Big Red Mouse Pointer

martes, 25 de febrero de 2014

NH2: Capítulo 025 - Una desagradable sorpresa...

En el horizonte los últimos rayos de sol hacían mella sobre cualquier objeto que interfería en su trayectoria. Estos fueron a dar directamente sobre uno de los frágiles y abruptos ventanucos del autobús, uno de entre los muchos que lo componían. En su interior la joven Maya y el rubio M.A estaban recostados en sus respectivos asientos, ambos meditabundos y completamente ensimismados  en sendas mentes.  Habían pasado un par de horas desde que habían tenido aquella conversación y tal vez se podría llegar a la conclusión de que oficialmente habían guardado el hacha de guerra. Durante un instante, la refulgente mirada del M.A  se alzó y se encontró con la de la castaña:
-¿Qué piensas que deberíamos hacer, señorita? - Preguntó en tono socarrón el rubio. Un tono que no empleaba con la chica desde hace bastante.
Maya, mostrándose exteriormente irritada, contestó a su interlocutor:
-¿Qué tal si te duermes un rato y así puedo deshacerme un rato de tu horrible voz de orco? - Respondió Maya entre carcajadas.
El rubio, optando por una expresión más madura reprendió a la muchacha:
-Ya en serio. Está empezando a atardecer y salir a fuera con tan poca luz sería un verdadero suicidio. Te sugeriría que pasásemos la noche aquí dentro, pero tampoco estoy muy seguro de ello. Ya ves que precisamente esto no está precisamente lo que se diría nuevo.
La chica, pensativa, se incorporó de su asiento y se dirigió al fondo del vehículo de forma casi espontánea. El rubio la siguió, pudiéndose apreciar un claro atisbo de curiosidad inocente en sus ojos, algo muy extraño. Una vez en los asientos traseros del vehículo, la castaña comenzó a toquetear y tirar de partes concretas de aquellas grisáceas butacas hasta que, en un determinado momento, la tela que las recubría se desprendió. Maya se giró con suavidad, además de con una bonita sonrisa esbozada en su boca y a la par dijo:
-¿Qué te parece? De esta forma podríamos tapar las ventanas rotas para así evitar que cualquier cosa o persona nos viese desde el exterior.
El muchacho dio su aprobación mediante un ademán de asentimiento y posteriormente se dedicó a realizar la misma labor que su compañera. Ambos se pusieron a desnudar a los maltrechos asientos rápidamente, como de si una carrera por la supervivencia se tratase.
Finalmente, una vez que hubieron desmantelado una docena de estos se dedicaron a recubrir las ventanas más dañadas con las telas y aquellos lugares desde los que se podría tener una visión perfecta de la pareja. Todo esto se hacía mientras las moribundas gotas de luz que bañaban aquel desolado páramo desaparecían, dejando paso al fantasmagórico y mortecino fulgor de la luna.
Un murmullo exterior perturbó la antigua calma del ambiente, dejando que los residentes del autobús quedaran completamente inmóviles y agudizasen el oído...
Se podían advertir numerosos y vacilantes pasos que provocaban un ligero traqueteo irregular. Inesperadamente, a esa marcha se le unieron unos quejidos lastimeros que ayudaron a conocer la identidad de aquellos seres que se movían en el exterior. El olor a carne pútrida y descompuesta se podía  casi se podía percibir desde el interior del vehículo. Era como un vapor infecto que se colaba entre las ventanas y rendijas; asqueroso y repulsivo.
Instintivamente, ambos muchachos se lanzaron al  suelo cautelosamente y comenzaron a reptar por él, procurando hacer el mínimo sonido posible además de evitar a toda costa cualquier ventana.  Durante unos instantes sintieron como si el mundo se les fuese a caer encima de un momento a otro; la tensión se podría haber cortado con una tijera en cualquier momento. Simplemente, Maya  se limitó a cerrar los ojos con fuerza, intentando aislarse de cualquier forma de la situación actual e intentando hacer caso omiso de los lamentos que se oían en la intemperie. Pronto, su mente se sumió en un estado de aislamiento y calma; aquellos muertos andantes de ahí fuera no significaban nada, no podrían hacerle daño de ningún modo, se encontraba segura y...débil.  Por primera vez en mucho tiempo, se volvió a poner en la piel de aquella chica insegura e introvertida de 17 años a la que le habían sobrevenido acontecimientos demasiado grandes para ella.  A veces incluso se preguntaba el cómo una persona como ella podía haber sobrevivido por tanto tiempo en un entorno tan hostil como era aquel. 
