Big Red Mouse Pointer

martes, 5 de marzo de 2013

NH2: Capítulo 004 - ¿ESGRIP?

Naitsirc introdujo habilidosamente un pedacito de alambre en el candado que mantenía a Inma con las manos encadenadas a una tubería que sobresalía del techo.


– Vaya Nait, no me habías mencionado que sabías manipular cerraduras. – Comentó M.A. felizmente sorprendido mientras su compañero afanado estaba dándole la espalda.

– De hecho... – Se oyó un leve crujido. Nait se volvió hacia su amigo con el alambre aún más corto entre sus dedos–  ...No tengo ni idea de cerraduras, sólo me dejé llevar.


La risilla nerviosa del castaño puso a Inma realmente nerviosa:


–¿Qué?¿Has bloqueado el candado con el trozo de alambre? -Nait miró a la chica desconocida pidiendo una muda disculpa.- Entonces ni aunque Maya consiguiera la llave de Puma podría liberarme... Estupendo -la cara de Inma se llenó de una alegría irónica que dejó al chico exhausto.

– Lo siento, no pensaba que pasaría esto. Pero tranquila, siempre hay otro modo...

– Si no ha podido ser por las buenas, entonces hagámoslo por las malas -murmuró M.A. para sí mismo de modo que los otros también pudieran oírlo. El rubio recorrió el oscuro lugar con la mirada. -Nait, busca algo contundente, estas tuberías están viejas y en malas condiciones, seguramente podamos destrozarlas a no ser que...

– ¿A no ser que qué? – Se impacientó Naitsirc ante el silencio del joven.

– A no ser que golpees como una nenaza – M.A. esgrimió una sonrisa perversa. – Si resulta ser así entonces estamos acabados.



Inma rio por lo bajo, el castaño sin embargo entrecerró los ojos algo ofendido y acto seguido se encaminó a una pared repleta de estantes metálicos cubiertos por una pátina verdusca. Echó un vistazo a los variopintos objetos que habían allí acumulados e incluso tanteó en las zonas más oscuras hasta que en una de esas expediciones, a ciegas, encontró algo con antenas que casi agarró, sin embargo, se escurrió entre sus dedos con vida propia.


Sobresaltándose al comprender el por qué de la cara de asco de Nait, Inma apartó la mirada asqueada y cuando la enfocó de nuevo descubrió unas barras metálicas allí apoyadas. M.A. altamente perceptivo miró también hacia esa misma esquina y asintió con la cabeza.


-Gran idea Inma, eso debería servir-Luego se giró para ganarse la atención de su amigo.- ¡Eh, Nait! Una de las barras aquellas es buena herramienta, prueba a ver qué tal sacudes con eso.



El joven se restregó la mano en la camiseta antes de alargarla para agarrar una de las barras, para su sorpresa tuvo que emplear ambas manos, eran macizas y pesaban más de lo que había calculado. Sosteniéndola con fuerza por un extremo bateó al vacío un par de veces cortando el aire. Sí, eso debería valer.


– Entonces, ¿Nos liberas o nos haces unas demostraciones de béisbol? – Se burló la chica impaciente.


Nait bufó ante la nueva queja, pero se acercó a la joven guardando una distancia prudencial y alzando la barra al aire frunció el ceño y tensó los músculos de brazos y hombros, tomando impulso arremetió contra la tubería como si le fuera la vida en ello. Apenas hubo resistencia; la cañería se fracturó con un crujido doloroso haciendo saltar varios fragmentos de plástico por los aires. La barra metálica chocó su punta contra el suelo de hormigón y una nube gaseosa apenas visible empezó a liberarse por ambos extremos del conducto.


