El
trabajo continuaba después del largo día. La noche no había acabado aún en el
bunker de los soldados, mientras que en el otro ya estaban dormidos. Los altos
mandos se negaban a dormir, inmersos en sus tareas y pensamientos. El único que
estaba dormido era Puma y alguno de los militares de menor
graduación. Jimmy limpiaba y afilaba las viejas espadas que habían sacado
del museo. No quería pensar en nada, así que se limitaba a prestarle atención a
su tarea. Intentaba olvidarlo todo, pero sus recuerdos todavía le torturaban.
Su única manera de escapar de todo eso, era soñar con esos mundos medievales
que tanto le gustaban.
Ahora
más que nunca sentía que podía estar soñando con aquello, ya que su mundo cada
vez se parecía menos al que había conocido. Todo eso también le ayudaba con su
autoestima. Él había decidido ser a partir de aquel momento, igual que un noble
caballero de honor al servicio de los demás. Esa sería su forma de disculparse
por los errores del pasado. Will apilaba los últimos suministros de balas,
viendo como la modernidad poco a poco les iba abandonando.
Todo
esto le preocupaba bastante, ya que él era un hombre hecho para vivir rodeado
de tecnología. Cuando empezaron a desaparecer las primeras cosas, todo había
sido muy extraño para él. Pero una cosa era estar sin ordenadores y sin
electricidad, y otra muy distinta luchar como en el renacimiento. Él sabía que
Jimmy y Ley estaban preparados para esa clase de mundo, pero su preocupación
era si en su caso tardaría mucho tiempo en amoldarse. Estaba dispuesto a los
cambios, y normalmente se adaptaba con facilidad, pero todo aquello le parecía
demasiado distinto a lo que él estaba acostumbrado. Ley llevaba entrenando
toda la noche. No había soltado su Tizona ni un solo momento. Primero
practicaba con la espada española, para después coger la catana y practicar con
ambas a la vez. Aquella era la única forma que tenía la chica de no perder del
todo la cordura. Ya no se sentía parte de aquel mundo.
Notaba como cada vez se alejaba más allá del
límite que había cruzado hacía ya un tiempo. Nada había sido igual desde aquel
día en el que se había vuelto loca. Veía como moría día a día una parte de su
ser. La felicidad había desaparecido junto con su calor. El frío la estaba
consumiendo por dentro, el frío le hacía daño en su corazón eternamente
lastimado. Sabía que no podía volver atrás, así que solo podía continuar hacia
delante.
Ella
ya no tenía salvación, pero era su deber darles a los demás aquello que a ella
se le había negado desde el cielo. Entendía que la divina providencia le había
dado el gran presente de tener una misión, pero a la misma vez le había quitado
la oportunidad de vivir tranquila y feliz. Pensaba que las personas que tenían
un destino, también tenían que cargar con el tormentoso camino de la tristeza y
la soledad.
—Sólo el gran sauce es fuerte, porque día a día es sacudido por el cruel viento. —Murmuró la chica con fuerza en su interior, mientras continuaba con su duro entrenamiento.
El ruido del Jeep alertó a todos, dejando cada uno la labor que estaba
desempeñando. Johnny aparcó rápidamente el coche, sintiéndose bastamente
cansado y exhausto. Se estiró con fuerza, mientras salía pesadamente del
vehículo.
—¿Todo
listo? —Preguntó Ley con seriedad.
—Sí,
lo llevé allí. El maletín está en sitio seguro… —Contestó el pelirrojo en voz
baja, tras un leve suspiro.
—Bueno,
si ya está todo hecho, mejor que nos piremos a dormir. Mañana hay mucho que
hacer. —Sugirió Will rápidamente.
Todos
asintieron al instante, decididos a no perder ni un minuto más.
Johnny apenas podía moverse de lo cansado que estaba, por no hablar del
tremendo esfuerzo que le costaba mantener los ojos abiertos. Por el camino se
había tenido que encargar de muchos pestilentes seres, en un tramo que le
habían cortado el paso. Después de la larga jornada no estaba dispuesto a
renunciar a un solo minuto de sueño. Agarró a su chica de la cintura y se
dirigió raudo hacía dentro del bunker, para acabar quedándose dormido nada más
tumbarse.
Ley
apenas notaba el cuerpo del tremendo esfuerzo que había estado realizando
durante toda la dura jornada. Necesitaba sentirse sin fuerzas, para poder ir a
dormir con tranquilidad. Si no quemaba toda su energía, empezaba a sentirse mal
y a pensar más de la cuenta. Sentía que tenía que poner todas sus fuerzas en no
perder de vista su objetivo, y estaba dispuesta a no parar ni un solo
segundo. Jimmy fue el segundo en quedarse dormido. Tenía muchos
remordimientos, pero el sueño le podía más. Se durmió escasos segundos después
de tocar con la cabeza, la mochila que tenía acoplada a modo de
almohada. Will como cada noche, realizó su ritual nocturno. Siempre que se
iba a dormir se despedía de todos y cada uno de sus camaradas caídos. Jamás se
olvida de ninguno de ellos, dedicándoles siempre sus últimos pensamientos.
Puma despertó nervioso con los gritos enloquecidos de Jimmy. Al darse cuenta de que tenía una pesadilla, fue rápidamente a socorrer al rubio.
—¡Ey!
¡Jimmy! —Exclamó el pelinegro raudo, zarandeándolo con fuerza para que
despertara.
El
rubio se levantó con los ojos empapados en lágrimas, después de su trágico
sueño, en la que recordó muchos de sus errores del pasado. Estaba despierto,
pero aún así seguía confuso y con su mente muy lejos de allí.
—¡Ey!
Ya pasó todo. —Animó Puma, intentando calmar a su compañero.
—¡Gracias!
—Respondió agradecido el rubio con toda sinceridad, secándose las lágrimas al
darse cuenta de que todo sólo había sido una horrible pesadilla.
—¡Ey, Will! ¿Y Ley y Johnny? —Preguntó confuso Jimmy al salir del bunker.
—No te preocupes tienen que estar al llegar, ahora vendrán. —Respondió Will distraído, mientras buscaba en una caja de herramientas.
Jimmy
soltó una carcajada al pensar que ambos se habían ido a hacer cosas de
enamorados. Por lo menos es lo que él tendría ganas de hacer si estuviera en
una situación similar. Al pensar eso se dio cuenta de que llevaba dos o tres
meses sin estar con una chica. No había sentido a ninguna mujer porque él no
había querido, ya que sus compañeros habían traído a varias mujeres. Él no se
sentía cómodo con lo que muchos soldados veían normal, él no era esa clase de
militar. Los consideraba salvajes cuando ellos se comportaban así, no entendía
como eran capaces de forzar a las chicas tan cruelmente. Pero precisamente por
ser bueno, era uno de los pocos que no recordaba cómo se sentía el estar con
una. Sus compañeros se habían reído de él en multitud de ocasiones, pero eso no
le iba a hacer cambiar de opinión.
Tampoco
es que quisiera seguir así, pero necesitaba hacerlo como una persona decente, y
con alguien que le despertara alguna clase de emoción.
—¡Oye!
Me dijo Ley que fuerais a recoger unos productos químicos que dejaron hace unos
días los chicos, en una tienda que hay a un par de kilómetros de aquí. Ellos no
podían cargar con más cosas, así que os toca a vosotros. Dijo que era
importante. Es esa que tenía un autobús volcado delante de la puerta. Por lo
visto los chicos consiguieron quitarlo de la entrada un par de metros. Dice Ley
que son unas cajas de cartón negro que estos dejaron escondidas debajo de unas
tablas del suelo. —Contó Will rápidamente, intentando no perder el tiempo
charlando.
—Entendido. —Respondió Puma al instante, decidido a emprender la marcha lo antes posible.
Jimmy y Puma se prepararon en escasos minutos, dispuestos a hacer el trabajo
inmediatamente. Se marcharon a toda velocidad, llegando al lugar indicado en
poco tiempo. Aquel sitio a simple vista parecía desolado, pero
parándose a escuchar detenidamente, se podían oír gruñidos de zombies no muy
lejanos. Esto puso en guardia a los dos jóvenes, que avanzaban con cautela por
la zona.
Divisaron
rápidamente la entrada, pero también el problema a la misma vez. Había un
pequeño animal mutante dentro del autobús volcado, rodeado de varias
pestilentes criaturas que intentaban atraparlo para comérselo. Si o si, los
chicos estaban obligados a pasar por delante de los podridos. No querían hacer
mucho ruido, porque aunque no eran demasiados, no sabían cuantos podrían estar
merodeando por los alrededores. Jimmy le hizo un gesto con la mirada a
Puma para que este le siguiera.
Él
asintió al instante, sacando su cuchillo en un abrir y cerrar de ojos. El rubio
atravesó el cuello del primer podrido que pilló, mientras que Puma le clavó el
cuchillo en el cráneo al segundo más cercano. A cuchillo y espada
consiguieron hacerse paso. Una vez dentro empezaron a revisar las tablas del
suelo, buscando la que estuviera más suelta.
—¡Aquí!
—Exclamó el rubio con énfasis, tras descubrir que el suelo estaba levantado por
aquella zona en la que pisaba.
Levantaron
las maderas rápidamente, intentando no perder ni un segundo en aquella tarea.
Comprobaron que allí estaban las cajas que buscaban. Mientras las sacaron,
escucharon como algo pasaba en el exterior. Puma se asomó cuidadosamente,
viendo como varias criaturas merodeaban por la zona.
—Hay
que darse prisa. —Dijo Puma en voz baja.
Terminaron de sacar las cosas, y se prepararon pasa salir. Jimmy despejaba el camino, mientras que su compañero transportaba las cajas. No eran muchos podridos pero la mejor opción era despejar la zona.
Dos fuertes golpes despertaron a los chicos que dormían plácidamente. Eva saltó
alterada del viejo colchón, poniéndose en pie en décimas de segundo. Le siguió
Davis al instante, cogiendo su lanza rápidamente.
—¡¿Es
que no os vais a despertar nunca?! —Refunfuñó Johnny al otro lado de la
puerta.
La
voz de este tranquilizó al grupo, los cuales habían creído que el ruido podría
tratarse de una amenaza.
—¡Buenos
días! —Saludó Davis sonriente, abriendo la puerta a los dos pelirrojos.
Ley
movió la cabeza a modo de saludo, queriendo ser amable con el joven. Gesto que
fue recibido con otra sonrisa por parte de este.
—Buenos
días, ni buenos días… ¡Arriba ya hombre! —Protestó el chico pasando rápidamente
al interior, pegando porrazos en la pared para meterle prisa al resto.
—¿Ni
por la mañana puedes ser amable? —Se quejó Eva de mala gana.
—No
hay tiempo. A vosotros os gusta mucho vaguear, pero el tiempo es oro chavala.
Nosotros llevamos en pie más de dos horas. ¡Venga ya hombre! ¡Arriba, arriba!
—Dijo ariscamente el pelirrojo, resoplando repetidas veces bastante
molesto.
Alice
escuchaba todo ese jaleo, pero no quería levantarse. Estaba tan cansada que se
arrepentía de no haberse ido a dormir más temprano la noche anterior. Deseaba
volver a aquellos tiempos en los que paraba el despertador para poder dormir
unos minutos más. Inma tenía una sensación similar, pero ella por el
contrario se había levantado rápidamente. No le gustaba llamar la atención, y
mucho menos que otros le echaran la charla. Todos se prepararon lo más
rápido posible, intentando no hacerles esperar mucho. Lo intentaban pero aún así,
se movían lentos como pesados zombies. Muchos no entendían la necesidad de
dormir tan poco tiempo, en un mundo donde ya no existían los horarios.
—¿Qué
vamos a hacer? —Preguntó Nicole con bastante curiosidad.
—Primero iremos al bunker donde están los demás. Allí ya hablaremos del resto, ahora no es necesario. —Respondió Johnny con desgana.
Una vez se reunieron con los demás, se espabilaron completamente. Muchos de
ellos se estiraron con la intención de estar a punto, y otros simplemente
suspiraron.
—Os
veo cansados. —Bromeó Puma sonriente, acercándose para saludar.
Jimmy
se puso nervioso al ver a Inma. No esperaba ver al grupo regresando con sus dos
compañeros, así que estaba tirado en el suelo observando detenidamente su
estoque. Se puso recto en un instante, adoptando la mejor pose que tenía.
—¡¡Hola!!
—Saludó efusivamente el rubio con una sonrisa, intentando parecer lo más
simpático que podía.
Todos
saludaron a Jimmy cariñosamente. De todos los amigos de Ley este era el que
mejor les caía a todos. No había tenido ni un solo gesto feo con ellos, y
siempre parecía tan caballeroso y amable, que era imposible no cogerle cariño
en poco tiempo.
—Te
veo entretenido. ¡Qué apañado eres! —Dijo Eva sonriente, acercándose a un
distraído Will que no se había percatado de la presencia del grupo.
—¡Ey!
¿Qué pasa tía? —Saludó Will rápidamente, dejando lo que estaba haciendo.
Eva
y Will se llevaban bastante bien, debido a que tenían un carácter que les
agradaba uno al otro. Él notaba que tenía una nueva amiga y estaba contento con
esa situación. Él veía que ella era del mismo estilo, que las amigas con las
que se había juntado toda su vida. A ella también le agradaba la situación, y
le hacía sentir más cómoda entre ese grupo de desconocidos que para ella eran
aquellos soldados.
—¿Me
quieres ayudar? Estoy arreglando este par de pistolas. —Dijo el pelinegro
educadamente.
—Está
bien. —Respondió cordialmente Eva al instante.
Ley
observaba relajada el panorama, mientras organizaba unas cajas con ayuda de
Puma. Se sentía conforme al ver como poco a poco ambos grupos se iban
conociendo mejor. No es que se sintieran como en casa, pero por lo menos veía
que no discutían, y que incluso muchos empezaban a llevarse realmente bien.
—¡Tío!
¡Me acabo de acordar! ¡Tengo algo para ti! ¡Ven! —Dijo Johnny a gritos, tirando
de M.A.
—¿Qué
tienes? —Preguntó ansioso el joven.
—El
llavero con forma de bala de fusil. ¿Lo recuerdas? —Contestó el pelirrojo
entusiasmado.
A
M.A. se le iluminaron los ojos al escuchar las palabras del chico. Sonrió contento
y le dio las gracias efusivamente, andando rápidamente hacia el bunker. Ambos
se metieron para dentro, mientras los demás charlaban
tranquilamente. Jimmy y Davis tenían una interesante charla sobre las
armas blancas, hablando de todos los tipos que había y las ventajas de cada
una.
Adán
escuchaba toda la conversación deseoso de aprender todo lo posible, ya que era
un tema que le interesaba bastante. Las dos primas se sentaron encima de
unas viejas cajas de plástico, intentando descansar todo lo posible. Aún se
sentían demasiado cansadas, como para estar de pie sin motivo alguno. Era tan
temprano que necesitaban un poco de calma, antes de ponerse manos a la
obra.
—El
chico este, el rubio, te mira mucho. ¿Por qué no vas a hablar con él? ¡Es muy
simpático! —Insistió Maya.
—¡Ay!
¡Qué pesada eres! —Contestó Inma riéndose.
—¿De
qué habláis chicas? —Preguntó Jessica intentando integrarse en la
conversación.
Tras
esta fue Alice, interesada en saber de que hablaban sus compañeras. Esta se
sentó al lado de Inma, sentándose con las piernas cruzadas y la espalda
completamente recta.
—Nada,
esta que es una aburrida. —Bromeó Maya sacando la lengua.
—Es
que es muy pesada, quiere que esté todo el día hablando con Jimmy. —Contestó
Inma intentando excusarse.
—¿Y
cuál es el problema? —Preguntó Alice entre risitas.
—¡Es
verdad! ¡El chico es muy guapo! —Añadió Jessica riéndose también.
—¡De
verdad! ¡Eh! ¡Qué pesadas por dios! ¡Voy por tal de no escucharos! —Dijo Inma
entre suspiros, cansada del coro de marujeo.
Ley
avisó a todos de que en diez minutos empezarían con sus labores, para que
aprovecharan bien su ultimo rato de descanso.
—¿Puedo
ayudarla en algo? —Preguntó caballerosamente Jimmy, haciéndole una reverencia a
Inma.
—¿Siempre
hablas así? —Bromeó la joven sonriente.
—Mira
a tu alrededor. Caballeros con espadas pasando penurias. Esto cada día es más
medieval, adaptémonos al entorno que tenemos ahora. —Dijo el rubio cortésmente.
—Me
gusta la idea. Será como en los campos de la Mancha. —Añadió ella con alegría.
—¿En
los campos de donde? —Preguntó Jimmy desconcertado.
—Nada,
nada. Olvídalo. —Contestó Inma entre carcajadas.
Jimmy
se puso a reír, sintiéndose un poco estúpido por no saber de lo que hablaba la
chica. Aún así se sentía cómodo conversando y riendo junto a ella.
—¡En pie! —Gritó la pelirroja llamando la atención de todos los presentes, mientras se erguía para ponerse completamente recta.
El
médico y el científico salieron al exterior acompañados de Johnny. No sabían
bien lo que ocurría, pero seguían las órdenes del esquelético joven.
—¡Cuadraos!
—Ordenó Ley al ver que todos la observaban.
Todos
formaron perfecta y ordenadamente, dejando delante a Jimmy, Johnny, y Will,
presidiendo el batallón.
—¡Puma!
¡Colócate al lado de ellos tres! —Pidió la chica con seriedad, indicándole que
se pusiera con los soldados de mayor rango.
Días
atrás Ley había presidido una ceremonia en la que se había iniciado a Puma como
uno de los nuevos soldados, pero él no esperaba tener el honor de estar
prácticamente al mismo nivel que Will y los demás.
—¡Hoy
será un nuevo día! ¡El día en el que nacerá el nuevo tercio! —Dijo Ley
enérgicamente, empuñando su espada toledana.
El
grupo no entendía nada de lo que estaba ocurriendo, no entendían que pintaban
ellos allí en medio de todo aquello.
—¡Formaremos
tres tropas! —Continuó diciendo con la misma energía de antes.
Inma,
Adán, y Jessica, se sentían fuera de lugar. Ellos no eran militares ni mucho
menos, ni siquiera se creían útiles para un enfrentamiento.
—La
tropa de élite será esta que tengo delante de mí. En unos momentos pasaremos a
organizarla. —Explicó rápidamente, pero con decisión.—La tropa de apoyo seréis
vosotros. Así que aprended y cuadraos. —Dijo Ley con seriedad, señalando al
grupo de su hermano.
Ellos
se quedaron un tanto asombrados, sin saber muy bien qué hacer. Empezaron a
moverse para arriba y para abajo, pero sin orden ninguno.
—Todos
menos Jessica, Inma y el chaval. Poneros en fila y ya os estructuraremos
debidamente. —Prosiguió la pelirroja con calma.
Eva
y M.A fueron los primeros en colocarse como era correcto, seguidos de Davis y
Nicole. Finalmente todos se pudieron en fila lo mejor que pudieron.
—Tercera
unidad. Tropa médica y de salvamento. Por favor acercaos todos los demás y
formad rápidamente. —Pidió la chica al ver que su hermano y los suyos se habían
organizado.
Una
vez terminadas las tres agrupaciones, la pelirroja movió unas pesadas cajas,
mientras el resto se limitaba a mirar y esperar.
—Ignavi
coram morte quidem animam trahunt, audaces autem illam non saltem advertunt.
—Recitó Ley en voz alta y clara.
—
Los cobardes agonizan ante la muerte, los valientes ni se enteran de ella.
—Tradujo Jimmy rápidamente.
—Will
será el segundo al mando en esta tropa. Después de mí, él será la máxima
autoridad. Puma el tercero al mando. Jimmy será mi más fiel ayudante. Johnny el
encargado de supervisar a las tres tropas, y el responsable de que todo
funcione correctamente. El resto de esta división militar de élite, seguirá
rigiéndose por el escalafón militar. —Explicó en poco tiempo la chica,
dirigiéndose a los que tenía enfrente.
Will
y Johnny entrecruzaron varias miradas, poniéndose mala cara mutuamente. Ley les
había hecho una jugada para mantenerlos calmados. Le había dado a cada uno una
responsabilidad diferente, para intentar que no se pisaran entre sí. También se
aseguró que ninguno de los dos fuera más que el otro, para no avivar
enfrentamientos que ya estaban más que latentes.
—Veamos,
vosotros os dividiréis por funciones. Eva y Nicole, vosotras estaréis al mando
de vuestra unidad, siempre primero bajo mis órdenes, segundo bajo las de
Johnny, y si es necesario la cooperación tendréis que hacerle caso a Will. No
me importa lo que hagáis en el día a día, esto es lo que me importa para las
misiones. Ya os he visto a todos en acción y sé que es lo que me viene mejor
para el campo de batalla. Vosotras dos vais a ser las encargadas de la
dirección y del ataque. Maya y mi hermano serán el equipo de exploración. Por
último Davis y Alice se encargaran de la defensa y la retaguardia. ¿Queda
claro? — Contó la chica con lentitud, intentando no dejarse ningún detalle por
el camino.
Todos
quedaron un poco desconcertados con lo que acababan de escuchar, no porque no
lo entendieran, si no porque no sabían porque se les había adjudicado esas
funciones. Alice estaba un poco descontenta, ella quería pasar todo el tiempo
posible con M.A. así que hacer equipo con Davis no le hacía tanta gracia en lo
que a ese aspecto se refiere.
Por
el contrario Maya y M.A. estaban contentos ya que estaban acostumbrados a hacer
un buen equipo. A Davis le hubiera gustado más liderar junto con Nicole, pero
tampoco estaba desilusionado con su función. Nicole era la que más satisfecha
se sentía, ella pensaba que era la más capacitada de todos ellos para aquel
puesto de responsabilidad. Eva no entendía porque Ley la había elegido, pero no
iba a quejarse ya que básicamente todo le daba igual. Ella lo único que quería
era cumplir su promesa con los soldados, para poder seguir teniendo un lugar
seguro que darle a Adán.
—Con
el último escuadrón queda totalmente claro quién está al mando. La autoridad
son los licenciados, y el resto sus ayudantes. —Terminó de explicar la joven
sin más demora.
Estos últimos completamente en silencio, asintieron con la cabeza dando su visto bueno a la situación vigente.
—¡Jimmy! ¡Repártelas entre los que no estén bien equipados con armas blancas!
—Ordenó la chica levantando la tapa de una de las cajas.
Todos
los presentes menos los del tercer escuadrón recibieron una de las viejas armas
sacadas del museo. Todos menos Puma que tenía la espada nazarí y Davis que
llevaba su lanza. Will se quedó anonadado con una espada de la orden del
Temple, famosa por su señorial nombre, la Cruzada. Pensando que aquella hubiera
podido ser utilizada en las cruzadas o en su similar, la reconquista española,
se sentía entusiasmado con la idea de llevar una. Johnny eligió una
famosa espada romana, mítica por su uso en las legiones de aquel gran imperio,
la Gladius.
Portarla
le hacía sentir poderoso y despiadado, tal y como a él le gustaba sentirse con
un arma. Además de que los soldados romanos le parecían de los más fuertes de
la historia, sintiéndose orgulloso de poder utilizar una en un futuro
próximo. Eva recibió la Alabarda, con la que quedó bastante satisfecha.
Esa mezcla entre lanza y hacha le llamaba demasiado la atención, como para no
escogerla nada más verla en la caja. Estaba convencida de que en cuanto
aprendiera a usarla, estaría encantada con ella. M.A. cogió una maza de
cadena, a la que no se pudo resistir ni un solo segundo. Era muy tentadora para
él. Tantas veces la había visto en el cine, que ahora que veía una delante de
él, consideraba necesario cogerla. No estaba seguro de poder aprender pronto,
pero estaría dispuesto a esforzarse al máximo.
Alice
tomó una Falcata rápidamente, ya que le recordaba a un machete pero de estilo
medieval. Notaba que aquella sería un arma que la haría sentir segura, en
cuanto aprendiera a utilizarla bien. Le agradaba a la vista y al pensamiento,
así que no había nada más que decidir. Maya escogió un martillo de guerra,
encantada al imaginar las diferentes formas en las que lo podría utilizar.
También le agradaba la idea de llevar algo diferente, que por otro lado le
parecía más contundente que una espada.
Mientras la mayoría de las armas se basaban en cortar, la suya sería para aplastar, algo que para ella era más poderoso sin tener nociones de esgrima. Finalmente Nicole se quedó con una vieja Bisarma, que pensó que le podía ser muy útil en el futuro. Le gustaban esas armas tan largas con las que uno se aseguraba una distancia razonable al atacar. Sabía que también era más complicado moverse, pero lo que era seguro es que uno no quedaba tan expuesto en el cuerpo a cuerpo. Sería más lenta, pero estaría con un perímetro de seguridad.
Absolutamente todos, aparte del primer arma blanca que habían elegido, Ley
insistió en que todos portaran un Scramasax. Sin duda aquellas dagas podían ser
muy útiles en caso de urgente necesidad, y siempre estaría bien tener una a
mano. Si a los pueblos germánicos les habían servido para saquear media Europa,
a ellos tenían que venirles de perlas.
—
Alea iacta est. — Dijo Ley en latín con seriedad, mirando con firmeza a todos
los presentes.
—
La suerte está echada. —Añadió el rubio a modo de traducción.
—Dominus,
fiat volúntas tua in terra.
—Señora,
hágase su voluntad en la tierra. —Dijo Jimmy arrodillándose ante la chica.
Todos
los soldados repitieron el gesto, siendo imitados por el grupo instintivamente.
Para ellos había sido una manera de no desentonar, pero realmente ninguno de
ellos comprendía porque era necesario eso. Realmente nada de aquello importaba,
ya que se veían sumergidos en aquella extraña ceremonia medieval, en la que
parecía que los estaban nombrando caballeros.
—In
saecula saeculorum. —Susurró Ley alzando su Tizona, como si de un nombramiento
se tratase.
Tras aquello todos se levantaron, viendo como la pelirroja movía su espada en el aire dibujando una cruz. Después señaló al cielo con su arma, finalizando el extraño ritual. Minutos después de finalizar todo, mandó que se empezara con el trabajo de aquel día. Aunque en este caso, sólo volverían a sus funciones normales la nueva llamada tropa médica. El resto se quedaría entrenando en la parte trasera del bunker, para poder practicar contra los árboles. Ley y Jimmy dieron unas nociones básicas a todos, ya que menos Davis todos eran bastante inexpertos en la materia.
—¡Will! ¡Ese codo más arriba! —Llamó la atención la pelirroja, intentando
corregir la postura de este.
La
delgada joven caminaba alrededor de todos los aprendices, observando los fallos
y las virtudes de cada uno. Sería un trabajo duro, pero pretendía hacer de
ellos unos auténticos guerreros en el cuerpo a cuerpo, costase lo que tuviera
que costar, aunque fueran meses. Era necesario llevar a cabo esta tarea ya que
pronto no tendrían ni una sola bala que utilizar.
—¡Puma
pon la espalda más recta! —Dijo a voces la chica, reprimiendo al peligro.
—Chicas
si me permitís os muestro una por una como tenéis que hacerlo. —Se ofreció el
rubio a ayudar a Maya y Nicole.
—¡Venga!
¡Seguid así! ¡El duro entrenamiento os hará fuertes! —Animó Ley a todos, notando
que estaban un poco desanimados al ver que no era tan fácil como parecía.
Jimmy
también andaba cerca de ellos, ayudando a la chica a entrenarlos. Él era el
único capacitado para hacerlo, ya que estaba casi igual de preparado que su
compañera en el tema del combate con armas blancas.
—¡Johnny!
¡No! ¡Mira! ¡Separa un poco más las piernas, y coge la espada así! —Explicó la
pelirroja, mostrándole con su propio cuerpo la pose que él debía adoptar.
—¡No,
No, No! ¡Definitivamente, no! Muchacha si estás tan inquinada hacia delante,
puedes llevarte un buen susto sin apenas darte cuenta. —Ayudó Jimmy amablemente
una confusa Alice.
—Pero…
¿Will esa que postura es? ¿Me lo puedes explicar? —Se burló Ley sonriente,
intentando que su compañero se diera cuenta de que lo estaba haciendo mal.
—Veamos pequeño saltamontes. Tú es que te has empeñado en usar eso, y con tu estado físico es bastante complicado. ¿Has hablado ya con el doc para lo del brazo? —Habló Jimmy con M.A. seriamente.
—¡Mirad todos! ¡Jimmy y yo vamos a enfrentarnos! ¡Fijaos en los detalles! ¡No
perdáis de vista ningún movimiento, ni ninguna posición! ¡Luego lo haréis
vosotros por parejas! Será un poco diferente debido a las armas, pero los
juegos de pies son iguales. ¡Estad atentos! —Gritó Ley llamando la atención de
todos.
Ambos
se colocaron en posición de combate, tras saludarse con sumo respeto como dos
antiguos caballeros de honor.
—¿Qué
pasa? —Preguntó Imna desconcertada al ver el círculo que hacían todos alrededor
de Ley y Jimmy.
—¡Shh!
Van a enseñarnos tácticas de combate. —Murmuró Will completamente concentrado
en no perderse ni un solo detalle.
El
rubio adoptó una posición lateral, portando el estoque con una sola mano. La
pelirroja tenía una pose frontal, agarrando la tizona con ambas manos.
—¿Veis la diferencia? Jimmy va a luchar parecido a como se hace en la esgrima deportiva, y yo lo haré más al estilo de la histórica. Él será más ágil con estas técnicas, e intentará ganarme terreno con facilidad. La esgrima deportiva es un tanto inútil para terminar con el enemigo, a menos que claves la espada en el pecho del otro. Para lo que si sirve bastante es para ganar terreno y desarmar al oponente. Yo seré más lenta, pero mis golpes irán con mucha más fuerza. Mis tácticas irán basadas en la defensa y en el ataque, aunque sobre todo en golpear a mi rival. —Explicó la chica seriamente, intentando enseñarles lo mejor posible.
Jimmy comenzó avanzando con suma destreza, echando hacia atrás a una Ley
defensiva. Golpeaba una y otra vez la espada de la chica, quitándola de en
medio y obligándola a retroceder. Se esforzaba bastante, intentando impresionar
a Inma con su profesionalidad en el combate. La pelirroja estaba dejando
que el rubio ganara terreno, haciendo que este se confiara poco a poco. No es
que estuviera dejándose ganar, pero tampoco estaba empleando todas sus
tácticas. Se puso enserio cuando creyó tener a su compañero confiado del todo.
El rubio perdió el control momentáneamente, cosa que le hizo esforzarse todavía más. La pelea se volvió mucho más intensa, tornándose incluso a peligrosa. Ambos empezaron a tomárselo personalmente. Jimmy quería demostrar su valía ante la muchacha española, mientras que Ley deseaba una cierta venganza personal.
—¿No se están pasando un poco? —Le preguntó Puma a Will entre cuchicheos.
Mientras
este le asentía, Johnny se dispuso a meterse en medio del combate. Will le
cortó el paso con su brazo inmediatamente, molestando severamente al pelirrojo.
—Déjalos… —Susurró Will seriamente, con la mirada fija en los ojos de Johnny.
Jimmy logró desarmar a Ley, la cual salió corriendo a por su espada antes de que su compañero hiciera el último movimiento. Una vez la cogió del suelo, contraatacó brutalmente, echándose encima de su adversario. Sabía que no iban a matarse, pero su cabezonería no la dejaba perder ni siquiera en un entrenamiento entre amigos. Por no hablar del rencor que aún sentía contra el rubio, después de enterarse de todo lo que las acciones de este joven habían significado.
Todos miraban asombrados la titánica batalla. Eran como dos bailarines danzando, utilizando su fuerza brutalmente. Ellos esperaban un combate relajado, algo parecido a una clase, y lo que estaban viendo casi era una pelea real.
—No puedes Jimmy… —Murmuró Ley con cierto rencor, comiéndole al rubio todo el
terreno perdido anteriormente.
Jimmy
rasgó el traje de la chica en el brazo izquierdo, provocándole un pequeño hilo
de sangre que caía raudo.
—¡Arrgg!
—Vociferó la pelirroja con fuerza, golpeando intensamente con su espada el
estoque de su compañero.
Ella
realmente no había perdonado a su amigo. Se estaba cegando gracias al odio que
le provocaba recordar todo lo sucedido. Su reciente herida la había vuelto
mucho más agresiva, echándose encima del rubio casi sin compasión. Un par de
veces casi estuvo a punto de hacerle daño de verdad, llegando a escasos
milímetros del pecho de su compañero.
—¡Parad!
—Exigió Johnny enfadado, para que finalmente ambos le ignoraran
completamente.
De un brutal golpe la delgada joven desarmó a Jimmy, mandando el estoque del chico bastante lejos. En su último movimiento estuvo a punto de clavarle la espada en el cuello, cegada completamente por su sed de venganza. Cuando acercó su arma a pocos centímetros del rubio, se percató de lo que realmente estaba haciendo, frenando en seco al volver en sí.
Will sonrió al ver como la pelirroja le había ganado al rubio. Para él esa
victoria también era suya. Él sentía la misma rabia que Ley albergaba por las
acciones pasadas, de aquel que se había hecho llamar amigo. Nicole y
los demás aplaudieron, creyendo que habían estado viendo una majestuosa clase,
en la que todo estaba completamente controlado.
—¡Ha
sido impresionante! —Exclamó Alice entusiasmada.
—Ya
te dije que mi hermana era una guerrera, está en los genes. —Bromeó M.A. con
una sonrisa, sintiéndose orgulloso de la chica que compartía su misma sangre.
—¡Ey!
Que Jimmy no lo ha hecho nada mal. —Añadió Maya entre risitas, dándole un
codazo a Inma.
—¡Los
dos han sido geniales! —Dijo Alice contenta, aún aplaudiendo calurosamente.
La
pelirroja extendió el brazo con firmeza, ofreciéndoselo a Jimmy para ayudarle a
levantarse. Él la miró con culpabilidad, recordando de nuevo todo lo que había
hecho en el pasado. Se dio cuenta de que ella se cegó unos instantes, y de que
apunto había estado de hincarle la tizona en el gaznate. No estaba seguro de
que ella algún día le perdonase, pero en cierta forma él lo entendía.
—Lo
siento. —Se disculpó con seriedad la chica, mientras ayudaba al rubio a ponerse
en pie.
Jimmy
asintió con cierta sumisión, dándole a entender que no había ningún problema
con aquello.
—¿A
dónde vamos mi señora? —Preguntó el chico con pleitesía, justo después de
levantarse.
—Vamos a volver. —Contestó la delgada joven, sonriendo al ver que su compañero sabía perfectamente sus planes antes de decirle nada.
Johnny se acercó a ambos con paso lento y pesado. No sabía cómo interpretar la
relación de sus dos compañeros. Deducía que Ley no podía perdonarle y que Jimmy
se sometía voluntariamente intentando obtener perdón, pero otras veces había
una conexión entre ambos que le desconcertaba.
—¿Seguimos
con el entrenamiento? —Preguntó cuidadosamente, intentando no interrumpirles
ahora que parecían haber encontrado cierta paz entre ambos.
—Sí,
diles que continúen. —Respondió ausente la chica, mientras aún miraba a Jimmy
sorprendida por la clarividencia de este.
El pelirrojo se dio media vuelta rápidamente, dirigiéndose a los demás para que continuaran en su entrenamiento.
— Sólo tiene que decir ven, y yo iré junto a usted hasta el final. Su camino es
mi camino. La acompañaré a cualquier final. —Dijo Jimmy seriamente y con
sinceridad, agachándose en un gesto respetuoso hacia ella.
—Me
lo debes… —Susurró la chica ausente, con una mirada que parecía atravesarle
como si él no estuviera allí.
El
rubio agachó la cabeza algo decaído, entristecido de ver a su compañera así.
Echaba de menos a aquella amiga que un día dejó de tener, gracias a que él
había sido un estúpido.
—Ahora
ve con los demás, disfruta por lo que pueda pasar mañana. —Añadió la pelirroja,
dando por finalizada la conversación, antes de darse media vuelta y alejarse
sola.
Eva observó la situación desconcertada. No entendía porque Ley a cada instante se alejaba en soledad. Aquello incluso le molestaba. Pensaba que la pelirroja era un poco señoritinga y no quería mezclarse con el resto de los mortales.
Puma
entrenaba con Will, empleando las mismas técnicas. Ambos se sentían bien
aprendiendo a utilizar las espadas. Necesitaban una nueva actividad para no
pensar en los últimos acontecimientos. Puma quería olvidar el dolor que había
sufrido al perder a Flor, y Will el inflingido por las traiciones de
Jimmy.
—¡Ey!
Mira lo que he aprendido. —Chuleó Puma sonriente, mostrando su mejoría en aquel
arte.
—Pues
a mí me sale súper bien esto. —Dijo Will entusiasmado, enseñándole a su nuevo
amigo como él también había mejorado un poco.
Inma se acercó a Jimmy sonriente, con la intención de felicitarlo por su
envidiable estilo con la espada. Realmente le había impresionado ver el
combate, aquello le había parecido completamente increíble.
—¿Ya
ha terminado su trabajo? —Preguntó cortésmente el rubio.
—Hoy
no había mucho que hacer. Estos están dentro aprendiendo cosas con el
viejecillo, pero yo estaba aburrida allí dentro. Es más divertido ver esto que
hacéis. Por cierto me ha gustado mucho como has peleado antes. Supongo que
llevas muchos años practicando. —Dijo Inma alegremente.
—Bueno,
algún tiempo la verdad. Gracias, pero tan bueno no seré cuando no he ganado.
—Respondió el joven tras un suspiro.
—No
digas eso, hombre. Sólo has perdido porque te has despistado, no por falta de
técnica. —Animó la chica con amabilidad.
—Si
algún día una chica tan amable quiere aprender, yo podría enseñarle. —Sugirió
el rubio con una sonrisa, con la esperanza de poder pasar más rato con aquella
alegre muchacha que tan especial le parecía.
—Quizás
algún día podría estar bien. —Contestó rauda Inma, intentando no comprometerse
a decir ni sí ni no.
A
Jimmy incluso esa respuesta le contentó. Le gustaba tanto aquella muchacha que
todo lo que ella le pudiera decir, era acogido siempre de la mejor manera
posible. Él había estado con muchas chicas, pero era muy especial para pillarse
tanto de alguna. La única vez que le había pasado aquello había sido igual.
Sólo había necesitado escasos minutos para fijarse y quedarse prendado.
Al
recordar aquello se entristeció un poco, recordando que la otra chica que le
había fascinado le había traído por la calle de la amargura. Denise había hecho
con él todo lo que ella había querido, le había utilizado como si de un
cubierto desechable se tratase. Por culpa de ella, él le falló a sus amigos en
más de una ocasión. Él la había querido tanto que como un tonto se dejó engañar.
No creía que Inma fuera de esa manera, pues lo notaba en su forma de ser,
aparte de que ella no podía obtener nada de él, a diferencia de la otra.
Él
veía en Inma todo lo contrario de lo que Denise tenía. Ella era dulce, noble,
amable, educada y sobretodo muy real, pero aún así tenía miedo de hacer el
tonto. Por una parte le asustaba hacer el idiota, pensando que ella le
rechazaría, y en caso de no ser así le daba miedo que jugara con él.
Maya y Alice hablaban sobre el porqué de levantarse tan temprano, para sólo
entrenar allí sin hacer nada más. Estaban muy cansadas del día anterior, como
para ver que aquello era razonable. Las dos lo que querían realmente era
dormir. El día anterior habían hecho un gran esfuerzo, y ni siquiera así les
dejaban descansar. ¿Qué importaba hacer aquello hoy o mañana? Ya habían salido
del paso y encima habían sacado un maletín. No entendían los planes de los
soldados, por lo menos hasta que tuvieran más información.
Eva se dispuso a hablar con Ley de varios asuntos que no entendía muy bien, y
de otros que no le hacían mucha gracia. Sólo se había comprometido a pagar su
parte del trato, pero en esa parte del trato no entraba que tuviera que
callarse todo.
—¡Oye!
¿Qué se supone que tengo que hacer con eso que has dicho antes? ¿Se trata de
que Nicole y yo por estar al mando de nuestra unidad, vamos a tener que hacer
más que el resto? Nosotros hicimos un trato, pero en ese trato se suponía que
todos teníamos que colaborar. —Refunfuñó Eva algo disgustada.
—¡Cálmate!
¡Sólo se trata de que vosotras tenéis más cualidades para dirigir! ¡Aquí todos
tienen una función igual de importante! —Contestó de mal humor la pelirroja
mientras se ponía en pie.
—¿Si?
¿Y porque Inma está sin hacer nada mientras yo estoy aquí entrando sin parar?
¿O porque tú estás aquí haciendo el tonto con un viejo cañón de mierda?
—Replicó la chica de mala gana.
—Primero,
yo estoy limpiando esto, porque pronto nos va a hacer falta. Segundo, yo ya he
aprendido a utilizar mi espada. Tercero, no tendrán trabajo, pero tú también
otras veces estarás sin hacer nada mientras que ella esté haciendo cosas.
¿Recuerdas el trato no? Tenéis que colaborar. —Alegó Ley rápidamente con
seriedad.
—¿Entrenar
es colaborar? —Volvió a replicar Eva.
—Los
tuyos no lo saben, pero apenas queda munición. Es necesario aprender a utilizar
lo mejor posible las armas blancas. —Explicó la chica con sinceridad.
Eva
se calmó al entender el porqué de todo. Ella era una persona que necesitaba
explicaciones, no le gustaba hacer las cosas sin saber el trasfondo. No
obedecería sin saber de qué serviría lo que a ella le habían mandado.
—Otra
cosa que me he estado preguntando. Quizás no para ahora, pero para un futuro.
¿Por qué vivir separados? —Preguntó Eva ansiosa de tener más respuestas.
—Primero
y muy importante. No pongas todos los huevos en la misma cesta. Segundo y no
por ello menos importante. ¿Tú conoces como son los soldados en el frente?
Cuando están desesperados y lejos de sus familias son unos animales. ¿Quieres
que meta a tantas chicas en un lugar donde viven hacinados soldados sin mujer?
¿Ves las tres únicas chicas que hay aparte de mí? Dos sobreviven porque dos de
los soldados son sus novios, pero la otra hace poco intentaron forzarla. Es el
fin del mundo y no saben si van a llegar con vida al día siguiente, muchos no
lo dudarían si no hay alguien que los controle. —Explicó Ley con cuidado,
haciendo que Eva lo comprendiera todo rápidamente.
El día terminó con todos exhaustos antes de que cada uno volviera a su bunker
correspondiente. El entrenamiento había durado toda la jornada. La única pausa
que tuvieron fue al medio día para comer algo de comida enlatada.
—¡Me duele todo! —Dijo Alice entre suspiros, tirándose de golpe al viejo
colchón.
—Es
el precio de ser un caballero medieval. —Bromeó Davis sonriente, soltando su
lanza en el mueble. Aquello realmente le había agradado a Davis.
Él
sabía manejar la lanza y siempre que la había utilizado se había sentido como
en otro siglo. Quizás no era tan mala idea irse acostumbrando a comportarse
como en otra época, ya que prácticamente toda la tecnología había desaparecido.
—¿Les
habéis dicho que se manejar el arco? —Preguntó entusiasmado Adán, intentando
ser de más utilidad.
—¡Oye!
¿Pero tú no estabas estudiando con el doctor? ¿En qué quedamos? — Dijo entre
risas Eva, intentando calmar las ansias del chico.
Eva
prefería que el pequeño se dedicara a otras labores que no fueran las de la
guerra. Ella quería que él estuviera sano y salvo, y que se entusiasmara con
pelear no le parecía muy buena idea. Por otra parte quería que se supiese
defender bien, pero era delicado el asunto. Si le metía ganas de pelear, quizás
él se expusiera demasiado, pero si le cortaba esas ganas, quizás le convertiría
en un futuro hombre que necesitara constantemente la ayuda de los demás.
—La
verdad es que yo también estoy bastante cansado. —Dijo M.A. estirándose.
—Bueno
al menos hoy ha sido un día cansado, pero emocionalmente estable. —Comentó Maya
intentando ser positiva.
—Quizás
sea por la actitud con la que anoche nos fuimos a dormir. —Añadió Alice tras
reflexionar sobre el asunto.
Eso
era algo que les reconfortaba a todos. Era tan difícil en aquel mundo no sufrir
un solo día que aquello era casi un milagro. Cierto que aquel día no había sido
trágico, pero eso tampoco había llenado sus vidas de felicidad, ya que muchos
no olvidaban todo lo que llevaban tras de ellos.
—Tampoco
os acostumbréis. —Sugirió Nicole en voz baja.
En
el mundo actual las buenas cosas no solían durar mucho, así que hacerse
demasiadas ilusiones era algo bastante imprudente. Nicole tenía esto muy claro,
y pretendía adoptar una postura con la que se sintiera con los pies firmemente
plantados en la tierra.
—¿Seguiremos mañana con lo mismo? —Preguntó curioso Davis, con ganas de repetir
la actividad.
—Quien
sabe, esta gente nunca dice nada. —Respondió Maya dudando de las intenciones de
los soldados.
Maya
se sentía confusa en ese ambiente. Nunca sabía por dónde iban a saltar Ley y
sus compañeros, y aquello era algo que la desconcertaba bastante. Quizás por un
lado era mejor, ya que así no estarían pensando todo el día en lo que les
esperaba, pero por otro lado no tenían tiempo de prepararse. Aquello
tampoco le gustaba mucho a Nicole. A ella le gustaba tener controlada la
situación, y de esa forma era imposible saber a qué atenerse. Intentaba
acostumbrarse, pero era algo que le costaba bastante.
—Podríamos aprovechar hoy que no hemos tenido ninguna mala experiencia, para
ser felices otra noche más. —Propuso Inma con alegría.
—Sabes
que siempre estoy dispuesta, pero hoy estoy muy cansada. —Contestó Alice
bostezando, mientras se recostaba entre las mantas.
—¡Venga!
¡Aunque sea un ratito! —Animó Jessica sonriente.
—¡Sí!
¡Me parece buena idea! —Añadió M.A. entusiasmado con la idea, a pesar de lo
cansado que estaba.
Finalmente
convencieron entre todos a Alice y Maya, la cual también tenía bastantes ganas
de echarse a dormir lo antes posible. Llegaron todos a la conclusión de que
tenían que disfrutar de los pocos momentos que le brindaba la vida, no podían
desperdiciar ni uno solo.
Puma y Jimmy organizaban unas desordenadas cajas, mientras charlaban
tranquilamente. Ambos habían establecido una amistad bastante sólida, que les
agradaba a los dos de igual manera. Se sentían cómodos el uno con el otro,
haciendo un buen equipo que ninguno de ellos hubiera imaginado jamás.
—¿Qué
hace Will? —Preguntó desconcertado Puma, viendo como el chico se arrodillaba
después de dibujar algo en la tierra con el cañón de su rifle.
—Un
homenaje. Will nunca se olvida de ninguno de los caídos. —Respondió con
seriedad el rubio, agachando la mirada según iba hablando.
Puma
se entristeció unos segundos al escuchar aquellas palabras. Cerró los ojos unos
instantes y vio nítidamente la cara que tenía Flor la última vez que la vio.
Aquel recuerdo le hería profundamente, pero incluso con su dolor latente notó
el sufrimiento del rubio. A Jimmy se le vinieron tantas cosas a la cabeza
de pronto, que se le escaparon unas pequeñas lágrimas a los pocos minutos. La
vida le parecía tan rápida, que a veces no tenía tiempo para recordar a los que
ya no estaban allí. Le dolía el paso del tiempo, este pasaba corriendo tan
raudo que parecía que hacía miles de años de algunas cosas. Lo que más le hizo
sufrir en aquel momento fue intentar recordar a todos, y darse cuenta de que no
era capaz de ver algunas de las caras que tanto tiempo le habían
acompañado.
—¿Estás
bien? —Preguntó Puma preocupado, poniéndole la mano en el hombro a su
compañero.
—No
los recuerdo… —Murmuró Jimmy decaído, encogiéndose casi como un niño pequeño
abandonado.
Puma
lo había pasado muy mal en su vida, pero veía que su compañero estaba peor. Él
sabía que el rubio al ser más sensible, necesitando ayuda para superar el
dolor. Él no era tonto y ya llevaba allí el suficiente tiempo para saber que su
compañero llevaba una carga demasiado pesada. Quería ayudarle, pero no sabía cómo.
Veía como Jimmy tenía más de un motivo para sentirse así, pero nunca terminaba
de enterarse exactamente de qué era lo que le pasaba al chico.
Ley miraba como salía la luna entre las lejanas colinas, sintiéndose embrujada
por aquella brillante luz. Le dolía tanto su pesado corazón, que ya
prácticamente ni lo notaba. No podía borrar aquel malestar que tenía, la única
manera de anestesiarse era olvidarse de sí. Todo lo que le quedaba era el
futuro, y ni siquiera eso iba a ser para ella. Nadie podía entenderla,
pero eso ya no importaba. Realmente ella ya no importaba, lo verdaderamente
importante eran los demás. Quizás por eso se sentía embrujada por aquella luna.
La luna estaba allí tan sola, exactamente igual que lo que la pelirroja sentía.
Ella incluso pensaba que la luna tenía más suerte, ya que la luna estaba sola
en la oscuridad, en la nada. Ella estaba sola entre una multitud, siempre había
sido así, pero en aquel momento se sentía más sola que nunca, más allá que
todos los que la rodeaban. Sentirse así entre la gente era casi igual que estar
muerto por dentro.
Johnny observaba a su amada detenidamente. Le dolía verla así, era como ver una
sombra de lo que había sido. Le parecía tan guapa cuando sonreía y estaba
alegre, que verla de aquella manera era devastador. Demasiado muerto por dentro
estaba él, como para que ella también acabase así. Ella era quien le hacía
sentirse vivo, si ella también se enfriaba, se apagaba la única luz que él
tenía. Pensaba que después de tantos años animándolo, ahora le tocaba a él
hacer lo mismo. Realmente quería hacerlo, pero por más que pensaba no sabía cómo.
Pensar en todo aquello también le dolía, le hacía sentirse de nuevo la última
mierda. Sufría pensando que gran parte de lo que le había pasado a ella tenía
que ver con Rojo. Parecía que nunca iba a quitarse ese lastre de encima, ni
incluso cuando él la tenía a ella, y Rojo estaba más que muerto.
— Te estás apagando como la luz del día en un anochecer sin luna. —Dijo
poéticamente Johnny acercándose a su chica.
Era
la primera vez que el pelirrojo hablaba tan poético, pero aquello le había
salido de lo más profundo de su alma.
—También
hay belleza en la oscuridad… —Respondió Ley en voz baja, mirando intensamente
el cielo oscuro inmersa en sus propios pensamientos.—La de todos, es una triste
historia. —Expresó la chica casi en susurro, alejándose mentalmente de allí
unos breves minutos.
—¿Dónde
estás? Te veo tan lejos de aquí… —Murmuró el chico tímidamente.
—Más
allá… —Susurró afligida la pelirroja, soltando un par de amargas lágrimas.
