Big Red Mouse Pointer

jueves, 28 de febrero de 2013

NUESTRA HISTORIA: JUEGO DE LA SUPERVIVENCIA

NUESTRA HISTORIA: JUEGO DE LA SUPERVIVENCIA
CAPÍTULO 7 - LA MUERTE VA DE NEGRO Y CON UNA GATLING EN MANO

11 de junio del 2012
16:00 de la tarde

Nicole,Emi,Alan y Morís caminaban por la calle,hacia unas horas habían entrado en la armería de la ciudad y cogieron un arsenal,no quedaba mucho,algunas armas y munición,todos cambiaron su arsenal básico menos Alan,quien decidió que estaba bien solo con su típica P226,al llegar se fijaron que ya habían saqueado antes la armería,en el hospital habían cogido algunas medicinas y decidieron continuar hacia el centro de la ciudad,aun que no era lo mas seguro,no sabían como estaba eso lleno de zombies,pero si sabían que allí estaba la salvación.

Aun estaban los cuatro con un mal sabor de boca por el cadáver de Tom y estaban casi todo el rato en silencio,nadie tenía muchas ganas de hablar,pero ese silencio que había en el grupo se cortó tras escuchar un grito femenino pidiendo ayuda,los miembros del grupo se miraron entre ellos,desenfundaron sus pistolas y corrieron al lugar de donde procedía,doblaron la calle en la que estaban y una vez llegaron al sitio,una calle llena de edificios con grandes cristaleras, pudieron ver a una mujer tirada en el suelo,gritando,mientras un coloso de negras botas y vestimenta se acercaba a ella a paso lento,pero decidido,aquel ser era robusto,con un ojo cosido,mostraba una dentadura que carecía de labios y portaba una ametralladora gatlin en una de sus manos.

¡Oh Dios mio!... - pronunció Nicole al tiempo que comenzaba ella y el resto del grupo a bajar poco a poco las pistolas mientras miraban asombrados y aterrorizados a aquel ser de negra vestimenta

La chica del suelo miró hacia atrás y vio al grupo,entonces se levantó y corrió hacia ellos - ¡¡Ayudadme,por favor,ayudadme!! - gritaba la chica mientras corrian,entonces aquel montruoso ser lanzó un poderoso rugido y levantó la gatlin.

¡Cuidado! - gritó Nicole mientras corría hacia la chica,el grupo se puso alerta y corrió hacia el edificio lleno de oficinas,Nicole cogió de la mano a la chica y corrió lo mas rápido que pudo hacia Morís,Alan y Emi,quienes entraron en el edificio,el monstruo colocó su dedo en el gatillo y la gatlin comenzó a disparar una enorme cantidad de balas por segundo,Nicole llegó con la mujer al interior del edificio,el cual no parecía un buen escondite ya que estaba llena de cristaleras y se podía ver su interior,una vez todos dentro,se cubrieron detrás de las columnas del edifico.

¡A cubierto! - gritó Morís al tiempo que una lluvia de balas comenzaron a atravesar todos los cristales y a perforar el inmoviliario de la planta baja de aquele dificio de oficinas. Una vez que las lluvia de balas cesó,Emi quien estaba cubierta tras una columna y con arma en mano como el resto,se asomo y pudo ver como aquel monstruo caminaba lentamente hacia el interior del edificio donde se ocuultaban,sujetando la gatlin.

¿Alan que hacemos? - gritaba la rubia mientras miraba a su jefe el cual no sabía como reaccionar,tras unos segundos pensando,gritó al grupo que se movieran disparando al monstruo de oscura vestimenta mientras salían por la salida de emergencias de la planta en la que se encontraban.

El grupo corrió hacia la salida sin dejar de disparar a aquel monstruo.

¡Vamos,vamos,no os detengais!- gritaba Nicole sin dejar de correr junto al resto,ladeaban todos el cuerpo hacia atrás disparando las armas,las balas no parecían apenas hacerle daño a aquella criatura,la cual seguía andando hacia ellos,la chica que salvaron antes intntó abrir la puerta de salida,pero estaba cerradacon un candado.

¡¡Esto no se abre!! - gritó la mujer nerviosa forcejeando con el candado.

Nicole,Emi,Alan y Morís se agruparon,todos decidieron dispararle con todo lo que tenían,Morís desenfundo su revolver python 357,Nicole se alejó del grupo,se fue al fondo con la chica y uso el rifle francotirador dragunov que llevaba a la espalda para disparar con precisión a la cabeza del monsruo,Emi uso su fusil p90 y Alan su P226,todos disparaban a todo el cuerpo de la criatura,pero esta no paraba de avanzar lentamente hacia ellos,las balas seguían perforando el cuerpo de la criatura,pero a pesarde eso no se detenía,entonces aquel ser volvió a ponerse en posición para disparar su gatlin.

Nicole tras ver que la chica no podía abrir la puerta y estaban a punto de ser acribillados decidió colocarse de nuevo en la espalda su rifle francotirador y desenfundó la pistola M92F que llevaba en el bolsillo y disparó al candado el cual cayó enseguida al suelo,Nicole abrió la puerta de una patada y ordenó a todos a retroceder,mientras lo hacían la gatlin comenzó a a girar,todos pasaron y cerraron la puerta,nada mas hacerlo,aquel ser quitó el dedo del gatillo,pegó un fuerte rugido y corrió hacia la pared,el grupo salió corriendo por un callejón trasero,pero cuando estaban al salir del callejón escucharon un fuerte golpe detrás de ellos,entonces se giraron y vieron como la criatura atravesó la pared dejando un agujero en ella,entonces aquel monsturo los miró y corrió hacia ellos

¡Corred! - ordenó Emi,sin pensarlo todos salieron del callejón y salieron a una carretera que se dividía en varias calles,la carrtera estaba llena de coches abandonados,miraron todos hacia todas partes y Morís indicó un camino cualquiera con el dedo y cuando todos fueron a seguir ese camino,Emi gritó de terror mirando hacia Alan,quien se encontraba detrás en el grupo,Nicole,Morís y la otra chica miraron hacia atrás. ¡Alan! - gritó Nicole al tiempo que desefundaba su arma,Alan sintió un escalofrío detrás de él tras sentir a su espalda una enorme presencia,el jefe de policías quien llevaba las gafas de sol puesta se las quitó tirándola al suelo y lentamente comenzó a girarse,al hacerlo vio a pocos centímetro de él la vestimenta negra de aquel ser y poco a poco comenzó a subir la cabeza hacia arriba para mirar el rostro de aquel ser,este ser alzó la mano hacia arriba.

¡Alan retrocede! - gritaba muy nerviosa Nicole,no podían disparar sin darler seguramente a Alan,el monstruo agarró al petrificado Alan de lacabeza con fuerza y lo elevó,Alan intentaba soltarse,sus pies ya no tocaban el suelo y lo único que veía era la dentadura sin labios del monstruo y su único ojo con el cual le observaba,entonces Alan comenzó a sentir una fuerte presión,mas y mas fuerte en la cabeza mientras el monstruo le miraba a la cara,Alan gritaba de dolor y no paraba de retorcerse cuando la presión fue tan fuerte que la gran mano de aquel ser reventó la cabeza de Alan delante de Emi,Morís,Nicole y la otra chica,chorros de sangre salpicaron a todos lados,después el monstruo abrió la mano y dejó caer el cadaver ensangrentado de Alan y lo que quedaba de su cabeza aplastada e irreconocible.