En el silencio imperante Inma deslizó la cadena que la retenía por la tubería y al alcanzar el extremo se encontró por fin libre aunque maniatada aún. La joven suspiró de alivio, Naitsirc ya se acercaba a M.A. dispuesto a repetir su estrategia. El rubio se echó hacia atrás instintivamente cuando la barra cortó el aire y colisionó contra su objetivo, aboyándolo ligeramente con un gran estruendo. La frustración llevó al castaño a desatar su furia arremetiendo una y otra vez contra la tubería, que cada vez iba cediendo más y más pero no llegaba a conseguirlo del todo. Cuando ya notaba como le pasaba factura el esfuerzo, Nait consiguió asestar un golpe que quebró la tubería aunque no la terminó de romper y en ese preciso momento el grito de Inma llamó la atención de los dos jóvenes. La chica había corrido a una esquina y chillaba como si le fuera la vida en ello, Nait se acercó a ella para ver que le alteraba tanto aún sosteniendo la barra.

M.A. descubrió entonces el motivo del alboroto. Se trataba de unos seres peludos de pequeño tamaño que correteaban por el suelo y se habían acercado a la chica, fijándose con más detenimiento pudo reconocer que se trataba de ratas, pero por su aspecto y su comportamiento supo sin lugar a dudas que estaban infectadas. Y todas iban en dirección a Inma y Naitsirc.

–¡Nait, tienen el virus, no dejes que os alcancen, destrózalas como sea o este será nuestro final!
– Mierda, mierda, mierda… Eso está hecho…

Con  movimientos rápidos y violentos el castaño arremetió con la barra contra los primeros roedores que se le acercaron demasiado. Inma, histérica, le había agarrado con fuerza por la espalda situándose a la defensiva, únicamente hablaba para dar escuetos avisos al joven de por donde se le acercaban sus enemigos y este siguiendo sus indicaciones destrozaba a todo aquel que estuviera a su alcance, la única que logró traspasar su línea de ataque acabó estampada contra una caja de plástico tras haber sido alcanzada por un puntapié que le metió la chica, con tanto ímpetu que murió en el acto.

M.A., mientras, cayó en la cuenta de que el gas que habían liberado debía haber atraído a los roedores hacia allí. En esto se encontraba pensando cuando se percató de que una de las ratas infectadas se acercaba veloz hacia él, que aún seguía encadenado de la mano. Se echó hacia atrás todo lo que pudo hasta que la tubería se metía hacia el techo y le impedía el movimiento. Con un rápido vistazo comprobó que, para su desgracia, sus compañeros no podrían ayudarle. En un instinto de supervivencia saltó hacia arriba y se agarró con ambas manos al conducto al que estaba atado y haciendo acopio de sus fuerzas también se recolgó a él entrecruzando las piernas. La rata chilló de rabia en el lugar en el que antes había estado de pie el rubio, comenzó a saltar hacia arriba para alcanzarlo y aunque M.A. se sorprendió de todo lo alto que podía llegar, supo que estaba seguro, al menos de momento.

Con determinación decidió que se desencadenaría él mismo, la cañería estaba quebrada y al subirse él se había resentido. Ayudándose con manos y piernas se fue deslizando por su agarre hacia la zona dañada. La rata seguía sus movimientos desde el suelo sin dejar de emitir sus estridentes chillidos. Cuando el rubio llegó a su destino empezó a hacer ademanes violentos cargando y descargando su peso en la zona afectada, haciéndola crujir y resquebrajarse cada vez más, empezó a escaparse un fino hilillo de líquido por las fisuras. Pero las fuerzas le flaquearon, sus piernas se soltaron de su agarre y aquello fue lo que terminó por partir la tubería.

El roedor aún chillaba cuando el cuerpo del joven se precipitó de espaldas hacia el suelo sepultándola bajo el peso de su ancha espalda. El golpe vació todo el aire de sus pulmones y aún lo dejó sin respiración por unos segundos. No supo qué vino primero sino el hedor putrefacto que invadió sus fosas nasales o la sensación de humedad que le bañaba el pecho.

Inma corrió a atender al rubio aterido, se puso a su lado y le propinó una leve cachetada en la mejilla para que reaccionara, luego le ofreció la mano y le ayudó a incorporarse con bastante trabajo. La tubería dejaba escapar el caño de pútrido líquido que había dejado empapada la remera de M.A.

