Big Red Mouse Pointer

sábado, 1 de septiembre de 2012

Capítulo 24 - Nace el amor

Eriel rodeó la cintura de Puma y apoyó su cabeza sobre la espalda del chico con expresión tranquila, en aquel momento sus dudas parecían disiparse por completo. Pensó en lo perdida que se había sentido cuando empezó todo aquello y sonrió al darse cuenta por primera vez de que no estaba sola, los tenía a ellos, y lo más importante ahora para ella, lo tenía a él. Puma volvió ligeramente la cabeza para poder ver la cara de la chica, y sonrió maliciosamente.

-Tu lo has querido… 

Arrancó la moto haciendo que rugiese estrepitosamente y se alejó con Eriel de la casa de Alice a una velocidad pavorosa, dejando tras de sí una humareda de polvo.

En el salón…

-Pero, ¿qué demonios ha sido eso?-musitó Cris.

-No tengo ni idea, peeero- dijo Alice arrancando el trozo de papel de sus manos- no te extrañe que hayan sido estos dos…

-Bueno, pues por lo menos no tendré que cuidar lo que digo en presencia de mi fan,-alzó las manos de manera teatral- así no tendré que probar nuevos sabores hasta su regreso.

Brian y  M.A. no pudieron contenerse la risa ante aquel comentario, y tampoco intentaron reprimirlas por lo que estallaron en unas sonoras carcajadas, Lith algo más discreto esbozó una sonrisa divertida, y Alice poniendo los ojos en blanco pensó en voz alta:

-Y pensar que creía que aquella estupidez de los rubios son tontos era una chorrada... –miró a los dos chicos que no podían parar de reír- aunque no sabía que se podía aplicar esta regla a castaños… - murmuró mirando a Cris.

-Dios, mujer, déjate de idioteces -dijo M.A. aun sin poder controlar  la risa- ha sido muy bueno, reconócelo. –Y dirigiéndose a Cris dijo-  tienes madera de humorista. Cuando actúes no dudes en avisarme.

-No te preocupes, martes y jueves en los mejores teatros, entradas por 50€, IVA no incluido.

-Argg, estafadoooor. –Gritó Brian con lágrimas en los ojos de tanto reír.

-Creo que me voy con gente civilizada,-bufó Alice- ¿qué dices Lith, te vienes?

-Que va, creo que esto está muy interesante, ve a ver que tal está Silver, me parece que estaba arriba con Jose y Maya.

-Humm, traidor… pues bien que te diviertas con este atajo de críos- entornó los ojos irritada y se alejó de esos tres, bueno ahora cuatro, críos. Subió las escaleras rápidamente de dos en dos intentando alejarse de ellos lo más rápido posible. Cuando llegó arriba la oscuridad de los pasillos le recordó que antes en aquella casa, su casa, ella había vivido y crecido. Parecía tan lejano… pensó en sus padres intentando recordarlos como de verdad eran, pero la imagen de sus dos padres zombies no se le iba de la cabeza. Una indiscreta lágrima rodó por su mejilla y ella violentamente se la apartó de la cara con la mano haciéndose un poco de daño. Mientras atravesaba el pasillo en dirección al cuarto de baño, donde suponía que estarían, evitó mirar directamente las fotografías que colgaban de las paredes. Sabia que si las miraba se pondría a llorar, y no quería hacerlo. No, ya nada le haría llorar de nuevo, eso se acabó. Decidida entró en el cuarto de baño sin tan siquiera pegar a la puerta.

-¿Se puede?

-Bueno ya has pasado a si que no hace falta que lo preguntes –dándose cuenta del tono brusco que había empleado, Jose agregó- ven siéntate, esto es un autentico espectáculo.

Alice se acercó a él e hizo lo que le había sugerido, se sentó en el suelo cruzándose de brazos y miró la cara de concentración de Maya mientras le terminaba de colocar la venda en el abdomen de Silver, y también se fijó en la cara del herido que intentaba hacer un esfuerzo por no gritar. Sonrió, Jose tenia razón, era un espectáculo digno de ver.

Maya estaba demasiado concentrada poniéndole la venda a Silver que no se percató de su cara de sufrimiento mientras se la colocaba, intentaba que sus dotes de enfermera dieran su fruto asi que puso sus cinco sentidos en colocarle el vendaje con la mayor precisión posible. Cuando acabó dirigió una mirada triunfal a su gran obra dándole el tiempo justo a Silver para  recomponerse y ponerse a sonreir, antes de que le mirase. Jose y Alice mientras intentaban reprimir unas cuantas carcajadas.