¡¡Dios mio!! - gritó la chica que estaba detrás de los tres policias,todos comenzaron a retroceder,completamente pálidos y temblorosos al contemplar semejante escena,la criatura los miró y avanzó hacia ellos aun con la gatlin en la otra mano,pasando por encima del cadaver de Alan,las manos de los tres policías temblaban,no podían calmar el miedo que sentían

Entonces aquel ser colocó la mano en dirección a Emi y de la palma de la mano apareció un largo tentáculo que fue en dirección a Emi,esta para cuando fue a raccionar,el tentáculo se enrollo en su cuello y con fuerza comenzó a atraer a Emi hacia el monstruo,ella hacía fuerza en dirección contraria a la que el montruo la atraía,la chica gritaba ayuda sus compañeros,los cuales tardaron un poco en reaccionar,apuntaron con sus pistolas al monstruo y le dispararon,pero sin éxito,entonces Morís sacó de su fundade cuchillo un cuchillo de combate y corrió hacia el tentáculo y comenzó a cortarlo,el monstruo pareció sentir el dolor ya que gritó y el tentáculo se soltó del cuello de Emi volviendo al interior de la palma de la mano del monstruo.


Emi se puso en pie con la ayuda de Morís,estos fueron corriendo hacia Nicole y la otra chica,el monstruo dejó la gatlin en el suelo y corrió hacia el grupo,el cual intentaba escapar,Nicole se giró mientras los demás corrían y disparó al monstruo,el cual corría a una gran velocidad y nada mas llegar a Nicole la golpeó con el brazo derecho lanzándola por los aires,Nicole cayó al suelo,a varios metros del monstruo,esta se retorcía de dolor en el suelo y el monstruo se aproximaba a ella,cuando llegó a ella la cogió por el cuello y la alzó en el aire,los pies de Nicole no tocaban el suelo,la chica se llevó la mano a la funda del cuchillo que tenía en la pierna,rapidamente sacó el cuchillo y se lo clavó de la mano con fuerza el monstruo sintió el dolor del filo del cuchillo y nada mas sacar Nicole el cuchillo de la mano del monstruo,este la soltó tirándola de nuevo por los aires,Nicole atrrizó encima de un coche.

Emi y Morís disparaban al monstruo mientras gritaban a Nicole que fuera con ellos y así hizo,la rubia corrió hacia ellos mientras sentía su cuerpo dolorido,el monstruo corrió hacia ella mientras se acercaba a sus compañeros,entonces la chica de pelo castaño y largo que acompañaba a los agentes de policía,vio un camión con barriles explosivos y se acercó a él,comenzó a bajar los barriles uno a uno,Emi se dio cuenta y rapidamente supo que quería hacer,por lo que fue a ayudarla mientras Morís y Nicole luchaban contra el monstruo,tras bajarlos 6 barriles explosivos,los hicieron rodar hacia el monstruo,Nicole y Morís se percataron de los barriles,ambos se miraron y asintieron con la cabeza,estos dos retrocedieron mientras Emi les cubría,el monstruo continuó andando hacia ellos ignorando los barriles,una vez que todos se reunieron y estaban lejos de los barriles,el monstruo corrió hacia el grupo,Nicole cogió su rifle francotirador y en cuanto el monstruo paso entre todos los barriles apuntó a uno de ellos.

¡Chupate esta hijo de puta! – pronunció Nicole antes de apretar el gatillo,tras disparar una enorme explosión lanzó por los aires al monstruo hacia atrás,los coches que estaban cerca volaron por los aires explotando y callendo en la carretera volcados y cortándola.

¡Ahora,vamonos! - gritó la chica de cabello castaño mientras corría en una dirección cualquiera,los tres agentes de policías la siguieron,antes de perderse los cuatro en un callejón,Nicole pudo ver como la criatura recogía la gatling del suelo y se iba andando en dirección contraria a ellos.




sábado, 23 de febrero de 2013

NH2: Capítulo 001 - Prólogo

PRÓLOGO

GÉNESIS DEL APOCALIPSIS PARTE 1

La primera gota de lluvia cayó sobre la tierra desprendiendo un vapor blanquecino que no tardó en desaparecer entre las fuertes corrientes de viento. El cielo oscurecido por las nubes de toxicidad y radiación comenzó su llanto ácido, fruto de la naturaleza marchita de aquel lugar. Las montañas, antes verdes y frondosas, habían quedado reducidas a un páramo de madera y suelo quemado. La fauna local hacía largo tiempo que había muerto o emigrado. Pálidos y desgastados huesos adornaban la tierra aquí y allá, como un recordatorio permanente de los peligros que asolaban la inhóspita región.

Aquel lugar no tenía la culpa de su maltrecho estado. Las bombas habían explotado a cientos de kilómetros de allí, pero el traicionero viento se había encargado de transportar la muerte entre sus nubes. La antaña espléndida vegetación que cubría la tierra había pasado a formar parte del pasado. La radiación había llegado al agua, contaminando pozos, estanques, lagos y mares. Con los rayos del sol bloqueados en la atmósfera y su principal recurso de vida envenenado, toda especie vegetal no tardó en desaparecer. Poco después los animales comenzaron a perecer en grandes números, ignorantes del motivo de su propia extinción. No fueron pocos los que siguiendo su instinto, abandonaron el ecosistema moribundo en busca de un nuevo hogar. Pocos llegaron a conseguirlo. La mayoría no duraron ni una semana. 

Ya no quedaba nada con vida en aquel lugar, al menos no en el término clásico de la palabra. Los últimos años se habían encargado de moldear radicalmente el concepto hasta límites insospechados. Pues atravesando el laberinto de árboles caídos y los suelos fracturados por la erosión cubiertos de ceniza, en mitad de aquella tormenta ácida, los muertos avanzaban en manada. 

Todos diferentes, y a la vez, iguales los unos a otros. Hombres y mujeres, niños y ancianos. Ninguno destacaba entre los demás. Era una única masa de carne muerta avanzando al unísono. Y a ninguno parecía importarle. Apenas tenían consciencia de sí mismos. Los impulsaba algo tan antiguo como la vida misma. El instinto y la necesidad de alimentarse. 

La lluvia tóxica bañaba sus cuerpos descompuestos con total impunidad. La carne putrefacta se desprendía, dejando entrever trozos de pálido hueso entre la maraña de tripas y heridas que cada uno de ellos presentaba. Y sin embargo ninguno mostraba interés alguno en protegerse de aquel baño letal. Su atención estaba concentrada en un punto perdido en la lejanía, más allá de la capacidad de observación que cualquiera de ellos hubiera presentado en vida.

Pero los muertos no necesitaban ver. No necesitaban nada en realidad. Eran incapaces de morir de hambre, y aunque sintieran el implacable impulso de devorar toda vida que encontrasen, su sistema digestivo jamás mostraría el más mínimo signo de funcionamiento. Toda comida ingerida pasaría a almacenarse en el interior de su estómago inútilmente, hasta que las paredes de éste no resistieran más y acabasen reventando. Y ni siquiera entonces los muertos dejarían de comer. Su instinto de alimentación estaba escrito a nivel celular en cada uno de los recovecos de su cerebro muerto. Sólo destruyéndolo se podía detenerlos. 

Desde la cima del templo en ruinas, a varios kilómetros de distancia, bajo la protección del techo de plástico situado entre cuatro firmes mástiles, la doctora Schaefer sabía que el tiempo se les estaba acabando.

Ataviada con un guardapolvo y un pañuelo que cubría la mitad inferior de su rostro, la arqueóloga daba el aspecto clásico de forajido de los spaghetti western. Uno de sus ayudantes más jóvenes había bromeado sobre ello durante una de las cenas y ella se había reído, feliz de que una simple prenda pudiera causar tanta diversión en aquellos tiempos. Cualquier risa sonaba tan fuera de lugar en los días que vivían que Laura Schaefer no dudaba en valorarlas como un tesoro.

