Big Red Mouse Pointer

sábado, 20 de junio de 2015

RNH: Juego de la Supervivencia

Capítulo 01 - El principio del fin

5 de julio del 2012

Aquella mañana, la joven agente de policía Nicole Collins se preparaba para ir a su trabajo un día más. Ya uniformada con su traje policial de tonalidad azul marino y su dorada placa que la identificaba como agente de la ley, se paró frente al espejo de su habitación mientras recogía sus largos cabellos rubios y se hacía con la ayuda de un coletero oscuro su tan característica y cómoda coleta. Para finalizar, se puso su gorra policial, del mismo color que el resto del uniforme y a atar los cordones de sus botas oscuras.

Con veinticinco años, era una de las agentes más reconocidas en su departamento por su implicación en una multitud de casos de todo tipo, así como por sus ansias de impartir justicia en Stone City. Dirigió una mirada de aquellos hermosos ojos azules al reloj de muñeca cuando escuchó proveniente del exterior la bocina del coche policial de Morís... Tan puntual como de costumbre, pensó la rubia mientras se dirigía a la puerta de entrada a su domicilio.

La rubia salió de su casa, el día era tan radiante y caluroso como era costumbre en los veranos de aquella ciudad estadounidense, sí, todo se veía normal, como de costumbre, aunque sabía perfectamente que la realidad era otra, una realidad que se escondía entre las sombras de la ciudad. En el interior del coche, un hombre de cuarenta y dos años la esperaba mientras se rascaba su corto cabello castaño y soltaba un suspiro, era evidente que algo le preocupaba. Finalmente, la joven pero experta agente de policía entró en el coche patrulla tras saludar a su compañero momentos antes de abrir la puerta del vehículo.

— ¿Ocurre algo? —Preguntó la rubia frunciendo el ceño.

—Me ha comentado un compañero hace un rato que un representante del gobierno ha ido a la comisaría para entrevistarse con el jefe. Al parecer hablaban sobre qué quieren hacer algo con la situación de los zombis. Quieren poner en marcha un plan de evacuación y no solo necesitan ayuda de las ONGs o el ejército, también que los agentes de la ley como nosotros cooperemos. — Le respondió Morís instantes antes de comenzar a mover el vehículo encaminándose hacia la comisaría.

Ninguno de los dos quería continuar hablando del tema, ya cuando llegaran a la comisaría se enterarían de lo que estaba ocurriendo, por ello, aquel tema de conversación no duró demasiado. Nicole se dedicó gran parte del viaje a mirar por la ventanilla: Un grupo de adolescentes jugando al baloncesto, un hombre regando su jardín, una camioneta de helados ofreciendo sus servicios a niños deseosos de aquel frío manjar, un perro ladrando al cartero tras meter las cartas en el buzón de una casa, voces, risas, movimiento, color... Nicole pudo observar como la vida circulaba como siempre, sin cambio alguno, le parecía irreal que tras las sombras de aquellas escenas una gran desgracia estaba comenzando a emerger.

Claro, ellos están alejados de todas esas cosas, ellos no saben el peligro que hay en la ciudad en estos momentos, ellos... confían en que el gobierno y los que son como yo resolverán en unos días esta situación, al fin y al cabo, como dicen los medios: No hay de que alarmarse, todo está bajo control. Ojalá... Pensó Nicole antes de cerrar los ojos para echarse una cabezadita durante el trayecto, pues la noche anterior estuvo despierta hasta tarde redactando unos informes de uno de sus últimos casos.

Un tiempo después, mecida levemente por Morís, la rubia abrió sus azulados e intensos ojos teniendo como primera vista la comisaría en frente suya. Ambos bajaron del vehículo policial y se dirigieron al interior del edificio. En el interior, la gente estaba algo agitada, la llegada de aquel agente del gobierno no agradó a nadie, su llegada así como el planteamiento que le ofreció al jefazo, solo daba a entender que en las afueras de la ciudad, la situación con los zombis estaba empeorando. A estos se le acercó una joven japonesa uniformada con un traje oscuro de oficinista, su corto cabello oscuro así como aquellos rasgos asiáticos le daban un aspecto muy lindo, su nombre era Emi.