—¿No
puedes volver? —Preguntó preocupado el esquelético joven, rodeándola con sus
finos brazos
.—He
cruzado el límite, no puedo regresar, ya no. —Respondió Ley sinceramente,
perdiendo su mirada en las bastas extensiones del paraje que les rodeaba.
Ambos se quedaron abrazados horas y horas observando la inmensidad del
horizonte. Todos estaban ya dormidos, pero eso no les importaba. La pelirroja
necesitaba estar allí mirando la lejanía, ausente, marchándose cada vez más
allá metal y espiritualmente. Johnny no pensaba dejarla sola, así que
simplemente se quedó con ella como tantas veces la chica había hecho por él.
Ella podría alejarse todo lo que quisiera, pero él se alejaría a su lado. Ella
era lo único que le importaba, y lo único que tenía consigo.
Cuando el grupo se volvió a reunir con los soldados, estos estaban ya activos
desde hacía ya varias horas. Muchos de ellos no estaban allí, ya que se habían
marchado a buscar más suministros. Esto hizo que el ambiente fuera menos
agobiante que otros días.
—Bueno…
¿Hoy qué? —Preguntó Nicole ansiosa de saber lo que les depararía el día.
—¿Recordáis
el sitio del otro día no? Pues vamos a volver. —Contestó Johnny con seriedad.
—¡¿QUÉ?!
¡¿ESTÁIS LOCOS?! —Gritó Alice sorprendida de escuchar aquello.
—Iremos
un pequeño grupo para infiltrarnos mejor. No hay nada que discutir. —Dijo Ley
tajantemente.
—¿Quiénes?
—Preguntó Eva rápidamente, mirando a todos los soldados presentes en busca de
una respuesta.
—Johnny,
Davis, Maya, Nicole, y yo, acompañaremos a Ley. —Respondió Jimmy
instantáneamente.
—¿Y
el resto? —Preguntó M.A. inconforme, abriéndose paso entre el grupo.
—El
resto entrenaréis aquí otra vez. Will se queda al mando del fuerte. Nosotros
nos llevaremos una radio y contactaremos si hay algún problema. En caso de ser
necesario, evacuaréis el lugar para ir a otro de los refugios que tenemos
asegurados. —Ordenó la pelirroja con autoridad, cortando de raíz cualquier
sugerencia alternativa.
Todos se prepararon para emprender la marcha, después de aceptar a
regañadientes la única opción que se les había brindado. El grupo creía que
aquello traería más problemas que lo bueno que pudieran sacar de allí, pero no
les quedaba otra que hacer caso, ya que no podían romper el trato cuando les
viniese a ellos en gana.
Una vez se habían despedido todos, el resto se puso también manos a la obra. Se
pusieron a entrenar por parejas, quedándose M.A. con Alice, y Eva con Puma.
Este rato lo aprovecharon para conversar entre sí, mientras entrenaban lo mejor
que podían. Will se hacía cargo de todos los soldados, encargándoles todo tipo
de tareas que eran necesarias. El resto se quedó con el médico y el científico.
Adán aprendía sobre los fármacos, mientras que Jessica estaba centrada en el
aprendizaje de diagnóstico de síntomas frecuentes. Inma escuchaba hablar al
científico de compuestos químicos sin entender muy bien porque aquel señor le
hablaba de todo aquello. Lo único que sabía era que él le decía que prestara
toda la atención posible.
Al rato de camino escucharon una especie de explosión no muy lejos de donde se
encontraban. Instantáneamente Ley decidió que era buena idea comprobar que
había ocurrido, por si en algún caso necesitaban cambiar el plan establecido.
—¿Qué
coño es eso? ¿No es un paracaídas?—Preguntó Johnny extrañado, al ver una tela
blanca arrugada en lo alto de unos arbustos de color verde fluorescente, debido
a la radiación del lugar.
Continuaron
a toda velocidad, deseosos de encontrar al siniestrado pasajero de un avión
estrellado que se encontraron. Después de ver aquello y el paracaídas, estaban
seguros de que alguien rondaba por allí. La pregunta era quien, ya que hacía
mucho tiempo que no había aviones, aparte del que su loco compañero había
utilizado antes de la caída del campo de concentración.
—¡Alto! ¡Identifícate ahora mismo! —Gritó Jimmy poniéndole su estoque en la
espalda, a un misterioso transeúnte.
—¿Quiénes
sois vosotros? —Pregunto el misterioso chico con una pronunciación rara,
levantando los brazos rápidamente.
—¡Calla!
¡Aquí las preguntas no las haces tú! —Ordenó Johnny apuntando al tipo con su
escopeta, y con el dedo listo para apretar el gatillo en décimas de segundo.
—¿Qué
hace un ruso por aquí? Ese acento y ese uniforme te delatan. —Preguntó Ley con
autoridad, mostrando su descontento con una mala cara.
—¿De
dónde habías sacado ese avión? —Preguntó Davis extrañado.
—Vine
de paseo. —Chuleó el extraño tipo, con una sonrisa pícara.
A
ninguno les hacía gracia encontrarse con un ruso. Ley era la que más
sospechaba, porque no le entraba en la cabeza lo que ese tío estaba haciendo en
aquel lugar tan alejado de su patria. ¿Cómo era posible que ese europeo hubiera
llegado allí? ¿Qué estaba ocurriendo? ¿No se suponía que todas las naciones
habían caído?
—Mira
colega, no tenemos tiempo para juegos. ¡Habla! —Insistió el pelirrojo enfadado,
después de pegarle una patada al ruso y tumbarlo en el suelo, para terminar con
el cañón de su escopeta en el cráneo del extranjero.
—¿Así
tratáis a los turistas? ¿No tienes cojones de vacilarme sin una escopeta? ¿Qué
mierda hacen unos estadounidenses en Canadá? ¿Lo saben los canadienses o es que
en vuestra sed de conquista los habéis matado a todos? —Chuleó el soldado ruso,
negándose a obedecer a un americano.
—Oye
deberíamos hacer algo, no podemos quedarnos aquí. —Sugirió Maya al ver a lo
lejos una gran manada de seres putrefactos.
—Es
verdad, con todo el ruido del avión esto se va a llenar de bichos. —Añadió Jimmy
preocupado, al ver él también todo lo que se acercaba a lo lejos.
Johnny
agarró al tipo por sus ropas, obligándole a acompañarlos en el acto. Ninguno
veía prudente quedarse allí más tiempo del necesario, emprendiendo la marcha
rápidamente.
—¡Menuda
has liado! Sólo por eso deberías hablar. —Dijo Nicole con seriedad.
—¿Quiénes
sois? —Preguntó de nuevo el soldado ruso.
—Supervivientes.
—Respondió Maya al instante.
—¿Y
esos trajes militares que lleváis vosotros tres? —Preguntó el tipo mirando a
Jimmy, Ley y Johnny.—Son trajes militares de USA. —Continuó el hombre en voz
más baja.
—¡Tú
llevas uno ruso! ¿Quién eres tú? —Preguntó Ley bastante irritada.
—¿Trabajáis
para el gobierno? —Insistió el tipo con su interrogatorio.
—¡Me
estás jodiendo! ¡Deja de preguntar y contesta de una puta vez! —Gruñó Johnny
con cara de asco.
De
pronto se vieron atrapados, viendo como por delante también venía una masa de
podridos. Esta vez no les iba a ser posible escabullirse ya que veían por
delante y por detrás. En otra ocasión no hubiera resultado tan peligroso, pero
tenían a un extraño tipo con ellos, y estaba claro que ninguno se fiaba de él.
—¿Te
ha mordido la lengua el gato? ¿Estás sordo? ¡Te he dicho que hables! —Insistió
el pelirrojo a voces, nervioso por la cercanía de las pestilentes
criaturas.
El
tipo no abría la boca, y los podridos ya estaban casi al alcance del grupo. Ley
indicó a Jimmy con la mirada que hicieran un círculo alrededor de Johnny, el
ruso y ella, para asegurar un pequeño perímetro. Maya tragó saliva y se
dispuso a ocupar su lugar en la defensa. Davis y Nicole la siguieron
instintivamente, terminando de cerrar el círculo que Ley y Johnny
necesitaban.
—¡Disparad!
¡No lo hagáis a lo loco! ¡Tenemos pocas balas! —Ordenó Jimmy cortándole la
cabeza al podrido que más se había acercado.
Davis
le siguió en el ataque con la lanza, asegurándose de que ningún zombie se
acercara demasiado. Nicole y Maya disparaban, intentando tener una puntería lo
más precisa posible.
—¡Mira! ¡Me tienes ya hasta el mismísimo coño! ¿Ves esto? Es una tizona, una
antigua espada europea, y si no quieres que esta espada española te corte el
gaznate despiadadamente, vas a hablar bien clarito. ¡No tengo tiempo para tus
tonterías de espías rusos! ¿Me comprendes? ¡¿ENTIENDES LO QUE TE DIGO?! —Amenazó
Ley sin reparo alguno, acercando su espada al cuello de aquel tipo.
—¡No
me amenaces! ¡Si quieres matarme, hazlo! ¡Soy Yuri! ¡Arreglé un avión y vine a
ver si había más supervivientes! —Contestó el chico rápidamente, cambiando su
negativa a hablar.—¡Quita eso de mi cuello! —Gritó Yuri alejando la hoja de su
lado.
Era imposible continuar con aquel círculo de protección, eran demasiados y
todavía estaban bastante separados del camión. Aquella maniobra de bajarse del
vehículo les había venido muy bien a la hora de sorprender a Yuri por la
espalda, pero ahora les estaba complicando todo aún más. El ruso le pegó
una patada a un zombie que se acercaba a Johnny, Jimmy al ver aquel gesto
entregó un cuchillo al desarmado soldado extranjero. Quizás se estaba
arriesgando demasiado, pero no podía dejarle desarmado ante aquella muchedumbre
de podridos, mientras el resto no podían defenderle. Ley y Jimmy hicieron
equipo para ir abriendo un camino para pasar, mientras que Davis y Nicole
quedaban a la retaguardia del grupo, para evitar que les cogieran por detrás.
Para sorpresa de todos, aquel extranjero estaba sirviendo de bastante ayuda,
eliminando rápidamente a todos los putrefactos seres que se les acercaban por
el flanco izquierdo. Johnny mientras tanto protegía el flanco derecho, mientras
que Maya estaba a salvo en el centro, ya que se había quedado sin balas.
—¿Tenéis algo que ver con el gobierno? —Preguntó Yuri en medio de todo el caos.
—¡Que
pesado eres! —Gritó Johnny asqueado, poniendo una de sus extrañas muecas.
—¡No
nos hables de esos hijos de puta! —Ordenó tajantemente Ley, harta de las
preguntas de aquel pesado.
Aquella
frase hizo que Yuri se relajase, al ver que lo más seguro era que antes le
hubieran dicho la verdad y solo fueran simples supervivientes.
Finalmente y tras mucho esfuerzo consiguieron llegar al camión. Davis, Jimmy y
Ley se encargaban de los podridos, mientras el resto se subía al vehículo lo
antes posible. Una vez hecho esto, les ayudaron a subir a los tres en un abrir
y cerrar de ojos, asegurándose que se alejaban de allí a toda velocidad.
Discutieron un rato sobre que hacer, hasta que decidieron que pararían en un
lugar seguro para hacer que el extranjero hablara un poco más. No se querían
arriesgar ni a llevárselo a la misión, ni a traerlo al refugio donde estaban el
resto de sus camaradas.
—¿Te sientes bien aquí? —Preguntó Eva con seriedad, haciendo una pausa en su
extenuante entrenamiento.
—Sí,
este es mi nuevo hogar. —Respondió Puma con decisión, mientras la miraba a los
ojos con intensidad.
—¿No
preferirías estar allí con nosotros? —Continuó la chica, intentando saber más
de esa nueva persona que le parecía Puma.
Ella
le veía diferente desde que se había alejado del grupo. Era como si él no
quisiera recordar que tenía una familia, y que estaba lejos de esa gente que
tanto le necesitaba.
—Este
es mi lugar. No es que no quiera estar con vosotros, pero necesito estar aquí.
¿Tú lo comprendes? —Contestó el chico con toda la sinceridad que podía.
—Te
conozco, no me lo estás diciendo todo… —Alegó ella rápidamente, sin darle
tiempo a que se evadiera de la conversación.
—Después
de lo de Flor yo no puedo seguir como si nada. Yo sigo aquí por algo, y ya sé
por lo que es. Mi destino está aquí, es la razón por la que aún sigo vivo.
Estoy aquí porque tengo un destino y voy a cumplirlo. Ella decía que nada era
por casualidad. —Dijo Puma hablando más de lo que tenía previsto hacer.
Él
no quería hablar de eso, pero sentía que Eva lo necesitaba. Él no podía
alejarse cruelmente de ella sin decirle el porqué de sus nuevas acciones. No
podía callarse si eso significaba hacerle daño a ella. No quería ver sufrir a
nadie más cercano a él, y menos a Eva, a ella no podía hacerle eso.
—¿Crees que algún día podrá ser todo como antes? —Preguntó Alice inmersa en sus
cábalas.
—No…
—Murmuró M.A. con cierta frialdad, mirándose el muñón que tenía donde antes
había estado un esbelto brazo.
Ambos
notaban las cicatrices de estos dos últimos años. Para los dos la vida había
sido muy dura desde lo de Stone City. Alice prácticamente era otra persona, una
muy lejana a aquella inocente chica de antaño. M.A. por el contrario se había
ablandado con los sufrimientos del día a día. Alejarse de su hermana tantas
veces, perder el brazo y otro tanto de cosas más, le habían convertido en un
chico que miraba la vida de una forma muy diferente. Alice había pasado de
ser inocente y dulce, a ser mucho más distante y dura. M.A. había pasado de ser
un tipo serio, duro, y misterioso, a ser un chico que vivía cada segundo de la
vida con suma sentimentalidad. Mucho del cambio de M.A. aparte de por los palos
de la vida, también tenía que ver bastante con Maya, ya que el tiempo que había
pasado con ella le había enseñado a ver las cosas desde otro punto de vista.
Inma tras largo rato de clase sobre compuestos químicos, aprendió muchos
productos que eran inflamables y que podían usarse como armas en aquel
devastado mundo. También descubrió varios químicos que al mezclarlos
reaccionaban explosivamente, cosa que sin duda era bastante útil en caso de
emergencia. Jessica se había tenido que recostar un rato, ya que vomitó
un par de veces, y aún seguía teniendo nauseas. Cada vez su embarazo era algo
más visible. Adán estaba entusiasmado con todo lo que estaba aprendiendo
de medicina, le gustaba ayudar a la gente, pero también quería ser más útil. No
quería estar siempre allí encerrado, mientras los demás arriesgaban sus vidas
constantemente para que él estuviera a salvo.
Tuvieron que estar un largo rato insistiéndole al ruso para que se animara a
contar más de él, ya que ninguno de los soldados se había tragado esa simple
excusa que les había dado antes.
—Algunos militares y algunos civiles nos organizamos. Conseguimos hacernos con
refugios donde se escondían algunos políticos y antigua gente de poder. Nos
costó muchísimas vidas, ahora quedamos pocos, pero podemos volver a empezar. Salimos
a buscar si quedaba más gente con vida. Arreglamos varios aviones y reabrimos
una pequeña producción petrolera en Siberia. En aquella zona no hay muchos
monstruos, y aunque tenemos problemas, algo de petróleo hemos conseguido sacar.
—Contó Yuri por encima, intentando no enrollarse mucho.
—¿Y…¿Queda
alguien con vida? —Preguntó Jimmy entrecortadamente, asustado de lo que pudiera
contestar aquel tipo.
Realmente
a todos los presentes les asustaba la respuesta que estaban a punto de recibir.
¿Y si no quedaba nadie con vida? ¿Y si ellos eran los últimos supervivientes?
¿Y si sólo quedaban los antiguos gobiernos escondidos en sus búnkeres?
¿Realmente querían saberlo? Se preguntaron todo este tipo de cosas, en cuestión
de décimas de segundo.
—No
hemos tenido comunicación con el exterior. Sólo sabemos lo que hemos visto
sobrevolando los cielos. Esta es la primera incursión. Salimos dos pilotos. Mi
compañero salió de Moscú con la intención de sobrevolar Europa, África y a su
regreso a Moscú, pasar por Oriente Medio. No tengo ni idea de si habrá visto
algo o no. Yo salí desde Siberia para llegar a América. Mi primer destino fue
Canadá y mirad como me ha salido todo. —Relató Yuri con seriedad, suspirando al
llegar a la parte de su accidentado viaje.
Todos
se miraron desilusionados al escuchar la respuesta del soldado extranjero. Eso
de saber que probablemente no quedase nadie más, fue un duro golpe para los
presentes. Davis y Nicole pensaron que quizás no tenía sentido nada de lo que
estaban haciendo, ya que no quedaría nadie para verlo. Por otro lado a Ley
prácticamente no le había afectado esta noticia. Ella antes de aquello no sabía
cuantas personas quedaban aún con vida, pero eso no la había frenado para
continuar con la misión sin descanso. Maya pensó algo muy parecido, ya que eso
de que aquel tipo no supiera nada, no significaba que no quedara más gente.
Johnny siempre había pensado que era mejor dejarse de historias, y vivir lo
poco que les quedase de vida. Eso era lo que él quería hacer, pero realmente lo
que más quería era estar con Ley, y si ella había decidido un camino, él iría a
donde quiera que esta fuera. Jimmy también pretendía llegar al final, no sólo
porque se lo debía a Ley, sino porque se lo debía a todos sus compañeros.
—Nosotros somos pesimistas, estamos acostumbrados a ser un pueblo fuerte ante
los malos momentos. Pero vosotros… Os habéis derrumbado con mis palabras. Si os
sirve de algo, salimos porque escuchamos rumores. Un chico ucraniano que llegó
a Moscú, dijo que se había tropezado con gente que contaba cosas de Oeste.
—Dijo el ruso intentando animar a los presentes, utilizando su extraña
psicología de la estepa rusa.
A
todos se les iluminaron los ojos al escuchar aquella noticia. Era como un soplo
de aire fresco a sus vidas. Aquello significaba que aún había esperanza para el
futuro, que tenía sentido lo que estaban haciendo. No importaba que sólo fueran
rumores, porque aquello les había renovado la fuerza para seguir con la misión.
Le otorgaba una razón de ser a tanto sufrimiento.
—¿Qué
rumores? —Preguntó Ley con brusca seriedad.
—Según
el ucraniano, en la Europa occidental la gente se había refugiado en viejas
fortalezas medievales y en antiguas catedrales. No nos lo aseguró, como ya dije
solo son rumores. —Explicó mirándoles a los ojos con firmeza.
—¿Pero…
¿No fue en la Europa del oeste donde empezaron los primeros brotes fuera de
América? —Preguntó sorprendido Jimmy, mientras comenzaba a sacar teorías sobre
lo ocurrido.
—Si,
la infección se propagó en Europa por los viajeros que iban desde América a
lugares como Londres y Paris. La primera en caer fue Francia. Los rusos somos
realistas, creemos en lo que vemos no en misteriosos rumores, no tenemos
esperanza en los milagros. Sin embargo creo que esos rumores pueden ser
ciertos. No lo creo por fe, pero si porque conozco a esos pueblos. Muchos de
los pueblos de Europa son fuertes. En mi continente hemos pasado mucho más. Los
Yankees os creíais los reyes del mundo, pero realmente no tenéis la actitud que
es necesaria, nosotros somos diferentes. Mi país nunca se ha llevado demasiado
bien con el resto de Europa, pero me extrañaría mucho que no hubiera
sobrevivido ninguno de esos cabrones. —Relató el extranjero con suma
sinceridad.
Se
mostraba bastante escéptico, pero se negaba a pensar que gente que tanto había
incordiado en Europa, ahora estuvieran todos muertos. Para él aquello era algo
casi imposible, y más viendo que todavía quedaban estadounidenses con vida. Si
esos gringos seguían con vida, siendo un pueblo tan inepto para la guerra, estaba
seguro de que españoles, alemanes, ingleses y franceses, tenían que seguir con
vida. Sobretodo contando con cientos de antiguas fortalezas con impenetrables
muros de piedra.
—Además,
si vosotros salisteis a buscar supervivientes con los aviones, significa que
teníais esperanza de encontrar gente. —Dijo Maya convencida de que tenía que
quedar alguien más ahí fuera.
—Los
rusos no tenemos esperanzas, tenemos convicción. —Respondió Yuri a modo de
corrección.
Will se fumaba un cigarro tranquilamente, observando que todo funcionaba a la
perfección. En aquel momento pasó Jessica con muy mala cara, apoyándose a la
pared por culpa de su terrible mareo.
—¡Oye!
¿No has dicho nada aún? O hablas luego, o tendré que contárselo yo. Ya sabes lo
que habíamos hablado. —Expresó Will seriamente.
Jessica
asintió rápidamente, pensando que así este la dejaría en paz.
—No
lo volveré a repetir. —Dejó claro el chico, hablando con brusquedad.
La
chica se sentó en el suelo lentamente, intentando calmar su mal estar. Sabía que
él tenía razón, pero no era momento para hablar de eso. Se sentía fatal, y no
quería escuchar a nadie, por lo menos hasta que se le pasara un poco.
—¿Crees que esto terminará bien? —Preguntó Eva inmersa en sus pensamientos.
—No
lo sé, pero sea como sea, estaré aquí hasta el final. —Contestó Puma con basta
solemnidad.
Ella
pensaba a cerca de todo lo que podría ocurrir en el futuro, y todo aquello le
inquietaba. Veía que Ley tenía unas expectativas demasiado alejadas de la
realidad. No confiaba en que todo aquello pudiera ser posible. Puma ya no
necesitaba reflexionar sobre el asunto, él ya estaba convencido de seguir ese
camino. Ley había puesto mucha confianza en él, y ya no sólo por ella, sabía
que la razón de continuar en este mundo era tenía un destino. Quizás el futuro
le traería sufrimiento, pero necesitaba hacerlo. Flor lo hubiera visto claro,
todo lo que le había ocurrido a él eran señales que le indicaban su camino.
—Se que estás mejor que antes, pero veo que sigues sin ser feliz. —Dijo Alice
algo preocupada.
—Tienes
razón. —Murmuró M.A.
—¿Por
qué? —Preguntó Alice desconcertada.
—No
sé cuánto va a durar esto. —Confesó el joven decaído.
Alice
no entendía el pesimismo de M.A. ni tampoco porqué decía todo aquello. Tenían
un lugar seguro, él había regresado junto a su familia, pero aún así seguía
deprimido. Para ella no tenía sentido, pero intentaba buscárselo.
Jimmy avanzaba raudo, corriendo a grandes zancadas. El resto el seguían justo
detrás, intentando no llamar mucho la atención. En último lugar iban avanzando
la rubia y el extranjero.
—¿Seguro
que nos quieres ayudar? —Preguntó Nicole sorprendida, dirigiéndose al extraño
ruso, mientras corrían a toda velocidad.
—Los
rusos no nos rendimos, os ayudaré. —Contestó Yuri convencido de lo que decía, entrando
el último en el devastado templo religioso.
—¡Venga,
vamos! ¡Más brío! —Insistió Jimmy.
El
grupo se adentró en la iglesia medio derruida, justo antes de bajar a las
instalaciones de los pisos inferiores. La misión debía cumplirse rápidamente, o
ellos estarían perdidos en poco tiempo.
Ley dio instrucciones a su equipo, dejando bien claro las funciones de cada
uno. Nicole, Maya y Davis, se quedarían protegiendo la salida, mientras que los
demás irían al interior. Una vez todo dispuesto y claro, el grupo se separó en
dos. Era mejor asegurarse una escapatoria donde no les esperase nadie al final
del camino.
Maya se agazapó entre unas cajas, intentando esconderse lo mejor posible.
Nicole siguió su ejemplo, poniéndose en la esquina opuesta, ocultándose entre
unos viejos trastos. Davis se quedó tras unas telas, observando a escondidas
todo lo que pudiera suceder en aquella sala.
—Espero
que no tarden mucho. —Susurró Maya mientras preparaba su arma.
—No
sé lo que tardarán, pero nosotros tenemos que ocuparnos de lo que nos han
pedido. —Dijo Nicole lo más bajito que pudo.
—¡Shh!
¡Callad! —Exclamó enfadado Davis en voz baja.
Johnny observó a cuatro tipos que rondaban cerca. Hizo señales al grupo para
avisarles, haciendo unos extraños gestos con las manos. Ley le contestó con
otros gestos, hablando con señas militares. El reto entendió lo que se
proponían, asintiendo rápidamente para demostrar que ellos también estaban al
tanto. El grupo se abalanzó silenciosamente, cogiendo a los cuatro hombres
por sorpresa. Jimmy y Ley acabaron con dos, cortándoles la cabeza en un abrir y
cerrar de ojos. Johnny le clavó el cuchillo a otro de los hombres repetidas
veces, mientras le tapaba la mano con la boca para que este no hiciera ningún
tipo de ruido. Yuri acabó con el último, partiéndole el cuello con una
majestuosa técnica de combate del cuerpo a cuerpo. El grupo tomó las ropas
de los muertos, para intentar pasar desapercibidos en aquel lugar. Acto seguido
escondieron los cadáveres, metiéndolos en el interior de unas grandes cajas
metálicas que estaban vacías.
Inma sacaba un par de latas de atún para ella y Adán. El descanso del día no
era muy grande, pero por lo menos daba para comer y charlar un rato. Adán
empezó a comer rápidamente, terminando su comida cuando Inma sólo le había dado
un par de bocados.
—¿Qué
te pasa? ¿Por qué no comes? —Preguntó Adán preocupado.
—No
sé, estoy desganada. —Respondió la chica algo ausente.
—La
comida es la comida. Venga haz un esfuerzo. —Dijo el muchacho sonriente.
Ella
le devolvió la sonrisa, sintiéndose alegre de tener a aquel chaval a su
lado.
—Sé
lo que te pasa, porque a mí también me pasa, pero hay que comer. —Añadió Adán
en voz baja.
Ambos
se sentían de una manera muy similar. Los dos querían hacer mucho más de lo que
hacían, y se frustraban al ver que no tenían manera de hacer más.
Nicole miró a sus compañeros con preocupación, al escuchar como empezaba a
sonar una inquietante alarma. Si estaba sonando era porque probablemente
alguien les había descubierto. Se preguntaba una y otra vez, cuanto tendrían
que esperar para salir de allí. Maya empezó a sudar nerviosamente,
mientras que en su cabeza se imaginaba lo peor. Lo que más nerviosa le ponía
era no saber si el resto seguía con vida. Davis por el contrario tenía claro
que lo más seguro era que estuvieran vivos, ya que si esto no fuera así, las
alarmas cesarían.
—La
cosa se pone fea. —Murmuró Nicole casi para sí misma.
—A donde vayas tú, voy yo. —Dijo con firmeza el rubio, siguiendo a la pelirroja
por el pasillo.
Ambos
se habían separado por equivocación de Johnny y Yuri. Luego tendrían que
buscarlos, pero ahora que sabían donde estaban guardados los maletines, no
podían dejarlos escapar. Ley se cruzó con tres tipos que corrían
también por el enorme pasillo. La única diferencia es que ellos corrían hacia
la dirección en la que estaban ella y el rubio. El primero murió fácilmente de
un severo corte en la yugular, pero los otros dos se resistieron esquivando la
tizona. Jimmy fue en el rescate de su amiga, cargándose a otro de los
hombres. El tercero se les escabulló, huyendo por una de las puertas. Ambos
intentaron ir tras él, pero el tipo había cerrado por dentro.
—¡Ey!
Mira lo que he aprendido. —Chuleó Puma sonriente, mostrando su mejoría en aquel
arte.
—Pues
a mí me sale súper bien esto. —Dijo Will entusiasmado, enseñándole a su nuevo
amigo como él también había mejorado un poco.
Inma se acercó a Jimmy sonriente, con la intención de felicitarlo por su
envidiable estilo con la espada. Realmente le había impresionado ver el
combate, aquello le había parecido completamente increíble.
—¿Ya
ha terminado su trabajo? —Preguntó cortésmente el rubio.
—Hoy
no había mucho que hacer. Estos están dentro aprendiendo cosas con el
viejecillo, pero yo estaba aburrida allí dentro. Es más divertido ver esto que
hacéis. Por cierto me ha gustado mucho como has peleado antes. Supongo que
llevas muchos años practicando. —Dijo Inma alegremente.
—Bueno,
algún tiempo la verdad. Gracias, pero tan bueno no seré cuando no he ganado.
—Respondió el joven tras un suspiro.
—No
digas eso, hombre. Sólo has perdido porque te has despistado, no por falta de
técnica. —Animó la chica con amabilidad.
—Si
algún día una chica tan amable quiere aprender, yo podría enseñarle. —Sugirió
el rubio con una sonrisa, con la esperanza de poder pasar más rato con aquella
alegre muchacha que tan especial le parecía.
—Quizás
algún día podría estar bien. —Contestó rauda Inma, intentando no comprometerse
a decir ni sí ni no.
A
Jimmy incluso esa respuesta le contentó. Le gustaba tanto aquella muchacha que
todo lo que ella le pudiera decir, era acogido siempre de la mejor manera
posible. Él había estado con muchas chicas, pero era muy especial para pillarse
tanto de alguna. La única vez que le había pasado aquello había sido igual.
Sólo había necesitado escasos minutos para fijarse y quedarse prendado.
Al
recordar aquello se entristeció un poco, recordando que la otra chica que le
había fascinado le había traído por la calle de la amargura. Denise había hecho
con él todo lo que ella había querido, le había utilizado como si de un
cubierto desechable se tratase. Por culpa de ella, él le falló a sus amigos en
más de una ocasión. Él la había querido tanto que como un tonto se dejó engañar.
No creía que Inma fuera de esa manera, pues lo notaba en su forma de ser,
aparte de que ella no podía obtener nada de él, a diferencia de la otra.
Él veía en Inma todo lo contrario de lo que Denise tenía. Ella era dulce, noble, amable, educada y sobretodo muy real, pero aún así tenía miedo de hacer el tonto. Por una parte le asustaba hacer el idiota, pensando que ella le rechazaría, y en caso de no ser así le daba miedo que jugara con él.
Maya y Alice hablaban sobre el porqué de levantarse tan temprano, para sólo entrenar allí sin hacer nada más. Estaban muy cansadas del día anterior, como para ver que aquello era razonable. Las dos lo que querían realmente era dormir. El día anterior habían hecho un gran esfuerzo, y ni siquiera así les dejaban descansar. ¿Qué importaba hacer aquello hoy o mañana? Ya habían salido del paso y encima habían sacado un maletín. No entendían los planes de los soldados, por lo menos hasta que tuvieran más información.
Eva se dispuso a hablar con Ley de varios asuntos que no entendía muy bien, y
de otros que no le hacían mucha gracia. Sólo se había comprometido a pagar su
parte del trato, pero en esa parte del trato no entraba que tuviera que
callarse todo.
—¡Oye!
¿Qué se supone que tengo que hacer con eso que has dicho antes? ¿Se trata de
que Nicole y yo por estar al mando de nuestra unidad, vamos a tener que hacer
más que el resto? Nosotros hicimos un trato, pero en ese trato se suponía que
todos teníamos que colaborar. —Refunfuñó Eva algo disgustada.
—¡Cálmate!
¡Sólo se trata de que vosotras tenéis más cualidades para dirigir! ¡Aquí todos
tienen una función igual de importante! —Contestó de mal humor la pelirroja
mientras se ponía en pie.
—¿Si?
¿Y porque Inma está sin hacer nada mientras yo estoy aquí entrando sin parar?
¿O porque tú estás aquí haciendo el tonto con un viejo cañón de mierda?
—Replicó la chica de mala gana.
—Primero,
yo estoy limpiando esto, porque pronto nos va a hacer falta. Segundo, yo ya he
aprendido a utilizar mi espada. Tercero, no tendrán trabajo, pero tú también
otras veces estarás sin hacer nada mientras que ella esté haciendo cosas.
¿Recuerdas el trato no? Tenéis que colaborar. —Alegó Ley rápidamente con
seriedad.
—¿Entrenar
es colaborar? —Volvió a replicar Eva.
—Los
tuyos no lo saben, pero apenas queda munición. Es necesario aprender a utilizar
lo mejor posible las armas blancas. —Explicó la chica con sinceridad.
Eva
se calmó al entender el porqué de todo. Ella era una persona que necesitaba
explicaciones, no le gustaba hacer las cosas sin saber el trasfondo. No
obedecería sin saber de qué serviría lo que a ella le habían mandado.
—Otra
cosa que me he estado preguntando. Quizás no para ahora, pero para un futuro.
¿Por qué vivir separados? —Preguntó Eva ansiosa de tener más respuestas.
El día terminó con todos exhaustos antes de que cada uno volviera a su bunker correspondiente. El entrenamiento había durado toda la jornada. La única pausa que tuvieron fue al medio día para comer algo de comida enlatada.
—¡Me duele todo! —Dijo Alice entre suspiros, tirándose de golpe al viejo colchón.
—Es
el precio de ser un caballero medieval. —Bromeó Davis sonriente, soltando su
lanza en el mueble. Aquello realmente le había agradado a Davis.
Él
sabía manejar la lanza y siempre que la había utilizado se había sentido como
en otro siglo. Quizás no era tan mala idea irse acostumbrando a comportarse
como en otra época, ya que prácticamente toda la tecnología había desaparecido.
—¿Les
habéis dicho que se manejar el arco? —Preguntó entusiasmado Adán, intentando
ser de más utilidad.
—¡Oye!
¿Pero tú no estabas estudiando con el doctor? ¿En qué quedamos? — Dijo entre
risas Eva, intentando calmar las ansias del chico.
Eva
prefería que el pequeño se dedicara a otras labores que no fueran las de la
guerra. Ella quería que él estuviera sano y salvo, y que se entusiasmara con
pelear no le parecía muy buena idea. Por otra parte quería que se supiese
defender bien, pero era delicado el asunto. Si le metía ganas de pelear, quizás
él se expusiera demasiado, pero si le cortaba esas ganas, quizás le convertiría
en un futuro hombre que necesitara constantemente la ayuda de los demás.
—La
verdad es que yo también estoy bastante cansado. —Dijo M.A. estirándose.
—Bueno
al menos hoy ha sido un día cansado, pero emocionalmente estable. —Comentó Maya
intentando ser positiva.
—Quizás
sea por la actitud con la que anoche nos fuimos a dormir. —Añadió Alice tras
reflexionar sobre el asunto.
Eso
era algo que les reconfortaba a todos. Era tan difícil en aquel mundo no sufrir
un solo día que aquello era casi un milagro. Cierto que aquel día no había sido
trágico, pero eso tampoco había llenado sus vidas de felicidad, ya que muchos
no olvidaban todo lo que llevaban tras de ellos.
—Tampoco
os acostumbréis. —Sugirió Nicole en voz baja.
En el mundo actual las buenas cosas no solían durar mucho, así que hacerse demasiadas ilusiones era algo bastante imprudente. Nicole tenía esto muy claro, y pretendía adoptar una postura con la que se sintiera con los pies firmemente plantados en la tierra.
—¿Seguiremos mañana con lo mismo? —Preguntó curioso Davis, con ganas de repetir
la actividad.
—Quien
sabe, esta gente nunca dice nada. —Respondió Maya dudando de las intenciones de
los soldados.
Maya se sentía confusa en ese ambiente. Nunca sabía por dónde iban a saltar Ley y sus compañeros, y aquello era algo que la desconcertaba bastante. Quizás por un lado era mejor, ya que así no estarían pensando todo el día en lo que les esperaba, pero por otro lado no tenían tiempo de prepararse. Aquello tampoco le gustaba mucho a Nicole. A ella le gustaba tener controlada la situación, y de esa forma era imposible saber a qué atenerse. Intentaba acostumbrarse, pero era algo que le costaba bastante.
—Podríamos aprovechar hoy que no hemos tenido ninguna mala experiencia, para
ser felices otra noche más. —Propuso Inma con alegría.
—Sabes
que siempre estoy dispuesta, pero hoy estoy muy cansada. —Contestó Alice
bostezando, mientras se recostaba entre las mantas.
—¡Venga!
¡Aunque sea un ratito! —Animó Jessica sonriente.
—¡Sí!
¡Me parece buena idea! —Añadió M.A. entusiasmado con la idea, a pesar de lo
cansado que estaba.
Finalmente convencieron entre todos a Alice y Maya, la cual también tenía bastantes ganas de echarse a dormir lo antes posible. Llegaron todos a la conclusión de que tenían que disfrutar de los pocos momentos que le brindaba la vida, no podían desperdiciar ni uno solo.
Puma y Jimmy organizaban unas desordenadas cajas, mientras charlaban
tranquilamente. Ambos habían establecido una amistad bastante sólida, que les
agradaba a los dos de igual manera. Se sentían cómodos el uno con el otro,
haciendo un buen equipo que ninguno de ellos hubiera imaginado jamás.
—¿Qué
hace Will? —Preguntó desconcertado Puma, viendo como el chico se arrodillaba
después de dibujar algo en la tierra con el cañón de su rifle.
—Un
homenaje. Will nunca se olvida de ninguno de los caídos. —Respondió con
seriedad el rubio, agachando la mirada según iba hablando.
Puma
se entristeció unos segundos al escuchar aquellas palabras. Cerró los ojos unos
instantes y vio nítidamente la cara que tenía Flor la última vez que la vio.
Aquel recuerdo le hería profundamente, pero incluso con su dolor latente notó
el sufrimiento del rubio. A Jimmy se le vinieron tantas cosas a la cabeza
de pronto, que se le escaparon unas pequeñas lágrimas a los pocos minutos. La
vida le parecía tan rápida, que a veces no tenía tiempo para recordar a los que
ya no estaban allí. Le dolía el paso del tiempo, este pasaba corriendo tan
raudo que parecía que hacía miles de años de algunas cosas. Lo que más le hizo
sufrir en aquel momento fue intentar recordar a todos, y darse cuenta de que no
era capaz de ver algunas de las caras que tanto tiempo le habían
acompañado.
—¿Estás
bien? —Preguntó Puma preocupado, poniéndole la mano en el hombro a su
compañero.
—No
los recuerdo… —Murmuró Jimmy decaído, encogiéndose casi como un niño pequeño
abandonado.
Puma lo había pasado muy mal en su vida, pero veía que su compañero estaba peor. Él sabía que el rubio al ser más sensible, necesitando ayuda para superar el dolor. Él no era tonto y ya llevaba allí el suficiente tiempo para saber que su compañero llevaba una carga demasiado pesada. Quería ayudarle, pero no sabía cómo. Veía como Jimmy tenía más de un motivo para sentirse así, pero nunca terminaba de enterarse exactamente de qué era lo que le pasaba al chico.
Ley miraba como salía la luna entre las lejanas colinas, sintiéndose embrujada por aquella brillante luz. Le dolía tanto su pesado corazón, que ya prácticamente ni lo notaba. No podía borrar aquel malestar que tenía, la única manera de anestesiarse era olvidarse de sí. Todo lo que le quedaba era el futuro, y ni siquiera eso iba a ser para ella. Nadie podía entenderla, pero eso ya no importaba. Realmente ella ya no importaba, lo verdaderamente importante eran los demás. Quizás por eso se sentía embrujada por aquella luna. La luna estaba allí tan sola, exactamente igual que lo que la pelirroja sentía. Ella incluso pensaba que la luna tenía más suerte, ya que la luna estaba sola en la oscuridad, en la nada. Ella estaba sola entre una multitud, siempre había sido así, pero en aquel momento se sentía más sola que nunca, más allá que todos los que la rodeaban. Sentirse así entre la gente era casi igual que estar muerto por dentro.
Johnny observaba a su amada detenidamente. Le dolía verla así, era como ver una sombra de lo que había sido. Le parecía tan guapa cuando sonreía y estaba alegre, que verla de aquella manera era devastador. Demasiado muerto por dentro estaba él, como para que ella también acabase así. Ella era quien le hacía sentirse vivo, si ella también se enfriaba, se apagaba la única luz que él tenía. Pensaba que después de tantos años animándolo, ahora le tocaba a él hacer lo mismo. Realmente quería hacerlo, pero por más que pensaba no sabía cómo. Pensar en todo aquello también le dolía, le hacía sentirse de nuevo la última mierda. Sufría pensando que gran parte de lo que le había pasado a ella tenía que ver con Rojo. Parecía que nunca iba a quitarse ese lastre de encima, ni incluso cuando él la tenía a ella, y Rojo estaba más que muerto.
— Te estás apagando como la luz del día en un anochecer sin luna. —Dijo
poéticamente Johnny acercándose a su chica.
Era
la primera vez que el pelirrojo hablaba tan poético, pero aquello le había
salido de lo más profundo de su alma.
—También
hay belleza en la oscuridad… —Respondió Ley en voz baja, mirando intensamente
el cielo oscuro inmersa en sus propios pensamientos.—La de todos, es una triste
historia. —Expresó la chica casi en susurro, alejándose mentalmente de allí
unos breves minutos.
—¿Dónde
estás? Te veo tan lejos de aquí… —Murmuró el chico tímidamente.
—Más
allá… —Susurró afligida la pelirroja, soltando un par de amargas lágrimas.
—¿No
puedes volver? —Preguntó preocupado el esquelético joven, rodeándola con sus
finos brazos
.—He cruzado el límite, no puedo regresar, ya no. —Respondió Ley sinceramente, perdiendo su mirada en las bastas extensiones del paraje que les rodeaba.
Ambos se quedaron abrazados horas y horas observando la inmensidad del horizonte. Todos estaban ya dormidos, pero eso no les importaba. La pelirroja necesitaba estar allí mirando la lejanía, ausente, marchándose cada vez más allá metal y espiritualmente. Johnny no pensaba dejarla sola, así que simplemente se quedó con ella como tantas veces la chica había hecho por él. Ella podría alejarse todo lo que quisiera, pero él se alejaría a su lado. Ella era lo único que le importaba, y lo único que tenía consigo.
Cuando el grupo se volvió a reunir con los soldados, estos estaban ya activos
desde hacía ya varias horas. Muchos de ellos no estaban allí, ya que se habían
marchado a buscar más suministros. Esto hizo que el ambiente fuera menos
agobiante que otros días.
—Bueno…
¿Hoy qué? —Preguntó Nicole ansiosa de saber lo que les depararía el día.
—¿Recordáis
el sitio del otro día no? Pues vamos a volver. —Contestó Johnny con seriedad.
—¡¿QUÉ?!
¡¿ESTÁIS LOCOS?! —Gritó Alice sorprendida de escuchar aquello.
—Iremos
un pequeño grupo para infiltrarnos mejor. No hay nada que discutir. —Dijo Ley
tajantemente.
—¿Quiénes?
—Preguntó Eva rápidamente, mirando a todos los soldados presentes en busca de
una respuesta.
—Johnny,
Davis, Maya, Nicole, y yo, acompañaremos a Ley. —Respondió Jimmy
instantáneamente.
—¿Y
el resto? —Preguntó M.A. inconforme, abriéndose paso entre el grupo.
—El resto entrenaréis aquí otra vez. Will se queda al mando del fuerte. Nosotros nos llevaremos una radio y contactaremos si hay algún problema. En caso de ser necesario, evacuaréis el lugar para ir a otro de los refugios que tenemos asegurados. —Ordenó la pelirroja con autoridad, cortando de raíz cualquier sugerencia alternativa.
Todos se prepararon para emprender la marcha, después de aceptar a regañadientes la única opción que se les había brindado. El grupo creía que aquello traería más problemas que lo bueno que pudieran sacar de allí, pero no les quedaba otra que hacer caso, ya que no podían romper el trato cuando les viniese a ellos en gana.
Una vez se habían despedido todos, el resto se puso también manos a la obra. Se pusieron a entrenar por parejas, quedándose M.A. con Alice, y Eva con Puma. Este rato lo aprovecharon para conversar entre sí, mientras entrenaban lo mejor que podían. Will se hacía cargo de todos los soldados, encargándoles todo tipo de tareas que eran necesarias. El resto se quedó con el médico y el científico. Adán aprendía sobre los fármacos, mientras que Jessica estaba centrada en el aprendizaje de diagnóstico de síntomas frecuentes. Inma escuchaba hablar al científico de compuestos químicos sin entender muy bien porque aquel señor le hablaba de todo aquello. Lo único que sabía era que él le decía que prestara toda la atención posible.
Al rato de camino escucharon una especie de explosión no muy lejos de donde se
encontraban. Instantáneamente Ley decidió que era buena idea comprobar que
había ocurrido, por si en algún caso necesitaban cambiar el plan establecido.
—¿Qué
coño es eso? ¿No es un paracaídas?—Preguntó Johnny extrañado, al ver una tela
blanca arrugada en lo alto de unos arbustos de color verde fluorescente, debido
a la radiación del lugar.
Continuaron a toda velocidad, deseosos de encontrar al siniestrado pasajero de un avión estrellado que se encontraron. Después de ver aquello y el paracaídas, estaban seguros de que alguien rondaba por allí. La pregunta era quien, ya que hacía mucho tiempo que no había aviones, aparte del que su loco compañero había utilizado antes de la caída del campo de concentración.
—¡Alto! ¡Identifícate ahora mismo! —Gritó Jimmy poniéndole su estoque en la
espalda, a un misterioso transeúnte.
—¿Quiénes
sois vosotros? —Pregunto el misterioso chico con una pronunciación rara,
levantando los brazos rápidamente.
—¡Calla!
¡Aquí las preguntas no las haces tú! —Ordenó Johnny apuntando al tipo con su
escopeta, y con el dedo listo para apretar el gatillo en décimas de segundo.
—¿Qué
hace un ruso por aquí? Ese acento y ese uniforme te delatan. —Preguntó Ley con
autoridad, mostrando su descontento con una mala cara.
—¿De
dónde habías sacado ese avión? —Preguntó Davis extrañado.
—Vine
de paseo. —Chuleó el extraño tipo, con una sonrisa pícara.
A
ninguno les hacía gracia encontrarse con un ruso. Ley era la que más
sospechaba, porque no le entraba en la cabeza lo que ese tío estaba haciendo en
aquel lugar tan alejado de su patria. ¿Cómo era posible que ese europeo hubiera
llegado allí? ¿Qué estaba ocurriendo? ¿No se suponía que todas las naciones
habían caído?
—Mira
colega, no tenemos tiempo para juegos. ¡Habla! —Insistió el pelirrojo enfadado,
después de pegarle una patada al ruso y tumbarlo en el suelo, para terminar con
el cañón de su escopeta en el cráneo del extranjero.
—¿Así
tratáis a los turistas? ¿No tienes cojones de vacilarme sin una escopeta? ¿Qué
mierda hacen unos estadounidenses en Canadá? ¿Lo saben los canadienses o es que
en vuestra sed de conquista los habéis matado a todos? —Chuleó el soldado ruso,
negándose a obedecer a un americano.
—Oye
deberíamos hacer algo, no podemos quedarnos aquí. —Sugirió Maya al ver a lo
lejos una gran manada de seres putrefactos.
—Es
verdad, con todo el ruido del avión esto se va a llenar de bichos. —Añadió Jimmy
preocupado, al ver él también todo lo que se acercaba a lo lejos.
Johnny
agarró al tipo por sus ropas, obligándole a acompañarlos en el acto. Ninguno
veía prudente quedarse allí más tiempo del necesario, emprendiendo la marcha
rápidamente.
—¡Menuda
has liado! Sólo por eso deberías hablar. —Dijo Nicole con seriedad.
—¿Quiénes
sois? —Preguntó de nuevo el soldado ruso.
—Supervivientes.
—Respondió Maya al instante.
—¿Y
esos trajes militares que lleváis vosotros tres? —Preguntó el tipo mirando a
Jimmy, Ley y Johnny.—Son trajes militares de USA. —Continuó el hombre en voz
más baja.
—¡Tú
llevas uno ruso! ¿Quién eres tú? —Preguntó Ley bastante irritada.
—¿Trabajáis
para el gobierno? —Insistió el tipo con su interrogatorio.
—¡Me
estás jodiendo! ¡Deja de preguntar y contesta de una puta vez! —Gruñó Johnny
con cara de asco.
De
pronto se vieron atrapados, viendo como por delante también venía una masa de
podridos. Esta vez no les iba a ser posible escabullirse ya que veían por
delante y por detrás. En otra ocasión no hubiera resultado tan peligroso, pero
tenían a un extraño tipo con ellos, y estaba claro que ninguno se fiaba de él.
—¿Te
ha mordido la lengua el gato? ¿Estás sordo? ¡Te he dicho que hables! —Insistió
el pelirrojo a voces, nervioso por la cercanía de las pestilentes
criaturas.
El
tipo no abría la boca, y los podridos ya estaban casi al alcance del grupo. Ley
indicó a Jimmy con la mirada que hicieran un círculo alrededor de Johnny, el
ruso y ella, para asegurar un pequeño perímetro. Maya tragó saliva y se
dispuso a ocupar su lugar en la defensa. Davis y Nicole la siguieron
instintivamente, terminando de cerrar el círculo que Ley y Johnny
necesitaban.
—¡Disparad!
¡No lo hagáis a lo loco! ¡Tenemos pocas balas! —Ordenó Jimmy cortándole la
cabeza al podrido que más se había acercado.
Davis le siguió en el ataque con la lanza, asegurándose de que ningún zombie se acercara demasiado. Nicole y Maya disparaban, intentando tener una puntería lo más precisa posible.
—¡Mira! ¡Me tienes ya hasta el mismísimo coño! ¿Ves esto? Es una tizona, una
antigua espada europea, y si no quieres que esta espada española te corte el
gaznate despiadadamente, vas a hablar bien clarito. ¡No tengo tiempo para tus
tonterías de espías rusos! ¿Me comprendes? ¡¿ENTIENDES LO QUE TE DIGO?! —Amenazó
Ley sin reparo alguno, acercando su espada al cuello de aquel tipo.
—¡No me amenaces! ¡Si quieres matarme, hazlo! ¡Soy Yuri! ¡Arreglé un avión y vine a ver si había más supervivientes! —Contestó el chico rápidamente, cambiando su negativa a hablar.—¡Quita eso de mi cuello! —Gritó Yuri alejando la hoja de su lado.
Era imposible continuar con aquel círculo de protección, eran demasiados y todavía estaban bastante separados del camión. Aquella maniobra de bajarse del vehículo les había venido muy bien a la hora de sorprender a Yuri por la espalda, pero ahora les estaba complicando todo aún más. El ruso le pegó una patada a un zombie que se acercaba a Johnny, Jimmy al ver aquel gesto entregó un cuchillo al desarmado soldado extranjero. Quizás se estaba arriesgando demasiado, pero no podía dejarle desarmado ante aquella muchedumbre de podridos, mientras el resto no podían defenderle. Ley y Jimmy hicieron equipo para ir abriendo un camino para pasar, mientras que Davis y Nicole quedaban a la retaguardia del grupo, para evitar que les cogieran por detrás. Para sorpresa de todos, aquel extranjero estaba sirviendo de bastante ayuda, eliminando rápidamente a todos los putrefactos seres que se les acercaban por el flanco izquierdo. Johnny mientras tanto protegía el flanco derecho, mientras que Maya estaba a salvo en el centro, ya que se había quedado sin balas.