– Puaj, das asco, hueles a mierda, literalmente – Se quejó Naitsirc después de haber dejado caer la sangrante barra metálica al suelo.
– También te quiero Nait.
– No se trata de eso, es que… ¡Estás todo mojado de orina y los restos aplastados de una rata cuelgan de tu espalda! – El solo mencionarlo hizo a Inma dar una arcada.
– Está bien, ni me lo recuerdes, solo salgamos de aquí, me extraña que Maya aún no haya vuelto, a lo mejor Puma y su hermanita la han vuelto a dejar fuera de juego.

No hicieron falta más palabras, Naitsirc recogió de nuevo su improvisada arma de donde la había dejado y lideró el pequeño grupo al exterior de aquel sótano, seguido de cerca por Inma, ocasión que aprovechó el rubio para deshacerse de su remera y dejarla allí tirada con una mueca de repulsión.

 


Maya terminó de cortar el hilo y dejó la aguja en la palma abierta de Puma. Suspiró y se puso de espaldas al muchacho entrecruzando los brazos sobre su pecho.

-No logro recordar. Por más que trato de hacer memoria tengo vacíos… La huida de Stone City, su destrucción… Solo he conseguido retener algunos retazos de ello, más allá de eso todo es incluso más confuso. Hay noches que me despierto y me pregunto quién soy yo realmente, tengo la impresión de estar viviendo una vida que no es mía… Es, estúpido ¿Verdad?
– Que me lo comentes a mí tiene gracia, debo de ser una de las personas que mejor te comprenda, sé lo que se siente al volver de la muerte y puedo decirte que si esta no es mi vida me siento orgulloso de habérsela robado a quién sea. No tengo remordimientos por nada.
– Lo sé, ya lo has dicho antes. –Maya se giró de nuevo hacia él y se quedó un rato mirando cómo se acariciaba la zona cosida como un niño curioso.- Si no pensabas matarnos ni tampoco te aportamos nada, ¿Para qué toda la historia de secuestrarnos y luego liberarnos y…?
– Cuando lo sepas tú, avísame –La interrumpió el pelinegro poniéndose en pie.

Apareció entonces Florr por la puerta, cargando con una bolsa que se había echado al hombro y apretando muy fuertemente su escopeta recortada, en cuanto la hermana de Puma descubrió que Maya aún seguía allí le lanzó una mirada de desconfianza y quitó el seguro del arma de forma que sirviese de advertencia para la castaña.

– En fin, venía para pedir amablemente las llaves para desencadenar a los prisioneros, si me las das sencillamente, me ahorrarías muchas molestias. – Maya sonrió inocentemente.
– Puedes liberarlos tirando de sus cadenas, no debe resultarte muy difícil romperlas con las manos desnudas. No necesitas las llaves, no me las pidas, además que cosas sin importancia las olvido, no sé donde están. – Puma se acercó a Florr y revisó la bolsa que llevaba, unas latas de conservas, un par de herramientas básicas y una cuerda bastante gruesa, nada importante, pero algo siempre era más que nada.
– Es que… Si puedo evitarlo, prefiero no comportarme como un monstruo, prefiero ser solo una persona normal, así que intenta recordar donde están las llaves y ya está. – La castaña bajó la mirada al suelo cohibida.
– Tsk, es cuestión de tiempo que este lugar deje de ser seguro, prefiero dejar atrás esta ciudad sin más demora. Apáñatelas con eso. – El pelinegro señaló indiferente las manos de la chica, luego volvió a cerrar la bolsa, se la cargó él mismo al hombro e hizo un gesto a su protegida para abandonar aquel lugar por donde habían venido.
– ¿No necesitáis que os guiemos hasta el almacén de armas? – M.A. puso un tono de burla en su voz cuando se apoyó en el dintel de la puerta adquiriendo una postura despreocupada.