La mujer se colocó el pelo dorado detrás de la oreja y volvió a mirar a través de sus binoculares. Los infinitos rostros de la muerte le devolvieron la mirada desde la distancia. Laura sabía que no era cierto, que únicamente era su imaginación, pero no podía evitar pensarlo. Aquellos ojos blanquecinos y apagados parecían observar en todas direcciones. Su gélida mirada atravesaba el alma de los vivos sin compasión alguna. Aquella espantosa visión había sido la última de millones de personas durante el holocausto. 

Laura contaba cientos de ellos, y todos se dirigían hacia el templo. De algún modo los habían descubierto. Ese maldito e inexplicable sexto sentido que parecían poseer para encontrarles siempre allá donde estuvieran. Quizá fuera la propia excavación la que los había atraído… Era una de las muchas teorías de Laura, pero no tenía forma de saberlo con seguridad.

Durante meses habían mantenido a raya a los pocos que conseguían llegar hasta ellos a través del vasto yermo. Pequeño grupos nunca superiores a una veintena que podían controlar con facilidad. Pero aquella manada era algo completamente distinto. Demasiado numerosa para su equipo. Si mantenían aquel ritmo, cosa que siempre hacían, los muertos habrían alcanzado el perímetro del templo en pocas horas. Podían ser engañosamente rápidos cuando la situación lo requería. Las trampas que habían situado en el terreno sólo podrían detener a unos pocos. Simples gotas de agua en aquel mar de muerte.

En ese momento, uno de sus ayudantes subió por la escalerilla envuelto en un chubasquero negro que se agitaba violentamente a consecuencia del viento. El joven tuvo que gritar para hacerse oír por encima del clima:

–¡Doctora Schaefer, hemos abierto camino! ¡El profesor Collins la está esperando! –dijo con una expresión sonriente.

Laura asintió con la cabeza y desvió la mirada una vez más hacia las arrasadas montañas, preguntándose si aún estaban a tiempo de conseguirlo. La muralla exterior había desaparecido tras cinco mil años a la intemperie y apenas quedaban unos escasos pedazos de roca de la parte interna que indicaran que en aquel lugar se hubiera erigido una gruesa pared de piedra siglos atrás. La pobre empalizada que habían levantado para intentar reconstruir sus defensas no soportaría la carga de aquel enjambre de muertos.

Su mejor ventaja era la disposición elevada del terreno. Los muertos no eran buenos escaladores, y les costaría un tiempo alcanzar la entrada del templo. Su equipo podía dificultarles el ascenso durante un tiempo, pero tarde o temprano, los muertos llegarían hasta ellos. Y entonces sería el fin.

–Gracias Timothy. Ahora necesito que me hagas un favor –dijo acercándose a su joven ayudante–. Dirígete a la sala de radio y envía un mensaje a Hope Castle. Infórmales de los progresos y solicita un equipo de rescate de inmediato. Debemos evacuar el templo. ¿Entendido? 

–Sí doctora –respondió el joven rápidamente antes de preguntar–. ¿Estamos en apuros?

Laura le dedicó su sonrisa más amable y respondió con total sinceridad:

–Siempre estamos en apuros Timothy. Pero eso nunca nos ha impedido lograr nuestros objetivos, ¿verdad? Apresúrate y haz lo que te he pedido.

Su ayudante sonrió y desapareció por la escalerilla sin decir nada más. Era un buen chico. De ésos que habrían tenido un futuro próspero asegurado si el mundo no se hubiera desintegrado en medio de una cruenta guerra entre vivos y muertos. Una guerra a la que su investigación pretendía poner fin.

Laura se apresuro y corrió hacia los niveles subterráneos. Durante el camino se maravilló, y no por primera vez, de la belleza y disposición de las estancias de tan asombrosa arquitectura. Los sumerios habían construido aquella imponente edificación que había resistido orgullosamente el paso de los años durante cinco milenios. Las paredes estaban llenas de representaciones donde el tema principal era la veneración de los sumerios hacia sus todopoderosos dioses, creadores del mundo y la humanidad. Había una amplia variedad de ritos, tradiciones y costumbres grabados en la vieja piedra con un arte ancestral. 

La historia de aquella civilización había cautivado a Laura desde su época como adolescente, treinta años atrás. Y desde entonces, se había empeñado en aprender todo lo que pudiera sobre los sumerios hasta llegar a convertirse en una auténtica eminencia en la materia. Había dado un centenar de conferencias a lo largo y ancho del mundo. Había escrito docenas de tesis aportando nuevas informaciones y teorías sobre su cultura, ganándose un puesto reconocido entre sus colegas de profesión tras años de duro esfuerzo y trabajo.

Pero ni en sus sueños más absurdos hubiera llegado a imaginarse embarcando en aquella búsqueda tan desesperada. Después de que el mundo entero se sumiera en la oscuridad y la muerte, nunca pensó que sus conocimientos podrían ser la clave para traer de nuevo la paz al mundo. Toda su vida parecía haber estado destinada a llevarla hasta allí. A las entrañas de aquel templo sumerio situado en mitad de Oriente Medio, a menos de cien kilómetros de uno de los puntos calientes del planeta moribundo. Todo para llegar al descubrimiento más importante de la historia de la humanidad y del planeta entero, que significaría el final de los muertos sobre la tierra.

Tanto esfuerzo, sudor, lágrimas y sangre habrían servido por fin para algo. Y las personas como Timothy podrían aspirar a una vida que merecieran, en lugar de la que les había tocado vivir. Todo se arreglaría y las cosas volverían a su cauce mientras el mundo se reconstruía tras superar el apocalipsis.

Aquella idea albergaba todas sus esperanzas puestas en la operación. Salvar el mundo. ¿Acaso existía una misión más importante?

Dobló la esquina y se topó con una multitud de jóvenes entusiasmados que empezaron a aplaudir ante su presencia. Sin perder tiempo, avanzó entre los vítores de sus ayudantes y amigos hasta llegar frente al profesor Collins, el cual sonreía felizmente a pesar de estar cubierto de polvo por completo de los pies a la cabeza. 

–¡Lo hemos conseguido, doctora Schaefer! Hemos despejado el paso hacia la cámara funeraria.

La mujer inclinó la cabeza a un lado para contemplar los restos de cascotes y escombros que había por todas partes. Entre aquellas nuevas y humeantes ruinas se distinguía un estrecho paso que descendía hacia la oscuridad más espesa. Un camino secreto que les llevaría hasta lo más profundo del templo y a su única esperanza de salvación. 

–Aunque lamento profundamente que hayamos tenido que hacer uso de los explosivos. Hemos destruido una pared de cinco mil años de antigüedad y ni siquiera hemos tenido tiempo para estudiar sus grabados… –añadió con pesar.

Laura le apartó amablemente con la mano para ver mejor el acceso que habían despejado. El aire que provenía de aquel túnel estaba enrarecido con un olor antiguo con el que jamás se había encontrado antes en sus expediciones. Ocultos durante cinco mil años, los secretos del templo y los antiguos sumerios serían finalmente suyos.

–Era un mal necesario profesor. Además dudo mucho que los antiguos inquilinos vengan a reclamar los destrozos causados.

La doctora cogió la linterna de su pantalón y la encendió para descubrir un profundo túnel que descendía hasta donde la vista se perdía. Collins se acercó a ella y bajó el tono de voz para que los demás no pudieran oírlos.

–Sé que estamos cerca Laura, pero esas cosas también lo están. Si consiguen llegar al templo, nada de lo que hayamos conseguido aquí valdrá para nada. Estos chicos no son soldados. No resistiremos el ataque de un grupo tan numeroso. 

–¿Y qué sugieres, Arthur? –preguntó Laura mirándolo fijamente. 