''Si muriese ahora, podría darme por satisfecha. Realmente he cumplido y hecho más de lo que jamás podría haber soñado. He conocido y perdido a personas estupendas y que han significado mucho para mí y por una vez...me gustaría cambiar de papel, dejando de ser yo quien llore las muertes para poder ser la que por fin puede descansar''.
Aquellas profundas cavilaciones fueron interrumpidas por el contacto de la mano del rubio sobre su hombro. Notaba como su calidez atravesaba el traje de protección. Era una sensación que podía despertar a cualquier persona de su sueño más profundo.
Lentamente, fue abriendo sus ojos y pudo divisar frente a ella el rostro preocupado de M.A, observándola intensamente con aquellos ojos azules tan profundos. Se sentía como si estuviese a punto de ser tragada por aquel refulgente océano en cualquier momento:
-¿Maya, te encuentras bien? - Preguntó intranquilo el joven con voz titubeante.
La joven, cabizbaja respondió a su compañero tajantemente y sin vacilar:
-Sí, estoy bien, solo me he mareado un poco.
El rubio comenzó a estudiar la frágil cara de la muchacha bajo aquel vidrio de cristal que impedía la entrada de radiación en busca de cualquier señal que pudiese denotar si lo que acababa de decir era cierto. Sin previo aviso, el joven se quitó el abrigo que tiempo atrás le trajo Maya a la enfermería después del enfrentamiento con aquellos seres horripilantes que desencadenaron el cercenamiento de su brazo. Este lo colocó sobre el cuerpo de Maya a modo de manta y cariñosamente con la única mano que le quedaba le frotó ligeramente la cabeza:
-Aunque mi hermana se haya ido de mi lado y me haya estado comportando como un auténtico capullo durante este tiempo, he descubierto que hay gente que necesita mi ayuda, por lo que yo no pienso irme. ¿Quién cuidaría de ti sino? Jeje. Duerme un poco, ya hablaremos con más tranquilidad mañana...
Estas palabras fueron las últimas que resonaron esa noche dentro del autobús. Los alaridos de los muertos eran mecidos por el viento en el exterior. Aún eran perceptibles, sin embargo ya poco importaban, ambos muchachos se sentían seguros  y ese sentimiento de antigua confianza hizo que al fin pudiesen conciliar un sueño cálido.


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Un tímido rayo solar se colaba por el pequeño orificio de una de las ventanas, incidiendo directamente sobre los ojos de M.A  quien involuntariamente los cubrió con el muñón de su brazo mientras que con la otra se ayudaba para reincorporarse del suelo. Sin embargo, al intentar hacerlo se percató de que Maya se había aferrado fuertemente a su brazo como una pequeña lapa mientras dormía. 
''Qué mona'', pensó M.A a la vez que enmarcaba una ligera sonrisa en sus labios. Con cuidado de no despertarla, fue sacando el brazo cautelosamente hasta que finalmente logró liberarlo. Al terminar de levantarse dirigió una última mirada a Maya al mismo tiempo que se preguntaba cómo había podido ser tan duro con ella, se había comportado como un cerdo mientras que ella no hacía más que preocuparse por él y seguir su pista para evitar que le ocurriese algo. Era una buena chica después de todo.
Comenzó a desperezarse mientras avanzaba progresivamente a la salida del autobús y una vez allí contemplo el exterior por si quedaba algún ser indeseable de la noche anterior: Nada.
Tras una pausa de varios segundos abrió la puerta de par en par y se dirigió al exterior donde pudo observar en primera persona un páramo completamente desolado. 