-Menos mal que tenemos una enfermera entre nosotros, si no, no habría sabido qué hacer con esta fea herida… -miró a Maya agradecido mientras le sostenía sus manos y por segunda vez se sonrojó la aludida. José carraspeó un tanto incómodo por el rumbo que estaba tomando la conversación.

-Creo que ya tendremos más tiempo para hablar de esto en otra ocasión –murmuró la enfermera dulcemente. Silver asintió sonriéndole.
-Bueno, y… ¿qué ha sido ese ruido que se ha escuchado antes?¿Alguna desdichada zanahoria que ha caído en manos de Puma?- preguntó Jose mirando a Alice.

-Pues más bien, alguna desdichada moto… si, moto. Ha decidido ir a dar una vueltecita por ahí, lo peor es que no va solo, Eriel se ha sumado a su locura. Supongo que lo veremos cuando nos reunamos todos, quien sabe…

-Dios, qué par, eso si que es tener agallas. Pero, ¿y los otro cuatro?¿Ellos también se han ido?- se interesó Silver.

-Pues agallas no sé pero bueno… y no, esos cuatro no se han ido están por allí abajo haciendo el paripé, son una atajo de críos. –bufó Alice.

-Habló la más anciana…- recitó Jose, imitando la frase de una película- De Brian no me extraña nada…

-¿Lith también?- preguntó Maya sin poder dar crédito a lo que oian sus oídos.

-Si, ¿a que parece impresionante? El pacifico y tranquilo Lith, ¿Quién lo diría?

-Supongo que estas aquí porque te has hartado de ellos –dedujo Silver- muy muuuuuy bien hecho. Oye, creo que voy a bajar a beber algo, estoy deshidratado.

-Yo ahora voy, voy a recoger todo esto antes de bajar, a lo mejor lo necesitamos en otra ocasión, pero no bajes solo –miró a Alice- ve con él Alice, no quiero que vaya solo…

Alice pensó en contestarle que era un trayecto demasiado corto como para que le pudiese suceder algo realmente grave, además, Silver parecía estar en sus plenas facultades salvo por aquello del abdomen. Pero finalmente resolvió que no pondría ninguna pega, Maya estaba realmente preocupada por él. Aunque no le hacia ninguna gracia volver abajo con ese atajo de idiotas, pero dejó que Silver se apoyase en su hombro y salieron de allí.

Silver también pensó algo parecido, no tenia ningún problema con ir solo, pero también advirtió la ansiedad con la que Maya había pedido a Alice que le acompañase, asi que tampoco puso ninguna pega. Salió del baño apoyándose en Alice.

-Eh, ni se te ocurra beber el zumo ese de Puma!!! Sería fatal para tu estómago, y haría que te molestase la herida- advirtió Maya saliendo por la puerta. Silver y Alice rieron ante su comentario, y Maya que no había tenido intención de decir nada gracioso los acompasó.- Anda, id a beber algo.
Jose vio como Maya volvía a entrar en el baño y se levantó para ayudarle a recoger todo lo que había utilizado para curar a Silver. Pero torpemente tiró el botiquín de emergencias que estaba en el lavabo, y todo su contenido quedó esparcido por el suelo. Se agachó ruborizado ante su propia torpeza.

-Lo siento… he puesto todo esto pringando…

Maya sonrió y recogió un par de botellitas de medicina intentando salvar lo que quedaba en su interior. Cogió una toalla y se la lanzó.
-No te preocupes, no es la primera vez que se caen.

Al coger la toalla entendió sus palabras. Estaba algo húmeda de alguna otra vez en la que se habría derramado todo aquello.
-Mmm, ¿enfermera en prácticas?

-Más o menos… es que… -se ruborizó levemente- intentaba demostrar que tenia alguanidea de enfermería delante de Silver…
-Os llevais muy bien –observó- no te preocupes, -dijo guiñándole un ojo- todos hemos hecho locuras alguna vez por aquellas personas que amamos.

