Big Red Mouse Pointer

domingo, 29 de enero de 2017

RNH1: Pesadilla de un alma marchita

Capítulo 02 - Vínculos corruptos

11 de Julio de 2012

Davis y Kyle caminaron juntos en busca de la casa del joven civil, deshaciéndose de todo podrido que aparecía por el camino dispuestos a atacarles. En el trayecto, ni Kyle ni Davis compartieron muchos diálogos, pues el joven, de carácter bastante introvertido a los ojos del soldado, parecía estar sumergido constantemente en sus pensamientos, dándole vueltas a algo que debía de preocuparle. Probablemente era por el bienestar de sus padres, pensó. Varias veces trató de entablar alguna clase de conversación con él, pero se le hacía difícil cuando las conversaciones eran unidireccionales, y finalizaba con un par de respuestas por parte del chico.

Los ojos verdes del soldado examinaban cada rincón y cada esquina, alerta de cualquier sorpresa que les pudiese aparecer por el trayecto. Afortunadamente para ambos, los no muertos con los que se toparon eran lentos, y solitarios. De haberse encontrado con los corredores, las cosas serían mucho más complicadas para ambos. 

Por otra parte Davis continuaba tratando de resolver aquella lucha interna por lo ocurrido en el hospital con Tom horas atrás. Su mente no tenía clemencia alguna con él, achacándole la culpa de lo sucedido. Tan enfrascado estaba en su sentimiento de culpa que dejaba prácticamente ignorada la existencia del soldado que lo acompañaba. Las calles silenciosas estaban visiblemente iluminadas por el sol del medio día, silenciosas y vacías, no dejaba a la vista más que restos de la catástrofe que tiempo atrás pasó por ellas: edificios abandonados, comercios saqueados, contenedores quemados, rastros de sangre, cadáveres, basura esparcida por todos lados... Calles destrozadas y carente de vida humana.

—Oye... Seguro que tus padres están bien. —trató de entablar Kyle nuevamente una conversación. —No te preocupes, mientras permanezcan en casa habrán permanecido a salvo.

—Eso espero. —contestó simplemente.

—¿Cómo que no te fuiste de vacaciones con tus padres? —insistió nuevamente tratando de entablar conversación.

—Fue idea de unos amigos tengo. Acabé mi segundo año de estudios universitarios, y decidieron que estaría bien irnos unos días de vacaciones a celebrar que finalizamos el curso con buenas notas. Pensaron que nos vendría bien desconectar de los estudios, y del ambiente enrarecido de la ciudad. —contestó vigilando los edificios a ambos lados de la calle. —Fue un plan entre amigos, mis padres no entraban en el plan, y aún entrando no habrían venido.

—Vaya, eso suena genial. ¿A dónde os fuisteis? ¿Qué estudios estás realizando?

—Administración y Dirección de Empresas.—respondió el joven.— Nos fuimos unos días a Minneapolis, en Minnesota. Los abuelos de mis amigos viven allí, y nos dejaron alojarnos en la casa durante los días que estuvimos fuera de la ciudad. 

Bueno, aquellas últimas respuestas habían sido algo más elaboradas que las anteriores, pensó Kyle. Le parecía un chico frío, serio e introvertido. Quizás no se le daba muy bien socializar por su forma de ser, probablemente fuese de aquellos que necesitaban tiempo para abrirse. No parecía un mal chico, al menos para alguien como él que había conocido a muchos tipos malos a lo largo de su vida. Siempre pensó que con solo ver la mirada de una persona, era capaz de ver como era por dentro. La gente buena y mala, tenían una manera de mirar muy distinta, y no era capaz de ver malicia alguna en los oscuros ojos del chico. 

Aunque su carácter fuese distante, no parecía ser un tipo borde o antipático. A veces podía parecer incluso que le ignoraba, pues no le daba a penas conversación, pero cada vez que le hablaba, al menos le respondía con una pequeña sonrisa mirándole a los ojos. En el fondo debía de ser un sujeto agradable, pensó. Algo le preocupaba obligándole a no estar precisamente muy cordial en las breves conversaciones que tenían. Era un chico joven que ni siquiera había estado en la ciudad por unos días, regresar y encontrarse el panorama actual, sin saber siquiera si sus propios padres estaban vivos o muertos, debía de ser algo difícil de asimilar.

—¿Estás preocupados por tus padres?

—¿Ah? Ah... Sí, lo estoy. —contestó algo confundido por la pregunta.

Ciertamente le preocupaba la situación de sus padres, pero no iba a negar que lo que principalmente ocupaba su mente era lo que hacía rato había sucedido con Tom. El suceso estaba muy reciente en su mente. Le era imposible no dejar de darle vueltas a la cabeza, pues aquello le hacía recordar cierto suceso del pasado. Pero sí, también estaba preocupado por la situación de sus padres.

—No sonaste demasiado convencido. ¿Tienes una buena relación con ellos? —Davis suspiró ante su pregunta.— Ah... Oye, lo siento si he preguntado por algún tema delicado, no quiero meter las narices donde no me llaman. —respondió rápidamente tratando de enmendar el error que creyó cometer.

—No, no es eso... Es solo que mi relación con mis padres es algo fría. No somos precisamente una familia demasiado cariñosa y unida que digamos. —se apresuró a contestar para darle a entender que no le había molestado su pregunta. —Están demasiado centrados en su trabajo, más de lo que me gustaría, la verdad. Me quieren, pero anteponen su trabajo a mí, ha sido así desde hace muchos años. Nunca han tenido demasiado tiempo para mí. De hecho, no recuerdo cuando fue la última vez que salimos de vacaciones o hicimos algo juntos, como ir al cine, a comer a un restaurante, o simplemente dar un paseo. Mis abuelos y mis tíos han llenado más esos momentos íntimos familiares que mis propios padres. —respondió mirando al soldado que caminaba a su lado. —A veces, parecemos más compañeros de piso que una familia.

—¿Los odias?

Davis pareció pensárselo por un momento.

—No, no los odio. Lo que odio es que finjan conmigo y delante de otras personas que somos una familia perfecta, y no es así. Esa actitud por parte de ellos me hace sentir incómodo. No estamos tan unidos como ellos quieren tratar de aparentar. Sus trabajos están por encima de todo lo demás. Incluso en la mesa cuando comíamos el trabajo era el principal tema de conversación entre ellos. Hubo ocasiones en que incluso se olvidaron de mi cumpleaños. Comprendo lo que el trabajo significa para ellos, pero han estado demasiado ausentes físicamente y emocionalmente durante mucho tiempo. De hecho de pequeño, al estar ellos fuera de casa tanto tiempo por el trabajo y no querer dejarme a solas, me dejaban con mis abuelos la mayor parte del día, y en verano con mis tíos, para no quedarme todas las vacaciones encerrado en casa yo solo.—contestó el joven.

—Ya veo... Entonces se podría decir que estáis unidos, pero no tanto como otras familias normales. Tenéis vuestros propios problemas familiares. ¿Es así?—preguntó con el ceño fruncido haciéndose una idea de la infancia que debió de tener el joven. —A pesar de que los tres lo sabíais, intentabais aparentar entre vosotros y frente a otros una realidad distinta a la que era realmente.

—Sí, básicamente es tal y como dices. —suspiró el joven pesadamente.

—Ya veo... La verdad es que te entiendo...

—¿En serio? —preguntó mirando con escepticismo a Kyle.

—Sí... bueno, no he vivido exactamente eso, pero mi relación con mis padres no era tampoco muy buena que digamos.—contestó Kyle suspirando. — Yo nací en Río de Janeiro, en Brasil. Mi madre me tuvo muy joven, y a mi padre nunca lo conocí. Cuando mi madre quedó embarazada, mi padre la abandonó. Él era también muy joven, no estaba preparado para ser padre, por eso se marchó. Cuando era niño, mi madre no dejaba de ir por ahí presumiendo de ser una madre coraje, pero la verdad es que me abandonaba en casa para marcharse de fiesta y conocer a otros hombres, a los que se llevaba a casa para acostarse con ellos. Cuando eso pasaba, me dejaba encerrado en mi habitación, dejándome claro que no debía de salir ni hacer ruido hasta que ella viniese a avisarme. No quería que esos hombres supiesen que tenía un hijo. 

—¿Se avergonzaba de ti? 

—Más bien me veía como una carga. —aclaró. Cuando tenía problemas pagaba su frustración conmigo gritándome y echándome la culpa de sus desgracias. Tampoco le importaba mucho mis estudios. Iba a la escuela y ella me compraba todos los materiales necesarios, pero le daba igual que los acabara dejando, probablemente porque éramos una familia con pocos ingresos y el material escolar era muy caro. Ella lo único que le importaba es que con o sin estudios ganase dinero para ingresar en la casa, nada más.

—Debió de ser duro tener a una madre que no te veía como una carga, y que incluso ocultaba tu existencia cuando estaba con otros hombres. —comentó Davis mirando a Kyle atento a su historia.

—Sí, en cierto modo sí.

—¿En cierto modo?

