La calma y quietud de aquella noche tan solo era interrumpida
ocasionalmente por los silenciosos pasos del grupo. Los jóvenes se
desplazaban con suma cautela mientras que a hombros llevaban los
bártulos que les había dado tiempo a recoger antes de la huida del
hospital. La ambulancia que usó el equipo para escapar del edificio
carecía de mucho combustible y apenas unos kilómetros después del inicio
del trayecto, el motor murió inexorablemente, quedando así el grupo
abandonado en tierra de nadie. Habían pasado ya un par de horas desde
que pusieron sus pies sobre el árido suelo y comenzaron su empresa:
necesitaban hallar un refugio lo antes posible.
El paraje por el
que marchaban se encontraba sumido en la más oscura de las penumbras.
Tan solo la tenue luz de la luna iluminaba el camino a seguir. El joven Adán se frotó con lentitud sus pequeños y vivarachos ojos, miró a su hermana y, con voz somnolienta inquirió:
—¿Cuándo vamos a llegar? estoy un poco cansado de andar tanto.
Eva le observó con ternura y respondió:
—No te preocupes cariño. No creo que quede mucho para encontrar algún sitio decente. Tan solo aguanta un poquito más ¿vale?
Adán le regaló una de sus encantadoras sonrisas en señal de aprobación y continuó caminando con un poco más de entusiasmo.
Detrás de ellos se encontraba la joven Florr ensimismada en lo más profundo de sus pensamientos.
La
muchacha no lograba sacar aún de su cabeza el hecho de que Puma
estuviese enfermo. En realidad le resultaba inconcebible que alguien
como él, la dureza en persona, el único hombre capaz de poner su vida en
riesgo por ella corriese tal peligro. Ahora más que nunca debía
brindarle su ayuda. No abandonaría a su hermano, lo apoyaría en todo lo
que necesitase. Tras un par de minutos más siguiendo el camino en la
más absoluta quietud, un extraño sonido llegó a los oídos de todo el
equipo. Puma indicó mediante un ademán que comenzaran a desplazarse
agachados para evitar ser vistos en el caso de que se tratase de alguno
de aquellos podridos, o tal vez algo peor.
Al peculiar ruido se le sumaron unos pasos pesados y vacilantes que terminaban de romper la tranquilidad del entorno. Puma
detuvo por completo el paso del equipo mediante señales y avanzo él
solo a ras del suelo hacia la posible fuente del sonido. Pronto encontró
lo que buscaba...
Un podrido con la ropa hecha jirones
destrozaba el cadáver de lo que parecía haber sido un hombre de mediana
edad. Lo único que permanecía intacto de la pobre víctima eran sus ojos
vidriosos y lastimeros clamando un auxilio que nunca llegó. El
corazón de Puma dio un ligero vuelco cuando sintió en su hombro el tacto
de una mano. M.A le había alcanzado y ahora se encontraba justo a su
izquierda. A continuación, el rubio siguió adelante hasta que se
colocó justo ante la espalda del monstruo, todo ello bajo la atenta
mirada de Puma. El lisiado asestó una bestial cuchillada en el
cráneo del muerto. Un fluido oscuro y espeso brotó de la herida recién
hecha. Aquel energúmeno quedaría inmóvil para siempre. A continuación, el rubio regresó con una expresión triunfal en su rostro y, dirigiéndose a Puma dijo entre susurros:
—No soy tan inútil después de todo ¿eh?
La
expresión de acritud de Puma cambio súbitamente a la de sorpresa. En
menos de tres décimas de segundo el joven había apartado al lisiado de
un empujón. M.A, algo desorientado tras caer al suelo se percató
de que el pelinegro acababa de salvarle de acabar bajo tierra. Una de
aquellas bestias infectas se le había acercado silenciosamente por
detrás y ahora estaba a punto de abalanzarse sobre Puma. Devolviéndole
el favor a su salvador, el rubio propinó una patada baja al zombie
haciéndole caer de espaldas.
