sus pensamientos. Por su mente aparecieron los
rostros de Davis, Maya, Ashley, Michaela, Marcos, sus padres, el logotipo de Esgrip,
agujas, grandes focos, sondas, hombres con batas blancas que
lo miraban y un montón de recuerdos referentes a su captura, experimentación con el agua gris, entrenamientos, el intento de huida de los
laboratorios de la organización con Maya y Ashley. Las misiones que hizo con los Silver Wolfs para Esgrip también vinieron a su cabeza, haciéndole recordar sus crímenes, así como las mentiras que les había contado a
Davis y al resto del grupo; entre otros recuerdos relacionados con el momento en que su vida cambió para siempre hasta su estado actual. Todo aquello
terminó por colapsar su mente.
Finalmente, abrió los ojos y dejó
de apretar sus puños. Zoey escuchó, tras unos minutos de silencio en el
que había conseguido volver a quedarse medio dormida, un pesado suspiro.
—Lo voy a hacer... —dijo finalmente Matt con la mirada algo perdida.
—¿Mmmmm?
¿Qué vas hacer, cariño mío? ¿Por fin vas a cerrar la boca y echar una
siesta para dejarme dormir tranquila? —le respondió Zoey despreocupadamente.
Matt se acercó a la puerta y colocó la mano en los
barrotes de madera, agarrándolos con fuerza. Sólo con ver eso, Zoey ya
supo que iba a hacer.
—¡Espera! ¡¿Qué demonios crees que estás haciendo?! —se apresuró a decir poniéndose en pie.
—Voy a usar mis habilidades para salir de este infierno...
—¡¿Estás
loco o qué coño te pasa?! ¡Hay gente aquí! ¡No puedes usar ese don tuyo
delante de otras personas que no seamos yo o cualquiera de la
organización!
—¿Don? Jajajajaja...—rió sin ganas tras lanzar una
mirada cargada de miedo a Zoey—. Este ``don´´ es lo que me arrebató la
humanidad. Al fin y al cabo, no soy tan diferente a esos mutantes, ¿no?
Yo también soy un monstruo, y en estos momentos, ya no me importa que la
gente me vea usando mi poder.
—¿¡Y que cojones vas a decir cuando Davis te vea usándolos para sacarnos de aquí!? —gritó fuera de sí.
Zoey
tenía miedo. Todo lo que había hecho hasta entonces para entrar con
Matt al grupo, todas las mentiras que había tenido que contar, aquella
falsa personalidad que había tenido que fingir para acercarse a aquella gente… Todo aquello se iba a ir
a la mierda por culpa de aquel tipo. Mientras, en silencio, el grupo de
presos les observaba despiertos, viendo la discusión sin entender nada
de lo que ocurría.
—No sé qué le diré a él y a los otros dos. Tal vez la verdad...
—¡¿Qué?!
¡¿Te has dado un golpe en la cabeza, chaval, o siempre fuiste así de
gilipollas!? ¡¡Todo lo que hicimos hasta el día de hoy se va a ir a la
mierda!! ¿Qué crees que pasará una vez sepan que trabajábamos para su
odiada Esgrip, esa organización por la que murió una enorme cantidad de
gente inocente, incluyendo muchos de sus seres queridos? —Zoey calló
unos momentos para calmarse—. ¿Crees que nos dejarán seguir en el grupo?
¿Crees que tú y yo seguiremos teniendo con ellos esta relación de
amistad? ¿Y si deciden vengarse y nos matan?
—Ya se verá que ocurrirá... —dijo Matt sin mirar a Zoey.
Matt
no quería admitir el miedo que sentía porque sus tres compañeros fuesen a saber toda
la verdad. Posiblemente él se volvería la persona a la que más odiarían.
Posiblemente, como Zoey había dicho, podrían intentar matarles o sacarlos
del grupo. Pasara lo que pasara, respetaría la decisión que ellos tomasen.
—Rezaré porque a estas alturas estén ya muertos. —dijo con frialdad Zoey.
Matt
no hizo caso a la joven mujer. Sabía que los problemas vendrían una vez salieran
de esa celda y prefería no ponerse a discutir en aquellos momentos. No
sabía que podía ocurrir con Davis, Karen y Kyle. El tiempo era oro.
Matt, ante la mirada atónita de los asustadizos presos y de la
enfurecida Zoey, levantó el pesado listón de madera y salió de la celda
sin demasiado esfuerzo. Una vez fuera, se giró hacia Zoey.
—¿Te vas a quedar ahí o vas a venir?
Zoey, con una mueca que expresaba el infinito desprecio que sentía hacia Matt, salió de la celda.
—¡¡No salgáis, os matarán!! —gritó uno de los presos.
—¡¡Él
es también un monstruo con apariencia humana!! ¡¿Acaso no viste como
levantó el listón que nosotros no pudimos levantar?! —gritó una mujer
mientras señalaba con el dedo a Matt, respondiendo al anterior preso.
Aquel comentario hirió al joven, pero sabía que la acusación de aquella mujer era verdad.
—¡¡Han abierto la puerta!! ¡¡Ahora los mutis vendrán a por nosotros!! —gritó otro preso.
Matt,
sin decir nada, volvió a colocar el listón y a dejarlos encerrados.
Sabía que ellos ya no ansiaban la libertad. Llevaban tanto tiempo ahí
encerrados viendo día a día la muerte que ya habían abandonado toda
esperanza de salir de aquellas cuevas.
—Matt, busquemos las cosas
y huyamos los dos solos. Tendremos muchos más recursos y armas si no
los compartimos con los otros tres. —le propuso Zoey con una mirada
seria.
Matt miró con desprecio a Zoey y fue en busca de sus compañeros.
Aquella mirada fue la respuesta que Zoey necesitaba para deducir todo lo
que se les vendría encima. Tras mirar unos instantes a los asustadizos
presos, se fue detrás de Matt.
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Davis paseaba de un lado a otro con los brazos cruzados, pensando en alguna forma de salir de aquella celda.
—Déjalo. Es imposible. —dijo Nicole adivinando sus pensamientos.
—No, tiene que haber alguna forma de salir, encontrar a mis compañeros y huir los seis juntos.
—¿Para qué?
Aquella pregunta desconcertó a Davis.
—¿Qué
quieres decir? —dijo sorprendido mientras miraba con los ojos medio
cerrados a Nicole, intentando ver su rostro oculto entre las sombras.
—Salimos
y... ¿y qué? Volvemos a estar en peligro por culpa de los zombis, la
radiación, la falta de alimentos y medicinas o por los humanos que
todavía hay con vida y que se han vuelto unos seres incivilizados. ¿Eso
es vida? ¿Es por eso que vas a arriesgar tu vida intentando salir de
aquí? ¿Para salir de un peligro y entrar en otro? Es una tontería. Lo
mejor que puedes hacer es sentarte y obedecer a esos seres siéndoles
útiles hasta que seas inservible y acaben contigo...
—Nicole,
¿eres realmente tú? —dijo el joven con un rostro incrédulo, intentando
hacer un contacto entre sus ojos y los de la rubia. Sin embargo, las
sombras le impedían localizar los zafiros de aquel ángel caído de larga y
dorada cabellera.
—No entiendo. Explícate, Davis. ¿Qué quieres
decir preguntándome si soy yo? ¿Acaso no me ves?... —dijo la joven entre
las sombras, mirando el rostro claramente iluminado del joven gracias a
la luz que emitían las antorchas.
—Cuando te conocí eras una
gran mujer que no se dejaba llevar fácilmente por las situaciones
difíciles. Una mujer de ideas claras, fuerte de espíritu, que luchaba
por hacer lo correcto, por las cosas y las personas que quería. Luchaba
por seguir con vida y ser útil para sus seres queridos y para cualquier
otra persona que necesitara su ayuda. Una mujer de gran corazón que
siempre estaba con una sonrisa dibujada en los labios. Una mujer llena
de vida, sueños y esperanzas, y que por encima de todo, siempre animaba a
sus compañeros cuando estos lo pasaban mal. Siempre se podía contar
contigo. ¿Dónde está esa gran mujer a la que yo conocí años atrás?
—Ya
no me queda nada por lo que luchar, Sace… Todos han muertos. Todo lo
perdí desde que fui encerrada aquí... —dijo ocultando aún más su rostro
entre sus rodillas.
—No, no han muerto todos. Estoy aquí, ¡¿acaso
no me ves!? —dijo el joven dándose un leve golpe con la palma de la
mano en el pecho mientras seguía buscando intensamente la luz de los
zafiros de Nicole entre las sombras—. Mientras esté a tu lado no dejaré
que te ocurra nada malo. Te sacaré de aquí. No te dejaré atrás por
ningún motivo. Estaré a tu lado pase lo que pase, ¡yo te daré motivos
por los que luchar! —gritó el joven lleno de seguridad—. Te lo prometo.
Nicole comenzó a levantar la cabeza de sus rodillas poco a poco con la mirada aún algo perdida.
—No podremos salir de aquí. Es imposible. Esos seres están por ahí rondando. Nos harían lo mismo que a Nick y Débora.
—¡¡¡Entonces
acabaré con ellos aunque me cueste la vida!!! ¡¡¡No dejaré que ninguno
de ellos se acerque a ti!!! —dijo el joven en voz alta, con una gran
sonrisa de oreja a oreja.
Nicole miró al claro rostro del joven, prestando algo más de atención a sus palabras.
—Matt,
Zoey, Karen, Kyle, yo… No estás sola, Nicole. Todos juntos saldremos de
esta. ¡¡¡Si todos sobrevivimos a Stone City y nos enfrentamos a zombis y
demás criaturas huyendo de la explosión de la ciudad, podremos con esto
y más!!! —gritó el joven desprendiendo un aura de seguridad y
confianza, sin parar de sonreír.
—Pero fuera el mundo es peligroso... —dijo Nicole tristemente.
Por fin, Davis pudo comenzar a distinguir los ojos azules de la rubia e hizo contacto visual con ella.
—¡¿Y
qué más da!? A mi lado y el de mis compañeros no tendrás de que temer.