—En cierto modo la entendía. Se quedó embarazada de joven, fue abandonada por mi padre, dejó los estudios para trabajar en un comercio ganando una miseria para poder mantenerme, y acabó siendo despreciada y rechazada por los hombres que se enteraban de que tenía un hijo. Incluso su propia familia la abandonó por haber desperdiciado su futuro por un pandillero que la embarazó para después desaparecer. Estaba completamente sola. Algunas veces pensaba que el motivo por el que buscaba a un hombre tan insistentemente, era para que le ayudara con sus problemas económicos, y conmigo. Quizás me equivoque, y en el fondo solo buscaba un buen marido que la hiciera feliz, y un padre para mí, quien sabe... —contestó el joven hombre mirando a Davis. —Nunca lo sabré.

—¿Por qué?

—En cuanto pude, me marché de casa. Hice mi propia vida y la dejé atrás. No estábamos demasiado unidos, y alejarme de ella fue lo mejor que pude hacer por los dos. Ninguno volvería a ser una carga para el otro nunca más. Desde que me marché de casa hace ya años, mi madre y yo no hemos vuelto a intentar ponernos en contacto.

—Me parece injusto. Tú no tuviste la culpa de nacer, y no debiste de pagar tú por sus desgracias.

—Lo sé, pero como persona, que no como hijo, puedo empatizar algo con ella. A veces, especialmente cuando eres joven, tomamos malas decisiones que nos acaban repercutiendo a lo largo de la vida, llevándonos a vivir momentos de auténtica desesperación. Acciones que no pueden ser deshechas. En ocasiones uno no tiene la madurez suficiente para percatarse de la gravedad de lo que haces hasta que es demasiado tarde. Yo fui una de esas malas decisiones para ella. —dijo alzando la vista al cielo. —Pero a pesar de todo eso, hubo buenos momentos madre e hijo. Cuando las cosas iban bien me trataba con cariño, me besaba, me abrazaba, me arropaba por las noches, me curaba al hacerme una herida, me pagaba el material de los estudios, no me faltaba nunca la comida, y sacrificaba cosas suyas para que yo pudiese tener cosas que necesitaba, como ropa, y a veces algún juguete. No me abandonó al nacer, y trató de sacarme adelante como pudo. Quiero quedarme con esos recuerdos cuando pienso en ella.

—Ya veo...

Davis pensó que la situación de Kyle fue muy dura. Creció sin un padre, en un ambiente pobre, y teniendo con su madre una extraña relación de amor y odio. Sin embargo, Kyle pudo disfrutar de muchos momentos madre e hijo durante su niñez, a pesar de que hubo otros tantos bastante horribles. 

A decir verdad, no sabía decir que relación familiar era peor, si la de Kyle o la suya propia. Sus padres anteponían el trabajo al tiempo con su hijo. Creció sin recibir demasiadas muestras de cariño y atención por parte de ellos, que además, le habían fallado tantas veces en momentos importantes dejándolo solo. No se odiaban, pero tampoco eran una familia tan unida y feliz como otras.

—De joven trabajé en varios empleos precarios para ayudar en casa. No conseguía mucho, la verdad. Pensaba que eso haría que mi madre no me viese tanto como una carga, y mejorase nuestra relación. No hubo mucha diferencia. —comentó. Un día conocí a María, la mujer con la que acabaría casándome. Con el tiempo quedó embarazada de nuestro hijo Kevin. Ni ella ni yo queríamos que naciese en un entorno de pobreza y pocas oportunidades. Juntamos todos nuestros ahorros y nos mudamos a los Estados Unidos. Entré en el ejército, y logré un trabajo mejor pagado con el que pude darle un futuro a mi familia. A diferencia de nosotros, Kevin nunca ha tenido necesidades económicas, y siempre hemos estado con él dándole todo nuestro cariño y atención.

—¿Tu madre llegó a conocer a tu hijo?

—No, al menos físicamente. Cuando nación le mandé una carta con algunas fotos, pero ella nunca llegó a respondernos. —respondió soltando un pesado suspiro. 

—¿Por qué me cuentas todo esto, Kyle?

—Tú me has contado tus problemas personales con tus padres, creo que lo justo era que yo hiciese lo mismo a cambio. La situación no es la misma, pero entiendo a qué te refieres con lo de querer a tus padres, a pesar de que en el fondo tenéis una relación algo problemática. 

—Ya... ¿Y qué hay de tu mujer e hijo? ¿Están en la ciudad?

—Sí. Están en la base militar. Un par de agentes de policías les ayudaron a ser evacuados allí, logrando ponerse a salvo. Están esperando a que vuelva pronto con ellos.

—Me alegro entonces. —respondió el joven. —Dime, ¿crees que esa experiencia te condicionó de alguna manera a tu forma de ser? —preguntó doblando una calle junto a Kyle.

—Me hizo ser más empático con las circunstancias de las personas, intentando comprenderlas y no juzgarlas tan rápidamente. Todos tenemos nuestros demonios, y nuestra propia forma de lidiar con ellos. Cuando sufres ciertas circunstancias en tu vida, te vuelves más sensibles con las personas que también han sufrido experiencias similares a las tuyas. —contestó Kyle pensativo. —Y por supuesto, a querer alejarme de una vida como la de mis padres. A tener cabeza y responsabilizarme de mi mujer y de mi hijo. 

—Entonces toda esa experiencia al final te hizo mejorar como persona, como marido y como padre. Comenzaste a sentir más empatía hacia la gente que pasaba por circunstancias complicadas, y te preocupaste de no repetir la historia de tus padres. —comentó pensativo. —Eso está bien.

—¿Y qué hay de ti? —preguntó algo extrañado teniendo en cuenta la edad del joven. —¿Sientes que la relación con tus padres te ha afectado de alguna manera?

—Tal vez... 

Davis detuvo sus pasos frente a una casa. 

—¿Es aquí?

—Sí.

Se trataba de una vivienda de dos plantas. Un pequeño jardín la rodeaba separándola de la calle por una puerta metálica y un pequeño muro de ladrillos. Por fuera se veía bien cuidada. Un caminito de piedra conducía hasta la entrada de la vivienda. Las ventanas de ambas plantas estaban cubiertas por unas cortinas blancas, no se detectaba ninguna clase de movimiento desde el exterior. Al fondo, podía verse una piscina y un cobertizo. Davis abrió con un chirrido metálico la puerta del jardín, y juntos recorrieron el camino de piedra. Una vez llegaron la entrada, introdujo la llave en la cerradura y entraron a su interior.

—¿Mamá? ¿Papá? —llamó Davis tras escuchar a Kyle cerrando la puerta. —Ya he vuelto.

Los pasos del joven comenzaron a dirigirse a cada una de las salas de la planta baja llamando a sus padres. Kyle en el recibidor, sostenía su fusil tratando de percibir algún sonido más allá de las voces de Davis. Sospechaba que la casa estaba vacía, pues de haber alguien ya se habría hecho notar ante la presencia del joven. Kyle comenzó a moverse por su cuenta, e ingresó en el salón a la derecha del recibidor. Sobre los muebles se asentaba una leve capa de polvo. Parecía que llevaba varios días sin limpiarse la casa. Fue entonces que, pasando frente a una estantería, sus ojos depararon en un conjunto de fotos. 

En la mayoría de ellas aparecía Davis con sus padres, aunque ninguna de ellas era reciente. El joven era un infante en la mayoría de ellas, y en un par, era directamente un bebé. Sus padres se mostraban sonrientes y agradables en aquellas fotos. Nada raro, pensó. Sin embargo, deparó en una en concreto. Aquella era la fotografía en la que más edad debería de tener Davis, unos doce años. Aparecía junto a más personas, además de sus padres. Probablemente fuesen familiares, pensó Kyle cogiendo la foto para analizarla de cerca. No sabía decir el qué, pero la mirada y las sonrisa de los padres del chico lucían muy distintas al resto de las fotos. Sus expresiones parecían bastante forzadas. Respecto al joven, este lucía bastante serio y solitario, ni siquiera se esforzaba en posar alegre para la foto. 

Kyle dejó la fotografía en su sitio y continuó recorriendo las distintas salas que componían la casa. Ya no escuchaba a Davis llamar a sus padres. Había algo extraño en aquel lugar. Su decoración, su ambiente, su silencio... Era un ambiente triste. Hubo algo que le llamó particularmente la atención. Pudo ver más fotografías colgadas en las paredes o sobre algún mueble, pero las únicas en las que Davis aparecía con sus padres eran en las que vio antes en el salón. En algunas paredes, había algunas alcayatas desprovistas de marcos que colgar con alguna fotografía familiar, pero era evidente que en algún momento los hubo. ¿Por qué quitarlas? Pensó extrañado. 

Kyle subió lentamente las escaleras de la segunda planta. El joven soldado se había percatado de varios detalles mudos de la vivienda, y que él solo podía intuir. Si aquellos detalles lo asociaba a lo que Davis le dijo anteriormente, podía comenzar a sospechar algunas cosas. En la segunda planta, todas las habitaciones estaban cerradas, y no había ventanas, por lo que el pasillo se encontraba a oscuras. Al final del pasillo una habitación permanecía con la puerta entreabierta, dejando escapar un lleve hilo de luz natural. Con cautela, los pasos de Kyle recorrieron el pasillo, hasta que finalmente llegó a la puerta. Lentamente la abrió accediendo a la estancia para hallar a Davis en su interior.

