Big Red Mouse Pointer

lunes, 24 de marzo de 2014

NH2: Capítulo 027 - El reencuentro

Era una noche muy fría cubierta con un manto de niebla densa. El hielo que se estaba formando debido a la gelidez de la oscuridad, pero eso no detenía a aquel zombi cuyo único propósito era el de caminar sin rumbo fijo. Se encontraba sucio, pero no descompuesto. Se desplazaba en solitario, sin ningún otro zombi a su alrededor. Cerca, comenzó a escucharse un ruido que se iba haciendo cada vez más potente en cuestión de segundos, pero que cesó casi de inmediato, terminando justo al lado de aquel muerto. Era el sonido de un motor. 
—Agh, mierda. Ya se ha quedado la puta moto sin gasofa. Que putada que no hubiese ninguna lata en la gasolinera para llevarme algo más —gruñó una silueta de mujer mientras aquel zombi se acercaba hacia ella para asestarle su primer bocado.  
Sin embargo, la mujer fue mucho más rápida, rebanando de manera rápida, aunque algo tosca, su cuello con una afilada espada. 
—Que te den, pedazo de carne podrida. 
La tarde anterior a aquello, el grupo de supervivientes lloraban la perdida de otro de los vivos que se había unido al ejército de los muertos, y que minutos antes había seguido siendo una mujer con sus sentimientos a flor de piel.
M.A y Maya se habían quedado muy desconcertados por la nota de Selene, pero no tanto por ver a Alice allí plantada, a la misma mujer que hacía un año intento había intentado matarlos, la misma que supuestamente había muerto en Stone City. Querían decir algo. Maya quería decir algo. M.A quería decir algo, pero justo antes de pronunciar palabra alguna, la joven Alice se desmayó por el dolor que había sufrido tras su último combate.