Todos somos uno. Somos como una gran familia en el que nos preocupamos y
nos ayudamos entre nosotros a pesar de las circunstancias. ¡¡¡Nosotros
te protegeremos!!! —gritó Davis emocionado, intentando transmitir
aquella pasión que sentía hacia la vida a Nicole, para así hacer que se
pusiera en pie y caminase a su lado—. Nicole, te prometo que si me
ayudas a escapar y salir de aquí con los demás, te daré motivos por los
que vivir. ¿Has olvidado ese sentimiento de estar con la gente que
quieres? ¿Ese sentimiento que te hace plantearte seguir adelante para
pasar buenos momentos con las personas que son importantes para ti?
A
Nicole se le pasaron por la cabeza unos recuerdos en forma de unas
imágenes de Morís, Emi, Débora, Nick, Davis, Matt, Zoey, Karen, Kyle y
ella, todos juntos, riendo y pasando un gran día en el que habían
decidido celebrar el fin de año. Risas, felicidad, ese sentimiento de
estar con la gente que te importa. Aquello hizo emerger unos
sentimientos del corazón de Nicole. Aquellos bellos recuerdos hicieron
que sus ojos derramaran lágrimas que comenzaron a bajar por sus
mejillas.
—¡¡¡Nicole, lucha, se fuerte, tienes que seguir adelante!!!
—Eso es parte del pasado, ¡no volverá! —gritó Nicole sollozando.
—¡¡¡Debes luchar, sé que muchos han muerto, pero ellos querrían que continuaras viva e hicieras tu vida lo mejor posible!!!
Nicole
miró a los ojos de Davis y ambas miradas se encontraron. La mirada de
seguridad, confianza, valentía, y cargada de vida, sueños y esperanzas
que expresaba Davis hizo mella en Nicole, quien se puso de rodillas,
observando al joven.
—Nicole, ven con nosotros. No estarás sola
nunca más. Estaremos todos juntos, como una familia. —dijo Davis con
dulzura, clavando en Nicole una mirada cálida—. Todos juntos seguiremos
adelante, y a pesar de lo que ocurre en el mundo exterior, intentaremos
pasar buenos momentos juntos. A pesar de las circunstancias, no todo
tiene que ser malo—. El joven se acercó y se echó hacia adelante
flexionando las rodillas, ofreciéndole la mano a Nicole.
La rubia
miró el rostro del joven, y después, su mano. Tras unos instantes
dudando, la tomó, y Davis tiró de Nicole, poniéndola en pie.
Instantáneamente, ambos se abrazaron.
—Gracias... —Dijo Nicole aún sollozando, pero con una sonrisa en los labios.
Davis contempló por completo el rostro de la joven bajo la luz de las antorchas y este sonrió.
—Bien,
ahora que pareces ser tú, la auténtica Nicole Collins que conocí
antaño, habrá que pensar en buscar la forma de salir de aquí, recuperar las cosas y huir echando leches de este sitio para poder encontrar a los demás.
Nicole y Davis intentaron juntos levantar el
listón de madera, pero pesaba demasiado. En ese momento, se escuchó un
paso lento y fuerte dirigirse a la estancia. Davis quedó horrorizado al
ver aquel ser, pero intentando dejar el miedo de lado, a pesar de que su
cuerpo temblaba, se puso delante de Nicole. Un ser muy alto, con
algunos mechones de un largo, sucio y oscuro cabello en su medio calva
cabellera. Un mutante que se distinguía por ser de figura femenina
debido a que tenía unos pechos caídos, como en el resto de la piel de su
cuerpo; de largas piernas y largos brazos que casi llegaban al suelo;
de largas, duras, sucias y puntiagudas uñas. El mismo que entró en la
estancia.
Nicole y Davis retrocedieron varios pasos lentamente.
El ser entró tambaleándose ligeramente a cada paso que daba. Su boca
estaba muy abierta, un humano no podría abrirla tanto, su lengua larga y
reluciente en la oscuridad la tenía colgando, haciendo que la saliva
bajara por su mandíbula inferior, su boca abierta también mostraba unos
afilados colmillos, y no paraba de mover la cabeza lentamente a
izquierda y derecha. Encorvado hacia delante, de piel pálida y con los
huesos de la cara semimarcados por la delgadez. Sólo vestía con un
taparrabos hecho con algún tipo de piel... Sus ojos eran completamente
negros, adaptados para ver a la oscuridad.
Se acercó a la celda, y
en un abrir y cerrar de ojos, metió el brazo entre los barrotes en un
intento de coger el rostro de Davis, pero este se echó atrás a tiempo.
Las largas uñas del mutante estaban a escasos centímetros de la cara del
joven. Entonces, el mutante se dirigió a la puerta para arrancarla y
acceder al interior de la celda. Nada más ocurrir esto, Matt y Zoey
entraron corriendo en la estancia.
—¡¡¡Davis!!! —gritó el joven.
—¡¿Nicole?! —exclamó Zoey incrédula.
Matt
también se percató de la presencia de Nicole detrás de Davis, pero no
había tiempo para ponerse a pensar que hacía ella ahí. El monstruo se
giró y lanzó un grito agudo, pero antes de que pudiera hacer algo, Matt
cargó contra la muti, haciéndole un placaje y lanzándola un par de
metros contra la pared. Acto seguido, corrió hacia la mutante, y sin
darle tiempo a ponerse en pie y defenderse, Matt la agarró por detrás de
la cabeza y comenzó a golpeársela violentamente una y otra vez contra
la pared y el suelo rocoso, manchando todo de un intenso rojo carmesí.
Cuando la criatura dejó de moverse, Matt paró, y jadeando intensamente,
comenzó a alejarse del cadáver para dirigirse a la puerta mientras se
limpiaba las manchas de sangre de su rostro con las manos.
Zoey
hacía rato que miraba la expresión de Davis y Nicole que había surgido
tras contemplar a Matt acabando con una criatura el doble de alto que él
como si nada, lanzando de un placaje a ese ser un par de metros por los
aires hasta hacerlo chocar contra la pared más cercana. No hacía falta
ser muy inteligente para imaginarse que era lo que estaba pasando por la
cabeza de los dos presos.
Matt, con la mirada baja, sin entrar
en un contacto visual con Davis y Nicole, levantó fácilmente el pesado
listón que ellos no habían podido levantar anteriormente.
—Sois libres... —anunció Matt con la cabeza agachada una vez la puerta se abrió.
El
tiempo parecía haberse parado. No había sonido alguno. Zoey estaba
distante al grupo viendo la situación con el corazón en un puño, Matt no
se atrevía a levantar la cabeza para mirar a Davis, y Nicole no apartaba
la vista de la mutante que yacía en el suelo cerca de su asesino. El rostro de Davis expresaba una mezcla de
emociones, incredulidad, miedo y desconfianza. Tras unos eternos
momentos de silencio e incomodidad, Davis rompió aquella inquietud.
—¿Qué eres, Matt?
—Un monstruo... —respondió elevando ligeramente la cabeza, pero sin dejar de apartar su mirada de la de Davis.
Nicole
estaba pensativa. Un montón de recuerdos del pasado referentes a la
historia de Ashley sobre Esgrip y los tres niños con los que la
organización había experimentado, así como unos comentarios que su
hermanastra Michaela había dicho en el pasado respecto a lo ocurrido con
ellos años después le vinieron a la mente, y sus sospechas hacia Matt
por fin se habían confirmado.
—Matt, tú eres uno de los tres niños con
los que Esgrip experimentó. Tú, Maya y Ashley conseguisteis sobrevivir a
los experimentos y os volvisteis seres con poderes sobrehumanos. Tu
cabello está descolorido porque eso fue un efecto secundario del virus,
no por esos supuestos medicamentos que te dieron para ese supuesto
cáncer, ¿verdad? Fuiste tú y Maya quienes ayudasteis a Ashley a escapar
de los laboratorios y quien, tras las torturas y entrenamientos de Esgrip, acabaste por
ser un soldado de la organización y entrar en el equipo de asesinos que
lideraba mi hermanastra Michaela, ¿me equivoco? —dijo Nicole frunciendo
el ceño y cerrando los puños con fuerza.
Matt miró a Nicole y asintió con la cabeza.
—Sí,
yo soy un monstruo más de Esgrip. Hasta el día de hoy todo lo que
sabéis de mí no era más que un montón de mentiras que os dije para poder acercarme a vosotros. Yo, Matt Dawson, fui
uno de los miembros del equipo militar Silver Wolfs de Esgrip que estuvo
en Stone City cumpliendo misiones. El encuentro entre Davis y yo no fue
casualidad. Todo estaba planeado...
La situación entre Matt y Nicole comenzaba a ponerse tensa.
—Entonces
es verdad lo que Nicole dijo. Esgrip nos estaba vigilando y era por
medio de ti... Supongo que cuando estuviéramos con la guardia baja
intentarías asesinarnos o cualquier otra cosa, ¿verdad, Matt? Todo lo
que se de ti es mentira. En este momento me siento como si estuviera
ante un desconocido. Nos utilizaste... —interrumpió la voz incrédula de Davis.
—Sace, yo...
—¡¡No me llames Sace!! Llámame por mi nombre, Davis.
Nicole y Zoey contemplaban la escena sin saber cómo reaccionar.
Davis se acercó lentamente a Matt y se colocó delante de él con los puños cerrados, clavando fijamente su mirada en la de Matt.
—Tu misión era matarnos una vez consiguieras lo que Esgrip quería de nosotros, ¿verdad?
Tras unos momentos de silencio con la mirada fija en la de Davis, Matt asintió con la cabeza.
—Cabrón... —susurró Davis cuando fue a pasar por la puerta.
—Espera un momento. No terminé de decirte todo, Sa... —pronunció Matt colocando la mano en el hombro de Davis.
Davis
se giró rápidamente al sentir la mano de Matt y encajó con todas sus
fuerzas un puñetazo lateral en su mejilla derecha. El joven retrocedió
varios pasos, llevándose la mano hacia la zona donde había recibido el
golpe. No había sido gran cosa. Era difícil hacerle daño. Se había
acostumbrado al dolor mediante las torturas que había sufrido de Esgrip
durante años, pero aquel puñetazo y el rostro de odio de Davis le había
hecho más daño que cualquiera de las torturas que había sufrido hasta
aquel entonces. La propia impresión dejó paralizado a Matt, quien tenía
los ojos como platos contemplando fijamente la mirada cargada de
desprecio y desconfianza de Davis.