–Retirarnos –respondió rápidamente. A Laura no le costó darse cuenta de la evidente preparación previa implícita en el discurso de Collins. Sabía que el profesor había albergado gran cantidad de dudas sobre la excavación y no había dudado a la hora de oponerse abiertamente a la retirada de las tropas–. Tenemos que abandonar el templo hasta que lleguen refuerzos de Hope Castle. Cogemos lo imprescindible y avanzamos en dirección contraria a la horda de muertos. Cuando los soldados lleguen recuperaremos el lugar y lo que sea que haya ahí abajo. Las bajas serán inferiores a las que tendremos si esas cosas llegan hasta aquí.

Laura negó con la cabeza casi al instante.

–¿Pretendes que arrastremos a estos chicos a través del yermo radioactivo? Los muertos no son la única amenaza ahí fuera, Arthur. Sólo el terreno ya es una trampa mortal. No están preparados. 

–Cualquier opción es mejor que quedarnos aquí y dejar que nos masacren. Si no hubieras insistido en prescindir del helicóptero al menos tendríamos una vía de escape.

Cualquier atisbo de simpatía desapareció de la expresión de Laura tras aquel comentario. Un helicóptero era un recurso demasiado valioso en aquellos tiempos. Si hubiera permitido que lo dejaran en el templo, la climatología lo habría dejado para el arrastre, mientras que los hombres y mujeres de Hope Castle podían darle un auténtico uso además del mantenimiento adecuado. Collins no entendía eso. No comprendía que cada recurso del que disponían era limitado. Los repuestos no durarían eternamente. 

El amplio terreno llano situaba al templo en una posición estratégica desde donde poder divisar las amenazas con tiempo suficiente para avisar a Hope Castle. Por ese motivo había decidido prescindir del helicóptero y del destacamento armado que había sugerido para proteger el templo. Hubiera sido un desperdicio de hombres y recursos. 

El equipo de rescate no tardaría en llegar tras el aviso. Collins solo estaba asustado ante la visión del enjambre de muertos. Estar un año alejado de las grandes concentraciones le había ablandado. 

Sin embargo Laura no podía permitirse una discusión delante de los jóvenes, por lo que decidió acabar con el tema de raíz y sin dejar de mantener un tono neutro en todo momento. Lo último que quería era poner más nerviosos a los chicos.

–Soy la responsable de esta excavación profesor. Y este grupo de voluntarios está bajo mis órdenes. No necesito que apoyes mis decisiones, pero mientras sigas aquí, seguirás mis instrucciones. ¿Está claro?

Collins se cruzó de brazos y su mandíbula formó una sonrisa nada amistosa. 

–Sabes tan bien como yo que la única razón por la que diriges esta excavación se debe al hombre con el que compartes cama. Así que guárdate tu arrogancia para otros –Laura se vio obligada a contener su mano mientras dejaba que el profesor le diera la espalda y alzara los brazos hacia los estudiantes–. ¡Muy bien muchachos! ¡Llegó la hora! ¡Todos sabéis lo que hay que hacer!

Una potente afirmación unísona cobró repentina vida en mitad del pasillo. Se les veía nerviosos y exaltados, pero parecían preparados para lo que vendría a continuación. Collins se giró hacia ella y la dedicó una última mirada cargada de desprecio.

–Adelante doctora. Todos la apoyamos…

GÉNESIS DEL APOCALIPSIS PARTE 2

La aeronave de transporte atravesaba los cielos negros por encima de las nubes cargadas de muerte, dejando a su paso un camino luminoso grabado por sus propulsores. El piloto conocía bien los peligros de la exposición prolongada a la lluvia ácida, y siempre que tuviera opción, se mantendría alejado de ella. 

La corrosión de los vehículos era un problema diario que se veían obligados a afrontar con lo poco que tenían. Cubiertas de plástico polarizadas, aleaciones especiales, recubrimientos caseros… Cada día disponían de menos material con el que proteger lo único que les separaba de la Edad Media. No resultaba sencillo mantener toda aquella tecnología, y de perderla, sus opciones de supervivencia disminuirían hasta los niveles más ínfimos.

Muy por debajo de la aeronave, el suelo estaba cubierto por lagunas ácidas creadas por el clima y la erosión de la tierra. Cualquier vestigio de vegetación había desaparecido y únicamente quedaban los huesos calcinados de los seres vivos que habían habitado la zona mucho tiempo atrás. Ahora era un páramo arrasado por el clima y la toxicidad del aire. La radiación había consumido por completo la vida y se había adherido al ecosistema. Pasarían cientos de generaciones, tal vez miles, para que la vida volviera a brotar en aquella región.

En la línea del horizonte se alzaban las permanentes y aterradoras columnas de humo como huracanes negros. Cuando el mundo entero se derrumbó y la guerra comenzó a abrirse paso por el continente, los jeques del petróleo, obligados a abandonar la comodidad de sus lujosos áticos y escapar hacia la protección que les otorgaban sus residencias del Pacífico, se aseguraron de que nadie se apoderara de la fuente de su riqueza en un último gesto de egoísmo y estupidez humana. 

Aquellos pozos de petróleo hubieran representado una fuente de combustible prácticamente inagotable para los escasos reductos humanos que sobrevivían en la región. En cambio, habían quedado convertidos en gigantescas hogueras que arderían durante años sin que nadie pudiera beneficiarse de sus valiosas propiedades. 

Cobijados bajo la protección que les otorgaban sus islas privadas del Pacífico, aquellos hombres sin duda estarían satisfechos de su decisión. Eso si los rumores sobre el ascenso del nivel del mar fueran erróneos y sus ostentosas mansiones no hubieran desaparecido bajo las aguas del furioso océano contaminado.

En la zona de carga de la aeronave, sentado entre una veintena de hombres y mujeres fuertemente armados, el comandante James “Jericho” Schaefer, pensaba en lo que habría sido de aquellos arrogantes millonarios. No le costaba imaginárselos flotando entre las olas mientras se aferraban inútilmente a sus maletines de cuero negro repletos de billetes.

El dinero ya no significaba nada. Una simple cantimplora de agua era incalculablemente más valiosa en el nuevo mundo. Y eso era algo que a muchos les costaba aceptar, hasta el punto de arriesgar la vida por los valores de una época extinta. Durante una incursión habían estado a punto de perder a uno de los novatos por culpa de aquella mentalidad obsoleta. Aquel hombre, embriagado por la sed de dinero, había abandonado su posición y se había adentrado en la cámara de seguridad del banco cercano. El muy estúpido se había encontrado una treintena de cadáveres vagando entre montañas de dinero. Si no hubiera sido por sus compañeros de escuadra, el novato habría acabado sus días en una tumba millonaria con sus tripas repletas de billetes de cien. 

Había entregado el uniforme aquel mismo día y ahora estaba fregando las letrinas del barracón en Hope Castle. No necesitaban hombres como él en los Tercios, sino guerreros dispuestos a hacer lo que fuera por asegurar la supervivencia del grupo. Obedecer las órdenes y protegerse los unos a otros era la máxima del equipo.

Cualquier imbécil podía coger un arma y abrir un agujero en el cerebro podrido de un zeta, pero los Tercios estaban formados por un nuevo tipo de soldados, adaptados a los nuevos tiempos. Schaefer había sido de los primeros en darse cuenta de que las modernas estrategias bélicas no servían de nada contra los muertos.

Durante los primeros grandes enfrentamientos que se habían desarrollado para recuperar las ciudades perdidas, cientos de miles de soldados habían perecido. El jodido Sun Tzu jamás se habría planteado un enemigo sin miedo ni moral, incansable, y sin vías de suministros que poder cortar. Los muertos vivientes eran infinitos. Luchaban hasta morir y jamás retrocedían. Su estrategia era tan básica como la de una infección vírica. Se extendían y consumían todo a su paso sin excepción. 