Tres personas caminaban en la oscuridad de la noche, en lo que quedaba de lo que había sido un gran bosque. Eran Alice, un hombre y su hijo.
La mujer se percató de que el hombre estaba agotado y que el niño que llevaba en brazos estaba dormido, y era como si le pesara más de lo que éste pesaba en realidad, ya que llevaba horas con el niño en sus brazos.
—Será mejor descansar un rato —dijo Alice sin mirar al hombre.
—Pero, ¿y qué pasa si aparece un zombi? —dijo el hombre preocupado.
—Tranquilo, yo me mantendré despierta. Me resultaría imposible dormir ahora mismo —dijo Alice.
Los tres se adentraron un poco en el bosque y comenzaron a subir un putrefacto árbol que casi no tenía ni hojas con cuidado de no rasgarse su indumentaria. Cuando por fin encontraron un lugar “cómodo” fue como si se hubiesen quitado una mochila llena de piedras de encima, pero el hombre seguía sin soltar a su hijo.
—Tranquilo. Ningún zombi va a vernos aquí arriba, y tampoco es que sepan trepar. Esa es una buena ventaja —dijo Alice con intención de que se relajará aún más.
—Está bien. Es sólo que me siento un poco raro. No sé si deberíamos andar demasiado por los bosques sabiendo lo de la maldita radiación. Pero claro, no hay otra opción. Si no es esto, son los muertos —dijo el hombre mientras acurrucaba al niño como podía.
Ambos estuvieron callados unos segundos hasta que Alice rompió el silencio.
—¿No vas a decirme cómo te llamas?
—¿Qué? –dijo el hombre extrañado. Ni siquiera se había parado a pensar en eso. Sus pensamientos estaban en aquel momento con su mujer, a la que había perdido hacía tan sólo  unas horas—. Me llamo Enrique… ¿Y tú?
—Me llamo Alice. Estudiaba en el instituto priva… —dijo ella hasta que le corto la frase.
—Vale, vale, no me cuentes tu vida, jajaja. —Enrique intento hacer una broma, pero acto seguido, volvió a quedarse serio y pensativo.
Alice fue a seguir charlando, pero pensó que era mejor callarse y dejarle que intentara dormirse. Coloco su rifle y su machete en una de las ramas de al lado para estar más cómoda, pero dejo sus pistolas para no estar totalmente desarmada. Se sentía desnuda sin ellas.
A lo alrededores no se veía absolutamente nada, aparte de la oscura noche. Alice tenía la vista cansada. Poco a poco, a medida que entraba la noche empezaba a hacer un poco de frio y a levantarse neblina por lo que le era ya imposible ver nada. Ni siquiera veía la luna. Al poco, observó cómo Enrique se había quedado dormido del todo, y mientras miraba el rostro del hombre que tendría cerca de veintitantos o quizás treinta oyó un ruido que la asustó. ¿Había alguien ahí abajo? Se restregó los ojos para intentar ver mejor, pero seguía sin ver nada, hasta que por fin consiguió divisar algo. Había alguien ahí abajo. No distinguía si era mujer u hombre, ni si era humano o zombi. Sólo veía algo en movimiento. Alice lo seguía con la mirada con la esperanza de que pasara de largo, pero parecía caminar en círculos.
De repente, uno de sus gruñidos lo delato. Era un zombi, así que Alice cogió su machete y se dispuso a bajar sigilosamente a ocuparse de él, ya que no quería que se percatará de ellos por cualquier ruido que pudiesen hacer Enrique y su hijo mientras dormían. Bajó del árbol mientras miraba a ambos con la esperanza de que no se despertaran.
Una vez abajo, se encontró perdida entre tanta neblina. Había perdido al zombi de vista unos segundos y ya no estaba. Empezó a caminar muy despacio mientras lo buscaba, pero casi no podía ver. Fue entonces cuando se dio cuenta de que necesitaba dormir. Estaba agotada y por eso se le cerraban los parpados y le temblaba la mano. No se había sentido así desde los acontecimientos de Stone City. Sin darse cuenta piso una ramita, lo que hizo que el zombi gruñera y se percatará de su existencia, pero Alice seguía sin ver nada. No sabía de donde había llegado aquel gruñido, ni si se acercaba hacia ella, así que empezó a agitar la mano con el machete hacia todas partes. Se sentía indefensa y sola. Hacía tiempo que no estaba tan asustada. Por primera vez dos personas dependían de ella, cuando siempre había sido ella la que dependía de los demás, y se sintió una fracasada. Justo entonces oyó un paso detrás de él y rápidamente le clavo el machete en la cabeza como pudo. Por fin, Alice vio el rostro de su víctima, y lo que vio fue la cara de Enrique. Alice soltó el machete y se le vino el mundo encima, pero al caer al suelo fue cuando se dio cuenta que en realidad si era aquel zombi. El cansancio y el sueño habían jugado una mala pasada a la joven, que no salía de su asombro. Rápidamente le quito el machete de la cabeza y se levantó para volver a subir al árbol con Enrique y su hijo.
Pero no conseguía divisar el árbol en el que estaba. Alice se había perdido en la niebla y volvía a estar asustada. Comenzó a ver sombras por los alrededores, pero no estaba segura si era su imaginación. Tenía los nervios a flor de piel y estaba casi neurótica. Con la voz temblorosa y casi susurrando, comenzó a llamar a Enrique. Sabía que era un gran error hacerlo, porque en lugar de atraer a Enrique hacia ella, podría atraer a unos cuantos zombis, pero estaba muy asustada como para pensar en cualquier otra opción.
A los pocos segundos notó otra sombra que se dirigía hacia ella, pero no sacó su machete. Temía que fuese Enrique, que había oído llamarlo, y poder matarlo realmente. La sombra se acercaba poco a poco y sus pulsaciones iban en aumento. Hizo un nuevo intento de llamarlo, pero sus cuerdas vocales no hicieron caso a su mente, y le fue imposible hablar. Tenía un nudo en la garganta.
—¿Alice? 
La sombra fue tomando forma. Era Enrique. Había oído a Alice llamarlo y había bajado en su búsqueda tras asegurarse de que ningún muerto podría alcanzar a su hijo. Alice por fin respiró tranquila y su corazón volvió a latir con normalidad. Sin saber el porqué, lo abrazó. Ni siquiera lo conocía, pero se alegraba de verle 
—Lo siento. Me había perdido entre tanta neblina —se disculpó Alice.
—Tranquila. Volvamos al árbol —le dijo Enrique mientras le tomaba la mano para que no se perdiera.
Juntos volvieron a subir al árbol, que estaba más cerca de lo que la joven pensaba, mientras ella no paraba de preguntarse cómo es que había dejado a su pequeño solo para ir a buscarla, pero nunca se lo pudo preguntar, ya que pronto el hombre volvió a quedarse dormido. Sin embargo, Alice tenía que mantenerse despierta. Lo había prometido. Y continuó mirando a la nada en busca de algún otro zombi, pero finalmente cayó dormida, rendida ante el cansancio.