—No me vuelvas a tocar, Matt...
Nicole pasó por al lado de Matt sin dirigirle la mirada y se fue al lado de Davis.
—Zoey,
tú estás con Matt, ¿no? Siempre estáis juntos. Dijisteis que erais
amigos, ¿no es así? ¡¿Eres también una traidora de Esgrip?! —gritó Davis
con los puños cerrados.
Zoey se sintió por un momento en
peligro. Ya todo se había ido a la mierda por culpa de Matt, y tras ver
la reacción de Davis hacia el otro joven, sabía que los vería como
enemigos.
—No, ella no está conmigo. También le mentí —dijo
Matt—. La encontré sola por Stone City y la utilicé
para que viniera conmigo, después nos separamos, ella te encontró salvándote la vida y volvimos a reagruparnos en la biblioteca de Stone. En el caso de que hubiese habido un peligro,
ella habría sido el cebo perfecto que me habría permitido escapar. Sólo
por eso la dejé acompañarme, pero ella no sabe nada. Es una víctima como
vosotros. —respondió Matt mintiendo. Sabía que si respondía con la
verdad, Zoey se volvería un enemigo para Davis y viceversa. Las vidas de
Nicole y Davis estarían en peligro.
—¡Créele! ¡Yo no sabía nada, Davis! —se defendió Zoey.
El joven lo pensó por unos momentos y finalmente asintió con la cabeza.
—Está
bien. Vamos a por Kyle y Karen. Deben estar en algún sitio. Yo y Nicole
buscaremos a Kyle. Zoey, tú ve con Matt en busca de Karen y vigílale
bien. Cuando salgamos de aquí, hablaremos tú y yo, Matt. —dijo Davis
mirando a sus tres compañeros, los cuales asintieron con la cabeza antes
de que ambas parejas se separaran por caminos diferentes.
Justo
después de que se fueran, la mutante que Matt había vencido comenzó a
mover los dedos de la mano mientras respiraba profundamente.
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Tras
un buen rato paseando por las celdas sigilosamente y ocultándose de los
mutantes que veían de vez en cuando, Davis y Nicole encontraron una
cámara con mochilas, armas, ropa y otras cosas.
—Estas son las
pertenencias que los mutantes les quitan a los supervivientes que
capturan. —dijo Nicole mirando por toda la estancia a la luz de las
antorchas.
Davis se encontró con las dos mochilas militares
intactas de gran capacidad que les vendría bien llevarse, también encontró el maletín y las demás pertenencias de su grupo. El joven se
alegró de ver todo en buen estado y se percató de que Nicole rebuscaba
entre unas mochilas hasta encontrar algo.
—¿Qué es eso? —preguntó el joven al ver a Nicole con un objeto metálico alargado en las manos.
—Es
una lanza mecánica que Nick diseñó para que el ejército fabricara y los soldados pudieran emplearla en las misiones. Se dio cuenta de que las
armas de fuego con el tiempo se volverían inútiles, ya que la munición
escasea mucho hoy en día, por eso se hizo con una de las lanzas que él mismo diseñó. Es una maravilla de arma. Los mutis no usan
las armas humanas como tu machete, el hacha o la lanza debido a que sus
manos son grandes y sus dedos muy largos, por lo que no son capaces de
sujetarlas bien y menos aún de usarlas.
Nicole y Davis
contemplaron la lanza. Se trataba de una barra de medio metro, de color
plateada y con un pequeño botoncito del mismo color en medio de la
barra. Nicole lo presionó y la barra se alargó al mismo tiempo por ambos
extremos, convirtiéndose en una lanza plateada que brillaba bajo la luz
de las antorchas, de un metro y ochenta y cuatro centímetros de
longitud. No pesaba demasiado, y a ambos extremos, la lanza acababa en
una punta cónica, alargada y muy afilada con la que se podía atacar en
dos direcciones.
—Vaya... se ve genial. —dijo Davis agarrando la lanza con ambas manos, sintiendo el peso y la dureza del metal.
—Quédatela
si quieres. No me gustan las armas blancas tan largas. Su manejo me
resulta incómodo. A cambio, déjame a mí el machete Kukri.
Davis asintió
con la cabeza y agarró su cinturón con las fundas de sus pistolas
duales, guardando la lanza entre éste y su cintura para que se
encontrase bien sujeta y no se cayera. Nicole agarró el machete. A su
vez, ambos decidieron dejar el resto de cosas allí, para volver más
tarde a por ellas una vez el grupo estuviera entero.
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Matt
y Zoey anduvieron un buen rato por las cámaras, ignorando las miradas
de los presos y evitando ser vistos por los mutis que por allí
acechaban. Ambos caminaban con un aura tensa y en silencio.
—¿Qué? —dijo Matt en voz baja con un tono algo borde, quien había notado hacía un rato la mirada de Zoey fija en su nuca.
—¿Por
qué no me has delatado? —preguntó sin dejar de caminar tras Matt, con
la voz baja para que nada ni nadie los escuchara hablar.
Matt guardó silencio.
—¿Es porque sabes que intentaría asesinar a Davis y Nicole si me vieran como una amenaza?
—Si lo sabes, ¿por qué preguntas?
Zoey sonrió con malicia.
—¿Todavía
te importa él? ¿Incluso después de que dejarais de ser pareja y te diera ese puñetazo gritando a los cuatro vientos que te odiaba y que no te quería cerca de
él? —Zoey soltó una carcajada burlona al expresar el silencio de Matt
como una respuesta afirmativa—. Los sentimientos están tan
sobrevalorados. Te vuelven débiles. Es por eso que Davis es tan débil. A
estas alturas ya habría muerto en varias ocasiones por culpa de sus
emociones si no hubiese sido por las veces que sus compañeros le han
salvado el culo. Sus sentimientos son su peor enemigo y lo desconoce. No
vayas tú por el mismo camino dejándote llevar por ellos.
Matt
siguió caminando sigilosamente y sin dejar de ocultarse entre las
sombras con Zoey, mientras esta no dejaba de meter la pata con él.
—Pobre
Matt. Me has decepcionado tanto. Desde que os encontrasteis los dos en
Stone City te has vuelto un debilucho. ¿Dónde está ese militar asesino y frío que Michaela entrenó? Podríamos haber huido de las cuevas, pero no, el
señorito quiso hacerse el héroe salvando a sus amigos y joderlo todo. Si
hubieras sido inteligente y frío, habrías hecho lo más conveniente. Tú y
yo podríamos haber buscado nuestras pertenencias y haber huido de aquí. —decía Zoey con un tono molesto.
—¿De qué coño te quejas? El que
acaba de perderlo todo soy yo. ¿Crees que me gusta cómo ha terminado la
situación? Tú has salido libre de toda sospecha, y yo, además de ser el
malo de la película, seguramente me echarán
del grupo... —respondió Matt girándose para mirarla a los ojos pero sin
dejar de hablar en voz baja.
—¿Crees que Davis y Nicole son
estúpidos? Me di cuenta de la mirada que me echó Nicole. Sospecha de mí a
pesar de lo que dijiste, y seguramente Davis igual. No hay forma de
saber si lo que dijiste de mí es cierto o falso. ¿Entiendes cuál es el
problema? Ahora me costará ganarme su confianza de nuevo.
Matt y
Zoey sostuvieron las miradas unos momentos antes de que Matt la
apartara, mirando hacia un túnel que se abría a la derecha.
—¿Qué
ocurre? —preguntó Zoey alarmada tras notar que Matt había escuchado con su
desarrollado sentido del oído algo en la lejanía que para ella sería
casi imposible de escuchar.
—Escuché a una mujer gritar...
—Karen... —dijeron al mismo tiempo intercambiándose una mirada.
Lo
preocupante no era Karen en sí. Lo preocupante era la razón de su
grito. Aquello significaba que estaba acompañada, y dudaban que fuera
por otro ser humano. Matt y Zoey corrieron haciendo el mínimo ruido
posible con sus pies y sin dejar de ocultarse entre las sombras.
Finalmente, llegaron a la cámara de donde provenían los fuertes gritos
de Karen, acompañados por otros alaridos de locura de los mutantes que
la acompañaban. El dúo, quienes arrodillados en el suelo asomaron parcialmente
sus cabezas por un lateral de la entrada, la cual carecía de puerta, contemplaron allí algo que los dejaron sin respiración...
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Nicole
llevaba un rato en silencio y algo tensa, sin dejar de mirar
rápidamente a cada dirección, a cada sombra y roca. Examinaba
minuciosamente con la vista los lugares por los que pasaban. Finalmente,
se detuvo, y con ello, el sonido de sus pasos. Davis se percató de que
la rubia se había quedado parada detrás de él y se giró para observarla.
—¿Qué haces ahí parada? No hay tiempo para descansar. —dijo el joven mirando de arriba a abajo a la mujer.
Davis se percató en segundos de que algo ocurría por lo tensa que se encontraba. Parecía incómoda y alarmada.
—¿Qué
ocurre? —preguntó el joven llevándose la mano derecha al mango de la
lanza, alerta de algún peligro del que Nicole se hubiera percatado.
—Nada. —respondió simplemente, pero con un tono en su voz de nerviosismo. La
rapidez con la que había hablado daba a entender que ``Nada´´
significaba ``Algo´´.
—¿Nada? ¿Por nada estás tan tensa?
—Exactamente.
Aquí no ocurre nada. Está todo muy tranquilo, vacío... Las cuevas están
llenas de esos seres, y desde que salimos de nuestra prisión hace ya
bastante rato, no nos hemos encontrado con muchos, solo con algunos que
estaban vigilando por los túneles...
—Entiendo. ¿Dónde crees que habrán ido el resto?
—No lo sé... —dijo cada vez más preocupada.
—Seguro
que ya anocheció en el exterior y la mayoría de los mutis han ido a
descansar. Además, Nicole, si te digo la verdad, yo tampoco sé con
seguridad dónde están, ni me importa. Tal vez esto sea raro, pero es
mejor que tener que enfrentarnos a un puñado de esos bichos. Lo más
probable es que no sobreviviéramos.