Nunca debió haber hecho eso. La pelinegra había estado todo el rato tensa por la presencia de Maya y aquella aparición sorpresiva le hizo reaccionar casi de inmediato; libre del peso de la bolsa que había entregado a Puma sostuvo su escopeta recortada con ambas manos y apretó el gatillo después de haber apuntado al rubio situado a escasos metros de ella. La rapidez y la tensión del movimiento salvó al chico cuando la munición pasó a escasos centímetros de su cuello. Nait tiró de su amigo hacia atrás, apartándolo del campo de visión de su enemiga potencial.

El gesto de Puma se tornó serio, apoyó la mano en el arma de su hermana para que esta la bajara. Ella entendió, su hermano no les tenía miedo a esa panda de inútiles y no estaban como para desperdiciar munición. Chaqueó la lengua irritada por no haberle acertado a aquel muchacho y se quedó allí quieta, esperando saber qué hacer.

Ante la ausencia de fuego enemigo Naitsirc se atrevió a asomar la cabeza de nuevo por el marco destrozado de la puerta. La tal Florr lo miraba seguramente maldiciéndolo interiormente y su hermano se estaba volviendo a colocar el chaleco de combate que se había quitado para atender sus heridas. Cuando miró a Maya se encontró que la chica le devolvía la mirada, seguramente preguntándose cómo era que se habían liberado por su cuenta. Parecía seguro. El castaño se atrevió a atravesar el umbral de la puerta.

– Esto ya no es seguro, ahí abajo nos han atacado unas ratas infectadas, enseguida serán algo más que ratas, debemos movernos.
– De hecho, deberíamos ser ágiles si queremos llegar al suministro de armas. En cuanto la gente se haya visto envuelta en esta situación, habrán pensado en ir a los almacenes y hacerse con el material militar para poder defenderse. Con un poco de mala suerte ya no quedarán ni pistolas de gotcha allí, y con bastante mala suerte habrá algunos idiotas allí atrincherados y en cuanto nos vean acercarnos nos coserán a balazos sin preguntar. – Teorizó Inma entrando detrás de M.A. en la desamueblada y fría estancia.
– Se llevarán un disgusto cuando mueran en manos de vivos y no de esos muertos patosos de los que tanto se protegen tanto el culo. – El pelinegro se sacó el revólver del cinto y se lo lanzó a Inma, su legítima dueña, o al menos a quién se lo había arrebatado un par de horas antes. De forma torpe, pero la chica logró agarrarlo al vuelo.
– ¿De pronto confías en nosotros? – El rubio se mostraba incrédulo.

A modo de respuesta Florr apoyó el cañón de su escopeta en el abdomen descubierto del joven mirándolo con fijeza. Este levantó las manos, desarmado como estaba prefería seguir permaneciendo de una pieza, debía asegurarse de no parecer ninguna amenaza para aquella menor.

– No confío en vosotros, pero puesto que no sé donde están los suministros de armas, me conviene estar de buenas con vosotros, al menos de momento. Podéis verlo como un favor que os hago por los viejos tiempos.
– ¿Viejos tiempos? – Inma no terminaba de comprender, porque de hecho no conocía de nada a aquel individuo, aunque su prima y los amigos de esta parecían viejos conocidos de él.

De pronto ruidos de pasos empezaron a acercarse hacia ellos, Florr salió la primera por la puerta con el arma apuntando, Puma quitó el seguro de la suya y la cargó, mientras se llevaba un dedo a la comisura de sus labios para pedir silencio al resto de los presentes, por la velocidad de los pasos no podía tratarse de muertos vivientes, pero una persona inexperta armada podía resultar mucho más letal, no podían exponerse de ese modo, erradicaría con quién quiera que fuese antes de que supusiera un problema.

Inma alargó el arma al aire, como queriendo deshacerse del revólver, no tenía experiencia con armas de fuego y tampoco se veía muy entusiasmada por probarla, ya bastante había tenido unos momentos antes y no había ido precisamente bien. Naitsirc hizo ademán de cogerlo de sus manos, no se consideraba tampoco un experto pero era de los que prefería pasar a la acción. Sin embargo fue M.A. más rápido que él y agarró el revólver con determinación.