Alice se despertó repentinamente de aquel sueño. Su mente rápidamente trató de ubicar aquellas escenas, y no tardó en darse cuenta de que había estado rememorando algunos de los sucesos que habían ocurrido con Enrique y su hijo antes de su encuentro con el grupo. O al menos algo parecido a aquello. 
—¡Enrique! —gritó ella en cuanto abrió a los ojos, esperando verle a su lado. 
—Alice, tranquila. Sólo era un sueño. No pasa nada, ¿vale? No pasa nada. Tú sólo descansa —trató Inma de calmarla tras su despertar, quien se encontraba junto a ella vigilándola.
M.A, quien se había apostado en una de las esquinas de aquella enfermería a la espera de que la chica despertase, se acercó lentamente a ella con cierta desconfianza.
—Vale. No quiero ser persuasivo ni presionarte demasiado, pero, ¿tú quién leches eres? —dijo M.A con seriedad mientras la observaba fijamente.
—¿Qué? ¿Qué estás diciendo? M.A., soy yo, Alice. ¿Es que no me reconoces? —dijo Alice con el ceño fruncido, extrañada por la pregunta del joven.
—Mira, Alice murió en Stone City, y no quiero ni imaginarme la clase de perversidades que esos cabrones de ESGRIP pudieron hacer con su cuerpo. Así que volveré a preguntártelo una vez más, y quiero una respuesta de inmediato. ¿Tú quién eres?... O mejor dicho… ¿Qué eres? Porque no me atrevo a creer que seas siquiera un ser humano. No me fio nada. Absolutamente nada. 
—M.A, no soy ningún engendro creado por esa compañía. Soy Alice. Soy la verdadera. Soy la original. Soy la chica de la que te enamoraste en Stone City y a la cual viste morir delante de tus narices. ESGRIP me devolvió a la vida. Usaron algún virus o yo que leches sé conmigo y funcionó de otra manera. Volví a la vida. Al contrario que los demás no lo hice como un zombi. Estaba siendo controlada por la compañía de alguna manera para mataros, pero una vez todos ellos cayeron, fui libre del control mental. Yo… Puma también está vivo cuando lo habían matado. Tienes que creerme. ¿M.A, a dónde vas? ¡M.A, vuelve aquí! ¡M.A! —gritaba Alice mientras M.A. se alejaba con resquemos, salía del cuarto y cerraba la puerta con violencia.
—Dale tiempo. Acaba de sufrir una serie de acontecimientos un tanto deprimentes, por lo que he podido ver. Ya entenderá lo que está pasando. Ya volverá. Tú solo descansa —le aconsejó Inma a Alice con su característica ternura. 
—¿Pero qué pasa con Enrique y su hijo? —dijo Alice preocupada.
—Ahora se lo comentare a Puma, aunque no sé quiénes son esos dos. Ahora están discutiendo sobre lo que van a hacer. A los presos de Puma no le hace mucha gracia nuestra presencia, y quieren que nos marchemos —le comunicó Inma a Alice. Al parecer, la joven prefería estar en aquella habitación con Alice que verse envuelta en aquel debate, y menos tras la pérdida de Selene.
Fuera, en una especie de salita de espera, se encontraban el resto de los supervivientes. M.A. comentaba a Maya lo que Alice le había dicho, pero los pensamientos de Maya estaban en otro lugar. Era mucha información que digerir. Demasiadas muertes en muy poco tiempo…
—No puedo aseguraros una estancia aquí. Haré todo lo posible para tratar de manteneros en este lugar, pero no puedo garantizaros nada. Es todo lo que puedo decir —les habló Puma intentando ganarse la atención de todo el grupo.
—Ya no tenemos a donde ir. Se supone que antes éramos amigos, ¿no? Aunque sólo sea por eso, deberías dejar que las chicas se quedasen. Demuéstranos que todavía queda algo de ti –le desafió M.A un tanto rebelde, aunque parcialmente disgustado.
—Tu y yo nunca hemos sido amigos, rubito. Da gracias a que te he traído aquí con vida. Habría sido muy fácil abandonarte en aquel bar de mala muerte y venir sólo con Maya. Tú no me servías para nada, y al fin y al cabo, ya habías tomado tu decisión. Ley. —dijo Puma provocando la irá de M.A.
—No me provoques —dijo M.A. acercándose desafiante.