—Es posible. No salí mucho
de mi celda, por lo que no lo comprobé, pero supongo que hasta los
mutantes necesitan dormir. Por cierto ¿desde cuándo te has vuelto tan
negativo? Normalmente sueles plantarle cara a los problemas. —dijo la
rubia con una sonrisa, recordando los viejos tiempos y los peligros a
los que el joven se exponía sin miedo alguno.
—No soy negativo.
Sólo soy realista por una vez en mi vida. Te dije que estaría a tu lado.
No voy a exponerme al peligro y a que me maten sin haberte sacado antes
de aquí a ti, a Karen, Kyle, a... mmmm.... Zoey y... —El joven se calló
por unos instantes y sacudió con fuerza la cabeza, eliminando ese
nombre de su cabeza antes de seguir adelante, sin terminar de responder a
Nicole.
—¿Qué piensas de Zoey? —dijo sin dejar de proseguir su marcha tras Davis.
—No
lo sé. No tengo forma de saber si es verdad o no eso que dijo Matt de
que ella no tiene nada que ver con él y con Esgrip. Tal vez sea verdad o
tal vez sea mentira. Por ahora prefiero no pensar en esos dos.
—Yo
no confío en ninguno. Zoey siempre está pegada a él. Ya se conocían
cuando lo de Stone City, y tampoco me pareció muy sorprendida cuando vio
a Matt hacer aquello con el mutante y el listón de madera. Además, siempre he pensado que Zoey actúa de forma muy superficial, como si se comportara de una manera totalmente distinta a la que ella nos muestra.
—Lo
sé. Por eso desconfío de ella, y ahora podría entender por qué me salvó
la vida aquella vez. —dijo el joven recordando un momento pasado de su
aventura por Stone City.
—Para acercarse a ti, eliminarte o conseguir algo de ti. ¿Es eso en lo que piensas?
—Si... Oye, dejémonos de cháchara y continuemos buscando a Kyle.
Nicole
y Davis recorrieron varias cámaras, exponiéndose a la vista de los
presos, los cuales no hacían nada más que murmurar por lo bajo entre
ellos o mirarlos como si fueran un par de locos que buscaban una muerte
segura. Finalmente, llegaron a una sala completamente oscura y de la que
emergía un olor muy desagradable. Nicole se tapó la nariz con la mano
que tenía libre para evitar no vomitar. Mientras, Davis se tapó con la
mano izquierda la nariz, y con la mano derecha sujetó una de las dos
antorchas de la sala anterior. Poco a poco fueron iluminando la sala.
Allí se sorprendieron al ver figuras humanas atadas de pies y manos a
barrotes de madera clavados al suelo. Todos, sin excepción, eran
cadáveres de mujeres, y se escuchaba un extraño y leve sonido
proveniente de la oscuridad que no eran capaces de identificar.
Davis
se acercó a uno de los cadáveres y lo iluminó con la luz de la
antorcha. Nicole no pudo evitar correr a un rincón a vomitar por el olor
y por semejante imagen. Davis quedó horrorizado por aquella visión,
blanco como el mármol y paralizado por aquella escena que jamás
olvidaría. En el suelo, atado de tobillos y muñecas por cuerdas a cuatro
barrotes de madera, el cadáver de una mujer desnuda bañada en un gran
charco de sangre con el rostro machacado y el vientre abierto con los
intestinos desperdigados por el suelo se mostraba como la víctima de un cruel ritual,
pero aquello no era un ritual ni nada por el estilo. Todo indicaba que
se había tratado de un parto. Entre las entrañas del cadáver,
jugueteando con los intestinos inocentemente como si de un juguete se
tratara y bañado en la sangre caliente de su madre, un bebé deforme
miraba atentamente a Davis.
Aquellos ojos negros como la noche,
sus brazos y piernas de proporciones desigualadas, su gran tamaño, el
cual le hacía aparentar ser un bebé de varios meses de vida en vez de un
recién nacido. Piel pálida, cráneo deforme, una puntiaguda columna
vertebral, la cual se notaba considerablemente en su espalda, y una boca carente de labios por el que se deslizaba una baba fluorescente hacia la barbilla del endemoniado bebé, le daban una imagen terrorífica que jamás olvidarían
Nicole y Davis.
El joven retrocedió unos pasos ante la atenta
mirada del bebé mutante, que enseguida volvió a juguetear con los
intestinos de su difunta madre. Davis movió la antorcha lentamente,
iluminando el resto de la sala. Había varias mujeres en el mismo estado,
atadas, con el vientre abierto y los intestinos desperdigados por el
suelo. También había algunos cadáveres de bebés mutantes a medio
desarrollar entre las entrañas de los cadáveres. Aquellos eran los
débiles. Los que no habían podido sobrevivir. El joven contó al menos
una decena de cadáveres de mujeres con los mismos síntomas. La
diferencia era que todas estaban en descomposición a excepción de la
primera que había visto, la cual no llevaba demasiado tiempo muerta.
—Por
favor, salgamos de aquí. Esto es horrible... —dijo Nicole mirando al
bebé, quien también le observaba mientras apretaba entre sus manos los
intestinos.
Davis no dijo nada. Simplemente salió a paso ligero
del lugar junto con Nicole, y durante el siguiente rato, ninguno hablo.
Todavía estaban intentando digerir lo que habían visto allí.
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Allí,
desnuda entre dos mutantes, se encontraba Karen siendo víctima de
abusos sexuales por parte de uno de aquellos monstruos, a quien golpeaban mientras abusaban de ella. El segundo de ellos solo miraba,
riendo y aplaudiendo con una risa muy parecida a la de una hiena. Eran
aquellos dos mutantes que se la habían llevado anteriormente de la
celda. La visión era tan cruel que Zoey y Matt no pudieron evitar cerrar
los ojos, sin dejar de escuchar los gritos de Karen y las risas de los
mutantes que abusaban de ella y la golpeaban. Matt miró a Zoey y se
percató de una expresión que nunca había visto en ella. Terror.
Zoey
había comenzado a temblar ante aquella visión. Involuntariamente, se
había imaginado a ella en el lugar de Karen, sufriendo los abusos y las
palizas. Se abrazó a sí misma y cerró los ojos con fuerza, apoyándose en
la pared e intentando autocontrolarse, ignorando los gritos y las
risas, alejando de ella aquella visión y aquel pensamiento. Ella no
tenía que acabar así. Ella escaparía con o sin ayuda, o en todo caso
moriría, pero nunca dejaría que un mutante la tocara para su disfrute
personal. Si Karen no hubiera salido a evitar que esos seres se llevaran
a Kyle, no estarían entonces abusando sexualmente de ella.
Matt miraba asombrado a Zoey. Jamás la había visto teniendo una reacción así.
—Es
una estúpida... —susurró con la voz medio quebrada—. Si no hubiera
intentado salvar a su amigo no habría acabado así. Los sentimientos son
solo una debilidad humana, no... Yo soy inteligente, sin sentimientos.
Sé sobrevivir, y saldré de aquí sin importar el cómo. —se decía a si
misma ignorando la presencia de Matt en un intento de autoconvencerse de
que saldría de ahí sin que le ocurriera nada.
Matt la ignoró y
se asomó al rato, cuando los gritos y golpes cesaron. Pudo así ver como
uno de los mutantes se había ido mientras el que violaba a Karen se
ponía en pie y se ataba el taparrabos, pero éste, en vez de abandonar la
sala, agarró un punzón hecho con lo que antiguamente había sido un
fémur humano y se acercó a Karen. Matt salió corriendo de su escondite
para defenderla tras adivinar lo que se proponía el mutante.
—¡¡¡¡Aaaarggghh!!!!
—gritó Karen arrastrándose hacia un rincón espantada por su violador,
su torturador, y en aquel momento, su asesino.
—¡¡¡Matt, nooo!!! —gritó Zoey.
El
mutante se giró alarmado por el grito, haciendo un movimiento de
izquierda a derecha con el afilado punzón a medida que se daba la
vuelta. Matt se paró a tiempo. El filo del punzón casi rozó su garganta,
y sin darle tiempo a reaccionar, el monstruo lo agarró de la cabeza con
su gran mano y lo elevó del suelo. El joven intentó tocar el suelo con
la punta de los pies, pero era incapaz, y al percatarse de como aquel
ser estaba a punto de empalarlo con el punzón, elevó las piernas y le
golpeó en el rostro con todas sus fuerzas. Éste lo soltó y se estampó
contra la pared, mientras Matt caía al suelo de rodillas. Apretando los
puños con todas sus fuerzas, se colocó encima de él y comenzó a golpear
una y otra vez el rostro de su atacante, desfigurándole la cara y
llenándosela de moratones y sangre mientras escuchaba los huesos romperse uno a uno.
Karen agarró el
punzón y se lo deslizó por el suelo a Matt. Éste, aprovechando que el
ser estaba aturdido, agarró el mango con las dos manos y se lo hundió
una y otra vez en su cuello, llenándose su ropa y rostro con la
sangre que salía expulsada por el orificio de la garganta del mutante.
Matt paró. El monstruo ya no se movía, y jadeando, se levantó de encima
del cadáver.
—¡¿Karen, estás bien?! —dijo Matt mirando a la mujer.
Ésta solo asintió con la cabeza, mirando fijamente el cadáver del monstruo.
—¡¡¡Cuidado!!! —gritó Zoey.
Matt
miró al mutante, quien repentinamente abrió los ojos y se incorporó un
poco hacia delante antes de abrir su boca y morder el brazo del joven
con todas sus fuerzas, vertiendo su baba en la herida sangrante que le
provocó. Pese a que el joven gritaba de dolor, agarró con fuerza el
punzón, clavándose primero en un ojo y después en el cráneo, acabando
por fin con el monstruo, quien abrió la boca y cayó al suelo muerto.