Tras haber vuelto a recuperar por
completo la visión del entorno, el anteriormente conocido como general
contempló una escena que lo dejó helado. Frente a ellos avanzaba con lentitud una jauría de aquellas aberraciones de la naturaleza. Los
seres hacían gala de una tez grisácea insana. En sus cuencas se
hallaban aquellos ojos desprovistos de cualquier ápice de vida. Hombres, mujeres y niños se dirigían hacia la posición del grupo como si de una marcha mortuoria se tratase.
Ante
la situación, Puma y M.A se reincorporaron súbitamente y se dirigieron
de nuevo hacia el grupo con la mayor rapidez posible, dejando atrás al
podrido que aún se hallaba desorientado en el suelo.
—Debemos tomar
una desviación inmediatamente. No es recomendable seguir hacia
adelante.—Espetó el pelinegro recuperando su semblante sereno.
Inma avanzó un paso y, como si pudiese leer en los ojos de Puma, contestó nerviosa
—Hay más de esas cosas adelante ¿verdad?
Al oír aquello, Adán se abrazó instintivamente a la pierna de su hermana un poco asustado.
Puma, cabizbajo le respondió.
—Tal vez. En cualquier caso es mejor que nos dejemos de cháchara ahora mismo y que empecemos a movernos.
Dichas
las últimas palabras, el pelinegro comenzó a caminar a paso ligero por
el sendero de tierra situado a su derecha mientras que el resto seguía
su ejemplo. Crow se adelantó hasta alcanzar a su general y comenzó a cuchichear algo inaudible para el resto del grupo.
Davis
caminaba con bastante dificultad y en ocasiones sus pasos vacilaban,
pero era capaz de mantener el ritmo. El muchacho se apartó un instante
de su compañera Nicole y aceleró levemente mientras que respiraba de
forma fatigada para colocarse justo al lado de M.A. De forma repentina, inició una conversación con él.
—Creo
que aún no he tenido la oportunidad de agradecerte el que me hubieses
puesto a salvo de aquel mutante. Sin ti posiblemente no lo habría
contado. Gracias.—Dijo Davis mientras le tendía la mano.
El lisiado esbozó una ligera sonrisa mientras le estrechaba la mano.
—No
fue nada, pero he de reconocer que eres un poco idiota. Tal vez tengas
razón y esa piedra de Payne esconda algo más de lo que a simple vista
aparenta, pero por muy importante que sea, prefiero mil veces que te
mantengas de una pieza. Así que olvídate de arriesgarte de nuevo de esa
forma ¿queda claro? — Respondió M.A a la par que asía el brazo de su
compañero y lo colocaba sobre su propio hombro, facilitándole así la
caminata.
Tanto el comentario como las acciones del rubio
hicieron aflorar en el interior de Davis una sensación de comodidad y
calidez que no había logrado hallar anteriormente con ninguno de los
miembros del grupo.
Por muy impulsivo que fuese aquel chico, no era
mala persona. Se podía percibir a kilómetros. Tal vez podrían llegar a
ser amigos, o lo que es más, es posible que algún día viese en aquella
peculiar pandilla a ''su familia''. El herido había olvidado casi por
completo el significado de aquella palabra y aunque no solía pensar en
ello a menudo, es cierto que en lo más profundo de su interior anhelaba
formar parte de una.
Un poco más atrás, Nicole sonreía satisfecha
al percatarse de lo bien que se estaba desenvolviendo su compañero. Tal
vez el incidente de los mutantes en el hospital había servido para
afianzar un poco más los lazos existentes entre los miembros del grupo. Notaba como un extraño halo de bondad rodeaba del equipo.
Puma
mostraba una actitud ligeramente más afable con el resto. Parecía como
si aquella máscara de indiferencia tras la que se ocultaba se hubiese
roto. Incluso aquel impertinente de Crow parecía estar mucho más calmado que de costumbre. Estaba contenta de que por una vez algo saliese a pedir de boca.
—¿Qué es eso? —Dijo Maya señalando con el dedo hacia un edificio que había pasado desapercibido.
El resto del grupo aguzó la vista hasta lograr ver la construcción en cuestión con mayor claridad.
—Parece un...bloque de pisos .—Contestó Nicole algo dubitativa.
Avanzaron con un poco más de rapidez hasta que por fin se hallaron frente a frente con el edificio en cuestión. Parecía ser la única edificación que había sobrevivido al inevitable y cruel paso del tiempo.