—¿Tenéis algo que ver con el gobierno? —Preguntó Yuri en medio de todo el caos.
—¡Que
pesado eres! —Gritó Johnny asqueado, poniendo una de sus extrañas muecas.
—¡No
nos hables de esos hijos de puta! —Ordenó tajantemente Ley, harta de las
preguntas de aquel pesado.
Aquella frase hizo que Yuri se relajase, al ver que lo más seguro era que antes le hubieran dicho la verdad y solo fueran simples supervivientes.
Finalmente y tras mucho esfuerzo consiguieron llegar al camión. Davis, Jimmy y Ley se encargaban de los podridos, mientras el resto se subía al vehículo lo antes posible. Una vez hecho esto, les ayudaron a subir a los tres en un abrir y cerrar de ojos, asegurándose que se alejaban de allí a toda velocidad.
Discutieron un rato sobre que hacer, hasta que decidieron que pararían en un lugar seguro para hacer que el extranjero hablara un poco más. No se querían arriesgar ni a llevárselo a la misión, ni a traerlo al refugio donde estaban el resto de sus camaradas.
—¿Te sientes bien aquí? —Preguntó Eva con seriedad, haciendo una pausa en su
extenuante entrenamiento.
—Sí,
este es mi nuevo hogar. —Respondió Puma con decisión, mientras la miraba a los
ojos con intensidad.
—¿No
preferirías estar allí con nosotros? —Continuó la chica, intentando saber más
de esa nueva persona que le parecía Puma.
Ella
le veía diferente desde que se había alejado del grupo. Era como si él no
quisiera recordar que tenía una familia, y que estaba lejos de esa gente que
tanto le necesitaba.
—Este
es mi lugar. No es que no quiera estar con vosotros, pero necesito estar aquí.
¿Tú lo comprendes? —Contestó el chico con toda la sinceridad que podía.
—Te
conozco, no me lo estás diciendo todo… —Alegó ella rápidamente, sin darle
tiempo a que se evadiera de la conversación.
—Después
de lo de Flor yo no puedo seguir como si nada. Yo sigo aquí por algo, y ya sé
por lo que es. Mi destino está aquí, es la razón por la que aún sigo vivo.
Estoy aquí porque tengo un destino y voy a cumplirlo. Ella decía que nada era
por casualidad. —Dijo Puma hablando más de lo que tenía previsto hacer.
Él no quería hablar de eso, pero sentía que Eva lo necesitaba. Él no podía alejarse cruelmente de ella sin decirle el porqué de sus nuevas acciones. No podía callarse si eso significaba hacerle daño a ella. No quería ver sufrir a nadie más cercano a él, y menos a Eva, a ella no podía hacerle eso.
—¿Crees que algún día podrá ser todo como antes? —Preguntó Alice inmersa en sus
cábalas.
—No…
—Murmuró M.A. con cierta frialdad, mirándose el muñón que tenía donde antes
había estado un esbelto brazo.
Ambos notaban las cicatrices de estos dos últimos años. Para los dos la vida había sido muy dura desde lo de Stone City. Alice prácticamente era otra persona, una muy lejana a aquella inocente chica de antaño. M.A. por el contrario se había ablandado con los sufrimientos del día a día. Alejarse de su hermana tantas veces, perder el brazo y otro tanto de cosas más, le habían convertido en un chico que miraba la vida de una forma muy diferente. Alice había pasado de ser inocente y dulce, a ser mucho más distante y dura. M.A. había pasado de ser un tipo serio, duro, y misterioso, a ser un chico que vivía cada segundo de la vida con suma sentimentalidad. Mucho del cambio de M.A. aparte de por los palos de la vida, también tenía que ver bastante con Maya, ya que el tiempo que había pasado con ella le había enseñado a ver las cosas desde otro punto de vista.
Inma tras largo rato de clase sobre compuestos químicos, aprendió muchos productos que eran inflamables y que podían usarse como armas en aquel devastado mundo. También descubrió varios químicos que al mezclarlos reaccionaban explosivamente, cosa que sin duda era bastante útil en caso de emergencia. Jessica se había tenido que recostar un rato, ya que vomitó un par de veces, y aún seguía teniendo nauseas. Cada vez su embarazo era algo más visible. Adán estaba entusiasmado con todo lo que estaba aprendiendo de medicina, le gustaba ayudar a la gente, pero también quería ser más útil. No quería estar siempre allí encerrado, mientras los demás arriesgaban sus vidas constantemente para que él estuviera a salvo.
Tuvieron que estar un largo rato insistiéndole al ruso para que se animara a contar más de él, ya que ninguno de los soldados se había tragado esa simple excusa que les había dado antes.
—Algunos militares y algunos civiles nos organizamos. Conseguimos hacernos con
refugios donde se escondían algunos políticos y antigua gente de poder. Nos
costó muchísimas vidas, ahora quedamos pocos, pero podemos volver a empezar. Salimos
a buscar si quedaba más gente con vida. Arreglamos varios aviones y reabrimos
una pequeña producción petrolera en Siberia. En aquella zona no hay muchos
monstruos, y aunque tenemos problemas, algo de petróleo hemos conseguido sacar.
—Contó Yuri por encima, intentando no enrollarse mucho.
—¿Y…¿Queda
alguien con vida? —Preguntó Jimmy entrecortadamente, asustado de lo que pudiera
contestar aquel tipo.
Realmente
a todos los presentes les asustaba la respuesta que estaban a punto de recibir.
¿Y si no quedaba nadie con vida? ¿Y si ellos eran los últimos supervivientes?
¿Y si sólo quedaban los antiguos gobiernos escondidos en sus búnkeres?
¿Realmente querían saberlo? Se preguntaron todo este tipo de cosas, en cuestión
de décimas de segundo.
—No
hemos tenido comunicación con el exterior. Sólo sabemos lo que hemos visto
sobrevolando los cielos. Esta es la primera incursión. Salimos dos pilotos. Mi
compañero salió de Moscú con la intención de sobrevolar Europa, África y a su
regreso a Moscú, pasar por Oriente Medio. No tengo ni idea de si habrá visto
algo o no. Yo salí desde Siberia para llegar a América. Mi primer destino fue
Canadá y mirad como me ha salido todo. —Relató Yuri con seriedad, suspirando al
llegar a la parte de su accidentado viaje.
Todos se miraron desilusionados al escuchar la respuesta del soldado extranjero. Eso de saber que probablemente no quedase nadie más, fue un duro golpe para los presentes. Davis y Nicole pensaron que quizás no tenía sentido nada de lo que estaban haciendo, ya que no quedaría nadie para verlo. Por otro lado a Ley prácticamente no le había afectado esta noticia. Ella antes de aquello no sabía cuantas personas quedaban aún con vida, pero eso no la había frenado para continuar con la misión sin descanso. Maya pensó algo muy parecido, ya que eso de que aquel tipo no supiera nada, no significaba que no quedara más gente. Johnny siempre había pensado que era mejor dejarse de historias, y vivir lo poco que les quedase de vida. Eso era lo que él quería hacer, pero realmente lo que más quería era estar con Ley, y si ella había decidido un camino, él iría a donde quiera que esta fuera. Jimmy también pretendía llegar al final, no sólo porque se lo debía a Ley, sino porque se lo debía a todos sus compañeros.
—Nosotros somos pesimistas, estamos acostumbrados a ser un pueblo fuerte ante
los malos momentos. Pero vosotros… Os habéis derrumbado con mis palabras. Si os
sirve de algo, salimos porque escuchamos rumores. Un chico ucraniano que llegó
a Moscú, dijo que se había tropezado con gente que contaba cosas de Oeste.
—Dijo el ruso intentando animar a los presentes, utilizando su extraña
psicología de la estepa rusa.
A
todos se les iluminaron los ojos al escuchar aquella noticia. Era como un soplo
de aire fresco a sus vidas. Aquello significaba que aún había esperanza para el
futuro, que tenía sentido lo que estaban haciendo. No importaba que sólo fueran
rumores, porque aquello les había renovado la fuerza para seguir con la misión.
Le otorgaba una razón de ser a tanto sufrimiento.
—¿Qué
rumores? —Preguntó Ley con brusca seriedad.
—Según
el ucraniano, en la Europa occidental la gente se había refugiado en viejas
fortalezas medievales y en antiguas catedrales. No nos lo aseguró, como ya dije
solo son rumores. —Explicó mirándoles a los ojos con firmeza.
—¿Pero…
¿No fue en la Europa del oeste donde empezaron los primeros brotes fuera de
América? —Preguntó sorprendido Jimmy, mientras comenzaba a sacar teorías sobre
lo ocurrido.
—Si,
la infección se propagó en Europa por los viajeros que iban desde América a
lugares como Londres y Paris. La primera en caer fue Francia. Los rusos somos
realistas, creemos en lo que vemos no en misteriosos rumores, no tenemos
esperanza en los milagros. Sin embargo creo que esos rumores pueden ser
ciertos. No lo creo por fe, pero si porque conozco a esos pueblos. Muchos de
los pueblos de Europa son fuertes. En mi continente hemos pasado mucho más. Los
Yankees os creíais los reyes del mundo, pero realmente no tenéis la actitud que
es necesaria, nosotros somos diferentes. Mi país nunca se ha llevado demasiado
bien con el resto de Europa, pero me extrañaría mucho que no hubiera
sobrevivido ninguno de esos cabrones. —Relató el extranjero con suma
sinceridad.
Se
mostraba bastante escéptico, pero se negaba a pensar que gente que tanto había
incordiado en Europa, ahora estuvieran todos muertos. Para él aquello era algo
casi imposible, y más viendo que todavía quedaban estadounidenses con vida. Si
esos gringos seguían con vida, siendo un pueblo tan inepto para la guerra, estaba
seguro de que españoles, alemanes, ingleses y franceses, tenían que seguir con
vida. Sobretodo contando con cientos de antiguas fortalezas con impenetrables
muros de piedra.
—Además,
si vosotros salisteis a buscar supervivientes con los aviones, significa que
teníais esperanza de encontrar gente. —Dijo Maya convencida de que tenía que
quedar alguien más ahí fuera.
—Los rusos no tenemos esperanzas, tenemos convicción. —Respondió Yuri a modo de corrección.
Will se fumaba un cigarro tranquilamente, observando que todo funcionaba a la
perfección. En aquel momento pasó Jessica con muy mala cara, apoyándose a la
pared por culpa de su terrible mareo.
—¡Oye!
¿No has dicho nada aún? O hablas luego, o tendré que contárselo yo. Ya sabes lo
que habíamos hablado. —Expresó Will seriamente.
Jessica
asintió rápidamente, pensando que así este la dejaría en paz.
—No
lo volveré a repetir. —Dejó claro el chico, hablando con brusquedad.
La chica se sentó en el suelo lentamente, intentando calmar su mal estar. Sabía que él tenía razón, pero no era momento para hablar de eso. Se sentía fatal, y no quería escuchar a nadie, por lo menos hasta que se le pasara un poco.
—¿Crees que esto terminará bien? —Preguntó Eva inmersa en sus pensamientos.
—No
lo sé, pero sea como sea, estaré aquí hasta el final. —Contestó Puma con basta
solemnidad.
Ella pensaba a cerca de todo lo que podría ocurrir en el futuro, y todo aquello le inquietaba. Veía que Ley tenía unas expectativas demasiado alejadas de la realidad. No confiaba en que todo aquello pudiera ser posible. Puma ya no necesitaba reflexionar sobre el asunto, él ya estaba convencido de seguir ese camino. Ley había puesto mucha confianza en él, y ya no sólo por ella, sabía que la razón de continuar en este mundo era tenía un destino. Quizás el futuro le traería sufrimiento, pero necesitaba hacerlo. Flor lo hubiera visto claro, todo lo que le había ocurrido a él eran señales que le indicaban su camino.
—Se que estás mejor que antes, pero veo que sigues sin ser feliz. —Dijo Alice
algo preocupada.
—Tienes
razón. —Murmuró M.A.
—¿Por
qué? —Preguntó Alice desconcertada.
—No
sé cuánto va a durar esto. —Confesó el joven decaído.
Alice no entendía el pesimismo de M.A. ni tampoco porqué decía todo aquello. Tenían un lugar seguro, él había regresado junto a su familia, pero aún así seguía deprimido. Para ella no tenía sentido, pero intentaba buscárselo.
Jimmy avanzaba raudo, corriendo a grandes zancadas. El resto el seguían justo
detrás, intentando no llamar mucho la atención. En último lugar iban avanzando
la rubia y el extranjero.
—¿Seguro
que nos quieres ayudar? —Preguntó Nicole sorprendida, dirigiéndose al extraño
ruso, mientras corrían a toda velocidad.
—Los
rusos no nos rendimos, os ayudaré. —Contestó Yuri convencido de lo que decía, entrando
el último en el devastado templo religioso.
—¡Venga,
vamos! ¡Más brío! —Insistió Jimmy.
El grupo se adentró en la iglesia medio derruida, justo antes de bajar a las instalaciones de los pisos inferiores. La misión debía cumplirse rápidamente, o ellos estarían perdidos en poco tiempo.
Ley dio instrucciones a su equipo, dejando bien claro las funciones de cada uno. Nicole, Maya y Davis, se quedarían protegiendo la salida, mientras que los demás irían al interior. Una vez todo dispuesto y claro, el grupo se separó en dos. Era mejor asegurarse una escapatoria donde no les esperase nadie al final del camino.
Maya se agazapó entre unas cajas, intentando esconderse lo mejor posible.
Nicole siguió su ejemplo, poniéndose en la esquina opuesta, ocultándose entre
unos viejos trastos. Davis se quedó tras unas telas, observando a escondidas
todo lo que pudiera suceder en aquella sala.
—Espero
que no tarden mucho. —Susurró Maya mientras preparaba su arma.
—No
sé lo que tardarán, pero nosotros tenemos que ocuparnos de lo que nos han
pedido. —Dijo Nicole lo más bajito que pudo.
—¡Shh! ¡Callad! —Exclamó enfadado Davis en voz baja.
Johnny observó a cuatro tipos que rondaban cerca. Hizo señales al grupo para avisarles, haciendo unos extraños gestos con las manos. Ley le contestó con otros gestos, hablando con señas militares. El reto entendió lo que se proponían, asintiendo rápidamente para demostrar que ellos también estaban al tanto. El grupo se abalanzó silenciosamente, cogiendo a los cuatro hombres por sorpresa. Jimmy y Ley acabaron con dos, cortándoles la cabeza en un abrir y cerrar de ojos. Johnny le clavó el cuchillo a otro de los hombres repetidas veces, mientras le tapaba la mano con la boca para que este no hiciera ningún tipo de ruido. Yuri acabó con el último, partiéndole el cuello con una majestuosa técnica de combate del cuerpo a cuerpo. El grupo tomó las ropas de los muertos, para intentar pasar desapercibidos en aquel lugar. Acto seguido escondieron los cadáveres, metiéndolos en el interior de unas grandes cajas metálicas que estaban vacías.
Inma sacaba un par de latas de atún para ella y Adán. El descanso del día no
era muy grande, pero por lo menos daba para comer y charlar un rato. Adán
empezó a comer rápidamente, terminando su comida cuando Inma sólo le había dado
un par de bocados.
—¿Qué
te pasa? ¿Por qué no comes? —Preguntó Adán preocupado.
—No
sé, estoy desganada. —Respondió la chica algo ausente.
—La
comida es la comida. Venga haz un esfuerzo. —Dijo el muchacho sonriente.
Ella
le devolvió la sonrisa, sintiéndose alegre de tener a aquel chaval a su
lado.
—Sé
lo que te pasa, porque a mí también me pasa, pero hay que comer. —Añadió Adán
en voz baja.
Ambos se sentían de una manera muy similar. Los dos querían hacer mucho más de lo que hacían, y se frustraban al ver que no tenían manera de hacer más.
Nicole miró a sus compañeros con preocupación, al escuchar como empezaba a
sonar una inquietante alarma. Si estaba sonando era porque probablemente
alguien les había descubierto. Se preguntaba una y otra vez, cuanto tendrían
que esperar para salir de allí. Maya empezó a sudar nerviosamente,
mientras que en su cabeza se imaginaba lo peor. Lo que más nerviosa le ponía
era no saber si el resto seguía con vida. Davis por el contrario tenía claro
que lo más seguro era que estuvieran vivos, ya que si esto no fuera así, las
alarmas cesarían.
—La cosa se pone fea. —Murmuró Nicole casi para sí misma.
—A donde vayas tú, voy yo. —Dijo con firmeza el rubio, siguiendo a la pelirroja
por el pasillo.
Ambos se habían separado por equivocación de Johnny y Yuri. Luego tendrían que buscarlos, pero ahora que sabían donde estaban guardados los maletines, no podían dejarlos escapar. Ley se cruzó con tres tipos que corrían también por el enorme pasillo. La única diferencia es que ellos corrían hacia la dirección en la que estaban ella y el rubio. El primero murió fácilmente de un severo corte en la yugular, pero los otros dos se resistieron esquivando la tizona. Jimmy fue en el rescate de su amiga, cargándose a otro de los hombres. El tercero se les escabulló, huyendo por una de las puertas. Ambos intentaron ir tras él, pero el tipo había cerrado por dentro.
Johnny
se encargaba de custodiar la sala, mientras Yuri intentaba desactivar la alarma
de seguridad. El ruso estaba histérico al ver que no entendía del todo aquellos
sistemas americanos, cosa que impacientaba aún más al pelirrojo. Un
grupo de hombres se acercaba al lugar donde se encontraban los dos, haciendo
reaccionar al pelirrojo instantáneamente. Este disparó un par de veces con la
escopeta, pero al ver que el resto iniciaba un brutal tiroteo, pensó que lo
mejor era impedirles el paso. Atrancó la pesada puerta metálica, haciendo un
gran esfuerzo físico con sus esqueléticos brazos. Una vez listo colocó todo lo
que pudo delante de la entrada.
Johnny
se encargaba de custodiar la sala, mientras Yuri intentaba desactivar la alarma
de seguridad. El ruso estaba histérico al ver que no entendía del todo aquellos
sistemas americanos, cosa que impacientaba aún más al pelirrojo. Un
grupo de hombres se acercaba al lugar donde se encontraban los dos, haciendo
reaccionar al pelirrojo instantáneamente. Este disparó un par de veces con la
escopeta, pero al ver que el resto iniciaba un brutal tiroteo, pensó que lo
mejor era impedirles el paso. Atrancó la pesada puerta metálica, haciendo un
gran esfuerzo físico con sus esqueléticos brazos. Una vez listo colocó todo lo
que pudo delante de la entrada.
—¿Tienes
ya algo o qué? —Preguntó nervioso Johnny, poniendo mala cara al ver que Yuri
seguía bastante liado.
—Lo
de la alarma no, pero he encontrado esto. —Contestó el ruso mostrándole un mapa
en la pantalla.—Esta es la base a la que abastecen. —Continuó Yuri, señalando
un punto rojo.
Ley y Jimmy habían podido entrar en la sala donde guardaban los maletines, después
de mucho esfuerzo, y de tener que matar a varios hombres que los habían
descubierto. El riesgo había merecido la pena ya que habían conseguido cuatro
maletines. Los metieron en una caja con ruedas, y los empujaron por el pasillo
lo más rápidamente que podían. Se vieron atrapados entre un grupo de
hombres que los apuntaban con unas metralletas. Ambos subieron los brazos
rápidamente, intentando engañarles como si se fueran a rendir. Jimmy
hizo una estupidez al intentar atacar al uno de ellos, el cual se acercaba a
ellos para capturarlos. Inesperadamente el resto no soltó ni un disparo, a
pesar de que el rubio finalmente mató a aquel tipo.
—¡No
tienen balas! —Gritó Ley empuñando sus espadas con fuerza.
Los
dos pelaron con los tipos, al darse cuenta de la gran ventaja que tenían. Una
vez muertos revisaron los cargadores, viendo que realmente no tenían ni una
sola bala. Estaba claro que no eran los únicos que vivían con escasez de
armamento, las balas se les estaban acabando a todos.
Will paseaba por el exterior del bunker en su ratito de descanso. Observaba
como todos hablaban y se distraían, mientras él estaba allí compartiendo el
momento con su soledad. Desde que se había peleado con Jimmy ya nada era igual
para él. Todavía le quedaba Ley, pero ella estaba tan cambiada, que a veces
sentía que era mejor no molestarla con sus problemas. Todo había cambiado,
ahora su vida sólo se centraba en ser un soldado de honor. Al fin y al cabo, él
siempre había antepuesto su deber a su diversión, y ahora estaba más claro que
nunca.
Eva y Puma estaban sentados juntos, pero ambos estaban en absoluto silencio.
Cada
uno estaba inmerso en sus propios pensamientos. Puma pensaba una y otra vez, en
que debía tener una actitud ejemplar. Eso era lo que a él le preocupaba. No se
trataba de ser un ciudadano ejemplar ni nada de eso, sino de que los soldados
vieran que ese era su lugar. Eva simplemente estaba cansada de todo. Cansada de
luchar por cosas que veía imposible, cansada de tener miedo por el futuro, y
cansada de estar enferma. Necesitaba descansar y sentirse tranquila. Realmente
si no fuera porque quería algo mejor para Adán, lo más probable es que se
hubiera retirado tiempo atrás.
—¿Cuidaras
de él si algún día yo no puedo? —Preguntó Eva en voz baja, levantándose de la
piedra en la que había estado sentada mientras pensaba en todo.
—¿Por
qué dices eso? —Preguntó Puma desconcertado.
—Sólo
quiero quedarme segura. Contéstame. —Dijo Eva con seriedad.
—Eso
no tienes ni que preguntarlo. —Respondió él con confianza.
Puma
se sentía diferente, pero también notaba como su compañera estaba rara. La veía
muy cambiada, pero no entendía porque aquello era así.
Alice miraba el extraño paisaje, bastante deprimida, aunque no le encontraba
explicación. M.A. también se sentía con bastante poca euforia, lo cual le daba
unos sentimientos muy raros que no llegaba a entender bien.
—Quizás
hubiera sido mejor morir. —Murmuró la chica.
—No
quiero verte morir, pero quizás tengas razón, vivir así tampoco es que merezca
mucho la pena. Nosotros no somos parte de este mundo, nosotros pertenecemos a
un mundo que ya no existe. Mira como hemos acabado en este. ¿Tanto para qué?
Quisiera no tener que haber tenido que ver esto. Hubiera sido mejor no ver como
se destruyó el todo, incluso lo de Stone City. No tendríamos que haber visto
nada de lo que ocurrió desde aquel momento. —Dijo M.A. completamente serio,
perdido en sus agotadores pensamientos.
M.A.
pensó que lo mejor era estar distraído y metido en problemas, ya que cuando
tenían un poco de tiempo empezaban a pensar y a deprimirse. A veces no eran
conscientes de la situación, y por eso podían subir su autoestima, pero otras
la realidad era demasiado cruel con ellos. Ya no sabía si era mejor estar en la
ignorancia y ser feliz, o ser plenamente consciente de todo y estar deprimido.
Jimmy cayó al suelo acompañado de un doloroso grito, tras ponerse delante de la
pelirroja, haciendo de escudo humano. Estaban en el pasillo donde se
encontraban los atacantes de Johnny y Yuri, y uno de estos había alcanzado al
rubio en una de las piernas.
El pelirrojo al reconocer el grito empezó como un loco a quitar las cosas que
había puesto delante de la puerta. Estaba convencido de que no podía perder ni
un solo segundo, si sus compañeros estaban en inminente peligro.
—¡Es
hora de irnos! —Ordenó el chico tajantemente, mientras abría la pesada puerta
metálica.
Los cuatro intentaban hacer frente a los hombres, disparándoles con la mejor
puntería que los nervios les permitían. Uno de sus enemigos gastó su última
bala hiriendo de nuevo al rubio, en la misma pierna de antes. Cuando se
quedaron sin balas, los chicos empezaron a correr en dirección a ellos
dispuestos a aprovechar el momento. Johnny terminó con los dos últimos,
gastando las dos balas que le quedaban, no sin antes haber sido golpeado por
uno de ellos.
—¿Estáis
bien? —Preguntó Yuri con su extraño acento.
Ley
y Johnny asintieron después de comprobar que no estaban dañados seriamente.
Jimmy intentaba hacerse un torniquete como podía, intentando aguantar su
intenso dolor en silencio.
—Yo
cojo a Jimmy. No me quedan balas y si nos metemos en problemas es mejor que
vosotros os encarguéis. —Dijo el pelirrojo rápidamente.
Yuri
al igual que el rubio, también aguantaba su dolor sin decir ni una palabra. El
ruso intentaba esconder con su mano la herida que tenía en el costado. Le
habían alcanzado antes sin que los demás se dieran cuenta, y no se iban a
enterar porque él se quejase. Era muy orgulloso, y lo más importante, se había
criado en Rusia y había aprendido a ser un hombre fuerte.
Maya y Davis estaban demasiado nerviosos como para quedarse quietos. Ya hacía
bastante rato que sonaba la alarma, y el resto aún no había regresado.
—¿Qué
hacemos? —Preguntó Maya confusa con la situación.
Ninguno
sabía que responder, ni que hacer en aquel dramático momento. Quizás lo más
sensato era irse ya que no sabían que había sido del resto. Por otro lado si se
marchaban y finalmente resultaba que los demás estaban vivos, sabían que era
algo que ni el resto, ni siquiera ellos mismos se perdonarían jamás. La
interminable espera se estaba volviendo insoportable, y cada segundo que pasaba
para ellos era casi como una eternidad. Al menos habían tenido la fortuna de no
haber sido descubiertos, pero tampoco sabían cuanto les duraría esa suerte.
—Esperaremos
un rato más, si no tendremos que irnos, no podemos quedarnos aquí eternamente.
—Dijo Nicole con seriedad, intentando no sonar muy brusca.
Inma no paraba de preguntarse cómo le iría a su prima en la misión a la que se
había marchado. No podía contenerse a la hora de preocuparse por ella, era la
única familia que le quedaba, y ya había sufrido bastante como para tener que
sufrir nuevamente. Adán se había dado cuenta de la preocupación de la
chica, tras observarla detenidamente un rato. Cuando se percató de que los
nervios la estaban comiendo, él decidió distraerla un poco para que no pensara
más en aquel asunto.
La
chica conseguía evadirse a ratos, pero por más que lo intentaba siempre
terminaba pensando en Maya. Agradecía sinceramente lo que Adán estaba haciendo
por ella, pero no podía evitar preocuparse una y otra vez. Will también
estaba pensando en la misión sin parar, esperaba que estuvieran bien y ya de
vuelta a casa. Siempre intentaba ser positivo en esas circunstancias,
convirtiéndose en el que mejor llevaba esas cosas. En la guerra había aprendido
a no perder los nervios ni un solo segundo, aunque las cosas estuvieran
terriblemente mal. Él siempre albergaba en su interior esperanza, ya que muchas
veces se habían salvado milagrosamente en el campo de batalla.
—¿Les quedará mucho para volver? —Preguntó M.A. dirigiéndose a Will.
—Espero
que no. —Respondió con sequedad el chico, intentando no hablar mucho sobre el
asunto.
Realmente
todos estaban preocupados, porque sabían que sus compañeros estaban en una
arriesgada misión. Normalmente se preocupaban, pero en esta ocasión aún más ya
que no es que hubieran ido a por suministros, es que se habían metido en la
boca del lobo. Jessica pensaba una y otra vez en Davis. Ella era la que
más miedo tenía. ¿Qué haría ella sin el padre del hijo que esperaba? ¿Qué sería
de ella y del bebé? No quería pensar en todo eso, pero irremediablemente lo
hacía sin parar. Will veía la cara de preocupación de todos, y como a cada
minuto que pasaba se ponían peor. Él como soldado se veía obligado a acabar con
ese comportamiento de raíz, ya que aquello no les traería nada bueno.
—Ley
volverá con todos ellos, estoy seguro, siempre lo hace. —Afirmó Will con plena
confianza en lo que decía, estando seguro de que aquello sería así, igual que
otras muchas veces había ocurrido.
Jimmy caminaba lo mejor que podía apoyándose en el pelirrojo. Cada paso que
daba le dolía tremendamente, pero tenía que continuar de cualquier manera. Él
tenía que aguantar hasta el final, tenía que luchar hasta la última gota de
sangre. Quizás se había portado mal en el pasado, pero no iba a rendirse
mientras siguiera con vida. Tenía que compensar sus errores, así que no podía
morirse ni desistir aún. Aquello le llenaba de fuerza para seguir caminando,
avanzando todo lo que su dolor le permitía. Yuri apretaba su herida con
fuerza, intentando taponarla aunque aquello ya no era posible. Tampoco podía disimular
por mucho más tiempo aquella herida, ya que sus ropas estaban llenándose de
sangre. Intentaba tapar las machas, pero por más que lo intentaba se veían
bastante. Lo único que lo salvaba de ser descubierto era que iba caminando el
último y pegado a la pared. Ya estaban cerca de donde se encontraban sus
compañeros, sólo tenían que hacer un esfuerzo más y conseguirían salir de allí.
—Deberíamos irnos ya. —Sugirió Davis nervioso.
—¿Y
si siguen vivos? —Preguntó Maya atemorizada por la idea de marcharse y dejarles
tirados.
—¿Y
si no lo están? —Replicó el chico instantáneamente.
Nicole
sabía que estaban esperando a que ella dijera algo, pero realmente no sabía que
decirles. Aún se atormentaba con los recuerdos de su traición, y no quería
volver a equivocarse otra vez. Davis no quería esperar más, él
pensaba que el resto ya estaban muertos. La alarma no había dejado de sonar,
pero ya hacía demasiado tiempo que se habían marchado. Pensaba que si no habían
muerto, lo más seguro es que estuvieran metidos en serios problemas, y que ni
él ni Nicole ni Maya, podían hacer nada por remediar la situación. Maya y
su sentido humanitario, se negaban a marcharse así. Es cierto que estaba muy
nerviosa, pero aún así no veía justo irse de esa manera. No sin saber si estaban
vivos o muertos.
—¡Venga cabrón! ¡Sólo queda un poco más! —Exclamó Johnny intentando animar al
rubio.
Ya
estaban en el último pasillo. Sólo tenían que recorrerlo hasta el final, y se
reunirían con el resto para salir. Esperaban que los demás siguieran detrás de
aquella puerta que parecía tan lejana. El corredor se estaba haciendo
interminable, sobre todo para Jimmy y Yuri.
—¡Corred,
corred! —Gritó Ley apresuradamente, escuchando como se aproximaba gente a toda
prisa por la escalera que quedaba a sus espaldas.
El
rubio y el ruso hicieron un tremendo esfuerzo, al apretar el paso al máximo de
sus posibilidades. Yuri corría con todas sus fuerzas disimulando su agonía, al
correr como si nada le ocurriera. Realmente sentía un dolor insoportable, pero
él tenía el deber de dejar alto el listón del este de Europa. Siempre había
presumido diciendo que su pueblo era de los más fuertes del planeta, y ahora
era el momento de demostrarlo. Jimmy rabiaba de dolor, pero eso no le frenaba a
seguir con la carrera, ya tendría tiempo de quejarse y descansar, si es que
lograba salir con vida de allí.
—¡Mierda!
—Gruñó la pelirroja al ver que la puerta se quedaba atrancada.
Necesitaban
abrirla de cualquier manera, no tenían tiempo que perder, o lo terminarían
pagando muy caro. Johnny soltó a Jimmy para que se apoyara en la pared
izquierda, para después salir corriendo junto a Ley para buscar entre las cajas
algo con lo que hacer palanca.
—¡Ey!
¡Ey! ¿Nos escucháis? —Gritó el rubio pegando porrazos en la puerta, intentando
que al otro lado le escucharan los chicos.
El grupo escuchó los porrazos al otro lado, pero no estaban seguros de que
hacer. ¿Y si les estaban tendiendo una trampa? Los tres se miraron con
preocupación sin saber como actuar. Nicole y Davis se quedaron quietos mientras
que Maya echó a correr hacía la puerta.
—¿Ley?
¿Jimmy? ¿Estáis ahí? —Vociferó Maya aporreando el metal, intentando llamar la
atención para ver si la escuchaban.
En el bunker ya habían terminado todos con sus tareas. Estaban esperando en el
interior, nerviosos por la tardanza del grupo que había salido a la misión. Los
más preocupados eran Inma, Jessica, y M.A.
—¿Cómo
es que estás tan tranquilo? —Preguntó Eva dirigiéndose a Will.
—No
es que me de igual, simplemente no pierdo los nervios. Que yo esté histérico no
les va a ayudar, en cambio si estoy sereno y calmado puedo controlar la función
que se me ha encomendado, y eso no es menos importante. Cada uno tiene su
función en un momento determinado, y tiene que cumplir con ello quiera o no
quiera, le preocupen o no otras cosas. Yo ayudo más a mis camaradas cumpliendo
mi función, que desesperándome y perdiendo el control. —Explicó Will
tranquilamente.
Eva
admiraba la actitud de aquel soldado. Le parecía tan correcto y tan dispuesto a
todas horas, que era bastante difícil no sentir fascinación por ese tipo de
carácter. Puma también pensaba algo muy parecido, sintiéndose orgulloso de ser
compañero de aquel tipo al que había empezado a apreciar bastante.
Jessica le suplicaba a dios en silencio, le pedía que protegiera a Davis y lo
trajera de vuelta lo antes posible. Inma también rogaba una y otra vez, pero
esta en voz alta le rezaba a la virgen todas las plegarias que sabía. Uno
de los soldados al ver la reacción de la chica, sacó un rosario de su bolsillo
y se lo prestó para que pudiera rezar mejor.
—Toma,
si quieres quédatela, a mi me trae suerte. Eso sí, el rosario me lo devuelves
que es lo único que me queda de mi madre. —Dijo el militar en voz baja,
entregándole una foto arrugada de Jesucristo en la cruz.
Inma
agradeció el gesto con una sonrisa, antes de empezar a utilizar el rosario que
acababa de obtener. Toda aquella parafernalia le molestaba terriblemente a M.A,
le daba la sensación de que todos ellos rogaban por un imposible.
—¡¿Es
que creéis que están muertos?! —Gruñó enfadado M.A., levantándose de mala gana.
Yuri miraba en las cajas con los pelirrojos, en busca de cualquier cosa que les
pudiera ser de utilidad en aquellos momentos. No encontró nada con que abrir la
puerta, pero si sacó una pistola y un par de cartuchos con munición. No era
mucho pero aquello podría significar la diferencia entre la vida y la muerte.
—¿Qué
tienes ahí? —Preguntó Johnny extrañado.
—He
encontrado una pistola. —Contestó el chico.
—¡No,
no, no! Lo del lado. —Continuó el pelirrojo señalándole las ropas
ensangrentadas.
Todos
le miraron perplejos, al darse cuenta como aquel soldado ruso se había
comportado teniendo tal herida en el costado. Era increíble que no se hubieran
percatado hasta el momento, aquello hizo que sintieran sumo respeto por aquel
tipo que en un principio no les había gustado ni un pelo.
—¿Me prometeréis que no dejaréis de luchar hasta el final? ¿Puedo confiar en
vosotros? Aunque sólo sea por decir que los Yankees sois mejores que nosotros.
Ya sabéis la eterna competición. Esta vez os hemos ganado como con el espacio,
fuimos los primeros en salir allí, y ahora hemos conseguido crear un futuro
antes que vosotros. Pelead duro, esa gente no es indestructible, nadie lo es.
—Dijo Yuri con su extraño acento y carácter de la estepa rusa, mientras
recargaba la pistola que se acababa de encontrar.
—Lo
vamos a hacer, pero tú vendrás con nosotros. —Respondió firmemente la
pelirroja.
De pronto se cortó la luz y la alarma. Parecía que había un cortocircuito, o que
simplemente ya se había gastado toda la electricidad del lugar.
—Yo me encargo. —Afirmó Yuri completamente decidido, al ver como llegaban unos
hombres corriendo escaleras abajo.
Ley encontró un hierro que podían utilizar para hacer palanca. Lo cogió y se
dirigió a ponerlo correctamente lo más rápido que pudo. Johnny se puso a su
lado, y entre ambos empezaron a hacer fuerza.
—¡Vamos
a intentar abrir! —Gritó Jimmy, intentando avisar al grupo de detrás de la
puerta.
Se
escuchó una voz detrás de esta, pero no pudieron entender lo que decía. Aunque
no descifraron lo que les habían dicho, suponían que se habían enterado y les
habían dado el visto bueno.
Maya seguía gritando y aporreando la puerta. No sabía si estaban escuchándola
al otro lado, ya que ella tampoco entendía bien lo que les decían los otros.
Nicole y Davis estaban revisando la sala, en busca de cualquier cosa que les
ayudara a abrir aquella puerta, pero desgraciadamente no veían nada que les
fuera útil. Empezaron a escucharse disparos y gritos, cosa que alteró
considerablemente al grupo. Sabían que los demás estaban en problemas, pero no
encontraban la manera de prestarles su ayuda. La frustración a cada segundo era
mayor.
—¡¡¡EMPUJAD!!! —Se escuchó perfectamente aunque con una voz ahogada, donde se
encontraban Maya, Davis, y Nicole.
—¡Quita
de en medio! —Ordenó Davis imponentemente, justo antes de que él y Nicole
cogieran carrerilla.
Ambos
corrieron rápidamente, para acabar golpeando el metal con sus cuerpos haciendo
uso de todas las fuerzas que albergaban. Maya se sumó a la acción justo
después. Los tres repetían aquello una y otra vez.
—¿Tienes
ya algo o qué? —Preguntó nervioso Johnny, poniendo mala cara al ver que Yuri
seguía bastante liado.
—Lo de la alarma no, pero he encontrado esto. —Contestó el ruso mostrándole un mapa en la pantalla.—Esta es la base a la que abastecen. —Continuó Yuri, señalando un punto rojo.
Ley y Jimmy habían podido entrar en la sala donde guardaban los maletines, después
de mucho esfuerzo, y de tener que matar a varios hombres que los habían
descubierto. El riesgo había merecido la pena ya que habían conseguido cuatro
maletines. Los metieron en una caja con ruedas, y los empujaron por el pasillo
lo más rápidamente que podían. Se vieron atrapados entre un grupo de
hombres que los apuntaban con unas metralletas. Ambos subieron los brazos
rápidamente, intentando engañarles como si se fueran a rendir. Jimmy
hizo una estupidez al intentar atacar al uno de ellos, el cual se acercaba a
ellos para capturarlos. Inesperadamente el resto no soltó ni un disparo, a
pesar de que el rubio finalmente mató a aquel tipo.
—¡No
tienen balas! —Gritó Ley empuñando sus espadas con fuerza.
Los dos pelaron con los tipos, al darse cuenta de la gran ventaja que tenían. Una vez muertos revisaron los cargadores, viendo que realmente no tenían ni una sola bala. Estaba claro que no eran los únicos que vivían con escasez de armamento, las balas se les estaban acabando a todos.
Will paseaba por el exterior del bunker en su ratito de descanso. Observaba
como todos hablaban y se distraían, mientras él estaba allí compartiendo el
momento con su soledad. Desde que se había peleado con Jimmy ya nada era igual
para él. Todavía le quedaba Ley, pero ella estaba tan cambiada, que a veces
sentía que era mejor no molestarla con sus problemas. Todo había cambiado,
ahora su vida sólo se centraba en ser un soldado de honor. Al fin y al cabo, él
siempre había antepuesto su deber a su diversión, y ahora estaba más claro que
nunca.
Eva y Puma estaban sentados juntos, pero ambos estaban en absoluto silencio.
Cada
uno estaba inmerso en sus propios pensamientos. Puma pensaba una y otra vez, en
que debía tener una actitud ejemplar. Eso era lo que a él le preocupaba. No se
trataba de ser un ciudadano ejemplar ni nada de eso, sino de que los soldados
vieran que ese era su lugar. Eva simplemente estaba cansada de todo. Cansada de
luchar por cosas que veía imposible, cansada de tener miedo por el futuro, y
cansada de estar enferma. Necesitaba descansar y sentirse tranquila. Realmente
si no fuera porque quería algo mejor para Adán, lo más probable es que se
hubiera retirado tiempo atrás.
—¿Cuidaras
de él si algún día yo no puedo? —Preguntó Eva en voz baja, levantándose de la
piedra en la que había estado sentada mientras pensaba en todo.
—¿Por
qué dices eso? —Preguntó Puma desconcertado.
—Sólo
quiero quedarme segura. Contéstame. —Dijo Eva con seriedad.
—Eso
no tienes ni que preguntarlo. —Respondió él con confianza.
Puma se sentía diferente, pero también notaba como su compañera estaba rara. La veía muy cambiada, pero no entendía porque aquello era así.
Alice miraba el extraño paisaje, bastante deprimida, aunque no le encontraba
explicación. M.A. también se sentía con bastante poca euforia, lo cual le daba
unos sentimientos muy raros que no llegaba a entender bien.
—Quizás
hubiera sido mejor morir. —Murmuró la chica.
—No
quiero verte morir, pero quizás tengas razón, vivir así tampoco es que merezca
mucho la pena. Nosotros no somos parte de este mundo, nosotros pertenecemos a
un mundo que ya no existe. Mira como hemos acabado en este. ¿Tanto para qué?
Quisiera no tener que haber tenido que ver esto. Hubiera sido mejor no ver como
se destruyó el todo, incluso lo de Stone City. No tendríamos que haber visto
nada de lo que ocurrió desde aquel momento. —Dijo M.A. completamente serio,
perdido en sus agotadores pensamientos.
M.A.
pensó que lo mejor era estar distraído y metido en problemas, ya que cuando
tenían un poco de tiempo empezaban a pensar y a deprimirse. A veces no eran
conscientes de la situación, y por eso podían subir su autoestima, pero otras
la realidad era demasiado cruel con ellos. Ya no sabía si era mejor estar en la
ignorancia y ser feliz, o ser plenamente consciente de todo y estar deprimido.
Jimmy cayó al suelo acompañado de un doloroso grito, tras ponerse delante de la
pelirroja, haciendo de escudo humano. Estaban en el pasillo donde se
encontraban los atacantes de Johnny y Yuri, y uno de estos había alcanzado al
rubio en una de las piernas.
El pelirrojo al reconocer el grito empezó como un loco a quitar las cosas que
había puesto delante de la puerta. Estaba convencido de que no podía perder ni
un solo segundo, si sus compañeros estaban en inminente peligro.
—¡Es hora de irnos! —Ordenó el chico tajantemente, mientras abría la pesada puerta metálica.
Los cuatro intentaban hacer frente a los hombres, disparándoles con la mejor
puntería que los nervios les permitían. Uno de sus enemigos gastó su última
bala hiriendo de nuevo al rubio, en la misma pierna de antes. Cuando se
quedaron sin balas, los chicos empezaron a correr en dirección a ellos
dispuestos a aprovechar el momento. Johnny terminó con los dos últimos,
gastando las dos balas que le quedaban, no sin antes haber sido golpeado por
uno de ellos.
—¿Estáis
bien? —Preguntó Yuri con su extraño acento.
Ley
y Johnny asintieron después de comprobar que no estaban dañados seriamente.
Jimmy intentaba hacerse un torniquete como podía, intentando aguantar su
intenso dolor en silencio.
—Yo
cojo a Jimmy. No me quedan balas y si nos metemos en problemas es mejor que
vosotros os encarguéis. —Dijo el pelirrojo rápidamente.
Yuri
al igual que el rubio, también aguantaba su dolor sin decir ni una palabra. El
ruso intentaba esconder con su mano la herida que tenía en el costado. Le
habían alcanzado antes sin que los demás se dieran cuenta, y no se iban a
enterar porque él se quejase. Era muy orgulloso, y lo más importante, se había
criado en Rusia y había aprendido a ser un hombre fuerte.
Maya y Davis estaban demasiado nerviosos como para quedarse quietos. Ya hacía
bastante rato que sonaba la alarma, y el resto aún no había regresado.
—¿Qué
hacemos? —Preguntó Maya confusa con la situación.
Ninguno
sabía que responder, ni que hacer en aquel dramático momento. Quizás lo más
sensato era irse ya que no sabían que había sido del resto. Por otro lado si se
marchaban y finalmente resultaba que los demás estaban vivos, sabían que era
algo que ni el resto, ni siquiera ellos mismos se perdonarían jamás. La
interminable espera se estaba volviendo insoportable, y cada segundo que pasaba
para ellos era casi como una eternidad. Al menos habían tenido la fortuna de no
haber sido descubiertos, pero tampoco sabían cuanto les duraría esa suerte.
—Esperaremos un rato más, si no tendremos que irnos, no podemos quedarnos aquí eternamente. —Dijo Nicole con seriedad, intentando no sonar muy brusca.
Inma no paraba de preguntarse cómo le iría a su prima en la misión a la que se
había marchado. No podía contenerse a la hora de preocuparse por ella, era la
única familia que le quedaba, y ya había sufrido bastante como para tener que
sufrir nuevamente. Adán se había dado cuenta de la preocupación de la
chica, tras observarla detenidamente un rato. Cuando se percató de que los
nervios la estaban comiendo, él decidió distraerla un poco para que no pensara
más en aquel asunto.
La chica conseguía evadirse a ratos, pero por más que lo intentaba siempre terminaba pensando en Maya. Agradecía sinceramente lo que Adán estaba haciendo por ella, pero no podía evitar preocuparse una y otra vez. Will también estaba pensando en la misión sin parar, esperaba que estuvieran bien y ya de vuelta a casa. Siempre intentaba ser positivo en esas circunstancias, convirtiéndose en el que mejor llevaba esas cosas. En la guerra había aprendido a no perder los nervios ni un solo segundo, aunque las cosas estuvieran terriblemente mal. Él siempre albergaba en su interior esperanza, ya que muchas veces se habían salvado milagrosamente en el campo de batalla.
—¿Les quedará mucho para volver? —Preguntó M.A. dirigiéndose a Will.
—Espero
que no. —Respondió con sequedad el chico, intentando no hablar mucho sobre el
asunto.
Realmente
todos estaban preocupados, porque sabían que sus compañeros estaban en una
arriesgada misión. Normalmente se preocupaban, pero en esta ocasión aún más ya
que no es que hubieran ido a por suministros, es que se habían metido en la
boca del lobo. Jessica pensaba una y otra vez en Davis. Ella era la que
más miedo tenía. ¿Qué haría ella sin el padre del hijo que esperaba? ¿Qué sería
de ella y del bebé? No quería pensar en todo eso, pero irremediablemente lo
hacía sin parar. Will veía la cara de preocupación de todos, y como a cada
minuto que pasaba se ponían peor. Él como soldado se veía obligado a acabar con
ese comportamiento de raíz, ya que aquello no les traería nada bueno.
—Ley volverá con todos ellos, estoy seguro, siempre lo hace. —Afirmó Will con plena confianza en lo que decía, estando seguro de que aquello sería así, igual que otras muchas veces había ocurrido.
Jimmy caminaba lo mejor que podía apoyándose en el pelirrojo. Cada paso que daba le dolía tremendamente, pero tenía que continuar de cualquier manera. Él tenía que aguantar hasta el final, tenía que luchar hasta la última gota de sangre. Quizás se había portado mal en el pasado, pero no iba a rendirse mientras siguiera con vida. Tenía que compensar sus errores, así que no podía morirse ni desistir aún. Aquello le llenaba de fuerza para seguir caminando, avanzando todo lo que su dolor le permitía. Yuri apretaba su herida con fuerza, intentando taponarla aunque aquello ya no era posible. Tampoco podía disimular por mucho más tiempo aquella herida, ya que sus ropas estaban llenándose de sangre. Intentaba tapar las machas, pero por más que lo intentaba se veían bastante. Lo único que lo salvaba de ser descubierto era que iba caminando el último y pegado a la pared. Ya estaban cerca de donde se encontraban sus compañeros, sólo tenían que hacer un esfuerzo más y conseguirían salir de allí.
—Deberíamos irnos ya. —Sugirió Davis nervioso.
—¿Y
si siguen vivos? —Preguntó Maya atemorizada por la idea de marcharse y dejarles
tirados.
—¿Y
si no lo están? —Replicó el chico instantáneamente.
Nicole sabía que estaban esperando a que ella dijera algo, pero realmente no sabía que decirles. Aún se atormentaba con los recuerdos de su traición, y no quería volver a equivocarse otra vez. Davis no quería esperar más, él pensaba que el resto ya estaban muertos. La alarma no había dejado de sonar, pero ya hacía demasiado tiempo que se habían marchado. Pensaba que si no habían muerto, lo más seguro es que estuvieran metidos en serios problemas, y que ni él ni Nicole ni Maya, podían hacer nada por remediar la situación. Maya y su sentido humanitario, se negaban a marcharse así. Es cierto que estaba muy nerviosa, pero aún así no veía justo irse de esa manera. No sin saber si estaban vivos o muertos.
—¡Venga cabrón! ¡Sólo queda un poco más! —Exclamó Johnny intentando animar al
rubio.
Ya
estaban en el último pasillo. Sólo tenían que recorrerlo hasta el final, y se
reunirían con el resto para salir. Esperaban que los demás siguieran detrás de
aquella puerta que parecía tan lejana. El corredor se estaba haciendo
interminable, sobre todo para Jimmy y Yuri.
—¡Corred,
corred! —Gritó Ley apresuradamente, escuchando como se aproximaba gente a toda
prisa por la escalera que quedaba a sus espaldas.
El
rubio y el ruso hicieron un tremendo esfuerzo, al apretar el paso al máximo de
sus posibilidades. Yuri corría con todas sus fuerzas disimulando su agonía, al
correr como si nada le ocurriera. Realmente sentía un dolor insoportable, pero
él tenía el deber de dejar alto el listón del este de Europa. Siempre había
presumido diciendo que su pueblo era de los más fuertes del planeta, y ahora
era el momento de demostrarlo. Jimmy rabiaba de dolor, pero eso no le frenaba a
seguir con la carrera, ya tendría tiempo de quejarse y descansar, si es que
lograba salir con vida de allí.
—¡Mierda!
—Gruñó la pelirroja al ver que la puerta se quedaba atrancada.
Necesitaban
abrirla de cualquier manera, no tenían tiempo que perder, o lo terminarían
pagando muy caro. Johnny soltó a Jimmy para que se apoyara en la pared
izquierda, para después salir corriendo junto a Ley para buscar entre las cajas
algo con lo que hacer palanca.
—¡Ey! ¡Ey! ¿Nos escucháis? —Gritó el rubio pegando porrazos en la puerta, intentando que al otro lado le escucharan los chicos.
El grupo escuchó los porrazos al otro lado, pero no estaban seguros de que
hacer. ¿Y si les estaban tendiendo una trampa? Los tres se miraron con
preocupación sin saber como actuar. Nicole y Davis se quedaron quietos mientras
que Maya echó a correr hacía la puerta.
—¿Ley? ¿Jimmy? ¿Estáis ahí? —Vociferó Maya aporreando el metal, intentando llamar la atención para ver si la escuchaban.
En el bunker ya habían terminado todos con sus tareas. Estaban esperando en el
interior, nerviosos por la tardanza del grupo que había salido a la misión. Los
más preocupados eran Inma, Jessica, y M.A.