Matt
se levantó sujetándose el brazo derecho, apretando los dientes con
fuerza mientras ahogaba los gritos que le producían aquel dolor y
aquella quemazón. Zoey cogió del suelo la ropa de Karen y la vistió, ya
que esta no se movía ni un milímetro del sitio. Parecía perdida. No
dejaba de ver el cadáver del mutante y no se preocupaba ni de estar
desnuda, ni del sufrimiento de Matt, ni de que Zoey la intentara vestir
de nuevo mientras le decía que todo saldría bien y que ya estaba a
salvo, tratando de no tocar sus muchos moratones que se esparcían por
todo el cuerpo, al igual que los arañazos. Karen parecía completamente
ausente, y con los ojos abiertos de par en par, el cadáver del mutante
parecía ser todo lo que le atraía mientras que de sus ojos hinchados no
dejaban de emerger lágrimas.
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La rubia y el pelinegro se detuvieron un
momento. Algo había llamado la atención del joven. Entraron en una
cámara sin exponerse demasiado. En una celda se encontraba un hombre
apoyado en la pared, despierto y jadeando. Sin duda, aquel tipo parecía
muy enfermo por su aspecto.
—¿Qué le ocurre? —preguntó el joven.
—Está
en proceso de mutación. No estoy segura, pero tengo una hipótesis.
Conocí a gente enferma que al estar bajo la radiación del lugar acabaron
por empeorar. Creo que la enfermedad que tenga una persona acaba por
mutar a otra desconocida. Por lo que vi y escuché de otros presos,
incluso un simple constipado es letal en estas circunstancias, sin
ningún tipo de medicación y con la radiación. La enfermedad cambia y la
personas acaban como él. —aclaró la joven mirando al pobre desgraciado.
El
hombre se encontraba semidesnudo. Parecía desorientado, con la mirada
perdida y la boca abierta mientras dejaba caer su baba por la barbilla.
Su piel estaba pálida. Presentaba grandes ojeras, desnutrición y su
torso estaba cubierto de unas manchas rojas, así como la piel parecía
muy irritada. Pero lo más destacable no era eso. Era su brazo izquierdo,
hinchado, con extraños bultos en el hombro y con los dedos de aquella
mano deformados, unos más largos que otros y muy delgados.
—Cuando
se daba un caso de inicio de mutación entre los presos, los mutis los
sacaban de la celda y los encerraban en otra en solitario, hasta que con
el paso del tiempo el humano terminaba por convertirse en un mutante.
—Es una visión muy triste... Transformarte en lo que más temes... —dijo Davis mirando con tristeza a aquel pobre hombre.
—¿Recuerdas la sala del bebé?
Davis asintió.
—Según
escuché de los presos que más tiempo llevan aquí, antiguamente se
habían dado casos en los que un hombre y una mujer mantenían relaciones,
y fruto de esto, la mujer quedaba embarazada. Tiempo después, algunos
hombres o mujeres que estaban enfermos acabaron por sufrir un proceso de
mutación. Durante aquel proceso, aquellas personas perdieron la razón y
se volvieron locos, siendo un peligro para el resto de presos. Pues en
el caso de las mujeres embarazadas, al mutar, las sacan y las atan a la
espera de que el bebé de su interior y la madre mueran por no recibir
ayuda durante el parto. Por el contrario, a los hombres y a las mujeres
no embarazadas se les encierra en solitario hasta que se transforman en
un mutante. Y si un bebé sobrevive, los mutis los crían, o al menos eso
escuché decir a varios presos…
—Esto es un jodido infierno...
—susurró Davis—. Será mejor que salgamos de aquí rápido. Continuemos. —dijo el joven saliendo de la sala con la rubia tras echar un último
vistazo aquel pobre hombre.
Tras mucho caminar, escondiéndose de
varios de los mutantes que por los túneles paseaban, o pasando
sigilosamente cerca de algunos que se encontraban dormidos en el suelo,
Nicole y Davis se ocultaron tras un pilar de piedra, lo más lejos
posibles de las numerosas antorchas que iluminaban la cámara que tenían
delante, una cámara circular, y sin más salidas a otras cámaras o
túneles. Un grupo de cinco hombres trabajaban usando cuerdas y tallando
huesos, rocas y madera, creando armas que los mutantes pudieran usar.
Entre esos hombres se encontraba Kyle, sin camiseta y con el torso lleno
de moratones. Éste se encontraba afilando un hueso con ayuda de una
roca dentada, algo alejado de los cuatro hombres restantes.
Nicole
agarró una pequeña piedra del suelo y la lanzó rodando hacia Kyle,
hasta que esta chocó con la bota del hombre, alarmándolo de la presencia
de la rubia.
—¡Nicole! —susurró sorprendido de su presencia en las cuevas.
La
rubia se llevó el dedo índice a los labios, rogándole silencio. Tras
Nicole apareció Davis dejándose ver a Kyle, quien le hizo un gesto
silencioso con la cabeza, ladeándola hacia atrás, indicándole que fuera
sigilosamente con ellos. Pero Kyle negó con la cabeza. Entonces, escuchó
un gruñido detrás de él, seguido de unos pasos. Davis y Nicole miraron
como Kyle observaba por encima de su hombro y de inmediato su rostro cambió por completo. En
cuestión de segundos volvió a mirar hacia adelante y ladeo ligeramente
la cabeza para mirar de reojo a Nicole y Davis. Éste dibujó un su rostro
una cara de preocupación mientras movía lentamente los labios,
intentando comunicar un mensaje hacia sus compañeros.
Nicole y
Davis tardaron un momento en darse cuenta de que les estaba advirtiendo
que se ocultaran, pero no fue por que supieran leer los labios ni
interpretar bien la expresión de preocupación, la cual podía significar
cualquier cosa. Se percataron cuando una sombra alta comenzó a aparecer
proyectada en el suelo, dirigiéndose hacia Kyle.
Ambos se
ocultaron de nuevo tras el pilar rocoso. El mutante miró hacia el túnel
un momento antes de mirar a Kyle de arriba a abajo con tono desafiante.
—Gra-baja,
humaaaa…no. Si no grabajar, tú mooo…rir. —consiguió decir la criatura
con algo de esfuerzo empleando una voz increíblemente ronca, finalizando con
unas carcajadas lentas, profundas e inhumanas.
Nicole y Davis se
encontraban viendo todo asomando la cabeza por un lateral de la columna
cuando una roca pequeña se desprendió de ella, la cual tras caer,
produjo un sonido fuerte debido al eco de la cueva. Ambos se ocultaron
al instante, justo cuando el muti miró hacia la cámara que servía de
entrada a la que se encontraban ahora. Paso a paso, lento pero decidido,
se encaminó hacia la zona de donde había procedido el sonido. Nicole y
Davis vieron la sombra del mutante proyectada en el suelo, acercándose.
El
monstruo colocó una de sus grandes manos en un lateral rocoso, a punto de
asomarse para ver que se ocultaba detrás la columna. Davis ya estaba
listo, con la mano derecha en la culata de la pistola, a punto de
desenfundar, mientras que Nicole agarraba con ambas manos el mango del
machete Kukri.
Kyle miraba impotente como aquel ser iba a descubrir a
sus compañeros. Fue entonces cuando vio en el suelo, junto a su bota, la
piedra que Nicole le había lanzado para avisarle de su presencia, y sin
dudarlo, la agarró rápidamente. Cuando ya ambos podían oler el fétido
aliento del mutante, un sonido seco se escuchó y el monstruo gruñó con
fuerza. Kyle le había lanzado la roca a la nuca, y furioso, se dirigía
hacia él a paso ligero. Davis y Nicole se volvieron a asomar, para así
ver como aquel alto mutante agarraba a Kyle del cuello, alzándolo y zarandeándolo violentamente en el aire como una marioneta sin dejar de apretarle
el cuello, asfixiándolo ante la mirada de los otros hombres.
—¡¡¡Suéltalo!!! —gritó Davis saliendo corriendo de su escondite.
—¡¡No salgas!! ¡¡Es peligroso!! —le gritó Nicole desde detrás de la columna.
Davis
agarró a la carrera una roca del suelo del tamaño de su puño y con
todas sus fuerzas la lanzó al mutante, golpeándolo en el brazo y
provocando que éste gruñera de dolor a la vez que soltaba al enrojecido
Kyle. El mutante, tras mirar con odio a Davis, volvió a dirigir su
mirada hacia Kyle, quien ya se estaba poniendo en pie mientras daba
grandes bocanadas de aire.
—¡¡¡Kyle, usa esto!!! —gritó el joven.
Desenfundó
una de sus Glocks 18 y se la lanzó por el aire. Kyle la cogió con éxito
y le quitó el seguro antes de apuntar al ser que tenía delante,
quien ya se encontraba con una de sus manazas en alto. Apretando los
dientes con fuerza, apuntó al despreciable ser y disparó sin piedad a su
rostro, acertando en uno de sus ojos. El muti gritó de dolor y lanzó al
hombre por el aire de un rápido manotazo, haciendo que éste aterrizara
en el suelo, sobre su espalda, unos pocos metros de donde antes se
encontraba. El mutante miró a Kyle mostrando su dentadura y se acercó
rápidamente a él.
—¡¡¡Kyle!!! —gritó Davis al tiempo que extendía su lanza preparándose para atacar sin piedad alguna al agresor de su compañero.
Por desgracia para él, Nicole lo agarró del brazo, impidiéndole ir al rescate de su amigo.
—¡¡Suéltame Nicole!! ¡¡Necesita nuestra ayuda!!
—¡¡¡No vayas, te matará!!! ¡¡¡Tú solo eres un humano y el un ser más fuerte al que un humano no puede matar así como así!!!
—¡¡¡Me da igual!!! ¡¡¡No puedo quedarme de brazos cruzados esperando a que lo mate!!! ¡¡¡Tenemos que ayudarle, Nicole!!!
—¡¡¡¡Aaaarrrggghhhhh!!!
El
grito de Kyle alarmó a Nicole y Davis, quienes dejaron de discutir
sobre lo que debían hacer. Ambos contemplaron como el mutante aplastaba
el torso desnudo de Kyle, impidiéndole levantarse, e inmediatamente lo
agarraba de la cabeza con las dos manos mientras tiraba hacia arriba.