Se lo imaginaba, lo sabía, y ahora lo entendía. El por qué de que la casa estuviese tan oscura y silenciosa. Kyle negó con la cabeza disgustado ante el escenario que tenía en frente, por un momento dudó en abandonar la estancia mientras arrojaba la mirada pensativo al suelo, pero decidió terminar de entrar lentamente. Una habitación amplia se extendía frente a él. Un ropero, una mesilla y un tocador decoraban el lugar. Las ventanas, con sus cortinas blancas corridas a ambos lado, dejaba entrar la luz del sol. 

En mitad de la estancia frente a un arrodillado Davis, una amplia cama de matrimonio en la que dos cuerpos yacían abrazados, sumidos en un sueño inquebrantable. En un inicio pensó que la casa estaba abandonada, que nadie esperaba allí a Davis, pero nunca llegó a pensar en aquel resultado. Su mirada se dirigió a una pequeña mesilla al lado de la cama, sobre ella varios frascos de pastillas podían apreciarse

Kyle se acercó por detrás a Davis, quien en silencio, cerraba con fuerza los ojos y la mandíbula siendo incapaz de frenar aquellas cálidas lágrimas que descendían por su rostro. Le dolía el pecho, le dolía demasiado. El dolor era insoportable. Lloraba en silencio, sin llegar a entender por qué sentía tanto dolor y sufrimiento a pesar de la relación que tenían con sus padres. Nunca habría imaginado que llegase a afectarle tanto perder a dos personas que estuvieron ausentes en gran parte de su vida. Kyle no sabía que hacer. Tanto para él como para Davis, era obvio que la pareja se había suicidado consumiendo una cantidad excesiva de pastillas.

—Lo siento... —susurró Kyle colocando la mano en el hombro del desconsolado joven. —Estaré en el salón esperando hasta que decidas que es hora de irnos.

Con esas únicas palabras, se marchó sin hacer mucho ruido de la habitación, dejando al joven a solas con los cuerpos de sus padres. Tras salir y dar un par de pasos alejándose de la estancia, el soldado se detuvo un instante cuando el llanto del muchacho llegó a sus oídos. Debía de ser una experiencia horrible, pensó instantes antes de descender hasta la planta baja. 

El soldado ingresó en el salón, y una vez allí sacó de su bolsillo una foto algo arrugada. Él, su esposa e hijo aparecían con una gran montaña rusa de fondo. Aquella fotografía se la habían hecho tiempo atrás, en un parque de atracciones al que fueron para pasar tiempo en familia. Le había prometido a Kevin volver de nuevo al parque de atracciones, y estaba dispuesto a hacerlo, por lo que debía de volver con vida. Prometió que volvería con ellos, y tenía intención de hacerlo. Tenía un parque de atracciones al que llevarlos. Una promesa es una promesa, y no se puede romper.

El soldado se introdujo en la cocina para buscar algo que comer. No había desayunado nada aquella mañana, y no podía evitar echar mano de alguna de las cosas que hubiese en las despensas. No pensaba que a Davis le importase. Sería una pena que todo se echase a perder. Cuando comenzó a prepararse algo de café y un bocadillo, pudo escuchar los pasos de Davis recorriendo la planta superior, y poco después una puerta cerrándose. Quizás fue a recoger algunas cosas antes de partir, pensó.

El sonido del agua era lo único a lo que sus oídos llegaba. La gran cantidad de vapor acumulado en el baño difuminaba su triste figura desnuda. Davis se encontraba cabizbajo y silencioso bajo la corriente de agua caliente que caía sobre él desde la regadera de la ducha. Con un rostro ensombrecido, sus lágrimas se camuflaban entre las gotas de agua cálida que humedecían su cuerpo. El murmullo del agua corriendo, su calidez, la soledad... Aquellas cosas le confortaban. 

Su cuerpo desnudo yacía inmóvil con la mirada fijada en el suelo, viendo sin apenas parpadear como entre sus pies el agua era tragada por el desagüe de la ducha. Su mirada vacía se centraba en aquel agujero negro por el que el agua desaparecía, como un pozo sin fondo que ejercía algún extraño efecto hipnótico sobre él. Aquella oscuridad absorbía por completo la atención de aquellos tristes y vacíos ojos oscuros, sintiendo el joven que en cuanto sucumbiera un poco más, aquel agujero oscuro se lo tragaría a él también. 

Apenas consciente de ello, su consciencia pareció apagarse lentamente, haciendo desaparecer la sensación del agua caliente fluyendo por su cuerpo, o del sonido de esta cayendo. Poco a poco, el plano físico que lo envolvía se fue desvaneciendo, siendo el joven incluso incapaz de percibir su propia forma física. Aquel agujero oscuro a sus pies era todo lo que existía. 

Su mente desvarió ante las bajas defensas mentales del joven, y ante su descuido no dudó en martirizar de nuevo al joven absorto. Los rostros de sus padres acudieron a su mente. Aunque pocos, los momentos felices que tuvo con ellos se incrustaron en lo más profundo de su mente. Como fogonazos, aquellos escasos pero bonitos recuerdos acudieron a su mente como risas, conversaciones, imágenes... La figura de Davis se encogió apoyando la cabeza contra la pared. Sus lágrimas no cesaban. Su dolor aumentaba. La atracción que aquel agujero negro del desagüe ejercía sobre su mirada era cada vez mayor. Se tomó varios minutos martirizándose en silencio bajo el agua caliente hasta que decidió cerrar el grifo y abandonar la ducha.

Haciéndose con una toalla, el joven se cubrió de cintura para abajo mientras sus pies desnudos recorrían el baño hasta el espejo más cercano. Su rostro apareció cuando su propia mano dibujo un camino entre su propio reflejo y la fina capa de vapor que lo eclipsaba. Davis se quedó observándose por varios minutos, aún con su cabello húmedo goteando. La sala envuelta en el vapor y en los dorados tonos de las luces de la estancia, había finalmente sucumbido a un basto silencio. Ya no le quedaban lágrimas que derramar, pero aún así el dolor era devastador.

Primero Tom, y ahora sus padres. No había empezado a superar la primera tragedia cuando otra le golpeó de lleno. Fue una muerte tras otra. Su rostro en el reflejo era inexpresivo. Sus ojos estaban hinchados y enrojecidos. Su mente quedó completamente en blanco, hechizada por su propio reflejo en el espejo.

¿Y ahora qué? ¿Qué haría de ahora en adelante? ¿Qué debía de hacer exactamente? ¿Qué sería de él ahora? No era más que un joven que acababa de perder a sus padres, cuya ciudad en la que vivía había sido devastada por una horrible tragedia que lo obligaba a tener que abandonarla. Sin una casa a la que volver, sin amigos con los que estar, sin sus padres, sin un futuro... No tenía siquiera a donde ir aunque saliese de la ciudad con vida. 

Estaba solo de ahora en adelante. Iría con Kyle a la base militar a estar a salvo, luego lo evacuarían y después... ¿Después qué? Sin hogar, sin dinero, sin saber a donde ir o qué hacer. Completamente solo. Un futuro incierto se abría ante él. Un futuro en el que la vida lo dejaría a su suerte. El joven cerró los ojos con fuerza unos instantes, y sin querer pensar en nada más, se frotó la sien suspirando.

Ya estaba harto de sentir aquella presión en el pecho. Estaba harto de aquellas lágrimas, y de la incesante tortura mental a la que se estaba viendo expuesto ante un maldito cerebro que no dejaba una y otra vez de llenarlo de remordimientos y dudas recordándole constantemente las tragedias que habían tenido lugar aquel día. Davis negó violentamente con la cabeza.

Apretó los dientes con fuerte, y entre gruñidos trataba de deshacerse de aquellos pensamientos que cuanto más trataba de olvidar, más le acosaban. El joven abrió súbitamente los ojos, y propinó contra el espejo un puñetazo ante un ataque de ira repentina. Kyle escuchó el cristal estallar desde la planta baja, y de inmediato subió las escaleras dirigiéndose al baño en cuestión. Tocó la puerta con los nudillos para comprobar que el joven estuviese bien.

—¿Qué fue eso, Davis? ¿Estás bien? —preguntó tocando una vez más a la puerta. El joven soldado no obtuvo respuesta. —¡¿Davis?!

—Eh... Sí, sí, yo.. sí... estoy bien... —contestó tras varios segundos en silencio. —Se me ha caído un frasco de cristal de uno de los armarios. No es nada.

—Ah, ya veo. Bueno, ve dándote prisa, cuanto antes partamos mejor.

—Sí.

Kyle volvió a descender las escaleras para dirigirse al salón, quería ver la televisión y comprobar si las noticias estaban transmitiendo lo que sucedía en la ciudad. Davis agarraba su temblorosa mano derecha ensangrentada. Gota a gota su sangre caía derramada al suelo mientras el joven apretaba los dientes soportando el dolor. El espejo ya no reflejaba rostro alguno. Fragmentos de cristal yacían tirados sobre el lavabo y el suelo. Davis procuraba no pisar mientras se dirigía a un pequeño armario en el que guardaba un botiquín con algunas cosas para tratar la herida, en cuanto lo hiciese se terminaría de secar, se cambiaría de ropa, y se prepararía para partir en dirección a ese futuro incierto que tanto temía.