—¿Cómo
es que estás tan tranquilo? —Preguntó Eva dirigiéndose a Will.
—No
es que me de igual, simplemente no pierdo los nervios. Que yo esté histérico no
les va a ayudar, en cambio si estoy sereno y calmado puedo controlar la función
que se me ha encomendado, y eso no es menos importante. Cada uno tiene su
función en un momento determinado, y tiene que cumplir con ello quiera o no
quiera, le preocupen o no otras cosas. Yo ayudo más a mis camaradas cumpliendo
mi función, que desesperándome y perdiendo el control. —Explicó Will
tranquilamente.
Eva admiraba la actitud de aquel soldado. Le parecía tan correcto y tan dispuesto a todas horas, que era bastante difícil no sentir fascinación por ese tipo de carácter. Puma también pensaba algo muy parecido, sintiéndose orgulloso de ser compañero de aquel tipo al que había empezado a apreciar bastante.
Jessica le suplicaba a dios en silencio, le pedía que protegiera a Davis y lo
trajera de vuelta lo antes posible. Inma también rogaba una y otra vez, pero
esta en voz alta le rezaba a la virgen todas las plegarias que sabía. Uno
de los soldados al ver la reacción de la chica, sacó un rosario de su bolsillo
y se lo prestó para que pudiera rezar mejor.
—Toma,
si quieres quédatela, a mi me trae suerte. Eso sí, el rosario me lo devuelves
que es lo único que me queda de mi madre. —Dijo el militar en voz baja,
entregándole una foto arrugada de Jesucristo en la cruz.
Inma
agradeció el gesto con una sonrisa, antes de empezar a utilizar el rosario que
acababa de obtener. Toda aquella parafernalia le molestaba terriblemente a M.A,
le daba la sensación de que todos ellos rogaban por un imposible.
—¡¿Es que creéis que están muertos?! —Gruñó enfadado M.A., levantándose de mala gana.
Yuri miraba en las cajas con los pelirrojos, en busca de cualquier cosa que les
pudiera ser de utilidad en aquellos momentos. No encontró nada con que abrir la
puerta, pero si sacó una pistola y un par de cartuchos con munición. No era
mucho pero aquello podría significar la diferencia entre la vida y la muerte.
—¿Qué
tienes ahí? —Preguntó Johnny extrañado.
—He
encontrado una pistola. —Contestó el chico.
—¡No,
no, no! Lo del lado. —Continuó el pelirrojo señalándole las ropas
ensangrentadas.
Todos le miraron perplejos, al darse cuenta como aquel soldado ruso se había comportado teniendo tal herida en el costado. Era increíble que no se hubieran percatado hasta el momento, aquello hizo que sintieran sumo respeto por aquel tipo que en un principio no les había gustado ni un pelo.
—¿Me prometeréis que no dejaréis de luchar hasta el final? ¿Puedo confiar en
vosotros? Aunque sólo sea por decir que los Yankees sois mejores que nosotros.
Ya sabéis la eterna competición. Esta vez os hemos ganado como con el espacio,
fuimos los primeros en salir allí, y ahora hemos conseguido crear un futuro
antes que vosotros. Pelead duro, esa gente no es indestructible, nadie lo es.
—Dijo Yuri con su extraño acento y carácter de la estepa rusa, mientras
recargaba la pistola que se acababa de encontrar.
—Lo vamos a hacer, pero tú vendrás con nosotros. —Respondió firmemente la pelirroja.
De pronto se cortó la luz y la alarma. Parecía que había un cortocircuito, o que simplemente ya se había gastado toda la electricidad del lugar.
—Yo me encargo. —Afirmó Yuri completamente decidido, al ver como llegaban unos hombres corriendo escaleras abajo.
Ley encontró un hierro que podían utilizar para hacer palanca. Lo cogió y se
dirigió a ponerlo correctamente lo más rápido que pudo. Johnny se puso a su
lado, y entre ambos empezaron a hacer fuerza.
—¡Vamos
a intentar abrir! —Gritó Jimmy, intentando avisar al grupo de detrás de la
puerta.
Se escuchó una voz detrás de esta, pero no pudieron entender lo que decía. Aunque no descifraron lo que les habían dicho, suponían que se habían enterado y les habían dado el visto bueno.
Maya seguía gritando y aporreando la puerta. No sabía si estaban escuchándola al otro lado, ya que ella tampoco entendía bien lo que les decían los otros. Nicole y Davis estaban revisando la sala, en busca de cualquier cosa que les ayudara a abrir aquella puerta, pero desgraciadamente no veían nada que les fuera útil. Empezaron a escucharse disparos y gritos, cosa que alteró considerablemente al grupo. Sabían que los demás estaban en problemas, pero no encontraban la manera de prestarles su ayuda. La frustración a cada segundo era mayor.
—¡¡¡EMPUJAD!!! —Se escuchó perfectamente aunque con una voz ahogada, donde se
encontraban Maya, Davis, y Nicole.
—¡Quita
de en medio! —Ordenó Davis imponentemente, justo antes de que él y Nicole
cogieran carrerilla.
Ambos
corrieron rápidamente, para acabar golpeando el metal con sus cuerpos haciendo
uso de todas las fuerzas que albergaban. Maya se sumó a la acción justo
después. Los tres repetían aquello una y otra vez.
Finalmente
entre el esfuerzo de ambos lados, consiguieron abrir poco a poco la puerta.
Terminaron de abrirla entre los pelirrojos con el último golpe que le dieron al
hierro que utilizaban a modo de palanca.
Entre
Nicole y Maya cogieron a Jimmy, tirando de él rápidamente a la habitación
contigua. Al mismo tiempo Johnny arrastraba la pesada caja donde guardaban los
maletines, intentando ponerla a salvo dentro de la otra estancia.
—¡Vamos!
¡Ya está! —Le gritó Ley a Yuri, girándose para mirarle.
Cuando
este se dio la vuelta para empezar a correr, su cara se transformó en décimas
de segundo. Esa agonía de su rostro y sus ojos plenamente abiertos, cuando le alcanzaron
de lleno fue muy impactante. Aquella expresión se quedó marcada a fuego en la
mente de la pelirroja. Johnny tiró de Ley rápidamente al ver la
situación. La chica forcejeó brutalmente, impidiendo que el joven la arrastrara
a la siguiente sala, y la hiciera abandonar al soldado extranjero.
—Co…rred…
—Murmuró medio tartamudeando Yuri echando sangre por la boca, justo antes de
desplomarse en el suelo a causa de tres disparos más que le alcanzaron.
Maya,
Davis, y Nicole, corrieron rápidamente para ayudar a Johnny. Entre todos
tiraron de Ley con fuerza, obligándola a retirarse antes de que las balas la
alcanzaran a ella también. En esta acción Johnny fue herido en una de sus
costillas, soltando un ahogado quejido justo al recibirlo. Esto hizo que
Ley volviera en si, haciéndola reaccionar junto al resto, y ayudándoles a
cerrar la pesada puerta metálica. Tras esto apilaron todo lo pudieron junto a
ella, intentando retrasar todo lo posible a sus enemigos.
—¡Nicole
lleva eso tú! ¡Davis, tú cubre al grupo! —Ordenó la pelirroja a toda velocidad,
tirando de Johnny hasta la siguiente puerta.
Maya
se encargó de Jimmy, mientras que Nicole tiraba de la caja. Davis ayudó a Ley a
abrir paso hasta el último pasillo que les quedaba para salir de aquella
instalación. En el bunker muchos estaban empezando a perder los nervios.
Jessica debido a los altibajos que le daban por su desajuste hormonal, comenzó
a llorar en silencio, empapando completamente su rostro en pocos
segundos. Inma cada vez rezaba más rápido y en voz más alta, cosa que
estaba desquiciando a un ya loco M.A.
—No
van a volver… —Dijo con frialdad Alice para sorpresa de todos.
—¡Cállate!
—Gritó furioso M.A.
El
chico se puso como un demonio, cambiando su expresión bruscamente, para poner
una cara de odio que ninguno de ellos había visto jamás. El joven le pegó una
patada a las latas vacías que estaban justo al lado de la chica. Esta se asustó
al instante, creyendo que él le iba a pegar a ella.
—¡Ya
está bien! ¡Fuera! ¡Todos fuera de aquí! —Vociferó enfadado Will, pensando que
aquello ya era demasiado como para aguantarlo.
—¿A
dónde? —Preguntó Alice molesta.
—¡A
tomar por culo! ¡El que no se comporte como es debido que se vaya a la puta
calle! ¡Si es que no se qué cojones hacéis aquí! ¡No sois soldados! ¡Sois unos
civiles asustadizos y toca pelotas! —Continuó Will a voces, poniéndose serio y
brusco con aquella irrespetuosa actitud.
Todos
se quedaron en silencio, acatando las órdenes del tajante soldado. Algunos lo
hicieron a regañadientes, sólo por no darle la razón y demostrarle que si
podían comportarse como era debido. Puma le hizo un gesto a Will,
asintiendo con la cabeza para decirle que había hecho lo correcto. Aquellos
eran sus amigos, pero el soldado tenía razón, no podían perder los nervios a la
primera de cambio, aquel no era lugar para esa forma de actuar.
El
chico pensaba que un poco de disciplina no les vendría nada mal a ninguno de
sus antiguos compañeros. Davis corría el primero con las llaves del camión
en la mano. Detrás le seguía Ley tirando de Johnny, y prácticamente al lado
Nicole arrastrando la pesada caja. En último lugar iba Maya ayudando a caminar
a un mareado Jimmy, que cada vez perdía más y más sangre. Davis abrió el
vehículo rápidamente, para ayudar a la pelirroja a subir a Johnny. Este se
agazapó en un rincón, presionando con sus manos la herida para impedir que
siguiera sangrando de aquella manera. Entre Davis y Ley ayudaron a Nicole con
la valiosísima caja, para después entre los tres ayudar a Maya con Jimmy.
—¡Davis
conduce tú! ¡Vosotras intentad taponar las heridas! ¡Voy a buscar vendas!
—Gritó Ley a toda prisa, mientras rebuscaba en el interior del vehículo.
Todos
asintieron poniéndose en marcha al instante. Davis arrancó el camión y apretó
el acelerador al máximo. Era necesario regresar lo antes posible, no sólo
porque sus compañeros se estaban desangrando, sino porque existía la
posibilidad de que los siguieran. Maya hacía todo lo que podía por Jimmy, al
igual que Nicole por Johnny. Ambas intentaban contener la hemorragia lo mejor
posible, pero necesitaban con urgencia algún tipo de material médico. Johnny
estaba algo mejor, pero también estaba perdiendo mucha sangre. Jimmy empezaba a
delirar y a no estar plenamente consciente.
—¡Venga,
venga! ¡Chicos sólo queda un poquito más! —Intentó animar Ley, pidiéndoles que
aguantaran todo lo que pudieran.—¡Que no se duerma! —Le gritó la pelirroja a
Maya, viendo como el rubio empezaba a entrecerrar los ojos.
La
chica le indicaba el camino a Davis, al mismo tiempo que seguía con su necesaria
búsqueda. Davis intentaba avanzar lo más rápido que podía, poniendo el vehículo
a su máxima velocidad.
—¡Toma!
Ayuda a Maya. —Dijo rauda Ley, entregando un par de paquetes de vendas que
había encontrado.
La
pelirroja abrió otro de los paquetes con la boca, mientras se ponía al lado de
su amante. Nicole y Maya colocaron rápidamente las vendas en la pierna del
rubio, para justo después intentar que este no se quedara
dormido. Johnny miraba fijamente a los ojos de su amada, mientras
esta lo vendaba lo mejor que podía. Cuando ella terminó, él le cogió la mano
con fuerza, y le puso una breve sonrisa, feliz de que estuvieran juntos en todo
aquello.
—Por
favor, aguanta. —Pidió Ley apretando la mano del joven con todas sus fuerzas.
Adán
leía un libro que había encontrado por allí, mientras todos esperaban el
regreso de los demás. Estar quieto y preocupado no servía para nada, así que él
iba a aprovechar todo el tiempo. También leer le distraía y no le hacía pensar
en lo peor. Eva miraba al chiquillo, orgullosa de esa entereza que parecía
tener, y que demostraba tan a menudo. Estaba segura de que cuando él fuera más
mayor sería un gran hombre. Puma le distrajo de sus pensamientos, al ponerle la
mano en el hombro, para avisarla de que él y Will iban a salir un rato. Los
tres salieron del bunker en silencio, uno detrás del otro. Puma se sentó en una
de las piedras del lugar, y se puso a jugar con su cuchillo en la tierra del
camino. Eva se sentó a su lado justo después, apoyando cansada la cabeza en el
hombro de su compañero.
—¿Son
siempre tan irritantes? —Preguntó Will entre suspiros, mirando el horizonte de
una postura completamente recta.
—Sólo
a veces. —Bromeó Puma entre risitas.
—Deben
de aprender el sentido militar de la vida. —Se quejó Will instantáneamente,
irguiéndose aún más.
—En
eso tienes razón. —Dijo Eva con seriedad, mirando al joven a los ojos.
—Nadie
es inútil, cada uno tiene su cualidad, pero por más cualidades o fuerza que
tengas, si no sabes como usarlas no sirves de mucho. Esto ya no es lo que era,
esto es una guerra constante. En el campo de batalla aprendes ciertas cosas,
que ellos ya deberían de haber aprendido. —Comentó Will con terquedad,
negándose a aceptar un comportamiento que no fuera del todo adecuado, según lo
que el entendía por mostrar actitud.
—Entiendo
lo que dices, pero ellos no son soldados. —Contestó Eva de manera amigable.
—Lo
sé, por eso desde un principio me negué a esto. Este es un asunto del que se
tienen que encargar soldados, este es nuestro trabajo, es nues… —Empezó a contar
el chico, para ser interrumpido por el pitido de la radio.
Eva
y Puma se miraron rápidamente, mientras que Will apretaba el botón del cacharro
y contestaba.
—¡Avisa
al médico! ¡Tenemos dos heridos de bala! ¡Hay que cortar la hemorragia de
inmediato! ¡Estamos llegando! —Gritó la pelirroja a toda velocidad por la
radio.
—¡Recibido!
—Contestó al instante Will, corriendo de camino al interior del
bunker. Este avisó rápidamente al médico, el cual se puso manos a la obra.
Will
e Inma le ayudaron, siguiendo todas las instrucciones del viejo doctor. Estaban
preparando todo para que nada más que llegasen se pudiera intervenir en el
acto. En aquellas ocasiones el tiempo lo determinaba todo, y ninguno estaba
dispuesto a arriesgarse a perder un solo segundo, el cual podría decidirlo
todo. Los ánimos empezaron a ponerse tensos de nuevo. Nadie estaba
tranquilo, a todos se les pasaba por la cabeza lo peor. Mientras esperaban la
llegada de los otros, caminaban de un lado a otro sin saber qué hacer.
Adán
observaba la situación, tras haber intentado ayudar al médico y los demás. Al
ver que no podía hacer nada, decidió salir a la puerta del bunker para avisar a
todos justo cuando llegase el grupo. A escasos minutos el chiquillo
empezó a divisar a los lejos el vehículo donde viajaban maya y el resto. Una
vez seguro de que era el camión que ellos esperaban, echó a correr hacia el
interior del bunker.
—¡Ya
están aquí! ¡Ya están aquí! —Gritó Adán medio asfixiado.
Todos
salieron corriendo hacia fuera, intentando ver quienes volvían y en qué
condiciones. Inma y Puma sacaron unas camillas al exterior. Will echó a correr
a donde paró el vehículo, para justo después abrir la puerta y ayudar a sacar a
los heridos. Cuando Davis bajó a la misma vez que Nicole, Jessica soltó un
suspiro de alivio. M.A. soltó otro al ver que su hermana también seguía sana y
salva. Inma al ver que su prima era otra de las que estaba bien se alivió, pero
al ver el estado del rubio volvió a preocuparse. Entre Ley y Will subieron
a Johnny a la camilla, mientras que Inma y Puma subían a Jimmy.
Eva
y Maya les ayudaron después a empujar las camillas hasta el interior del
bunker, donde esperaba el doctor con todo a punto. Nicole y Davis
arrastraron la importantísima caja, ayudados de un par de soldados. Mientras
ellos hacían esta labor, el resto estaba en el interior, esperando el resultado
de las labores médicas. En la enfermería junto al doctor, sólo
estaban Will, Jessica, Inma, y Ley. Inma y Jessica estaban haciendo de
enfermeras, mientras que Ley y Will aguardaban preocupados a ver como salía
todo. Ambos intercambiaban nerviosas miradas, cruzando los dedos a modo de
súplica.
Cuando
todo se relajó un poco, después de que el doctor terminase su trabajo, todos se
marcharon a descansar. Puma fue el encargado de llevar al grupo hacía el otro
bunker, ya que Ley y Will se habían querido quedar haber como pasaban las
siguientes horas cruciales los dos heridos.
—¿Te
quieres quedar a dormir con nosotros? —Preguntó Eva amablemente, mientras
bajaba del vehículo.
—No
puedo, allí me necesitan. —Contestó Puma con seriedad.
—¡Venga,
Puma! ¡Quédate! —Insistió Alice metiéndose en la conversación.
—Enserio,
no es el momento. —Respondió el joven de nuevo con seriedad.
—Quizás
quieran estar solos, es un momento muy delicado. —Dijo Maya intentando que el
joven se quedara con ellos.
Realmente
todos echaban de menos a Puma, y todos querían que pasase la noche con ellos. A
él por el contrario no le apetecía, ya que después de lo de Flor nada era
igual. Por otro lado sentía que los soldados le necesitaban mucho más, y allí
era donde quería estar, era donde sentía que encajaba.
—Por
eso mismo, es un momento muy delicado, y es cuando más me necesitan. Ellos
estarán pendientes de los heridos, pero seguro que necesitan que alguien les
ayude con todo lo demás, y ese seré yo. —Añadió Puma dando la conversación por
terminada, y dejando claro que ya había tomado una decisión.
El
chico se despidió de todos ellos, y emprendió el camino de vuelta a lo que él
ahora llamaba casa. Aquella noche, y el día siguiente fueron decisivos. Puma y
Will prácticamente se encargaron de todo, aunque mayormente fue Puma quien
estuvo al pie del cañón día y noche. Él se convirtió en uno de los pilares
fundamentales de bunker. Will pasaba mucho tiempo junto a la cama de Jimmy en
la enfermería, rezando para que este se mejorara lo antes posible. Estaba
enfadado con él, pero más le enfadaba la idea de perderlo para siempre. Ley no
se separó ni un segundo de al lado de la cama de Johnny, pasando las horas
muertas en vela, agarrando la mano del chico con fuerza. Al segundo día Ley le
mandó a Puma que trajera a los del grupo al bunker de los soldados, sin
comentar para que reclamaba su presencia. Este sin preguntar ni una palabra,
acató la orden que se le había encomendado.
—¡Tenemos
que volver al trabajo! —Ordenó la pelirroja con seriedad, recordándoles que
tenían que seguir con el entrenamiento.
Perezosamente
y con desgana comenzaron a practicar. Se pusieron de nuevo por parejas. Alice
con Eva, Nicole con Davis, y Maya con M.A. En esta ocasión ni Puma ni Will se
quedaron, ya que la pelirroja tenía otros planes para ellos. Puma quedó
encargado del funcionamiento del bunker, mientras que Will emprendía el viaje
para poner los últimos maletines a salvo.
—¡Venga,
venga! ¡Más actitud! —Exclamó Ley a voces, caminando al lado de ellos.
Adán,
Jessica e Inma, estaban en la enfermería junto al doctor y el científico. Todos
estaban trabajando en diversas tareas, menos Inma que estaba inmóvil junto a la
camilla de Jimmy. Le daba muchísima pena verle de esa forma, cuando hacía un
par de días había estado sonriendo y haciéndola reír.
—¿Qué
os pasa? —Preguntó la pelirroja con amabilidad, entrando en la estancia
lentamente. Los tres la miraron confusos sin saber la razón de la
pregunta.—Lo veo en vuestros ojos, algo os pasa… —Añadió la chica con
seguridad.
Adán
fue el único con valor de aceptar la verdad, ella los tenía calados, y no era
necesario intentar ocultar lo que ocurría.
—No
soy útil, me gustaría ayudar mucho más de lo que lo hago. —Se sinceró mirándola
a la cara fijamente, sin nada que esconder.
—Somos
un estorbo. —Dijo Jessica entristecida, con la mirada perdida.
—Es
cierto… —Concluyó Inma tras escuchar a sus compañeros.
Ley
frunció el ceño, asombrada con la respuesta que acababa de recibir. Sabía que
algo les inquietaba, pero no se le había pasado por la cabeza la posibilidad de
escuchar aquello.
—¿Porqué
decís eso? —Preguntó extrañada.
—Yo
sólo soy un niño. —Contestó Adán tímidamente, siendo el primero en volver a
atreverse a contestar.
A
Jessica se le pasó por la cabeza la idea de hablar, pero al instante se
arrepintió, pensando que aún no era el momento de decir nada.
—No
somos soldados… —Añadió Inma con cierta preocupación.
Para
la sorpresa de los tres, la chica sonrió con cierto toque de humor. Meneó la
cabeza de un lado a otro con gracia, suspirando por lo que acaba de escuchar.
Ella pensaba que realmente ellos no entendían absolutamente nada, y que su gran
preocupación a fin de cuentas era algo tonto.
—No
siempre serás un niño. —Dijo Ley sonriente, mientras se agachaba al lado de
Adán.
—¿Y
hasta entonces? Yo quiero formar parte de esto. —Expuso el chaval inconforme.
—Cada
uno tiene una historia, y esa historia forma parte de un todo. Te formarás para
que el día de mañana seas un gran hombre. —Contestó rápidamente la pelirroja,
mirándole a los ojos con plena seguridad.
Los
pensamientos de Inma eran tortuosos, pensaba que ella no tenía ninguna excusa
para ser una carga. Ella ya no era una niña, ni tampoco estaba
embarazada, así que debía hacer algo.
—Creo
que vosotros no lo entendéis. —Susurró Ley poniéndose en pie, mostrando de
nuevo una sonrisa graciosa.
—¿Entender
el que? —Preguntó Inma confusa.
—La
vida de un soldado se basa en arriesgar la vida por los demás. El deber de un
buen militar es defender a su pueblo y pelear por un futuro mejor. No podéis
pensar que no valéis nada porque sois civiles, porque realmente es todo lo
contrario. Aquí los importantes sois vosotros, no nosotros. El futuro es
completamente vuestro, nosotros sólo somos los peones que trabajan para
vosotros. Nosotros sólo somos los guardianes de un futuro que vivirán otros…
—Arengó Ley algo ausente, volviendo a portar aquella enigmática mirada que
parecía perderse en el más allá.
Aquellas
palabras hicieron mella en los tres, pero especialmente en Jessica, la cual
empezó a tener un poco más de positivismo. Por el contrario a Inma la hicieron
sentirse aún peor. Ella no podía quedarse de brazos cruzados, mientras otros
estaban dispuestos a dar la vida para que ella disfrutara del futuro. Esa
arenga sentó de manera muy diferente al pequeño Adán. Él fue mucho más profundo
que sus dos compañeras, quizás por el simple hecho de no ser un adulto. Detrás
de todo aquello veía la fortaleza que podían llegar a tener las personas,
aunque supieran que la suya es una triste historia.
La pena le embargó al entender lo que esas
palabras decían realmente. Para él todo eso significaba la capacidad de
autosacrificio, dando la vida incluso por personas que jamás conocerían
aquellos que estaban dispuestos a sacrificarse. Tras unos minutos la
pelirroja volvió un poco en sí, percatándose del malestar que le había
proporcionado con sus palabras a Inma y Adán.
—Tampoco
entendéis que hasta el más pequeño es capaz de conseguir grandes logros. Ni
todos los que parecen pequeños son débiles, ni todas las grandes batallas se
ganan con la espada. La grandeza está en multitud de cosas, incluso en los
lugares más inesperados. Si no estáis conformes con lo que hacéis siempre
podréis hacer algo más. Hay muchas funciones importantes por realizar, y no
todo tiene porque ser en el campo de batalla. —Dijo Ley seriamente,
completamente convencida de lo que estaba diciendo.
—¿Por
qué no te has puesto con Alice? —Preguntó Maya con curiosidad.
—No
me atrevo después de lo del otro día. —Contestó M.A. seriamente.
—¿Por
lo que me contaste? Tenéis que olvidarlo. —Dijo Maya con seguridad, mirando al
joven a los ojos.
M.A.
asintió con cierta vergüenza, ya que sabía que la chica tenía razón pero no
quería aceptar que se había equivocado. Quizás el no se había portado bien,
pero Alice tampoco había tenido un comportamiento adecuado con él. Maya conocía
la cabezonería del chico, y no le sorprendía nada de aquello, pero pensaba que
ya era hora de dejar de lado la tozudez. Alice miraba a M.A. mientras entrenaba
junto a Eva. Quería hablar con él para solucionar las cosas, pero ella tampoco
se atrevía. También pensaba que el que tenía que pedir perdón era él en vez de
ella.
Ambas
entrenaban en silencio, pensando cada una en sus asuntos. Más que al
entrenamiento, le estaban prestando atención a sus cábalas. Eva no podía
dejar de pensar en el futuro ni un solo segundo. Eso era algo que la preocupaba
a más no poder. Los acontecimientos sucedidos en los últimos días la hacían
pensar aún más. Volvió a recordar lo frágiles que eran las vidas en aquel
devastador mundo. Salir a una misión podía significar la muerte, y ella no
quería dejar solo a Adán. Puma daba instrucciones a los soldados para que
salieran a por provisiones. Estos le obedecieron al instante, saliendo a toda
prisa del lugar.
Puma
se sentía orgulloso de su trabajo. Su actuación estos días había sido ejemplar,
ayudando considerablemente a sus nuevos compañeros. Él se había encargado de
todo, mientras Ley y Will se quedaban cuidando de Johnny y Jimmy. La
pelirroja sacó unos polvorientos libros que sacudió justo antes de
entregárselos a Inma.
—Toma,
quizás con esto te sientas más útil. —Dijo la chica entregando los viejos
libros de mecánica.
La
chica los recibió con algo más de entusiasmo, viendo que ahí tenía una
oportunidad de hacer algo más. Ella quería ayudar en todo lo que fuera posible,
no le importaba a que, pero a algo tenía que dedicarse. Después la chica
le dijo a Jessica que su función sería catalogar junto al médico y el
científico todos los informes de las investigaciones de ambos. Ley observó
silenciosamente unos minutos a Adán, pensando que cosa podía encomendarle al
muchacho. De pronto se le iluminaron los ojos al dar con una función que era
perfecta para el jovencito.
—Tú
tendrás el honor de tener la función más importante de todas. —Dijo la
pelirroja dirigiéndose a Adán.
El
chico se quedó desconcertado con las palabras de ella, pero tenía ansias de
saber que era lo que había pensado para él.
—Vas
a ser nuestro historiador. Tú escribirás todo para que las generaciones
posteriores sepan lo que ocurrió aquí. Les contarás nuestra historia para que
con ella tengan un ejemplo que seguir. Serás el encargado de hacer que no se
olvide nuestra lucha. Harás que nuestro legado perdure. —Arengó Ley con
énfasis, dándole a toda la arenga un tono glorioso.
Adán quedó completamente fascinado con la idea, aquello era algo que le encantaba. Sentía que era una gran responsabilidad, pero que también era algo tan tentador que no podía rechazar.
Davis y Nicole se esforzaban tremendamente en el entrenamiento. Davis que tenía más maña le daba muchos consejos a su compañera, intentando que ella mejorara todo lo posible. Ella agradecía aquellos gestos, mostrándole sinceras sonrisas cada vez que él tenía una de esas amabilidades. Davis le demostraba cada día más se uno de los mejores compañeros que había tenido.
Volvió Will en el Jeep, bajando del vehículo a toda prisa. Buscó a Ley para
informarle de que el trabajo se había realizado con éxito. Esta le dio una
palmadita en el hombro y le sonrió a modo de agradecimiento.
—¿Has
hablado con Jessica? —Preguntó Will siendo directo.
La
pelirroja frunció el ceño y le miró con intensidad para que su compañero
continuara hablando.
—Me
dijo que tenía que hablar contigo. —Añadió el pelinegro seriamente.
Ella sin pensarlo ni un segundo fue a buscar a la chica. Le extrañaba que le hubiera dicho a Will que quería hablar, y luego no le hubiera dicho nada cuando habían estado hablando hacía unos momentos. El pelinegro acompañó a la pelirroja, para que cuando vieran a Jessica esta supiera que si no hablaba, él lo contaría todo. Ley le hizo un gesto a Jessica para que saliera de la enfermería, a lo que esta hizo caso inmediatamente. Will le hizo otro gesto a la chica, para que esta supiera de que iba el rollo. La muchacha le miró con la cabeza gacha, para acabar asintiendo sin que Ley lo viera. Will entendió aquello como que la chica iba a contarlo todo de una vez por todas. Al ver que Jessica estaba dispuesta a acabar con su secreto, él se marcho para dejarlas hablar a solas.
Eva entró en el bunker con la boca seca en busca de agua para saciarse. Cogió una pequeña botella y se la bebió prácticamente entera. Cuando terminó de beber vio que la puerta de la enfermería estaba entreabierta, asomándose silenciosamente para echar un vistazo. Observó como El doctor, el científico, Inma y Adán estaban dando una pequeña clase. Más tarde se fijó en que en la habitación también estaba un silencioso Will, sentado encima de una estantería mientras que miraba a los heridos, inmerso en sus pensamientos.
—¿Cómo estás? —Preguntó un tímido M.A.
—Bueno,
bien. ¿Y tú? —Dijo Alice con cierta frialdad.
—También.
—Contestó el chico seriamente.
Se quedaron sin decir ni una palabra. La tensión se podía notar en el ambiente. Ambos esperaban que el otro se disculpara, quedando a la espera mientras miraban al suelo en diferentes direcciones. Los dos seguían bastante molestos, y ninguno estaba dispuesto a dar el primer paso.
Will miraba a Johnny con odio, deseando que por la suerte del destino este muriera. Él no iba a matarlo porque era un camarada, pero si la divina providencia decidía llevárselo a él le quitaría un peso de encima. Hasta el momento se respetaban por Ley y sus camaradas, pero una cosa era respetarse y otra dejarse de odiar. Después se puso a mirar a Jimmy con cierto coraje. El rubio le había fallado, pero aún así le dolía verle en esas condiciones. Él no podía olvidar que Jimmy había sido su mejor amigo por años, y fuera un traidor o no, le quería igual que se quiere a un hermano. No iba a negar que le hubiera gustado vengarse de él, pero eso era una cosa y otra querer que muriera o le pasara algo realmente malo.
Ley estaba empezando a desesperarse. Sabía que Jessica quería decirle algo pero
no se atrevía, dándole vueltas y más vueltas a cosas sin sentido para evitar
empezar a hablar.
—Llevas
media hora dándole vueltas a la perdiz. Habla claro. —Pidió la pelirroja algo
molesta.
Jessica
tragó saliva con lentitud, y se preparó a conciencia para contarlo de una vez
por todas.
—Estoy
embarazada. —Confesó tímidamente la chica con una voz que apenas le salía
de dentro.
Esta
cerró los ojos temerosa, esperando que Ley le dijera que se marchara de allí.
—¡Enhorabuena!
Es una excelente noticia. —Exclamó la pelirroja con entusiasmo, para sorpresa
de una desconcertada Jessica.—¿Qué te pasa? —Preguntó Ley extrañada sin
entender la reacción de la joven.
—Pensé
que me ibas a pedir que me marchara… —Susurró Jessica completamente
sorprendida.
—¿Yo?
¿Por qué? —Preguntó la pelirroja sin comprender nada.
—Por
ser una carga. —Respondió Jessica mirando al suelo algo avergonzada.
Después
de tanta preocupación, la realidad es que jamás había tenido nada por lo que
preocuparse. Se sentía algo estúpida por haber hecho una montaña de un grano de
arena.
—No podría pedirte que te fueras sin faltar a mi palabra. Luchamos por el futuro, y lo que crece en tu interior es el futuro. Para él y para los que vengan será lo que estamos construyendo. —Dijo Ley con seguridad, mirándola a los ojos con aquella miraba que parecía atravesarlo todo.—Tú sólo preocúpate de que crezca. —Añadió la pelirroja tocando la barriga de la joven con sus frías manos.
Después de observar a Will bastante rato, Eva se había percatado del intenso
dolor que intentaba disimular el chico. Era obvio sólo con mirarle la expresión
con la que él miraba a ambos heridos. Ella le tenía bastante aprecio y creía
necesario echarle un cable, puesto que notaba que el chico se lo estaba
guardando todo dentro. Ella sabía lo que significaba aquello, y sabía
perfectamente que si no lo sacaba fuera, él terminaría explotando y sería mucho
peor. Will volvió en si al notar como la mano de Eva se posó en su hombro
con cariño. Se dio la vuelta para mirarla, sin darse cuenta de que se le habían
saltado las lágrimas.
—¿Quieres
que hablemos? Si lo necesitas y quieres, sólo tienes que decírmelo y aquí
estaré. —Dijo amablemente Eva, mostrando su lado más amigable.
Este
asintió decaído, poniéndose en pie con lentitud. Comenzó a andar hacía el
exterior, intentando tener la mayor privacidad que fuera posible. Ella le
siguió decidida a ayudarle lo mejor que pudiera. Ambos se sentaron
alejados del bunker, en lo que antaño había sido una parada de autobús.
—Puedes
contarme todo lo que quieras. —Confirmó Eva atentamente.
—Jimmy
no puede morir así, no sin que hayamos arreglado todos nuestros problemas. Tiene
que salir de esta… —Susurró Will soltando un par de lágrimas que recorrieron su
rostros rápidamente.
Eva
le dio un abrazo para calmarlo, al ver que comenzaba a llorar en silencio de
nuevo.
—Sé
que nada de lo que hizo, lo hizo con intención de dañarnos, pero no se comportó
como debía hacerlo, y eso es una traición. Nos jodió bastante, y casi todo fue
por culpa de una zorra que le gustaba y jugaba con él. —Contó Will
entristecido, tras dejar su breve lloro.
—Seguro
que ambos se recuperan pronto y puedes arreglar las cosas con ellos. —Dijo Eva
intentando animar al joven.
—¡No!
—Gritó Will levantándose rápidamente.
Ahora
Eva si que no comprendía nada. Hacía un momento Will le había dicho que quería
arreglar las cosas con Jimmy y ahora se levantaba enfadado. ¿Es que había
metido la pata de alguna manera? ¿O es que Will no perdonaba aquello y quería
que muriesen? Esa reacción del joven la dejó sin saber que decir.
—Con
Johnny no tengo nada que arreglar, y si se muere incluso mejor. —Dijo enfadado
el pelinegro, para sorpresa de su compañera.
—¿Por
qué dices eso? —Preguntó completamente extrañada Eva.
—Es
un gusano. —Murmuró Will con cara de asco.
Era
cierto que a Eva no le hacía mucha gracia Johnny, pero tampoco entendía como un
compañero suyo podía desearle la muerte. Esta le insistió al pelinegro un buen
rato, para que él le contara el porqué de sus palabras y sus sentimientos hacia
Johnny.
—Johnny
es un fracasado, nadie le ha querido nunca. Él saciaba su falta de autoestima
con las drogas, se las metía todas, era un drogadicto. Poco a poco se fue
convirtiendo en un monstruo, ya no sé si por las drogas o por la mierda de vida
que tenía. Se volvió loco al ver que las personas a las que quería no le
correspondían. Calmaba su ira con todo lo que veía. Se convirtió en un sádico
al que le gustaba destruirlo todo. Un día llegó demasiado lejos. Vendía drogas,
de todas, era peor que un farmacéutico. Iba detrás de Ley pero ella quería a
uno de nuestros camaradas, uno de los mejores camaradas que he tenido. Johnny
para intentar olvidarlo engatusó a varias chicas. La vida de este se convirtió
en una vorágine de sexo y drogas. Su casa estaba todo el día llena de yonquis
que se acostaban con él a cambio de drogas. Estoy casi convencido de que él
hizo adictas a muchas de aquellas chicas para abusar de ellas. Una de esas
muchachas de barrio que acaban allí fue mi prima. Ella jamás había sido así,
pero cuando empezó a juntarse con Johnny era una persona muy diferente. —Contó
Will con un nudo en la garganta, para acabar sin fuerzas de seguir contando
más.
—Shh.
No hace falta que continúes. Ya pasó. —Dijo Eva con la piel de gallina al
imaginárselo todo.
—Por favor déjame solo un rato. —Pidió Will cabizbajo.
Ley estaba dando uno de sus habituales paseos solitarios, apartándose mentalmente del mundo de las personas normales. Cada vez veía el camino a seguir más claro y más marcado. Aquello de decirle a Adán que escribiera todo para dejar un legado, hacía que notase aún más que la historia estaba mirándola. El hecho de que Yuri y sus compañeros hubieran conseguido en Rusia lo que ella se proponía, dejaba aún más claro que era posible. Todo eso le hizo pensar también de que cada vez eran menos y necesitaban más gente, ya no solo para combatir, sino para crear una nueva sociedad. Su mente planeaba a toda velocidad, dejando delineado el sendero que iba a recorrer.
A la hora del descanso todos estaban comiendo dentro del bunker, menos Will y Ley que aún seguían en el exterior, e Inma que había preferido quedarse en la enfermería junto a los heridos. Maya fue a hacerle compañía a su prima, llevándole una lata de atún para que comiera algo. Esta desganada no se la aceptó, cosa que preocupó a su prima la cual volvió a insistir. Inma se entristecía viendo a Jimmy herido. Aquel chico había sido muy amable con ella siempre, cosa que entre otras hizo que ella le cogiera bastante cariño. Deseaba que se pusiera bien lo antes posible, para poder volver a reír junto a él como habían hecho hasta que le dispararon.
Cuando Ley caminaba de regreso al bunker vio a Will solo, sentado en la vieja
parada de autobús. No hacía falta que nadie le dijese nada para que ella
supiese que era lo que le pasaba. Siempre había tenido la habilidad de ver el
interior de los demás, pero desde que había ido más allá, todo era tan claro
que era como si lo viese todo con una majestuosa nitidez que nadie parecía
tener. Se acercó sigilosamente a Will sin que este prácticamente se
diera cuenta. La pelirroja vio como el chico lloraba en silencio, y cuando este
se percató de que ella lo había pillado en seco, intentó esconder la mirada
agachando su cabeza aún más.
—Levanta
la mirada, no dejes que nadie te agache la cabeza nunca. —Le dijo con dulzura
Ley, levantando la cara de Will desde la barbilla con su mano derecha.
Él
la miró con los ojos empapados en lágrimas, calmándose plenamente con las
palabras de su compañera, y con la manera que ella había tenido de decírselo.
Eva vio regresar a Will y Ley tras un par de horas, notando como el joven
volvía diferente. Notaba como el chico volvía con una gran paz interior, y un
aire fresco bastante renovado. No sabía que era lo que tenía Ley, pero ella
había conseguido aliviar la atormentada alma del joven, y eso a Eva la alegraba
profundamente. Will era su amigo y ella lo único que quería era lo mejor para
él.
Puma llevaba al grupo de regreso al bunker que tenían asignado, conduciendo a
toda velocidad por los parajes de la zona. Alice y Maya iban dormidas en los
asientos, después de que el tremendo cansancio que tenían las hubiera
derrotado. M.A. y Nicole estaban entrecerrando los ojos, quedándose traspuestos
escasos segundos para acabar volviendo a abrir sus parpados. Davis, Jessica,
Inma, y Adán, estaban empezando a adormilarse poco a poco, con el constante
traqueteo del camión.
—Se
van a tener que acostumbrar al trabajo duro. Aún no habéis visto el ritmo al
que trabaja esta gente, no paran ni un rato, lo veo todos los días allí.
—Comentó Puma concentrado en la carretera.
—Te
doy la razón, tendrán que acostumbrarse. —Contestó Eva con sinceridad.
Después de todo Eva cada vez estaba más convencida de que tenían que esforzarse más, ya que la misión que los soldados tenían entre manos era de suma importancia para el futuro.
Pasaron los días trabajando sin parar. Cada uno cumplió lo mejor que pudo las
funciones asignadas, contentando a la pelirroja al ver que todo marchaba según
lo previsto. Puma cada día se ocupaba más del funcionamiento interno
del bunker, sintiendo como aumentaban sus fuerzas al ver que estaba cumpliendo
con su deber. Estaba cada día más orgulloso de sí mismo, pensando también que
Flor estaría en el cielo contenta de ver como él se estaba
comportando.
M.A.
y Alice arreglaron las cosas después de hacer el tonto mucho tiempo, pero
finalmente volvieron a estar como antes. Ambos estaban contentos de que todo se
hubiera arreglado, y se prometieron tenerse más en cuenta en cualquier cosa que
ocurriera en el futuro. Eva y Will cada día eran más amigos, y
juntos compartían cada vez más tiempo. Su confianza había aumentado
considerablemente, tanto como para que Will que era un tipo muy cerrado, la
considerase como parte innegable de su querida familia. Jessica pasó
descansando la mayor parte de los días, ya que cada día estaba más y más
mareada. Los vómitos y las nauseas se hacían insoportables para la joven,
obligándola a tumbarse cada dos por tres.
Maya
intentaba pasar página de todo lo ocurrido, trabajando lo más duro que podía
día a día. En cada entrenamiento o salida a por provisiones, se esforzaba más
que la anterior. Adán había pasado mucho tiempo con Ley, ya que esta le
daba clases de historia siempre que podía. También le había regalado muchos
libros, sobre todo de la edad media y moderna, que después comentaban cuando él
los había terminado de leer. También había empezado ya con la tarea que la
chica le había dado, empezando a escribir todo lo sucedido lo mejor posible. A
esta tarea algunas veces le ayudaba Inma, dándole consejos ortográficos y
narrativos. Inma dividió su tiempo en darle clases de literatura a Adán, y
en cuidar de Jimmy, siempre que sus funciones le dejaban tiempo.
Ley les enseñaba a todos a utilizar las nuevas armas, continuando con los entrenamientos día tras día. Todas las noches cuando el grupo se marchaba ella se ponía a practicar con sus espadas, intentando sacar fuera toda la energía que tenía. No quería pensar en ella, sólo quería centrarse a la misión y al camino que ella veía tan bien trazado. Todos los días tenía sus escapadas solitarias, intentando alejarse de todo lo que la rodeaba. Al final de las duras jornadas, dormía junto a la cama de Johnny, cogiéndole la mano con la esperanza de que de esa forma le diera fuerzas para recuperarse lo antes posible. Si ya se sentía sola antes de todo aquello, sin Johnny a su lado se sentía aún más alejada de todo. Él era el que intentaba mantenerla en el mundo de los vivos, sin él ella se sentía aún más muerta interiormente que antes.
El pelirrojo despertó pidiendo agua, antes incluso de abrir los ojos del todo.
Inma complació su petición, dándole una botella lo más rápido que pudo. Adán
salió disparado de la enfermería para avisar al resto de la buena
nueva. Todos fueron corriendo a saludar a Johnny, alterando un poco al joven
con tal multitud a su lado. Puma echó a todos de la estancia, dejando allí
únicamente a Ley, Will, M.A, y el doctor. Will había decidido cambiar su
actitud frente al pelirrojo, no es que fuera a hacerse su amigo, pero quería
olvidar todo lo ocurrido en el pasado. No le perdonaría pero sabía que ambos
compartían un destino muy cercano lo quisieran o no. Lo mejor era hacer el
contacto mutuo lo más ameno posible, para no entorpecer la importantísima
misión que llevaban a cabo.
Ley
y Johnny se besaron con dulzura pero brevemente, para después dejar paso a unas
sinceras sonrisas. La chica estaba alegre de ver que por fin estaba mejor, y él
estaba feliz por haber despertado, y haberla visto al par de minutos de abrir
los ojos de nuevo.
—¡Que
alegría que estés otra vez con nosotros! —Exclamó M.A. sonriente al ver que su
cuñado estaba mucho mejor.
—¡Que
te gusta dormir cabroncete! —Bromeó Puma dándole un toquecito en el
hombro.
El
pelirrojo sonrió y le devolvió el porracito, demostrando que otra vez se sentía
bien.
—Necesito todos los mapas que tengamos aquí. Yuri descubrió algo. —Dijo el Johnny algo alterado.
Horas después Ley decidió que aquel día dejarían el entrenamiento para
concentrarse en otras cuestiones. Dejó a Johnny al mando en el bunker, mientras
que este revisaba como un loco los papeles arrugados que le habían dado con
anterioridad. La pelirroja hizo varios grupos en los que dividirían las cosas
por hacer. Todos irían en el camión menos Will y Puma, a los que les dio las
llaves del Jeep para que fueran a inspeccionar unas zonas que marcó en un mapa.
El resto aunque iban a ir todos en el camión, luego se dividirían por zonas y
en grupos, para hacerse con diferentes suministros que
necesitaban. Los del Jeep fueron los primeros en marcharse, dejando
a los demás apunto de subirse al camión.
—Eva
vendrá conmigo a por gasolina. Hermano, tú con Maya y Nicole a por comida. Por
último tú y Alice iréis a por munición, buscadla hasta debajo de las piedras
porque necesitamos toda la posible. —Explicó la pelirroja arrancando el motor
del vehículo.
Puma y Will recorrían los campos y carreteras, con la misión de observar todo lo posible. Tenían órdenes de verificar cuidadosamente todo lo que estuviera dentro de los alrededores que Ley les había señalado. Ella quería saber que había y que no había en toda la zona, tanto supervivientes corrientes, agentes del gobierno, animales mutantes, o putrefactos seres.
Por el momento no habían visto absolutamente nada aparte de la devastadora soledad de lugares medio en ruinas.
Para Puma observar tanta destrucción, significó mucho más que para Will. Se puso trascendental en su interior, y comenzó a filosofar, perdiéndose en sus intensos pensamientos.
Will conducía completamente concentrado en no hacer mucho ruido, y en no
deja pasar ni un solo detalle por analizar.
—Coge
los prismáticos. —Dijo Will con seriedad, señalando con el dedo la guantera del
Jeep.
Alice caminaba por la carretera a paso ligero. Detrás la seguía Davis
inspeccionando el terreno con cautela. Ambos estaban en una carretera donde
había muchos coches abandonados. Ley les había ordenado buscar en un radio de
cinco kilómetros, y les había dado un reloj, para que se reunieran con ella a
una hora acordada, en un lugar previamente elegido.
—¿Crees que encontraremos algo? —Preguntó la chica con cierto pesimismo.
—Ni idea, pero tendremos que intentarlo por lo menos. —Respondió Davis con un espíritu algo más positivo.
Comenzaron a rebuscar entre los coches, asegurándose con anterioridad de que no hubiera ningún podrido dentro de los vehículos.
Había tantos coches que a ambos les daba pereza toda aquella búsqueda. Alice pensaba que lo más seguro era que se hartaran de inspeccionar vehículos para que al final en ninguno encontraran nada. Davis pensaba parecido, aunque no pensaba como Alice que fuera para nada, pero si pensaba que tampoco encontrarían mucho allí.
Tenían que hacer el trabajo rápido, porque tenían muchos más lugares en
los que buscar y tampoco les habían dado un tiempo extremadamente largo.
Nicole caminaba con lentitud en primer lugar, divisando la zona cuidadosamente
para no llevarse ninguna sorpresa. M.A. la seguía de cerca empuñando su pistola
con fuerza. Maya iba en último lugar inmersa en sus propios pensamientos. Aquel
pequeño pueblecito se parecía tanto a uno al que iban de pequeñas en
vacaciones, que la tristeza la embargó, trayéndole de vuelta unos amargos
sentimientos que creía haber dejado atrás.
Entraron en una de las casas que tenía la puerta abierta, habían intentado forzar otras, pero les fue completamente imposible. La inspeccionaron raudos, pero no encontraron absolutamente nada.
En otra de las casas encontraron algunas latas, que empezaron a echar rápidamente en las mochilas. Un porrazo los alteró, haciendo que dejaran su tarea, para averiguar que ocurría. Vieron en el exterior como varios podridos se acercaban peligrosamente a la casa.
—Terminad rápido. —Ordenó Nicole en voz baja, dispuesta a solucionar el problema ella misma.
Empezó a disparar como una loca, intentando matar al maldito bicho. Hacía heridas al mutante del que salían chorros de sangre, pero este no dejaba de correr, y para colmo cada vez parecía más rabioso.
Maya y M.A. disparaban por la ventana, ayudando a su amiga a abatir a la peligrosa criatura. Consiguieron hacer que se cayera al suelo, pero a los pocos segundos se puso en pie de nuevo.
Nicole se subió a un árbol contaminado de radiación, escapando de la embestida del embrutecido animal mutante. Este estuvo a punto de alcanzarla cuando ella intentaba subir. Desde ahí arriba y gracias a la colaboración de sus compañeros, consiguió finalmente deshacerse de aquella cosa.
Ley y Eva estaban sacando toda la gasolina que podían de los coches abandonados que encontraban. Llevaban unos tubos de plástico con los que sacaban todo el combustible que estos vehículos tenían. Aquello era una tarea de chinos, pero era necesaria realizarla ya que en casa tampoco es que les quedara mucho. Un ruido alertó a las chicas, soltando las botellas de plástico en el suelo.
—Yo me encargo, tú continúa. —Ordenó Ley con autoridad, levantándose de al lado de uno de los coches.
Eva continuó con la labor a toda prisa, intentando no perder ni un solo segundo. Por el momento eran solo cuatro podridos, pero a lo lejos se veían bastantes más. No podían abandonar el lugar sin lo que habían ido a buscar, sobre todo cuando aquel sitio era como una mina de oro.
Parecía que esa carretera se había colapsado al principio, y la mayoría de gente había abandonado sus vehículos por el atasco que había ocasionado el pánico ciudadano. La oportunidad de encontrar un sitio así, era algo a lo que no podían renunciar, por más peligroso que fuera.
Ley agarró su tizona con fuerza, corriendo en dirección hacia los podridos. Atravesó el cuello de uno de frente, acabando con el monstruo en un abrir y cerrar de ojos. Giró el brazo con agilidad, en un movimiento sumamente estiloso, para cortarle la cabeza al de al lado, sin ni siquiera girar el cuerpo.
—¿Cómo vas Eva? Se acercan rápido. —Preguntó la pelirroja, clavándole la tizona
en el cráneo a otro putrefacto ser.
—Me alegro de que estés con nosotros. —Dijo con sinceridad Will, girando el
volante con fuerza, evitando que chocaran con un coche volcado que estaba en
mitad del camino.
—Yo también me alegro de estar con vosotros, estoy como en casa. —Contestó Puma
sonriente, dándole un toquecito en el hombro amistosamente.
Ambos ya habían dado por finalizada su tarea, volviendo a casa tranquilamente
para disfrutar del viaje. Habían anotado en una libreta todo aquello que
pudiera interesarle a Ley, apuntando cada mínima cosa que habían logrado
observar.
—¿Te apetece parar y echar una cervecita? —Preguntó Will con entusiasmo.