—Chicos, la cosa está bastante tensa... —Les comunicó clavando sus oscuros ojos rasgados en los azulados y castaños ojos del dúo compuesto por Nicole y Morís.

El trío miró como la mayoría de policías se quedaban rondando por la oficina del jefe en un intento de intentar escuchar parte de la conversación mientras murmuraban entre ellos sobre la situación.

— ¿Las marujas se han enterado de algo más? —Preguntó Morís haciendo referencia a aquellos policías que estaban con la oreja tras la puerta en un intento de captar algo de la conversación. Respuesta a su pregunta fue una señal de negación con la cabeza por parte de Emi.

—Tan solo queda esperar a que el jefe nos comente algo... —Añadió Nicole torciendo los labios en señal de inquietud.

—Bueno, yo mientras me voy a hacer un café, tengo la sensación de que hoy será un día largo. ¿Queréis uno chicas?

Las féminas asintieron con la cabeza ante la pregunta de Morís — ¿Nicole que tal vas con...—El intento de Emi por preguntar acerca del trabajo que Nicole estuvo realizando ayer con aquellos documentos se vio totalmente cortado por el chirriar de la puerta de la comisaría, las cuales se abrieron del golpe acompañado de una escena desconcertante.

Una mujer de unos cuarenta años había ingresado violentamente en estado de pánico y agotamiento al interior de la comisaría. Sus ropajes ensangrentados, aquella manera de tomar aire por la boca y su angustiada mirada daban la sensación que en el momento menos pensado su corazón acabaría saliéndose por la boca.

—¡¡¡AYUDADME POR FAVOR!!! ¡¡Ana, Ana está en peligro, ayudad a mi hija!!— Vociferó aquella mujer ingresando en el interior de la comisaría mientras angustiada miraba aquellos rostros desconcertados de los agentes de la ley quienes no supieron reaccionar a aquella repentina escena.

Finalmente la mujer fijó su mirada en Nicole y se encaminó a ella antes de caer de rodillas ante la rubia suplicando por ayuda. Nicole se obligó a sí misma a reaccionar ante aquellas súplicas y se agachó para contemplar a la mujer y preguntar qué era lo que había sucedido con su hija. Pero aquellas preguntas se vieron ahogadas cuando la puerta del despacho del jefe se abrió de golpe saliendo de la estancia un hombre de oscuro uniforme, calvo y con caras de pocos amigos mientras sostenía en sus labios un cigarrillo encendido, detrás de este, un hombre se asomaba por encima de su hombro, se trataba del agente del gobierno y Alan, el jefe de aquella comisaría.

— ¿¡Qué demonios pasa aquí!?— Preguntó un alarmado Alan dirigiendo su vista a la escena.

Nicole comenzó a explicar lo sucedido cuando Emi se acercó a las puertas de la entrada para cerrarlas, o al menos, eso intentó. 

Su mirada se vio atraída hacia una persona que se dirigía corriendo a toda velocidad hacia el edificio mientras podía ser percibido una serie de gruñidos a medida que se acercaba más, hasta que estuvo lo suficientemente cerca como para que las personas en el interior de la comisaría pudieran escuchar también aquellos gruñidos y gritos desquiciados dirigiendo la mirada de los presentes a Emi y al exterior. Todo fue muy rápido, cuando Emi y el resto quiso darse cuenta, aquel hombre ensangrentado y de comportamiento violento y rabioso se había abalanzado hacia la asiática tirándola al suelo.

—¡¡¡SOCORRO!!!—Gritó Emi forcejeando contra aquel veloz no muerto que luchaba con fiereza contra la fuerza puesta por Emi en un intento de arrancar la carne de su suculento cuello.

Nicole, la más cercana a Emi y la única con su cinturón porta pistolas puesto, fue la única en desenfundar su P226.