Los hermanos pelinegros se habían apostado contra la esquina de la pared del corredor. Los pasos se habían detenido muy cerca de allí y ya no se oía nada, pero sin duda se podía intuir la presencia de alguien aguardando en las sombras. Puma cogió aire y luego se asomó acuclillado al corredor apuntando hacia el vacío. Una suerte de disparos cortó el aire y habrían acertado al joven de lleno de no haber estado agachado. Con una maniobra ágil, Puma volvió a resguardarse en la esquina con sus compañeros. Aquello había sido la ráfaga de una metralla, habían intentado matarlo a conciencia, no podía solo tratarse de algún superviviente luchando por defender su propia vida.

– Qué coño… – Murmuró M.A. algo malhumorado.
– Hei, también somos supervivientes, haced un alto el fuego, también somos humanos… – Inma elevó el tono de su voz, lo suficiente para que pudiera oírle quién estuviese esperándoles al otro lado. Naitsirc le tapó la boca con la palma de la mano antes de que siguiera hablando.
– ¿Estás loca? – le susurró a la chica reprendiéndola–. Esa gente no tiene ningún interés de dejarnos vivir, no habrían solo esperado en la entrada y apretado el gatillo al mínimo movimiento.

Entonces se oyó un leve chasquido que a algunos les resultó familiar aunque no consiguieron ubicarlo en sus mentes, y algo abultado rodó por el suelo. Cuando estuvo a la vista pudieron reconocer la granada de mano. Los ojos de los jóvenes se agrandaron en milésimas de segundo cuando supieron que a continuación vendría una explosión de la que no habría tiempo de huir. Naitsirc cubrió con su cuerpo a Inma a quién tenía justo al lado, M.A. agarró la mano de Maya en un intento de salir corriendo de allí, Puma solo se quedó mirando a la espera de su destino y Florr…

Florr tomó impulso y asestó un golpe a la granada con la pierna devolviéndola hacia donde había venido. No había llegado a pasar un segundo cuando se produjo la explosión, la onda de calor los alcanzó a todos y cascotes se desprendieron de la pared provocándoles algunos moratones y heridas leves, sus enemigos no corrieron la misma suerte.

Puma cogió por los hombros a su hermana y sus ojos se encontraron, la muchacha respiraba agitada después de aquel subidón de adrenalina, él en cambio le agradeció en silencio sintiéndose muy orgulloso de ella, ya podía decir que le debía la vida. La dejó con cuidado a un lado y corrió a la entrada donde habían estado sus atacantes defendiendo su posición instantes antes, M.A. también había apartado a Maya de sí y había ido detrás del pelinegro para serle de apoyo, aún no podían estar seguros de que sus oponentes hubieran sido eliminados.

Las paredes están requemadas y con importantes daños físicos, el aire estaba lleno de polvo en suspensión. Desperdigados por el suelo habían entre los escombros tres cadáveres destrozados, estaban carbonizados y les faltaban algunos miembros. De pronto el rubio detectó un movimiento por el rabillo del ojo, apuntó ágilmente hacia allí y descubrió como un militar asomaba por detrás de la puerta cuchillo en mano hacia Puma que estaba dándole la espalda. Con el seguro del revólver quitado M.A. avisó a su compañero del peligro llamándolo por su nombre al mismo tiempo que apretaba el gatillo. click.

No quedaba munición en el tambor del revólver, Inma había gastado todo el plomo en su encuentro con Florr. Puma se giró a la velocidad del rayo a tiempo de esquivar la cuchillada que le había lanzado el desconocido, pero no acertó a reaccionar a tiempo de evitar que la rodilla del individuo se le clavara en la entrepierna. No sentía dolor físico, pero sí acababa de ser herido en su orgullo y eso hizo crecer su ira. Agarró la mano que sujetaba el cuchillo y la retorció hasta que el arma blanca cayó al suelo, el puño de su enemigo impactó contra su hombro herido sin piedad y luego apretó su cuello, el pelinegro descargó un puñetazo en la mejilla de su oponente de tal modo que notó en sus nudillos como los dientes de aquel hombre cedían al embiste. A Puma comenzó a faltarle el aire, intentaba liberarse de la presión de su cuello pero no había modo, aquel tipo le ganaba en fuerza física, comenzó a atacar fieramente su abdomen con su puño resentido por el esfuerzo, pero aquel hombre aguantaba el dolor y no aflojaba sus letales manos sobre su cuello.


