Big Red Mouse Pointer

jueves, 10 de enero de 2013

Capitulo 45 Los laboratorios y la verdad


Ley300 se despertó aturdida con la lluvia que le golpeaba en la cara. Estaba tirada entre escombros intentando levantarse del suelo, cuando se percató de que una pequeña vara de metal le atravesaba el brazo izquierdo. Acercó lentamente la mano a la vara, la cogió y cuando estaba dispuesta a arrancarla, se arrepintió y dijo:
-        ¡Joder! ¿Por qué me tiene que pasar esto a mí? ¡Venga ley tu puedes! A la de una, a la de dos y a la de…. ¡Tres!
Agarró la vara, y tiró con fuerza de ella, mientras chillaba desgarradoramente. Sacó la vara ensangrentada y la tiró contra el suelo con un grito que provenía de su ser más profundo. Quedó al descubierto una gran herida abierta de la que no paraba de salir sangre. Ley sacó de su bolsa dos latas de cerveza, una la soltó en el suelo y la otra se la derramo por la herida para desinfectarla, mientras se mordía la mano por el dolor. Después arrancó un cacho de la parte inferior de su camiseta, dejando la barriga al aire. Se sirvió del trozo de tela para hacerse un vendaje improvisado, para intentar contener la hemorragia. Se bebió la otra lata de cerveza rápidamente pensando que con el alcohol aguantaría mejor el dolor. Se levantó tambaleándose, todavía aturdida, mientras miraba a su alrededor buscando a su hermano, pero allí no había nadie, estaba completamente sola. Se puso a caminar por las calles solitarias, comenzó a anochecer poniendo a Ley en guardia. Esta guardó su cuchillo y desenvainó su catana con el brazo derecho, ya que el izquierdo a penas lo sentía. Se escuchó un golpe seco y ley aminoró su velocidad.

 Desconocido -¡Teniente sangre! ¡Deténgase!

Ley300 – Empezaba a preguntarme cuando vendríais a por mi.

Esta se dio la vuelta y observó como un hombre enchaquetado la apuntaba con una pistola.

Desconocido – Teniente, nadie le ha dado la palabra. Cállese y métase en ese coche blanco si quiere salir viva de esta asquerosa calle.

De pronto aparecieron diez soldados armados que apuntaban a Ley. Esta se encogió de hombros y dijo:

Ley300 – Esta bien…. Así dispondremos de tiempo para charlar…

Ley entró en el coche, dentro había un hombre joven, de melena rubia y ojos claros. El hombre vestía unos vaqueros y una chaqueta de cuero. Llevaba el pelo recogido en una coleta, y llevaba al cuello una cadena fina de plata, en la que colgaba un anillo que tenía el grabado de una calavera. Ley se extrañó al ver al chico y le dijo:
-        ¿Qué haces tú aquí?
El chico la miró con preocupación y dijo:
-        Lo saben todo…
Ley le puso la mano en el hombro y le preguntó:
-        ¿Qué saben? ¿Tienen a alguien más?
De pronto el coche se puso en marcha, ley intento mirar a través del cristal tintado que los separaba del conductor, pero solo veía sombras. El chico se puso a mirar al suelo y dijo:
-        Shh! No es momento de hablar de eso…
Ley se quedó pensativa mirando por la ventana, y el chico se puso a toquetear, nervioso el anillo que llevaba colgado. Al poco el coche se detuvo en un polígono. El hombre enchaquetado les dijo a ambos que salieran rápidamente del coche. Los soldados sacaban unas cajas de los coches, cuando terminaron, entraron todos en una nave industrial de color verde. La estancia estaba completamente vacía y llena de polvo. Uno de los soldados se dirigió al centro de la estancia y abrió una trampilla del suelo. El hombre enchaquetado sonrió pícaramente y dijo:
-        ¡Chicos! ¡Tapadlos!
La mitad de los solados se fueron hacia el chico y le taparon los ojos con una tela negra pese a que intento resistirse. La otra mitad fue a por Ley, aunque ella se resistió más, también consiguieron taparle los ojos. Los soldados les iban guiando, mientras Ley y el chico andaban completamente desorientados. De pronto se pararon y les quitaron las telas de los ojos. Estaban en una gran estancia llena de ordenadores y pantallas. El hombre enchaquetado se acercó a Ley y miró detenidamente su brazo. Después se alejó y dijo:
-        Te llevaré a que te lo curen…
Le hizo un gesto a uno de los soldados, este salió por una puerta y de esta entró un hombre de pelo grisáceo, vestido con una bata blanca. Los soldados apuntaron a Ley, mientras el hombre de la bata pasaba por detrás de los soldados, riéndose. El hombre enchaquetado sonrió y dijo:
-        Teniente, será mejor que se siente.
Uno de los soldados acercó una silla a Ley, intentó que se sentara a la fuerza, y mientras forcejeaban, el hombre de la bata le clavó una aguja a Ley en el cuello. Esta se desplomó al instante en el suelo sin conocimiento.