—¡¡Tomas!! —Gritó la mujer que se encontraba a los pies de Nicole momentos antes de ponerse en pie entre la mira de la pistola y el no muerto que tenía atrapada a Emi.

La japonesa aprovechando que aquel zombi elevó su cabeza para mirar a aquella mujer que lo llamó por su nombre, pudo colocar el pie bajo el torso de este y empujarlo con todas sus fuerzas tirándolo de espalda, momento que aprovechó para levantarse y volver a toda prisa al lado de Nicole.

—Cariño, soy yo, Katy ¿no me reconoces? —Preguntó la fémina acercándose lentamente al zombificado Tomas quien ya se había incorporado y se había quedado quieto en el sitio mirando a la mujer mientras la gruñía.

— ¡No te acerques! ¡Ya no es un humano! —Advirtió Nicole aun sujetando con firmeza su pistola, no era humano, es verdad, pero aquel comportamiento del zombi le llamó la atención ¿Por qué no se había lanzado ya hacia ella? ¿Por qué se quedaba mirando a Katy? Nicole no sabía qué hacer, aquella mujer estaba en la línea de tiro y no parecía querer quitarse del medio. ¿Es que no veía el peligro? Los no muertos no podían razonar, ya lo había comprobado, pero no podía evitar sentirse curiosa respecto aquel comportamiento ¿Es posible que aún tuviera algunos recuerdos a pesar de estar ya muerto?

—¡¡Oye que te alejes te han dicho!! —Intervino Morís situándose al lado de Nicole desenfundando su arma.

Katy se giró mirando al grupo de policías.

— ¡No disparéis por favor, es mi marido, aún me recuerda, lo sé! —La mujer abrió los brazos cubriendo con su cuerpo al zombificado Tomas quien a la vista de los policías parecía estar excitándose y poniéndose cada vez más intranquilo.

Mientras los agentes trataban de convencer a aquella mujer para que se apartara del medio, Tomas paso a paso, fue acercándose por detrás a Katy fijando sus ojos inyectados en sangre en el cuello de la fémina a la vez que su respiración y gruñidos comenzaban a hacerse más fuertes.

Finalmente, dejándose llevar por su instinto de alimentarse agarró por detrás a Katy y mordió su cuello con fiereza, apretando los dientes con todas sus fuerzas arrancando un pedazo de carne. La rojiza coloración procedente del interior de su cuerpo comenzó a teñirla a ella y a su agresor así como el suelo de la estancia ante un sorprendido público por aquel violento y sádico acto. Los gritos de dolor y súplica de la mujer fue lo que volvió a Nicole y al resto a la realidad.

— ¡Suéltala! —Gritó Nicole apuntando directamente a la cabeza del no muerto. No sabía si disparar, ambos forcejeaban en el suelo y la probabilidad de darle a Katy era muy alta.

El no muerto elevó su cabeza para mirar a Nicole mientras que por su barbilla corría la sangre de Katy dándole un macabro aspecto. Tomas gruñó antes de levantarse a toda velocidad para lanzarse contra Nicole, pero un disparo, un solo disparo en la cabeza puso fin a aquel propósito. Finalmente, como ya se imaginaba, los zombis estaban muertos, no podían retener recuerdos así como era imposible hablar con ellos, son como animales salvajes descerebrados que solo saben matar para comer en un intento de saciar aquel apetito insaciable que tenían hacia la carne humana.

Emi se acercó a toda prisa a Katy y colocó su mano en la mordedura taponando la herida en un intento de que no se desangrara, mientras, Nicole por su parte, se arrodilló al lado de Katy agarrando su mano.

— ¡Llamad a una ambulancia! —Les gritó Morís al resto de policías.

—Por... favor, salva a mi hija Ana...—Pudo pronunciar Katy con dificultad mientras unas lágrimas surcaban su rostro— Fuimos atacados por esas cosas en el parque de Stone.... Nos atacaron a mí, a Tomas y a ella, su primo y tíos se separaron de nosotros...—Cada vez era más evidente la dificultad que tenía Katy para hablar, que Emi taponara la herida tan solo retrasaba lo inevitable—Por favor, dile que la quiero...—Finalmente unas últimas lágrimas recorrieron el rostro de la mujer antes de que cerrara por última vez los ojos cayendo en un profundo sueño del que no despertaría.