Kyle bajó el volumen de la televisión cuando un extraño sonido provino desde el exterior. Levantándose del sillón con fusil en mano, se dirigió a la zona trasera de la casa en dirección al jardín. Fue a abrir las puertas correderas de cristal que llevaban al lugar en cuestión, que para su sorpresa estaban con el seguro quitado. Simplemente estaban corridas hacia un lado, dando el falso aspecto de estar cerradas. 

No veía nada fuera a través de los cristales, por lo que con cuidado deslizó la puerta internándose en el jardín. La luz del sol iluminaba bien la zona. Solo veía flores, arbustos y algún que otro árbol, no parecía que un zombi pudiese ocultarse a primera vista. No eran lo suficientemente inteligentes como para esconderse y pasar desapercibidos.

Fue entonces que un leve movimiento atrajo su mirada hacia unos arbustos. Al momento pensó que era el viento, pero tardó unos segundos en percatarse que no había movimientos de aire alguno que pudiese mecer ni una sola brizna de hierba de aquel jardín. Sus ojos se centraron en aquel conjunto de matorrales. No había nada, pero al mismo tiempo había algo. No era capaz de percibir a simple vista el qué, por lo que simplemente decidió apuntar lentamente con su fusil a los matorrales, sin apartar la vista de ellos. Finalmente pudo verlo. Lentamente una monstruosa figura se comenzó a materializar. 

Un par de ojos rojos, y una amplia boca dentada pudieron ser percibidos por los ojos de Kyle. Lentamente aquel ser humanoide con aspecto de reptil comenzó a levantarse sobre sus patas traseras, extendiendo dos pares de brazos exponiendo una marcada musculatura. Dio un par de pasos saliendo de entre los arbustos, observando al soldado con ojos depredadores mientras movía lentamente a izquierda y a derecha una larga y gruesa cola escamosa. Kyle no pudo evitar fijarse en aquellos dedos largos en forma de garfios que podían cortar huesos y carne sin dificultad alguna.

Kyle arrugó el rostro ante la asquerosa visión de tan odiado ser. Ya se había enfrentado a otros de esa clase anteriormente. Eran unos auténticos hijos de puta come plomo. Su único punto débil era toda zona del cuerpo donde las escamas no le cubrieran, pues estas eran tan duras que le otorgaba la misma función que un chaleco antibalas. 

Inteligentes, salvajes, hábiles con la cola y las garras, eran capaces de cooperar entre varios de su misma clase, y ni que hablar de su problemática habilidad de mimetizaje. Unos instantes de silencio transcurrieron entre humano y criatura, quienes intercambiando miradas eran muy conscientes de la situación que se abría entre ambos. Matar o ser matado.

Una lluvia de balas salió despedida desde el fusil de Kyle hacia el ser reptiliano, quien en respuesta se giró dándole la espalda al soldado, cubriéndose de los tiros con su coraza. De un salto trepó a uno de los árboles más cercanos desplazándose por este con la ayuda de los garfios que tenía como garras. 

Kyle corrió tratando de rodear el árbol en busca de un punto descubierto de la criatura, quien intuyendo la acción del humano, lanzó un potente barrido de su cola en cuanto este se acercó al árbol. Evadiendo de un salto hacia atrás el golpe, una nueva serie de disparos fueron lanzados hacia el rostro parcialmente expuesto del monstruos, quien de inmediato se cubrió con uno de sus brazos. Los disparos fueron repelidos como la vez anterior.

Sintiéndose acorralada, la criatura trepó veloz por las ramas sintiendo como las balas del fusil  rebotaban contra sus escamas. Tan pronto como alcanzó la copa del árbol saltó hacia Kyle con sus garfios en alto, quien ante la tentativa de ataque se lanzó por el suelo realizando una voltereta para evadir el golpe. Tras efectuarla, se levantó para encarar con su arma a la criatura que se disponía ya en el suelo a lanzarse contra él. Un sonoro choque metálico se escuchó cuando Kyle tuvo que protegerse con el cuerpo del arma ante un veloz manotazo de la criatura. De no ser por la acción defensiva del joven, aquel manotazo hubiera desgarrado todo su rostro con extrema facilidad.

—¡Tsk! ¡Maldito cabrón insistente! —exclamó.

Kyle retrocedió varios metros liberando pequeñas ráfagas de la metralla de su fusil. En respuesta la criatura emitió un potente y desagradable grito. El sonido que emanaba desde lo profundo de su garganta era realmente insoportable, tentándole a soltar el arma para taparse los oídos. Aquel sonido podía compararse con el de alguien arañando una pizarra, solo que cien veces peor. Kyle sabía lo que venía ahora. Tras luchar contra varios monstruos de aquella misma clase, había aprendido el patrón de ataque de estas. 

La criatura corrió hacia su objetivo impulsándose con sus patas traseras y sus dos pares de manos, imitando a un animal cuadrúpedo a la carrera. El soldado, carente de cualquier lógica instintiva corrió hacia el monstruo, empuñando fuertemente su fusil. El reptil humanoide dio un extraordinario salto extendiendo sus cuatro fornidos brazos escamosos. En un abrir y cerrar de ojos acortó la distancia con su víctima, buscando caer sobre él y despedazarlo en aquel preciso instante.

Adelantándose a aquel ataque, Kyle se derrapó por el suelo apretando con fuerza el gatillo de su arma. Una hilera de proyectiles salieron disparados del cañón del fusil, directos al torso expuesto del ser que aún se desplazaba por el aire en pleno salto. El monstruo sobrepasó al joven soldado, precipitándose bruscamente contra el suelo, y rodando hasta unos matorrales cercanos. 

 —¡Chúpate esa cabrón! —exclamó con júbilo poniéndose rápidamente en pie.

La criatura se incorporó torpemente sobre el suelo. Siete orificios de bala se habían abierto por todo su torso. La criatura profirió un dolorido gruñido mientras su sangre se derramaba sin cesar.

—¡¡Kyle!! 

Davis llegó al jardín con escopeta en mano sorprendiendo al soldado y a la criatura.

—¡¡Vuelve dentro!! —advirtió con preocupación.

Davis apenas tuvo unos instantes para reaccionar a tiempo. Como un relámpago, y a pesar de su heridas, el monstruo saltó hacia el recién llegado, quien logró apartase de su trayectoria lanzándose hacia un lado. Como una bola de demolición el monstruo atravesó las puertas correderas ingresando al interior de la vivienda ocasionando algunos destrozos. Davis se reagrupó con Kyle rápidamente. La criatura herida observó al dúo, e irguiéndose sobre sus patas traseras comenzó a emitir una secuencia de gritos de distintos tonos y duraciones. Kyle no tardó en percatarse de lo que estaba haciendo. 

—Está llamando a otros de su especie. —reveló a su compañero.  Si hay algunos por la zona acabarán viniendo. 

—¡Tenemos que detenerlo!

El monstruo interrumpió su llamada cuando fusil y escopeta rugieron al unísono. El monstruo trató torpemente cubrirse, pero el salón era muy estrecho y lleno de obstáculos como para poder moverse con libertad. Su voluminoso cuerpo y gran tamaño también le dificultaba huir de los disparos en aquel lugar. Tan solo podía huir hacia el jardín. Cubriéndose como podía, saltó directo hacia los dos humanos que apretaban los gatillos de sus armas sin cesar. Davis y Kyle se apartaron de su trayectoria separándose el uno del otro. 

La criatura se giró hacia Kyle lanzando un manotazo tratando de decapitarle, pero este se agachó evadiendo la ofensiva enemiga. Tan rápido como lo evadió, retrocedió dando varios saltos y alzando nuevamente el arma para apretar el gatillo. Varios disparos dieron de lleno perforando el abdomen del monstruo. No tuvo tiempo de quejarse del dolor cuando un sonido a su espalda lo obligó a girarse. Un potente escopetazo perforó su torso lanzándolo violentamente contra el tronco del árbol que anteriormente trepó.
 
El monstruo trataba torpemente de incorporase apoyándose en el tronco del árbol. Sus atacantes lo encararon rápidamente con las armas alzadas. La sangre emanaba de sus heridas a borbotones, y estaba demasiado débil incluso para huir o defenderse. Todo lo que podía hacer era mostrarle los dientes al dúo entre gruñidos, como símbolo de resistencia a caer derrotado. De poco le valió cuando escopeta y fusil fueron disparados a bocajarro, acabando con su vida de inmediato.

—¿Ese era uno de los monstruos que mencionaste? —preguntó Davis acercándose con cautela al cadáver de la criatura. — Es increíble... Parece un hombre lagarto, o cocodrilo por las escamas. ¿Cómo puede existir algo así? —preguntó el joven tan maravillado como horrorizado. —¿Viste esos cuatro brazos? Están realmente musculados. ¿Y esos garfios que tiene por garras? Podrían cortarte como si fueras papel. Y no halemos de la cola, si te golpea con eso de seguro te rompe algún hueso. 

—Sí, es increíble. Espero que no nos encontremos con más cabrones de estos en un tiempo. —suspiró Kyle acercándose. —Hemos tenido suerte de que solo fuese uno, normalmente van en grupos y tienen a un líder.