Nadie creería que un regimiento de tanques pudiera ser derrotado por una masa de cadáveres putrefactos sin cerebro, pero había sucedido. El inmenso terror de ver un ejército interminable de esos cabrones delante de ti había resultado ser un arma más eficaz que cualquier cañón. La protección blindada de los vehículos únicamente sirvió para volver locos a sus ocupantes al verse totalmente rodeados, sin posibilidad de escapatoria. Los tanques habían acabado literalmente sepultados bajo el peso de miles de cadáveres. El olor, los gemidos, la oscuridad y el miedo habían hecho lo demás. La mayoría no había tardado ni tres horas en suicidarse, e incluso hubo algunos casos en los que, desesperados, aquellos pobres diablos abrieron las escotillas de sus tanques y se lanzaron al mar de muertos en busca de su final.

¿Cómo derrotar a un enemigo que jamás retrocedía, que luchaba hasta el último de sus efectivos y que por cada baja que causaba, aumentaba sus filas? 

Sencillamente no se podía.

El comandante se había percatado de ello cuando los ataques y bombardeos selectivos de las fuerzas aéreas no causaron tanto daño como se había previsto. El porqué era evidente. Los muertos no respondían ante ninguna lógica o emoción humana. La visión de miles de sus compañeros siendo pasto de las llamas no causaba el más mínimo efecto psicológico en ellos, y cuando la base de cualquier guerra consiste en convencer a tu enemigo para que se rinda o retroceda, cualquier ataque se vuelve fallido. 

En cambio, los seres humanos habían vuelto a conocer el auténtico miedo. Batallones enteros se habían retirado del combate ante la simple presencia del infinito ejército de muertos. No había victoria posible, al menos no con las tácticas que estaban empleando bajo las órdenes de los dirigentes políticos. 

Schaefer había ido seleccionado en secreto y con mucha discreción a todos los soldados leales bajo su mando, y aprovechando una de las operaciones que hubiera acabado inevitablemente en derrota, había desertado con ellos. Más de un millar de valerosos soldados le había acompañado, junto a sus familias, en busca de un nuevo lugar al que llamar hogar. Una fortaleza desde la que sobrevivir al nuevo mundo. Los altos mandos ni siquiera tuvieron fuerzas para buscarles y obligarles a regresar. Habían perdido la guerra de antemano por culpa de sus inútiles esfuerzos por recuperar las ciudades infectadas.

El momento de la deserción había resultado vital para la supervivencia de sus tropas. La tensión entre las naciones había llegado a un nuevo punto crítico cuando, desesperados por proteger sus fronteras de la infección, los chinos utilizaron su arsenal nuclear para borrar del mapa a sus países vecinos, lo que representó el punto de ruptura que todo el mundo había estado esperando desde el inicio de la Guerra Fría.

Cada potencia nuclear desató su arsenal militar contra todo aquello que representara una amenaza potencial para sus fronteras, incluidos países enemigos y aliados. En el intervalo de unas horas, se atacaron unos a otros, respondiendo ante cientos de ataques indiscriminados que en menos de veinticuatro horas acabaron por borrar cualquier rastro de civilización en las ciudades más importantes del planeta. 

Los escudos y baterías de defensa no pudieron detener el infierno de misiles que se lanzaron durante el holocausto. EEUU, China, Rusia, Europa… Todas desaparecieron de la noche a la mañana en el fuego nuclear. Los millones de muertos dejaron las defensas de cada nación destruidas y a la población superviviente al borde de la más completa aniquilación. Fue en aquel preciso instante, cuando los muertos avanzaron. 

Sin nada ni nadie que pudiera detenerlos, aquellos seres penetraron en las ciudades sin ninguna resistencia. El fuego de las explosiones había aniquilado a cientos de miles de los suyos, pero la radiación, que causó más bajas entre los humanos que las propias bombas, resultó no tener efecto alguno sobre ellos. En cambio los supervivientes se encontraron ante una nueva amenaza. Cadáveres cubiertos por la radiación letal se arrastraban hacia ellos, tan imparables como tóxicos. La simple proximidad llegaba a resultar mortal en numerosos casos. El comandante los había contemplado desde la distancia en escasas ocasiones. Cuerpos putrefactos resplandecientes en la oscuridad, envueltos en un halo verdoso de muerte. Una visión sacada del mismísimo infierno. 

De ese modo la civilización humana llegó a su fin. Las zonas de radiación mortal se clasificaron como puntos calientes y cualquier ser humano que valorase su vida las evitaba como la peste. El invierno nuclear no tardó en llevarse a más de la mitad de los supervivientes del holocausto. Congelados y hambrientos, perdidos en un mar de radiación y castigados por las inclemencias del clima, millones perecieron durante el primer año. 

Según sus propias estimaciones, Schaefer no creía que en aquel momento hubiera más de medio millón de seres humanos vivos en el planeta. Las transmisiones de radio habían desaparecido casi por completo. Habían dejado de tener noticias de Anchorage y al margen de algunas transmisiones interceptadas entre pequeños grupos sin interés, llevaban meses sin localizar ningún asentamiento.

En cambio cada vez abundaban más los informes sobre las grandes concentraciones de muertos que avanzaban por el yermo. Los zetas, al igual que ellos, buscaban supervivientes. Las ruinosas ciudades contaminadas de radiación acabaron con todos los humanos que quedasen escondidos. Se acercaba el momento que tanto habían temido. El imparable éxodo de los muertos fuera de las ciudades. En apenas unos meses ya no existirían zonas que pudieran considerarse seguras, y los muertos se extenderían por las zonas áridas y desiertas, cerrando el cerco en torno a ellos.

Eso mismo le dijo a Laura cuando acudió a su despacho solicitando un transporte para llevarla junto a su equipo al templo sumerio, a más de trescientos kilómetros de la seguridad de los muros de Hope Castle. Schaefer conocía perfectamente la importancia de su investigación, pero no podía prescindir de tropas ni transportes que pudieran protegerlos en caso de ataque. La gente de Hope Castle necesitaba diariamente una enorme cantidad de recursos que cada día escaseaban más. Las misiones de incursión empezaban a resultar poco efectivas. Ya casi no quedaba nada que pudieran utilizar en las cercanías. En pocas semanas se vería obligado a enviar equipos a regiones remotas en busca de suministros. 

Laura estaba al tanto de aquella penosa situación, y pese a ello había decidido correr el riesgo. No le había extrañado, siempre había sido una temeraria. Lo sabía desde mucho antes de casarse con ella, cuando aún eran jóvenes y no les importaba colarse durante la noche en la piscina privada del viejo Travis Marshall cuando éste dormía. Pero aquello era distinto. Ya no era críos, y el castigo no se limitaría a una simple llamada de atención. Hope Castle representaba una esperanza para sus ciudadanos, y Laura, la suya propia. Schaefer no podía, o más bien no quería, imaginar un mundo sin ella. 

–Tenemos contacto visual con el templo, comandante. Recibo lecturas de un enjambre a menos de dos mil metros de la entrada principal –informó el piloto a través del transmisor de su oído.

Eran buenas noticias. Los muertos aún no habían alcanzado el templo. El perímetro aún estaba intacto.

–Recibido. Contacte con el templo e infórmeles de nuestra llegada. Que todo el mundo se dirija al punto de encuentro para una extracción rápida. Descienda sobre las coordenadas de salto cuando esté listo.

El piloto confirmó la orden y se puso a ello. Jericho levantó la cabeza de su asiento y se tomó un instante para observar a los hombres y mujeres que le acompañaban. Cada uno de ellos había sido curtido por años de terror y sufrimiento, más allá de lo que cualquier entrenamiento militar hubiera podido prever. No podía pedir tropas mejores a su lado.

