Big Red Mouse Pointer

sábado, 1 de septiembre de 2012

Capítulo 12 - El auto

Basura… todo lo que estaba pasando era basura, sacada del más putrefacto y oxidado contenedor de desechos.

- A ver pajarillos… ¿Harían el favor de presentarse amablemente? – preguntó M.A., acariciándose su corto cabello rubio y tomando un diminuto sorbo del café que recién preparó.

Ambos apretaban sus parpados, desconcertados.

- Ja. Dyssidia debió haber sido futbolista. – dijo Alice cruzando los brazos.

El grupo seguía expectativo, la mayoría tenían sus armas alzadas precaviéndose. Les tomaron segundos para que obtuvieran completo uso de sus sentidos.

- ¿Y bien? Deben tener algún nombre… - volvió a retomar M.A. disfrutando de su café.

- Sacedog. – dijo el susodicho, con cansancio apoyó sus codos sobre sus rodillas. Maya hizo un movimiento con su pistola para provocar que la otra voz apareciera, pero interrumpieron. Puma se acercaba con un teléfono celular entre sus dedos.

Parecía ansioso, en busca de algo que a cada segundo que pasaba sin encontrarlo se desesperaba más.

- ¿A ti que te pasa? ¿Estás estreñido? – preguntó Maya con una ceja alzada.

- ¿Dónde están las llaves del auto? – decía Puma a nadie en especial.

- Están colgadas en la cocina… ¿Qué harás? – preguntó Eriel intrigada, posándose sus pequeñas manos sobre su cintura.

- Mi hermano me acaba de enviar un texto. Está atrapado en su apartamento. – explicó, sujetando el manojo de llaves y hurgando en el bolso que retenía las armas restantes.

- ¿Y quién eres tú? ¿Rambo? Si te vas solo, estás frito. – afirmaba Alice.

- Y ya sabemos que eres un experto en frituras… Oh gran calcinador de filetes. – acusó Maya. El pelinegro le dedicó una mirada asesina.

- ¡No! No… me importa un pepinillo. – espetó Puma encogido de hombros, escondiéndose una pistola en el jean, y un cargador en el bolsillo.

- No me dejas dormir, gato. – Dyssidia aparecía, descendiendo por una escalera mientras le reclamaba al alterado joven por perturbar su descanso.

La chica de mechones rosas desvió su mirada hacia los nuevos, que recién despertaban. Pero antes de que siquiera pensar que decir…

- Me voy. – informó Puma colocando una mano sobre el pomo de la puerta de la cocina.

- Que chévere, voy contigo. – dijo Dyssidia, decidida.

Alice pensó también en proponer lo mismo, quería tratar de encontrar a sus padres, confirmar si de verdad les había pasado algo… Pero no le apetecía mucho la idea de aventurarse en una multitud de caníbales, no en ese momento.

- Nah, iré solo. – se rehusó Puma.

- ¿Pondrás peros? Podría ahorrar tiempo y matarte aquí mismo. – amenazó Dyssidia, sacando a relucir su arma, dirigiendo el cañón al pecho del pelinegro. – Mira que tu cadáver serviría de muy buena carnada.

La tensión se hizo presente, con lo volada que resultaba ella, no sabían que esperar, y ninguno se atrevía a intentar desarmarla o interponerse. Dyssidia hizo una mueca de aburrimiento.

- Aahf... Mueve tu trasero. – dijo Puma finalmente, provocando que una sonrisa conforme se dibujara en el rostro de la chica.

Aquel par abordó el coche, listos para sumergirse en una nueva jornada de peligros. Mientras tanto, el resto del grupo tenía nuevos integrantes que interrogar…

- Te has vuelto más necia ¿eh? – habló Puma, colocándose el cinturón de seguridad.

- Déjame ser. Solo estoy un poco aburrida. – responde Dyssidia, batallando contra su cinturón, que después de unos segundos de fracasos, lo arranca y lo arroja por la ventana con histeria…

Puma niega con la cabeza ante el humor de la chica de cabello rosa.

- ¿Nos vamos? – sugirió ella.

- Jesucristo… protégeme de esta… señorita. – susurró el pelinegro, metiendo el retroceso.

# Puma

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