—¿En grupo? ¿Líder? ¡¿Es que estos monstruos piensan?! —exclamó el joven muy sorprendido.

—Parecen tener un mínimo de inteligencia, por lo demás son como otros animales depredadores que cazan en manadas, igual que los lobos. Se camuflan con el ambiente y te acechan antes de atacar. —explicó Kyle. —Este no es el único, hay monstruos de otras clases. De entre los que he visto, estos son los más inteligentes y peligrosos en mi opinión. La capacidad de coordinarse y atacar en grupo, ese mínimo de inteligencia, o incluso la coraza de la que le dotan sus escamas, lo hacen oponentes difíciles de tumbar. —Kyle deparó en la mano vendada de Davis. —¿Y esos vendajes? 

—Me corté con el frasco que se rompió al intentar recoger los cristales. —respondió sin darle mas importancia.

—Ya veo. —respondió. Tenemos que irnos, puede que más cosas de esas vengan.

—Aún necesito coger una última cosa antes de irnos.

Ambos ingresaron nuevamente en el salón, ahora destrozado por la intervención de la criatura.

—Está bien, pero espabila. No quiero quedarme demasiado tiempo aquí y tentar a la suerte.

—No tardo. —contestó el joven.

Davis ascendió nuevamente por las escaleras a la planta superior. Ingresó a su habitación, y recuperó todo el equipamiento con el que había estado viajando. Ahora que se había duchado y cambiado de ropa, solo le quedaba una última cosa que hacer antes de abandonar para siempre el lugar que fue su hogar. Sus pasos se dirigieron nuevamente al dormitorio de sus padres. 

El joven dirigió su vista a los cuerpos sin vida que yacían en la cama. Aquella visión le hizo sentir una fuerte punzada en el pecho que lo forzó a desviar la mirada y resoplar. No podía de nuevo pararse a derramar lágrimas por la tragedia. No era momento para aquello, además de que no estaba siquiera seguro de que le quedara alguna más que derramar.

No quería estar allí mucho tiempo, cuanto antes saliera de aquella habitación mejor para él. Sus pasos lo llevaron a un ropero grande. Tras abrir sus puertas vio gran conjunto de ropa colgada en perchas, y bajo estas, un baúl amplio que el joven abrió. Álbumes y álbumes de fotografías permanecían allí guardados, e incluso algunos cuadros que tiempo atrás estuvieron colgados en las paredes de la casa. Davis era consciente de ello, y su mano se dirigió a un pequeño portafotos en cuestión que observó nada más agarrarlo.

Era una vieja fotografía familiar. De fondo se observaba el jardín de la casa, verde e iluminado por los rayos de la cálida primavera. En la imagen el jardín lucía mucho más bonito y cuidado de lo que actualmente estaba. Rosas, claveles, tulipanes y otras coloridas flores ocupaban el lugar en el que ahora se encontraban feos arbustos y matorrales. La pareja lucía con una sonrisa radiante uno al lado del otro. Su padre tomaba con una mano a su madre de la cintura, mientras esta apoyaba la cabeza en el hombro de su marido.

Junto a la pareja estaba el propio Davis con solo once años. El chico mostraba a cámara una amplia sonrisa, y una mirada juguetona. En la foto tomaba de la mano a una chica un par de años menor que él, con quien compartía algunos rasgos físicos. Se trataba de su hermana, Sara Taylor. Imitando a su hermano, la chica miraba alegremente a cámara.

—Una familia feliz... —Davis desmontó el marco y sacó la foto mirando detrás de esta. —Veintisiete de mayo del dos mil cuatro. Poco más de ocho años han pasado ya desde la foto. Que rápido pasa el tiempo, ¿verdad? —susurró el joven con una triste sonrisa mirando de reojo los cadáveres tendidos en la cama.

El joven guardó en uno de sus bolsillos la foto, junto al llavero que le regaló Tom. Tras recoger todo y cerrar el armario, se percató de como entre los libros de una repisa cercana sobresalía un papel. No se había fijado anteriormente en ello, por lo que se acercó a comprobar de que se trataba. Era un folio doblado a la mitad con algo escrito, una carta.

Cariño, si estás leyendo esto, perdónanos. No podíamos más. Ver tanto caos y muerte... El fin se avecina. Ya han llegado al barrio los monstruos. Hemos visto a nuestros vecinos y amigos más cercanos morir a manos de esas cosas, incluso ellos mismos transformados trataron de atacarnos, pero nos encerramos en casa y no pudieron entrar. 

Ahora, ahora los escuchamos. Están golpeando las ventanas y las puertas, con ese gemido tan espeluznante. No podemos más con esto. Sin amigos, sin familia, sin tu hermana, ni siquiera sabemos si tú estás bien... Si aún sigues de viaje o ya estás en la ciudad. Si aún estás vivo o muerto.

No podemos más. Estamos asustados. No sabemos que hacer. No sabemos a donde ir. No sabemos si debemos esperarte por si vuelves, pues quizás nunca lo hagas. Simplemente no podemos aguantar más. Aún siguen abajo aporreando la puerta, tenemos miedo de que entren. Ya es suficiente. Ya hemos aguantado demasiadas desgracias, y ahora esto. 

No podemos más, cariño. Tu padre y yo hemos tomado una decisión. Para evitar transformarnos en esas cosas y acabar haciéndonos daño entre nosotros, Davis, el suicidio es nuestra elección. Esa es la salvación que hemos elegido para nosotros.

Tu padre y yo somos conscientes de que no hemos sido tan buenos padres como deberíamos. No hemos estado muchas veces cuando nos has necesitado en momentos importantes de tu vida. Nunca te hemos dicho lo orgullosos que estábamos de ti, ni te hemos dado toda la atención y el cariño que necesitabas tras lo que sucedió hace ya tantos años, pero que aún recordamos como si fuese ayer mismo. 

Hijo mío, te pedimos de corazón disculpas por no haber sido los padres que debimos ser. Éramos consciente de como tu personalidad fue cambiando. Sabíamos que sufrías por dentro, pero aún así, decidimos ignorarlo engañándonos a nosotros mismos, justificándolo como algo de la edad, algo que pasaría con el tiempo, hasta que al final fue demasiado tarde. 

Naciste como un tipo de persona, pero acabaste volviéndote en otra muy distinta. Éramos conscientes de todos tus problemas, y aún así no actuamos por egoísmo, solo pensamos en nuestro propio sufrimiento. Tratamos de fingir ser una familia feliz y unida para auto engañarnos, aunque eso solo nos hería más, a nosotros y a ti. Hace mucho que no te hemos vuelto a ver sonreír feliz, y hace mucho que no hemos vuelto a escuchar tu risa, por lo menos delante de nosotros, entre estas paredes. 

Davis, no sabemos si estás vivo o muerto, pero si lo estás y si has vuelto a casa, te dejamos esta última carta, este testamento, para decirte desde lo más profundo de nuestro corazón, perdón. Perdón por todo lo que has pasado por nuestra culpa. Lo sentimos de verdad, hijo.

Si estás muerto nos reuniremos pronto contigo y con tu hermana, y si no ha sido en esta vida, espero que en la otra podamos estar los cuatro juntos y podamos ser los padres que no pudimos ser en vida. Si sigues vivo, y estás leyendo esta carta, o no, por favor, como última voluntad nuestra, sé feliz, no por nosotros, hazlo por ti. 

Empieza de cero. Sigue adelante sin importar las circunstancias. Conoce a gente, busca trabajo, vive experiencias, enamórate, forma una familia y ámala con todo tu corazón, no hagas lo que nosotros. No cometas nuestros mismos errores. Construye un futuro y una vida de la que puedas estar orgulloso y de la que disfrutar. Sonríe, y no dejes de buscar la felicidad. Vive. Con todo el amor de nuestro corazón.

Izan y Janeth Taylor.
Te queremos, Davis.


Un par de lágrimas descendieron por las mejillas del muchacho. Davis suspiró pesadamente antes de limpiárselas con el dorso de la mano. Entonces se sentó a los pies de la cama, aún con la carta en sus manos, y permaneció unos momentos observando la estancia de espalda a los cuerpos de sus padres. Tras tomarse unos instantes para controlar sus emociones, se puso en pie dejando la carta en la cama, y lentamente se marchó hacia la puerta. Agarrando ya el pomo, miró de nuevo a los cadáveres de sus padres.

—Os perdono. Yo también os quiero. —susurró el joven como última despedida. —Adiós.

Kyle había seguido viendo las noticias durante la ausencia de Davis. Antes de enfrentarse a la criatura en el jardín, había estado revisando los distintos canales de televisión. Tanto en los canales nacionales como en el local, emitían noticias sobre lo que sucedía en Stone City. Sin embargo en los canales nacionales, las noticias eran algo más difusas y se emitían a cuentagotas. En el canal de televisión local, las noticias se contaban con todo lujo de detalles, siendo lo único de lo que se informaba. El soldado no sabía hasta cuando podrían seguir emitiendo lo que sucedía en la ciudad, pero sin dudas aquel canal era el idóneo para saber exactamente que estaba sucediendo en Stone a tiempo real. 