Frente a él se extendía una infinita carretera hasta donde se perdía la vista. A excepción de maleza no podía observarse ningún otro tipo de vegetación ni fauna.  Sobre él se alzaba un sol de justicia que parecía tener intenciones de abrasar cualquier resquicio de vida que se atreviese a dar la cara por allí. El rubio frunció el ceño al comprobar hasta dónde han sido capaces de llegar las personas por tan solo querer cumplir sus objetivos sin pararse a pensar en nadie más. Su único deseo en aquel momento era recuperar a su hermana, pero había algo más también...deseaba que los desalmados que habían causado todo aquello sufriesen como los animales que eran.
El rubio comenzó a apretar su puño para lograr liberar la rabia que tenía acumulada hasta que se dio cuenta de que sus uñas habían atravesado un poco el traje de protección inclusive la piel de la palma de su mano, de la que ahora brotaba unos finos hilos de sangre:
-Buenos dí..  - Dijo Maya mientras colocaba una mano sobre el hombro de M.A y con la otra le ofrecía su abrigo. Su frase fue interrumpida al fijarse en la mano del rubio. La expresión de la castaña se tornó seria y, haciendo un vago acopio de sus fuerzas propinó una ligera bofetada a M.A:
-Para ser tan inteligente hay muchas veces que no usas el coco ¿No has pensado en la radiación? - Dijo Maya un poco alterada.
El ahora inexpresivo rostro de M.A provocó que en el interior de la castaña aflorará un profundo sentimiento de culpa por lo que acababa de hacer. Arrepentida, se acercó un poco más al de los ojos azules y con sinceridad, dijo casi en susurro:
-Lo siento...no debería haber hecho eso.
El rubio fue arrancado de su ensimismamiento gracias a las palabras de la castaña y, mediante un ademán y una ligera sonrisa restó importancia al asunto:
-Propongo que sigamos avanzando por la carretera en dirección al desierto. No creo que mi hermana se detuviese en un lugar plagado de esas cosas.
El rubio echó a andar en dirección al grisáceo asfalto. Sin embargo, al dar el tercer paso inclinó levemente su cabeza hacia atrás y en tono desenfadado preguntó a la muchacha:
-¿Me sigues?
Maya entrecruzó sus brazos esbozando una sonrisa socarrona en sus labios y, con los ojos entrecerrados respondió a su compañero e interlocutor:
-Faltaría más, rubiales.
Maya aceleró un poco su paso para lograr ponerse a la altura de M.A y, de esta forma comenzaron una caminata por aquel escenario dantesco, desprovistos de cualquier tipo de recursos que pudiesen les facilitar el viaje y bajo un sol abrasador que parecía tener el don de hacer arder todo aquello en segundos. A ambos lados de la carretera se erigía escasos restos de matorrales e incluso si fijabas bien la vista podías encontrar cráneos de animales. Desde luego, nada de aquello lograba precisamente alentar a la pareja...
Los labios de los chicos denotaban profunda sequedad y grietas, la ausencia de agua comenzaba a pasar factura físicamente. Ya ni recordaban cuando fue la última vez que echaron un buen trago:
-Realmente no tengo mucha confianza en que vaya a encontrar a mi hermana y...siéndote sincero, ella me importa muchísimo, pero estoy bastante asqueado de todo ya. Solo has de fijarte un poco en cómo he estado tratando a todos durante estos últimos días. Soy un mierda, no hace falta que digas nada para intentar hacerme sentir mejor o algo por el estilo, porque no vas a cambiar esa visión, pero sinceramente desearía ser egoísta por una vez y poder ser libre de hacer lo que mi instinto me dice. Si se ha tomado esta decisión no ha sido por falta de motivos. No soy el hermano perfecto, pero he intentado cuidarla lo mejor que he sabido en función de mis posibilidades. He sido su hermano y su padre, pero claro, no ha bastado. Ella ha crecido y ha aprendido a cuidarse y estoy aquí tan solo por la promesa que le hice de nunca abandonarla y porque la quiero...-Aquellas palabras, brotaron entre murmullos de dolencia de sus labios con la ligereza de una pluma. En ese momento su corazón se había deshecho de cualquier coraza, sintiéndose más indefenso que nunca.