-Yo no quería decir que yo y Silver…

Esta ve fue Jose el que se ruborizó, sientiendose un poco avergonzado. Tal vez había atado cabos muy rápidamente, miró a Maya que había apartado la mirada para evitar que le viese la cara. O tal vez no estuviese equivocado… 

-Lo siento, otra vez,soy un poco bocazas…

-No te preocupes, es solo que, ni yo misma me había atrevido a aceptarlo, es que… no sé, yo…

-Te entiendo…

La situación se había vuelto un tanto incomoda, no era una buena idea hablar de Silver en ese momento pensó la chica. Permanecieron en silencio recogiendo los bártulos mientras ella intentaba buscar algún tema de conversación para suavizar el ambiente. Aunque no se le ocurrió nada. 
Una vez acabaron, cogió el botequín y se giró hacia Jose.

-Bueno, ¿vamos abajo?

-Por supuesto –cedió el paso a Maya caballerosamente.

De camino hacia la escalera a Maya se le ocurrió preguntarle por su familia.

-Pues… la verdad es que mi familia no es de aquí, yo vine con unos amigos, en verdad soy de la ciudad de al lado. Lo que temo es que esto se propague hacia allí.

-No te preocupes, seguro que el Gobierno ha aislado esto, estoy completamente segura de que no le interesa que se propague demasiado, sería incontrolable incluso para ellos.

-Gracias Maya, eres muy comprensiva. Aunque la verdad es que si perdí a unos cuantos amigos con toda esta mierda…

- Todos hemos perdido mucho con esto, por ahora debemos permanecer unidos.

Jose asintió, y siguieron caminando hacia el salón. Bajaron las escaleras lentamente cada uno ensimismado en sus propios pensamientos. Al llegar abajo se encontraron un escenario un poco extraño pero familiar, al menos para Maya. 

Alice y M.A. estaban encarados unos frente a otro con cara de pocos amigos, incapaces de ceder ante el otro, Lith y Brian intentaban separarlos un poco para que se calmasen, y Silver sentado en una silla miraba a todos con una sinrisa en los labios, aquello parecía que le divertia.

M.A. pensó en cuan testaruda parecía ser aquella chica, era irroible. La miró desafiante y volvió a repetirle:

-Me importa una mierda lo que digas, yo voy porque a mi me da la gana y punto.

-¿Eres idiota o qué, niñato? –Alice parecía fuera si- he dicho que voy sola!!!

-Hey, relajaos un poco chicos.

Los dos se volvieron hacia Lith y Brian a la vez.

-¿QUEREIS DEJARNOS EN PAZ?

Maya y Jose pasaron por detrás de ellos, rodeándolos, en dirección a Silver, que seguía sonriendo con un vaso de agua fresquita en la mano.
-¿Qué ha pasado aquí? –quiso saber Maya algo curiosa sin dejar de observar la escena que estaba teniendo lugar en el salón.

-Sencillo, Alice quiere enterrar a sus padres en el patio de su casa y luego irse por ahí en plan vengativa a matar zombies ella sola, y aquí es sonde entra M.A., que dice que no le da la gana que se vaya sola y que va a ir con ella. Son un poco testarudos los dos como podeis comprobar.

De eso no cabía duda. Un poco harto Brian se interpuso entre las dos fierecillas de un salto y exclamó:

-¿Quereis dejar esto ya? –miró a ambos- venga, te ayudaremos a enterrar a tus padres y luego podrás irte a dar un paseo por ahí –al notar la mirada de reprobación del resto añadió- ya lo sé, no puedes ir sola Alice, por eso M.A. y yo iremos contigo. No hay peros ni excusas que valgan.

Alice lo fulminó con la mirada, aunque en su interior sabía que tenía razón, pero no podía reconocerlo, su orgullo se lo impedía. En realidad  agradecía a M.A. su disponibilidad y generosidad, pero no soportaba tener que dar la razón a nadie, además, sentía que debía hacer justicia a sus padres.

-De acuerdo…

-Bien, nos reuniremos si no aquí, en el punto que quedamos que quedaríamos con todos los demás.

Todos se pusieron manos a la obra cavando lo mejor posible un hoyo en el jardín para poder enterrar a los padres de Alice dignamente. Nadie dijo nada en todo lo que tardaron en cavarlo. Cuando colocaron a sus padre en el boquete Alice con los ojos un poco humedecidos se acercó a ellos y les cerró los ojos. Cogió una rosa del césped y la colocó en el regazo de su madre, después lanzó la primera palada de tierra sobre ellos.