Todo había sucedido en apenas unos segundos, M.A. comprobaba que Puma estaba siendo doblegado ante aquel militar, desde luego su masa muscular era abominable, parecía que hubiese chutado una buena dosis de esteroides. A falta de una idea mejor, sostuvo el arma descargada en su manó y la lanzó con todas sus fuerzas hacia el cráneo de aquel gigante. Un chasquido. Puma sintió como el aire volvía a circular hacia sus pulmones, apenas lo hizo, asestó una patada cargada con toda su rabia al cuerpo indefenso de su enemigo, haciéndolo viajar a través de la puerta por la que había aparecido. El hombre cayó al suelo, ya cadáver.

Los que se habían quedado rezagados llegaron junto a los dos jóvenes. Naitsirc se aproximó al recién muerto para recoger el revólver del suelo, aunque no tuviera munición de momento, podrían encontrar en los almacenes y entonces lamentarían haber dejado atrás el arma. Pero cuando se agachó al suelo algo le dejó sin reaccionar por un momento: bordado con hilo en el hombro del uniforme de aquel militar había un símbolo que conocía muy bien. Se metió el arma en el cinto y se encaró contra Puma.

– Dijiste que estaban muertos, acabados. Dijiste que ESGRIP ya no existía.
– ¿Qué? –  Maya preguntaba incrédula.
– Pues es evidente que mentí, ¿no te parece?
– ¡Quiero que nos digas las cosas! Se acabaron los secretismos, ¿qué buscaba esta gente aquí? ¿Por qué nos has mentido acerca de ello? No tiene sentido que una compañía de esta magnitud aún siga viva después de que el mundo se haya ido a la mierda.
– A no ser que el mundo sea ahora mismo la mierda que ellos pretendieron que fuera… De ser así todo tendría sentido, aun cuando no alcancemos a comprender qué consigue una compañía multimillonaria destruyendo el mundo, haciendo que un pedazo de pan sea más valioso que un fajo de billetes. No esperaba que siguieran vivos y menos aún en activo. Puedo no aparentarlo, pero estoy igualmente sorprendido que tú y te recuerdo que he estado a punto de ser asfixiado por uno de sus bastardos, así que no me presiones.
– Un momento todo el mundo ¿Qué demonios es ESGRIP? ¿Cómo es que todos os conocéis? ¿Qué está pasando aquí, maldita sea?
– Tranquila Inma, me da que no soy la más indicada para mencionarlo porque mi memoria es un colador, pero así a grandes rasgos te diré que la compañía que ha llevado al mundo a esta situación casi apocalíptica es ESGRIP, todo por sus experimentos humanos y no humanos para crear supuestas armas biológicas. Conozco a Puma, y también a Naitsirc y M.A., porque fuimos compañeros durante nuestra huída de la destrucción de la primera ciudad infectada y destruida por e virus zombi, seguro que te suena Stone City… – Inma asintió con la cabeza sin dejar de prestar atención– . Se suponía que ESGRIP no existía según comentó antes Puma, pero está claro que se equivocaba, lo que ahora hacemos aquí es decidir lo que haremos a partir de ahora, que será escapar cagando leches de la infecta Almatriche, ya nada nos retiene aquí.
– Comprendo. Entonces, simplemente huyamos, en verdad que no quiero morir aún, aunque el mundo que haya sea una extensión desértica de muerte. No quiero acabar como esas cosas que no están vivas, pero tampoco se puede decir que estén muertas…
Los suspiros llenaron el silencio de aquel lugar, tan próximos al exterior como estaban, se escuchaba la guerra que se estaba librando en las calles de la ciudad, el olor a pólvora y muerte se extendía por cada rincón de lo que horas antes había sido considerada una de las pocas ciudades que se alzaba resistiendo los embistes de la propia muerte