—Nicole... ya no noto su pulso... —Comentó Emi quitando sus manos de la mordedura.

— ¡La ambulancia está de camino! — Se pudo escuchar una voz entre los policías.

—Ya es tarde, ya ha muerto... — Confirmó con desgana Morís.

Alan se llevó la mano al rostro ante la situación, en un momento había ocurrido un desastre en su preciada comisaría y no sabía muy bien que hacer teniendo allí además al tipo aquel del gobierno.

—Señor, déjeme ir con Morís a cumplir el encargo de Katy —Le interrumpió la voz de Nicole.

—Está bien —Le respondió con un pesado suspiro —Los demás ocuparos de este estropicio y volved después a vuestros puestos—Ordenó al resto de agentes.

Entonces un gemido alarmó a los presentes y pudieron presenciar el despertar de Katy, quien lentamente comenzaba a incorporarse como una zombi. Pero no llegó a ponerse en pie, pues Morís acabó con ella de un tiro a la cabeza, liberando a Katy de aquel tormento de volver entre los muertos para atacar a los vivos.

Tiempo después Nicole y Morís bajaron del coche patrulla, habían llegado al parque de Stone, situado cerca de algunas zonas donde acababan de darse algunos casos de ataques zombis unos días atrás, no se encontraba demasiado lejos de la comisaría.

Tras entrar en el recinto del parque, desenfundaron sus armas, desde que entraron en aquella área de la ciudad apenas habían visto a unas pocas personas por las calles, la gente de aquel barrio prefería ocultarse en sus hogares antes que andar por la calle. No tardaron mucho en encontrar unos cadáveres zombificados en el suelo, alguien o algo los había matado. El dúo escuchó un ruido y entre los matorrales, a unos metros de ellos, apareció un niño corriendo, seguido de una chica más mayor que él.

— ¡Tom, espera!

— ¡Tenemos que buscar a nuestros padres Ana, podrían estar en peligro! —Respondió un angustiado infante intentando liberarse de la mano aprisionadora de aquella chica que le agarraba del brazo en un intento de que no se marchara.

—Lo sé, pero no podemos correr por ahí así sin más con esos seres sueltos por el parque.
Morís y Nicole guardaron sus armas y se acercaron a los niños.

— ¿Acaso no sabéis que es peligroso estar en este sitio? — La voz de Nicole sorprendió a los jóvenes.

— ¡La policía! ¿Ves Ana? ¡Ellos nos ayudarán! — Le anunció con júbilo el infante a la chica, la cual ya le había soltado el brazo al ver llegar a ambos agentes de la ley.

— ¿Ana? ¿Tus padres son Katy y Tomas? —Preguntó Morís.

—Sí... ¿De qué los conoces? Es que... ¿¡Les pasó algo a mis padres!?

Morís y Nicole intercambiaron una mirada de preocupación y la rubia asintió afirmando así que sería ella quien le diera la mala noticia. La rubia se arrodilló ante Ana mientras pensaba bien que decirle. Por otra parte Morís se percató de que Tom tenía la vista perdida en unos matorrales, como si hubiese escuchado algo. Fue en ese instante y cuando Nicole estaba al comunicarle la mala noticia a Ana, un grito femenino se escuchó en la lejanía.

—¡¡Mamá!! —Gritó Tom momentos antes de desaparecer entre los matorrales.

—¡¡Tom espera!! —En ese preciso instante Ana dejó a Nicole y fue tras su primo.

—Parece que ocurrió algo...—Comentó Morís empuñando su pistola.

— ¡Vamos, no podemos dejarlos solos! — Respondió Nicole a medida que quitaba el seguro a su arma y corría con Morís en dirección a donde se habían marchado los niños.

 #Sacedog






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