Ley despertó atada a una camilla junto al hombre de la bata. Este empezó a reírse de una manera un tanto desquiciada y le dijo:
-        Tranquila, solo teníamos que asegurarnos de que no estabas infectada… Te hemos curado el brazo, pronto estarás bien… Tu tejido se esta regenerando eficazmente, el trabajo ha salido bien….
Una enfermera soltó las cuerdas que ataban a Ley a la cama y le dijo:
-        El jefe te está esperando, te acompañaran…
Un soldado acompaño a Ley por unos largos y estrechos pasillos de metal, hasta que llegaron a la sala de los ordenadores. En chico de la melena rubia estaba sentado inconsciente en una silla, manchado de sangre, y a su lado estaba el hombre enchaquetado riéndose enfermizamente. Este miró a Ley sonriente y dijo:
-        Que bien que este aquí con nosotros, teniente.
Ley le miro con cierto asco y dijo:
-        No me gusta que usted me llame teniente…. Usted no ha servido conmigo, además, ya no soy teniente…
El hombre enchaquetado se crujió el cuello y dijo:
-        Es verdad, usted ya no es teniente… Se le condenó por sublevación, pero se le salvó la vida porque nos era útil… Se la puso a trabajar para la compañía, esa era la única condición pero usted no pudo cumplir el trato… No es de extrañar, es irreverente, rebelde, e incompetente… Pero aún podemos arreglarlo…. Hable, diga donde están sus antiguos camaradas, diga donde se esconden, y le volveremos a perdonar la vida…
Ley se acercó y le escupió en la cara. Un soldado le pegó un puñetazo haciéndola chocar contra la pared. El hombre enchaquetado se limpió la cara con un pañuelo de tela y dijo:
-        Teniente, no la vuelva a cagar… ¿Prefiere su vida? ¿O las de sus amigos?
Ley se enderezó y dijo:
-        Sin duda la de mis amigos. Usted no va hacerme cambiar de opinión, no sé quién se ha creído que soy yo…
El Hombre enchaquetado la miró con desprecio, se acercó a un ordenador y se puso a teclear. Una de las pantallas se encendió y apareció una foto de M.A. El hombre enchaquetado se rió y dijo:
-        Teniente, yo tengo mas de un as en mi manga, y usted no tiene ninguno… Le perdonamos la vida para poder dar con su hermano, nos era necesario, pero el ya cumplió su función, ya no le necesitamos. Incluso podría decir que hasta es un estorbo, pero quizás aún me sirva de algo, quizás con esto pueda convencerla para que hable…
Ley dio un salto desde estaba, se puso a gritar histérica diciendo:
- ¡Mira hijo de puta! ¡Mi hermano es cosa aparte! ¡Como le metas en esto, te cortaré las pelotas y haré con ellas mi puto desayuno! ¡¿Entendido?!
El hombre enchaquetado se puso a reír y después dijo:
-¿Qué tu hermano es cosa aparte? Creo que no le conoces tanto como crees… El no te contó nada de esto… ¿Verdad? El no cuenta contigo, solo te miente y te oculta cosas…
Ley le lanzó una mirada agresiva, en sus ojos brillaba el odio y la ira. Apretaba la mandíbula y los puños con fuerza, mientras se puso a temblar espasmódicamente. El hombre enchaquetado la miró asombrado y le hizo un gesto a uno de los soldados. Ley se acercó lentamente al hombre y dijo subiendo de tono progresivamente:
-        No puedes envenenarme contra mi hermano… No me calientes…. ¡Tu no sabes quién soy yo!
Ley empezó a reírse con una risa propia del mismo diablo mientras miraba el techo y daba vueltas con los brazos en alto. Bajó la mirada hacia el hombre y dijo en un tono enfermizo:
- ¡Yo te desollaré vivo! ¡Me comeré tus tripas y…
Ley se encorvó con un movimiento rápido y empezó a dar gritos desgarradores. Se cayó al suelo retorciéndose y pegando porrazos en el suelo. El hombre de la bata entró en la sala sonriendo y dijo:
-        Chichilla, duerme… Pronto todo estará bien…
Al cabo de un rato Ley se tranquilizó un poco, aunque no paraba de temblar. El chico de la melena rubia despertó, se tambaleó hasta Ley y dijo:
-        Dejadla ya… ¿Qué le habéis hecho?
Ley aturdida dijo entre balbuceos:
-        ¿Qué me pasa?
Sus ojos empezaron a cerrarse y esta quedó totalmente inconsciente.
Despertó en una pequeña habitación junto al chico de la melena rubia. Se incorporó como pudo, miró al chico con temor y dijo:
-¿Qué me pasa? Algo no va bien… No me encuentro…
Le dieron un par de arcadas y se puso a vomitar. El chico la miró preocupado, se acercó a ella y le agarró el pelo para que no se manchara. Una vez esta terminó de vomitar la levantó y la sentó en un sillón que había pegado a la pared. Le cogió la mano y le dijo:
-        Ley te han inyectado algo… Tenemos que salir de aquí y conseguir la vacuna. Yo tengo la llave, pero no sé donde está la vacuna… Solo se que…
De pronto se activó una alarma de emergencia y la voz de una mujer se puso a decir una y otra vez:
-        ¡Alerta! Se han detectado altos niveles de infección en las instalaciones. El bloque A y G están contaminados. Sus compuertas se cerraran en 2 minutos. Desalojen los bloques B,D,S y T, y diríjanse a los bloques E y F. Las compuertas cerraran en 10 minutos. Aislamiento, control de enfermedades, registro y laboratorios inferiores quedan sellados. Solo se abrirán con la correspondiente identificación y verificación.
Ley sacó el cuchillo y se lo dio al chico de la melena. Este lo agarró con fuerza y dijo:
-        Vamos a por la vacuna… ¿Puedes con la catana?
Ley asintió mientras desenvainaba su espada. Ambos salieron de la habitación y llegaron a un pasillo solitario. Se pusieron a caminar por el con cautela mientras se escuchaba lejanamente el sonido incesante de los disparos. De pronto las luces y apagaron y sonó otra vez la voz de la mujer, diciendo:
-        Atención, Se ha cortado la energía en los bloques A,G,B,D,S y T. La energía se ha desviado a los otros bloques. Solo están activadas las cerraduras electrónicas y las computadoras principales.
Ambos se apresuraron por el largo pasillo sin mirar atrás. Cruzaron una puerta, apareciendo en una gran estancia, empezaron a escuchar gritos escalofriantes, y cada vez se escuchaban más cerca. Atravesaron la estancia y llegaron a un pasillo enorme. Los gritos estaban muy cerca de ellos, anduvieron un poco más y vieron a un gran tumulto de zombis comiéndose a un grupo de soldados que gritaban en el suelo, viendo como les arrancaban cachos de carne, sin poder hacer nada. Un zombie que estaba arrancándole la cara a un soldado, se percato de la presencia de Ley y el chico. Estos al darse cuenta se miraron y se pusieron en guardia. Ley se adelantó un poco y dijo:
-        Tenemos que salir de aquí, no podemos matarlos a todos. Si pasamos pegados a la izquierda solo tendremos en nuestro camino a cinco, por el otro lado es imposible… Pasa tu pegado a la pared, que lo con la catana puedo contener a los del otro lado. Eso sí, hay que pasar lo más rápido posible.
El chico asintió, se pego a la pared izquierda y se puso a correr junto con Ley en dirección a los zombies. Estos empezaron a gruñir y a acercarse a ellos rápidamente con los brazos en alto. El chico le clavó el chuchillo en la frente a un zombie que tenía delante, mientras la pelirroja le rebanó el cuello a uno que se acercó a ella por el lado derecho. Avanzaron un poco más hasta que tres zombies se acercaron bruscamente a ellos. El chico atravesó con el cuchillo el cráneo de uno y Ley le cortó las piernas a otro. El tercero se abalanzó sobre el chico, este empezó a forcejear con el zombie intentando quitárselo de encima, el zombie estaba muy cerca del cuello del chico cuando Ley lo atravesó con su catana salvando al chico. Ambos siguieron corriendo hacia la salida, solo les quedaba un zombie delante de ellos para salir de allí. Mientras el chico le cortaba el cuello al zombie, Ley se encorvó en un gesto de dolor y empezó a vomitar tras unas arcadas. Cuando el chico terminó con el zombie se dio la vuelta buscando a Ley, ella estaba casi en el suelo y los zombies se acercaban rápidamente a ella por detrás. El chico fue corriendo hacia ella, la cogió de la mano y la levantó rápidamente para llevarla casi arrastrando hacia la compuerta de salida. Salieron por ella llegando al bloque F. El chico sentó a Ley en el suelo para que descansara un poco, cuando escucho la voz de una mujer gritando. Había una mujer de color entre unas cajas que intentaba ayudarse de estas para levantarse, pero sin éxito. La mujer vestía una bata, estaba ensangrentada  y su pierna derecha no estaba, parecía que se la habían arrancado. El chico se acercó a ella y le gritó:
- ¡¿Dónde está la vacuna?!
La mujer escupió sangre y dijo con dificultad:
-        Estaba en asilamiento.
El chico le pegó una patada en el estomago, la mujer gritó desconsoladamente mientras le caía sangre de la boca. Este se agachó y le dijo:
-        No me interesa donde estuviera… ¿Dónde está ahora?
LA mujer volvió a escupir sangre y dijo:
-        En el laboratorio inferior dos, en el laboratorio inferior dos…
El chico se dio media vuelta y fue a donde estaba Ley para levantarla. Tiró de ella hasta un ascensor en el que se subieron. Bajaron al -2, una vez allí había una gran compuerta con un extraño teclado al lado. El chico se acercó a el, pulsó unos botones, cogió el anillo que llevaba al cuello y lo puso en un hueco circular del teclado. La compuerta se abrió y ambos pasaron antes de que se cerrase. Ley vomitaba cada vez que daba cuatro o cinco pasos. El chico la miraba preocupado y la ayudaba a andar. Después de pasar varios pasillos y habitaciones, llegaron a un laboratorio bastante grande. El chico tumbó a Ley en una camilla, y se dirigió a un cuadrado de cristal que tenía unos pequeños frascos. Encajó el anillo en un pequeño hueco a la izquierda, y el cuadrado se abrió. El chico se acercó a una de las mesas y se puso a rebuscar en ella. Abrió un cajón y saco de el una jeringuilla embasada, la abrió y se dirigió hacia el cuadrado de cristal. Llenó la jeringuilla con el contenido de uno de los frascos, se acercó a Ley, le rompió un poco la camiseta, sacó un rotulador y le pinto un punto en el pecho. Ley empezó a echar espuma por la boca mientras le daban espasmos, el chico la agarró con fuerza para que no se moviera mucho, cogió la jeringuilla y se la clavó con fuerza en el punto. Ley gritó y dio un pequeño salto en la camilla, para luego caer inconsciente. Cuando recuperó la consciencia, se encontraba mucho mejor, aunque se sentía muy cansada y apenas sin fuerzas. El chico estaba al lado de ella mirándola, mientras se comía una chocolatina. De pronto entró en el laboratorio el hombre de la bata, los miró y les apuntó con su pistola. Ley se incorporó un poco y dijo:
-        Tú, anciano ¿Qué me has hecho?
El hombre de la bata puso una sonrisa maliciosa y dijo:
-        Uno de nuestros tantos productos…
El chico de la melena rubia le miró con asco y le dijo:
-        No te has salido con la tuya, ella está vacunada…
El hombre de la bata disparó justo al lado de ellos y dijo enfadado:
-        ¡Estúpida! ¡No sirves para nada! Abandonaste tu puesto de vigilancia en el laboratorio, y ahora encima no sirves ni como experimento. No cantes victoria aún, la vacuna no es 100% efectiva.
Ley se levantó cuidadosamente y dijo:
-        ¡Viejo! No iba a tener vigilado a ningún pobre científico sometido por vosotros. Le dejé vía libre para escapar.
El hombre de la bata se enfureció aún más, disparó dos veces más, cerca de ellos y dijo:
-        ¡Por tu culpa mis laboratorios están contaminados! Dejaste escapar al científico con las muestras y no defendiste el laboratorio de quienes querían robar las muestras. Así que nuestras muestras no solo las tiene el científico si no también el enemigo.