Florr se desplazó rápidamente para defender a su hermano del rubio, pero éste la detuvo rápidamente. No quería altercados por el momento. 
—¿Por... por qué pensabais que Selene se curaría con mi sangre? –dijo Maya mientras miraba al suelo.
—En un diario que tenía Alice en el que hablaba de ESGRIP confirmaban que la sangre de uno de los supervivientes de Stone City era la cura, y deduje que sería tu sangre, porque tu… bueno, ya sabes —le dijo Puma algo incómodo. 
—Mi sangre… ¿Y qué pasa con Alice? ¿Es de fiar? –dijo Maya levantando la mirada.
—Sí tranquila. Vuelve a ser la Alice que conocimos. No es ninguna amenaza.
—¿Y qué hay de Nait? 
Todos se mantuvieron en silencio ante las palabras de Maya.
—Ya te dije que murió cuando… —Puma fue interrumpido.
—No… Me refiero a que quiero saber dónde está su cuerpo —Maya volvió a bajar la mirada.
—Tuvimos que dejarlo allí. Los zombis nos pisaban los talones. No pudimos hacer nada por él —se excusó Puma, siendo nuevamente interrumpido.
—¿Y simplemente lo dejasteis allí solo mientras moría? ¿Cómo pudisteis? –Maya comenzó a llorar por ello, aunque lo más probable es que fuese por la enorme mezcla de emociones que llevaba encima.
—Maya ya te dije que no nos quedaba otra alternativa —dijo Puma casi lamentándose por no haberlo podido salvar. 
M.A. se acercó para abrazarla, pero esta dio un paso atrás y miró fijamente a Puma.
—Voy a ir a buscarlo —dijo Maya de una manera muy seca—. Tengo que ir a buscarlo. Seguramente me dirás que es una locura, pero tengo que hacerlo. Primero iré a por él, y después intentaré buscar a Selene si me es posible. Quiero enterrar a los dos juntos. ¡Y no! ¡No me taches de loca! —la detuvo ésta viendo la intención de Puma de recriminarla—. En parte es culpa mía por haberme marchado del fuerte, así que pienso ir a buscarles y a darles un entierro digno, como se merece.    
—Lo siento mucho, Maya, pero no te lo puedo permitir —trato Puma de persuadirla de que no se marchase—. No quiero perderte a ti también. No quiero perder a nadie más de este grupo.
—Lo dices como si te importáramos… —le atacó el rubio de mala manera aprovechando la situación.  
—No lo harás —dijo Maya.
—Voy contigo —dijo M.A.
—Quizás deberías quedarte. Alice… Ella te necesita —dijo Maya preocupada por la chica.
—Cuando yo me fui no dudaste en ir tras de mí. Ésta vez me toca a mí. Estamos juntos en esto desde el principio y así será hasta el final.
Ambos jóvenes se quedaron mirándose. Las palabras del joven hicieron que a Maya le volviesen a caer lágrimas sobre su rostro. Mientras Puma miraba muy serio como se miraban ambos. Finalmente había decidido no interponerse más en su decisión. Bastante tenía él con la situación actual, y el posible enfrentamiento contra los suyos. Aun así, y como un acto desesperado para que se quedaran dijo 
–Ni siquiera sabéis como llegar hasta allí
—Yo les llevaré –dijo Inma muy segura, la cual acababa de salir del cuarto sin que apenas nadie se fijara.
—Inma, por favor… —dijo Puma mirándola de reojo.
—Yo estuve con él en sus últimos momentos… Yo también quiero despedirme de el —dijo Inma mirando a su prima, echándole una mirada de complicidad.
Alice observo desde lejos, y aunque quería ir con ellos, necesitaba saber que Enrique y su hijo estaban bien, así que no dijo nada.
—Espero que sepáis lo que hacéis… -dijo Puma muy serio y sin ni siquiera mirarles a la cara.
—Volveremos pronto —dijo Maya mientras se marchaba junto a Inma y M.A.
—¿Crees que volveremos a verlos? –dijo Florr a su hermano.
—No… no a todos al menos… Aunque espero que lo logren, si te soy sincero –dijo Puma.
Fuera los tres jóvenes se dirigían al vehículo mientras la tarde comenzaba a aparecer entre las nubes. 
—Selene… Dios, Selene. Ni siquiera sabía que estaba viva… —dijo Maya aun con lágrimas en los ojos.
—Ha sido una noticia espantosa. Me pregunto si mi hermana… —habló M.A. preocupado.