*       *       *

Lo habían pasado mal, su ritmo cardíaco estaba acelerado, al igual que su respiración, defenderse de los zombis que les habían cerrado el paso por el camino había sido fácil porque contaban son su extrema lentitud de movimiento a su favor, pero una barra metálica empuñada por Naitsirc y una escopeta recortada usada a modo de garrote habían sido las únicas armas que habían empleado, aparte de los puños desnudos de Puma y M.A., no querían permitirse el lujo de derrochar munición para acabar con esas patéticas criaturas, más les valdría reservársela para situaciones más comprometidas.

Les había costado, pero allí estaban, el depósito de armas de la pequeña ciudad en vías de desaparición, habían algunos cadáveres de zombis desperdigados por el suelo, pero de las armas apenas había rastro ya, los habitantes de la ciudad habían dado buena cuenta de ellas en el tiempo que ellos se habían entretenido en el otro extremo de la ciudad. Puma maldijo por lo bajo, esperaba encontrar algo al menos, se daba cuenta de que el esfuerzo había sido en vano, todos lo pensaron, habían ido allí para nada… Inma zarandeó la cabeza borrando su gesto de preocupación, llamó la atención de sus compañeros recién conocidos y preguntó acerca de los aseos de los militares superiores.

Nait creyó que aquella chica estaba loca de remate cuando le respondió con un tono cargado de ironía las indicaciones de los aseos de los despachos privados, dos pantas abajo en el subsuelo de la construcción en la que se encontraban. Si a Inma le molestó su burla no lo demostró, en cambio comunicó con voz clara y alta que era allí donde debían dirigirse. Nadie supo realmente por qué, pero no cuestionaron la decisión de la joven, sencillamente llevaron sus pasos por las salas y corredores del complejo hasta llegar a la zona de los despachos, que se encontraba además desértica.

Todo estaba desordenado, los fluorescentes del techo parpadeaban, de un momento a otro se quedarían a oscuras y lo peor es que aquel lugar era una encerrona como a los zombis les diera por entrar, habían ido cubriendo los accesos a su paso, pero nada aguantaría indefinidamente, deberían salir de allí lo antes posible.

La sorpresa fue grande para todos cuando Inma golpeó en un tramo de la pared de los aseos masculinos y sonó a hueco. Naitsirc pidió a la chica que se hiciera a un lado amablemente y luego incrustó la barra que había empelado como arma anteriormente en la falsa pared y luego hizo palanca. La superficie cedió con un quejido y dejó una abertura en los muros embaldosados. Uno detrás de otro fueron pasando adentro a una pequeña pieza cuyo único propósito era albergar un pequeño arsenal secreto. Naitsirc silbó impresionado.

– En la ciudad que me refugié anteriormente, en España, había un lugar así, uno de los capitanes era amigo mío, así que en cuanto nos vimos atacados y sin armamento para defendernos me habló de estos sitios. Cuando nosotros llegamos ya era tarde, había sido saqueado, pero esperaba tener más suerte esta vez…
– Pues ya ves si ha habido suerte. Yo por lo pronto me apropiaré de ese chaleco militar de la esquina, tampoco es plan de ir enseñando mis abdominales a medio mundo – Y era cierto, Maya e Inma cayeron en la cuenta de que M.A. aún seguía con el torso desnudo.

Los jóvenes comenzaron a prepararse el equipo de supervivencia, deberían apropiarse de todo cuanto pudieran, pues tal vez no podrían reponerse en mucho tiempo.