Kyle pensó que el Gobierno de los Estados Unidos estaría usando su poder para controlar la información que salía de la ciudad y llegaba a los distintos medios de comunicación, aunque sin demasiado éxito. No podían controlar los medios de comunicación locales, pero sí podían hacer algo con los nacionales. Por internet, la gente de Stone se comunicaba con el exterior divulgando lo que sucedía en la ciudad por medio de las redes sociales, de aquella forma mucha gente estaba haciéndose eco de los sucesos. Las noticias hablaban de Stone City como un campo de batalla en el que el número de muertos y desaparecidos ascendían a miles. 

Kyle estaba preocupado. Hace unos momentos informaron de que la universidad explotó la noche anterior, aunque se desconocían los motivos. Y enormes hordas de zombis y criaturas varias habían logrado llegar hasta el centro de la ciudad atraídos por las masas de vivos que se confinaban en la base militar. Grupos de militares y cascos azules se habían agrupado para intentar frenar su avance. También se especulaba que las fuerzas policiales de Stone habían sido erradicadas. 

Las milicias que estaban confrontando a las hordas estaban levantando barricadas, y empleando armamento pesado, torretas, tanquetas e incluso explosivos. Kyle pensó que las cosas debían de estar yendo realmente mal para comenzar a usar armamento de esas características. No podía evitar preocuparse por su mujer y su hijo, quienes les esperaban en la base. Afortunadamente, esta estaba rodeada de grandes muros y otras defensas en caso de que las criaturas lograsen llegar a sus puertas. Las evacuaciones y rescates seguían llevándose a cabo por la ciudad, aunque muchos civiles iban por su cuenta a la base militar en busca de refugio.

Si hubo una noticia que lo alertó incluso más que el hecho de que las hordas llegasen al centro de la ciudad, fue la aparición de grupos militares no identificados que atacaban a los civiles y a los militares apostados en la ciudad. Se dedicaban a interceptar y asesinar a todo el que se dirigía a la base militar, aunque se desconocía el por qué de cometer aquellas atrocidades. La ciudad estaba sumida en el caos, se lamentó. ¿De dónde salía aquella milicia desconocida? ¿Por qué matar a gente inocente? ¿El Gobierno sabría algo sobre estos grupos armados?

Kyle apagó el televisor. No quería seguir viendo las noticias, estas no le daban más que disgustos. Kyle resopló. Iban a tener difícil el llegar al centro de la ciudad si tan mal estaban las cosas allí. Ahora comprendía por qué motivo no había tantos muertos vivientes por las calles, la mayoría estaba en el centro de la ciudad en busca de la gente que aún quedaba con vida.

—Parece que las cosas van mal. —comentó Davis sorprendiéndolo.

—¿Cuánto tiempo llevas aquí?

—Acabo de llegar. ¿Qué está pasando? Solo escuché lo de las milicias esas desconocidas que están asesinando a personas por la ciudad.

Kyle se rascó la nuca sabiendo que si le contaba acerca de la situación lo podría desanimar.

—¿Ya lo tienes todo? ¿Podemos irnos? —preguntó el soldado tratando de cambiar de tema.

—Sí, ya lo tengo todo. Será mejor que nos vayamos. —contestó el joven siendo el primero en marchar hacia la puerta.

Sin nada más que decir abandonaron la casa retomando el viaje a la base militar. De camino Kyle decidió contarle a Davis lo que habían dicho en las noticias. El joven se deprimió algo más al comprender que llegar a la base no sería un paseo agradable. Fue mientras continuaban andando y charlando cuando un fuerte sonido los alarmó desde el cielo. Una flota de helicópteros se acercaba volando sobre su posición.

—¿Son del Gobierno? —preguntó Davis alzando la voz.

—Lo dudo. —Kyle fijó entonces sus ojos en el helicóptero más cercano, viendo una imagen en uno de sus laterales.  Ese logotipo no lo había visto nunca.

—Es la cadena del ADN. —informó Davis. Es... gr... —el joven trataba de leer el nombre que lucía bajo el logotipo de los helicópteros que comenzaban a alejarse. No leo bien lo que pone.

Hasta una docena de vehículos aéreos con aquel logotipo sobrevolaron sus cabezas. Por medio de cadenas, algunos helicópteros trasladaban unas especies de cápsulas de acero de enormes proporciones. Sobre la superficie de estas, se veían números y letras escritas en blanco.

—Creo que se dirigen al centro de la ciudad. —teorizó Kyle. 

Entonces para sorpresa de ambos, un par de helicópteros se detuvieron en el aire, unos metros más adelante de donde ambos se encontraban detenidos. Las potentes aspas giraban con fuerza levantando una gran polvareda, forzando a Davis y Kyle a cubrirse el rostro y los ojos con sus manos. Con un sonido metálico, las cadenas se soltaron dejando caer una de las cápsulas y un gran cajón de metal. Con fuerza, estos cayeron al suelo formando un potente estruendo. Instantes después, ambos helicópteros comenzaron a alejarse abandonando rápidamente el lugar. 

—¿Qué demonios han soltado? 

—No lo sé. No te acerques, Davis. —aconsejó el soldado aproximándose con cautela a la cápsula de acero.

Kyle recordó a la milicia no identificada de las noticias. Sospechaba que aquellos helicópteros podían estar relacionados con ellos, por lo que prefería ser él quien comprobase de que se trataba todo aquello. La capsula tenía el nombre de Acteon inscrita en ella. Podía ver alguna clase de dispositivo con un monitor, y unas luces intermitentes rojas. Entonces, estas comenzaron a cambiar su tonalidad a una verde y fija. Cuando la última de ellas se puso de aquel color, la cápsula comenzó a emitir un ruido y a abrirse lentamente.

—¡Davis, quédate atrás! —advirtió el soldado vislumbrando una silueta en el interior de la cápsula. 

El joven vio al soldado alerta y alzando su arma, por lo que él decidió imitarlo desenfundando sus pistolas. Un gruñido se escuchó desde el interior de la cápsula, y Kyle pudo ver a la figura moverse. Tan pronto como la cápsula se abrió, el ser de su interior salió dejando boquiabiertos a la pareja. 

Se trataba de un ser humanoide que lucía como un hombre joven, de algo más de dos metros y medio de altura. Era de complexión delgada, pero increíblemente musculado. Desnudo, su cuerpo estaba cubierto por multitud de cicatrices de distintas longitudes y profundidades.  Carecía de órganos reproductores, y vello corporal. Su cabeza estaba también descubierta de pelo.

Los dedos de su mano izquierda se habían convertido en unas duras y afiladas garras óseas de al menos treinta centímetros de longitud, mientras que su mano derecha lucía normal. A Davis y Kyle les atraía la atención principalmente su rostro, el cual estaba plagado de feas cicatrices. Sin embargo, no era aquello lo que llamaba la atención de ambos, más bien se trataba de los ojos de la criatura. 

El ojo izquierdo inyectado en sangre, se movía alocadamente en todas direcciones, casi como si tuviese vida propia. El derecho, el derecho era aún mas extraño... Kyle tuvo que fijarse muy bien para percatarse de que aquello no era un ojo real, sino lo que aparentemente parecía, la lente de cristal de una cámara.

—Un arma Bio-Orgánica... —susurró un Kyle completamente asombrado. —Entonces, todo esto podría ser...

La criatura había permanecido inmóvil, hasta que finalmente se movió. Sus pasos se dirigieron al cajón de acero, el cual abrió bruscamente para acceder a su contenido. Los ojos de Kyle se abrieron de par en par al ver de que se trataba. Un arma con un enorme poder destructivo. Se trataba de una Gatling equipada con una tremenda caja metálica que se equipaba a la espalda, y que contenía la munición de aquel letal arma. 

Kyle no se lo pensó y abrió fuego antes de que la criatura se hiciese con el arma. Esta en respuesta, dejó lo que estaba haciendo al sentir las balas del fusil militar perforando su costado. No mostraba signo alguno de dolor ante los disparos. El monstruo gruñó y dirigió su atención al dúo, al que empezó a dirigirse a paso ligero.

—¡¡Cuidado, Davis!! ¡¡Mantente detrás de mi!!

—¡¡De acuerdo!!

Sus pasos se aligeraban cada vez más y más, acortando los metros que lo separaba de los humanos. Entonces la caminata se volvió una carrera hacia sus objetivos, y alzando su garra saltó hacia ambos chicos buscando empalarlos en el sitio. Davis y Kyle se separaron a tiempo, evitando que la criatura cayese sobre ellos. Con un rugido, esta se alzó en el sitio lanzando un veloz golpe con su garra en dirección al militar. 

Kyle se agachó evadiendo el golpe, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda ante la idea de que tan solo un segundo de duda hubiese terminado con él perdiendo la cabeza. El soldado se impulsó hacia atrás alejándose dando pequeños saltos. Varias ráfagas de proyectiles salieron disparados hacia el abdomen del humanoide. Haciendo caso omiso al dolor de las balas que perforaron su estómago, se encaminó de nuevo hacia el hombre armado. Pasos lentos, pero decididos. 