Todo el ruido producido por los chillidos de la víctima acabó con un
espantoso sonido de huesos rotos. El mutante se aferró a Kyle mientras
éste gritaba y le arrancó la cabeza delante de sus compañeros y del
resto de trabajadores, haciendo que ríos de sangre salieran expulsados
por techo, suelo y paredes, dando una tonalidad carmesí a las rocas de
la cámara.
El cuerpo decapitado de Kyle quedó desplomado en el
suelo, mientras que del muñón que había entre sus hombros no dejaban de
emanar grandes cantidades de sangre. El monstruo enseñó la cabeza a
Davis y Nicole en tono amenazador, y después, a los cuatro trabajadores
restantes, los cuales temblaban de miedo en un rincón de la cámara. El
mutante, furioso, lanzó por los aires la cabeza y se acercó a paso
ligero hacia Davis y Nicole.
La luz de las antorchas bañaba a la
pálida criatura, la cual usaba una túnica sucia de manchas de sangre.
Aquel había sido el mismo que había sacado a Kyle de su prisión,
acompañado de los dos mutantes que habían golpeado a Karen y habían
abusado de ella. Davis, con los ojos como platos, no podía dejar de
mirar el cuerpo decapitado y la cabeza de Kyle, la cual había quedado
con la mirada fija en Davis mientras expresaba en el rostro un dolor
indescriptible. El joven dejó caer la lanza de sus manos antes de
desplomarse sobre sus propias rodillas.
Kyle Morales, un
ex-soldado perteneciente al ejército americano que le había ayudado a salir de Stone City años
atrás. Un hombre que le había ayudado a seguir adelante cuando había
estado con depresión por la muerte de sus seres queridos durante el
desastre de la ciudad. Un compañero. Un hermano de armas. Alguien de
gran confianza para él. Uno de sus mejores amigos… Y había muerto
delante de sus ojos salvándoles la vida a él y Nicole, sin que pudiese
hacer ni decir nada para ayudarle o agradecérselo. Todo había ocurrido
tan rápido que casi no había podido asimilarlo. Aquella bestial muerte
fue algo que Davis jamás olvidaría.
Nicole observó al joven
perdido en sus pensamientos, incapaz de reaccionar por los últimos
acontecimientos, mientras ella tampoco sabía qué hacer. ¿Salir huyendo a
su celda o ayudar a su amigo a pesar de que su muerte era ya
inevitable? Al final, Davis le fallaría. Se lo tendría que haber visto
venir. Muchas palabras bonitas, pero había sido imposible salir de las
cuevas desde un principio. Nadie lo había conseguido. Lo mejor era no
intentarlo. Nicole miró a los cuatro trabajadores, temblando como flanes
entre las sombras. No hacían nada por impedir la muerte de otro ser
humano. Eran inteligentes. Hacían lo que más les convenía.
Para
cuando Davis quiso reaccionar, el mutante ya estaba delante de él, el
cual lo agarró y lo lanzó por los aires al interior de la sala. Cayendo
el joven sobre su espalda y retorciéndose como un gusano debido al
dolor, Nicole dio un paso atrás al ver como el mutante la ignoraba e iba
en dirección hacia su próxima víctima.
—Estás loco Davis, ya...
ya te lo dije —dijo Nicole temblando y sollozando—. Si hubieras sido
listo, te habrías rendido aceptando la realidad. ¿Por qué tuviste que
enfrentarte a ellos? —dijo mientras ríos de lágrimas surcaban sus
mejillas.
Fue entonces cuando unas imágenes de las muertes de
Kyle, Nick y Débora le vinieron a la cabeza. Sus gritos mientras que
aquellos seres los mataban lenta y dolorosamente resonaban en su cabeza.
No pudo evitar aquellas tres muertes de sus compañeros, y comenzaba a
sentir unos profundos remordimientos. Seguidamente, le asaltaron unas
imágenes del día a día sobre presos ``domesticados´´ por los mutantes
que morían sin que otros intentaran ayudarlos, que actuaban como ganado,
que sentían miedo hacia los mutantes, que obedecían tras perder toda
esperanza de escapar. Después, diferentes escenas de su antigua vida
como policía de Stone City, cuando ayudaba a los más débiles y a la
gente que estaba en peligro la azotaron con fuerza, y para terminar,
algunas de las palabras cargadas de confianza, esperanzas y valentía que
Davis le había dicho en la celda llegaron a lo más profundo de su ser.
Nicole lloraba sin poder evitar temblar violentamente.
—¡¿Por qué soy débil?! ¡¿Por qué no reacciono?! —gritó llorando.
Nicole
cerró los ojos con fuerza y los abrió, aún con las lágrimas emanando de
sus ojos. Con el corazón en un puño, corrió hacia el mutante gritando
de dolor y rabia mientras todos aquellos recuerdos no paraban de
golpearla una y otra vez en su corazón con más y más fuerza. El mutante
se giró al escuchar el grito de Nicole, y nada más hacerlo, ésta
descargó con todas sus fuerzas un potente y rápido tajo diagonal que fue desde el hombro a la cadera de la criatura, movimiento que fue acompañado de un segundo tajo horizontal en el vientre de la criatura, haciendo que su túnica cobrara una coloración rojiza intensa, de inmediato, tan rápido como efectuó aquel par de tajos, ensartó por completo el filo del Kukri en la tripa del monstruo.
La
rubia, sin dejar de llorar y gritar a pleno pulmón, sacó el machete
mientras el monstruo gritaba, y lanzó mientras trataba de evadir los histéricos manotazos del monstruo, tres o cuatro rápidos tajos descendentes que provinieron desde direcciones diferentes aprovechando la impresión e histeria de la criatura causada por el agudo dolor de su cuerpo, tan rápidos y profundos que cercenaron la mano y parte del antebrazo de la criatura obligándolo a expulsar grandes cantidades de
sangre.
Davis aprovechó para levantarse y recuperar la lanza
mientras Nicole descargaba todo su odio y dolor contra el muti. Ésta, en
un ataque de ira e insatisfecha con el Kukri, lo tiró al suelo y sintiendo los efectos de la adrenalina en su organismo comenzó a descargar contra el mutante una serie de combinaciones de
diferentes, rápidas y potentes patadas y puñetazos que conocía. Cada
golpe iba acompañado por un grito de odio en el que cargaba todo su dolor. Mientras, era capaz de escuchar los disparos que su joven compañero efectuaba a la gran espalda de la criatura con la Glock 18 que aún conservaba.
Quería
matarlo con sus propias manos a pesar de que sabía que resistían mucho a
los golpes cuerpo a cuerpo. No dejaba al muti hacer ni un solo ataque.
Todos acertaban debido a que en su estado no era capaz de defenderse en
condiciones, pero a pesar de sus grandes dotes para el combate cuerpo a
cuerpo y su rabia, no le hacía daño suficiente al mutante. Si el
objetivo hubiera sido un humano, ya lo hubiera dejado K.O.
Aquel
monstruo mutado, aprovechando la lentitud de Nicole debido al cansancio,
la agarró de la cabeza para después lanzarla contra la pared. Corrió
hacia ella en deseos de aplastarle el cráneo de un pisotón. Davis de inmediato corrió tan rápido como pudo la distancia que lo separaba de la criatura cargando contra ella con uno de los filos de la lanza por delante de él. Una vez que el mutante llegó frente a su próxima víctima, la contempló por unos momentos con una clara expresión de odio en su rostro, cuando fue a levantar el pie para hacer añicos el cráneo de la mujer, sintió un intenso dolor en el
pecho acompañado de una fuerte embestida que lo obligó a poner el pie de nuevo en el suelo, aquel intenso dolor le provocó lanzar un desgarrador grito. Entonces, vio un objeto
alargado, de metal y puntiagudo atravesándole el corazón. Después, éste
salió de golpe de su cuerpo.
—Davis... —susurró Nicole con una sonrisa al ver al joven detrás del mutante.
El
muti se giró para ver a su atacante. Intentó atacarlo, pero ante su reacción, el mismo filo que ensartó su corazón, le perforó rápidamente la garganta y el ojo que aún tenía intacto de un par de rápidas y potentes puñaladas cargadas con toda la ira del joven portador del arma. Para cuando el mutante quiso darse cuenta su
cuerpo ya no reaccionaba. Finalmente, la criatura se desplomó en el suelo. Davis
ayudó a Nicole a ponerse en pie antes de recoger la pistola que estaba
al lado del cadáver de Kyle. Tras observarlo unos instantes en silencio
se giró hacia Nicole, quien se encontraba en pie esperándole, ya con el
machete Kukri otra vez en mano para regresar por donde habían venido. Pero
antes de abandonar la sala, echaron un vistazo atrás. Los otros cuatro
hombres estaban junto al cadáver del mutante, mirándolo asombrados, pero
ninguno de ellos quiso ir tras sus dos asesinos.
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Karen,
Matt y Zoey se encontraban caminando por un túnel cuando el joven
decidió decirle a su compañera que había escuchado un disparo
proveniente de alguna parte.
—¿Habrá sido Davis? —preguntó Zoey.
—Es posible. Que yo sepa, él traía consigo dos pistolas. Por lo tanto, eso significaría que encontró nuestras cosas.
—Karen, ¿cómo te sientes? —dijo Zoey agarrándola de la mano, pero sin obtener respuesta.
La
mirada de Karen estaba vacía. No hablaba y caminaba como un zombi.
Tenían que estar pendiente de ella para que sobreviviera. Por si misma
le sería imposible, y seguramente lo que había ocurrido en aquella
cámara le había causado algún tipo de trauma, ya que desde aquello
parecía una persona completamente diferente a la Karen que conocían. El
trío decidió descansar en la siguiente cámara. Estaba vacía.
Ni presos ni mutantes, pero sí que había tres túneles que conducían
hacia tres sitios diferentes, aunque no sabía cuál deberían coger.
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Nicole
y Davis regresaron a la cámara donde habían encontrado sus
pertenencias. Ambos se colocaron los trajes para protegerse de la
radiación, usando Nicole el traje que debería de ser el de Kyle, y cada
uno cargó con una de las mochilas militares tras llenarlas de víveres que encontraron entre el conjunto de pertenencias robadas por los mutantes.