El hombre disparó de nuevo, pero esta vez al techo, y el chico aprovechó para correr hacia el. El hombre intentó disparar al chico, pero este se abalanzó sobre el tirándolo al suelo. Ley se acercó a ambos, mientras estos forcejeaban por la pistola. El hombre disparó, y la bala rozó al chico en el brazo. Este  aprovechó el dolor del chico e intentó levantarse, cuando la pelirroja clavó su catana en el pecho de este. El hombre chilló intensamente y vomitó sangre. Ley retorció su catana dentro de él y le dijo mientras el agonizaba:
-        ¡Puto viejo! ¿Te gusta? ¡Por qué a mí si!
Retorció su catana otra vez dentro de el desgarrándole el interior, mientras este daba sus últimos gritos con vida. Cuando ya estaba muerto, Ley sacó su catana del cuerpo inerte, y limpió su sangre en el pantalón. Ley se puso a rebuscar por todo el laboratorio, hasta que encontró unas vendas que usó para tapar la herida del chico. Ambos salieron del laboratorio por otra salida, estuvieron recorriendo varios pasillos, hasta que llegaron a otro laboratorio. Una vez estuvieron dentro encontraron al hombre enchaquetado con la manga izquierda levantada y una jeringuilla vacía en la mano. Este se levantó rápidamente, tiro la jeringuilla al suelo y dijo:
-        ¿Teniente qué está haciendo usted aquí? Usted no capta las cosas…
Se acercó a una pantalla, pulsó unos botones y en la pantalla apareció una foto de un interrogatorio. El hombre enchaquetado sonrió y dijo:
-        Su hermano… El está con mi gente…. Coja su espada y vaya a aniquilar a sus antiguos camaradas… Usted es la única que puede matarlos, esos años en aquella montaña la enseñaron muy bien a pelear como nadie, usted no necesita armas de fuego para matar a esos antiguos soldados… Trabaje para nosotros…
Ley se enfureció, le pegó un puñetazo a la pared de hierro, haciéndose heridas en los nudillos. Su mirada se oscureció, esta le miró con desprecio, sacó la catana en un abrir y cerrar de ojos, se agachó flexionando su pierna derecha, mientras la izquierda la estiró hacia el lado. Levantó la catana un poco en dirección a donde estaba el hombre y giró un poco la muñeca, dejando la parte más afilada arriba. El hombre enchaquetado se puso tenso, se dio la vuelta para buscar su arma en una mesa que había detrás de el, mientras Ley empezó a reír histéricamente. Esta en un gesto veloz comenzó a correr hacia el hombre, dio un salto sobre una mesa, llegando a subirse rápidamente encima de unas estanterías por las que corrió manejando el equilibrio a su antojo. El hombre encontró su pistola, empezó a disparar sin apuntar por que la pelirroja se movía demasiado rápido. Se quedó sin balas y mientras recargaba el arma, Ley saltó sobre él atravesando con su catana el cráneo del hombre mientras dijo:
-        ¡Muere gusano!
El cuerpo se desplomó sin vida en el suelo, Ley puso el pie encima de la cabeza del hombre muerto y tiró de la espada con fuerza para desencajarla del cráneo. El chico de la melena sonrió y dijo:
-        Tenemos que salir de aquí.
Ley asintió con la cabeza y dijo:
-        Ayúdame a buscar información en estos ordenadores…
El chico encajó el anillo en un hueco de la consola y se puso a toquetear botones. Hasta que de pronto se quedó totalmente quieto. Ley lo miró con preocupación y dijo:
-        ¿Qué pasa?
El chico la miró pálido y le dijo:
-        Van a lanzar misiles… No creo que tengamos tiempo de salir de estas instalaciones… Son inmensas y muchas compuertas están totalmente selladas, tendremos que dar muchas vueltas para salir…Esto resistirá los misiles, pero nos quedaremos encerrados aquí hasta que pase todo con las cientos de criaturas que han entrado en las instalaciones…
Ley miró al suelo pensativa, y después dijo:
-        Teniente rojo, tengo que contactar con mi hermano, necesito ayuda… El tiene un busca, pero el que yo tenía, lo perdí…
El chico se puso a toquetear la consola y dijo:
-        ¿Qué le digo?
Ley apretó el puño y dijo:
- Dile donde estamos, y dile lo de los misiles, el sabrá que hacer para ponerse a salvo…




#Ley300 

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