Davis apareció por su espalda disparando con sus pistolas. Varias balas perforaron de lleno la espalda del monstruo, pero este no reaccionó de ninguna manera al dolor. Como un relámpago, la criatura hizo un movimientos brusco girándose, y trató de atrapar al joven con su mano derecha. Por puro instinto, el joven dio un gran salto hacia atrás evitando que aquella gran mano lo atrapase. Sin embargo, la ofensiva no quedó ahí. No contento con que el chico se le escapara, el humanoide dio una gran zancada acortando la distancias. 

La garra chirrió al rozar contra el asfalto, y como si de un gancho alto se tratase, esta ascendió hacia el mentón del joven. Davis ladeó el torso evitando que aquellas afiladas prolongaciones lo abriesen en canal, por tan solo unos escasos centímetros. Davis retrocedió rápido. Varios proyectiles de 9 milímetros perforaron la garganta y el hombro izquierdo de la criatura. En respuesta, esta encajó una patada en el abdomen del muchacho, lanzándolo a varios metros de distancia contra un vehículo cercano.

—¡¡¡DAVIIIIIIIS!!! —gritó el joven soldado. —¡Davis, responde! ¡Levántate!

El joven no respondía. Le preocupaba que aquel golpe lo hubiese matado. ¡Maldita sea! Kyle no sabía como combatirla. No importaba cuanto le disparasen, ni quiera parecía sentir las balas perforando su cuerpo. ¿Acaso era inmortal? Aquella condenada cosa estaba a otro nivel respecto a los monstruos con los que se enfrentó anteriormente. Parecía imparable. Kyle apretó nuevamente el gatillo, perforando la nuca y la espalda del monstruo, quien impasible, se giro dirigiendo sus pasos hacia él.

—¿Qué demonios eres, maldito engendro?

Abdomen, nuca, garganta, costado, hombro y pecho fueron perforados por las pistolas de Davis y el fusil militar de Kyle, y aún así aquel monstruo continuaba en pie. ¡¿Qué demonios había que hacer para matarlo?! Kyle apretó los dientes tensando la mandíbula. Su fusil no dejaba de escupir proyectiles contra el abominable ser. Necesitaba encontrar otra forma de atacar. Necesitaba algo más potente. ¡¡Eso es!! Acababa de recordar que aún le quedaba una. El joven se llevó la mano a su cinturón para comprobar que aún le quedaba una granada. Debía de encontrar la oportunidad para lanzársela.

Davis comenzó a reaccionar, soportando en silencio el dolor de su abdomen y espalda. Con dificultad, se puso en pie viendo como el humanoide se aproximaba a Kyle. Enfundó las pistolas y agarró su escopeta, arma que le había amortiguado parcialmente el impacto contra el coche. Kyle efectuó una rápida recarga de su fusil y apuntó al ser que se dirigía lentamente a él. 

¡¡¡¡¡BAAAAAAAAAAAM!!!!! 

Un potente escopetazo impactó de lleno en la espalda de la criatura deteniéndola por unos instantes. Kyle se apresuró a apuntar con su fusil una vez efectuada la recarga. La criatura, percatándose de la tentativa de ataque del soldado cambió de objetivo. Con un potente rugido corrió hacia el soldado, quien de inmediato colocó el dedo en su gatillo dispuesto a...

—¡¿Pero qué demonios?!—exclamó el soldado incapaz de disparar.

Con una velocidad y agilidad sorprendente, la criatura corrió a gran velocidad zigzagueando haciendo imposible que Kyle tuviese un disparo claro. No podía dejar que se acercara, de lo contrario lo empalaría con la garra. Menos de veinte metros quedaban entre su localización y la de la criatura.

—¡¡¡DAVIS, USA LAS PISTOLAS!!! —gritó al chico a lo lejos.

—¡¡¡DE ACUERDO!!!

Davis cambió la escopeta por las pistolas. Varios proyectiles fueron liberados con cuidado de que una bala perdida no impactase en Kyle. El soldado abrió fuego, y la criatura dio un salto tremendo sobre un vehículo estacionado en el margen izquierdo de la calle, aplastándolo y reventando todos sus cristales. Ante la incesante lluvia de disparos, la criatura ejerció un segundo salto a un vehículo estacionado en el margen derecho de la calle. Nuevamente repitió el movimiento, saltando hacia un tercer vehículo estacionado en el margen izquierdo.

En tan solo unos momentos aquella cosa recorrió toda la distancia hacia el soldado, evadiendo todos los disparos. Finalmente logró ponerse a la altura de su objetivo. El rostro de Kyle se desencajó cuando la criatura, sobre el vehículo, flexionó las rodillas mientras lo miraba directamente a los ojos. El soldado lo entendió de inmediato. Se impulsaría contra él llevándoselo por delante.

El monstruo rugió, y la criatura se impulsó saliendo volando como una bala hacia Kyle. De no ser por un traspiés que lo hizo caer de culo al suelo, hubiese acabado hecho trizas. Al no chocar contra el cuerpo del soldado, la criatura impulsada como una bala de cañón atravesó el muro de una vivienda cercana creando un enorme boquete en su estructura.

El joven asustado se levantó rápidamente. Por un momento pensó que iba a morir de no ser por aquel golpe de suerte. Davis se acercó rápidamente a Kyle. El tejado de la vivienda saltó por los aires cuando la criatura apareció de un salto creando un agujero en el techo. El monstruo dio un potente grito al salir del agujero que hizo en el techo, y de inmediato su mirada se encontró con el soldado y el joven, quienes armados le apuntaban a unos metros desde el suelo.

No solo Kyle, Davis también estaba aterrorizado. Aquel monstruo era aparentemente inmortal, pues había sobrevivido a una gran cantidad de disparos de distintos calibre en diversas zonas de su cuerpo sin inmutarse ante estos. No se detenía. Su fuerza, velocidad y agilidad eran increíbles, por no hablar de que poseía algo de inteligencia al haberse adelantado a algunos de sus ataques. Aquello era un auténtico monstruo. Ambos intercambiaron miradas.

¿Debían de huir? ¿Tal vez permanecer aún luchando con la insana esperanza de derrotar a semejante abominación? Peor aún... ¿Lograrían sobrevivir ante semejante criatura enloquecida? Las manos de Davis temblaban mientras permanecía con sus pistolas alzadas. Estaba cansado y dolorido. Kyle tensaba mucho la mandíbula a la vez que mostraba un entrecejo bien fruncido, y su frente se llenaba de gotas de sudor. Lo tenían crudo. Aquel ser no les dejaría escapar, y lo sabían. Necesitarían de un milagro para tumbar a ese tragaplomo.

La criatura dio un paso, y luego otro, y otro más, hasta que tranquilamente de un salto bajó del tejado al suelo. Ambos tragaron saliva nerviosos. Aquella actitud tranquila por parte de la criatura la hacía aún más terrorífica ante ellos. Era como si pudiese oler o sentir el miedo en en ellos. Inteligentemente, era como si lo disfrutara, mostrándose tranquilo y seguro ante el desenlace de aquella batalla, subestimando a aquel par de mequetrefes armados que pronto serían aplastados como unos despreciables y débiles insectos bajo su pie. Kyle y Davis sin dejar de apuntar comenzaron a retroceder, viendo como este se preparaba para salir del terreno de la casa por el boquete que hizo al impactar contra el muro de ladrillos que la rodeaba.

—¿Qué hacemos, Kyle?

—No... No estoy seguro, Davis...

—¿Y si huimos?

—No tiene sentido. En cuanto nos giremos nos alcanzará corriendo y nos empalará por la espalda.

Davis no supo que contestar, estaba nervioso. Su mente no dejaba de dar vueltas buscando alguna alternativa, pero ninguna se le ocurría.

—Entonces... Solo podemos luchar... —comentó el joven.

—Necesitamos de un milagro para salir con vida, Davis.

—Sí, soy consciente.

La criatura salió tranquilamente por el boquete y se detuvo unos instantes viendo como sus enemigos continuaban retrocediendo con sus armas en alto, sin darle la espalda tratando de mantener distancias con él. Entonces aquel ser desvió su camino para acercarse a paso ligero hacia un conjunto de vehículos cercanos mal estacionados y abandonados por sus dueños. Tras llegar a estos se detuvo y miró una vez mas al dúo.

—Ten cuidado, Davis, parece que planea algo...

—Estoy preparado.

Ambos detuvieron sus pasos tras considerar haberse alejando lo suficiente de la criatura, y con sus armas listas y los dedos en los gatillos esperaron a ver su próximo movimiento. El humanoide miró al vehículo mas cercano, y encorvándose ligeramente agarró con la mano derecha el morro de este deformándolo con los dedos de sus manos. Entre gruñidos comenzó a levantar el vehículo poco a poco, haciendo que las ruedas se elevasen del asfalto de la carretera.

Kyle vio su oportunidad.

—¡¡Davis, dispárale!! ¡¡Ahora!! —ordenó el joven soldado.

El joven comenzó a apretar rápidamente los gatillos de sus pistolas liberando una rápida lluvia de metralla contra el perfil izquierdo de la criatura. Los disparos dieron de lleno en muslo, costado, brazo, hombro y cuello, pero aún así, aquel hijo de la gran puta apenas se inmutaba. Kyle sacó la granada de mano que aún guardaba, era la última y ya sabía con que usarla.