El resto de los inmuebles cercanos se hallaban en un estado ruinoso: Techos destrozados, muros arrasados, cimientos devastados... Sin embargo y por suerte para todos, no era el caso de esta construcción. El
color crema de la fachada se encontraba corrompido por un extraño moho y
la estructura, aunque vieja en apariencia, seguía siendo resistente. Un viejo portón anaranjado se alzaba frente a Puma, quien en ese momento se giró hacia el grupo.
—¿Qué os parece este sitio?
—A estas alturas tampoco es que tengamos muchas opciones entre las que escoger ¿no? —Contestó Inma con pesadez.
El pelinegro dirigió su mirada al resto de los integrantes, quienes asintieron sin contemplaciones. Acto seguido Puma echó mano de su arma y tras desenfundarla empujó la puerta delicadamente. Esta se abrió sin ningún problema salvo por un molesto chirrido.
—Podéis ent...—dijo Puma antes de ser interrumpido repentinamente.
Una gran cantidad de piedras cayeron desde el techo golpeando el cuerpo del pelinegro con vehemencia y avidez. Inmediatamente resguardó la cabeza bajo sus brazos esperando a que aquella incesante y dolorosa lluvia terminase. Finalmente cayó el último guijarro y tras esto, pudo apartar ambas extremidades de su rostro. Se
encontraba algo mareado y sentía los brazos un tanto entumecidos, pero
por lo demás estaba en perfectas condiciones a su parecer.
Florr junto con Crow se abrieron paso a empujones entre la gente hasta llegar a Puma.
—¡Hermano! ¡dios mío! ¿te encuentras bien? — Inquirió Florr con gran preocupación.
Puma se negó a responder y se limitó a señalar al techo con la barbilla.
Un
complejo sistema de poleas que conectaba la puerta con una red que
sostenía las rocas se había activado y en consecuencia, la red se
descolgó del techo dejando caer las piedras.
Maya entró con cautela en la estancia y acto seguido se dirigió a Puma.
—La
próxima vez deberías andar con más cuidado. Que no sientas dolor no
quiere decir que seas inmortal. —Comentó la joven con total seriedad.
Tras
la castaña, el grupo de muchachos terminó de entrar y mientras esta
desempeñaba su labor como enfermera , Eva se acercó para comprobar el
estado de Puma. En esos instantes el resto del grupo inspeccionaba con sumo cuidado el recibidor del edificio.
—Deberíamos andarnos con ojo por si hay más trampas. Sería lo mejor. —Afirmó Puma.
—¿Acaso
no sería más sensato salir de aquí inmediatamente? no pienso
arriesgarme a que me vuelen la cabeza por hacerte caso. — Dijo el rubio
histéricamente.
—No podemos hacer nada más. Es arriesgarnos o dejar que nos devoren esos monstruos.
Aquí dentro tendremos más posibilidades de sobrevivir. — Respondió concluyente Puma.
M.A miró con resignación al pelinegro y se limitó a asentir de forma forzada.
La zona se encontraba en un estado bastante decente. Las
paredes estaban pintadas de un reluciente color cobre que refulgía con
intensidad y las lámparas, aunque repletas de telarañas brillaban con
gran esplendor. La estancia no había perdido su antigua belleza.
Siguiendo recto se encontraba una solitaria portería, abandonada hace ya mucho aparentemente.
A la derecha se podían apreciar unas escaleras llenas de suciedad mediante las cuales se ascendía a los pisos superiores. Inma
se acercó cuidadosamente a la portería para revisarla detalladamente.
Asomó la cabeza a través del ventanuco de esta y se topó con un revólver
y un par de balas desperdigadas sobre una vieja mesa de madera. En ese
momento, la chica anunció.
—¡Mirad lo que he encontrado!
Teniendo un mal presagio, Maya corrió hacia su prima mientras que esta última dirigía su mano hacia el arma. Un
brillante hoja apareció de ninguna parte dispuesta a cercenar la mano
de la joven chica. Por suerte, la castaña apartó a Inma bruscamente
evitando así el trágico suceso.