“Adios papá, adiós mamá…” musitó. En aquel momento una lágrima intentó escapar de sus ojos, pero se había prometido que no lloraría más, y no pensaba hacerlo. De hecho lo habría conseguido de no ser porque M.A. la agarró por detrás abrazándola, intentando infundirle ánimo. Entonces, en mitad de la noche y en brazos de aquel insoportable niño rubio rompió a llorar, rasgando la tranquilidad de la noche…

En otra parte de la ciudad, mientras tanto..

Eriel abrazó más fuerte aún a Puma si cabe, presa del miedo.

-Pumaaaaa –chilló.

El chico rió, y aceleró la velocidad de la moto. Eriel volvió la mirada al frente de nuevo viendo como se acercaban cada vez más rápido a aquella manada de zombies. Eran demasiados para su gusto. Apretó su cara contra la espalda del chico cerrando los ojos con fuerza.

-¿No eras tu la que quería que te demostraba lo que era capaz de hacer? –rió con más fuerza Puma. Aquello era muy divertido para Puma, ver como Eriel se asustaba de esa manera no tenía precio. Además la adrenalina del momento recorría cada fibra de su cuerpo y eso hacia que para él aquello fuese muy divertido.

Paró en seco haciendo que Eriel soltase un resoplido a su espalda.

-Agárrate.

Volvió a acelerar la moto otra vez, pero esta vez de manera más violenta. Las marcas de las ruedas de la moto quedaron grabadas en la carretera, quedándose atrás mientra la moto se alejaba de ella, acercándose de forma inexorable a aquel grupo de zombies. Eriel cerró los ojos otra vez y se pegó a Puma, mientras chillaba su nombre. El chico reía. 

Y de pronto, el porrazo.

La moto empezó a atravesar la fila de zombies sin problema alguno y los zombies iban cayendo al suelo a su paso haciendo que los que se encontraban detrás cayesen también, y asi sucesivamente. El efecto dominó.

Cuando hubieron traspasado la columna de zombies Puma volvió a parar la moto, y ágilmente se dio la vuelta para poder mirar a Eriel. La cara de la chica era una autentico poema, tenia los pelos un poco alborotados de la carrera, y la adrenalina había hecho que sus mejillas se tornasen rosadas. Su mirada era de lo más graciosa.

Eriel se giró para poder ver lo que antes había sido en escuadrón de zombies hambriento muy bien puestecitos. Ahora solo había zombies tirados por el suelo, no quedaba ninguno en pie. Se volvió hacia puma y dijo sin pensar:

-Pleno…

Puma sonrió. Se sentía mucho mejor ahora, la verdad es que no le había sentado nada mal ir a dar una vuelta. Eriel le miró fijamente y el mundo a su alrededor pareció detenerse. Ambos olvidaron que habían zombies hambrientos y que aquella ciudad se sumiría pronto en la plena oscuridad.
Todo lo que les rodeaba pareció desvanecerse por unos segundos. Eriel se dio cuenta de lo mucho que significaba aquel chico para ella en ese momento. Había estado sola la mayor parte de su vida, había vivido sin sus padres desde que tenia uso de razón, había pensado que su vida era solo soledad, pero ahora… ahora ya no se sentía sola.

Sin embargo aquel mágico momento no duró mucho más. Eriel se sentía demasiado timida y no era capaz de enfrentarse a la mirada de Puma por mucho tiempo asi que apartó la mirada y la magia del momento se rompió.

-Esto, yo…

Se separó de él un poco confusa. Y en ese momento se fijó en que en una de las casas de allí había luz. Puma también lo vio. Sin mediar palabra se acercaron con la moto a la casa. Cuando llegaron al umbral dejaron la moto a un lado y se acercaron sigilosamente a la puerta. Puma sacó su pistola y se puso junto a la puerta. Contó mentalmente hasta tres y poniéndose de acuerdo con Eriel pegaron una patada a la puerta haciendo que cediese. 

Entraron en la casa y de pronto en un acto reflejo Puma tiró a Eriel a un lado evitando que le diesen unas balas.

Aturdida y bajo el peso de Puma la chica abrió los ojos y intentó adivinar de donde habían venido los tiros. Para su sorpresa encontró a dos jóvenes rubios, un chico y una chica, muy parecidos. El chico llevaba en la mano una pistola que aun humeaba.

-¡¡¡Allen!!! –exclamó Eriel reconociendo al chico. 


# Inma

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