—¿Por qué no? —Contestó Puma sacando la lengua en un gesto burlón.
—Cerca de aquí había un sitio donde encontramos alcohol, pero no nos lo pudimos
llevar todo. Podríamos pasar, echar unas copas, y después llevárnoslo al bunker
por si un día tenemos algo que celebrar. Allí hay alcohol pero no creo que se
disgusten por tener un poco más. —Comentó el chico simpáticamente, cambiando de
dirección rápidamente.
A Inma leyendo un libro, fue lo primero que vio Jimmy justo cuando despertó de
su largo sueño. Aquella dulce visión le sacó una sonrisa, sin que la chica se
percatara mínimamente. La observó unos minutos en completo silencio. Le gustaba
poder mirarla sin que ella se diera cuenta, ya que así podía ver el verdadero
rostro de la joven, sin vergüenzas que disimular, ni apariencias que mostrar.
En aquel momento podía verla tal y como era, y eso le encantaba aún más.
—¿Me podría dar agua señorita? —Preguntó con amabilidad el rubio, sacándole una sonrisa a Inma al ver que por fin había despertado.
—¡Claro! —Exclamó la joven entusiasmada, saltando de la silla al instante.
Parecía que todas las oraciones habían tenido resultado, y al joven no le había pasado nada finalmente. Quizás no era por todo lo que ella había rezado, pero le gustaba pensar que Dios por una vez se había dignado a escucharla.
—Estuve pensando en tu proposición, y no estaría nada mal aprender a usar una
espada, siempre y cuando tú sigas queriendo enseñarme. —Dijo dulcemente Inma,
dándole una pequeña botella de agua, que este se bebió casi al instante.
Alice estaba en serios problemas, ya que se había resbalado y casi se había
caído por un pequeño acantilado. Había conseguido agarrarse a un árbol que
crecía en la ladera, esperando a que Davis la ayudara.
—¡No te muevas! —Gritó Davis, pegándole una patada a un zombie que lo acosaba.
—¡No tardes! ¡No quiero resbalarme! —Pidió la chica molesta, viendo que su compañero tardaba mucho y no sabía porque.
Davis peleaba contra tres podridos que habían salido corriendo al escuchar los gritos de la chavala. Gastó su última bala con uno de ellos, justo antes de empuñar su lanza con fuerza.
Alice cada vez se notaba más insegura ahí, y quería salir lo antes posible. La caída no era extremadamente grande, pero si se resbalaba iban a esperarla unas afiladas rocas que probablemente le hiciera severos cortes, si no era que del impacto la mataban al acto.
—¡Ya voy! —Gritó el joven nervioso, matando con su lanza al último de los putrefactos seres.
—¡Corre! —Vociferó asustada Alice, resbalándose cada vez más.
La chica estaba haciendo un tremendo esfuerzo para mantenerse enganchada allí. Uno de los brazos se descolgó, haciendo que su bolsa se cayera y se destrozara en el suelo. Puso todas sus fuerzas en echar su brazo hacia arriba y cogerse de nuevo, pero por escasos milímetros no pudo. Aquel movimiento hizo que su posición peligrara aún más, ya que del otro lado se resbaló un poco más.
—¡Cógete! ¡Por favor!—Le pidió Davis con las manos sudorosas, poniéndole la
lanza más o menos a su alcance.
M.A. tropezó con una rama del camino, cayendo al suelo de bruces. Maya le
extendió la mano para ayudarle a levantarse, mientras que Nicole les cubría
cerca de ellos.
Los mutantes les perseguían a toda velocidad, y no eran pocos los que lo hacían. Parecía que de pronto les había pillado una estampida en el pequeño pueblo, pero lo peor no era eso. Lo peor era que los soldados les habían contado que tras esas estampidas, lo que venía era una horda gigante e incontrolable de podridos.
—¡Vamos, vamos! —Metió prisa Nicole corriendo en su dirección.
Ambos echaron a correr al instante, siguiendo a la chica por los pequeños huecos que veían para meterse.
—¿Qué hacemos si Ley y Eva aún no han llegado, y seguimos metidos en problemas? —Preguntó Maya nerviosa, esquivando a uno de los animales mutantes.
—¡Ya veremos! ¡Lo primero es salir con vida de aquí! —Gritó M.A. alterado,
disparando sin cesar contra un monstruo que venía en su dirección.
Eva terminaba de cerrar los envases de plástico donde habían metido la gasolina
robada, mientras que la pelirroja la cubría con su arma blanca.
—¡Súbete ahí! ¡Yo haré un camino! —Ordenó la delgada chica, señalándole a Eva el techo del coche más cercano.
—¡Tú sola no puedes! —Gritó Eva desquiciada por la locura que quería hacer su compañera.
La pelirroja le pegó patadas a la puerta del coche, desencajándola bruscamente de un par de porrazos.
—¡Joder! —Vociferó Ley cogiendo la pesada puerta a modo de escudo.
—¡Estás loca! —Gritó la chica asombrada con la cabezonería que mostraba la joven soldado.
—¡Súbete ahí, joder! —Ordenó de nuevo la militar enfadada.
Ley echó todo su peso delante, embistiendo a varios podridos brutalmente. Una vez en el suelo les cortaba la cabeza con su espada toledana. Aquellas maniobras con la pesada puerta, requerían un tremendo esfuerzo de la chica. Tras repetir esta acción tres o cuatro veces tuvo que tirar su improvisado escudo, al ver que era algo que la dejaba demasiado exhausta.
Eva se negó a esperar simplemente que la joven le abriera el paso, disparando con precisión desde arriba del coche.
—¡Guarda las balas! —Gritó la pelirroja resoplando por el tremendo esfuerzo que tenía que hacer para quitarse a tantos asquerosos seres de encima.
Ley desenfundó su catana, usando ambas espadas al mismo tiempo. La chica estaba abriendo paso poco a poco, aniquilando a todo lo que se ponía por en medio.
—¡Ahora! —Ordenó Ley a gritos, haciéndole un gesto a su compañera para que en aquel momento comenzara a avanzar.
Eva saltó del techo con agilidad, portando las valiosas garrafas consigo. Sacó la daga que la pelirroja les había entregado a todos, ayudando a la chica con los ansiosos zombies.
Ley abría el camino por detrás, mientras que Eva cubría la retaguardia lo
mejor que podía. Hasta aquel momento no se habían dado cuenta, pero juntas
formaban un gran equipo. Esta idea le gustó a Ley ya que pensó que en cuanto
Eva entrenara más, sería una valiosa compañera a la que no olvidar en ningún
momento.
A Johnny todavía le dolía, la aún no cerrada cicatriz de su costado. Tenía que
sentarse muy a menudo, ya que el dolor que le producía le hacía incluso
marearse con frecuencia.
—No deberías estar tan activo. Si esperas unos pocos días estarás bien, pero ahora necesitas reposo. —Regañó el viejo doctor al pelirrojo, al verle sentado sufriendo uno de esos mareos.
El pelirrojo asintió de mala gana. No quería que nadie le molestara en aquel momento. El chico se hizo una bola y cerró los ojos unos minutos, intentando ver si de esa forma se sentía mejor.
—¿Y a ti que te pasa? —Preguntó el chico desconcertado, cuando se encontraba algo más recuperado.
—Estoy embarazada. —Respondió Jessica molesta, intentando que se le pasaran las nauseas.
Ella también quería que nadie le hablara cuando estaba mal, era algo que
la agobiaba y la irritaba al máximo.
Puma y Will charlaban tranquilamente, bebiendo una botella de vodka que ya iba
por la mitad. Will le había estado enseñando estrategia militar a su compañero,
para después acabar contándole maniobras que él había llevado a cabo en el
campo de batalla.
Ambos se llevaban cada vez mejor, disfrutando intensamente cada pequeño
momento de tranquilidad que les daba su ajetreada vida. Cualquier día podían
morir, así que porque no disfrutar de una interesante charla y unas copas.
Puma disfrutaba mucho con las conversaciones que podía tener con los
soldados, eran ese tipo de cosas que tanto le gustaba hablar a él, pero que con
gente normal no podía habitualmente.
—Por desgracia creo que tendremos que terminarnos esto más tarde. —Dijo Will con desgana, soltando la botella encima de un estante.
—Si, ya es la hora. —Añadió Puma observando un sucio reloj de pared que estaba
tirado en el suelo.
Eva conducía a toda velocidad, escuchando viejas historias de guerra que le
contaba Ley. Aquel corto pero intenso viaje, había servido para que ambas
empezaran a entablar una amistad. Quizás en un principio no se habían llevado
muy bien, porque ambas veían en la otra, cosas que les recordaban a ellas
mismas. También el carácter brusco que tenían las dos, precisamente no había
ayudado mucho. Cada una tenía su forma de ser, y una vida muy distinta la una
de la otra, pero luego había varios detalles en los que no eran muy diferentes.
El grupo de M.A. había conseguido librarse de los mutantes, ya que estos no
iban en la dirección en la que ellos tenían que ir. Llegaron al punto de
encuentro diez minutos antes de la hora acordada, y como era previsto allí aún
estaba nadie para recogerlos.
—Cada día se pone la cosa más fea. —Murmuró Nicole observando el camino por el que habían venido.
—¿Creéis que se mueven porque se quedan sin comida en el sur? —Preguntó M.A. desconcertado.
—Quizás… —Susurró Nicole ausente.
La rubia se subió a uno de los árboles con agilidad, mirando si veía en la lejanía el camión acercándose.
—¿Ves algo? —Preguntó M.A. inquieto, andando de un lado para otro.
Nicole hizo un gesto negativo con la cabeza, impacientando aun más al nervioso chico.
—¡Corre! —Gritó Davis alterado, corriendo cuesta abajo a toda velocidad.
A pocos metros le seguía una cansada Alice, intentando no quedarse muy atrás. La joven estaba exhausta después del incidente, notando como sus pesados brazos le molestaban cada vez que los movía para coger impulso en la carrera.
—¡Espera! —Refunfuñó la chica al ver que el chico cada vez cogía más distancia.
—¡Rápido! ¡No podemos llegar tarde! —Insistió este de mal humor al ver que aun les quedaba un largo camino.
Davis apretaba el paso todo lo que podía, mientras le metía presión a su compañera una y otra vez. Sabía que iban justos de tiempo, pero lo peor era que detrás de ellos venían bastantes zombies, acosando su regreso al punto de encuentro establecido.
Una de las pestilentes criaturas rozó con sus manos a la chica, para que esta justo después le asestara una patada y siguiera corriendo.
—¿Estás bien? —Preguntó su compañero con preocupación.
—¡Sí! ¡Vamos! —Exclamó la joven notando la subida de adrenalina, después del
encontronazo con el podrido.
Will conducía el Jeep a toda velocidad, aplastando a cualquier zombie que
pillara en su camino. Conducir era algo que le encantaba, y más en un mundo
donde no había semáforos ni señales de tráfico.
—Johnny se enfadaría muchísimo de verte conducir su coche de esta manera. —Bromeó Puma entre carcajadas.
—¡Seguro! —Afirmó el chico con una sonrisa en su cara.
Realmente aquel vehículo era algo que Will envidiaba de Johnny, verdaderamente era lo único que le causaba envidia del pelirrojo.
Llegaron rápidamente para comprobar que habían sido los primeros en llegar. Mientras Will aparcaba el coche y lo cerraba, Puma cogió las cosas para soltarlas en el interior del bunker.
Johnny se distrajo de su dolor al ver a su compañero entrar por la puerta.
—¡Ey! ¿Qué pasa aquí? Tenéis mala cara. —Dijo Puma de cachondeo, intentando animar a Johnny y Jessica.
Los dos le sonrieron brevemente con amabilidad, concentrándose ambos en su malestar a los pocos segundos. Jessica seguía con sus nauseas, mientras que Johnny todavía tenía mareos causados por aguantar el dolor tanto rato sin descansar.
—Toma esto, seguro que te alivia. —Se preocupó Puma fraternalmente, entregando al pelirrojo una de las botellas de alcohol que habían traído.
Johnny la abrió al instante, no sin antes darle las gracias a Puma como
era debido. El joven le dio un par de grandes tragos, con la esperanza de que
aquello anestesiara su dolor rápidamente.
Las dos chicas esperaban a sus compañeros, mientras mataban a todo lo que se
les ponía por delante. El ruido del vehículo había atraído a los podridos,
obligándolas a bajarse para encargarse del asunto.
Ley sentía sus brazos pesados, notando como ejecutaba sus movimientos con la espada más lento de lo habitual. Realmente ahora pensaba que había hecho una estupidez antes, pero sin apenas tiempo para pensar en el momento de actuar le pareció buena idea. Quizás eso de coger una puerta de un coche para usarla de escudo había sido una mala idea, pero por lo menos el par de embestidas que dio con ella le habían servido para abrirse paso.
Eva notaba el cansancio de su compañera, e intentaba librarse ella de la
mayoría de fétidas criaturas. Su cabezonería le estaba dando buen resultado, ya
que estaba matando a bastantes zombies. Le gustaba sentirse útil, y
verdaderamente se sentía cómoda trabajando con su compañera. Le hubiera gustado
darse cuenta mucho tiempo antes, pero como el viejo refrán decía nunca era
tarde.
—¿Dónde se habrán metido? —Preguntó Eva pensativa.
—Deben de estar al llegar. —Respondió Ley al instante.
—¡Eso espero! —Exclamó su compañera de un grito, haciendo fuerza para clavarle
la daga a un podrido en mitad del cráneo.
Ley usaba ambas espadas para librarse de los muertos vivientes, cuando
vio a lo lejos dos figuras humanas que corrían en la dirección en la que se encontraban
ambas.
—¡Ya estamos aquí! —Gritó Alice sofocada, al llegar a toda velocidad.
Davis mató a uno de los podridos que le cortaba el paso para reunirse con
sus compañeras, haciendo uso de su elegante técnica con la lanza. Entre los
cuatro se hicieron paso hasta el vehículo, para después subirse en él a toda
prisa.
Inma
jugaba a las cartas con Jimmy tras terminar las tareas que tenía asignadas para
aquel día. La chica no había parado de reír todo el rato con el buen humor del
joven, olvidándose del paso del tiempo y de todas las partidas que habían
echado. No recordaba cuanto tiempo hacía desde la última vez que se lo había
pasado tan bien. Quizás con la última persona que había estado tan a gusto,
había sido con aquel simpático chico llamado Naitsirc del que tanto se acordaba
siempre.
—Me alegra ver que todavía quedan personas normales, como queda gente a la que
este mundo no los han cambiado. Creo que en estos dos años has sido la única
persona que he encontrado así. Todos, o se han vuelto locos, o psicópatas, o
simplemente han ido muriendo poco a poco por dentro. Me has enseñado con tus
sonrisas tan sinceras a pensar que todavía se puede ser feliz en este planeta.
Es usted toda una reliquia del antiguo mundo. —Confesó con amabilidad y
caballerosidad Jimmy, mirando a la chica a los ojos con firmeza.
Inma se sintió alagada con aquel comentario, sacando una bonita sonrisa
al escuchar todo aquello. Aquel momento fue interrumpido por Adán, el cual
preguntó inocentemente si podía jugar a las cartas con ellos.
Los tres se impacientaban cada vez más, viendo que ya habían pasado más de
veinte minutos desde la hora acordada. Cada uno hacía sus propias conjeturas,
pensando en desgracias que podían haberle ocurrido al resto.
M.A. era el más positivo, pensaba que la tardanza seguramente era debido
a problemas técnicos en la misión de cada uno. A Maya se le pasaba por la
cabeza la idea de que lo más probable era que jamás volviera a por ellos.
Nicole también era bastante negativa, imaginando que los demás podrían haber
muerto en medio de un ataque zombie, o en una estampida de mutantes.
—¡Ahí! ¡Están ahí! —Exclamó la rubia con una sonrisa en su cara, borrando todos
sus malos pensamientos al ver como el camión se aproximaba.
Puma había relevado a Johnny para dejar que este descansara como era debido,
mientras Will se encargaba de preparar un detallado informe en un papel
arrugado, para cuando llegara la pelirroja y los demás.
A ambos les gustaba ser eficientes en lo que hacían, y a cada momento lo
demostraban con mayor fuerza. Los dos se esforzaban más y más, dejando claro
que merecían ser unos de los pilares del aquel pequeño ejército.
Puma pensaba en Flor cada vez que se quedaba en silencio un rato. Él
estaba convencido de que ella le estaba observando orgullosa desde el cielo, o
desde donde quiera que estuviera el alma de la joven. Le hubiera gustado tanto
que ella estuviera allí con él, que no hacía más que imaginárselo una y otra
vez.
Will también pensaba en la soledad de su silencio, reflexionando sobre su
nueva decisión. Estaba seguro de que dejar a un lado sus diferencias con Johnny
y Jimmy por el bien de la misión, era lo mejor que hacía decidido en las
últimas semanas. Sabía que le iba a costar contener sus sentimientos, pero
ahora más que nunca debía comportarse como un soldado ejemplar.
Cuando llegaron los que quedaban por venir, los soldados les ayudaron a guardar
las cosas justo después de aparcar.
Ley se fue con Will a hablar a solas inmediatamente, ansiosa por discutir
con él varios asuntos que tenía en mente.
Davis y Eva fueron al interior del bunker justo después. Davis tenía
ganas de abrazar a Jessica, mientras que Eva a quien quería estrujar con fuerza
era a Adán.
M.A. y Alice se quedaron en el exterior charlando tranquilamente,
sentados encima de unas viejas cajas que parecían perpetuamente olvidadas en
aquel lugar. Maya se reunió con su prima con alegría, para alegrarse aún
más cuando la vio sonriendo junto a Jimmy.
Johnny estaba tumbado en la enfermería disgustado consigo mismo. Odiaba
sentirse tan inútil como se sentía en aquellos momentos. Él necesitaba estar en
plena forma como siempre. No podía estar quieto sin hacer nada, era un alma
demasiada inquieta para estar de esa manera. Siempre quería estar activo,
necesitaba estar al pie del cañón, estar en la vanguardia en el campo de
batalla.
—¿Estás mejor? —Le preguntó Puma amigablemente.
—Si, gracias por esos tragos, me han sentado de lujo. —Contestó el joven algo
desganado.
—¿Entonces qué te pasa? Te veo diferente. —Dijo Puma interesándose por el
bienestar de su compañero.
—Tío yo no puedo estar aquí, no puedo estar postrado en una cama. —Respondió el
pelirrojo decaído.
—¡Venga ya tío! ¡Si en cuatro días estás molestando por ahí! —Añadió Puma
intentándolo animar.
—Perdona si al principio me comporté como un estúpido contigo. Pensé que tenías
otras intenciones, y eso me preocupó bastante, no te voy a mentir. Quizás
nuestro principio no fue el mejor, pero me alegro de que seas parte de nuestra
pequeña pero combativa familia. —Agradeció Johnny con sinceridad, justo antes
darse la vuelta y cerrar los ojos, intentando descansar para recuperarse lo
antes posible.
Puma llevó en el camión a Eva y los demás al otro bunker, como últimamente se
había acostumbrado a hacer. Esta vez como todas las demás Eva le insistió para
que se quedase con ellos, pero de nuevo Puma dijo que no, alegando que su
presencia era completamente necesaria en el bunker de los soldados.
Jimmy cogió unas muletas y se dispuso a andar un poco por el bunker. Le dolía
bastante la pierna pero estaba harto de estar tumbado en la cama todo el día,
necesitaba despejarse y sentirse vivo, aunque aquello significara aguantar el
dolor de su reciente herida.
Will se le quedó mirando unos segundos, tras pasar con la pelirroja al
exterior, para finalmente entre ambos ayudar al rubio a caminar. A Will le
costó un poco debido a que sus sentimientos volaban sobre él salvajemente, pero
finalmente los controló y se comportó como un camarada de honor.
Ley observaba al rubio de forma diferente. Seguía sintiendo la misma ira,
pero al mismo tiempo estaba orgullosa de volver a ver al mismo Jimmy, que
tiempo atrás había admirado tanto. Volvía a comportarse con honor, como un
viejo guerrero del renacimiento, algo que ella veía muy valioso tener en su
grupo más cercano.
—Ya he contado lo mío. —Murmuró con vergüenza Jessica, haciendo referencia al
tema de su embarazo.
—¿Todo bien? —Intervino inmediatamente Davis algo preocupado.
—Si, todo perfecto. —Contestó la chica con una alegre sonrisa en su rostro.
Todos sonrieron al escuchar la buena nueva, para abrazarla después
haciendo una piña. Debido a que últimamente no tenían muchas buenas noticias,
tenían que aprovechar la más mínima para sacar aunque fuera un breve momento de
felicidad.
—¿Creéis que los podridos pueden llegar pronto por esta zona? —Preguntó
pensativa Nicole, cortando de raíz el feliz momento que acababan de tener.
El grupo se quedó preocupado con la pregunta que había realizado la
chica. Por lo que ellos habían visto cada vez había más movimiento por la zona,
y todo eso era de todo menos bueno. La incertidumbre de saber si estaban en
inminente peligro o no, era lo más complicado de la situación. Ellos habían
vivido muchos cambios, y ya estaban hartos. Realmente no estaban hechos para
eso, necesitaban saber a que atenerse más o menos.
—Otra cosa… ¿Qué pensáis del otro grupo? —Interrumpió el tenso silencio Nicole,
mostrando un aire algo enigmático con su tono de voz.
—Las cosas cada vez se transforman más. —Susurró ausente Maya con otro
misterioso tono de voz, inmersa en sus alejados pensamientos.
—¿Qué pretendéis decir con todo esto? —Preguntó molesto M.A., refunfuñando
entre largos suspiros.
—Cuando encontramos a tu hermana y nos trajo aquí, ya no era la misma que la
que se había marchado del fuerte. Es cierto, nos salvó cuando más lo
necesitábamos, pero creo que esto está yendo demasiado lejos. —Opinó Alice con
frialdad, cosa que le sentó fatal al enfadado M.A.
—Su comportamiento es demasiado loco, se comporta como si pudiera ver más allá.
Pienso que cree que está en un lugar donde no está realmente. —Comentó Davis
algo confuso.
—¿Le habéis visto esa mirada? Da miedo que te mire, es como si ya no estuviera
aquí. Es como si pudiera atravesarlo todo, como si nada estuviera allí hacia
donde ella mira. No puedo describirlo. No es esa frialdad que parecía tener
antes, ahora es distinto. Es triste y a la misma vez siniestro. Hay momentos en
los que tiene esa expresión desconsoladora, pero de pronto se enciende como un
fuego descontrolado y parece quemar todo lo que hay a su alrededor. A veces
siento que con ella estamos seguros, pero otras veces siento que es peligroso estar
cerca. Lo peor es cuando está como ausente, da verdadero miedo, parece no
pertenecer a este mundo. Es como si viera algo que ninguno de nosotros puede
ver, y es entonces cuando pone esa escalofriante expresión que le dura
segundos. —Explicó Maya intentando transmitir la idea general de lo que sentía
al respecto.
—¡No entendéis nada! —Gritó Adán completamente enfadado, levantándose de mala
gana del viejo colchón.
Todos se quedaron mirando al chiquillo extrañados de su reacción, sin entender
porque el joven había saltado de aquellas maneras.
—¿Ser adultos os ha convertido en ciegos? ¿Realmente estáis tan alejados de la
realidad? ¡Decís que ella no parece de este mundo, pero los que no parecéis de
este mundo, esos sois vosotros! ¿Un simple niño puede comprenderlo y vosotros
no? Es verdad que ella ve más allá, más allá que vosotros, pero yo también
puedo verlo. ¡Estoy empezando a ver aquello que no veis! ¡Os asusta lo que no
entendéis, pero eso no significa que sea peligroso! ¡Habláis aquí pensando mal
de todos! ¡Pensáis en la avaricia humana, y en que todos son tan malas personas
como las alimañas esas que encontráis por ahí! ¡Esas que llamáis personas, y
que son peores que las bestias! ¿Y qué hacéis ahora? ¡No ver lo que está tan
claro! ¡Yo sólo seré un niño, pero puedo entenderlo, mientras vosotros no
entendéis absolutamente nada! —Declaró el joven Adán, manifestando de extraña
manera aquello que él sentía tan fuerte en su interior.
Eva había quedado conmocionada con la arenga del chiquillo, dejándola sin
palabras en por el momento. Sabía que Adán veía cosas que los demás no veían a
simple vista, pero aquel razonamiento que acababa de exponer era algo
completamente nuevo para ella. ¿Y si ya no era tan niño como ella creía? Le
conocía lo bastante bien como para saber que él razonaba todo lo que decía, así
que ese discurso tenía que tener algún extraño sentido, que ella no llegaba a
comprender del todo aún.
—Porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden… Dijo nuestro señor
Jesucristo. —Susurró Inma ausente, metida de lleno en sus propios pensamientos
y reflexiones.
Will fumaba un cigarrillo con la mirada perdida. Cada día sentía que estaba más
en su camino. Desde la escuela militar siempre pensó en su futuro, en su vida,
y en su destino, por fin tenía claro donde estaba aquel camino. Se sentía cada
vez más orgulloso de si mismo, sintiéndose tan honorable como grandes
personajes de la historia a los que él tanto había admirado. Con los años se
había hecho a si mismo tal y como quería ser. Tanto esfuerzo durante toda su
vida estaba mereciendo la pena.
Era un gran soldado de inquebrantable espíritu, y su actitud como
guerrero era tan impecable, que él veía su carrera militar como algo
severamente puro e inmaculado. Tenía completamente claro que el día que llegara
su muerte, él moriría sintiéndose pleno con todo lo referente a su vida y a su
persona. Quizás jamás saldría en ningún libro de historia, ni sería recordado
por nadie, pero dejaría este mundo haciendo lo que él creía que era necesario
hacer.
Johnny daba vueltas en la cama de la enfermería, sintiéndose molesto al no
poder pegar ojo. Jimmy se despertó con el jaleo que formaba su compañero,
espabilándose completamente y dejando sus ojos abiertos de par en par.
—Al final no me contaste lo que pasó con Will el día que Ley desapareció por mi
culpa. ¿Vas a contármelo algún día? ¿Qué ocurrió para que estuvieras a punto de
matarle? Te volviste loco, y te conozco demasiado bien, no te vuelves de esa
manera por nada. Sé que Will y tú nunca habéis sido amigos, pero para llegar a
ese extremo algo gordo tuvo que ocurrir. —Susurró el rubio intentando
establecer una conversación con su compañero.
—Algún día tenía que pasar…—Murmuró Johnny en voz baja, dándose la vuelta para
mirar a su compañero.
—¿Qué te dijo Will? Estoy seguro de que te dijo algo para que todo acabara así,
y tampoco es que me ponga de tu parte porque sé que le debes una. —Dijo Jimmy
cuidadosamente, intentando que el joven hablara más.
—Creo que las cosas no son como tú piensas. —Respondió el pelirrojo con
seriedad.
—¿A qué te refieres? —Preguntó su compañero algo confuso.
—Yo jamás violé a la prima de Will, ni mucho menos la enganché a las drogas
para abusar de ella como él piensa. Es cierto que un par de veces cambiamos
drogas por sexo, pero precisamente no fui yo quien lo propuso ninguna de esas
veces. La chiquilla se juntaba con mala gente, gente que yo conocía, aunque yo
no sabía que ella era la prima de Will. La muchacha se enganchó a las drogas
con esa gente, por ellos la conocí yo. Tú sabes que en esa época yo estaba muy
mal entre lo de mi hermano, también con lo de Rojo y Ley, y demás mierdas sucesivas.
Cuando conocí a la chica, yo le gusté, ella era guapa, y pasó lo que tenía que
pasar. Yo intentaba olvidarlo todo, y a veces casi lo conseguía. Sinceramente
la muchacha me atraía, pero no la quería. Cada día veía a Ley y Rojo más cerca,
y yo me moría por dentro. Me desahogaba con el alcohol, las drogas, y con la
chiquilla esta. Sólo quería olvidarlo todo. Necesitaba adrenalina, necesitaba
sentirme vivo, aunque a veces sólo consiguiera sentirme con vida al ver la
muerte de cerca. Hasta muchísimo tiempo después no me entere quien era la chica
aquella, y créeme, si lo hubiera sabido desde el principio, nada de eso hubiera
ocurrido. —Confesó Johnny decepcionado consigo mismo.
—Tío, no tenía ni puta idea… Lo siento. —Dijo Jimmy con la voz entrecortada.
—Se que tampoco puedo excusarme del todo, porque todas las veces que Will ha
intentado atacarme, le he soltado bombas referentes a ese asunto. He sido un
hijo de puta al decirle ciertas cosas, pero Jimmy, él me hacía tanto daño con
las cosas que me decía, sabía perfectamente que era lo que más me dolía. —Contó
el pelirrojo con cierto remordimiento, aunque este se le iba en el instante
justo que recordaba en su mente las crueles palabras que Will había empleado
contra él tantísimas veces.
—¿Este fue uno de los casos? Es que realmente no hace falta que contestes a
eso, es que ya me lo estoy imaginando, os escupisteis veneno como nunca lo
habíais hecho. Supongo que ninguno de los dos podía más con tantos años de
presión. ¿Con qué te atacó él? —Dijo el rubio en voz baja.
—Me atacó hablándome de ella. Me dijo que ella no iba a volver, que no me
quería y que nunca iba a hacerlo… —Respondió el pelirrojo un poco entristecido,
haciéndose una bola en la cama.
—¿También te habló de Rojo verdad? —Preguntó su compañero casi afirmándolo él
solo.
—Si… —Afirmó el esquelético joven decaído.
—El pasado ya no importa Johnny, él no es más que un recuerdo, tú estás aquí y
estás vivo. No cargues tú también con él, él es mi carga, está muerto por mi
culpa, porque yo me equivoqué y le dejé salir de misión completamente exhausto.
—Explicó Jimmy poniéndose trascendental, mientras se alejaba lentamente inmerso
en sus recuerdos.
—Quizás me puse así con Will porque dentro de mí tengo ese miedo, él lo sabe y
se aprovechó para hacerme daño. Quizás también porque me siento culpable
respecto a Rojo. Él fue siempre un gran amigo, estuvo conmigo cada vez que
necesité la ayuda de alguien. Incluso creo que nunca estuvo con ella en serio
porque sabía que yo la quería. Lo peor de todo es que aunque me dolió su muerte
casi como la que más, después me sentí aliviado, sentí que me había quitado ese
peso de encima, y que ya nunca más tendría nada que se entrometiera entre ella
y yo. Jimmy me odio a mí mismo por eso, él fue mi verdadero hermano, mientras
que mi hermano de sangre fue un completo hijo de puta. ¿Por qué soy tan cabrón?
¿Me merezco toda la mierda que me ha pasado en la vida? Empiezo a pensar que
si. —Dijo Johnny expresando sus sentimientos más profundos y duros, soltando
unas amargas lágrimas que recorrieron su rostro en un completo silencio.
—No Johnny, no eres un cabrón, ni te mereces toda la mierda que has tenido que
tragar. Yo te entiendo, a mí tampoco me salió nunca nada bien. Tú y yo nos
hemos llevado siempre tan bien porque en el fondo somos muy parecidos, ambos
hemos sufrido mucho porque la vida ha jugado a darnos palos demasiado gordos. Y
no sólo te entiendo en eso, entiendo lo que sientes. Johnny yo también estuve
enamorado de esa manera. Mira como me llegué a comportar por la maldita Denise,
la única diferencia es que ella era una hija de puta y jugaba conmigo. Lo mío
es peor, me comporté como un estúpido por una persona que no valía nada. Se que
la situación entre Ley y tú es complicada, pero ella merece la pena, ella no
juega contigo. Es cierto que antepone otras prioridades antes que a ti, pero
sabes que ella antes que persona es una militar de carrera. No dudes tanto,
deja tus miedos atrás, disfruta el poco tiempo que nos quede con vida. Creo que
si la hubieras visto el día que cayó el campo de concentración, ahora mismo no
tendrías ninguna de tus inseguridades. Ella salió corriendo como alma que lleva
el diablo para ir junto a ti. —Relató el rubio con seriedad, sincerándose lo
más que podía con su viejo amigo.
Puma salió al exterior cuidadosamente, intentando no llamar la atención de
nadie. Una vez fuera comenzó a mirar a una solitaria Ley que perdía su mirada
en el horizonte. Aquello no era la primera vez que lo hacía, verdaderamente era
algo que solía hacer muy a menudo. Él tenía un gran deseo de saber lo que
pasaba por esa cabeza, y por eso se quedaba allí noche tras noche intentando
comprender aquello que ella veía tan claro.
La pelirroja notaba el frío de la noche en sus huesos, recordando de nuevo que
estaba viva. Necesitaba ese tipo de cosas para dejar de sentirse muerta en
vida. A veces incluso le dejaba la puerta abierta a sus sentimientos y a su
dolor, porque aunque aquello fuera tormentoso, le hacía sentir algo en su
interior. Sólo necesitaba recordar eso unos escasos minutos, para terminar
alejándose de nuevo como el sol en el ocaso de un corto día.
Ella estaba ahí parada, simplemente esperando que pasara el tiempo. Ya no había
nada que pensar, el camino estaba marcado. Todo era demasiado claro, y ella
tenía una idea bastante lúcida de lo que debía hacerse, como para tener que
pensar en el futuro. La pelirroja sabía que tenía un destino y estaba dispuesta
a cumplirlo. Sólo hacía falta que las piezas estuvieran en el lugar y el
momento adecuado, para llevar a cabo lo que la divina providencia había dejado
en sus manos.
Ley estaba segura de sí misma y de lo que veía delante de ella. Estaba
preparada para lo que sabía que iba a venir. En aquel momento de iluminación
por el que había pasado las últimas semanas, comprendió por fin toda su
existencia en la tierra. Ella había estado preparándose y formándose toda su
vida para aquello, nada había sido una casualidad fortuita.
Todos
estaban durmiendo plácidamente, pero Eva era incapaz de conciliar el sueño.
Miraba a Adán fijamente, pensando una y otra vez en todo lo que él había dicho
esa misma noche. Las palabras se habían quedado grabadas en su cabeza, y no
podía parar de recordarlas. ¿Qué era lo que el muchacho había visto en la
pelirroja? ¿Qué era lo que había más allá? ¿Sería verdad que ellos no entendían
nada? ¿Por qué estaba todo tan claro para Adán, y ella no podía verlo? ¿Qué era
exactamente lo que tenían que entender? Había demasiadas preguntas sin
respuesta.
Will pensaba en su última conversación con la pelirroja. Ella le había
propuesto algo nuevo, y él aceptó sin dudarlo ni un segundo. Aquello abría una
nueva etapa en la que tendrían que actuar con bastante cautela. Era algo que ya
se olía que ocurriría tarde o temprano.
Puma se escondió al ver que Ley se movía, pero ella sabía desde el principio él
estaba allí. Realmente la chica percibía todos los días al joven cuando este
salía a observarla, pero ella nunca le decía nada y hacía como si no supiera
nada. Esa noche la situación fue diferente.
—No te escondas. —Dijo la pelirroja con amabilidad, acercándose a él con paso
lento pero decidido.
El chico se hizo el tonto, intentando que su compañera pensara que él
estaba allí de paso.
—Se lo que haces todos los días, pero no me importa. —Confesó ella.
Puma se sintió avergonzado unos segundos, para que luego terminar
riéndose de si mismo por sentir un breve instante de vergüenza.
—Mañana voy a necesitar que vengas conmigo. —Pidió con seriedad la chica,
mirándole a los ojos con firmeza.
—Por supuesto. ¿Qué vamos a hacer? —Contestó Puma dispuesto a ayudar en todo lo
que fuera posible.
—Ya lo verás… Queda poco tiempo, hay que recorrer el camino. Cuando llegue el
final no escuches ese murmullo, avanza sin temor. La espiral debe girar. No se
apagarán las luces verdaderas con los cantos de las demoníacas sirenas del
oscuro mar. —Murmuró con basta lentitud una ausente Ley, con una mirada que lo
atravesaba y se perdía detrás de él.
Puma no entendió prácticamente nada. ¿Qué era aquello? ¿Un acertijo, una
profecía, o es que simplemente ella ya no hablaba el mismo lenguaje que él?
¿Acaso es que la chica intentaba advertirle de algo? ¿Pretendía enseñarle algo a
través de rompecabezas? Entre tanto misterio y adivinanzas estaba perdido. ¿Qué
era lo que Ley quería decirle? ¿Llegaría algún día a comprenderlo? Su cabeza se
llenó en escasos segundos de indescifrables preguntas. Necesitaba resolver
tarde o temprano el enigma de esa extraña filosofía, pero sabía que ella no se
lo iba a explicar más detalladamente, no era la primera vez que algo de esto
ocurría. Ley le hacía entender todas esas singulares frases con hechos. Para él
era algo insólito porque cuando ella le decía cosas de ese tipo, en cierto
momento concreto al ver determinadas situaciones, de pronto parecía iluminarse
algo en su cabeza que le hacía llegar al entendimiento. Lo que le traía loco a
Puma de aquello, era que todas esas situaciones eran fortuitas. Nada estaba
preparado, incluso muchas de las cosas ocurrían sin la presencia de su
compañera. Quizás este nuevo jeroglífico también era algo que aprendería con el
tiempo.
Will despertó al grupo la mañana siguiente, metiéndoles prisa para que se
arreglaran rápidamente. Estos con los ojos todavía medio pegados se pusieron en
marcha, intentando no impacientar al soldado.
—¿Hoy qué? —Preguntó Alice cansada, tras un largo bostezo.
—Entrenamiento. —Respondió el soldado con suma seriedad.
Se montaron con lentitud en el vehículo, intentando espabilarse lo antes
posible. El camino fue silencioso a la par que tranquilo. Todos tenían
demasiado sueño como para ponerse a charlar.
Puma los recibió con seriedad, saludando con una escueta frase. Sin
perder el tiempo les indicó que comenzaran el entrenamiento, señalándoles la
zona indicada para hacerlo.
—¡Tú no! —Exclamó el chico señalando a Eva.
—Tú hoy saldrás con Will. —Prosiguió en voz baja, al ver la cara de asombro de
su compañera.
Adán leía uno de los libros de historia que le había dado la pelirroja. Estaba
tan fascinado que no podía parar de leer ni para beber agua. Mientras más
avanzaba más entendía la labor que se estaba llevando allí.
Inma observaba al muchacho mientras llevaba a cabo sus funciones. ¿Qué estaría
pasando por la cabeza del joven? Después de la noche anterior ella intentaba
comprender mejor las palabras de chiquillo, pues pensaba que eran las más
profundas que había escuchado en los últimos tiempos.
Puma conducía a toda velocidad, observando con curiosidad unos pequeños pájaros
mutantes que volaban en la lejanía. Tenía claro cuál era la misión, aunque no
estaba convencido de que fuera a salir tan bien como su compañera esperaba. Lo
único que tenía claro era que él iba a cumplir con su trabajo, y que intentaría
por todos los medios posibles que aquello saliera como era necesario.
En el camino no soltaron ni una palabra ninguno de los dos. Él estaba
concentrado en el viaje, y la pelirroja como siempre estaba mirando al
infinito, pérdida en aquel mundo interior que nadie parecía entender.
Maya y Nicole entrenaban juntas al lado de M.A. y Alice, mientras que Davis
intentaba darles algunos trucos. Él no era profesor ni era experto en aquello,
ya que lo suyo era la lanza, pero estaba intentando desempeñar su función lo
mejor que podía.
Nicole no entendía la necesidad de levantarse todos los días temprano,
para tirarse después todo el día entrenando. Ella sabía pelear sin necesitar
aquello. Quizás lo suyo no era el arma que estaba intentando aprender a
utilizar, pero era realmente buena en una pelea cuerpo a cuerpo, por no hablar
de su impecable puntería con las armas de fuego.
Alice también estaba cansada de entrenar cada día y tantas horas. Lo peor
es que después de tanto entrenamiento no veía que ninguno estuviera avanzando.
Quizás es que ella era muy impaciente, o que lo suyo no fuera la Falcata, pero
de cualquier manera empezaba a estar bastante harta de eso. No recordaba cual
había sido el último día que había estado tranquila, y eso la hizo pensar en el
asunto aún más. Era cierto que el mundo ya no era como antes, no es que ella
quisiera estar todo el día tirada charlando, pero tampoco podía entender porque
era necesario estar sin parar día tras día.
Maya se sentía bien con el entrenamiento. Al menos cuando estaba con eso
no se ponía a pensar en nada más. Era mejor tener la cabeza ocupada que estar
todo el día recordando el doloroso pasado. Ella quería mirar adelante porque
mirar atrás le hacía demasiado daño.
M.A. tenía que hacer el doble de esfuerzo ya que sólo tenía un brazo.
Manejar la maza de cadena en esas condiciones era una prueba durísima, pero a
la que estaba dispuesto a someterse. Ponerse a prueba era algo que le motivaba,
aunque a veces fuera tan duro que se desesperara momentáneamente.
A Davis era al que más le gustaba aquello. Él estaba cautivado por su
lanza, y seguir entrenando para perfeccionar sus técnicas era algo que le
encantaba. Quería pulir su estilo al máximo y esa era la mejor oportunidad que
tenía de hacerlo.
Johnny y Jimmy estaban al mando de la situación en el bunker. Ambos heridos
pero obstinados a estar sin hacer nada. Iban a emplear todas sus fuerzas en
ayudar, hasta que sus malheridos cuerpos les exigieran un descanso. Ya que no
podían salir de misión al menos iban a encargarse de todo mientras los demás
estaban fuera.
—¿Has encontrado lo que buscabas en esos mapas? —Preguntó el rubio con
curiosidad, mientras limpiaba su pistola.
—Todavía no, pero lo voy a encontrar. —Respondió su compañero completamente
concentrado en los arrugados mapas.
Puma y Ley habían quedado atrapados entre unos zombies que se habían empeñado
en cortarles el paso.
El chico hacía uso de su daga, quitándose de encima a todos los que
podía. Se ayudaba con la otra mano, agarrándoles con fuerza para luego con la
otra clavarles su arma en mitad del cráneo.
La pelirroja pegaba patadas a unos podridos, tirándolos al suelo con
eficacia, mientras que al mismo tiempo se encargaba de otros con su espada
toledana y su catana.
Ambos se protegían las espaldas para que ninguna criatura los pillara por
sorpresa. Luchaban bastante pegados, asegurándose de tener la retaguardia bien
cubierta. Los podridos atacaban con fuerza, pero ellos resistían con una férrea
defensa y un duro contraataque.
Maya se había tropezado entrenando, y le había dado un tirón en el tobillo. La
chica se sentó un rato cansada, estirándose el músculo para intentar aliviarlo.
Observaba a sus compañeros con detenimiento, pensando que todos necesitarían
mucho tiempo para ser tan buenos como los soldados pretendían que lo fueran.
Realmente ella pensaba que con que se pudieran defender sería suficiente,
tampoco tenían porque tener una técnica profesional.
Adán pensaba como escribiría sus futuros relatos, ilusionado con la idea de
poder hacerlo lo antes posible. Era una cosa que quería empezar pronto, pero no
quería que fuese precipitadamente, tenía que hacerlo de una forma especial. Al
fin y al cabo no iba a escribir un libro, iba a escribir la historia, y no
podía ser de cualquier manera.
Jessica tenía otro día de vómitos y nauseas, pero este era todavía peor que el
anterior. Prácticamente no había podido hacer nada desde que había llegado al
bunker. Estaba sentada en la sala principal del bunker, intentando recomponerse
de sus mareos, pero parecía no dar resultado. Finalmente cuando vio que no
podía más se fue a la enfermería para tumbarse en una de las camas e intentar
dormir un poco.
No podía dormirse por las nauseas, pero por lo menos allí podía descansar
tranquila. Pensaba en Davis, en su hijo, y en el futuro que tendrían como
familia. A ella le gustaba soñar con la idea de que todo saldría bien, que
serían plenamente felices como pareja, viendo como su niño crecía y se hacía
mayor junto a ellos.
Jimmy había tenido que ir a tumbarse a la enfermería porque había hecho
demasiado esfuerzo para el estado en el que se encontraba. Había sido muy
cabezón con la idea de volver al trabajo, ignorando por completo que aún tenía
que recuperarse. Odiaba sentir aquella impotencia que le estaba consumiendo. Su
único consuelo es que allí estaba Inma cuidando de él con amabilidad.
La chica había tenido que regañar al rubio después de verle mareado por
el sobreesfuerzo. No entendía la cabezonería del joven a no descansar como
necesitaba. Le hizo prometer que no volvería a comportarse así, y que sería un
buen herido que se estuviera quieto para poder recuperarse pronto.
Puma corría a toda velocidad por el terreno, empuñando con fuerza un gran
revolver. Saltaba por encima de las piedras que encontraba en su camino,
evitando de esta forma tener que dar un rodeo.
Ley avanzaba delante de su compañero, esquivando ágilmente los obstáculos
tenía en medio.
Seguían su recorrido sin detenerse ni un segundo. Si encontraban podridos sólo
se paraban a matarlos si era estrictamente necesario. Juntos hacían un buen
equipo.
El chico escaló por un gran peñasco, buscando una altura considerable
para observar el panorama. Sacó de la mochila unos pequeños prismáticos, y se
puso a analizar el terreno, intentando divisar aquello que ellos habían ido a
buscar allí.
La pelirroja atravesó a un podrido que se acercaba peligrosamente,
haciendo uso de su impecable técnica con la espada. Puso el pie encima del
cadáver y tiró con fuerza de la tizona para desencajarla.
Puma le hizo un gesto a su compañera, avisándola de que ya había
encontrado lo que querían investigar. Bajó de un salto, flexionando las piernas
con agilidad al caer al suelo.
La chica emprendió la marcha en la dirección en la que le había señalado
Puma. Corría a toda velocidad, quitándose de en medio cualquier fétida criatura
que se cruzara por delante.
Al llegar a cierto punto aminoraron el paso, y empezaron a andar con cautela
por la zona. Controlaban cada una de sus pisadas, procurando no hacer ni un
mínimo ruido. Ambos vigilaban cualquier movimiento que detectaban, aunque este
fue el de un papel o una rama.
Se encontraron con varios podridos que tuvieron que eliminar sigilosamente,
por lo que Puma guardó el revólver y empuñó la daga que su compañera le había
entregado días antes.
—¿Me vas a contar algo de una vez por todas? —Preguntó Eva completamente
invadida por la curiosidad, caminando a paso ligero por el lugar.
—Pronto. — Contestó Will bastante ausente, concentrado en observar cada mínimo
detalle de su alrededor.
Aquel aire misterioso tenía a Eva completamente desconcertada. Tenía
ansias de saber que era lo que tenían que hacer, o por lo menos saber a donde
se estaban dirigiendo.
Will no quería comentarle nada a la chica hasta que estuvieran más cerca
de su destino, ya que no sabía cual iba a ser la reacción que ella iba a tener.
Hasta el momento no habían tenido ningún problema con ninguna criatura, pero
eso rápidamente cambió cuando se vieron atacados por una especie de lobo
mutante.
El soldado lo mató de varios tiros, negándose a que lo hiciera ella, por
la sencilla razón de que él era el único que llevaba un silenciador.
—Sería conveniente no hacer ruido. —Susurró el joven con seriedad, poniéndose
en marcha de nuevo.
Eva empezaba ya a sospechar cosas. Si él no quería que hicieran ruido,
era porque sabía que había alguien cerca de allí. En primer momento pensó que
irían a infiltrarse a algún lugar, pero rápidamente quitó esa idea de su
cabeza, ya que si así fuera, no estarían allí ellos dos solos.
—¿Puedes venir? —Preguntó con amabilidad el doctor, dirigiéndose a M.A.
mientras este entrenaba.
Todos se quedaron extrañados por aquel requerimiento. Los jóvenes se
miraban entre si desconcertados, intentando averiguar las intenciones del viejo
médico.
—¡Claro! Ahora mismo. —Exclamó M.A. sonriente, soltando la peligrosa maza en el
suelo.
—¿Pasa algo? —Preguntó nerviosa Alice, mirando con firmeza a M.A.
—Nada, todo está bien. No te preocupes. —Respondió el joven con una sonrisa,
alejándose del lugar.
Ambos anduvieron en silencio hasta dentro del bunker, donde les esperaba
Adán para ayudarles.
—No es de última tecnología, pero menos que nada es. —Dijo el doctor sacando un
brazo ortopédico.
Aquello era algo que el médico le había comentado tiempo atrás, pero hasta que
no lo vio delante de sus ojos no lo pudo creer. Sabía que no iba a ser lo mismo
que el brazo que perdió, pero por lo menos tendría algo con lo que ayudarse. El
doctor le explicó detalladamente la forma de ponerlo, quitarlo, y lavarlo. Le
dijo que al principio le molestaría bastante, porque no estaba acostumbrado al
roce, pero que con el tiempo prácticamente ni se daría cuenta de aquel detalle. Adán
ayudó al doctor a ponerle la ortopedia al chico cuidadosamente. Él chiquillo
sonrió al ver la cara de felicidad y agradecimiento que les puso M.A. Davis,
Alice, Maya, y Nicole, entraron en la enfermería con curiosidad, ya que no
habían podido quedarse esperando en el exterior del bunker. Todos se
emocionaron al ver el nuevo brazo del chico, que tan mal se había sentido por
estar manco.
—¡Desalojando la sala! —Vociferó de malas maneras Johnny con una de sus
grotescas muecas, mientras les apuntaba con su querida escopeta.
Ninguno de ellos hubiera imaginado algo así sin comerlo ni beberlo. Se lo
tomaron bastante mal, pero ninguno se atrevió a quejarse ya que estaban en casa
ajena, y un loco les estaba encañonando sin temblarle el pulso.
—¿Qué coño os creéis que es esto? ¿Un bar de carretera? ¡Aquí hay una
disciplina! ¡Vais a tener que aprender varias cosas! ¡Primera! ¡La enfermería
es un lugar para personal autorizado! ¿Alguien os autorizó a entrar? ¡Pues
fuera! ¡Segunda! ¡Aquí se trabaja! ¡No somos hermanitas de la caridad! ¡A mover
el culo todo el mundo! ¡Tercera! ¡Aquí se acatan las órdenes de los superiores,
y yo ahora mismo soy vuestro superior! ¡Cuarta! ¡Nicole esto es responsabilidad
tuya! ¡Tú estás a cargo de ellos! No el diré nada a Ley cuando vuelva pero
porque me caes bien, pero no voy a tolerar ninguna irresponsabilidad más. ¡Que
no se vuelva a repetir! —Gritó el pelirrojo ofuscado, dejando bien claro como
funcionaba todo en el bunker.
—¿Eso no sería peligroso? —Preguntó Eva desconfiando de la idea.
—No. Si hay problemas nos encargaremos de eso inmediatamente. Lo haré yo mismo
si es necesario, no te preocupes. —Contestó el pelinegro con seriedad.
—Bueno, está bien, pongamos otra pega. ¿Y si no quieren? —Continuó la chica
exponiendo sus dudas acerca del asunto.
—Seguro que quieren, somos su única oportunidad de seguir con vida. —Afirmó
Will con plena seguridad en sus palabras.