La cuchilla acabó clavada
limpiamente sobre la superficie de la mesa, levantando una gran
polvareda de virutas que quedaron flotando en el ambiente:
-Inma, por favor, ten más cuidado.-Dijo Maya con la respiración entrecortada a causa de la carrera.
La prima se limitó a asentir aún conmocionada por el suceso.
A continuación, Maya comentó agitadamente al pelinegro desde el suelo.
—¿De verdad es buena idea que nos quedemos en este lugar?
—Como
bien ha dicho tu prima, no hay otra alternativa. Debemos seguir. —
Respondió el antiguo general con cierta mansedumbre hacia la situación.
Maya
asintió con un ápice de preocupación, sin embargo esta desapareció
cuando miró a su prima nuevamente, quien le dedicó una sonrisa de
agradecimiento. Ambas se reincorporaron con ayuda de Nicole, quien ofreció su mano amistosamente. Una
vez que todo hubo vuelto a la calma, el resto del grupo subió a través
de las escaleras con mucho cuidado, vigilando cada centímetro que
pisaban ya que podría tratarse de una trampa.
Una vez que alcanzaron el primer piso se hallaron frente a dos robustas puertas de madera. Parecían ser muy resistentes. Florr
se acercó a una de ellas y comenzó a inspeccionarla con cierto interés,
manteniendo siempre cierta distancia para evitar cualquier incidente. El resto del grupo se limitó a observarla con cierta curiosidad.
Finalmente,
la mirada de la hermana del pelinegro se centró en la zona baja de la
puerta. La chica se agazapó y acercó los dedos a una especie de hilo
exageradamente fino, casi imperceptible a ojos humanos.
Acto seguido la muchacha se irguió y comentó en voz alta.
—Yo no entraría aquí. Hay otra trampa.
—De la misma forma que en el resto de apartamentos.
Una voz ronca y cansada inundó todo el bloque. En
aquel preciso instante todos los miembros del grupo se pusieron en
guardia al no saber a quién podría pertenecer las palabras escuchadas. Unos pasos comenzaron a resonar con pesadez escaleras abajo.
Aquel traqueteo de pasos casi mecánicos se hizo eterno hasta que, por fin, la enigmática figura hizo su aparición.
—Es curioso. Pensé que habría muerto al menos uno de vosotros. Os he subestimado parece ser.
Se trataba de un hombre de unos cuarenta y muchos, de tez pálida, facciones afiladas y ojos azulados penetrantes. Sus
largos cabellos plateados estaban recogidos en una coleta y lucía una
espesa barba grisácea que le confería un semblante aún más serio si
cabe. Iba vestido con una camisa de color beis y unos tejanos algo desgastados por el paso de los años.
Instintivamente,
todo el equipo desenfundaron sus armas y comenzaron a apuntar a la
cabeza del recién llegado sin vacilar ni un instante. Por su parte Adán
retrocedió unos pasos ante la posible amenaza. El del pelo
plateado ladeó ligeramente el rostro hacia la derecha e inesperadamente,
recorrió la distancia que le separaba de Florr a una velocidad
sobrehumana para posteriormente quitarle la pistola y reducirla mediante
una llave. La joven no paraba de retorcerse en el suelo tratando de escapar de su atacante, quien no la soltaba.
Al
ver la situación en la que esta se hallaba, los muchachos reaccionaron
sin pensárselo dos veces acercándose velozmente a su contrincante. Sin
embargo, Puma fue más rápido que ellos y este acabó encarándose con el
enemigo. El de cabellos plateados al encontrarse concentrado en someter a la joven no predijo la brutal patada que recibió en su cráneo.
Una vez hubo pasado el peligro, el pelinegro ayudó a Florr a reincorporarse con cuidado. El antiguo general se acercó al cuerpo del atacante y mientras le apuntaba a la cabeza, espetó con una frialdad impávida.
—Si vuelves a tocarle un pelo a mi hermana, me encargaré personalmente de que sufras muchísimo...
Florr
se encontraba siendo tratada bajo las atentas miradas del resto del
grupo mientras que algunos como Crow y M.A habían avanzado y al igual
que Puma, dirigían el cañón de su arma al atacante.
—Deberíais tener más respeto por vuestros mayores.—Dijo el transeúnte sereno desde su posición en el suelo.