En primera instancia, Maya no se atrevió a decir nada por miedo de herir la ahora mismo presente sensibilidad del rubio. Jamás lo había logrado ver en un estado tan delicado y sincero. Había bajado la guardia por completo y la castaña sintió una intensa felicidad en el fondo de su ser al comprobar que por fin había logrado mostrarle que puede confiar plenamente en los demás:
-Tienes razón, seguramente no podré hacerte cambiar de idea porque eres muy cabezota, eso ya lo sabemos todo el mundo. Sin embargo creo que se te olvida que el hecho por el que ella se fue es porque se inculpó así misma de todo lo que te había ocurrido. Ella solita llegó a la conclusión de que era la fuente de todos tus males y, por ese hecho, simplemente se fue. Tu hermana es muy lista, al igual que tú. Sin embargo hay una cosa en la que ambos os parecéis y es que sois muy negativos cuando las cosas empiezan a ir mal. Tan solo eso. 
M.A levantó un poco alzó un poco la vista para mirar a Maya directamente a los ojos.  Entre todo  aquel sendero de vestigios de humanidad, fuero aquel breve discurso el que levantó ligeramente el ánimo al rubio:
-Seguiremos buscando a Ley y la encontraremos, y no suelo decir las cosas sin fundamento, recuérdalo.-Añadió Maya, quien a continuación esbozó una sonrisa muy amplia para provocar el efecto de ternura deseado.
No tenían porque rendirse, no iban a rendirse. Simplemente continuarían avanzando hacia lo que el destino les deparase y harían todo lo posible para alcanzar su meta. 
Aquella breve conversación había mitigado la sed de ambos jóvenes. Ahora, de buena gana, continuaban caminando mientras que  el sol descendía poco a poco sobre ellos sin contemplación alguna, siguiendo su rumbo, inexorable e imperturbable...


-Interesante, muy pero que muy interesante.-Dijo Maya al inspeccionar con los ojos entrecerrados y desde las afueras aquel extraño paraje.
-Me recuerda a las típicas ciudades de los spaghetti westerns. Ya sabes, ''El Bueno, El Feo y  El Malo'', Sergio Leone... - Anotó el rubio mientras que seguía de cerca a Maya, imitando sus acciones y dedicándose a contemplar aquel curioso pueblo en medio de la nada.
Ante ellos, se erigían varias docenas de casas de madera al más puro estilo campestre, desgastada debido al paso de los años.  Su colocación parecía seguir un mismo patrón, aunque un tanto irregular. Los edificios no parecían estar en sus mejores momentos:
Varios de ellos se encontraban prácticamente en ruinas debido a la rotura de los pilares principales. Los tejados estaban en un estado lamentable, repletos de agujeros y muchas de las edificaciones directamente carecían de ellos. Muchos de los balcones que antiguamente habían pertenecido a las casas ahora se encontraban desparramados por aquel árido suelo desértico. Era un espectáculo casi macabro ver cómo y de qué forma estaba cambiando el mundo ante toda aquella porquería:
-''Bienvenidos a Stygian. Uno de los lugares más apacible que podrás encontrar.-Leyó la muchacha en un cartel cercano a la entrada de la ciudad.
-Imagino que están de broma. Este lugar se cae a pedazos. No traería aquí a mis hijos de vacaciones ni aunque me pagasen.
-Concuerdo contigo. Aunque bueno, no está tan mal, la verdad. Podríamos hacer noche aquí y explorar un poco en busca de comida o cualquier cosa que necesitemos ¿Me sigues? .-Sugirió Maya de forma suspicaz.
El rubio miró a la chica a través del cristal de su casco durante unos instantes hasta que finalmente dijo derrotado:
-No tienes remedio...en fin, espero que al menos sea tan tranquilo como aparenta a simple vista, me gustaría relajarme un poco.