—¡¿Una granada?! —exclamó el joven sorprendido. —¡¿No nos alcanzará la explosión?!

—Tendremos que correr en cuanto la lance para alejarnos todo lo posible. —contestó el hombre quitando la anilla. —¡Trágate esto, cabronazo! —exclamó instantes antes de tirarla hacia la figura de la criatura que ya alzaba el vehículo por encima de su cabeza preparado para lanzarlo. —¡¡Corre!!

El dúo se alejó tanto como pudo. Necesitaban alejarse de la explosión para no ser afectados por esta. Si aquello no lo mataba... No, aquello debía de matarlo, seguro. ¿Qué podía sobrevivir ante una explosión de una granada? La criatura descendió la mirada al suelo al ver un objeto pequeño rodar hasta sus pies. Ladeó la cabeza como si tratase de comprender que era aquel pequeño objeto rodante, fue entonces cuando este reventó desencadenando una potente y sonora explosión que hizo estallar los coches cercanos. Davis y Kyle detuvieron sus pasos y se giraron para ver el resultado. Nada quedaba. A causa de la explosión los vehículos reventaron y la zona era pasto de las llamas. Aquello y las negras columnas ascendientes de humo era lo único que se observaba. Ni rastro del monstruo.

Davis y Kyle jadeaban agotados, pero a pesar de ello una sonrisa se dibujó en el rostro de ambos. Por fin, por fin acabaron con aquel hijo de la grandísima puta de una vez por todas. La amenaza había sido erradicada, podían estar tranquilos. Kyle miró a Davis colocando la mano en su hombro antes de alzar el pulgar con una sonrisa en el rostro. El dúo no pudo evitar reír de alegría al haber logrado sobrevivir a aquel combate. Pero entonces, las risas de Davis cesaron y su sonrisa quedó fulminada.

—¿Qué sucede, Davis? —preguntó Kyle a medida que su alegría iba desapareciendo rápidamente.

Davis sin decir nada alzó el dedo señalando en una dirección. 

—Dios... —susurró Kyle al mirar y hallar rápidamente la fuente de la preocupación del joven. —Es... imposible... ¿Cómo?...

Las columnas de humo comenzaron a desvanecerse, y entre las ardientes llamas una silueta oscura podía apreciarse. En pie, aún sosteniendo el vehículo calcinado sobre su cabeza, el monstruoso ser permanecía impasible ante las ardientes llamas. 

—Es un demonio... —susurró Kyle.

—¡¡Cuidado!! —advirtió Davis cuando la figura procedió a lanzar el vehículo contra ellos.

Como un pesado y gigantesco proyectil, el coche salió disparado atravesando las columnas de humo en dirección a donde los dos chicos se localizaban. Kyle empujó a Davis al suelo instantes antes de lanzarse él también evadiendo el gran objeto arrojadizo. El vehículo cayó a una distancia peligrosa del dúo antes de rebotar y empezar a ejecutar una serie de vueltas de campana en el aire para acabar por colisionar contra otro vehículo próximo. Davis y Kyle quedaron tan impresionados como horrorizados ante la fuerza de semejante ser al utilizar un coche como arma arrojadiza.

—¡¡Kyle, detrás de ti!! —advirtió Davis aún tendido en el suelo.

Tan rápido como pudo, el soldado se levantó y volteó con el arma entre sus manos. Sin embargo, la cercanía con la criatura era tal que tan solo con extender el brazo podía tocarlo. Tratando de vencer a su impresión, ascendió la mira del arma contra el rostro de la criatura dispuesto a apretar el gatillo, pero antes de poder hacerlo siquiera, su fusil fue rápidamente arrebatado de sus manos. Aquel ser tomó el arma del soldado, y empleándolo como una porra golpeó las piernas del soldado devolviéndolo al suelo. Gritando de dolor nada pudo hacer cuando la culata de su arma impactó sobre su cabeza, dejándolo inconsciente en el acto.

—¡¡¡KYLEEEEEEE!!! —chilló el joven completamente aterrorizado.

Dejando escurrir el cañón del fusil entre sus dedos, el gigante elevó su pie localizándolo sobre la cabeza del soldado inconsciente, dispuesto a reventarle el cráneo como si fuese una sandía. Pero cuando se disponía a hacerlo, unas malditas moscas representadas como balas de nueve milímetros le incordiaron perforándole el cuello. El humanoide vio entonces al otro chico en pie disparándole con sus pistolas. 

Ante un arrebato de ira desistió del soldado y corrió hacia el joven, que debido a la corta distancia nada pudo hacer cuando la mano del monstruo lo agarró del cuello elevándolo en el aire. No podía hacer nada. Sus pies no tocaban el suelo, y su respiración se iba cortando cuanto más se cerraba esa mano en torno a su cuello. Iba a morir, pensó perdiendo la conciencia. Ya todo lo que veía era negro, no había forma de resistirse. Era el fin.

Una explosión. Un golpe. Dolor. Voces. Su cuerpo se movía, alguien le tocaba. Olores, sensaciones, sonidos. Apenas sus sentidos estaban despiertos como para comprender que sucedía. No entendía lo que estaba pasando, solo sabía que no había muerto. El aire llenaba nuevamente sus pulmones, y extrañas voces acudían a sus oídos. ¿Le rescataron? ¿Quién? ¿Y Kyle? ¿Cargaban con él? ¿Murió el monstruo? ¿Qué sucedía? Aquellas preguntas invadieron la mente de un joven que apenas tenía un leve hilo de consciencia, pero para su desgracia ninguna de estas obtuvo respuesta. Antes de que pudiese darse cuenta, aquel leve rastro de consciencia se desvaneció hundiendo su mente en una negra oscuridad.

Un pesado silencio cayó, y el tiempo transcurrió. El humanoide tendido en el suelo tras haber sido víctima de un ataque sorpresa, abrió los ojos. Lentamente se incorporó. Sus objetivos ya no se encontraban allí. Debía de proseguir con su misión, por lo que lentamente se encaminó hacia el cajón metálico en donde la Gatling descansaba a la espera de ser equipada junto a su gran cajón metálico de munición. Había recibido una gran cantidad de daño en una gran parte de su cuerpo, prácticamente en el sesenta por ciento de este. 

Hombros, abdomen, piernas, brazos, cuello, y espalda, entre otras zonas. Aquel daño había sido ocasionado por proyectiles de pistola, fusil y escopeta, además de una granada. Las quemaduras de las llamas originadas por la explosión de esta y los vehículos cercanos, así como los daños recibidos por parte de un arma desconocida con una tasa de daño similar a la granada que le lanzó el soldado también eran algo a tener en cuenta. Muchos de sus órganos internos estaban dañados, pero aún así, su cuerpo había comenzado a regenerarse. Mientras no superase la tasa crítica de daño físico que podía recibir, su cuerpo se regeneraría automáticamente de manera natural por los efectos del virus de su cuerpo.

La criatura se equipó con la Gatling dispuesto a continuar con la misión para la que lo habían programado, pero sus oídos se hicieron eco de un sonido cercano que lo alarmó. Rápidamente giró la cabeza para ver a una mujer de cabellos castaños, quien con un rostro de puro terror se le heló la sangre en cuanto la criatura puso aquel ojo rojo enloquecido sobre ella. Sin dudas, la mujer debió de sentirse la persona más desgraciada del mundo, cuando oculta como una simple espectadora ante lo que varios minutos atrás había sucedido entre la criatura y aquellos chicos, había descubierto su posición al pisar por accidente una lata de refresco al tratar de huir sin hacer ruido. La criatura se acercó a ella a paso ligero.

—¡¡¡Arrrrrggggghhhhh!!! —gritó la joven mujer cayendo al suelo aterrorizada.

Para la sorpresa de la criatura, la mujer no parecía estar sola. Alzando la mirada a lo lejos, pudo observar a un grupo de cuatro individuos doblando una esquina accediendo a la calle en la que él y la mujer se encontraban. Los analizó con detenimiento. Dos hombres y dos mujeres le apuntaban con sus armas alzadas.

—¡¿Pero qué coño es eso?! —exclamó la mujer de rasgos asiáticos.

¡¡¡SOCORROOOOO!!! —suplicó la de cabellos castaños que gateaba marcha atrás sobre el asfalto alejándose de él.

¡¡¡RODEADLO, ATACAD EN TODAS DIRECCIONES!!! —ordenó un hombre calvo al resto del equipo.

Un nuevo combate estaba por librarse. Su cuerpo aún continuaba en proceso de regeneración, pero podría con ellos. Esta vez no los dejaría escapar como a los otros. Acabar con todos, aquella era su misión. El deber que se le encomendó era asesinar a todo ser humano que no perteneciese a la empresa que lo creó, ya fuesen civiles o soldados. No era más que un monstruo nacido para matar, y como tal haría su cometido. 

Poseía cierto grado de inteligencia, cierto grado de consciencia. Contaba con habilidades sobrehumanas, y conocimientos de combate. Dependiente de sus creadores, él era el arma bio-orgánica por excelencia, la más desarrollada y cualificada por sus creadores respecto a las otras criaturas. Viendo colocándose a sus nuevos adversarios listos para el combate, esta vez optaría por acabar rápido con ellos empleando su Gatling. Debía de asesinarlos, a todos.



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