El
de cabellos plateados se reincorporó en un abrir y cerrar de ojos y
comenzó a estudiar en detalle a todos los supervivientes mientras que
estos vigilaban los movimientos de su adversario.
—¿Quién eres y por qué intentas matarnos? —Interrogó Davis con entereza.
El individuo misterioso echó a reír irremediablemente mientras negaba de un lado a otro con la cabeza. Caminaba lentamente hacia su interrogador hasta que se colocó a un palmo de su rostro. La expresión burlesca del desconocido se tornó ligeramente más fría en cuestión de segundos.
—Es
muy simple. Irrumpís en mi casa y encima me acusas de intentar mataros.
Ha sido por vuestra culpa, no la mía. Esas trampas no estaban puestas
expresamente para vosotros sino para todo aquel que resultase un
peligro. Con los tiempos que corren uno debe de tener cuidado.
En aquel preciso instante, Maya dio un paso al frente y dirigió su mirada al extraño. —Lamentamos este malentendido. No queremos problemas. Tan solo buscábamos un lugar en el que poder pasar la noche. Sé que hemos empezado con mal pie pero si pudieses ser benevolente con nosotros, te lo agradeceríamos enormemente.
El desconocido entrecerró los ojos mientras acariciaba con suavidad su barba. Transcurrieron unos eternos segundos hasta que por fin se dignó a hablar.
—Se
te ve bastante espabilada. Lo primero son los modales. Bueno...como
comprenderás tengo que pensármelo. Sería muy confiado por mi parte si
permitiese que os quedaseis sin más.—en ese momento lanzó una mirada
viperina a Puma.— Además, tenéis armas ¿quién dice que no intentaríais
matarme mientras du...
—Ese no es nuestro estilo.—Respondió inmediatamente Davis antes de que el individuo diera rienda suelta a sus divagaciones.
El interlocutor quedó pensativo y, tras unos instantes dijo finalmente.
—Mmh...seguidme.
Acto
seguido el individuo comenzó a andar escaleras arriba seguido por las
miradas del resto del grupo. Un extraño sentimiento de odio hacia ese
personaje afloró en el interior de cada uno de ellos. Tal vez fuese su
sola presencia la cual desprendía repugnancia por doquier. Los chicos comenzaron a subir lentamente sin bajar la guardia en ningún momento
El de cabellos plateados frenó su marcha bruscamente habiendo dado tan solo un par de pasos.
—Se me olvidaba. Podéis llamarme Hawk.—Dijo enmarcando una taimada sonrisa en su cara.
Casi
de forma accidental, el antiguo asaltante posó su mirada sobre Adán,
quien no paraba de mirarlo con sus profundos e inocentes ojos. Este
hecho desconcertó por completo al de cabellos plateados. Durante unos
instantes se pudo percibir en su rostro lo que parecía ser una casi
imperceptible sonrisa.
Tras unos segundo, sacudió su cabeza levemente y continuó su paso algo desorientado.
Hawk fue el centro de todas las miradas durante la escasa caminata, que finalizó en el sexto piso.
Con
ligereza, abrió la puerta de la izquierda, procedió a entrar en la
estancia y mediante un gesto indicó que el resto entrase en el
habitáculo junto con él. La habitación estaba bellamente decorada
con cuadros, varios sillones, sofás de apariencia confortable y una
enorme mesa alrededor de la cual había dispuestas varias sillas de
madera. Cabía destacar que una hermosa lámpara de araña pendía del techo con un aire impoluto.
Hawk tomó asiento en uno de los sillones que le permitían tener una visión periférica de todo el grupo.
Solo había una puerta más en el habitáculo, y era la que se encontraba justo a su espalda.
Tras cabizbajear un instante, se dirigió con voz imperativa al resto del grupo.
—Como
antes he escuchado ya de boca de vuestra amiga, necesitáis donde pasar
la noche. Antes que nada dejaré muy claro que no soy vuestro amigo ni
tengo muchas intenciones de serlo. Esto es tan solo un pacto que puede
beneficiarnos a ambas partes. Estoy dispuesto a...