También rebuscaron entre las pertenencias de los presos objetos de utilidad. Nicole encontró un saco en el que metió los tres
trajes antiradiación del resto del grupo, y entre ellos, metió
cuidadosamente el hacha mientras que Davis portaba el maletín.
Más
tarde, encontraron un largo túnel semioculto por las sombras del que no
se habían percatado anteriormente, mientras volvían por donde habían
venido en busca del resto del grupo, por lo que fueron por él. Al rato,
vieron al final del túnel a Matt, quien miraba desde hacía tiempo en esa
dirección alarmado por los pasos y las figuras humanas que podía
distinguir en la oscuridad gracias a su increíble visión. Detrás de él
estaba Zoey intentando hablar con la silenciosa Karen. Davis, al ver la
figura de Matt, no pudo evitar suspirar y apretar con fuerza el asa del
maletín. Desde la revelación de Matt no le agradaba tener que mirarle a la cara.
Una vez fuera del túnel que se abría hacia la derecha,
Davis se fijó en la ropa y el rostro manchado de sangre de Matt, y en
especial, en una mordedura muy fea que tenía en el brazo. El joven
parecía cansado, pálido y estaba sudando, pero Davis intentó no hacer
notar su preocupación y pasó de largo frente a Matt, al igual que Nicole
para ir con Karen. Ambos se agacharon a mirarla, pero ésta no reaccionó
de ninguna manera al verlos. Ni siquiera al ver a Nicole.
—¿Qué le pasa? —preguntó Davis a Zoey.
—Cuando la encontramos... dos mutantes estaban abusando de ella sexualmente mientras la golpeaban...
—Dios
mío..., ¿estás bien? —preguntó Davis en voz baja a Karen mientras con
sus dedos acariciaba con ternura el triste rostro de su compañera, la
cual no dejaba de llorar en silencio.
—Desde que eso ocurrió... no ha querido volver a hablar... Está extraña… Lo que le ocurrió… nunca lo olvidará...
—Lo comprendo. Sé lo que se siente... —dijo Nicole cerrando los ojos, reprimiendo algún tipo de recuerdo.
—Espera, ¿quieres decir que a ti también...? —No llegó a terminar la frase cuando Nicole asintió lentamente con la cabeza.
Un pesado silencio cayó en el grupo, hasta que Matt lo rompió con una pregunta.
—¿Y Kyle?
—Muerto. —respondió Davis.
—Yo... lo siento... es…
No había terminado la frase cuando Davis le cortó con una carcajada seca.
—¿Lo sientes? ¿Acaso te importaba? —le preguntó sin mirarlo.
—Por
supuesto, Sa… Davis —se corrigió—. No soy tan cruel cómo crees. Puede
que en el pasado fuese un asesino, pero ahora soy diferente. Kyle era...
—No te atrevas a mencionarlo... —dijo Davis cortándole de nuevo mientras le lanzaba una mirada amenazadora.
Matt
comprendió y calló. Sabía todo el daño que había producido la verdad, y
en aquel momento, era el más odiado entre los miembros del grupo.
—Anda, sed de utilidad y ayudad a cargar con las cosas. —interrumpió Nicole.
Momentos
después, Karen, Matt y Zoey vestían con los trajes para protegerse de
la radiación. Zoey cargaba con el hacha, y encabezados por Matt, los
cinco continuaron por el túnel de la izquierda. Durante aquel tiempo
nadie se atrevió a decir nada. La tensión era tal que casi se podía
cortar. Matt y Davis habían intercambiado varias miradas rápidas, al
igual que Zoey y Nicole, así como Karen continuaba tan ausente como
antes.
Pasando por una de las muchas cámaras, llegaron a otra con otros tres túneles que se abrían en tres direcciones.
—¿Por dónde vamos? —preguntó Zoey con un suspiro.
Karen
miró hacia arriba cuando vio como un líquido transparente caía gota a
gota sobre la máscara transparente de su traje. El techo tenía varias
grietas y la pared estaba exactamente igual. El resto del grupo se dio
cuenta.
—El río pasa por encima de las galerías subterráneas. —dijo Nicole respondiendo a sus compañeros al leerles el pensamiento—.
Pero tranquilos, a pesar de las grietas, el techo aguantará.
—Eso espero. —comentó Zoey.
Matt se giró hacia atrás cuando el grupo comenzó a avanzar.
—¿Pasa algo? —preguntó Davis.
—Algo nos sigue...
—¿Cómo lo sabes?
—Tengo mis sentidos muy desarrollados.
Fue
entonces cuando un grupo de mutantes de aspecto infantil entraron por
el túnel por el que ellos habían accedido momentos atrás. Se trataba de
una docena de niños deformes que aparentaban unos doce años, todos
armados con huesos y piedras afiladas, de piel blanca, dentadura llena
de dientes afilados, diversas deformidades en el cuerpo, ojos
completamente oscuros y ataviados con un taparrabos. Matt se puso
delante del grupo para protegerlo, y a su lado, Davis con la lanza.
—Será
mejor que te retires. No quiero que te pongas en peligro. No te lo
tomes a mal, pero me estorbarías si tengo que cuidar de ti si te
hieren... —le comentó con una mirada de preocupación.
—¿Ahora te
preocupo? Déjame ayudarte. Te veo raro, agotado y no creo que con toda
tu fuerza sobrehumana puedas encargarte de estos críos estando en la condición en la que estás.
—Claro
que me preocupas, ¿por qué crees que fui a buscarte? Y te sorprenderías
de lo que soy capaz yo solo... Al fin y al cabo, soy un monstruo, ¿no es
verdad? —dijo con cierta tristeza—. Si no quieres hablar conmigo, tengo
un día... —Entonces cayó en la cuenta de que su diario también hablaba
de Zoey. Si lo leía para saber realmente lo que Matt sentía y pensaba acerca de Davis y el resto de sus compañeros, así como sobre su misión de tener que asesinarlos a todos. Pero si leía llegaba a leer aquel diario, entonces estaría ante un nuevo peligro, Zoey.
Zoey
y Nicole se acercaron a Matt y Davis armadas con el machete Kukri y el hacha,
listas para enfrentar al grupo de mutantes infantiles, pero un extraño
sonido alarmó a los mutantes quienes dejaron de gritar al grupo. Karen
estaba quitando rocas de la pared con una extraña sonrisa y la mirada
perdida.
—Por fin... podremos ser libres... —dijo sollozando.
La cueva comenzó a temblar y la grieta de la pared comenzó a expandirse hasta el techo.
—¡¡¡Corred!!! —gritó Nicole.
El
grupo echó a correr, y Davis agarró del brazo a Karen para llevársela
con ella, pero ésta se resistió y se liberó de él. Éste la observó con
una extraña mirada. Un ``¿por qué?´´ se expresó en su rostro.
—Lo
siento. Ya, ya... no puedo seguir, Sace... —dijo llorando—. Iros
vosotros, pero al fin y al cabo, moriréis fuera. ¿Por qué no acabar aquí
con toda esta mierda de vida? No intentes nada. Todo acabó para mí. Es
decisión mía, y si no huyes rápido con el resto acabarás muriendo
ahogado.
Davis comprendió y asintió con la cabeza con una profunda tristeza.
—Lo siento. Ojalá pudieran acabar mejor las cosas, Karen...
Davis
salió huyendo. Karen se dio la vuelta y caminó hacia el centro de la
cámara mientras chorros de agua comenzaban a penetrar entre las grietas
del techo. Los mutantes gritaron al unísono antes de saltar sobre ella.
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El
grupo corría por el túnel, el cual estaba ligeramente empinado, cuando
escucharon un grito de Karen en la lejanía, pero ninguno quiso mirar
atrás. Tan sólo querían correr. En unos minutos, escucharon el techo
desplomarse y un gran torrente de agua contaminada comenzó a entrar,
recorriendo e inundando las cámaras y los túneles, ahogando presos y
mutantes a su paso.
El grupo salió del túnel y atravesaron
diferentes cámaras y túneles aleatorios. Mientras corrían por una de las
salas, del techo se descolgó una mutante femenina cortándoles el
camino. Sin duda alguna, por su rostro deformado y ensangrentado, se
trataba de la mutante de la que Matt se había intentado librar a base de
golpearle la cabeza contra una roca cuando fue a liberar a Davis y
Nicole.
—¡¿Sobrevivió?! —dijo Matt asombrado.
A la mutante
se le hinchó el cuello mientras echaba el cuerpo hacia atrás. Después,
se echó violentamente hacia delante abriendo la boca y expulsando un
proyectil líquido. Se trataba de su propio ácido estomacal. Matt lo
esquivó por los pelos. Si le hubiera dado, le habría echado a perder el
traje para protegerse de la radiación.
—¡¡¡Maldita Zorra!!! —exclamó Matt enfadado y preparado para acabar con ella de una vez por todas.
El
joven cada vez se sentía peor. Tal vez esa mordedura tenía algo que
ver, pero ya había sido mordido en otras ocasiones y nunca le había
ocurrido nada. Él tenía en su cuerpo el Agua Gris, y por lo tanto, no le
afectaba en absoluto, pero aquella vez la diferencia era que lo había
mordido un mutante, vertiendo e infectando la herida con su saliva, y
además, se encontraba en un área en el que la radiación era muy alta en
el exterior.
El grupo se encontraba en peligro por aquella
mutante sedienta de sangre y venganza que escupía ácido cuando Matt
comenzó a sentirse mareado. Notaba que su temperatura corporal aumentaba
al igual que su cansancio. Aun así, éste se puso delante de sus
compañeros para enfrentarla, aunque debía tener cuidado con sus
proyectiles de ácido. Si uno solo alcanzaba alguno de los trajes ya no
habría forma de salir al exterior sin exponerse a la alta radiación...
Cuando
el joven iba a lanzarse a atacarla, se detuvo al ver como uno de los
dos mutantes que había abusado y agredido a Karen entró en la sala,
acompañado por seis mutis de aspecto infantil que habían sobrevivido al
torrente de agua, y que los seguían trepando por el techo. El grupo se
vio acorralado contra la pared por aquellos ocho mutantes.