—Ni lo pienses. Ya sabes que Ley es una superviviente nata. Sé que sigue con vida —le aclaró Maya muy convencida.
—Oye, Maya, ¿y si es cierto que tu sangre es la cura? –dijo la prima de Maya.
—No…no lo sé. Es demasiado para asimilar ahora. Centrémonos en encontrar el cadáver de Nait y nos ocuparemos de la cura, Alice y los chicos de Puma cuando volvamos —concluyó Maya.
—¡Chicos, esperadme!
—Hablando de la reina de Roma —dijo Inma algo picara.
—¿Qué quieres? ¿Qué haces aquí? – pregunto M.A. algo agresivo.
—Voy con vosotros. Necesitareis mi ayuda —dijo Alice.
—¿Y qué pasa con el tal Enrique? –le dijo Inma
—El seguirá aquí cuando vuelva. Puma me ha asegurado que estará bien. Va a ir a por él ahora mismo. Además, no me perdono por haber intentado matar a Nait en su momento, aunque realmente no fuese yo. Tengo… tengo que ir. Necesito ir —concluyo Alice.
—Como quieras. Además tenemos muchas cosas de que hablar —dijo Maya mientras se subía a una ambulancia que parecía propiedad del lugar. 
Alice miró hacia M.A. esperando que dijese algo, pero este la miro de manera muy seca y seria. La tensión podía olerse en el ambiente. Sería un viaje bastante movidito, pero la misión era bastante clara, y sin mirar atrás se dirigieron al lugar donde yacía el cadáver de un héroe. Naitsirc. 
—Te haré una pregunta en algún momento del viaje —habló de repente M.A, sobrecogiendo a Alice, quien no se lo había imaginado en absoluto—. Si me contestas como yo pienso que me contestaría la verdadera Alice, sabré que eres tú. Hasta ese momento, el cañón de mi pistola seguirá apuntando en tu dirección.   
Poco después de que los cuatro partiesen, una mujer aparecía frente al Santa Sara Abello, dispuesta a encontrar algún vehículo que suplantase a su inutilizada motocicleta. 
—Interesante… -murmuró la mujer mientras se dirigía hacia la puerta de entrada. 
En el interior del edificio, Puma no paraba de darle vueltas a la cabeza mientras se fumaba uno de los pocos cigarros que le quedaban, pensando en lo que debía hacer con sus antiguos amigos y los presos. Aquellos violadores y asesinos no eran gente de fiar, pero no podía prescindir de ellos con facilidad. Además, se veía en la obligación de proteger a Florr y a la antigua pareja de hermanos que había estado con ellos demasiado tiempo, pero tampoco quería abusar en exceso de su poder. Ya lo había hecho demasiadas veces, y las cosas siempre empeoraban. E iban a continuar empeorando. 
—¡Intruso! —pudo escuchar desde el exterior de la edificación. Con rapidez, Puma desenfundó su arma para encaminarse hacia el lugar del que había provenido la alerta.
—¿A dónde te crees que ibas, zorrita? ¿A la feria de tu pueblo? —habló uno de los presos apuntándola de manera intimidatoria mientras la miraba con lascivia, al mismo tiempo que otros se esforzaban por rodearlas.  
—Aparta ese rifle de mi cara o te lo meteré por la raja del culo y haré que atraviese todo tu intestino hasta que te salga por la boca, comemierda —le desafió ella totalmente imponente. 
Aquel preso ya estaba a punto de disparar cuando observó cómo su general atravesaba la verja de entrada, y una vez hubo contemplado con incertidumbre  a la muchacha, les ordenó que bajaran las armas. 
—¡No jodas! ¿Es esta la caseta del gatito? ¿De dónde has sacado a este barrio gatuno, Pumita? —habló la chica con algo más de tranquilidad tras observar a aquel joven, pero todavía alerta. 
Puma le dio una última calada a su cigarro y lo tiró al suelo para pisarlo, todavía algo incrédulo por la persona a la que estaba viendo frente a sus ojos. 
—Dyssidia…
#Proyecto Alice

1 comentario:

  1. Nice Job, Javichu!!

    Me gustó como comenzaste el capítulo, resultó muy interesante.
    Curioso eso de enterrar juntos a Sele y Nait, cómo se te ocurrió esa idea??

    Y esa última aparición... e.e ...

    #Maya

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