—¿Cómo coño te movías tan rápido? —Dijo Florr entre una mezcla de temor y rabia, interrumpiendo así al cabellos plateados.
El
semblante de Hawk se volvió a tornar oscuro. En ese momento la hermana
del antes conocido como ''general'' sintió como si alguien la matase
lentamente desde dentro.
—Eso no os incumbe a ninguno. —Dijo respondiendo con voz áspera y ruda.
Un incómodo silencio se hizo con la estancia. La tensión se podía cortar con un cuchillo.
—Bueno,
volviendo al asunto de antes...sí, os permitiré quedaros. Sin embargo
deberéis hacer algo por mí mañana. Es bastante fácil a simple vista,
pero no os confiéis.
Aunque no me caigáis del todo bien, tampoco quiero que acabéis hechos trizas. Básicamente
debéis bajar al sótano y encontrar un colgante portafotos. Es de oro,
muy brillante, así que os será fácil reconocerlo.
Algunos de los presentes quedaron sorprendidos ante la absurda petición de Hawk. Casi parecía un juego de niños... En ese momento, como si supiese lo que circulaba por la cabeza de los presentes, el cabellos plateados comentó.
—No os penséis que es tan fácil como parece. De serlo lo habría hecho yo mismo, tened en cuenta eso.
—Tan
solo necesitamos pasar aquí una noche ¿por qué no nos lo permites y ya
está? no tenemos intenciones de hacer ruido y mucho menos de molestar
más, por favor.—Dijo Davis en tono sosegado.
—No me gustan tus
bromitas. No quiero que nadie esté en deuda conmigo ni viceversa. Como
vosotros, yo también necesito sobrevivir.- Respondió Hawk en tono
taciturno — No os voy a dar más detalles. Si no aceptáis ya podéis iros
por la puerta.
Davis se limitó a asentir algo resignado y con un aire cabizbajo. M.A y Florr quedaron callados a duras penas. No habían muchas más opciones disponibles.
—Bueno,
creo que deberíais iros a dormir ya. Mañana os espera un día duro.
Descasaréis en este salón. Eso es todo y...¡ah! y ni se os ocurra pasar
de aquí —Dijo Hawk concluyendo la conversación a la par que señalaba la
puerta situada a su espalda.
Acto seguido se levantó de su
asiento y comenzó a desplazarse con pasos rápidos hacia la puerta que
había señalado anteriormente. Posó su mano sobre el pomo y lo giró
lentamente.
—Por cierto ¿has visto pasar por aquí a un hombre con
un maletín? Es bastante mayor y viste una bata blanca... —Preguntó
Puma, imperturbable.
Hawk detuvo sus pasos de forma desapacible, como si algo acabase de asestarle un duro golpe.
—Mmh...es...es posible...si os interesa tal vez os hable acerca de ello una vez que hayáis vuestra parte del trato.
Esas
fueron sus últimas palabras antes su silueta se desvaneciese en la
oscuridad y la puerta de madera rectangular se cerrase tras él con
delicadeza... Sabía algo, era más que obvio. Sus palabras aún
resonaban con ese aire misterioso en la estancia. Las mismas palabras
que habían dejado al grupo en un suspense letal.
—Menudo idiota...me encantaría patearle la cara... — Dijo Florr a regañadientes.
—No
nos conviene hacerle enfadar. Lo mejor es no discutir y mañana por la
mañana ya veremos lo que hacemos. —Dijo Nicole haciendo uso de razón.
—Pero el viejales aún sigue ahí fuera con el maletín ¿qué podemos hacer?—Replicó Florr subiendo ligeramente su tono.
—Florr,
tranquila, dudo que Payne esté huyendo en este preciso instante.
Seguramente también habrá buscado un escondite donde refugiarse, como
nosotros. —Dijo Inma intentando de ser amable.
Maya se sorprendió
interiormente al percatarse de que su prima estaba intentando relajar a
Florr. La muerte de Dyss había supuesto un golpe muy duro para ambas. El
falecimiento de un familiar tan cercano es algo imposible de superar en
tan poco tiempo. Ni ella misma lo había logrado del todo aún. Sin
embargo, al observarla hablar parecía como si hubiese aislado aquel mal
recuerdo para ofrecer su mejor apoyo a la hermana de Puma. Se sentía muy orgullosa de ella.