Sentado frente a él, en la otra hilera de asientos, un hombre de tez morena con la cabeza rapada y un frondoso bigote, revisaba una vez más el mapa geográfico del complejo. El teniente Falcon era conocido por su perseverancia y dedicación a la hora de plantear y desarrollar estrategias para llevar a cabo las operaciones bajo su mando. Al igual que Schaefer, el teniente seguía la máxima militar de que cualquier plan de combate no sobrevivía al contacto con el enemigo, y debido a eso se había convertido en un genio de la improvisación y la logística del campo de batalla. Un oficial insustituible. 

–Falcon, prepare a las tropas –le dijo a través del canal privado que compartían.

Su primer oficial guardó los planos y se puso en pie de inmediato, llamando la atención de todas las cabezas que giraron en su dirección. Falcon era el soldado más leal y eficaz que Jericho había tenido bajo su mando. Nunca fracasaba en su cometido. Dirigía a sus hombres con mano de hierro, pero justamente, y no existía nadie en Hope Castle que no sintiera respeto y admiración por él.

Había sido sargento durante más de una década hasta que los innumerables informes y reconocimientos sobre sus éxitos le valieron un puesto que no quería en la academia de oficiales. Pero Falcon era demasiado disciplinado para ignorar las órdenes y recomendaciones de sus superiores, y acabó de teniente en las fuerzas especiales un año antes del holocausto.

Falcon era una pieza fundamental dentro del pequeño ejército de Schaefer. Un valioso engranaje de la cadena que conectaba todo el aparato bélico bajo sus órdenes hasta volverlo eficiente. Sin él, la conexión entre su mando y los soldados perdería gran parte de su fuerza. Había sido el propio Falcon el que había sugerido el nuevo adiestramiento de los soldados de Hope Castle. Durante meses, juntos habían logrado desarrollar toda una estrategia de combate diseñada para confrontar las nuevas amenazas de aquel miserable mundo. Cada punto del nuevo reglamento de combate se había visto afectado por la experiencia que les habían otorgado los años de guerra contra los muertos, y con la práctica, los soldados se habían convertido en una imparable fuerza de combate. Los Tercios, las fuerzas especiales de asalto de Hope Castle. La élite de su ejército.

–¡Muy bien Tercios! ¡Ésta es la situación! –vociferó Falcon con voz autoritaria para que todos pudieran oírlo por encima de los motores de la aeronave–. ¡Tenemos a nuestra gente atrapada ahí abajo! ¡Vamos a sacarlos! ¡Alejaremos al grueso principal del enjambre de la entrada del templo con una distracción! ¡El regimiento accederá al interior del templo y evacuará al personal! ¡El punto de extracción está situado en la parte posterior de la estructura! ¡Quiero que cada uno de vosotros cumpla con su obligación, de manera rápida y eficaz! ¡El equipo que lleváis es irremplazable, así que más os vale que vuestros culos estén pegados al asiento cuando volvamos! ¿¡Me habéis entendido!?

–¡¡ENTENDIDO SEÑOR!! –respondieron al unísono los hombres y mujeres del regimiento como una única y feroz voz.

–¡Preparad armas y equipo! ¡Tenéis dos minutos! –añadió antes de empezar a recorrer el compartimiento de carga para la inspección rutinaria.

El teniente sabía que no encontraría nada fuera de lugar, pero la rutina era buena para la moral de los soldados. El comandante Schaefer se encontraba revisando sus propias armas cuando el piloto volvió a ponerse en contacto con él.

–Treinta segundos para la zona de salto, comandante. No obtengo respuesta del templo. Puede que el clima esté interfiriendo con la señal. 

–No importa –respondió Schaefer casi al instante–, seguiremos con el plan establecido. Probablemente estén atrincherados en el interior del templo y el grosor de las paredes bloquee la señal. Falcon, despliegue al equipo de distracción. ¡Ahora!

El teniente asintió y se aproximó a las tres figuras enmascaradas que compartían los asientos más cercanos a la compuerta de salida. Un simple gesto de cabeza del teniente bastó para ponerlas en pie mientras el piloto abría la compuerta posterior de la aeronave, dejando que una ráfaga de aire helado y húmedo entrara en el compartimiento.

–¡Tenéis vuestras órdenes! –recordó Falcon sin inmutarse por la ventisca que golpeaba su rostro–. ¡En cuanto piséis el suelo quiero ver un despliegue de los que hacen historia! ¡Atraed su atención y manteneos en movimiento! ¡No quiero estupideces! ¡Esto no es una operación de exterminio, señoritas!

Las mujeres sonrieron bajo sus máscaras de oxígeno y se desprendieron de sus abrigos, dejando al descubierto sus estilizadas figuras envueltas en ajustados trajes nanotecnológicos. Circuitos y tejidos inteligentes se fusionaban en un material compacto ultrarresistente que convertía a sus ocupantes en complejas e inestimables armas de destrucción masiva. 

Contar con aquellas mujeres suponía toda una ventaja. Durante el primer año del apocalipsis, había dado la orden de asaltar los centros de investigación y desarrollo militar de todo el país en busca de armamento y tecnología que les ayudase en su lucha contra los muertos. El resultado no había sido tan óptimo como habían esperado en un principio, pero en su lugar, dieron con tres prototipos de trajes de combate, diseñados con los últimos avances en nanotecnología. Aquel descubrimiento ya había sido todo un éxito, pero el hecho de encontrar en la misma base a las tres pilotos encargadas de probar los trajes, había sido todo un milagro.

Alecto, Megera y Tisífone. Las antiguas Furias de la mitología, como las había bautizado el resto del regimiento. Aquellas tres mujeres representaban la mayor capacidad destructiva que la tecnología del viejo mundo podía ofrecerles.

La luz del compartimiento de carga se tornó verde y Falcon dio la orden de saltar. Una tras otra, las tres Furias saltaron por la compuerta posterior de la aeronave y se sumergieron en la tempestad ácida del yermo. El viento y la lluvia golpearon y balancearon sus cuerpos hasta el punto de hacerlas perder el control de la caída. Pero aquellas mujeres estaban bien adiestradas y pronto recuperaron la trayectoria original. Cuando llegaron a la altitud óptima que mostraban sus relojes, abrieron brazos y piernas y extendieron las membranas de sus trajes, logrando frenar la velocidad de caída en gran medida.

Como tres meteoros imparables y furiosos que descendían bajo el cielo negro, las Furias llegaron a tierra y rodaron sobre el suelo habilidosamente antes de retraer las membranas de sus respectivos trajes. Frente a ellas avanzaba el ejército de cadáveres, alarmado ante la repentina llegada de las tres mujeres.

Durante un segundo se miraron las unas a las otras, antes de empezar a correr en diferentes direcciones. La distracción sería más efectiva cuantos más cadáveres atrajeran. Falcon les había recordado que no era una operación de exterminio, pero eso no significaba que tuvieran que evitar cualquier enfrentamiento.

Alejándose de su posición y volando a escasa altura, la aeronave se dirigía a toda velocidad hacia la entrada del templo. Uno de los Tercios repartía las pastillas anti-radiación entre sus compañeros. Se había convertido en una especie de rito entre los soldados, y los pocos científicos de los que disponían en Hope Castle aseguraban que la ingestión de aquellos medicamentos reduciría los efectos de la exposición prolongada. 

El comandante se tragó la pastilla sin poder evitar pensar en el elevado número de personas que presentaban síntomas de la exposición prolongada a la radiación. Dos de cada tres estaban destinados a desarrollar un cáncer que les sería mortal sin los tratamientos adecuados. Siete de cada diez presentaban fatiga, náuseas, deshidratación, pérdida de cabello y quemaduras en la piel... Y había otra docena de síntomas que empezaban a aparecer con mayor frecuencia entre la población.