—¡¿Qué hacemos ahora?! —preguntó Zoey agarrando con fuerza el mango del machete justo cuando su espalda chocó con la pared.
Era imposible que Matt se ocupara de todos ellos a la vez sin que alguno resultara herido o muerto.
—Joder... —maldijo Matt por lo bajo ante la situación.
Davis
vio en la expresión de Matt la gravedad de la situación. Sabía que él
solo no podría encargarse de todos sin poner a alguno en peligro, y tras
extender su lanza, se colocó al lado del joven en posición defensiva.
El grupo se fue acercando a los humanos poco a poco entre gritos y
gruñidos amenazadores, pareciendo que todo estaba perdido cuando ya
estaban unos pocos metros del grupo, a punto de ejecutarles
violentamente con sus manos.
—Esperad un poco más. Cuando estén
más cerca tenemos que atacar rápido y de forma certera a algún punto
vital del cuerpo. Si cualquiera de nosotros fallamos un solo ataque…
—aconsejó Nicole sabiendo que a pesar de parecer lentos eran más rápidos
de lo que parecían atacando, y dando a entender que si cualquiera
fallaba un solo golpe, el coste de aquel error sería muy alto.
Poco
a poco, los ocho mutantes se fueron acercando al grupo a paso lento
pero decidido, acorralándolos contra una pared rocosa. Los cuatro
supervivientes, con las armas alzadas y dispuestas para atacar
intercambiaron unas rápidas y posibles últimas miradas entre ellos.
—Estamos juntos en esto, chicos... —comunicó en voz baja Davis a sus compañeros—. No hemos llegado tan lejos para morir aquí...
El joven agarró con fuerza la lanza por ambos
extremos mientras presionaba los dientes con fuerza, tras haber dejado
el maletín en el suelo. Sus compañeros, intuyendo el movimiento de su
compañero, se pusieron en posición defensiva. Las chicas soltaron las
mochilas, y flexionaron las piernas mientras agarraban sus armas
fuertemente por el mango. Ya a unos escasos metros y casi acorralados a
la pared, la mutante soltó un grito agudo con todas sus fuerzas y
emprendió junto al resto de los suyos una carrera hacia el grupo.
—¡¡¡Atacad!!! —gritó Davis al tiempo que salía junto a sus compañeros al encuentro de los mutantes.
Davis,
en un abrir y cerrar de ojos, haciendo movimientos básicos con la lanza y bajo los efectos de la emoción de aquella última batalla
por alcanzar la salida, lanzó una serie de rápidos golpes con el arma
blanca usando ambos extremos, dando giros medios o completos a la lanza
empleando ambas manos, y soltando un grito de rabia por cada golpe
fallido o certero que lanzaba al ser que había martirizado a Karen
mediante abusos y palizas.
—¡¡¡Dispersaros!!! ¡¡No dejéis que os
acorralen!! ¡¡¡Ganad espacio entre vosotros y la criatura!!! —gritó
Nicole con el corazón en un puño lanzando una y otra vez veloces y
letales machetazos hacia los infantes mutantes que la intentaban
acorralar.
Zoey descargó con un poderoso grito un hachazo en el cuello de uno de los infantes. —¡¡¡No
podemos morir aquí, no después de todo por lo que pasamos!!! —comunicó a voces a sus compañeros mientras trataba por todos los medios
esquivar las huesudas y duras mini garras que emergían de los nudillos
de algunos infantes, a la vez que evitaba que estos no saltasen a su
espalda—. ¡¡¡Me niego a morir aquí!!! ¡¡¡Malditos hijos de puta!!!
—expresó con rabia a la vez que amputaba el brazo de uno de esos
pequeños mutis.
—Tengo que sacarlos a todos con vida. —pensó Matt mientras esquivaba con una
agilidad impresionante los proyectiles ácidos de la mutante al tiempo
que se acercaba a ella.
—Kyle. Karen. Es mi culpa. Fui un inútil.
Si tan sólo no me hubiera alejado del grupo. Si tan sólo hubiera sido
lo suficientemente fuerte, no me habrían capturado, y con ello tampoco a
mis compañeros... Si me hubiera quedado con ellos en vez de alejarme
para inspeccionar... Si no lo hubiera hecho... —pensó Davis—. ¡¡¡Kyle y
Karen seguirían con vida!!! —gritó clavando uno de los extremos de la
lanza en el abdomen de la criatura, la cual emitió un gritó muy grave
que resonó por la cueva.
Entonces, uno de los infantes saltó a la
espalda de Nicole y abrió la boca por completo dispuesto a arrancarle
un pedazo de carne del cuello, y con ello también destrozarle el traje,
pero la joven lo agarró de inmediato de los brazos, lanzándolo hacia
delante contra el infante que se disponía a acabar con ella mientras el
de su espalda la distraía.
—¡¡¡No moriré aquí!!! —gritó la joven mujer mientras mil y una imágenes de todos los horribles momentos que había
vivido recorrían fugazmente su cabeza, entre ellas, las muertes de Nick y
Débora. —¡¡¡Quiero vivir, quiero salir de aquí, empezar una nueva vida
al lado de mis nuevos compañeros, tener una oportunidad más de vivir y
aprovecharla al máximo!!! —gritó Nicole al tiempo que corría hacia los
dos infantes, los cuales habían caído uno encima del otro—. ¡¡¡Por Nick y
por Débora, tengo que salir de aquí y vivir la vida que ellos no
pudieron, libre, fuera de este infierno y junto a mis camaradas!!!
—gritó la joven con los ojos llenos de lágrimas. Se acercó a los mutis y
estos la miraron, sin darles tiempo a reaccionar. Nicole, agarrando el
largo, ensangrentado filo del machete hacia abajo y por encima de su
cabeza, empaló con todas sus fuerzas a ambos infantes al tiempo que
lanzaba con todas sus fuerzas un grito de rabia.
Zoey acabó con
el último de los tres infantes sacando la hoja del hacha del su cráneo, y
jadeando de cansancio, miró a Nicole, quien sacó de nuevo el
ensangrentado machete y se encontró con la mirada de esta.
Los
gritos de la mutante femenina y el mutante masculino atrajeron la mirada
de ambas mujeres. Matt había ejecutado un letal rompecuellos a la
mutante, la cual tenía todo el cuerpo lleno de serios moratones y
ensangrentado. El joven se había ocupado de romperle los huesos de las
piernas y los brazos para que quedara arrodillada e inválida antes de
que todo acabara con un sonoro sonido de su cuello rompiéndose rápida y
violentamente. Al mismo tiempo, Davis había sacado del cráneo del
mutante la punta de la lanza, todavía con la adrenalina y los sentidos a
flor de piel, al tiempo que jadeaba velozmente.
—¡¡¡Salgamos de
aquí!!! —gritó Zoey al notar como una enorme grieta comenzaba a
expandirse por el techo, soltando arena y pequeñas piedras. El grupo
cogió rápidamente las mochilas y el maletín mientras todo comenzaba a
venirse abajo. Corrieron todo lo que pudieron mientras escuchaban
grandes rocas desprendiéndose y el murmullo del agua, a la vez que
observaban de fondo una tenue luz al final del túnel que recorrían. El
grupo salió de la cueva a toda prisa mientras los cinco mutantes que aún permanecían vivos, aunque heridos los perseguían, pero en vano no lograron cazarlos. Nada más salir el último, Davis,
la entrada quedo totalmente bloqueada ante el derrumbamiento, pese a que pequeños chorros de
agua consiguieron abrirse paso entre los diminutos huequecitos de las
rocas que tapaban la entrada a los túneles.
Los cuatro habían
conseguido salir al exterior, al bosque. Ya había caído la noche. En el
cielo nocturno, la luna llena estaba en lo más alto, y una niebla no muy
densa había cubierto todo el lugar.
—¡Por fin salimos! —dijo aliviada Zoey con un profundo suspiro.
Nicole,
con una sonrisa, comenzó a mirar al cielo, al suelo, a los árboles y a
todo lo que la rodeaba sin ser incapaz de creer que por fin había
escapado de aquel infierno.
—Sí, Zoey, por fin, pero ya es de
noche. Por desgracia, no podemos descansar. Tenemos que seguir hacia
nuestro objetivo. Aquí somos presas fáciles para los zombis.
Entonces,
Davis se percató de que Matt estaba arrodillado en el suelo, respirando
de forma lenta. Enseguida, las chicas se dieron cuenta de la extraña
posición de Matt. Cuando Davis iba a decirle algo, este se desplomó en
el suelo.
—¡¿Qué le ocurre?! —preguntó Zoey alarmada al tiempo que Nicole y Davis se acercaban al joven.
El rostro de Matt parecía agotado. Presentaba ojeras, se encontraba más pálido de lo normal, estaba sudando y jadeando…
—Parece que está enfermo... —dijo Nicole—. Deberíamos atenderle.
—Yo
me puedo ocupar. Tenemos medicamentos y sé primeros auxilios, pero para
quitarle el traje tiene que estar en algún lugar con niveles de radiación inferiores a los de este bosque por lo menos, o si no, la alta
radiación de la zona lo quemará, matándolo en poco tiempo. —comentó
Zoey.
—Y la ciudad más cercana está todavía algo lejos. No sé si
aguantará el tiempo suficiente. Tenemos que llegar a una ciudad
desconocida para nosotros y buscar algún sitio seguro si es que aún lo
hay. En ese lapso de tiempo, podría... —Nicole fue interrumpida de inmediato.
—¡¡No hay tiempo, Nicole!!! ¡¡¡Agarra el maletín!!! —dijo el joven entregándoselo a ésta y cargando con Matt a sus espaldas.
—¿Qué vas hacer? —quiso saber la rubia.
—Cambiamos
temporalmente de objetivo. Tengo que encontrarlos. Es la única forma de
que podamos atender a Matt... —contestó el joven mientras comenzaba a
avanzar.
—¿Encontrarlos? ¿A quiénes? —pregunto Zoey mientras ella y Nicole le seguían.
—Os
lo explicaré por el camino —dijo el joven—. Sé que es difícil, pero
espero que todavía sigan habitando por las cercanía de Mississauga, o si
no, será imposible hacer algo por Matt.
#Sacedog