—Está bien, tienes razón. En fin, que solo sea por esta noche y ya.—Dijo una derrotada Florr.
En
ese momento, sintió a la perfección como una mano se posaba suavemente
sobre su hombro. Instantáneamente se giró y encontró los oscuros ojos de
Puma mirándola con aprobación y una pizca de felicidad. Casi parecía
estar dedicándole una sonrisa con su alma. Para ella aquello supuso un gran triunfo y no pudo evitar sentirse embriagada por una felicidad casi desconocida.
El
resto de los chicos parecieron darse cuenta de lo que acababa de
ocurrir. Aquella distensión por parte de Puma era buena señal:
—Señor,
yo me encargaré de la guardia, no permitiré que ese hijo de puta nos
rebane el cuello mientras dormimos— Dijo Crow en tono marcial.
—No
te preocupes, Crow. Nosotros lo necesitamos a él, pero él también nos
necesita a nosotros. No logra disimularlo. Deja de llamarme señor. Por
otro lado creo que en la mochila de Inma había una lata de guisantes con
una pinta muy apetecible...
***********************************************************************************
Adán
abrió sus brillantes ojos en mitad de la penumbra. No era capaz de ver
nada, tan solo oía las respiraciones tranquilas e imperturbables de su
hermana y el resto del grupo. Había despertado hace ya rato de
forma natural, sin embargo prefirió aguardar callado e inmóvil para ver
si se volvía a dormir, cosa que no sucedió. El habitáculo se hallaba en total quietud y silencio.
Se
sentía atemorizado y cautivo. Jamás le había gustado la oscuridad y
estos nuevos tiempos no habían paliado ni de lejos su pavor hacia ella.Tras unos minutos visualizando el entorno, finalmente su visión acabó acostumbrándose a aquella negrura.
El
niñito evocaba en su mente recuerdos muy lejanos, de mucho antes de que
comenzase aquella pesadilla que aparentaba no tener fin. Recordaba
cuando su hermana le llevaba a pasear al parque, cuando ambos jugaban a
la pelota y ella lo dejaba ganar, cuando se tumbaban sobre la fresca y
perfumada hierba verde, etc... De una forma o de otra, aquellas
anécdotas aún estaban presente. Se hallaban salvaguardadas en los más
profundo su frágil y cándido corazón. Las cosas habían cambiado de
forma radical, pero su hermana seguía allí con él, cuidándole y
anteponiendo su bienestar a todo lo demás.
Tan sumido se
encontraba en sus cavilaciones que no se percató de un diminuto hilo de
luz que escapaba de detrás de una planta de plástico apostada en la
pared. Movido por la curiosidad y con cuidado de no despertar a nadie se reincorporó con cautela de forma paulatina. En
mitad del proceso se percató de que los ojos de Crow se hallaban
abiertos mientras observaba la puerta que había cruzado Hawk horas
antes.
Aquella oscura silueta contemplativa hizo que por
un instante se asustase y los pies del pequeño vacilasen. Por suerte, el
pequeño rayo de luz se hallaba fuera de la vista del ayudante de Puma.Tras
relajarse un poco comenzó a avanzar a gatas hacia su objetivo a la vez
que echaba unas miradas atrás esporádicamente para comprobar que el
ex-subordinado del general no se percatase de él. Por suerte, Crow
parecía estar agotado y por ello en ocasiones cerraba sus ojos durante
varios segundos, ignorando por completo la figura de Adán reptando por
el suelo.
Tras unos intensos minutos, el pequeño por fin alcanzó la planta que escondía aquel diminuto rayo luminoso.
Una
vez allí acercó su rostro y observó que detrás de esta había un
agujero de considerables dimensiones a través del cual se colaba una luz
mortecina, casi imperceptible. Este hecho tan solo sirvió para
alimentar más su ya de por sí enorme curiosidad. A continuación,
comenzó a desplazar con suma lentitud y meticulosidad la maceta,
evitando de esta forma cualquier posible ruido.