Habían perdido a más personas durante los últimos meses por culpa de la maldita exposición que de los muertos.

No había medicamentos para todos, y la mayoría solían reservarse para las tropas que operaban fuera de Hope Castle. Era un mal necesario para asegurar la supervivencia. Serían pocos los soldados que se atrevieran a aventurarse en el yermo sin más protección que la de sus camisas.

–Zona de despliegue despejada, comandante –informó el piloto antes de abrir nuevamente la compuerta posterior de la aeronave.

Schaefer se unió a Falcon en la cabeza del grupo y ambos soldados se miraron mutuamente durante unos instantes mientras la nave se acercaba al suelo.

–Es la hora, señor. ¿Cree realmente que hayan encontrado algo ahí abajo? –preguntó con sinceridad su segundo al mando.

–No lo sé, Falcon. Pero por ahora es la única esperanza de poner fin a todo esto.

El piloto finalmente posó la aeronave sobre el suelo y el comandante saltó al polvoriento y desértico terreno, seguido de cerca por sus tropas.

Tanto si el equipo de excavación había encontrado lo que buscaba como si no, él estaba allí por Laura. Y pensaba llevarla de vuelta a casa.


#Kira

Ficha de personaje : Ley 300

Nombre: Se hace llamar Ley 300
Edad: 25 años
Físico: 1,66 de altura. 51 kilos. Tiene el pelo rojo y los ojos marrón verdoso. Es guapa y tiene un cuerpo delgado, pero atlético.
Personalidad: Es una chica reservada y misteriosa, que difícilmente se deja conocer a los demás. Tiene un carácter duro, que puede llevarla a perder los estribos con gran facilidad. Solo presta su confianza a pocas personas, ya que es bastante desconfiada. Siempre hace lo correcto según su visión del mundo y no deja que nadie le dé órdenes o le diga que es lo que tiene que hacer. Es bastante rebelde y siempre luchará por lo que creé, aunque tenga que enfrentarse al mundo entero. Es inteligente y practica. Le gusta callar y observar los movimientos de los demás por que le gusta tener la situación controlada. Cuando se le ataca directamente pierde los nervios, y se transforma en un demonio capaz de matar a cualquiera. Es capaz de estar totalmente tranquila y pasar de un momento a otro a volverse loca y extremadamente malvada. No tiene piedad con sus enemigos ya que los considera gusanos.
Biografía: Ley300 es una ex teniente del ejército de tierra, que se ganó el respeto en el campo de batalla por su efectividad ante el enemigo. Fue condecorada en varias ocasiones por la victoria de batallas que estaban casi perdidas. Era una buena estratega llena de valor y ganas de luchar. Nunca abandonaba una batalla sin antes luchar con todas sus fuerzas, ella luchaba aunque todo pareciera perdido consiguiendo cambiar las tornas. Se enteró en el ejército de cosas que no le gustaron e intento dar un golpe de estado con algunos de sus camaradas, por el bien de su pueblo y de su patria. Todo salió mal, e intentaron escapar del país. Ley tenía previsto salir más tarde puesto que necesitaba reunir unos documentos cuando fue encontrada por el estado. Se le condenó a la pena de muerte, pero fue salvada por la compañía responsable del incidente vírico, para trabajar en sus instalaciones. Se le dio un año para entrenarse y empezar a trabajar. La dejaron en unas montañas con un perímetro rodeado y solo le dieron una catana. Ella sobrevivió como pudo y se entrenó como un Ninja en aquella montaña alejada de todo. Después de ese año en aquella montaña, Ley empezó a trabajar en los laboratorios de la compañía. Su función era vigilar la puerta de los laboratorios, controlando que los científicos no huyeran y que nadie entrara a robar las muestras. Empezó a sentir afecto por uno de los científicos que estaba retenido allí a la fuerza y dejo su puesto de vigilancia para que el pudiera huir. Después de eso volvió a casa con su hermano M.A y poco después ocurrió el incidente. M.A y Ley se separaron pero luego volvieron a encontrarse en la biblioteca.
Relación con otros personajes:
M.A: Es el hermano de Ley. Es muy importante para ella, y siempre que pueda intentará defenderlo para que esté a salvo. Desde que sus padres murieron ella intenta cuidar de el lo mejor que puede ya que solo se tienen el uno a otro.
Teniente rojo: Es un antiguo camarada de Ley que luchó con ella en el ejército numerosas veces. Se conocen desde la academia militar. Fue condecorado numerosas veces por su valentía en el campo de batalla, en las mismas batallas que Ley fue condecorada. Se compenetran muy bien en el campo de batalla y forman un excelente equipo. Siempre sirvieron juntos como buenos amigos y camaradas. El siempre tiene los códigos y llaves que Ley necesita. El dio el golpe de estado junto con Ley. El también se quedó reuniendo informes, para luego escapar con Ley rumbo a donde estaban los demás.
Dyssidia: Ley no confía en ella, al igual que no confía en el resto del grupo, pero ciertamente le cae bien por que le gusta su personalidad, la cual le recuerda a ella misma cuando era un poco más joven. Juntas mataron a Killer cuando se dieron cuenta de que este era un traidor. Ese hecho hizo que Ley viera a Dyssidia como una posible aliada.
Maya: Ley y Maya no han tenido mucha relación, pero esta cuidadora del grupo despierta cierta simpatía en Ley.
Killer: Este joven encontró a Ley cuando se hallaban en problemas, le ofreció a Ley ir por la ciudad buscando a más supervivientes, pero Ley se negó y se marchó a buscar a su hermano, por que le dio mala espina Killer y su grupo. Más tarde se dio cuenta de que este era un traidor, y el deseo de matarle cegó la mente de Ley, hasta que esta lo asesinó junto con Dyssidia.
Alice: Ley respetaba a Alice ya que esta estaba con su hermano. Esta se gano el aprecio de Ley por portarse también con su hermano.
Silver: Ley no confía en el, pero siente un cierto respeto por el, puesto que lo ve como un gran soldado, y ella respeta a todos los soldados puesto que ese fue su trabajo antaño.
Puma y Eriel: Ley no sabe mucho de ambos, pero valora bastante el tremendo valor de ambos cuando se trata de salvar la vida del otro.
Grupo: Ciertamente Ley no se fía del grupo, va con ellos solo por que su hermano va con el grupo. Ella respeta las cualidades de cada uno de ellos, pero tampoco pretende tener mucha relación con ellos ya que Ley es una chica solitaria. Con el grupo prefiere hablar lo menos posible, para que ellos no sepan nada sobre ella, ya que realmente no sabe la verdadera intención de los miembros del grupo.