Ella aceptó a regañadientes el plan, pero al fin y al cabo ella no era la
que decidía sobre las misiones. Aunque se mostraba reticente con la idea, por
otro lado pensaba que en caso de salir bien, era justo lo que necesitaban. Al
fin y al cabo ellos eran pocos para realizar la vasta misión que aquellos
soldados tenían, y que ahora ella también había hecho suya.
Puma y Ley habían llegado a su destino. Se subieron a unos árboles para
camuflarse mejor, y poder observar con detenimiento todo pausadamente.
Estaban cerca de un pequeño campamento donde había tres personas, dos
chicos y una chica. Los tres tenían mal aspecto, parecía que llevaban días sin
comer, y se los veía completamente exhaustos. Llevaban unos trajes nbq de peor
calidad de los de ellos, parecidos a los que llevan las personas que trabajan
con pesticidas. Tenían pinta de nómadas, y de que el campamento era algo
improvisado para descansar un rato. Esas personas probablemente morirían pronto
si ellos dos no intervenían, no tenían ningún futuro de aquella manera.
Ley decidió no esperar más, ya que se notaba que aquellas personas no
iban a suponer ninguna clase de amenaza. En caso de que hubiera algún problema
sería sumamente fácil deshacerse de ellos rápidamente.
—Tío no te ralles con esta gente, no están acostumbrados a esto. No te digo que
no seas tan exigente, pero tampoco creo que sea necesario que les apuntes con
tu escopeta. —Dijo M.A. entre risitas.
Él conocía al pelirrojo de hacía muchos años, y aunque había estado
bastante tiempo sin verle sabía que no había cambiado nada. A él personalmente
le había hecho gracia la situación anterior ya que los conocía a todos con cada
una de sus excentricidades. Sabía que había sido molesto para todos, pero
también sabía que realmente había sido una chorrada.
—Lo que tú digas colega, pero aquí se tienen que respetar unas normas. Intenta
que lo entiendan, porque es necesario para que todos nos llevemos bien y todo
funcione como debe de ser. —Respondió Johnny algo molesto todavía, mientras se
sentaba dolorido a descansar.
Alice,
Maya, Nicole y Davis, estaban en el exterior del bunker. Se habían ido un poco
más lejos de la zona donde se suponía que tenían que entrenar, apartados de las
miradas ajenas.
—No estoy seguro de que estar con estos soldados sea buena idea. El bunker que
nos han dado es algo que necesito para Jessica y el hijo que esperamos, pero no
confío en los nuevos amigos de Puma. —Susurró Davis con inseguridad.
—Es que esas no son maneras de hacer las cosas. —Protestó Alice bastante
molesta.
—Tampoco lo veo así. Johnny es bastante impulsivo, pero es buena persona. Creo
que este es nuestro lugar, aunque algunas cosas no sean exactamente como
queremos que sean. La disciplina no es mala. Es cierto que las formas de Johnny
no son las correctas, pero tampoco le faltaba razón. Estamos en un lugar donde
hay normas y tenemos que respetarlas. —Expuso su pensamiento Nicole
pausadamente, intentando hacer reflexionar a sus compañeros.
—En peores sitios hemos estado, como el hospital por ejemplo. Es cierto que
esto no es el paraíso, pero aquí tenemos ciertas cosas que no tendríamos en
otro lugar. Nos salvaron la vida cuando estábamos en las últimas, hicimos un
trato, no podemos echarnos atrás ahora. —Añadió Maya seriamente.
Will confiaba plenamente en Eva, y le gustaba hacer equipo con ella. A él le
hubiera gustado conocerla mucho antes, ya que después del fin del mundo había
tenido pocas oportunidades de hacer nuevos amigos.
Eva ahora se sentía mucho más integrada con el nuevo grupo con el que
entablaban relaciones. Después de la última misión con Ley había llegado a
sentirse bastante a gusto con ella. La charla que había dado Adán la noche
anterior también era otro motivo por el que quería seguir con aquella gente.
Que Puma estuviera con los soldados y no se quisiera mover de allí, ni siquiera
para pasar una noche con su antiguo grupo, era otra razón más para querer estar
con ellos. Pero el fundamento de más peso era Will. Con él había llegado a
entablar una gran amistad, y un especial espíritu de compañerismo, que era lo
que mejor la hacía sentir dentro de su nuevo grupo.
Ambos escalaban por la ladera de una montaña, ya que rodear la zona les
iba a costa mucho más tiempo. Tenía bastante pendiente, pero había múltiples
sitios donde agarrarse con las manos o para apoyar los pies.
Will subía el primero con agilidad, ya que la escalada siempre había sido
un deporte que le había gustado, aunque hacía ya tiempo que no lo practicaba.
Agarró una pequeña rama que se desprendió, arrojando tierra y pequeñas piedras
sobre él.
—¡Ten cuidado! —Advirtió la chica con preocupación, al ver un pájaro mutante de
gran tamaño que se acercaba al soldado.
El bicharraco voló casi rozándole, para volver a dar otra pasada. En la
segunda vuelta el chico tuvo que esquivarlo, y al hacerlo se resbaló cayendo
hacia abajo. Consiguió engancharse en unas ramas que estaban debajo de donde se
encontraba su compañera.
El volador mutante se había alejado, pero sólo para coger más velocidad.
Volvió agitando sus alas con fuerza, para finalmente intentar dar con sus
afiladas garras a Eva.
La chica sufrió un golpe en la siguiente vuelta del bicharraco, cayendo
hacia abajo por culpa del impacto.
—¡Te tengo! —Gritó Will al agarrarla con fuerza del brazo, evitando que
cayera más abajo.
Eva sonrió a modo de agradecimiento. Al instante se agarró rápidamente a
unas ramas, prosiguiendo con la subida de nuevo.
Ambos continuaban escalando a toda velocidad, intentando llegar arriba
antes de que la bestia les hiciera verdadero daño. Ponían todas sus fuerzas en
la labor, haciendo un enorme esfuerzo al subir tan raudos.
El mutante cada vez estaba más agresivo y nos les dejaba continuar. La
situación era de lo más agobiante para ambos, ya que no conseguían quitárselo
de encima.
Will comenzó a disparar como un loco, cubriendo a su compañera mientras
esta subía libre de peligro.
En uno de las envestidas del pajarraco el soldado estuvo a punto de
resbalarse y caer despaldas.
Eva consiguió llegar arriba del todo cuando su compañero estaba en serios
problemas. Ella comenzó a arrojarle todos los pedruscos que veía al bicho,
intentando despistarlo de su presa. La chica conseguía darle bastantes veces,
haciendo gala de su buena puntería.
El ave mutante finalmente cayó fulminada con los tiros de Will, gracias a
que Eva distrajo al bicharraco con las piedras.
Los tres supervivientes se asustaron con la presencia de Ley y Puma, pero ya
era demasiado tarde para ellos. La pelirroja tenía el filo de su espada en el
cuello de uno, mientras su compañero apuntaba a los otros dos con el revólver.
—¿Qué queréis? ¡No tenemos nada! —Gritó con desesperación uno de ellos.
—¿De dónde venís? —Preguntó Puma con seriedad.
—Venimos del sur. Estábamos en una especie de campamento, pero la cosa se puso
fea. Allí abajo ya no se puede estar, los monstruos se quedan sin comida.
—Contestó con nervios la mujer que iba con los dos hombres.
—Esta zona es nuestra. —Dijo amenazante Puma, mirándolos a los ojos fijamente.
—Lo sentimos, no sabíamos nada. Podemos marcharnos ahora mismo— Respondió
temerosa la mujer.
—No. Nosotros habíamos pensado otra cosa. —Expuso Puma con frialdad, sin dejar
de apuntarles ni un segundo.
—Podéis venir con nosotros, pero si no venís tendréis que morir. —Explicó la
pelirroja segura de sí misma.
Los extenuados supervivientes se cruzaron miradas sin saber que decir.
—Estamos formando una comunidad, pero hay que respetar unas normas muy severas,
que en caso de que alguien no las cumpla, lo tendrá que pagar con la muerte.
—Mencionó Puma con lentitud, dejando claro que no tolerarían ningún
comportamiento no aceptado.
—¿Por qué? —Preguntó uno de los hombres con curiosidad.
—Hay ciertas cosas que hacer, y necesitamos gente. Aquí vais a morir, aunque
nosotros os dejáramos con vida. Podemos daros cobijo, pero a cambio tendréis
que ayudarnos. ¿Qué decís? No tenéis muchas opciones. —Dijo Ley formalmente,
atravesándolos con aquella mirada que tenía la joven.
M.A. probaba su nuevo brazo, sintiéndose feliz al ver que ahora podía hacer
muchas cosas de las que se había tenido que privar con anterioridad. Era una
prótesis muy elemental, pero aún así le era de gran ayuda. Aquello le había
dado una nueva ilusión, y se sentía muchísimo más animado que antes.
Johnny ayudaba al joven a probar el brazo ortopédico, animándolo a
intentar cosas nuevas. Le alegraba verle la sonrisa al chico, ya que le había
visto un poco decaído en los últimos tiempos. Él conocía a M.A. desde que este
no era más que un crío, y por eso se preocupaba tanto por el chico como lo
hacía la hermana de este. Después de tanto tiempo sentía un gran amor
fraternal, y ahora que era su cuñado se sentía mucho más unido a M.A.
—Gracias por animarme. —Dijo M.A. completamente agradecido.
—No es nada. —Respondió con amabilidad el pelirrojo.
—Me alegro de que tú y mi hermana estéis juntos, siempre la has cuidado bien, y
espero que sigas haciéndolo hasta el final. —Confesó el chico con firmeza,
mirando a su cuñado a los ojos para demostrarle su sinceridad.
—Eso no lo dudes. —Añadió Johnny al instante, sin poder evitar que le saliera
una pequeña sonrisa al escuchar las palabras del joven.
Jimmy daba vueltas en la cama, harto de estar allí sin hacer nada. Necesitaba
recuperarse, no podía seguir allí en esas condiciones. El rubio estaba
obsesionado con la idea de que Ley le necesitaba y que él debería de estar con
ella, justo como le había prometido. Pensaba que estar tirado en la cama era
una forma de romper su promesa, y ese pensamiento le atormentaba con fuerza
repetidas veces. No podía sacarse nada de eso de la cabeza y estaba a punto de
volverse completamente loco.
—Cálmate, así no vas a conseguir recuperarte del todo. —Insistió Inma
preocupada, tras ver que era imposible que el soldado estuviera quieto.
Ver el dulce rostro de la joven le ayudaba bastante, pero no era
suficiente como para tranquilizarlo del todo. Él tenía que continuar con su labor,
no podía perder más el tiempo allí postrado.
—Entiendo que para ti es importante seguir con la misión, pero esta no es
manera de hacer las cosas. Si no te recuperas bien, luego no podrás ser tan
útil como tú quisieras. Esto de estar aquí tirado en la cama es un mal menor,
pero tranquilo, el tiempo pasa más deprisa de lo que nos gustaría. Sólo es
cuestión de que no te obsesiones con eso. Descansa y disfruta de lo que tienes
hoy, porque el tiempo vuela y las cosas cambian. Cuando te recuperes tendrás que
arriesgar la vida una y otra vez, y no tendrás tiempo para descansar o
disfrutar. —Animó Inma con dulzura, para terminar con un beso en la frente del
rubio antes de marcharse a continuar con sus labores.
Las palabras y el beso de la chica, hicieron a Jimmy ver las cosas desde
otra perspectiva. Le encantaba aquello que había dicho la joven, pensando que
ella tenía razón en muchas cosas. Quizás esta fuera su última oportunidad de
descansar y tenía que aprovecharla, para volver al trabajo con todas sus fuerzas.
—¡Puma cubre a los supervivientes! —Ordenó Ley a voces, empujando a varias
asquerosas criaturas que la rodeaban.
Su compañero asintió al instante, poniéndose manos a la obra tal y como
le había pedido la chica. No quería fallar en su responsabilidad, así que
comenzó la tarea con suma eficacia.
Los supervivientes que iban con ellos estaban tan exhaustos que era casi
imposible que se defendieran ellos solos. Intentaban hacer lo que podían contra
los zombies, pero no era suficiente para mantenerse con vida sin la ayuda de
ambos soldados.
Ley le pegaba patadas a un podrido, mientras que al mismo tiempo cortaba
la cabeza de varios con sus dos espadas en mano. De esta forma iba abriendo el
paso poco a poco, mientras que su amigo protegía la retaguardia con todas sus
fuerzas.
—¡Cuidado! —Vociferó Puma advirtiendo a su compañera de un peligro inminente.
La pelirroja se desplazó con agilidad hacia la derecha, librándose por
los pelos del mordisco de una de las fétidas alimañas, que acabó decapitando a
los pocos segundos. Empleaba sus mejores técnicas de combate para quitarse a
los podridos de encima, abriendo un estrecho hueco por el que podían pasar Puma
y los supervivientes.
—¡Ahora, ahora! —Gritó Ley a toda velocidad, haciendo un gesto con la mano para
que la siguieran rápidamente.
Puma usaba la daga rajando los cuellos de sus atacantes, y librando así a
los supervivientes de convertirse en el alimento de los zombies. Su estilo
había mejorado considerablemente gracias a los consejos que le daba su
compañera día a día. No era un profesional, pero se había convertido en un
combatiente bastante eficiente.
La sangre salpicaba con fuerza, manchando el traje de Ley
escandalosamente. La pelirroja aniquilaba sin compasión a los muertos
vivientes, clavando ambas armas con suma brutalidad.
Eva y Will corrían campo abajo con los supervivientes que habían logrado
encontrar. Estos habían cedido con facilidad, ya que se encontraban en pésimas
condiciones.
—¡Corred! —Insistió el pelinegro a voces, al ver que los supervivientes se
quedaban atrás.
Su compañera aminoró el paso rápidamente, para pegarle un tirón al joven
que se había quedado el último. Esta acción salvó al joven de ser mordido por
dos criaturas que lo acosaban.
—¡Vamos! —Gritó Eva autoritariamente, encargándose de ambos putrefactos.
Esta se quedó al final del todo, intentando de esta manera cubrir la
parte trasera del grupo. Los supervivientes agradecieron el gesto de la chica,
calmando brevemente el pánico que sentían.
—¿No tenéis armas? —Preguntó extrañado el pelinegro, disparando a todo lo que
se movía en su camino.
—Las perdimos en la huida en la que nos separamos de nuestro grupo, por eso
estábamos allí encerrados sin comida. —Respondió uno de los supervivientes
entre suspiros, notando como las piernas empezaban a fallarle.
Maya entrenaba rabiosa, prefiriendo continuar antes que tomarse un descanso.
Sus compañeros habían ido a comer, pero ella no tenía ni una pizca de hambre.
Su mente se había nublado trayendo a su cabeza, muchos de los dolorosos
recuerdos que intentaba olvidar. Pensaba que si continuaba entrando sin parar,
conseguiría borrar aquellas imágenes de su memoria.
Se cayó al suelo de bruces al tropezar, pero rápidamente se levantó intentando
ignorar el dolor. No podía quedarse quieta con el rostro de Silver marcado a
fuego en sus ojos, cada vez que los cerraba momentáneamente. Habían pasado dos
años, pero esa visión podía verla completamente nítida.
—¡Para! —Gritó Alice con preocupación, tocando el hombro de Maya por detrás.
La joven se asustó al notar la mano de la chica, estando a punto de
golpearla cuando se dio la vuelta nerviosa.
—¡Soy yo! ¡Alice! —Exclamó repetidas veces la rubia, haciendo entrar en razón a
su compañera.
Adán comenzó a escribir como él y Eva se habían vivido los primeros momentos de
la infección. Pensó que era una buena forma de empezar a practicar su
escritura, para poder ser un buen historiador y poder llevar a cabo la tarea
que Ley le había encomendado.
—¿Qué escribes? —Preguntó Jessica con amabilidad, regalándole una sonrisa al
chiquillo.
Ella y Davis estaban comiendo juntos un par de latas de pescado, mientras
observaban como el silencioso muchacho estaba plenamente concentrado con papel
y lápiz en mano.
—¿Me dejas echarle un vistazo? —Consultó Davis intentando acercarse al chaval.
—Es nuestra historia, pero todavía estoy empezando. Cuando la tenga terminada
todos podréis leerla. —Respondió Adán ausente, completamente embelesado con su
motivadora labor.
Nicole no podía distraer sus pensamientos, sintiéndose perdida en un laberinto
de emociones. No paraba de recordar todo lo sucedido con anterioridad, no podía
parar de sentir cierta culpabilidad por algunos de sus actos pasados. Ella
quería quitarse eso de la cabeza y pasar página, pero era algo complicado de
olvidar.
—¿Te pasa algo? ¿Estás bien? —Se preocupó Johnny al pasar por al lado.
Ella estaba tan inmersa en sus recuerdos que ni escuchó las palabras del
joven.
—¡Ey! ¿Estás aquí? ¿Estás bien? —Dijo el delgado pelirrojo un par de veces,
dándole toquecitos en el brazo a la chica.
La rubia asintió instintivamente al ver que él le estaba llamando la atención.
Acto seguido continuó comiendo su atún envasado.
Johnny no comprendía el comportamiento de esta. Parecía muy diferente a
cuando él la había conocido.
El grupo de Ley y el de Will se encontraron en un bunker solitario, donde ellos
habían quedado previamente. Ambos le enseñaron el refugio a los supervivientes
que habían traído, ofreciéndoles también un poco de comida y agua. Les
explicaron las normas básicas, diciéndoles que no salieran del lugar, a menos
que ellos fueran a buscarlos. Les dejaron bien claro que ellos eran la
autoridad, dándoles a entender que debían colaborar en todo lo que se les
pidiera. Una vez todo quedó completamente aclarado, les dejaron allí para que
se instalaran.
Aunque volvieron a separarse al montarse en los vehículos, iban juntos
recorriendo el camino. Conducían uno detrás del otro, intentando separarse lo
menos posible.
—Parece que todo está saliendo bien. —Murmuró Puma girando el volante para
tomar una curva.
—¿Lo dudabas? Todo saldrá según lo planeado, tengo un as en la manga. —Comentó
la pelirroja con una extraña sonrisa en la cara.
Will y Eva iban satisfechos con el trabajo que habían realizado. Aquella
tarea les había demostrado a ambos que funcionaban bastante bien como equipo. A
decir verdad ella había notado que con aquel compañero se sentía cómoda en
cualquier situación.
—Eva yo confío en ti, sería mejor que no contaras nada de esto por el momento.
—Dijo Will con seguridad.
—Descuida, no diré nada, pero explícame el porqué de esto. —Respondió Eva con
seriedad.
—Somos pocos, necesitamos más gente para la misión. Creo que Ley pretende crear
un ejército. —Contó Will ausente, intentando averiguar cual era el trasfondo de
todo.
Los días pasaron con lentitud. Todos continuaron con su entrenamiento sin
descansar una sola jornada. Cada uno desempeñaba sus funciones a raja tabla. La
disciplina militar iba calando poco a poco en el grupo de M.A. y
compañía.
Ley, Puma, Will, y Eva salieron repetidas veces a buscar más supervivientes.
Todos acabaron en el mismo bunker, lejano al hogar de los soldados, pero bien
vigilado para no llevarse ninguna sorpresa. Se les empezó a enseñar a combatir
con espadas, que tras los entrenamientos la pelirroja se llevaba del lugar.
Adán continuó escribiendo ilusionado, soltándose plenamente a la hora de
relatar su historia.
Alice aprovechó los días para poder pasar más tiempo con M.A. e intentar
recuperar el tiempo perdido.
Johnny y Jimmy continuaron al mando del bunker, pero esta vez respetando
su descanso. Ambos se recuperaron prácticamente siguiendo los consejos del
doctor.
Jessica continuó sufriendo sus vómitos y nauseas, según iban pasando los
días. Al menos todo aquello se recompensaba con la cuidadosa atención de
Davis.
Nicole seguía distraída con sus tormentosos pensamientos, pero aún así
cumplía con su deber lo mejor que podía.
Maya tampoco podía quitarse de la cabeza su sufrimiento, cosa que hacía
que se centrara todavía más en su trabajo.
Will se concentró en mejorar al máximo su actitud, convirtiéndose en un
soldado al que admirar profundamente. Su comportamiento ya no podía ser más
ejemplar.
Inma seguía pensando que hacía demasiado poco por el grupo, y poco a poco
logró convencer a Ley de que le asignara más labores.
M.A. se iba acostumbrando a su brazo ortopédico, sintiéndose otra vez
completamente útil. Cosa que sobre todo vio al darse cuenta que con la prótesis
se le daba mejor el uso de la maza de cadena.
Eva se sentía ya completamente integrada entre Will y la pelirroja,
sintiéndose incluso más cómoda con ellos que con algunos de su grupo.
Ley aprovechó para pasar más tiempo con su amante, pero aún así
continuaba marchándose por las noches, sola, alejándose mental y emocionalmente
de todos los que la rodeaban. Entrenaba por la noche hasta estar exhausta, para
luego quedarse mirando más allá de todo un largo rato, antes de irse a la cama
a descansar.
—¡¡¡LO ENCONTRÉ!!! —Exclamó Johnny completamente emocionado, agitando con
fuerza uno de los arrugados mapas.
Todos se aglutinaron alrededor del joven, esperando que este hablara y
les contara lo que había descubierto en aquellos mapas que llevaba observando
tanto tiempo.
—Yuri descubrió uno de los grandes almacenes donde guardan los maletines.
—Contó el pelirrojo entusiasmado, señalando con el dedo el lugar indicado al
que debían ir.
Se miraron entre sí con diversas opiniones acerca del asunto. Los
soldados todos estaban convencidos de lo que había que hacer, pero no todos del
otro grupo estaban de acuerdo.
—Mañana iremos allí. —Ordenó Ley con plena seguridad en sus palabras,
atravesándolos a todos con su extraña mirada.
Los
soldados estuvieron todo el día planeando la estrategia que iban a llevar a
cabo al día siguiente, hasta altas horas de la madrugada. Jimmy y el pelirrojo
quedaron inconformes con la negativa de Ley a que fueran a la misión. Ambos
querían ir, pero su superior alegaba que aún no estaban plenamente recuperados
para hacer tal esfuerzo.
La noche antes de dormir fue larga para todos. Ninguno parecía tener
sueño aquella madrugada en el bunker de los soldados.
Will se ponía en paz con los dioses por lo que le pudiera pasar en la
ardua tarea que le esperaba. Era algo que siempre hacía antes de una gran
batalla. Quizás mañana no moriría, pero era mejor estar preparado por si acaso.
Un buen soldado siempre está preparado para todo. La muerte no le asustaba a
estas alturas de la vida, la había visto de frente demasiadas veces.
Ley entrenaba con intensidad, empleando todas sus fuerzas en las elaboradas
técnicas de combate que tenía. El saber que les esperaba una arriesgada misión
no cambió nada en su actitud, ella continuaba allí sola con su espada toledana
como todas las noches.
Jimmy seguía enfadado por no poder participar esta vez. Estaba ya harto
de quedarse haciendo de niñera, necesitaba sentirse útil de verdad. Él se
sentía perfectamente y no entendía porque no podía ir.
El pelirrojo al igual que su compañero también seguía molesto con eso de no
poder participar. Pensaba que estaba completamente recuperado y que tenía todo
el derecho de acompañarles. La tranquilidad del bunker mientras los demás no
paraban le hastiaba, él ya necesitaba algo de acción o acabaría muriéndose del
asco allí encerrado.
Puma no podía parar de pensar en la misión, repasando el plan una y otra
vez. La última ocasión le tocó quedarse en casa, pero al día siguiente estaría
otra vez en el ajo. Sabía que la situación era peligrosa y que podía ocurrir
cualquier cosa. En la última gran misión Jimmy y Johnny salieron por poco, y
sabía que mañana podía pasarle lo mismo a él.
En el otro bunker tampoco podía dormir ninguno menos Adán que descansaba
plácidamente. Los nervios y la tensión invadían el lugar. Todos pensaban en lo
que les esperaría en su nueva misión.
Jessica cogía con fuerza la mano de Davis, temerosa de que esa se
convirtiera en la última noche que pasarían juntos. Él la rodeaba con sus
brazos, pensando en lo mismo que ella.
A decir verdad M.A. tenía ganas de volver a sentir la adrenalina
recorriendo su cuerpo. Con lo que él había sido y con lo que ahora era.
Necesitaba recuperar aquello que había perdido con el tiempo, necesitaba ser él
mismo de nuevo.
Nicole veía una oportunidad de enmendar sus acciones pasadas, pero a la
misma vez le asustaba no estar a la altura de las circunstancias. Sabía que se
exigía mucho, pero tenía claro que eso era lo que debía hacer.
Alice no estaba del todo segura de que fuera la mejor idea, pero sabía
que aunque protestara la decisión ya estaba tomada.
Inma y Maya rezaban para que todo saliera bien al día siguiente, ya que
nunca estaba de más tener alguna que otra ayuda.
Eva era la que más convencida estaba de lo que tenía que hacer. No dudaba
de cual era su objetivo. Ella cumpliría su promesa hasta el final y colaboraría
junto a los soldados el tiempo que hiciera falta. Todo era por el futuro de
Adán, y ya no sólo por eso, también era porque se había integrado bien en aquel
grupo, sintiéndose casi una más, a excepción de que dormían en lugares
distintos.
Cuando Ley terminó de entrenar se puso a mirar las estrellas, portando todavía
la tizona en una de sus manos. Sabía que se acercaba su momento, lo presentía
en lo más profundo de su ser. Era necesario prepararlo todo, empezar a atar
cada uno de los cabos. El futuro por el que luchaba no le iba a pertenecer a
ella, pero era menester que todo sucediera como el universo lo había preparado.
La divina providencia la había elegido para aquella labor, no podía fallar, no
podía perder la partida antes de tiempo. Por eso se había topado con cada una
de las piezas necesarias durante toda su vida. Era un camino del que no podía
escapar. Todo era una enrevesada cadena de luz que el universo había tejido
para ella entre toda aquella oscuridad. Sentía el peso de esa gran carga sobre sus
hombros, pero era su destino y no podía huir de él.
—Por eso me hablabas de señales y presagios… —Murmuró la pelirroja
completamente ausente, viendo en su mente el rostro de su antiguo y caído
compañero Carroña.
Sabía que su destino estaba tan cerca que lo normal hubiera sido flaquear
mínimamente, pero fue al revés, mientras más cercano veía el momento más
seguridad en si misma tenía. Era como si nada pudiera detenerla ya, para poder
hacer lo que debía hacerse. Nada ni nadie se metería en su camino, porque el
que simplemente lo intentara sería aniquilado en el acto.
—Hacer las cosas cuando es menester, y para ello hacer lo que sea necesario.
—Susurró Ley haciendo mención a una de las frases de Rojo.
Sentía que los acontecimientos futuros y la historia estaban
observándola. No se sentía menos que ninguno de los grandes de la historia. No
es que ella fuera a hacer más que todas aquellas ilustrísimas personas, pero
ella tenía una misión que la divina providencia le había encomendado a ella
sola. Era otra pieza humana de la historia, y su sacrificio era algo que
necesitaban los demás.
—Uno a uno, todos somos mortales, juntos somos eternos. —Dijo una frase de
Quevedo en voz baja, perdida en la inmensidad del cielo con el recuerdo de cada
uno de sus compañeros caídos.
Recordó intensamente a todos sus camaradas, todos aquellos que habían
dado su vida por aquello. Todos juntos eran los engranajes que encajaban dentro
de una compleja maquinaria, donde ella y los que quedaban vivos eran las
últimas piezas por encajar.
Will caminaba con paso firme por el exterior, sintiendo una vasta autoconfianza
respecto a lo que le esperaba al día siguiente. Mientras andaba se topó con la
pelirroja, la cual seguía aún inmersa en sus cosas. Decidió acercarse para
mantener una última charla antes de ir a dormir.
—Vienen tiempos difíciles. —Afirmó el pelinegro mirando al horizonte.
—Nunca han sido fáciles. —Respondió la chica con firmeza, con esa penetrante
mirada que ella había hecho suya.
—Eres la mejor militar con la que he tenido el placer de pelear en el campo de
batalla. Es un honor haber pasado tanto juntos y que sigamos peleando codo con
codo hasta el final. No querría otra compañera, no la hay mejor. —Confesó Will
mirándola a los ojos con seguridad.
—El honor el mío, tu comportamiento ha sido el más ejemplar de todo el
ejército. Cualquier militar de la historia hubiera estado orgulloso de combatir
a tu lado. —Se sinceró Ley con cierto aire nostálgico, atravesando el alma de
su compañero con sus brillantes ojos.
Puma se unió a ambos pocos minutos después, llegando con lentitud por el
lado derecho de los soldados.
—Creo que deberíamos descansar todos, mañana será un día muy duro. —Dijo el
chico justo al llegar.
—Tienes razón. —Añadió Will en voz baja, dándose la vuelta pausadamente.
—Ley, Johnny te espera. —Comunicó Puma seriamente, insistiéndole a la joven
para que regresara al bunker.
—Sólo un poco más, necesito unos minutos... —Contestó la chica tan ausente que
parecía estar a cientos de kilómetros de allí.
Ambos chicos se marcharon al interior dispuestos a descansar, dejando
sola a la pelirroja tal y como ella lo había pedido.
Eva había salido al exterior para pasear un rato, intentando que aquello le
diera sueño. Inma tampoco podía dormir, así que salió fuera a hacerle compañía.
—¿Te molesta? —Preguntó Inma cordialmente, acercándose a la joven.
—No, da igual. —Respondió su compañera algo pasota.
Ambas estuvieron en silencio, observando como el viento movía las radiactivas
ramas de los árboles en la lejanía. La visión las hacía reflexionar con calma,
llevándolas a lo más profundo de sus pensamientos.
Eva seguía dándole vueltas a la charla de Adán. Llevaba todo el día
pensando en eso, obsesionada con encontrar la respuesta exacta.
Su compañera pensaba en cosas completamente diferentes. Ella estaba
pensando en como había cambiado todo poco a poco. Se estaba dando cuenta de
cómo día a día estaban más alejados del mundo que hasta ahora habían
conocido.
—¿No te da la impresión de estar como en otro mundo? A veces todo es tan
distinto que no se si estoy en el mundo real o en una vieja novela de
caballería. —Dijo Inma algo distraída.
—Bueno, a veces no sé si estoy en el siglo veintiuno, en la primera guerra
mundial, en el renacimiento, o en el imperio romano. A veces simplemente esto
me parece un mal chiste. Realmente creo que tienes razón, el mundo ya no es lo
que era y eso crea una gran confusión mental. —Contestó Eva con seriedad,
reflexionando sobre todo lo que la joven había dicho.
Johnny salió fuera con paso lento pero firme, llamando rápidamente la atención
de la pelirroja. Ella lo miró fijamente a la cara, atravesando el alma del
joven con sus ojos. Este se sintió desnudo ante la chica, como si no pudiera
esconderle nada. Ella podía leer en él cada una de las cicatrices de su
corazón, cosa que le intimidaba profundamente. Sabía que la pelirroja siempre
le había conocido bien, adivinando sus pensamientos con sólo observarle un par
de gestos, pero ahora era completamente diferente. Ella siempre imponía, pero
ahora para él era casi como estar delante de una diosa.
—Estás tan arriba que ya no sé si puedo tocarte. —Susurró Johnny desde lo más
profundo de su ser, mirándola temeroso sin poder mantener la mirada fija.
Él la veía tan lejana, intimidante, fría, y poderosa, que no se sentía
digno de estar a su lado. No quería mancharla con su impureza, ya que la creía
un ser superior a él. Se sentía sucio entre tanta grandeza. Él no había sido
jamás una persona ejemplar ni mucho menos, considerándose incluso una mala
persona para merecerse algo así. De tantas veces que ella lo había salvado, él
creía que era un ser casi angelical. Siempre había pensado eso, pero ahora la
veía mucho más inalcanzable. Esa mirada y esa nueva expresión que tenía, le
hacían sentir aún más pequeño al lado de ella. Observaba la fría belleza y
grandeza que la chica desplegaba con su fuerza interior, acompañada de esa
triste soledad que únicamente sufrían las grandes pero maltratadas personas. Él
la veía semejante a una devastadora imagen del cruel invierno, desplegando toda
su hermosura sin compasión.
—Quiero pasar contigo el tiempo que nos quede. —Afirmó Ley con seguridad,
cogiendo la mano de su amante.
La pelirroja sabía que él era lo único que realmente tenía, la única cosa
que la divina providencia había querido que tuviese. El universo le había
negado todo lo demás, o después cruelmente se lo había arrebatado. Quizás fuera
un poco egoísta y descuidara las cosas, pero aquel delgado chico significaba
demasiado para ella.
—Aprovechemos la noche para estar solos. —Propuso Johnny agarrándola de la
cintura.
—¿Tienes miedo por lo de mañana? —Preguntó la chica preocupada.
—Sé que vas a volver y no me vas a dejar aquí solo, pero quiero que aprovechemos
al máximo todo el tiempo que nos quede con vida. —Respondió el pelirrojo con
una dulzura bastante inusual en él.
—El mundo jamás volverá a ser lo que era. —Murmuró Maya entristecida,
metiéndose en la conversación de las dos chiscas.
Las tres se cruzaron desconsoladas miradas, sabiendo que aquella frase
era demasiado cierta como para no notar al dolor cuando la intentaban aceptar.
—Ya no queda nada bonito en este lugar. —Dijo Alice entrando también en la
deprimente charla.
Ninguna de ellas podía dormir, acabando las cuatro allí reflexionando
sobre el cambio que había experimentado todo.
—El paso del tiempo duele, ahora lo entiendo de verdad. Siempre creí saber lo
que significaba, pero ahora es cuando realmente puedo ver el verdadero matiz de
esa frase. El tiempo lo ha borrado todo, únicamente quedan los ecos del pasado,
eso que tanto nos duele. —Filosofó Eva completamente ausente, recordando
tantísimas cosas a la vez que las emociones la saturaban.
—¿Lo superaremos? —Preguntó Inma en voz baja, viendo como sus compañeras casi
no levantaban la vista del suelo.
Alice y Maya hicieron un gesto negativo con la cabeza, mientras Eva
todavía seguía inmersa en sus recuerdos.
—Tenemos que continuar por los que vendrán después. —Afirmó Eva con seriedad y autodeterminación.
Esas palabras a todas le recordaban a la pelirroja y a sus soldados. Las
tres pensaron que Eva al igual que Puma y Adán, ella también se sentía
completamente identificada con la idea e iba a luchar por ella hasta el final.
—La esperanza es lo único que no pueden quitarnos. —Añadió Inma algo más
optimista.
Johnny abrazaba el cuerpo desnudo de su amada, mientras intentaba grabar a
fuego en su memoria aquel momento. Siempre lo hacía cuando estaba a solas con
la chica, ya que no quería olvidar jamás la felicidad que sentía cuando estaba
con ella.
Ambos estaban tumbados en la cama completamente relajados, fumándose un
cigarro antes de intentar dormir.
Ley le agradecía al universo esos momentos en los que parecía paralizarse
el mundo. Por unos instantes notaba como volvía a estar viva, cuando el
pelirrojo la rodeaba con sus esqueléticos brazos de aquella manera.
—Sin ti nada hubiera sido lo mismo, nunca. —Susurró la chica pensativa,
acariciando el pelo de su amante.
—Quizás quise demasiado otras cosas, pero no cambiaría lo que ahora tengo por
aquello que yo tanto quise. Aunque me duela mucho quizás las cosas tenían que
salir de esta manera, quizás siempre estuvo predestinado que nuestros caminos
estuvieran juntos. —Continuó susurrando la joven, dándole a entender al
pelirrojo que no se arrepentía de estar con él.
Él la besó apasionadamente, derramando un par de lágrimas al ver que la
chica realmente le quería. Todo el dolo que había sufrido a lo largo de la vida
por tan diversas cosas, desaparecía con aquellas caricias que su amada le
regalaba después de tan bellas palabras.
—Duerme mi amor, yo te protegeré de los demonios que no te dejan dormir. —Dijo
con dulzura y seguridad Johnny, dándole besos a la pelirroja en la espalda.
Al
día siguiente todos se reunieron temprano en el bunker de los militares. Al
contrario que otros días, este no empezó con quejas por el sueño. Todos estaban
concentrados en la peligrosa misión que les esperaba. Los soldados sacaron la
mayoría de la munición que tenían, dejando únicamente la última caja de balas
sin tocar.
Will les explicó detalladamente en qué consistiría su estrategia,
enumerando concienzudamente cada mínimo punto del plan.
—¿Por qué yo no voy? —Preguntó M.A. bastante alterado, negándose a aceptar que
se tendría que quedar allí.
—Hermano te necesito aquí por si ocurre algo. Si todos caemos en la misión
deberá quedar alguien para mantener esto. —Respondió su hermana rápidamente,
acercándose con lentitud al grupo.
Jimmy y el pelirrojo también estaban disgustados con la idea de tener que
quedarse, pero ya lo habían intentado de todas las formas. La chica les había
transmitido una y otra vez su negativa a aceptar que vinieran. Sabían que no
podían hacer nada para que ella cambiara de opinión, así que finalmente
aceptaron a regañadientes.
—¿Es necesario que vayamos casi todos? —Cuestionó Alice confusa, sin entender
porque las cosas debían hacerse de esa manera.
—Si no lo hacemos nosotros, nadie lo hará. —Afirmó Ley con seguridad,
mirándoles a todos con fuerza.
Se separaron con cariño, deseándose suerte y dando intensos abrazos entre sí.
Inma, Jessica, Adán, M.A., Maya, Jimmy, y Johnny, se quedaron en el bunker
mientras el resto se fue con algunos de los soldados. Los demás se marcharon
con las mochilas llenas de munición, dispuestos a gastar casi toda la que
quedaba en aquella importantísima y peligrosa misión.
—No te separes de mí. —Le susurró Will a Eva disimuladamente, con la intención
de proteger a su compañera, ya que no confiaba en la eficacia del grupo de los
civiles.
Ella asintió rápidamente, entendiendo a la perfección lo que le quería
decir el soldado.
—¡Seguid mis órdenes al pie de la letra! —Ordenó la pelirroja imponentemente,
andando la primera del grupo de expedición.
—Dominus, fiat volúntas tua in terra. —Respondieron todos los soldados al
unísono, haciendo muestra de su inquebrantable fidelidad.
—Lo más seguro es que hoy sea el día de una gran batalla, es importante que
actuemos correctamente. —Explicó Ley con autoridad, parándose para mirarlos con
aquella extraña expresión.
M.A. estaba completamente preocupado, pensando en todo lo que podía ocurrir. No
paraba de andar para arriba y para abajo, dándole vueltas a un pequeño lápiz
que sostenía en la mano. Estaba lo bastante inquieto como para no poder
concentrarse en nada.
Johnny observó el desasosiego de su cuñado, el cual no paraba de hacer
ruiditos y moverse impulsivamente. El soldado escuchó las preocupaciones del
joven, intentando que así se sintiera mejor.
—Tranquilízate, van a volver. He visto a tu hermana derrotar a ejércitos cuando
todo parecía estar perdido. Confía en ella. —Dijo Johnny con calma, al ver que
M.A. seguía histérico aún después de hablar.
Inma aprendía algunas cosillas de mecánica con un par de soldados. Estos
estaban revisando el motor de uno de los vehículos, mientras la chica tomaba
notas de todo lo que le decían.
—Venga, vente, esto es muy aburrido. —Dijo Jimmy irrumpiendo entre ellos.
La chica le sonrió aliviada, por poder librarse de aquello. Era cierto
que quería ayudar más, pero no se había imaginado lo aburrida que era la
mecánica.
El rubio le hizo un gesto para que ella le siguiera hasta unas cajas de
madera. Él se puso a rebuscar allí hasta que sacó un estoque parecido al suyo,
pero mucho más antiguo.
—Estoy seguro de que a una señorita tan divertida como usted, le encantará dar
una clase con este noble caballero. —Opinó con amabilidad el chico, mostrando
la mejor de sus sonrisas.
A ella le hacía gracia aquel lenguaje que utilizaba tan a menudo el
joven. Se lo pasaba muy bien con él, acostumbrándose a su compañía con bastante
facilidad.
—¿Qué hago? —Preguntó la chavala con ganas de empezar la clase.
—Coge el estoque y ponte de esta postura. —Explicó Jimmy en un tono agradable,
mostrándole la posición correcta de hacerlo.
El grupo corría a toda velocidad, quitándose de encima a los podridos que se encontraban en su camino. Se encargaban de ellos haciendo uso de las dagas, intentando adentrarse en los alrededores sin llamar mucho la atención.
Ley iba en primer lugar con su tizona en mano, seguida de Puma que
empleaba su espada nazarí. Detrás venían todos los demás, empleando sus
Scramasax lo mejor que podían. La única excepción era Davis que usaba su lanza
con destreza.
Consiguieron llegar a la cima de la última colina, desde donde podían ver
la entrada del lugar a donde se dirigían. Desde allí pudieron comprobar como
nada iba a ser fácil. Allí donde tenían que ir estaba lleno de fétidas
criaturas. La mole de podridos que veían, parecía casi infranqueable. Era una
de esas manadas errantes que se movían buscando comida.
—No se puede pasar por allí. —Dijo Davis con seriedad, dándose la vuelta para
mirar a sus compañeros.
—Es el único camino, pasaremos por allí si o si. —Ordenó tajantemente la
pelirroja, negándose a que nadie le dijera que era lo que iban a hacer.
—¡Es imposible! —Replicó Alice asombrada por la decisión de la chica.
—¡Ha dicho que pasaremos y punto! ¡Obedece! —Gritó Will enfadado, harto de las
quejas de los civiles.
Alice y Davis accedieron de mala gana, al ver que no tenían otra salida
que no fuera esa.
—Iremos en un núcleo sólido que se irá abriendo en abanico, sin separarnos
muchos los unos de los otros. Delante iremos Will y yo. En segunda línea Puma y
Eva. En el flanco izquierdo Alice y Nicole. En la retaguardia los soldados, y
tú Davis en el flanco derecho. —Coordinó Ley imponentemente, haciendo gestos
militares mientras explicaba la estrategia.
Todos se prepararon según lo dicho, organizándose rápidamente sin ningún
problema. Las órdenes que les fueron dadas, consistían en llegar a la zona con
un gran impulso para facilitar su paso. Era necesario preparar una buena carga,
tal y como lo hacían los antiguos ejércitos.
Jessica se sentó junto a M.A. para charlar un rato con él. Pensó que esa era
buena forma de que ambos se distrajeran y no le dieran más vueltas al tema de
la misión. Su charla era de lo más común, ya que no sabían bien de qué hablar
entre ellos. Eran personas muy distintas que prácticamente no tenían nada en
común.
M.A. agradecía el gesto de la chica, aunque aquello no funcionó como
ambos querían. Hablaban un par de frases, pero a los pocos segundos volvía a
reinar el silencio. Él pensaba que sus mentes estaban muy lejos, como para
entenderse debidamente.
A su charla se unió Adán, dándole un poco más de vidilla a la situación.
El muchacho también estaba preocupado, pero él intentaba ser más positivo que
los demás.
Maya se había marchado a dar un pequeño paseo por el exterior. Se alegró al ver
a su prima con el rubio. Pensaba que al menos Inma podía reír y ser feliz, cosa
que era un alivio para ella. Por lo menos que alguna de las dos estuviera bien.
Su prima todavía podía disfrutar de la vida, pero a ella le había tocado un
papel muy distinto.
La chica quería volver a ser lo que antes había sido, pero lo veía tan
lejano, que pensaba que aquello ya era imposible. No pensaba que hubiera
salvación para su dolor. Su mente estaba demasiado confusa y su alma demasiado
dañada, como para volver retroceder y encontrarse de nuevo. Mucho era lo que
había perdido, y demasiado era el sufrimiento que sentía incrustado en su
corazón. Las caras de agonía de Silver, Eriel, y Dissydia, estaban marcadas a
fuego en su recuerdo.
El grupo cargaba eficientemente sobre la masa de podridos, abalanzándose sobre
ellos con basta brutalidad. La estrategia les estaba funcionando bastante más
bien de lo que muchos de ellos habían pensado. Avanzaban por el terreno con
firmeza, abriéndose paso entre las fétidas criaturas que los acosaban
hambrientas. Alice y Nicole se compenetraban bastante bien, despejando lo mejor que
podían el flanco izquierdo.
Los soldados cubrían perfectamente la retaguardia, impidiendo que ningún
zombie los pillara desprevenidos. Su eficacia era digna de alabanzas, gracias a
su gran entrega en la labor.
Davis se manejaba con estilo su lanza, librando al grupo de los podridos
que venían por la derecha.
La labor de Puma y Eva también era sumamente importante, ya que ellos
protegían los huecos que quedaban entre los laterales y la vanguardia. Puma iba
justo detrás de Ley, echado un poco a la derecha. Con las nuevas nociones que
tenía de espada, su trabajo estaba quedando casi impecable. La chica iba detrás
de Will, asegurando el hueco que quedaba entre este y las dos rubias.
La vanguardia liderada por Will y Ley, avanzaba en forma de flecha para
poder adentrarse mejor. El pelinegro acababa con cualquier pestilente ser que
les molestaba en su paso, exterminándolos rápidamente como el mejor de los
soldados. La pelirroja masacraba con sus dos espadas todo lo que se metía por
medio de su camino, haciendo uso de sus impecables tácticas de combate con suma
elegancia.
—¡Mierda! —Gritó Will enfadado, al ver como estaban saliendo al exterior una
especie de mercenarios.
—¡Replegaos! ¡Quiero un jodido bloque! ¡Firmes como impenetrables muros! ¡No
perdáis la formación!—Ordenó Ley a toda velocidad, haciendo unos raudos gestos
a sus soldados.
Los militares organizaron perfectamente la tropa, tal y como su superior
les había ordenado. Se replegaron coordinadamente, dejando un espacio entre los
mercenarios y ellos, quedando muchos de los zombies en medio de ambos grupos.
—¡Dos líneas! ¡La primera que dispare a los podridos y la segunda al enemigo!
¡Retaguardia cubrid! ¡Quiero un espacio detrás del batallón por si es necesario
retroceder! ¡Vamos, vamos! —Gritó la pelirroja con seguridad, descolgándose la
metralleta de la espalda.
Inma y Jimmy lo estaban pasando bien entrenando. El chico le enseñó un par de
tácticas, que ella aprendió con torpeza después de un gran esfuerzo.
—No te desanimes, yo al principio tampoco era muy bueno. Seguro que si sigues
con las clases mejoras un montón. —Animó el rubio siendo agradable.
La chica le sonrió con sinceridad, cómoda con la compañía de aquel
soldado que tan amable era con ella siempre. Le gustaba pasar el rato con él,
porque le hacía olvidar que el mundo se había ido a la mierda. Siempre tenía
algún bonito gesto con ella, y era tan caballeroso que era imposible no estar a
gusto con él.
Jimmy estaba fascinado con la muchacha. Le parecía tan distinta a todo lo
que él estaba acostumbrado, que aquello le hacía querer pasar más tiempo con
ella. Le gustaba lo que veía en el interior de la chica, cautivándole con cada
una de las miradas que veía.
—¿Quieres que descansemos un rato? Podríamos ir a comer algo si te apetece.
Debes de estar cansada después de la paliza que te he dado con la clase.
—Propuso el joven con una sonrisa, haciéndole un gesto para que pasara ella
primero.
Esta asintió mirándole a los ojos. Caminaba a su lado en dirección al
bunker, charlando alegremente con el cautivado soldado.
Ambos se pusieron en la enfermería a comer tranquilamente, aprovechando
de que estaba vacía en aquel momento. El doctor y el científico estaban en la
sala principal con el resto, los cuales estaban discutiendo sobre varios
asuntos casi a gritos.
—Son muy cabezotas, por eso se ponen así. —Dijo el chico entre risitas,
acordándose de un chiste que solía hacer Will sobre aquello.
A ella se le contagió la risa, teniendo que parar de comer para no
atragantarse.
—Bueno, cuéntame más cosas sobre ti. —Pidió Jimmy embobado, mirando a la joven
sin parar.
—¿Más? Creo que te toca ahora, que casi nunca cuentas nada. —Contestó ella con
un tono divertido, soltando la lata vacía de atún en una basura improvisada.
—¿Qué quieres que te cuente? —Preguntó el rubio dispuesto a contestarle a
cualquier pregunta que la chica quisiera hacerle.
—Lo que tú quieras, cosas sobre ti. No sé, las cosas que te gustan, las que no.
Enserio, lo que más te apetezca. —Respondió Inma con amabilidad, con ganas de
saber más sobre el enigmático militar.
—Bueno, en el ejército no se tiene mucho tiempo para hacer una vida normal.
Siempre me he concentrado mucho en mi carrera porque siempre ha sido algo que
me ha encantado, pero obviamente me gustaban muchas más cosas. Pasaba muchas
noches leyendo novelas de caballería, prácticamente desde que era niño. Creo
que por eso elegí este trabajo, me sentía un caballero de honor, como un
protagonista de esas historias. Es también una de las razones por las que
empecé con el estoque, y me hice un gran experto en el tema. Jamás lo dejé
apartado, y entrené durísimo durante mucho tiempo. Me gusta ayudar a los demás,
aunque muchas veces por culpa de no querer defraudar a nadie, no he hecho lo
que debería haber hecho, pero eso son cosas que te das cuenta después de
tropezarte con la piedra. No sé que más contarte, soy un tío raro. Aparte de
eso, he pasado el resto de mi vida con mis camaradas de aquí para allá. —Contó
Jimmy con plena sinceridad, viendo como ella lo escuchaba completamente
concentrada en lo que él le estaba contando.
—¡Tenemos que llegar hasta el final! —Ordenó Ley a gritos, emprendiendo de
nuevo la marcha.
—¡Es una locura! —Exclamó Nicole con preocupación, viendo como aparte de
podridos se acercaban animales mutantes que huían de más de las pestilentes
criaturas.
—¡Sí! ¡Es demasiado arriesgado! —Gritó Alice entre suspiros, mientras se
quitaba a un zombie de en medio.
—Seguro que dentro nos están esperando, no es buena idea. —Añadió Davis
nervioso, pensando en la locura que los soldados pretendían que hicieran.
—¡Después de todo no nos vamos a ir! ¡Esos dos soldados no han muerto para que
ahora nos vayamos corriendo! —Vociferó endemoniada la pelirroja, completamente
enfadada con ese tipo de quejas.
Ley no toleraba esa clase de comportamientos en mitad de una misión. En
el campo de batalla era menester obedecer las órdenes para que todo saliera
correctamente. Si los soldados no respetaban la cadena de mando significaba el
caos más absoluto, y la eliminación completa de todas las tropas.
—¡Por una puta vez comportaros como soldados! ¡Respetad la cadena de mando!
¡Obedeced! —Gritó Will completamente molesto con la actitud de los civiles.
El pelinegro entendía que eran civiles, pero habían hecho una promesa y
debían respetarla. Tenían que obedecer y aportar su contribución a la causa.
Para algo les habían estado manteniendo, y les habían dado un refugio en el que
instalarse.