Tras unos angustiosos y tensos minutos retirando la planta, Adán cumplió su deseo y por fin pudo acceder a aquel hueco. Con
cuidado de no clavarse ninguna astilla perteneciente a la rota pared,
avanzó a través de esta para finalmente toparse con un pequeño pasillo
de tenue iluminación. En este se hallaban dispuestas en línea cuatro estancias más. Sin embargo, todas se hallaban cerradas a cal y canto.
Tan
solo una en particular llamó su atención. Se encontraba al fondo y su
puerta entreabierta arrojaba la fuente de luz que hacía posible la
visión en el pasillo. Sus pequeños pies comenzaron a moverse casi
hipnotizados. Había algo que le atraía hacia aquel cuarto y era incapaz
de hacer frente a esa fuerza superior. Finalmente se halló justo
al lado del habitáculo y, habiéndose olvidado por completo de sus
necesidades biológicas, echó una mirada por la puerta hueco que dejaba a
la vista la puerta entornada.
Hawk se hallaba sentado en una
silla de madera observando fijamente un pedacito de papel a la luz de
las velas. Tenía el rostro enrojecido y los ojos ligeramente hinchados.
Parecía casi una estatua de alabastro, inmóvil, impávida. Adán se
hallaba tan concentrado observando la escena que no fue capaz de
percatarse del pequeño ratón que pasó entre sus piernas. Asustado ante el contacto del roedor con su piel, soltó un pequeño chillido de terror. Aquel ruido despertó a Hawk de sus cavilaciones e hizo fijar su mirada en la entrada de la habitación. Iracundo, el de cabellos plateados se reincorporó y avanzó con extrema rapidez hacia la puerta. El pequeño se asustó ante los sorpresivos movimientos de Hawk y en consecuencia, cayó al suelo.
—No deberías estar aquí.—Susurró el individuo con severidad mientras clavaba una implacable mirada en el niño.
Adán se acurrucó en el suelo en postura fetal y titubeante, respondió.
—Lo...lo siento...por favor, señor...no me haga daño.
El chico cubrió su rostro con pavor preparado para afrontar las consecuencias de sus actos...
Sin
embargo, el cabellos plateados no reaccionó violentamente. Al oir
aquellas palabras, el sujeto mantuvo su posición, y se limitó a agachar
el rostro mientras gesticulaba una mueca de dolor en sus labios. las
palabras de Adán parecieron arrancar al cabellos plateados su crueldad,
amansar la fiera.
—Márchate de aquí. Inmediatamente... — Respondió Hawk de forma casi inaudible.
Adán
se reincorporó rápidamente del suelo y contempló al transeúnte con
agradecimiento, sin embargo este no le devolvió la mirada. Al no
ver ninguna reacción en el cabellos plateados se dispuso a irse cuando
en el suelo halló el pequeño papel que sostenía momentos antes. Con esmero lo recogió del suelo y se lo tendió a su propietario.
—Señor...creo que esto le pertenece.
Sin embargo, antes de ser recogido nuevamente por su su dueño, el chico echó un vistazo.
Se
trataba de una foto muy arrugada en la que aparecían un hombre joven y
bastante atractivo de unos veintimuchos. Su expresión era la de una
felicidad plena. Tan solo era necesario mirarle a los ojos para saberlo.
Era la representación más pura e inocente de las alegrías. Se hallaba
abrazando a una bella mujer de ojos verdes esmeralda de más o menos la
misma edad. Tenía una larga cabellera rizada. Era de tez pálida y
facciones suaves, muy atractiva. Sobre su cuello pendía un colgante
portafotos que refulgía intensamente.
Sin embargo, entre ellos se
encontraba la niña más preciosa que jamás había visto el chico en su
corta vida. Tenía el mismo cabello rizado y lustroso que su madre y unos
peculiares pero bellísimos ojos grises que no paraban de mirar a Adán
fijamente.
—¿Quién es la niña? es muy guapa...—dijo el niñito sonrojándose mientras no paraba de mirar la foto.
—Se llamaba Bella. Ahora mismo...ahora mismo sería un poco mayor que tú — Respondió Hawk con voz quebradiza.
Adán
apartó la mirada de la foto y se percató de que Hawk había alzado su
rostro en el cual había enmarcado una melancólica sonrisa...
#M.A.
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