– ¿Tú no te suministras?
– En realidad, preferiría no empuñar un arma si puedo evitarlo, me hace sentir condenadamente violenta y no me gusta. – Maya se rascó levemente la mejilla, claramente incómoda. – Mejor esperaré fuera. Empiezo a sentirme mareada – M.A. se giró hacia ella claramente preocupado al oír eso, pero ella levantó el pulgar y le sonrió despreocupada acariciando el bolso que había llevado en todo momento consigo. Luego hizo ademán de salir del lugar.
– Un momento, voy contigo. – Dijo la chica siguiéndola.

Y las primas salieron de aquella pequeña estancia, dejaron atrás los ases y se acomodaron en el despacho de uno de los jefazos colándose por el marco de la puerta del que se había desprendido el cristal, porque como era de esperar, aun permanecía con la llave echada.




Puma se cargó el cinturón con las granadas que había encontrado, mientras lo hacía lanzó una pregunta al vacío esperando obtener respuesta.

– La última vez que estuve con la castaña, intentó matarnos a todos. De eso hace ya casi dos años, en realidad tengo curiosidad por saber cómo que aún ella está ahora aquí o al menos cómo es que vosotros aún no habéis acabado en el otro barrio. Me intriga bastante.
– En un principio tuvimos que encerrarla, ella misma nos lo pidió, buscamos refugio en esta ciudad y Selene recién incorporada a la Unidad Médica nos ayudó con ella. – M.A. no dejaba de revisar el estado del armamento mientras hablaba. – Gracias a unos análisis y unas pruebas, consiguió desarrollar una medicina capaz de frenar el cambio que la convierte en un monstruo irracional. En condiciones normales, se trataría de una analgésico capaz de dejar fuera de combate a un elefante, en ella el efecto es adormecimiento del virus que circula por su sangre, pero también la suele dejar bastante tonta en general. Gracias a Dios, desde que disponemos de ese medicamente no ha tenido episodios de violencia irracional, pero como efecto secundario, eso hace que cada vez que lo toma va perdiendo restos de su memoria pasada…
– Interesante, así que, podría incluso llegar a olvidar quién es.
– Mientras no le den demasiados episodios de esos estará bien, de todos modos, su memoria no es lo que era, eso está claro.
– ¿Y cómo sabe cuándo va a cambiar de estado?
– Según dice, todo empieza con una sensación bastante similar al mareo, en cuanto lo detecta, se medica, en año y medio no hemos tenido ningún incidente, yo me he encargado de que así sea…




Maya se dejó caer en el sillón acolchado del despacho, rebuscó en su bolso y sacó de su interior un bote de plástico semitransparente sin etiqueta ninguna. Desenroscó la tapa y dejó caer sobre la palma de su mano varias de las pastillas que contenía, las devolvió de nuevo al cacharro a excepción de una de ellas, que después de haber vuelto a cerrar la tapa y guardar el pastillero en el bolso, se la metió en la boca y se la tragó sin necesidad de ningún liquido con una mueca de asco. Inma no quiso preguntar, apenas acertaba a comprender por qué su prima ni siquiera la recordaba.

– ¿Sabes? – La voz de Maya era algo más ronca que de costumbre. –  Cuando Puma me ha dicho que nos conocíamos, no he sabido qué pensar…
– Puedes contarme lo que sea, prima, te escucho.
– Durante Stone City conocí a un joven, un ex militar que también se había quedado encerrado en la ciudad, tengo huecos vacíos en mis recuerdos, pero sé que sentí por él algo muy especial, mucho. Sin embargo… Cuando pensaba en ese sentimiento mío, me vino una imagen a la mente, parecía un recuerdo mío, recuerdo un beso, pero cuando abría los ojos no era a ese joven a quién veía…
– Era… ¿Puma?
– Sí. No puede ser un recuerdo, nunca he sentido algo así por él, ni siquiera recordaba conocerle de antes de la huída de Stone City, pero él me lo afirmó antes mientras le cosía la herida. No sé qué es real y qué no lo es. Ni siquiera sé si eres mi prima, yo… No sé quién soy. Estoy hecha un lío…


#Maya

1 comentario:

  1. Me encanta la nueva Maya superpower,creo que es el personaje que mas ha evolucionado en la historia.

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