Por el momento actuaron según les decían, aunque no estaban nada
convencidos de aquello. La única que no pensaba en retroceder era Eva, la cual
entendía la importancia de terminar aquello que habían empezado, y por lo que
ya habían muerto dos soldados. No iba a retirarse después de todo el trabajo
que les había costado llegar hasta allí, no después de aquella ardua batalla
que habían conseguido ganar contra los mercenarios.
—Es fácil luchar cuando se ve lejos la muerte. —Predicó la implacable militar,
mirando con desprecio a todos aquellos que no estaban convencidos de lo que
ella estaba diciendo, tras exterminar a uno de los mutantes que había intentado
embestirlos.
—No es lo mismo, esto es perder la vida a sabiendas de que no hay
solución. —Replicó Davis de malas formas, intentando excusarse de la
crítica de Ley.
Se miraron con inseguridad, pensando que lo que la chica veía como valor,
realmente era un suicidio. Prácticamente ninguno estaba dispuesto a arriesgar
de aquella manera su vida.
—Por eso dije que unos simples civiles como vosotros no estaban preparados para
esto. Un verdadero soldado sabe lo que tiene que hacer, y no le importa si ese
deber le lleva a la muerte. —Arremetió Will, exponiendo con quejas sus
pensamientos.
Alice no le veía sentido a eso. ¿Por qué ella tenía que morir tontamente
en el intento de crear un nuevo mundo para los demás? Si ella no iba a poder
ver aquello, no entendía para que estaba allí.
Davis lo único que hacía era pensar en Jessica y el bebé. Necesitaba
mantenerse a salvo para cuidar de su familia.
Nicole creía en lo que estaban haciendo, pero no veía que lo que los
soldados pretendían fuera buena idea. Pensaba que no conseguirían nada bueno
para la causa si todos morían en aquel lugar.
A Puma le daba igual si era buena o mala idea, él estaba dispuesto a
continuar al lado de la pelirroja. Era su camino, para eso estaba él ahí.
Estaba plenamente convencido de la teoría de Flor, y según aquello, ese era el
sitio en el que él estaba destinado a estar.
Eva creía que era necesario continuar, si querían un nuevo futuro para
las siguientes generaciones. Estaba dispuesta a dar la vida, si con ello le
podía brindar una oportunidad a Adán para vivir mejor. Tampoco estaba dispuesta
a retroceder si Puma no lo hacía, y viendo la determinación de este, ella
decidió que iría hasta el final.
Will era el que más claro lo veía todo, estaba completamente convencido
de cual era el camino a seguir. Él era un honorable y ejemplar soldado, que
tenía una misión que iba a cumplir costase lo que costase, aunque el precio
fuera su propia vida, él estaba dispuesto a continuar.
Maya se había dado cuenta de que no se podía controlar. Odiaba lo que le habían
hecho, pensando incluso brevemente que no merecía la pena seguir viviendo así.
Deseaba con tantas fuerzas volver a ser la que había sido, que no podía
quitarse de la cabeza esos pensamientos. No sabía qué era lo que merecía la
pena, todo estaba tan lejos de ella, que no veía motivos para continuar a
excepción de su prima. Anhelaba que todo fuera como antes, como cuando
charlaban a altas horas de la madrugada en el piso de Puma. Es cierto que ella
se había quejado muchas veces, pero ahora veía los tiempos de antes del brote
como si hubieran sido perfectos.
Volvió mentalmente al desastre de Stone City. Recordaba todo a cámara
rápida, y lo recordaba tan nítidamente que por unos segundos creyó estar allí.
Tanto se había perdido en aquella ciudad, tanto había sufrido ella ahí, que era
una pequeña espina que no podía arrancar de su corazón sangrante.
Derramó unas amargas lágrimas al ver como Silver se desangraba justo
antes de transformarse y morder vorazmente a Nika. Esas imágenes estaban
incrustadas en su memoria, viéndolas una y otra vez a cámara lenta.
Jessica estaba hecha una bola sentada en el suelo, abrazándose a sí misma con
fuerza. De esta forma intentaba no sentirse tan sola, mientras esperaba que
volviera Davis de la peligrosa misión. Quizás se sentía así por su desajuste
hormonal, pero no podía lograr evitarlo. De vez en cuando se le saltaban las
lágrimas, pero se las secaba instantáneamente, intentando que nadie se diera
cuenta de su estado de ánimo.
M.A. se dio cuenta de lo desconsolada que estaba la chica, al ver como
lloraba de vez en cuando en aquella esquina en la que estaba sentada. Se acercó
con lentitud, para finalmente apoyar su mano en el hombro de la joven a modo de
consuelo.
Ella le agradeció el gesto, pero no podía evitar sentirse de esa forma. A
los pocos segundos de notar la mano de su compañero, comenzó a llorar
desconsoladamente por culpa de esa soledad que sentía.
El joven no sabía que decir ni que hacer en aquella situación. No tenía
tanta confianza con la chica como para saber de que manera podía animarla.
Finalmente se quedó allí parado con su mano posada en el hombro de la joven,
sin saber como actuar correctamente.
Jessica le dio un familiar abrazo, intentando desahogarse aunque sólo
fuera un poco. Lo agarró con fuerza, llorando amargamente con el corazón
encogido.
La pelirroja terminó su último cargador. Se colgó la metralleta en la espalda,
justo antes de desenvainar sus espadas. Usaba la catana para rajarle los
cuellos a los zombies de la izquierda, mientras que con la tizona ensartaba a
los podridos de la derecha. Avanzaba como un demonio, aniquilando sin compasión
a todo lo que se le ponía por delante.
Puma dispara a escasos metros de ella, alcanzando a un mutante gigante
que intentaba escapar de los zombies que intentaban comérselo. Las brutales
sacudidas que daba el monstruo les ponían en serios problemas, ya que el bicho
podría envestirlos en cualquier momento.
Will avanzaba casi al lado de la pelirroja, matando a múltiples podridos
que intentaban alcanzarlos con ansias. Las ráfagas de la metralleta del
pelinegro impedían que los hambrientos y putrefactos seres les cogieran.
Eva detrás del soldado disparaba con la mejor de sus punterías, ayudando
a abrir paso y a asegurar uno de los huecos.
Las dos rubias disparaban justo detrás de Eva, corriendo a toda velocidad
en la formación establecida. Nicole iba detrás con los soldados, mientras que
Alice corría justo detrás de Eva.
—¡Cuidado! —Gritó Davis con preocupación, al notar un tiro justo al lado de él.
Todos se pusieron alerta al ver como salían más mercenarios del lugar a
donde se dirigían ellos. Esto hizo que muchos volvieran a dudar del plan, ya
que estaban seguros de que aquello era meterse en la boca del lobo.
Ley y Puma volcaron el cadáver gigante de uno de los animales mutantes.
El cuerpo sin vida era lo suficientemente grande como para poder cubrirse
detrás.
—¡Vámonos! —Exclamó Alice al ver que aquello era un suicidio.
—¡No vamos a retroceder! —Vociferó Will completamente molesto, alcanzando a uno
de los mercenarios con sus disparos.
Uno de los soldados recibió una bala, mientras se asomaba para disparar.
El segundo impacto fue en el cráneo, desplomándose en el suelo con fuerza. El
soldado murió pero no sin antes matar a uno de los mercenarios.
La muerte del militar, preocupó aún más a los civiles. Si esos
entrenadísimos soldados estaban muriendo, ellos tendrían todavía más papeletas
para hacerlo.
—¡Ahora! ¡Vamos! —Bramó la pelirroja con todas sus fuerzas, echando a correr
sobre el último de los mercenarios que quedaba en pie.
Clavó brutalmente su espada toledana en el corazón de su enemigo,
matándolo en el acto sin ninguna clase de piedad.
Will aceleró la carrera poniéndose casi al lado de su superior. Él era el
segundo al mando y tenía que demostrar que también se implicaba, que el no era
un jefecillo que mandaba desde su puesto seguro mientras los demás arriesgaban
la vida. Eso lo había aprendido de la pelirroja. Esa actitud ejemplar era la
que más motivaba a los soldados a luchar hasta el final.
—¡Seguidme! —Ordenó Ley con intensidad, completamente convencida de lo que iba
a hacer.
Los soldados cargaban al unísono detrás de sus dos capitanes, dispuestos
a seguir a Ley y Will a donde hiciera falta. Seguirían a sus líderes con
lealtad, ya que ellos no eran unos líderes cualquiera. No les mandaban luchar,
les guiaban con su ejemplo, y de esa manera cualquier soldado estaba dispuesto
a seguirlos.
El miedo que les proporcionaba aquella suicida actitud, paralizó a
Nicole, Davis y Alice. Ellos no eran militares de carrera, no sabían realmente
lo que era el campo de batalla, ni lo que significaba estar en uno.
Puma no lo pensó ni un solo segundo, echando a correr detrás de los
soldados tal y como si fuera uno más. Por eso seguía vivo, porque tenía un
camino que recorrer, y ese camino era el que estaba marcando Ley en la cabeza
de la tropa.
—¡Puma! —Gritó Eva desesperada, corriendo detrás de este al ver que estaba
dispuesto a continuar.
El
rubio seguía charlando con la prima de Maya, completamente alobado mirando a la
dulce Inma. Cada vez la veía más guapa y le gustaba más. Realmente aquella
tierna chica le estaba enamorando. Le habían gustado muchas a lo largo de su
vida, pero ella era especial. Era buena de verdad, tenía fuerza interior, y lo
que más le gustaba con esa sonrisa que tenía era capaz de devolverle la vida a
un muerto. Le hacía sentir bien, y en parte le hacía olvidar todo aquel dolor
que tanto le pesaba en su corazón.
—¿Qué te pasa? Te veo como distraído. —Dijo la chavala extrañada al ver la cara
del joven.
Él no podía parar de pensar en ella, incluso cuando la estaba escuchando.
Se sintió avergonzado de que ella se diera cuenta de que estaba atontado
mirándola.
A la chica le había encantado todo lo que él le había contado aquel día
sobre sí mismo. Le parecía una gran persona, aunque él se negara a aceptarlo
por la culpabilidad que arrastraba. Esa culpabilidad que ella no sabía a que
era debida, le hacía ver que tenía un buen corazón realmente. Ella se había
dado cuenta de que él vivía para hacer cosas por los demás, y que cuando no
podía hacer todo lo que se exigía, se sentía extremadamente mal.
—No quites nunca esa sonrisa, es muy especial. —Susurró el rubio con dulzura al
verla sonriente, acariciando con suavidad el rostro de la chica tras pronunciar
esas palabras.
Inma se sonrojó como un tomate, cuando el chico tocó su cara con la
mirada fija. Se quedó quieta, paralizada por la vergüenza que la abrumó.
Jimmy se acercó lentamente, nervioso por lo que estaba a punto de hacer.
La besó amorosamente con los ojos cerrados, sintiendo pequeñas mariposas
revolotear en su estómago.
—Lo siento. —Se disculpó el rubio, echándose hacia atrás al ver que la joven se
había quedado inmóvil.
Ella se fue completamente avergonzada, al haberse comportado como una
estúpida. No había sido capaz de reaccionar, haciéndole pensar al joven que se
había equivocado.
Dentro les estaban esperando acuartelados, apuntándoles con unas pistolas. No
todos los mercenarios llevaban armas de fuego, pero si había varios armados.
Aquello no detuvo a Ley que cargó con todas sus fuerzas en primer lugar.
Cortó la cabeza de uno con la catana, mientras que atravesó el cráneo de otro
con su tizona.
Dos soldados más fueron alcanzados, perdiendo la vida dolorosamente. Su
sacrificio había servido para matar a tres mercenarios, de los cuales dos de
ellos fueron los que dispararon a uno de los soldados abatidos.
La pelirroja le pegó una patada a uno de sus enemigos para quitárselo de
encima, mientras acribilló a otros dos que estaban a punto de disparar. Uno de
ellos consiguió alcanzar la pierna de esta con un balazo, justo antes de que
uno de los soldados se pusiera en medio para salvarle la vida a su superior.
Eva esquivó uno de los disparos, gracias a que Will le dio un empujón
para quitarla de en medio. Ambos se salvaron casi milagrosamente, cayendo al
suelo bruscamente.
—¡No les quedan balas! —Avisó Puma a gritos, dándose cuenta de aquello al ver
que un hombre armado no le había disparado cuando había tenido la oportunidad.
Eso les ponía las cosas más fáciles, ya que a esa gente le pasaba lo
mismo que a ellos, la escasez de munición.
Nicole, Alice, y Davis, intentaban retroceder por donde habían venido. Les
había costado mucho esfuerzo pero habían logrado salir de aquel caos. No habían
sido capaces de seguir a los soldados, y mucho menos de adentrarse después de
haber escuchado los gritos de agonía de algunos.
—¡Esto está lleno de zombies! —Exclamó Alice con preocupación, viendo como
aunque ya no estaban en medio de toda la masa de podridos, los alrededores
tampoco eran sitio seguro.
El escándalo de la batalla anterior, había llamado la atención de todo lo
que se movía por aquella zona. Era imposible escapar de allí sin enfrentarse a
muchas de las criaturas que ansiosas esperaban en el camino.
Davis sólo pensaba en Jessica y en volver para cuidar de ella. Sabía que
quizás no había actuado como se esperaba, pero lo más importante para él era su
bebé. Su deber era volver sano y salvo, para hacerse cargo de sus obligaciones
como futuro padre.
Alice pensaba que había muchas mejores maneras para suicidarse, que
meterse en la boca del lobo por unos maletines. Aquello sería muy importante
para el futuro, pero más importante era para ella su vida.
Nicole sentía que había fallado otra vez, y eso le pesaba en su interior.
No se había comportado como debía haberlo hecho, pero ya era demasiado tarde
para rectificar. Ahora sólo podía mirar hacia delante, e intentar salir de allí
con vida. Sería una estupidez morir por el camino, cuando no había actuado
correctamente para salvar la vida.
Adán observaba a todo el mundo, sin que ninguno se diera cuenta. Se había
tomado un descanso en sus labores de escritura, y quería prestar atención a
todo lo que ocurriera. Realmente tenía que estar atento a todo, porque todo lo
que allí sucedía iba a ser también parte de la historia. Se preguntaba una y
otra vez si podría terminar de escribirla algún día, o quizás la tuviera que
continuar otro. Por más que todos se empeñaran en protegerle el mundo seguía
siendo peligroso, y ninguno de ellos podía saber con exactitud cuanto tiempo les
quedaría en su paso por la tierra.
Johnny pensaba en su amada sin parar. Él confiaba en las habilidades de esta,
pero no en las de todos los que la acompañaban. No estaba tranquilo con la idea
de no estar allí luchando a su lado. Su trabajo era combatir en el frente, no
quedarse en un bunker haciendo de niñera del último reducto de soldados que
quedaban. No quería estar ahí sentado esperando a tener nuevas noticias,
mientras los demás estaban arriesgándolo todo en el campo de batalla.
—¿Qué te pasa? —Preguntó Maya confusa, dirigiéndose a su prima lentamente.
Inma se había sentado en el exterior entre unas sucias cajas, mirando el
suelo con la cabeza gacha.
—Me ha besado. —Murmuró la chica un poco entristecida, sin levantar la
cabeza del suelo.
—¿Y qué ha pasado? ¿No querías y por eso estás así? ¿Se ha pasado contigo? ¿Te
ha hecho daño? —Comenzó a preguntar nerviosa Maya, mirando con preocupación a
su prima.
—¡No por dios! —Contestó Inma a voces, asombrada de la imaginación de la chica.
—Me ha besado, y no he sabido reaccionar. No sé porque, pero me he quedado allí
quieta como una tonta. Él se ha pensado que me ha molestado, así que me ha
pedido perdón y todo. Yo después de eso me he ido avergonzada y en silencio,
sin saber ni que decir ni que hacer. Que gilipollas soy… —Susurró ella
avergonzada, poniéndose completamente colorada al recordarlo.
—¡Que tonta! ¿Por eso estás así? ¡Anda ya! ¡Disfruta de la vida que son dos
días! Sobre todo ahora que no sabemos cuando puede acabar todo. —Animó Maya
sonriente, al ver que al menos su prima tenía oportunidad de ser feliz.
Se habían adentrado todavía más persiguiendo a los mercenarios que huían. Ya
sólo quedaban con vida Eva, Puma, Will, Ley y tres de los soldados. Gracias a
los caídos habían logrado deshacerse de los hombres armados que había, el resto
simplemente peleaban contra ellos a cuchillo y machete.
En la nueva estancia fueron rodeados por más mercenarios, los cuales iban
armados con palos.
Puma fue alcanzado entre unos cuantos, no sin que antes consiguiera matar
a dos de ellos. El chico se golpeó con la esquina de un panel metálico,
haciéndose una gran brecha mientras le continuaban pegando.
Will se puso delante de Eva intentando protegerla, para acabar siendo
apaleado por los mercenarios cuando este se quedó sin balas. Eva fue apaleada
justo después de él, quedando inconsciente en el suelo.
Uno de los soldados fue abatido cuando un mercenario le clavó el machete
en la sien. Este mercenario fue aniquilado por Ley que aún luchaba a duras
penas.
La pelirroja no dejaba de sangrar, pero aún así intentaba seguir haciendo
frente al enemigo.
Finalmente ella y el soldado que quedaba con vida de la tropa fueron
alcanzados, cayendo de bruces al suelo tras ser golpeados repetidas veces.
—¿Estarán bien? —Preguntó con culpabilidad Nicole, acabando con un podrido que
se había cruzado en su camino.
Los tres cruzaron nerviosas miradas, sin dejar de correr hacia delante.
—Ya no importa, ahora tenemos que pensar en salir con vida de aquí. —Respondió
con frialdad Davis, pensando que ya nada de eso le importaba, él sólo quería
estar con su familia para protegerla.
—¿Qué vamos a hacer? Nos hemos metido en un lío. ¿A dónde vamos? —Preguntaba
repetidas veces Alice, pensando en las consecuencias de sus actos.
—Yo voy a por Jessica. —Afirmó Davis con plena seguridad en sus palabras.
—¿Qué les vamos a decir cuando nos vean aparecer sin ellos? —Preguntó dudosa
Nicole, pensando que todos se les echarían encima a su vuelta.
—No sé, porque si decimos que han muerto y luego aparecen, vamos a tener serios
problemas. Aunque tampoco creo que les haga gracia que contemos la verdad. No
sabemos como pueden reaccionar. Yo lo único que sé es que tengo que cuidar de
Jessica y del bebé, esa es mi prioridad. —Dijo el chico seriamente, corriendo
colina arriba.
—No puedo mentirle a M.A., él no me lo perdonaría jamás. —Replicó Alice con
preocupación, pegándole una patada a una pestilente criatura que intentaba
agarrarla con sus asquerosas manos.
—¿Y si te va a perdonar que dejes a su hermana tirada? —Refunfuñó Davis algo
subidito, pegando con su lanza a un zombie babeante.
M.A. se subió a la copa de un radiactivo árbol con bastante trabajo, pensando
que ojala su prótesis fuera su antiguo brazo para subir con más facilidad. El
chico estaba harto de esperar dentro del bunker, viendo llorar a una mientras
otro miraba la pared como un paranoico. El comportamiento de Johnny y Jessica le
ponía aún más nervioso de lo que ya estaba. Prefería esperar allí arriba, para
ser el primero en ver llegar con vida a Alice y a su hermana. Por supuesto
también quería ver regresar al resto, pero lo más importante para él eran esas
dos chicas. No paraba de preguntarse cuanto tiempo tardarían en volver, ya que
estaba completamente impaciente por verlas de nuevo.
—¿Qué haces allí arriba? —Preguntó Maya extrañada, mirando hacia arriba con una
expresión rara.
—Espero. —Dijo el chico con basta seriedad, sin ni siquiera mirar hacia abajo
para ver a su compañera.
La chica trepó cuidadosamente por el tronco. Tenía curiosidad por saber
que le pasaba, porque aunque él no le hubiera dicho nada, ella sabía que le
pasaba algo.
—¿Dónde has estado todo este rato? ¿Por qué no querías estar dentro con los
demás? No has entrado ni siquiera a beber agua o comer algo. —Se preocupó el
chico, ofreciéndole la mano para ayudarla a terminar de subir.
—Necesitaba estar sola. —Murmuró ella quitándole la mirada rápidamente.
—¿Estás mejor? —Preguntó M.A. con amabilidad, sabiendo de que hablaba la joven
cuando decía eso.
—Hay cosas que no se pueden arreglar nunca. —Contestó su compañera
entristecida, ocultándole aún la mirada.
Se quedaron unos minutos en silencio, observando el extraño paisaje que
les brindaba la vista. Ambos pensaban en sus cosas, guardando una intensa
inquietud en sus corazones.
—¿A ti que te pasa? —Preguntó Maya con curiosidad, clavando sus ojos en la
perdida mirada del chico.
—Creo que me pasa como a Johnny, no puedo estar aquí parado mientras personas a
las que quiero están arriesgando su vida. Nunca he estado así, yo antes era un
gran guerrero. Era eficiente y siempre contaban conmigo para todo. Desde que
perdí mi brazo todo es distinto. Entre eso y el paso del tiempo, no soy el que
era, sólo soy una sombra de lo que fui. —Contó M.A. sincerándose con la
castaña.
—Ninguno somos lo que fuimos, es imposible en este mundo. Mira a Alice, esa
inocente y asustadiza chica, nada de eso queda ya. Puma, él siempre estaba
haciendo chistes, siempre bromeando, ahora sólo veo tristeza en sus ojos. Tu
hermana, siempre tan misteriosa y dura, observando a cada momento, ahora ella
también es diferente. Se ve el dolor de su alma, se la ve como a millones de
kilómetros de aquí. Cambió su calculadora mirada, por una intensa y extraña
forma de mirar que es capaz de atravesarlo todo. Yo también soy diferente, me
cambiaron. No soy capaz de controlarme, y cuando logro estar serena me torturan
mis recuerdos. Con esas imágenes en mi cabeza yo tampoco puedo ser la misma.
Sin Dyssidia, sin Silver, sin todos los demás que se han ido, yo no puedo ser
la que era antes. Incluso pienso que estoy muerta, mi auténtico ser ya no esta
ahí, eso es lo mismo que estar muerto. —Dijo Maya en voz baja, con su cabeza en
un lugar muy lejano de donde estaban.
Recuperaron el conocimiento en una sala en la cual se encontraban bien atados.
Su movilidad era bien escasa, impidiéndoles apenas moverse. Varios hombres
desconocidos estaban a su alrededor esperando a que ellos se levantaran.
Will fue el primero en abrir los ojos en aquel gélido lugar. Miraba a su
alrededor desorientado, molesto con los focos que le deslumbraban.
Unas luces les apuntaban, cegándoles e impidiéndoles ver lo que había en
la oscuridad tras las potentes bombillas. La parte iluminada de la estancia
estaba completamente vacía, a excepción de ellos y aquellos hombres que los
miraban.
Eva despertó con desmedidas arcadas, para terminar vomitando con fuerza
tirada en el suelo. La chica estaba en bastante mal estado después de echarlo
todo, notando el frío del suelo congelándole su herido rostro.
Puma creía estar soñando, ya que todo lo veía borroso y difuminado. La
pelea anterior le había afectado bastante, consiguiendo que el porrazo que se
había dado en su cabeza le dejara completamente ido.
El soldado que quedaba con vida estaba perdiendo bastante sangre, tirado
en el suelo aún inconsciente.
Ley se levantó pálida y con el cuerpo cortado. La joven miró la herida de
su pierna con preocupación, apretando uno de sus brazos contra ella para
intentar taponarla. Aquel movimiento le costó bastante trabajo, obligándola a
hacerse daño con las cuerdas que tiraban de sus muñecas, mientras se
contorsionaba todo lo que podía.
—¿Y eras tú esa que iba a destruirnos? ¿Ves como estás? Pronto morirás
irremediablemente… —Dijo un hombre que ocultaba su rostro tras uno de los
focos.
Todos le miraron inmediatamente, esperando cual sería la próxima reacción
del hombre. El único que no lo hizo fue Puma, ya que aquella voz solo había
sido para él un ruido muy lejano.
—¿Tan grande es tu ego que piensas que nada puede contigo? —Prosiguió el
fornido varón.
La pelirroja lo miró llena de odio, apretando su mandíbula con fuerza.
—¡¿Cuántos locos egocéntricos y narcisistas pensaron que el mundo giraba a sus
pies?! ¡¿Cuántos lo pensaban cuando realmente solo eran basura?! —Exclamó el
tipo con chulería y desprecio, apretando la cara de la chica con sus robustas
manos.—¡Oh si! ¡Qué profético suena eso! La elegida, la enviada por dios para
cumplir su gran destino, un destino trazado por el universo, única y
exclusivamente para ti. Hecha para caminar entre los dioses, puesta aquí por la
gracia de dios para guiar la senda divina. ¿Quizás algo como un rey? Pero… ¿Sabes
qué? La realeza tiene sangre azul, no asquerosa sangre de soldado. —Predicó
fervientemente el hombre, mostrando la enloquecedora expresión de su
cara.
Ley forcejeaba como una loca, intentando soltarse. La joven se retorcía
con todas sus fuerzas, soltando bramidos ocasionados por su tremendo esfuerzo.
—¿Por qué no lo dejas? Podemos perdonarte la vida, siempre que estés dispuesta
a ayudarnos. Es un buen trato y lo sabes. Tú sola no puedes… —Alegó con
chulería el desconocido.
La pelirroja los miraba con todo el odio que albergaba dentro, deseando
pagar con ellos toda la rabia que albergaba en su interior. Su terrible enfado
era lo que le daba fuerzas en aquellos momentos, pero también le proporcionaba
una inmensa impotencia al ver que no podía hacer nada para cambiar la
situación.
Will notaba como su compañera estaba completamente furiosa, tanto que
jamás la había visto con aquella expresión. Sentía frustración al ver que
ninguno de ellos tenía ninguna oportunidad.
Aparte de que a todos los habían atado bien, estaban malheridos y en
desventaja numérica. Eva apenas se podía mover, quedando tirada en el suelo
observando la delicada situación con rabia. El soldado continuaba sin
conocimiento. Puma seguía aturdido, sin ser casi consciente de lo que ocurría.
La pelirroja tenía un severo corte en el muslo derecho, el cual no dejaba de
sangrar. Will era el que estaba algo mejor, pero no era su mejor momento. Lo
habían apaleado bien, dejándole enormemente dolorido y con la cara
ensangrentada.
—¿Cuánto tiempo podrás aguantar? ¿No te quieres rendir? Bien, pues vamos a ver
si es verdad eso que dices. Veamos si aguantas hasta el final sin pedir
compasión.—Desafió con bravura el tipo, sonriendo levemente al dirigirse a la
joven.—¡Ven aquí! —Gritó el hombre pegándole patadas a Ley.
La chica soltaba cortos pero intensos quejidos, intentando no darle la
satisfacción a su enemigo de escucharla chillar como un cerdo.
—¡Aquí! ¡Delante de tus amigos! ¡Obedece! —Ordenó con furia aquel macho
embrutecido.
—¡¡¡NOOOOOOOOO!!! —Gritó enfurecida la pelirroja, negándose a doblegarse.
Johnny y Jimmy no paraban de darle vueltas al asunto de la misión. Se preguntaban una y otra vez como estarían sus compañeros en aquel momento. Les daba rabia estar allí esperando como tontos, se culpaban una y otra vez por no haberlos acompañados, aunque fuera con la negativa de Ley. Ellos debían estar allí, debían haberse negado por completo a acatar la orden de quedarse en el bunker.
Jessica continuaba hecha una pequeña bola, con el estado anímico bastante
bajo. Estaba sentada en una esquina entre viejas y sucias cajas, abrazándose
así misma a la espera de nuevas noticias. Tenía un nudo en la garganta con el
que le costaba muchísimo trabajo tragar saliva.
Inma miraba avergonzada al rubio, pensando en cual sería la mejor manera de
hablar con él. Quería arreglar el malentendido de antes, pero le parecía una
situación un tanto bochornosa.
Adán tomaba apuntes de la situación para cuando le tocara escribir aquel
capitulo de la historia. Sin que nadie se diera cuenta, él estaba espiando a
todo el mundo con el viejo truco de ser un chico inocente. Se daba sus paseos
de aquí para allá, haciéndose el tonto cada vez que alguien le miraba. Entre lo
listo que era para ese tipo de cosas, y lo preocupados que parecían estar
todos, su espionaje estaba siendo del todo secreto.
Continuaron
los golpes y el dolor, mientras se escuchaban risitas enloquecidas. Aquel
sonidito procedía de un chico, al que hasta ese momento ninguno de ellos había
visto. Estaba sentado entre las sombras observándolo todo, riendo y bebiendo de
una botella de coñac.
—Para, para un momento… —Pidió el esbelto chico entre carcajadas.
Ley y Will se quedaron pálidos al reconocer aquel rostro, que se hacía
visible según caminaba hacia ellos.
—¡No puede ser! —Exclamó Will con enfado.
El chico era alto, delgado, de piel blanca y pelo negro. Tenía unos
penetrantes ojos que hacían juego con sus bonitas y finas cejas. Su rostro era
casi perfecto a excepción de su gran nariz. Lucía una sutil elegancia, que
sobretodo dejaba ver cuando ejecutaba algún movimiento.
—¿Creíais que estaba muerto? ¿Enserio? —Preguntó sorprendido el joven,
mirándolos con desprecio.
—¿Tú eras el amigo tonto de Jimmy no? Al que le gustaba eso de que mataran a
los míos... —Dijo asqueado el chico, para luego acabar escupiendo a Will en la
cara.
—¡Perro judío! —Gritó el pelinegro en respuesta al escupitajo.
—De ti si me acuerdo muy bien… —Susurró el chico con una extraña sonrisa,
observando a Ley fijamente.—¿Dónde está el cabrón de Jimmy? ¿Y vuestros amigos?
Os veo un poco solos. ¿No voy a ver al hijo puta de Carroña? ¿Y el melenitas?
Tampoco veo al demente ese, el pelirrojo que era hermano de mi colega. ¿Ya
están muertos? ¿Se los ha comido algún zombie? —Preguntó entre risitas el
extraño individuo.—¡Venga! ¡Chicos hablad! ¿Ya no os acordáis del viejo amigo
Abaie? —Insistió para que alguno de los dos hablara.
—Claro
que me acuerdo, es imposible no recordar a un militar tan incompetente como
tú... —Murmuró la joven de mala gana.
—¡Teniente General! ¡Su superior por si no lo recuerda! ¡Dos cargos, General de
Brigada! —Corrigió a voces Abaie.
—Teniente General, es usted un inepto y un pusilánime. Solo ha sido mi
superior, porque usted venía de una familia rica, pero es usted un inútil.
Supongo que solo sigue vivo por el poder que tenía su familia. Seguro que se
vive muy bien en ese fabuloso bunker con toda la cúpula, mientras los demás
luchamos en el campo de batalla. Nada nuevo, lo que hizo usted toda su vida.
—Arengó la pelirroja disgustada.
—¡Cállate! ¡Es un puto judío! ¿Cómo quieres que viva? —Protestó Will
calurosamente, interrumpiendo a su compañera la cual intentaba proseguir con su
reivindicación.
—¡Jodido nazi de mierda! ¡Estúpido! ¡Asqueroso goyim! —Vociferó seguidamente el
chico, golpeando a Will repetidas veces.
—¿Te convenció el cuento de que los judíos tenemos la culpa de todo? ¡No
entiendes nada! ¿Piensas que sólo nosotros estamos vivos? ¿Crees que en Israel
sobrevivieron todos los judíos? ¡Están todos muertos! ¡En Israel quedó con vida
quien tenía que sobrevivir! ¡Como en todas partes! ¡La gente de poder! ¡La
gente de poder son linajes, no razas! —Gritó enfurecido Abaie, pegándole a Will
hasta dejarlo inconsciente.
—¡¡¡BASTA!!! ¡Tu pelea es conmigo! —Ordenó la pelirroja sacando toda su furia.
Abaie frunció el ceño, soltando las ropas ensangrentadas de Will, para
terminar mirando a la chica con cierto asombro.
—¿Contigo? ¡Solo sois gusanos! —Corrigió el chico con soberbia.—No voy a perder
el tiempo con vosotros, yo me marcharé en cuanto llegue un amigo… —Murmuró
Abaie inmerso en sus propios pensamientos.
El elegante joven hizo un gesto, con el cual el resto de hombres
volvieron a la acción. Uno de ellos sostenía un cubo lleno de agua, que
finalmente entregó a uno de sus compañeros para ser utilizado a la mayor
brevedad. Metían la cabeza de la joven repetidas veces, usando esta táctica a
modo de tortura.
—Pero… ¡¿Qué coño es esto?! —Exclamó M.A. desconcertado, al ver volver a Alice,
Nicole, y Davis sin los demás.
—¡Espera! —Pidió Maya nerviosa, viendo como su compañero bajaba a toda
velocidad de la poca del árbol.
—¡¿Qué mierda ha pasado?! —Vociferó el chico asombrado de que sólo hubieran
regresado ellos.
—¡Contrólate! —Exigió Maya alterada, intentando contener al joven de pegarle un
empujón a Davis.
Todos salieron al exterior asustados por aquellos nerviosos gritos que
estaban escuchando. Cruzaron la puerta del bunker armados, pensando que lo que
ocurría era algo muy diferente a lo que se encontraron.
—¡Jessica! —Exclamó Davis tras un suspiro, dirigiéndose a ella para abrazarla
con fuerza.
Maya agarraba a M.A. intentando que este no se volviera loco. Este
forcejeaba con la intención de soltarse para que alguien le diera
explicaciones.
Johnny salió despreocupado, pensando que los gritos eran por un par de
podridos que habían asustado a alguien. Cuando observó el panorama le dio un
vuelco a corazón, y algo en su atormentada cabeza se encendió. La ira se
apoderó de él en milésimas de segundo, haciendo que se transformara en un demonio.
Empezaron a darle tics, empezando de nuevo con sus siniestras muecas.
—¡¿Y mi parienta?! ¡¿Dónde cojones están los demás?! ¡¿Qué mierda hacéis
vosotros aquí?! ¡¿Cómo es posible que regreséis vosotros solos?! —Gritaba el
pelirrojo repetidas veces mientras les apuntaba con su escopeta, dándole unos
espasmos en una de sus nerviosas manos.
—¿Y mi hermana? ¿Y Puma? —Preguntó Adán con preocupación, con los ojos abiertos
de par en par.
Nicole era incapaz de mirarles a la cara. La chica estaba completamente
en silencio con la cabeza gacha.
Jimmy se lo olió todo al ver las caras de los que habían regresado. Él
conocía bien esa mirada de culpabilidad, como para saber bien de que iba el
asunto. Instintivamente agarró su pistola con fuerza, preparado para sacarla si
era necesario.
—¡Que me sueltes coño! —Bramó M.A. alterado, soltándose de Maya con un par de
tirones.
El chico se acercó desafiante a Alice, con los ojos que se le iban a
salir de las órbitas.
—¿Tú tampoco vas a contestar? ¿No tienes nada que decirme? ¿Dónde cojones está
mi hermana? —Preguntó M.A. completamente enfadado, desafiando a Alice con la
mirada mientras ella no decía absolutamente nada.
—Hay dos posibles opciones, pero sinceramente me dan igual. O te rindes y nos
obedeces, o mueres aquí y ahora. Lógicamente si te rindes nos servirías de
ejemplo para que otros no vuelvan a intentar subirse en nuestras espaldas, pero
verdaderamente no me importa lo que decidas. Recuerda, aquí nadie es
imprescindible. —Arengó el esbelto chico, mientras caminaba por la habitación
con suma distinción.
Puma observaba la situación entre delirios. No sabía a ciencia cierta si
estaba soñando o aquella visión borrosa era simplemente la cruda realidad.
Estaba confuso y desorientado, notando el intenso dolor que provenía de su
hombro desencajado.
Eva estaba preocupada por el estado de Puma. Para nada le veía buen
aspecto, por no hablar del hecho de que estaba completamente ido. Miraba lo que
sucedía en la sala, abandonando toda fe y esperanza en el futuro. Se preguntaba
una y otra vez como era posible que aquello estuviera ocurriendo. No quería
volverlo a ver, no podría soportar ver morir a alguien querido. Por su cabeza
pasaban los últimos instantes de la vida de Flor, temerosa de volver a vivir lo
mismo en aquel frío lugar. También se torturaba repetidas veces con la
idea de dejar solo a Adán en aquel cruel mundo, eso era lo que más inquietaba
su cansado corazón.
Ley recibió un merecido descanso, después de la agotadora tortura
acuática. Tosía con fuerza y sin parar, por culpa del agua que había tragado en
alguna de las inmersiones. El pelo mojado en su nuca, sumado al frío de aquel
lugar, y al malestar que sentía, la hicieron tiritar con brusquedad
compulsiva.
—¿Has elegido ya? —Preguntó burlonamente Abaie, mostrando uno de sus dientes de
oro al sonreír de oreja a oreja.
—¡Puedes matarme pero después de mí vendrá otro, y después de ese otro, y otro,
y después otro más, y así hasta que la gente como tú esté muerta! ¡El mundo
está así por asquerosas personas podridas de poder y ambición! ¡Vosotros sí que
estáis podridos, y no los de ahí fuera! ¡Hay que purificar el mundo de gente
como tú! —Respondió la pelirroja completamente llena de ira, suspirando para
poder hacer el esfuerzo de gritarle al chico de familia poderosa.
—¡Habla Alice! —Exigía M.A. enfadado, imaginándose lo que había pasado al ver
la cara de la chica.
—¡Contadme lo que ha pasado! ¡Cómo no habléis en diez segundos, juro que os
mato a todos! —Vociferó Johnny histérico, acercando su temblorosa mano al
gatillo.
No podía controlar sus emociones. Los nervios producidos por la rabia y
el odio que sentía, estaban haciendo que todo su cuerpo temblara
compulsivamente.
Davis lo apuntó también, dispuesto a hacer lo que fuera necesario con tal
de salvar su vida. A estas alturas ya le daba todo igual, lo único que debía
importarle era cumplir su función como padre.
—¡Parad! —Pidió Inma con preocupación, intentando que se calmaran un poco.
—¿Estáis locos o qué? ¡Parad! —Insistió su prima a gritos, notando como le
sudaban las manos.
Jimmy sacó su pistola para sumarse al pelirrojo en su demanda. Ellos eran
los superiores y aquello era algo intolerable.
—¡Cinco! ¡Cuatro! ¡Tres! —Contaba el soldado rubio con templanza, con el dedo
completamente preparado en el gatillo.
—¡Nos fuimos! ¡Les dejamos allí! ¡No tuvimos el valor de seguirles! ¡Era
un completo suicidio! —Confesó Nicole con culpabilidad, interrumpiendo la
cuenta atrás del decidido militar.
—¡¡¡HIJOS DE PUTA!!! —Bramó Johnny desquiciado, pegando un par de tiros al
aire.
Las torturas contra la pelirroja continuaban. Los ahogados gritos retumbaban en
toda la estancia. La chica intentaba no chillar más de la cuenta, seguía
encabezonada en no darles ese gusto a sus enemigos.
Puma escuchaba en la lejanía todo lo que ocurría. Se movía un poco por el
suelo, pero continuaba completamente ido. Intentaba ver lo que pasaba, pero por
más que lo intentaba no lo conseguía.
Eva volvió a vomitar, pero esta vez no lo echó todo del tirón. Sufrió
varias arcadas, consiguiendo expulsar la bilis de su garganta poco a poco.
Después comenzó a tiritar de nuevo, gracias al gélido suelo donde estaba
tirada.
Will se movía dolorido, pero no era capaz de despertar del todo. Estaba
recobrando la consciencia poco a poco, pero aún estaba un poco ido.
—Veo que a vosotros tampoco os quedaba munición. —Murmuró Abaie con curiosidad,
mirando los objetos que le habían requisado al grupo.—Aunque bueno, a ti que te
gustan las espaditas te gustara este retroceso al que nos vemos obligados.
—Continuó el esbelto chico, caminando por la estancia lentamente.—Si tanto te
gusta la edad media, esto tendría que gustarte. Estamos jugando a la
inquisición europea. —Bromeó el elegante joven, con su extraño humor negro.
—¡Cállate puto judío! —Gritó Will asqueado, mirando con sumo desprecio a su
enemigo.
—¡Hombre! ¡Si tenemos otra vez aquí a nuestro amigo el subnormal del nazi!
Cuando venga mi colega negrata nos vamos a reír un rato. —Chuleó Abaie con un
tono burlón.
—No soy nazi, simplemente no me gustan los sionistas como tú. No me gustan las
logias secretas, ni las ratas que viven a costa de engañar a los demás. No me
gusta la gente que se aprovecha del sufrimiento ajeno para hacerse de oro.
—Replicó el pelinegro escupiendo la sangre que tenía en la boca.
—¡Ahora mismo vais a venir conmigo! ¡Me vais a llevar a donde los dejasteis, y
vais a terminar el trabajo que se os encomendó! —Ordenó Johnny desquiciado,
agarrando por las ropas a Davis de malas maneras.
Jimmy sacaba toda la munición que les quedaba, metiéndolas en las
mochilas de él y el pelirrojo.
—¡Doc! ¡Te quedas a cargo de este lugar! ¡Como algún loco del coño se ponga
tonto le pegas cuatro tiros! —Vociferó el esquelético soldado, tras pegarle un
empujón a Davis y Nicole.
—Yo voy también. —Dijo M.A. alterado, siguiendo al pelirrojo de cerca.
—¡Tú te quedas aquí! ¡Van a venir estos conmigo! —Gritó Johnny histérico,
señalando a Nicole, Davis, y Alice.
—¡Andando! —Ordenó Jimmy tajantemente, apuntándoles con su pistola mientras
Johnny les pegaba porrazos con el cañón de su escopeta.
Ni la mayor de las torturas haría cambiar de parecer a Ley. Ella se negaba a
doblegarse, no le importaba si el precio era la muerte. No traicionaría sus
principios, y menos en lo que parecía el final de su vida.
—No voy a perder ni un segundo más con vosotros. —Afirmó Abaie colocándose bien
su chaqueta, justo antes de salir de aquella estancia.
Puma tartamudeaba cosas sin sentido, sin saber aún si aquello que veía
lejanamente era la realidad o un perturbador sueño.
Eva tenía intensos escalofríos, sintiéndose completamente agobiada por el
calor, instantes después de estar tiritando por el frío que le calaba por los
huesos.
Will comenzó también a ser fustigado, con aquellas dolorosas torturas
medievales. Sus quejidos penetraban en la mente de Puma, haciéndole reaccionar
brevemente para terminar ido de nuevo a los pocos segundos.
El grupo iba bajo las órdenes de Jimmy, ya que él era el que estaba más sereno.
Él estaba dispuesto a no fallar de nuevo, comportándose todo lo correcto que
podía.
Johnny iba desquiciado a toda velocidad, mirando con mala cara a aquellos
que consideraba traidores.
Nicole y Alice estaban completamente arrepentidas, mientras que Davis
pensaba que había hecho lo mejor para su familia.
El grupo avanzaba por la colina que había justo antes del llano donde se
había producido la batalla contra los mercenarios. Subían unos detrás de otros
en fila india, cargándose a cualquier podrido que se les pusiera delante.
El lugar seguía invadido por mutantes y zombies, dificultándoles el paso
considerablemente.
El pelirrojo se había vuelto tan loco que ya nada le importaba. Iba a
hacerse paso por allí si o si. No iba a retroceder ni un milímetro, como si de
un duro muro se tratase.
Jimmy también estaba plenamente convencido de que nada iba a frenarle,
demostrándolo con su fiero avance por el terreno.
—¡Tranquilízate! ¡Todo va a salir bien! —Animó Maya a M.A.
La chica le puso la mano en el hombro, intentando que el chico reaccionara.
Estaba preocupada porque se había apoderado de él una esquizofrénica mirada que
no quitaba ni un momento.
M.A. ni siquiera la había escuchado. No podía parar de pensar en todo lo
sucedido, completamente asombrado y molesto.
—No puedes estar así. —Murmuró la chica suspirando.
Él continuaba sin escucharla, estaba completamente inmerso en sus
tortuosos pensamientos. Necesitaba despertarse y que todo aquello fuera
simplemente una horrible pesadilla.
—¡Ey! ¡Reacciona! —Exclamó ella algo asustada por el comportamiento de su
compañero.
Por más que hacía o decía era imposible hacerle reaccionar. La expresión
del chico era completamente nueva para Maya, la cual le había visto tocado
muchas veces, pero jamás de aquella manera.
M.A. suspiró enfadado, sin creer aún todo lo que había ocurrido. No le
entraba en la cabeza esa situación en la que se veía atrapado angustiosamente.
No sabía si sentir ira, tristeza, desilusión, odio, o decepción, así que lo
sentía todo a la vez en una explosiva mezcla. Aquel torbellino de emociones y
sentimientos iba a dejarle completamente loco, era demasiado destructivo para
él.
—¿Qué dices? ¿Te rindes, o aún piensas que eres la elegida? —Se burló uno de
los hombres que torturaba a Ley, cogiéndola de la cabeza de forma que le dejó
el cuello medio retorcido.
La pelirroja los miraba con todo el odio que tenía dentro. Esa extraña
expresión que tenía daba incluso miedo, era como un demonio a punto de
explotar.
—¿Y tú? ¿Tampoco? —Preguntó otro de los hombres con guasa, cogiendo a Will de
los pelos de malas maneras.
El pelinegro aún con la cara ensangrentada, los miraba con asco y
repulsa. Él tampoco estaba dispuesto a doblegarse. Ya podían matarlo allí,
porque él jamás daría su brazo a torcer.
Eva observaba la situación con un gran sentimiento de impotencia. Ella
quería hacer algo, pero la verdad es que no había nada que la joven pudiera
hacer por sus compañeros.
—¡No podéis ir contra el poder y ganar la partida! —Exclamó uno de los
torturadores, riéndose de los jóvenes sin reparo alguno.
—¡La historia no la cambia gente como vosotros! —Gritó uno de los hombres con
desprecio, tras pegarle una buena patada a Will en la cara.
—¡La historia no es para los pobres! —Continuó lleno de ira, golpeando
repetidas veces al pelinegro.
—¿Quién te crees que eres? ¡La carne es débil y hará lo que se le diga! ¡Tarde
o temprano suplicaréis por vuestra vida! —Gritaba una y otra vez el hombre que
torturaba a Ley, arremetiendo contra ella todo su odio.
En la estancia entró un mercenario con cara de preocupación. Este se puso
a cuchichear con varios de los hombres de la estancia, haciendo que algunos
salieran a acompañar al mercenario.
—¡Habéis fracasado! —Gritó el torturador del pelinegro, mofándose de los
soldados.
—¡Mejor morir luchando que de hambre! —Vociferó Will exhausto, empleando toda
la fuerza que le quedaba en su interior.
La pelirroja recuperaba fuerzas, suspirando profundamente. Le habían dado
unos segundos, antes de continuar con la tortura. Su expresión cada vez daba
más miedo, y su mirada se había convertido en un intenso fuego que parecía
quemarles a todos.
—¿Qué te pasa? ¿Estás enfadada? ¡Qué miedo! ¿Qué vas a hacer? —Se mofó uno de
los hombres entre risitas, para terminar escupiendo un gargajo con mocos al
lado de ella.
—¡¡¡TENGO UN DESTINO!!! —Bramó la chica llena de odio, empezando de nuevo a
revolverse para intentar librarse de su atadura.
—¡Claro! ¡Morir aquí! —Se burló el torturador tras una carcajada.—¡Que
profético todo! ¡Ha bajado Dios para posarse encima de tus hombros! ¿Sabes
donde acaban todos los locos como tú? ¡En la tumba! ¿Sabes cuantos se
levantaron antes que tú? ¡Los matamos a todos! ¡No puedes ir contra el
verdadero poder! —Gritó uno de los hombres con sumo desprecio.
—¡Ellos son inmortales! ¡Todos lo somos! ¡Siempre habrá locos como yo
dispuestos a plantarle cara al poder! —Dijo a gritos una rabiosa Ley, mostrando
una siniestra sonrisa mientras continuaba forcejeando.
Inma
estaba con el pequeño Adán, intentando que el chico no pensara mucho en lo que
estaba pasando. Era obvio que el muchacho estaba preocupado por su hermana,
pero darle vueltas mientras esperaban allí tampoco iba a servir de nada. Lo
único que podían hacer era mantener la calma hasta que alguien regresara,
contando todo lo ocurrido. Ella esperaba que regresaran todos sanos y salvos,
pero tenía miedo de que no fuera así.
Adán estaba triste y confuso. Se preguntaba repetidas veces por al suerte
de Eva. Necesitaba que estuviera bien, él no podría continuar sin ella. Se
negaba a aceptar la vida si la chica no volvía.
—Van a volver, seguro. —Animó la joven, tocando el pelo del muchacho
cariñosamente.
—¡No me trates como si fuera un estúpido niño! —Se enfadó el chiquillo, levantándose
rápidamente para marcharse del lugar.
Necesitaba estar solo, necesitaba paz. No quería que le dieran ánimos
como a un tonto, cuando realmente nadie podía saber lo que estaba ocurriendo.
Estaba harto de que lo trataran como a un crío, sería más pequeño pero no era
tan estúpido como para creer semejantes mentiras. No iba a consolarse con
cuatro palabrejas dichas sin conocimiento real de la situación.
Jessica lloraba desconsoladamente, sin que nadie le hiciera el más mínimo caso.
Había logrado volver a abrazar a Davis, pero otra vez lo habían obligado a ir
de vuelta al peligro. Temía por la vida del padre de su bebé, al cual se lo
habían llevado de su lado a empujones e insultos. Estaba asustada no sólo
porque la misión era peligrosa, sino porque pensaba que Johnny lo mataría si no
encontraban a Ley y los demás. Había visto como el pelirrojo había perdido los
nervios, y no dudaba en que en el caso de que este no encontrara a su novia,
iba a hacer una buena masacre llevándose por delante a todo el que pillara.
El doctor y el científico estaban a cargo del lugar. El ambiente estaba muy
tenso por los recientes acontecimientos. Muchos de los soldados miraban mal a
los civiles, pensando que jamás debían haber acogido a aquellas personas. Maya
tampoco ayudaba a la situación, ya que ella también los miraba de malas
maneras, acrecentando el odio de los militares. El médico estaba completamente
dispuesto a controlar la situación de la manera que fuera. El había jurado
proteger cualquier vida, pero la situación era demasiado delicada. Si tenía que
recurrir a matar a alguien para salvaguardar la paz necesaria, no lo dudaría ni
un segundo, ya que era mucho lo que allí estaba en juego.
—¡¡¡ARRGGG!!! —Bramó la pelirroja con todas sus fuerzas, rompiendo las ataduras
que la tenían prisionera.
Todos la miraron completamente sorprendidos, viendo como la joven se
ponía en pie tambaleándose.
Will y Eva comenzaron a dar fuertes tirones. Ellos también romperían sus
ataduras, les costase lo que les costase.
Uno de los hombres empleó una cadena para golpear a la pelirroja. Esta
cayó al suelo brutalmente, tras un corto quejido que emitió instintivamente.
El pelinegro estaba consiguiendo que cedieran sus ataduras, empleando un
gran esfuerzo en aquella labor.