Maya, haciendo caso omiso de las quejas del rubio siguió adelante a paso ligero e inspeccionando hasta el más mínimo detalle. Aquel pueblo fantasma había suscitado el interés de la muchacha. Parecía, tal y como había dicho anteriormente M.A, un lugar sacado de una película de vaqueros. Incluso barajó la absurda idea de encontrarse por aquella zona con un superviviente vestido a lo Clint Eastwood. 
''La verdad es que no parece un mal lugar para empezar de cero'', ese fue uno de los pensamientos que pasó por su cabeza al comprobar la calma y seguridad que poseían aquella pintoresca ciudad.
La joven se plantó ante la primera casa que se encontró, se plantó delante de esta y haciendo acopio de todas sus fuerzas propinó una patada a la puerta, la cual finalmente acabó volando por los aires, acto seguido entró al edificio:
-Vaya, además de sentirme ignorado ahora además me siento un poco intimidado.-Dijo en tono pícaro el rubio mientras reía entre dientes.
Maya, con expresión de aburrimiento se limitó a decir:
-Deja de decir tonterías y ayúdame a inspeccionar las casas, anda. Si no nos ponemos manos a la obra lo más rápido posible se nos caerá la noche encima.
Y efectivamente, fueron revisando una por una los hogares de aquel peculiar poblado dejado de la mano de Dios...
Habían pasado ya unas horas desde que comenzaron la búsqueda y apenas habían encontrado más bastante objetos de los que se esperaban en primera instancia. Entre estos, cabría destacar alimentos enlatados que se encontraban seguros  de la radiación en las neveras, linternas, mecheros, cuchillos e incluso una escopeta de caza junto con 12 cartuchos. 
Sin embargo...lo extraño de todo aquello es que parecía como si los ciudadanos de aquel idílico pueblo hubiesen desaparecido de repente sin más y de forma simultánea. Habían encontrado desagradables sorpresas en las casas, tales como platos de comida encima de la mesa, típicos de una familia que se dispone a cenar juntos, siendo ahora estos pasto de gusanos. Además, en algunas residencias si uno era lo suficientemente sagaz podía percatarse de que los dueños parecían estar preparando el equipaje en el momento que todo el mundo se esfumó. Esto se podía percibir en la ropa colocada en las camas, la cual estaba doblada meticulosamente y lista para ser introducida con los demás enseres personales en sus respectivas maletas.
Estos hechos no fueron comentados en voz alta entre los muchachos ya que realmente pensaban que se trataba únicamente de que se procedió a la evacuación de forma rápida y sin pausa, por lo que no dio tiempo de hacer nada más al respecto.  Aunque...aún había algo misterioso en aquel pueblo ya no tan maravilloso...
El rubio ahora caminaba junto con Maya por las calles cargados con todo lo recolectado. Habían logrado encontrar espaciosas bolsas de equipaje en las que meter todo aquello para cupiese a la perfección. En aquel momento del día, el sol ya había comenzado a esconderse tras un horizonte rojizo, moribundo y enfermizo. Aquella enorme esfera en llamas perecía para, una vez más dejar paso a la dulce y melancólica luz de la luna:
-¿Te gustaría beber algo?.-Dijo el rubio sonriendo mientras que con un ademán indicaba que cercano a su posición, había lo que aparentaba ser un bar un tanto anticuado en cuya entrada había un letrero colgante en el que podía leerse unas letras un tanto despintadas por el paso del tiempo. ''Leisure and Pleasure''. El nombre la verdad es que no daba muy buena impresión:
-Si invitas tú...encantada .-Respondió  Maya en tono burlón, aceptando de buena gana la proposición ofrecida por M.A.
Tras ese breve diálogo se dirigieron a trote hacia el lugar en cuestión. Subieron unas escaleras de madera un tanto maltrechas, las cuales conducían al interior del negocio . Maya echó mano a su bolsa y de esta sacó una linterna de dimensiones considerables, la encendió y finalmente accedieron al edificio a través de una puerta de cristal.