Capítulo 48 -Preludio

*Preludio:
Horas antes del incidente de Stone City:
Tres soldados y un científico se dirigen hacia un sitio donde había tenido lugar una gran batalla, uno de los soldados pregunto al científico:
-Señor Javi, ¿a cuál de estos cuerpos hemos venido a buscar?
El científico llevaba una bata blanca, tenía el pelo rubio largo, era tan guapo que era difícil no quedarse mirándolo, miró los cuerpos sin vida y señalo a Alice, ”la rubia” dijo.
Los tres siguieron caminado hasta llegar donde se encontraban los cuerpos de Allen y Riliane.
-Muy bien…y estos dos también, llevadlos al laboratorio, ¡ahora! – dijo el apuesto científico.
Todos suben al helicóptero en el que vinieron y se dirigen al laboratorio fuera de la ciudad.
En unos laboratorios,fuera de Stone City:
Un montón de científicos se paseaban de un lado a otro en una gran sala blanca llena de aparatos para realizar experimentos científicos.
-Javi: Bien,señoras y señores,comencemos,quiero a Alice,Allen y Riliane para el experimento,suministradle el virus.
Uno de los científicos se acercó a Javi, ¿y si el virus los rechaza y despertaran como zombies? Dijo el hombre mirando a los tres conejillos de indias de Javi.
-Javi: Si eso ocurre,matadlos,si son un éxito pero tienen algún tipo de efecto secundario que los hacen imperfectos para el proyecto,los quiero para el otro proyecto,el proyecto ``Apóstol del Caos´´
El científico miró a Javi durante unos segundos a los ojos mientras otros científicos les hacían pruebas a Alice,Allen y Riliane,estaba intentando averiguar que pasaba por la cabeza de su superior.
-Javi: ¿Qué pasa Richard?
-Richard: ¿Por que el proyecto ``Apóstol del Caos´´? no lo entiendo,la organización ya tiene a Akise ¿no?
Javi comenzó a reir, ¿Akise?,la organización no confía en él desde que se juntó con Sacedog,tomó una decisión por su cuenta,la organización no dijo en ningún momento que lo hiciera,por lo cual, la organización cree que puede estar tramando algo,ya sabes que Akise siempre a tenido algo contra la organización por haber asesinado a sus padres hace muchos años y por haber experimentado con él,es un valioso miembro de la organización,él fue un éxito al crear una raza de super soldados usando el virus,Maya murió y Ashley desapareció,por lo cual se mandó a hacer este proyecto por si Akise se vuelve un problema y tenemos que quitarnoslo del medio – Dijo Javi mientras se daba la vuelta para ver como experimentaban con Alice,Allen y Riliane.
-Richard: ¿En que consiste ese proyecto?
-Javi: Es un proyecto muy peligroso en el que el sujeto puede morir,hay pocas posibilidades de éxito y por eso se necesita a algún super soldado para que pueda soportar tanta carga y por eso necesitamos a un super soldado imperfecto,no quiero desperdiciar a uno perfecto. Consiste en crear otro super soldado,solo que este será una versión mejorada de Akise,Ashley y Maya y además de ser una versión mejorada,sus poderes serán superiores a los de los 3 antiguos sujetos,no podrá tomar decisiones propia,solo obedecerá a la organización sin que los sentimientos y la voluntad del sujeto intervengan y le hagan actuar por su propia cuenta,sin importarle el daño que se haga,lo único que hará es seguir las órdenes que se le de,como si la misión fuera su único motivo de vivir.
-Richard: ¿Y para que usar a Alice,Allen y Riliane?
-Javi: Para crear otro trio de super soldados,Akise está en la organización,pero desde que hace cosas por su cuenta propia,como ese último movimiento con Sacedog,la organización cree que puede estar planeando algo,aun que sabe que la traicción se paga con la vida,Maya murió y Ashley desaparció,por lo tanto,necesitamos a un nuevo trio de super soldados para la organización que sustituya a los tres anteriores,por eso usaremos a estos tres sujetos.
-¡Señor! Gritó uno de los cintíficos,esto avisa a Javi y él y Richard de que algo ocurre y se acercan a la camilla donde está Alice.
-Javi: ¿Qué ocurre?
-¡Parece que está dando signos de vida!,sus pulsaciones están volviendo y todos sus órganos están volviendo en funcionamiento,el virus está regenerando su cuerpo por completo y a comenzado a respirar
-Javi: Bien
Javi se acerca a Alice,quien comenzó a mover lentamente los dedos,Richard miraba el poder del virus para volver a una persona a la vida muy asombrado,entonces Javi se acerca a la oreja de Alice y le susurra ``despierta,proyecto Alice´´ y en ese momento Alice abre los ojos de par en par...

-Fin del preludio,próximamente,Nuestra Historia 2 -
#proyecto Alice
#Sacedog



Agradecimientos:

Dyssidia : 
Dyss fuiste la primera en seguirme en esta aventura que tanto buenos  ratos nos ha dado y con el que creo que nos hemos hecho todos un poco (más aun) amigos, eres una gran persona y me alegro mucho de haberte conocido,fuiste de las primeras personas que conocí del foro y una de las mejores,gracias por sacarme muchas veces una sonrisa cuando la he necesitado y siento que cada vez somos mas amigos y si todo nos va mal siempre nos quedará “Chicas Malas” XD.

Puma:
Puma o T_puma como yo te conocí,jajaj,desde el primer día me caíste genial y me reí mucho contigo en el foro de re center,estas como una cabra,lo sabes y no te importa jajaja como debe ser,eres de los que mas han aportado a nh preparando un comic y todo,espero que nunca cambies y sigas teniendo pluma,quiero decir sigan siendo un puma XD.

Maya:
Que decirte que no sepas,tu eres la Charles Xavier de NH tu reunistes al grupo,de no ser por ti hubiésemos sido tres pelagatos,fuiste reclutando guionistas y eso te lo agradeceré siempre,sin ti no creo que se hubiese pasado del primer episodio ,nunca sabras lo que significo la primera vez que hablamos,aunque te lo explique,no cambiaría tu amistad por nada del mundo,gracias por todo.

Inma:
O eriel jeje,puede que no hayamos hablado mucho(una o dos veces) pero siempre me gusto como escribías y las cosas que le hacias a Alice XD,espero que no dejes el fic por que sin ti no sería lo mismo,solo espero que podamos coincidir alguna vez y que te conectes mas al face leches!!! XD.
Silver:
Sabes que eres de mis autores favoritos,siempre me gustaron tus historias,lastima que alfinal no pudieras hacer el último capitulo por que tenia muchas ganas de verlo,espero que tu salida de nh no sea permanente y vuelvas alguna vez,eres una buena persona y espero que saques los estudios adelante que es lo mas importante y que sigas siendo buena gente.

Mortus Animantus:
Mi niño,como a Maya que decirte que no sepas,me encantan tus capítulos y me encanta que hayas sido el único que los tuviera bien puestos para enrrollarse con una travestida XD jajaj nah,eres una gran persona y espero que no cambies en la vida,y si lo haces que sea para mejor,nuestras conver son épicas y nunca espere conocer a un tio como tu por internet,un amigo y confidente,solo te diré gracias.

Sacedog:
Sace eres seguramente el que mas se curra nh,con tus historias largas y tus resúmenes,que sería de nosotros y los nuevos integrantes de nh, no sabes lo bien que nos vino a todos tus resúmenes y lo que gustan tus capítulos,eres un gran escritor y nisiquiera lo sabías,además de una gran persona soñadora y muy buena,eres un gran amigo y eso quiero que sea asi siempre.

Killer:
Gracias por participar,lastima de los acontecimientos finales,aún asi siempre te llevaremos en el corazón ,sin duda distes mucho que hablar XD.

Ley:
Ley llegastes mas tarde pero no por eso menos importante,en la actualidad tu ultimo capitulo es el favorito de el publico por que eres de las mas grandes como escritora (y como persona cabe añadir),cada episodio que haces es para recordar y ya triunfas con un fic en solitario,ya te lo he dicho pero nunca cambies,por que personas como tu se cuentan con los dedos,me has ayudado mas de lo que crees ,gracias.

Naitsirc:
Fuiste el último y lo haz echo genial,y teniéndolo muy difícil,y con el ultimo capitulo te has salido demostrando que vas a dar mucho juego en nh2,me alegra que te hayas subido a este barco que cada vez se hace mas grande y comodo,aunque a veces hayan olas,incluso tsunamis siempre seguimos a flote.

Y gracias a todos los demás por leernos,sois los mejores y recordad la cosas no termina aquí,nos vemos historiadores,GRACIAS.