Ley hacía un gran esfuerzo con sus brazos para levantar su dolorido
cuerpo del suelo. Susurraba cosas que ninguno podía entender. Se escuchaba como
un demonio maldiciendo y escupiendo veneno por la boca. Su mirada fulminaba
cualquier cosa que se estuviera en su campo de visión.
Algunos de los hombres incluso se asustaron de la determinación que ella
estaba mostrando. Estaba herida y seguía levantándose una y otra vez. Los
golpes continuaban pero ella se negaba a rendirse.
Puma lo veía todo como un lejano sueño. Intentaba levantarse, pero
únicamente conseguía moverse escasos centímetros. Seguía ido. Le dolía la
cabeza como si le estuvieran clavando cuchillas en el cerebro. Apretaba los
puños con fuerza, mientras tartamudeaba sin que nadie le entendiera ni una palabra.
—¡Aguanta joder! —Gritó Will pegando el último tirón, librándose por fin de sus
cuerdas.
La distracción ocasionada fue aprovechada por Ley, la cual echó a correr
hacia uno de los hombres para pegarle un brutal cabezazo. El torturador se
tambaleó, retrocediendo varios entrecortados pasos. La chica lo embistió con
todas sus fuerzas, tirándolo de espaldas al suelo.
Will corrió a toda velocidad para coger a otro de los hombres del cuello,
asfixiando cruelmente a su víctima.
Eva se encontraba fatal, pero ella también logró soltarse. La chica echó
a correr como sus dos compañeros, golpeando a otro de los despiadados
torturadores.
Ley consiguió llegar hasta sus espadas, empleándolas completamente
exhausta contra sus enemigos. No tuvo compasión con ninguno de ellos,
asesinándolos llena de ira con esa perturbadora expresión que había adoptado.
Johnny disparaba como un loco a todos los que encontraba. Recargaba su
escopeta rápidamente, mientras Nicole le cubría eficientemente con el revólver. Alice estaba completamente convencida de ayudar, era una locura pero iba
a hacerlo por M.A.
Los tres estaban dispuestos a compensar su error, esta vez no iban a
fallar. Estaban consiguiendo avanzar como demonios por el lugar, guiados por un
despiadado Johnny que pretendía hacer cualquier cosa para destruir el lugar.
—¡Tenemos que conseguir abrir esta puerta! —Exclamó Davis alterado.
El pelirrojo le pegó un empujón para que se quitara de en medio. Comenzó
a embestir la puerta una vez detrás de otra, empleando todas sus fuerzas en la
labor. Jimmy se unió a su compañero, coordinándose para empujar con fuerza. Él
también iba a hacer lo que fuera necesario para llegar a sus compañeros.
Nicole, Alice, y Davis cubrían a los dos militares, impidiendo que nadie
se les acercara. Sabían que en esa misión estaban empleando la última munición
que les quedaba, pero ambos militares les habían ordenado escupir fuego hasta
que consiguieran dar por finalizada aquella misión.
—¡Tenemos que salir de aquí! —Exclamó Will alterado, recogiendo sus cosas.
Eva intentaba espabilar a Puma y al soldado, pero ambos estaban
completamente idos. Era necesario ayudarles para sacarlos de allí.
—Cogedlos vosotros. —Dijo la pelirroja, mirando a Will y Eva, mientras
tambaleaba por la habitación.
—Tú no puedes andar sola. —Contestó el pelinegro con preocupación, viendo el
lamentable aspecto de su compañera.
Eva cogió a Puma haciendo un tremendo esfuerzo. Echó encima de ella uno
de los brazos del joven, mientras le agarraba por la cintura para arrastrar de
él.
Ley se apoyó en la mesa con una dolorosa expresión en su rostro, cogiendo
fuerzas para lo que le esperaba. Le hizo un gesto al pelinegro, ordenándole que
se encargara del otro soldado.
Will lo levantó como pudo, cumpliendo las órdenes de la chica a
rajatabla. Tiraba de su compañero, mientras miraba como su compañera no podía
más.
—¡¡¡UFF!!! —Resopló con intensidad la pelirroja, poniéndose en pie y caminando
pesadamente, haciendo un sobreesfuerzo casi inhumano.
La rabia y la autodeterminación eran lo que en ese momento le estaban
entregando fuerzas para caminar cada uno de los pasos que conseguía dar.
Comenzaba a delirar por la pérdida de sangre, viendo cosas que no estaban en
aquel lugar.
—¡Cógete tú también! —Pidió Will dolorido, ofreciéndole su hombro para
apoyarse.
Sabía que sería un tremendo esfuerzo tirar de ambos en tal malas
condiciones, pero quería sacrificarse. Él cargaría con todo el peso si era
necesario, estaba completamente comprometido con la causa.
Ley se negó al instante. Ella estaba decidida a hacer el camino por su
propio pie. Le costaba horrores continuar, pero ella tenía que aguantar hasta
el momento final. Veía como la divina providencia le iluminaba el camino.
Su sacrificio era necesario.
—¡No vamos a salir! ¡Vamos a por lo que hemos venido a buscar! —Ordenó la
pelirroja entre delirios.
—¡Eva márchate! —Pidió Will con sinceridad, procurando que al menos ella y Puma
lograran salvarse.
—¡Voy con vosotros! —Contestó completamente decidida Eva, aguantando sus arcadas producidas por el intenso mareo que tenía.
Los dos soldados consiguieron echar la puerta abajo después de tanto esfuerzo.
Tenían los hombros completamente doloridos pero había merecido la pena. Ambos
comenzaron a correr los primeros, seguidos por todos los demás a escasos
metros.
—¡Ley! —Gritó como un loco el pelirrojo, al doblar la esquina y ver como la
chica se desplomaba en el suelo delante de sus ojos.
Johnny echó a correr para cogerla rápidamente y observar sus heridas.
Tenía que sacarla de allí en aquel instante.
—¡Jimmy ven conmigo! ¡Tenemos que terminar la misión! —Ordenó Will dolorido.
El rubio asintió al instante, apretando con fuerza su estoque.
Davis ayudó a coger al soldado que llevaba Will, liberando al herido de
su pesada carga.
Eva insistió en ir pero el pelinegro no se lo permitió.
—¡Llevaros a Ley y a los heridos! ¡Johnny nos veremos en casa! —Gritó Jimmy con
solemnidad a modo de despedida, intentando que se marcharan lo antes posible.
El pelirrojo se echó a su chica al hombro, dispuesto a sacarla de allí
para salvarle la vida.
Nicole, Davis, y Alice, le miraron con culpabilidad, antes de entrecruzar
desconsoladas miradas. Su única forma de compensar aquello era ayudar a que el
joven sacara a su novia del complejo enemigo.
Davis pensaba que él había actuado así pensando en los suyos, pero no
había pensando que había otros que también tenían a seres amados que no querían
perder. Se ponía en el lugar del pelirrojo, imaginando como estaría él si
aquello le hubiera pasado a Jessica en vez de a Ley. A él le daría algo, y eso
era lo que veía en el rostro del angustiado joven.
Eva se paró a vomitar. Ya no podía aguantar más sus arcadas y sus
nauseas. No se encontraba nada bien.
Alice ayudó a la joven, tirando de Puma en lugar de ella. La chica no
podía tirar ni de ella misma como para tirar encima de su compañero. La rubia
estaba dispuesta a ayudar todo lo posible, después de darse cuenta lo que había
costado su error.
Nicole disparaba llena de rabia. Cada lágrima que veía salir de los ojos
de Johnny era como cuchillos en su corazón. Esta vez no podía fallar, nunca más
lo haría. Su trabajo era ayudar a los demás, y eso era justo lo que iba a
hacer.
—Otra vez juntos. —Dijo dolorido Will, limpiando con su mano la sangre de su
rostro.
—¡Aguanta cabrón! —Pidió el rubio entrando en una especie de almacén.
Jimmy se puso a rebuscar en la parte del fondo de la habitación, mientras
que su compañero lo hacía en la parte más próxima a la puerta.
—¡Esto le va a encantar a Ley! —Exclamó entusiasmado el pelinegro, agitando
unos papeles arrugados.
—¿Crees que saldremos de esta? —Preguntó entristecido Jimmy, sacando de detrás
de un armario una caja metálica con ruedas llena de maletines.
—Tú no la has visto… —Murmuró Will ausente.
Cuando el grupo llegó al bunker fueron recibidos inmediatamente por el médico.
Metieron a los heridos en la enfermería y echaron a todo el mundo de allí. El
único al que le permitieron quedarse era a Johnny. El doctor solicitó la ayuda
de Inma y Maya para que hicieran de enfermeras.
M.A. y Adán andaban completamente histéricos, dando vueltas de arriba
abajo. Jessica y Davis estaban abrazados con fuerza, a la espera de los
resultados. Alice estaba sentada en el suelo junto a Nicole, atormentadas por
la culpabilidad que las carcomía.
A la llegada de Jimmy y Will, todos seguían juntos en la estancia
principal de bunker. Estos dos se sentaron con los demás esperando a que
alguien saliera de la enfermería para dar nuevas noticias.
Eva salió de la enfermería atontada. Vio como todos se habían quedado
dormidos esperando. Se sentó al lado de Adán y le dio un beso en la frente.
—Eva… —Murmuró el muchacho medio adormilado, abriendo los ojos con
lentitud.
—¿Cómo están los demás? —Preguntó Jimmy alterado, al despertarse y ver a la
joven allí.
—Sobrevivirán. —Susurró la joven con seriedad.
La chica le aconsejó a un atontado Will que entrara para que el doctor le
echara un vistazo. Este aceptó a regañadientes, antes de dirigirse a la
enfermería tambaleándose.
Inma y Maya salieron de la enfermería cansadas. Bebieron agua y se
sentaron con sus demás compañeros.
—Os debería de llevar a casa ya. —Dijo el rubio entre bostezos, levantándose
del sucio suelo.
Todo el grupo aceptó la idea, menos un perseverante M.A. que no pensaba
moverse de allí hasta que su hermana estuviera bien.
Aquella noche fue anímicamente difícil en ambos refugios. En el de los civiles
todos y cada uno de ellos estaban inmersos en sus sentimientos. Se encontraban
única y exclusivamente concentrados en sus problemas.
Eva había salido a dar una vuelta a solas. No se encontraba demasiado
bien allí encerrada, y había pensado que el pasear quizás le sentase bien.
Caminaba lentamente pero sin pausa por aquel desolado lugar. Le preocupaba
tanto dejar solo algún día a Adán, que pensaba que tenía que construirle un
futuro lo antes posible. En aquel mundo nunca se sabía lo que podía ocurrir, y
prefería dejar los cabos atados rápidamente por lo que pudiera pasar.
Maya también había salido a dar un paseo. Necesitaba despejarse y poder
pensar un rato, acompañada de su soledad y del silencio que le proporcionaba el
exterior. Se sentía extremadamente cansada de cuerpo y alma. No podía olvidar
nada de lo que había sucedido. Las imágenes pasaban por su cabeza una y otra
vez. Cerraba los ojos y veía a todos esos seres queridos que ya no estaban
allí. La lista cada vez se hacía más larga, y el dolor cada día era más
insoportable.
En el interior todos estaban en silencio menos Davis, Inma y Adán, que
charlaban sobre la mejor forma de administrar la comida. Allí dentro nadie
estaba precisamente contento. Todos sabían que en ese mundo jamás podrían
aliviar sus almas y sus corazones. Era un mundo demasiado cruel que no les
dejaba curar sus heridas internas.
Jessica se hacía la dormida para poder reflexionar tranquila sobre su
incierto futuro. Se preguntaba sin parar que sería de ella y de su bebé, en un
mundo donde había pocas esperanzas de éxito y muchas probabilidades de un
estrepitoso fracaso.
Alice echaba de menos a M.A, quería que él siempre estuviera cerca de
ella. Sólo era una noche, pero se le estaba haciendo muy lenta sin su
presencia. Su vida era tan complicada y había cambiado tanto, que estaba
demasiado confusa para pensar en el mañana. Se sentía tan diferente a la
persona que había sido cuando todo empezó, que ya no sabía ni quien era ahora.
M.A era otro de sus complicados asuntos existenciales. Todo parecía ser tan
difícil que no sabía a que atenerse realmente.
Los días pasaron con lentitud para todos. Los heridos se recuperaban
lentamente, mientras que el resto seguía con sus labores. Jimmy iba todos los
días a entrenar a los supervivientes que habían acogido para formar un
ejército. Davis entrenaba a Maya y los demás. Johnny y M.A. se pasaron todo el
tiempo al lado de la cama de Ley. Inma seguía de chica para todo,
convirtiéndose prácticamente en una recadera. Adán escribió todos y cada uno de
los días, mejorando considerablemente su estilo de escritura.
Cuando Ley pudo levantarse de la cama de la enfermería, Will habló con
ella contándole lo que había encontrado dentro del complejo enemigo. Le dijo
que tenía el lugar donde estaba la clave para entrar en los refugios
presidenciales. Esta noticia animó a la chica, la cual quería recuperarse lo
antes posible para emprender el final de su camino. Ya estaba todo
prácticamente hecho, únicamente tenían que sacrificarse un poco más y todo
abría terminado. Era menester para ambos planificar cada detalle del plan.
Ley se ayudaba de un fusil del siglo dieciocho, usándolo de muleta
provisional. Salía todos los días a entrenarles a todos, pretendiendo que
consiguieran la mejor técnica para la decisiva batalla que ella estaba
planificando en su mente. Nombró a Will inquisidor general, obligándole a
deshacerse de todo aquel que fuera impuro para su misión de futuro. Iban a
construir un gran porvenir para las generaciones posteriores.
El
esperado día llegó. La pelirroja ya estaba recuperara y lista para emprender su
nueva misión. En esta ocasión únicamente irían los cuatro de siempre, Johnny,
Ley, Will, y Jimmy. Lo harían como en los viejos tiempos.
Los cuatro emprendieron la marcha en el Jeep a toda velocidad, con sus
mentes completamente preparadas. Volvían a ser una piña inseparable, dispuesta
a dar la vida hasta el último momento.
Les quedaban únicamente un puñado de balas que llevaban Will y Johnny,
mientras que Ley y Jimmy estaban obligados a luchar a espada. En esta ocasión
ambos iban con escudos medievales a modo de protección.
Esta misión era únicamente de infiltración, pero estaban preparados por
si la cosa se torcía y los descubrían.
Ley y Jimmy cortaron las cabezas de los guardias que custodiaban el
lugar. Observaron sus cadáveres y vieron que estos también llevaban cartuchos
vacíos. Posiblemente creían que así podrían intimidar a la gente, haciéndoles
pensar que les iban a disparar.
Los cuatros se metieron dentro de un pequeño complejo que a simple vista
parecía vacío.
—¡No te muevas hijo de puta! —Ordenó Johnny siniestramente, con el cañón de su
escopeta en la espalda de un hombre.
El tipo levantó los brazos asustado, antes de que el pelirrojo le
obligara a conducirles a donde querían ir.
Puma se dio cuenta de que en el bunker había más movimiento del usual. Observó
como los soldados movían un montón de cajas en la entrada principal. Otros
estaban preparando los antiguos cañones que habían sacado del museo. También
observó que el científico le estaba enseñando hacer pólvora a Inma y a Adán.
—¿Qué pasa aquí? —Preguntó Puma confundido.
—Parece que preparan una gran batalla. —Confirmó Eva en voz baja, acercándose
al joven.
Los
cuatro habían masacrado a todo el personal del lugar. Su misión había sido un
completo éxito. Tenían los códigos de entrada del refugio presidencial de
Canadá. Aparte tenían bastante información sobre el lugar, y sobre el estado
del enemigo. Era un alivio saber que el enemigo tampoco tenía munición, y que
igual que ellos habían tenido que recurrir a otras maneras de luchar. Antes de
salir de aquel complejo le prendieron fuego y lo dejaron abierto para que se
llenara de monstruos.
Después fueron a echar un pequeño y secreto vistazo al próximo campo de
batalla. Observaron bien toda la zona, para luego poder volver con una
majestuosa estrategia.
Todos aprovecharon la última noche, sabiendo que al día siguiente vendría la
gran batalla que decidiría su futuro. Cada uno empleó bien el tiempo que sabía
que tenían. Quizás no pasaran del día siguiente, pero al menos esa madrugada
era para ellos.
Ley pasó la noche a solas con Johnny, disfrutando de su intimidad al
máximo. Ambos se querían e iban a aprovechar cada minuto que les quedara con
vida.
M.A. y Alice hicieron las paces por fin. Ninguno quería que todo se
acabara estando enfadados.
Davis y Jessica se abrazaban con fuerza, deseando no separarse nunca. Él
le había prometido que volvería con vida para cuidarla.
Maya e Inma querían pasar el tiempo en familia, al igual que Eva y Adán.
Lo más importante para ellos era eso.
Nicole pasó toda la noche concienciándose para lo que la esperaba al
siguiente día. Quería emplearse en la labor con cuerpo y alma.
Puma pasó toda la noche pensando en su querida Flor, sabía que ella
estaba en el cielo orgullosa de él. Él también estaba contento sabiendo que por
fin había encontrado su camino. Estaba plenamente involucrado en todo aquello.
Había hecho esa lucha suya, apostándolo todo por su heroica misión.
Jimmy y Will aprovecharon para recuperar el tiempo perdido. Todo ese mal rollo
que habían tenido ya era cosa del pasado.
Se despertaron pronto, dispuestos a darlo todo aquel día. Se reunieron en
el bunker de los soldados. También fueron traídos los supervivientes
rescatados. Ley los mandó formar en tropa, como única general de aquellos
ejércitos. Explicó la estrategia planeada, basándose en antiguas batallas de la
historia. Enseñó a todos a recargar los antiguos fusiles europeos con los
cartuchos de pólvora que se habían preparado el día anterior. Todo estaba tan
delicadamente preparado, que el plan era magníficamente perfecto.
Cada uno de los presentes tenía claro lo que había que hacer, al igual
que tenían claro como era el paso que debían llevar aquellos ejércitos. A todos
se les entregó un fusil europeo, una gran arma blanca y una daga.
Salieron grandes grupos a colocar los cañones y la artillería cerca del
campo de batalla. A los demás se les ordenó comenzar a marchar en tropa hacia
el frente, liderados por Puma. Absolutamente todos irían allí menos el
científico y un par de soldados que se quedarían guardando el lugar. Ley y
Johnny se llevaron a Adán y a Jessica a una torreta abandonada cerca del campo
de batalla, ya que habían pedido casi de rodillas ver la gran batalla en vez de
esperar sentados en el bunker. Se les dejó en sitio seguro, desde donde poder
observar todo lo que iba a ocurrir. M.A. sería el encargado de quedarse con
ellos para protegerlos en caso de que se torcieran las cosas.
Los pelirrojos volvieron al bunker para despedirse antes de la batalla, pero
cuando llegaron todo estaba invadido. Le habían prendido fuego al lugar y
habían atraído a los podridos con la radio de un coche. Todo estaba destruido
por completo. Encontraron al científico agonizando subido en las ramas de un
árbol.
—¿Qué ha pasado? —Preguntó Johnny desconcertado, mientras su amante se
encargaba de los podridos que intentaban agarrar al herido científico.
—Abaie, pero nosotros no le dijimos nada. —Murmuró el moribundo hombre.
Jimmy y Will se reunieron con las tropas en un lugar acordado previamente. El
ejército estaba acuartelado esperando la llegada de Ley y Johnny.
—¡No la toques ni un pelo! —Ordenó Jimmy de malas maneras, poniéndole el
estoque en el cuello a uno de los supervivientes que estaba acosando a Inma.
El hombre no la había tocado pero estaba siendo muy pesado con ella. La
chica estaba agobiada intentando librarse de él, hasta que llegó el rubio como
un noble caballero.
Will fue a investigar que ocurría, era intolerable que hubiera una
disputa antes de la gran batalla. Vio como Jimmy sacaba a patadas a un tipo,
mientras le gritaba como un loco.
—¿Pasa algo? —Preguntó el pelinegro con suma seriedad, mirando a los presentes
para que alguno hablara.
—¡Este asqueroso tío! ¡No dejaba en paz a la chica! ¡Le he tenido que enseñar
como se hacen las cosas aquí! —Contestó a gritos Jimmy, escupiéndole en la cara
al superviviente.
—Ley me nombró inquisidor general. Esto es un comportamiento intolerable, está
penado con la muerte. ¿Quieres ser el verdugo? —Se pronunció Will inflexible.
Jimmy ni siquiera contestó, él directamente le cortó la cabeza sin
pensarlo ni un segundo.
Inma no era partidaria de arreglar las cosas con violencia, pero aquel
tipo le había dado mucho miedo. Agradeció la protección de los soldados, en
especial la protección del rubio.
—Gracias. —Susurró la chica avergonzada, poniéndose colorada como un tomate.
—¿Quieres que vayamos a ese cobertizo a comer algo? Todavía tardaran un poco
estos dos. Es bueno ir con el estomago lleno a la guerra, así en caso de morir
uno muere a gusto, por eso los romanos se daban esos atracones de comida.
—Propuso Jimmy con simpatía, ofreciéndole el brazo para que ella se agarrara en
caso de aceptar.
La chica cogió su brazo, y juntos anduvieron hasta el cobertizo. Una vez
dentro ambos prepararon un improvisado asiento y mesa para comer.
—Estoy harta de tener que llevar una máscara de gas. —Contó ella resoplando,
quitándose la molesta máscara.
—Oye, siento lo del otro día. —Susurró Inma mirándole con vergüenza.
Él se quedó embobado mirándola, completamente enamorado de ella. Se había
dado cuenta de que la joven era la chica de sus sueños.
—No sé si voy a salir con vida de esto, pero me gustaría estar contigo si así
fuera. Quizás te suene extraño esto que te digo, pero soy un soldado. No
sabemos cuando será nuestro último día y sentimos la vida mucho más
intensamente. Disculpa si soy muy brusco, pero no sé decir las cosas de otra
manera. Me gustas mucho. —Confesó Jimmy con seguridad, mostrando todo lo que
sentía dentro.
Inma se quedó impactada con aquella declaración. Quizás no era la más
romántica, pero si la más sincera que había escuchado en su vida.
Un nervioso Jimmy tragó saliva, y se acercó a la joven cuidadosamente. Le
acarició la cara y al ver que a esta no le disgustaba aquello, la besó
románticamente unos minutos. Aquel beso había sido el más especial de toda su
vida, nunca había sentido lo que sintió con aquella chica. Después de besarla
la abrazó con fuerza pero delicadamente. Le parecía casi una muñequita de
porcelana, y le daba miedo ser bruto con ella, ya que parecía que se iba a
romper en cualquier momento.
—Quiero que te vayas, no quiero que estés en el frente. Sé que hoy podemos
morir todos, y yo quiero que estés bien, que no te pase nada. Ven conmigo, te
llevaré con Adán y Jessica. En la batalla no podré protegerte. Sólo me quedaré
tranquilo si se que estás a salvo. —Dijo con dulzura Jimmy, acariciando con
delicadeza el rostro de la que a él le parecía la chica más bella del mundo.
Johnny y Ley iban de camino para aparcar el Jeep en una zona cerca de lo que
sería el futuro campo de batalla. La idea era que una vez lo soltaran fueran a
pie hasta el lugar de las tropas. Aún quedaban algunas horas para el inicio del
combate.
—Podríamos aprovechar que aquí cerca hay una biblioteca. Las tropas estarán
ahora comiendo, no nos necesitan aún. —Propuso el pelirrojo pensativo, mientras
conducía a toda velocidad.
—Deberíamos estar con las tropas. —Contestó ella con seriedad.
—Nena, las tropas están almorzando. La batalla no comenzara hasta dentro de
unas horas, tenemos tiempo de estar aquí un rato y luego reunirnos con el
ejército. No sabemos si vamos a sobrevivir después de esto. Ya no tenemos casa
a la que volver. Si esto no sale a la perfección, no sé que va a ser de
nosotros. Te quiero y quiero tenerte hasta el último momento. —Insistió el
chico con argumentos de peso.
Ella asintió al instante, convencida de que su amante tenía razón. Esa
podía ser su última vez juntos y tenían que aprovecharla. No quería retrasarse
mucho, pero sabía que por media hora que tardaran no iba a pasar nada.
Johnny dio un volantazo cambiando su rumbo. En pocos minutos llegaron a
la desierta biblioteca, donde aparcaron rápidamente.
El lugar por dentro estaba desordenado, pero estaba vacío y limpio que
era lo importante. Se sentaron en una de las mesas, mirándose a los ojos con
amor.
—Eres lo mejor que me ha pasado. —Confesó Johnny tímidamente, abrazando a la
chica con intensidad.
La pelirroja le besó instintivamente, deseando que el tiempo se detuviera
para siempre. Él era el hombre de su vida, había estado desde el principio ahí
con ella, y ahora estaba justo al final del camino sin separarse aún. Se
arrepentía de no haberle hecho el caso que merecía mucho antes, porque
realmente sentía que él merecía eso y mucho más. Le daba igual que el chico
algunas veces no hubiera sido todo lo correcto que debía frente a la vida, pero
a ella jamás le había fallado.
El esquelético chico la tumbó apasionadamente en la mesa con sus delgados
brazos, sintiéndose el hombre más afortunado del mundo. Ella era suya y no
quería perderla jamás. Era el gran tesoro que él custodiaba, su reina, su
diosa.
—¿Y si no usamos eso? Si todo sale bien podríamos replantearnos nuestro futuro.
Mira a esos dos chavales, van a tener un hijo. Si no morimos hoy yo quiero
tener uno contigo. Quiero que estemos juntos para siempre y que formemos una
familia. Eres mi vida, te amo. —Se sinceró el chico con su corazón a mil,
cuando su amada sacó un condón del bolsillo.
Will
se había dado cuenta de que su compañero había sacado a Inma de allí, pero no
se lo recriminaba, lo entendía perfectamente. Mientras pensaba en aquello,
hacía revista de las tropas. Muchos estaban comiendo en el viejo cobertizo,
pero otros parecían no tener nada de hambre y seguían fuera a la espera.
—¿No coméis? —Preguntó el pelinegro dirigiéndose a Puma y Eva.
—Bueno, si te quedas al mando creo que yo si iré. —Comentó Puma hambriento.
—¿No vas con él? Puedes ir si quieres, no hay problema. —Dijo extrañado el
joven al ver que ella seguía allí mientras su compañero se había marchado.
—No tengo hambre. —Contestó ella algo desganada.
—Deberías comer algo. Las guerras no se ganan con el estomago vacío. —Se
preocupó Will, mirando a su compañera con seriedad.
—¿Cuidarás de Adán? —Preguntó temerosa Eva, pensando en el futuro del muchacho
si ella no lograba sobrevivir.
—No te va a pasar nada, te lo prometo. Iréis atrás para que no estéis tan
expuestos. Si el batallón se rompe, te juro que iré a buscarte. Adán no se va a
quedar solo. —Prometió el soldado con plena confianza en sus palabras, mirando
fijamente a los ojos de su amiga.
Puma volvió rápidamente con sus amigos, para esperar que fuera la hora
junto a ellos.
—¿Dos horas para que salgamos no? —Preguntó confuso el chico, dirigiéndose a
Will amistosamente.
El chico asintió instantáneamente, dándole una palmadita a su amigo para
que esperara sentado.
—Al final estoy emocionado y todo de luchar con toda esta chatarra. —Bromeó
Will entre risitas.
—¿Chatarra? Macho con esto se han librado batallas gordas. —Dijo Puma a
carcajadas, sentándose al lado de Eva.
—Ya, por eso estoy emocionado, pero realmente es chatarra. Si tú vieras con lo
que iba yo a la guerra en Oriente Medio… —Chuleó el militar con una sonrisa
juguetona.
—Bueno, esto tiene más encanto. —Añadió Eva con guasa, regalándoles una sonrisa
a sus compañeros.
Johnny
y Ley se vestían tranquilamente, diciéndose cosas cariñosas entre besos. Ambos
habían tomado la decisión de sus vidas, si todo salía bien quizás llegaran a
formar una familia.
—¡Te quiero nena! —Exclamó él con entusiasmo, levantando a su mujer de un
cariñoso abrazo.
Ambos
recogieron sus cosas dispuestos a ir a cumplir con su deber. Una vez aparcaron
el coche fueron a hacerle una visita a M.A. para dejarle las llaves, y así de
paso contarle la nueva noticia. El chico le dio un abrazo a su hermana con una
mezcla de sentimientos. Por una parte estaba alegre por la nueva noticia, pero
por otra estaba asustado porque no sabía si aquella iba a ser la última vez que
abrazara a su querida hermana.
Jimmy entró en aquel momento con Inma, asombrando a Johnny con aquello.
Ley sabía de que iba el asunto y no pensaba decirle ni una palabra.
—Es mejor que ella se quede aquí. —Afirmó el rubio seriamente, completamente
convencido de dejar a la chica protegida y en un sitio seguro.
Davis pensaba en Jessica, dándole vueltas a un anillo que la chica le había
regalado antes de marcharse. Recordaba una y otra vez su interminable
despedida. Ella no había querido soltarle y casi se la habían tenido que llevar
a rastras del lugar. Aquello se le había quedado marcado en el corazón. Él
estaba dispuesto a hacer absolutamente cualquier cosa para volver junto a ella.
—Te prometo que vas a volver con ella. —Aseguró Nicole convencida de que estaba
dispuesta a dar la vida por su compañero.
Al lado de ellos estaban Maya y Alice en completo silencio. Cada una
estaba pensando en sus problemas personales, casi sin prestarle atención a su
alrededor.
Las tropas se cuadraron perfectamente a la llegada de los tres militares. Las
tropas estaban completamente rígidas a la espera de las palabras de su
superior.
—Nuestros enemigos han destruido nuestra casa, pero no podrán destruir jamás
nuestro espíritu. Les vamos a enseñar que con el pueblo no se juega, les vamos
a enseñar que el pueblo es el soberano, el rey y señor de estas tierras. El
camino está ahí, sólo tenemos que andarlo. Nuestros compañeros en Europa ya lo
han conseguido. Tenemos noticias fiables de que no sólo los rusos consiguieron
levantarse. En la última misión descubrimos que el pueblo vive. En Portugal,
España, Alemania, e Italia, han conseguido sobrevivir. Han destruido a los que
ostentaban el poder y ahora son libres. Ellos pueden empezar de nuevo, pueden
construir el futuro. ¡Nosotros no somos diferentes! ¡Llevamos luchando desde
antes del fin del mundo y aquí seguimos! ¡Romperemos las cadenas! —Arengó la
pelirroja con fuerza y seguridad, dándole espíritu de lucha a las tropas.
—¡Hoy es un día que será recordado en la historia! ¡El día en que los
supervivientes del pueblo se levantaron contra del poder! ¡Hoy renacerá una
nueva y prospera Canadá! ¡Atacaremos! ¡Iluminaremos el camino de los que
vendrán después! ¡Nuestro sacrificio creará un nuevo futuro! —Gritó Ley a modo de
discurso, elevando el tono con suma elegancia.
Sus tropas quedaron animadas con aquella charla de su líder. Sin duda la
chica era una experta en sacar de los soldados su mayor espíritu de guerra.
Sabía que cualquier cosa podría decidir la suerte de la batalla, así que había
que ir bien preparados. Ir al frente con unas tropas llenas de fuerza interior
era una de las cosas más importantes, pues una tropa motivada era capaz de
penetrar en las filas enemigas por más numerosas que estas fueran.
—Ave imperator, morituri te salutant. —Pronunció Jimmy en latín como si la
pelirroja fuera una emperadora romana, arrodillándose ante ella con la punta
del estoque apoyado en el suelo como un caballero medieval.
Will y Johnny repitieron al unísono junto con el resto de los auténticos
soldados.
—Et lux in tenebris lucet. —Contestó Ley alzando su tizona al cielo.
—Y la luz brilla en las tinieblas. —Susurró el rubio sin casi escuchársele,
levantándose para ponerse completamente erguido.
—Sé
que no te va a atrapar el canto de las sirenas, pero no las escuches son
demoníacas. Este es el final del camino, no prestes atención al murmullo del
fondo. Sé que casi puedes verlo, tarde o temprano lo harás. No ignores la luz,
síguela cuando la veas. Recuerda todo lo que te he enseñado, preserva el
legado, no dejes que caiga en el olvido. Me hubiera gustado prepararte
mejor para el futuro, pero sé que podrás hacerlo. Tú, mi discípulo, serás el
sucesor, el guardián de esta orden cuando mi luz se apague. Quizás ahora no lo
entiendas, pero lo entenderás. —Le susurró Ley a Puma completamente ausente,
con esa extraña expresión de estar viendo algo que nadie más podía ver.
Él guardó cada una de las palabras en su memoria, dándole vueltas una y
otra vez. Algunas de las cosas las había oído antes, pero aún seguía sin
comprender todo lo que ella quería decirle. Sabía que intentaba prepararlo para
algo, y que pretendía dejarle a él un extraño legado.
La
hora de emprender la marcha había llegado. Las tropas se alinearon
perfectamente en un armonioso orden militar. En primer lugar iba la tropa de
los soldados, en segundo la de los supervivientes, y en tercer lugar la tropa
donde estaba Davis y los demás. El doctor iba tras la última tropa, siendo el
último hombre de aquel extraño ejército.
—¡Hoy nuestros camaradas caídos nos acompañan! ¡Honremos su muerte dando a fin
a esta gran empresa! ¡Venid a hacer historia! ¡Honrados y nobles guerreros,
seguidme a la batalla! —Gritó con todas sus fuerzas Ley, mirándoles a todos con
esa fulminante mirada, mientras levantaba su espada toledana hacia el cielo en
signo de clamor militar.
El batallón avanzaba a paso de los legionarios españoles, en honor al
valiente Santiago. Parecían un antiguo ejército a excepción de las máscaras de
gas. Iban decididos a darlo todo después de aquellas gloriosas palabras. Las
tropas caminaban firmes como el acero, continuando el trayecto perfectamente
cuadrados en sus puestos. Llevaban los fusiles europeos colgados a la espalda,
y las dagas enganchadas en sus cinturones para tenerlas más a mano. Casi todos
llevaban espadas, pero también había una fila con lanzas y otra con arcos. Los
únicos que llevaban armas más diversas eran los del grupo de Maya.
Absolutamente todos los que formaban aquel batallón llevaban consigo antiguos
pero extraordinarios escudos.
Ley iba en cabeza con paso firme, liderando el ejército como la chica
pensaba que un buen líder debía de hacer. Ella no era de las que fueran a
quedarse atrás, ella iba a ir en primera línea de vanguardia. Veía el camino
más claro que nunca, podía ver el final del trayecto muy próximo a ella. Sabía
lo que aquella batalla significaba. Era el momento que había esperado toda su
vida.
Justo detrás de la pelirroja en primera línea avanzaban Will, Johnny,
Jimmy, y Puma. Ellos igual que su superior iban con la cabeza bien alta,
completamente erguidos como soldados ejemplares.
—¡El tercio debe avanzar junto! ¡Carga contra los podridos! —Ordenó Ley a
gritos, haciendo un gesto con su brazo para que la siguieran en la carga.
La estrategia funcionó con plena eficacia, eliminando a todos los
putrefactos seres con brutalidad como una única fuerza. Justo después de la
acción todos volvieron a su alineamiento en cuestión de segundos.
Una vez llegaron al campo de batalla, colocaron los cañones en su
correcta posición. Dejando de encargados de aquellas armas a Nicole y los
demás. Uno de los soldados de la tropa de Will se quedó con ellos. Este soldado
tenía la función de coordinar aquel ataque, escupiendo toda la metralla que
fuera posible.
El lugar estaba fuertemente custodiado por el enemigo, los cuales también
iban armados con armas antiguas. En toda regla aquello era una batalla a la
vieja usanza.
El ejército cargó sin miedo contra el adversario, mientras eran ayudados
por la artillería de los cañones. Las víctimas fueron sorprendidas con aquel
devastador ataque. Tras la primera masacre, la tropa retrocedió con las órdenes
de Ley para reagruparse según la estrategia planeada con anterioridad.
Adán observaba la batalla desde su escondite. Los demás también lo estaban
viendo, pero el muchacho no se perdía ni un detalle. Él tenía fe en que todo
saldría bien, y aún más viendo las brillantes estrategias del ejército que
lideraba la pelirroja. El chiquillo no era un experto en batallas, pero nada
más con lo que estaba viendo sabía que Ley sabía como coordinar unas tropas a
la perfección.
M.A. estaba orgulloso de su hermana. Era la primera vez que tenía ocasión
de verla en el frente, y aquello que estaba viendo le estaba maravillando.
Ahora era cuando entendía todos aquellos años de escuelas militares y
entrenamientos. Él sabía de sus grandes logros en la guerra, pero nunca había
tenido la ocasión de apreciarlo verdaderamente.
Jessica estaba algo más tranquila sabiendo que Davis y los demás estaban
en la retaguardia con los cañones. No es que fuera del todo seguro pero era
mucho más seguro que estar en primera línea de fuego.
Inma miraba impresionada a Jimmy y su impecable comportamiento como
militar. A decir la verdad estaba alobada observándolo todo. Era la primera vez
que veía a unos líderes y generales arriesgando tanto sus vidas. Pensaba que si
hubiera habido más gente como ellos, probablemente el mundo jamás hubiera
acabado así.
Tras
horas de incesante batalla, resistiendo las hordas de podridos y las fuerzas
enemigas. Se dio a conocer uno de los líderes del adversario. Salió al exterior
Abaie y tres hombres más que parecían ser muy importantes.
—¡No os rendís! ¡Pues tampoco vais a ganar! ¡Los demás se han suicidado en el
interior! ¡No tenemos nada que perder! ¡Aunque ganéis no hay esperanza para
vosotros! ¿Me escucháis asquerosos gusanos? ¡Si pulso este botón no podréis
vivir aquí! ¡Los invernaderos interiores arderán! ¡Una vez lo pulse sólo puedo
desactivarlo yo con los códigos! ¡Si me matáis no podréis introducir los
dígitos en la computadora central! ¡El complejo se cerrará hasta que se
regenere el sistema de autosuficiencia! ¡Marchaos de aquí! —Gritó el esbelto
chico, mostrando una especie de mando a distancia.
El
ejército no dio ni un paso hacia atrás, todos estaban decididos a terminar con
aquello. Se agruparon en dos filas, una detrás de otra. La primera línea
disparó con los viejos fusiles, mientras la segunda esperaba el relevo con las
armas cargadas con los cartuchos de pólvora. Se rotaban las dos filas tras cada
disparo. De esta forma siempre había una línea que disparaba mientras la de
atrás recargaba los viejos fusiles europeos. Esta táctica se llevó a cabo
mientras la tropa enemiga comenzaba a cargar en su dirección.
—¡Formaos! ¡Quiero un bloque compacto! —Vociferó la pelirroja reagrupando sus
tropas.
—¡Lanzas y espadas! ¡Lanceros uno al lado de cada espada! ¡Espadachines
agazapados preparados para cargar! ¡No retrocedáis con las lanzas! ¡Tenéis que
frenar el ataque del enemigo! —Ordenó Ley a toda velocidad, mostrando plena
seguridad para recibir la carga enemiga.
Abaie pulsó el botón al ver la masacre de sus fuerzas, mostrando el gesto
para que sus oponentes lo vieran.
—¡Nos dividimos en cinco tropas como acordamos! ¡Johnny ve con una tropa al
interior a intentar desactivar la computadora! ¡Tienes los códigos! ¡Mi tropa y
la de Jimmy en primera línea! ¡La de Will y Puma en segunda de retaguardia!
—Coordinó la pelirroja eficientemente.
—¡Nene te abriremos el paso! ¡Te quiero! —Exclamó Ley agarrando la mano de su
amado con fuerza.
—¡Yo también te quiero nena! —Le contestó el joven desde lo más profundo de su
ser, esperando que esa no fuera la última vez que se vieran.
—¡No queda más metralla! —Gritó Nicole con preocupación, al ver que ya la
habían gastado toda.
—¡Vamos al frente! —Ordenó el soldado al instante, echando a correr hacia el
campo de batalla.
Maya, Nicole, Eva, y Alice le siguieron, siendo Davis la excepción. Él
pensó que ya había su función. Tenía que regresar con Jessica, no se perdonaría
no volver después de la despedida de la chica.
Alice y Nicole se agruparon en la tropa de Johnny, mientras que Eva se
sumó a la de Will, y Maya a la de Puma.
La tropa de Ley y Jimmy cargaron en primer lugar, mientras que las otras
dos ejecutaban un movimiento de pinza. Esta sutil estrategia le dejo paso a la
tropa de Johnny para intentar llegar al interior del complejo.
—¡Davis! —Exclamó Jessica al ver al padre de su bebé llegar a aquel lugar
seguro.
Ambos se abrazaron intensamente, rodeándose con todas las fuerzas que
tenían. Ella comenzó a llorar por su desajuste hormonal. Realmente estaba feliz
de tenerle allí, pero no pudo evitar derramar unas extrañas lágrimas.
El resto seguía embobado viendo lo que ocurría en el exterior, sintiendo
el corazón en un puño. Cada segundo era decisivo para destino de todos ellos y
de sus seres queridos.
A la tropa de Johnny le habían seguido los tres importantes hombres que
acompañaban a Abaie. Estos tipos iban acompañados de algunos de sus
mercenarios, dificultándoles las cosas a los que se habían adentrado en el
complejo. Cada centímetro que avanzaban les costaba sangre, sudor y lágrimas.
En el exterior del complejo tenían que seguir conteniendo al enemigo. Era
la única opción que tenía Johnny y su tropa. Todos estaban concienciados con lo
que estaba en juego.
Ley quería cargar contra la posición de Abaie ya que era él el que estaba
dirigiendo las tropas enemigas. El adversario hizo un bloque con todas sus
fuerzas, intentando resistir la dura carga de los ejércitos de la
pelirroja.
Los disparos de los mercenarios hicieron caer a muchos de la tropa,
obligando a las líneas traseras a cuadrarse delante. Sabían que estaban en el
momento más decisivo de la batalla, tenían que conseguirlo, estaban cerca de
ello.
Muchos de los soldados se podían en medio para que la pelirroja no
recibiera los disparos, sabían lo mucho que estaba en juego, y ella era la que
sabía liderar a la perfección un ejército. Era indispensable dar la vida por su
superior.
Iban cayendo unos detrás de otros heroicamente, muriendo con el máximo
honor con el que puede morir un militar.
Jimmy saltó para salvar la vida de su amiga. Él no le había mentido, iba
a seguirla hasta el final, iba a saldar su deuda. El joven recibió un disparo,
pero aún así consiguió seguir avanzando. Logró matar a dos con su estoque,
justo antes de que le dieran el segundo disparo. Se desplomó boca abajo, no sin
antes dar dos pasos tambaleantes para mirar por última vez a su amiga. Se
despidió del mundo como un noble caballero, dando la vida por su señora, su
reina.
Will y Ley no pudieron evitar soltar unas amargas lágrimas, masacrando a
sus enemigos sin piedad alguna. Vengaban rabiosos la muerte de su amigo.
En la primera carga consiguieron acabar con la mitad de los enemigos.
Únicamente les quedaba dar una segunda carga y todo abría acabado. Se
reorganizaron completamente cuadrados, tardando escasos segundos en hacerlo.
Todos cargaban decididos, avanzando como diablos hacia las fueras
enemigas. En esa segunda carga la pelirroja fue alcanzada en un hombro, pero
continuó corriendo tras tambalearse un poco por culpa del impacto. Le dolía a
rabiar y estaba echando mucha sangre, pero tenía que llegar al final. Ya casi
estaba hecho, veía el camino completamente nítido. Estaba completando la misión
que la divina providencia le había encomendado. Sólo tenía que aguantar un poco
más y todo estaría hecho.
La carga llegó masacrando a los mercenarios cruelmente. Todos luchaban a
muerte por cada centímetro de terreno.
Puma cayó al suelo tras un brutal golpe en la cabeza, quedando tirado en
el suelo medio ido. Perdía sangre pero aún era consciente de todo lo que
ocurría.
La pelirroja fue alcanzada por segunda vez, tambaleándose unos pasos
hacia atrás. Se negaba a caer sin terminar lo que había venido a hacer. Se
cargó a dos de los mercenarios que la separaban de Abaie. Recibió un tercer y
cuarto tiro cuando terminaba de despejar el camino. Intentó resistirse a la
muerte, aferrándose a las últimas fuerzas que le quedaban. Se quedó de rodillas
unos segundos, mirando a su enemigo con la cabeza bien alta, negándose a
doblegarse ni siquiera al final de su vida. Finalmente se desplomó hacia el
lado derecho, cayendo con fuerza al empolvado suelo.
Will cargó gritando histérico, corriendo en dirección a Abaie.
Consiguió clavarle la espada en el pecho con fuerza, para ser alcanzado él
también por otra espada cuando había matado a su enemigo. Ambos cuerpos cayeron
al suelo simultáneamente, en lo que prácticamente fue el final de la batalla.
Cuando Johnny y lo que quedaba de su tropa salió al exterior desilusionada por
no haber logrado llegar a tiempo, vieron la masacre que había ocurrido fuera
del lugar. Únicamente habían salido con él cuatro soldados más Alice y Nicole.
La batalla ya había terminado, simplemente quedaban cadáveres y muy pocos
supervivientes de la contienda. Casi todos los soldados habían muerto, y muchos
de los supervivientes también.
—¡¡¡LEY!!! —Gritó desconsolado Johnny, viendo a su novia muerta alrededor de un
gran charco de sangre.
Corrió hacia ella desesperado, llorando como un loco tras el shock.
Abrazó con fuerza el cuerpo inerte y sin vida de su amada, balanceándose
impulsivamente casi como un autista.
Finalmente
Johnny sacó una pistola que había cogido dentro del complejo. Sin pensarlo ni
un segundo apretó el cañón contra su sien. Sin Ley el no quería seguir
viviendo, prefería morir allí mismo junto al cadáver del amor de su vida. Pensó
en ella en sus últimos segundos con vida, llorando desconsoladamente. Cerró los
ojos con fuerza y apretó el gatillo, poniendo fin a su existencia y a su
sufrimiento.
Cuando Adán y compañía se reunieron con los demás el panorama era desolador.
Johnny no era el único que se había suicidado, también lo habían hecho del
resto de los pocos soldados que habían conseguido salir con vida de la cruel
batalla. Todos lloraban viendo a los muertos.
—¡Eva! —Exclamó llorando Adán, abrazándola lo más fuerte que podía.
Ella estaba herida pero sobreviviría a aquello, simplemente tendría que
guardar reposo.
—¡¡¡HERMANA!!! —Gritaba repetidas veces M.A. como un loco viendo el cadáver de
Ley al lado del de Johnny.
Su mente no era capaz de asumir lo que allí había ocurrido. No era
posible que después de todo ella estuviera muerta.
Inma también lloraba al lado del cuerpo sin vida de Jimmy. Jamás
olvidaría a aquel chico tan especial. No podía creer que ya no le pudiera ver
nunca más. Maya y Alice atendían a Puma en mitad de toda aquella tragedia,
preocupadas por el estado de su amigo.
—Dos años. —Murmuró Nicole completamente ausente.
Todos la miraron confundidos sin saber de lo que hablaba la joven. La única que entendía lo que decía la rubia era Alice.
—Hasta dentro de dos años no será habitable el complejo. Ya está cerrado. Tiene un sistema de autosuficiencia, pero ha quedado casi arrasado. El lugar está hecho de manera de que todo vuelva a regenerarse, pero hay que esperar dos años. Ellos lo han conseguido, no han muerto por nada. Simplemente es que ahora mismo no tenemos nada en las manos, pero si logramos sobrevivir dos años más, tendremos el futuro por el que han muerto todas estas personas. —Explicó Nicole distante, horrorizada con el aspecto que tenía un campo de batalla después de la guerra.
Los supervivientes que habían luchado con ellos decidieron marcharse cada
uno por su cuenta, separándose así del grupo de Maya y compañía.
Cuando habían pasado unas horas de aquello, decidieron hacer un entierro. No
podían enterrar todos los cadáveres pero por lo menos lo harían con los cuerpos
de sus seres queridos. Hicieron tres tumbas. En la primera pusieron a Jimmy, en
la segunda a Will, dejando la tercera para Ley y Johnny. La pelirroja fue
enterrada con su catana y su tizona como antaño se hacía con los guerreros.
—Estos soldados merecen el mayor de los homenajes. Han dado su vida no solo por nosotros, sino por todos los que vendrán de aquí en adelante. Gracias a ellos se ha escrito un nuevo capítulo en la historia. Creo que ninguno tiene aquí palabras para tan grandísimas personas. No hay palabras para describirles. Siempre les llevaremos en nuestra memoria y en nuestro corazón. Jamás podremos olvidar lo que han hecho. Su ejemplo servirá para generaciones venideras. Descansen en paz, Will, Ley, Johnny, y Jimmy. —Dijo Eva a modo de homenaje, echando una radiactiva flor sobre la tumba de cada uno.
—Guardaremos su legado y honraremos sus vidas. —Susurró Puma como buenamente podía ya que no estaba en óptimas condiciones.
Ahora después de todo podía comprender todas aquellas cosas que Ley le decía, y que el pensaban que eran extraños acertijos. Ahora se había dado cuenta de que ella sabía perfectamente que no iba a vivir para contarlo. Realmente entendió que ella conseguía ver más allá que ninguno de ellos.
—Nunca les olvidaremos. —Afirmó Inma entre llantos, dejando una flor en cada tumba igual que habían hecho sus compañeros.
—Fueron piezas fundamentales de nuestra historia. Serán recordados como los soldados del pueblo. —Arengó brevemente Adán.
—¡Las mejores personas! —Exclamó M.A. nervioso, llorando desconsoladamente sin parar.
—Murieron con el más alto de los honores. —Pronunció Nicole entristecida.
El resto depositaron las flores en silencio, mirando con la cabeza gacha
cada una de las tumbas.
Tras el amargo funeral, se sentían completamente devastados anímicamente. No
tenían fuerza en su interior para nada más, intentando aún dejar de llorar por
lo sucedido. Finalmente se vieron obligados a retirarse para buscar un lugar
donde pasar la noche. Cogieron el Jeep y uno de los coches, intentando ver
algún sitio que les sirviera de refugio aunque fuera temporalmente.
—¿Qué te pasó en el frente? ¿Lo recuerdas? —Preguntó Eva con curiosidad, girándose para mirar a su compañero.
—Me golpearon con algo. Por un momento lo vi todo negro, después cuando recuperé mi visión, vi caer al suelo a un ángel ensangrentado… —Susurró Puma ausente, recordando una y otra vez aquel momento.
Davis dio un volantazo intentando esquivar un gran animal mutante que había salido corriendo de pronto. El Jeep golpeó al otro vehículo brutalmente, haciendo que los otros se estrellaran contra las ruinas de un edificio. El joven intentó recuperar el control, pero le fue completamente imposible. El Jeep acabó siniestrado pocos segundos después…#LEY
Forma de lectura alternativa de la historia:
- 2º Ruta: Inmoralidad (Parte 1)
- Continuación de la 1º y 2º ruta: Punto Muerto (Parte 1)
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