Solo existía una palabra posible para definir aquel lugar y era ''tugurio''. Desde luego si aquello había sido en algún momento de su vida un bar no había conquistado a la clientela por su decoración. Las paredes interiores del local parecían haber tenido en pasado un tono amarillento, sin embargo, actualmente ese amarillo se había degradado hasta alcanzar un color marrón oscuro bastante desagradable a la vista, como el resto del lugar. La mayoría de los taburetes forrados de piel ahora estaba cubiertos por una multitud de cortes y arañazos imposibles de ignorar. Además, la barra estaba recubierta de polvo y ahora parecía ser el nido de unos amiguitos arácnidos la mar de impresentables:
-Bueno, espero que al menos sea un buen lugar para pasar la noche.-Dijo Maya  mientras se acercaba la barra y dejaba encima de esta la enorme bolsa.
-No te preocupes, cogí algunas mantas, sábanas y almohadas además de algunas habitaciones. No creo que los de aquí las necesiten ya. 
M.A, sin soltar la bolsa y de forma esporádica comenzó a correr hacia un rincón concreto del edificio:
-¡Mira esto! - Dijo señalando con el dedo una mesa de billar de aspecto lustroso.
Estaba forrada de terciopelo verde y sobre esta descansaban los cuatro palos reglamentarios además del triángulo en cuyo interior se apreciaban las bolas:
-Vaya, ¿Te gusta el billar? - Preguntó Maya tomando uno de los taburetes que se encontraban frente a la barra para colocarlo a las cercanías de la mesa de billar y, una vez allí tomar asiento.
-Sí, antes solía jugar bastante e incluso se me daba bien. Sin embargo...-El rubio dejo flotar aquellas palabras como humo en el aire y comenzó a mirar su brazo, en busca de su mano ausente.
Para evitar que aquella tristeza que comenzaba a embargar a M.A siguiera extendiéndose, Maya agarró su mano y tiró de él hacía unas escaleras:
-¿Qué tal si exploramos un poco, eh? - Dijo intentando animar a aquel pobre diablo.
Las escaleras de madera resonaban con fuerza con cada paso que daba los chicos. Después del último escalón se encontraron un pequeño rellano a cuyos lados derecho e izquierdo podían apreciarse dos puertas de madera cochambrosa y mugrienta:
-Abramos cada uno una puerta a la vez ¿Vale? - Manifestó la chica con semblante jovial.
Y tras aquella sugerencia, ambos muchachos se colocaron frente a las respectivas puertas:
-Un momento, aún no he soltado la bolsa, jaja - Dijo el chico entre risas mientras la depositaba junto a él.
-A la de tres ¿Está bien? - Clamó muy animada la castaña
Ambos comenzaron a realizar la cuenta atrás en voz alta.
''¡Tres!''
 Un extraño siseo comenzó a oírse afuera del recinto. La noche comenzaba a presentar movimiento y sombras danzantes se movían entre la oscuridad como si de un baile macabro se tratase.
''¡Dos!''
 El sonido comenzó a esparcirse por toda la villa y las sombras comenzaron a alzarse desde los rincones y recovecos más angostos. Retorciendo sus delgadas extremidades y moviéndose entre espasmos.
''¡Uno!''
Las tortuosas sombras comenzaron a acercarse al edificio entre movimientos sinuosos de carácter dantesco, sin dejar de emitir aquel siseo infernal.
Las puertas se abrieron. Maya halló en el interior de su puerta una pequeña despensa en la que también había un par de productos de limpieza:
-¡Vaya rollo! Pensaba que habría algo más interesante. - Dijo la castaña decepcionada.
En ese momento se giró, encontrándose directamente con las espaldas M.A, quien había abierto su puerta de madera y, detrás de esta encontrado una cámara blindada. Sobre esta había un logotipo de una empresa, la cual ya había dejado su estigma de horror, siendo la responsable del cataclismo que había experimentado el mundo. La compañía que había arrebatado tantas vidas y había acabado con la civilización tal y como se conocía...
-Mierda...-M.A bajó la cabeza, mientras sus oídos percibían un intenso cuchicheo y golpes desde la planta baja.


#MA



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